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Interdisciplinaria

versão On-line ISSN 1668-7027

Interdisciplinaria vol.32 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dez. 2015

 

ARTÍCULOS

Confianza política, valores sociales e ideología política de las elites de poder*

Political trust, social values and political ideology of power elites

 

Silvina Brussino** y María Inés Acuña***

*Trabajo financiado con subsidios del Ministerio de Ciencia y Tecnología del Gobierno de la Provincia de Córdoba y de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
**Doctora en Psicología. Miembro de la Carrera del Investigador Científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas ( CONICET), Docente Titular de Psicología Social de la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y de Psicología Social y Política en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica (UCA) y Miembro del Comité Académico de Doctorado en Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). E-Mail: brussino@psyche.unc.edu.ar
CIPSI, Grupo Vinculado al Centro de Investigaciones sobre Cultura y Sociedad (CIECS [CONICET y UNC]). Enfermera Gordillo esq. Enrique Barros. Ciudad Universitaria, (5000) Córdoba - República Argentina.
***Licenciada y Doctoranda en Psicología. Docente Encargada de las Cátedras de Evaluación Psicológica I y II de la Carrera de Psicología de la Universidad Nacional del Comahue.


Resumen

El estudio de los valores sociales, la ideología política y la confianza política, como orientaciones que cumplen la función de organizar las mediaciones cognitivas y afectivas de los miembros que componen la elite política, se vuelve relevante a la hora de aproximarnos a la comprensión de los grupos de poder que median entre los intereses y demandas ciudadanas. Por ello, la investigación realizada tuvo como objetivo principal examinar comparativamente las variables confianza política, valores e ideología política en grupos conformados por integrantes de los tres poderes del Estado provincial, sindicatos, universidad pública e instituciones religiosas. El estudio se realizó con un muestreo no probabilístico de 75 casos típicos. Para evaluar la confianza política se valoró el nivel de confianza institucional atribuido por los miembros de la elite a distintos actores sociales y políticos. Se administraron la Escala de Clima Socio-emocional (Páez, Ruiz, Gailly, Kornblit, Wiesenfeld & Vidal, 1996), el Cuestionario de Valores Sociales (Gouveia, 1998) y la Escala de Ideología Política (Brussino, Rabbia, Imhoff & Paz García, 2011). Los datos fueron sometidos a análisis de variancia de un solo factor con grupos de tamaños desiguales y comparaciones post-hoc con tests de Bonferroni. Asimismo, considerando la baja cantidad de casos en algunos grupos, se realizaron análisis no paramétricos para corroborar la consistencia de los mismos. Si bien se trata de un estudio exploratorio, los resultados obtenidos permiten la comprensión de estos grupos de poder en cuanto a las orientaciones ideológicas y actitudinales que prioriza cada sector en el proceso de influencia social.

Palabras clave: Elite política; Confianza política; Valores sociales; Ideología política.

Abstract

The study of social values, political ideology and political trust, in forms of orientations wich serves to the function of organizing the cognitive and affective mediations from the members of the political elite, becomes relevant to the approach of understanding the power groups, who mediate between the interests and the citizens' demands. Therefore, the aim of this research was mainly to comparatively examine the variables of political trust, social values and political ideology in groups formed by members of the three branches of the provincial government, unions, public university and religious institutions.
This study was conducted with a non-probabilistic sample of 75 typical cases. To assess the political trust, institutional trust levels were measured attributed to the members of the elite of different social and political actors, and the Socio-emotional Climate Scale (Páez, Ruiz, Gailly, Kornblit, & Wiesenfeld, 1996). Besides the Social Values Questionnaire (Gouveia, 1998) and the Political Ideology Scale (Brussino, Rabbia, Imhoff, & Paz García, 2011) were administered. Data were analyzed using the ANOVA single factor with groups of unequal size, and post-hoc comparisons with the Bonferroni´s Test. This test is the most conservative because it singles out fewer differences from those, which really exists among data. The probability of error Type I was set as < .05. Although the bibliography suggests that the test is long enough to be applied even when the assumptions do not occur, in this case non-parametric analysis were conducted to corroborate the consistency of the results.
The obtained data allows one approach to understanding ideas and representations in the members of the elite, and become relevant in terms of political role that these actors interpret. The results pointed that the political elite of Neuquén (EPN) was characterized by a predominance of subjects with tertiary and university levels of education, mostly married or partnered, and mainly young adult men. on regards to the political trust variable, on one hand only trade union representatives considered that human rights organizations and their own sectors were worthy of institutional trust; on the other hand as for anegative socio-emotional perception, were the members of legislative, university and religious EPN those with a higher perception of disconfort, wich is opposed to de vision of representativemembers from an executive branch of provincial
government. As for the results found for the socialvalues variable, the religious representatives consider more important the normative and interactional dimensions, while the members of the three branches of goverment attribute relevance to the achievement - realization values. Also, in relation with political ideology variable, the religious representatives present the higher level of agreement with issues related to the sexual and religious conservatism dimension, and the members of the three brances of government are those with less level of agreement with the topics of guarantor and multicultural liberalism. Although this is an exploratory study, the results allow understanding these power groups as to ideological and attitudinal orientations prioritized in each sector in the process of social influence. However, is necessary noted that given the small sample size, which is usually conditioned by the difficulty of access to the population, these findings should be taken with the care and reserve that requires any interpretation of data, and the social effects that requiring further studies in this line. Also, future research would be necessary to consider in the study of elites, the timing of the charges and positions occupied by participants of each sector and the autonomy enjoyed by the selective processes by which have agreed to such places. This variables set could influence the differences in distribution of power into every policy area (Cao et al., 2011).

