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versión impresa ISSN 1666-485Xversión On-line ISSN 1668-723X

Tópicos  no.35 Santa Fe jun. 2018

 

ARTICULOS

Dos versiones de realismo en torno a Wittgenstein

Two versions of realism around Wittgenstein

 

María Sol Yuan*


Resumen: El presente trabajo gira en torno a dos lecturas realistas del "segundo Wittgenstein", una de carácter no metafísico surgida en The Realistic Spirit (1991) de Cora Diamond y otra lectura "realista metafísica", presentada a partir de la interpretación de H. Mounce en "Wittgenstein and Classical Realism" (2005). A partir de la confrontación de ambas posiciones, el hilo de lectura crítica que conducirá nuestro trabajo será que no podemos sostener ninguna posición realista "metafísica" (para denominarlo de un modo muy general) en relación con las tesis del segundo Wittgenstein. El trasfondo práctico sobre el que se apoyan las descripciones de este autor muestra ese fundamento no metafísico sino contingente sobre el que basamos nuestros hechos, conceptos y objetividad. Esto nos acerca a una noción de realismo en el que conceptos y realidad ya cuentan con significado de antemano en tanto la praxis en la que se enraízan garantiza nuestro trato con lo que nos rodea. El fundamento no es la razón, la conciencia, la correspondencia o adecuación a una realidad "desnuda"; es la praxis, el lugar común y el equilibrio entre los seres humanos y mundo.

Palabras clave: segundo Wittgenstein, realismo, Diamond, Mounce

Abstract: The present work revolves around two realistic readings of the "second Wittgenstein", one of non-metaphysical character emerged in Cora Diamond's The Realistic Spirit (1991) and another,"realistic metaphysics", in H. Mounce's"Wittgenstein and Classical Realism" (2005). From the confrontation of both positions, the thread of critical reading that will lead our work will be that we cannot sustain any realistic position "metaphysics" (to name it in a very general way) in relation to the thesis of the second Wittgenstein. The practical background on which the descriptions of this author are based shows that non-metaphysical, contingent basis on which we base our facts, concepts and objectivity. This brings us closer to a notion of realism in which concepts and reality already have meaning beforehand as the praxis in which they take root guarantees our dealings with what surrounds us. The foundation is not the reason, the conscience, the correspondence or adaptation to a "naked" reality; it is the praxis, the common place and the balance between human beings and the world.

Key words: second Wittgenstein, realism, Diamond, Mounce


 

Wittgenstein se abstuvo de catalogar su propia posición en términos realistas o idealistas. Fuese o no una decisión intencional de su parte, lo cierto es que el llamado "último Wittgenstein" rechazó la concepción representacional del conocimiento moderna, así como los "pseudo-problemas" que la misma había generado, a saber, los intentos de demostración de la existencia del mundo externo desde una perspectiva idealista y/o realista, así como la negación de tal posibilidad con la inauguración del escepticismo moderno.

Dentro de este contexto general, encontramos varias afirmaciones de Wittgenstein donde señala, por ejemplo, que si tratamos de formular en qué desacuerdan realistas e idealistas al sostener una tesis como "hay objetos físicos", dicho intento desembocará en un claro "sinsentido" (Unsinn)[1], puesto que la expresión pertenece al tipo de afirmaciones que simplemente damos por sentadas antes de comenzar a considerar si sabemos o dudamos de las cosas[2]. De este modo, Wittgenstein no sólo se opone al escepticismo moderno y al idealismo que Moore deseaba refutar, sino también a la propuesta de este último de un "realismo del sentido común". También encontramos algunas anotaciones en Zettel: "Imaginemos que una persona es un realista convencido y otra un idealista convencido, y que enseñan a sus hijos según sus convicciones. ¿dónde radicará la diferencia entre lo que dicen los niños educados al estilo idealista y lo que dicen los niños educados al estilo realista? ¿No será tal diferencia únicamente la del grito de batalla?".[3] Este argumento sugiere que una disputa será vacía a menos que tenga alguna consecuencia práctica en nuestras vidas y, por lo tanto, algún significado claro.

Sin embargo, estas advertencias no lograron desalentar los intentos de varios de sus intérpretes de acercarlo a una u otra posición, provocando algunas tensiones al interior de las indagaciones filosóficas de Wittgenstein,pero también poniendo de manifiesto el alcance o los límites a los que su propuesta puede llegar y, en términos aún más generales, contribuyendo al acalorado debate contemporáneo en torno a la transformación, actualidad y eventual pertinencia de la moderna dicotomía "idealismo/realismo".

En esta ocasión, recogeremos dos lecturas realistas en torno al último Wittgenstein a fin de confrontarlas y evaluarlas. El propósito de la presentación será, en primer lugar, reconstruir la posición no metafísica del realismo como hilo de lectura del último Wittgenstein, siguiendo a Cora Diamond en su trabajo "Realism and the Realistic Spirit"[4]. En segundo lugar, reseñaremos algunas objeciones a esta clase de lecturas no metafísicas de Wittgenstein, tal como aparecen en "Wittgenstein and Classical Realism"[5]de H. Mounce. Luego, referiremosa la noción de realismo clásico en la que el vienés se enrolaría en sus últimas producciones filosóficas dado que, para Mounce, "sólo su pensamiento tardío puede ser asociado inequívocamente con el realismo clásico"[6], entendiendo por esta posición la tesis "metafísica" de que nuestro lenguaje se desarrolla a través de nuestras interrelaciones con un mundo independiente. Esta posición asume esencialmente que el lenguaje es parasitario del mundo pero que este no lo es en relación con el lenguaje.[7] El lenguaje no posee, por lo tanto, sentido alguno si se lo considera anterior o independiente de modo absoluto en relación con el mundo. Por último, evaluaremos la posición de Mounce objetándole que es posible enfatizar suficientemente la falsa dicotomía en relación con la trascendencia del lenguaje respecto del mundo sin por ello adherir a una posición metafísica del realismo.

