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InVet

versión On-line ISSN 1668-3498

InVet v.11 n.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jun. 2009

 

ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN

Riesgos de trabajo en veterinarios del centro-oeste de la provincia de Santa Fe, Argentina

Tarabla, H.D.1

1INTA EEA Rafaela y UNL FCV, Ruta 34 km 227, 2300 Rafaela, Santa Fe. Correo electrónico: htarabla@rafaela.inta.gov.ar
Presentado en las 5º Jornadas Internacionales de Veterinaria Práctica, Mar del Plata, Buenos Aires, 2007.

Recibido: 12/08/09
Aceptado: 02/12/09

Resumen

Se estimaron las frecuencias de accidentes ocupacionales y zoonosis, incapacidad laboral y uso de elementos de protección mediante encuestas telefónicas con cuestionario estructurado en 94 Veterinarios del centro-oeste santafesino. El 75,5% sufrió accidentes laborales en el año previo, y sólo el 7,4% no había tenido al menos uno a lo largo de su trayectoria profesional. Las lesiones más frecuentes fueron punzaduras, contusiones, hematomas, escoriaciones y heridas cortantes causadas por animales, agujas y tránsito vehicular. El 39,4% tuvo accidentes in itinere, la mayoría por tránsito vehicular. El 55,3% requirió atención médica y un tercio sufrió pérdidas de días de trabajo, con un promedio de 25,2±29,6 días por profesional accidentado. En los 12 meses previos a la encuesta se produjeron dos casos de brucelosis (2,9%), mientras que el 28,7% manifestó padecer o haber padecido alguna zoonosis en algún momento de su trayectoria profesional, siendo la brucelosis la más frecuente. El uso de elementos de protección fue claramente insuficiente. Aunque el 53,2% padecía alguna patología atribuible al ejercicio profesional, el 74,5 % manifestó no haber recibido capacitación alguna sobre peligros ocupacionales. La necesidad de capacitación específica en este área aparece como primordial para minimizar los riesgos.

Palabras clave: Veterinarios; Riesgos ocupacionales; Accidentes; Zoonosis.

Occupational risks in veterinarans from the central-west area of Santa Fe province, Argentina

Summary

The frequency of occupational accidents, zoonosis, lost of work days, and protective practices were estimated by means of telephone interviews using a structured questionnaire on 94 Veterinarians from Central-West Santa Fe Province. Seventy six percent suffered occupational accidents on the previous year, while only 7,4% did not have a single accident throughout their careers. Most frequent lesions were punctures, concussions, haematomas, abrasions, and cutting injuries caused by animals, needles and traffic. Thirty nine percent suffered accidents in itinere, mostly due to traffic. Fifty five percent required medical assistance, and one third suffered lost of work days, with a mean of 25,2±29,6 days. Two cases of brucellosis (2,9%) developed on the 12 months prior to the survey, while 28,7% suffered from zoonotic diseases any time throughout their careers, mainly brucellosis. Usage of protective elements was clearly insufficient. Although 53,2% suffered illnesses due to their profession, 74,5 % had never had any training on occupational hazards. The need of specific training on this area seems unavoidable.

Key words: Veterinarians; Occupational risks; Accidents; Zoonosis.

Introducción

El ejercicio de la Medicina Veterinaria presenta peligros ocupacionales relacionados con agentes físicos, biológicos y químicos5, 10, 11, 12, 13, 15, 16, 25, 26. Sin embargo, existen escasos trabajos publicados en Latinoamérica que hayan cuantificado los riesgos laborales en el ejercicio de la Veterinaria. En profesionales de Argentina, el riesgo de lesiones está relacionado mayoritariamente con el trabajo con grandes animales y el tránsito con vehículos en medios rurales2. Además, esta profesión es una actividad asociada a un mayor riesgo de enfermedades zoonóticas por contacto directo con animales, sus secreciones, excreciones, productos, o subproductos1, 9. Por otra parte, aunque los estudiantes de esta carrera puedan constituirse en una población bajo mayor riesgo ocupacional6, 7, 21, 22, 23, hasta hace poco tiempo en las carreras de grado no existía una enseñanza metódica de la seguridad e higiene laboral3, 4.
Los objetivos de este trabajo fueron estimar: a) la frecuencia de profesionales Veterinarios que han sufrido accidentes ocupacionales y zoonosis en el centro-oeste santafesino, b) la frecuencia y duración de la incapacidad laboral y c) la frecuencia de uso de elementos de protección.