Key words: Political elites; Political trust; Social values; Political ideology.


Introducción

Diversos trabajos en el campo de la ciencia política destacaron la importancia del estudio de las clases políticas, elites o elites de poder (Alcantará Sáez & Llamazares Valduvieco, 1997; Mosca, 2004; Pareto, 1980; Wrigth Mills, 1987), en tanto se involucran en las instancias políticas de mediación de intereses y demandas ciudadanas. En este sentido, Putnam (1971) definió a la elite política como el grupo de sujetos ubicados en altos rangos dentro de las dimensiones de interés, involucramiento e influencia en política. Además, Dye (1997) pormenorizó que las elites políticas se constituyen con personas que detentan autoridad formal para la dirección, administración, guía y programación política de actividades institucionales, gubernamentales, legales, económicas, educacionales, cívicas y culturales de una nación.
Por otra parte, en el marco de los estudios latinoamericanos, Freidenberg (1997) propone una conceptualización amplia de la elite, que incluye a todas las personas de diversos estratos de la sociedad, que poseen roles políticos de poder e influencia con respecto a la formación, socialización y estructuración en el desarrollo de la función de representación (Alcántara Sáez, 2006). Sin embargo, frecuentemente el uso del concepto de elite se ve limitado sólo al sector parlamentario (Cabezas, 2009; García Martín, 2009). Además, el uso del término latinoamericano es discutible, en la medida en que las muestras no suelen ser representativas de la diversidad de marcosculturales y políticos de América Latina. Eneste sentido, una visión realista de la distribución del poder político debe atender a las diferencias entre los marcos normativos sociales de las elites políticas en diferentes países y en diferentes provincias del territorio nacional (Wright Mills, 1987).
Alcantará Sáez y Llamazares Valduvieco (1997) organizaron el análisis de la acción y las orientaciones de la elite política en tres grandes tipos. El primero de ellos es representado por visiones estructurales, que sitúan como condicionantes de la orientación de las elites políticas a su origen, sus vínculos sociales y su acceso a canales de poder e influencia. En este tipo de estudios se describen características de la estructura social a la que pertenecen estos grupos (García Martín, 2009; Sánchez & Rivas, 2009; Serna, 2009), donde se evidencia la influencia del capital cultural universitario (Serna, 2009; Uriarte,1997). García Martín (2009) encontró en las elites parlamentarias de América Latina altos niveles educativos, presencia de creencias religiosas, pobre experiencia legislativa, entor
nos familiares vinculados a la política, dedicación exclusiva a su actividad parlamentaria y una tendencia general a posicionarse en el centro izquierda de la escala ideológica. En este sentido, Rivas, Vicente y Sánchez (2010) destacan que el nivel educativo en las elites latinoamericanas refleja situaciones de privilegio social y económico.
El segundo tipo de análisis de la elite política, denominado interaccionista, estipula que las orientaciones y las acciones de estos grupos de poder surgen de los procesos de interacción que tienen lugar dentro de estos. En América Latina, una serie de estudios sobre elites depositaron su interés en sus orientaciones políticas en relación a la consolidación de los regímenes democráticos (Alcántara Sáez, 1997; Corral, 2011; D'Adamo & Beadoux, 1995; Freidenberg, 1997; García Martín, 2009; Higley & Gunther, 1992; Lodola, 2013; Lodola & Seligson, 2011; Mateo Díaz & Rivas Pérez, 1998; Nolté, 2004). Particularmente, en cuanto a las actitudes de las elites parlamentarias, focalizaron en tópicos tales como la democracia (Bishin, Barr & Lebo, 2006; Freindenberg, 1997), los partidos políticos (Cabezas, 2009), el autoritarismo y las preferencias políticas (Stevens, Bishin & Barr, 2006).
Por último, la tercera tipología denominada motivacionista, destaca la importancia de las orientaciones que los políticos tenían antes de ocupar sus cargos y las motivaciones y propósitos que desarrollan en el curso de sus actividades (Mateos Díaz & Rivas Pérez, 1998).
Por otra parte, perspectivas provenientes de la Psicología Social han abordado el estudio de las orientaciones o marcos sociales normativos como modelos mentales que proveen una interpretación del medio (Denzau & North 2000). En este sentido, sostienen que los valores permiten organizar las preferencias políticas de una manera relativamente constante y proveen una estructura general para la actitudes políticas (Caprara & Zimbardo, 2004, Feldman, 2003; Feldman & Steenbergen, 2001; Keele & Wolak, 2008; Kilburn, 2009; Zaller, 1992) e influyen en las ideologías (Schwartz, 1994). Variables como
los valores, la ideología política y actitudes políticas como la confianza, cumplirían la función de organizar las mediaciones cognitivas y afectivas de las personas que componen a la elite política y que resultan relevantes para la comprensión de sus comportamientos. Además, este enfoque posibilita repensar la extendida idea de que los líderes políticos poseen un sistema de creencias y valores (ambos connotados negativamente) diferenciados del resto de la ciudadanía, que repercute en la legitimidad de las instituciones y en los procesos democráticos. Por otra parte, se busca aquí superar la mencionada limitación de los estudios de cultura política nacional que favorecen un sesgo de representatividad, mediante la incorporación y discusión de las diferencias producidas en los diversos escenarios provinciales (Cao, Favaro & Iuorno 2011).

