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Andes

versión On-line ISSN 1668-8090

Andes  n.16 Salta ene./dic. 2005

 

El sitio bajo del Coypar II: Las evidencias más tempranas (ca. 1000 ap) del proceso agropastoril en la puna meridional Argentina (Antofagasta de la sierra, Catamarca)

Silvina Vigliani*

*Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL).

Resumen
El sitio Bajo del Coypar II (BC II) es un conjunto de estructuras de pequeñas dimensiones ubicado sobre una saliente de la ladera de los cerros del Coypar, frente y alrededor del cual se distribuye una gran superficie de campos de cultivo prehispánicos, (Bajo del Coypar I) de aproximadamente 1000 ha. En un trabajo anterior se postuló que este amplio sistema de producción agrícola se originó hacia el final del proceso regional tardío (ca. 1300 AP) en asociación con el crecimiento del principal centro habitacional de la región, La Alumbrera (Olivera et.al, 1994) y que luego fue apropiado y ampliado por el Incario.
En el presente trabajo se plantean tres objetivos generales: conocer el tipo de actividades que se realizaban en el conjunto de estructuras de BC II, establecer la asociación que había entre este conjunto de estructuras y el sistema de producción agrícola e identificar posibles cambios en el uso del espacio a lo largo del tiempo.
En un principio se pensó que Bajo del Coypar II formaba parte de la ampliación del espacio productivo implementada por el Imperio Incaico. Las investigaciones llevadas a cabo en el mismo permitieron determinar que efectivamente hacia las etapas más tardías y en asociación con el Incario había una estrecha relación con el sector agrícola, evidenciado en una alta frecuencia de vasijas para el almacenaje y/o el procesamiento de sustancias secas. Sin embargo, también revelaron ocupaciones más tempranas vinculadas a grupos o unidades domésticas con un desarrollo creciente de las prácticas agrícolas. De este modo, la actividad agro-pastoril fue, en este sector de la Puna meridional, mucho más temprana de lo que pensábamos.

Palabras claves: Producción agrícola; Almacenaje y procesamiento; Unidades domésticas; Ocupación incaica.

Abstract
Bajo del Coypar II (BC II) is a collection of small structures placed at the Coypar Hill's side, in front of and surrounded by a great surface of pre - Hispanic farming fields of almost 1000 ha., (Bajo del Coypar I). In a previous paper it was proposed that this extensive agricultural production system began at the end of the late regional process (ca. 1300 BP) in association with the development of a main regional population center, La Alumbrera (Olivera et al. 1994), later taken and enlarged by the Incas.
This paper have three aims: to know the kind of activities carried out at the BC II site, to define the association between this site and the agricultural production system, and to identify possible changes in the use of spaces through time.  At the beginning, it was thought that Bajo del Coypar II was part of a farming land enlarged by the Inca Empire. The research work carried out in the site allowed us to determine that -during the Latest Periods and in relation with the Inca Period-  there actually was a close association with the agricultural activity, as it is evidenced by the large quantity of pottery for storing and/or processing dried substances. However, they also reveal the existence of earlier domestic groups or units with an increasing development of farming practices. Thus, the agricultural activity was, in this part of southern Puna, much earlier than what we first thought.

Key words: Farming production; Storage and processing; Household units; Inca settlement

