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La trama de la comunicación

versão impressa ISSN 1668-5628

Trama comun. vol.25  supl.1 Rosario jun. 2021

 

ARTÍCULOS

Lawrence Grossberg: aportes al debate estructura / agencia

 

Por Aymará Daniela Barés

aymarabares@gmail.com / Instituto de Educación Superior 804, El Maitén, Chubut

Aymará Daniela Barés.
Argentina.
Doctora en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario. Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario. Profesora en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario. Especialista en Abordaje Integral de Problemáticas Comunitarias por Universidad Nacional de Lanús. Diplomada Superior en Ciencias Sociales con mención en Educación, Imágenes y Medios por FLACSO.
Docente titular en Comunicación, ESRN 10, El Bolsón. Docente interina en Proyecto Solidario y Proyecto de Investigación en Cs. Sociales, Esc. 726, El Maitén. Docente en Inv. Ed, IES 804. Docente en Comunicación y Lenguaje, IES 813.
Afiliación Institucional: Instituto de Educación Superior 804, El Maitén, Chubut.
e-mail: aymarabares@gmail.com


Sumario:

Es la intención de este artículo aportar herramientas conceptuales que sirvan al momento del trabajo de campo como herramientas heurísticas, proponiendo estas lecturas como un camino posible, sabiendo que no es el único ni el mejor. Sólo es en el contexto donde podemos saber si esos conceptos nos son útiles y si contribuyen para interpretar mejor las realidades que nos interesan e interpelan. Consciente de que estos aportes forman parte de un debate más general en las arenas de las ciencias sociales en el que el concepto de identidad, al igual que el de cultura, busca ser puesto en consideración, no pretendemos agotar este debate, ni hacer una reseña del mismo, sólo hacer un aporte desde ciertas lecturas que nos parecen relevantes y poco visibilizadas en el campo disciplinar de la comunicación.

Descriptores: Estructura; Agencia; Trayectorias; Identidad; Subjetividad

Summary:

It´s the intention of this article provide conceptual tools that serve at the time of fieldwork as heuristic tools. We propose these readings as a possible way, knowing that it’s not the only one neither the best. It’s only in the context that we can know if these concepts are useful to us and if they contribute to interpreting improvements about these realities that interest and appeal us. Conscious that these contributions are part of an intensive and general debate in the sands of the social sciences in which the concept of identity, like that of culture, search to be taken in consideration, we don’t intend to exhaust this debate or to make a review of it. We pretend only to make a contribution from certain readings that seem relevant and a little visibility in the field communication field.

Describers: Structure; Agency; Trajectories; Identity; Subjectivity


Introducción

El recorrido de lecturas propuesto es parte del realizado en el marco de una investigación doctoral acerca de jóvenes que viven en contextos ‘rurales’ de la Patagonia. Los contextos en los que trabajamos nos convocan a pensar, pensar complejamente, y los conceptos deben servirnos para problematizar y entender esos contextos, que, a su vez, nos conforman. La (pre)ocupación por lo que nos afecta, es de algún modo el puntapié que impulsó mi investigación doctoral. Buscamos reflexionar sobre lo que nos sucede como sociedad, buscando respuestas seguramente incompletas y no definitivas, como diría Hall, sin garantías.
El campo de la comunicación es un campo diverso, pero las estructuras disciplinarias requieren de definiciones, que muchas veces constriñen más que posibilitan un análisis complejo. Ampliamente se ha tratado la reducción de la comunicación al hacer de los medios de comunicación, pero cuando nos volcamos al trabajo de la comunicación y el campo de la cultura, necesitamos definiciones que nos ayuden a avanzar en un terreno cenagoso. Es por eso que vamos tomando decisiones, una de ellas es trabajar en el campo de los estudios culturales; pero esta elección puede ser también engorrosa, ya que cuando hablamos de estudios culturales, también se abre un amplio abanico que puede decir mucho sin decir nada. Hemos optado, en este trabajo, por retomar algunas líneas teóricas, más que para abrir un debate epistemológico, para obtener herramientas que nos sirvan para llevar adelante una adecuada interpretación.
Proponemos trabajar sobre los aportes de Lawrence Grossberg.
Grossberg es reconocido por sus trabajos sobre los estudios culturales y menos conocido por sus trabajos sobre cultura popular, juventudes y políticas posmodernas. Sus trabajos aportan claves para interpretar el hacer de la cultura, sus efectos en la conformación de los contextos y en la constitución de los sujetos. En el borde de lo disciplinar, Grossberg aborda la comunicación desde una óptica que nos lleva a reflexionar sobre cómo lo externo se vuelve interno, como las estructuras se internalizan y nos estructuran como sujetos, aunque, y esto es fundamental, este proceso nunca esté garantizado.  Es por esto que Grossberg también nos da herramientas para analizar la posibilidad de agencia o cómo a partir de ‘lo que importa’ para las personas pueden producirse ciertas articulaciones y no otras, que prevalezcan sobre las hegemónicas, trazando otros caminos de posibilidad.