La confianza política, los valores y la ideología política en las elites de poder

Montero, Gunther y Torcal (1999) señalaron que la confianza política está compuesta tanto por la sensación psicológica sobre la construcción colectiva del clima socioemocional, como por la confianza depositada en las instituciones sociales y políticas. El estudio de la confianza institucional, en tanto juicio sobre un objeto social, entiende que las actitudes no son entidades fijas almacenadas en la memoria, sino que dependen de juicios demandados por la actividad concurrente del sujeto (Schwarz, 2007) e influidos por las condiciones del entorno (Martín & Tesser, 1992). Con respecto a la percepción de clima socioemocional, Zubieta, Delfino y Fernández (2008) sostienen que se refiere a las emociones percibidas en una sociedad en relación con su situación sociopolítica y sus condiciones relativamente estables. Así, al tener un origen colectivo y efectos adaptativos, se espera que la composición del juicio de confianza política no sea constante ni esté referida a una predisposición para confiar o desconfiar (Páez, Ruiz, Gailly, Kornblit, Wiesenfeld & Vidal, 1996).
En efecto, el juicio de confianza sobre una institución involucra las expectativas de comportamiento, la confianza que despiertan los cargos específicos y la valencia de las respuestas emocionales que pueda provocar el objeto - institución. Tal valoración se realizará sobre la capacidad (preparación y recursos) y sobre la benevolencia (auténticas metas de bienestar de los ciudadanos) de las instituciones (Plotno, Krause & Lederman 2009; Segovia, Haye, González, Manzi & Carvacho 2008).
Debido a las características mencionadas, en estudios poblacionales (Alonso & Brussino, 2012) se encuentran fluctuaciones en los niveles de confianza en las instituciones en Argentina. En este sentido, Stevens y colaboradores (2006) encuentran bajos niveles de confianza política durante el año 2003, mientras que algunos años después, Morales Quiroga (2008) señala un incremento de confianza en el gobierno, en la corte suprema, en el congreso, en la policía y en los partidos políticos, coincidente con un contexto sociopolítico y económico diferente. De la misma manera, Lodola y Seligson (2011) señalan un incremento en los niveles de confianza institucional en los medios de comunicación, la iglesia católica, la presidencia, las fuerzas armadas, la justicia electoral, la corte suprema, el congreso y los partidos políticos.
En relación a lo anterior, Lodola (2013) propone considerar que la confianza institucional en Argentina se encuentra relacionada con la percepción de la situación económica nacional y con el apoyo hacia el gobierno presidencial. En efecto, el contexto socioeconómico y político influye en la valoración del clima socioemocional (Techio, Zubieta, Páez, De Rivera, Rimé & Kanyangara, 2011; Zubieta et al., 2008). Sin embargo, pese a la importancia de esta variable en el estudio de las actitudes y comportamientos políticos, no se hallaron muchos estudios sobre elites políticas.
De modo específico, se encuentran antecedentes (Corral, 2011) que examinan las diferencias en los niveles de confianza institucional entre los ciudadanos y la elite política. Particularmente, destacan que la elite posee
mayores niveles de confianza en los tres poderes de gobierno, en los partidos políticos, en las fuerzas armadas, en la política y en la iglesia católica; mientras que los ciudadanos confían más que en la elite, en los medios de comunicación. Además, en otro estudio sobre las elites latinoamericanas, los diputados expresaron mayor confianza en los partidos políticos y en el parlamento, pero menor en los sindicatos, la policía y los medios de comunicación en comparación con la ciudadanía en general (Cabezas, 2009). En la misma línea, Brenes (2009) destacó que los diputados latinoamericanos confían más en su propio parlamento, en los tribunales electorales, en la iglesia católica, en el presidente y en los partidos políticos. En el caso de la confianza sobre los medios de comunicación, Tagina (2009) encuentra la misma proporción de confianza y recelo entre los parlamentarios de América Latina.
Por otra parte, Selios (2009) estudia los niveles de confianza institucional en relación con las posiciones ideológicas de las elites. Específicamente, encuentra que los niveles de confianza de los miembros de la elite política (legisladores) con respecto al sector sindical, crecían cuando estos se autoposicionaban hacia la izquierda y decrecían a medida que se aproximaban a las categorías de derecha.
También se ha examinado el rol de los valores sociales en el estudio de la elite política. En este sentido, se entiende a los valores sociales como el conjunto de creencias y emociones sobre lo que representa fines y conductas deseables; permiten establecer normas evaluativas, justificar acciones y expresar cognitivamente las necesidades (Gouveia, Santos, Milfont, Fischer, Clemente & Espinosa, 2010; Schwartz, 1990) en un marco cultural y socioeconómico específico (Fischer et al., 2011).
Si bien ya se ha señalado anteriormente, es importante destacar que el estudio de los valores se encuentra vinculado al análisis de la ideología política, en tanto estos permiten organizar las preferencias políticas (Feldman, 2003; Schwartz, 1994). Caprara y Zimbardo (2004) encontraron que quienes se identificaban con la derecha preferían valores de li
bertad, de logro individual y de orden social; mientras que aquellos que lo hacían con la izquierda, preferían los de igualdad y justicia social. Esta preferencia también se confirmó en un estudio realizado en Argentina, aunque con una muestra estudiantil (Delfino & Zubieta, 2011). En tanto Brussino, Imhoff, Rabbia y Paz García (2013) encontraron resultados similares sobre una muestra de ciudadanos cordobeses; los valores que aparecieron relacionados directamente con las vertientes conservadoras (normativa, logro - realización), lo hicieron de modo inverso para las progresistas que evidenciaron un perfil valorativo de tipo intrínseco (experimentación, suprapersonal).
