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La trama de la comunicación

versión impresa ISSN 1668-5628

Trama comun. vol.26 no.1 Rosario jun. 2022

 

ARTÍCULOS

Ethos colectivo en los discursos del grupo intelectual Carta Abierta

Collective Ethos in the discourses of the intellectual group Carta Abierta

 

Por Baal Delupi

baal.delupi@mi.unc.edu.ar / Universidad Nacional de Córdoba y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

Baal Delupi
Argentino.
Doctorando en Semiótica (me recibo en 3 semanas) por la Universidad Nacional de Córdoba.
Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Católica de Santiago del Estero. Becario por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Afiliación institucional: Centro de Estudios Avanzados, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.
E-mail: baal.delupi@mi.unc.edu.ar
ORCID: 0000-0001-7697-3325


Sumario:

La disolución del espacio Carta Abierta, luego de 11 años de producciones discursivas, generó debates sobre el rol del intelectual en la Argentina contemporánea. Figuras como Horacio González, Ricardo Forster, Eduardo Jozami, María Pía López, entre otros, conformaron un grupo que construyó una imagen de sí vinculada al gobierno kirchnerista. El objetivo de este trabajo es analizar el ethos colectivo (Amossy, 2018) que edificó dicho espacio, en la esfera pública, durante el gobierno de Cristina Kirchner, configurando un sujeto intelectual particular diferente al de décadas anteriores. Se analizarán las primeras 18 cartas donde se detecta la fabricación de dos tipos de ethos: el crítico y el partidario.

Descriptores: Intelectuales; Discurso; Ethos colectivo; Carta Abierta; Retórica

Summary:

The dissolution of the Carta Abierta space, after 11 years of discursive productions, generated debates on the role of the intellectual in contemporary Argentina. Figures such as Horacio González, Ricardo Forster, Eduardo Jozami, María Pía López, among others, formed a group that built an image of itself linked to the Kirchner government. The objective of this work is to analyze the collective ethos (Amossy, 2018) that built this space, in the public sphere, during the government of Cristina Kirchner, configuring a particular intellectual subject different from that of previous decades. The first 18 letters where the manufacture of two types of ethos is detected will be analyzed: the critic and the supporter.

Describers: Intellectuals; Collective ethos; Discourse; Open letter; Rhetoric


INTRODUCCIÓN

A la memoria de Horacio González.

La disputa por el sentido del “ser intelectual” ha suscitado debates extensos a lo largo y ancho del mundo. En Argentina, desde las cartas de Sarmiento a Alberdi, pasando por los intelectuales del bicentenario, Revista Sur (1931), Contorno (1953), Pasado y Presente (1963), Controversia (1979), Grupo Esmeralda (1983), entre otros, hasta llegar a Carta Abierta (2008), el debate acerca del rol del intelectual en su tiempo histórico generó discusiones en el campo de la literatura (Sarlo 1994), la retórica (Amossy, 2010), la sociología de la cultura (Pulleiro, 2017), la filosofía (Tatián, 2019), entre otros. Es en este contexto singular, de hipermediatización y de capitalismo de plataforma, de era de los infuencers y productores de contenido, donde la pregunta acerca de quién/qué es un intelectual se reactualiza para funcionar bajo otras condiciones. ¿Es el intelectual tradicional, es decir, el gran escritor u orador que pensaba su tiempo histórico, el que interpela a los jóvenes de la actualidad? En este contexto de cambios vertiginosos, nos interesa reflexionar sobre lo que consideramos como “el último colectivo intelectual” con exposición pública en la Argentina: nos referimos al grupo Carta Abierta, quienes se van a denominar como los intelectuales de la “batalla cultural”, acompañando las medidas de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, y luego formando parte de la “resistencia” en la gestión de Mauricio Macri. Es importante decir que no estamos desconociendo otras producciones discursivas de los denominados “intelectuales macristas” que se situaron posteriormente a Carta Abierta, entendemos que esas figuras como Sebreli, Kovadloff, Malamud, Romero, entre otros, no tuvieron una articulación de lo común sostenida en el tiempo que marcara la idea de grupo intelectual en el sentido tradicional del término. Por tanto, este trabajo tiene por objetivo analizar la imagen colectiva de sí que construyó Carta Abierta durante más de una década en la Argentina, debatiendo, en más de una oportunidad, en la escena pública, a favor de las políticas desplegadas por el gobierno nacional. Nos interesa indagar las primeras 18 cartas porque es donde se da el paso de un sujeto discursivo “crítico” a uno “partidario”, configurando una figura inédita en la Argentina.
El material para corpus (Arán, 2020) se construyó de la siguiente manera: se analizaron las tematizaciones y visiones de mundo como regularidades discursivas que atraviesan todas las cartas, y se detectó que es en las primeras 18 donde se evidencian los inicios del intelectual crítico y el paso a un sujeto partidario. Por tanto, el siguiente paso fue analizar distintas figuras discursivas que dieran cuenta de la construcción del ethos colectivo: cómo se presentan y denominan, qué adversarios discursivos construyen, qué dicen del espacio político kirchnerista, entre otras cuestiones que permitirán cumplir con los objetivos del trabajo.

EL INTELECTUAL COMO CATEGORÍA EPOCAL

Sitio del intelectual, rol del intelectual, papel del intelectual, misión del intelectual son variantes para pronunciar una tarea que cubre a Occidente desde Europa como madraza de las ideas; tarea que bañó la tierra americana de una manera rotunda y libre desde principio del XIX.
Nicolás Casullo

Como mencionamos al principio de este trabajo, la categoría de intelectual ha sido trabajada por distintos pensadores en todo el mundo. Cuesta encontrar una definición acabada dado que como dice Zygmunt Bauman quienes intentan precisar, definir o problematizar acerca de esta cuestión, “son miembros de la misma rara especie que intentan definir” (Bauman, 1997: 17). Por lo tanto, en cierta medida, lo que elaboran son ´autodefiniciones´. Asimismo, es interesante rastrear las ideas de los filósofos griegos en el pensamiento occidental, desde las enseñanzas de Sócrates, pasando por el ´político´ de Platón, hasta los escritos de Aristóteles. La mayoría de los trabajos sobre la problemática intelectual son los que intentan definir qué es un intelectual, cuál es su rol y, al mismo tiempo, hacen un repaso por los pensadores que trataron este tema. Muchos autores coinciden que la cuestión se profundiza a partir del caso Dreyfus.
En Argentina, los trabajos de Sigal (1991), Sarlo (1994), Patiño (1998), Casullo (2007), Gónzalez (2014), Altamirano (2013), Pulleiro (2013; 2017), Tatián, (2019), Prislei (2015), Waiman (2016), entre otros, constituyen un material enriquecedor dado que se interrogan por la figura política del intelectual desde principios de siglo XX hasta nuestros días. ¿Qué es un intelectual? ¿De qué modo se cristaliza su rol político en el espacio público? ¿Qué vínculo ha tenido con los procesos electorales y los movimientos sociales? ¿Cómo se modificó su figura a través del tiempo? Son algunas de las preguntas que se desprenden de sus reflexiones. Quizás el más completo de todos en términos cronológicos sea el de Altamirano, quien desarrolla cuidadosamente las transiciones e intersecciones intelectuales en las últimas décadas del siglo XX y ofrece una definición del intelectual: es quien puede “proporcionar a la sociedad ‘una conciencia inquieta’ de sí misma, una conciencia que la arranque de su inmediatez y despierte la reflexión” (2011: 46). Para el autor, la democracia suele ser el ambiente propicio para la reflexión política del intelectual, ya que sus decires no deben circunscribirse a una disciplina o comunicación específica.

