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La trama de la comunicación

versión impresa ISSN 1668-5628

Trama comun. vol.23 no.2 Rosario dic. 2019

 

ARTÍCULOS

Verón entre mundos: ¿hacia una semio-antropología?

 

Por Gustavo Gómez-Mejía, Joëlle Le Marec y Emmanuël Souchier
Texto traducido del francés por Gastón Cingolani

gomezmejia@gmail.com / Université de Tours, Francia
jlemarec@neuf.fr / Université de Paris-Sorbonne, Francia
emmanuel.souchier@celsa.paris-sorbonne.fr / Université de Paris-Sorbonne, Francia

Gustavo Gómez-Mejía
Francia.
Doctor en Ciencias de la información y la comunicación Université Paris-4. Codirector del Comité de Redacción de la revista Communication et Langages
Afiliación Institucional: Maître de conférences en Ciencias de la información y la comunicación Université François-Rabelais, Université de Tours, Francia.
Área de especialidad: Medios, Comunicación, Identidades, Redes digitales.
E-mail: gomezmejia@gmail.com

Joëlle Le Marec
Francia.
Doctora en Comunicación y Ciencias de la Información, Université de Saint-Étienne. Directora de Investigaciones, Université de Paris 7. Profesora de la Université Paris 4 Sorbonne -École des Hautes Études en Sciences de l'Information et de la Communication
Afiliación Institucional: École des Hautes Études en Sciences de l'Information et de la Communication, Université Paris 4 Sorbonne
Area de Especialidad: Comunicación - Museología - Patrimonios digitales
E-mail: jlemarec@neuf.fr

Emmanuël Souchier
Francia.
Profesor comisionado en investigación, École des Hautes Études en Sciences de l'Information et de la Communication– Paris-Sorbonne. Miembro del Consejo Científico de la École Doctorale V Concepts et langages, Paris- Sorbonne. Director del Groupe de recherches interdisciplinaires sur les processus d’information et de communication, Escuela doctoral Concepts et langages. Director de Maestría en Investigación y Director del Comité de Redacción de la revista Communication et Langages.
Afiliación Institucional: École des Hautes Études en Sciences de l'Information et de la Communication - Université Paris 4 Sorbonne
Área de especialidad: enunciación editorial - poética de la comunicación - escritura en pantalla - cultura digital
E-mail: emmanuel.souchier@celsa.paris-sorbonne.fr


Sumario:

El presente artículo se centra en la postura intelectual de Eliseo Verón, buscando reinterpretar su trayectoria y sus principales aportes teóricos al campo de las Ciencias de la Información y de la Comunicación en Francia. En retrospectiva, los múltiples ámbitos culturales, profesionales e interdisciplinarios que habitan los trabajos de Verón son analizados como “mundos” que dan forma al oficio del investigador, e interrogan la producción del conocimiento a través de diversas instituciones. Tanto las articulaciones como los desfases entre dichos mundos permiten entender cómo las preocupaciones transversales de un enfoque “sociosemiótico” (característico de las referencias veronianas francesas) pueden inspirar un amplio programa semio-antropológico en el campo contemporáneo de la investigación.

Descriptores: Eliseo Verón; Sociosemiótica; Semio-antropología; Comunicación; Investigación

Summary:

This paper focuses on the intellectual posture of Eliseo Verón, in order to revisit his trajectory and main theoretical contributions to the field of Information and Communication studies in France. In hindsight, the multiple cultural, professional and interdisciplinary landscapes that inhabit Verón’s body of work can be reframed as “worlds” which give shape to a researcher’s work ethic, and question knowledge production across different institutions. The junctures and the gaps between such worlds are therefore essential keys for understanding how the transversal concerns of a “sociosemiotic” approach (Verón’s landmark from a French perspective) may inspire a broader semio-anthropological program for contemporary research.

Describers: Eliseo Verón; Sociosemiotics; Semio-anthropology; Communication; Research


«Écrire sur quelqu’un lorsqu’il est vivant est une situation triviale (…). Écrire sur quelqu’un lorsqu’il est déjà mort est aussi quelque chose de courant. Mais écrire sur quelqu’un parce qu’il est mort, parce qu’il vient de mourir, implique une position d’énonciation qui a quelque chose d’intolérable. Pour y faire face, un stéréotype vient tout de suite à notre secours : “rendre hommage à l’auteur disparu”.»
Eliseo Verón1

Eliseo Verón muere el 15 de abril de 2014 en Buenos Aires2. En 2018, dedicamos un número especial de la revista Communication & langages que buscaba –retomando sus palabras– “rendir homenaje al autor desaparecido”, pero también y sobre todo, prolongar su reflexión en el campo que es también el nuestro, en tiempos que son los nuestros. ¿Qué nos dice su obra de los mundos de la investigación y del devenir histórico de la mediatización? Como semiólogo, sociólogo y antropólogo, calificativos utilizados a menudo para presentarlo, Verón encarnaba a su modo las sensibilidades constitutivas de lo que en Francia son las ciencias de la información y la comunicación. Y en esa esfera intelectual, que él mismo contribuyó a construir, atravesó los mundos franceses y argentinos, universitarios y de mercado, institucionales y mediáticos o políticos, sin dejar de llenarlos de planteos abiertos y de preguntas comunicacionales sobre los cuales transitamos, a veces sin percatarnos, cada vez que reflexionamos sobre las circulaciones y las materialidades de mil y un discursos sociales.
¿Cómo interpretar el lugar singular que él ocupa en la historia de la disciplina? Retrospectivamente, se nos aparece como la encarnación de un investigador libre que barre todo el espectro de la investigación, desde la más teórica hasta la más aplicada. De ahí su interés contemporáneo. Una clave de la comprensión de esta libertad intelectual se encuentra en sus escritos personales, inéditos en francés, donde Verón habla de sí mismo en tercera persona y se define ante todo como un observador:

La cuestión del observador a la vez lo obsesiona y lo fatiga. ¿Con qué derecho él habla de la comunicación y dice lo que dice sobre los medios? Respuesta: porque se toma el tiempo de analizarlos, trabaja de manera cuidadosa. Pero probablemente al eventual lector de sus textos le importe poco que él sea cuidadoso o que haya trabajado mucho.
¿Por qué sus alumnos le tienen confianza y creen lo que él dice? ¿Cómo se construye el prestigio intelectual? Observando a algunos de sus colegas, pensaba a veces que todo era una gran farsa. Diplomas, currículum. (…) Lo entristecen permanentemente las minúsculas luchas de poder en el ambiente universitario. No, no lo entristecen, lo aburren. Le pasó por la cabeza una pregunta terrorífica: ¿y qué pasa con la verdad de lo que uno dice? ¿Cómo se asume esa eventual verdad? ¿Y en nombre de quién, de qué? ¿De uno mismo, de la institución, del saber, de la ciencia, del conocimiento? Probablemente de todo eso al mismo tiempo. Y sobre todo: ¿a quién le interesa que lo que uno dice sea correcto?
El observador está en la mierda (perdón: se encuentra en una situación difícil). (Verón, 2000, p. 183)

Este tipo de cuestionamientos, siempre actuales, extremadamente sinceros y lúcidos, explican sin dudas la riqueza del pensamiento de Eliseo Verón, nutrido por diversos mundos, académicos y profesionales, así como su audacia tanto en materia de investigación básica como de estudios por encargo. Para aquellos que descubren tarde la obra de Verón, una sintética necrológica permite ilustrar cómo su trayectoria intelectual está marcada por la exploración de brechas entre mundos muy diversos que –más allá del tropismo franco-argentino– contribuyeron a la emergencia de su doble (incluso triple3) cabecera tan característico:

Nacido en Buenos Aires, donde hace sus estudios. Becario de CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), trabaja durante dos años en París en el Laboratoire d’anthropologie sociale de l’École pratique des hautes études. Se encuentra con Claude Lévi-Strauss, y traduce al castellano el libro Anthropologie structurale. Regresa enseguida a Argentina donde es profesor en la Universidad de Buenos Aires durante dos años. En 1971, Eliseo Verón se instala en Francia, donde sostiene su doctorado de Estado en Ciencias de la información y la comunicación (1988) en París VIII. Se convierte en profesor en esta disciplina y dirige el departamento de SIC (Sciences de l’information et de la communication). A partir de 1979, trabaja como consultor para numerosas empresas (Renault, RATP, Apple, Marie-Claire, etc.) desde su estudio, Causa Rerum. En 1980, adquiere la nacionalidad francesa. En 1995, en su regreso a Argentina, es profesor (y luego profesor honorario) de la Universidad de San Andrés. Eliseo Verón habrá sido ante todo un passeur, un connaisseur de las diferentes ciencias sociales en dos continentes, y una mente capaz de producir acercamientos y análisis interdisciplinarios fecundos. (Ollivier, 2014, p. 223-226)

En el espacio de un párrafo, 1935-2014, todo sucede como en un biopic acelerado que llevaría a un montaje entrecortado y no lineal, a una suerte de flashback selectivo: ¿en la pantalla veríamos un avión de Aerolíneas Argentinas, Lévi-Strauss, Marie-Claire, la universidad, la consultoría, el regreso a Argentina? La trayectoria de Verón articula y da sentido a momentos y a mundos sobre los cuales deseamos volver brevemente aquí.
Por un lado, nos parece que la postura de Verón–con sus diferentes facetas, básicas y aplicadas–es ejemplar en cuanto a su manera de anticipar la situación contemporánea de la investigación en ciencias humanas y sociales, cada vez más conminado a asociarse a un mundo socioeconómico para probar su productividad y su impacto ante tecnócratas y financistas. Por otro lado, nos parece importante volver a visitar su aporte teórico en el campo de las ciencias de la información y de la comunicación como pionero de las perspectivas llamadas “sociosemióticas”4que allanaron el camino para generaciones de investigadores enfrentados a problemáticas de la circulación del sentido entre medios y discursos. Finalmente, es preciso considerar que en el espacio francófono la última parte de la obra de Verón, aún no traducida, permanece menos conocida. Ahora bien, esta propone una fecunda apertura para el estudio de la mediatización, marcada por un giro “semio-antropológico” que nos lega un ambicioso programa para investigaciones futuras.

