SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número36Nulla accommodatio: la razón y la fe en la hermenéutica de SpinozaLa conformación intersubjetiva de la libertad: un análisis de la influencia de Fichte en la filosofía de Kierkegaard índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Tópicos

versión impresa ISSN 1666-485Xversión On-line ISSN 1668-723X

Tópicos  no.36 Santa Fe dic. 2018

 

ARTíCULOS ORIGINALES

Voltaire historiador. A propósito de la Histoire de Charles XII

Voltaire historian. About the Histoire de Charles XII

Adrián Ratto* 

* Doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente se desempeña como Investigador Asistente en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina) y como docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su área específica de trabajo es la Filosofía francesa del siglo XVIII. Es miembro de la Asociación Argentina de Estudios del Siglo XVIII (AADES XVIII) y de la Société Française d’Étude du Dix-Huitième Siècle (SFEDS). Dirección electrónica : ga_ratto@yahoo.com.ar

Resumen:

La Histoire de Charles XII, roi de Suède (1731) es un texto a menudo desvalorizado por los especialistas en los trabajos históricos e historiográficos de Voltaire, en la medida en que ven en él una obra menor, que se encontraría más cerca de la Henriade, el poema épico que el filósofo había publicado en 1728 en honor a Enrique IV, que de sus grandes trabajos históricos, el Siècle de Louis XIV (1751) y el Essai sur les mœurs et l’esprit des nations (1756). El objetivo de este trabajo es demostrar que la Histoire de Charles XII anticipa, a pesar de ser uno de los primeros escritos históricos de Voltaire, el método que utilizaría a partir de los años 40 en sus obras mayores. Además, el texto pone de relieve la existencia de cierta distancia entre el programa que el filósofo se propone ejecutar en el escrito y su materialización. Por otra parte, el artículo arroja algunas luces sobre el papel de los “grandes hombres” en la filosofía de la historia de Voltaire.

Palabras clave: Voltaire; historia; Carlos XII; Pedro el Grande; siècle des Lumières

Abstract:

The Histoire de Charles XII, roi de Suède (1731) is a work often undervalued by specialists of Voltaire’s historical and historiographic works, insofar they see in it a minor work, which would be closer to the Henriade, the epic poem that he published in 1728 in honor of Henry IV, than to his great historical works, the Siècle of Louis XIV (1751) and Essai sur les mœurs et l’esprit des nations (1756) . The aim of this paper is to show that the Histoire of Charles XII anticipates, in spite of being one of the Voltaire’s earliest historical writings, the method that he would use from the 40’s in his major works. In addition, the text highlights the existence of a certain distance between the program the philosopher intended to implement on the writing and its material form. On the other hand, the article sheds some light on the role of the “great men” in Voltaire’s philosophy of history.

Keywords: Voltaire; History; Charles XII; Peter the Great; Enlightenment

1. Introducción

Hasta fines del siglo XX sólo se habían publicado dos trabajos monográficos acerca de los escritos de Voltaire sobre historia e historiografía.1 Afortunadamente, los estudios sobre los trabajos históricos del filósofo francés se han incrementado notablemente en los últimos años, probablemente como consecuencia de la reedición de esos textos en el marco de la monumental edición crítica de la totalidad de sus obras (Œuvres complètes de Voltaire / Complete Works of Voltaire, Oxford, Voltaire Foundation), que comenzó en 1968 bajo de dirección de Theodore Besterman (†) y actualmente se encuentra en su etapa final.2 No obstante, existen temas y escritos que, entendemos, aún no han sido suficientemente analizados. Uno de esos textos es la Histoire de Charles XII, roi de Suède, que se publicó en 1731 y fue uno de los primeros escritos históricos del filósofo francés. Llamativamente, pocos trabajos abordan esta obra relativamente temprana en su producción. Algunos especialistas la consideran obsoleta desde el punto de vista histórico; otros, interesados particularmente en los aspectos epistemológicos del texto y en su lugar entre los trabajos historiográficos del filósofo, la desvalorizan en la medida en que ven en ella una obra menor, que se encontraría más cerca de la Henriade, el poema épico que el filósofo había publicado en 1728 en honor a Enrique IV, que de sus grandes trabajos históricos, el Siècle de Louis XIV (1751) y el Essai sur les mœurs et l’esprit des nations (1756). Esta interpretación ya estaba presente, en todo caso, en el mismo siglo XVIII. Friedrich Melchior Grimm, por ejemplo, afirma en una nota publicada en 1760 en la célebre Correspondance littéraire a propósito de los escritos históricos de Voltaire, en particular el Siècle de Louis XIV y la Histoire de Charles XII, que el filósofo francés “no tiene las aptitudes que requiere la historia”, puesto que, sostiene, la “gracia” y una “colorida” y “bella prosa” pueden ser un mérito en obras literarias como La Pucelle, pero no lo son en los escritos históricos.3 Asimismo, Denis Diderot afirmaba con un tono negativo unos años más tarde en una reseña de la Histoire de l’empire de Russie sous Pierre le Grand (1759), publicada en la misma Correspondance littéraire, que la Histoire de Charles XII tiene “el encanto y la gracia de una novela”, características que no corresponden, según el editor de la Encyclopédie, a la verdadera historia.4

El objetivo de este artículo es demostrar que, en todo caso, la Histoire de Charles XII anticipa, a pesar de ser uno de los primeros escritos históricos de Voltaire, el método que el filósofo utilizaría a partir de los años ‘40 en sus obras históricas mayores. Además, el trabajo pone de relieve algunas deficiencias en la ejecución de la obra y, por otra parte, arroja luces sobre el papel de los “grandes hombres” en la filosofía de la historia del autor de la Henriade.

La estructura del artículo es la siguiente: en primer lugar, se reconstruye someramente el programa para la renovación de la historia que Voltaire presentó en los años ‘40 y utilizó en sus grandes trabajos históricos; luego, se demuestra que las bases de ese programa estaban ya presentes en la Histoire de Charles XII; finalmente, se saca a la luz la existencia de una cierta distancia entre el método y los objetivos que el filósofo propone en el “Discours sur l’Histoire de Charles XII”, que forma parte del libro desde su primera edición, y su materialización.

