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La trama de la comunicación

versión impresa ISSN 1668-5628

Trama comun. vol.25 no.2 Rosario dic. 2021

 

ARTÍCULOS

Entre la memoria y el olvido 1964-2014: el golpe de Estado ayer y hoy en Brasil

Between memory and oblivion 1964-2014: the military coup yesterday and today in Brazil

 

Por Luiz Antonio Dias y Rafael Lopes de Sousa

luizhistoria@yahoo.com.br / Universidade Santo Amaro (Brasil)

canoeiros2008@gmail.com / Universidade Santo Amaro (Brasil)

Luiz Antonio Dias
Brasileño
Doctor en Historia por la Universidade Estadual Paulista (UNESP). Licenciado en Historia por la Universidade Estadual Paulista (UNESP). Docente de Introdução aos Estudos Históricos de la licenciatura em Historia de la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo (PUC/SP)
Afiliación Institucional: Programa de Posgrado em Historia de la de PUC/SP, Programa de Posgrado Interdisciplinar en Ciencias Humanas de la Universidade Santo Amaro (UNISA). Área de especialidad: Historia del Brasil Contemporáneo
e-mail: luizhistoria@yahoo.com.br
ORCID: 0000-0001-8834-442X

Rafael Lopes de Sousa
Brasileño
Doctor en Historia por la Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP). Licenciado en Historia por la Universidade Estadual Paulista (UNESP). Docente de Cultura Brasileira - Posgrado en Ciencias Humanas de la Universidade Santo Amaro.
Afiliación Institucional: Programa de Posgrado Interdisciplinar en Ciencias Humanas de la Universidade Santo Amaro (UNISA).
Área de especialidad: Historia del Brasil Contemporáneo
e-mail: canoeiros2008@gmail.com
ORCID: 0000-0001-8018-8530


Sumario:

El objetivo de este artículo es mostrar, discutir y problematizar la recepción de dos de los principales periódicos de São Paulo –Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo – al golpe de Estado cívico-militar de 1964, en Brasil. Para ello se analizaron editoriales y materiales asociados al nuevo escenario político con énfasis en el mes de abril de 1964. Intentamos también tratar de la “celebración” o del “recuerdo” sacados a la luz en las efemérides de 2014. Por último, tuvimos también la intención de señalar cómo las representaciones por parte de Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo traían subterfugios destinados a justificar su apoyo al golpe de Estado que derrocó al presidente João Goulart, dado que esos dos periódicos legitimaron el golpe y defendieron su legalidad.

Descriptores: Brasil; Historia; Memoria; Dictadura militar; Prensa

Summary:

This paper aims discuss and problematize the reception of two important São Paulo’s newspaper - Folha de S. Paulo and O Estado de São Paulo - the civil military coup in 1964. Editorials analyzed and linked to the new political developments materials with emphasis in April 1964 also treat the "celebration" or "remembrance" brought out in 2014. Finally point out as the disclaimers made by two newspapers are full of subterfuge that aimed justifying the support of these newspapers to the coup that overthrew President João Goulart. Nevertheless presenting the legitimacy of these events, defending its legality.

Describers: Brazil; History; Memory; Military dictatorship; Press


Introducción 

El golpe cívico militar que tuvo lugar en Brasil en 1964 no solo paralizó el avance de las fuerzas democráticas, que venía siendo engendrado por la inquietud de las masas en un proceso sociopolítico que buscaba construir una sociedad más plural e inclusiva desde la perspectiva de la integración nacional, sino que también representó la implementación de un régimen de fuerza basado en la exclusión de las minorías sistemáticamente perseguidas por la ideología de la “doctrina de la seguridad nacional”, que es explícitamente contraria a los principios de la auténtica democracia y de los derechos humanos. Durante este período, la prensa, que debería haber cumplido un papel de vigilancia crítica y denunciado las agresiones contra las libertades democráticas y los derechos individuales, muchas veces ignoró las demandas de los políticos perseguidos y, en diferentes momentos, apoyó la Doctrina de Seguridad Nacional. El presente estudio recupera la participación de la prensa -especialmente de los dos principales periódicos del Estado de São Paulo: Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo- en el golpe de 1964 y también analiza la conmemoración que ocurrió en 2014.
A través del análisis de artículos y editoriales producidos en los días previos al golpe cívico militar de 1964, mostramos la construcción de una narrativa que busca justificar la necesidad de la deposición del presidente João Goulart y, en los escritos publicados en los periódicos en los días siguientes al golpe, mostramos cómo buscaron darle un aspecto legítimo y legal al violento colapso institucional ocurrido en Brasil. Al analizar los textos publicados a finales de marzo y principios de abril de 2014, cuando el hecho cumplía cincuenta años, mostramos que los periódicos mantenían, aunque de forma diferente y con nuevos argumentos, la narrativa de la inevitabilidad del “movimiento militar” y su necesidad histórica. De esta manera, además de examinar el papel de la prensa como actor en el proceso, también proponemos una discusión sobre Historia y Memoria.