1. Una postura de investigación en la articulación de los mundos

El homenaje a los que parten es, en ciencias humanas y sociales, un momento crítico esencial. Es un momento difícil en el que se experimentan a la vez los sentimientos particulares que circulan en una comunidad científica (especialmente las simpatías tan características de una comprensión casi íntima del pensamiento del otro, maestro o compañero, o incluso los desacuerdos irreducibles y a veces dolorosos) de lo que se juega en la vida científica (¿Qué investigamos? ¿Qué hacemos exactamente, con quién y por qué? ¿Qué se construye colectiva e individualmente en una obra o una trayectoria?) y las preguntas sobre los cambios en los que participamos o nos participan, en una medida difícil de evaluar y que ningún análisis, por sutil que sea, puede elucidar completamente. Las y los que parten se extrañan cruelmente: a pesar de todo lo que han dicho y escrito, se llevan con ellos una parte del misterio de lo que han aprendido y de lo que buscaron comprender, misterio que nos parece esencial en el momento en que las formas de cientificidad se transforman a partir de un giro antropológico hacia el proyecto de conocimiento.
Buscamos menos resumir los saberes producidos que identificar las condiciones en las cuales fueron producidos, en tiempos y espacios específicos. La desaparición de un gran investigador es un hecho que activa esta manera de repreguntarnos sobre nuestro proyecto colectivo, puesto que la pérdida es inmensa y la necesidad de debate, imperiosa: hay que decirse lo que uno ya sabía, leer, releer, cuestionarse, discutir intensivamente sobre todo ello. Se trata de un momento de transmisión en el que la ciencia se debe pronunciar a través del lugar faltante del que acaba de partir y que deja una obra, archivos, recuerdos, y los abismos que conservamos de mil maneras. Esta es una de las transmisiones más importantes, porque no está cubierta por lo que se juega en la producción: deja entrever el momento de reflexividad colectivo desde el lugar que va a extrañarse, este lugar de pronto enigmático y complejo en ausencia de quien prestaba la continuidad de su presencia. Tenemos la tentación afectiva y política de celebrar la coherencia y la estética totalizante de un recorrido y de una obra. Pero tenemos también la posibilidad científica y política –y humana– de dejar abiertas las preguntas planteadas por ese recorrido y esa obra. El mismo Verón escapaba a esta tentación ideológica de la coherencia (biográfica, política, científica) con un modo irónico cuando, en su propio caso, se preguntaba sobre una posición “instalada”:

¿Pero instalado dónde? ¿En el centro del triángulo París, Nueva York, Buenos Aires? Es decir: nulle part, nowhere.
Le pasó por la cabeza una hipótesis abominable: el marxismo le sirvió para cortar sus raíces católico-pequeñoburguesas. No pudo peronizarse por razones político-culturales (…). Y cuando el marxismo dejó de tener para él resonancias conceptuales, se quedó, sencillamente, solo. Anclao en París. Como siempre, lo salvó una mujer: la semiología. (Verón, 1999, p.55)

En el caso de Eliseo Verón, provisto de su aguda conciencia de las situaciones y de su amor por la semiología, la variedad de las formas de estudio y de investigación anuncia el modernismo de los años 1970 y 1980, con una posición de investigación abierta al “mundo social”, sensible a los objetos culturales y mediáticos contemporáneos que los investigadores aborrecen estudiar, en la medida en que el prestigio científico se nutre, también, de la nobleza de sus objetos de elegidos. Trabajar sobre el “contrato de lectura” a partir de revistas femeninas, o bien estudiar la divulgación científica a través de programas de televisión, no es lo mismo que tornarse especialista de una obra literaria compleja y “genial”, de un problema social mayor, o bien, en ciencias, de prácticas físicas y matemáticas. Desde este punto de vista, la postura científica de Eliseo Verón, que combina una gran exigencia teórica y un gusto por los objetos y contextos mediáticos más corrientes, es referencial en las ciencias de la información y la comunicación, que sufren una tenaz desconfianza por el simple hecho de tratar un fenómeno que inspira desconfianza (la comunicación5). Por el contrario, la posibilidad de desarrollar lazos muy estrechos con los actores económicos y políticos, sin dejar de asumir la libertad académica, hoy aparece como un enigma.
En apenas veinte años, con la sucesión de reformas de la formación superior y de la investigación, la investigación en las ciencias sociales y humanas ha sido privada de la posibilidad de decidir sobre sus propias prioridades, y se ha visto sometida a obedecer al manejo de la producción científica para ayudar a la acción pública y estimular el crecimiento económico. Si Eliseo Verón partió a Argentina antes del desenlace de estas reformas, a partir de 2000, siguió su carrera en un contexto que el sociólogo de las ciencias Pablo Kreimer ha descrito poniendo el acento en las condiciones de la investigación y la tensión entre el compromiso y la profesionalización en las sociedades neoliberales (Kreimer y Blanco, 2008). Es una pena no haber podido discutir con Eliseo Verón sobre estas transformaciones (evoluciones en el tiempo, diferencias entre países). Sin embargo, recordamos una discusión informal con él poco antes de su desaparición, a propósito de la investigación por encargo. Además, el diálogo sobre sus archivos con Suzanne de Cheveigné y Gastón Cingolani hace aparecer un contexto que cambió fuertemente: Verón señaló el interés personal de algunos patrocinadores de sus estudios, del universo industrial, por el proceso de investigación, y por su verdadera curiosidad.
En los archivos, los informes de investigación y de experiencia son prologados por introducciones sobrias y altamente problemáticas. No hay huellas de las contorsiones retóricas típicas requeridas a los investigadores que lidian para apegarse al encargue, mientras presentan su propia identidad en la respuesta a un pedido a veces rebautizado financiamiento de investigación6. El tipo de relaciones entonces evocadas por Eliseo Verón parece quizás al que se establece hoy día con actores institucionales: museos, archivos, bibliotecas, etc. El pedido dirigido a los laboratorios es en algunos casos una oportunidad para establecer un vínculo para comprender los modos de trabajar de los investigadores, sobre la base de una demanda suficientemente abierta como para dar la ocasión de recuperar los intereses del conocimiento7: la idea de solicitar una investigación no para conseguir una “respuesta” sino para explorar maneras de ver, de cuestionar y de conceptualizar que pueden inspirar conductas, exigiendo a la vez a los investigadores, como contrapartida, un reconocimiento de la pertinencia de las preocupaciones institucionales.
Eliseo Verón tenía igualmente una actividad importante de investigaciones y estudios con instituciones culturales, como el servicio “Estudios e investigaciones” de la Bibliothèque Publique d’Information del Centro Georges Pompidou. Es en este marco que formuló, por otro lado, una aproximación sociosemiótica muy innovadora8 sobre la exposición que jugó un rol importantísimo en el desarrollo de la museología en Francia. El diálogo con Jean-François Barbier-Bouvet, Martine Poulain, investigadores del servicio de “Estudios y de la investigación” de la BPI del Centre Georges Pompidou, permitió la realización de un estudio en el marco institucional, cuyas derivaciones científicas y profesionales han sido considerables. Ahora bien, esta acción ha prefigurado igualmente el desarrollo de una sociosemiótica ligada a una comprensión del espacio institucional y mediático puesto en práctica (por el público, los investigadores, los miembros del servicio, etc.). Es por ello que el trabajo teórico de Eliseo Verón sobre los medios y discursos puede igualmente ser reinvertido hoy en día para nutrir la reflexión sobre la colaboración entre instituciones culturales y estructuras de investigación a partir de la reflexión sobre las condiciones en las cuales el vínculo particular entre la investigación y los espacios sociales puede o bien retroceder si los socios de la colaboración ya no habitan estos espacios y ya no encarnan su forma teórica (por ejemplo, si el estudio se convierte en solo un medio para obtener presupuestos para financiar estudiantes), o bien para inspirar a largo plazo una evaluación crítica permanente del lugar de investigación en y con diferentes espacios sociales: aprovecharse de la investigación de cualquier aspecto de la sociedad, no para resolver problemas u optimizar operaciones, sino para estudiar qué puede hacer la investigación a la sociedad. Para tomar dimensión de esta toma de partido, evocamos una anécdota a propósito de la creación de una estrategia de prevención del alcoholismo por el equipo de Sorgem en el que Verón era consultor: su comprensión del objetivo “(bio)político”9 del Comité Francés de Educación para la Salud (CFÉS) está en el origen de un célebre eslogan que fue pre-teorizado desde un principio como un posible proverbio: “1 verre ça va, 3 verres… bonjour les dégâts!”.10
Podríamos multiplicar los ejemplos que ilustran el proyecto manifiesto de la última parte de la obra de Verón (a propósito de una antropología de la mediatización). En efecto, es el itinerario conjunto de su obra lo que da sentido a una forma de experimentación continua de una investigación (básica, teórica, aplicada o a pedido) sobre los procesos de mediatización, dependiente del interés colectivo que se proyecta a cualquier punto de la sociedad y no solo a los medios académicos o industriales.