Nuestroobjetivo será mostrar, por lo tanto,que el trasfondo práctico sobre el que se apoyan las descripciones de Wittgenstein muestra ese fundamento no metafísico sino contingente sobre el que basamos nuestros hechos, conceptos y objetividad. Esto nos acerca a una noción de realismo en el que conceptos y realidad ya cuentan con significado de antemano en tanto la praxis en la que se enraízan garantiza nuestro trato con lo que nos rodea. El fundamento no es la razón, la conciencia, la correspondencia o adecuación a una realidad "desnuda"; es la praxis, el lugar común y el equilibrio entre los seres humanos y mundo.

 

El espíritu realista de Wittgenstein. La interpretación de Cora Diamond

 

"No empirismo y aun así realismo. Esto es lo difícil". Esta afirmación, que aparece en Remarks on the Foundations of Mathematics[8], nuclea un aspecto importante en las discusiones en torno al realismo en la propuesta filosófica del segundo Wittgenstein y es sin duda el punto central en torno al cual gira el artículo mencionado de Cora Diamond. Se trata de un pasaje que el autor vienés dirigía a su amigo Frank Ramsey a raíz de sus consideraciones sobre el conflicto de las explicaciones realistas empiristas. Por un lado, sea lo que sea que queramos significar con 'realismo', dice Diamond, "deberíamos usualmente tener en mente una posición en la cual de algún modo u otro hemos enfatizado la relevancia de lo que es independiente de nuestro pensamiento y experiencia." Por otro lado, el 'empirismo' parecería negar importancia a aquello que es independiente de nuestra experiencia, ello incluso si admite hablar de algo así. Diamond resume: "El empirismo es algo en lo que nos metimos en filosofía tratado de ser realistas, pero haciéndolo de la manera incorrecta o no suficientemente fuerte".[9]

Ramsey se involucra en este tema en sus artículos desarrollados entre 1926 y 1929 (no publicados en vida). Entre ellos, podríamos señalar dos que resultan particularmente pertinentes para el contexto: "Truth and Probability", escrito en 1926, y "General Propositions and Causality" de 1929. Ambos aparecen en 1931, en la compilación póstuma The Foundations of Mathematics and other Logical Essays[10].Ramsey analiza dos ejemplos. El primero, sobre aquello que justifica una inferencia lógica. El segundo, acerca de cómo debemos entender una proposición general como "todos los hombres son mortales". Para los dos ejemplos podríamos optar por un tipo de explicación realista o por otra, opuesta, de carácter reduccionista y empirista. Esta última señalaría que sólo aquello accesible a la experiencia resulta necesario para su justificación. Ramsey apostaba a derribar esta tensión entre "realismo" y "empirismo" sugiriendo que ambas posiciones "debían ser rechazadas por el espíritu realista"[11]. Lo que proponía como tercera posición era una visión pragmatista de las justificaciones basadas en un principio o costumbre[12] y entonces, por ejemplo, dado que la inducción es un hábito muy útil resulta razonable que lo adoptemos. Pero lo que justifica su empleo es que las inferencias y la verdad de las conclusiones pueden ser chequeadas por la observación y la experimentación. Wittgenstein, por su parte, consideraba que la propuesta de Ramsey otorgaba a lo empírico un lugar equivocado en su promesa de una especie de pragmatismo que torne a la lógica en una disciplina empírica.

Dos cuestiones se abren a partir de esta situación. La primera, entender la expresión recogida por Diamond al completar el diálogo implícito que Wittgenstein mantenía con Ramsey en Remarks of Foundations of Mathematics, y que tiene que ver con el "espíritu realista". La segunda cuestión, vinculada con la primera, es juzgar el modo en que este espíritu realista no es empirista y qué destino cumple "lo empírico" en este contexto de producción para el austríaco.

En primer lugar, entonces, Diamond piensa que "el espíritu realista" puede ser una extracción del ejemplo presentado en el §52 de Investigaciones Filosóficas. El mismo dice:

 

Si me siento inclinado a suponer que un ratón surge por generación espontánea a partir de harapos grises y polvo, estará bien que acto seguido investigue meticulosamente esos harapos para ver cómo pudo esconderse en ellos un ratón, cómo pudo llegar allí, etc. Pero si estoy convencido de que un ratón no puede surgir de estas cosas, entonces quizá mi investigación sea superflua.

Pero debemos primero aprender a entender qué se opone en filosofía a una tal consideración de los pormenores.

 

Wittgenstein nos llama aquí a analizar los pormenores del proceso. Son consideraciones específicas de las más diversas las que nos permiten decidir, en circunstancias particulares, si aquello que percibimos es realmente el caso (por ejemplo, si un remo sumergido hasta su mitad en el agua está realmente doblado o no, etc.). Estas consideraciones son "los harapos" del pasaje de Wittgenstein, aquello que tenemos que "revolver" en los problemas filosóficos a los que queramos hacer frente con un "espíritu realista". Diamond dice: "nuestros modos actuales de tratar con diferentes clases de diferencias percibidas (por ej., coherencia con "las transacciones precedentes y subsecuentes de nuestras vidas" y la carencia de tal coherencia): estos son los harapos que no miramos, convencidos como estamos de que ningún ratón puede llegar a ser de ellos"[13].

