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versión impresa ISSN 1666-485Xversión On-line ISSN 1668-723X

Tópicos  no.44 Santa Fe dic. 2022

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.14409/topicos.2022.44.e0003 

Dossier

Actitud, campo temático y órdenes de existencia en la filosofía fenomenológica de Aron Gurwitsch

Attitude, thematic field and orders of existence in the phenomenological philosophy of Aron Gurwitsch

Emiliano Sesarego Acosta1  *sesarego@gmail.com

1Universidad de Buenos Aires

Resumen

Este trabajo está dedicado a la defensa y elaboración de la teoría de los órdenes de existencia de Aron Gurwitsch. Se propone una discusión sobre la importancia de la tematización explícita del fenómeno de la complejidad y se intenta mostrar su conexión con lo que propongo denominar las teorías fenomenológicas de la organización. A partir de aquí se explica la tesis de Aron Gurwitsch de que existir, entendido este término fenomenológicamente, equivale a formar parte de un dominio complejo de objetividades. Para aclarar el significado de esta posición, se muestra en qué sentido es posible experimentar multiplicidades unificadas de objetos contrastando la posición de Gurwitsch con las teorías de Hume, James y Husserl. El artículo finaliza exhibiendo algunas limitaciones de este enfoque y proponiendo vías adicionales de investigación sobre este tema.

Palabras clave fenomenología; ontología; existencia; horizonte; intencionalidad

Abstract

This work is dedicated to the defense and elaboration of Aron Gurwitsch’s theory of orders of existence. A discussion is proposed on the importance of the explicit thematization of the phenomenon of complexity and an attempt is made to show its connection with what I propose to call the phenomenological theories of organization. From here, Aron Gurwitsch’s thesis that existing, understood phenomenologically, is equivalent to being part of a complex domain of objectivities is explained. To clarify the meaning of this position, it is shown in what sense it is possible to experience unified multiplicities of objects by contrasting Gurwitsch's position with the theories of Hume, James and Husserl. The article ends by showing some limitations of this approach and proposing additional avenues of research on this topic.

Keywords Phenomenology; Ontology; Existence; Horizon; Intentionality

Introducción

Una de las contribuciones más importantes de Aron Gurwitsch al campo de la filosofía fenomenológica consistió en el desarrollo de una peculiar teoría general de la organización que combina aspectos de la fenomenología pre-trascendental y trascendental husserliana, con insights de la psicología de la Gestalt, de la psicología empirista de William James y de la psicología del desarrollo de Piaget, entre otros[1]. Gurwitsch propone tal teoría de la organización como una alternativa a lo que propongo llamar la teoría de la organización de Husserl, cuya formulación estaría desperdigada en multitud de escritos del padre de la fenomenología, pero que tendría uno de sus hitos más importantes en la Tercera Investigación Lógica [2]. Dado el uso más bien implícito u operativo de los conceptos propios de la teoría de la organización por parte de Husserl, Gurwitsch se ve obligado a reconstruirla analizando la manera en que tal teoría está supuesta en multitud de descripciones fenomenológicas, tanto noéticas como noemáticas, del autor de Ideen.

A mi entender, el fundamento para subrayar la importancia de la teoría de la organización en el campo fenomenológico consiste en señalar que la gran mayoría de las vivencias que pretenden describirse y clarificarse mediante el método propio de esta corriente filosófica, consiste en vivencias complejas. Esto es, vivencias que tienen partes o elementos constitutivos. Clarificar en su generalidad los modos en que tales partes . elementos aparecen juntos, formando unidades de diverso tipo, sería el objetivo último de la teoría de la organización fenomenológica [3].

En lo que sigue voy a ofrecer algunos ejemplos de lo que considero la complejidad propia de aquellos temas de los que se ocupan típicamente las clarificaciones fenomenológicas.

Por empezar, podemos considerar la multiplicidad de actos o noesis dirigidas a un mismo e idéntico tema o noema. El análisis fenomenológico de la correlación intencional entre la conciencia y el objeto, o entre la noesis y el noema, distingue del lado subjetivo actos o noesis que no pueden repetirse debido a su especificación temporal, pero siendo usual que una multiplicidad de actos diversos estén dirigidos hacia la misma unidad noemática o tema objetivo[4]. Por ejemplo, el lector puede dirigirse al noema judicativo “Sócrates es un hombre” ahora, en algún momento del pasado y nuevamente en algún instante del futuro. Se tendrá así una multiplicidad de actos diversos, específicamente un conjunto de actos judicativos, igualmente dirigidos hacia la misma e idéntica unidad de sentido noemática. Dicha multiplicidad de actos diversos –coordinados entre sí de alguna forma cuya explicitación excede los propósitos de este escrito– hacen a una de las formas de la complejidad que estoy intentando ejemplificar.

Podemos considerar también las múltiples fases de un proceso perceptivo y los diferentes noemata que aparecen en el curso del despliegue del mismo[5]. Por ejemplo, el lector puede dirigirse al soporte en el que esté leyendo este escrito en diferentes orientaciones. Asumamos que es una computadora portátil. El noema perceptivo consiste en la computadora así y como es intencionada, en el cómo de sus determinaciones, i.e., la pantalla abierta, encendida, vista desde un determinado ángulo, etc. Pero la misma computadora puede entregarse en multitud de apariencias diversas, podemos observar su frente, su parte trasera, la podemos ver desde la izquierda, desde la derecha, encendida, apagada, abierta, cerrada, etc. Si de hecho la observáramos en varias orientaciones diversas, tendríamos, así, una multiplicidad de noemata diferentes, específicamente una multiplicidad de noemata perceptivos, articulados entre sí de alguna manera[6] –cuya clarificación, nuevamente, excede los propósitos de este escrito–. Lo que sí se puede afirmar es que más allá de cual sea la forma en que tales noemata se coordinan o combinan o sintetizan entre sí, tal coordinación,combinación . síntesis ha de ocurrir –si es que la computadora ha de entregarse como el mismo objeto idéntico a través sus múltiples y variadas apariciones–.

Por último, podemos considerar la complejidad propia de lo que Gurwitsch denomina el campo de la conciencia, esto es, la organización de los múltiples contenidos que experimentamos simultáneamente a cada momento. En cualquier instante del tiempo fenomenal el sujeto se encuentra dirigido temáticamente a una unidad de sentido noemática, pero junto con el tema se entregan otros objetos del mismo o diverso tipo[7]. El lector no puede, por ejemplo, experimentar el noema judicativo “Sócrates es un hombre” sin tener, concomitantemente a esta experiencia, una cierta percatación de su propio cuerpo, de su medio ambiente, de las vivencias inmediatamente previas, etc. Exactamente lo mismo debe decirse con respecto a la experiencia del noema perceptivo que dona intuitivamente la computadora.

Intenté dar cuenta del problema de la complejidad en fenomenología mediante tres ejemplos: a) la complejidad propia de una multiplicidad de actos dirigidos al mismo sentido objetivo, b) la complejidad propia de las múltiples apariciones coordinadas de un mismo objeto idéntico y c) la complejidad propia del campo de la conciencia, que consiste en la experiencia simultánea de múltiples noemata.

Los ejemplos previos no agotan en absoluto la importancia de la complejidad en los análisis fenomenológicos. También se podrían considerar experiencias que nos enfrentan a unidades perceptivas conformadas por una multiplicidad de objetos diversos y unificadas de forma puramente sensible, como cuando vemos una bandada de pájaros, o un techo de tejas, o una vereda de baldosas; la unidad politética de ciertos actos judicativos que sintetizan múltiples temas en una unidad de sentido, las múltiples vivencias del alter-ego que se entregan en una serie de actos empáticos y que aparecen coordinadas entre sí, la unidad de la corriente de vivencias[8], entre muchos otros.

Espero que estos esbozos ilustren la importancia que tiene para la orientación que es propia de la descripción fenomenológica la tematización explícita de la complejidad en sus diversas manifestaciones. Como ya mencioné, la tematización en generalidad del fenómeno de la complejidad da lugar a una teoría general de la organización, i.e., a una teoría general del orden o la estructura o la unidadde todo aquello capaz de ser abordado mediante el método propio de la fenomenología.