2. “Materias significantes”: de la semiótica a la antropología

En retrospectiva, los aportes de Eliseo Verón al campo de las ciencias humanas y sociales y en particular al campo francoparlante de las ciencias de la información y la comunicación son bien conocidos. Desde un punto de vista epistemológico, su obra no ha cesado de explorar las articulaciones fecundas entre diferentes campos disciplinarios que atestiguan tanto su envergadura intelectual como la complejidad de los problemas comunicacionales que pudo analizar: semiología, sociología, antropología, lingüística, psicología, etnografía, marketing y paleontología dialogan sorprendentemente en sus escritos. ¿Cómo dar cuenta de la inspiración que constituyen las alquimias teóricas veronianas para generaciones de investigadores en ciencias de la información y la comunicación? Alcanzaría quizás con observar el recurso colectivo a una etiqueta que mantiene una relación directa con sus trabajos fundamentales: la denominamos la “sociosemiótica”. Ya se trate de convocarla como adjetivo para calificar una perspectiva teórica o metodológica, ya sea para discernir un campo de reflexión interdisciplinaria, los usos académicos de la etiqueta “sociosemiótica” prolongan la herencia social, en la que Verón insiste sobre el “doble anclaje, del sentido en lo social, de lo social en el sentido”, a fin de plantear algunos de los fundamentos de su perspectiva, que podemos enumerar así:

1. La “semiosis social” designa “la dimensión significante de los fenómenos sociales”.
2. “El estudio de la semiosis es el estudio de los fenómenos sociales en tanto que procesos de producción de sentido”.
3. “Toda forma de organización social, todo sistema de acción, todo conjunto de relaciones sociales implican, en su definición  misma, una dimensión significante: ideas o representaciones, como se solía decir”.
4. “Es en la semiosis que la realidad de lo social se construye.”
5. “Es en el nivel de la discursividad que el sentido revela sus determinaciones sociales y que los fenómenos sociales develan su dimensión significante. Es por esto que una sociosemiótica no puede ser sino una teoría de la producción de los discursos sociales.”
6. “El análisis de los discursos sociales abre el camino al estudio de la construcción de lo real.”
7. “Toda producción de sentido tiene una manifestación material. Esta materialidad del sentido define la condición esencial, el punto de partida necesario de todo estudio empírico de la producción de sentido: partimos siempre de configuraciones de sentido identificadas sobre un soporte material (texto, imagen, sistema de acción cuyo soporte es el cuerpo, etc.).” (Todas las citas son de Verón, 1987)

