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Interdisciplinaria

versión On-line ISSN 1668-7027

Interdisciplinaria vol.34 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2017

 

ARTÍCULOS

Contribuciones de la Psicología al abordaje de la dimensión humana del cambio climático en Chile (Primera parte)*

Psychology's contributions to address the human dimensions of climate chamge in Chile (First part)

 

Rodolfo Sapiains Arrué** y Ana María Ugarte Caviedes***

*Trabajo financiado por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT) como parte del Programa de Atracción e Inserción de Capital Humano Avanzado y realizado en el marco del Proyecto Integrando el Conocimiento Psicológico y el Estudio de las Dinámicas Sociales en el Abordaje del Cambio Climático en Chile, también financiado por el Concurso Nacional de Apoyo al Retorno de Investigadores/as desde el Extranjero-Convocatoria 2014 (folio proyecto: 82140012) y patrocinado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y por el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR) 2.
**Doctor en Factores Psicológicos en la Gestión Ambiental y Magíster en Psicología Comunitaria. Profesor Asistente en el Departamento de Psicología de la Universidad de Chile (Valparaíso, Chile). Miembro del Area Dimensión Humana del Cambio Climático del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR) 2. E-Mail: Rodolfo.sapiains@gmail.com
***Magíster en Ciencias Sociales, Mención Sociología y Psicóloga Social-Comunitaria. Profesora en la Escuela de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y Económicas, Universidad Católica Silva Henríquez. Santiago, Chile. E-Mail: amuc@u.uchile.cl
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Santiago, Chile.


Resumen

Múltiples estudios señalan que para abordar integralmente la problemática del cambio climático es fundamental incorporar factores psicológicos y sociales en el diseño, implementación y evaluación de estrategias de mitigación y adaptación. Estos factores resultan claves para incrementar la importancia del cambio climático en la agenda pública, favorecer un mayor involucramiento ciudadano y fortalecer la resiliencia individual, social e institucional, así como el im pacto de las políticas. No obstante, en Chile el estudio de los aspectos psicológicos del cambio climático es muy limitado.
Por su extensión este trabajo se presenta en dos partes. En esta primera parte se presenta una revisión bibliográfica que explora los principales ámbitos del cambio climático en los que la Psicología puede contribuir para comprender las complejidades del problema. Esto se organiza en cuatro grandes ejes: (1) la comunicación del cambio climático, (2) el estudio de creencias, actitudes, valores y conductas relacionadas con el problema, (3) la identificación de facilitadores y barreras psicológicas para la implementación de prácticas de mitigación y adaptación y (4) los impactos del cambio climático en la salud mental. Estos ejes constituyen un marco de referencia para el posterior desarrollo de ámbitos de acción que se apliquen específicamente al contexto chileno.

Palabras clave: Cambio climático; Psicología,Chile; Conductas pro-ambientales; Adaptación.

