Wilder Andres Villamil Parra describe para SIIC su artículo editado en Revista de Nefrología, Diálisis y Trasplante 38(1):28-34, febrero 2018

Bogotá, Colombia (especial para SIIC)
Bien se sabe que la práctica de hábitos poco saludables compromete la integridad de cualquier persona, limitando el desarrollo normal de la función muscular cardíaca y esquelética. En el paciente renal, la inactividad física, y la mala alimentación, entre otros malos hábitos de vida, inciden en el aumento de la incidencia y prevalencia de alteraciones cardiovasculares y metabólicas que ponen en riesgo su vida. Condiciones como la diabetes, la hipertensión arterial y la obesidad en pacientes con alteraciones renales aumentan en un 50 a 60% el riesgo de muerte. De acuerdo con el Fondo Colombiano de Enfermedades de Alto Costo para el año 2013, 2 579 739 pacientes presentaron alguna alteración precursora de enfermedad renal crónica (hipertensión arterial 5.53%; diabetes 1.44%), de los cuales 975 479 se encuentran diagnosticados con algún estadio de esta enfermedad, y 658 pacientes por millón de habitantes se encontraban bajo terapia de reemplazo renal. Sin embargo, se considera que por las características progresivas y silenciosas de esta enfermedad, en los próximos años estas cifras aumentarán conforme a las cifras de muertes por mortalidad cardiovascular asociada a inactividad física y malos hábitos de vida en general.

En el paciente renal, los cambios vasculares generan desequilibrios hidrostáticos precursores de inflamación, asociados a exceso de angiotensina 2, una alteración de las funciones metabólicas por el aumento de la resistencia al factor de crecimiento símil insulina 1 (IGF-1 por su sigla en inglés) y del sistema proteolítico ubiquitina-proteasoma.

Experimentos in vivo han demostrado que el ejercicio físico en pacientes renales, tiene un efecto favorable no solamente para el retraso de las secuelas cardiovasculares por el síndrome cardiorrenal, sino que los beneficios traspasan y contrarrestan el catabolismo muscular atacando la disminución de adipocinas musculares y mejorando la síntesis de la glucosa para una mayor producción de energía. Por lo tanto se considera que el ejercicio terapéutico es un método eficaz para el manejo del paciente renal en términos de costo y mejora de comorbilidades, dado que disminuye el sedentarismo y contrarresta el riesgo cardiovascular, la fatiga, la atrofia muscular y la pérdida de la densidad ósea.

Sin embargo, y pese al conocimiento de los múltiples beneficios de la actividad física en este tipo de pacientes, se conoce que solo 17 de cada 100 personas con falla renal realizan actividad física según las directrices de El Colegio Americano de Medicina Deportiva, cumpliendo con más de 150 minutos de actividad física moderada a la semana, por lo cual alrededor del 80% de pacientes renales que requieren terapia de reemplazo renal no logran los niveles de actividad física recomendados agudizando su condición de salud.

Desde esta perspectiva es fundamental promover dentro del tratamiento holístico y convencional del paciente con alteraciones renales la práctica de actividad física y/o ejercicio físico, al igual que la promoción de hábitos de vida saludable. Sin embargo para esto es necesario conocer la realidad propia de las personas con falla renal en relación a estas condiciones, por lo cual el objetivo de este estudio fue efectuar un diagnóstico de nivel de actividad física y del estilo de vida de pacientes con falla renal en 81 personas con diagnóstico médico de falla renal que se encontraran bajo Diálisis Peritoneal. Se encontró que el 71% de la población de este estudio presenta un nivel de actividad física bajo, con menos de 600 mets/min/sem o de 3 días de actividad física mayor o igual a 20 minutos. El 11.1% presenta un nivel de actividad física moderada cumpliendo más de 600 mets/min/sem o 3 días de actividad física moderada por más de 20 min. y solo el 1,2% de la población presenta un nivel de actividad física alta logrando más de 1 500 mets/min/sem. Las personas con falla renal por su patología de base o por su condición de salud tienen un nivel de actividad física bajo, lo cual aumenta el riesgo de comorbilidades de tipo cardiacas, metabólicas y osteomusculares asociadas a un estilo de vida "regular", con un promedio de 57 296 puntos en el Fantastic Test.