CARTA ABIERTA

Néstor Kirchner inició su presidencia en un país con muchos inconvenientes, luego de sobrellevar la denominada ’crisis de 2001’, momento en el que se quebró la paridad peso/dólar, en un clima social muy hostil y con niveles de pobreza inéditos en Argentina (Natanson, 2008). Implementó medidas controversiales a partir de algunas prácticas y discursos que parecían activar operaciones sobre la memoria colectiva, que recordaban los años ´60 y ´70 (Montero, 2012); una de ellas fue el papel preponderante que tuvieron los trabajadores de la intelligentsia, pero, esta vez, desde el Estado, participando en actos gubernamentales, vinculando su pensamiento y actividades con ministerios y secretarías. Claramente, la hegemonía discursiva, el conjunto de doxas y retóricas de clara configuración se modifican con respecto a la etapa anterior.
El gobierno de Kirchner surge en una importante crisis de representación y de las instituciones, por lo que su rol fue fundamental para que emerja un proceso de recuperación de esa legitimidad hacia la política: el 2001 tuvo como frase fundante el “que se vayan todos”. En menos de cuatro años, el gobierno kirchnerista restituyó la confianza hacia la política como herramienta de transformación social, lo que haría que emerjan miles de militantes grandes y jóvenes que salieron a las calles y formaron parte del Frente Para la Victoria (FPV).
Así, el kirchnerismo gobernó durante doce años con políticas de Estado que dividieron aguas en la población. Intelectuales como Nicolás Casullo, Horacio González, María Pía López, Ricardo Forster, Adrián Paenza, Daniel Filmus y Diego Tatián, entre otros, tuvieron un lugar preponderante en las producciones discursivas que acompañaron las políticas del gobierno de Néstor Kirchner y, posteriormente, en los dos periodos de Cristina Fernández. En la primera presidencia de la mandataria, el rol de los intelectuales tuvo gran importancia: en marzo del año 2008 se fundó el Espacio Carta Abierta (de ahora en más CA), con el objetivo de poner en ideas la resistencia del lockout patronal agropecuario nacional que duró 129 días; con el tiempo, CA creció y se hizo conocido. Divididos en comisiones de Cultura, Economía, Estado, Política de género, Derecho tecnológico, Foro de salud, Filosofía, entre otras, publicaron 28 cartas. En ellas expresaban sus ideas y preocupaciones frente a diversos conflictos.
Así se presentan:
Es un espacio no partidario ni confesional conformado por personas de la cultura, la educación, el periodismo, las ciencias, el cine, las artes, la poesía y la literatura, entre otras disciplinas. Surgió en marzo de 2008, en defensa del gobierno democrático amenazado por el conflicto suscitado por las patronales agropecuarias, y distinguiéndose siempre por la preservación de la libertad de crítica. Se trata, pues, de una iniciativa ciudadana, plural, democrática, horizontal y participativa, que se expresa por medio de su Asamblea y por sus escritos públicos conocidos como Cartas Abiertas. Sus reflexiones, debates y elaboraciones sugieren un novedoso modo de intervención política que también se materializa en Comisiones de Trabajo sobre diversos temas que hacen al interés público.

Algunos de los integrantes del Espacio: Federico Andahazi (escritor), Cristina Banegas (actriz), Fernando Birri (director de cine), Jorge Boccanera (poeta y periodista),  Nicolás Casullo (escritor y filósofo), Patricio Contreras (actor chileno-argentino), Jorge Dubatti (crítico teatral e historiador), José Pablo Feinmann (escritor y filósofo), León Ferrari (pintor), Horacio Fontova (músico y actor), Ricardo Forster (filósofo y ensayista), María José Gabin (actriz, bailarina, docente) Jorge Gaggero (economista), Norberto Galasso (historiador), Néstor García Canclini (antropólogo), Juan Gelman (poeta), Julio Godio (sociólogo), Horacio González (sociólogo), Ricardo Halac (dramaturgo y periodista), Liliana Heker (escritora, cuentista, novelista y ensayista argentina), Carlos Heller (cooperativista, fundador y presidente del Banco Credicoop, diputado nacional), Noé Jitrik (crítico literario), Eduardo Jozami (periodista, escritor, activista, director del Centro Cultural de la Memoria «Haroldo Conti»), entre otros.
Interesa aquí retomar el testimonio de María Pía López, miembro de CA, que cita en su tesis de grado Josefina González:
La experiencia de CA es interesantísima para pensar qué significa esa figura del intelectual, que obviamente no puede ser ninguna de las dos que hereda, porque las dos están como estalladas por la propia lógica de la situación. Cuando CA aparece y de ahí hasta acá, lo hace en un contexto de hegemonía muy brutal en términos, de la opinión pública y del régimen de los medios de comunicación (María Pía López, socióloga, trabaja actualmente en el Museo del libro y la lengua) (2014: 66).
Un dato relevante para esta investigación se relaciona con la pertenencia de la mayoría de los intelectuales al ámbito académico universitario. Esto no constituye un mero antecedente anecdótico, es un dato importante para entender el contexto en el que estos discursos se sitúan. La academia universitaria legitimaba y legitima discursos intelectuales.
Las investigaciones sobre Carta Abierta han aparecido en los últimos años. Uno de los autores que ha trabajado este asunto de manera recurrente es Adrián Pulleiro (2013; 2017). En su artículo “El papel de los intelectuales en la Argentina reciente: una aproximación a la experiencia de ‘Carta Abierta’”, hace una especie de genealogía del intelectual teniendo en cuenta las perspectivas europeas y latinoamericanas. Una vez finalizado este recorrido, aparece el fenómeno de Carta Abierta de manera detallada. En su libro Liberales, populistas y heterodoxos..., reflexiona acerca del rol del intelectual en la década de los ´90, posteriormente en la crisis de 2001, y en el gobierno kirchnerista, fundamentalmente a partir de Cristina Kirchner. Un aporte importante para esta investigación es que, si bien el autor no utiliza específicamente herramientas del análisis del discurso en su preocupación por la discursividad intelectual, atiende y trabaja con publicaciones periodísticas y escritos públicos que analiza para pensar el lenguaje de estos intelectuales.
Siguiendo la perspectiva sociológica, Josefina González, en su tesis Intelectuales y política en el kirchnerismo: Un estudio sobre Carta Abierta (2008-2012), se propone investigar no sólo el surgimiento de este colectivo de intelectuales, sino también su forma de organización y los trabajos que fueron realizando. Un hallazgo importante de este escrito es la identificación de los intelectuales en un primer momento, como críticos (también hacia el gobierno), y en una segunda etapa ligados públicamente a la gestión presidencial, perdiendo, según la autora, la capacidad crítica que caracterizó al intelectual de los comienzos de CA: “Una mayor alineación problemática con el kirchnerismo derivó, en los hechos, en el abandono de la ´independencia crítica´ o distanciamiento crítico, autoproclamado por Carta Abierta desde sus orígenes” (p. 2).
Javier Waiman (2016), caracteriza al intelectual de este periodo como difícil de descifrar, distinto a los actores de décadas anteriores ya que está inmerso en un contexto totalmente diferente.
Este es, creemos, el rasgo central de Carta Abierta, la disputa política y cultural particular que buscan dar como fracción. Esta se expresa en un grupo de ideas, en una “estructura de sentimiento” (caracterizada como progresista, como una determinada actitud hacia lo popular y hacia el peronismo) común a todos sus miembros; en un estilo común (representado en una tradición ensayística) que apuesta a una fuerte conjunción entre lenguaje y política, y que encuentra los elementos principales de su constelación de ideas y valores en aquellos provenientes de la experiencia política e intelectual de la generación a la que pertenecen sus principales miembros (p. 175-176).
Retamozo (2012) trabaja el vínculo entre intelectuales y política en los periodos gubernamentales de Néstor y Cristina Kirchner. Postula que es menester hacer un análisis histórico-político de la aparición de los intelectuales en las últimas décadas para comprender el modo en que CA llega a tener visibilidad en nuestro país: “en la Argentina contemporánea no solo se han producido una multiplicidad de intervenciones de intelectuales, sino que los ecos de sus voces se han expandido hasta límites sin precedentes desde la recuperación de la democracia en 1983” (p. 5). Asimismo, además de analizar el grupo CA, los compara con otros dos colectivos que aparecieron casi al mismo tiempo: Aurora de una nueva república, conformado en 2005 y expresando sus propuestas en los diarios La Nación y Clarín, y Club político argentino, en el año 2008, retomando el espíritu del Club de cultura socialista.
Por otra parte, nos interesa recuperar el escrito que hace Eduardo Grüner denominado “Carta Abierta a Carta Abierta…” como respuesta a la Carta Abierta 10 que versa sobre el asesinato de Mariano Ferreyra. El autor, alejado del kirchnerismo, habla del rol intelectual y, particularmente, del caso CA:
Los intelectuales solemos tener un problema, que proviene de las propias ventajas –y privilegios– de nuestra posición social y cultural: nos fascinamos fácilmente con nuestras propias palabras. La muy encomiable y defendible búsqueda de “nuevos lenguajes” que puedan dar cuenta de una realidad compleja, cambiante, dinámica y no siempre transparente, y a lo cual no podemos renunciar, corre el riesgo de diluir la tensión con la propia realidad que intentamos indagar (2011, S/P).
La carta de Grüner es una pequeña muestra de las correspondencias de la época en torno al deber ser intelectual, en este caso cuestionando la obsecuencia del colectivo liderado por González y Forster.
Desde un estudio de la ciencia política, rescatamos el trabajo de Fabrizio Sanguinetti (2016), quien compara el surgimiento de Carta Abierta con el Grupo Comuna en Bolivia. El autor hace un análisis que permite vislumbrar la construcción identitaria de ambos grupos intelectuales.
En última instancia, recuperamos el libro que el espacio CA publicó cuando cumplieron una década de existencia: 10 años. Carta Abierta. Textos y asambleas (2018). En ese material, que data del año 2018, hacen un balance del camino recorrido, un análisis en retrospectiva de lo que fueron los comienzos y de la misión que tienen de cara al futuro, en pleno gobierno de Mauricio Macri. Como mostraré más adelante, se mantiene el antagonismo con los medios de comunicación y se realza la gestión kirchnerista.
Es importante recordar que los intelectuales que escriben en CA tuvieron cargos políticos en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Horacio Gónzalez, por ejemplo, fue director de la Biblioteca Nacional desde el año 2005 hasta el 2015, mientras que Ricardo Forster, por su parte, estuvo a cargo de la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional de Argentina (2014-2015); Eduardo Jozami fue director del Centro Cultural Haroldo Conti y María Pía López dirigió el Museo del Libro; otras figuras como José Pablo Feinmann ocuparon espacios en medios de comunicación del Estado, en este caso en Canal Encuentro.
Algunos análisis sobre Carta Abierta han puesto el foco y tomado como elemento central la participación de numerosos funcionarios dentro del agrupamiento intelectual. Según estos análisis se trataría de meros voceros oficiales que defienden desde un lenguaje intelectual todas las acciones del gobierno, caracterizándose por un conformismo y una adaptabilidad casi total a las posibilidades políticas del actual gobierno, y motivados principalmente por su papel como funcionarios del mismo. Otros análisis han enfatizado el rol jugado por Carta Abierta como punta de lanza intelectual de la “batalla cultural kirchnerista”, como parte central de un dispositivo cultural diseñado para ganar la adhesión de los sectores medios urbanos tras la fuerte derrota sufrida por el gobierno nacional tras el conflicto con las patronales agrarias de 2008 (Waiman, 2016: 149).