Abstract

Multiple studies show that the integration of social and psychological factors in the design, implementation and evaluation of mitigation and adaptation strategies is paramount to address the complexities of climate change. Such factors influence both the perception of the problem and the responses to it in every social system. Considering a multi-level approach encompassing institutional, communitarian and personal dimensions, the inclusion of these psychological aspects can help to increase the importance of climate change in society, favor a deeper community engagement, improving public policies, and strengthen individual, social and institutional resilience. Although Chile is one of the most vulnerable countries in the world regarding climate change impacts, presenting seven out of nine vulnerability criteria, the study of the social and psychological dimensions of climate change in our country is limited and its importance for policy-making generally unknown. In such a context we organized a literature review aimed at exploring how Psychology can contribute to address the human dimensions of climate change in Chile considering a wide range of topics. To do this a reasonable high number of specialized databases and scientific journals were used. As a result of this work we expect to encourage scholars from diverse disciplines, not only psychologist, to dig deeper on these issues in the Chile an and Latin American context to fill this gap in the knowledge. The literature review showed that most research has been conducted in developed countries such as United States, Australia, and United Kingdom. This is expected considering the high levels of political polarization about climate change in those countries, either regarding the causes of the problem, the actions needed to address it, or even if it is happening or not. Contrariwise, we only found a reduced number of articles addressing specifically the psychological aspects of climate change in both Latin America and Chile. Interestingly, mainly scholars from other disciplines generally related to environmental management, planning, Sociology and other social sciences, rather than psychologists, have conducted those studies in the region, most of them focused on issues such as social vulnerability, inequalities, poverty alleviation, political participation and agriculture in rural and indigenous communities in the context of droughts or water management related issues. Results of this review are presented in two parts covering five main topics reflecting the most relevant issues identified in the interaction between psychological factors and climate change in the literature. Part one presents a short introduction on climate change impacts in Chile and the high level of vulnerability of our country given by geographic, environmental and social factors. Then we explain the link between Psychology and environmental problems in general, describing the main issues covered by two specialized sub disciplines called Environmental Psychology and Conservation Psychology. After that we present four sections summarizing the main findings of the literature review. These include the complexities of climate change communication; beliefs, values, attitudes and behaviors; psychological drivers and barriers for climate change action; and the emergent study of the impacts of climate change and mental health. This sets the basis for a framework to organize and encourage research in this area and to integrate this knowledge in policy-making in the Chilean context. Overall, this review suggests that psychology’s contributions to address climate change challenges will improve our understanding of the complex relationship between people and nature in general and society and climate change in particular. However, to have a significant impact in policy-making, psychological studies need to be part of wider multidisciplinary teams and work at multiple levels, specially close to communities and public institutions avoiding an excessive experimentalism and academicism preventing isolation from society.

Key words: Climate change; Psychology; Chile;Pro-environmental behaviors; Adaptation.


