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Espacios en blanco. Serie indagaciones

versión impresa ISSN 1515-9485versión On-line ISSN 2313-9927

Espac. blanco, Ser. indagaciones vol.33 no.2 Tandil  2023

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.37177/unicen/eb33-364 

Artículos

La universidad entre luces y sombras en la experiencia pedagógica emancipatoria de Mauricio Amílcar López

The university between lights and shadows in the emancipatory pedagogical experience by Mauricio López

Sonia Elisabeth Riveros1  soniaeli.riveros@gmail.com

Alberto Martínez Boom2  almarboom@gmail.com

1Universidad Nacional de San Luis

2Universidad Pedagógica Nacional

Resumen

Presentamos un avance de investigación posdoctoral que recupera el proyecto pedagógico de Mauricio Amílcar López y su vinculación con el pensamiento de integración y liberación latinoamericana. Nos inquieta el presente que atraviesa la universidad y las practicas pedagógicas que allí acontecen en una actualidad que exige, por un lado, una renovación de métodos de enseñanza, otros modos de vincularse con el afuera y entre los miembros de la comunidad pedagógica y, por otro lado, la constante tensión de incorporar nuevas experiencias en relación a saberes y prácticas que estén a la altura de diferentes contextos. Frente a múltiples preocupaciones nos preguntamos sobre el sentido de recuperar un pensar filosófico y pedagógico situado en los años 70 y su relación con la experiencia de nuestro tiempo; cuáles fueron las condiciones de existencia de su discurso emancipatorio y democratizador; qué nos posibilita este intelectual argentino frente a lo visible y decible de la temporalidad presente.

Palabras clave práctica pedagógica; universidad; experiencia pedagógica; democratización; intelectual

Abstract

We present a postdoctoral research advance that recovers the pedagogical project of Mauricio Amílcar López and its link with the thought of Latin American integration and liberation. We are concerned about the present that the university is going through and the pedagogical practices that take place there in a current situation that requires, on the one hand, a renewal of teaching methods, other ways of linking with the outside and between the members of the pedagogical community and on the other hand, the constant tension of incorporating new experiences in relation to knowledge and practices that are up to the task of different contexts. Faced with multiple concerns, we ask ourselves about the meaning of recovering a philosophical and pedagogical thinking located in the 70s and its relationship with the experience of our time; what were the conditions of existence of his emancipatory and democratizing discourse; that this Argentine intellectual makes possible for us in the face of the visible and describable of the present temporality.

Keywords pedagogical practice; university; pedagogical experience; democratization; intellectual

Introducción

Mauricio Amílcar López, el intelectual que nos ocupa en este trabajo, fue una figura relevante del movimiento cristiano ecuménico de los años 60 y 70 que militó en América Latina y el mundo, fue además un distinguido profesor de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) y de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) (Argentina). Esta última fue organizada y creada por él con una impronta democratizadora, abierta y participativa. Su gestión rectoral, que va desde el año 1973 a 1976, se vio interrumpida por uno de los sucesos más violentos y trágicos que atravesó la historia de la República Argentina frente a la irrupción del terrorismo de estado que le costó su secuestro y desaparición la madrugada del 1 de enero de 1977.

Dado que se trata de una figura que no ha sido aún trabajada en clave de una historia de las prácticas pedagógicas, nos proponemos indagar su praxis, a manera de un cartógrafo que explora las sendas embrolladas oscuras e iluminadas de la trayectoria de un intelectual. Indagar cuáles son los conceptos o principales enunciados que emergen de la trama de su discurso, centrando la mirada en los modos de entender la universidad y la educación frente a las condiciones históricas de su tiempo. Para luego intentar identificar inflexiones que nos conduzcan a encontrar claves que nos posibiliten desentrañar y reflexionar acerca de la mirada que hoy se tiene de la universidad. Sin duda, hay una interpelación al papel de la historia frente a la memoria o a la evocación del pasado. Puesto que nos dirá Ricoeur (2007) que lo que honramos del pasado no es el hecho de que no existe más, sino el hecho de que alguna vez existió, cuyo trabajo por la memoria no consiste solamente en el duelo por lo que ya no es, sino en la deuda respecto a aquello que fue (Ricoeur, 2007, p. 28).