Materiales y métodos

En mayo y junio de 2007 se efectuó un estudio transversal en los Departamentos Castellanos y Las Colonias de la Provincia de Santa Fe. La unidad de interés fue el Veterinario y la población objetivo el total de Veterinario matriculados residentes en ambos departamentos. Para el cálculo del tamaño muestral (n) se tomó una frecuencia estimada del 25% (en concordancia con lo publicado en estudios previos2), un error absoluto del 5% y un nivel de confianza del 80%, ajustándolo por el tamaño de la población (N= 409). De esta manera se estimó un n= 95, pero previendo posibles pérdidas de unidades muestrales se elevó ese número a 100. El diseño del muestreo fue aleatorio simple y los datos fueron recogidos en encuestas efectuadas en entrevistas telefónicas con cuestionarios estructurados. La identidad, dirección y teléfono del entrevistado no fue incluido en el cuestionario, que estuvo dividido en tres secciones: a) características del entrevistado, b) cuantificación y caracterización de los accidentes y zoonosis, y c) medidas de protección adoptadas.
Caso se definió como un encuestado que haya sufrido un accidente laboral o una zoonosis. En base a información adicional solicitada al entrevistado (presencia/ ausencia de zoonosis 12 meses previos a la encuesta), se estimó la incidencia acumulada (tasa de riesgo), siendo el numerador los nuevos casos producidos dentro de los 12 meses previos a la encuesta y el denominador la población en riesgo en ese período. Para el caso de las zoonosis, se restaron del denominador los encuestados que habían sufrido esa enfermedad en particular (Ej. brucelosis) con anterioridad al período de interés. Se efectuó el cálculo de la tasa bruta y la específica por cada elemento involucrado y por el campo profesional en que ocurrió el accidente (grandes animales, pequeños, otras actividades). Dado que un encuestado pudo tener accidentes con más de un elemento, la suma de tasas específicas no necesariamente equivalió a la tasa bruta. Las frecuencias de accidentes y de zoonosis fueron calculadas en forma independiente una de otra. Los accidentes fueron calificados como leves, moderados o graves de acuerdo a la opinión del entrevistado, variando la población en riesgo de acuerdo al número de entrevistados que efectivamente realizaban cada actividad. Se definió accidente in itinere ("en el camino") al ocurrido a un entrevistado durante el desplazamiento desde su domicilio al lugar de trabajo y viceversa. La frecuencia de uso de elementos de protección se cuantificó mediante una escala ordinal (nunca/ a veces/ siempre). El análisis estadístico inferencial incluyó las pruebas de ÷2 y t de Student.

Resultados

Seis de los 100 entrevistados no ejercían actividades en el área Veterinaria, por lo que se completaron sólo 94 encuestas. Ocho de los entrevistados eran mujeres y 86 hombres. En promedio tenían 42,9±9,7 años de edad, habían desarrollado su actividad profesional a lo largo de 17,4±10,1 años y trabajaban 8,9±2,2 horas diarias. El 35,1% compartía su práctica con uno o más colegas. Por su parte, la actividad consistía en clínica de grandes animales (73,4%), de pequeños animales (7,4%), ambas (9,6%), y otras (9,6%).
La tasa bruta de Veterinarios que sufrieron accidentes ocupacionales durante el último año de trabajo fue del 75,5%, mientras que la de accidentes graves alcanzó el 6,4%, todos ellos ocurridos en la práctica de la profesión con grandes animales. La tasa específica por tipo de actividad en la que sufrió un accidente en este período fue: grandes animales 83,1%, pequeños 62,5%, otras actividades 22,2%. Las tasas específicas por elemento involucrado indicaron la mayor frecuencia relativa de accidentes con animales y agujas hipodérmicas. Los accidentes in itinere en los 12 meses previos a la encuesta fueron todos por tránsito vehicular (Gráfico 1).


