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Fenómenos como la globalización y las migraciones han favorecido la creciente diversidad cultural en las sociedades. Esta situación puede convertirse en una barrera importante para la prestación de una atención eficaz,1 en particular por la falta de conocimientos y habilidades del personal de enfermería sobre cómo tratar eficazmente a pacientes de diferentes culturas, lo cual puede perjudicar su relación con ellos y generar desigualdades en la prestación de cuidados. En consecuencia, la competencia cultural se ha convertido en una demanda internacional, situación que ha motivado a los académicos a definirla como concepto y a generar modelos que describan los atributos de los individuos culturalmente competentes.2
En este sentido, la competencia cultural puede reconocerse como un concepto relativamente nuevo en el ámbito académico de enfermería. Sin embargo, desde sus inicios en 1989, importantes avances en el campo de la enfermería demuestran el crecimiento de este fenómeno en la literatura publicada, reconociéndose a Leininger, Purnell, Paulanka y Spector, entre otros, como los autores que más aportes han realizado al respecto.3
Hay términos o conceptos en uso, como cuidado de enfermería étnico, cuidado cultural, congruencia cultural o cuidado culturalmente congruente, todos estos considerados desde el punto de vista conceptual como sinónimo de competencia cultural.4 En otras palabras, la cantidad de denominaciones que se le dan al concepto deja en evidencia que todavía existen muchas ambigüedades en torno de este.1
La comunidad enfermera señala que existen desafíos al momento de brindar una atención culturalmente competente, como lo son la diversidad en las poblaciones de pacientes, la falta de recursos y los prejuicios y sesgos frente a las culturas.5
Por lo tanto, es indispensable no solo distinguir el uso de este concepto desde la enfermería, sino también identificar los atributos del concepto de competencia cultural, teniendo en cuenta que esta se ve afectada por el contexto económico, político, social, histórico y cultural inmediato.1 Además, es un proceso dinámico, no lineal, que nunca termina y que se expande constantemente mediante el aumento en el desarrollo de conocimientos y habilidades relacionados con sus atributos.4
Se utilizó la metodología propuesta por Walker y Avant,6 en la que se examina la selección del concepto, el objetivo o propósito del análisis, los usos y significados en diccionarios y en literatura, los conceptos relacionados, los atributos, una propuesta del concepto, casos ilustrativos (modelo y contrario), antecedentes, consecuencias e indicadores empíricos. La búsqueda se realizó en las siguientes bases de datos electrónicas: Lilacs/Bireme, PubMed/Medline, Embase y Base de Datos en Enfermería (BDENF). Se combinaron los siguientes términos MeSH/Emtree: “Cultural Competency”, “Culturally Competent Care” y “Nursing”, empleando como operadores de búsqueda AND y OR. De igual manera, se revisaron las definiciones del significado de la palabra “competencia” en español en los diccionarios de la Real Academia Española y en el diccionario de Oxford.
La integración de la información proveniente de la revisión de la literatura se hizo mediante los ocho pasos propuestos para el análisis de concepto de Walker y Avant6 mencionado anteriormente.
Resultados
La selección del concepto de competencia cultural radica en la importancia que tiene para la disciplina de enfermería, toda vez que se requiere que los profesionales identifiquen las particularidades culturales al momento de brindar cuidados a la persona, la familia y las colectividades con el fin de que dichos cuidados sean integrales y ajustados a la cultura.
Dado que el objetivo del presente análisis es identificar los atributos del concepto de competencia cultural desde la disciplina de enfermería, en la Tabla 1 se muestra el significado y los usos del concepto de manera conjunta.
El diccionario de la Real Academia Española10 define la competencia como pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado. Por su parte, el Oxford Living Dictionaries en español11 la define como la capacidad para el desarrollo de algo.
En términos de Leininger y McFarland,12 la cultura es concebida como el conjunto de creencias, valores y modos de vida de un grupo particular que son aprendidas y compartidas, por lo general transmitidas de forma intergeneracional, y que influyen en las formas de pensamiento y acción. Dicha definición permite comprender la dimensión holística de una cultura, elemento de suma importancia si se tiene en cuenta que esta da forma a la manera en que la persona vive la salud y la enfermedad.13
Entre tanto, Leininger y McFarland12 afirman que los cuidados por parte de enfermeros competentes con la cultura se refieren al uso explícito de cuidados y de conocimiento sanitario basado en la cultura de forma sensible, creativa y significativa que se adapte a formas de vida y necesidades generales de individuos o grupos para el bienestar, la salud beneficiosa y satisfactoria para afrontar la enfermedad, las discapacidades o la muerte.
Por su parte, Purnell14 conceptualiza la competencia cultural como la adaptación del cuidado de salud de manera congruente con la cultura del cliente y, por consiguiente, es un proceso consciente y no lineal. Asimismo, indica que es la adaptación de la atención de una manera que sea congruente con la cultura del cliente.
La competencia cultural es uno de los principales conceptos en el modelo de Spector,15,16 quien afirma que este constructo se logra cuando, dentro de los cuidados prestados, se comprende y se brinda atención a la totalidad del contexto de la situación del paciente, lo que se relaciona con una compleja combinación de conocimiento, actitudes y habilidades.
Otros autores han analizado el concepto en mención y han realizado propuestas a partir de hallazgos relevantes en la literatura disponible. Tal es el caso de Sharifi y colaboradores,1 para quienes la competencia cultural es un proceso dinámico y evolutivo de adquirir la capacidad de brindar atención segura y de calidad a personas de diferentes culturas. En esta misma línea, Henderson y colegas7 expresan que la competencia cultural consiste en usar el entendimiento propio para respetar y adaptar la atención médica de tal forma que sea equitativa y ética, después de tomar conciencia de uno mismo y de los demás en una diversidad cultural. Por su parte, Burchum4 propone que la competencia cultural puede comprenderse como un proceso dinámico, no lineal, que nunca termina y que se expande, el cual se basa en el desarrollo de conocimientos y habilidades relacionados con sus atributos.
Conclusión
La competencia cultural es un proceso dinámico, que requiere la articulación de conocimientos y habilidades orientados a la oferta de cuidados integrales sustentados en el respeto y la comprensión de las características culturales de la persona. Asimismo, se pudo identificar la sensibilidad como otro atributo crítico que debe estar presente para que lograr la competencia cultural. Se puede afirmar que, para que los profesionales de enfermería integren la competencia cultural en el proceso de atención, se hace necesario contar con el apoyo de las instituciones sanitarias y de los tomadores de decisiones, de manera que cuenten con estrategias enfocadas a adquirir conocimientos para comprender las diferentes culturas.