Por otra parte, Miranda (2011) propone que tanto los miembros de la elite como los ciudadanos que se ubican en la derecha, en sentido ideológico, comparten valores y percepciones políticas vinculadas a dicha categoría. En lo que respecta al estudio de los valores en las elites políticas, y a pesar de su importancia atribuida por autores como Alcantará Sáez y Llamazares Valduvieco (1997) y Stevens y colaboradores (2006), no se identifica un gran número de trabajos. Entre ellos, Inguanzo (2010) analizó la teoría del clivaje en las elites parlamentarias latinoamericanas, postulando mediante el análisis de las dimensiones TAN / GAL (Tradicional - Autoritarismo - Nacionalismo / Alternativa verde -Liberales), que América Latina no es una región muy polarizada. Con respecto a los valores que denomina alternativa verde, destaca la importancia concedida al medio ambiente, a los derechos humanos y a las minorías en la política actual, en tanto representan issues que comparten valores postmaterialistas y que unen a la clase política en lugar de dividirla. En el caso de autoritarismo versus
liberalismo, tópicos como la valoración de las fuerzas armadas y la importancia de la inseguridad ciudadana versus el compromiso y la satisfacción con la democracia, que poseen un mayor potencial polarizador, tampoco lograron definir los posicionamientos ideológicos de las elites políticas.
En el marco del análisis de la elite jurídica española a través de la caracterización de los posicionamientos de los subgrupos que la componen, Ruiz Rico y Vera Padial (1988) señalaron una posición de centro - izquierda para los jueces, más corrida hacia la izquierda en los fiscales y posiciones más hacia la derecha en los procuradores. En el contexto argentino, Nolté (2004) encontró que la elite política mostraba una tendencia general a ubicarse dentro de las categorías centrales del continuo izquierda / derecha, diferenciándose los senadores con una tendencia de centro - derecha más marcada que los diputados. Además, destacó la dificultad para discriminar entre los partidos políticos argentinos, en base a categorías izquierda - derecha. En función de lo expuesto, puede postularse que la mayoría de los estudios que analizan el posicionamiento ideológico de los ciudadanos y de las elites políticas, tienden a hacerlo en función de una dimensión simbólica de la ideología; es decir, constituida por la autoubicación de los sujetos en los continuos izquierda - derecha y / o liberales - conservadores (Ellis & Stimson, 2005; Stimson, 2004). Este enfoque padece de ciertos cuestionamientos, dado que depende de niveles de sofisticación política frecuentemente bajos en las muestras de ciudadanos (Zechmeister,
2006). Sin embargo, la perspectiva ha demostrado ser adecuada en el estudio de las elites políticas en Argentina (Zechmeister, 2006), América Latina y El Caribe (Zechmeister & Corral, 2010) y América del Sur (Nolté, 2004); así como en otros contextos geográficos y culturales (Jennings, 1992).
Adicionalmente, desde la Psicología Social se propone otro modo de conceptualizar la ideología política, entendida como un sistema de creencias (Jost, 2006) que tiene origen en los conflictos socioestructurales, aspectos de clase, posición religiosa, aspectos económicos y clivajes sociales (Lancaster & Lewis Beck, 1986) y que afecta a las posiciones que toman los sujetos frente a tópicos políticos específicos en la estructuración de las orientaciones políticas (Duff, 2007). Desde este enfoque operativo existen estudios previos que examinan la ideología política en función del posicionamiento con respecto a determinados tópicos (por ejemplo: política social, economía, sexualidad, seguridad) (Brussino, Rabbia, Imhoff & Paz García, 2011).
En este sentido, Rosas (2005) encontró que la distribución económica y el régimen político eran en Argentina los tópicos más destacables para diferenciar entre los legisladores de diversos partidos. Además, Miranda (2011) asoció el conservadurismo con niveles mayores de confianza institucional, con la defensa de las costumbres y jerarquías y con una actitud prudente frente al progresismo. En el mismo sentido, en un estudio sobre elites políticas norteamericanas, los conservadores mostraron mayor deferencia hacia las autoridades políticas y religiosas (Thoris-dottir & Jost, 2011) en coherencia con el entusiasmo provocado por la jerarquía (Jost et al., 2003). Stolowicz (2002), en el caso del liberalismo, afirmó la reivindicación de la libertad como base de prosperidad de las naciones, la responsabilidad individual sobre los propios actos y el rechazo al elitismo. En relación a esta orientación política, Jost, Nosek y Gosling (2008) destacaron la preferencia de los valores de flexibilidad, cambio, progreso, compromiso y diversidad en estas orientaciones políticas.
Tomados en conjunto, estos antecedentes destacan la relevancia que adquieren los valores sociales, la ideología política y la confianza política en cuanto variables que contribuyen a brindar información sobre las orientaciones de las elites de poder político. Como se puede advertir, no existen muchos estudios realizados sobre las elites, posiblemente por tratarse de una población de difícil acceso. No obstante, conocer sobre estos aspectos permitiría avanzar en la comprensión del comportamiento de actores claves del sistema democrático. En consecuencia, si bien esta investigación tuvo un carácter exploratorio, su objetivo principal fue hacer un análisis comparativo de las variables confianza política, valores e ideología política de los grupos conformados por integrantes de los tres poderes del Estado provincial, sindicatos, universidad pública e instituciones religiosas en relación con los grupos de la elite.