ETHOS COLECTIVO

Me propongo analizar la imagen de sí que construyen CA a partir de la categoría analítica ethos, proveniente del pensamiento griego, revisitada por la Escuela Francesa, y luego reactualizada en los estudios de Ruth Amossy. Es justamente la idea de ethos colectivo que plantea la autora la que me interesa para la investigación en curso. El término ethos aparece descripto en la Retórica clásica de Aristóteles cuando éste señala la existencia de tres tipos de modos de persuasión: el logos, el pathos y el ethos. Mientras el logos se asocia a la razón, el pathos y el ethos son conceptos que hacen referencia a disposiciones emotivas del auditorio; el ethos, en la retórica clásica, tiene un carácter ético-moral. Como señala Mariano Dagatti, este concepto hace alusión a la “imagen de sí que construye el locutor en su discurso para ejercer influencia sobre el alocutario” (2012: 66). Aristóteles postula que el ethos aparece en todo discurso persuasivo, para él “se persuade por medio del ethos cuando se pronuncia el discurso de tal manera que haga al orador digno de ser creído” (Vitale, 2013: 9).
Algunos autores como Maingueneau, Amossy, entre otros, han reformulado esta idea clásica. El primero le agrega una definición que también toma en cuenta la presencia de una voz y cuerpo, más allá del rol/estatuto de locutor. En sus Términos clave del análisis del discurso, plantea que “todo discurso, oral o escrito, supone un ethos: implica cierta representación del cuerpo de su garante, del enunciador que asume su responsabilidad” (2009: 48). Entonces, particularmente en el discurso político, la efectividad del orador depende de la imagen que éste construye de sí. Los ethe son aquellos atributos que el orador muestra, con el objetivo de generar confianza en el auditorio. A través de ese pacto de confianza, el orador puede postular “síganme”, “créanme”, etc. Por tanto, el orador se configura en su imagen de sí a partir del contexto en el que se inscribe. Su legitimidad no solo se sostiene en lo que dice, sino también en la legitimidad que se construye a partir de la doxa, aquellas creencias compartidas por una sociedad.
Amossy vincula el ethos ya descrito (es decir, hace un recorrido desde la retórica clásica, pasando por los aportes de Barthes, Ducrot y sobre todo Maingueneau) con la microsociología de Goffman y su idea de presentación de sí vinculada a la escena teatral. Esto se relaciona con el concepto de habitus bourdiano:
Se define como un sistema abierto, histórica y socialmente constituido que da cuenta de las “disposiciones”; las actitudes, las maneras de ser, las propensiones o las inclinaciones adquiridas e incorporadas, que organizan la práctica y la acción de los sujetos (2018: 13).
Es a partir del concepto de habitus que se puede entender que todo locutor se posiciona en un contexto dado para crear su discurso: hay un escenario y disposiciones genéricas que organizan la acción de los sujetos. La autora relaciona la idea de ethos con la de identidad, ya que no considera a la segunda como algo preexistente, sino como una construcción que el locutor hace de sí en el discurso. En esta investigación voy a pensar la noción de ethos en tanto imagen de sí “colectiva” que se construye en las distintas producciones discursivas.

El locutor que toma la palabra o la pluma pretende a menudo proyectar una imagen que no es solamente la suya sino también la del grupo al cual pertenece y en nombre del cual dice hablar. Así, en vez de utilizar el “yo”, o incluso esconderse un enunciado que disimula su fuente, emplea el “nosotros” (Amossy, 2018: 157).

                Si bien Amossy señala la dificultad de analizar el “ethos mostrado” de un colectivo, lo que me interesa es ver “la voluntad del sujeto hablante de verse y mostrarse como miembro de un grupo que genera su propia identidad” (p. 157). Es de este modo que en CA se desenvuelve un ethos colectivo. Para dicho fin, nos proponemos identificar marcas en la superficie material de los discursos que, al relacionarlas con las condiciones de producción, devendrán en huellas (Verón, 1981) y permitirán ver qué tipo de ethos se construye en las producciones del grupo CA. Para rastrear esas marcas nos interesa recuperar las herramientas propuestas por Verón (1987), quien entiende que todo acto de enunciación política supone necesariamente que existen otros actos de enunciación, reales o posibles, opuestos al propio (el “otro negativo”). Pero, como todo discurso, también se construye un “otro positivo”, aquel al que el discurso está dirigido; así, el autor identifica tres posibles destinatarios: el pro-destinatario, compuesto por el colectivo de identificación (los que comparten la idea), el contra-destinatario (inversión de la creencia) y el para-destinatario, el indeciso, que permanece por fuera del discurso y al cual va dirigido todo lo que es del orden de la persuasión. El primero corresponde a la función del refuerzo; el segundo a la polémica; y el tercero a la persuasión. El análisis de los tipos de destinatarios permitirá ver de qué modo se construye ese “otro” en ambas producciones intelectuales. ¿Con quién polemizan? ¿Quién es el destinatario positivo? ¿El indeciso? Estas respuestas evidencian el ethos que construye el grupo a lo largo de sus producciones discursivas.