Introducción

De acuerdo al Ministerio del Medio Ambiente, Chile cumple con siete de los nueve criterios establecidos para ser considerado un país vulnerable a los efectos del cambio climático: tiene áreas de borde costero de baja altura, zonas áridas y semiáridas, zonas con cobertura forestal y zonas expuestas al deterioro forestal. Es un país propenso a desastres naturales, también a la sequía y la desertificación. Presenta zonas urbanas con contaminación atmosférica y zonas de ecosistemas frágiles, incluidos los sistemas montañosos (Oficina de Cambio Climático, 2014). Las proyecciones consideran un aumento de temperatura en todo el territorio nacional, con un gradiente de mayor a menor, de norte a sur y de la Cordillera de los Andes al Océano Pacífico. Se espera que el mayor calentamiento se verifique en la zona norte grande y en altura, sobre la Cordillera de los Andes. Para el período cercano, entre los años 2011 y 2030, se proyectan disminuciones de precipitación entre 5% y 15%, para las latitudes 27°S a 45°S, esto es, entre la cuenca del Río Copiapó y la cuenca del Río Aysén. También se prevé un aumento en la probabilidad de eventos de sequía e intensificación de eventos intensos de lluvias, especialmente a partir de la segunda mitad del Siglo XXI. Es muy probable que la duración, frecuencia y / o la intensidad de los períodos cálidos o las olas de calor aumenten en casi todas las zonas continentales (Magrin et al., 2014; Oficina de Cambio Climático, 2014).
Para enfrentar estos escenarios a nivel global y local el IPCC (2014) ha enfatizado que el abordaje del cambio climático implica no solo la reducción de gases de efecto invernadero a nivel de las grandes industrias y países contaminantes, sino que también requiere cambios significativos en múltiples aspectos de la vida cotidiana, como el uso de energía, el manejo del agua, o la producción y el consumo de alimentos. En este contexto, la implementación de adecuadas estrategias de adaptación y mitigación excede las ciencias biofísicas y demanda cambios políticos, institucionales, sociales, culturales y finalmente conductuales, ante los cuales las ciencias sociales y la Psicología pueden jugar un papel fundamental; particularmente esta última, dada su alto potencial en ámbitos relacionados con intervenciones grupales e individuales orientadas al cambio de actitudes y conductas (Landini, 2012).
En Chile, desde los años 90 diferentes gobiernos han desarrollado planes nacionales y sectoriales para enfrentar los nuevos escenarios climáticos. Sin embargo, la consideración e integración de la dimensión humana del problema ha sido muy limitada. Asuntos claves como la influencia de los sistemas de valores y creencias en la percepción y respuestas al cambio climático, la desigual distribución de vulnerabilidades y exposición a condiciones climáticas cambiantes o extremas, impactos en la salud mental, la integración del conocimiento local y científico, las posibilidades reales de participación en sistemas de gobierno ambiental, entre muchos otros aspectos no han ocupado un lugar importante en la política del cambio climático o no han sido abordados en profundidad.
Por otra parte, más allá de que en Chile exista un consenso con respecto a las causas del cambio climático, su importancia y la magnitud de los impactos proyectados (Ministerio del Medio Ambiente, 2015), las temáticas ambientales en general y el cambio climático en particular, siguen siendo percibidos como temas secundarios con respecto a otros problemas sociales (CEP, 2015). Por ejemplo, en la zona centro-sur, particularmente en la región del Bío Bío se percibe que el cambio climático tiene un innegable carácter antrópico y se asocia con una mayor frecuencia de eventos climáticos catastróficos. No obstante, y a pesar de una alta percepción de vulnerabilidad, este tema ocupa una posición solo intermedia entre las preocupaciones ambientales de la población (Infante, A. L. & Infante, F. C., 2013; Rojas, 2012; Rojas & Parra, 2010).
En este contexto, el estudio de la dimensión humana del cambio climático y en particular de los aspectos psicológicos es muy relevante tanto para incrementar la importancia del problema en la agenda pública, como para favorecer un mayor involucramiento de la ciudadanía y finalmente fortalecer tanto la resiliencia individual, social e institucional como el impacto de las políticas de cambio climático.
Considerando que en Chile la investigación científica en esta área es muy limitada, el objetivo de este estudio fue explorar los principales ámbitos del cambio climático en los que la Psicología puede contribuir para comprender las complejidades del problema en el contexto chileno y de ese modo favorecer el desarrollo de estrategias, políticas y
planes más efectivos. Con este fin, se presenta una revisión bibliográfica sobre investigaciones relacionadas con la Psicología y cambio climático y se revisan estudios de caso desarrollados en Chile y en Latinoamérica que relevan los aspectos sociales del problema.
Para la búsqueda se utilizaron las siguientes bases de datos: APA Psyc Net, Scopus, Proquest, Web of Science, Jstor, EBSCO, Wiley, Scielo y Springer. Para la revisión en Chile y Latinoamérica se utilizaron como palabras clave: Climate change and Chile and Psychology*; Global warming and Chile and Psychology*; Climatic change and Chile; Cambio climático y Chile; Calentamiento Global y Chile; Climate change and Latinamerica and psycholo*; Global warming and latinamerica and psycholo*; Climate change and latinamerica and psycholo*, Cambio climático y Latinoamérica y Psicología; Cambio climático y Latinoamérica.
Los resultados fueron organizados en cinco secciones, las cuales se desarrollan luego de una breve contextualización de la relación entre Psicología y problemas ambientales. Se comienza con las complejidades de la comunicación del cambio climático, luego creencias, valores, actitudes y conductas frente al cambio climático, facilitadores y barreras psicológicas, cambio climático y salud mental, y se identifican los ámbitos de acción más relevantes o propios del contexto latinoamericano. Posteriormente se revisan los actuales planes de acción ante el cambio climático en Chile y estudios de caso realizados en el país, identificando los aspectos sociales y psicológicos en cada uno de ellos. Finalmente se proponen las líneas de investigación y áreas temáticas desde las cuales la Psicología puede contribuir a enfrentar las complejidades del cambio climático en el contexto nacional.