Antecedentes generales del área

La mayor parte de la evidencia arqueológica conocida para las etapas más tardías del proceso regional ha sido documentada y publicada, por lo que no nos extenderemos en su descripción (ver al respecto Raffino y Cigliano, 1973; Olivera, 1989; 1991b; Olivera et.al 1994; Vigliani, 1999; Olivera y Vigliani, 2002). Simplemente mencionaremos algunos de los sitios arqueológicos característicos del proceso tardío - inca de la región. Entre éstos el conglomerado urbano de La Alumbrera, ubicado en el fondo de cuenca y con evidencias claras de las etapas más tardías del proceso regional Belén y de la presencia incaica. El sitio está asentado al pie del Volcán Antofagasta y a orillas de la laguna homónima y es el que más se destaca en la región por su tamaño y sus características constructivas. Un muro perimetral rodea casi la totalidad del asentamiento a excepción de las orillas de la laguna. Por las características del mismo, se ha propuesto que tenía fines defensivos (Olivera 1991). Las estructuras son de planta rectangular / cuadrangular, circulares e irregulares y se concentran especialmente en el sector central, en donde predominan los elementos de filiación incaica. Todo el asentamiento presenta un aspecto de aglomerado con vías de circulación internas. En su parte oriental hay un área de grandes recintos rectangulares e irregulares posiblemente utilizados como corrales.
Por su parte, siguiendo la ladera de los Cerros del Coypar y desde el pie de monte comienza una extensa área de campos agrícolas que se distribuyen en el terreno hasta cubrir gran parte de la terraza media aluvial, en una superficie de aproximadamente 830 ha, el cual se ha denominado Bajo del Coypar I. De acuerdo al material recolectado en superficie y a las características generales se asoció el sector al tardío regional -inmediatamente anterior a la presencia incaica- con una posterior ocupación imperial. La intervención imperial se hacía evidente en este sector a partir de la implementación de un complejo sistema de canales que corren a cota superior por la ladera, lo que permitía ampliar considerablemente el área de cultivo. A lo largo de esta ladera se detectaron tres conjuntos de estructuras sucesivos y ubicados a 1 Km aproximadamente cada uno. Por aparecer espacialmente asociados al sector agrícola y al canal que corría por la ladera se los denominó Bajo del Coypar II, III, y IV (Figura 1).


Figura 1: Sistema de Producción Agrícola de Bajo del Coypar. (Fondo de Cuenca, Antofagasta de la Sierra)

Aproximadamente a 1,5 km. al sudeste del primero de estos conjuntos se encuentra la entrada a una pequeña quebrada lateral que denominamos Quebrada de Petra. A lo largo de la misma y apoyadas sobre las paredes se detectaron una serie de construcciones de piedra que corresponderían a recintos de almacenaje. Están construidas con piedras unidas por argamasa de barro y luego cubiertas por una mezcla de barro y ripio. Tienen una o dos aberturas pequeñas que debieron haber estado selladas con barro. Otras construcciones más pequeñas, que están cavadas en la roca de base, se alternan con las anteriores. En algunos casos se observó revestimiento en la cara interna de las paredes. De una de estas construcciones se obtuvo una abundante cantidad de marlos de maíz. El material arqueológico de superficie es muy escaso (apenas unos pocos fragmentos de cerámica ordinaria o Belén) (Figura 1).
A unos 50 m de la entrada a una pequeña quebrada se detectó un yacimiento de cuarcita en forma de nódulos dispersos por la ladera y que presentan evidencias importantes de trabajo lítico. La cuarcita es la materia prima con mayores porcentajes entre los artefactos líticos de la superficie del sitio (Vigliani, 1999).
El sitio Punta de la Peña ubicado a unos 7 km al noreste del poblado actual y sobre los farallones de la margen izquierda del río Las Pitas, presenta características arquitectónicas asimilables a La Alumbrera. En la zona de Campo Cortaderas, a 15 km del poblado actual, hay tres quebradas sucesivas con estructuras de uso agrícola y unidades aparentemente habitacionales, así como cerámica en superficie perteneciente a tipos tardíos1 (Olivera, 1991).
Es de destacar la abundancia de sitios con arte rupestre para estos momentos y especialmente el hecho de que la mayor concentración se produzca en el fondo de cuenca coincidiendo con los sectores de mayor aptitud para desarrollar tareas agrícolas y de forraje estival (Podestá y Olivera, 1998; Aschero, 2000)
Entre los vestigios correspondientes a la presencia incaica se destacan, además de lo mencionado para La Alumbrera, la Fortaleza de Coyparcito. El sitio se ubica sobre una saliente de la ladera de los Cerros del Coypar lo que le da una estratégica posición de visibilidad tanto del sistema de producción agrícola de Bajo del Coypar como de todo el fondo de cuenca incluyendo las entradas naturales al mismo.  Debajo del Coyparcito y esparcidos por un amplio sector de la ladera de los cerros del Coypar, alcanzando incluso a Bajo del Coypar II, existen numerosas evidencias de enterratorios prehispánicos, todos ellos saqueados, a lo que se le ha dado el nombre de Coyparcito Cementerio (Figura 1) (Olivera, 1991; Olivera y Vigliani, 2002)