Método
Muestra

Los participantes del estudio fueron seleccionados a través de un muestreo no probabilístico, de casos típicos (Lohr, 2000), cuyo propósito fue la elección cuidadosa y controlada de los sujetos que cumplieran con la definición de elite propuesta por Dye (1997). En función de ello, se eligieron representantes de los tres poderes del estado, de instituciones educativas y otras de la sociedad civil.
La muestra quedó conformada por 75 participantes con una media de edad igual a 46.5 ± 10.3 años que eran miembros de diferentes instituciones: poder judicial provincial (10 jueces, 10 fiscales, 10 defensores 5 y miembros del consejo de la magistratura), poder legislativo provincial (10 legisladores), ejecutivo provincial (10 ministros y secretarios), sindicatos (5 secretarios generales), universidad pública (10 decanos y secretarios) y 5 de instituciones religiosas. Si bien el diseño contemplaba que fueran 10 sujetos de cada tipo de cargo, hubo sectores donde solo fue posible encontrar 5 sujetos.

Procedimiento e instrumentos

Se solicitó el consentimiento informado, garantizando la confidencialidad de los datos provistos por los participantes.
La administración del cuestionario fue individual y autoinformada, en el espacio laboral de cada participante. Las variables fueron evaluadas a través de preguntas cerradas con alternativa fija y fueron operacionalizadas como se presentan a continuación.
La confianza política incluye mediciones referidas a la confianza institucional y al clima socioemocional.
La confianza institucional resulta de la evaluación de la capacidad y benevolencia institucional (Segovia et al., 2008) y se operacionalizó a partir del nivel de confianza atribuido por los miembros de la elite a los siguientes actores sociales y políticos: comerciantes, políticos, sacerdotes, policías, fun
cionarios municipales, legisladores, bancos, grandes empresas, medios de comunicación, jueces, maestros, sindicalistas, militares, médicos, organizaciones de derechos humanos, miembros de la Corte Suprema de Justicia y Cáritas Argentina. Las opciones de respuesta se presentaron utilizando una escala que abarcaba desde 1 (Nada) hasta 5 (Mucho).
La evaluación del clima social o socioemocional se realizó con la Escala de Clima Social de Páez y colaboradores (1996) que evalúa dos dimensiones, una positiva: (a) alegría, confianza, contento, (b) tranquilidad para hablar, (c) esperanza, (d) solidaridad, (e) confianza en las instituciones; y otra negativa: (f) miedo, ansiedad y preocupación, (g) enojo, hostilidad y agresividad entre la gente, (h) tristeza, pasividad y bajo estado de ánimo. Se solicitó a las personas que valoren en qué medida cada ítem reflejaba el clima social del país utilizando una escala que abarcaba desde 1 (Nada) hasta 5 (Mucho). El puntaje para cada subescala se obtiene a partir de la sumatoria de las puntuaciones asignadas a los ítemes. En este estudio las subescalas presentaron valores de consistencia interna aceptables con Alpha igual a .73 para la dimensión positiva y .70 para la negativa.
Para evaluar los valores sociales se utilizó el Cuestionario de Valores Sociales desarrollado por Gouveia, Milfont, Fisher y Santos (2008). Dicho instrumento está compuesto por 18 valores agrupados en seis orientaciones generales: experimentación (emoción, placer y sexual), logro - realización (éxito, poder y prestigio), existencia (estabilidad personal, salud y supervivencia), suprapersonal (belleza, madurez y sabiduría), interaccional (afectividad, apoyo social y pertenencia) y normativa (obediencia, religiosidad y tradición).
Los participantes deben indicar la importancia de cada valor en su vida en una escala en la que 1 es igual a Nada importante y 7, Muy importante. Se obtienen puntuaciones para cada subdimensión, producto de la sumatoria de los puntajes de cada ítem de la misma. Dicho instrumento fue elegido porque es similar en sus contenidos, pero más breve que la medida propuesta por Schwartz (1990),
considerada ésta como la más relevante dentro del campo del estudio de los valores desde la Psicología Social. Además, posee diversos estudios que evidencian la validez del instrumento (Fischer et al., 2011; Gouveia, 1998, 2003; Gouveia et al., 2008, 2010). Los índices de confiabilidad obtenidos para esta muestra con el Alpha de Cronbach, fueron aceptables (entre .66 y .71).
La medición de la ideología política se realizó desde los enfoques operativo y simbólico. En el primer caso se utilizó la Escala de Ideología Política desarrollada por Brussino y colaboradores (2011), compuesta por 22 ítemes situacionales sobre temas específicos (política social, economía, sexualidad, drogas, etc.) en función del eje intervención - no intervención del Estado. Estos ítemes se distribuyen en cuatro subescalas: Conservadurismo sexual religioso (7 ítemes), Progresismo multiculturalista (7 ítemes), Conservadurismo represivo nacionalista (5 ítemes) y Progresismo garantista (3 ítemes). Los ítemes son respondidos de acuerdo a una escala de 5 puntos: (1) Nada de acuerdo a (5) Totalmente de acuerdo. Algunos ejemplos de ítemes son: El estado es el principal responsable de garantizar que cada persona tenga un buen estándar de vida. El Estado tiene obligación de proveer con métodos anticonceptivos y profilácticos a las personas que no quieran tener (más) hijos. Se debería despenalizar la tenencia y cultivo de marihuana para consumo personal.
La consistencia interna de las dimensiones conservadoras arrojó valores de Alpha iguales a .74 y .70, en tanto que para las dimensiones progresistas los valores fueron .68 y .65, respectivamente.
En segundo lugar, para medir la variable desde un enfoque simbólico, se consideró la medida del autoposicionamiento ideológico que se representa en un continuo que va de 1 (Izquierda) a 7 (Derecha), resultando la posición 4 el centro ideológico.