La relación entre la Psicología y los problemas ambientales

Para muchos autores la sobrepoblación,el sobreconsumo y el uso de tecnologías contaminantes constituyen las principales causas de los problemas ambientales en el mundo moderno. Se trata de fenómenos socio-ambientales que tensionan la relación entre el ser humano y la naturaleza y que reflejan complejidades culturales, valóricas e ideológicas que se expresan en decisiones y conductas que pueden dañar significativamente el medio ambiente y a otros seres humanos (Ehrlich, P.R. & Ehrlich, A.H., 2008; Gaston, 2005; Oskamp, 2000; Palumbi, 2001; Penn, 2003). Problemas como la contaminación del aire, del agua o de la tierra, las amenazas para la biodiversidad y el cambio climático reflejan las consecuencias de una compleja, interdependiente y generalmente poco sustentable relación entre las personas y su medio ambiente.
La Psicología Ambiental, disciplina especializada en el estudio de estas temáticas, ha abordado estas problemáticas en al menos dos sentidos: el estudio de los impactos del ambiente natural (aunque también físico y socio-cultural) sobre las personas (e.g., salud mental, productividad, aprendizaje, relaciones sociales) y el estudio de los impactos de las personas sobre el medio ambiente (Bell, Greene, Fisher & Baum, 2001; Cassidy, 1997; Gifford, 1987). El interés por promover una relación más sustentable con la naturaleza se ha traducido en una creciente productividad académica en esta área (Vleck & Steg, 2007) y en el desarrollo de una subdisciplina aún más especializada, conocida como Psicología de la Conservación (Conservation Psychology) cuyos principales objetivos son entender por qué las personas se comportan de tal forma que ayudan o dañan el medio ambiente y cómo promover una conducta más responsable con la naturaleza (Clayton & Myers, 2009; Saunders, 2003).
El estudio de los aspectos psicológicos del cambio climático que se presenta a continuación puede situarse en el marco de la Psicología Ambiental o la Psicología de la Conservación (Conservation Psychology) aunque también puede ser en otras áreas como la Psicología Social, Educacional o en estudios sobre salud mental, comunicación y sobre la percepción del riesgo.

Las complejidades de la comunicación del cambio climático

El creciente interés por los factores psicológicos asociados al cambio climático se puede explicar por la continua polarización existente en países desarrollados con respecto a las causas del fenómeno (i.e., proceso natural versus producido por actividades humanas), si está ocurriendo o no, o sobre la magnitud de las consecuencias esperadas (e.g., Leiserowitz et al., 2014; Leviston, Price, Malkin & McCrea, 2014; McCright, Dunlap & Marquart-Pyatt, 2015). Esto a su vez se ha traducido en serias dificultades para alcanzar acuerdos globales y dentro de cada país con respecto a cómo enfrentar el problema.
Una de las preguntas fundamentales abordada por la Psicología es por qué el consenso dentro de la comunidad científica (Cook et al., 2013) con respecto al cambio climático no se ha traducido en acuerdos dentro de ciertos países desarrollados (e.g., Estados Unidos, Australia) a pesar de los esfuerzos por comunicar la evidencia científica sobre las causas principalmente antropogénicas y la necesidad de desplegar respuestas efectivas y en el corto plazo.
En este contexto se han desarrollado numerosas investigaciones acerca de los factores que explican cómo las personas perciben el cambio climático y cómo responden a éste.Uno de los resultados más importantes es laevidencia de que la información científica esnecesaria pero no suficiente para incrementarel apoyo a las políticas sobre el cambio climático. El modelo de déficit según el cual las personas no cambian su actitud o conducta hacia un problema, básicamente se debe a que no tienen suficiente información o no entienden la que existe, esto ha guiado la comunicación del cambio climático desde la comunidad científica (Bain, Hornsey, Bongiorno & Jeffries, 2012). Los intentos por comunicar ideas y / o problemas complejos utilizando un lenguaje menos técnico y más cercano a la gente no han generado los resultados esperados. El modelo de cognición cultural (cultural cognition) (e.g., Kahan, Jenkins-Smith & Bramanc, 2011; Norgaard, 2006; Whitmarsh,
2011) ha demostrado cómo las personas filtran información que resulta conflictiva con su sistema de creencias y valores. Esto implica que en temáticas controvertidas o con respecto a respuestas que demanden cambios significativos en los estilos de vida, la calidad de la información tiene un valor secundario o nulo si esta representa una amenaza para la forma de relacionarse las personas con el mundo (Hart & Nisbet, 2012). En el caso del cambio climático, las acciones generalmente demandadas desde la comunidad científica tienden a poner en entredicho aspectos centrales de las sociedades modernas como el libre mercado y el consumismo, lo cual explicaría las resistencias para aceptar no solo las causas del problema, sino también su existencia en los grupos que más defienden el modelo económico dominante. Esto es aún más relevante considerando que algunos estudios sugieren que tratar de convencer a quienes mantienen una posición opuesta sobre un problema entregándoles más evidencia científica puede incluso incrementar el rechazo hacia el problema y la polarización, aun entre quienes tienen altos niveles de educación (e.g., Corner, Whitmarsh & Xenias, 2012; Hart & Nisbet, 2012; Kahan et al., 2012).
Para enfrentar estas dificultades la literatura revisada sugiere al menos tres ámbitos de acción. Por una parte, la segmentación de audiencia que se basa en la identificación de distintos grupos dentro de la sociedad a partir del análisis de factores psicológicos y sociales asociados a distintas posiciones frente al cambio climático, lo cual es utilizado no solo para entender las diferencias, sino también para desarrollar estrategias adaptadas a dichos grupos o considerando elementos transversales a la sociedad (e.g, Hine, Reser, Morrison et al., 2014; Hine, Reser, Phillips et al., 2013; Maibach, Leiserowitz, Roser-Renouf & Mertz, 2011; Sherley, Morrison, Duncan & Parton, 2014).
Otro ámbito de acción y relacionado con lo anterior son los estudios sobre encuadre (framing) en los que se trata de activar aquellos elementos considerados como más relevantes con el fin de motivar cambios actitu
dinales o conductuales que favorezcan respuestas más efectivas al cambio climático (e.g., Bain et al., 2012; Gifford & Comeau, 2011; Howell, Capstick & Whitmarsh, 2016; Sapiains, Beeton & Walker, 2016). Finalmente estudios cualitativos en la línea de las narrativas (e.g., Daniels & Endfield, 2009; Drury, Homewood & Randall, 2010; Moser, 2010) y de las representaciones sociales del cambio climático (e.g., Alvear-Nárvaez, Ceballos-Sarria & Urbano-Bolaños, 2015; Correa, 2015; González Gaudiano, 2012; Meira-Cartea, 2013; Meira-Cartea & Arto-Blanco, 2014) han sido propuestos para entender las complejidades psicológicas y sociales del problema, el componente subjetivo de la percepción del riesgo y las múltiples barreras psicológicas que limitan el impacto del saber científico en la sociedad.