Metodología

Usamos, como fuentes primarias, editoriales, titulares y artículos publicados por los periódicos O Estado de S. Paulo y Folha de São Paulo, en marzo y abril de 1964 para analizar su apoyo al golpe cívico-militar, y para comprender el proceso de recordación nos apoyamos en textos publicados en marzo y abril de 2014 para, de este modo, problematizar el proceso de  reconfiguración de la memoria.
Como los periódicos son empresas, no es de extrañar que se conviertan en aliados de gobiernos o políticos que puedan contribuir con el aumento de sus lucros. No podemos olvidar que la estructura de una sociedad está formada por una red de intereses políticos y económicos, es decir, el apoyo que le da un periódico a un político puede resultar en un aumento de verbas de publicidad, o incluso líneas de crédito más accesibles para el periódico.
El uso de la prensa como fuente histórica requiere, por tanto, un cuidado teórico y metodológico, ya que debemos entender el vehículo de comunicación como un producto social. Tras los aportes de la Escuela de los Annales, el historiador relativizó las certezas de que una determinada fuente era, a priori, "sospechosa", o representaba principalmente los intereses del grupo social al que estaba vinculada. Gracias a estos aportes se ha superado definitivamente la “ilusión” de que un “documento” puede estar libre de las influencias de un determinado contexto histórico.
Para evitar confusiones y anacronismos, no podemos analizar estas fuentes de forma aislada, separadas de su contexto histórico. No debemos aceptar una determinada narrativa de un hecho como la única posible, porque, en realidad, está directamente relacionada con los intereses, ideas y necesidades del propio periódico. De ahí la necesidad de entender esa narrativa como una construcción histórica a partir de un determinado sujeto. De ese modo, podemos ver que puede haber una distancia entre lo ocurrido y lo narrado, precisamente, en función de la posición de cada uno de estos vehículos de la gran prensa.
Dependiendo de las necesidades y conveniencias del momento histórico, las fuentes pueden ser "manipuladas", ya sea para justificar, como para fabricar una “realidad” que legitime el discurso de la época. Pero, incluso cuando hay distorsión de lo real, esta fuente es importante y debe utilizarse, incluso, para mostrar cómo funciona la construcción de una determinada idea de lo real.
Los historiadores abandonaron la visión de que un periódico es una "fuente sospechosa” porque fue producido explícitamente por un grupo. Si fuera así, ninguna fuente sería exenta, ya que todo documento es una construcción: la función fundamental del historiador, por lo tanto, seria promover la crítica del documento, menos por su falsedad y más por su producción o elección, visto que siempre es el resultado de elecciones basadas en las fuerzas sociales ”

1. El golpe de Estado ayer

                Cuando se iniciaron los procesos de redemocratización de la sociedad brasileña, a lo largo de la década de 1980, la temática de los Derechos Humanos y los debates sobre la memoria y el olvido fueron impulsados en los medios académicos y, a continuación, se convirtieron en la demanda de la agenda sociopolítica para la búsqueda de lo que Boaventura de Sousa Santos llamó “proyecto civilizatorio de modernidad” (Santos, 1989). Los defensores de esa causa sufrieron muchas críticas y convivieron con la fuerte indiferencia de los vencedores por la memoria colectiva de los vencidos. Tal vez por eso, nunca hubo un “monumento de cultura que no fuera también un monumento de barbarie” (Benjamin, 1994: p. 224-5). Sin embargo, cabe a los historiadores proceder a la ruptura de lo que Benjamín (1994: p. 230-1) llamó continuum de la historia, y así resignificar el pasado, a fin de traer hacia el presente lo que quedó convenientemente olvidado por los tratados de la historia oficial.
                Esa situación nos hace recordar las observaciones hechas por los Annales, sobre todo por los representantes de su Tercera Generación, sobre los cuidados que los historiadores deberían tener con relación al relativismo de su ciencia y, por consiguiente, con las dificultades de aprehender el pasado en su compleja y múltiple totalidad.

Ese carácter singular de una ciencia que posee un solo término para su objeto y para sí misma, que oscila entre la historia vivida y la historia construida, sufrida, fabricada, obliga a los historiadores, ya conscientes de esta relación original, a cuestionarse nuevamente sobre los fundamentos epistemológicos de su disciplina. (Le Goff, 1995: p.12). 

                De esta forma, la legitimidad del historiador para inventariar el pasado, en un momento en que el acceso a los documentos dejó de ser privilegio de su oficio para ser transferido a incontrolables grupos de “saber” e “intereses” –que buscan construir o fabricar una versión oficial de la historia, a fin de convalidar, en el presente, actitudes contradictorias y muchas veces sospechosas del pasado– tiene que ser rescatada y revalorizada en sus bases epistemológicas, pues se corre el riesgo de que se edite y reedite la historia apenas alrededor de la ya conocida e “infantil” obsesión por los orígenes.

                Este ardid ya ha sido superado por los historiadores contemporáneos que, tras las contribuciones de los Annales, han abandonado –insistimos– las obsesiones por los orígenes para buscar en los eventos “los motivos que permanecían ocultos, creando, de este modo, un complejo pragmático, con la intención de extraer de los acontecimientos casuales un orden interno” (Kossleck, 2006: p. 42). Es exactamente en este punto dónde se encuentran las principales diferencias metodológicas y epistemológicas entre la escritura de la historia y la escritura periodística. En otras palabras, mientras el historiador busca los motivos ocultos y el orden interno de un determinado acontecimiento, el periodista se preocupa fundamentalmente en imprimir nuevos significados para el pasado, con el objetivo de convalidar en el presente los intereses de su corporación. “Inicialmente y de forma masiva, es al dañar la confiabilidad de la memoria que se siente el olvido. Daño, debilidad, grieta. En este sentido, la propia memoria se define, al menos en primera instancia, como una lucha contra el olvido.” (Ricouer, 2007: p. 424).

                De este modo, y por más que busque ser la conciencia colectiva de su tiempo, la narrativa periodística no logra desvencijarse de la historia vivida y acaba por reproducir una historia que contiene prioritariamente los sentimientos, deseos e intereses de la línea editorial del periódico. La manera como los periódicos Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo emitieron la noticia del golpe de Estado responsable por la implantación de la dictadura cívico-militar en 1964 es, en este sentido, un caso ejemplar. Para comprender esos cambios es necesario observar el desarrollo de esas instituciones empresariales dentro de la sociedad brasileña.

                A pesar de representar públicos distintos y por ello presentar algunas diferencias puntuales con relación a la misión periodística, lo cierto es que, en líneas generales, los periódicos Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo estaban de acuerdo en unir fuerzas para combatir el enemigo común de la sociedad brasileña: el comunismo.