Breve reseña biográfica y resonancia personal

Lawrence Grossberg nació en Brooklyn, hizo sus estudios de grado en Historia y Filosofía en la Universidad de Rochester, y luego fue becado para hacer sus estudios de posgrado en la famosa Escuela de Birminghan, en el Centro de Estudios de Cultura Contemporánea. Allí conoció y trabajó con Hoggart y Hall, reconocidos referentes de la corriente de los Estudios Culturales. Hasta allí pareciera ser ese camino en ascenso que vemos siempre fácil para los otros. Y esta es una de las cosas que hizo para mí, de Grossberg, alguien a quien ver con más ¿cariño?, luego de esa beca de estudios Grossberg se fue de gira con un grupo de teatro contracultural, y esa sola referencia me hizo sentir muy cercana a él (Grossberg y Cornut-D'Arcy, 2010). Cuando volvió a Estados Unidos realizó su doctorado en comunicación de la mano de Jim Carey en la Universidad de Illinois. Además fue  y taxista, taxista, y yo que creía que mis caminos de la vida se dispersaban en la montaña y la ruralidad, lejos de la vida académica. Hoy Grossberg es docente e investigador de la Universidad de Carolina del Norte en Chapell Hill (Departamento de Comunicación UAA, 2014). Muchos de sus escritos sólo los encontramos en inglés, sobre todo los referentes a sus investigaciones de campo.
Conocí a Grossberg a través de mi directora de beca doctoral Claudia Briones, ella lo había conocido, como la mayoría de nosotros, nosotras, como mediador de los textos de Stuart Hall, pero también de autores como Laclau o Spivack. Sin embargo, cuando hacía sus propios estudios de posgrado en La Universidad de Texas, en la librería universitaria se topó con ‘We gotta get out of this place’. Un libro en el que Grossberg (1992) cuenta, en la primera parte, su articulación de teorías, dando forma a la cuestión del modelo de estructuración en maquinarias y en su segunda parte analiza -a través del rocho norteamericano- las juventudes, el conservadurismo popular y la cultura posmoderna. Briones lo propone para pensar la cuestión sobre conciencia racial. Al volver a la Universidad de Buenos Aires, en la carrera de Antropología, comienza a incluirlo entre las lecturas de los seminarios de posgrado, en el equipo de investigación, y luego en los seminarios de grado. Y ese fue el puntapié para el vínculo con Eduardo Restrepo, antropólogo que también retoma a Lawrence Grossberg y es uno de los principales traductores al español de su obra1. En definitiva creo que uno de los aportes fundamentales de un autor como Grossberg para les comunicadores sociales es su planteo de la cuestión de la legitimación y la producción de hegemonía a través de las prácticas culturales, algo que se ha convertido para mí en ‘eso que una vez que vez ya no podés dejar de ver’.