El presente trabajo está dedicado a la defensa y a la elaboración de uno de los aspectos de esta orientación. Propongo discutir el concepto de “existencia” al interior de la esfera fenomenológica[9]. En lo que sigue intentaré mostrar en qué sentido la teoría de la organización de Gurwitsch es capaz de dar cuenta del concepto de existencia, siempre y cuando se lo entienda fenomenológicamente. Más específicamente, intentaré defender y elaborar la tesis de que afirmar la existencia de un objeto es ponerlo en relación con una multiplicidad más amplia de objetividades que, en conjunto, conforman un orden de existencia, i.e., un conjunto de objetos del mismo tipo que guardan entre sí relaciones de cierto tipo muy particular, relaciones que son una generalización del principio de relevancia descubierto por Aron Gurwitsch. Que un objeto exista querrá decir, entonces, que se encuentra inserto en un dominio complejo, que aparece al interior de un dominio más amplio de objetos los cuales conforman una unidad de tipo peculiar: un orden de existencia. O en otras palabras, existir es ser parte de un dominio organizado y unificado de objetos.[10]

Lo que hasta acá he venido llamando “teoría de la organización” es el punto fundamental de contienda entre Gurwitsch y Husserl. En particular, Gurwitsch no creía que la teoría formal de las partes y los todos de Husserl (y de Stumpf, de quien el fenomenólogo lituano fue estudiante) fuera adecuada para dar cuenta de: 1) La unidad del objeto perceptivo. 2) La unidad de la corriente de vivencias. 3) La unidad de la experiencia horizóntica.

Es decir, Gurwitsch considera que la teoría formal de las partes y los todos de Husserl, así como aparece en la Tercera Investigación Lógica, es el texto más adecuado para buscar una teoría de la organización en Husserl, y además, que dicha teoría es incapaz de servir de sustento para las descripciones concretas que exige el dominio fenomenológico [11]. El autor del presente escrito está enteramente de acuerdo con dicha posición. Si bien la defensa de la misma no será un punto de contienda en este trabajo, dejo constancia de ella para que el lector pueda evaluar el escrito en referencia a su presupuesto fundamental.

Múltiples tipos de actos, de objetos, de regions

Según Gurwitsch, una parte significativa del proyecto fenomenológico consiste en clarificar los diversos tipos de objetos dados en los diferentes tipos de experiencia en que tales objetos se ofrecen: objetos perceptivos, objetos pasados o recordados, objetos futuros o anticipados, objetos fantaseados, objetos de pensamiento o judicativos, objetos ideales o eidéticos, objetos de la lógica y las matemáticas, los objetos teóricos de las creencias científicas, objetos culturales o artísticos, incluyendo los objetos de los dominios musical, narrativo o poético, objetos políticos e históricos, etc..

La orientación eminentemente eidética de la fenomenología trascendental implica, además, que los resultados a los que aspira la fenomenología se pretenden válidos para todos los objetos de un determinado tipo y para todos los actos que los entregan[12]. Es decir: la pretensión científica de la fenomenología no pasa por describir ésta o aquella percepción en particular y correlativamente éste o aquel objeto perceptivo entregado en ella, sino más bien lo que tienen en común todos los actos perceptivos . todos los noemata perceptivos, es decir, las dimensiones noética y noemática de las vivencias perceptivas en generalidad. Y exactamente lo mismo, por supuesto, para todo tipo de acto y objeto, sea cual sea su naturaleza peculiar.

En conformidad con esta orientación, Gurwitsch va a ocuparse del problema de la existencia en general. O más en particular, nuestro autor va a intentar precisar el tipo de existencia propio de cada uno de los diversos tipos de objetos identificados por las descripciones fenomenológicas. En lo que sigue, voy a sostener que una forma de abordar esta temática radica en intentar tematizar la naturaleza de la unidad regional que conforman los múltiples objetos de un mismo tipo. En otras palabras, si asumimos que los objetos perceptivos conforman la región o el dominio perceptivo, el problema de la existencia de este tipo de objetos –ésta es la tesis que pretendo defender– puede tematizarse haciendo alusión a la forma de unidad o de organización que es propia de este dominio como tal. De la misma manera, si asumimos que los objetos ideales conforman la región o el dominio de los objetos ideales, el problema de la existencia de los objetos ideales puede tematizarse en referencia a la forma de unidad o de organización que es propia de este dominio eidético, etc.

De hecho, tal es la tesis de Gurwitsch. Para el filósofo lituano “Experimentar un objeto equivale a estar confrontado con un cierto orden de existencia”[13]. Es imprescindible aclarar que las descripciones de Gurwitsch se realizan bajo la perspectiva de la fenomenología constitutiva trascendental, esto es, dentro de los confines de la reducción fenomenológica. Si bien nada impide analizar los objetos de toda descripción posible bajo la perspectiva de la actitud natural, y explicitar, bajo ella, las regiones o provincias a que tales objetos pertenecen; la posición de Gurwitsch es que la actitud natural no es lo suficientemente radical para dar cuenta de los problemas ontológicos relativos a esta problemática[14].

De hecho, afrontar investigaciones ontológicas significa, desde la perspectiva de este autor:

Embarcarse en investigaciones de actos de conciencia, especialmente los actos privilegiados y genuinos de aprehensión, a través de los cuales el objeto en cuestión se presenta a sí mismo como existiendo y por medio de los cuales deriva el sentido específico de su existencia. Allí se obtiene una estricta correlación entre objetos e intertexturas de actos de la conciencia, de tal modo que Husserl puede hablar de un “equivalente de la conciencia” con respecto a todo tipo de objeto[15].

Los objetos, como ya mencioné, se nos aparecen según actos y, especialmente, según multiplicidades sistemáticamente organizadas de actos. Mediante tales concatenaciones noéticas, los objetos se entregan con el sentido de ser que les es propio. Esto es, a través de los diversos tipos de actividades intencionales que llevamos a cabo: actividades prácticas, teóricas, artísticas, valorativas, estéticas, etc., los objetos se presentan así como lo que son para nosotros. Pero a través de tales grupos coordinados de actos, el objeto no sólo se presenta exhibiendo tales o cuales cualidades y propiedades, sino que es precisamente a partir de dichas multiplicidades noéticas que se revela como real o existente y así, como perteneciendo a una determinada región material u orden de existencia. Mencioné previamente cómo una articulación convergente de actos se especifica como un correlato con tesis de efectividad, frente a otro tipo de articulaciones que entregan objetos con tesis posible, probable, dudosa, etc. Como vimos, para Gurwitsch las investigaciones ontológicas demandan concentrarnos “especialmente en los actos privilegiados y genuinos de aprehensión”, esto es, en aquellos actos en los que la cosa se entrega intuitivamente, “en carne y hueso”, es decir, efectivamente. Pero un objeto dado como existente no se entrega meramente como “existente y ya”, sino como “objeto perceptivo existente”, “estado de cosas existente”, “relación matemática existente”, etc. La ontología fenomenológica[16] se desarrollará, pues, a partir del estudio de los actos genuinos de aprehensión y de sus correlatos.

Esto tiene sentido desde el momento en que no hay actos intencionales indeterminados en su cualidad. Los actos intencionales siempre están especificados de alguna manera: como actos perceptivos, judicativos, valorativos, etc.; entregando como correlatos objetos perceptivos, judicativos, valores u objetos de valor, etc. Un punto fundamental de la fenomenología constitutiva es que no tenemos ningún acceso a los objetos, los seres, la objetividad o la existencia más que por medio de actos de conciencia y experiencia[17]. Todo acceso a un objeto es el correlato de un acto o un grupo sistematizado de actos. Aquí no podemos sino insistir en el sentido comprehensivo y general del término objeto para la fenomenología de Gurwitsch y que bajo ninguna consideración se deja reducir a la presencia de articulaciones de datos sensibles. Accedemos a los objetos sensibles por medio de percepciones, del mismo modo que accedemos a los objetos judicativos por medio de juicios y a los objetos imaginarios por medio de actos imaginativos. Todo objeto remite, entonces, a multiplicidades organizadas y sistematizadas de actos. Entre tales actos algunos juegan un rol privilegiado: aquellos que entregan el objeto intuitivamente, en carne y hueso, y otros –a veces caracterizados como derivados en comparación con la percepción– jugarán un papel secundario, pero de todas formas fundamental: actos de recuerdo, anticipación, mención vacía, etc.