La función de la historia, en ese sentido, nos dirá Foucault (1985), es la de despertar los olvidos, suprimir los encubrimientos, retirar o poner de nuevo los obstáculos. El uso de la perspectiva de una historia de las prácticas pedagógicas nos ha exigido focalizar y organizar las dimensiones del análisis en tres momentos atravesados por el concepto de experiencia en el que se pone en juego el saber, los tipos de normatividad que rigen a una época y las formas de subjetividad. Este particular modo de abordar la praxis de un sujeto, nos interpela acerca de la experiencia intelectual de Mauricio López como profesor de filosofía, militante del movimiento ecuménico y en su gestión rectoral en la UNSL. En definitiva, se tratará de indagar no sólo cuáles fueron las estrategias de toma de la palabra que puso en juego sino también, y sobre todo, saber cuál fue la búsqueda ética de la palabra, su “decir verdadero” en relación al papel de la universidad y la educación.

Nos apoyamos en un relevo sustantivo de fuentes documentales aportadas por el Archivo Histórico y Documental de la Universidad Nacional de San Luis (AHyDUNSL) que además aloja su extensa biblioteca que fuera donada por su familia.

Coordenadas de trabajo

Las herramientas conceptuales y metodológicas usadas se inscriben en una historia de las prácticas pedagógicas que lejos de ser lineal y superficial se aleja de paradigmas tradicionales de reconstrucción histórica, acude al método arqueogenealógico que nos brindan los estudios de Michel Foucault, para mirar más de cerca y así problematizar con otros lentes el tema que nos ocupa. Nos dirá la maestra Olga Lucía Zuluaga (1987) que las prácticas pedagógicas posibilitan el análisis de las “formas de lo dicho” produciendo prácticas de saber que tienen su propia discursividad, localizándose en ellas, el registro de los procesos de institucionalización a los cuales estuvo sujeta esa práctica de saber, “ (…) lo pedagógico como lo que permite (…) entrar en relación con el conocimiento; lo pedagógico como acontecimiento social susceptible de ser descripto en su especificidad histórica” (pp. 28-29).

Las condiciones históricas del pensamiento y acción de Mauricio López se dan en el cruce de los años 60 y 70, hecho que desde este presente nos conduce a preguntarnos no sólo por lo acontecido en esos años de intensas revueltas sino, por el sentido de su transmisión y en definitiva por el trabajo de rememorar desde una lectura presente los sueños y las utopías que hermanó a toda una generación de intelectuales. No obstante ello, fueron dos décadas de luchas, revoluciones y de intenso activismo de diferentes grupos que comenzaron a pronunciarse en pos de justicia social e igualdad de oportunidades en todos los órdenes de la vida. Poder entender estas condiciones históricas desde una mirada “geopolítica latinoamericana” implicará entender que “(…) todo aquello que en el nivel arqueológico defina un análisis de los discursos según la pregunta ¿por qué ha podido aparecer este enunciado y ningún otro en su lugar?, será retomado con el propósito de ser explicado por recursos o relaciones de poder que operan en una época determinada” (Riveros, 2016, p. 51).

El estudio genealógico nos ha de permitir poner en evidencia la procedencia de los discursos y las marcas que producen, junto con otros acontecimientos que atraviesan y singularizan al sujeto en una época determinada a partir de las relaciones de fuerza que permitieron la emergencia de ciertos enunciados vinculados a tradiciones pedagógicas, que se van actualizando a modo de polivalencia táctica de discursos en localizaciones específicas. Como punto de partida, identificamos una franja importante de producción investigativa en educación que corresponde a la llamada: educación emancipatoria, es decir, una tendencia pedagógica que define y concibe la educación como proyecto de liberación, movimiento que alcanza su apogeo en los años sesenta y setenta con la obra de intelectuales como Freire, Illich, Dussel, Fals Borda, Salazar Bondy, Segundo, Cardenal, Shor, Saviani, Giroux, Mc Laren, Lewkowicz y otros más (Martínez Boom, 2021).

La importancia que este modo de entender la educación adquirido en Iberoamérica se debe en parte a su convergencia con la misión educadora y evangelizadora de la Iglesia. Esta educación constituye no sólo una crítica del sistema social vigente, con sus pedagogías conservadoras y domesticadoras, sino también, una práctica política (Martínez Boom, 2021, p. 1).

Práctica política que se inscribe en concretos dispositivos que a los fines de este artículo hemos dado en llamar “dispositivo pedagógico emancipatorio” porque convergieron en la lucha por una causa común múltiples dispositivos que tenían una misión y un único propósito de sacar a Latinoamérica de la opresión, la segregación, la pobreza, la marginación y la exclusión como tercer mundo, frente a las múltiples políticas imperialistas que los oprimía.

