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La trama de la comunicación

versión impresa ISSN 1668-5628

Trama comun. vol.18 no.1 Rosario jun. 2014

 

ARTÍCULOS

La metarreflexión como estrategia discursiva: "Diario de una princesa montonera"

 

Por María del Rosario Fernández

asesoramiento_metodologico@hotmail.com / Universidad Nacional de Rosario, Argentina

María del Rosario Fernández.
Argentina. Licenciada en Letras, Universidad Nacional de Rosario. Magister en Teoría Lingüística y Adquisición del Lenguaje, Universidad Nacional de Rosario. Doctora en Humanidades y Artes (Mención Lingüística), Universidad Nacional de Rosario. Profesora titular ordinaria de Etnonlingüística y Seminario Final Orientación Etnolingüísta, Licenciatura en Antropología.
Area de especialidad: Análisis del Discurso. Escritura Académica.
E-mail: asesoramiento_metodologico@hotmail.com


Sumario:

En este artículo, abordamos el inicio del texto "Diario de una Princesa Montonera" aparecido en el blog  http://princesamontonera.blogspot.com.ar/, cuya autora es Mariana Eva Pérez. Nuestro objetivo radica en analizar cómo la estrategia discursiva de metarreflexión resulta constitutiva del relato e hipotetizamos que se encuentra al servicio de producir un alejamiento de la diégesis (Genette, 1983), lo que torna posible el advenimiento de este tipo de relato. Esto, en cuanto estrategia alusiva (Fernández, 2012), porque en su función elusiva (Fernández, 2012) la metarreflexión impone un control sobre el relato que, en definitiva, reforzaría la presencia del narrador.

Descriptores: Análisis del discurso; Metarreflexión; Diario de una Princesa Montonera

Summary:

In this paper, we approach the start of the text "Montonera Princess Diary" appeared on the blog http://princesamontonera.blogspot.com.ar/  whose author is Mariana Eva Pérez. Our goal is to analyze how the discursive strategy of meta-reflection is constitutive of the story and we hypothesize that it is at the  service  to produce a departure from the diegesis (Genette, 1983) which makes possible the advent of this type ofstory. This, as allusive strategy (Fernandez, 2012), because, in its elusive function (Fernandez, 2012), the meta-reflection imposes control over the story thatultimately strengthen the presence of the narrator.

Describers: Discourse analysis; Meta-reflection; Montonera Princess Diary


Introducción

Siguiendo la propuesta de Maingueneau (2004) en torno de las escenas enunciativas, encontramos pertinente referirnos a la escena genérica que el texto impone desde su título1: la del "diario". Dado que, cuando un texto, desde el comienzo es clasificado dentro de un género, se impone fuertemente un contrato comunicativo (Charaudeau, 1994) a modo de pacto de lectura. Ahora bien, la pregunta que obligadamente nos hacemos en función de tal elección es: ¿en qué escena englobadora podríamos incluir este género?2. La primer respuesta que surge, creemos, en el caso del diario, es la del discurso íntimo3. Sin embargo, el diario bien podría compadecerse con el discurso épico o el discurso histórico, por mencionar sólo algunas escenas englobadoras posibles. Bien podríamos hallar un diario llevado por un general que se encontrara conduciendo una batalla y que el mismo tuviera un carácter épico o fuera tomado como un testimonio histórico. En tal caso, la escena genérica del diario revestiría una función más vinculada con lo público. Si lo pensamos, en cambio, como una expresión del discurso íntimo, se asociaría con lo privado. Este posible doble sesgo se halla, en esta ocasión, reforzado por el canal de comunicación escogido: el blog -íntimo, pero público, en tanto cualquiera puede acceder por la web-. En este sentido resultaría legítimo preguntarse, junto con Charaudeau (2009), si, más allá de  lo que el discurso "diga" (la "supuesta" intimidad de un diario), no conviene avanzar sobre el poder que éste supone, el "efecto de influencia" que, efectivamente, en este caso se lograría a través del canal de circulación (blog). Ello, supone una noción de significación, en términos del autor francés, por la cual no sólo se trata de  "significar algo" (el relato en sí, los acontecimientos del  "diario"), sino de "significar para alguien" (quienes puedan ser lectores ocasionales del blog, más allá de los destinatarios que tuviera el relato en sí). Cabe señalar que, el medio de transmisión escogido hace pensar en sujetos "dotados de una  ´multicompetencia´ (término alusivo al de ´multimedia´), de una aptitud para manipular varios tipos de transmisión y para reducir así las distancias y los tiempos de transmisión de los datos" (Chauraudeau, 2009, v. electrónica s/p). Es decir, la supuesta "intimidad" del diario que podría reducirse a un íntimo poder, asume, así, una magnitud insospechada que conquista, casi en modo instantáneo, tiempos y espacios a través de nuevas redes. De este modo, el diario, en tanto género de lo "íntimo" pero circulando por un espacio multimedial, pondría en escena una fluctuación entre una función alusiva y una elusiva (Fernández, 2012): la escena genérica aludiría a lo privado, en tanto que el medio de circulación (blog) eludiría este  carácter, construyendo un discurso en el registro de lo público. La doble posibilidad planteada, y el hecho de que el género "diario" presupone la presencia, preferentemente, de un narrador autodiegético (Genette, 1983)4, nos condujo a pensar que el texto requería, de algún modo, de una suerte de "control" (dado que el mismo se "perdería" por el hecho de circular por los canales por donde lo hace) que, a nuestro juicio, se plasmaría en una estrategia general de metarreflexión sobre el relato cuyas escenografías (Maingueneau, 2004) fue necesario sistematizar. Una "pista" de ello nos fue provista por el título mismo, en tanto la adhesión a un género (diario) supondría seguir ciertos cánones preestablecidos, y por el comienzo del relato, que al hallarse en negritas podría ser considerado como una suerte de subtítulo ("La Princesa Montonera cumplió  con todo lo que indica el protocolo"). La identificación (Charaudeau, 1995) a partir del término "princesa"5 y la elección del topo simbólico (Fernández, 2011) "protocolo"6, construirían el relato desde una normativa, desde un canon, para lo cual se torna imprescindible una reflexión consciente. Si lo expresamos en modo sencillo, diríamos que hay un "deber escribir" de un determinado modo que surge de la opción genérica y que, como ya hemos trabajado en nuestra tesis doctoral (Fernández, 2009), impone un otro que revista las características del destinador justiciero (Costa y Mozejko, 2001).
De algún modo, la problemática que nos proponemos analizar en este artículo, retoma aquéllas planteadas por Charaudeau (2009) en torno de la comunicación en tanto ella construye "normas sociales", a partir de las cuales se regula la interacción  entre los individuos; pone en evidencia "procesos de influencia", por los cuales los sujetos utilizan  estrategias (como veremos en este artículo, nos detendremos en aquéllas asociadas con la metarreflexión por parte del narrador); y "construye conocimientos" que "dan prueba de la forma como los individuos y los grupos proyectan sobre el mundo visiones resultantes de una interpretación" (Charaudeau, 2009, v. electrónica s/p). De este modo, y siguiendo el pensamiento del autor francés, podemos articular lo externo (la situación de comunicación) con lo interno (la puesta en la escena enunciativa). Nuestra adhesión al análisis del discurso radica en considerar que el mismo "aporta al conjunto de estudios sobre los hechos de comunicación, conceptos y métodos de análisis que no se encuentran en otras disciplinas" y que su objeto "es el estudio de la relación entre lengua, sentido y vínculo social", de tal manera que puedan articularse "por un lado, el mundo de la acción psicológica y social, y, por el otro, el mundo de la lengua." (Charaudeau, 2009, v. electrónica s/p) 
Este artículo comienza con la transcripción de nuestro texto objeto de estudio (sección 1), para luego sistematizar, en la segunda sección, nuestro análisis en torno de las escenografías de la metarreflexión, entre las cuales hemos señalado la función evaluadora del narrador (sección 2.1), la apelación explícita al lector (sección 2.2), las contradicciones y oxímoron (sección 2.3), y el uso de tiempos y aspectos verbales (sección 2.4). Finalmente, apuntamos nuestras conclusiones.