ETHOS CRÍTICO (CARTA 1, 2 Y 3)

Las primeras tres cartas (publicadas entre mayo y junio de 2008) circulan en un momento de conflicto entre el gobierno de Cristina Fernández, con sectores del campo y los medios de comunicación. En la primera, se evidencia cómo el grupo desea intervenir en la disputa con el sector agrario1, apoyando las medidas de Fernández pero sin ligarse de manera explícita a la gestión gubernamental:
Creemos indispensable señalar los límites y retrasos2 del gobierno en aplicar políticas redistributivas de clara reforma social. Pero al mismo tiempo reconocemos y destacamos su indiscutible responsabilidad y firmeza al instalar tales cuestiones redistributivas…” (Carta 1, 2008, S/P3).
Se empieza a evidenciar algo que recorre todas las cartas, nos referimos a la tercera persona del plural como modalidad enunciativa predominante, esto permite ver la condición de “grupo” que se va construyendo.
Sin embargo, CA señala que en los últimos años, con el kirchnerismo, se volvieron a abrir los canales de lo político, pero ya no “entendido desde las lógicas de la pura gestión y de saberes tecnocráticos al servicio del mercado, sino como escenario del debate de ideas y de la confrontación entre modelos distintos de país” (Carta 1, 2008). Ese modelo tecnocrático se refiere a la década de los ´90 conocida como el periodo neoliberal bajo el gobierno de Carlos Menem. El discurso de CA está dialogando con ese pasado que forma parte del presente, el discurso histórico, económico y político atraviesa esa discursividad. Estos ´discursos otros´ que aparecen en el de CA, corresponden a las condiciones de producción en términos de Verón (1981), y se configura a partir de un componente descriptivo, tematizando el neoliberalismo de los noventa y expresando una visión de mundo contraria a la del ex presidente Carlos Menem.
Hay un deber (prescriptivo) del intelectual en tanto cuestionador de todo lo que lo rodea, pero también reconociendo las cosas que sí se hicieron bien en el poder ejecutivo. CA construye el primer contradestinatario, los medios de comunicación que “privatizan las conciencias con un sentido común ciego”. El término privatización es característico de la época de los ’90, donde se privatizaron empresas estatales. Nuevamente se apela al pasado para mostrar la diferencia con el gobierno del presente, donde ya no se privatiza, donde hay un Estado participativo; este nuevo panorama es descrito como “nuevo escenario político”.
Es pertinente recordar que el significante “gobierno” tenía estatuto de tabú4 por la crisis de 2001, el descreimiento en la política partidaria era una temática recurrente. Sin embargo, ya para 2008 la hegemonía discursiva5 coloca en el centro del campo político al significante Estado, como un ente de participación que de a poco se irá configurando como un fetiche epocal, versus el tabú de la privatización: el primero migra de una periferia a un centro y el segundo lo hace del modo opuesto.
Por otro lado, CA señala la tarea que tienen los gobiernos latinoamericanos, quienes se encuentran en una “contienda cultural y comunicativa”. Es interesante ver cómo opera el subjetivema “batalla cultural” en las distintas cartas, retomando el legado gramsciano para ponerlo a funcionar bajo las condiciones actuales.
Asoma nuevamente un ´otro enemigo´: los medios de comunicación relacionados con los grupos concentrados. Este conflicto, para CA, está presente en toda la región: “Esta problemática es decisiva no sólo en nuestro país, sino en el actual Brasil de Lula, en la Bolivia de Evo Morales, en el Ecuador de Correa, en la Venezuela de Chávez, en el Chile de Bachelet…”. La configuración del interdiscurso en tanto saber y deber respecto a los gobiernos vecinos. Se detecta, en varios momentos, un imaginario regionalista. La integración latinoamericanista como tópica a partir de una visión de mundo que expresa la necesidad de la igualdad y la unión entre los pueblos de la región, hay que recordar que ya habían sucedido acercamientos notables entre los presidentes, quizás el ejemplo máximo sea el denominado “No al ALCA”6.
En la CA 2, del año 2009, “Por una nueva redistribución del espacio de las comunicaciones”, hablan del conflicto sobre la ley de medios, pero introducen también el asunto del campo: “la crítica coyuntura desatada a partir de la puja que inició el empresariado rural hace casi tres meses”. El campo es “el gran responsable de exponer en toda su crudeza la cerradura concreta del poder desplegado por el sistema mediático”.
Vincula al campo con los medios, construyendo así dos tipos de contradestinatarios: campo + medios: “se trata de reconocer en los medios masivos a los operadores privilegiados del modo en el que se articulan y esconden discursos de amplia circulación social”. “El campo” y “los medios de comunicación concentrados” se edifican como entidades enumerables por fuera del colectivo de identificación; inclusive, son formas nominales explicativas que CA utiliza como sus adversarios discursivos.
Más allá de estos contradestinatarios, también cuestionan al gobierno de Cristina al decir que no hay, hasta la fecha, “un sistema de medios estatal/cultural que disputan el mercado de la comunicación” (crítica al gobierno). Las empresas mediáticas se han erigido en los auténticos representantes del pueblo, bajo la excusa de la evidente crisis de fondo que tienen los partidos políticos en Argentina (como buena parte de occidente) (Carta 2, 2009). Sin embargo, la crítica anterior permite reforzar una defensa solapada de Fernández, al decir que se está trabajando para una nueva ley de medios:
Por ello es que el propósito expreso del gobierno de Cristina Fernández de sancionar un nuevo marco jurídico constituye una circunstancia de excepcional importancia y de un alcance político-cultural mucho mayor que las alícuotas de las retenciones sobre la exportación agropecuaria (Carta 2, 2009).
Por momentos, se evidencia una estrategia discursiva que configura al gobierno de Fernández como un paradestinatario, persuadiendo para que impulse medidas que favorezcan al proyecto emancipatorio. Escriben en tercera persona (que como ya dijimos es la que predomina) rescatando las políticas del gobierno, proponiendo (figura programática): “-Garantizar el pluralismo, la diversidad y el derecho a la información y la comunicación como derecho humano. -Poner límites a la concentración, los oligopolios y los monopolios”.
Plantean una conclusión: “de lo que se trata, en palabras cortas, es de hacer llegar la democracia hasta el territorio de la comunicación y redistribuir el derecho a la palabra comunitaria (capital tan importante como cualquier otro), asignaturas ambas pendientes cuanto menos desde 1983” (hay figura de sostenimiento de la democracia y no de revolución. Se repite el componente programático vinculado al prescriptivo, a la misión que hay que hacer: “Poner límites a la concentración...”, “hacer llegar la democracia hasta el territorio de la comunicación…”.
Sobre el final de la carta 2, vuelven a la carga por el gobierno de Fernández, oscilan entre la crítica y el elogio como estrategia para la edificación de su destinatario a partir de un poder-hacer determinado:
Dirán algunos, y con razón, que este mismo gobierno (o su predecesor inmediato) es el mismo gobierno que durante cinco años ha autorizado y favorecido el aumento de la concentración (por ejemplo, la autorización de la operación conjunta de cablevisión y multicanal y su posterior solicitud de fusión) o ha concebido inconcebibles y graciosas suspensiones de cómputo de diez años en los plazos de licencias a los titulares de concesiones televisivas (Carta 2, 2009).
En la CA 3, se sigue el mismo principio, pero además de hablar del campo y los medios de comunicación, agregan un tercer contradestinatario, la nueva derecha:
“Clima destituyente” hemos dicho para nombrar los embates generalizados contra formas legítimas de la política gubernamental y contra la investiduras de todo tipo. Una mezcla de irresponsabilidad y de milenarismo de ocasión, sustituyó la confianza colectiva. “Nueva derecha” decimos ahora. Lo decimos para nombrar una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra sus derechos de ser otra que gestión y administración de los poderes existentes. Una derecha que reclama eficiencia y no ideología (Carta 3, 2009).
Postulan que de ese vaciamiento también son responsables los “profesionales de la política” que “priorizaron sus propios intereses”. Aquí hacen converger a los trabajadores de la política, sin dar nombres, pero se puede pensar que la visión crítica hacia las instituciones sigue siendo un principio del grupo. Por otro lado, se evidencia la primera crítica a “la nueva derecha” como forma nominalizada, su adversario, que a diferencia de las viejas derechas “no es literal con su propio legado, sino que puede recubrirse, mimética, con las consignas de la movilización social”. En este juego de la derecha incluyen a los medios de comunicación, ya que estos corresponden a un conjunto de procedimientos y de prácticas que se difunden peligrosamente en las más diversas alternativas políticas”. Dicen que la frase predilecta de la derecha es “no me metan la mano en el bolsillo”. Hacen una propuesta frente a esta situación: “recuperar otra idea de política, otro vínculo entre la política y las clases populares”. Si la nueva derecha reina en una sociedad mediatizada, una política que la confronte debe surgir de la distancia crítica con los procedimientos mediáticos.
Hasta aquí, se observa la imagen de un intelectual crítico con su tiempo que responde a la tipología sartreana del compromiso que hay que tener en la toma de la palabra pública, una forma de ser y hacer en medio un clima destituyente, se proponen como actores que articulan la queja común, sin romanticismos y llevando a cabo su tarea de modo tradicional: cuestionar lo que creen que está mal, aplaudir lo que consideran positivo. A la luz de los hechos, es posible inferir que su posición ya estaba tomada respecto al gobierno de Fernández, muchos de ellos hacía algunos años que estaban vinculados al kirchnerismo; la crítica al gobierno, entonces, pudo haber sido parte de una estrategia discursiva, una forma de volver a poner en el centro del campo político e intelectual un sujeto discursivo que analiza con gran amplitud, que no se conforma con algunos cuantos discursos sino que busca la profundización de las medidas que están bien.