El campo de la conciencia

Hasta ahora caractericé el problema de las ontologías materiales como una tematización del acceso que tenemos a las diversas regiones u órdenes de existencia en términos de multiplicidades organizadas de actos temáticos. Pero tanto para Husserl como para Gurwitsch las vivencias temáticas, sean del tipo que sean, nunca agotan lo que se presenta a cada momento a la conciencia fenomenológica. Junto con el acto temático .cogito) y su tema correlativo, tenemos un horizonte de otros contenidos. En el caso de un objeto perceptivo, como la pantalla de la computadora previamente mentada, se presentan, junto con la experiencia del objeto tecnológico, la mesa en que esta se apoya, el mouse con el que muevo el cursor, mi propio cuerpo como manejando ese mouse, entre otros. Es decir, un horizonte patente de potenciales temas intencionales. Sin embargo, el conjunto de los contenidos horizónticos abarca todavía mucho más. Husserl afirma que:

El horizonte de la conciencia abarca con sus implicaciones intencionales, sus determinaciones y sus indeterminaciones, sus reinos conocidos y sus espacios abiertos, tanto lo cercano como lo lejano. No abarca, pues, sólo el mundo circundante actual, presente, que es ahora, sino también, como se ve en el recuerdo y en la expectativa; lo infinito del pasado y del futuro. Al presente viviente en sí mismo pertenece en todo momento el dominio de un pasado inmediatamente consciente. Consciente en la resonancia inmediata de la percepción anterior, y el dominio del futuro inmediato, consciente de lo que viene enseguida. Detrás de este pasado retencional inmediato, está también el pasado liquidado que, como horizonte abierto, es consciente en cierto sentido y al cual se puede dirigir la mirada, es decir, un reino que se puede volver a despertar en el recuerdo. Del otro lado, tenemos igualmente un horizonte abierto del futuro lejano infinito, al cual se dirigen nuestros actos futuros; sospechas, esperanzas, previsiones, resolución y fijación de metas[18].

Frente a la masividad de los contenidos del horizonte según la consideración fenomenológica que queda evidenciada en esta cita, se han ensayado diversos métodos para intentar, por así decirlo, dividirlo en sus partes o sectores componentes.

Walton, en diversos textos, se propone clarificar la noción de horizonte de la experiencia definiendo una serie de oposiciones que caracterizaría la estructura de la horizonticidad. En una primera discusión entre los sentidos de horizonte en la obra de Gurwitsch y Husserl, señala cinco oposiciones: 1) Potencialidad / Actualidad. 2) Temático / No-temático. 3) Patente / Latente. 4) Finitud / Infinitud. 5) Determinación / Indeterminación[19]. Más adelante, en otro escrito, señala la serie de oposiciones entre: 6) Unidad / Pluralidad. 6) Actualidad / Inactualidad. 7) Plenitud / Vacío. 8) Mediación / Inmediatez. 9) Finitud / Infinitud. 10) Determinación / Indeterminación[20]. Por último, en otros textos se señalan aun otras oposiciones como familiaridad, no-familiaridad; etc. No es posible aquí entrar en una consideración detallada de la rica exposición de Walton, pero la ofrecemos a modo de ejemplo y contraste con la estrategia de Gurwitsch[21].

El filósofo lituano parte de una consideración que intenta investigar las consecuencias ontológicas que se siguen de postular determinadas formas o estructuras para la mente o la conciencia. En una primera instancia analiza la doctrina de Hume, que considera la mente como un sistema de percepciones (impresiones o ideas) que se originan y destruyen en sucesión, como una esfera unidimensional del ser cuya estructura consiste exclusivamente en la temporalidad. La mente no sería más que un conjunto de percepciones sucesivas en un flujo y movimiento perpetuos. Entre otros, uno de los problemas de la concepción de la mente como un flujo continuo de ideas (Locke) o percepciones (Hume) es que es incapaz de dar cuenta de la percatación de la misma unidad objetiva en diferentes instancias del tiempo fenomenal. La correlación múltiples noesis, noema idéntico que mentamos antes y lo mismo para la correlación múltiples vivencias, objeto idéntico es, bajo esta concepción, incapaz de sostenerse. La consecuencia es que, bajo la postura empirista de la estructura de la conciencia o la mente, es imposible afirmar la existencia de un mismo objeto idéntico e independiente de los actos o estados mentales que los experimentan.

Gurwitsch también considera la concepción, asimismo empirista, de William James. Éste distingue entre dos tipos de partes en el flujo de la conciencia: a) partes substantivas y b) partes transitivas. Las partes sustantivas juegan el mismo rol que las percepciones de Hume, pero además, James propone adicionalmente la existencia de unas partes transitivas, independientes de las primeras y que permitirían dar cuenta del carácter fluyente de la conciencia, que bajo la concepción de una sucesión de entidades discretas como lo son las percepciones de Hume, es imposible de formularse. Las partes transitivas juegan además un segundo rol: en la etapa en que James defiende la doctrina del “empirismo radical”, éste afirma que una “unidad de experiencia pura” no es ni física ni psíquica, sino neutra. De este modo, dependiendo del tipo de las relaciones en las que entre una “unidad de experiencia pura”, relaciones experimentables precisamente por estar dadas por las partes transitivas, tal “unidad de experiencia pura” se especificara como perteneciendo a una u otra esfera o región del ser. Previamente Mach había defendido una teoría similar, i.e., un monismo neutro, y más tarde Russell, Berger[22] y otros defenderían la misma tesis[23]. La diferencia entre James y Mach-Berger es que mientras que para James toda “unidad de experiencia pura”, por aparecer siempre en tales o cuales relaciones sistemáticas con otros objetos, relaciones dadas por la presencia ineludible en el flujo consciente de partes transitivas, se presenta necesariamente como determinada en cuanto a su pertenencia a una determinada provincia del ser –i.e., nunca puede experimentarse en su neutralidad–, para Mach y Berger sí es posible tener experiencia de la neutralidad de tales “unidades de experiencia pura”.

O, en otras palabras: para Mach-Berger la ‘pureza del dato’ implica que no pierde su pureza o neutralidad hasta que realizamos algún tipo de operación mental de síntesis o enlazamiento relacional, mientras que para James la ‘pureza’ o ‘neutralidad’ del dato nunca se experimenta como tal, dado que el dato siempre aparece en conjunción con otros datos, y formando así parte del sistema físico, o del psíquico, etc.

En una etapa posterior James cambia de parecer y teoriza explícitamente por primera vez al campo de la conciencia, teoría en la que el propio Husserl se habría inspirado originalmente para desarrollar su teoría de los horizontes[24]. Cada “estado concreto de conciencia” dice James, está formado por elementos heterogéneos: sensaciones de nuestro propio cuerpo y de los objetos a nuestro alrededor, recuerdos, sentimientos de satisfacción o insatisfacción, incluso conceptos o pensamientos categoriales, etc. Uno de estos componentes (y sólo uno) será el foco, mientras que los otros harán al margen. Si bien esto equivale a un principio de organización para la totalidad de los datos co-presentes, para el autor norteamericano el margen es en sí mismo un puro caos, carente de cualquier tipo de estructuración interna. Por lo demás, la distinción entre el foco y el margen no es una característica primaria, original o auténtica de la experiencia. Más bien, es el sujeto mismo el que organiza de tal forma lo auténticamente dado: una serie de “sensibles totales” desprovistos de cualquier tipo de organización.

Vemos aquí un nuevo avance con respecto a la teoría de Hume. Mientras que éste solo considera la sucesión de ideas o partes substantivas entre sí, con los descubrimientos de James podemos considerar también la simultaneidad entre diversos contenidos, y la forma de organización propia de esta multiplicidad de experiencias.