Diamond emplea una analogía con el diálogo establecido entre Hylas y Philonous en Tres diálogos entre Hylas y Philonous de George Berkeley, para mostrar que el reclamo de Wittgenstein tiene muchas resonancias en los planteos que Philonous interpone a la postura de Hylas. Este personaje encarna el realismo empírico y representacional de John Locke y logra reflejar con total claridad el conflicto entre realismo y empirismo que aquí se asoma. Para Hylas, la existencia real es existencia distinta de y sin cualquier relación con su ser percibidas. Desde este punto de vista y empleando la evidencia de nuestros sentidos para tratar de decir qué es real, el juicio de que, por ejemplo, el caballo es real y no imaginario, es una hipótesis que va más allá de cualquier cosa de la que pudiésemos ser conscientes a través de nuestros sentidos y que sin embargo debemos evidenciar a partir de ellos. Tanto Wittgenstein como Berkeley (representado en Philonous) tienen una estrategia común que consiste en mostrar los criterios que debemos emplear para lograr distinguir "lo real de lo quimérico o imaginario"[14] y que consiste en prestar atención a lo que concretamente percibimos.

La interpretación del §52 de Investigaciones Filosóficas es uno de los aspectos más interesantes de la lectura de Diamond en tanto muestra que el espíritu realista es todo lo contrario al pensamiento abstracto. La crítica del propio Wittgenstein a la "forma general de la proposición" tal como la sostenía en el Tractatus bien podría verse como el desenmascaramiento de ese falso ratón tras revolver los harapos. Ahora sólo tenemos "juegos de lenguaje", harapos, y hemos llegado a estar convencidos de ellos prestando atención a los casos particulares. Tal como dice Wittgenstein en las Investigaciones Filosóficas al describir el lenguaje en términos de "parecidos de familia", si miras aquello a lo que llamamos "juegos" verás que no hay algo común a todos, sino semejanzas. Pero para entender esto debemos acatar la orden: "¡no pienses, sino mira!" (IF §66). Mira los ejemplos que se presentan en sus propios contextos. Estos no son algo que haya que lograr abstraer para entender la esencia de un concepto que refiere a algo ya que, cuando intentamos hacerlo, el propio significado se desvanece. El significado de una expresión aparece claramente cuando logramos situarnos en el contexto correspondiente. Nuevamente, en palabras de Wittgenstein:

 

En el caso (162)[15] estaba claramente ante nosotros el significado de la palabra "derivar". Pero nos dijimos que era solamente un caso muy especial; que tenía que serle quitado si queremos reconocer la esencia del derivar. Así que le quitamos las envolturas especiales; pero entonces el derivar mismo desapareció.-Para encontrar el alcaucil real, la hemos despojado de sus hojas. Pues ciertamente (162) era un caso especial de derivar, pero lo esencial del derivar no estaba oculto bajo la superficie de este caso, sino que esa 'superficie' era un caso de la familia de casos de derivar[16].

 

Cora Diamond insiste en que al hacer filosofía muchas veces nos evadimos de esta tarea hacia otra más abstracta y llegamos a un punto en el que somos completamente "irrealistas" (unrealistic) en el sentido ordinario de la palabra. La 'realidad' no es otra cosa que "el terreno áspero" nos diría Wittgenstein, no es otra cosa que cómo utilizamos las palabras, en qué contextos lo aplicamos, las consideraciones que realizamos en nuestra elección de ellas, etc. Se trata de un sentido que se opone a las "idealizaciones" no realistas de la filosofía, pero nuevamente comprendido en un sentido ordinario de los términos. Resulta especialmente pertinente reproducir el siguiente pasaje de Investigaciones donde reclama la necesidad de que la realidad ejerza su fricción sobre nuestros pensamientos:

 

Cuanto más de cerca examinamos el lenguaje efectivo, más grande se vuelve el conflicto entre él y nuestra exigencia. (La pureza cristalina de la lógica no me era dada como resultado; sino que era una exigencia.) El conflicto se vuelve insoportable; la exigencia amenaza ahora convertirse en algo vacío.-Vamos a parar al terreno helado en donde falta la fricción y así las condiciones son en cierto sentido ideales, pero también por eso mismo no podemos avanzar. Queremos avanzar; pero para ello necesitamos fricción. ¡Vuelta al terreno áspero![17]

 

Hasta aquí notamos la valiosa apreciación que Diamond nos arroja sobre la consideración del propio Wittgenstein de "lo ideal" y "la realidad". Lo primero significa el pensamiento abstracto que busca esencias ocultas y generales en una especie de burbuja que desea dejar afuera los aspectos de la realidad. Es, además, la imagen que Wittgenstein tiene de la actividad filosófica que desea que se abandone. Lo segundo es, en cambio y tal como dijimos, una tarea que se desarrolla sobre el terreno complejo de la realidad, sin intentar dejar de lado la multiplicidad de aspectos que la componen y los significados en sus empleos corrientes, contextualizados. Una tarea que no apela a creaciones abstractas, sino que atiende a los detalles y considera los ejemplos. Estas son atenciones que nos encaminan a pensar en el sentido en que Wittgenstein deseaba ser "realista" y qué implicaba a sus ojos no serlo.