1- Texto de análisis

Previamente a presentar nuestro texto de análisis, deseamos realizar algunas consideraciones vinculadas con la tensión entre el género en cuestión y sus contextos: el referido al momento histórico del acontecimiento narrado y el vinculado con el momento de producción. En este sentido, señalaremos que "la temporalidad del acontecimiento mediático no es la misma que la del acontecimiento histórico. La primera no está cerrada: casi no tiene profundidad en el pasado (lo que, en cambio, busca el historiador)" (Charaudeau, 2009, v. electrónica s/p)
En cuanto al contexto temporal del acontecimiento histórico, la referencia es la situación vivida por la hija de dos padres militantes de montoneros. Hablar de este movimiento, con la vasta y controversial bibliografía que sobre el mismo existe (desde Anguita y Caparrós -2006-, Bonasso -2010-,  hasta Fraga y Pandolfi -2005-, Amorín -2005- y Carranza -2007-, pasando por obras como Gillespie -1987-, Penrdía -1997-, Gasparini -1998-, Ramus -2000-, Larraguy -2000-, Sánchez Sorondo -2001-, Falcone -2001-, Sadi -2004- y Lanusse -2005-), excede ampliamente los objetivos de este artículo. No obstante ello, diremos que, en relación con el hecho histórico, su autora, Mariana Eva Perez, nació en 1977 y fue secuestrada junto a su madre, Paty (quien se hallaba embarazada), a los quince meses de edad, el 6 de octubre de 1978. Horas más tarde, fue dejada con la familia paterna. Su padre, José, fue secuestrado en la misma fecha pero en la juguetería de la cual era dueño en Martínez. Retomando a Kesselman (2013), señalamos que la obra de Perez ".introduce una variación imprescindible en la narrativa alrededor de la última dictadura y sus efectos en el presente. La familia ya no es la protagonista exclusiva; finalmente, ingresan al texto otros personajes, es decir, otros actores sociales: el Estado en sus distintos niveles, organizaciones de peso político, organizaciones pequeñas, militantes por los derechos humanos, ex militantes de los setenta, testigos de los juicios por los crímenes de lesa humanidad, doctorandos, universidades extranjeras. Todos tienen un lugar porque todos intervienen en la construcción de la memoria tanto de la dictadura como de la militancia revolucionaria. Diario. procesa las mediaciones institucionales que en el presente se tienden entre el sujeto y cualquier relato posible acerca del tema. Aunque evidentes para la mayoría de los habitantes de la Argentina, hasta ahora estas determinaciones materiales no habían sido incorporadas de ese modo por otros autores." (versión electrónica, s/p)
En cuanto al contexto temporal de producción, este artículo aborda el comienzo, en formato de blog (hacia 2009), de lo que luego sería un libro,  "Diario de una princesa montonera", presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires durante el 2012. Su autora, Mariana Eva Perez, como señalan Marcela Mazzei e Ivana Soto (2012), "es hija de desaparecidos, y aunque se crió en ese mundo, no habla con las retóricas usuales, sino que se ríe un poco de la Memoria. Con relatos irónicos, en una suerte de literatura punk, la princesa montonera vomita Historia, así con mayúscula, aclara. Vomita sus testimonios y los hace pasar por ficción, porque claro, pese a las similitudes, Perez sostiene que no es ella. Habla con las palabras del ´gueto´ y las pone a circular, pero ya no como hija de desaparecidos, dice, sino como escritora"(2012, versión electrónica s/p). Y es en su condición de tal, como narradora, que su discurso nos interesa, más allá del extratexto. En este reportaje, Perez señala que el formato de blog le permitió tratar la cuestión de la desaparición de su familia (aspecto que ya había trabajado en su dramaturgia) en un registro de humor y sin solemnidad. Asegura que el blog le otorgó el "feedback inmediato"  y que ello la "ayudó a confiar en que esta manera de encarar el tema podía ser comprendida por otros." Lo cual Mariana reafirma al explicar: "Aparte, es lo que le terminó dando ese registro tan propio de mi generación al material. Para mí fue muy importante que la gente me hiciera saber que se reía. Yo no sabía cómo podía impactar lo que yo estaba diciendo" (Mazzei y Soto, 2012, versión electrónica s/p). Resulta interesante señalar, en vinculación con la temática aquí tratada, que la autora reconoce en esta entrevista, en algún sentido, cierta incomodidad ante su militancia en Derechos Humanos, aspecto que puede apreciarse cuando hace referencia a la misma en su siguiente testimonio: "terminó siendo nociva, porque terminó ahogando mi subjetividad. Me crié dentro de un discurso muy fuerte y estructurado, y terminó ahogando mi capacidad de pensar en otras cosas" (Mazzei y Soto, 2012, versión electrónica s/p). De alguna manera, toda la metarreflexión que aquí analizamos como una estrategia discursiva se vincula con este "salirse" de un discurso cristalizado y que, en la entrevista realizada por Aguirre (2012), la autora reconoce al expresar: "Lo que me interesaba era contar la historia sin esa legitimidad fundada en la experiencia del dolor, que es la condición de producción o de enunciación que está socialmente más aceptada. Me interesaba correrme de ese lugar, que funciona como lugar de autoridad y es una autoridad que me interesaba impugnar. Pero es difícil porque tampoco iba a negar mi historia, soy hija de desaparecidos y muchas de las cosas que están en el libro efectivamente sucedieron. Me interesaba abordarla desde otro lugar; sabiendo que iba a ser leído en clave testimonial me interesaba seducir, despistar, jugar a qué es verdad y qué no lo es, qué es fantasía, qué es exageración, qué es ese plus de 110 por ciento verdad como dice el subtítulo del título. Eso estuvo en juego desde el principio, desde que empezó como blog." (versión electrónica, s/p). Ciertamente, y como la propia Perez reconoce, esta nueva visión se abre con la obra cinematográfica de Albertina Carri, "Los rubios", que fuera objeto, inicialmente, de críticas y posturas encontradas. También en su trabajo, tal como analizamos en un Taller de Análisis del Discurso que dictamos en la Biblioteca Argentina "Juan Álvarez" de Rosario, funcionan estrategias de reflexión consciente, esta vez relacionadas con la metaimagen, dado que el código implica aspectos no lingüísticos que fueron los que nos interesaron en esa ocasión.

La Princesa Montonera cumplió con todo lo que indica el protocolo

En la niñez, reverenció de palabra a sus nobles padres ausentes, mientras  íntimamente y con culpa temía su regreso.
En la adolescencia, lloró su suerte desdichada y odió a los milicos.  A los veinte, se abocó a la búsqueda de compañeros de militancia, de cautiverio, amigos, ex novios. Se encontró con los que estaban en Buenos Aires y se carteó con los exiliados.
Aprendió a decir nombre de guerra sin que sonara a delito, aponerle incluso una entonación amorosa. Fue al Equipo Argentino de Antropología Forense, se enamoró de M. como todas, y se sacó sangre para  identificar los restos de sus padres.
Conoció los pasillos de Comodoro Py y tuvo trato con abogados, jueces y secretarios. Declaró como testigo y presentó un escrito por derecho propio y sin patrocinio legal, ¡qué inocente!
Dos veces le salió al encuentro al penitenciario Fragote, dos ve­ces cara a cara con ese reptil de ojos verdes y lengua seca a cuyo alrededor bajaba la temperatura, ya les contaré.
Fue a tantos homenajes a los compañeros detenidos desaparecidos y asesinados que ya no puede contarlos. Gritó  "Presente" cada vez que los oradores se lo requirieron y escuchó con asombro y desagrado el primer "Ahora y siempre", hoy otro clásico.
En momentos de arrebato kirchnerista temprano, hizo la V de la victoria.
Conoció a Kirchner y le contó con su discurso de asunción, cuando reivindicó a los desaparecidos y los  puso arefundar  la patria, a la altura de los próceres y los inmigrantes. Espero no arrepentirme, lo amenazó casi, porque ella siempre fue chúcara ante el poder. Te  prometo que no te vas a arrepentir, le contestó Kirchner. Tiene una foto que registra ese preciso instante, donde se miran con ojos de enamorados. Oh,instante sagrado en la vida de la princesa de la izquierda peronista. Clímax de fe en la política, orgasmo de credulidad. Todas cosas de los veintipico.
Entonces, ¿cómo puede ser que de pronto, a punto de cumplir los míticos treinta y tres, tenga pendiente encontrarse con un compañero, sacarse sangre de nuevo en el EAAF, darse una vueltita por el juicio a los milicos de la Esma, asistir a una reunión de hijis, reunirse con los vecinos memoriosos de Almagro...?
¡Reunirse con los vecinos memoriosos de Almagro!
La Princesa Montonera interrumpe el relato de sus aventuras pasadas y futuras  y corre al Teléfono, lo cual indica que se trata de una verdadera emergencia. Se comunica con la vecina Viviana  y le pide perdón, le cuenta que había corrido otro compromiso, que lo tenía presente hasta esta tarde, pero  que después ¡se olvidó! Mirá lo que son las resistencias, comenta, sujeto y objeto de estudio al mismo tiempo. En cualquier momento empieza a hablar de sí misma en tercera persona como "el familiar". Puedo llegar en quince minutos, ¿hasta qué hora se quedan? Ya se van, pero acordaron hacer la baldosa de Paty y José junto con otras de Almagro a fin de mes. Allí estará la Princesa Montonera, desempeñando su cargo con lealtad y patriotrismo. Para no olvidarme, lo escribo en el blog, que es como pedirle a un grupo de desconocidos que me hagan acordar.

2. Escenografías de la metarreflexión

Entendemos por metarreflexión, a la reflexión consciente que hace el narrador de su propio relato, no sólo en vinculación con su contenido, sino, fundamentalmente, en función de las estrategias discursivas que emplea. Lo primero, resulta bastante evidente y su escenografía (Maingueneau, 2004) se asocia con la función evaluadora del narrador (sección 2.1) y la apelación explícita al lector (sección 2.2). Lo segundo, adopta, en este texto, las contradicciones y el oxímoron (sección 2.3), el uso diferencial de tiempos y aspectos verbales (sección 2.4).

2.1. Función evaluadora del narrador

Las evaluaciones del narrador se orientan, básicamente, en función de: valorar el accionar de la protagonista (sección 2.1.1), la cronología (sección 2.1.2) y las estrategias constructivas del relato (sección 2.1.3)

2.1.1. Evaluación del accionar de la protagonista

La narradora, en dos ocasiones revisa su propio accionar: en una de ellas, lo califica (Charaudeau, 1995) efectuando una suerte de contrapunto entre lo que se consideraría el ámbito de la ley ("derecho propio", "sin patrocinio legal") y el de una emocionalidad casi infantil ("¡qué inocente!")7; en otra, las construcciones unimembres nominales califican un suceso puntual (el encuentro con Kirchner):
 "Oh, instante sagrado en la vida de la princesa de la izquierda peronista. Clímax de fe en la política, orgasmo de credulidad."
La  puntualidad del evento surge en un sentido de desrealización (Ducrot, 1998), al escogerse como forma de identificación (Charaudeau, 1995) el término "instante" que construye una isotopía8 con las elecciones léxicas de "clímax" y "orgasmo". En ello, podríamos leer un juego alusivo/elusivo: por un lado, la temporalidad se presenta como desrealizada, en tanto que, aún así, es sobrerrealizada (García Negroni, 1995) a partir de la isotopía, es decir, la alusión a la brevedad del tiempo, elude la intensidad de la sensación. Por otra parte, los elementos sobrerrealizados remiten al ámbito de la sexualidad adulta, lo que podríamos leer como una contradicción con el ámbito infantil de la inocencia del primer ejemplo y el de la "credulidad". La "fe en la política", por su posición sintáctica, parecería ofrecer una suerte de "puente" entre la adultez y la infancia, tal vez un rito de pasaje entre el mundo infantil en el que perdió a sus padres y el mundo adulto en el que, como buena "princesa", debe cumplir con el protocolo de la militancia.

2.1.2. Evaluación de la cronología

El primer aspecto que debemos considerar en este caso es la organización cronológica por hitos: "En la niñez", "En la adolescencia", "A los veinte". Ellos pueden ser entendidos como una forma de generar un verosímil realista (Hamon, 1982) que se justificaría desde el agregado en tapa: "110 % verdad". En el que, nuevamente, hallamos un fenómeno alusivo/elusivo: por un lado, la apelación al porcentaje y al término "verdad" aludirían a los hechos "ciertos", pero la sobrerrealización (García Negroni, 1995) de este porcentaje que lo lleva al 110%, en lugar del 100%, eludiría la posibilidad de lo verdadero. Por otra parte, la metarreflexión se vincula con una evaluación de la cronología dada a partir de la identificación de ciertos hitos de un modo despectivo ("A los veintipico", "Todas cosas de los veintipico") que, nuevamente, aluden a una década, la de los veinte años, pero la eluden con la imprecisión del "veintipico", término que no precisa una edad exacta y, de ese modo, desautomatiza la verosimilitud realista que esperaríamos del género inicialmente convocado.
Un caso aparte en la calificación de la cronología, lo constituye el enunciado: "míticos 33", cuyo sesgo resulta irónico. Se trata, como bien sabemos, de la edad en que murió Cristo, pero también (y esto no es un dato menor en el diario de una "princesa montonera") la edad del fallecimiento de Evita. Ello alude a datos históricos que parecen ser eludidos en función de su calificación como "míticos". Pero, ¿cuál es el orden de lo "mítico"? Como hemos sostenido en Fernández (2010), el relato mítico, aún hoy resulta vigente en relación con la creación de una identidad ciudadana que podría asociarse con un rasgo "sacramental"9 (por su carácter fundacional- Eliade, 1949-) que adquiere un peculiar sentido que, si bien hace a lo político, también lo excede. El sesgo mítico tiene por objetivo "proporcionar modelos a la conducta humana y conferir por eso mismo significación y valor a la existencia" (Eliade, 1963: versión electrónica s/p). El  mundo mismo es la prueba de su "verdad"10. En el caso particular de una hija de desaparecidos por la dictadura, la capacidad del mito de revelar el origen de sí mismo y de las cosas, supone un poder para manipularlas a partir de un modo de pensar propio que no es un conocimiento "externo" o "abstracto", sino un saber que se "vive" ritualmente11 y, por lo tanto, pone en juego una narrativa ceremonial que entra en correlación con el canon y el protocolo. Los "míticos 33", siguiendo a Lynch (2000), involucran una explicación del mundo que bien puede asociarse con un "renovado vigor" por exaltar la nacionalidad, el deber ser como hija de desaparecidos que, precisamente, entra en crisis en esa edad ("Entonces, ¿cómo puede ser que de pronto, a punto de cum­plir los míticos treinta y tres, tenga pendiente."). Es a partir de esta vinculación con lo mítico que podemos leer la cronología no sólo en un sentido personal (como sería habitual bajo la escena genérica del diario), sino también en un sentido social. Lo cual podría conducirnos a pensar cómo se están constituyendo los relatos sobre la memoria, objeto de estudio que excede las pretensiones de este artículo.

2.1.3.Evaluación de las estrategias constructivas del relato

En estas evaluaciones se juega con el cambio de narrador y de focalización narrativa: de un narrador heterodiegético en focalización cero ("La Princesa Montonera interrumpe el relato de sus aventu­ras pasadas y futuras  y corre al teléfono, lo cual indica que se trata de una verdadera emergencia", "comenta, sujeto y objeto de estudio al mismo tiempo. En cualquier mo­mento empieza a hablar  de sí misma en tercera persona como ´el familiar´"), a un narrador autodigético en focalización interna ("Mirá lo que son las resistencias"). En ambos casos, los tiempos utilizados son comentativos (Weinrich, 1979), con lo cual, se requiere un alerta máxima del lector. En el primer enunciado, la narradora valora sus propios dichos como una "interrupción", a la vez que los identifica como "aventuras", lo que connota el texto en el género del relato de aventura que elude el relato realista, así como también lo hace la identificación de la protagonista como "Princesa montonera". Esta última designación la referencia no sólo en el eje de la nobleza, sino en la escena genérica de los cuentos clásicos, que, como veremos más adelante, entra en conflicto con la calificación de "montonera". El narrador, en este primer enunciado, se ubica más allá del tiempo al remitir al pasado y al futuro y, de algún modo, también al presente por el uso de este tiempo verbal ("interrumpe") que es acompañado de la capacidad de comprender los resortes internos de la conducta de su personaje y buscarle una justificación con un conector focalizado en la causa (Montolío, 2001) ("lo cual indica que se trata de una verdadera emergencia") desde una perspectiva sobrerrealizante (García Negroni, 1995)12. En el segundo enunciado, la protagonista retorna como "sujeto y objeto de estudio al mismo tiempo", lo que supone una lógica discursiva más próxima al ámbito académico: en este tipo de escena englobadora (Maingueneau, 2004) se habla de los sujetos y los objetos. Sin embargo, ella la conduce, inmediatamente, a una típica metarreflexión literaria en torno del narrador y la focalización narrativa: "En cualquier mo­mento empieza a hablar de sí misma en tercera persona como ´el familiar´". Nuevamente alude a lo realista (subyacencia del discurso científico) para eludir lo ficcional (referencia a la literatura). La narradora autodiegética en focalización interna autovalora su conducta desde la lógica psicoanalítica al mencionar las "resistencias", apelando a un tú (alocutario) que quedará en la posición de juzgarla por ello.
Un caso especial en este fenómeno de evaluación lo constituye la pregunta retórica:
"Entonces, ¿cómo puede ser que de pronto, a punto de cum­plir los míticos treinta y tres, tenga pendiente encontrarse con un compañero, sacarse sangre de nuevo en el EAAF, darse una vueltita por el juicio a los milicos de la Esma, asistir a una reunión de hijis, reunirse con los vecinos memoriosos de Almagro...?"
La primer cuestión que podemos señalar es la utilización del enlace extraoracional (Gili Gaya, 1943) "entonces". Se trata de un conector focalizado en la consecuencia (Montolío, 2001) pero, por su posición al comienzo de la oración, indica que lo qué se concluye no es el resultado de un enunciado inmediatamente ligado, sino de toda una idea precedente, con lo cual se refuerza la consideración de este fragmento como una evaluación de todo el relato anterior. La pregunta retórica es de por sí un elemento alusivo/ elusivo: alude a un no saber, en tanto se interroga, pero, a la vez, elude la autonomía y el poder del locutor que ya conoce la respuesta. La respuesta, no deja de presentar un sesgo irónico: "darse una vueltita por el juicio a los milicos de la Esma"13, "asistir a una reunión de hijis". En este último caso, la identificación de los hijos de desaparecidos como "hijis", resulta casi "risueña", como "alivianada" del peso de tanta historia dolorosa y terrorífica. En tal sentido, también conforma un modo de evaluación que intenta despojar de dramatismo el relato que se supondría como esperable, y hasta "moralmente correcto", canónico, tal vez "protocolar". Tal como la propia autora reconoce en el reportaje de Aguirre (2012):

"Hay palabras que no me sirven para nada, que a fuerza de decirlas tanto no me dicen nada. Memoria es una palabra que me cuesta mucho hacerle significar algo. La palabra apropiación no me alcanza, ni siquiera me involucra para hablar de mi hermano. Tenía la necesidad de pensar otras palabras para entender. Desde el discurso académico hay a veces una crítica a los familiares de desaparecidos, cuando en realidad se quiere criticar a los organismos de derechos humanos, como diciendo que tienen el monopolio de la palabra autorizada. En realidad hay una deserción de gran parte de la sociedad sobre cómo hablar de esta historia. Es más cómodo pensar que hay alguien que sabe que pasó, antes que ponerse a lidiar con los efectos de lo que pasó y sigue pasando, porque los niños desaparecidos siguen desaparecidos y los desaparecidos siguen desaparecidos. Hay una cosa que se confunde entre el respeto y el reconocimiento que se merece la gente que se jugó el pellejo y cierta comodidad de creer que esa es la única palabra autorizada para hablar sobre esta historia. Desde las Ciencias Sociales, donde tengo también un pie, siento que hay una deuda enorme por construir conocimiento sobre esta historia." (versión electrónica, s/p)

Hasta aquí, hemos analizado el funcionamiento de la metarreflexión en la función evaluadora del narrador. En las próximas secciones, nos dedicamos a indicar otras de sus escenografías discursivas.

2.2. Apelación explícita al lector

Siempre existe un lector presupuesto en cualquier texto. Por un lado, se construye a partir de toda la dinámica discursiva, más allá de los alocutarios (Ducrot, 1972) explícitos (Kirchner, la vecina Viviana) y, por otro, presenta marcas, como en este caso que opera una generalización a través de un pronombre personal en función de objeto ("ya les contaré"). El enunciado, apelando a un tiempo comentativo (Weinrich, 1979) como es el futuro, asociado, a su vez, con el adverbio temporal "ya", pone en alerta al lector y lo deja a la expectativa del relato futuro. Lo cual se compadece con la entrega secuencial que supone el blog y presupone una metarreflexión por parte del narrador en tanto denota que maneja todos los hilos del relato en relación a la diégesis misma, al tiempo y a la instancia de alocución.

2.3. Contradicciones y oxímoron

Se trata de uno de los recursos más productivos en este texto. En algunos casos asume la forma de la contradicción, simplemente y en otras, la del oxímoron. En el primer grupo hallamos: "reverenció de palabra", "nobles padres ausentes", "íntimamente y con culpa temía su regreso", "nombre de guerra sin que sonara a delito", "a ponerle incluso una entonación amorosa". Entre los segundos, "suerte desdichada", "asombro y desagrado". Varias de estas elecciones léxicas construyen una isotopía vinculada con lo nobiliario, que, a su vez, se halla convocado desde el título y la identificación de "princesa" (aunque "montonera", lo que constituye el oxímoron fundante del relato): "reverenciar", "nobles". El primero de estos términos supone lo gestual, pero el que esté acompañado de la construcción  "de palabra", de alguna manera, contradice con otro tipo de código: el lingüístico, aquello a lo que orienta el semantismo propio del verbo. Los "nobles padres ausentes", suponen también un contrasentido puesto que se espera que los mismos estén "presentes". No obstante ello, y dadas las circunstancias contextuales vinculadas con el extratexto, la elección de la locución "padres ausentes" podría remitirnos al discurso psicoanalítico que resemantizaría la ausencia en un sentido que rescataría no el contexto socio-político e histórico, sino el eminentemente emocional de la narradora. Aunque, a partir del uso del narrador heterodiegético en focalización cero, se eludiría ese grado de "intimidad" que supondría la alusión a lo "emotivo". Todo ello conduce, tal vez, a la contradicción de "temer", "íntimamente" y con "culpa", su "regreso". Nuevamente, el ámbito de las sensaciones (temor) es aludido desde lo emocional personal ("íntimamente"), a la vez que el terreno de la "culpa" alude al deber ser social, a lo que el canon exige a una hija con sus padres desaparecidos (no ausentes). Estas circunstancias generan una relación causal con un nuevo aprendizaje que se pone en escena, el decir"nombre de guerra sin que sonara a delito". La locución "nombre de guerra" remite, directamente, a la clandestinidad, es decir, al ámbito del "delito" de lo "ilegal" que, no obstante, debe ser resignificado por la narradora. Resulta, en tal sentido, sumamente revelador el enunciado en el que se utiliza el conector aditivo con valor argumentativo "incluso" que orienta en el mismo sentido del segmento anterior (Portolés, 1998): "a ponerle incluso una entonación amorosa". El amor no se halla reñido del ámbito de los padres, muy por el contrario, pero, ubicados éstos en el topo simbólico de la clandestinidad y del delito, parecería, al menos extraño, predicar una entonación "amorosa". ¿Cómo se "dice" lo clandestino, lo delictivo, en el contexto de un niño? La infancia es un momento de construcción de la moral, de lo estándar, de la legalidad, y son los padres (a quienes se "debe amar") los principales responsables de tal construcción. Pero si ellos se hallan en la clandestinidad, en la ilegalidad, ¿cómo se logra lo amoroso? La  narradora "debe", en este contexto, realizar un "esfuerzo" por compatibilizar clandestinidad con amor. La evidencia de ello estaría dada por la elección verbal "ponerle". No es extraño que este panorama discursivo se sintetice en las formas de oxímoron "suerte desdichada" y "asombro y desagrado". Ambas se generan con la misma estrategia lingüística: un primer término de sesgo positivo ("suerte", "asombro") y un segundo que, a partir de una negación descriptiva (García Negroni y Tordesillas Colado, 2001) lexicalizada en base al prefijo "des", niega lo que se supondría una cualidad inherente del objeto mencionado al inicio.

2.4. Uso de tiempos y aspectos verbales

En el texto hay un total de  58 verbos conjugados, de los cuales el 57% (33) son narrativos (Weinrich, 1979), es decir, imponen un alerta menor al lector, inversamente a lo que ocurre con los comentativos que tienen una incidencia total del 43% (25). Los tiempos narrativos producen un efecto de alejamiento de la diégesis, lo que se relata aparece como distanciado. Pero, cabe mencionar, que debemos establecer una distinción entre aquéllos que se encuentran en aspecto puntual (28 de los 33) de los que presentan un aspecto durativo (5 de los 33). Como vemos, la gran mayoría de tiempos narrativos (85%) expresan una acción puntual que no dura en el tiempo, es decir, que de algún modo queda "clausurada",  "congelada" ("reverenció", "odió", "lloró", etc.). Mediante tal estrategia, el narrador intenta no sólo generar un efecto de relato terminado, sino también distanciado. De esta forma, estaría dominando la diégesis desde una postura más allá de la misma, lo cual se compadece con el uso de un narrador heterodiegético en focalización cero. Los verbos en aspecto durativo ("temía", "bajaba", "había recorrido"), en cambio, aunque aluden, en tanto pasados, al distanciamiento, lo eluden merced a la propiedad durativa del aspecto, es decir, el efecto de continuidad produce una percepción que se acerca hacia el hoy de la enunciación.

A modo de conclusión

Deseamos rescatar en este artículo la continuidad que hemos podido dar a la sistematización de nuestros estudios acerca de la función alusiva/elusiva del discurso. Por otra parte, creemos haber aportado a un ámbito que consideramos sumamente relevante en el contexto actual y que atañe a los relatos en torno de la memoria en vinculación con los hechos de la dictadura militar. Existe un discurso estándar que ya ha cristalizado sus formas (desde el "Nunca más" en adelante) y que, pese a lo valioso que nos resulta, en ocasiones, creemos, "acalla" otros tipos de discursos provenientes de otros lugares no canónicos, aún no "sacralizados", tal como la propia Mariana Eva Perez reconoce. En este sentido, la metarreflexión resulta un recurso obligado, puesto que, de algún modo, y bajo la forma de cierto canon genérico, se realiza una transgresión que conlleva al control consciente del discurso. El haber sistematizado las escenografías (Maingueneau, 2004) de dicha metarreflexión, aportaría, a nuestro juicio, vías posibles para análisis futuros de textos similares. En síntesis, pensando en función de estudios que requerirían de un corpus más extenso y de un proyecto más amplio de investigación, hemos podido vislumbrar hipótesis interpretativas que se asocian con la función alusiva/elusiva del discurso y que, en este caso, apuntarían a:

  • Indagar cómo, pese a la aparente necesidad de una verosimilitud realista (exigida por el género del diario), se operan mecanismos que no anulan la oposición ser/parecer, sino que la refuerzan.
  • Analizar el modo en que la escritura pone en tela de juicio la oposición ficción/ realidad, con lo cual podría plantearse una crisis de la clasificación genérica. Del diario se esperaría un predominio de la realidad, aunque, como se trata de la construcción de "otra" realidad (no la estandarizada y socialmente aceptada en torno de la temática sobre la dictadura y los desaparecidos), ello explicaría esta tensión y que el texto "juegue" con ella.

  • Este artículo constituye sólo un esbozo de estas posibles líneas de lecturas que esperamos profundizar en futuras investigaciones que se encuadrarán en el análisis del discurso que permite, como ya indicamos en la introducción y desarrollamos en nuestro trabajo analítico, una visión interdisciplinaria. Ya que "...ningún fenómeno pertenece de manera exclusiva a una disciplina, y ninguna disciplina puede pretender agotar por sí sola la comprensión del fenómeno" (Chauraudeau, 2009, v. electrónica s/p). El complejo mundo de la comunicación en el que hoy estamos inmersos, y del cual los variados modos de circulación de los textos son testimonio, nos exige de una mirada amplia sobre la comunicación en vinculación con el "extenso campo de las ciencias humanas y sociales" (Charaudeau, 2009). Este trabajo se presenta como un posible modo de análisis, referido a un aspecto que, aunque puntual, como lo es la metarreflexión, no escapa a las problemáticas propias de la comunicación y de las ciencias humanas y sociales, a saber:

  • La regulación (Charaudeau, 2009): entendida como el modo en que las sociedades y los grupos sociales producen intercambios (de comportamientos y de palabras) que conducen a estas distintas disciplinas a preguntarse sobre las normas, los roles y las identidades sociales que se instalan a partir de dicha regulación. En el caso que hemos analizado, el "desacartonamiento", la ruptura de cánones, la creación de nuevas formas de designación hasta "humorísticas" de aquello que se consideraba casi sagrado, resultarían indicativos de la aparición de nuevas normas de comportamiento y de comunicación que instalan a los sujetos en nuevos roles, a partir de los cuales se construyen sus imágenes. Así, por ejemplo, de la solemnidad y dolor de los "hijos", pasamos a los "hijis"; de la creación romántica y heroica de los padres militantes, a su cuestionamiento como tales.
  • Las relaciones de fuerza (Charaudeau, 2009): instaladas entre los miembros de los grupos, forman parte del fenómeno de regulación social. Suponen la adopción de estrategias para imponer dominio (poder) al otro, o bien para liberarse del ejercido por un otro (contrapoder), pudiendo implicar la búsqueda de alianzas (juego de persuasión) y del querer (juego de seducción). En el texto que hemos analizado, de forma irónica, esta búsqueda del poder se da, sin ir más lejos, en la adopción del título de "princesa". El constante juego crítico respecto del discurso cristalizado, puede ser entendido como una forma de contrapoder, y la ubicación doméstica de la narradora en relación con sus olvidos, sus vecinos, su cotidianeidad, la tornan un tanto "frágil" y "querible", lo cual podría esgrimirse como estrategia de persuasión.
  • La construcción de significancia de los objetos del mundo (Charaudeau, 2009): ello se imbrica con cómo los grupos sociales construyen conocimiento, generándose representaciones que les son comunes, es decir, que los hacen partícipes de un imaginario social. En el fragmento de blog analizado, la reconstrucción desde otra perspectiva de la historia y la consecuente construcción discursiva diferencial respecto del discurso cristalizado sobre los desaparecidos, permiten el advenimiento de otro modo de conocer el mundo. En tal sentido, deseamos recordar a Kesselman: "más allá de sus limitaciones estilísticas, e incluso de las opiniones críticas de la autora sobre la política de derechos humanos de los últimos años, Diario.redefine el piso para la literatura sobre el Proceso. La narración abandona un estado de cosas y de ánimo detenido en los noventa y se sitúa en 2013. En otras palabras, ya no es sólo una tragedia familiar, sino un conflicto social y político" (Kesselman, 2013, versión electrónica, s/p).

  • Finalmente, consideramos, junto con Charaudeau (2009), que el tipo de análisis aquí propuesto permite dar cuenta de cómo el funcionamiento de los fenómenos lingüísticos en su uso evidencia el modo en que se construye sentido en la sociedad. Estas nuevas formas de relatos, creemos, como ya dijimos, que requieren, por parte de los analistas, de la reflexión en torno a sus nuevas estrategias y escenarios. Este artículo sólo intenta ser un ensayo para ello.

    Notas:

    1 Consideremos, junto con Lane (1992), que el título, en tanto elemento paratextual, cumple no sólo con una función predictiva, sino fundamentalmente persuasiva, es decir, de orientación argumentativa. Ahora bien, el título "Diario de una Princesa Montonera" por un lado nos remite, como sostendremos, al ámbito de lo íntimo por la clasificación genérica, y, a la vez, también podría ser leído en una relación intertextual con la obra de María Rosa Lojo, "La Princesa Federal", que novela la vida de Manuelita Rosas. Esta lectura, en la edición impresa del libro, es reforzada por la inclusión de un dibujo estilizado de una estrella federal. A su vez, el título va acompañado de la leyenda "110% verdad" que se encuentra subrayada en un color rosa, como si se tratara de un lápiz de labio, lo que recuerda imágenes de series televisivas como "Sex and the city". Toda esta combinación, nos haría pensar en la asociación con el período de luchas entre unitarios y federales (lo que supondría una resignificación de las luchas montoneras), pero, a la vez, frente al consabido "salvajismo" de esa época (denunciado ampliamente en la literatura argentina), se opondría como signo la "flor", la excepción, el "toque femenino" de bondad y mansedumbre y freno al horror, la "princesa", ya sea en relación con Manuelita, o sea en relación con la propia narradora. A su vez, la posible evocación en lo gráfico a una serie como "Sex and the city", parecería hallarse en correlación con una suerte de "banalización" del discurso que esperaríamos como necesariamente horroroso, tal como se verá en otros momentos de este artículo.

    2 Una misma escena genérica, puede muy bien ser inscripta en distintas escenas englobadoras. Así, por ejemplo, la arenga, bien puede erigirse en una escena genérica del discurso religioso, el militar, el político o el pedagógico. A partir de ello, podemos preguntarnos, junto con Charaudeau (2009),  "¿por qué no considerar la comunicación como un fenómeno genérico dentro del cual pudieran identificarse diversas formas, diversos géneros?" (Chauraudeau, 2009, v. electrónica s/p).

    3 Entendemos por "discurso íntimo" aquél que toma como tópica cuestiones de la vida personal bajo un formato genérico como el del diario o la carta íntima, ambos formatos que suponen una circulación no pública. Aunque, veremos en este caso, es justamente esto lo que se encuentra "jaqueado" por el medio de circulación.

    4 Cuando el "yo" que narra es, a la vez, centro de atención narrativa, se constituye en "héroe" de su propio relato. Es llamado, en términos de Genette (1983), autodiegético (como por ejemplo ocurre en la autobiografías, las confesiones, los monólogos interiores y las narraciones epistolares o en forma de diario). Sin embargo, el narrador puede no ser centro de lo narrado, sino constituirse en un "testigo" (narración testimonial). La narración testimonial muchas veces asume como forma pronominal el "nosotros", o bien puede apelar a un conocimiento compartido con el interlocutor (narración en segunda persona). La narración homodiegética testimonial da pie a una inestabilidad vocal que la hace oscilar entre lo heterodiegético y  lo homodiegético. Cuando la voz del narrador se define en su propia subjetividad (narrador homodiegético), se produce una suerte de "desconfianza" por parte del lector. La subjetividad de este tipo de narración se debe no sólo a que narra la voz del personaje, sino a que toda narración homodiegética ficcionaliza el acto mismo de narrar: "...el narrador deja de ser una entidad separada y separable del mundo narrado para convertirse en narrador-personaje. Del mismo modo, el acto de la narración se convierte en uno de los acontecimientos del relato; la narración se torna en acción, sin que necesariamente esté de por medio un cambio de nivel narrativo." (Pimentel, 1998: 140)

    5 Agreguemos a nuestras observaciones de la primera nota, que el uso del artículo definido ("la") iría contra la expectativa de cuento clásico que la figura de la princesa convocaría y que, en este tipo de escena genérica, nunca es una princesa específica, con nombre y apellido, sino "una" princesa. De este modo, el título evita la vaguedad que tendría el cuento clásico, acercándose más a la lógica de la crónica y del relato que estará sesgado por el verosímil realista (Hamon, 1982)

    6 Pensamos al protocolo como un topo simbólico en tanto resulta un espacio de inscripción y de despliegue del yo y de su relato.

    7 Dicha emocionalidad aparecería sobrerrealizada (García Negroni, 1995) por el uso de signos de exclamación.

    8 La isotopía constituye una figura retórica que consiste en la agrupación de campos semánticos que favorecen la homogeneidad de significado en el texto.

    9 "Los mitos revelan, pues, la actividad creadora y desvelan la sacralidad (o simplemente la 'sobre-naturalidad') de sus obras. En suma, los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de lo sagrado (o de lo `sobrenatural`) en el Mundo. Es esta irrupción de lo sagrado la que fundamenta realmente el Mundo y la que le hace tal como es hoy día."(Eliade, 1963: versión electrónica s/p).

    10 "Enfocado en lo que tiene de vivo, el mito no es una explicación destinada a satisfacer una curiosidad científica sino un relato que hace vivir una realidad original y que responde a una profunda necesidad religiosa, a aspiraciones morales, a coacciones, a imperativos de orden social e incluso a exigencias prácticas." (Malinovsky, 1928: 105).

    11 En este sentido ritual, podrían explicarse ciertas acciones del relato que se repiten a lo largo de la historia de la protagonista: "sacarse sangre de nuevo en el EAAF, darse una vueltita por el juicio a los milicos de la Esma, asistir a una reunión de hijis, reunirse con los vecinos memoriosos de Almagro". Todo conduce a un protocolo (no sólo en el sentido ceremonial, sino también en el sentido en que se podría hablar, por ejemplo, de un protocolo médico, como una serie de acciones que deben cumplirse de un determinado modo) que culmina en un gesto continuo (marcado por el gerundio verbal "desempeñando") de asumir el "cargo" con  "lealtad y patriotrismo".

    12 El sintagma "verdadera emergencia", en su núcleo nominal ("emergencia"), orienta argumentativamente hacia algo que se presupone grave, urgente. Al agregarle la calificación de "verdadera", de algún modo, se pone en tela de juicio este significado básico. Por un lado se alude a la urgencia, pero la calificación eludiría tal carácter al suponer que pudiera tratarse de una emergencia no verdadera.

    13 El diminutivo "vueltita", parece restar importancia nada menos que a los juicios a los militares de la ESMA. En ese sentido, podría ser valorado como un elemento "desrealizante" (Ducrot, 1998) a partir del cual se eludiría el horror al que aluden dichos juicios.

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    Fecha de recepción: 30-05-2013.
    Fecha de aceptación: 06-11-2013.

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