Análisis de los datos

Inicialmente los datos fueron sometidos a análisis exploratorios univariados (ver Tabla 1). Posteriormente se realizaron diversos análisis para corroborar si existían diferencias en la variancia entre los grupos. En primer lugar, dado que se corroboraron los supuestos de normalidad de las variables, se realizó un análisis de variancia de un solo factor (ANOVA) con grupos de tamaños desiguales. Además, para verificar cuáles eran las medias significativamente diferentes entre sí, se realizaron comparaciones post-hoc a partir del test de Bonferroni. Este análisis es el más conservador dado que detecta menos diferencias de las que hay realmente entre los datos. La probabilidad de error tipo I fue fijada en menos de .05.

 

Tabla 1. Estadísticos descriptivos para las variables Confianza política, Valores sociales e Ideología política


Este tipo de pruebas paramétricas supone una serie de supuestos a cumplirse, entre los cuales se detalla la normalidad de la distribución de los datos y un número mínimo de 30 casos por grupo (Gómez-Gómez, Danglot-Banck & Vega-Franco, 2003). No obstante, la bibliografía sugiere que la prueba es lo suficientemente robusta como para ser aplicada aun cuando no se cumplen de manera estricta los supuestos para su uso (Sheskin, 2003). De todos modos, considerando la baja cantidad de casos en algunos grupos de nuestro estudio, también se analizaron los datos utilizando una prueba no paramétrica en la cual el tamaño de muestra requerido es menor (20 casos o menos) (Gómez-Gómez et al., 2003). Así, se optó por utilizar un análisis no paramétrico de la variancia, la prueba H de Kruskall Wallis. Dicha prueba es una extensión de la U de Mann-Whitney y representa una alternativa adecuada al ANOVA de un factor completamente aleatorizado (Sheskin, 2003).

Resultados

Desde la perspectiva sociodemográfica, la elite política neuquina (en adelante EPN) se caracterizó por un predominio de sujetos con nivel educativo terciario y universitario (83%), en su mayoría casados o en pareja (68.4%), principalmente hombres (56%) y adultos jóvenes con una edad promedio de 46 años.
Con respecto al análisis comparativo de las variables Confianza política (conformada por los indicadores de Confianza institucional y Clima socioemocional), Valores sociales e Ideología política de los integrantes de los grupos que componen la EPN, los resultados obtenidos mediante métodos paramétricos y no paramétricos, son consistentes y evidencian diferencias significativas que permiten su caracterización (ver Tabla 2).

 

Tabla 2. Prueba de diferencias de medias y por rangos para las variables Confianza política, Valores sociales e Ideología política entre los sectores de la elite política neuquina





*p < .05
**p < .01
***p < .001

 

