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versión impresa ISSN 1666-485X

Tópicos  no.27 Santa Fe jun. 2014

 

ARTICULOS ORIGINALES

La escritura escéptica como clave de lectura: los prólogos de Wittgenstein

 

Guadalupe Reinoso*

* Licenciada y Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba. Profesora adjunta concursada a cargo del ingreso a la Carrera de Filosofía, Facultad de Filosofía y Humanidades, UNC. Becaria postdoctoral de CONICET. Temas de investigación: escepticismo contemporáneo y fuentes pirrónicas, la obra de L. Wittgenstein y la de S. Cavell. Dirección electrónica: guadareino@gmail.com.

 


Resumen: La preocupación por los modos de producción del discurso filosófico como inseparable de la práctica filosófica ha sido un rasgo distintivo del período helenístico, y desde nuestra perspectiva, adopta un rasgo novedoso en el escepticismo antiguo. El pirronismo incluye en su propuesta el tratamiento crítico sobre la tendencia aseverativa propia del lenguaje como fuente productora de dogmatismos. De esta manera, la terapéutica escéptica debe operar también sobre las propias expresiones y los tipos de escritura que adopta el pirrónico. Wittgenstein parece cercano a algunas de estas preocupaciones en la medida en que las formas de expresar y escribir deben reflejar el enfoque no-teórico en el que se practica la filosofía - asociado a una reflexión filosófica sobre el lenguaje. Atendiendo a ciertos aspectos de la orientación pirrónica como clave de lectura, estudiaremos las reflexiones de Wittgenstein sobre sus propios escritos como quedan exhibidas en sus prólogos.

Palabras clave: escritura escéptica, Sexto Empírico, lenguaje, Wittgenstein, prólogos.

Abstract: Concern about modes of production of philosophical discourse as inseparable from philosophical practice has been a distinctive feature of the Hellenistic period and, from our perspective, it adopts a new feature in ancient skepticism. Pyrrhonism includes, in its proposal, the critical treatment on assertive trend inherent to language as a source of dogmatism. Thus, the skeptical therapeutic must also operate on the expressions and types of writing pyrrhonics use. Wittgenstein seems close to some of these concerns in the sense that the ways of expressing and writing should reflect the non-theoretical approach in which philosophy is practised -associated to a philosophical reflection on language. Regarding certain aspects of the Pyrrhonian orientation as a reading key, we will study Wittgenstein's reflections on his own writings as are exhibited in his prologues.

Keywords: skeptical writing, Sextus Empiricus, language, Wittgenstein, prologues.


 

 

"Es imposible considerar el propio carácter desde fuera, como la propia escritura" C&V, 1932: §119.

 

Quien se acerca a leer las obras filosóficas de Wittgenstein experimenta la complejidad que exhibe su escritura, ya sea la que delineó en el Tractatus logico-philosophicus, de 19181, en la que condensadas proposiciones conforman un corpus críptico que la voz impersonal de un sujeto metafísico ordena numéricamente, o aquella que utilizó en 1945 para las Investigaciones Filosóficas, en la que presenta una escritura aforística, de estructura fragmentada y paradójica, orquestada por un coro de voces en clave confesional. Estas dificultades con las que se desafía al lector no pueden ser explicadas aduciendo simplemente que Wittgenstein cultivó un enigmático estilo de escritura. En el caso del austríaco, como en el de muchos otros filósofos, la escritura y la lectura (en el sentido de cómo ser leído) no se reducen a detalles estilísticos sino que se establecen en función de una concepción determinada del filosofar. En otras palabras, la forma en la que los textos son escritos no es una mera cuestión accesoria sino inherente a la forma de poner en práctica la labor filosófica.

La preocupación por los modos de producción del discurso filosófico como inseparable de la práctica filosófica constituyó un aspecto central del escepticismo antiguo, si bien fue un elemento compartido con las demás escuelas helenísticas, ya que la dimensión ética, en tanto propensión pragmático-existencial por la concreción de un tipo de vida filosófica, se configuró común a todas ellas. Sin embargo, y desde nuestra perspectiva, en las Hipotiposis Pirrónicas2 la reflexión sobre el discurso filosófico adquiere otro matiz, pues incluye el tratamiento crítico sobre la tendencia aseverativa propia del lenguaje como una de las fuentes productoras de dogmatismos inadvertidos. De esta manera, la terapéutica escéptica debe operar también sobre las propias expresiones. Es Enesidemo3 quien, al recuperar las enseñanzas de Pirrón, introduce la metáfora médica del purgante que luego será retomada por Sexto Empírico en sus Hipotiposis para introducir la discusión central sobre el lenguaje y la posibilidad de producción de discursos filosóficos (HP, I, 187-209). En general, los pirrónicos han sido acusados de incurrir en auto-contradicción por afirmar y utilizar argumentos. De ahí que las expresiones escépticas no sean enunciadas como verdaderas, ya que se admite pueden auto-refutarse, "tal como los fármacos purgativos no sólo expelen los humores del cuerpo, sino también ellos mismos se arrojan junto a los humores" (HP, I, 206-7). O, como una escalera que se tira una vez que hemos subido por ella4.

Es importante mencionar también que la distinción entre académicos y pirrónicos aparece con Enesidemo y según Chiesara (Ibíd, p. 188) es él quien designa genéricamente por primera vez con la palabra dogmático (Soy/uaTiKoQ al que tiene doctrinas, dogmas; al que afirma. En Sexto Empírico alcanzará otro significado: dogmático no es aquel que se pronuncia sobre doctrinas de manera determinada, positivamente, sino aquel que se pronuncia sobre cosas oscuras como las ideas o providencia aunque de manera probable o verosímil (Cf, Ibíd, p. 189).

En este sentido, la "expulsión" (disolución) de los argumentos, una vez utilizados, no supone una propuesta radical de abandono del lenguaje, ya que su uso resulta inevitable. No obstante, su empleo debe realizarse con esmerado cuidado, y a través de diferentes recursos lingüísticos -como el uso de múltiples interrogantes o de expresiones del tipo "no más", "es posible", "quizá", "puede ser", "nada determino", entre otros- que eviten generar afirmaciones o negaciones. De esta manera, no se adhiere, en el uso que se hace de estos recursos lingüísticos, a tesis ontológicas e implicaciones objetivas sobre lo real, como pretende el dogmático. Sexto Empírico ofrece un inventario de tropos de los que, a modo de fórmulas genéricas, puede valerse para combatir los síntomas que padecen los dogmáticos: "el escéptico, porque es filántropo, desea curar por medio del discurso la arrogancia y precipitación de los dogmáticos con arreglo a su intensidad" (HP, III, 280-81). Siguiendo esta recomendación, cada tratamiento dependerá del contexto individual de cada paciente. En la última sección del libro III de las Hipotiposis, titulada "por qué el escéptico a veces aduce deliberadamente para persuadir argumentos débiles", se expone cómo el pirrónico realiza la elección de los fármacos más débiles y suaves que de forma gradual pueden aumentar en su grado de sofisticación dependiendo de la gravedad del paciente5. Ahora bien, la elección del fármaco para el tratamiento no obedece al establecimiento de la causa oculta de la enfermedad, ya que para los pirrónicos la enfermedad "es" el conjunto de síntomas6. Vale decir, se opera sobre los propios dogmas -los síntomas- sin buscar establecer qué los hace verdaderos o falsos -las causas- y a partir de la neutralización de los argumentos a través de la equipolencia, se espera producir el efecto terapéutico: la suspensión del juicio y posterior ataraxía.

Así, el escepticismo antiguo en su dimensión terapéutica puede ser interpretado como una actitud que trabaja sobre los argumentos del dogmático pero también sobre el propio discurso escéptico para oponer resistencia a la inclinación a afirmar (en el sentido de suponer una realidad objetiva a la que se refiere) a la que cada persona está expuesta por el sólo hecho de ser un hablante. El pathos escéptico que se revela en esta actitud de sospecha frente al lenguaje, que no implica una propuesta programática de modificación de nuestros usos y modos de expresión cotidianos, plantea como modelo a seguir el que encuentra en los usos "vagos e impropios" (katachresis) que hacemos en la vida diaria, pero que se toman como guía en la medida en que la disposición del hablante ordinario sea desprendida respecto a los presupuestos ontológicos y epistémicos de su propio lenguaje. Y ese modelo es el que guía el proceso de escritura: modos de expresión que se adoptan como aproximativos e impropios y que no pretenden aclarar definitivamente las cosas a propósito de las cuales se adoptan (Cf. HP, I, 207). Cabe hacer aquí una aclaración, en ningún caso, al enfatizar la preocupación pirrónica por el lenguaje, queremos insinuar anacrónicamente que los escépticos antiguos sostuvieran que los problemas filosóficos derivan exclusivamente de confusiones lingüísticas. No obstante, desde nuestro enfoque importa reparar en el tipo de actitud inquisitiva que el escéptico establece con -contra- el lenguaje para comprender ciertas derivaciones de su propuesta.

No es sencillo ubicar a Wittgenstein en la tradición pirrónica, más allá de señalar que comparte a grandes rasgos una perspectiva anti-dogmática, anti-doctrinal, y el enfoque terapéutico de la filosofía7. Quienes lo interpretan de esta forma entienden que sólo el Wittgenstein de las Investigaciones podría ser así caracterizado8. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, resulta plausible como clave de lectura de las obras del austríaco en conjunto atender a cierta vinculación de elementos que traman la escritura escéptica, en particular cuatro de ellos: 1) la importancia que adquiere la escritura como reflejo de la actitud anti-dogmática -correspondencia entre el discurso filosófico y la práctica filosófica- que se exhibe en el uso de recursos lingüísticos no categóricos, ni conclusivos, ni afirmativos, ni negativos para dar cuenta de la orientación anti-doctrinal, anti-teórica; 2) relación conflictiva que se establece con el lenguaje, en tanto actitud de sospecha sobre la tendencia afirmativa y generalizadora propia del mismo, y en particular sobre los usos dogmáticos por parte de los filósofos; 3) la apelación a la propia experiencia, importancia creciente de los casos particulares y de lo singular; y 4) la búsqueda de un efecto terapéutico en uno mismo a través de una operación sobre los modos de la escritura (y/o de expresión), pero también un efecto sobre el lector (en la que cobra relevancia la preocupación sobre cómo ser leído), que forma parte del propósito ético de la propuesta.