ETHOS PARTIDARIO (CARTA 4-18)

Luego de la tercera carta, hay un desplazamiento, una variación de discurso que modifica la imagen colectiva crítica que instalaron en una primera instancia. Las condiciones de producción cambian, dado que como ya dijimos son intelectuales como Forster y González los que van a ubicarse dentro de la burocracia estatal con cargos políticos en la gestión de C. Fernández. A partir del cuarto escrito, el vínculo con las medidas gubernamentales del gobierno nacional se irá profundizando.
“El gobierno de Fernández” funcionó, en las primeras tres producciones discursivas, como una entidad enumerable que no llegaba a ser un colectivo de identificación. En esta etapa, el enunciado comienza a construirse como forma nominalizada de valor positivo en tanto simboliza la propia posición del enunciador, lo que mostrará una diferencia entre el ethos dicho y el ethos mostrado puesto que su definición de espacio no partidario se aleja de sus valoraciones sobre el gobierno de Fernández, así como también su distancia de la política institucional, que ahora lejos de la crisis de 2001 van a ver con mejores ojos.
Las temáticas y las visiones de mundo que se activan en los discursos de CA están emparentadas en defender al kirchnerismo, movimiento político que se enfrenta con sectores de gran poder en la Argentina: además de las cartas 1, 2 y 3 en pleno conflicto con el campo y con los sectores mediáticos, en la cuarta analizan, en septiembre de 2008, la coyuntura política nacional luego del choque con el complejo agromediático, Aerolíneas, el pago al Club de París, la actualización jubilatoria y las políticas de medios y culturales. La quinta fue difundida en junio de 2009 y muestra la posición respecto a las elecciones legislativas, y la sexta le da crédito al gobierno de C. Fernández por el avance en mejorar la calidad de vida de los que menos tienen, debates instalados en el discurso mediático de canales como TN, TV pública, canal encuentro, América TV. Es decir que las temáticas expresan el posicionamiento político y hasta una contradicción con la figura crítica de las primeras tres publicaciones: por más que todavía no alaban al gobierno de Fernández, tematizan asuntos de la coyuntura política y cuestionan a los adversarios discursivos de ese espacio político. Esto también muestra una diferencia entre el ethos dicho y el ethos mostrado, una distancia interesante de analizar.
El cambio en la enunciación se evidencia cuando plantean que el gobierno K “No venía (no debía venir) a restaurarla meramente” (Carta 4, 2009), se refiere al caos social y político luego de la crisis de 2001. “Avanzó por ciertos caminos inesperados, no esgrimió doctrinas revolucionarias (ni casi ninguna otra), pero mostró un rumbo propicio a una renovación de la vida colectiva”. Acá se vislumbra un quiebre, el kirchnerismo superó sus expectativas y vino a responder por la “larga promesa de una democracia que se mire en el espejo de la justicia social”, que “sigue siendo el horizonte de nuestra época”. Encontramos una identificación clara que los liga al gobierno. No abandonan la crítica del todo, pero profundizan su vínculo con el espacio político.
“El gobierno no ahorró audacias en ciertos temas y se mostró rutinariamente conservador en otros”. Sin embargo, señalan que “falta algo previo”, es decir que el kirchnerismo tuvo coraje pero aún le quedan deudas pendientes.
Lo es la estatización de aerolíneas, pero lo previo hubiese sido crear certezas mayores sobre su destino de empresa pública antes de enviar el proyecto de ley al parlamento”. Lo previo, entonces, es “la elaboración de bases más permanentes de acción y lenguaje en cuanto a las transformaciones que se le adeuda al pueblo argentino (Carta 4, 2009).
Al mismo tiempo le exigen mayores avances en determinados temas: “la salida del laberinto argentino exige temas, análisis y decisiones que deben ser redescubiertas”. Es importante recordar, en términos de hegemonía discursiva, que para ese momento histórico, la idea de Estado pasa de ser un tabú a un fetiche, y esto es consecuente con el modo que se configura la tematización y la visión de mundo en favor del gobierno, construyendo el componente prescriptivo a partir de una máxima: no hay emancipación sin Estado, un significante que es inteligible como consecuencia del sistema gnoseológico que permite la construcción de la tópica de la redistribución de la riqueza a partir del gobierno kirchnerista. De este modo se comienza a fabricar un imaginario partidario.
A su vez, otra temática interesante tiene que ver con lo asambleario, con el espíritu de construcción colectiva que luego se va perdiendo: “Carta Abierta así lo propugna, porque su vida política es un conjunto de decisiones simultáneas que surge de las asambleas abiertas, de la integración libre, del sentimiento emancipatorio del sujeto público” (Carta 4, 2009).
En la CA 5, “Restauración conservadora o profundización del cambio” (2009, pos legislativas), sucede lo mismo, muestra su posición frente a las elecciones legislativas: esto se puede tomar como un “acompañamiento y apoyo clave al kirchnerismo”. Aquí se evidencia un cambio importante respecto de la etapa anterior, propugnan una posición partidaria frente a la coyuntura argentina donde hay dos sectores bien definidos: quienes están en contra del gobierno, y quienes entienden que las políticas de Cristina Kirchner son las que permiten la redistribución de la riqueza y la emancipación.
La restauración conservadora (que construyen como contradestinatario) se refiere a la “expresión de una derecha vieja y nueva. Con arrebatos cambiantes, a veces con estridencia, muchas veces en la penumbra, nerviosamente se preparan”. Vuelven a nombrar al sector agrario, a los medios de comunicación concentrados y a ciertos bloques partidarios que representan esa derecha que tanto critican. Por el contrario, los sectores que apuestan a la profundización del cambio deben entender que “el ciclo abierto en el 2003, no sin titubeos, produjo una diferencia con las formas de gobernabilidad anteriores, diferencia surgida de la lectura de los acontecimientos de 2001, cuando el protagonismo popular sancionó el fin de aquellas formas”.
Otra vez se describe el pasado y el futuro sobre el que hay que edificar. La crisis de 2001 se construía en casi todos los discursos mediáticos, políticos, jurídicos y pedagógicos como un tabú, y algunas conquistas sociales del kirchnerismo reforzaban la idea del Estado como fetiche, lo que le posibilitó a CA construir un discurso verosímil:
El pasaje de la existencia de las AFJP al patrimonio público bajo la administración estatal, o el profundo y necesario proyecto de ley de medios audiovisuales, sin dejar en un segundo plano la recuperación de una perspectiva latinoamericana que abandonó el paradigma de las ´relaciones carnales´para encontrarse con irredentas pertenencias histórico-culturales” (Carta 5).
Aquí aparece otra vez un reconocimiento explícito al gobierno kirchnerista, así como también el análisis de la coyuntura latinoamericana, destacando buenas políticas en otros países de la región. También van a referir a la ´virtuosa´ Corte Suprema, la política de derechos humanos, el acercamiento con los movimientos sociales, la redistribución de la riqueza; apoyos a la ciencia y tecnología, la acción intelectual (ellos están incluidos) creativa en torno a la ciencia, el arte, el urbanismo, los medios de comunicación, las tecnologías y el lenguaje. Sin embargo, ya subidos al barco del kirchnerismo, cada tanto vuelven al recurso de la crítica, diciendo que todavía no ha ocurrido la aparición de un “movimiento que pueda gobernar en medio de desafíos fundamentales” [...] “pero reconocer las dificultades no implica bajar los brazos”.
Por otro lado, es importante mencionar que caracterizan por primera vez al macrismo como su contradestinatario: “en la ciudad de Buenos Aires está en curso una experiencia. La gobierna una derecha que con remozada gestualidad despliega destructivos ataques a las instituciones públicas” (Carta Abierta 5, 2009).
Sobre el final de la carta 5, se pide un apoyo explícito al kirchnerismo y se configura un paradestinatario que por momentos parece un prodestinatario: “llamamos a ejercer el derecho de crítica autónoma dentro de un gran campo de apoyo a los aspectos realizativos que ha encarnado el gobierno nacional”. “en estos meses, se desplegará una contienda electoral que tienda mucho de plebiscito respeto de las políticas gubernamentales […] Profundicemos los cambios! Ese es nuestro llamado”.
La carta 6 expresa de manera cabal el paso del intelectual crítico al partidario que defiende y tematiza el rol del estado; puedo decir, que es ese escrito el que de algún modo constituye un punto de no retorno:
Aquí en esta esquina somos una suerte de conjurados. En defensa de un conjunto de políticas desplegadas desde 2003 y del derecho del gobierno a preservar en ese camino y con la independencia de criterio que nos dan nuestras propias experiencias, valores e ideas (Carta 6, 2009).
Nos interesa cerrar esta parte del análisis reflexionando sobre el final de la cita, esa necesidad que tienen de aclarar su “independencia”, su potencia crítica que se contradice con los mismos enunciados, marcando una distancia entre el ethos dicho y el ethos mostrado. Es interesante ver la distancia que hay en la construcción del dispositivo de enunciación (enunciador, enunciado) y cómo el verosímil se va configurando de distinta manera. En este caso, el grupo ya tomó una decisión: apoyar al kirchnerismo con todo lo que trae en sus espaldas; sin embargo, la posición clásica del intelectual obliga a los pensadores de este colectivo a reafirmarse, por momentos, como pensadores críticos, más allá de que se presenten como una suerte de “conjurados”.