El dispositivo en tanto que concepto tiene una naturaleza “(…) esencialmente estratégica, lo que supone que se trata (…) de una cierta manipulación de relaciones de fuerzas, de una intervención racional y concertada de dichas relaciones de fuerzas, ya sea para desarrollarlas en cierta dirección, o bien para bloquearlas, o para estabilizarlas, utilizarlas, etc. (…) está inscripto en un juego de poder, pero también siempre ligado a uno o unos bordes de saber, que nacen allí pero que igualmente lo condicionan” (Foucault, 1985, p. 186). Se inscriben en él prácticas que son entendidas como el lugar de encadenamiento de lo que se dice y de lo que se hace, de las reglas que se imponen y de las razones que se dan, de los proyectos y las evidencias.

Se hace necesario destacar las implicaciones que conllevan en todo dispositivo la utilización y usos del “discurso”, el cual, desde el punto de vista de una historia de la educación: “(…) interesa en su doble aspecto: por una parte, como discurso objetivado, como enunciación de un saber acerca de la educación (…) y por otro, como práctica discursiva, en cuanto ella puede dar cuenta porque ha aparecido un determinado enunciado educativo y no otro” (Guyot y Marincevic, 1992, p. 41).

La tercera dimensión de un dispositivo es la del poder o la de las líneas de fuerzas que lo atraviesan. Líneas casi invisibles, que producen modos ver y de decir. Las implicaciones que suponen estas líneas, y las transformaciones y mutaciones a las que dan lugar, van definiendo un espacio al interior de cada dispositivo: el espacio del saber y del poder y finalmente la línea de objetivación-subjetivación tiene que ver con el sujeto y los procesos de subjetivación en los que puede plegar el afuera hacia su propia interioridad y hacer de sí otra cosa en unas condiciones históricas singulares. Podemos decir, que la universidad, en tanto que institución educadora, constituye un dispositivo que ha experimentado a lo largo de su historia procesos de rupturas y continuidades de tradiciones y legados. A partir de estas inquietudes nos preguntamos; ¿cómo los sujetos que han transitado por el espacio universitario han llegado a ser lo que son? ¿por qué se hace necesario recuperar aquel pasado sobre los años 60 y 70? Según esta perspectiva los circuitos posibles de circulación del saber siempre están sujetos a condiciones políticas y a unas relaciones de poder singulares. Así las “prácticas pedagógicas” nos permiten analizar las condiciones que en un determinado momento las tornaron aceptables y que, en ese sentido, respondieron a una regularidad, a una lógica y a una estrategia que fueron configurándose como una experiencia latinoamericana singular.

Lo que interesa de la experiencia es el valor que agrega, su destello único y singular. La experiencia se dota de valor porque contiene la ampliación del horizonte conceptual a través del reconocimiento de los propios problemas en la búsqueda de soluciones y alternativas (…). La experiencia no es productiva sino valorativa, ‘dotar de valor’ no es igual a adquisición, no es algo que se compra o se transfiere; el valor pedagógico es intrínseco a la configuración de la experiencia del maestro porque le exige asumir posición frente a hechos y propuestas, le exige saber, construir respuestas y saberes propios (Martínez Boom, 2021, p. 4).

De este modo, recuperar el pensar de Mauricio López en nuestras condiciones de posibilidad actuales va a adquirir una impronta relevante como experiencia valorativa pedagógica singular en el contexto de nuestras prácticas docentes e investigativas. Experiencia que según Michel Foucault (2008) está formada por campos de saber, por sistemas de poder que regulan su práctica y por las formas según las cuales los individuos pueden y se reconocen como sujetos. Tres dimensiones que se van entramando y tejiendo en la trayectoria académica y biográfica del intelectual objeto de estudio.

Mauricio López en el dispositivo pedagógico emancipatorio latinoamericano

Poder dilucidar el proyecto pedagógico de Mauricio López1 desde nuestras condiciones actuales, nos lleva a preguntarnos por ese horizonte de experiencia posible en que tuvo lugar su praxis, ¿qué juegos de verdad han operado en su constitución subjetiva? y ¿cómo se ve reflejado su pensamiento en el proyecto de universidad que gestó durante su rectorado en San Luis?. Interrogantes que a través de las múltiples fuentes de consulta nos llevan a afirmar su vocación y recurrente preocupación por instalar una universidad democrática en la que el diálogo entre los diferentes actores involucrados en el proceso pedagógico fue su principal herramienta de transformación. Su propuesta está fuertemente fundamentada en claros principios ecuménicos, humanistas, de liberación y de denuncia en todos los órdenes de su vida. Nos preguntamos ¿por qué esa ha sido una inquietud ética tan insistente en su vida? ¿por qué esta problematización? “Después de todo, ésta es la tarea de una historia del pensamiento, por oposición a la historia de los comportamientos o de las representaciones: definir las condiciones en las que el ser humano ‘problematiza’ lo que es, lo que hace y el mundo en el que vive” (Foucault, 2008, p. 16). Problematización que lo lleva a ejercer una gran influencia como militante del movimiento ecuménico latinoamericano, recordado con profundo respeto por dos universidades: la Universidad Nacional de Cuyo dónde estudió y llegó a ser Director del Instituto de Filosofía, y la Universidad Nacional de San Luis donde se desempeñó como Rector (1973). Cargo que ocupó hasta que fue dado de baja junto a una larga lista de docentes, estudiantes y no docentes tras la intervención de la última dictadura cívico-militar argentina en marzo de 1976.