Sistema Agrícola de Bajo del Coypar

Objetivos e Hipótesis

Los estudios se centraron en el conjunto de estructuras que denominamos Bajo del Coypar II. El mismo fue elegido para realizar las investigaciones por estar en mejores condiciones de preservación y por ser el que más se destacaba por su ubicación sobre una saliente de la ladera del cerro. Dado que el canal atraviesa el conjunto de estructuras se estimó que el mismo correspondería a la presencia incaica (Olivera et.al, 1994). Con base en la información previamente citada se proponen los siguientes objetivos:

a. Conocer el tipo de actividades que se desarrollaban en los conjuntos de estructuras de Bajo del Coypar II

b. Determinar el tipo de relación establecida entre estos conjuntos de estructuras y todo el sistema de producción agrícola.

c. Identificar los cambios que pudieran ocurrir en el uso de los espacios durante el tiempo de ocupación del sitio.

A partir de ello planteamos las siguientes hipótesis:

H1. Hacia las etapas más tardías del proceso regional el conjunto de estructuras de Bajo del Coypar II habría estado especialmente destinado al almacenaje y/o procesamiento de productos agrícolas.

H2. Durante este momento, el conjunto de estructuras de Bajo del Coypar II no habría sido ocupado de manera permanente sino, tal vez, esporádicamente por quienes se encargaban de las tareas agrícolas.

H3. El conjunto de Bajo del Coypar II habría sufrido modificaciones en el uso de los espacios a lo largo del proceso de ampliación  del sistema de producción agrícola.

A partir de lo expuesto esperamos encontrar el instrumental relacionado con el procesamiento de los productos cultivados (manos o morteros), o de almacenaje (grandes vasijas, de buena estabilidad, gran resistencia mecánica y dureza en el cuerpo y superficies densas para soportar la corrosión y la abrasión). Asimismo, esperamos encontrar muy pocas evidencias de habitación en el sector lo que se traduciría en una ausencia de estructuras de fogón o combustión y poca o ninguna evidencia de restos de productos alimenticios -especialmente animales-.
Finalmente, esperamos identificar remodelaciones intra-sitio que afecten el anterior ordenamiento del espacio y a su vez, modificaciones en la infraestructura agrícola de este sector que impliquen un mejor aprovechamiento del espacio productivo.

Aspectos geomorfológicos y topográficos relacionados con la explotación agrícola

Se realizaron estudios geológicos, edafológicos y topográficos a partir de los cuales se pudieron identificar tres sectores con diferente aptitud para la explotación agrícola con riego canalizado (Tchilinguirian y Barandica 1994, e.p.). Estos serán resumidos brevemente aquí.  
El primer sector o terraza aluvial media  se ubica sobre un nivel aterrazado y es apto para ser regado a partir de canalizaciones provenientes del segundo sector o del río Punilla. Presenta una gran superficie plana con una pendiente media de 0.8 %, orientada norte-sur. (Tchilinguirian y Barandica 1994, e.p.)
El segundo sector corresponde a conos aluviales y taludes ubicados a lo largo del pie de la meseta basáltica. Los conos aluviales presentan pendientes variables aunque no superan el 5 %. En cambio, los taludes y conos de deyección llegan a tener una pendiente de hasta 25 %. Dado estas características, este sector no puede ser regado desde el primer sector y sólo es apta para ser regada por medio de un canal que se ubique a mayor cota.
El tercer sector coincide con la terraza inferior del Río Punilla, en la parte central del valle, y es marginada de la planicie aluvial del río y la terraza media por un resalto erosivo de 1,5 a 2 m de altura. Aquí, la profundidad de la freática y la mayor vulnerabilidad a las inundaciones y anegamientos del río, hace a este sector no apto para el cultivo, hecho que coincide con la ausencia total de construcciones agrícolas o material arqueológico (Tchilinguirian y Barandica 1994). (Figura 1)