Gráfico 1. Incidencia acumulada específica por elemento involucrado (%) de Veterinarios que sufrieron accidentes en los 12 meses previos a la encuesta, Departamentos Castellanos y Las Colonias, Santa Fe, 2007.

El 92,4% de los que practicaban la profesión en grandes animales manifestó que los lugares más frecuentes para la ocurrencia de accidentes eran la manga y el toril, siguiendo en orden decreciente los corrales, el tambo y el potro. Por su parte, 12 de los 16 profesionales que ejercían la clínica de pequeños animales señalaron que el consultorio era el lugar más frecuente.
Sólo el 7,4% de los entrevistados manifestó no haber tenido al menos un accidente ocupacional a lo largo de la trayectoria profesional. Todos ellos ejercían su profesión fuera del ámbito de la práctica clínica. La frecuencia de encuestados clasificados de acuerdo a las lesiones sufridas fueron: punzaduras (n=60), contusiones, hematomas y/o escoriaciones (n= 57), heridas cortantes (n=39), fracturas (costillas n=3, cúbito y/o radio n=2, metacarpianos n=2. tobillo n=1, muñeca n=1, roturas de ligamentos (supraespinoso n=2, tobillo n=1), esguinces (tobillo n=2), luxaciones (hombro n=2), pérdida o daño en una pieza dentaria (n=2), osteítis (tibia n=1), fisura (cadera n=1), tendinitis (n=1) y pérdida de falange (n=1). Las acciones más frecuentemente involucradas en estos casos fueron las patadas (en cara, cabeza, pecho o miembros), los cabezazos y/o cornadas, los aprisionamientos y atropellamientos por animales, la manipulación de agujas hipodérmicas y/o de sutura y el tránsito vehicular (Tabla 1). En siete ocasiones se registraron autoinoculaciones, incluyendo sustancias como: derivado proteico purificado (PPD) de Mycobacterium bovis (n=2), Brucella abortus cepa 19 (n=2), vacuna antiaftosa (n=2) y xilacina (n=1). En el primer caso se registraron reacciones locales que duraron hasta 20 días post-inoculación.


Tabla 1. Frecuencia de Veterinarios que sufrieron accidentes a lo largo de la trayectoria profesional, Departamentos Castellanos y Las Colonias, Santa Fe, 2007.