Entender el significado y la importancia de los periódicos es fundamental para entender su participación en el golpe cívico-militar en 1964, que tuvo –a pesar de varias interpretaciones distintas (1)– un fuerte carácter de lucha de clases. Las reformas propuestas por João Goulart causaron gran insatisfacción entre los empresarios, por ejemplo; y además, el crecimiento de la oposición de estos al gobierno a medida que Goulart “radicaliza” su discurso a finales de 1963. Algunos conceptos también fueron revisados, la idea de “golpe militar” perdió espacio, pues es innegable la participación efectiva de la sociedad civil en la articulación del complot golpista, siguiendo esa línea tenemos el análisis de Fico (2004), Dreifuss (1981), que también apunta una fuerte organización civil de conspiración, inclusive con apoyo estadounidense. 

Asimismo, debemos tener clara la complejidad de una redacción, de las presiones que periodistas –y los propios periódicos– sufren. De esa forma, no podemos igualar los medios de comunicación, así como debemos tener clara la diferencia entre propietarios, editores y periodistas dentro de un determinado periódico. 

                En el transcurso de los acontecimientos posteriores a 1964 y con la consecuente consolidación de los militares en el poder, los principales medios de comunicación del país no mantuvieron una postura homogénea sobre el nuevo escenario político. En el caso de los periódicos Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo, esa situación no fue diferente: con el endurecimiento del régimen, el apoyo y la defensa de la legitimidad y legalidad disminuyeron, la censura o autocensura pasó a influir en los editoriales y otros artículos periodísticos.

                Esa situación sufrió cambios con el proceso de redemocratización. En esa nueva coyuntura muchos medios de comunicación que habían apoyado el golpe se apresuraron a construir y vender una imagen de incondicionales defensores de la democracia. Y fabricaron, de este modo, la falsa pero conven iente impresión de que, a lo largo de todo el período dictatorial, esa posición de la prensa había sido homogénea y constante.

                Reflexionar sobre la actuación de Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo durante la implantación de la dictadura militar, y por consiguiente discutir fundamentalmente cómo presentan hoy sus convicciones con respecto a ese evento dramático en la historia de Brasil, es tarea de gran importancia para los historiadores que investigan dicho período y, por lo tanto, un contrapunto necesario a la disposición que tienen esos dos medios de comunicación –tras cincuenta años del golpe cívico-militar de 1964– para reescribir su historia y recrear una memoria de actuación democrática, por un lado justificando y por otro minimizando sus acciones.

                Esa conducta conlleva, consecuentemente, a otra conclusión: si es posible reconstruir las ruinas del pasado utilizando una metodología selectiva, entonces también es posible forjar una historia imparcial que confiera credibilidad a los servicios de estos periódicos, de tal manera que su vida anterior quede “olvidada” y una nueva memoria sea construida con el propósito de valorar su actuación en el tiempo presente. 

                Así, al sacar a flote una reflexión sobre los eventos del pasado, el narrador tiene que tener criterios para el uso de sus fuentes y no dejarse traicionar por las artimañas del tiempo presente que intentan suprimir detalles, cambiar énfasis y recrear el pasado en estructuras infalibles que servirán de apoyo apenas para el uso abusivo y selectivo de la memoria.

                Al asumir la defensa del gobierno militar, en 1964, los periódicos Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo difundieron el pensamiento de variados sectores de la prensa. Para esos sectores, la defensa de la “Revolución Gloriosa” era el camino más seguro para reencontrar la paz social y garantizar los derechos básicos del ciudadano amenazado, en aquel contexto, por la “peligrosa presencia comunista” en territorio brasileño. Estimulado por esa paranoia, Folha de S. Paulo afirmaba en su editorial:

No fue por falta de advertencias que la situación nacional llegó al estado en el que se encuentra hoy (...). Evidentemente, nadie quería tal situación, excluyendo ciertamente a los elementos comunistas para quienes la situación del país estará mejor cuando peor se encuentre. Estos elementos, lamentablemente, llevan mucho tiempo actuando en altos cargos de la administración pública federal y, de alguna manera, vienen orientando muchas acciones gubernamentales. (Em defesa da Lei, 1964: p.4)

                A continuación, el editorial reforzaba los argumentos de que el presidente depuesto, João Goulart, gobernaba en conspiración con comunistas y, lo que era más grave, violaba constantemente la Constitución con tentativas inaceptables de subordinar el Congreso a los intereses de la ideología comunista. Para empeorar aún más la situación, ocurrían huelgas que contaban con la “simpatía” del presidente, paralizaban el país y provocaban una aguda crisis económica. Motivado por esa coyuntura adversa, el editorial no ahorraba argumentos para convencer al pueblo de que el golpe militar, antes de ser una “rebelión contra la ley”, era un acto de patriótico arrojo de los militares en defensa del orden:

Luego de tratar de corromper lentamente la esencia de las Fuerzas Armadas mediante la conocida prédica falsamente reformista, surgía el golpe que debería presagiar el fin de la legalidad democrática: el asalto a la propia organización de las Fuerzas Armadas. Y estas, en varias partes del país, encabezadas por algunos de sus líderes más respetables, se levantaron en defensa de las instituciones amenazadas. Los términos del manifiesto del comandante del II Ejército son claros. No hubo rebelión contra la ley, sino una acción a favor de la ley. De hecho, las Fuerzas Armadas están diseñadas para defender la patria y garantizar los poderes constitucionales, la ley y el orden (...). Solo nos queda esperar que los focos de resistencia esbozados en pequeños puntos se desarticulen pronto, para que la familia brasileña reencuentre, en el menor tiempo posible, la paz que tanto anhelaba el pueblo, libre de la prédica y de la acción de los comunistas que se habían infiltrado en el gobierno, que vuelva a tener el derecho, que le habían quitado, a trabajar en orden y dentro de la ley. (Em defesa da Lei, 1964: p. 4. - énfasis nuestros)

                Se puede decir, entonces, que Folha de S. Paulo, al asumir tal posición en su línea editorial, ayudó a construir un discurso de legalidad alrededor del golpe contra el presidente João Goulart. De suerte que, en sus páginas, el “golpe” se convertía en una acción revolucionaria para salvar el país de las manos de los comunistas.