2. Voltaire y su programa para la reforma del saber histórico en los años ‘40

“Muchas personas saben que el Essai sur l’histoire général des mœurs, etc... Voltaire se refiere al Essai sur les mœurs et l’esprit des nations, publicado en 1756, fue emprendido hacia 1740 con el objetivo de reconciliar con el saber histórico a una dama ilustre que poseía todos los otros”, dice Voltaire en sus “Remarques pour servir de supplément à l’Essai sur les mœurs” (1763).5 Inmediatamente señala que dos aspectos de las historias de la época molestaban a esa mujer, la marquesa Émilie Du Châtelet, junto a quien el filósofo pasó varios años de su vida, a saber, “los detalles inútiles y las falsedades”, que poblaban los tratados históricos de su tiempo.6 Dos escritos suyos de los años ‘40, que presentan un programa de reforma del saber histórico, Remarques sur l’histoire (1742) y Nouvelles considerations sur l’histoire (1744), proponen superar, precisamente, esas debilidades del saber histórico de la época.

En efecto, el programa presentado en las Remarques y las Nouvelles considerations consiste en distinguir el saber histórico de los viejos “cuentos infantiles”, que, según el filósofo, muchos historiadores de su época repetían, y en escribir una historia “útil”. Por una parte, el autor de la Henriade se propone separar el relato histórico de “las fábulas”, “los oráculos”, “las predicciones quiméricas” y los “falsos milagros”.7 Tras los pasos de Pierre Bayle y Bernard le Bovier de Fontenelle, a quien nombra expresamente en el texto y cuya Histoire des oracles (1687) había leído, busca depurar el saber histórico de los viejos e insensatos relatos que, señala, muchos historiadores de su tiempo, como por ejemplo Charles Rollin, autor de una Histoire ancienne (1730-1738), retomaban en sus trabajos.8 Depurar la historia significaba para el filósofo mantener solamente los relatos que eran verosímiles y estaban respaldados por testimonios y/o archivos.9 Por otra parte, afirma que es necesario incorporar a la historia “conocimientos útiles”, en lugar de llenar páginas completas con “detalles inútiles”.10 La crítica remite a los trabajos de los anticuarios y eruditos de la época, quienes eran en muchos casos miembros de la Academia de las Inscripciones y Lenguas Antiguas. Considera que esos trabajos repletos de datos sobre guerras, coronaciones, tratados, etc. son de poca utilidad y se olvidan al poco tiempo:

Se pone gran cuidado en decir en qué momento tuvo lugar una batalla, se imprimen los tratados, se describe la pompa de una coronación, la ceremonia de colocación de un birrete, e incluso la entrada de un embajador, sin olvidar ni a su ujier ni a sus lacayos (…). Todas esas fruslerías se conservan una o dos generaciones y luego se olvidan para siempre.11

Voltaire estaba interesado en las costumbres de las sociedades, el comercio, las finanzas, las ciencias, las artes, etc. Esa inquietud lo llevaría a decir en las primeras páginas de su Siècle de Louis XIV que no se proponía escribir solamente una “vida de Luis XIV”, sino “presentar a la posteridad (…) el espíritu de los hombres en el siglo más ilustrado que se haya conocido” y a rechazar inmediatamente aquellas historias que no hacen más que “recargar de hechos la memoria”12 y, en un sentido similar, en el prólogo del Essai sur les mœurs et l’esprit des nations, a explicar que “así como es necesario conocer las grandes acciones de aquellos soberanos que han hecho a sus pueblos mejores y más felices, se puede ignorar a aquellos reyes ordinarios cuyos datos no harían más que ocupar espacio en la memoria”.13

El proyecto historiográfico de Voltaire se inscribe, en todo caso, en el marco de su interés por las teorías científicas de Isaac Newton. Durante los años que el filósofo pasó en Cirey junto a la marquesa Émilie du Châtelet sintió una fuerte atracción por la ciencia en general y por la figura de Newton en particular. Voltaire y Émilie se volcaron con pasión hacia la investigación científica. Realizaban regularmente experimentos y en 1738 redactaron trabajos sobre la propagación del fuego, que presentaron en un concurso de la Academia de Ciencias de París. Ese mismo año, el filósofo publicó un libro sobre la física de Newton, Éléments de la philosophie de Newton, con el fin de contribuir a su recepción en Francia (por entonces los franceses eran aún devotos de la física de los torbellinos de Descartes). La marquesa, mientras tanto, traducía al francés su Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica (1687).14 En ese contexto el filósofo se había propuesto provocar una revolución en el saber histórico similar a la que el científico había realizado en el terreno de la física: “Quizá pronto ocurra en la manera de escribir historia lo que ha sucedido en la física. Los nuevos descubrimientos han vuelto obsoletos los antiguos sistemas”.15 Los “antiguos sistemas” eran para Voltaire, precisamente, esos tediosos tratados que compilaban inútiles detalles sobre las vidas de reyes, cortes y guerras, mezclando muchas veces lo verdadero con lo fabuloso, pero también las historias romanesques que, como en el caso de los trabajos del abate Vertot o de César Vichard de Saint-Réal, cuyo Dom Carlos (1672) fue un suceso, otorgaban prioridad a los efectos dramáticos o retóricos de la obra antes que a la verdad de los hechos, así como las historias eclesiásticas, como por ejemplo los Discours sur l’histoire universelle (1681) de Jacques Bénigne Bossuet o la Histoire universelle sacrée et profane (1735) de Augustin Calmet, que no se apoyaban más que en la endeble autoridad de los textos sagrados y la tradición.16

Ahora bien, como se verá a continuación, los pilares de ese programa de reforma del saber histórico ya estaban presentes, en todo caso, en 1731, en la Histoire de Charles XII, es decir, fueron anteriores a los escritos programáticos de los años ‘40 y a la intención de escribir una “historia racional”, el Essai sur les mœurs, para la marquesa.17