El 39,4% (n= 37) manifestó haber tenido accidentes in itinere durante el ejercicio de sus tareas profesionales, siendo la gran mayoría accidentes de tránsito (n= 36). La única excepción fue un incidente con picaduras de abejas, reacción sistémica, hipovolemia y subsecuente internación hospitalaria. No hubo diferencias significativas en referencia al número de horas de trabajo diario, el sexo, ni el tipo de actividad.
El 20,2% de los entrevistados había sufrido algún accidente ocupacional grave a lo largo de su trayectoria profesional. En el momento de ser encuestados, ellos eran mayores (p= 0,0483) y se habían graduado hacía más tiempo (p= 0,0104) que quienes no los habían padecido. Al respecto, no hubo diferencias significativas en referencia al número de horas de trabajo diario (9,4 vs. 8,7 horas), sexo, ni el tipo de actividad. Los accidentes graves más frecuentes fueron los traumatismos, incluyendo luxaciones y fracturas resultantes de patadas, aprisionamientos y atropellamientos por animales o como consecuencias de inconvenientes en el tránsito vehicular. Sobre un total de catorce accidentes ocurridos con vacuna antibrucélica (roturas de frascos o jeringas, aerosol en los ojos o autoinoculación con agujas hipodérmicas), sólo dos entrevistados catalogaron ese incidente como grave.
El 55,3% de los profesionales requirió atención médica en algún momento de su trayectoria debido a accidentes laborales, aunque en algunos casos manifestaron haberse automedicado. Tres casos requirieron hospitalización, dos asociados con el trabajo con animales y uno con el tránsito vehicular. El 5,3% tuvo reacciones alérgicas durante su labor profesional, una de ellas de carácter grave. Un tercio sufrió pérdidas de días de trabajo debido a accidentes laborales, con un promedio de 25,2±29,6 días por profesional accidentado, aunque se registraron casos que continuaron con su trabajo diario aún estando lesionados. En la práctica de pequeños animales, los eventos más frecuentes fueron las mordeduras de perros y gatos y las punzaduras con agujas hipodérmicas, no habiéndose registrado accidentes calificados como graves. Sin embargo, en tres ocasiones estos profesionales debieron recibir atención médica (mordedura, cabezazo con compromiso de piezas dentarias, y tránsito urbano).
En los 12 meses previos a la encuesta se produjeron dos casos de brucelosis, con una incidencia acumulada para ese período del 2,9% (2/69). Por otra parte, el 28,7% manifestó padecer o haber padecido alguna zoonosis en algún momento de su trayectoria profesional (brucelosis 23,4%, brucelosis y toxoplasmosis 2,1%, leptospirosis 1,1%, carbunclo 1,1% y tuberculosis 1,1%). La mayoría de los casos de esta enfermedad cursaron con manifestaciones agudas, mientras que el de carbunclo cursó con lesiones en piel. Por su parte, el caso de leptospirosis y el de tuberculosis fueron de particular gravedad. El primero implicó una internación de 20 días, 10 de ellos en terapia intensiva y 4 con diálisis, y el segundo una pleuritis aguda causada por Mycobacterium avium, con 10 días de internación, incluyendo también terapia intensiva. Por último, en tres entrevistados se registraron presuntos casos de zoonosis sin confirmación diagnóstica (leptospirosis, psitacosis y triquinosis). Todos quienes padecían o padecieron una zoonosis eran del sexo masculino y ejercían la práctica clínica en grandes animales.
Alrededor de dos tercios (n= 48) de quienes estaban en contacto con grandes animales se efectuaban regularmente controles serológicos para brucelosis. Treinta de ellos lo hacían al menos una vez al año y el resto cada dos años. El 63,8% se consideraba protegido contra tétanos por vacunaciones recientes. La mayoría (62,8%) consumía chacinados caseros, aunque sólo uno confirmó que le efectuaba análisis para triquinosis a los cerdos previo a su faena. El resto lo hacía de establecimientos en los cuales conocían sus condiciones de manejo.
Ante la pregunta si se consideraba una persona tranquila en el manejo y trato con los animales, la mayoría (73/84) contestó "siempre". El 42,9% de los profesionales que hacían tactos rectales utilizaba delantal u otro atuendo impermeable sobre su ropa de trabajo. Por otra parte, el 55,8% de quienes trabajaban en podología bovina (n=52) usaba amoladora, aunque ninguno utilizaba tapones auriculares. El uso de guantes estuvo reservado mayormente para los trabajos de tacto rectal y necropsias, mientras que el uso de máscaras o anteojos protectores fue escaso. Por último, el uso del cinturón de seguridad y la luz baja durante la circulación diurna fue sensiblemente mayor en rutas (Tabla 2).


Tabla 2. Frecuencia de uso de elementos de protección en actividades laborales, Departamentos Castellanos y Las Colonias, Santa Fe, 2007.