Contextualismo y articulación

La propuesta de Grossberg hace hincapié en dos supuestos básicos, el contextualismo radical y la articulación.
El contextualismo radical de los Estudios Culturales afirma que “ningún elemento puede aislarse de sus relaciones, aunque esas relaciones estén cambiando constantemente. Cualquier evento puede entenderse exclusivamente de manera relacional, como una condensación de múltiples determinaciones y efectos” (Grossberg, 2009:28). El entramado de esas relaciones es lo que denominamos contexto y no es, de ninguna forma, el telón de fondo de ‘los acontecimientos’ sino la condición de que éstos sean posibles (Grossberg, 1997:255). Explica Restrepo, “dicho ‘contexto’, siempre concreto, es constituido por entramados específicos de las articulaciones anteriormente producidas; aunque no todas las conexiones de estos entramados sean iguales o igualmente importantes para comprender las condiciones de emergencia de nuevas articulaciones (y la re-articulación, permanencia o disolución de las anteriores). La importancia relativa de un entramado de articulaciones sobre otro en un contexto determinado para la emergencia de nuevas articulaciones no es un trascendental, sino resultante de la coyuntura histórica concreta” (Restrepo, 2013:12-13).
Para apreciar la importancia de estos conceptos es necesario desandar las explicaciones que el sentido común da a estos términos y profundizar en el concepto de articulación. “La articulación nombra tanto los procesos básicos de la producción de la realidad, de la producción de contextos y del poder, como la práctica analítica de los estudios culturales. Es la práctica transformativa o el trabajo de hacer, deshacer y rehacer relaciones y contextos, de establecer meras relaciones a partir de viejas relaciones o de no relaciones, de trazar líneas y mapear conexiones” (Grossberg, 2009:29), similar al concepto de ensamblaje deleuziano. La teoría de la articulación es acuñada por Ernesto Laclau ([1977] 1978) para poder dar cuenta de las conexiones contingentes entre, por ejemplo, ideologías y fuerzas sociales, y retomada por Hall ([1985] 2010) para dar cuenta de aquellas relaciones no necesarias entre dos elementos que forman una unidad, aunque no esencial ni inmutable en el tiempo, “una articulación es entonces la forma de conexión que puede crear una unidad de dos elementos diferentes, bajo determinadas condiciones. Es un enlace que no necesariamente es determinado, absoluto y esencial por todo el tiempo” (Hall [1985] 2010:85). En este sentido, una articulación es una clase de vínculo contingente en la constitución de una unidad (Restrepo, 2013:1). Grossberg, propondrá además que “la articulación es la versión de los estudios culturales de lo que se llama generalmente construccionismo, la pretensión de que la realidad se construye en lugar de estar dada” (Grossberg, 2009:30). En relación a la idea de construccionismo, otro supuesto de los estudios culturales es el anti anti esencialismo, “los estudios culturales están comprometidos con la realidad de las relaciones que tiene efectos determinantes, pero se rehúsa a asumir que tales relaciones y efectos tenga que ser necesariamente lo que son” (Grossberg, 2009:30). Dice Restrepo al respecto, “en contraposición tanto al esencialismo como al anti-esencialismo (‘postmoderno’), Hall argumenta desde la categoría de articulación que lo que existe es una no necesaria correspondencia entre dos aspectos de una ‘formación social’ determinada. Las correspondencias entre dos aspectos de una ‘formación social’ no están establecidas de antemano y para siempre (esencialismo), ni tampoco son libremente flotantes y absolutamente contingentes (anti-esencialismo), sino producidas en unas condiciones de posibilidad específicas definidas por los encadenamientos de correspondencias (y no correspondencias) previamente establecidas” (Restrepo, 2013:9).
Si bien los sujetos son producidos por condiciones histórico-sociales que ellos desconocen y que no son determinados por su voluntad, la agencia de los sujetos no se circunscribe a reproducir estas estructuras que lo constituyen, porque las condiciones de producción no garantizan su agencia. Para Hall, “Las estructuras exhiben tendencias: líneas de fuerza, aperturas y cierres que limitan, dan forma, canalizan y, en algún sentido, “determinan”. Pero no pueden determinar en el sentido duro de fijar absolutamente, de garantizar. La gente no está irrevocable e indeleblemente inscrita en las ideas que deben pensar; la política que deben tener no está impresa en sus genes sociológicos” (Hall [1985] 2010:198). La doble articulación es el proceso por el cual una estructura es conformada y que a su vez puede generar determinadas prácticas, propuesta que también trabaja Pierre Bourdieu en el concepto de ‘estructuras estructurantes’. Sin embargo, Hall suma la idea de posibilidad de que no hay garantías de esto. “Podríamos decir que una estructura es lo que prácticas previamente estructuradas han producido como resultado. Estas entonces constituyen las ‘condiciones dadas’, el punto de partida necesario para nuevas generaciones de prácticas. En ninguno de los casos debería tratarse la ‘práctica’ como transparentemente intencional: nosotros hacemos la historia, pero sobre la base de condiciones precedentes que no son producto nuestro. La práctica es la manera como una estructura es reproducida activamente. Aun así, necesitamos ambos términos si hemos de evitar la trampa de tratar a la historia como el resultado de una maquinaria estructuralista que se mueve sobre sí misma” (Hall, [1985] 2010:198).
La propuesta de Lawrence Grossberg retoma la perspectiva gramsciana de Stuart Hall y las teorías de Michel Foucault, Gilles Deleuze y Félix Guattari. Grossberg ubica a la cultura como un agente activo en la producción de lugares y espacios, que abre la posibilidad a ciertas historias y no otras (Grossberg, 1992:26). Cómo ciertos caminos son posibles y otros son obstaculizados, por qué deseamos algo o depositamos afecto en ello, por qué nos identificamos con ciertos aspectos y nos diferenciamos de otros, son algunas de las preguntas que empiezan a abrirse paso. Si para Grossberg la cultura es el proceso por el cual la diferencia es producida, la comunicación es el proceso por el cual lo desconocido se vuelve conocido, siendo inherente a ella una brecha estructural, que establece una relación de no garantía las relaciones de los elementos que suponen la comunicación, sean estos sujetos, audiencias, textos, individuos, es decir no hay garantías de cómo se produzca la interpretación, ni de los efectos, ni de las adscripciones (Grossberg, 1992). Grossberg plantea que en sociedades democráticas la comunicación es la herramienta fundamental del poder para mantenerse, no sólo para generar consenso sino para construir hegemonía.