3. La Histoire de Charles XII: ¿historia o literatura?

En una carta que Voltaire envió el 15 de febrero de 1742 a los responsables del Journal des Savants, con motivo de una serie de críticas a su Histoire de Charles XII, publicadas en ese periódico, Voltaire explica el origen del texto:

Al momento de componer esa historia acerca del monarca más singular que hubiese reinado en Europa hasta esos tiempos, no pretendía hacer más que un simple ensayo. Me encontraba en cierto sentido en el mismo estado de espíritu que estaba cuando había escrito la Henriade. Tuve el honor de pasar algunos meses de 1716 en la casa de campo de M. de Caumartin, la persona que más anécdotas conocía en Francia acerca de la vida de Enrique IV. Realizó tantos relatos sublimes y conmovedores de ese gran rey que mi imaginación, excitada por las conversaciones, osó concebir un poema épico. De la misma manera, encontrándome en 1727 en el campo, en compañía de M. de Fabrice, que había pasado siete años junto a Carlos XII, escuché relatos tan maravillosos que no pude resistir el deseo de narrarlos.18

De esta manera, el filósofo parece promover un cierto paralelismo entre la Henriade, aquel poema épico publicado en 1728 en honor a Enrique IV, rey de Francia entre 1589 y 1610, adonde se ponen en escena los horrores del fanatismo, particularmente durante la matanza de San Bartolomé, y la Histoire de Charles XII, que gira en torno a la vida de Carlos XII (1682-1718), rey de Suecia, entre fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, en particular a las batallas en las que participó entre 1700 y 1718.

No son pocos los especialistas que han establecido también un estrecho vínculo entre ambos trabajos y entre la Histoire de Charles XII y la literatura en general. En todo caso, no parece que falten motivos para ello. En primer lugar, como señala John Brumfitt19, la Histoire de Charles XII contiene, como sucede en las obras literarias, un inicio, los primeros años de la vida de Carlos; un nudo, las campañas en Dinamarca, Polonia y Rusia, los logros y derrotas del rey y sus días en Turquía, y un desenlace, su trágica muerte. En segundo lugar, Carlos es presentado como un héroe trágico. El rey es en la obra un personaje extraordinario, lleno de coraje y valor, cuyas acciones son motivadas por el deseo de alcanzar un fin glorioso y su desmesurada naturaleza lo condena al fracaso final:

Carlos fue el único de todos los hombres que ha llevado las virtudes de los héroes a un extremo que las vuelve tan peligrosas como los vicios que se les oponen (…). Su liberalidad, degenerando en prodigalidad, arruinó Suecia, su coraje, llevado hasta la temeridad, causó su muerte, y, en los últimos años, la firmeza con la que intentó conservar su autoridad lo acercó a la tiranía.20

Finalmente, como en los trabajos literarios, la historia contiene tropos y figuras retóricas, tales como la hipérbole, que usa, por ejemplo, para presentar las características de Carlos (“…casi todas sus acciones incluso las de su vida privada han estado por encima de lo ordinario”21), y el paralelo, que utiliza en el libro VII del texto, para comparar a Carlos XII y Pedro el Grande, zar de Rusia entre 1682 y 1725.22

Sin embargo, parece necesario señalar que, al mismo tiempo, existen elementos que alejan la Histoire de Charles XII del terreno de las belles lettres en general y de la Henriade en particular. De un lado (a), la valoración que Voltaire realiza de los protagonistas de las obras mencionadas es antitética. Del otro (b), en la Histoire se observan ciertas preocupaciones metodológicas que exceden el plano de las inquietudes de orden estético, inquietudes que caracterizan a los trabajos literarios en general y a la Henriade en particular.

En efecto (a), mientras que el filósofo admira a Enrique IV, protagonista de la Henriade, quien combate el fanatismo y la intolerancia23, rechaza la figura de Carlos XII. Reconoce en el rey de Suecia, es verdad, su coraje y valentía; sin embargo, en tanto es un individuo cuyos fines se agotan en el terreno de la acción militar, no puede ser para Voltaire un modelo a seguir, no puede considerarlo como un “gran hombre”.24 Es, en todo caso, un contramodelo: “hemos pensado que esta obra podría ser útil a algún príncipe, si, por azar, cae este libro entre sus manos. En efecto, no puede haber ningún soberano que tras leer la vida de Carlos XII no se cure de las locuras del espíritu de conquista”.25 En una carta del 15 de julio de 1735 a M. Thiriot dice: “usted sabe que en mi obra los grandes hombres van delante de los héroes”. Inmediatamente precisa: “los grandes hombres son aquellos que se destacan por la utilidad de sus acciones. Los héroes no son más que saqueadores de territorios”.26 Los individuos que interesan a Voltaire son aquellos preocupados por la paz, el desarrollo de las ciencias y las artes, el comercio, el florecimiento de las sociedades. Sobre esta distinción se apoya la valoración que coloca a Pedro el Grande por encima de Carlos XII en la misma Histoire de Charles XII y lo llevaría años más tarde a dedicar una obra al primero, la Histoire de l'empire de Russie sous Pierre le Grand (1759). Carlos lucha para conquistar territorios, Pedro construye ciudades y promueve el desarrollo de las ciencias y las artes en su país.27 Son las acciones de esos grandes hombres, Pedro el Grande, Luis XIV, Alfredo el Grande, las “que merecen la atención de la posteridad”,28 en la medida en que son las responsables de las pocas “épocas felices” que Voltaire descubre a lo largo de la historia universal, la cual no parece ser sino, dirá más tarde en el Essai, “un ramillete de crímenes, locuras y pesares”.29 Sin las acciones de esos personajes, cuya existencia no se debe más que a “circunstancias extraordinarias”, explica el filósofo, el género humano hubiera permanecido siempre en un estado semejante al de las bestias salvajes.30 Lo que más tarde llamará “progresos del espíritu humano” no parece estar asegurado en su filosofía de la historia; esos progresos parecen depender menos de una concepción teleológica de la historia que de la fortuita existencia de esos individuos.31

Por otra parte (b), Voltaire presenta una serie de requisitos metodológicos en las primeras páginas de la Histoire de Charles XII, que van más allá de las preocupaciones estéticas, prioritarias en la Henriade y en las obras de ficción en general. Los mismos se apoyan sobre dos ejes: (b.i.) la correspondencia entre el relato histórico y el pasado y (b.ii.) la selección de los datos en función de su valor de cara a lo que el filósofo denomina “la posteridad”.

