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La trama de la comunicación

versión impresa ISSN 1668-5628

Trama comun. vol.23 no.2 Rosario dic. 2019

 

ARTÍCULOS

El efecto verón. Presentación del dossier

 

Por Gastón Cingolani. Coeditor del Dossier

Eliseo Verón ha sido -por lejos- el autor más influyente en los estudios de la comunicación en nuestro país, y está en el podio de los más importantes de América Latina. No solo se le debe un aporte pionero (introdujo en el universo académico argentino la problematización sobre la comunicación a principios de la década de 1960) sino que le dio estatuto de estudio científico social, con el máximo de seriedad metodológica y un carácter transdisciplinar que mantuvo a lo largo de toda su trayectoria. Invocar la creación de cátedras, de carreras, de espacios de investigación, de publicaciones, entre tantas otras cosas, sería quedarnos -para usar su propia terminología- con un Verón en producción. Su obra es frondosa, se cuenta en decenas de libros y en más de un centenar de trabajos académicos publicados, pero también es tan heterogénea, que excedió incluso lo académico…
Recordemos que Verón no solo fue profesor regular en universidades argentinas y francesas e investigador en Conicet, en el Instituto Di Tella de Buenos Aires, y en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y Humanas de París, sino que también asesoró en comunicación política a candidatos y gobernantes en Francia y en Argentina, desarrolló estrategias comunicacionales para instituciones estatales y no gubernamentales así como para empresas del más alto nivel. Incluso fue panelista de Gran Hermano y columnista del diario Per fil. La variedad de espacios y actividades que abarcó hacen honor, a la vez, al detalle de sus obsesiones, a las que transformó en vectores de trabajos de investigación, siempre aportando una mirada que recolocaba la atención y una palabra que se desentendía de los lugares comunes, de lo esperado. Como socio-semiótico o como semio-antropólogo, sostuvo alguna vez que era posible interpretar el mundo social en un envase de yogurt. Y en ese estricto sentido, Verón defendió ejemplarmente su idea de que para comprender la sociedad no hay objetos triviales.
A su obra registrada oficialmente, ahora también comienza a sumarse un material de enorme interés, surgido de los papeles personales de su labor cotidiana. Gracias al ordenamiento y puesta en valor en un archivo digital de acceso público, será posible conocer documentos hasta ahora poco o nada conocidos: desde notas de la escucha de conferencias y de cursos tomados en su juventud, hasta sus informes de investigación, borradores de conferencias, programas de cursos dictados, y sus proyectos editoriales inéditos.
Pero decíamos que no solo debemos atender a su obra en producción: para comprender la magnitud de su influencia y su alcance es imprescindible prestar atención, también, a las lecturas que se han hecho y se siguen haciendo de la obra veroniana, así como a las adopciones variadas de su enfoque teórico-metodológico, a las apropiaciones de sus desarrollos, a los debates que se iniciaron y prosiguen alrededor de sus planteos y de su polémica -a veces provocadora- figura de académico con gran prestigio en el mundo de los estudios no académicos. Dicho en sus propios términos, el efecto Verón solo se puede registrar en reconocimiento.
De alguna manera, el presente dossier avanza sobre ambas instancias.
Ricardo Diviani, en el primer texto, nos lleva de viaje hacia el joven Verón, fundamental y fundacional, de sí mismo y de lo que vendrá luego. Casi como un juego de anticipaciones, nos encontramos con el anverso del Verón que conocimos o leímos más tarde, buscando briznas en sus tempranas apuestas al estudio del cuerpo y del sentido en el seno de la teorización sobre la acción social. Entre la fenomenología y el estructuralismo, entre la sociología empirista y la psicología social, en ese periodo dio forma a los estudios sobre comunicación con perspectiva semiótica más como una consecuencia que como un norte preestablecido. El tejido peculiar (complejo, mixto) de la obra de Verón es difícilmente comprensible sin este fondo cuyas líneas de fuga trazan el paisaje epistemológico de las ciencias sociales del siglo XX, incluyendo allí los desarrollos y las tensiones locales -en los cuales Verón tuvo rol protagónico y estelar- como interpretantes de los estudios franceses y norteamericanos.