Gurwitsch señala, sin embargo, tres problemas con la teoría de James: 1) No hay más que un tipo de parte-transitiva, i.e., de relación posible entre ítems de experiencia. 2) La organización de los contenidos implica la distinción entre foco y margen, pero la multiplicidad de lo marginal no está organizada de ninguna manera. 3) La organización es “foránea” en relación con una supuesta experiencia originaria completamente desarticulada[25].

Contexto y caracteres noemáticos

La propia teoría de Gurwitsch se propone construir a partir de lo avanzado por James y Husserl. Sin embargo, postula una serie de correcciones, necesarias para dar cuenta del verdadero carácter o naturaleza de la estructura en que las multiplicidades descritas previamente se manifiestan, i.e., de las relaciones que guardan entre sí el grupo de vivencias de las que somos conscientes a cada instante del tiempo fenomenal.

Frente a una teoría como la de James que supone que la esencia de las conjunciones entre unidades de experiencia es siempre del mismo tipo, habida cuenta de que sólo reconoce un tipo de parte transitiva, Gurwitsch va a postular que existen múltiples tipos de relaciones entre los objetos así y como son experimentados, esto es, entre la multiplicidad de noemata a los que estamos intencionalmente dirigidos a cada momento. Gurwitsch declara:

Si las conjunciones fueran meros fenómenos temporales, todas serían del mismo tipo y solo podrían existir entre ellas diferencias graduales. ¿Puede decirse que la conjunción que existe entre una conclusión y sus premisas es del mismo tipo que la que existe entre un pensamiento actual y uno previo, sea que el previo se retiene junto al actual siendo totalmente irrelevante para él? El problema de si hay uno o varios tipos de conjunciones conduce a una teoría del campo de la conciencia. Por esta se entiende una investigación sobre la forma o formas de organización que prevalecen entre aquellos hechos que en cualquier momento dado aparecen a la conciencia. Este estudio de las formas de organización en la conciencia permite abordar el problema de la calificación de un ítem por su contexto. Aquellos tipos de contextos en los que el ítem conserva su identidad deben diferenciarse de aquellos en los que el ítem está tan modificado por lo que lo rodea, como para ser en un contexto diferente de lo que sería en otro[26].

En esta cita queda claro que para Gurwitsch las relaciones entre los contenidos son variadas. Si intentamos llenar de contenido las alusiones vacías de nuestro autor, podemos postular, por ejemplo, dos campos sucesivos con los siguientes contenidos: 1) [(a) “Husserl sostiene varias síntesis del material hylético en la esfera de la pasividad”, (d) pantalla-encendida, cansancio, habitación-calurosa, etc.] 2a) [(b) “¿En qué página estábamos?”, (a) “Husserl sostiene una síntesis del material hylético en la esfera de la pasividad”, (d) rostro-interlocutor, cansancio, habitación-calurosa, etc.] 2b) [(c) “Una de las síntesis pasivas es la síntesis por contraste”, (a) “Husserl sostiene una síntesis del material hylético en la esfera de la pasividad”, (d) pantalla-encendida, cansancio, habitación-calurosa, etc.][27].

Imaginemos que estamos leyendo grupalmente un texto como Hua XI, y consideremos dos casos diversos. En ambos partimos de una situación en la que estábamos concentrados en el sentido de la proposición (a) “Husserl sostiene varias síntesis del material hylético en la esfera de la pasividad” y, junto con esta vivencia, teníamos una experiencia simultánea de la pantalla en que leíamos el texto, del cansancio de nuestro propio cuerpo, del calor de la habitación, etc. Pero justo entonces un compañero nos pregunta (b) “¿En qué página estábamos?”. El contenido temático del instante previo no se pierde para la conciencia, sino que se retiene, si bien pasa a ser no-temático. La conciencia gana, por así decirlo, un nuevo contenido: el sentido de la pregunta “¿En qué página estábamos?”. Sin embargo, este contenido no guarda ningún tipo de relación lógica o material con la proposición (a) “Husserl sostiene varias síntesis del material hylético en la esfera de la pasividad”. De modo que la relación entre ambas experiencias es meramente temporal. Supongamos ahora que nadie nos interrumpió, y también cambiando de tema, pasamos a concentrarnos en el sentido de la proposición (c) “Una de las síntesis pasivas es la síntesis por contraste”. La relación entre ambas vivencias es claramente diferente: mientras que (a) y (c) se experimentan como teniendo que ver una con la otra, entre (a) y (b) no hay relación alguna, excepto aquella de la sucesión temporal.

Esto implica que la temporalidad o las relaciones temporales entre vivencias no agotan el tipo de conexiones o conjunciones a ser consideradas bajo la perspectiva fenomenológica. Nótese que no estamos hablando, todavía, de relaciones de los contenidos intencionales entre sí bajo algún tipo de consideración no-fenomenológica. Es decir: concentrados en un teorema matemático podemos experimentar sucesivamente una proposición “m1” y a continuación una proposición “m2”. Puede que según las leyes del sistema lógico en que tales proposiciones se encuentran, “m1” se deriva de “m2”, pero nosotros no experimentamos tal derivación porque no entendemos la operación que realizó el autor del texto. O puede que seamos nosotros mismos los que derivamos “m2” de “m1”, pero inadvertidamente cometimos un error y la relación que nosotros experimentamos entre “m2” y “m1” de hecho no es tal.

Desde una perspectiva meramente psicológica, la teoría de Gurwitsch es neutra con respecto a la corrección o incorrección, validez o invalidez, etc., de las conexiones que experimentamos como tales. Lo que él pretende señalar es que la multiplicidad de ítems de experiencia a la que nos enfrentamos a cada momento, se presentan en conexiones que van más allá de la mera simultaneidad y sucesión.

Para Gurwitsch el campo de la conciencia puede, para usar la metáfora anterior en tres grandes sectores: a) el tema, b) el campo temático y c) el margen. Cada uno de estos tres sectores o dominios exhiben un tipo de organización propia. El tema es aquello en lo que nos concentramos a cada momento, o a lo que se dirige el foco de nuestra atención. En segundo lugar, tenemos el campo temático, definido como la totalidad de los contenidos co-presentes con el tema que están en una relación de relevancia o pertinencia con el tema. Y por último tenemos el margen, en que se incluyen aquellos ítems de experiencia co-presentes con el tema y el campo temático, pero que no manifiestan ningún tipo de importancia, relevancia o pertinencia con el susodicho tema. El campo total queda organizado siempre según el tema y las relaciones que el resto de los contenidos guardan con el tema. Aquellos contenidos co-presentes y relevantes con el tema se presentan como el dominio del campo temático mientras que aquellos otros contenidos irrelevantes se presentan como el dominio del margen.

Si comparamos la estrategia de Gurwitsch con la de Husserl, pueden apreciarse inmediatamente las diferencias. Tomemos una oposición como “patente / latente”. Nuevamente, leyendo este trabajo el lector puede tener una experiencia patente de la computadora, su propio cuerpo y demás, y latente con respecto a los objetos de su medio ambiente del que no tiene experiencia sensible actual. De hecho, y según la lectura de Husserl que hace Walton, todo contenido que no aparezca actualizado como tema o en el horizonte patente queda especificado según la latencia. Si volvemos a la cita de Erste Philosophie, tendremos que, mientras estamos ocupados en la lectura de este trabajo, “lo infinito del pasado y del futuro” estarían contenidos en el horizonte latente. Atentos a que permitamos contenidos no-perceptivos como parte del horizonte, los procesos políticos de la China del siglo XVII, las obras completas de Juan Carlos Onetti, las leyes de la física cuántica de Bohr, y cualquier otro tema posible de experiencia entrarían como contenido del horizonte bajo la figura del horizonte latente[28].