ENTRE EMOCIONES Y ACOMPAÑAMIENTOS

Un acontecimiento clave en la configuración del intelectual partidario es la muerte de Néstor Kirchner, en una situación donde la discursividad kirchnerista se empieza a edificar a partir de lo emocional, del pathos dominante, de hecho es el año 2011 donde Cristina Kirchner gana la presidencia con el porcentaje más alto, 54 por ciento. Si bien el discurso kirchnerista seguía ocupando el centro del campo político, es preciso advertir que empezaba a ser deslegitimado por algunos sectores que construían una idea sobre las trabas y burocracia del Estado en contraposición a la libertad individual, otros denunciaban la malversación de fondos públicos por parte del gobierno, y también se señalaban los errores por haber querido enfrentar a enemigos poderosos (muchos periodistas, además, consideraban esto como algo ´inconcebible´), entre otras cuestiones que iban debilitando el rol del Estado. Sin embargo, la muerte de Kirchner modificó el rumbo de las elecciones de 2011:
Es a partir de la comprensión de lo abierto en mayo del 2003 que, teniendo como fondo la manifestación con la que una parte sustancial del pueblo argentino convirtió el dolor por la muerte de un protagonista central de la historia reciente en apoyo a su compañera y a la continuidad del proyecto nacional que ella lidera, que no podemos dejar de decir nuestra palabra (Carta 8, 2010).
Aparece algo significativo que se relaciona con la ´misión del intelectual´. Ellos tienen la necesidad de dar su palabra en la esfera pública, de ser protagonistas en medio de la muerte de un ex presidente. Puede pensarse un ego/etno centrismo (Angenot, 2010) en esos discursos, ciudadanos que se arrogan el derecho a la ciudadanía ya que sus discursos son legitimados por la hegemonía imperante. Hay una construcción patémica particular dado que hablan desde el homenaje a Néstor:
Desbordantes y conmovedoras las jornadas de fines de octubre: en la despedida y en el homenaje, en el fervor y el compromiso de miles y miles, se grabaron la palabra y el gesto inaugurador de nuevos horizontes de justicia y dignidad de Néstor Kirchner (Carta Abierta 8).
Ese pathos se construye apelando al acto de despedida, donde “la polifónica voz de las multitudes entrando en la escena a anunciar su decisión de tomar en sus manos la vida política argentina”. Agregan que el pueblo está “en la línea marcada por Néstor Kirchner” y ellos van de Néstor a Cristina, esta última “fue quien hizo notar que el gobierno del Estado y poder real no son sinónimos”. El contradestinatario sigue siendo la nueva derecha a partir de distintas denominaciones: “orden neoliberal”, “antipolítica”, “destituyentes” y recuerdan a Néstor Kirchner con elogios: “La línea marcada por Néstor Kirchner al ordenar […] producto una eclosión de la política y la participación popular que resultaban inimaginables” (Carta 8, 2010).
Así, aparece un intelectual que adhiere a las políticas y al avance que produjo el kirchnerismo: “la movilización popular hace que el proyecto kirchnerista ya no sea el mismo: vivir una situación que resultaba inimaginable en 2003, reclama dejar atrás las condiciones que traban el proyecto o juegan en su contra”. Se puede ver cómo se apela permanentemente al pasado para recordar la crisis del 2001, para mostrar el ´camino recorrido´, argumentos que refuerzan lo emocional.
Se modifica la máxima del grupo intelectual: antes, avanzar en democracia era terminar con los monopolios y le pedían al gobierno kirchnerista ayuda para eso. Ahora, es el mismo gobierno, junto con ellos, quienes pueden profundizar la emancipación (orden del saber y el deber-componente programático). Ellos son, en cierta medida, el gobierno. Por otro lado, contextualizan la coyuntura regional (se reactualiza en el discurso la tópica latinoamericanista) hablando de la comunión que mantienen los gobiernos de los distintos países a partir de un “latinoamericanismo de los pueblos” (Carta 8, 2010). La tópica sobre la unión regional está íntimamente relacionada con la discursividad presidencial de Kirchner, Correa, Morales, Da Silva, entre otros, es decir que ellos replican en sus discursos lo que ya habita en el rumor social de la época.
Por otra parte, aparece el nombre de Mauricio Macri, que es jefe de gabinete de la Ciudad de Buenos Aires desde el año 2007: “Macri elige una dirección frontalmente contraria a los vientos de integración y hermandad sin fronteras, y con plena inclusión de las diversidades, que animan en este tiempo a América latina” (Carta 8, 2010). El contradestinatario distinguido como nueva derecha, sector agro exportador, la anti política, los destituyentes, entre otros, se ve materializado en Mauricio Macri.
Caracterizan el momento del kirchnerismo a partir de significantes como “jóvenes”, la “pasión”, “la participación política”, subjetivemas relevantes en el discurso social de la época puesto que van en sintonía con  los discursos de Cristina Fernández. Hay que recordar que la tópica de la juventud con valor positivo en tanto fetiche aparece de manera recurrente en discursos de Fernández y de los medios de comunicación afines al gobierno. Es parte del componente prescriptivo, de la ley, no hay construcción política sin la juventud.
Es interesante ver cómo en la carta 8 se produce una invitación, se construye un paradestinatario:
Este es el momento de definir la práctica política necesaria para que encuentren lugar quienes no lo encuentran en las estructuras existentes y para asegurar los avances: hay una singularidad propicia en la vida política argentina de estos días, que ha salido a la luz como una evidencia jubilosa, y la movilización popular de fines de octubre reafirma allí un rumbo inconsistente (Carta 8, 2010).
Así, la muerte de Néstor Kirchner marca un antes y un después en la política argentina y en las construcciones discursivas del grupo intelectual CA. De ahora en adelante, CA acompañará las medidas prácticamente sin ninguna crítica, su agenda es la de Cristina y la de los medios afines, inclusive son los intelectuales de este grupo los que irán de manera habitual a programas televisivos a defender las políticas de Fernández.
Las elecciones de 2011 muestran cómo el grupo acompaña el segundo mandato de Cristina Fernández:
El triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones del 23 de octubre con el 54% de los votos expresa la voluntad popular por la profundización de los cambios. En esa decisión de millones de personas se vislumbra la apuesta por una política transformadora, perseverante en su irreverencia frente al orden establecido.
Resulta interesante dar cuenta del giro que se produce con respecto a las primeras cartas, puesto que ya no son más el problema los políticos como sistema estructural, es decir que el poder establecido es otro. Esta carta, junto con la que se escribe luego de la Muerte de Néstor, son quizás donde más opera el componente patémico, las emociones envuelven a los enunciados para construir una imagen de intelectual partidario. El género discursivo permite la edificación de una proximidad e intimidad con el destinatario.
Por otra parte, se constituye una frontera discursiva entre “los argumentos simplistas de la gran prensa” (se reactualiza el contradestinatario de los medios), y los que hacen todo lo posible por “la recuperación de valores que parecían perdidos, la identidad como pueblo, la confianza en un liderazgo”. No hay que olvidar la disputa por la ley de medios (10 de octubre de 2009) impulsada por Cristina Fernández, lo que generó muchas tensiones en ese estado de discurso. Desde ese momento, el aparato mediático organizó ataques sistemáticos al gobierno de Fernández, algunos de ellos duran hasta la actualidad.
Es en esta carta 11, donde recuerdan a Néstor Kirchner, quien forma parte de la memoria colectiva y quien es considerado como el político que dio inicio al proceso emancipatorio en tanto modelo de llegada del kirchnerismo:
La historia abrió una alternativa y una esperanza en 2003. La extendida experiencia política que denominamos como “kirchnerismo”, como metáfora nominativa de una capacidad transformadora. Como en la carta 6, ya son una suerte de conjurados (Carta 11, 2011).
Esa fuerza emancipatoria se hizo realidad por “Néstor Kirchner (que) fue el epicentro” de “movimientos de desocupados”, “Junto a los trabajadores organizados y un múltiple escenario social y político”. En este sentido, tematizan las conquistas a partir del kirchnerismo: “El desendeudamiento con el FMI”, “la estatización de la administración previsional”, “la desarticulación del ALCA”. Luego trazan una línea cronológica: 2008, como “la nueva época adquirió otros contornos, signados por el conflicto y entusiasmo”. 2009, donde “el gobierno profundizó las políticas reparatorias”; en el 2010 se produjeron “dos acontecimientos” claves: la fiesta callejera de la conmemoración del Bicentenario y en la dolida y colectiva despedida a Néstor Kirchner”. “La igualdad es el horizonte de estas políticas”.