Con respecto al primer eje (b.i.), Voltaire señala la importancia de la precisión de los datos que contiene la obra:

hemos escrito esta historia a partir del testimonio de personajes reconocidos que pasaron muchos años cerca de Carlos XII y de Pedro el Grande, que habiéndose alejado de sus cortes y viviendo en países libres no podían tener interés alguno en disfrazar la verdad (…) No se ha presentado un solo hecho que no se encuentre respaldado por testimonios oculares e irreprochables.32

Inmediatamente menciona los nombres de Friedrich Ernst, barón de Fabrice, quien le aportó una ingente cantidad de datos en los largos momentos compartidos durante su exilio en Inglaterra, el conde de Villelongue, el marqués de Fierville y el conde de Poniatowski, todos ellos personas cercanas a Carlos XII. Además, Voltaire se documenta a partir de trabajos ya existentes sobre la época de Carlos, tales como Voyages du Sr. A. de La Motraye en Europe, Asie et Afrique (1727) de Aubry de La Motraye y An Account of Sueden (1694) de John Robinson. Tanto La Motraye como Robinson habían sido ellos mismos testigos de las historias que relataban.

Voltaire se limita en la Histoire a utilizar la autoridad que emana del testimonio como parámetro para establecer la veracidad de la narración. Esto se modificará en trabajos posteriores, en donde incorporará otras fuentes como los “registros públicos” y en algunos casos “restos” de monumentos y reflexionará sobre las condiciones que deben satisfacer los testimonios para ser considerados fiables.33 En todo caso, parece necesario reconocer que, a pesar de tener un estado preliminar, las preocupaciones metodológicas, la inquietud por el estatus del saber histórico y por la distinción entre la historia y los relatos extraordinarios o novelescos, que recorrería toda la obra del filósofo, ya está presente en la Histoire.

En cuanto al segundo eje (b.ii.), Voltaire explica que ha pasado por alto muchos datos de la vida de Carlos XII puesto que los mismos no eran dignos de ser trasmitidos a la posteridad: “Estamos persuadidos que la historia de un príncipe no debe abarcar todo lo que ha hecho, sino solamente aquello que es digno de ser trasmitido a la posteridad”.34 Voltaire llama a dejar de lado los “detalles inútiles”, la ingente “masa de hechos y detalles” que la “posteridad” destruye unos tras otros, anticipando la crítica a los trabajos eruditos que aparecería en los escritos programáticos de los años ‘40.35 Pero, ¿qué bien puede hacer la historia de un guerrero como Carlos XII a la posteridad, a lo que en otros textos llamará “progresos del espíritu humano”? Voltaire, como ya se señaló, justifica la obra en tanto contramodelo: “no puede haber ningún soberano que tras leer la vida de Carlos XII no se cure de las locuras del espíritu de conquista”36. En un sentido similar dice al final de la obra: “su vida debe enseñar a los reyes en qué medida una administración pacífica y venturosa está por encima de tanta gloria”.37

Se puede observar, en consecuencia, que los dos principios que estructuran la epistemología de la historia volteriana en los años 40’, a saber, la utilidad y la precisión del relato, parecen ya estar presentes en la Histoire de Charles XII38.

4. Falencias en la ejecución de la obra

Si bien en líneas generales la obra de Voltaire tuvo una buena recepción -se realizarían más de sesenta reediciones de ella durante la vida de su autor-, no todos los críticos fueron del mismo parecer. “Todo el mundo reconoce, señor, que vuestro trabajo está muy bien escrito”, señala Aubry de La Motraye (1674-1743) en las primeras líneas de su Remarques historiques et critiques sur l’Histoire de Charles XII (1732, publicado también en inglés ese mismo año: Historical and Critical Remarks on the History of Charles XII, King of Sweden). Sin embargo, inmediatamente agrega que “eso sería suficiente para una novela, donde domina la imaginación, pero no lo es para una historia, donde debe hacerlo absolutamente la verdad, donde se necesitan energía y fuerza, antes que gracia y flores”.39 Por otro lado, Jöran Nordberg (1677-1744), no duda en llamarlo “archi-embustero” en su Histoire de Charles XII, roi de Suède (1742).40

La Motraye critica a Voltaire por errores con respecto a los hechos, la cronología, las fechas, los lugares, etc.41 “Se puede advertir que usted ignora el orden de sucesión de los sultanes del Imperio Otomano, puesto que ha invertido completamente el orden”, dice el autor.42 Unas páginas antes, había corregido al filósofo ciertos detalles de la batalla de Narva en 1700, en la que el ejército sueco del rey Carlos XII venció al ejército ruso del zar Pedro el Grande.43 Luego de presentar una serie de datos sobre el tema (cantidad de hombres que participaron en el combate, desplazamientos, fechas, etc.), La Motraye señala que los mismos “son muy diferentes” a los presentados por Voltaire y que los testimonios “no concuerdan” con lo que el filósofo afirma.44 Asimismo, corrige detalles acerca de la batalla de Poltava, que se libró entre el ejército del zar y las tropas del rey de Suecia en 1709, un tema abordado por Voltaire en el libro IV de su Histoire.45 A modo de conclusión dice: “podría, Señor, hacer otras correcciones a vuestra historia, pero éstas son suficientes para mostrar que se debe leerla con precaución”.46 Por otra parte, Norberg, reconoce la “belleza y la vivacidad del estilo” que se advierte en el trabajo, pero lamenta la falta de rigor del autor, reenviando al lector a una serie de trabajos que han denunciado sus errores, entre ellos, el de La Motraye.47

Si bien los cuestionamientos realizados por La Motraye y Norberg pueden parecer desmesurados, dado el empeño de Voltaire por documentarse y respaldar sus afirmaciones, el mismo filósofo reconoció en su correspondencia la existencia de fallas y erratas y se sirvió de muchos de los comentarios vertidos en esos y otros trabajos, para revisar, corregir y ampliar ediciones posteriores de la Histoire.48

Ahora bien, más allá de esos fallos y erratas, muchas de ellas corregidas por Voltaire en ediciones posteriores de la obra, el texto presenta algunos problemas estructurales, en la medida en que no parece alcanzar los objetivos que el autor establece en las primeras líneas, en el “Discours sur l’Histoire de Charles XII”, que, como se mencionó, forma parte del libro desde su primera edición. En otras palabras, parece existir cierta distancia entre el programa de Voltaire, según el cual la información estaría apoyada en “testimonios oculares” y sólo se presentarían los hechos relevantes de cara a la “posteridad”, y la ejecución del trabajo.