Reconociendo la importancia de las oposiciones subrayadas previamente, mi pretensión no consiste en ponerlas en cuestión, sino tan sólo llamar la atención del lector sobre las diversas estrategias a la hora de especificar la organización o la estructura de la experiencia no temática en Husserl y Gurwitsch. De hecho, considero que la teoría del campo total de Gurwitsch se puede enriquecer describiendo la manera en que tales oposiciones se juegan al interior de cada uno de los dominios en los que se divide el campo total. Así, si nuestro tema fuera un objeto perceptivo, podemos postular que el noema entregado intuitivamente hace a la patencia, mientras que el horizonte interno de los lados no vistos hace a la latencia; de la misma manera, el trasfondo perceptivo de nuestro percepto puede dividirse en un horizonte patente de temas potenciales dados sensiblemente, y un horizonte latente de temas potenciales referidos de forma meramente vacía y por último, en el margen podemos distinguir entre los contenidos de la propia corriente de vivencia unas retenciones aún afectantes, que harían al horizonte patente, y otras retenciones que debido a la pérdida progresiva de su capacidad de afectar, hacen en el momento actual al horizonte latente de retenciones.

Combinar, sin embargo, los lados no vistos del noema actualmente percibido, con las retenciones que han perdido completamente su capacidad de afectar, junto con otros objetos no intuitivos, en un mismo horizonte de latencia, parecería incorrecto a la hora de señalar las divisiones fundamentales del horizonte de un tema como tal. Y esto es así porque tales contenidos no se sintetizan entre sí en ningún sentido relevante y su forma de unidad es, si así quisiéramos considerarla, la de una suma arbitraria. Sostendré entonces que la prioridad en la organización del campo de la conciencia la tiene precisamente las distinciones planteadas por Aron Gurwitsch. La ventaja del enfoque de Gurwitsch pareciera residir en la pregnancia de la unificación de cada uno de los sectores que él propone, y que se relaciona estrechamente con su teoría de los órdenes de existencia, como intentaré mostrar en la siguiente sección.

En este punto son pertinentes dos aclaraciones. La primera es que si bien tanto la teoría fenomenológica de la atención como la teoría fenomenológica del horizonte se fundamentan en la existencia de datos co-presentes junto con el tema, es preciso mantener al menos analíticamente distinguidas las problemáticas propias de cada una de estas teorías. En todo momento de la vida mental tenemos junto con el tema un horizonte de contenidos, como ya se señaló. La distinción entre ambos sectores de la conciencia intencional puede realizarse sin necesidad de postular ningún tipo de cambio atencional o temático, y de la misma manera, la exploración de los múltiples sentidos de la horizonticidad puede ensayarse sin una clarificación de la problemática propia de los cambios atencionales. Por supuesto, todos los así llamados problemas de la atención son una consecuencia de que hay datos co-presentes con el tema y, por supuesto, dichos datos hacen al contenido de los horizontes intencionales. En efecto, la teoría fenomenológica de la atención, y la clarificación de los diversos tipos de cambios temáticos presupone la existencia de la conciencia horizóntica. Esto no es óbice, por supuesto, para que la clarificación de las transformaciones intencionales no sirva a su vez para echar luz sobre de los problemas de la horizonticidad. Pero al menos en principio, las temáticas de la horizonticidad y de la atención deben mantenerse como problemáticas relativamente independientes una de otra, que abarcan tipos diversos –si bien relacionados– de problemas[29]. En segundo lugar, la teoría del campo de la conciencia de Gurwitsch no es, al menos en mi interpretación, primariamente una alternativa a la teoría de la atención desarrollada por Husserl en múltiples escritos[30], sino más bien el proyecto de fundamentar una ontología fenomenológica en las estructuras mismas de la intencionalidad. Por supuesto, la teoría de Gurwitsch, considerada globalmente, tiene consecuencias para ambas dimensiones del análisis intencional, y aporta tanto a la comprensión de lo que comúnmente entendemos por atención como lo que en este escrito denominé una teoría fenomenológica de la existencia. Para aclarar este punto, en lo que sigue deberemos abordar la manera en que la teoría del campo de la conciencia de Gurwitsch se extiende naturalmente hacia su teoría de los órdenes de existencia y la fundamenta. Para poder comprender esta extensión deberemos considerar, ante todo, la introducción de los caracteres contextuales como una dimensión propia de todo noema.

Gurwitsch considera una modificación del estrato de los caracteres noemáticos en función de aquellos contenidos adicionales que aparecen en el campo temático. A tales caracteres noemáticos adicionales –no considerados por la teoría del noema de Husserl–[31], Gurwitsch los denomina caracteres contextuales. Sin entrar en los detalles de la propia teoría del noema de Gurwitsch, podemos distinguir entre un núcleo noemático siempre idéntico, y unos ciertos caracteres noemáticos contextuales que aparecen o desaparecen en función de la actitud en la cual estemos dirigidos al objeto temático.

Supongamos que estamos considerando la teoría de la unión substancial entre cuerpo y alma de Descartes. La misma no se da en aislamiento de todo otro ítem de experiencia, sino que surge de, y está integrada con, un horizonte o campo temático de otros contenidos. Podemos dirigirnos a la teoría cartesiana bajo una consideración histórica, intentando articular el sentido de su relación con teorías precursoras y sucesivas. Digamos la teoría monista de Spinoza, o las teorías dualistas de Malebranche o Arnauld. Esta consideración es diferente, sin embargo, a aquella en que nos ocupamos del sentido del dualismo substancial cartesiano al interior de su propia filosofía. Bajo esta actitud, las teorías de Spinoza, Malebranche y Arnauld no harán al campo temático inmediato de este tema; sino que tendremos como contenidos relevantes la teoría cartesiana de la percepción, de la verdad, de Dios, y demás aspectos de la filosofía de Descartes; i.e., la teoría de la unión substancial aparecerá bajo la perspectiva de su lugar sistemático en el todo de la filosofía cartesiana[32].

Si, intencionada, la teoría cartesiana es un objeto noemático como cualquier otro; tendremos que reconocer que hay una diferencia en la manera en que experimentamos la misma teoría (i.e., el mismo núcleo noemático) en uno y otro caso. Tal diferencia estaría dada, precisamente, por los caracteres contextuales, un componente del estrato de los caracteres noemáticos, que Gurwitsch tematiza y que están en total correspondencia con el campo temático al interior del cual aparece nuestro tema en cada caso[33].

Consideremos ahora un objeto perceptivo como el mouse con el que manejo el cursor en mi pantalla. Puedo tener una experiencia intuitiva ya sea visual, táctil o intermodal del mismo. Cansado de escribir, abandono mi tema teórico y concentro la mirada en mi mouse. El mismo aparece en un entorno de otros objetos perceptivos: mi PC a su izquierda, la mesa debajo, la heladera a la derecha, una pila de libros detrás, etc. En este caso, el campo temático y el entorno perceptivo del mouse coinciden. Pero luego cambio de actitud, y paso a tematizar la relación entre mis kinestesias, el movimiento del mouse y el movimiento del cursor en la pantalla. Experimento así una reorganización del campo temático, y de los caracteres contextuales del mouse bajo esta nueva actitud. El mouse, por supuesto, sigue siendo el mismo, y el núcleo noemático de mi experiencia no se ve afectado por esta reorganización de los contenidos dados juntamente con mi tema perceptivo. Pero el mouse se presenta ahora con ciertos caracteres adicionales. Ya no se encuentra simplemente a la derecha de mi pc, sino que adquiere el carácter adicional de “causa del movimiento del cursor”. Esto es aún más explícito en el caso de que el mouse deje de funcionar, como me sucedió hace unos pocos días. Desde una perspectiva meramente visual y táctil, en todo lo que hace a sus –para decirlo con Galileo o con Locke– cualidades secundarias, el mouse se siguió presentando de la misma manera: azul, liviano, con tal y cual forma, suave al tacto, etc. Y, sin embargo, el cambio experiencial fue rotundo, su enlace con la PC, con mis habitualidades kinestésicas, con el cursor virtual en la pantalla, etc., se vieron inmediatamente desconectados, cortados. En ese momento se volvieron temáticas ciertas relaciones del mouse con algunas de sus partes componentes independientes. Conjeturé que quizá se habían agotado las baterías. Cambiadas las pilas, el cursor siguió sin moverse. El siguiente fue un cambio de actitud más rotundo: consideré al mouse como una mera mercancía, capaz de ser reemplazado con otra mercancía equivalente. Busqué algún otro mouse con el que reemplazarlo, pero todos se me dieron con el carácter contextual caro, carácter contextual que aparece en el contexto de la experiencia de mi presupuesto mensual, de otro tipo de mercancías que puedo comprar con una cantidad equivalente de dinero, etc. Cambio nuevamente de actitud y me decido a intentar arreglarlo, de modo que lo desarmo. Al observar las entrañas del mouse, sus diodos, resistencias, capacitores y transistores, me vienen a la conciencia ciertos conocimientos teóricos y técnicos acerca del funcionamiento general de los productos electrónicos. Y es precisamente bajo esta actitud que un capacitor individual se me presenta como el posible causante del problema. Lo limpio, intento lo que entiendo es una reconexión, y finalmente, al volver a armarlo, funciona; con lo que se reintegra en el horizonte de sentidos en que había habitado hasta entonces. Se me vuelve a dar como un objeto de uso, con tales y cuales cualidades secundarias, causa del movimiento del cursor en la pantalla, etc.