El 53,2% de los entrevistados padecía alguna patología atribuible al ejercicio profesional (columna 31,9%, articulaciones 20%, otras 1,3%), destacándose los problemas lumbares (24,5%) y de hombro (9,6%). Sin embargo, el 74,5 % manifestaron no haber recibido capacitación alguna sobre riesgos ocupacionales. De los restantes, 13 habían concurrido a charlas en la FCV, UNL, mientras que sólo nueve habían concurrido a cursos específicos, organizados en su mayoría por aseguradoras de riesgo de trabajo. En promedio, la capacitación se había efectuado hacía 3,3±2,5 años (mínimo 1, máximo 10 años).

Discusión

En coincidencia con otros autores2 los traumatismos y las zoonosis aparecen como los mayores riesgos laborales en Veterinarios de la región bajo estudio. Aunque la mayor parte de los accidentes registrados en este trabajo fueron calificados como leves, la frecuencia de eventos graves no puede ser minimizada. La calificación los accidentes de acuerdo a la percepción individual sobre su gravedad es ciertamente relativa, dado que los Veterinarios tienen una tendencia a tratarse a si mismos, incluso cuando sufren lesiones severas12 y a continuar trabajando aún lesionado26. La frecuencia de entrevistados que hayan sufrido accidentes a lo largo de su vida profesional puede haber sido subestimada debido a sesgo de memoria, dado que es más probable que se recuerden los accidentes serios que los eventos de menor importancia. Por otra parte, también existe la posibilidad de sesgo de respuesta, dado que quienes sufrieron lesiones pueden haber estado más interesados en el estudio y con mayor interés responder el cuestionario.
La proporción de profesionales que sufrieron pérdidas de días de trabajo y el promedio de días de ausencia laboral fue sensiblemente superior a la publicada previamente en Argentina2. Esto puede estar relacionado con la distinta composición de la muestra estudiada con respecto al tipo de actividad, dado que en el presente estudio había una proporción mayor de clínicos de grandes animales. En concordancia con lo publicado por otros autores15, 16, entre estos últimos los accidentes más frecuentes durante el trabajo profesional estuvieron asociados a punzaduras con agujas, y a patadas y aprisionamientos por animales, mientras que en pequeños animales lo hicieron con punzaduras y mordeduras. La localización anatómica de las lesiones fue similar a lo publicado por otros autores12, 26. Por su parte, los accidentes de tránsito in itinere también ocuparon un lugar relevante, con una frecuencia mayor a la comunicada en otros países26. Esto es un hecho recurrente entre los profesionales veterinarios en Argentina y ya había sido comunicado hace dos décadas2. Prácticamente cuatro de cada 10 entrevistados padeció accidentes de tránsito durante el ejercicio de sus tareas profesionales, cifra marcadamente superior a la notificado para el total del sector agropecuario20.
Aunque la actividad ganadera es una de las tareas que genera mayores riesgos de trabajo en la República Argentina, las enfermedades profesionales constituyen sólo el 1% de los casos de siniestros notificados20. La alta frecuencia de zoonosis registrada en este trabajo podría reflejar simultáneamente que los profesionales veterinarios constituyen una población bajo mayor riesgo que los trabajadores rurales en general y/o posibles subregistros entre estos últimos. Por otra parte, la frecuencia hallada pudo haber sido inferior a la real, dado que no todos los entrevistados se efectuaban análisis regularmente ni para todas las posibles zoonosis. En concordancia con lo publicado por otros autores en Argentina, las brucelosis fue la zoonosis más frecuente 9, 19. Sin embargo, el uso de elementos de protección fue escaso. Varios factores pueden concurrir para que sólo la mitad de los encuestados siempre usen guantes durante la atención de todo el proceso de parto. Entre ellos se pueden mencionar: a) que quienes iniciaban el trabajo con guantes pero no se los cambiaban al romperse fueron incluidos en la categoría "a veces", b) que no hayan percibido la actividad como de alto riesgo para su salud, c) que una alta proporción de encuestados trabajen en rodeos bovinos considerados libres de brucelosis en el momento de realizarse la encuesta y/o d) negligencia. No obstante, no hay demasiadas razones fuera de la imprudencia que puedan explicar porqué, por ejemplo, los guantes no sean siempre utilizados por todos los profesionales durante la realización de cirugías y necropsias. Similares observaciones se pueden hacer con respecto a la muy baja frecuencia de uso de protectores oculares.