En cuanto a la Confianza institucional, es decir la valoración sobre los actores sociales y políticos, los grupos de la EPN solo mostraron diferencias significativas con respecto a la competencia ética y técnica de los sindicatos (H = 24.41; F = 5.94, p < .001) y organizaciones de DDHH (H = 15.48; F = 4.16, p < .001). En el caso del nivel de confianza hacia los sindicatos, a partir de los contrastes de Bonferroni, se encontró que el grupo de sindicalistas que tiene el mayor nivel de confianza hacia su propio grupo, difiere significativamente de los integrantes del Poder Judicial (p < .001) y del Poder Legislativo (p < .05), que son los miembros de la elite que menor nivel de confianza tiene hacia este actor político. Con respecto a las organizaciones de DDHH, los resultados de los contrastes se presentan en igual sentido. Es decir, los miembros del grupo de sindicalistas tienen una mayor confianza hacia este tipo de organizaciones que los integrantes de los poderes judicial y legislativo y representantes religiosos (p < .05), que de acuerdo alos valores de sus medias son quienes menos confían en las instituciones que promueven la defensa de los DDHH.
La percepción del clima socioemocional negativo mostró diferencias estadísticamente significativas entre los sectores de la EPN. Específicamente, los contrastes de Bonferroni permitieron determinar que los miembros del Poder Ejecutivo que tienen la media más baja de percepción de clima negativo, difieren significativamente de los miembros de los grupos del Poder Legislativo (p < .05), universitarios y religiosos (p < .001) que poseen la mayor percepción de malestar político, caracterizado por el miedo, la preocupación, el enojo y la hostilidad. En tanto, las
diferencias estadísticamente significativas entorno a la percepción de clima socioemocional positivo se dieron en sentido inverso al negativo. Concretamente, los integrantes del Poder Ejecutivo que tienen un mayor nivel de valoración positiva hacia la percepción del clima y se diferencian significativamente en los contrastes, de los miembros del Poder Judicial, los universitarios y los representantes religiosos (p < .05), que consideran que el clima político no se caracteriza por la percepción de alegría, confianza, tranquilidad para hablar, esperanza y confianza en las instituciones.
Por otra parte, los Valores sociales evidenciaron diferencias estadísticamente significativas en todos sus dimensiones para el análisis paramétrico, no obstante los resultados del análisis no paramétrico muestran que dosde ellas no resultaron significativas (experimentación y existencia). A los fines de ser cautelosos con la interpretación de los datos, dadas las limitaciones comentadas por el tamaño de los grupos, se consideran los resultados donde ambos análisis resultaron ser significativos. En función de ello, las dimensiones de los valores que evidenciaron diferencias significativas entre los sectores de la EPN fueron la interaccional (H = 13.34, p < .05, F = 4.02, p < .001), realización (H = 11.52, p < .05, F = 3.13, p < .001), suprapersonal (H = 12.74, F = 2.69, p < .05) y normativa (H = 11.45, p < .05 , F = 3.29, p < .01). Específicamente, en cuanto a la dimensión interaccional (afectividad, apoyo social y pertenencia) son los representantes religiosos los que difieren significativamente del resto de los miembros de la elite, a excepción de los integrantes del Poder Ejecutivo. Los contrastes indican que para los representantes de la iglesia sentir que uno no está solo en el mundo, tener a alguien con quien compartir logros y fracasos y formar
parte de algún grupo tiene mayor importancia que para el resto: Poder Judicial, Poder Legislativo, representantes universitarios (p < .05) y representantes sindicales (p < .001). Estos últimos son los que menos importancia le dan a estos valores. Para la dimensión Normativa, que agrupa los valores de tradición, religiosidad y obediencia, los resultados van en la misma línea, son los representantes religiosos los que más importancia le asignan a esta dimensión y se diferencian significativamente de los representantes universitarios, del Poder Ejecutivo (p < .05), del Poder Judicial (p < .001) y de los sindicales (p < .05), que también son los que le restan importancia a estos valores. En la dimensión Realización, los resultados hallados en función de los contrastes van también en la misma línea, solo que en sentido inverso ya que son los representantes religiosos los que menos importancia asignan a estos valores (el éxito, el prestigio y el poder). En contraposición, son los integrantes de los tres poderes del Estado los que más importancia atribuyen a este conjunto de valores sociales (poderes ejecutivo, legislativo y judicial, p < .05). Finalmente, en la dimensión Suprapersonal, que agrupa los valores de conocimiento, madurez y belleza, son los representantes del Poder Judicial los que más importancia le asignan a estos valores y se diferencian significativamente de los representantes del Poder Legislativo y de los religiosos (p < .05).
En el caso de Ideología política, el progresismo multiculturalista (H = 22.19, F = 5.34, p < .001) y el garantista (H = 32.17, F = 9.87, p < .001), así como la vertiente sexual religiosa del conservadurismo (H = 16.91, F = 13.52, p < .001), también evidenciaron diferencias significativas entre los sectores de la elite. Con respecto al progresismo multiculturalista, las diferencias se mostraron entre los representantes universitarios que poseen una mayor presencia de este tipo de ideología y los miembros de los poderes legislativo, ejecutivo (p < .05) y judicial (p < .001), que tendrían menor nivel de acuerdo con la injerencia estatal en torno a tópicos medio ambientales, de diversidad cultural y comunicacional, así como de consumo responsable de marihuana. En el mismo sentido se dan los resultados para el progresismo garantista, que mostró diferencias significativas de los representantes universitarios con los miembros del Poder Legislativo (p < .05) y del Poder Judicial (p < .001). En los miembros de estos dos po
deres se notaría una menor presencia de este atributo ideológico que conjuga tópicos entorno a la equidad en la justicia, el acceso alos servicios públicos esenciales y garantías para la acción política de protesta. Por último, los resultados de los contrastes de Bonferroni sobre la dimensión ideológica de conservadurismo sexual religioso mostraron diferencias significativas entre los representantes de la iglesia con los representantes de todos los grupos de la EPN, con un nivel de significación de p < .001. Los representantes religiosos tienen un mayor nivel de acuerdo con este posicionamiento ideológico.
Los resultados obtenidos para la autoubicación ideológica entre los sectores de la EPN, si bien muestran con sus valores medios que los representantes religiosos, los del Poder Ejecutivo y los del judicial se posicionan más hacia la derecha, los miembros del poder legislativo hacia el centro - derecha, los universitarios en el centro y los miembros del sector sindical hacia la centro - izquierda, estas diferencias no resultaron ser estadísticamente significativas en los análisis no paramétricos.