En esta nueva caracterización, hay toda una familia de empleos no filosóficos de la expresión "realismo" que salen a la luz. Diamond señala tres ejemplos extraños a la filosofía donde la relación entre realismo y aquello que asociamos con empirismo se vuelve menos intrincada[18]. 1) Decimos que alguien es realista cuando está sosteniendo algo que está de acuerdo con los hechos y que no lo es, consecuentemente, en caso contrario o cuando se niega a mirar los hechos. 2) Las novelas e historias también pueden ser o no realistas dependiendo la atención que ellas presten al detalle y a la particularidad. Y las ficciones pueden ser realistas, aunque evidentemente no reproduzcan todo o sean una simplificación, aunque es evidente que ciertas cosas no ocurrirán en ellas: las macetas no hablan, las personas no regresan en el tiempo, los elfos no les hablan a zapateros, etc. La magia, el mito, la superstición, la fantasía son contrastados en esta acepción con el realismo y en este sentido puede apreciarse la conexión con el empirismo. 3) Por último, la relevancia que tiene la causalidad en las consecuencias: en una historia realista los eventos se desenvuelven unos a otros y los personajes responden a las circunstancias. En ella se encuentra en marcha el modo como funcionan las cosas en nuestra vida: qué conduce a qué, qué tipo de cosas determinan los hechos concretos como procedieron los eventos. Este aspecto del realismo que insiste en la coherencia y en su insistencia en las consecuencias, también tiene estrecha conexión con el empirismo entendido como aquello de lo que tengo experiencias habitualmente.

Estos ejemplos nos muestran que probablemente en la acepción que Wittgenstein ofrecía para defender una postura realista cabe un lugar para el empirismo, aunque en sentido modificado. Se trata de la experiencia de nuestra "vida civil", de nuestros comportamientos cotidianos y compartidos, atenidos a normas de empleo ya instauradas, las que conforman la realidad con la que debemos mantenernos en contacto y coherencia si queremos ser realistas. No se trata de una realidad desnuda y completamente ajena a nuestras experiencias, ni de una experiencia de origen meramente perceptiva, subjetiva e individual o convencional, la que sirve como criterio de corrección de nuestros comportamientos lingüísticos.

Lo cierto es que esta autora piensa que los comentarios recién reseñados de Wittgenstein sugieren el abandono no sólo de la tesis del idealismo lingüístico sino de su opuesto, lo que llama el "realismo filosófico"[19]. Esta es una posición esencialmente metafísica desde la cual el autor nos propone regresar empleando el término en su acepción "no filosófica", del mismo modo que debemos aplicar otra acepción de "empirismo", una que no intente fundar la lógica y la matemática (para tomar los ejemplos que él recoge en su crítica a Ramsey) en la realidad empírica. Pero debemos lograr esta salida del realismo metafísico sin transformar la matemática en un juego y los principios de la lógica en convenciones humanas que gobiernan nuestra naturaleza, es decir, sin caer en la contracara del "idealismo lingüístico". Para comprender la relación entre la matemática y la lógica con respecto a la realidad, sin transformarnos en realistas metafísicos o idealistas lingüísticos, debemos adentrarnos en esta noción de "vida civil" como el destino de sus aplicaciones. Este es un realismo que evita el empirismo y puede quedarse apegado, sin embargo, a su aplicación. En un pasaje de la compilación que va de los años 1942-1944 de Remarks on Foundations of Mathematics, Wittgenstein dice:

 

¿Calcula la calculadora?

Imagina que hubiera aparecido por casualidad una calculadora; y que alguien aprieta casualmente sus botones (o un animal anda sobre ellos) y realiza el producto 25 x 20.

Quiero decir: es esencial a la matemática que sus signos se usen también en lo civil [mufti][20].

 

Wittgenstein es un realista en tanto presta atención a las matemáticas en sus empleos y actividades ajenos a la matemática. El uso de la matemática en tales actividades es la realidad ordinaria que la sostiene en su lugar y que la salva de ser transformada en una forma arbitraria de los símbolos. Esta acepción de la 'realidad' como "lo civil" se encuentra en clara consonancia con la afirmación de Investigaciones filosóficas que dice que lo dado, aquel trasfondo último que debemos aceptar, no es otra cosa que formas de vida[21]. Y que esta noción de "realidad" es la que debe tomarse en cuenta por el "espíritu realista" a la hora de definir en sus rasgos más característicos del quehacer de la filosofía, es igualmente evidente en el siguiente pasaje:

 

No es cosa de la filosofía resolver una contradicción por medio de un descubrimiento matemático, lógico-matemático. Sino hacer visible sinópticamente el estado de la matemática que nos inquieta, el estado anterior a la solución de la contradicción. (Y no se trata con ello de quitar del camino una dificultad).

.

El estado civil [bürgerliche Stellung] de la contradicción, o su estado en el mundo civil: ése es el problema filosófico[22].

 

Podría parecer que el realismo de Wittgenstein no es una posición filosófica (y en cierta manera hemos defendido que no se encuadra en ella) del mismo modo que la filosofía consiste en disolver problemas filosóficos. Pero su realismo no es una posición filosófica sólo si dejamos este adjetivo reservado a una concepción metafísica del mismo.  Lo que sin lugar a dudas logra esta nueva versión de "realismo" es conducirnos a una aseveración filosóficamente relevante: es nuestra "vida civil" la realidad en la que se contrastan los problemas filosóficos en general, amén de los enunciados lógicos y matemáticos, creencias epistémicas, etc. Ya no estamos pensando en una realidad de objetos exclusivos, sino que la actividad y la vida en la que se entreteje se mezclan en una doble dependencia.