O Estado de S. Paulo, a su vez, demostró de forma aún más intensa sus convicciones. Para ese periódico, 1964 –y no 1945– señalaba el “fin de la dictadura en Brasil”. Esas convicciones se explicitaron, una vez más, el 2 de abril de 1964, en editorial titulado “El mayor significado de una victoria”, en el cual el periódico ofrecía sus explicaciones para los acontecimientos que condujeron al golpe militar de 1964.

La gran victoria de ayer, liderada por la mano segura del general Amaury Kruel, al frente del II Ejército, llega como era inevitable, siendo interpretada de las más diversas formas. Para aquellos que tienden a ver los eventos desde un lado superficial, aparece como un epílogo a los eventos que comenzaron en la semana santa. Sin embargo, en realidad, el significado del 1 de abril es mucho más profundo y complejo. En primer lugar, el triunfo logrado está diciéndonos que, finalmente, la democracia brasileña venció a la dictadura bajo cuyas estructuras vegetaba la Nación.  (O significado maior de uma vitória, 1964: p. 3) 

                Tenemos aquí una manera peculiar de ejercicio del tan propalado liberalismo de O Estado de S. Paulo. Como podemos concluir, un liberalismo de conveniencia que atiende solamente los intereses de quien está en el poder, confiriendo, así, legalidad y legitimidad al movimiento militar, con el ya conocido argumento imparcial de que tales medidas se hacían necesarias para garantizar la manutención del régimen democrático, frecuentemente amenazado por el Gobierno João Goulart.

                El primer Ato Institucional, del 9 de abril de 1964, también fue relativamente bien recibido por los referidos periódicos. Para Folha de S. Paulo, (O Ato Institucional, 1964: p. 4), pese a cierta aprensión, las medidas de excepción “(...) permanecerán dentro de lo estrictamente necesario para la consolidación del proceso democrático”. En el mismo texto verificamos expresiones que contribuyen para legitimar, tanto la deposición de João Goulart como la instauración del Acto Institucional. El periódico está convencido de que los militares son “sensibles, incluso más que los civiles, a los problemas de seguridad nacional muy amenazados por la “comunización” del país.”. Afirma, de este modo, que los nobles principios que llevaron a los militares a adoptar medidas tan extremadas no podían jamás ponerse en duda, una vez que “(…) no se podría podía pensar otra cosa de hombres que tomaron las armas para defender la democracia”.

                O Estado de S. Paulo, aunque esté de acuerdo con la intervención militar y alabe a sus signatarios, demuestra un poco de preocupación con el artículo tercero (2) del referido documento, puesto que, para ese periódico:

(...) en ese punto, el documento nos causó cierta aprensión. Siempre nos hemos opuesto rotundamente a los intentos del caudillo depuesto, y no desciframos las razones que han llevado a los redactores del Ato a incluir esta facultad (...) Todo el anteproyecto de enmienda a la Constitución de 1946 es un riesgo para nuestras instituciones. Y si no fuera por la absoluta certeza que tenemos de que el nombre que saldrá victorioso de las elecciones de esta tarde es el del general Humberto Castelo Branco, nos sentiríamos amenazados en este momento en lo que hay de más valioso para la democracia brasileña. (O Presidente e seu ministério, 1964: p. 3) 

                Lo que tranquilizaba al periódico, en ese momento de incertidumbre institucional, era su inquebrantable confianza en la victoria de “su candidato” preferido. Sin embargo, es importante destacar que en los días que anteceden a la intervención militar y a la toma de posesión de Castelo Branco, la comprensión de ese periódico sobre la salud política de Brasil era diferente. Su diagnóstico era que la sociedad brasileña vivía una profunda crisis de representación que comprometía peligrosamente las relaciones sociales. Crisis que daba oportunidad a que oportunistas de ocasión se aprovechasen de la situación. Para combatir esa “fragilidad”, el periódico inició el 4 de abril de 1964 una campaña editorial para unir a los verdaderos demócratas de la nación contra los “viejos zorros” que intentaban recuperar el poder. Otro punto defendido, con igual entusiasmo en aquellos editoriales, era la defensa de Castelo Branco como presidente para los cinco años subsecuentes, ya que él era el representante que más había encarnado el espíritu revolucionario del movimiento militar.

                El primer editorial que seguía esa línea se publicó el 4 de abril de 1964 y tenía como título “Solución revolucionaria” (1964, p. 3). Ese editorial, según relatamos anteriormente, orientaba al pueblo a unirse contra los enemigos de la nación, identificados como los “viejos zorros” de la política que querían retomar el control del país. Al día siguiente, el pueblo brasileño leía un nuevo editorial que defendía a los militares, cuyo título era “Inadmisible usurpación de la victoria” (1964: p. 3) (3). Ese editorial exponía en tono dramático las dificultades enfrentadas en la segunda fase de la Revolución y, sin medias palabras, afirmaba que el “(…) movimiento militar garantizó tan estupenda victoria democrática para el pueblo brasileño.”. A continuación destaca la necesidad de llevar “(…) adelante, hasta el final, el desmantelamiento de la colosal organización establecida aquí para arrastrar Brasil hacia la órbita del imperio comunista.”. Justamente por esa situación, aún tan complicada –y cada vez más inflamada por los ingredientes de la Guerra Fría–, el periódico continúa su campaña en defensa del gobierno militar: “por eso abogamos por un militar, y por un militar que esté perfectamente integrado al movimiento victorioso, la posición verdaderamente sacrificada en este momento, que es la Presidencia de la República”.