Con la descripción, parcial y precaria como es, de las etapas que atravesó mi experiencia del mouse, espero haber ilustrado en qué sentido los caracteres noemáticos contextuales de un tema intencional dependen de los contenidos que se presentan juntos con el tema en cuestión. Por supuesto, y como señala Gurwitsch, no todo contenido concomitante con el tema lo modifica en cuanto a sus caracteres contextuales. Los contenidos siempre presentes del margen, precisamente por su irrelevancia o no-relevancia con el tema, no afectan en ningún sentido la experiencia del mismo.

Actitud y Contexto

Para Gurwitsch la estructura [tema]-[campo temático]-[margen] es un invariante formal de la organización de la conciencia. Esto quiere decir que se realiza a cada momento de la vida consciente, sin importar el tipo de objeto que se nos enfrente en cada caso. Este invariante formal adopta una forma específica en cada situación, forma dada por el principio de relevancia que se experimente entre el tema y el campo temático. O como dice Gurwitsch: “Tal como se experimenta en actualidad, la relevancia siempre está calificada y especificada de acuerdo con, y en dependencia de, los contenidos materiales tanto del tema como del campo temático”[34].

Adicionalmente, el campo temático admite zonas de indistinción e indeterminación, que típicamente prevalecen en las zonas más remotas del mismo. Precisamente por esto es que Gurwitsch tematiza lo que denomina la ‘continuación indefinida de contexto[35]. Un tema no remite únicamente a los objetos, hechos, datos o ítems referidos inmediatamente, sino también la totalidad de los contenidos de las zonas más remotas del campo temático. En su sentido más amplio, a una actitud [Einstellung] le corresponde básicamente esta ‘continuación indefinida’ que, en su límite, coincide con la noción de orden de existencia. Por ejemplo, en la actitud en que el mouse se presenta como una mercancía, todo el orden de las mercancías está referido, con un grado mayor o menor de intimidad. En las zonas más próximas estarán aquellas mercancías que yo consideraba que podía llegar a comprar en vez del mouse. Y en las zonas más lejanas, de forma inarticulada e indistinta, el resto de los objetos que “porten un precio” o que “sean comprables”. Sin embargo, y como ya mencionamos, otras actitudes son posibles, i.e., el mismo tema (el mouse en este caso) puede aparecer en otros horizontes, o en el centro de otros contextos temáticos.

La propuesta de Gurwitsch es que de la misma forma en que un tema no puede aparecer sino en un determinado contexto temático, todo objeto posible de experiencia no puede sino aparecer en un determinado orden de existencia. Esto es así necesariamente, dado que un orden de existencia no es más que un dominio unificado por la especificidad de un principio de relevancia que se condice con aquel propio del campo temático extendido indefinidamente. Todo tema aparece siempre al interior de, y como surgiendo de, un determinado campo temático. Pero, como acabo de mencionar, tal campo temático permite una ampliación que, unificando incluso sus referencias más remotas, se transforma en un orden de existencia. En efecto, todo objeto temático pertenece, siempre, a un determinado campo temático y, consecuentemente, a un determinado orden de existencia. En palabras del propio Gurwitsch, la noción de orden de existencia:

(…) denota un contexto sistemático de objetos (…) que por sus determinaciones cualitativas y por su propia naturaleza, tienen algo que ver unos con otros, o se relacionan entre sí o, para expresarlo de manera más general, tienen relevancia unos para otros. Los órdenes de existencia están constituidos por, y tienen unidad debido a la fuerza de, principios de relevancia específicos. En consecuencia, los órdenes de existencia se diferencian entre sí por sus principios de relevancia constitutivos subyacentes. (…) Para un objeto de cualquier descripción, existir significa que está inserto en un contexto basado en, y, por lo tanto, dominado por, un principio de relevancia específico. Existencia significa existencia dentro de un sistema en un lugar determinado en este último y, por tanto, en relaciones bien definidas con otros objetos pertenecientes al mismo contexto sistemático[36].

La actitud más típica en que nos encontramos inmersos es la actitud natural. Esta tiene como correlato el mundo de la vida, que es considerado por Gurwitsch como la realidad primaria, el orden de existencia más fundamental. Es así que reflexionando sobre los actos o procesos perceptivos y sobre sus correlatos noemáticos llegamos al sentido primario de ser o existir. El sentido más pregnante de existencia le corresponde, por lo tanto, a los objetos intramundanos del mundo de la vida.

Sin embargo, la existencia intramundana o la existencia en el mundo de la vida no es el único sentido de existencia. Como se sigue del análisis previo, para Gurwtisch experimentar un objeto de cualquier tipo equivale a estar confrontado con un cierto orden de existencia[37], siempre y cuando el objeto aparezca en algún tipo de relación con otros objetos del mismo tipo, lo que según el invariante formal [tema]-[campo temático] siempre es el caso. Si fuésemos a experimentar una esencia como triángulo equilátero encontraríamos que:

[Las esencias] no se presentan aisladas unas de otras. Más bien aparecen en órdenes sistemáticos y forman dominios eidéticos. Dichos dominios están ejemplificados por el sistema de los colores, de las notas musicales, los sistemas numéricos, cualquier sistema de geometría o cualquier multiplicidad (Mannigfaltigkeit) en el sentido matemático. Todo dominio eidético debe considerarse como un orden de existencia autónomo (…) La variación libre de la imaginación prepara así el camino para una verdadera Metabasis eis allo genos.[38]

Ordenes de existencia

El aspecto más fundamental del mundo de la vida es, para Gurwitsch, el mundo perceptivo. En efecto, la realidad efectiva [Wirklichkeit] tiene como principio de relevancia constitutivo la espacio-temporalidad. Todo objeto mundano considerado en este sentido, i.e., todo objeto perceptivo es un objeto espacio-temporal. Existir –en esta esfera– quiere decir estar inserto en un momento específico del tiempo objetivo, y en un lugar determinado del espacio objetivo, i.e., existir al interior de un horizonte espacio-temporal. Siendo este el sentido primario de existencia, y el sentido en referencia (a pros hen)[39] al cual se dicen los otros, cabe intentar ilustrar la teoría de Gurwitsch mentando otros principios de relevancia constitutivos de órdenes de existencia diferentes al de la realidad primaria.

La validez [Geltung] sería el principio de relevancia específico de las proposiciones individuales al interior de las teorías entendidas como conjuntos de enunciados que guardan relaciones lógicas entre sí. Es decir, existir significa, para una proposición, ser válida, esto es, no entrar en contradicción con el resto de las proposiciones de una teoría como tal, seguirse de otras proposiciones, y que a su vez otras proposiciones se deriven de ella [40].

Entidades ficticias como Sherlock Holmes o Martin Fierro, en tanto y en cuanto no existen espacio-temporalmente pero pertenecen a, y están en relación con, los diversos habitantes de los mundos de las obras de ficción en que aparecieron originalmente, tienen a tales mundos imaginarios como sus propios ordenes de existencia.