Discusión

En conjunto los resultados obtenidos con esta investigación permiten una aproximación a la comprensión de las matrices de ideas y representaciones preexistentes en los miembros de las elites y que adquieren relevancia en función del rol político que cumplen estos actores sociales, integrantes de grupos de poder, en tanto median entre los intereses sociales y políticos y las demandas de la ciudadanía.
Desde la perspectiva del análisis estructural de la elite que proponen Alcantará Sáez y Llamazares Valduvieco (1997), estos resultados indican que el nivel educativo y la edad de los miembros de estos grupos se corresponderían con las características atribuidas a nivel latinoamericano. Se trata de adultos relativamente jóvenes con estudios universitarios o terciarios (García Martín, 2009; Rivaset al., 2010) y que, tal como lo expresan al
gunos trabajos, en la mayoría de los sectores ello indicaría situaciones de privilegio social y económico (Rivas et al., 2010).
Por otra parte, si bien el estudio tuvo un carácter exploratorio, al considerar planteos más vinculados a la Psicología Social que han abordado el estudio de los valores, la ideología y las actitudes políticas como modelos mentales que proveen una interpretación del medio (Caprara & Zimbardo, 2004; Feldman, 2003; Feldman & Steenbergen, 2001; Keele & Wolak, 2008; Kilburn, 2009; Zaller, 1992), los resultados obtenidos permitieron hallar diferencias sobre las orientaciones de las elites de poder político.
En cuanto a la confianza institucional, dimensión de la Confianza política, se encontró que solo dos sectores sociales y políticos mostraron diferencias significativas en torno a cómo son valorados en términos de ética y competencia. Sólo los representantes sindicales consideraron que las organizaciones de DDHH y su propio sector eran merecedores de confianza. Este hallazgo es coincidente con estudios realizados años anteriores como el de Brenes (2009) y Cabezas (2009), donde los miembros de la elite tienden a valorar positivamente a su propio grupo y donde los integrantes del Poder Legislativo tienen menos confianza en los sindicatos (Cabezas, 2009). Cabe destacar que en el contexto de recolección de datos, circulaban rumores de corrupción vinculados al gran poder económico sindical del petróleo en la región, aspecto ético de la confianza institucional que puede haber impactado en las representaciones de los participantes del estudio.
Con respecto al segundo aspecto de la Confianza política, la percepción de clima socioemocional, los resultados mostraron que en la dimensión negativa son los integrantes de la EPN legislativa, universitaria y religiosa, los que tienen una mayor percepción de malestar y que se opone a la visión de los representantes del Poder Ejecutivo del gobierno provincial. Las emociones negativas percibidas han sido vinculadas con la insatisfacción (Zubieta et al., 2008), en este caso por sectores de la elite que de acuerdo a su función no comprometen una responsabilidad directa so
bre los objetos sociales generadores de insatisfacción, tales como los representantes del Poder Ejecutivo. Estos tienen la función de tomar decisiones gubernamentales y pueden ser considerados como responsables directos de las problemáticas y tensiones sociales existentes. Tal como lo señalan algunos autores, la confianza institucional en Argentina se encuentra relacionada con la percepción de la situación socioeconómica (Lodola, 2013; Techio et al., 2011; Zubieta et al., 2008) y con el apoyo hacia instancias ejecutivas del gobierno (Lodola, 2013). En correspondencia con este hallazgo, la percepción de clima positivo se da de manera inversa.
En cuanto a los valores sociales y la ideología política que caracterizan a la EPN, los resultados más destacados se refieren a que son los representantes religiosos los que más difieren del resto de los grupos en cuanto a valores. Particularmente, consideran importantes los valores normativos y los correspondientes a la dimensión interaccional. Asimismo, los miembros de los tres poderes del Estado son los que más importancia atribuyen a los valores de logro - realización. Estos resultados son coincidentes con los resultados de los estudios de Miranda (2011) y de Brussino y colaboradores (2013), que encontraron que los valores normativos y de realización son reportados como característicos de las personas de derecha o conservadoras, y donde la dimensión interaccional se encontró relacionada positivamente con el conservadurismo sexual y religioso, al igual que en nuestro trabajo. Los representantes de la iglesia presentan un mayor nivel de acuerdo con los tópicos referidos a la dimensión de conservadurismo sexual y religioso; y aunque no fue significativo son los únicos que claramente se autoposicionan en la derecha del continuo ideológico. Asimismo, los miem
bros de los tres poderes del Estado son los que tienen menor nivel de acuerdo con los tópicos del progresismo garantista y multiculatuarlista, diferenciándose significativamente de los representantes universitarios que es el grupo más progresista de la EPN. A su vez, los miembros de los tres poderes del Estado se ubicaron en el centro - derecha del continuo ideológico. Sobre este último punto cabe señalar que si bien la medición del autoposicionamiento ideológico ha demostrado ser adecuada en el estudio de las elites políticas en Argentina (Zechmeister, 2006), los resultados aportados por este estudio no resultaron significativos.
Hasta aquí, los resultados del estudio ponen de manifiesto la relevancia de estos enfoques en la medida en que permiten superar la limitación de los trabajos de cultura política nacional, focalizados principalmente en el distrito Capital. Asimismo, si bien se trata de un estudio de carácter exploratorio, permite la comprensión de estos grupos de poder en cuanto a las orientaciones ideológicas y actitudinales que prioriza cada sector en el proceso de influencia social.
No obstante, es preciso señalar algunas limitaciones del estudio. Por un lado, se da cuenta del pequeño tamaño de la muestra, que suele estar condicionado por la dificultad de acceder a la población en estudio dado los espacios de poder que ocupan los participantes. En este sentido, teniendo en consideración esta limitación, las conclusiones deben ser tomadas con el cuidado y la reserva que requiere toda interpretación de datos, con efectos interpersonales y sociales que obligan a continuar los estudios en esta línea.
Por otra parte, en futuras investigaciones sería necesario considerar en el estudio de las elites, la temporalidad de los cargos y posiciones que ocupan los participantes de cada sector, así como la autonomía que detentan los procesos selectivos mediante los cuales han accedido a tales lugares. De acuerdo a algunos autores, este conjunto de variables podría influir en las diferencias de distribución de poder hacia el interior de cada sector político (Cao et al., 2011). Por último, los resultados encontrados también permiten iniciar un cuestionamiento hacia la idea de una 'cultura de la elite política' diferenciada de la sociedad, en la medida en que características similares han sido encontradas también en estudios con la ciudadanía en general (Brussino et al., 2013). En este sentido, la valoración hacia los grupos de la elite, se transforma en una perspectiva de interés para investigaciones futuras que aborden las percepciones de legitimidad entre los diversos sectores que la componen.

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CIPSI, Grupo Vinculado al Centro de Investigaciones sobre Cultura y Sociedad (CIECS [CONICET y UNC])
Córdoba - República Argentina

Fecha de recepción: 10 de septiembre de 2014
Fecha de aceptación: 10 de junio de 2015

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