                Los testimonios de la época indican que la prensa se comportó como si fuera portavoz de la opini& oacute;n pública y exigió, por ello, la intervención de la Fuerzas Armadas en las instituciones públicas del país. Argüían que solo la fuerza y la moralidad de las Fuerzas Armadas podrían retomar el control y disipar el caos que había contaminado la sociedad.
                La diferencia entre los dos periódicos analizados es evidente con relación al tono y a la forma de la crítica –más directa en O Estado de S. Paulo, más implícita en Folha de S. Paulo – dirigida al gobierno de João Goulart.

                Así, aunque sea más dinámica y menos comprometida con las fuentes, la escritura mediática de la historia ejerció y ejerce un papel destacado en el proceso de construcción de una fachada de legalidad al golpe cívico-militar de 1964. Fue con esa misma dinámica que la escritura mediática retornó a esos acontecimientos en sus efemérides de cincuenta años. En esa ocasión anunció que quería revelar su verdadera participación en la creación y sostén de la dictadura cívico-militar de 1964 y solicitó una evaluación exenta y consciente de sus lectores, pues solo así podría superar esa etapa mal resuelta de su historia. Ocurre que, de este presente hipertrofiado, la escritura mediática, con la excusa de rescatar el “verdadero pasado”, acaba por introducir una versión parcial de la historia, que atiende exclusivamente a sus conveniencias de ocasión.

2. Reescribir el pasado, absolver el presente

                En 1984, con la definitiva redemocratización del país, el director del periódico O Estado de S. Paulo, Ruy de Mesquita, vino a público (4) hacer mea culpa por el apoyo prestado por su empresa al gobierno militar. Así que, buscando justificativas para los caminos seguidos por la “revolución”, afirma que su decepción era la misma que la de los auténticos revolucionarios de la “revolución de 1964” (Moisés y Benevides, 1984: p. 30).

                Ese cambio de postura atendía, posiblemente, a las conveniencias políticas del momento, una vez que, con el endurecimiento del régimen, el periódico pierde los privilegios que todavía tenía y pasa a sufrir intervenciones y censura previa en sus publicaciones. De esa forma, aunque en el presente el periódico haya hecho mea culpa por el apoyo dado a los militares, la manera como actuó en el pasado –patrocinando incluso la realización de reuniones conjuntas con los militares para urdir la deposición del presidente João Goulart– permanece, aún hoy, un borrón irrevocable en la historia de ese periódico. Con respecto a ello, Bausbaum (1975: p. 148) comenta que la deserción de los civiles ocurrió solamente cuando los militares anunciaron que, para cumplir sus metas, necesitarían más tiempo que lo previsto. Con la elección indirecta para Presidente de la República, los líderes civiles que pretendían retomar la vida política tuvieron que rehacer sus planes. Y cuando se dieron cuenta de que serían excluidos poco a poco del escenario político nacional, los golpistas civiles adoptaron un tono más crítico sobre los rumbos del régimen militar. A algunos de esos políticos, como Adhemar de Barros y Carlos Lacerda, les quitaron el mandato y les suspendieron sus derechos políticos: castigo impuesto por el mismo gobierno que ellos habían apoyado.

                Con el objetivo de reconstruir su credibilidad junto al público lector, el periódico Folha de S. Paulo, según Otávio Frias Filho, intentó durante el régimen militar hacer un camino de neutralidad e imparcialidad. Sin embargo, esa imparcialidad debe ser cuestionada sobre todo porque, en la práctica diaria de confección del periódico, aunque se narre solamente el hecho ocurrido, esa narrativa contiene intrínsecamente el posicionamiento ideológico y los intereses económicos de sus mantenedores.

                En la segunda mitad de la década de 1970, el periódico Folha de S. Paulo intensifica sus esfuerzos para reconstruir su imagen de imparcialidad con respecto a la vida política del país. En ese período, comienza una sistemática oposición al gobierno cuestionando, sobre todo, su legitimidad. Para llevar a cabo su tarea, unió fuerzas con otros segmentos de la sociedad civil que también estaban involucrados en la lucha por la redemocratización del país, la defensa de los derechos humanos y la libertad de prensa. De acuerdo con Silva, a mediados de la década de 1970, Folha de S. Paulo inició la construcción de otra imagen que le aseguraría credibilidad para el tránsito de una etapa a otra sin que su nombre y su historia resultasen comprometidos. Tal vez por eso Folha de S. Paulo:

(...) llegó a ser identificada como un periódico de resistencia al régimen autoritario y una especie de "portavoz" de la llamada "sociedad civil". La dirección de la empresa tuvo la sensibilidad de percibir que el país estaba cambiando y apostó por un rumbo que, el futuro lo demostraría, era el que la mayoría de los brasileños deseaba seguir. (Silva, 1988: p. 27-8)

                De todos modos, incluso ese cambio estuvo relacionado a cuestiones más amplias y complejas que la mera “sensibilidad” del periódico con las cuestiones sociopolíticas del país. En realidad, esos cambios empezaron a ocurrir, como bien apunta Pilagallo (2012), a partir de “incentivos” que el gobierno Geisel ofreció al periódico. De acuerdo con su argumentación, hubo encuentros entre Frias y Golbery, para que se establecieran las reglas de un nuevo principio institucional que se impulsaba por la apertura política. Con esa iniciativa, Folha de S. Paulo ay udaría a hacer frente a la intransigencia del gobierno. Otra contribución para ese cambio de postura del grupo Folha fue la estabilidad financiera que el grupo vivía.