Podríamos abundar mencionando la temporalidad subjetiva como el orden de existencia propio de los actos o noesis, los diversos sistemas numéricos como el orden de existencia propio de las entidades aritméticas, el orden biológico como el orden de existencia peculiar de los seres vivos, el dominio cuántico como el orden de existencia de los quarks, etc., etc.

Limitaciones del enfoque de Gurwitsch

Gurwitsch sugiere, así, una interpretación fenomenológica de la doctrina de la analogía del ser aristotélica, en donde los múltiples sentidos de ser se dicen en relación con un sentido fundamental de existir, i.e., la existencia intramundana, en directa relación con el mundo de la vida como su orden de existencia, pero permitiendo, adicionalmente, otros sentidos de ser o existir, i.e, otros ordenes de existencia. Estos incluyen –pero no se limitan a– la existencia eidética, orgánica, matemática, predicativa, ficticia, etc.

La doctrina de Gurwitsch se pretende una teoría objetiva acerca de las relaciones estructurales entre los objetos, sus propiedades y sus formas de existencia[41]. Antes afirmé que un sujeto puede experimentar equivocadamente la relación entre dos proposiciones “m1” y “m2”, creyendo que “m2” no deriva de “m1” cuando de hecho este sí es el caso. Sin embargo, este error cognitivo o epistémico no cancela, objetivamente, la inclusión de “m1” y “m2” en el mismo orden de existencia, precisamente porque objetivamente “m2” se deriva de “m1”. Ahora bien, en este caso, parecería quesubjetivamente el sujeto no experimenta una relación de relevancia entre “m1” y “m2”, mientras que objetivamente dicha relación sí se sostiene. Si la noción de orden de existencia es una ampliación de la noción de campo temático, esto parecería poner en riesgo toda la teoría de Aron Gurwitsch. O, en otras palabras: si el criterio para definir la noción de relevancia es meramente subjetivo y el sujeto se puede equivocar en su establecimiento, no se ve cómo la misma noción de relevancia podría servir para establecer el sentido de orden de existencia en términos objetivos.

La dificultad antedicha está estrechamente relacionada con la distinción un tanto vaga entre los sentidos psicológico y trascendental de relevancia en la filosofía de Gurwitsch, y al hecho de que el filósofo lituano no tematiza en absoluto la posibilidad del error a la hora de establecerrelaciones de relevancia entre varios contenidos. Las relaciones entre contenidos que en un momento determinado se le aparecen como relevantes a un sujeto, pueden, en un momento posterior, verse modificadas y pasar a considerarse como no relevantes. El propio giro trascendental de la filosofía husserliana podría interpretarse como una modificación de la relevancia de la doctrina del yo-trascendental para la fenomenología que ocurre al interior de su propio horizonte de consideraciones filosóficas. Por ejemplo, en la etapa de las Investigaciones Lógicas Husserl consideraba que la noción de yo-trascendental de Natorp no tenía ningún rol que cumplir en la fundamentación filosófica de la lógica, mientras que luego del giro trascendental, como queda claro en textos como sus Análisis sobre síntesis pasivas y activas, cambia rotundamente de parecer.

Gurwitsch considera cinco tipos de cambios contextuales: 1) ampliación, 2) contracción, 3) aclaración, 4) obscurecimiento, y 5) reemplazo contextual[42]. A mi entender, y si bien en cierto sentido pueden llegar a solaparse con 1) y 2), se deberían considerar dos tipos adicionales de cambio contextual: 6) complejización, en donde el “grado de complejidad” (el número de relaciones) entre un tema y su campo temático se ve enriquecida, y 7) simplificación, en donde el “grado de complejidad” entre un tema y su campo temático se ve empobrecido, aun cuando no se pierda del todo.

Este tipo de consideraciones adicionales, afirmo tentativamente, podrían servir como punto de partida para intentar resolver las limitaciones previamente establecidas en el enfoque de Aron Gurwitsch, y separar más limpiamente lo que es una consideración psicológica de lo que es una consideración ontológica en el dominio de las descripciones fenomenológicas. En efecto, 6) y 7) darían cuenta de que no necesariamente los ítems que aparecen juntos en un [tema]-[campo temático] lo hacen al interior de un orden de existencia.

No considero, sin embargo, que esta dificultad tenga consecuencias catastróficas para el proyecto de Gurwitsch. La metodología que propone para acceder y discutir la estructura objetiva de la realidad como un todo es, en sus rasgos fundamentales, fenomenológicamente viable, y aun cuando deba ser trabajada en sus detalles, espero haber mostrado que la misma es capaz de dar cuenta, fenomenológicamente, del sentido de la expresión aristotélica: tòón polachôs legetai.

Conclusión

La perspectiva que persigue Gurwitsch localiza el sentido primario de la realidad en el mundo de la vida, y más en particular, considera a los actos perceptivos el fundamento de la objetivación. Esto quiere decir que los órdenes de existencia como el orden ideal, los órdenes de la imaginación, etc., se fundamentan en el mundo de la vida entendido este orden de existencia como la realidad primaria. La existencia (considerada desde el punto de vista de la experiencia de existencia de tales o cuales objetividades u órdenes) puede predicarse por las relaciones que el tema traba con otros contenidos simultáneamente presentes en el campo de la conciencia con los que eltema se encuentra en relaciones de relevancia, relaciones fundadas en principios de relevancia que son, a su vez, el fundamento relacional del sentido fenomenológico de existencia, según la perspectiva gurwitscheana.

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Notas

[1]Cf. Marcelle, Daniel J. “Aron Gurwitsch’s Incipient Phenomenological Reduction: Another Way into Phenomenological Transcendental Philosophy from Psychology”, Phaenomenologica. (2010) [119-134].

[2]Hua XVIII, Inv. III. Las obras de Husserl se citan de acuerdo con las siglas usuales: “Hua” para Edmund Husserl, Gesammelte Werke-Husserliana, Dordrecht, Springer, 1950-2020.

[3]Quisiera agradecer al revisor por sus atentos comentarios y el esfuerzo que puso en señalar ambivalencias en la formulación de muchos de los puntos de este trabajo.

[4]Si bien en el habla corriente “tema” y “objeto” son equivalentes, se debe recordar la distinción que establecen Husserl y Twardowski entre el “contenido” y el “objeto” de un acto o, de forma similar aunque no idéntica, entre el “noema” y el “objeto”. Así, designamos como “tema” de una percepción de cosa el objeto intencionado, el objeto trascendente. Por ejemplo, en un acto perceptivo dirigido hacia un árbol, el árbol mismo es el tema de la percepción, esto es, el árbol trascendente, el árbol sujeto a las leyes físicas de la naturaleza. En la actitud natural no designamos como “tema” de la percepción al sentido del acto perceptivo, al sentido-árbol, i.e., al noema correlato de la percepción. En el contexto de una investigación fenomenológica, sin embargo, pasamos de ocuparnos de las cosas mismas a ocuparnos de los sentidos o los noemata. No nos ocupamos del árbol trascendente “tema” de nuestro acto perceptivo, sino del sentido-árbol, del árbol-noema así como se entrega en el acto perceptivo en cuestión, esto es, a través de tal escorzo, con tal horizonte interno, con tal horizonte externo. Si damos vueltas al árbol y mantenemos idéntico como nuestro “tema” al árbol, éste se entregará bajo diferentes perfiles, bajo diferentes escorzos. Esto es, bajo diferentes noemata. En el contexto de la reducción trascendental propia de la investigación fenomenológica husserliana, entonces, nuestro “tema” de investigación deja de ser el árbol “trascendente”, el árbol sometido a las leyes de la física, y pasa a ser el árbol-noema como sentido del acto perceptivo. De modo que no hay que confundir el sentido de la expresión “tema” en actitud natural, donde coincide con el objeto trascendente, y en la actitud trascendental, donde coincide con el sentido que sea el correlato del acto en cuestión. En lo que sigue, siempre que se use la expresión “tema” se la utilizará en su peculiar significación fenomenológica. Cf. CW II, p. 200. Citamos las obras de Gurwitsch, Aron de acuerdo a la sigla CW para The Collected Works of Aron Gurwitsch(1901-1973) publicados por Springer: Vol. I: Constitutive Phenomenology in Historical Perspective, Vol. II: Studies in Phenomenology and Psychology, Vol. III: The Field of Consciousness: Theme, Thematic Field, and Margin.