A través de su exposición, Cora Diamond logra poner de manifiesto de manera ostensible que hay una concepción del realismo concebido como una actividad y no como un conjunto de tesis metafísicas. Para ello, hubo que desprenderse críticamente de la noción realista y empirista que ostentaba la filosofía y recoger un sentido que pertenece a nuestros empleos ordinarios y contextualizados de la noción 'realismo'.

 

El realismo clásico de Mounce

 

En su artículo "Wittgenstein and Classical Realism",H. Mounce afirma que la posición de Wittgenstein no intenta salirse de la tradición realista metafísica, sino que, muy por el contrario, sus escritos posteriores a la década del '30 muestran un compromiso con esta tradición que se remonta hasta los pitagóricos. El núcleo común que recorre toda la historia de la filosofía consiste en "negar que el orden es impuesto por la mente humana sobre el mundo"[23].En la Antigüedad, los pitagóricos, Platón y Aristóteles, por ejemplo, pensaban que la mente puede dar sentido al mundo sólo porque éste participa de un orden que es independiente de ella. Así, se opusieron a sofistas y escépticos quienes argumentaban que el hombre es la medida de todas las cosas, expresada en el consenso individual o social o en las convenciones del lenguaje. En el Medioevo, el debate se estableció entre realistas y nominalistas. Mientras estos sostenían que la realidad es esencialmente particular y que sólo los objetos particulares existen realmente, aquellos defendían, por el contrario, que el que la mente dependa de generalidades para conocer implica que la mente sólo puede relacionarse con los particulares porque refleja lo que es independiente de ella misma y pertenece a la naturaleza de las cosas. Y si la realidad fuera esencialmente particular, sería inexplicable cómo la mente puede comprender o caracterizar los objetos del mundo empleando conceptos generales. Desde Descartes, por último, la filosofía moderna ha sostenido el anti-realismo como una posición mayoritaria, especialmente a finales del siglo XX. "Nietzscheanos, de-construccionistas, neo-pragmatistas y heideggerianos todos sostienen que el orden objetivo es una ilusión y que el hombre es la medida de todas las cosas".[24]

Lo que debemos considerar aquí es si Wittgenstein debe ser sumado a esta lista y de qué lado de la contienda lo localizaríamos. Mounce responde que debemos hacerlo enlistándolo con los realistas, al menos si miramos su producción filosófica posterior a su período de transición (luego de las décadas del '20 y del '30).El realismo clásico de Wittgenstein asume esencialmente que el lenguaje es parasitario del mundo, pero que este no lo es en relación con el lenguaje. El lenguaje no posee, por lo tanto, sentido alguno si se lo considera anterior o independiente de modo absoluto en relación con el mundo. Se trata de una posición que no incurre en el error de afirmar que podemos trascender el lenguaje y fundarlo en el mundo sin por ello caer en el otro extremo de pensar que el lenguaje es completamente autónomo. El realismo clásico con el cual se comprometería Wittgenstein implica aceptar una tercera posibilidad, a saber, que "el lenguaje se desenvuelve a través de nuestras interrelaciones con un mundo independiente"[25].

Avanzando en esta línea de lectura, Mounce afirma que el realismo clásico mantiene que los fundamentos para nuestro lenguaje dependen no de nuestro razonamiento sino de nuestras relaciones con el mundo y que, en consecuencia, ellos están implícitos en nuestro lenguaje y pueden ser explicitados mediante la reflexión[26]. A fin de comprender cómo se fundamenta el lenguaje en el mundo, debemos atender a los comportamientos y ver que estos no dependen del lenguaje. Por ejemplo: podemos enseñarle a un niño la palabra 'rojo' señalando muestras o ejemplos de cosas rojas, pero él adquiere la palabra sólo cuando la aplica a otras instancias diferentes de las que le hemos mostrado, cuando adquiere la capacidad de aplicarlo a instancias indefinidas en el transcurso de su vida. Mounce afirma, entonces, que

 

es a través de tales comportamientos que el lenguaje está relacionado con el mundo. No podemos ver la relación entre el lenguaje y el mundo si confinamos nuestra atención a las palabras mismas. El uso de las palabras es una forma de comportamiento que depende para su sentido del comportamiento que no es lingüístico[27].

 

Wittgenstein expresa este compromiso del lenguaje con el mundo a través de los comportamientos empleando, en sus obras tardías, la noción de "reacciones primitivas". Así, da como ejemplo el hecho de que un niño no necesita el lenguaje para anticipar que pasará si toca la llama, al menos si ya se ha quemado alguna vez en el pasado. Este es ciertamente un modo de mostrar cuál es el sentido en el que el lenguaje mira al mundo. Mounce aclara, al respecto, que la expresión "primitivo" no debe confundirse con algo mecánico o un movimiento "ciego" desde que toda actividad humana es intencional. Si fuese de otro modo, el niño reaccionaría a su segundo encuentro con la llama del mismo modo que lo hizo en el primero, tocándola. Él aprende de esta situación y anticipa luego lo que va a ocurrir. No estamos por ello proyectando un orden sobre el mundo, sino que podemos proyectar porque el mundo ya se encuentra ordenado. Mounce afirma: "lo lingüístico presupone un orden que va más allá de él mismo. Esa es seguramente la esencia del realismo clásico"[28].

Llegados a este punto estamos en condiciones de arribar a la afirmación, sostenida por Mounce, de que el realismo de Wittgenstein logra insertarse dentro de la "metafísica clásica"por compartir su principal propósito: el hacer explícito lo implícito. Se trata de un intento de iluminar esas condiciones que trascienden la condición humana haciendo explícito lo que sólo está implícito en las condiciones mismas.