En primer lugar, se podría señalar cierta falta de rigor en algunas partes de la obra donde Voltaire no explicita el origen de los testimonios que vierte en el texto: “un hombre digno de fe me ha asegurado que…”, “algunos oficiales que allí se encontraban me han dicho…”, “si podemos dar crédito a un ministro público, a un hombre sabio y perspicaz que vivía en Constantinopla…”.49

En segundo lugar, se puede advertir un cierto desequilibrio en las fuentes a las que tuvo acceso el autor (la mayoría de los testimonios que poseía remitían al período que Carlos XII pasa en Turquía, adonde se refugia tras la derrota de la batalla de Poltava en 1709, en la que fue vencido por las tropas rusas), que lo llevó a no utilizar en algunos casos “testimonios oculares irreprochables”, sino trabajos de segunda mano para llenar lagunas. Tal es el caso de los seis volúmenes de la obra de Henri-Philippe de Limiers, Histoire de Suède sous le règne de Charles XII (1721), que Voltaire sigue acríticamente en muchos casos, por ejemplo, para cubrir el período 1700-1709, repitiendo los errores de éste, como indican Nordberg y más recientemente Proschwitz.50

Los testimonios, por otra parte, no son fiables en algunas ocasiones, pese a que el autor se había propuesto seguir testimonios “irreprochables”. Él mismo reconoce que en algunos casos trabajó con testimonios opuestos entre sí a propósito de un mismo hecho. Por ejemplo, los testimonios de Villelongue y de Fierville acerca de los cambios en el serrallo del sultán Ahmed III (1673-1736. Sultán del Imperio otomano entre 1703 y 1730) durante los tiempos de Carlos XII en Turquía. En estas ocasiones, Voltaire confiesa su perplejidad: “he encontrado en algunos casos contradicciones similares entre las memorias que me han sido confiadas. En estos casos es el deber del historiador reproducir acríticamente el hecho (…) y limitarse a decir lo que sabe”.51 La respuesta de Voltaire no parece estar a la altura del problema que plantea para su programa la posibilidad, reconocida por él mismo, de que existan testimonios oculares contradictorios entre sí, lo que implica la falsedad de por lo menos uno de ellos.52

Finalmente, se podría pensar que Voltaire no cumple plenamente su propósito de evitar los “detalles inútiles” y detenerse solo en aquello que es “digno de ser trasmitido a la posteridad”. En efecto, el filósofo parece reducir su relato a cuestiones militares y acumula por momentos hechos, datos, poco significativos, como, por ejemplo, los numerosos detalles sobre las intrigas y los choques de facciones en la corte y el serrallo del sultán durante los días de Carlos XII en Turquía53, la costumbre del rey de dormir “sin gorro”,54 la enumeración detallada de los obsequios que le fueron ofrecidos por el sultán en el momento en el que abandonó Turquía (“una tienda de color escarlata bordada en oro, un sable con diamantes engarzados en la empuñadura y ocho bellísimos caballos árabes”)55 o la anécdota de la granada que a pesar de destruir la habitación de Carlos en Stralsund no evitó que éste terminara de dictar una carta a su secretario.56 Muy poco se preocupa por los aspectos estructurales, las costumbres, la religión, el comercio, las técnicas y las ciencias, las artes, que ocuparían un lugar central en los trabajos posteriores. Apenas algunas alusiones -y muchas de ellas no estaban en la edición original, sino que fueron agregadas en ediciones posteriores- en el libro I y al final del libro VII, donde describe el penoso estado de Suecia tras la prolongada ausencia de su rey (…ya no había en esas tierras “ni comercio, ni dinero, ni créditos”) y, como contraparte, el florecimiento de “las manufacturas, las artes y las ciencias” en Rusia tras la victoria de Pedro sobre los suecos.57 Él mismo parece advertir esta falencia cuando en una carta a Federico II del 1 de junio de 1737 señala a propósito de la obra: “me avergüenza el haber dedicado tanto espacio a los combates, a los males que se han hecho a los hombres (…). Habría sido mejor evitar tantos detalles de batallas y detenerse en la descripción de lo que el zar (Pedro el Grande) ha hecho por el bien de la humanidad”.58

5. Conclusión

John Brumfitt en su ya mencionado Voltaire Historian, obra que, pese a tener más de medio siglo sigue siendo material de referencia, señala que no se debe examinar la Histoire de Charles XII a la luz de obras y desarrollos teóricos posteriores y que si existe en el texto algún signo de la historiografía ilustrada no es su principal característica. Señala que, en esencia, el trabajo pertenece por los elementos retóricos y su tono moralizante a la tradición humanista, y afirma que Voltaire no había en ese momento aún desarrollado un método historiográfico propio. Inmediatamente vincula la Histoire de Charles XII a la Henriade: “…la Histoire de Charles XII estaba estrechamente ligada a la Henriade. En ninguna de las dos obras había interés por investigar la historia de la sociedad”.59 Asimismo, Karen O’Brien, tras analizar las “raíces literarias” de las obras históricas de Voltaire y vincular la Histoire de Charles XII a partir de la figura del conquistador Carlos XII con el género épico, concluye que “la Histoire de Charles XII conserva el tono y la estructura de la Henriade”.60 Por otra parte, Síofra Pierse, en un trabajo más reciente, traza un paralelismo entre la Henriade, la Histoire de Charles XII y la Ilíada, enfatizando también los elementos narrativos, épicos, que tienen en común,61 y el ya mencionado Gunnar von Proschwitz concluye el prólogo a su edición crítica de la Histoire afirmando que el texto es “la obra de un artista antes que la de un historiador”.62 Consideramos que es necesario matizar este tipo de interpretaciones, que, como hemos señalado, se remontan al mismo siglo XVIII, en la medida en que, como hemos intentado mostrar, pasan por alto los elementos novedosos que la obra contiene con respecto a los trabajos literarios de Voltaire. Esos elementos anticipan la metodología que Voltaire presentaría en los escritos programáticos de los ‘40 y utilizaría en sus grandes trabajos históricos, el Siècle de Louis XIV y el Essai sur les mœurs.