Hemos convocado a Gustavo Gomez-Mejia (Université de Tours), Joëlle Le Marec y Emmanuël Souchier (GRI-PIC: Groupe de recherches interdisciplinaires sur les processus d’information et de communication, CELSA, Paris-Sorbonne) por varias razones. La primera, es que participan muy activamente de la continuación del legado de Verón en París. Desde líneas de investigación diversas, convergen en la aplicación de su perspectiva sociosemiótica y, más contemporáneamente, de su semio-antropología, a desarrollos tan variados como la escritura en pantalla o los estudios museográficos. Esa continuación no carece de las distancias necesarias pero está nutrida por el pasaje tangible de experiencias: el CELSA (Ecole des hautes études en sciences de l’information et de la communication), donde estos colegas investigan enmarcados en el GRIPIC en la Univ. Sorbonne-Paris, fue el último lugar de trabajo académico universitario francés en el que Verón enseñó antes de su regreso definitivo a Argentina. Como testimonian los autores, Verón estuvo de visita por última vez allí a fines de 2013, dejando –como ha sido habitual en su trayectoria– conceptos innovadores y una labor por continuar. Asimismo, hemos convocado a nuestros colegas como parte de un intencionado plan para fortalecer los lazos entre ambos lados del Atlántico: como nuestro homenajeado nos demostró, esa disposición a traspasar fronteras (geográficas pero también epistemológicas e institucionales) potencia los procesos de producción de conocimiento. Destaquemos que este paso que damos al invitarlos a participar del dossier no es un gesto típico (más) de la mirada complaciente y eurocentrista de la academia local, sino ya una respuesta a la disposición de apertura iniciada en 2017 alrededor de la obra de Verón; él es quien legó esos puentes.
El artículo de Gomez-Mejia, Souchier y Le Marec tiene –como podrá leerse– un doble interés. Por una parte, tematiza y sistematiza algo que hemos venido conversando en cada reflexión informal con numerosos compañeros de tareas: Verón ha sido hiperactivo es esa contaminación de mundos. Nunca reverenció el purismo; por el contrario, su apego a mejorar las prácticas de conocimiento estuvo estrechamente del lado de la mixtura, de la integración, del tráfico, del bricollage. La imagen de un Verón entre mundos no puede ser más afortunada. Pero como uno siempre lee desde un (algún) mundo, quienes lo hacemos desde el lado “argentino” descubrimos también en este artículo qué es lo que se lee de Verón en París, cuáles son sus gramáticas de reconocimiento (al menos algunas) allá donde forjó su relación con el estructuralismo, donde incursionó en una semiótica anglosajona –que le costó, finalmente, quedar al margen del mundo académico–; donde desarrolló y aplicó dispositivos de estudios de terreno, donde se fortaleció como especialista técnico en un mundo de investigaciones privadas con un enorme bagaje académico (inventando, por caso, el método del contrato de lectura), y recíprocamente, donde dio valía académica a aquellas investigaciones financiadas fuera de las universidades y organismos estatales. Como los autores mismos señalan, este capítulo guarda, al día de hoy, un gran valor de testimonio en los debates políticos actuales sobre el papel de la investigación en ciencias sociales, y será inestimable lo que pueda indagarse en sus archivos sobre las relaciones de las investigaciones por encargo del sector privado desde la década de 1980.
En el segundo artículo que se incluye en este dossier, Cingolani propone una lectura que busca mostrar cómo, desde mucho antes que en su último libro, Verón ya se estaba preocupando por las instancias de reconocimiento ante la mediatización. Si bien son muy conocidos sus aportes en diferentes estudios en recepción, el giro particular que cabe en esa última etapa de su obra es su renovada preocupación por las condiciones individuales de reconocimiento, es decir, el individuo como figura de la complejidad de la semiosis social. Para ello, recupera dos tópicos que volverán a aparecer en los siguientes tres textos de este mismo volumen: la comunicación como proceso no lineal (Verón), la mediatización como connatural a la especie humana (Baggiolini, Traversa), para arribar a las preocupaciones veronianas por los colectivos y los individualismos.