En conclusión, el lenguaje está fundado en el mundo y lo está gracias a nuestras acciones y comportamientos. El fundamento se nos enseña y está naturalizado en nuestro modo de vida: "algo se nos debe enseñar como fundamento"[29]. Si prestamos atención a dónde está fundado el lenguaje, allí encontraremos a la acción, aunque no se trate de un sentido metafísico de "fundamento". Según las propias palabras de Mounce: "el fundamento es llevado a cabo por la práctica. En otras palabras, no es el fundamento el que sostiene la práctica sino la práctica la que sostiene el fundamento"[30].

 

Comentarios a la posición de Mounce

 

Con la finalidad de mostrar que la versión metafísica y clásica del realismo resulta inadecuada para leer al último Wittgenstein, analizaremos la estrategia de Mounce, recordando las aspiraciones metafísicas que Diamond denuncia en sus ejemplos y traslada a los propios textos de Wittgenstein.

Sin embargo, resulta necesario señalar previamente algunos aspectos de su reconstrucción histórica de la filosofía. Quisiéramos mencionar, de un modo general, que esta lectura de Mounce ostenta una generalización simplificada e incorrectamente inferida del rasgo moderno. Podríamos considerar, a diferencia de Mounce, que Descartes, al igual que Locke, han sido realistas. Descartes afirma en una carta a Gibieuf el 19 de enero de 1642: "me aseguré de que no puedo tener ningún conocimiento de aquello que está más allá de mí, que por el intermedio de las ideas que tengo en mí"[31].

A esto debemos sumar que difícilmente podríamos afirmar que Nietzsche, un neo-pragmatista (pensar en Rorty, por ejemplo) o Heidegger pensaran que "la realidad es una ilusión". En este sentido, la reconstrucción de Mounce distorsiona la afirmación de que el hombre tiene injerencia en el modo de percibir y conocer la realidad y no es un mero contemplador desinteresado.

Las ideas centrales de la tradición realista delineada por Mounce, en la cual engloba al último Wittgenstein,habían sido ya trazadas en una contribución de aquel a un libro sobre filosofía de la religión en 1998[32]. Allí sostenía que podemos comprender el mundo del modo en que lo hacemos sólo porque este tiene un orden inteligible que las mentes comparten. Este orden es manifiesto en el mundo, pero a su vez lo trasciende. Los conceptos a través de los cuales el mundo es inteligible son manifestados en el mundo, pero van más allá de cualquier rango de instancias: ellos son normativos, determinan qué es razonable o no pensar y en qué sentido. Este orden ya está implícito en el mundo, no es una construcción nuestra. El mundo, y la posibilidad de verdad, presuponen una objetividad en los valores, en los cuales nosotros participamos. Pero aquí no finaliza la cuestión: el orden inteligible del mundo no es auto-explicatorio, sino que señala a su fuente en la "Mente", una idea figurada pero no equivocada de atribuirlo a la Mente Divina o Dios. Hay más en el mundo de lo que sabemos ya que sólo somos una parte de este. Además, estamos subordinados a la verdad que le pertenece y que sólo podemos descubrir en variados sentidos.

Nuestra opinión es, al respecto, que el último Wittgenstein difícilmente podría adentrarse en esta concepción de realismo trascendente propuesta por Mounce precisamente porque hay un rechazo de clase de órdenes en sus descripciones filosóficas: no hay super-mundo ni divinidades que actúen causalmente sobre nuestra comprensión del mundo. Aún más general, no hay meta juegos ni realidades descontextualizadas.

 

1. Observaciones al compromiso metafísico de Mounce

 

En relación con esta estrategia de Mounce, quisiéramos recordar qué es lo que Diamond observa detrás de las aspiraciones metafísicas del realismo a fin de limitar la crítica de aquel. Lo que yace detrás de los requerimientos metafísicos está conectado con nuestro modo de pensar que aquello que queremos encontrar en algún lugar, pero en realidad yace en otro, "eso es dependiente de algo que no depende de nosotros". Por ejemplo, Hylas, en los Tres diálogos de Berkeley, desea que haya una distinción entre las cosas reales y las quimeras. El espíritu realista, Philonous, le muestra a Hylas que lo que él desea no es el único modo en que las cosas pueden ser ni depende de aquello que él piensa que debe depender[33]. Pero la crítica a la demanda metafísica no conduce, en el caso de Wittgenstein, a asumir el otro polo de la dicotomía, a saber, que lo que se demanda no está allí, que no hay hechos del tipo que son necesarios para que se satisfaga tal demanda.

Abandonar los requerimientos metafísicos implica para Wittgenstein mirar los usos, mirar lo que hacemos, y al resaltar esto Diamond no cae presa de la dicotomía que le adjudica Mounce entre la actividad y aquello que existe de modo independiente. Tampoco es caer presa de una posición idealista metafísica dado que ello no entraña una pérdida del mundo. El llamado a dejar las cosas como están debe entenderse en su contexto, que es el de las necesidades reales y concretas[34].