Por otra parte, el trabajo arroja algunas luces acerca de la relevancia de los “grandes hombres” en la teoría de la historia de Voltaire y muestra ciertas deficiencias que presenta el texto, en la medida en que parece existir una distancia entre el objetivo que Voltaire se propone en el libro y su materialización. El mismo filósofo, como hemos señalado, reconoce esa falla en su correspondencia. Sería necesario esperar hasta los años ‘40 y ‘50 para poder observar el método histórico de Voltaire en pleno funcionamiento, para que las reflexiones metodológicas se refinaran y la historia de las ciencias, las artes y el comercio ocupara un lugar tanto o más importante que la historia militar y los relatos sobre las intrigas de las cortes o serrallos.

Notas

1 Véase Brumfitt, J., Voltaire Historian, Oxford, Oxford University Press, 1958; Diaz, F., Voltaire storico, Turín, Einaudi, 1958.

2 Con respecto a los avances que se han realizado en el campo de la investigación sobre los trabajos históricos e historiográficos de Voltaire en los últimos años, vease Moureaux, J., “Voltaire historien : un chantier qui s’ouvre”, Revue d’histoire littéraire de la France, n° 101, 2002, pp. 227-261. También puede consultarse el dossier “Voltaire historien”, dirigido por Myrtille Méricam-Bourdet, que fue publicado hace pocos años en la Revue Voltaire (N° 12, 2012) ; en particular, Méricam-Bourdet, M., “Voltaire historien : un chantier qui s’achève ?” (pp. 21-30). A propósito de las últimas investigaciones en este campo de estudio, se puede mencionar las comunicaciones (inéditas hasta el momento) presentadas en el Simposio “Voltaire historien de la modernité”, que tuvo lugar el 4 de diciembre de 2015 en Versalles y contó con la participación de destacados especialistas, tales como Diego Venturino, James Hanrahan y Nicholas Cronk, entre otros.

3 Grimm, F.-M. et al., Correspondance littéraire, París, Longchamps / Buisson, 1813, vol. 1, p. 347. Las traducciones son nuestras.

4 Ibid., vol. 3, p. 93. A propósito de las críticas de Grimm y Diderot a Voltaire, véase Goggi, G., “Grimm et Diderot face à l’œuvre historique de Voltaire (et en particulier à l’Essai sur les mœurs) dans la Correspondance littéraire”, Revue Voltaire, Nº 5, 2005, pp. 209-227. También el barón de Montesquieu había señalado las deficiencias de Voltaire en tanto historiador en sus Pensées, escritos entre 1726 y 1754. En su caso, no obstante, la crítica apuntaba menos a la estructura literaria de los trabajos históricos de Voltaire que a los aspectos ideológicos que lo habrían llevado a tergiversar el pasado: “Voltaire no llegará jamás a escribir una buena historia. Es como los monjes: así como estos no escriben nunca por el mero interés en los hechos, sino para la gloria de su orden, Voltaire escribe para su convento” (Montesquieu, Pensées, en Œuvres complètes, ed. Roger Caillois, París, Gallimard, 1949, vol. I, p. 1252). Para un análisis detallado de las críticas de Montesquieu a Voltaire, véase Senarclens, V., “Des frag­ments du passé à l’ima­gi­naire his­to­ri­que. Les Pensées de Montesquieu et la démarche de l’historien”, en M. Brot (ed.), Les Philosophes et l’histoire au XVIIIe siècle, París, Hermann, 2011, pp. 43-60.

5 Voltaire, “Remarques pour servir de supplément à l’Essai sur les mœurs”, en Voltaire, Essai sur les mœurs et l’esprit des nations, ed. René Pomeau, París, Garnier, 1964, t. 2, p. 900.

6 Ibid., p. 901.

7 Voltaire, Remarques sur l’histoire, en Voltaire, Œuvres historiques, ed. René Pomeau, París, Gallimard, 1957, pp. 43, 44. En el mismo sentido señala en las Nouvelles considerations sur l’histoire: “Empezamos a respetar muy poco la aventura de Curtius, quien rellenó una profunda grieta arrojándose en ella junto a su caballo. Nos burlamos de los escudos descendidos del cielo, de los hermosos talismanes que los dioses regalaban con tanta libe­ralidad a los hombres y de las vestales que con su cinturón reflotaban un barco; es decir, de todo ese montón de tonterías célebres que colman la historia antigua” (Voltaire, Nouvelles considerations sur l’histoire, en Voltaire, Œuvres historiques, p. 46).

8 “Tampoco nos satisface demasiado que en su historia antigua el señor Rollin nos diga con toda seriedad que el rey Nabis permitía que aquellos que le traían dinero besaran a su esposa y arrojaba a aquellos que se lo negaban en los brazos de una bella muñeca parecida a la reina, pero armada de puntas de hierro bajo sus vestidos. Nos reímos cuando vemos que tantos autores repiten, uno tras otro, que el famoso Otón, arzobispo de Maguncia, fue asaltado y devorado por un ejército de ratas en el año 698; que una lluvia de sangre inundó Gascuña en 1017 y que dos ejércitos de serpientes lucha­ron cerca de Tournai en 1059” (Ibid.).