Este ambicioso programa “sociosemiótico” recubre un buen número de hallazgos teóricos, nocionales y conceptuales, que fueron desde entonces parte del repertorio operativo de los estudios comunicacionales. De un modo más o menos consciente, el pensamiento de Verón puede convocarse a la reflexión contemporánea cada vez que se trata de analizar fenómenos discursivos o mediáticos.11 Por un lado, podemos subrayar la pertinencia del abordaje veroniano de los discursos sociales que favorece el estudio de sus “condiciones de producción” y de sus “condiciones de reconocimiento”, conceptualizando a la vez -de manera pionera- la cuestión contemporánea de la “circulación”: “el concepto de circulación no es sino el nombre de esa diferencia” (Verón, 1987, p.126), de ese desfase necesario entre la producción y el reconocimiento12; una tríada de términos que, en el proceso, nos aleja de las visiones lineales de la comunicación y de las connotaciones pasivas, dicotómicas y masificantes de la palabra “recepción”. Por otro lado, podemos constatar que la diversidad de objetos empíricos investidos por Verón en sus investigaciones básicas y aplicadas multiplica los puntos de contacto temáticos con su obra: se trate de pensar la exposición como “medio” (Verón, 1983, p. 41-44) o el acontecimiento como construcción (Verón, 1981), de analizar el contrato de lectura (Verón, 1985) de tal medio o de tomar conciencia del lugar del cuerpo en el “eje O-O” (Verón, 1983, p. 88-120) en los dispositivos televisivos, esta sociosemiótica parece legarnos una herencia de vivos reflejos analíticos. Por último, más recientemente, podemos pensar en la pertinencia de la fórmula semiótica abierta (Boutaud y Verón, 2007), tal como puede ser movilizada por los investigadores y estudiantes que, más allá de las divergencias teóricas, están disponibles para dialogar tanto con Peirce como con Barthes, y reivindican la apuesta por los “eclecticismos metodológicos” (Souchier, 1991, p. 7) y los sincretismos que requieren los objetos de la comunicación.
Esta dinámica de investigación llamada “sociosemiótica”, con sus ramificaciones “abiertas” y los frutos “semio-antropológicos” que anuncia, nos convoca in fine a la sabia síntesis intelectual llevada a cabo por Verón. Un pensamiento que tomó forma, si creemos su historia, en contraste con la mentalidad de las investigaciones que él observaba y absorbía en el Nuevo Mundo y en el Viejo Continente: “La sociología norteamericana que Gino Germani nos enseñaba en Buenos Aires era concreta: se analizaba la acción social, el comportamiento. El estructuralismo que aprendí en París con Claude Lévi-Strauss era abstracto: hablaba de estructuras, de oposiciones, de inversiones, de homologías. Durante mucho tiempo busqué una síntesis (una lógica de lo concreto, como alguna vez la evocó el propio Lévi-Strauss), entre esas dos maneras de entender las ‘ciencias del hombre’.”13
En este sentido, se lo considere socio-semiólogo o semio-antropólogo, Verón se mantuvo profundamente implicado en la comprensión de las materialidades, ideologías y corporeidades de nuestra condición humana en este mundo contemporáneo: “Sólo hay sentido en tanto incorporado a disposiciones complejas de materias sensibles” (Verón, 1987, p. 8), postulaba en 1978, en un artículo dedicado a la Semiosis de lo ideológico y del poder. En 2013, en La Semiosis social, 2, proyectaba esta idea en el largo plazo de nuestra especie, estimando que “la historia de la mediatización comienza con la exteriorización de los procesos cognitivos bajo la forma de un sustrato dotado de autonomía respecto de los actores individuales y de persistencia en el tiempo”. Como un surco que se profundiza, reconocemos la impronta de sus preguntas que no abandonan la mente del investigador. Por analogía, y de modo más liviano, esta otra declaración de Verón resume quizás la quintaesencia semio-antropológica y siempre actual del programa que era el suyo y puede ser el nuestro, con todo el apetito intelectual que nos transmite su obra:

Pienso que la teoría está en todas partes. Está en lo concreto. En lo que me interesa, es una experiencia fuertemente asociada a la investigación aplicada. Toda la cultura está en un envase de yogurt, es mi punto de vista. Cuando empezás a interrogar a la gente sobre las prácticas alimentarias, tenés toda la antropología en ella. (Darras, Thonon, Tupper, et.al., 1993, p. 23)

3. Entre Europa y las Américas: leer a Verón hoy

He atravesado tantas veces el Atlántico que cuando miro por la ventanilla del avión tengo la impresión absurda de que reconozco las nubes. Se los llama corredores aéreos, creo. Estoy seguro de haber pasado más de una vez por el mismo corredor: la misma altura, la misma trayectoria. Los mismos paisajes escarpados de vapor de agua. Pero la inscripción sobre mi billete no siempre fue la misma. En una época, Buenos Aires/París/Buenos Aires. En otra, París/Buenos Aires/París. Dos fórmulas capicúas que indican bien la inversión del destino final. Hoy me parece que las variaciones entre estas dos banales indicaciones de ruta resumen, en lo que a mí respecta, lo esencial de eso que cada uno define, de manera a la vez prosaica y pomposa, como ‘su vida’.” (Verón, 2000, p. 47)