Como militante del movimiento ecuménico desarrolló una intensa labor en el extranjero, con el firme propósito de expandir y visibilizar el mencionado movimiento en diferentes regiones de América Latina, Europa y en especial en Argentina. Se desempeñó como Secretario de la Federación Mundial Cristiana de Estudiantes para América Latina (FUMEC), entre 1955 y 1963. Luego, pasó una parte de su vida en Ginebra como Secretario Adjunto del Departamento de Iglesia y Sociedad del Consejo Ecuménico de Iglesias durante los años 1963 y 1968 y luego se trasladó a París (1968-1969). En su estadía en ambos países interactuó con destacados intelectuales asistiendo a la revuelta revolucionaria parisina de mayo de 1968, que significó la sublevación contra todas las expresiones de discriminación y reivindicación de las libertades en contra del autoritarismo y el imperialismo.

Al regresar a la Argentina, en el año 1969, comienza una etapa de fructífero trabajo y de compromiso social, sin abandonar su militancia en el Consejo Mundial de Iglesias. Fue elegido vicepresidente del movimiento de Iglesia y de la Sociedad en América Latina (ISAL), cuyas aspiraciones del movimiento consistían en participar en el desarrollo de una práctica popular que buscaba una transformación de la iglesia y la sociedad. Dirigió la Acción Popular Ecuménica (APE) en Argentina. Disertó en la V Asamblea General del Consejo Mundial de Iglesias en Nairobi, Kenia (1975) y las autoridades del Comité Central lo designaron miembro de la Comisión del “Programa de diálogo con otras religiones e ideologías de nuestro tiempo”. Los diferentes cargos que ocupó como representante por América Latina del movimiento ecuménico, sus convicciones y anhelos por una sociedad más justa, antiimperialista, que contribuyeran a la liberación y a la formación del nuevo hombre, constituyen el eje de su preocupación, y la universidad el espacio desde el cual poder ensayar experiencias de cambio y transformación.

Dictó conferencias en Centros e Institutos universitarios y ecuménicos en diferentes partes del mundo. En la Facultad de Derecho de la Universidad de Recife (Brasil); en la Facultad de Teología de la Universidad de Yale (New Haven-EEUU); en el Instituto Ecuménico de Bangalore (India); en la Evangelische Akademie (Berlín), en el Instituto Ecuménico de Bossey (Suiza); en la Universidad Vancouver (Canadá); en el Centro Ecuménico de la Universidad de Lovaina (Bélgica); en la Facultad de Teología de la Universidad de Edimburgo (Gran Bretaña); en el Centro de Asistencia Social de Salónica (Grecia); en el Seminario de Teología de Rio Piedras (Puerto Rico), entre otros prestigiosos centros universitarios.

A partir de estos modos de entender la vida y su papel en tanto que intelectual podemos decir que las prácticas que emprendió Mauricio López2 se inscriben, tal como señala Foucault (1992), en el intersticio del intelectual específico cuya reescritura de su hacer es entendida desde una triple especificidad: desde su posición de clase, desde sus condiciones de vida y de trabajo, y desde la especificidad que ejerce vinculada a su condición de intelectual, tanto en el campo de la investigación, la universidad, las formas políticas y económicas contra las que se rebela (p. 188). Y, por último, y tal vez la más compleja, nos dirá el autor, es lograr una política de verdad, porque allí asume en su quehacer y experiencia la tarea de develar y desocultar aquellas injusticias que oprimen y hegemonizan a los pueblos y a los sujetos. Y es en este juego de especificidades de su actuar donde su posición puede tener una significación singular desde el combate local o específico que desarrolla, produciendo notables efectos e implicaciones que perduran en el tiempo.