                Por lo tanto, pasando de defensora del régimen militar a baluarte de lucha contra la dictadura, Folha de S. Paulo se involucró de forma intensa y convicta en la defensa de la apertura política y, posteriormente, actuó destacadamente en la Campaña por las Elecciones Directas: “Durante la Campaña Diretas Já, el diario se convirtió, entre los medios de comunicación, en el principal depositario de las inquietudes de la sociedad civil. (…) Identificada con esas preocupaciones, Folha capitalizó editorialmente” (Pilagallo, 2012: p. 215). Se concluía el ciclo –1964/1984– de forma completamente diferente de la que había iniciado. Es decir, reescribe el pasado, a fin de ser absuelto en el presente.

                En el mismo sentido, pero de forma distinta, el periódico O Estado de S. Paulo cambió sus rumbos, como ya apuntamos anteriormente. El periódico indicaba que había mantenido sus ideas y su coherencia; los “revolucionarios” eran los que habían cambiado.

3. Reconstruir la memoria para legitimar el pasado

                Con la proximidad de los cincuenta años del golpe, la oficialización y autonomía de la Comisión Nacional de la Verdad para investigar el período, sumados a los avances tecnológicos como, por ejemplo, la digitalización de los periódicos, se verificó una extensa actividad de reparación, una bien medida expiación que trabaja para revelar nuevas verdades de ese pasado que todavía asombra la memoria de muchos de sus protagonistas, pero aun así poco investigado por las nuevas generaciones. Vivimos en un momento de búsqueda de las “responsabilidades morales”, como nos alerta Ricoeur:

Es el conjunto de actos individuales, pequeños o grandes, que contribuyó, por su aprobación tácita o expresa, con la imputación criminal de los políticos y a la incriminación política de los miembros del cuerpo político. (...) es también en este estrato donde las estrategias evasivas son desmesuradas: estas encuentran un refuerzo en la astucia de quienes siempre quieren tener la razón. En ningún lugar es más necesaria la honestidad intelectual y la voluntad de verse a uno mismo de manera transparente que en este plano de motivaciones complejas. Aquí se reencuentran la voluntad de no saber, el refugio en la ceguera y las tácticas del olvido semipasivo, semiactivo. (...). (2017: p. 482)

                Uno de los primeros medios de comunicación que decidió comentar su actuación en los eventos de 1964 fue el periódico carioca O Globo, que se anticipa a los demás y, ya en agosto de 2013, presenta sus explicaciones a la sociedad, como destaca Silva:

El primero que vino a público a asumir su apoyo al golpe de 1964 y a la dictadura, fue el diario “O Globo”, a través de un editorial titulado “El apoyo editorial al golpe del 64 fue un error”. El editorial fue publicado en 2013, por lo tanto alejado de toda la efervescencia mediática que marcó el 31 de marzo de 2014, el periódico de la familia Marinho se refirió al cántico muy presente en las manifestaciones callejeras que se apoderaron del país en junio de 2013, que denunciaban: "La verdad es dura, Globo apoyó la dictadura ”. Esto, según el editorial, fue lo que impulsó el periódico a asumir públicamente su apoyo, aunque esta “toma de conciencia” ya formaba parte de los debates internos de las Organizaciones Globo. (...) Hay dos puntos, en el editorial de O Globo que merecen ser destacados: la idea de ruptura que se coloca entre los hechos que comenzaron en 1964 –y los sujetos e instituciones que formaron parte del proceso– y el tiempo presente, como si no existieran vínculos entre este pasado y el presente; y, a pesar de la culpa asumida, el mismo discurso que impregnó el imaginario golpista, fuertemente marcado por la idea de una crisis instituida que exigía una solución, se ve resucitado (...). (2013: p. 48)

Según vimos anteriormente, el mea culpa surge como necesidad, prácticamente una exigencia que se impuso al periódico en ese nuevo momento histórico, en el que las presiones sociales, requiriendo explicaciones a los colaboradores del régimen militar, se hicieron diarias y contundentes. Una importante contribución que reveló momentos aún oscuros sobre ese período fue rescatada irónicamente por los propios periódicos al modernizar su infraestructura y equipamientos, promovieron la digitalización de prácticamente todo el acervo y así hicieron posible que un público mucho mayor pudiese conocer y consultar la posición del periódico en 1964. Este es el caso, por ejemplo, del periódico O Globo, que destaca en uno de sus editoriales:

El recuerdo es siempre un fastidio para el periódico, pero no hay forma de refutarlo. Es Historia. O Globo, de hecho, en aquel momento, estuvo de acuerdo con la intervención de los militares, junto con otros grandes periódicos, como “O Estado de S. Paulo”, “Folha de S. Paulo”, “Jornal do Brasil” y “Correio da Manhã ”, por nombrar solamente algunos. Hizo lo mismo una parte importante de la población, un apoyo expresado en manifestaciones y marchas organizadas en Río, São Paulo y otras capitales. (Apoio editorial ao golpe de 64 foi um erro, 2013: p. 3)

                Dividiendo responsabilidades y justificando la necesidad de la intervención militar, el peri& oacute;dico legitima hoy lo que ya había legitimado en 1964.
               
Volviendo a nuestro objetivo específico, veamos ahora como los periódicos Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo presentaron el mea culpa del apoyo que prestaron al golpe militar de 1964. Para ello verificaremos algunos de sus editoriales, pues es este el espacio destinado a la opinión y posición de los periódicos.

                El 30 de marzo de 2014, un domingo, Folha de S. Paulo publica un editorial titulado “1964”, en el cual intenta justificar su participación u omisión en el episodio:

Aquella fue una época de feroz enfrentamiento entre dos modelos de sociedad: el socialismo revolucionario y la economía de mercado. (...) La derecha y parte de los liberales violaron el orden constitucional en 1964 e impusieron un gobierno ilegítimo (...) parte de la izquierda forzó los límites de la legalidad en la urgencia de realizar reformas que tenían carácter demagógico (...). (2014: p. 4, énfasis nuestros).