Por último, es importante decir que desde la carta 6 hasta la 13 apelan a lo patémico lejos de la profundidad analítica de las cartas anteriores. Se empieza a ver lo que planteamos al principio de la investigación como una preocupación por el rol político del intelectual en el escenario contemporáneo: los intelectuales de CA, al igual que otros en el escenario actual, se ocupan de la coyuntura y dejan de hacer análisis críticos y amplios sobre la realidad. La necesidad del “decir” permanente en los medios de comunicación hace que muchos de los discursos de este grupo estén destinados a contradecir/contrarrestar aquellos enunciados mediáticos en contra del gobierno.
El año 2013 es crucial para el kirchnerismo, dos años después Daniel Scioli, el candidato de Cristina Fernández pierde con Mauricio Macri por 1 punto de diferencia. Este contexto es anticipatorio de lo que luego vendrá. En la CA 15, “La patria en peligro” (pos elecciones legislativas) CA denuncia la organización de empresas, junto con el campo y los medios para obligar al gobierno a poner un cepo y producir inflación:
Un puñado de grandes empresas (Cargill, Noble Argentina, Bunge Argentina, Dreyfus, Molinos Río de la Plata, Vicentín, Aceitera General Deheza, Nidera y Toepfer) que exporta más del 90 por ciento del grano, aceite y harina de soja argentinos, histórica base de la riqueza y la producción del país, ha organizado un cepo financiero sobre el Gobierno, obligándolo a tomar medidas difíciles y comprometedoras del futuro del país, como la devaluación, más allá de que, en el momento de jaque final, el propio Gobierno haya dejado correr esa presión asfixiante del mercado exportador para poder retomar la iniciativa a partir de una devaluación no deseada. Es grave (Carta 15, 2014).
La culpa del cepo, entonces, es de los grandes empresarios que obligan al gobierno a tomar determinadas decisiones. Se visibilizan los denominados “poderes reales” sobre los “poderes de turno”, como el gobierno de Cristina. Hay nuevamente un llamado, una interpelación ciudadana: “es necesario recrear la imaginación histórica de una cadena de acontecimientos que tienen que contar nuevamente con gran apoyo popular”. Para ellos peligra la esperanza de millones de argentinos, sienten la necesidad de un llamado que recoja “los ecos de muchas de las luchas encarnadas por variadas tradiciones políticas del país. Escuchemos todos, escuchémonos a tiempo”. Se construye el paradestinatario de manera singular con la estrategia de un meta colectivo, un llamado amplio. Acá también se puede ver, en las modalidades enunciativas, como el grupo oscila entre la tercera persona del plural y el impersonal, esto es interesante porque muestra cercanía o lejanía dependiendo el tópico que abordan y la visión de mundo que expresan.
La carta 18, escrita en febrero del año 2015 evidencia lo que pasaría 9 meses más tarde: la desestabilización y deslegitimación del gobierno de Fernández. La muerte del fiscal Alberto Nisman y la acusación de los medios concentrados, algunos políticos y el poder judicial a Cristina Fernández como autora intelectual del crimen marcará un quiebre, un rechazo hacia la figura de la presidenta que tendrá gran repercusión, inclusive varios años después. Muchos políticos se hacen conocidos luego de ese episodio, diciendo que venían a defender “la democracia”; “la vida”, “las instituciones”, significantes (que operaron como eslogan de campaña) que estarán presentes en la gestión del macrismo y que les servirá para nuclear una oposición en contra del kirchnerismo. Acusarán a Cristina Fernández de “matar” al fiscal que la denunció por la causa AMIA. Es preciso recordar que la noche antes de que el fiscal Nisman hiciera su declaración, se lo encontró muerto en su departamento. A partir de este episodio dudoso, grandes multitudes convocadas por periodistas de los medios monopólicos y políticos opositores salieron a la calle a pedir justicia acusando del “asesinato” a Cristina Fernández. Este hecho fue clave para las elecciones de fines de ese año.
En la carta 18, “entre el texto y la sangre”, el colectivo intelectual pone sobre relieve los servicios de inteligencia que controlan el país:
Se dice en los medios relacionados con estas Agencias internacionales que, cualquiera sea el resultado de las investigaciones sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman -asesinato, suicidio inducido o suicidio-, ninguno podrá “favorecer al gobierno pues la gente cree en asesinato”. De tales razonamientos surge la idea de “verdad” de los Servicios de Informaciones (Carta 18, 2015).
Lo que CA intenta dar cuenta aquí es que la muerte de Nisman hace tambalear las estructuras presidenciales: “la muerte del Fiscal Nisman ha sumido en un extendido estupor a la población, al gobierno y a todas las fuerzas sociales y políticas”. Pero también tienen una mirada analítica del asunto, estrategia distinta a los medios de información oficialistas, lo que significa que más allá de la adhesión explícita, se proponen ser analíticos con los acontecimientos:
El Fiscal Nisman iba a presentarse a ampliar su inusitada denuncia por “encubrimiento”, en una comisión del Congreso, contra la Presidenta de la República, a la que atribuía la participación en un supuesto “plan criminal”, expresión que ya se utilizara en el Juicio a las Juntas en la época de Alfonsín” (Carta 18, 2015).
La idea del Estado corrupto como acción delictiva presente en el discurso mediático de aquel momento se vincula a la de “asesinato”, es decir que el significante kirchnerismo se construye por los medios de comunicación como sinónimo de “malo”, “oscuro”, “ruín”, entre otros. La variación socio-discursiva desplaza la hegemonía kirchnerista y da pie a la universalización de demandas particulares (Laclau y Mouffe, 1985) de ciudadanos, medios de comunicación, poderes económicos, sectores que terminarán apoyando a Mauricio Macri en las elecciones de 2015. Es interesante ver, en la cita, la mención al presidente Alfonsín, figura democrática radical de gran aceptación. Buscan interpelar a un determinado paradestinatario.
Otra vez, luego de 7 años desde la aparición del grupo, el contradestinatario es el poder mediático. El rol de los medios se repite una y otra vez: “Es el que está escrito por los servicios de informaciones de la globalización, con sus bestsellers sobre las hecatombes a las que conducirían los gobiernos atípicos (como ahora el de Grecia)“. En su crítica a los medios masivos también aparece la denuncia de las nuevas formas tecnológicas de circulación del sentido:
Había épocas en que existían palabras fáciles para denominar estos hechos. Pero en la era del wikileaks, crónica dantesca de los rollos monásticos que escriben en secreto los copistas aplicados de los nuevos Imperios que redactan el estado del mundo, el alma indignada del buen republicano (Carta 18, 2015).
Recordemos, además, que el año 2015 fue un contexto de retroceso de los denominados gobiernos populares de la región: el “no” al referéndum en Bolivia para la reelección del presidente Evo Morales, la crisis económica y social en Venezuela, la destitución polémica y para muchos ilegal de Dilma Rousseff, entre otros acontecimientos que hablan de una variación socio-histórica con respecto a la etapa interior, donde discursos que ocupaban un centro en el campo político comienzan a desplazarse hacia la periferia. La denuncia de CA, entonces, también tiene que ver con un asunto regional, basta recordar que es en ese mismo año donde se realizó el “Encuentro por la emancipación y la igualdad” donde intelectuales y políticos de toda la región y el mundo discutieron sobre estas problemáticas en el teatro Cervantes de Buenos Aires.
                La “corrupción” se consolida, en esa etapa, como un tabú que se activa en la materialidad discursiva, con el presupuesto de que el gobierno kirchnerista es quien participa y apadrina la malversación de dinero público.
                Para finalizar el análisis, es pertinente caracterizar algunas de las modalidades enunciativas predominantes: como se dijo, la tercera persona del plural es la que predomina, sobre todo en momentos en el que se evidencia el pathos epocal dominante; sin embargo, el impersonal también aparece para retomar la figura crítica, para trazar una estrategia de distancia marcando un “deber hacer” y no un “nosotros proponemos x cosa”. Si bien esto hace que se borren las huellas de las subjetividad, hay distintas palabras y frases predominantes en tanto subjetivemas que muestran la carga valorativa que el grupo imprime en sus discursos: 1) como figura crítica se habla de políticos tradicionales, sector agroexportador, sectores afines al menemismo, monopolio de medios de comunicación y todos los que llevaron a la crisis de 2001. 2) Como figura partidaria se construyen a partir de enunciados dirigidos a los sectores empresariales, monopolio de medios, macrismo y todos los que constituyen la “oposición”. Si bien muchos de esos subjetivemas se enuncian empleando un impersonal, sus propuestas más relevantes son en tercera del plural en tanto colectivo de identificación con el kirchnerismo, evidenciando la subjetividad en el lenguaje. Esto también contribuye a la distinción entre el ethos dicho y el ethos mostrado.