Un mérito de la explicación de Mounce es la recuperación de las "reacciones primitivas" a las que Wittgenstein hace mención, aunque no aporta citas de este autor al respecto que permitan sopesar su empleo. La expresión aparece en sus últimos escritos, específicamente, en Zettel, en Investigaciones Filosóficas[35] y en el primer volumen de los Last Writtings on the Philosophy of Psychology[36]. Los pasajes de Zettel son particularmente cruciales al respecto. Al referirse al concepto de 'dolor', Wittgenstein enfatiza que este está caracterizado por su función específica en nuestra vida. Sólo dentro de manifestaciones normales de nuestra vida existe una expresión de dolor. Este es un modo de acentuar el hecho de que nuestro lenguaje emerge, podríamos decir, de tales reacciones naturalizadas. Luego:

 

. Estar seguro de que otra persona siente dolor, dudar de que lo sienta y cosas por el estilo son otros tantos modos naturales, instintivos de conducta para con las otras personas, y nuestro lenguaje es únicamente un auxiliar y una extensión de esta conducta. Nuestro juego de lenguaje es una extensión de la conducta primitiva. (Pues nuestro juego de lenguaje es conducta). (Insisto).[37]

 

Un poco antes en el mismo libro, Wittgenstein nos aclara qué significa 'primitivo' en la expresión "reacción primitiva": "¿Pero qué quiere decir aquí la palabra «primitivo»? Sin duda que este tipo de conducta es prelingüístico: que un juego de lenguaje se basa en él, que es el prototipo de pensar y no el resultado de pensar"[38].

Lo que resuelve la idea de una falsa trascendencia del mundo respecto del lenguaje o la absoluta autonomía del lenguaje respecto del mundo es la apelación al trasfondo de las reacciones. Sin embargo, consideramos que es posible enfatizar suficientemente este compromiso sin por ello abandonar la posición de Diamond. Después de todo, hay diferencias esenciales que separan a Wittgenstein de una tradición filosófica realista clásica y que se centra en el desprecio de la noción de representación en teoría del conocimiento, de las aspiraciones metafísicas que se ensayan detrás del debate entre idealismo y realismo y del establecimiento de una diferenciación absoluta entre el lenguaje y el mundo.

Las reacciones primitivas cumplen con el rol trascendente del mundo como un orden inserto en nosotros y que nos determina. Ellas son el núcleo del compromiso metafísico de Mounce y su empleo permite argumentar que hay un mundo que nos trasciende y determina. Pero las reacciones primitivas no son los únicos casos de prácticas desarrolladas por miembros que comparten una forma de vida y las prácticas normalizadas no sólo poseen un componente biológico para el autor sino otros del orden de lo "naturalizado", lo aprendido y lo considerado críticamente también. Por lo tanto, no es que el mundo habla a través de nuestras reacciones, sino que nuestras reacciones inmersas en los juegos de lenguaje se establecen en relación con un mundo en el que ya nos hallamos inmersos, habitándolo de las ocupaciones, intereses, costumbres y formas de vida diversas.

 

2. Respecto de la interpretación "fundacionalista"

 

Por último, necesitamos objetar la posición fundacionalista que Mounce adjudica al segundo Wittgenstein. En sus propias palabras: "Podemos notar, es más, que, en cerca de veinte ocasiones, Wittgenstein mismo refiere a los fundamentos del lenguaje. Esto es difícilmente consistente con su adelantado anti-fundacionalismo"[39]. Creemos, nuevamente, que esta conclusión se extrae de cierta vaguedad en el modo en que podemos entender la idea de 'fundamento'. Dos lecturas se pueden realizar de la posición de Mounce respecto del fundamento: la primera, muestra que si la práctica sostiene el fundamento, como señala el intérprete, entonces el fundamento no puede ser metafísico y no se seguiría por ende su conclusión respecto de la posición realista. La segunda, señala que si la práctica (o las reacciones primitivas, que son el caso del que se vale Mounce) encuentra su fundamento en la realidad independiente, entonces podemos aceptar el realismo metafísico, pero nos enfrentamos a un sentido uniforme o único de "realidad" alejado de la propuesta wittgensteiniana.

Mounce reconoce explícitamente la primera de estas alternativas (que el fundamento es llevado a cabo por la práctica, es decir, que la práctica sostiene el fundamento)[40], pero saca como conclusión la segunda de ellas. Por ejemplo, el autor cita el siguiente pasaje de Sobre la Certeza a fin de mostrar las aspiraciones fundacionalistas del último Wittgenstein: "Algo se nos debe enseñar como fundamento"[41].Pero el intérprete no presta atención al hecho de que Wittgenstein está empleando aquí el verbo "enseñar" (en alemán: lehren). Esto no hace sino enfatizar que aquello que naturalizamos y tenemos aprendido, eso que forma parte de nuestra forma de vida precisamente, es nuestro fundamento. Wittgenstein no dice aquí que algo tiene que "ser dado" como fundamento, es decir, que contamos con un fundamento metafísico en el sentido de que determinados aspectos de nuestras creencias sobre la realidad, por su propia naturaleza, son fundamento de nuestras restantes afirmaciones de conocimiento. Por el contrario, Wittgenstein insiste en que aprendemos aquello que consideramos fundamental. El lenguaje se funda en la acción (o es acción) pero la acción no se funda en nada más, es contingente, atiende a los significados y al mundo, en ella el lenguaje y el mundo ya se encuentran en relación.

Mounce también sugiere que la filosofía, tal como la entiende Wittgenstein, tiene esa misión de dar fundamentos, de sacar a la luz ese fundamento oculto en el mundo y subyacente en los individuos. Esto es lo que hace que su propuesta realista sea además de carácter metafísico.[42] No podríamos estar más en desacuerdo. Wittgenstein afirma en Investigaciones Filosóficas:

 

La filosofía no puede en modo alguno interferir con el uso efectivo del lenguaje; puede a la postre solamente describirlo.

