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versión impresa ISSN 1666-485Xversión On-line ISSN 1668-723X

Tópicos  no.34 Santa Fe dic. 2017

 

RESEÑAS

Reseña: Ludwig Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, traducción, introducción y notas críticas de Jesús Padilla Gálvez, Madrid, Editorial Trotta, 2017.

 

Esteban Yeray García Mederos (UCM, Madrid)

El filósofo español Jesús Padilla Gálvez ha realizado la última edición en castellano de una de las obras clásicas de la filosofía del siglo XX, más concretamente, de las Investigaciones Filosóficas del vienés Ludwig Wittgenstein, publicada por primera vez, y de manera póstuma, en 1953. Padilla, conocedor del pensamiento de Wittgenstein, incorpora en esta nueva edición una traducción realizada por él mismo, una introducción donde clarifica los cambios incorporados, y notas críticas que le otorgan una singular riqueza. También esclarece términos y conceptos, corrigiendo errores de las versiones existentes y justificando estas decisiones sin desmerecer el esfuerzo de sus traductores. El volumen consta de 327 páginas, incluyendo sólo la versión en español, en contraste con ediciones anteriores que incluían el texto alemán junto con la traducción castellana.
La presente edición se hizo sobre la base de la obra original, y tomó en cuenta tanto la traducción al inglés de G. E. M. Anscombe y R. Rhees, como la cuarta edición crítico-genética realizada por Peter Hacker y Joachim Schulte, recientemente publicada. La nueva edición española sigue a la de Hacker, pero con disensos en puntos particulares que son aclarados y justificados en las notas. En relación con la primera traducción, realizada por los discípulos de Wittgenstein, G. E. M. Anscombe y R. Rhees, Padilla Gálvez, al llevar a cabo un estudio detallado de la obra, encuentra múltiples errores, debido a que Anscombe, según Padilla, no manejaba suficientemente bien el alemán. Estos errores, sin embargo, fueron trasladados de la primera edición de Anscombe a la primera edición en castellano, realizada por Alfonso García Suárez y Ulises Moulines en 1986 en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de Universidad Autónoma de México. En el caso de esta última versión, además, la traducción fue encarada por dos traductores, cada uno por su parte, sin llevar a cabo una coordinación suficiente, pudiéndose observar así, como señala Padilla, que uno traduce Bedeutung por "significado" mientras que el otro lo vierte como "referencia". Otro ejemplo es que uno traduce Bild por "figura" y el otro como
"imagen"; lo mismo ocurriría con muchos otros términos y conceptos, lo que conlleva dificultades hermenéuticas.
Las Investigaciones es una obra que dio lugar a un replanteo de la filosofía del lenguaje, sobre todo la de la primera mitad del siglo XX. En el Tractatus Logico-Philosophicus, la obra con la que el vienés se consagró dentro de la comunidad filosófica, Wittgenstein optó por una concepción tradicional, al afirmar que se podía conocer la estructura del mundo a través del lenguaje lógico y crear así un lenguaje ideal sin ambigüedades. En esta segunda etapa, en cambio, el vienés opta por una opción más pragmatista del lenguaje, es decir, propone otras nociones como la vaguedad de los significados, la de aires de familia y de juegos del lenguaje, entre otras, ofreciendo una imagen de lenguaje diferente, concebido ahora como un conjunto diverso de herramientas o útiles.
Según Padilla, en esta obra Wittgenstein tiende a entablar con el lector, a través de frases cortas y concisas, un diálogo socrático que suscita un ejercicio práctico imaginativo en el cual se describen escenarios que ayudan a visualizar la naturaleza de las confusiones conceptuales y a trabajar con las mismas, estimulando así al lector a pensar de manera independiente. En tal sentido, el editor respeta las ilustraciones y la división del libro en dos partes, además del sustancioso "Prólogo". La primera parte, consta de un conjunto de observaciones (Bemerkungen) numeradas (693 en total), mientras que la segunda parte recibe un título en esta nueva edición: "Filosofía de la psicología, un fragmento". La edición se completa con un índice de materias de 20 páginas.
De tal manera, Jesús Padilla intenta contribuir a poner orden allí donde no es fácil hallarlo, ya que los aforismos que utiliza Wittgenstein, como dijimos, incitan al lector a pensar por cuenta propia, demandando en consecuencia un importante esfuerzo intelectual: lo provocan, invitándolo a crear ejemplos, lo fuerzan a releer, le generan confusión al volver a plantear cuestiones que parecían saldadas. Padilla caracteriza de la siguiente manera el estilo filosófico de Wittgenstein:

Los argumentos, quedan a veces, abiertos, lo que genera un debate consigo mismo, que debe rebatir ulteriormente. Otras veces los deja en suspenso, introduce un nuevo aforismo, prosigue y avanza. La escritura, por tanto, depende del contexto. Wittgenstein pretende que el texto carezca de univocidad y que tienda a ser plurívoco de forma generalizada. Por todo ello las Investigaciones exigen la acción del lector, lo cual es subrayado en el Prólogo al usar el modo subjuntivo y afirmar: "No quisiera con mi escrito ahorrarles a otros el pensar. Acaso, si fuera posible, estimular a alguien a tener pensamientos propios." (p. 13)