9 Voltaire negaba que el saber histórico pudiera satisfacer el criterio de “evidencia”. Para el filósofo, el conocimiento histórico podía aspirar solamente a la probabilidad, como dice en la entrada “Histoire”, que redactó para la Encyclopédie: “Todo conocimiento que no se desprende de una demostración matemática, no es más que probable. El saber histórico corresponde a este último tipo de conocimientos” (Voltaire, “Histoire”, en D. Diderot y J.-L. D’Alembert, (eds.), Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, París, Briasson / David / Le Breton / Durand, 1765, vol. 8, p. 223). Esto no lo condujo, sin embargo, al escepticismo o pirronismo histórico, como él mismo explicaría en Le Pyrrhonisme de l’histoire (1768), véase Voltaire, Le Pyrrhonisme de l’histoire, en Voltaire, Œuvres complètes, ed. Louis Moland, París, Garnier, 1879, vol. 27, p. 235. Para una interpretación diferente, véase Charles, S., “Entre pyrrhonisme et académisme: le scepticisme de Voltaire”, Cahiers Voltaire, Nº 11, 2012, pp. 109-131.

10 Voltaire, Nouvelles considérations sur l’histoire, p. 48.

11 Ibid., pp. 46-47. A propósito de la crítica a la erudición en el siglo XVIII, véase Barret-Kriegel, B., L’Histoire de l’âge classique. La défaite de l’érudition, París, Presses Universitaires de France, 1996. Barret-Kriegel afirma que les philosophes despreciaron el trabajo de los eruditos (p. 288). Con respecto a Voltaire en particular, señala que estaba “más interesado en la totalidad que en las partes” y que “se alejó de la erudición porque la consideraba inútil” (pp. 293, 294). Chantal Grell matiza esa posición. Afirma que existe una contaminación entre el trabajo de los eruditos y el de les philosophes, véase Grell, Ch., L’histoire entre érudition et philosophie: étude sur la connaissance historique à l’âge des Lumières, París, Presses universitaires de France, 1993, p. 22. Lo mismo sostiene Christiane Mervaud, refiriéndose en particular al caso de Voltaire, véase Mervaud, C., “Rire et érudition chez Voltaire”, Dix-huitième Siècle, N° 32, 2000, pp. 111-128.

12 Voltaire, Siècle de Louis XIV, en Œuvres historiques, p. 616.

13 Voltaire, Essai sur les mœurs, t. 1, p. 195.

14 El libro fue publicado en 1759, luego de la muerte de la marquesa. Véase Pomeau, R., “Voltaire et Mme. du Châtelet à Cirey: amour et travail”, en F. Gandt (ed.), Cirey dans la vie intellectuelle: La réception de Newton en France, Oxford, Voltaire Foundation, 2001, pp. 9-15.

15 Voltaire, Nouvelles considérations sur l’histoire, p. 46. A propósito del desplazamiento de la historia desde el terreno de las belles lettres al del saber científico en el siglo XVIII, véase Pomian, K., “L’histoire de la science et l’histoire de l’histoire”, Annales. Économies, Sociétés, Civilisations, N° 5, 1975, pp. 935-952.

16 En la ya mencionada entrada “Histoire”, que Voltaire redactó en 1765 para el volumen octavo (H-Itz) de la célebre Encyclopédie, se resume el programa: “Se exige a los historiadores modernos más detalles, hechos registrados, datos precisos, eventos confirmados por testimonios de autoridad, más atención a los usos, las leyes, las costumbres, el comercio, las finanzas, la agricultura, la demografía” (Voltaire, “Histoire”, p. 225).

17 Voltaire, “Remarques pour servir de supplément à l’Essai sur les mœurs”, p. 902.

18 Voltaire, “Voltaire to the Journal des Savants”, Correspondance, ed. Theodore Besterman, en Œuvres complètes de Voltaire / Complete Works of Voltaire, ed. T. Besterman, W. H. Barber, U. Kölving, H. Mason y N. Cronk, Oxford, Voltaire Foundation, 1970, vol. 92, pp. 169, 170.

19 Brumfitt, J., Voltaire Historian, pp. 11.

20 Voltaire, Histoire de Charles XII, ed. Gunnar von Proschwitz, en Œuvres complètes de Voltaire / Complete Works of Voltaire, 1996, vol. 4, pp. 541, 542.

21 Ibid., p. 541.

22 Ibid., pp. 178 y ss.

23 Véase Voltaire, Henriade, en Voltaire, Œuvres complètes, ed. Louis Moland, 1877, vol. 8, p. 43.

24 Voltaire, Histoire de Charles XII, p. 542.

25 Ibid., p. 153.

26 Voltaire, “À M. Thiriot”, en Œuvres complètes de Voltaire, ed. Louis Moland, vol. 33, 1880, p. 596. En todo caso, explica René Pomeau, no son los héroes guerreros los que interesan al filósofo francés, sino los héroes edificantes, virtuosos, muchos de los cuales aparecen en sus tragedias: Gusmán, en Alzire ou les Américains (1736), Orosman, en Zaïre (1732) (véase Pomeau, R., “Voltaire et le héros”, Revue Voltaire, Nº 1, 2001, p. 78).

27 Myrtille Méricam-Bourdet procura matizar la oposición entre los modelos de la demolición y la construcción, entre “el héroe y el gran hombre”. Méricam-Bourdet considera que en las obras de Voltaire es posible en ciertos casos conciliar la búsqueda de gloria con la acción útil en el terreno del poder monárquico, véase Méricam-Bourdet, M., Voltaire et l’écriture de l’histoire. Un enjeu politique, Oxford, Voltaire Foundation, 2012, pp. 113 y ss. Véase también Iverson, J., “La gloire humanisée ? Voltaire et son siècle”, Histoire, économie et société, N° 2, 2001, pp. 211-218.