Atender a estos elementos permite interpretar el corpus de textos del austríaco no como una unidad estable ni tampoco separada en períodos estancos sino como un pensamiento vivo, en proceso, que se ilumina por claroscuros. Así, él mismo indica en su prólogo a las Investigaciones: "hace cuatro años tuve ocasión de volver a leer mi primer libro (el Tractatus lógico-philosophicus) y de explicar sus pensamientos. Entonces me pareció de repente que debía publicar juntos esos viejos pensamientos y los nuevos: que éstos sólo podían recibir su correcta iluminación con el contraste y en el fondo de mi viejo modo de pensar"9. Tomaremos esta consideración como punto de referencia para explorar algunos aspectos del pensamiento de Wittgenstein y, a partir de los elementos ya enumerados como claves de lectura, atender a la serie de exhortaciones sobre sus propios escritos exhibidas en los prólogos10.

Filosofía y escritura: el recorrido del Tractatus a las Investigaciones

En el breve prólogo que redactó para el Tractatus11, Wittgenstein distingue entre la expresión de los pensamientos, que él cree puede ser mejorada por otros, y la verdad contenida en esos pensamientos, que considera "intocable y definitiva": "soy de la opinión de haber solucionado definitivamente, en lo esencial, los problemas". Pero sigue a esta afirmación dogmática una que parece estar en dirección opuesta: "y, si no me equivoco en ello, el valor de este trabajo se cifra (.) en haber mostrado cuán poco se ha hecho con haber resuelto estos problemas". Para comprender la coexistencia de estas dos afirmaciones debemos advertir que, en primer lugar, estas afirmaciones categóricas no forman parte de una propuesta "teórica", en la medida en la que no se ofrece un sistema filosófico en sentido tradicional. Para Wittgenstein, la filosofía es una actividad de aclaración que, y en segundo lugar, refleja el modo en el que concibe en esta etapa a los problemas filosóficos subordinados a cierta concepción unívoca del lenguaje. Desde esta perspectiva, los problemas filosóficos descansan en la incomprensión de la lógica de nuestro lenguaje. El Tractatus es la mostración de lo único que pueden hacer las proposiciones filosóficas, hacer explícita esa estructura lógica a través de una serie de proposiciones con una particular ordenación numérica que, como él mismo señala en la nota al pie de la página inicial, "los números decimales indican el peso lógico de las proposiciones, el énfasis que en mi exposición se pone en ellas"12. De esta forma, a través de la numeración arquitectónica, se erige el libro como reflejo de la estructura lógica del lenguaje que sólo puede ser mostrada a través de los sinsentidos filosóficos13. Apunta hacia el final del Tractatus, 6.54:

mis proposiciones esclarecen porque quien me comprende las reconoce al final como absurdas (unsinnig), cuando a través de ellas - sobre ellas- ha salido fuera de ellas. (Tiene, por así decirlo, que arrojar la escalera después de haber subido por ella). Tienen que superar estas proposiciones; entonces ve correctamente el mundo14.

En efecto, las proposiciones filosóficas en el proceso de "mostración" se disuelven y sólo en esta medida permiten al lector tener una imagen "correcta" del mundo. De este modo, y como ya se indicaba en el prólogo, el libro se propone trazar un límite a la expresión del pensar, pero "el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje, y lo que reside más allá del límite será simplemente absurdo (Unsinn)". El límite, al ser trazado en el lenguaje, permite demarcar lo que tiene sentido de lo que no, pero asimismo cobra relevancia, en este marco de diferenciaciones, la distinción entre mostrar (zeigen) y decir (sagen) ya que, en una paráfrasis de Wittgenstein, el problema cardinal de la filosofía se sintetiza en: lo que puede ser mostrado, no puede ser dicho.