Creencias, valores, actitudes y conductas frente al cambio climático

Los estudios revisados muestran que tanto en la percepción del cambio climático como en las respuestas que se implementan (y en las que no se practican), los sistemas de creencias y valores juegan un rol fundamental. Esto se asocia con modelos ampliamente utilizados en la Psicología para entender cómo las conductas pro-ambientales se desarrollan (o no) y responder a preguntas fundamentales como la inconsistencia entre preocupación por el medio ambiente y estilos de vida no sustentables. Muchos de estos modelos están basados en la teoría de la acción planificada desarrollada por Ajzen (1991). Esta teoría establece que las conductas son el resultado principalmente de la intención de ejecutar una acción, la cual está determinada por tres factores: actitudes (evaluación positiva o negativa que cada persona hace con respecto a la conducta en cuestión), normas subjetivas (adecuación de la conducta dentro de la sociedad y la presión social o expectativas para ejecutarla) y la percepción de control (posibilidades percibidas de ejecutar dicha conducta en función de experiencias previas y posibles barreras). El modelo supone que altos niveles en estas tres variables incrementan la posibilidad de ejecutar dicha conducta. Por ejemplo, una actitud favorable hacia el ahorro de agua, en un contexto donde dicha práctica se valora y donde la persona siente que lo puede hacer, incrementa las posibilidades de que la acción se implemente. A su vez estas tres variables son influenciadas por creencias con respecto a cada una de ellas.
Otro modelo ampliamente utilizado es el desarrollado por Schwartz (1977), el cual propone que las normas sociales altruistas se traducen en conductas dependiendo de dos variables: (1) la conciencia con respecto a las consecuencias de la conducta y (2) la percepción de responsabilidad sobre el bienestar de los otros. En el contexto ambiental esto implica que, por ejemplo cuando las personas perciben que su producción personal de basura es excesiva y está afectando la calidad de vida de otras personas y al mismo tiempo sienten que es su responsabilidad hacer algo para que esas personas vivan en mejores condiciones, su conducta podría ser modificada.
Un tercer ejemplo es la teoría desarrollada por Stern, Dietz, Abel, Guagnano y Kalof (1999) quienes trabajaron sobre las ideas de Schwartz y Ajzen. En este modelo se plantea la importancia inicial de diferentes tipos de valores (i.e., biocéntricos, altruistas y egoístas), diferentes tipos de creencias con respecto al NEP1, las consecuencias adversas sobre objetos o personas valoradas, la creencia con respecto a la capacidad de hacer algo y finalmente, un sentido de obligación, todo lo cual explicaría el desarrollo de cuatro tipos de conductas pro-ambientales (i.e., activismo
ambiental, ciudadanía ambiental, apoyo a políticas ambientales y conductas pro-ambientales en la vida privada).
Estas teorías han sido utilizadas ampliamente para abordar problemas claves de la dimensión humana con respecto al cambio climático: por ejemplo para entender la asimetría entre las intenciones de las acciones pro-ambientales y su bajo impacto real (Whitmarsh, 2009), para explorar el rol de valores no ambientales (i.e., altruistas) en la adopción de estilos de vida más sustentables (Howell, 2013), o en el estudio de factores que incrementan la disposición para apoyar estrategias para el cambio climático en general (Dietz, Dan & Shwom, 2007; Nilsson, von Borgstede & Biel, 2004). Es decir, se trata de modelos y conceptos que pueden contribuir significativamente a mejorar el entendimiento de la compleja relación que las personas establecen con el problema incluyendo cómo lo perciben y el tipo de respuestas que implementan.