El sistema agrícola del Bajo del Coypar

Existe un complejo conjunto de vestigios arqueológicos que se ubican desde la ladera inferior de los Cerros del Coypar hasta la terraza aluvial del Río Punilla, aprovechando al sur el sector de abanicos aluviales, conos de deyección y taludes. Este complejo lo conforman estructuras agrícolas, habitacionales y funerarias. Dentro de este heterogéneo conjunto, ubicado a 3 km de la villa actual, se han distinguido unidades menores que pueden responder a cuestiones funcionales y/o cronológico - culturales.
Se denominó Bajo del Coypar I al reticulado irregular de estructuras de aparente funcionalidad agrícola. Dentro de este conjunto se identificaron dos sectores que presentan una capacidad diferencial para ser regados artificialmente (Tchilingirian y Barandica 1994).
El primer y más amplio sector (830 Has.) corresponde a la terraza aluvial y limita al este con la margen del río Punilla. Toda la superficie esta cubierta por estructuras rectangulares e irregulares limitadas por elevaciones de terreno de 50 cm. de alto o bordos. Los mismos están orientados de manera oblicua respecto del eje norte/sur lo que habría permitido el mejor drenado del agua. A este sector se lo denominó Bajo del Coypar I (sector 1) (Figura 1)
El segundo sector, que abarca unas 40 Has., está cubierto por cuadros de cultivo construidos en piedra basáltica. Estos se suceden siguiendo la base de los cerros coincidiendo con la presencia de abanicos aluviales, pequeños conos de deyección y taludes. En este sector, al que se denominó Bajo del Coypar I (sector 2), la construcción de los cuadros es de mayor calidad y regularidad. Varias porciones del terreno fueron aterrazadas para lograr superficies más horizontales. De acuerdo a la evaluación topográfica sólo podía ser regado desde un canal a cota superior, el cual fue ubicado sobre la ladera. El antiguo canal se extiende desde el Arroyo Los Colorados hasta el abanico aluvial de la Coypa por un tramo de 3700 metros. Presenta un gradiente medio de 0,37 %, un ancho que varía entre 1 y 1,20 m y en algunos sectores alcanza hasta 10 metros de desnivel relativo con respecto al nivel aterrazado y los conos aluviales. (Tchilinguirian y Barandica 1994). (Figura 1)
De acuerdo a estas características, la construcción del canal habría podido aprovechar las aguas del Arroyo Los Colorados para regar terrenos con buena aptitud para el cultivo y que de otro modo no hubieran podido ser utilizados. Al mismo tiempo habría apoyado el suministro de caudal de la extensa superficie de la terraza media (Tchilinguirian y Barandica 1994). Ello significaba extender las hectáreas de producción además de facilitar la utilización simultánea de gran parte de los campos.
En una saliente del faldeo e inmediatamente relacionado con los campos está el conjunto que denominamos Bajo del Coypar II (Figura 1 y 2)


Figura 2: Bajo del Coypar II

Características generales de las estructuras de Bajo del Coypar II

El conjunto de Bajo del Coypar II se compone de un grupo de estructuras de plantas variables cuyo sector principal cubre una superficie de aproximadamente 2 km2 (Figura 2). En su parte central y más elevada (Sector II y III), un muro perimetral rodea, parcialmente, el conjunto de estructuras. En algunos casos las estructuras aparecen adosadas al muro, mientras que en otros (Sector II) es posible que constituyan un Rectángulo Perimetral Compuesto (RPC) actualmente muy destruido.
La situación del conjunto en el espacio topográfico, y la arquitectura que aprovecha al mismo, permite dividir al conjunto en sectores. En primer lugar y en el sector más elevado se concentran tres estructuras o unidades simples, dos rectangulares de no más de 20 m2, contiguas entre sí y adosadas al muro perimetral, y una circular de 1,50 m de diámetro. Este sector, denominado Sector III, reúne la mejor visión sobre el resto del conjunto y su construcción es un poco más cuidada y al parecer, más maciza  que el resto. Sus muros tienen una base sólidamente constituida formada por grandes bloques y siguiendo una doble hilera con relleno de ripio. Los Sectores I, II y IV son espacios de mayores dimensiones subdivididos en algunos casos (Sector II y IV) por  muros simples y de factura descuidada.
El Sector II ubicado al sur y a un desnivel aproximado de 2m por debajo del sector anterior (Sector III) pero contiguo al mismo, presenta un espacio más amplio aunque subdividido en cuatro subsectores por la presencia de una serie de muros internos que afectan planta de RPC. Cabe destacar que dada la constante extracción de piedras de los muros arqueológicos para la construcción actual, la dificultad por determinar las características de los muros, su prolongación y altura, tanto como la presencia de accesos y vías de circulación se incrementa cada vez más.
El Sector IV ubicado al norte de los anteriores aunque directamente asociado a los mismos,  se encuentra a un desnivel aún mayor de aproximadamente 5 m por debajo del Sector III. Este Sector es de planta rectangular de aproximadamente 200 m2 aunque está dividido en dos partes por una construcción de adobe, que encierra una de ellas (Recinto b) y del cual sólo sobrevive una pequeña porción. Es posible que la pared de adobe corresponda a una etapa tardía de construcción en el sitio (Olivera, comunicación  personal). Un dato interesante resulta de la relación espacial y la similitud estructural y dimensional que ostenta el Sector IV con posibles estructuras agrícolas que se distribuyen por el bajo.
Hacia el sur-sureste del conjunto, recostado sobre la ladera de la saliente sobre la que se asienta el sitio, se ubica el Sector IX en donde se distribuyen, de manera dispersa, una serie de estructuras circulares y sub-rectangulares de pequeño tamaño.
Las técnicas de construcción de gran parte de las estructuras que conforman el conjunto incluyeron el cavado de la roca de base (que consiste en una arenisca bastante friable) para nivelar el terreno, naturalmente irregular, logrando de esta manera una construcción a bajo nivel. La relación espacial existente entre el sitio BC II y el sector agrícola está dada tanto por el canal que, al correr por la ladera, atraviesa al sitio por detrás, como por el comienzo de los campos agrícolas inmediatamente por debajo de la saliente sobre la que asienta el sitio, y que es bien visible en el sector IV. (Figura 2)