Edward Said (1996) profundiza la idea de lo que significa un intelectual y su papel como sujeto público que no se limita a ser un simple profesional sin rostro, un miembro competente que únicamente se preocupa de su esfera privada. De lo que se trata es de entender que un intelectual, como el que estamos estudiando;

(...) es un individuo dotado de la facultad de representar, encarnar y articular un mensaje, una visión, una actitud filosófica u opinión para y en favor de un público. Este papel tiene una prioridad para él, no pudiendo desempeñarlo sin el sentimiento de ser alguien cuya misión es la de plantear públicamente cuestiones embarazosas, contrastar ortodoxia y dogma (más bien que producirlos), actuar como alguien al que ni los gobiernos ni otras instituciones pueden domesticar fácilmente, y cuya razón de ser consiste en representar a todas esas personas y cuestiones que por rutina quedan en el olvido o se mantienen en secreto (Said, 1996, pp. 29-30).

El punto de partida para Mauricio López ha sido no solo velar por el derecho a la libertad y a la justicia sino mirar de cerca las acciones que han ejercido los poderes en sus políticas públicas, y combatir y denunciar las violaciones deliberadas que se han cometido en la historia argentina y latinoamericana. En su libro Los cristianos y el cambio social en la Argentina Tomo I y II, estudia el escenario político, social y económico de los años 60 y 70 y cómo hombres y mujeres tuvieron que resistir con incansables luchas y revoluciones en búsqueda de un mundo más justo. Este era el presente que lo interpelaba que sin duda ejerció una afección en sus modos de pensar, hacer y en su propia existencia. Pierre Bigo (1963) esclarece esas condiciones en las que: “América Latina, tierra cristiana y de antigua civilización, es sin duda el continente en que la predicación de la justicia social tiene mayores posibilidades de despertar las conciencias (…). La descolonización es sólo la primera forma de la revolución” (p. 14). En este contexto la universidad se erige como uno de los principales bastiones para lograr el “ethos” libertario y emancipatorio. Basta la extensa literatura producida en el calor de la época por quienes estaban experimentando un giro en los modos de entender el mundo, la realidad y las instituciones. Ernesto Leyndecker (1974) escribe un número especial titulado “Universidad y Dependencia” donde deja explícita las coordenadas teóricas, prácticas y dialógicas que atraviesan a la universidad argentina de los años 70’:

En su condición histórica, la universidad ha de ser fiel a la naturaleza y características del dinamismo cultural de donde surge como organizadora de la cultura; lo cual implica, evidentemente, la tarea de recrear críticamente un pasado y de inventar un futuro. La universidad, como conjunto humano de profesores y alumnos, tiene la obligación de pensarse continuamente en orden a ‘reformular’ su ‘idea’ y variar sus funciones institucionales, de acuerdo al papel histórico que le toca desempeñar (p. 20).

Se la asume como un dispositivo pedagógico emancipatorio del sujeto que la habita y de la sociedad que la rodea en tanto debe estrechar lazos y vínculos de mutua cooperación. Debe dar una respuesta crítica a la sociedad, apuntando a alcanzar un nivel de conciencia reflexiva, entendida ésta como “conciencia de ser sí mismo” y “participante de un pueblo”, donde necesariamente la universidad argentina y latinoamericana se erige como agente de cambio social.

Escritos de resistencia y universidad

Recuperamos una serie de escritos de Mauricio López que han significado verdaderos hallazgos que permiten visibilizar y confirmar el despliegue de su práctica pedagógica, en tanto intelectual que no teme desocultar las evidencias que se presentan en torno a la universidad, capaz de presentar nuevos regímenes de veridicción para instalar otros modos de entender su función e intervención en la sociedad. Su producción puede identificarse con los distintos momentos de su trayectoria académica y actividades de militancia que fue realizando desplegadas en conferencias, entrevistas y publicaciones. Destacamos los siguientes ejemplares: Colección M.E.C. de Colombia (1963), Revolución en América Latina, Visión Cristiana (1963), Fichas latinoamericanas (1974), Cristianismo y Sociedad (1970), Revista Cuadernos de Cristianismo y Sociedad (1976), algunas de ellas bajo el sello editorial de Tierra Nueva3.

En “El Evangelio y la comunidad académica latinoamericana” (1967), publicada en la Colección M.E.C. de Colombia en su N° 1, siendo ya Secretario general por América Latina del Movimiento, emprende una reconstrucción genealógica de cómo se constituyó la universidad desde su emergencia en los colegios y en los monasterios transformados luego en universidades como la de San Marcos. Describe el modelo europeo de la universidad medieval y el campo de saber que se legitima desde la ciencia teológica, luego en tiempos de independencia política la adopción del dispositivo universitario napoleónico en el que se da mayor importancia a la vertiente práctica del saber y a la formación profesional. Posteriormente con la Primera Guerra Mundial, que trajo consigo profundos efectos económicos y políticos que impactaron en nuestro continente, hubo un creciente surgimiento de las clases medias y una lucha por hacer que el Estado se pusiera al servicio de la comunidad y no sólo en el interés minoritario. Frente a esta realidad la Universidad no permaneció inmune y sus cimientos comenzaron a resquebrajarse. Hasta ese momento su vinculación con la realidad y su entorno social había sido escasa. La universidad en tanto que dispositivo de poder vivía de espaldas a la vida de la nación, por lo que dirá López (1967), “era necesario sacarla de su torre de marfil” (p. 8).