El número especial de la revista Communication & langages que hemos dedicado en 2018 a Eliseo Verón ha sido la ocasión de redescubrir y reformular algunas de sus proposiciones originales bajo un ángulo inédito: el de un diálogo entre investigadores francoparlantes y argentinos. Nuestros intercambios arrancaron en 2015, por iniciativa de Suzanne de Cheveigné y de Gastón Cingolani en torno a un proyecto doble de constitución de los archivos de Eliseo Verón y de trabajo científico sobre ellos. Se constituyó un equipo entre los dos continentes: Suzanne de Cheveigné (EHESS Marsella), Joëlle Le Marec, Valérie Jeanne-Perrier (GRIPIC, Celsa Sorbonne), Gustavo Gómez-Mejía (PRIM, Université de Tours) por un lado, Gastón Cingolani, Oscar Traversa y miembros del IIEAC (de la Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires), por el otro. Al hacerlo, teníamos la convicción de que podríamos realizar una investigación conjunta franco-argentina sobre la “fábrica” de una obra científica abundante y sobre sus apropiaciones contemporáneas diferenciadas, en los dos continentes, con derivas a la vez relevantes para las ciencias de la información y la comunicación y las relaciones entre ciencia y sociedad. Las ciencias de la información y la comunicación son en efecto puestas en práctica para un proyecto científico singular, de un alcance teórico que no llegamos a mensurar, pero que también juega como polo de externalidad con respecto a la “comunidad” académica francesa y sus relaciones con el mundo profesional.
La obra de Verón nos obliga a situarnos alternativamente en espacios académicos franceses y argentinos; y en los espacios políticos y económicos en los que el investigador trabaja o no para múltiples instancias. Así, hoy estamos permanentemente reflexionando sobre las elaboraciones teóricas y los problemas de experiencia cuando pensamos de manera crítica u oportunista en la operatividad de la sociosemiótica en el mundo de la comunicación profesional y de los medios, pero lo hacemos desde posiciones que dan una estabilidad de rutina (como un sufrimiento sordo, pero aceptable) a las tensiones y contradicciones que vivimos desde hace décadas. De igual modo, no dejamos de hablar de internacionalización, pero con una concepción relativamente burocrática de los polos de investigación distribuidos en los países. La obra de Verón hace visibles estas tensiones y contradicciones no solamente sobre dos continentes diferentes que pueden permitir una comparación internacional, sino sobre todo en el movimiento no instalado, siempre misterioso, de los desplazamientos físicos, apegos e indiferencias institucionales y profesionales, de un espacio al otro. Esta condición reaviva la posibilidad de desarrollar un colectivo de investigación franco-argentino original, en sintonía con la búsqueda muy contemporánea de una visión mucho más lúcida y, si es posible, más osada de la investigación en ciencias humanas y sociales, irremediablemente situada pero enriquecida por todo lo que interviene realmente en el trabajo de conocimiento (sus fallas, sus renunciamientos, sus ambiciones tenaces, sus omisiones, sus escrúpulos).
De un cierto modo, Eliseo Verón, y por el hecho cierto de sus apegos - indiferencias - desplazamientos, es el tercero ideal para encarar colectivamente, y en los dos continentes, la magnitud de una exploración de vínculos entre espacios sociales  y procesos de significación a partir de sus propios archivos. Esta labor colectiva nos permite efectivamente remontar una serie de preguntas de orden semio-antropológico identificadas por cada uno de los autores que trabajaron sobre la obra de Verón en el marco de esta colaboración.
De ese número de Communication & langages, se presentan en este dossier sobre Eliseo Verón de la revista La Trama de la Comunicación los artículos de Gastón Cingolani y Oscar Traversa, junto con estas páginas firmadas por Gustavo Gómez-Mejía, Joëlle Le Marec y Emmanuël Souchier. Asimismo, participaron en dicho número Suzanne de Cheveigné (“L’itinéraire intellectuel d’Éliséo Véron en France”), Bernard Schiele (“Des fourmis, des papillons, des poissons, des sauterelles aux prises avec deux ethnologues de l’exposition”), Marita Soto (“Silhouettes ternaires. Les représentations de la notion de sémiosis sociale”) y Mario Carlón (“Sur les pas de Verón… Une approche des nouvelles conditions de circulation du sens à l’ère contemporaine”).14
En relación a los artículos aparecidos en este dossier, el trabajo de Oscar Traversa, profesor titular en la Universidad Nacional de las Artes y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, nos permite atender a la evolución del pensamiento de Eliseo Verón constatada entre esos dos tiempos principales de su obra que son La sémiosis sociale (1987) y La semiosis social, 2 (2013) (Traversa, 2018, p. 39-54). Prolonga en esto el gesto teórico de un Queneau que afirmaba: “lo que yo escribí….solo lo veo a lo largo del tiempo”. El pensamiento de Eliseo Verón se elabora efectivamente “a lo largo del tiempo” y rehabilita precisamente la variable temporal evacuada por la semiótica –herencia del estructuralismo marcado por el borramiento de la historia y de la subjetividad, daños de los que aún hoy investigadores golpeados se lamentan por los rincones del cientificismo–. El autor muestra así cómo Eliseo Verón resitúa en el corazón de la semiosis y del proceso de significación las cuestiones planteadas por las teorías de la evolución y la complejidad. Nuestra especie es “hija de la naturaleza” y “madre de la cultura”.
Oscar Traversa insiste a justo título sobre el pasaje, en Verón, del “binarismo” de Saussure al “triadismo” de Peirce. Si “la producción de sentido es un proceso caracterizado por el cambio permanente”, supone una articulación fina y siempre incierta entre lo social atrapado en la red de lo cotidiano y la larga duración de la evolución de la especie. Lo que presupone una relación constitutiva con la memoria y con la transmisión en el fenómeno de interpretación. Relación con los “comunes” que se elabora a través de los dispositivos de mediación material, los procesos ligados a las “tecnologías del intelecto” (Jack Goody) y las prácticas del cuerpo (las que ratifican a su vez el necesario regreso teórico a la subjetividad).
Detrás de esta mutación teórica de Eliseo Verón relativa a los “fenómenos mediáticos”, rondan los principales trabajos de André Leroi-Gourhan (1965-1966) y especialmente la teoría de la exteriorización de la memoria colectiva de los hombres en los dispositivos técnicos materiales, mediáticos y simbólicos (Souchier, 2004, p. 41-52). Tres “pasos teóricos” fundamentales –e interdependientes– permiten comprender mejor el avance de Eliseo Verón hacia un pensamiento “semio-antropológico”. El primero es el de la exteriorización de la memoria: exteriorización de los “fenómenos mentales” y sensoriales, entendiendo que “poner afuera” es “el primer paso de la autonomía” del Homo sapiens. El segundo se caracteriza por la materialidad. El fenómeno de exteriorización no puede en efecto ser comprendido sin su corolario de “signos materializados”, lo que “implica la persistencia temporal y espacial de estas materialidades” (donde se trata de la memoria cultural y social de las formas y de los objetos). El tercer “paso” finalmente se trata del “respeto de reglas constructivas y de usos” para el empleo de la “mediatización”. Es evidente que estos tres “pasos” teóricos permiten comprender la irreductible diferencia entre la escritura y lo oral.
Oscar Traversa destaca las “consideraciones evolutivas” de los “fenómenos mediáticos” analizados por Verón, consideraciones que reencontramos en la pluma de un Bernard Stiegler, por ejemplo, cuando evoca los objetos técnicos “tomados en procesos evolutivos que responden a leyes morfogenéticas” (Stiegler, 1998, p. 187-194). Destacar esto tiene un valor de apertura. Una investigación crítica, dinámica y comparativa merecería en efecto encararse alrededor de autores que en Francia, al igual que Verón, han tomado los trabajos de André Leroi-Gourhan como punto de referencia y de articulación epistemológica fundamental. Así como Anne-Marie Christin, Bernard Stiegler, Bruno Bachimont o Emmanuël Souchier, por ejemplo, quienes desde terrenos aledaños, directa o indirectamente ligados a la cuestión de la escritura, han fundado en buena medida su perspectiva en Le geste et la parole sin convocar necesariamente los trabajos argentinos de Eliseo Verón. Ahora, es precisamente en el espíritu de estas extensiones “semio-antropológicas” que se sitúan los trabajos dedicados a “lo digital como escritura” cuya primera síntesis acaba de formularse después de tres décadas de investigación.15 La exhumación de los trabajos de Verón y la apelación a estas diversas filiaciones cruzadas alrededor de polos epistemológicos comunes ofrecen una inesperada ocasión para tal confrontación, participando así del “reconocimiento” y la circulación de la obra de Eliseo Verón justamente anhelada por Suzanne de Cheveigné (2018).
Gastón Cingolani aporta un importante trabajo de archivo y de singularización del conjunto de la obra de Eliseo Verón (Cingolani, 2018, p. 73-86). Y sin dudas es uno de los investigadores que actualmente tiene la visión más detallada del conjunto de esta producción singular constitutiva de la obra argentina de Verón. La contribución que hizo en Communication & langages está alimentada “de la mano” de este trabajo que facilitará sin lugar a dudas el acceso a la obra de Verón para los investigadores. Su propósito nos permite revisitar con precisión algunos aspectos de la obra de Verón cuyas consecuencias no han sido suficientemente rescatadas de muchos trabajos posteriores que intentaron hacer funcionar una suerte de mecánica de ajuste de la producción con la recepción. Ahora bien, estas tentativas son un contrasentido en relación con la propuesta que Eliseo Verón ha desarrollado sin parar desde 1987. Porque Verón hace más que disociar producción y reconocimiento. Él las sitúa en escalas necesariamente distintas de la vida social. Incluso, lo basa en una reflexión que sitúa la mediatización en el principio de una disociación teórica, infranqueable, entre el individuo y lo colectivo. Gastón Cingolani subraya así el desfase constatado en el momento de la aparición de La semiosis social interpretada en ese entonces como una “semiótica de la comunicación”, en tanto que para Verón mismo se trataba de una plataforma de referencia susceptible de permitir la integración de una teoría de la mediatización y que anunciaba sobre todo los primeros elementos de una verdadera “semio-antropología”. Cingolani destaca asimismo el rol fundamental de los trabajos de Leroi-Gourhan en la obra de Eliseo Verón.