Con una gran carga testimonial, el artículo de Oscar Traversa (compañero y amigo muy cercano de Verón por más de cuarenta años, y su interlocutor principal durante la escritura de Lasemiosis social, 2), desmenuza el dispositivo de reflexión que aplicó Verón en ese último libro. Así, destaca que para comprender de modo adecuado los modos en que produjo la transición entre los mundos premediático, mediático y mediatizado se requiere una visión “socio” más ampliamente (bio)antropológica que estrechamente sociológica. Para algunos, o quizás para muchos, la maniobra de fundar la comprensión de los procesos de mediatización en los inicios de la hominización misma fue sorpresiva en el contexto del cambio de milenio: ¿por qué estudiar el origende la semiosis social, justo cuando no cesamos de asombrarnos por la interminable galería de innovaciones tecnológicas y de mutaciones sociales que se están dando ahora mismo, en la más absoluta actualidad? Y ¿cómo hacerlo? Traversa nos deja dos focos de inquietud veronianos bien a la vista: que la comprensión de los procesos de producción de sentido están arraigados en los procesos evolutivos a nivel de la especie (por operatorias semióticas que anteceden y exceden lo lingüístico), y –a veces menos evidente–que la comprensión de los procesos de mediatización también están alojados en ese nivel y no solamente en las circunstancias económicas o tecnológicas de una sociedad o de una cultura. Estas dos tesis son indudablemente ambiciosas, pero (o, por lo tanto) son propias de una teoría general, algo que Traversa se ocupa de subrayar. Ambas tesis se plasman, respectivamente, en Lasemiosis social de 1987 y en su continuación de 2013, y todo obedecería –según su lectura busca mostrarnos– a un mismo gran proyecto.
La visión temporalizada de Verón, según subraya Luis Baggiolini, al mismo tiempo está cargada de un compromiso epistemológico, que lo lleva a dejar abierto el terreno de exploración de la semiosis social en la explosión de las tecnologías cognitivas, incluso post-humanas, actuales. Solo un dispositivo epistemológico que comprendió bien las raíces de la semiosis (más que de la semiótica) puede trascender las fronteras de las organizaciones mediáticas típicas del siglo XX, para emprender los desafíos contemporáneos.
Finalmente, presentamos también un trabajo inédito de nuestro autor homenajeado, traducido del inglés y recuperado del vasto cúmulo de documentos que comprende el Archivo Verón. Claramente escrito en su etapa sociosemiótica (¿ya es hora de periodizar a Verón, no?), el texto es curioso por su prosa didáctica, también por las graficaciones del desfase diferentes a las ya divulgadas, en las que reinserta el modelo ternario del sentido en la esquematización comunicacional clásica. Pero sobre todo, el texto es sintomático de su momento: “hermano” de otro artículo en el que directamente apuesta por el abandono de la noción de comunicación, su revisión del valor heurístico de esta conceptualización (y con estos esquemas) solo se aprecia en una visión del conjunto de su teoría, que esperamos los demás textos de este volumen ayuden a completar.
Antes de pasar a las lecturas, es imprescindible recordar el estrecho vínculo institucional y afectivo que unió (y con gran reciprocidad) a Eliseo Verón con el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Rosario. A comienzos de la década de 2000, fue director de la Maestría en Diseño de Estrategias de Comunicación (tuve el honor de ser el primer egresado y también de hacer mi tesis nada menos que bajo la dirección del propio Eliseo). Más tarde, fue la figura más importante en cada uno de los de los encuentros que tuvieron lugar en Rosario antes y después de la creación del Centro de Investigaciones en Mediatizaciones (el CIM), en los que hemos tenido el enorme privilegio de escuchar sus inquietudes del momento, la presentación de su último libro, y conversar y hasta debatir con él diferentes problemáticas en semiótica de las mediatizaciones. Creo que para todos es imborrable la memoria del impacto (en forma de asombro, de admiración o de extrañeza) que despertaban sus planteos, sus comentarios, sus críticas, ese modo tan peculiar de desplegar su pensamiento. Tras su fallecimiento en 2014, fue Rosario el lugar en que se ofició uno de los primeros encuentros en su memoria, en ocasión de la Jornada en Homenaje a Verón (organizada por las cátedras de Lenguajes de la Escuela de Comunicación Social) y allí también, en 2018, se puso su nombre a una de las aulas de posgrado de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, donde se encuentra radicado el CIM.
Cada vez, cada encuentro, cada año sigue reavivándose entre nosotros el efecto Verón.
Agradezco infinitamente a Mariana Busso y a Natalia Raimondo Anselmino que me hayan aceptado como compañero en esta coedición, a los autores por participar tan animadamente, y al director de esta revista, Sebastián Castro Rojas, por la confianza y la paciencia.

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