La proporción de entrevistados involucrados en accidentes con vacuna antibrucélica fue ciertamente preocupante, coincidiendo con las observaciones efectuadas por otros autores9, 24 sobre las infecciones por autoinoculación con Brucella abortus Cepa 19 en Argentina. La presencia de reacciones irritativas locales luego de la autoinoculación con PPD ya ha sido comunicada previamente por otros autores26. Es interesante notar la baja gravedad atribuida a los accidentes ocurridos con vacuna antibrucélica con cepa 19 por parte de los entrevistados. Una hipótesis es que la percepción como riesgo para la salud de éste y otros eventos perjudiciales sea también baja. Muchos de los riesgos para la salud tienen su origen en el comportamiento individual y como consecuencia es el propio individuo quien debe ocuparse de prevenirlos18. Sin embargo, estos riesgos son percibidos e interpretados por lo general de modo muy diferente por los distintos estamentos que integran la sociedad. La noción de riesgo no significa lo mismo para todos los grupos de personas y tiene que abordarse dentro de un contexto social, cultural y económico 8, 14. Trabajos futuros deberán dilucidar este punto, dado que el propio comportamiento humano es un factor de riesgo para adquirir una zoonosis9. Es probable que se asuma el accidente como algo natural de ocurrencia corriente y que, como tal, no implica la necesidad de cambio alguno. El uso de elementos de protección en actividades laborales, incluso aquellos cuyo uso es legalmente obligatorio como el cinturón de seguridad y la luz baja durante el día fue claramente insuficiente.
El profesional Veterinario es especialmente susceptible a traumas corporales11, 12. Sin embargo, el alto porcentaje de entrevistados con patologías atribuibles al ejercicio profesional contrastó con la escasa capacitación recibida en riesgos ocupacionales. En años recientes, la capacitación de los profesionales Veterinarios en riesgos ocupacionales en Argentina está marcada por la labor pionera de Alvarez y colaboradores3, con sus talleres sobre prevención de zoonosis, bioseguridad y seguridad laboral del Médico Veterinario. Aunque la región bajo estudio cuenta con fácil acceso a medios educativos electrónicos y una amplia oferta de instituciones de investigación y extensión y universidades oficiales y privadas, tres de cada cuatro encuestados no había recibido capacitación alguna sobre riesgos de trabajo.

Conclusiones

El ejercicio de la Veterinaria implica asumir riesgos laborales. La necesidad de trasladarse para entrar en contacto con los pacientes, la especial naturaleza de los pacientes en cuanto a masa corporal y agresividad, la carencia de instalaciones apropiadas para ejercer la práctica clínica y la escasa adopción de medidas de prevención hacen que estén particularmente en riesgo de accidentes y enfermedades profesionales. Aunque la curricula de las carreras de grado incluye obviamente las enfermedades zoonóticas, otros peligros laborales deben ser aprendidos en base a la experiencia diaria. Un trabajo de capacitación a cargo de todas las instituciones involucradas (Universidad, Colegios Veterinarios, organismos de investigación y extensión, entre otros) aparece como primordial para minimizar los riesgos ocupacionales.

Agradecimientos

A todos los colegas entrevistados por su paciencia, interés y buena voluntad.
Al Dr. Luis Pérez (Col. Méd. Vet. Santa Fe, 1a Circ.), por facilitar el contacto con los profesionales matriculados.

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