Los estudiantes de Córdoba el 21 de Julio de 1918 se hicieron cargo de esta tarea con el fin de producir un movimiento cuyo propósito era cambiar la estructura y funcionamiento de la Universidad propiciando entre otras cosas el cogobierno universitario, la autonomía de la universidad, poner fin a las cátedras vitalicias, democratizar las prácticas de enseñanza, la libertad docente y la apertura al medio social. Pero el intento de la Reforma era más vasto aún, implicaba una evocación a los “hombres libres de América” para lograr la independencia económica y la justicia social para nuestro continente.

No se discute que la Reforma Universitaria afectó la vida académica. Prácticamente se extendió por toda América, con muy raras excepciones. Logró acercar la universidad más al pueblo y ayudó considerablemente en la formación de una conciencia continental. Pero instrumentalizada ideológicamente politizó en demasía a la Universidad y hasta llegó a desquiciar su vida. La crisis total que hoy enfrenta la América Latina está moviendo a la Universidad a enfrentar la situación para no perecer por falta de adecuación. La Reforma, al final de cuentas, sólo retocó su fachada (López, 1967, p. 8).

En este marco de crítica, el proceso de configuración de la historia de la universidad latinoamericana y argentina lo conduce a afirmar que la universidad:

(…) se ve obligada hoy a experimentar una reforma de base en la que sin traicionar su misión la ponga en condiciones de ser un agente de primerísima importancia en la renovación de las estructuras y valoraciones que se vienen operando en nuestro suelo. En otras palabras, la Universidad latinoamericana debe preguntarse hoy con toda seriedad y con toda claridad cómo han de centralizarse sus misiones (p. 9).

Frente a este diagnóstico advierte la necesidad de revisión de algunos aspectos que no se pueden eludir: el dinamismo social, el fermento revolucionario y las tentativas de una cultura con sello propio. Testigo de una época que exigía un desplazamiento de la Universidad hacia el pueblo y fundirse en ese creciente dinamismo social y demográfico que asistía América Latina, dando respuesta y aportando soluciones concretas para el cambio y la transformación de la realidad. Advierte que la Universidad enfrenta una situación revolucionaria con exigencias y oportunidades singulares y excepcionales que

(…) mientras se siga pensando como una comunidad cultural, como un cuerpo de docencia e investigación, como el punto de concentración de la conciencia social de la nación, es a ella que corresponde -sin perder su naturaleza- asumir un papel social responsable que oriente el tránsito de una democracia formal a una democracia real (López, 1967, p. 11).

La universidad, en esos años, se veía interpelada por el diálogo marxista cristiano que constituía un fenómeno cultural profundamente significativo por sus implicaciones históricas y filosóficas. En él se presentan nuevos problemas introducidos por los descubrimientos científicos, la destrucción de la naturaleza, el poderío de la energía atómica, la conquista del espacio, las crisis geopolíticas y los problemas sociales. El hecho consumado de dos guerras mundiales y el reparto del mundo derivado de los tratados de paz, el peligro de una tercera guerra, el alzamiento de los pueblos colonizados, hacen evidente la inestabilidad de las estructuras que sustentan la vida social y lo azaroso de los cambios que se van produciendo. Argentina sufrió cambios y transformaciones en el orden que se estaba viviendo por esos años, los golpes de estado, la “Revolución Argentina” (1966), la emergencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional, la sublevación en “el Cordobazo”, las elecciones de 1973 y primavera Camporista, la Muerte de Perón (julio de 1974), el surgimiento de la “Triple A” y la irrupción de la dictadura cívico-militar de 1976 (Riveros, 2016).