Una propuesta para hacer análisis cultural

A lo largo de sus escritos Grossberg propone herramientas teóricas para poder analizar la realidad que vivimos y, tomando el desafío de los Estudios Culturales, pretende que estos análisis aporten, a su vez,  herramientas para transformar esas realidades. La propuesta de Grossberg parte de su interés por lo que él denomina un subconjunto de formas de efectividad que retoma de Deleuze y Guattari para trabajar formaciones culturales y contextos coyunturales. Grossberg (2010:313) empieza a pensar las diferencias entre tres modos de ensamblajes maquínicos: aparatos estratificadores que distribuyen y producen contenido y expresión; en términos de Deleuze y Guattari, lo material y lo discursivo, lo visual y lo enunciable. Aparatos operando y organizando contenido y expresión, formaciones territorializadoras –que producen y mapean lugares y espacios. Formaciones de codificación que inscriben diferencias.
De este modo, de acuerdo a la propuesta del autor, las maquinarias territorializadoras pueden producir desplazamientos o pueden producir anclajes, en función, por ejemplo, de la acumulación de poder. En tanto, las maquinarias estratificadoras producen subjetividades, que hacen ver, sentir, comprender el mundo y a uno mismo desde una posición, una ‘morada’, condicionada por el acceso y la distribución desigual de las posibilidades de acceder a diversas experiencias. Las maquinarias estratificadoras permiten entender cuánto de ‘torsión’, de imposición, hay en lo que hacemos o sentimos que podemos hacer. Las ‘elecciones’ no son libres, elegimos entre lo que consideramos que está dado para nosotros, pero quién o cómo se moldean esas posibilidades. La forma en que sentimos, en que involucramos nuestro afecto, son construidas, aprendidas y enseñadas. Las maquinarias de diferenciación, normalizadoras, son ‘etiquetadoras’, y son estas ‘etiquetas’ las que harán que algunos caminos estén visibles y por tanto más disponibles para unos y no para otros.
De acuerdo con el planteo foucaultiano, Grossberg (1992) retoma que el poder opera a través de diferentes dispositivos o mecanismos de regulación, diferenciación, represión, consenso, disciplinamiento, territorialización, que se ejercen a través de distintos aparatos, entendidos éstos como el conjunto de prácticas heterogéneas que incluyen lo dicho y lo no dicho. Articulados con fuerzas históricas, las técnicas y aparatos funcionan como un mecanismo de poder sobre la conducta, organizando las economías de valor, la identificación social, las disponibilidades, lugares y movilidades (Grossberg, 1992). Para Grossberg, es a partir del hacer de las maquinarias de estratificación, diferenciación y territorialización que podemos entender cómo se construyen no sólo las estructuras, las posiciones que las personas habitamos, sino también las que hacen que nos identifiquemos con ciertos valores, con ciertas imágenes, que deseemos ciertos destinos, que podamos pensarnos o no de ciertas maneras.
Esas maquinarias tienen mucho que ver con nuestros modos particulares de hacer/habitar lugares disponibles, sea que imprimamos afectos en ellos o que nos desafectemos. Dice Briones (2008) parafraseando a Grossberg,
“...los sistemas de identificación y pertenencia son producidos, estructurados y usados en una formación social, a través de la articulación de maquinarias –organizaciones activas de poder– tanto estratificadoras  y diferenciadoras, cuanto territorializadoras. En esto, si las maquinarias estratificadoras dan acceso a cierto tipo de experiencias y de conocimiento del mundo y del sí mismo –produciendo la subjetividad como valor universal pero desigualmente distribuido–, las maquinarias diferenciadoras se vinculan a regímenes de verdad responsables de la producción de sistemas de diferencia social e identidades –en nuestro caso– sistemas de categorización social centralmente ligados a tropos de  pertenencia selectivamente etnicizados, racializados, o desmarcados–. Por su parte, las maquinarias territorializadoras resultan de regímenes de poder o jurisdicción que emplazan o ubican sistemas de circulación entre lugares o puntos temporarios de pertenencia y orientación afectivamente identificados para y por los sujetos individuales y colectivos” (Briones, 2008:18).