Facilitadores y barreras psicológicas

Diversos estudios han posibilitado la identificación de facilitadores y barreras psicológicas para implementar estrategias de mitigación y adaptación. Por ejemplo, se ha mostrado que el apego al territorio puede tener un impacto positivo en el compromiso con el cambio climático (Devine-Wright, Price & Leviston, 2015; Scannell & Gifford, 2013); por el contrario, la comunicación de escenarios catastróficos por sí sola tiende a reforzar una percepción de impotencia sobre el problema y a activar valores egoístas (Aitken, Chapman & McClure, 2011), por otra parte, en muchos casos las personas simplemente no quieren saber acerca del problema, exhibiendo procesos de negación de la evidencia científica (Norgaard, 2006; Stoll-Kleemann, O’Riordan & Jaeger, 2001).
Otros estudios han mostrado el impacto negativo de la percepción de incertidumbre sobre el consenso científico o sobre los efectos del cambio climático en la aceptación del problema y / o en la implementación de respuestas (e.g., Corner et al., 2012; Ding, Mai
bach, Zhao, Roser-Renouf & Leiserowitz, 2011; Whitmarsh, 2011). Se ha mostrado cómo muchos grupos auto-identificados como ambientalistas no presentan patrones de consumo necesariamente más eficientes que otros (e.g, Newton & Meyer, 2013; Tobler, Visschers & Siegrist, 2012), y se han estudiado los aspectos políticos y comunitarios que favorecen o desmotivan la acción asociados al fenómeno de los free-riders y la tragedia de los comunes2(Quiemby & Angelique, 2011).
Gifford (2011) organizó las barreras psicológicas en siete grandes categorías: limitaciones cognitivas, ideologías, comparación con otros, costos hundidos, incredulidad, percepción del riesgo y limitaciones conductuales.
Lorenzoni, Nicholson-Coleb y Whitmarsh (2007) identificaron barreras individuales y sociales, las cuales pueden ser también conscientes o inconscientes. Entre otras, estas incluyen las resistencias para cambiar estilos de vida, la prevalencia de lo económico, la poca valoración de los sacrificios o cambios personales comparados con la responsabilidad de gobiernos e industrias, etc. (ver Cuadro 1).

 

Cuadro 1. Barreras psicológicas para el desarrollo de estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático

*La información presentada en este cuadro se basa en los trabajos de Gifford (2011), Lorenzoni, Nicholson-Coleb y Whitmarsh (2007)y otros estudios citados.