La investigación arqueológica

Trabajo de Campo

Se realizó una recolección sistemática en el conjunto de estructuras de Bajo del Coypar II (BC II Sup) en donde se recolectó la totalidad del material lítico y cerámico visible en superficie, éste último sin distinción de tamaño, tipo o decoración. A su vez, se realizó la excavación en tres sectores del mencionado sitio (BC II Exc): sector III (recinto b), sector IV (recinto b) y sector IX (recinto a).
El asentamiento descansa sobre un afloramiento del Periodo Terciario el cual consiste en una arenisca friable y de tonalidad amarillenta a blancuzca. En ese sentido, es notable la construcción de los recintos sobre la superficie nivelada de esta roca de base lo que hace que la situación final del asentamiento refleje un escalonamiento artificial acomodado al terreno y asociándose con el aterrazado de los campos contiguos al sitio (Bajo del Coypar I sector 2).
Es interesante destacar que entre el material lítico de superficie observado en BC II se registraron numerosos morteros y manos de moler dispersos por el asentamiento. Por su parte, una muestra de marlos maíz proveniente de uno de los depósitos hallados en la Quebrada de Petra aportó un fechado radiocarbónico de 710+30. (fecha corregida 940 AP.)2 

Sector III recinto b  
La planta del recinto "b" es rectangular con una posible vía de acceso en su flanco noroeste y cubre una superficie aproximada de 12 m2. A una profundidad no mayor a 60 cm de la superficie está la roca de base (arenisca friable). Allí quedaron expuestos 2 pequeños sectores de combustión contenidos en cubetas cavadas en la arenisca (componentes "e" y "g") y un área de concentración de cenizas y carbones contra el muro norte (componente "f ") interpretada como limpieza del evento de combustión. Los fechados obtenidos en el componentes "e" fueron 790+60  y 700+60 AP (fechas corregidas: 840 y 780 AP respectivamente), mientras que el que se obtuvo de la limpieza fue de 1020+0 AP  (fecha corregida: 1090 AP).
Hacia el centro del recinto la excavación dejó expuesta una enorme tumba en cista, la cual se hallaba alterada aunque conservaba restos óseos humanos y algunos fragmentos de cerámica Belén y de calabaza decorada. La construcción de la misma se hizo mediante la excavación, en la roca de base, de un pozo de más de 1 metro de alto y al menos 2 metros de diámetro. Este fue revestido de enormes bloques de piedra dispuestos en forma circular y soportando grandes lajas que forman la techumbre.3 De esta forma, la tumba sobresaldría alrededor de 20 cm del nivel de ocupación cuya superficie apoyaba directamente sobre la roca de base. Entre los restos óseos humanos parece haber al menos tres individuos, dos adultos y un infante (Olivera y Peña, comunicación personal). El resto de los materiales incluyen cerámica fragmentada tanto ordinaria como decorada, esta última, característica del momento tardío del proceso cultural, calabaza decorada negro sobre rojo, fragmentos de cesta bastante deteriorada, dos puntas de obsidiana apedunculadas, numerosas cuentas, restos vegetales y un tortero de madera tallada.
Dado la ubicación central de la misma y el estorbo que habría implicado para la circulación dentro de lo que podía corresponder a una estructura de vivienda, interpretamos al evento de construcción de la tumba como una inevitable eliminación de ese sector como espacio habitacional y por lo tanto posterior a los fechados mencionados.
Sin embargo, el fechado obtenido de los restos óseos humanos rescatados del interior de la tumba fue de 1.080+210 AP. (fecha corregida: 1.230 AP.), por lo que sería contrario a nuestra idea original. Dado que el material óseo estaba removido y meteorizado, por lo cual la cantidad de colágeno era algo baja, debemos ser prudentes. Por el momento, mantendremos la hipótesis y agregaremos como alternativa que la realización de la tumba y el abandono de la vivienda pudieron ser casi contemporáneos.