                De acuerdo con los análisis de ese período, la derecha violó el orden e impuso a los brasileños un gobierno ilegítimo y entreguista. La estrategia de imputar al otro la responsabilidad por los errores y las heridas del pasado es reconocidamente eficiente y tiene como ardid principal dejar para las notas al pie de página de la historia la participación de los vencidos en los combates de la historia. Por esa razón el periódico tuvo la necesidad de reafirmar en 2014 que no todas las críticas a la dictadura eran justas y fundamentadas. Justifica, de esa forma, su posición de simpatía al movimiento militar con la infalible presentación de datos económicos y sociales que confirman el crecimiento de la economía en el período y la consecuente mejora de la condición de vida de todas las clases sociales de la nación. De este modo, argumenta que –aunque de forma desigual– hubo mejoras en la educación y salud pública que pueden fácilmente constatarse a través de los datos “oficiales” del período. Reclama finalmente que no se puede exigir “(…) de Folha, que haya apoyado a la dictadura durante la primera mitad de su mandato, convirtiéndose en uno de los vehículos más críticos en la otra mitad. No cabe duda de que, a los ojos de hoy, ese apoyo fue un error”.

                Desde la cómoda posición en la que se encuentra hoy –la de mayor periódico del país–, Folha de S. Paulo construye un discurso sobre los sucesos que condujeron a la crisis de 1964 y reescribe el pasado de manera selectiva para conseguir la absolución en el tiempo presente. Forja así, el surgimiento de una nueva y heroica memoria al destacar que fue uno de los principales críticos en la segunda fase del régimen militar. Con eso refuerza la construcción de una imagen de intransigente defensor de los derechos humanos y de la tan deseada redemocratización del país. Así que la legitimidad conferida por Folha de S. Paulo para los eventos de 1964 se reafirma en 2014.

                En los días siguientes, el asunto de aquel editorial continuó pautando los debates en el interior del periódico. Por lo tanto, en lo tangente al objetivo de este artículo de analizar solo el mea culpa presente en los editoriales, creemos pertinente señalar el texto en el que Ruy Castro hace un balance de la participación de los civiles en los eventos de 1964. En texto titulado “Civiles que conspiran” (Castro, 2014: p. 2), el autor revela el nombre de una serie de civiles que también apoyaron el movimiento –y posteriormente habrían de identificarse con las luchas democráticas– como Juscelino Kubitscheck, Ulysses Guimarães y D. Paulo Evaristo Arns, quien “(…)salió de su parroquia el 13 de marzo para ir a bendecir en la ruta las tropas del general Mourão”. El texto termina con la siguiente afirmación: “Sí, la gente cambia, algunas para mejor”. Como es recurrente en la visión de los vencedores de la historia, el texto no manifiesta culpa o vergüenza al afirmar que, si personas pueden cambiar para mejor, los periódicos también pueden cambiar, “como de hecho cambió [Folha]”.

                En esa misma edición, el periódico prosigue con su bien planeado lema de la pluralidad al publicar un contundente texto de Vladimir Safatle, titulado “La dictadura venció”. Para el autor, ninguno de los responsables por los años oscuros –a los que se sometió la sociedad brasileña con el golpe de 1964– tuvo la dignidad de pedir perdón por los sufrimientos causados a los hijos de la nación. “Nadie, ni las Fuerzas Armadas ni el sector empresarial que conspiró y apoyó el golpe, tuvo la dignidad de pedir perdón a la sociedad por un régimen que destruyó el país.” (Safatle, 2014: p. 2).
Es importante subrayar que el perdón requerido por Safatle no es el gesto de la caridad cristiana, sino un perdón humano, demasiadamente humano por reconocer errores y conllevar indemnización por las atrocidades cometidas por los militares y sus colaboradores durante los años de la dictadura militar. Ocurre que por convicciones editoriales, el perdón público nunca fue solicitado por esos periódicos. Así, lo que se registra en sus páginas es siempre el reconocimiento y el elogio del legado positivo de esos eventos.

                En medio a las dificultades de obtener consenso con respecto a la historia vivida, el periódico adoptó la importante iniciativa de publicar un amplio material para conmemorar o rememorar los eventos de 1964. Ese material trae diversas opiniones y testimonios de protagonistas y expertos del período sistematizados en material gráfico, en el que se revelan los aspectos “positivos” y “negativos” de la dictadura.

                El periódico O Estado de S. Paulo, el 30 de marzo de 2014, también les regaló a sus lectores un cuaderno especial sobre 1964. Fueron veinte páginas contando la historia del período y, simultáneamente, destacando la actuación del periódico en el episodio. Al día siguiente vino el mea culpa del periódico, en el editorial “Meio século depois” (O Estado de S. Paulo, 31/03/2014: p. 3) que intencionalmente refuerza el mismo principio defendido en 1964: “Al completarse 50 años del movimiento cívico-militar (…)”. Nombrado como “movimiento” –que no cargaría el mismo peso de ilegalidad de un “golpe”–, este es comprendido como necesario, pues:

(...) Goulart movilizó los sindicatos y líderes radicales para hacer cumplir las reformas de base "dentro de la ley o por la fuerza" (...). Entonces ocurrió una mezcla explosiva de avance de esos grupos por el control estatal y de desorden en la economía y la administración. (...) Leonel Brizola creó unidades paramilitares (...). El cuadro se completa con la revuelta de los sargentos (...) y la de los marineros (...). (Meio século depois, 2014: p. 3) 

                Siguiendo esa lógica, el movimiento militar puede justificarse, entonces, por la situación de caos y enfrentamientos entre los defensores del orden y de la democracia –movilizados alrededor del lema “familia, Dios y libertad”– y los “otros”, orientados por conspiradores rojos. El texto destaca también que João Goulart buscaba “Reformas  de matiz  socialista, aunque no tuviera un mandato popular para hacerlo (...)”, indicando que, si le faltaba legitimidad a alguien, era  al Presidente João Goulart y no a los militares, ya que ellos habían sido aplaudidos por “(…) 1 millón de personas en Río, el día 2 de abril”.