Los diarios y cartas de la época permiten distinguir la influencia de obras de autores como A. Schopenhauer, L. Tolstoi, W. James, O. Weininger, S. Kierkegaard, entre otros. La lectura de estas obras revela sus profundas preocupaciones éticas. Sus reflexiones sobre el lenguaje y la estructura lógica subyacente estaban orientadas por estas inquietudes, como se precisa en una carta a von Ficker en la que revela que el propósito del libro era ético. El texto contenía dos partes, una era la escrita y la otra, la más importante, la no escrita. Esta indicación se encuentra en sintonía con los efectos que buscaba provocar en el lector al señalar en el inicio del prefacio que: "posiblemente sólo entienda este libro quien ya haya pensado alguna vez por sí mismo los pensamientos que en él se expresan o pensamientos parecidos. No es pues un manual (Lehrbuch, libro de textos). Su objetivo quedaría alcanzado si procurara deleite a quien, comprendiéndolo, lo leyera". Esta observación parece revelar los efectos que Wittgenstein espera producir en el lector (no seguir las instrucciones de un manual) para lo cual el que lee no debe ser pasivo (alguien que piense por sí mismo, no que simplemente repita). En otras palabras, Wittgenstein tiene el propósito de operar sobre el lector, quien, después de una lectura comprensiva -en el que las proposiciones filosóficas se disuelven-, mirará correctamente el mundo (dimensión ética).

Siguiendo su propio consejo, luego de la publicación del Tractatus, Wittgenstein abandona la filosofía. Pero, como sabemos, no fue su última palabra. En 1927, entra en contacto con algunos miembros de lo que luego se conocerá como el Círculo de Viena -en especial con M. Schlick y F. Waismann. Estas conversaciones y las que mantuvo con Frank P. Ramsey, lo convencen de volver a la filosofía y comienza a impartir clases regularmente a partir de 1929, año en el que retorna a Cambridge. En esas reuniones con los positivistas revisa algunas de sus ideas tractarianas, en especial diferenciándose de la lectura anti-metafísica que el Círculo hacía de ellas. En una entrada a las notas tomadas por Waismann de estas conversaciones, fechada 9 de diciembre 1931, en un apartado titulado "Sobre el dogmatismo" Wittgenstein señalaba:

escribí en el manuscrito del Tractatus: las soluciones a las cuestiones filosóficas nunca deberían sorprendernos. En filosofía no se puede descubrir nada. No lo acababa de entender y pequé contra ello. La falsa concepción de la que quisiera tratar a este propósito es pensar que podríamos llegar a algo totalmente nuevo. Esto es un error. En verdad, poseemos ya todo (.) no debemos esperar nada. Nos movemos en el reciento de la gramática de nuestro lenguaje corriente y esa gramática ya existe. Por lo tanto, lo tenemos todo y no tenemos por qué esperar nada del futuro15.

En las clases impartidas en esos años, cursos que tituló "Filosofía", Wittgenstein decidió discutir con sus alumnos sus principales reservas sobre el Tractatus, y el cambio de enfoque sobre las preguntas que le ocuparon en su momento. Las clases fueron una oportunidad para probar y explorar las ideas que luego surgen en sus últimos escritos en su forma más pulida. Moore asistió a los cursos dictados entre 1930-1933, y llevó un registro minucioso de los mismos16. En las notas de Moore de los cursos del 31-32 y del año 33, se indica que Wittgenstein discurrió sobre la naturaleza de la nueva investigación que realizaba y las relaciones con aquello que tradicionalmente se llama filosofía17. En estos cursos discutió sobre religión, sobre la gramática de la palabra Dios y sobre estética, tema que vincula al nuevo método, y como dejó asentado Moore "su discusión sobre estética estaba curiosamente entremezclada con la crítica a las suposiciones que según decía hacía Frazer continuamente en la Rama Dorada (1930-1931) y también con críticas a Freud"18. Desde la perspectiva de Wittgenstein, el nuevo método filosófico "no nos enseña nuevos hechos, sólo nos recuerda cosas triviales: es erróneo suponer que lo que necesitamos es un análisis ya que en ciencia analizar el agua significa descubrir algún hecho nuevo acerca de ella, mientras que en filosofía sabemos desde el comienzo todos los hechos que necesitamos saber". A lo que Moore agrega "imagino que era por esta necesidad de sinopsis de trivialidades por lo que pensaba que la filosofía era semejante a la ética y la estética"19.

Este comentario se ilumina al avanzar en los apuntes donde hallamos la exploración de las diferencias que pueden establecerse entre causas y razones. Para Wittgenstein, el problema estético no versa sobre la pregunta '¿le gusta esto?' sino sobre la pregunta '¿por qué le gusta esto?'. Vale decir, en esta esfera de problemas lo que se ofrece son razones. En estética las razones tienen la naturaleza de 'descripciones suplementarias', si se espera que alguien aprecie la música de Brahms, lo que se intenta es que escuche "una gran cantidad de obras para que vea cuál era su pretensión, dirigimos la mirada hacia algo, ponemos las cosas unas al lado de las otras"20. Es en este sentido que al discutir sobre estética "no nos interesan las conexiones causales. Ofrecer razones, es dirigir la atención sobre algo. Se intentan aclarar las circunstancias como en un proceso judicial. El mismo tipo de razones no sólo se dan en estética sino también en Filosofía"21. Aquí comienzan a concordar las indagaciones sobre estética y las cuestiones metodológicas en filosofía, como lo refleja la introducción del análisis de la gramática de la palabra "bello" a través del análisis de la palabra "juego" para mostrar que: 1) no hay nada común a todos los juegos y no se sigue que nos refiramos a eso común cuando otorgamos a algo particular el nombre juego; 2) y denominamos 'juego' a actividades muy diferentes porque hay 'una transición gradual' de uno a otro, si bien puede no haber nada en común entre los dos extremos de la serie22. Se vislumbra aquí lo que luego Wittgenstein llamará en las Investigaciones "parecidos de familia" y "juegos de lenguaje", revelando el tránsito hacia a una concepción plural y dinámica del lenguaje.

Como Moore adelantó, estas ideas se relacionaban con las críticas al paradigma científico desde el cual Frazer concibió La Rama Dorada. Para Wittgenstein, uno de los errores de Frazer residía en que "el empeño en una explicación (Erklärung) está desencaminado, (.) lo que sólo se ha de hacer es reunir correctamente lo que uno sabe y no añadir nada más (...) sólo se puede describir y decir 'así es la vida humana'"23. No es posible determinar "el" motivo que hace de un ritual, un ritual mágico. Por esto mismo, se critica la noción de explicación apelando a la idea de representación perspicua o sinóptica (übersichtlichen Darstellung), la manera según la cual vemos las cosas, una especie de Weltanschauung, sostendrá Wittgenstein dejando entrever la influencia que ejerció la lectura de La decadencia de Occidente (1918/23) de O. Spengler, donde se desarrolla la idea de una morfología de la historia del mundo. Esta modalidad de trabajo se inspiró a su vez, en la que desarrolló J. W. von Goethe como metodología alternativa frente al método científico tradicional, metodología que él denominó «morfología» y que desplegó en La metamorfosis de las plantas (1789/1790). Este nuevo método no buscaba explicar el cambio de los seres vivos en términos de causas y efectos, sino que expone los cambios de manera clara, describiendo las conexiones24.

Ahora bien, la crítica a Frazer refleja el mismo malestar que le ocasionaba la postura anti-metafísica de los verificacionistas y la preocupación de cómo ser leído en relación con la evaluación que realiza del cientificismo y la decadencia de la cultura. En un borrador para un prólogo escrito en 1930 y recogido en Cultura y Valor apunta: "la desaparición de una cultura no significa la desaparición del valor humano sino sólo la de algunos medios de expresión de este valor; con todo, sigue en pie el hecho de que veo sin simpatía la corriente de la civilización europea"25. Esto parece terminar de plasmarse en una anotación que se encontró entre los comentarios a la Rama Dorada:

ahora creo que lo correcto sería comenzar mi libro con observaciones acerca de metafísica como si fuera algo mágico. Pero al hacer tal cosa no debo hablar en defensa de la magia ni ridiculizarla. En este contexto, de hecho, evitar la magia tiene en sí mismo un carácter mágico. Pues cuando en mi libro anterior comencé a hablar del 'mundo' (y no de este árbol o esta mesa) ¿intentaba hacer otra cosa que no fuera conjurar con mis palabras algo del orden más elevado?26.

Un tiempo después, comienzan a circular los apuntes de los cursos de los años 1933-34 que se conocerá como el Cuaderno azul; allí retomará estas temáticas señalando: "los filósofos tienen constantemente ante los ojos el método de la ciencia y sienten una tentación irresistible a plantear y a contestar las preguntas del mismo modo que lo hace la ciencia. Esta tendencia es la verdadera fuente de la metafísica y lleva al filósofo a la oscuridad más completa". La discusión sigue versando sobre la idea de explicación, entendida como una reducción de "algo a algo". Para Wittgenstein, en esta época, ya es claro que la filosofía es puramente 'descriptiva' y que tener como paradigma el método de la ciencia permite comprender, en parte, la recurrente ansia de generalidad propia del filósofo que se expresa en su "actitud despectiva hacia el caso particular"27. Y se escucha un eco tractariano en las palabras que siguen: "en filosofía la dificultad estriba en no decir más de lo que sabemos"28. De esta manera parece ya perfilarse el método que desplegará en las Investigaciones: en filosofía no necesitamos un nuevo descubrimiento, una nueva explicación, y ni tampoco una nueva teoría; lo que necesitamos es una nueva perspectiva, una nueva metáfora, una nueva figura.

En los diarios de la época, en una entrada de 1933, se encuentra una sugerente anotación: "creo haber resumido mi posición con respecto a la filosofía al decir: de hecho, sólo se debería poetizar la filosofía"29. Desde la lectura de Monk, esta anotación está en sintonía con las exploraciones del nuevo método filosófico de esos años y las discusiones sobre estética, en el que se enseña que se debe buscar producir un efecto "sólo que ahora el énfasis está no en mostrar al lector lo que no puede ser dicho sino en conseguir que el lector vea las cosas de otro modo"30. De la misma forma, Marrades resalta que en el marco de los variados intereses que la estética provocaba en Wittgenstein, la cuestión del vínculo entre arte y filosofía estimuló la reflexión sobre el tipo de metodología que "se plasmó en el diseño y aplicación de ciertos recursos analíticos modelados según el patrón de la actividad artística"31. Si bien no es sencillo establecer cuál es el sentido del uso de la palabra poetizar en este contexto, es claro que está en relación con la actividad artística y las búsquedas por determinar el modo de practicar la actividad filosófica32. Y desde nuestra lectura, esperar producir cierto efecto en el lector, como así también en aquel que pone en práctica este modo de filosofar, parece estar en armonía con las inquietudes éticas que fueron una constante en la vida y pensamiento de Wittgenstein.

Finalmente, en el prólogo a las Investigaciones se explicitan estas nuevas búsquedas producto de la revisión de algunas de sus viejas ideas y se vislumbra, gracias a este contraste, la influencia que ejercen en los nuevos modos de escritura, "tras varios intentos desafortunados de ensamblar mis resultados en una totalidad me di cuenta (.) que lo mejor que yo podría escribir siempre quedaría sólo en anotaciones (Bemerkungen) filosóficas; que mis pensamientos desfallecían tan pronto como intentaba obligarlos a proseguir, contra su inclinación natural, en una sola dirección. Y esto estaba conectado, ciertamente, con la naturaleza misma de la investigación. Ella misma nos obliga a atravesar en zigzag un amplio dominio de pensamiento en todas las direcciones"33. Y concluye: "no quisiera con mi escrito ahorrarles a otros el pensar, sino, si fuera posible, estimular a alguien a tener pensamientos propios"34.

Desde una lectura que ha pretendido tener en cuenta las claves que otorga una escritura escéptica -esto es, la importancia en el diseño de un género de escritura que refleje la orientación escéptica, una forma antidogmática de hacer filosofía; la actitud inquisitiva frente al lenguaje y la sospecha sobre los usos (abusos) filosóficos; la relevancia de la experiencia particular a modo de resistencia contra la tendencia generalizadora; y la transformación de uno mismo-, lo que puede apreciarse en el caso de Wittgenstein es la riqueza de su recorrido que está signado por la incesante lucha personal contra la tentación filosófica de expresar en lenguaje universal lo que sólo puede ser dicho con la singularidad de la voz propia.

Notas

1 Las fechas indicadas hacen referencia a los años de redacción y no de publicación.

2 Las citas pertenecientes a esta obra estarán seguidas por un paréntesis en el que se indicará el número del libro y el número de línea precedido de las siglas HP. La edición utilizada es la siguiente: Sexto Empírico, Hipotiposis Pirrónicas, ed. R. S. Maulini, Madrid, Akal, 1996.

3 El retorno a Pirrón se da en el Siglo I a. C. gracias a Enesidemo. Esa restitución "no contemplaba exclusivamente el aspecto existencial-pragmático de su reflexión, sino que incluía, con las oportunas modificaciones, también lo más específicamente teórico" (Chiesara, M. Lorenza, Historia del escepticismo griego, Madrid, Siruela, 2007, p. 94). La preocupación por establecer un corpus teórico se debe en parte al contacto con las discusiones en el ámbito de la medicina de la época. Discusiones en torno a las causas de las enfermedades y a cómo tratar a los pacientes.

4  Sexto Empírico, Against the Logicians, traducción y edición a cargo de Richard Bett, Cambridge, Cambridge University Press, 2005, p. 183. (libro II, línea 481): "(...) just as it is not impossible for the person who has climbed to a high place by a ladder to knock over the ladder with his foot after his climb, so it is not unlikely that the skeptic too, having got to the accomplishment of his task by a sort of step-ladder -the argument showing that there is not demonstration -should do away with this argument". ["(...) al igual que no es imposible que la persona que ha llegado a un lugar alto por una escalera la tire una vez que ha subido por ella, no es improbable que el escéptico también, después de haber conseguido su tarea por una especie de pequeña escalera, -el argumento que muestra que no hay demostración- deba desechar tal argumento"] (nuestra traducción).

5 Cf. Chiesara, M. L., Historia del escepticismo griego, p. 373.

6 El "es" en el marco de esta discusión siempre debe entenderse como "aparece". En este sentido, y en el contexto de las disputas entre las escuelas médicas la idea de fenómeno de Enesidemo tuvo un alto impacto. Los médicos empíricos no sostenían, como los llamados médicos especulativos, que la causa de la enfermedad estuviera oculta más allá de los síntomas (Chiesara, Ibíd., p. 106-7).

7 Wittgenstein, en especial a partir de los años 30, con frecuencia relaciona la actividad filosófica con una técnica médica, con una terapia. Como bien señala Kenny, esta comparación puede inducirnos a pensar en un modo de psicoterapia en los términos en la que la definió Freud (Kenny, Anthony, "Wittgenstein: sobre la naturaleza de la filosofía", El Legado de Wittgenstein, México, Siglo XXI, 1990, pp. 73-74). Sin embargo, debemos ser cuidadosos en esta posible vinculación ya que Wittgenstein conoció las obras de Freud y criticó duramente el pretendido estatus "científico" del psicoanálisis y el tipo de explicaciones que ofrecía (Cf. Bouveresse, Jacques, Filosofía, mitología y pseudociencia, Madrid, Síntesis, 2004).

8 Fogelin distingue dos tipos de escepticismo. Al primero lo denomina "escepticismo filosófico". Su característica es ser un escepticismo teórico que forma parte integral de un método para llegar a fundamentos sólidos; de ahí que pueda ser entendido como resultado inherente al razonamiento filosófico en una óptica que procede históricamente de Descartes: el escepticismo plasmado en las Meditaciones Metafísicas (1641). Al segundo, "escepticismo acerca de la filosofía", y busca delimitar cuál es la tarea de la filosofía poniendo en cuestión el tipo de razones que ofrecen los filósofos. En este caso, la filosofía misma es el objetivo del cuestionamiento. Las Hipotiposis de Sexto Empírico encarnan esta segunda variante. Desde este enfoque, si bien Wittgenstein asume una postura crítica frente al escepticismo cartesiano, exhibiría un tono "pirrónico" en muchos de sus escritos (Cf. Fogelin, Robert, Pyrrhonian Reflections on Knowledge and Justification, Oxford and New York, Oxford University Press, 1994, pp. 205-222).
No obstante, para Fogelin, la filosofía del último Wittgenstein, en especial en las Investigaciones Filosóficas y Sobre la Certeza, presenta en realidad una posición oscilante entre un neo-pirronismo y una posición claramente no-pirrónica -en particular en los parágrafos del último escrito dedicados a explorar la idea de "fundamento" de los juegos de lenguaje y la certeza objetiva. Para Fogelin, los dos aspectos juegan un rol cardinal en la filosofía del último Wittgenstein, delineando un estilo de pensamiento que describe como "una batalla" entre ambos. Otro rasgo de esta batalla u oscilación se plasma en la "resistencia a la refutación directa" que genera un modo de escritura que resulta compleja y cambiante. Pero para Fogelin esto se debe a que el objetivo del pensamiento de Wittgenstein es complejo y cambiante (Cf. Fogelin, R., "Wittgenstein's critique of philosophy", en Sluga, H. y Stern, D. (eds.), The Cambridge Companion to Wittgenstein, Cambridge, Cambridge University Press, 2006, pp. 34-58).

9 Wittgenstein, Ludwig, Obras completas, Madrid, Gredos, 2010, tomo I, p. 163.         [ Links ]

10  El corpus de textos consultados: el prólogo del Tractaus (1918); prólogo a las Observaciones filosóficas (1930); borrador prólogo en Cultura y Valor (1930); prólogo a las Observaciones a la Rama Dorada (1929-30); prólogo de las Investigaciones (1945). Además la transcripción de las conversaciones que mantuvo con F. Waismann (1929-30) y las Conferencias de Wittgenstein de 1930-1933 que son un conjunto de apuntes que G. E. Moore toma de las clases de Wittgenstein, a las que este último se refirió diciendo en una ocasión que se alegraba de que Moore tomase notas, "ya que de ocurrirle algo quedarían registrados los resultados de sus pensamientos" (Moore, George E., "Conferencias de Wittgenstein de 1930-1933", en Defensa del sentido común y otros ensayos, Madrid, Orbis, 1984, p. 258 [pp. 255-322]).

11 Wittgenstein, Ludwig, Obras completas, Madrid, Gredos, 2010, tomo I, pp. 4-7.         [ Links ]

12 Wittgenstein, Ibíd., p. 9.

13 A la manera de demostraciones matemáticas que recuerdan, por su estructura, a la Ética demostrada según el orden geométrico de B. Spinoza. El título del Tractatus es una sugerencia de G. E. Moore inspirado en otra obra de Spinoza: el Tratado teológico-político.

14 Wittgenstein, Ibíd., p. 137.

15 Waismann, Friedrich, Wittgenstein y el Círculo de Viena, México, Fondo de Cultura Económica 1973, p. 160-161. Un poco más adelante retoma la discusión de este punto que merece ser citado en toda su extensión: "si en filosofía se dieran tesis, jamás habría ocasión de discutir, pues serían de tal estructura que todo el mundo debería decir: sí, sí, eso es evidente. Mientras existan diversas opiniones respecto a una misma cuestión y se pueda disputar, es señal de que no se ha logrado expresarla de manera suficientemente clara. Si se llegara a formulaciones perfectamente claras, a la última claridad, no habría lugar a dudas y a oposiciones, pues éstas provienen de un sentimiento que nos dice: acaban de afirmar algo y no sé si debo asentir o no. Por el contrario si aclarar la gramática al tiempo que se procediese pasito a pasito, de forma que cada paso resultara evidente, no podrían originarse discusiones. La controversia surge siempre porque uno se salta algunos pasos o no los expresa claramente, con lo que se da la impresión de que sólo se ha hecho una afirmación que está sujeta a disenso. Escribí una vez: el único método legítimo en filosofía consiste en no decir nada y dejar a los otros la tarea de afirmar. Lo que el otro no puede hacer es disponer las reglas paso a paso y en el debido orden, de modo que todas las cuestiones se resuelvan de por sí" (Waismann, Ibíd., pp. 161-2).

16  En estos apuntes hay muy poco, o nada, de la dialéctica entre las distintas voces que caracteriza, en especial, al estilo plasmado en las Investigaciones. La voz principal de estas notas es la de Wittgenstein, el profesor, el establecimiento de los puntos de vista que quiere transmitir a sus estudiantes o debates con Moore (Cf. Stern, David; Citron, G. and Rogers, B. "Moore's Notes on Wittgenstein's Lectures, Cambridge 1930-1933: Text, Context, and Content", en Nordic Wittgenstein Review 2, 2013, p. 167. [pp. 161-179]         [ Links ]). En conversaciones con Pamela Lastres -a quien agradezco sus valiosos comentarios a la primera versión de este trabajo- sobre los modos en los Wittgenstein cultiva la escritura sugiere la idea de que la orquestación de diversas voces o puntos de vista en diálogo es también muy nítida en los Cuadernos (Azul y Marrón), no solamente a partir de las Investigaciones.

17 Moore, Ibíd., p. 259. Continúa e indica que su nuevo método es filosófico porque: a) sus temas son muy generales; b) es fundamental tanto para la vida ordinaria como para la ciencia; c) es independiente de cualquier resultado especial de la ciencia (Cf. Moore, Ibíd., p. 321).

18 Moore, Ibíd., p. 311.

19 Moore, Ibíd, p. 321.

20 Moore, Ibíd, p. 313.

21 Moore, Ibíd, p. 314.

22 Moore, Ibíd, p. 311.

23 Wittgenstein, Ludwig, Obras completas, Madrid, Gredos, 2009, tomo II, p. 533.

24  Cf. Sánchez Osorio, J. Francisco, "Filosofía: morfología sin ley. Goethe y Wittgenstein sobre el límite de la ciencia" en Research In Hermeneutics, Phenomenology, And Practical Philosophy, Vol. II, N° 2 / 2010, p. 509 [         [ Links ]pp. 505-531]. En este texto se cita al propio Goethe quien afirma: "la historia natural supone que la forma múltiple de los seres orgánicos es un fenómeno conocido. No puede escapársele que esta gran multiplicidad reviste, sin embargo, una cierta concordancia, en parte general y en parte particular. Por eso ella no hace desfilar sólo los cuerpos que le son conocidos, sino que los ordena tanto en grupos como en series, según sus formas visibles y las propiedades que se determinan y se estudian. Así permite tener, de la masa enorme de los datos, una visión de conjunto" (Sánchez Osorio, Ibíd., p. 509).

25  Wittgenstein, Obras completas, tomo II, p. 569. En el inició del mismo esbozo advierte: "este libro ha sido escrito para quienes se acercan amistosamente al espíritu con el que fue escrito (...) para mí es muy claro que la desaparición de una cultura no significa la desaparición del valor humano, sino sólo la de algunos medios de expresión de este valor; con todo, sigue en pie el hecho de que veo sin simpatía la corriente de la civilización europea, sin comprensión por sus fines, en caso de que tenga algunos. Así pues escribo para amigos diseminados por todos los rincones del mundo". Y en otra entrada del mismo año -la número 34- considera que: "el peligro de un prólogo largo estriba en que el espíritu de un libro debe mostrarse en él y no puede ser descrito. Pues si un libro es escrito para unos cuantos, esto se mostrará precisamente en que lo entenderán unos cuantos. No tiene ningún sentido decirle a alguien algo que no entiende, aun cuando se agregue que no puede entenderlo. (Esto sucede con mucha frecuencia con un ser humano al que amamos)".

26 Prólogo R. Rhees, estas anotaciones están marcadas con una S que Rhees interpreta como la S de schlecht=malo (Wittgenstein, Ibíd., p.528).

27 Wittgenstein, Ludwig, Los cuadernos azul y marrón, Madrid, Técnos, 1976, p. 46.         [ Links ]

28 Wittgenstein, Ibíd., p. 76.

29 Wittgenstein, Obras completas, tomo II, p. 586 [§129].

30 Monk, Ray, How to read Wittgenstein, London, Granta Book, 2005, p. 65.         [ Links ]

31 Marrades, Julián, "¿Poetizar la filosofía? A modo de introducción", en Wittgenstein: arte y filosofía, Marrades (ed.), Madrid, Plaza y Valdés, 2013, p. 11 [7-16]         [ Links ].

32 Cf. Marrades, Ibíd., p. 14-15.

33 Wittgenstein, Obras completas, tomo I, p. 161.

34 Wittgenstein, Ibíd., p. 163.

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