Francisco Arias describe para SIIC su artículo editado en Salud Mental 40(6):257-270, noviembre 2017

Madrid, España (especial para SIIC)
Este estudio procede de una valoración transversal de sujetos en tratamiento en la red de atención al drogodependiente y la red de salud mental de la Comunidad de Madrid, donde se implicaron un elevado número de profesionales y de centros y se incluyeron 837 pacientes de ambas redes, lo que constituye posiblemente una de las mayores muestras de pacientes en nuestro medio en la que se ha estudiado la epidemiología de los trastornos duales. Se realizó un protocolo estandarizado y una formación de los profesionales investigadores para la aplicación de dicho protocolo. Se utilizó la entrevista semiestructurada MINI para los diagnósticos psiquiátricos y para valorar el riesgo de suicidio, y la encuesta Personality Disorder Questionnaire para valorar los distintos trastornos de personalidad, con la escala autoaplicada y la escala de significación clínica que corrige la tendencia a sobrediagnosticar de las escalas de personalidad autoaplicadas. Existen diversas publicaciones con los resultados más relevantes del estudio. Asimismo, hay una elevada prevalencia de enfermedad dual entre sujetos adictos en tratamiento. Los trastornos más frecuentes son los trastornos afectivos y los de ansiedad, aunque también hay que destacar los trastornos de personalidad. Existe interés por sí se presentan ciertas relaciones entre los distintos trastornos mentales y los trastornos adictivos que ayuden a orientaciones etiológicas y, a su vez, a distintas aproximaciones terapéuticas. Nuestros datos señalan que las adicciones más asociadas con la presencia de comorbilidad en el eje I son la dependencia de alcohol y la de cannabis. Uno de los datos más relevantes es el incremento del riesgo de suicidio en los sujetos duales, cuando se comparaban con adictos no duales o pacientes con trastornos mentales sin trastornos adictivos. Otro dato relevante es señalar distintas relaciones entre los trastornos adictivos y los trastornos mentales; así, los adictos a los opiáceos eran los que menos prevalencia de trastornos mentales tenían, posiblemente por su larga trayectoria en los centros y por mantenerse estables en los programas de tratamiento con metadona. Los adictos a la cocaína se asociaban, principalmente, con ciertos trastornos de personalidad. Los adictos al alcohol eran los más relacionados con otros trastornos afectivos y de ansiedad. Los adictos al cannabis se asociaban con inicio más precoz de la psicosis y de otros trastornos de ansiedad. De cualquier forma, los sujetos adictos en tratamiento, con frecuencia presentan patrones de policonsumo, por lo que es difícil extraer conclusiones sobre una adicción en concreto y lleva a plantear el análisis de las relaciones entre distintas adicciones respecto de su vinculación con otros trastornos mentales, incluidos los trastornos de personalidad. La presencia concomitante de adicción a la cocaína y al alcohol resulta en mayor presencia de comorbilidad psiquiátrica, aunque no hay un patrón característico de trastornos en el eje I. Posiblemente, las principales diferencias se dan en la prevalencia de los trastornos de personalidad, los más frecuentes de los cuales de los grupos de adictos al alcohol y cocaína son algunos subtipos de trastornos de personalidad, tanto del cluster A, B como del grupo C. Quizás ciertos tipos de personalidad son factores de mayor vulnerabilidad para la aparición de este tipo de policonsumos. Así, la presencia concomitante de la adicción al alcohol y la cocaína indica sujetos de mayor gravedad psicopatológica y, posiblemente, presenten peor evolución, por lo que podrían requerir una intervención más intensiva y centrarse más en la psicopatología comórbida. Además, el patrón de policonsumo se presenta más frecuentemente en sujetos con peor situación sociofamiliar, lo que, igualmente, va a favorecer el peor pronóstico. No hay que olvidar las limitaciones del estudio, aunque se han incluido adictos al alcohol y la cocaína, muchos tenían otras adicciones añadidas, lo que complicaba aún más el cuadro clínico. Además, los diagnósticos eran realizados por entrevista clínica, aunque había controles toxicológicos habituales en los centros de tratamiento. También hay que destacar la dificultad en realizar el diagnóstico de los trastornos mentales comórbidos en sujetos adictos, dado que el consumo y la abstinencia modifica la presentación clínica de estos cuadros. Los resultados provienen de sujetos en tratamiento en las redes de salud mental o de adicciones en nuestro medio, por lo que pueden no ser extrapolables a los adictos sin tratamiento o a los adictos en tratamiento en atención primaria o en otros recursos sociales o sanitarios.