[5]Cf. Hua XVIII, Inv. v, §§ 17, 20, y 21 y Hua III, §96.

[6]Cf. CW I., p. 186.

[7]Cf. CW III., pp. 301-367.

[8]Para este tema puede consultarse Banega, Horacio, “Husserl’s Diagrams and Models of Immanent Temporality”, Quaestiones Disputatae 7, 2016, pp. 47-73.

[9]Para los conceptos de “dominio fenomenológico” o “esfera fenomenológica”, equivalentes en Gurwitsch, cf. CW II, p. 291 y CW I, p. 146-47. Brevemente, Gurwitsch considera esfera fenomenológica al conjunto de los temas potenciales para una concienciaen función trascendental, entendiendo tema en su sentido técnico en el contexto de la reducción trascendental, explicitado a muy grandes rasgos en la nota 3.

[10]La perspectiva que se persigue en este trabajo es especialmente deudora de la fenomenología de Gurwitsch, quien manteniéndose siempre fiel al espíritu de integridad y responsabilidad filosófica radical que creía encontrar en la persona y la obra de Husserl, y al espíritu y la orientación general de su fenomenología, estuvo también siempre dispuesto a distanciarse de sus teorías particulares si la naturaleza de los problemas o la lógica de la situación teórica así lo requería.

[11]Cf. CW III, pp. 139-145.

[12]Cf. Ideen I, § 71 y § 75.

[13]Gurwitsch, CW II, p. 20. En lo que sigue voy a utilizar “dominio”, “ontología material”, “esfera del ser”, “región” u “orden de existencia” como expresiones equivalentes. En cuanto a “objeto” se entiende aquí en su sentido más amplio y comprehensivo posible, incluyendo cualquier clase de cosa física, estado de cosas, evento, organismo, obra cultural, eidos o, en definitiva, cualquier ítem de experiencia, capaz de ser intencionado como una unidad de sentido. Cf. CW II, p. 130.

[14]Cf. CW III, p. 384-392.

[15]CW II, p. 131.

[16]Cf. CW III, parte VI, “Ontological Problems”, y CW III, pp. 139-145.

[17]Cf. CW II, apartado VI, “The problem of existence in constitutive phenomenology”, pp. 129-137.

[18]Husserl, Edmund, Erste Philosophie II, Den Haag, M. Nijhoff, 196, p. 149.

[19]Walton, Roberto, “On the Manifold Senses of Horizonedness. The Theories of E. Husserl and A. Gurwitsch”, Husserl Studies 19, 2003, pp. 1-24.

[20]Walton, Roberto, Intencionalidad y horizonticidad, Bogotá, Editorial Aula de Humanidades / Universidad de San Buenaventura Cali, Bogotá, 2015. 38.

[21]Considero a Roberto Walton el máximo exponente de la teoría de la horizonticidad de Husserl, en una obra que abarca decenas de publicaciones dedicadas a dicho tema. No es mi intención, por lo tanto, polemizar con las múltiples clarificaciones elaboradas por Walton, ofreciendo una lectura alternativa de la teoría de la horizonticidad husserliana; sino más bien clarificar la especificidad de la propuesta gurwitscheana frente a la teoría de la horizonticidad de Husserl, apoyándome, para la reconstrucción de ésta, en la prolífica y excelente obra de Walton.

[22]Cf. G. Berger, Recherches sur les Conditions de la Connaissance, Paris, Presses Universitaries de France, 1941, pp. 124 ss.

[23]Para una visión de conjunto sobre esta corriente metafísica puede consultarse Stubenberg, Leopold, “Neutral Monism”, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2018 Edition), Edward N. Zalta (ed.). En https://plato.stanford.edu/archives/fall2018/entries/neutral-monism/.

[24]Cf. Hua VI, 267. Para la relación entre Husserl y James, cf. Geniusas, Saulius, The Origins of the Horizon in Husserl’s Phenomenology. Contributions to Phenomenology, 67, Dordrecht, Springer, 2012, pp. 41-54.

[25]CW III., pp. 23-34.

[26]CW II. p. 369.

[27]Por supuesto, este ejemplo no es más que esquemático. Entre corchetes expresamos los contenidos del campo de la conciencia supuestos en alguna fase de la corriente de vivencias. Así, entre [contenido1, contenido2, contenido3] y [contenido1, contenido2, contenido4] la diferencia estaría dada por el [contenido3] presente en (1) pero ausente en (2) y [contenido4] presente en (2) y ausente en (1).

[28]Cf. Walton, Roberto, “On the Manifold Senses of Horizonedness. The Theories of E. Husserl and A. Gurwitsch”, Husserl Studies, 19, 2003, p. 4 “But the outer horizon encloses not only what is given in the background in perception, and hence is patent though non-thematic, but also the non-perceptual horizon that makes up the domain of latency, and intends the past and the future as well as coexistent absent things”.

[29]Gurwitsch es de la opinión de que bajo el epígrafe “atención” en realidad se esconden una serie de fenómenos que lejos de ser homogéneos deberían considerarse independientemente unos de otros. Sin embargo, y por razones de espacio, no podemos ni abordar la especificidad de la elaboración de los problemas de la atención por parte de Gurwitsch, ni compararlos con las descripciones que ofrece Husserl en múltiples secciones de su obra.

[30]Si bien también posee esta dimensión. Más en particular, Gurwitsch ofrece una crítica de lo que considera la “metáfora del foco de la atención” presente tanto en Husserl como en otros autores. En mi lectura, serían precisamente las limitaciones de dicha metáfora, junto con la incorrección de una teoría egológica del cogito, lo que impide que las perspectivas atencionales y ontológicas de la teoría fenomenológica confluyan en una teoría global en el caso de Husserl, y que en cambio sí es posible elaborar desde la perspectiva gurwitscheana. Lamentablemente, no puedo discutir todas las implicaciones de esta opinión en este escrito.

[31]Para una discusión de las múltiples interpretaciones del noema puede consultarse Drummond, J.J., HusserlianIntentionality and Non-Foundational Realism. Noema and Object, Springer, Netherlands, 1990. Sin embargo, y a pesar de ocuparse especialmente de la teoría noemática de Gurwitsch, el autor falla en reconocer la importancia fundamental del estrato de los caracteres contextuales para la fenomenología de Gurwitsch.

[32]Cf. CW II, p. 228. También CW III, p. 417-18.

[33]Entre otras razones, es precisamente por tales caracteres contextuales como un componente fundamental de la experiencia intencional que la teoría de la organización de Husserl no es adecuada para el dominio fenomenológico o mejor, diremos nosotros, para cualquierdominio fenomenológico. Cf. CW III, p. 75 y ss.

[34]CW III, p. 369.

[35]Ibid., p. 369-71. Es importante aclarar que la continuación indefinida de contexto dará lugar a diferentes órdenes de existencia en función del principio de relevancia en que se fundamente en cada caso.

[36]CW II, p. 396.

[37]CW III, p. 373.

[38]Ibid., p. 380.

[39]Aristóteles, Metafísica, IV, 2, 1003b16.

[40]Cf., CW III, p. 396.

[41]Cf. Schutz, Alfred, “On Multiple Realities,” Philosophy and Phenomenological Research, vol. 5, 1945, pp. 549 y ss, quien desarrolla una teoría comparable pero desde la perspectiva de la actitud natural.

[42]CW II, pp. 241-276.

Recibido: 01 de Marzo de 2021; Aprobado: 01 de Julio de 2021

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Sobre el autor

Emiliano Sesarego Acosta es Profesor de Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Profesor de "Introducción a la Lógica y la Programación" en la Universidad Nacional de Quilmes. Actualmente se encuentra cursando el Doctorado en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires.

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