Pongamos un ejemplo. En la Introducción del editor se analiza una postura nominalista que se suele atribuir al vienés, pero, como suele suceder con casi todas las interpretaciones de Wittgenstein, esta postura es impropia, porque la concepción de Wittgenstein no se restringe al uso de las palabras y su gramática, sino que las aborda como estando insertas en una forma de vida, en una cultura y juegos del lenguaje, que es donde las palabras se vuelven significativas. Wittgenstein reprocha los principios de la tradición idealista que se levanta sobre la creencia de que las concepciones y los significados son entidades con una naturaleza independiente de una manera platónica. El punto de partida del vienés es una escueta exégesis de la filosofía de las matemáticas y de la filosofía de la mente (alma) o de la psicología, que es la piedra de toque desde donde emergen y a la que se remiten para fundamentarse esas visiones idealistas.
Wittgenstein señala que el lenguaje es como una caja de herramientas, enfatiza su vaguedad, su utilidad práctica y su vínculo con la acción y el hábito cotidiano. Siguiendo este razonamiento, no cree que el lenguaje sea un sistema racionalmente cerrado y estático, sino que es vago en sus sentidos y contextos concretos que es donde se encuentra su significado, es decir, en el propio uso. Al pensar de esta manera no quiere decir que el vienés sitúe su pensamiento en el otro extremo, polarizando así el discurso, suponiendo que no se puede hacer teoría, sino que afirma, ampliando miras, que se puede hacer teoría utilizando correctamente el lenguaje de una manera lógico-gramatical, reconociendo los límites de aquello acerca de lo que se puede hablar, sin olvidar los elementos que mencionamos más arriba: utilidad, contexto, forma de vida, etc. En otras palabras, se hace correctamente teoría en momentos concretos que requieran ese recurso discursivo con un papel esclarecedor, pero siempre sabiendo que esta forma de simplificar la variedad del mundo es un reduccionismo. Hablar es una manera de economizar, de dar por supuestos cosas implícitas. Esta forma de sintetizar, que no está reñida con la racionalidad, también se considera un arte retórico que contiene belleza, incluso elegancia, encontrándose una sensación de satisfacción en el definir, esquematizar y construir un idealismo
que cristaliza la riqueza de la realidad en esencias. Esta visión estética y epistemológica del mundo entendido a través de la concepción tradicional del lenguaje, en cualquier caso, es la que Wittgenstein denuncia como lo que ha llevado en muchos casos a la filosofía a ocuparse de errores gramaticales, estancándose así en pseudo-problemas. Guiado por esta razón con forma de investigación coherentista y tentación genérica, se ha abarcado el lenguaje con unos parámetros de verdad, conocimiento y justificación fundamentalista, configurando, en palabras de Padilla: "un planteamiento homogéneo que propaga la filosofía del lenguaje ordinario" (p. 30). La nueva imagen que aporta el segundo Wittgenstein, en cambio, no es una interpretación de la realidad monolítica, sino "una pluralidad de lecturas y deja al lector la oportunidad de que siga indagando ciertos problemas y aporte su propia solución" (p. 30).
Así, en las Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein no concibe un programa racional absoluto que aporte soluciones generales. El filósofo entiende el discurso como una nebulosa en el que no se va de hilo en hilo argumentativo, como se pensaba, sino que más bien se avanza con un método de "entrelazado" o "trenzado". Así, el conocimiento discursivo no trata de hilar la argumentación, sino, más bien, trata de que se reconozca un aire de familia que permita continuar con el argumento, porque el contenido no sólo está en lo que se dice, sino que la riqueza del significado también se encuentra en lo que va implícito, en otras palabras, en lo que no se dice. Hay una superposición de innumerables fibras (lo que se sobreentiende) en lo que se está diciendo que no se dicen explícitamente y que ni siquiera se piensan, sino que están contenidas y justificadas ya en la forma de actuar y en la acción de los hablantes. Tal sería el procedimiento que tiene Wittgenstein de resolver estos problemas filosóficos. Es preciso desenredar los nudos conceptuales que hemos dado por verdaderos a raíz de creer como ciertas las metáforas del lenguaje natural; es preciso recurrir al análisis terapéutico de por vida, porque tendemos a edificar ciertos tipos de epistemologías que descontextualizan o confunden diferentes juegos del lenguaje. En esa tarea sólo podemos utilizar del lenguaje cotidiano y contextos concretos.
Para terminar. Esclarecer y profundizar ampliamente en esta obra se hacía necesario por su alcance y los debates actuales que ha generado en varias dimensiones del conocimiento, como el campo de la filosofía del lenguaje, las neurociencias, la epistemología, la antropología filosófica, la teoría de la acción
y la filosofía de la psicología, entre otras. Estos nuevos matices, que se pueden apreciar en la relectura de la obra, seguramente plantearán nuevas problemáticas y abrirán nuevas líneas de investigación.

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