En otro de sus escritos, “Vida académica, comunidad política e intervención estatal” (1987 b), luego de emprender un exhaustivo diagnóstico de la situación educativa de América Latina, advirtiendo sobre las conciencias del momento, reflexiona y polemiza nuevamente sobre el papel que desempeñan las universidades señalando que ésta:

(…) no debe vivir a espaldas de la comunidad política ni tampoco llevar una existencia desfigurada por la presión del grupo social o el poder estatal. Ella, en tanto tal, y no como instrumento ideológico de presión, debe estar atenta a toda idea, doctrina o concepción con pretensión de verdadera y hacerla objeto de un examen profundo y desprejuiciado (…) La universidad, centro de cultura superior, está obligada en conciencia a sentirse responsable, en aras del interés común, de una formación educativa que favorezca la comunión fraternal entre las personas (López, 1987b, pp.124-126).

De este modo, interpela a la universidad en un proceso de creciente concientización de cara a la transformación y considera que juega un papel de suma relevancia y responsabilidad para con la historia social de los países latinoamericanos, cuya función y esencia se sustenta en la participación. Por ello, “(…) el destino de la Universidad con sentido de participación va estrechamente unido al destino de la sociedad democrática” (López, 1987a, p. 18). La responsabilidad política, social que asume en sus prácticas y discursos es indelegable tanto en la denuncia y análisis, como así también, en la promoción de los cambios necesarios de las estructuras sociales de los pueblos latinoamericanos.

En este marco de referencia histórico y político, Mauricio López ya rector de la UNSL (1973-1976) emprendió un pensar culturalmente situado desplegando un conjunto de regímenes de prácticas en consonancia con el proyecto de país de los años 70. Reflexionó acerca de la función de la universidad, ubicándola en un espacio social abierto a diferentes actores, crítica y desinteresada aún para aquellos sujetos que no habían tenido posibilidad de acceder a ella, hecho que lo llevó a denunciar y a proclamar por una distribución más justa de los conocimientos. Los gremios, los sindicatos, los estudiantes y vecinos formaban parte de su mesa de trabajo, consolidándose como miembros de la comunidad universitaria para llevar a cabo la gestación de convenios y trabajos colaborativos. Este posicionamiento significó una apuesta, a una experiencia novedosa, que, en el orden de una transformación de sí, implicó la construcción de un colectivo, de una práctica comunitaria que ponía en juego el pensamiento y la acción en el espacio universitario abierto. Para López esta experiencia revelaba el advenimiento próximo de un nuevo humanismo que permitiría redescubrir la integridad del hombre y su posición singular en el universo.

Congruente con este pensamiento destacamos en la experiencia universitaria de San Luis, por ejemplo, la creación de nuevos espacios que servirían de nexo con la realidad social como la Secretaría de Transferencia a la comunidad, que cumplió un papel fundamental en el montaje del nuevo dispositivo universidad-comunidad y en la configuración de nuevas relaciones de poder-saber que se pusieron en juego en este período. El servicio aparece como una práctica que posibilita una genuina articulación con el medio, se destacan así tres tipos de servicios. En primer lugar, los “Estructurados”, que son de carácter permanente que sirven al medio y satisfacen necesidades de formación profesional y técnica de los alumnos y egresados. En segundo lugar, los “Servicios no Estructurados”, cuya prestación se cumple de modo transitorio y por requerimientos específicos; y en tercer lugar, los “Servicios por Convenio”, que son los que no pueden ser absorbidos íntegramente por la Universidad por su elevado costo y por su largo tiempo de prestación, y se realiza con la coparticipación de otras instituciones gubernamentales y no gubernamentales (El Diario de San Luis, 1974).

La finalidad de dicha Secretaría, sin duda, fue recepcionar y canalizar inquietudes y necesidades del medio, como así también, brindar prestación de servicios y asesoramiento técnico. La creación de este espacio que hoy conocemos con el nombre de Secretaría de Extensión Universitaria, resultó estratégico para el modelo de universidad democrática que López buscó imprimir en San Luis.

Finalmente, destacamos que esta recuperación que hacemos de un pensar situado, de una praxis y de una experiencia intelectual de un argentino que militó con la palabra y el cuerpo nos interpela en este preciso momento de la historia y nos conduce a interrogarnos por la universidad de hoy, por los sujetos que enseñan y aprenden en un contexto de múltiples incertidumbres y de amenazas constantes de diversa índole. La mercantilización, la empresarización, la meritocracia y el anclaje hacia un aprendizaje basado en los principios de un educapital desmedido más un arsenal de prácticas que precarizan el clásico trabajo de un intelectual (Martínez Boom, 2018), trazan el destino de la universidad en los tiempos que vivimos. Reflexionamos sobre lo que subyace en cada una de estas prácticas y que cada vez se vive con más fuerza, la penetración de un modelo “empresa productora de aprendizajes” o una “empresa gestionadora de competencias”. Su modo de operar es fluctuante según las novedades que van apareciendo y las nuevas vanguardias y/o modas pedagógicas que ocupan cada vez más un lugar central en la enseñanza y el currículum de la formación universitaria. En detrimento de un proyecto articulado que se sustente en sólidos fundamentos de tipo filosófico, ético-político o pedagógico, donde el sujeto y la formación humana sea prioritaria, tal como la profesaba el Profesor Mauricio López.