Podemos ver las trayectorias de vida como resultados de articulaciones entre afectos, modos de identificación o pertenencia, posibilidades impuestas y posibilidades/imposibilidades asumidas, por lo que distintas formas de acción y agencia resultan no sólo a la desigual distribución de capital cultural y económico, sino también de la disponibilidad diferencial de diferentes trayectorias de vida por medio de las cuales se pueden adquirir esos recursos (Briones, 2018) Las trayectorias serían entonces una forma de actuación constituidas en relaciones complejas, modos de vivir y navegar a través de dichos contextos, es decir nos permite y exige pensar contextualmente, una de las premisas de los Estudios Culturales (Grossberg  y Cornut-D’Arcy, 2010:41).
Retomando las ideas foucaultianas acerca de las sociedades disciplinarias, Grossberg plantea que en una sociedad de movilización disciplinada –pensando, por ejemplo, que existen sistemas de circulación preestablecidos para las personas-, la agencia se organiza a través del control de la movilidad, tiene que ver con la movilidad estructurada mediante la cual los individuos tienen acceso a determinados tipos de lugares y a los caminos que nos permiten desplazarnos desde y hacia ellos (Grossberg,1992). Cuestionando la lógica moderna que escinde tiempo y espacio, Grossberg entiende que las movilidades estructuradas de las trayectorias están atravesadas y configuradas por el espacio, ya sea porque las personas son confinadas a determinadas geografías, ya sea porque esas geografías forman parte de cómo se piensan y cómo piensan sus posibilidades, o porque estas trayectorias hablan de desplazamientos en tiempo/espacio y de sistemas de circulación específicos. Esto nos ayuda a pensar cómo ciertas trayectorias específicas se relacionan con trayectorias anteriores, históricas, no sólo con mandatos, sino también en tanto huellas que, aunque no necesariamente se hablen, están y tienen que ver con la propia senda.
La propuesta de Grossberg nos permite, de este modo, pensar las trayectorias de las personas en contexto y los contextos produciendo trayectorias. Es en el entrecruzamiento de los haceres y efectos de las tres maquinarias que se van entramando los contextos y la coyuntura –que sería un contexto de sobredeterminación. Y, en definitiva, la vida cotidiana se trata de cómo puedes moverte a través de esas relaciones, dónde puedes o no invertir, dónde puedes descansar y dónde moverte y hacer nuevas conexiones, lo que importa y de qué manera, las movilidades estructuradas (Grossberg, 2010:313).
A simple vista, pareciera que el concepto de maquinarias es constrictivo. Como mencionamos, Grossberg retoma este concepto de Deleuze y Guattari (1985), cuando “En el corazón de los estudios culturales” (2009) explica específicamente que el concepto de maquinarias es utilizado por estos autores para evitar nociones humanistas y voluntaristas vinculadas a la agencia. ¿Por qué es necesario pensar la agencia de este modo? Porque la agencia también se inscribe en las prácticas estructuradas, atravesadas por las estructuras. La propuesta de las maquinarias es una simplificación, dice Grossberg; pero no es esencialista, justamente porque es contingente.
Si no podemos pensar en el modo en que las estructuras dan forma justamente a nuestra agencia, tampoco podremos desafiarlas. De acuerdo con Grossberg “lo que se debe hacer es encontrar maneras de distinguir estructura y poder, evaluar y desafiar estructuras y organizaciones de poder especificas. Después de todo, las estructuras no solo oprimen y constriñen, sino que también dan poder y habilitan” (Grossberg, 1992:11).
La propuesta de Grossberg es una propuesta para distinguir diferentes niveles de análisis de contextos.