4. Verón y sus modos de existencia

No deseamos solo compartir pistas de trabajo, sino sobre todo una “atmósfera” particular que se construyó a partir de lecturas y discusiones en torno a la obra de Verón y que se nos aparece, en tanto tal, como esencial al trabajo científico contemporáneo. En Francia como en Argentina y en cualquier otro lugar estamos permanentemente convocados a clarificar los ejes, las temáticas, convocados a formular proyectos recortados en tareas especializadas. El trabajo en torno a Verón nos ha obligado a reflexionar desde esta trayectoria que ha sido la suya –siempre en las fronteras o entre mundos–, compartiendo no solo lo que nos inspira, sino también lo que nos problematiza como investigadores preocupados por nuestro trabajo y los medios para vivirlo, sino también por nuestra contribución a una sociedad en la que el conocimiento beneficia a todos, no a los más poderosos, y finalmente a nuestra condición singular de individuos que nos enfrentamos constantemente con la demanda de cuidado de sí.16
Es así como Eliseo Verón pudo dedicarse plenamente a por lo menos tres modos de existencia: el de investigador, el de empresario y el de autor, no vinculándolos directamente sino, por el contrario, empapándolos a todos de una pasión teórica y política por la disociación que refleja de modo directo su exigencia teórica de disociación de las escalas en el análisis del funcionamiento social. Este es un efecto retrospectivo que nos hace contemplar hoy con sorpresa esta coherencia paradójica: resulta, ciertamente, no del esfuerzo -sin dudas demasiado valorizado en ciencias sociales- de síntesis y de integración de las posiciones de observación de lo social o de perspectivas teóricas, sino al contrario: de un esfuerzo de despliegue y de distinción de escalas vivido directamente por el autor y que él mismo teorizó con el mayor cuidado.
Es como si Eliseo Verón hubiera trabajado en escalas temporales diferentes, a partir de una experiencia directa –física– del vínculo entre el cuerpo y el sentido, hasta la intuición de la mediatización como fenómeno creativo y regulador de nuestros espacios-tiempos humanos. Invitación a suscribir un abordaje “semio-antropológico” en el seno de las ciencias de la información y de la comunicación como lo resumía Verón:

La cuestión del espacio-tiempo del sentido es un problema específico que siempre me ha interesado, porque me parece que la mayor parte de las teorías no tienen en cuenta la materialidad del sentido. Antes que cualquier otra cosa, el signo es una configuración sensorial. En este contexto, yo me intereso en el cuerpo también por su rol en las configuraciones sensoriales-materiales en el funcionamiento del sentido. (Darras, Thonon, Tupper et.al., 1993, p. 15)

Notas:

1 Verón, E. (1982). Qui sait? Communications, 36, 51. En Efectos de agenda, Verón reproduce una versión de este texto en castellano: “Escribir sobre alguien que está vivo es una situación trivial (…). Escribir sobre alguien que ya está muerto es también una situación habitual. Pero escribir sobre alguien porque está muerto, porque ha muerto, implica una posición de enunciación que tiene algo de intolerable. Para hacer frente a esta situación, un estereotipo viene a nuestro socorro: ‘rendir homenaje al autor desaparecido’” (Verón, 2000, p. 15).