CONSIDERACIONES FINALES

El ethos colectivo expresado en sus producciones discursivas proyecta una imagen de sí mixta que hace que estos intelectuales se queden “a mitad de camino” (Pulleiro, 2013) en la constitución de un modelo intelectual claro. Por un lado, tienen pretensiones de intelectual comprometido, pero su filiación institucional y partidaria en el gobierno kirchnerista hace que no puedan ejercer esa crítica profunda que caracterizó al modelo sartreano. Otro dato que reafirma esto, más allá de los cargos políticos, es que no hacen propuestas para el gobierno, es decir que no proponen modelos educativos, científicos, culturales o de salud, más bien se encargan de apoyar al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pero sin hacer propuestas concretas que pudiera generar, a nuestro entender, “conflicto de intereses”.
Tampoco se lo puede pensar como un grupo de intelectuales orgánicos, dado que más allá de sus asambleas multitudinarias y comisiones de temas que atraviesan a toda la sociedad, no se vinculan prácticamente con los sectores populares, ni siquiera tematizan de manera sostenida asuntos relacionados al sector obrero. Ocupan lugares dentro de la burocracia estatal, las universidades, las secretarías de gobierno, etc., pero no se involucran con las bases militantes. Por más que hablen de “batalla cultural” en varias de sus cartas, la idea gramsciana de intelectual orgánico no se manifiesta salvo en sus dos primeras producciones escritas, donde se toma distancia de las políticas del gobierno de Fernández. 
Por más que el intelectual de Carta Abierta, Ricardo Forster (2009) diga en los comienzos de este grupo que “Carta Abierta ha asumido una posición de respaldo al gobierno, pero no somos kirchneristas porque no estamos inscriptos en una corriente político-ideológica en el interior del kirchnerismo”, es notorio el respaldo que hacen de las políticas del gobierno de Fernández, hasta las publicaciones de las cartas se hacen casi a la par a la agenda del gobierno. Acá hay que hacer una distinción entre el ethos dicho y el ethos mostrado, puesto que como se mostró en el análisis hay una distancia clara entre el “no ser kirchnerista” y el “somos una suerte de conjurados”.
En consecuencia, se puede ver en Carta Abierta algunos intentos de construirse como un intelectual crítico (en el principio de sus producciones discursivas), pero con contradicciones que hacen que no se pueda hablar de un “modelo puro”, lo cual es muy difícil dado que todo discurso esconde siempre contradicciones constitutivas. En este sentido, siguiendo a Pulleiro (2013), se puede decir que no hay que desdeñar la capacidad crítica del intelectual por el hecho de ser parte de un gobierno, más bien lo que se intenta remarcar es que la acusación de una “derecha que avanza” no es suficiente para construir la imagen de un intelectual crítico:
No alcanza con denunciar la capacidad que tienen los medios para hacer circular ciertos sentidos y negar la presencia masiva de otros, muchas veces con el resultado de la asunción por parte de los sujetos de actitudes contrarias a sus propios intereses, si eso no se complementa con una política activa de alfabetización audiovisual y generación de las condiciones para democratizar la elaboración de producciones propias. La difusión de la palabra podría estar acompañada por otro tipo de acción, orientada a un mayor involucramiento con el desarrollo de una visión del mundo alternativa y la capacidad de organización autónoma por parte de las clases subalternas (Pulleiro, 2013: 23).

A pesar de estos señalamientos, en este trabajo se evidencia la primacía, extendida en el segundo momento, de la figura de intelectual partidario. Nos parece importante dar cuenta de esta categoría, para no quedarnos en un mero rechazo de las tipologías tradicionales de intelectual. Los subjetivemas que se rastrearon a lo largo del trabajo muestran la carga valorativa positiva sobre el gobierno (y las estrategias discursivas que realizan a favor) y las negativas para los sectores opositores a Cristina Kirchner.
La discusión por el rol del intelectual en la esfera pública seguirá siendo un motivo de análisis crítico de las ciencias sociales y humanas. Problematizar esa “rara especie que se intenta definir” como dice Bauman (1997), es relevante dado que, si entendemos como Gramsci (2012)  la sociedad civil, con sus intelectuales y sus posibilidades de acción, quien logre generar espacios de trinchera podrá, si le interesa combatir la desigualdad en el mundo, empezar a disputar el sentido por un sitio más justo y comunitario.

Notas:

1 Se trata del bloqueo de rutas argentinas en el año 2008 que llevaron a cabo la Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, CONINAGRO y Federación Agraria Argentina, quienes tomaron medidas contra la resolución  nº 125/2008 durante el gobierno de Cristina Kirchner, que establecía volver a un sistema móvil para las retenciones impositivas a las exportaciones de soja, el maíz y el trigo.

2 Las negritas son nuestras.

3 Las cartas abiertas no tienen número de página.

4 Recuperamos la distinción que hace Marc Angenot (2010) entre fetiches y tabúes como componentes del hecho hegemónico. El primero hace referencia a lo sagrado, mientras que el segundo se circunscribe al orden de lo prohibido.

5 Nos referimos a la concepción de Angenot (2010): la hegemonía discursiva es el conjunto de sistemas genéricos, de repertorio tópicos y de encadenamientos discursivos que se producen en un estado de discurso social.

6 Refiere a la IV Cumbre de las Américas que se llevó a cabo el 4 y 5 de noviembre de 2005 en la Argentina. Con la presencia de representantes de todo el continente, salvo Cuba, se organizó una agenda distinta a la planificada por EEUU y Canadá. Lula Da Silva, Hugo Chávez, entre otros presidentes del “sur” dieron discursos fuertísimos contra el gobierno norteamericano, generando así una división entre los denominados “gobiernos populares” y EEUU y Canadá.

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Carta Abierta. (2020).https://www.cartaabierta.org.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=366&Itemid=609).

Fecha de recepción: 12-07-2021.
Fecha de aceptación: 10-02-2022.

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