El rol del afecto y la imaginación en el devenir social

Los engranajes maquínicos producen distintos tipos de efectos, algunos de estos tipos de efectos pueden agruparse y llamarse afecto. Las organizaciones de afecto pueden incluir voluntad, atención u orientación, que el autor propone llamar mapas de interés o mapas de lo que importa (Gorssberg, 2010:316). Lo que importa es en lo que hacemos foco, donde invertimos más energía. Eso que nos importa, lo que nos afecta, es lo que hace que vayamos tomando ciertas decisiones, para Grossberg, “el empoderamiento afectivo es cada vez más importante en un mundo cuyo pesimismo se ha vuelto sentido común, en el que la gente se siente cada vez más incapaz de hacer la diferencia, en el que las diferencias parecen no importar, no hacer ninguna diferencia. Las relaciones afectivas son, al menos potencialmente, la condición de posibilidad para el optimismo, vigorosidad y pasión necesarios para cualquier lucha por cambiar el mundo”, (Grossberg, 1992:86).
El trabajo de construcción del ‘mapa de lo que importa’ rastrea cómo, de qué forma, actúan las maquinarias en la configuración de esas adscripciones y rechazos, en la construcción de identidades, en el modo de vivir las posiciones disponibles, en los modos de amar, de criar, en la conformación de ciertos trayectos y en la obstaculización o imposibilitación de otros, es también un análisis de cómo actúa la cultura a través de la comunicación.
En Affect’s Future. Rediscovering the Virtual in the Actual (2010), el propio Grossberg rastrea su noción de afecto y la encuentra en las estructuras de sentimiento de Williams, en ‘lo que se siente estar vivo’ en cierto tiempo y espacio para Hoggarts, en la voluntad de poder de Nietzsche, en la propuesta de Deleuze, donde el espacio de afecto es un espacio ontológico, psicoanalítico, empírico, en el que aparece la Catexis y la inversión del afecto (contracatexis)- y también la habilidad de afectar y ser afectado.
Para el autor, el afecto es una noción que actúa como puerta entre lo que puede ser significado o conocido y lo vivido como un plus que no alcanza a ser capturado por la significación, un lugar por donde empezar. Y, en este sentido, la imaginación es la posibilidad del advenimiento de la contingencia, la posibilidad de lo virtual en lo real. “La mejor forma de entender el presente es la condición de posibilidad de una mejor imaginación” (Grossberg, 2010:320).
La gente vive su vida, pero hay otros modos posibles de hacerlo, es una realidad entre otras muchas que aparecen como virtuales. Esa realidad es un modo de articulación, donde el afecto es el motor, el afecto es lo que hace posible esa relacionalidad.
De acuerdo con Ramos (2005) quien también recupera los aportes de Grossberg para trabajar desde la antropología, la noción de afecto es
“la forma singular que adquiere la hegemonía cuando encarna en la vida cotidiana de los sujetos sociales. Es la fuerza a través de la cual la gente experimenta y resignifica las ideologías dominantes en sus propias prácticas e identidades. El afecto tiene poder real sobre la diferencia, en tanto ésta sólo se realiza cuando es apropiada y sentida por los sujetos. El afecto también participa en la creación de mapas de territorialización, puesto que, en determinados momentos históricos, activa el interjuego estratégico entre circular por un espacio preconfigurado y promover la reflexión, el cuestionamiento o la impugnación de las líneas de movilidad–accesos, distancias, definición de lugares y modos apropiados de actuar” (Ramos, 2005:3-4).
En a través del afecto donde podemos entrever las tensiones entre estructura y agencia y las apuestas de las personas. Para Grossberg, en el contexto contemporáneo hay dos cuestiones a tener en cuenta. Una es que las y los jóvenes están dentro pero ven lo que pasa, jóvenes - afecto - imaginación se enlazan. La segunda cuestión es que es en lo popular que se están produciendo las relaciones, las articulaciones. Por lo que si nos interesa pensar las posibilidades de futuros en el presente, es necesario atender a las y los jóvenes y si nos interesa pensar en lo que está pasando es necesario atender a esos fenómenos que se presentan como populares, “la historia se está haciendo cualesquiera sean nuestras intenciones” (2010:331).