                A continuación, manteniendo el tono de gran parte de la prensa en la rememoración del período, el periódico destaca que:

Con base en el Ato Institucional emitido por los militares, el gobierno del Mariscal Castelo Branco inició una exitosa labor de saneamiento de las finanzas y reordenamiento político y administrativo del país. En la economía y en la modernización de la administración, el régimen obtuvo éxitos innegables. (Meio século depois, 2014:  p. 3. énfasis nuestros)

                El texto sigue desvelando los cambios de rumbo del movimiento militar, motivo por el cual critica sus decisiones y la creciente violencia de sus agentes. Se aleja, pues, del movimiento, con objeto de mantenerse fiel a su proyecto “original”. Pasados 50 años de esos acontecimientos, gran parte de la prensa no hizo autocrítica y permanece con el mismo entendimiento con respecto a aquellos tiempos sombríos, es decir, y según esa lógica, el golpe militar era necesario, una vez que la situación era de caos y el presidente João Goulart, además de ser frágil, no poseía legitimidad para gobernar.

                La forma como la prensa retrató –y sigue retratando– los eventos relacionados a 1964 acabó por reforzar la imagen de inevitabilidad del “movimiento militar” y de su necesidad histórica. Importa subrayar que la palabra “golpe” raramente apareció impresa en las páginas de esos periódicos, incluso ahora, en 2014, en la rememoración del episodio.

Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo continúan sosteniendo que la “era de feroz enfrentamiento” fue motivada por excesos cometidos por los dos lados: los militares son, de ese modo, responsabilizados por hacer de la tortura una práctica de Estado, y la izquierda por fomentar el radicalismo inconsecuente de la lucha armada. O sea, el secuestro de la normalidad constitucional practicado por los usurpadores del poder puede y debe, según la visón de los periódicos aquí investigados, equipararse a la disposición que los opositores encontraron para resistir. Tenemos aquí un modo muy peculiar de escribir la historia que lleva al narrador a dispensar los “errores” de los agentes del pasado, a fin de construir la comprensión del tiempo presente.

                Ocurre que las reconstrucciones del pasado, de la historia y de la memoria no están exentas de nuevas y peligrosas artimañas:

(...) más importante que el castigo –e incluso que la reparación– sigue siendo la palabra de justicia que establece públicamente las responsabilidades de cada uno de los protagonistas y designa los respectivos lugares del a gresor y la víctima en una relación de justa distancia. (Ricouer, 2007: p. 481)

                De ese modo, al legitimar las acciones del Estado Militar como necesarias para contener a los comunistas, el caos, el desorden y la crisis económica, los periódicos igualan agresores y víctimas. Defienden, al fin y al cabo, que lo que se hizo en el pasado tenía la noble misión de asegurar un futuro resplandeciente para los brasileños. Las batallas de 1964 continúan trabándose en 2014, ahora son batallas por la memoria, por el recuerdo y el olvido. De este modo, se convocan a todos para un proceso de olvido de lo vivido y de recuerdo de lo imaginado. 

Notas:

1 En ese sentido, Lucília de Almeida Neves Delgado, en el libro organizado por Daniel Aarão Reis (2004), apunta algunas posibilidades de interpretación del golpe. Tenemos las explicaciones estructuralistas y funcionales de la década de 1970, que refuerzan la idea de una crisis del capitalismo, de un capitalismo atrasado, así, el golpe de 1964 sería inevitable, pues estructural. Otra explicación estaría vinculada a la idea de un carácter preventivo del golpe, un intento de evitar un golpe de las izquierdas, o de Goulart. Tenemos, también, análisis vinculadas a una explicación conspirativa, que congregaban varios sectores civiles y los militares, además de los EEUU, defendida por Dreifuss (1981), por ejemplo, que creía que el golpe fue el resultado de la organización de los sectores conservadores para detener el avance de las clases populares. Para terminar, tenemos la tesis de la falta de compromiso con la democracia, tanto por parte de las derechas como de las izquierdas. Así la radicalización del momento y una crisis política, dificultando la acción conciliatoria de Goulart, fueron fundamentales para la ruptura democrática.

2 El artículo 3 del Acto Institucional posee la siguiente redacción: “Art. 3º - O Presidente da República poderá remeter ao Congresso Nacional projetos de emenda da Constituição.
Parágrafo Único – Os projetos de emenda constitucionais, enviados pelo Presidente da República, serão apreciados em reunião do Congresso nacional, dentro de trinta (30) dias, a contar do seu recebimento, em duas sessões, com o intervalo mínimo de dez (10) dias, e serão considerados aprovados quando obtiverem, em ambas as votações, a maioria absoluta os membros das duas Casas do Congresso". Recuperado de : [http://legis.senado.gov.br/legislacao/ListaNormas.action?numero=1&tipo_norma=AIT&data=19640409&link=s] . Consultado[10/06/2016]

3 En nota la redacción informaba que el texto ya se encontraba listo antes de la información de que “Los gobernadores integrados en la revolución democrática, reunidos en Río, decidieron apoyar el nombre del general Humberto Castelo Branco como candidato a la Presidencia de la República.”

4 En esta entrevista, concedida a la Revista Lua Nova, Ruy Mesquita, defiende el apoyo dado por el periódico O Estado de São Paulo a los militares en el episodio de 1964.

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Fecha de recepción: 06-11-2020.
Fecha de aceptación: 22-04-2021.

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