2 En aquel entonces, el momento de un “primer homenaje”, saludamos al “compañero de viaje” que “recientemente nos había venido a ver en su último paso por Paris en diciembre de 2013”. Agradecemos a Gastón Cingolani, profesor invitado al Celsa en 2017, cuya visita nos permitió concretar este proyecto. Ver Jeanne-Perrier, V. (2014). Eliseo Verón. Communication & langages, (180), 3-6.

3 Recordemos aquí la pregnancia de los motivos ternarios peirceanos: aquí la triple cabecera correspondería a una “triangulación” entre des posturas de docente-investigador, de consultor y de autor (Verón, 2000, p. 53-54).

4 Si bien utilizada por Eliseo Verón, esta expresión es evidentemente problemática en tanto que una “semiótica” siempre es necesariamente “sociológica”. Saussure hablaba inicialmente de la “vida de los signos en el seno de la vida social” para definir la semiología, en este sentido solo podía fatalmente ser “sociológica”. El empleo que Verón hace de ella puede analizarse respecto de la postura que había elegido, al emplazarse  “decididamente en la intersección de las disciplinas”, lo que no favoreció su inserción en el mundo académico francés como lo muestra el análisis de Suzanne de Cheveigné (2018).

5 Es preciso recordar que Verón desconfiaba de las implicaciones de la palabra “comunicación”, prefiriendo abordar las múltiples problemáticas que pudo estudiar en términos de “producción de sentido”. Asimismo, rechazaba la noción de “mensajes” en provecho de una aproximación en términos de “discurso”. Ver Verón, E. (1991). Pour en finir avec la "communication". Réseaux, (46-47), 119-126.

6 Los trabajos de investigación, a partir de los archivos de Verón, sobre la experticia y la investigación a pedido merecerían una etapa orientada a conocer más sobre los vínculos entre los actores económicos y los investigadores en situación de demanda directa, desde los años 1970.

7 Sobre esto escribió: “Las instituciones científicas serían conjuntos organizacionales complejos orientados al proceso de producción de un producto: el conocimiento. Ahora bien, normalmente los productos de una empresa industrial son destinados o bien a otras empresas que todavía los van a transformar o a incorporar en otros productos, o bien directamente a la sociedad, es decir, al mercado de consumo. ¿Quiénes son los ‘consumidores’ de estos productos particulares llamados ‘conocimientos científicos’?” (Verón, 1997, p. 25-32).

8 Se trata de Verón, E. y Levasseur, M. (1983).

9 Ver el análisis de Berlivet, L. (2013).

10 “Todo bien con solo un trago... tres tragos, ¡bienvenidos los estragos!” (traducción aportada por los autores de este artículo. N. del T.).

11 La consideración de la materialidad de los signos y los dispositivos es una constante de esta perspectiva. Está en el fundamento mismo de la teoría de la enunciación editorial (Souchier, 1998) y de la teoría de los “escritos de pantalla” (Souchier, 1996, p. 105-119). Ver también Yves Jeanneret y Emmanuël Souchier (2009).

12 A propósito de La semiosis social como antecedente histórico de una “teoría de la trivialidad”, Yves Jeanneret comenta así el gesto intelectual de Verón: “Se compromete pues en la descripción precisa de los dispositivos de discurso y de enunciación, es decir de la complejidad de los textos y de las configuraciones de objetos. Debió sobre todo afirmar la discontinuidad fundamental de todo proceso social efectivo de interpretación, imponiendo una interrogación reflexiva sobre la elaboración del sentido, que no se define parejamente en producción y en reconocimiento” (Jeanneret, 2008, p. 45).

13 En este contexto, Verón (2000, p. 52) será particularmente receptivo de los trabajos antropológicos de Bateson y de la semiótica de Peirce.

14 La realización del número 196 de Communication & langages reunió, además de los autores francoparlantes y argentinos ya citados, a un equipo interuniversitario de colegas quienes contribuyeron a la traducción francesa de los textos y a la reflexión colectiva: Nataly Botero, Beatriz Sanchez; Gustavo Gómez-Mejía, con la colaboración de Lucie Alexis, Odile Cortinovis, Joëlle Le Marec, Emmanuël Souchier, Elsa Tadier. Cf. Gustavo Gómez-Mejía, Joëlle Le Marec, Emmanuël Souchier (dirs.), “Eliseo Verón: vers une sémio-anthropologie?”, Communication & langages, n° 196, Paris, PUF, juin 2018. URL: https://www.cairn.info/revue-communication-et-langages-2018-2.htm  

15 Ver Le numérique comme écriture(2019), de Emmanuël Souchier, Étienne Candel y Gustavo Gómez-Mejía, con la colaboración de Valérie Jeanne-Perrier.

16 Pensamos aquí, por supuesto, en Michel Foucault (1984), Le Souci de soi, Gallimard: París.

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Fecha de recepción: 30-05-2019.
Fecha de aceptación: 22-06-2019.

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