Seguir pensando

Esperamos que el debate propuesto pueda ayudarnos a pensar en trayectorias de vidas atravesadas por posibilidades e imposibilidades, donde los contextos tienen que ver con quiénes podemos ser y con qué podemos hacer. Dice Grossberg (1992:11), que la forma en que imaginamos el futuro, en que comprendemos cuáles son las posibilidades que se nos abren, depende de cómo interpretamos nuestras circunstancias presentes. Las tensiones, las disputas con respecto a los ‘dictados’ o al campo de posibilidad estructurado por efecto de las maquinarias, parecen darse en este plano de cómo cada uno, cada una, interpreta sus circunstancias actuales, y la intención de torsión que cada cual pueda imprimir a su propia trayectoria en función de alguna ‘ventana’ que descubramos en ellas. La idea es que este debate y análisis conceptual nos sirva para develar la forma en que las relaciones de poder actúan y conforman los contextos en los que vivimos para que, además de ser conscientes de las restricciones, expandamos las posibilidades que las estructuras habilitan. “La teoría es de poca utilidad si no ayuda a imaginar y realizar futuros mejores para nosotros mismos y para las generaciones futuras” (Grossberg, 1992:13). Difícilmente las personas nos encontremos al margen de las relaciones de poder, más bien las personas convivimos con las estructuras en las que el poder se entrama, estamos atravesadas por el hacer de esas maquinarias. A diferencia de las teorías modernas de la identidad, en la que ésta es producida por la diferencia, sostenemos que “la diferencia es, en igual medida que la identidad, un efecto del poder” (Grossberg, 2003:159), producida histórica y espacialmente, difundida y producida a través de la comunicación. Las personas nos debatimos, así, entre adscripciones y rechazos y vamos modificándonos a lo largo de nuestras vidas. Hay prácticas, hay discursos, que nos preforman, que nos ‘marcan’, y, dependiendo de los contextos, llevamos nuestras marcas con orgullo o hacemos esfuerzos para desmarcarnos y pasar inadvertidos. Desafiamos ‘lo que hay para nosotros, nosotras’ o nos dejamos convencer o guiar de que no hay más posibilidades que esas, y todo esto no lo hacemos de una vez y para siempre, las articulaciones son eventuales y contextuales, somos contradictorios, contradictoiras y lo que somos siempre está en proceso.

Notas:

1 Claudia Briones (2020) en comunicación personal.

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Fecha de recepción: 12-05-2020.
Fecha de aceptación: 14-09-2020.

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