Poder interrogarnos por ¿cómo hemos llegado a ser lo que somos? en este preciso momento de la historia implicará re-interrogar las evidencias que se presentan como certezas para la universidad, y asumir las incertidumbres y sus dificultades como parte del recorrido de la enseñanza, el aprendizaje y la formación.

Conclusiones

Hemos recuperado la voz de un intelectual argentino escasamente conocido en la historiografía universitaria que pudo testimoniar desde su práctica emancipatoria una de las épocas más convulsionadas de América Latina. Sus modos de entender la historia, la universidad, y lo que allí acontece como acto formativo, da sentido y hecha luz a nuestra actualidad. El sentimiento de solidaridad, hermandad y de un “nosotros” que experimentó Mauricio López en tanto que intelectual, exigía más que una militancia puesta en acto, exigía poner el cuerpo a modo de una materialidad fáctica con un profundo significado subjetivo y social. Consideramos que indagar sobre estas prácticas no implica simplemente rememorarlas, sino que su utilidad radica en la posibilidad de replicarlas, reformularlas o modificarlas a la luz de las necesidades del presente, asumiendo los riesgos que ellas conllevan. Así, nos preguntamos si las mismas, sobre todo aquellas referidas a la militancia ético-político-social, nos sirven como modo de intervenir en las microprácticas que den valor a nuestra existencia, sea en el espacio académico, el universitario o en la sociedad misma, recuperando el sentimiento de comunidad pedagógica.

Pudimos entender en el recorrido de este intelectual que la experiencia es acción y siempre tiene sentido, articula razón y acción, espíritu y cuerpo, y está atravesada por los sentidos y el pensamiento, pero no es sólo experimentar en tanto ensayo y error, se trata de experienciar: sentir, vivir, sufrir, reflexionar los hechos, repensarlos hasta convertirlos en experiencia vital (Martínez Boom, 2021, p. 4), he aquí el legado de Mauricio López.

Referencias bibliográficas

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Fuente

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Notas

1Nació en la ciudad de Bahía Blanca el 26 de abril de 1919, se trasladó con su familia a Mendoza donde cursó sus estudios universitarios y obtuvo el título de Profesor de Enseñanza Media, Normal y Superior en Filosofía (1946) en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional de Cuyo.

2En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) se desempeñó en las cátedras de Introducción a la Filosofía, Lógica, Psicología y Didáctica Especial (Filosofía) y en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales trabajó en la cátedra de Sociología del Conocimiento. En el caso de la Universidad Nacional de San Luis se destaca su actuación en las asignaturas de “Las concepciones del hombre en el mundo actual” (1970-1971), “Los problemas del hombre contemporáneo” (1970), “Fundamentos Sociales de la Educación” (1971), “Propedéutica Filosófica” (1972) y en "Historia de la Filosofía" (1972) para las carreras del Profesorado de Enseñanza Primaria, Ciencias de la Educación y Psicología. También fue Secretario de Asuntos Académicos de la Facultad de Pedagogía y Psicología de San Luis, designado en el cargo el 12 de abril de 1972 (Res. N° 176/72) por el Dr. Emilio Alaggia, Delegado Rectoral Organizador de la Universidad Nacional de Cuyo.

3En relación a este tema pueden consultarse los trabajos de Alejandro Paredes (2011), en particular el artículo titulado “Publicaciones y militancia político-religiosa latinoamericana. Las redes de coautoría de Mauricio López y de Ignacio Ellacuría en las publicaciones de la editorial Tierra Nueva (década de 1970)”, en el que identifica; “seis redes independientes que funcionaron en torno a la editorial Tierra Nueva, abordando temas diferentes. Eran redes en la que intelectuales y militantes americanos y europeos se vincularon alrededor de distintos temas aglutinantes: Una red político-religiosa (que es la red con mayor impacto en las publicaciones de la editorial). Una red conformada en torno a la preocupación del desarrollo nuclear. Una red de investigadores del Instituto Max Planck que publicaron sobre temas económicos en la revista Cristianismo y Sociedad en el número 3 de 1974. Dos redes de literatura fantástica y una pequeña que incluye a una polémica sindical uruguaya” (p. 178).

Recibido: 12 de Agosto de 2022; Aprobado: 19 de Noviembre de 2022

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