Pues no puede tampoco fundamentarlo.

Deja todo como está (.)[43]

 

La filosofía no da los fundamentos del uso del lenguaje, porque el fundamento se encuentra en la acción, y la acción es nuestra propia naturaleza, biológica y aprendida, naturalizada en nuestra forma de vida. Por lo dicho, que es otra manera de llamar la atención sobre la genialidad de Wittgenstein para abordar algunos de los problemas filosóficos, concluimos que difícilmente se trate de una posición "clásica" del realismo. La idea de un fundamento práctico, o lo que es lo mismo, que la práctica sustente aquello que consideramos fundamentos de nuestras creencias, se opone a tal concepción.

 

Recibido: 02/2017; aceptado: 06/2017

*Licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional del Litoral y Doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es becaria postdoctoral del CONICET y Jefe de Trabajos Prácticos Regular en la Cátedra de Teoría del Conocimiento (FHUC-UNL). Dirección electrónica: msolyuan@hotmail.com

[1]Wittgenstein, L.,Sobre la Certeza, en Wittgenstein I, edición bilingüe, estudio introductorio de I. Reguera, traducción de J. L. Prades y V. Raga,Madrid, Gredos, 2009, §35 y §37. (En adelante "SC", seguido del número de parágrafo).         [ Links ]

[2] SC §208, §209, §243.

[3] Wittgenstein, L.: Zettel, en Wittgenstein II, edición bilingüe, traducción de I. Reguera, Madrid, Gredos, 2009; §§ 413-414. (En adelante "Z", seguido del número de parágrafo).

[4] Diamond, C., "Realism and the Realistic Spirit" [1974-1982], en The Realistic Spirit / Wittgenstein, Philosophy and the Mind,Massachusetts, MIT Press, 1991, pp. 39-71.

[5] Mounce, H., "Wittgenstein and Classical Realism", enD. Moyal-Sharrock y W. Brenner (eds.), Readings of Wittgenstein's on Certainty, New York, Palgrave MacMillan, 2005, pp.103-121.

[6]Ibid., p. 109.

[7]Ibid., p. 106.

[8] Wittgenstein, L.,Remarks on the Foundations of Mathematics, G. H. von Wright, R. Rhees, G. E. M. Anscombe (eds.), Oxford, Blackwell, 1981, parte VI, §23. (En adelante "RFM", seguido del número de parágrafo). Versión en español: Observaciones sobre los fundamentos de la matemática; traducción de Isidoro Reguera, Madrid, Alianza. Remarks on the Foundations of Mathematics se publicó por primera vez en 1956. El libro está compuesto de fragmentos editados que van desde 1933 a 1944 e incluye algunos pasajes que fueron incorporados luego aInvestigaciones Filosóficas. La cita corresponde a la Parte VI, circa 1943-44.

[9]Diamond, C., op. cit., p. 39.

[10] Ramsey, F. P.: The Foundations of Mathematics and other Logical Essays, London, Routledge & Kegan Paul, London; 1950, pp. 156-198 y pp. 237-255, respectivamente.

[11]Ibid., p. 252.

[12]Ibid.,p. 198.

[13]Diamond, C., op. cit., p. 48.

[14]Ibid., p. 47.

[15]Cfr. IF §162.

[16] IF §164. Cf. otros pasajes donde el significado depende del contexto: IF §§153, §583, II: §1, p. 531; Z § 527.

[17] IF §107.

[18]Diamond, C., op. cit., pp. 40-41.

[19]Ibid., p. 39.

[20]RFM: V, §2.

[21] IF II: §11, p. 623.

[22]IF §125.

[23]Mounce, H., op. cit, p. 103.

[24] Cfr., Ibid., p. 104.

[25]Ibid., p. 106

[26]Ibid., p. 109.

[27]Ibid., p. 114.

[28]Ibid.,p. 115.

[29]SC §449.

[30]Mounce, H., op. cit., pp. 119 y 121.

[31]Descartes, R.,Correspondance 1640-1643,Oeuvres de Descartes, ed. Ch. Adam y P. Tannery, Paris, L. Cerf, 1899, vol. III, p. 474. Para una interpretación contemporánea, se puede ver M. Dauler Wilson,Descartes, traducción de J. A. Robles, México, UNAM, 1990, p. 33.

[32] Mounce, H.,"Morality and Religion", en B. Davies (ed.),Philosophy of Religion: A Guide to the Subject; 1998,pp. 253-286. Seguimos aquí a Weston, M., "Howard Mounce: Wittgensteinian Transcendent Realism?", en John Edelman (ed.),Sense and Reality. Essays out of Swansea, Ontos Verlag, 2009, vol. 10, pp. 103-124 y pp. 103-104.

[33] Diamond, C., op. cit., p. 25.

[34]Ibid., p. 22

[35] IF II, §11, p. 589 y 609.

[36]Wittgenstein, L.,Last Writtings on the Philosophy of Psychology, ed. G. H. von Wright y H. Nyman, vol. I: Preliminary Studies for Part 2 of "Philosophical Investigations",Chicago, University of Chicago Press,1982,§§101, 133, 700, 701, 828.

[37] Z §§532, 534, 545.

[38] Z § 541.

[39]Mounce, H., "Wittgenstein and Classical Realism", p. 120.

[40] Cfr. Ibid., p. 121.

[41] SC §449.

[42] Cfr. Mounce, H., "Wittgenstein and Classical Realism", p. 119.

[43] IF §124.

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