 

Cambio climático y salud mental

Finalmente, existe una creciente investigación sobre los impactos negativos del cambio climático en la salud mental. Berry, Bowen y Kjellstrom (2010) identificaron im pactos directos asociados a fenómenos climáticos tales como cambios dramáticos en la temperatura, olas de calor extremo, inundaciones, sequías prolongadas, ciclones. Entre estos impactos se destacan altos niveles de ansiedad, estrés, mayores niveles de agresividad, baja productividad y mayor riesgo de accidentes, todo lo cual se incrementa cuando las personas presentan problemas de salud mental previos. Por otra parte, se identifican efectos indirectos asociados a cambios en el sistema socioeconómico (e.g., baja productividad agrícola), deterioro del entorno natural, problemas de salud física y a los cambios asociados a la implementación de medidas de mitigación (e.g., mayores tiempos de transporte) y adaptación (e.g., trabajar de noche para evitar olas de calor). Doherty y Clayton (2011) identifican también impactos negativos asociados a la exposición de los efectos del cambio climático a través de los medios de comunicación y la inmediatez de las nuevas tecnologías, incluyendo ansiedad, duelo, culpa, desesperanza, negación, o apatía. Al mismo tiempo, también se mencionan impactos sociales y comunitarios, incluyendo mayor violencia por el incremento de las temperaturas; conflictos y problemas entre grupos por competencia sobre recursos naturales (e.g., agua), duelo, ansiedad y sentido de pérdida de identidad asociada a desplazamientos, incremento de tensiones sociales por desigualdades y restricciones de acceso a ecosistemas saludables. Adicionalmente, un estudio conducido por Jones, Wootton, Vaccaro y Menzies (2012) sugiere un impacto negativo del cambio climático en el desarrollo y / o agudización del trastorno obsesivo-compulsivo.
Estos estudios resaltan que estos efectos tendrán mayor impacto en comunidades cuyo sustento está más directamente relacionado con la naturaleza, como en el caso de los agricultores (Morrissey & Reser, 2007; Polain, Berry & Hoskin, 2011) y en comunidades in
dígenas que viven en situación de pobreza, con altos niveles de desempleo, alcoholismo, abuso de drogas y otros problemas sociales, especialmente cuando existen traumas y desventajas históricas y para los cuales el deterioro ambiental puede incrementar la sensación de pérdida de identidad o de su patrimonio cultural (Bourque & Cunsolo Willox, 2014).
Por otra parte, Petrasek, Cunsolo Willox, Forda, Shiwakc y Woodd (2015) han identificado factores protectores tales como poseer un fuerte sentido de pertenencia al territorio, una fuerte conexión con la naturaleza y con la cultura local, la mantención de prácticas tradicionales y tener buenas relaciones con familia y amigos. Al mismo tiempo, el cambio climático puede ofrecer oportunidades para desarrollar capital social, asociatividad y mejor capacidad adaptativa, por ejemplo cuando las comunidades participan activamente en el cuidado de su entorno y en el desarrollo del lugar donde viven, favoreciendo un mejor bienestar emocional y social (Berry, 2009; Berry, Butler et al., 2010).

Conclusiones

Las cuatro áreas de trabajo desarrolladas en esta revisión presentan un marco de referencia para entender las potenciales contribuciones de la Psicología para el abordaje de la dimensión humana del cambio climático en Chile.
En la segunda parte de este estudio se desarrollará la temática desde el contexto latinoamericano y se presentará una propuesta para la investigación desde esta perspectiva y sus diversas implicancias para el trabajo comunitario y en relación con las políticas públicas para el cambio climático.

Notas:

1 El NEP (New Ecological Paradigm) se refiere a la idea de que el surgimiento del movimiento ambientalista está asociado a la aceptación creciente de una visión del mundo más ecológica en la cual las personas tienen una mayor conciencia de las consecuencias de sus acciones sobre la naturaleza. Para mayores antecedentes sobre el concepto y la forma en que se mide se puede revisar Dunlap y Van Liere (1978).

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Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Santiago - Chile

Fecha de recepción: 6 de enero de 2016
Fecha de aceptación: 16 de enero de 2017

 

 

 

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