28 Voltaire, Histoire de Charles XII, pp. 178.

29 Voltaire, Essai sur les mœurs, t. II, p. 804.

30 Ibid., p. 393

31 A propósito de la problemática cuestión del “progreso” en las obras de Voltaire, véase Dunyach, J., “L’histoire voltairienne entre progrès et décadence: du Grand Siècle à l’idée de civilisation”, en J. Dagen y A. Barrovecchio (dir.), Voltaire et le Grand Siècle, Oxford, Voltaire Foundation, 2006, pp. 133-146.

32 Voltaire, Histoire de Charles XII, p. 154.

33 Cf. Voltaire, Essai sur les mœurs, t. 2, p. 802; Voltaire, Philosophie de l’histoire, ed. John Brumfitt, en The Complete Works of Voltaire/ Œuvres complètes de Voltaire, 1969, vol. 59, p. 89. Acerca del valor epistemológico del testimonio en el siglo XVIII, véase el dossier “Le témoignage”, publicado en la revista Dix-huitième siècle, n° 39, 2007 y dirigido por Carole Dornier; en particular, su artículo “Le témoignage et sa critique au 18ème siècle” (pp. 3-22). Dornier se ocupa, entre otras cosas, de reconstruir el debate que en el Siècle des Lumières se generó en torno al valor epistemológico del testimonio, el cual se desencadenó a partir de una discusión en torno a la fiabilidad de los relatos sobre milagros, y la discusión acerca de los nuevos modos de acceso y legitimación del conocimiento histórico, suscitada en la época por el trabajo de filólogos, eruditos y anticuarios. La autora muestra los límites con los que choca una manera de acceso al pasado, el testimonio, que había sido hasta ese momento dominante (pp. 12, 13). Cabe señalar, por otra parte, que el testimonio ha cobrado relevancia nuevamente en las últimas décadas en el campo de la epistemología de la historia, véase Wieviorka, A., L’ère du témoin, París, Plon, 1998.

34 Voltaire, Histoire de Charles XII, p. 154.

35 Ibid., pp. 152, 153.

36 Infra, nota 25.

37 Ibid., p. 542.

38 A propósito de la problemática articulación de esos principios, véase Crépon, M., “La double philosophie de l’histoire de Voltaire”, en B. Binoche y F. Tinland (eds.), Sens du devenir et pensée de l’histoire au temps des Lumières, Seyssel, Champ Vallon, 2000, pp. 77-84.

39 La Motraye, A., Remarques historiques et critiques sur l’Histoire de Charles XII, Londres, Pierre Dunoyer, 1732, p. 4.

40 Norberg, J., Histoire de Charles XII, La Haya, Jean-Martin Husson, 1742, t. 1, p. 7. En las diecisiete ediciones de la obra que se publicaron entre 1733 y 1745, Voltaire hizo imprimir junto a las mismas las observaciones de La Motraye anotadas por él mismo. Por otra parte, publicó en 1744 una respuesta a Norberg a través de una Lettre à M. Norberg. No obstante, a pesar de estas respuestas, Voltaire no dejaría de utilizar esos textos para corregir ediciones posteriores de su Histoire. Actuaría de una manera similar años más tarde con respecto a las críticas de Laurent Angliviel de La Beaumelle (1726-1773) a su Siècle de Louis XIV (1751) y de Pierre-Henri Larcher (1726-1812) a su Philosophie de la histoire (1765). Acerca de los críticos y las disputas de Voltaire en general, véase U. Kölvig y Ch. Mervaud (eds.), Voltaire et ses combats, Oxford/París, Voltaire Foundation, 1994.

41 La Motraye, Remarques historiques, p. 4. Las críticas de La Motraye serían doblemente significativas en la medida en que él mismo había conocido a Carlos XII y que sus Voyages du Sr. A. de la Motraye en Europe, Asie et Afrique (1727) habían sido, como hemos señalado, una de las fuentes utilizadas por Voltaire para documentarse.

42 Ibid., p. 58.

43 Ibid., pp. 14-16.

44 Ibid., p. 14

45 Ibid., pp. 16-17.

46 Ibid., p. 57.

47 Norberg, J., Histoire de Charles XII, p. 13.

48 A propósito de las variantes, véase el excelente aparato crítico realizado por Gunnar von Proschwitz para la edición de la Histoire utilizada en este trabajo (pp. 50, 265, 266 y 360). Voltaire no sólo utilizó obras como las de La Motraye y Norberg para revisar las nuevas ediciones, sino también nuevos testimonios, que en respuesta a sus pedidos aportaron personajes tales como Estanislao I (1677-1766), rey de Polonia, y Johann Matthias von der Schulenburg (1661-1747), quien había enfrentado a Carlos XII en la Gran Guerra del Norte, entre otros.

49 Voltaire, Histoire de Charles XII, pp. 187, 397 y 429.

50 Norberg, J., Histoire de Charles XII, t. 1, pp. 17, 141 y 346; t. 2, p. 152; Voltaire, Histoire de Charles XII, pp. 270, 276 y 287.

51 Ibid., pp. 472.

52 Acerca del valor epistemológico del testimonio en el siglo XVIII, véase el ya mencionado trabajo de Carole Dornier.

53 Voltaire, Histoire de Charles XII, pp. 420 y ss.

54 Ibid., p. 459.

55 Ibid., 486.

56 Ibid., p. 511.

57 Ibid., pp. 182 y ss. y 499.

..

Voltaire n, “Voltaire to Frederick, crown prince of Prussia”, Correspondance, ed. Theodore Besterman, 1969,319, 320. [ Links ]

Brumfitt, J., Voltaire Historian, p. 10. [ Links ]

O’Brien, K., Narratives of Enlightenment. Cosmopolitan History from Voltaire to Gibbon, Cambridge, Cambridge University Press, 1997, p. 29. [ Links ]

Pierse, S., “Voltaire: Polemical Possibilities of History”, en S. Bourgault y R. Sparling, (eds.), A Companion to Enlightenment Historiography, Leiden, Brill, 2013, pp. 176. [ Links ]

Proschwitz, G., “Introduction”, en Voltaire, Histoire de Charles XII, p. 84. [ Links ]

Recibido: 01 de Junio de 2017; Aprobado: 01 de Diciembre de 2017

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons