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La trama de la comunicación

versión impresa ISSN 1668-5628

Trama comun. vol.22 no.2 Rosario dic. 2018

 

ARTÍCULOS

Independiente del Gobierno, no de vos*. Clarín y su gramática coyuntural frente al primer kirchnerismo

 

Por Julia de Diego

juliadediego@yahoo.com.ar / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas -Universidad Nacional del Centro, Argentina

Julia de Diego
Argentina.
Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de La Plata. Licenciada en Comunicación Social Universidad Nacional de La Plata. Docente de Teoría y práctica de la política de la Maestría en Ciencias Sociales, de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro.
Afiliación Institucional: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)-Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro, Facultad de Ciencias Humanas.
Area de especialidad: Política, medios y discurso.
E-mail: juliadediego@yahoo.com.ar


Sumario:

El kirchnerismo protagonizó un conflicto público con sectores del periodismo. Aquí se analiza la forma en que el diario argentino Clarín se consolidó como actor político durante la gestión de Néstor Kirchner (2003-2007), a través de su producción discursiva. Se caracteriza un conjunto de reglas o gramática coyuntural que determinó la lectura y la escritura de este periódico sobre la política nacional.

Descriptores: Primer kirchnerismo; Periódico; Discurso; Gramáticas

Summary:

Kirchnerism starred in a public conflict with sectors of journalism. In this article we analize how the Argentine newspaper Clarin was consolidated as a political actor during the administration of Néstor Kirchner (2003-2007), through its discursive production. We characterize a set of rules or situational grammar that determined the reading and writing of this paper on national policy.

Describers: First kirchnerism; Newspaper; Discourse; Grammars


Introducción

Luego de la profunda crisis social, económica y política que azotó a la Argentina entre 2001 y 2002, el gobierno de Néstor Kirchner asumió en 2003 con una propuesta de recuperación política de corte progresista1 que se consolidó promoviendo la centralidad del Estado, la recomposición del lazo de representación y la articulación de demandas sociales de un pueblo dañado por las políticas neoliberales de las gestiones anteriores2.
A pesar de su pertenencia al tradicional Partido Justicialista, el nuevo líder era un candidato poco conocido en la escena política nacional. Había sido gobernador de la provincia patagónica de Santa Cruz (1991-2003) y se presentaba a sí mismo, como un outsider de la política, realzando una imagen renovadora, no solo como estrategia para sortear la crisis de representación que atravesaban los partidos tradicionales, sino también enfatizando un perfil político transformador y disruptivo respecto de los períodos anteriores.
Paulatinamente, la economía y el clima político y social fueron sosegándose, sostenidos por políticas públicas y una resignificación discursiva y efectiva del rol de las instituciones y del Estado respecto de las demandas sociales. Se iniciaba así un proceso de consolidación de una fuerza hegemónica (como Gobierno y también como movimiento político emergente) que luego se profundizó con las dos gestiones de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011/2011-2015).
En el ámbito de lo público, las primeras medidas de Gobierno delinearon un perfil político3 que despertó diversas críticas y apoyos que, más tarde, fueron el sustento de posicionamientos bien marcados respecto de la gestión. Algunos medios de comunicación comenzaron a hablar del fuerte “personalismo” para caracterizar al gobierno de Kirchner y advirtieron en torno de la “amenaza” de que su gestión tomara un “rumbo hegemónico”. Se desplegó así una relación tensa y ambigua entre el gobierno de Kirchner y la prensa (Montero y Vincent, 2013). Este vínculo gobierno-medios no fue nuevo en la historia nacional, pero sí asumió características propias de esta coyuntura. Los medios de comunicación intervinieron una vez más como verdaderos actores políticos (Borrat, 1989), pero esta vez transformándose en uno de sus interlocutores/opositores más importantes del kirchnerismo, al tiempo que salieron en forma creciente a defender su tarea y a redefinir la legitimidad de su palabra pública.
La consolidación de ese rol fue posible también gracias a la plataforma de poder sobre la que se habían erigido las empresas multimediáticas favorecidas por las políticas pro-concentración implementadas en la época neoliberal4. Así, lograron un alto nivel de incidencia social de sus producciones discursivas, y adquirieron una extendida influencia en los funcionarios públicos.
Como contracara, Kirchner desarrolló un tratamiento particular y novedoso hacia el periodismo y los medios de comunicación en sus intervenciones públicas. Influido por un contexto regional5, el líder político confrontó con gran parte de estos sectores y sus principales emisiones y publicaciones, no solo en un plano polémico, sino también a partir de cuestionar sus propias bases de legitimidad: la veracidad y universalidad de la información pública, denunciando lo que consideraba como politicidad, parcialidad y manipulación de la palabra mediática.
Frente una arena pública con instituciones mediáticas poderosas e híper-concentradas, cuyo discurso había hegemonizado las producciones noticiosas en los años previos, y un poder político que las cuestionaba en sus propias bases de legitimidad, los periódicos (y los medios de comunicación en general) iniciaron en esta etapa un proceso de consolidación como actores políticos. Estos, no solo asumieron públicamente sus posturas desde diversas modalidades de producción discursiva, sino que fueron objeto central de los discursos políticos oficiales y salieron a defenderse y a redefinir el vínculo de su palabra pública con la ciudadanía.
El caso del diario Clarín es emblemático desde una mirada retrospectiva: fue uno de los adversarios públicos más claros y contundentes del gobierno nacional liderado por Cristina Fernández de Kirchner 6. La pregunta por los inicios de esta confrontación se vuelve específicamente relevante para comprender mejor el contexto en el que el conflicto recrudece: ¿a partir de qué condiciones productivas de sentido el diario Clarín construyó un perfil político del primer kirchnerismo como gobierno y como fuerza política?
El objetivo de este artículo es trazar las principales características de las modalidades discursivas a partir de las cuales el matutino interpretó y evaluó al primer kirchnerismo, generando reglas de producción de sentido reunidas en una gramática coyuntural. Desde una perspectiva teórica socio-discursiva y constructivista, con una estrategia metodológica cualitativa e interpretativa dada por el análisis de discurso, observaremos la manera en que este diario se consolidó como una institución política (Schudson, 2002) que, no solo polemizó públicamente con el Gobierno, sino que buscó disputar la propia relación de representación simbólica entre el líder y su pueblo. En otras palabras, Clarín se arrogó a sí mismo la posibilidad de hablar en nombre de la ciudadanía y nosotros buscaremos dilucidar a partir de qué condiciones lo hizo.

El periódico como actor político: aportes teórico-metodológicos para su abordaje

El especial interés en el discurso informativo nos ubica en una perspectiva socio-discursiva deudora de una tradición teórica de estudios en comunicación post-estructuralistas (Verón, 1995), que otorga centralidad al lenguaje y a la producción social de sentidos en sus aspectos constructivistas. La información publicada resulta el ámbito donde interrogarnos acerca de cuáles son las condiciones productivas en las materias significantes públicas y qué luchas simbólicas (Bourdieu, 1984) se despliegan en torno a las construcciones de sentidos diferenciales y conflictivos respecto de un mismo fenómeno político: el primer kirchnerismo.
Para Verón (1993), los discursos sociales designan a todo conjunto significante que se produce, circula y engendra efectos en la sociedad. Estos son materiales, dado que siempre están en algún soporte perceptible para los sentidos del hombre; dinámicos, no tienen un sentido estático, sino que se va modificando entre las condiciones de producción y las condiciones de recepción o reconocimiento; históricos, el sentido no es universal, sino queestá determinado por condiciones sociales, culturales y temporales (nunca puede repetirse a sí mismo); y sociales su producción es intersubjetiva, dado que la generación de sentido es un fenómeno exclusivamente social.
Este dinamismo e historicidad de los discursos sociales nos permite pensar a la palabra pública como arena de disputa, de luchas simbólicas por obtener el monopolio de la denominación legítima (Bourdieu, 1984). Es central partir del supuesto de que los objetos del mundo social “se pueden percibir y decir de diferentes maneras (…) en tanto objetos históricos, están sometidos a variaciones de orden temporal y a que su propia significación, en la medida en que está suspendida en el futuro, está en suspenso (…) relativamente indeterminada. (Ídem: 288). en ese espacio de indeterminación donde pueden sembrarse las disidencias.
Según el funcionamiento social de los discursos, es posible clasificarlos en distintos tipos (políticos, religiosos, académicos, etc.). El que asume especial relevancia para nuestros objetivos es el discurso informativo. Su aspecto definitorio es la generación de actualidad, forjando nuevas disputas simbólicas y objetos de conocimiento colectivo del tiempo presente, lo que significa producción de la realidad social como experiencia colectiva (Verón, 1987). En ocasiones, esta discursividad aparece íntimamente ligada a la política (por su componente polémico y su interpelación a la ciudadanía, por ejemplo), sin embargo es preciso tener en cuenta que son tipos discursivos diferentes, dado que los límites de cada uno se comprenden por su multideterminación en tres niveles: material, político-institucional y social (Autor, 2014).
Pese a esta diferenciación de los tipos discursivos, desde una perspectiva sociológica definimos a los periódicos como instituciones políticas (Schudson, 2002) que se conforman a partir de su desarrollo histórico particular y el lazo entre periodistas y el trabajo de los funcionarios, volviéndose una fuerza política central de los gobiernos (Cook, 1998) capaz de afectar al proceso de toma de decisiones en el sistema político (Borrat, 1989). Los periódicos protagonizan el conflicto simbólico que se desata cuando existe un bien siempre escaso que está en disputa, situación que define al ámbito político como espacio de la lucha por el poder. En este caso, lo que está en disputa es la configuración de colectivos, al momento de trazar horizontes políticos diversos (liderazgos convenientes, rol del Estado, políticas sociales, etc.)
La producción discursiva de cada periódico es entendida, entonces, como un conjunto, como un producto institucional, a pesar de sus heterogeneidades internas, propias de un dispositivo polifónico. Según Borrat (1989), existe una estrategia global que “calcula sus lucros y organiza sus influencias” y configura una imagen pública.
El periódico presenta lo que Borrat denomina como estrategia global que “calcula sus lucros y organiza sus influencias” y configura una imagen pública, que

se va moldeando y remodelando como biografía de este actor colectivo (…) como discurso polifónico que va reafirmando la identidad y los rasgos de este narrador y comentarista mediante la cambiante heterogeneidad de voces y temas que él mismo organiza, ensambla, dirige y comunica. Para lucrar e influir, el periódico necesita apoyarse ante todo en esta imagen pública resultante de la secuencia de temarios publicados (…) tiene que contar con una imagen pública de prestigio, que es fruto de las sucesivas actuaciones que ha venido realizando desde que se echó a andar en la escena pública. (1989: 142)

En este sentido, partimos del supuesto de que el posicionamiento político público integra, en diversos grados, todos los espacios redaccionales, dado que éstos transitan procesos de decisiones y negociaciones internos, incluyéndose así a una voz global que comparte lineamientos en los contenidos y en las modalidades enunciativas. De esta manera, la información circula como la voz de instituciones a las cuales representa, genera la configuración de posicionamientos políticos y define perfiles políticos. Estructura en su seno fronteras que clasifican lo que es posible decir o no decir en cada marco institucional, en una compleja tensión entre posturas vinculadas a acontecimientos particulares, respuestas a problemas coyunturales y pertenencias (más o menos flexibles) a tradiciones ideológicas.

Desde el punto de vista metodológico, privilegiamos una mirada cualitativa bajo el paradigma interpretativo (Vasilachis, 2009), que permitió explorar las regularidades en las producciones discursivas de cada diario. Focalizamos en un nivel institucional que consideró como unidad de análisis al discurso público del periódico.
El análisis discursivo contribuyó a definir tipos de funcionamiento asociados a condiciones productivas determinadas en el caso estudiado, es decir, nos permitió identificar una gramática específica de generación del sentido. Esta es la dimensión determinante para explicar las propiedades/operaciones de los discursos, ya que deja huellas que indican que si las condiciones de producción cambian, el discurso también lo hace. egún Verón, “entre las condiciones productivas de un discurso hay siempre otros discursos”, para lo que debemos tener en cuenta reglas de generación, en sus palabras, gramáticas de producción (Verón, 1993: 127)el discurso puede concebirse como un “iceberg”: es apenas un fragmento de algo construido que hay que rehacer, teniendo en cuenta que lo sumergido está hecho de operaciones (Cingolani, 2011). Este plano invisible es el que remite a “los vínculos que mantiene el sentido con los mecanismos de base del funcionamiento social” (Verón, 1995: 12), es decir, con lo ideológico presente en las gramáticas.
Para acceder a la caracterización estas gramáticas en el discurso informativo, seleccionamos ejes de análisis que abordaron cuestiones situacionales respecto de acontecimientos políticos (situación de comunicación -Maingueneau, 2004-) y de alocuciones presidenciales (modus y dictum); dimensiones transversales expresadas en los periódicos respecto de características políticas del primer kirchnerismo en todas sus etapas (liderazgo, legitimidad e identidad política, -Aboy Carlés, 2001-); y aspectos enunciativos del discurso informativo (tipo de locutor -Ducrot, 1986; Bajtín, 1995- y su vinculación las “voces” presidencial y ciudadana).

La maleabilidad del discurso y la disputa por la representación: comportamiento regular de la gramática coyuntural en Clarín

Como dijimos, las gramáticas de producción discursiva son el conjunto de reglas a partir del cual se generan discursos. Su análisis implica sistematizar las regularidades en torno a los contenidos y definiciones políticas y, al mismo tiempo, organizar estrategias para acceder a las modalidades del decir periodístico. Con este último elemento, dilucidamos que en las interpretaciones periodísticas incidieron condiciones productivas particulares (que podrían activarse en un futuro en otras coyunturas). Estas tuvieron que ver con un doble movimiento que contempló, por un lado, la construcción de posicionamientos públicos propios y, por otro, la configuración del perfil político de un líder -en este caso, Kirchner-.
Estas condiciones productivas del discurso informativo devinieron en un entramado de construcciones de sentido complejas en las que se articuló en distintos grados la injerencia constrictiva de los marcos ideológicos, la relevancia de los acontecimientos políticos en su coyuntura y el posicionamiento específico del periódico.
Con este objetivo, construimos un corpus de textos periodísticos de opinión publicados en Clarín 7, con fecha de una semana antes y dos semanadas posteriores a determinados actos públicos oficiales que marcaron puntos de quiebre en la historicidad kirchnerista, devenidos en hitos del proceso de su construcción política. Fueron eventos en los que Kirchner dejó sentados preceptos de su posicionamiento político, sus lecturas sobre el pasado reciente, sus horizontes, la identidad de sus enemigos y amigos, así como la inscripción en tradiciones político-ideológicas determinadas 8.
Así, generamos la denominación de gramática coyuntural la cual reunió un conjunto de reglas de producción discursiva a partir del que Clarín se posicionó públicamente, eludiendo refutaciones o adhesiones políticas explícitas y estables. En general, su discurso construyó una postura enunciativa cercana al “interés ciudadano”, desde la cual evaluó y reflexionó al poder político.
Se desplegó, en este sentido, una operación discursiva que no se presentó como parte de un tradición político-histórica que determinara posicionamientos (como sí puede observarse en otro tipo de lecturas9), sino a partir de configurar una gramática, caracterizada por la maleabilidad y el pragmatismo. Construirse como portavoz de la ciudadanía posibilitó a Clarín desplazarse entre distintos posicionamientos políticos sin demasiadas contradicciones respecto de los límites de su propio decir.
Lo ideológico, en este sentido, tuvo que ver más con la invisibilización de las raíces de la crítica política, morigerando los rasgos polémicos como un fin persuasivo del contrato de lectura (Verón, 1985), sustentando sus argumentos en la configuración de un lazo discursivo de representación entre el diario y la ciudadanía.
Esta movilidad le permitió al periódico desplazar su apoyo del oficialismo a la oposición en entre 2004 y 2005, momento en el que cuestionó al primer kirchnerismo -no por ser un adversario ideológico- sino por políticas puntuales que, según sus expresiones, iban en contra del bienestar de la sociedad.

La trayectoria histórico-institucional como condición productiva de los discursos

El primer número del diario Clarín salió a la venta el 28 de agosto de 1945 de la mano de su creador, Ricardo Noble. Según Ulanovsky (2005), el diario presentó como uno de sus principales objetivos, el de apoyar los cambios de un país tradicionalmente agrícola-ganadero que ahora aspiraba a potenciar y desarrollar la industria. Esta publicación se proponía como masiva, liviana de ideología, e influyente sobre las mayorías (Sivak, 2013).
Los constantes cambios en su posicionamiento político fueron la seña de distinción de su producción noticiosa. En 1945 hizo campaña contra el ex presidente Juan D. Perón, mientras que desde 1946hirió a su gestión 10. Fue en esa época que incorporó tópicos relacionados con el bienestar del trabajador, a quien el Poder Ejecutivo garantizaba derechos esenciales (trabajo, vivienda, salud), reforzando la legitimación del peronismo y la consolidación de una identidad colectiva estable, sujetada al poder estatal y a la exaltación de valores como la conciliación, los beneficios sociales y la movilización (Brunelli, 2005).
En los días que precedieron al derrocamiento de Perón en 1955, el diario viró hacia una oposición radical y, durante la presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962), adhirió a la política desarrollista. De esta manera, “Clarín dejó de ser apenas una luz que iluminaba al desarrollismo en decadencia, para convertirse en el banco central de sus finanzas y en el cuartel central de su proyecto político.” (Mochkofsky, 2011: 36)egún afirma Sivak (2013), la gran cercanía con el nuevo mandatario y sus políticas convenció a Noble de que podía “hacer presidentes”, dando cuenta de la crucial importancia y potencial influencia de Clarín en la escena política.
A fines de los años’60 la esposa del fundador, Ernestina Herrera de Noblese hizo cargo de la empresa y en 1982 delegó un gran poder en Héctor Magnetto, quien promovió la separación del diario del grupo desarrollista que lo había influenciado ideológicamente. Con esta estructura dirigencial, el matutino adoptó nuevamente las flexibilidades ideológicas que había cultivado en sus inicios 11.
Durante la dictadura militar de 1976, obtuvo -junto a los diarios La Nación y La Razón y el Estado nacional- la concesión de Papel Prensa S.A., pasando a controlar la producción y venta de papel para diarios y revistas. En ese contexto, Clarín defendió en sus páginas al régimen militar (Mochkofsky, 2011).
una modificación legislativa que osibilitó que una empresa periodística pudiera poseer señales de TV, radios y productos gráficos 12. Esta flexibilidad normativa habilitó a que Clarín organizara y determinara la agenda pública durante varios años, consolidándose como el multimedio más poderoso de Argentina y uno de los más potentes de América Latina (junto a O Globo, en Brasil y Televisa, en México).        
En términos discursivos planteó un modo de decir que cultivó la “ilusión de integridad”. estilo de portada indicaba la presencia de una “lengua-cristal”, en el sentido de una transparencia buscada respecto de los acontecimientos (Steimbreg y Traversa, 1997).
De esta manera, Clarín tejió en su historia vínculos políticos que reflejaron, no una tradición ideológica concisa, sino más bien “el pragmatismo de su director y fundador”; “Noble construyó una forma de relacionarse con la política y el Estado que lo ha sobrevivido” (Sivak, 2013: 15-16)

Los elementos de la gramática coyuntural en Clarín

Universalización de lo particular

El primero de sus elementos definitorios fue la operación discursiva que postuló visiones particulares -las del diario- como universales, es decir, como propias de la sociedad. Este desplazamiento dio sustento argumentativo a una postura crítica que, en un nivel general, apuntó hacia cualquier toma de posición política por considerarla una fragmentación de los intereses de las mayorías, y en lo particular, acusó al primer kirchnerismo de sectario. Desde esa mirada, cualquier construcción simbólica de la política que manifestara sus anclajes ideológicos, dejaba por fuera a gran parte del colectivo social en la destinación-representación significante. La exigencia hacia los gobernantes, en suma, fue que no debían ser ideologizados, y mucho menos Kirchner, frente a quien Clarín se opuso por considerarlo la voz y bandera de un sector político restrictivo.
Fue clave para esta forma de comprender al primer kirchnerismo, la lectura periodística de un acto que encabezó el Presidente el 24 de marzo de 2004 13, en la que Clarín observó un gran distanciamiento de la propuesta oficial respecto de un deseado “reencuentro nacional”. Desde el espacio editorial, se sostuvo que en ese evento “se volvieron a plantear visiones parciales y antinomias que son, precisamente, las que deben superarse.” (Editorial, Cl, 28.3.04). También se dijo que:

La historia no se acopla y adapta a los diagramas de la geometría política. Los hechos no son de izquierda, de centro o de derecha. La memoria es de todos. Los desaparecidos víctimas del terrorismo de Estado no son de un arco o del otro del sistema político. Si lo fueron, ahora son de todos. Lo mismo ocurre con los muertos que cayeron antes del golpe del 24 de marzo del 76. Son testimonios de una tragedia argentina.
En la medida en que la propiedad de los muertos se adjudique a una parte o a otra, se instituya un sistema de jerarquización de los caídos de acuerdo a las banderas políticas, o por el signo ideológico de quienes los borraron de la faz de la tierra, la memoria no brotará verdaderamente. Los muertos son nuestros muertos. Los desaparecidos son nuestros desaparecidos. No de unos o de otros.
No se puede secuestrar a la tragedia argentina para que pague réditos políticos a un sector o a otro. Podemos elegir: convertir al Museo en una memoria selectiva y arbitraria o en un esfuerzo activo para recuperar el pasado y terminar de construir la cultura de la Justicia. (Roa, Cl, 25.3.04)

Vemos en este fragmento dos niveles de referencia: la forma en que éste periódico cuestionó al primer kirchnerismo y, en esa toma de posición, la manera en que argumentó en favor de una visión particular acerca del pasado reciente y las políticas de derecho humanos.
Por un lado, la crítica periodística se centró en advertir que Kirchner no había fomentado una memoria de “todos” (Roa, Cl, 25.3.04), dado que privilegió una visión “parcial” y “sesgada” de los recuerdos históricos. Frente a esto, el diario exigió que “los sucesos cruciales de la historia” “deben tratarse con amplitud de miras y equidad, sin caer en parcialidades ni en instrumentaciones políticas. (…) El presidente Néstor Kirchner ha perdido la oportunidad de hacer un aporte en este sentido.” (Editorial, Cl, 28.3.04).
En segundo lugar, el artículo cuestionó la idea de memoria militante esbozada en el discurso presidencial y propuso concebir una memoria no determinada por “banderas políticas” o un “signo ideológico”, despolitizando así “los hechos” de “la historia”, los cuales no pertenecen a ningún sector en particular. El terrorismo de Estado fue para Clarín una “tragedia argentina”, sin agente discursivo identificable, equiparando el gobierno militar con los anteriores, y morigerando la crudeza del genocidio acecido. Consolidó así este pretendido posicionamiento apolítico, preocupado por representar a la totalidad social.
En este ejemplo observamos cómo el primero de los elementos de la gramática coyuntural se basó en una falacia constitutiva, a saber: la crítica al sectarismo ideologizado de la política, en general, y del primer kirchnerismo, en particular, se hizo desde una falsa postura de apoliticidad, que en verdad sostuvo visiones políticas concretas respecto de temas diversos. Se visualizó así un comportamiento, que sin dejar de ser paradojal, contrajo un marcado potencial persuasivo: mientras Clarín sostuvo ser la voz englobante de las mayorías, permeó sus planteos con marcados posicionamientos adversos al oficialismo y a determinadas perspectivas sobre la historia y los derechos humanos.

Solapamiento de posturas políticas

El segundo elemento que compuso la gramática coyuntural fue el opacamiento de las posturas políticas. Esta fue una modalidad enunciativa que legitimó argumentativamente la palabra pública de Clarín, no a través de una tradición político-ideológica, sino en la construcción de lazo representativo entre la discursividad periodística y la imagen de la ciudadanía que proyectó. Como ya lo mencionamos, este rasgo habilitó al diario el tránsito entre diversas posturas públicas de acuerdo a los intereses de cada momento. Veamos entonces dos ejemplo sobre este punto.
Tras la asunción presidencial el 25 de mayo de 2003, Clarín desarrolló una posición enunciativa que dio por sentada la existencia de una representatividad entre su perspectiva y las pretensiones o intereses de la “sociedad” y “el país”. No se presentaba como conocedor de las necesidades del pueblo, sino que habló en lugar de él y construyó una voz pública que interpeló directamente al poder político:

Como sostuvo el Presidente en su discurso, la gestión del Gobierno deberá ser juzgada por sus resultados. La sociedad espera que éstos se ajusten a los postulados expresados, porque el país no está en condiciones de soportar livianamente una nueva frustración.
Uno de los puntos cruciales será, en este sentido, lograr una mejora en el empleo y los ingresos, porque los déficit en esta materia constituyen una de las principales causas del desprestigio de la política y las instituciones, provocan la erosión del capital humano e intelectual y se encuentran en la base del problema de seguridad. (Editorial, Cl, 26.5.03)

Vemos como la construcción de los sujetos gramaticales (La sociedad espera; el país no está en condiciones) reforzaron esta modalidad enunciativa del periódico como vocero de una sociedad expectante; como vía de comunicación entre las necesidades colectivas (mejora en el empleo y los ingresos,) y la demanda de las mismas hacia la gestión.
La configuración de esta forma de producir discursos posibilitó el solapamiento de una postura política concreta que le exigía al nuevo Gobierno un camino a seguir. En la editorial citada se seleccionaron y reformularon en el discurso periodístico, aspectos de la alocución presidencial del 25 de mayo. Mediante esa operación discursiva, se omitieron las referencias la propuesta de inclusión social, las críticas a los sectores de poder, sus jerarquías sociales establecidas y a la lógica política de los años ’90 14. Las páginas del matutino aseguraron que los principales problemas de la “sociedad”, fueron la mejora en el empleo (una forma mitigada de referir a las problemáticas sociales), los ingresos, con los objetivos de rebatir el “desprestigio de la política y las instituciones” y recuperar la “seguridad”. La normalidad, la previsibilidad y el “bien común” aparecieron como elementos centrales en las pretensiones de un “país” que debía acompañar pasivamente.
Ya ubicados temporalmente en 2006, vemos cómo le fue posible a Clarín desplazarse entre una postura inicial de aliento y apoyo al primer kirchnerismo (aunque seleccionando solo algunos componentes de su propuesta) y, posteriormente, un cuestionamiento abierto hacia sus bases de legitimidad. Lo que en 2003 aparecía en el diario como una fuerza renovadora encabezada por nuevo líder (van der Kooy, Cl, 26.5.03; Editorial, Cl, 26.5.03) se leyó en 2006 como un “maquillaje” político que solo le había servido a Kirchner para acumular apoyos, dado que volvía a sus raíces peronistas:

La necesidad, de todas formas, empuja. Kirchner llegó al poder con pocos votos, pero supo edificar una buena expectativa social asido a la economía y con promesas de maquillar la política. Ese maquillaje perduró hasta las legislativas de octubre. Después, sobrevino una limpieza en el Gabinete y un apareamiento con el peronismo tradicional y los sindicalistas de siempre. (van der Kooy, Cl, 21.5.06)

De esa manera, Clarín se lamentó y apuntó duramente contra los resabios de peronismo que había observado en la organización del acto en la Plaza de Mayo por los tres años de gobierno. La incidencia de las viejas estructuras partidarias, las dinámicas y personajes tradicionales del justicialismo fue un motivo de repudio del diario hacia la gestión oficial.

La crítica morigerada

Si Clarín consolidó (desde 2005) un posicionamiento adverso hacia la gestión de Kirchner, la crítica que predominó no fue la refutación, sino que, paradójicamente, se desdibujaron las posturas políticas explícitos, a partir del uso del condicional, los modos interrogativos y la figura discursiva del balance. Analicemos un par de ejemplos:

Quizá el Presidente abrió la caja del pasado de manera brusca sin reparar que muchos tejidos de la comunidad aún no se han curado. (…) ¿Había que empujar de la noche a la mañana la idea del Museo? ¿Había que hacerlo sin abrir un debate sobre todo aquello que desea cristalizar para siempre la memoria colectiva? ¿Había que enmarañarse en las formas -el lugar donde estará el museo- sin tener al menos macerado el fondo de la cuestión?
Esos dilemas fueron los que quedaron boyando en las últimas horas sobre la superficie de la realidad y los que hicieron sonar los timbres de alarma más sonoros: la reconciliación es, en evidencia, un bien todavía inalcanzado por la sociedad, cuando se cumplen hoy 28 años del golpe que dio curso a un genocidio. (van der Kooy, Cl, 24.3.04. El resaltado es nuestro)

Como lo mencionamos, Clarín se ubicó enunciativamente desde una perspectiva ciudadana para repudiar el posicionamiento oficial respecto de los crímenes cometidos por la última dictadura cívico-militar, considerándolo un obstáculo para la “reconciliación”. En este punto, resaltamos algunos de los modos con los que el discurso informativo polemizó con la postura oficial: el uso del modalizador quizás y las frases interrogativas, iniciadas con “Había que…”. En ambos casos, se procuró una crítica morigerada que, sin dejar de ser aguda, se presentó como “dilemas” en un tono mesurado y “equitativo”.
El balance también fue un elemento constitutivo de los análisis políticos de Clarín. Su función argumentativa fue la de resaltar cuestiones positivas de la gestión oficial, como un recurso para amortiguar los cuestionamientos y la crítica en tono de exigencia hacia al Ejecutivo, en un intento por negociar enunciativamente con el masivo apoyo popular y no confrontarlo directamente.

Con el acto del jueves pasado, el Gobierno ha podido celebrar su tercer año de gestión con una base de apoyo popular que ya había obtenido en las urnas en las últimas elecciones legislativas, y que le permitirá completar su período constitucional sin el fantasma de crisis, incertidumbres o confrontaciones graves. No ha vivido muchas circunstancias parecidas nuestro país en las últimas décadas y éste es un dato que debe ser convenientemente evaluado. Tampoco debe servir para ocultar o postergar las tareas pendientes. El balance de la economía a los tres años del gobierno de Néstor Kirchner tiene aspectos positivos importantes que alcanzan a buena parte de la sociedad. Pero hay cuestiones institucionales que opacan los logros y abren interrogantes sobre el futuro. (Editorial, Cl, 28.5.06)

Los marcadores opositivos, Tampoco y Pero son las puertas discusivas que abren el paso a la crítica que aparece de alguna manera justificada, tras haber resaltado en un tono de suspenso algunas cuestiones beneficiosas de la gestión: “un dato que debe ser convenientemente evaluado”.

El Locutor ciudadano

El último elemento que completa la definición de la gramática coyuntural de Clarín es la jerarquización de la voz periodística respecto de la política y de la ciudadanía. En el primer nivel, se consolidó un Locutor experto y observador privilegiado (aspectos que legitiman su decir y la validez de los análisis) que interpeló directamente a la figura presidencial, pero explicitando señas de una relativa distancia respecto del líder, reforzando una percepción más sensible a lo ciudadano, que a lo político.
Fue así que, en un segundo plano, y relacionado con lo antedicho, el Locutor se ubicó en el rol de representante y a la vez, vocero de la ciudadanía en nombre de la cual habló; se consolidó una figura discursiva conocedora de las pretensiones, humores y posturas políticas de la comunidad y así disputó directamente el terreno propio de la representación política clásica: ser el portavoz de un grupo (Bourdieu, 1984a).
En la Asunción presidencial, observamos la construcción de un Locutor periodístico que se posicionó en una cercanía con reservas a la realidad política:

Néstor Kirchner convierte en palabras recurrentes lo que parece será su obsesión en sus primeros meses de gobierno: “Hay que cambiar la institucionalidad en la Argentina. Hay que cambiar la cultura política”, comenta.
El concepto es genérico, amplio, con el cual resulta imposible discrepar. Pero escarbando en el pensamiento del presidente electo se puede sacar otra miga, se pueden conectar sus frases con hechos de la realidad. [En relación con el armado de su gabinete y el nombramiento de Acevedo en la SIDE] (van der Kooy, Cl, 25.5.03)

El narrador no llegó a ser omnisciente, dado que planteó algunas dudas respecto del accionar presidencial. Clarín celebró la llegada del nuevo gobierno por considerarlo portador de un perfil renovador. Esto provocó -valga el oxímoron- una cercanía distante que, por un lado, celebraba el fin del menemismo y, por el otro, imponía sus consejos y advertencias acerca de los caminos que debía seguir la nueva gestión. Configuró lo que Todorov (1982) denominó como la visión “desde afuera”, la cual sabía menos que su personaje y pudo describir lo que vio u oyó, es decir -en este fragmento- las palabras recurrentes de Kirchner, las frases, los hechos de la realidad.
Fue así que el discurso periodístico interpeló, advirtió y reclamó al poder político lo que consideró necesario para la ciudadanía, como parte de la estrategia de establecer su propio posicionamiento respecto de los destinos de la nación, y de plantear una pretensión de la comunidad:

[El gobierno mantuvo una] deuda [que] permanece aún impaga, (…) [ya que] El progreso económico y social será temporario si no es apuntalado por mejores instituciones, si no se aprecia la conciliación como método político y si no se desactiva también la noción del hombre providencial. (van der Kooy, Cl, 26.5.06)
           
Quedaron así planteadas diversas advertencias de lo que se pensó fundamental para el bienestar social: mejores instituciones, una política conciliadora y el rechazo de la “noción de hombre providencial”, los mismos elementos que en los inicios habían sido elogiados por el diario.

Consideraciones finales

En uno de sus spots publicitarios de 2012 el Grupo Clarín expresó: “Cuando un diario crece es porque la gente lo elige. No hay otra forma (…) Clarín es el diario más vendido, mejor dicho, el más comprado. (…) Hace 67 años que hace todo lo posible para que vos lo elijas todos los días y el mandato le dura solo 24 horas. Y de vos depende que vuelva a ser elegido una vez y otra vez, y otra.” Quedaba en claro allí -a casi diez años de gobiernos kirchneristas- la posición adversativa que asumió el multimedio respecto del oficialismo nacional.
Esta oposición no solo se dio en el plano de la refutación y del cuestionamiento político-ideológico, sino en el intento de configurar nuevos colectivos, característica inherente a la discursividad política (Verón, 1998; Bourdieu, 1984). Esta performatividad de la palabra se vio claramente disputada por un discurso informativo que en la coyuntura intervino políticamente en los debates públicos, respaldado por su gran poder económico híper-concentrado y por liderazgos que lo cuestionaron y lo obligaron a legitimar y transparentar sus propias condiciones de producción noticiosa. Particularmente el diario Clarín le habló también a “la gente” o “a vos” y se propuso a sí mismo como el portavoz (Bourdieu, 1984a) del colectivo social construyendo un lazo representativo entre la ciudadanía y su propia enunciación.
Lo que comprobamos en este artículo fue que las modalidades del decir con las que el periódico estableció esta disputa simbólica con la representación discursiva, no tuvieron que ver exclusivamente con la respuesta directa a políticas de medios que atentaron contra los intereses de las grandes empresas (aplicadas sobre todo después de 2008), sino también con un modo de producir discursos que caracterizó al periódico como institución política. Vimos cómo la configuración de un tipo de gramática específica, la coyuntural, habilitó discursivamente al diario Clarín una flexibilidad ideológica que seleccionó y reformuló la palabra presidencial de acuerdo a ciertos intereses. Así la publicación pudo posicionarse primero a favor y luego en contra de la gestión, especificar balances y cuestionamientos y, lo más importante, establecer un contrato de lectura (Verón, 1985) holístico que configuró una figura de prodestinación (Verón, 1987a) universal y homogénea, crítica de las divisiones ideologizadas.
La universalización de lo particular, el solapamiento de posturas políticas, la crítica morigerada y la configuración de un locutor ciudadano fueron los elementos que configuraron un modo de producir discursos informativos sobre el primer kirchnerismo que nos permitió ver, no solamente la postura de un diario respecto de ese movimiento político, sino un modo de producir discursos históricamente determinado, propio de una institución que intervino políticamente en todas sus coyunturas.

Notas:

* Slogan del spot publicitario del Grupo Clarín: “Todavía se puede elegir”. Este artículo es parte de la investigación de Diego Julia, 2015.

1 En su Asunción (25.05.2003), Kirchner cuestionó el paradigma neoliberal y remarcó la urgencia de una inclusión social y el respeto al Estado de Derecho. Compartió con otros mandatarios del giro a la izquierda (Levitsky y Roberts, 2011) latinoamericano, una retórica antineoliberal e inclusiva (Brieger, 2009).

2 En Argentina, entre los años 1989 y 2002, se llevaron a cabo privatizaciones, se potenció una presencia mínima del Estado en la regulación de la economía y una inédita flexibilización laboral que redundó en precarización de la ocupación, con el apoyo de organismos multilaterales de crédito. Se privilegió a los sectores especulativos y financieros, por sobre los grupos productivos y empresarios.

3 En los primeros cien días de gobierno, describen Montero y Vincent (2013), el mandatario reemplazó la cúpula del Ejército; reformó la forma de designar jueces para la Corte Suprema de la Nación -cuyos miembros habían sido funcionales al menemismo-; puso en marcha un plan para la construcción de veinte mil viviendas; lanzó un plan alimentario y anunció el aumento de los salarios mínimos y de las jubilaciones; impulsó la anulación en el Congreso de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que habilitó el juzgamiento de militares.

4 Las empresas de medios asumieron una orientación comercial y financiera en el marco de la convergencia tecnológica. Articularon telecomunicaciones, industrias culturales y redes digitales, en varios niveles: propiedad, audiencias y disposición geográfica. La tendencia al oligopolio o al monopolio tendió a la desaparición o absorción de los actores pequeños (Becerra y Mastrini, 2009)

5 Los líderes de nuevas izquierdas latinoamericanas promovieron similares aspectos retóricos y políticas de comunicación (de Moraes, 2011) -modificaciones legislativas y creación de nuevos medios-, que abarcaron la pretensión de una comunicación directa con la ciudadanía, rechazando la mediación periodística, considerando a los medios como instrumentos de enemigos del pueblo (Kitzberger, 2010).

6 Marzo de 2008 marcó un punto de inflexión en esta relación: Clarín apoyó las protestas frente a la propuesta de incremento de retenciones agropecuarias móviles (resolución 125). Se produjo una intensa crisis política en la que los medios de comunicación intervinieron como adversarios políticos y espacios de mediatización del conflicto: los debates adquirieron la forma de una disputa institucional por los lugares de enunciación pública, por la intermediación (Fernández, 2014). A partir de allí, el Gobierno apuntaló la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, transfigurando el discurso crítico en políticas concretas de radicalización contrahegemónica (Kitzberger, 2011).

7 Este estudio proviene de un trabajo más amplio (Autor, 2015) en el que seleccionamos 70 notas de  opinión publicadas en ediciones impresas, entendiéndolas como el espacio donde emergen explícitamente las dimensiones polémicas y argumentativas que orientan el perfil político de los diarios (Martínez Valle, 1997; Gonzalez Reyna, 2005).

8 Acto de Asunción presidencial (25.5.03); inauguración del Museo de la Memoria en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (24.3.04); apertura de la IV Cumbre de las Américas (4.11.05); acto en Gualeguaychú, en el marco del conflicto bilateral con Uruguay por la instalación de plantas procesadoras de pasta de celulosa (5.5.06); celebración de la efeméride patria del 25 de mayo y el balance a tres años del Gobierno (25.5.06).

9 En una investigación más amplia (Autor, 2015), reconstruimos otro tipo de gramática, la político-ideológica, en sus variantes refutativa (diario La Nación) y de adhesión (diario Página/12). Se  caracterizaron por interpretaciones estables respecto del primer kirchnerismo, basadas en tradiciones político-ideológicas propias de cada institución periodística.

10 Clarín dependió económicamente del estado peronista, dado que éste administraba las cuotas de papel, los créditos oficiales y la publicidad. En este marco, para sobrevivir y recibir beneficios económicos, Noble flexibilizó la línea editorial antiperonista (Sivak, 2013).

11 En un discurso en la redacción del diario Ernestina Herrera planteó el compromiso de “ser objetivos, amplios, colocando siempre los espacios de nuestras páginas a disposición de todos los sectores representativos de la vida nacional (…) El diario está abierto a todas las expresiones y corrientes del pensamiento nacional, es amigo de todos y no tiene amigos privilegiados.” (Citado en Mochkofsky, 2011, p. 47).

12 En la ley de Reforma del Estado (23.696- agosto, 1989) se flexibilizaron puntos de la Ley de Radiodifusión (22.285) que imposibilitaban la constitución legal de conglomerados en forma de multimedios y de propiedad extendida.

13 Fue la conmemoración del 28° aniversario del golpe cívico-militar de 1976, junto con el anuncio de la apertura del Museo de la Memoria. Ese hecho reanudó el debate público sobre el pasado reciente, acerca de qué recordar y las relaciones entre Estado y sociedad civil, política e institucionalidad (Carnovale, 2006). Evidenció también la “centralidad” en la agenda del gobierno “de la cuestión de los derechos humanos y al juzgamiento de los delitos de la última dictadura militar.” (Montero, 2008, p. 27).

14 Por ejemplo, en su alocución, Kirchner sostuvo la necesidad de generar políticas que posibiliten “el crecimiento económico del país, la generación de nuevos puestos de trabajo y la mejor y más justa distribución del ingreso”. En oposición con el ideario neoliberal de los ’90- el Estado debería tener un rol central, dado que “el mercado organiza económicamente, pero no articula socialmente, debemos hacer que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona.” (Kirchner, 25.5.03).

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Fecha de recepción: 05-10-2017.
Fecha de aceptación: 13-12-2017.

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