Sector IV recinto b
Este sector posee una planta rectangular de aproximadamente 200 m2 dividida en dos partes por un muro de adobe o tapia (bien visible en la esquina nor-noreste) que encierra una de ellas conformando una superficie de unos 100 m2 (recinto b). La excavación dejó expuesta un área en donde se realizaron sucesivos eventos de fogón a lo largo del tiempo lo que generó una compleja estratigrafía. Paralelamente estaríamos frente a dos eventos de construcción del recinto:
El primero estaría representado por la excavación de la arenisca, que constituye la roca de base, sea para nivelar el terreno o con la intención de construir a bajo nivel. En este primer evento de construcción, y contenido por las paredes naturales de la arenisca excavado, se intercalan fogones, limpiezas de fogones y sedimento rubefaccionado de diferente compactación (nivel IV). Los fechados obtenidos en esta matriz oscilan entre 880+80 y 630+60 AP. (valores corregidos de 920, 720, 690 y 670 AP.). Los hallazgos arqueológicos corresponden a restos óseos fragmentados entre los que se destacan partes del esqueleto axial y apendicular de camélidos. La cerámica es en su mayoría ordinaria, con evidencias de haber sido usadas sobre el fuego, aunque también la hay decorada (del tipo Belén negro / rojo, negro / marrón). En cuanto al material lítico, aparecieron dos puntas apedunculadas de obsidiana y gran cantidad de desechos de talla, en su mayoría de cuarcita. El resto lo completan un grano de maíz, una cuenta y un pequeño trozo de metal.
Bordeando el sector anterior a una distancia de no más de 1 metro, se ubica el  muro de adobe o tapia el cual constituiría un segundo evento de construcción. Su construcción requirió la excavación de una zanja para la ubicación de enormes bloques de piedra que, a manera de zócalo, afectan la cara externa del muro, mientras que del lado interno la zanja fue rellenada artificialmente con arena y piedra para lograr un mejor soporte. La franja que quedó entre el muro de tapia y lo que interpretamos como primer evento aparece rellenado con un sedimento arenoso de color rojizo de gran potencia pero prácticamente estéril en cuanto a material arqueológico.
Por otra parte, dado la relación espacial y constructiva que este sector presenta con las posibles estructuras agrícolas que se distribuyen por el bajo, no descartamos que en algún momento, durante el proceso de ampliación del sistema, este sector haya sido utilizado para tareas agrícolas y luego modificado para otro fin.
Estimamos una posible asociación temporal entre el fechado más temprano del Sector IV, Recinto b con los correspondientes al Sector III, Recinto b en lo que conformaría la primera etapa de ocupación. A ella le seguiría un segundo momento de ocupación que estaría representado por los fechados más tardíos del Sector IV en donde parece no haber habido cambios significativos. Finalmente, la construcción del muro de adobe o tapia podría asociarse a un momento muy tardío del proceso cultural regional, incluso asociado al contacto hispano. Sector IX recinto a
Este sector reúne una serie de estructuras de diverso carácter arquitectónico y aparentemente funcional. El recinto "a" es de forma sub-circular, de aproximadamente 1,50 m de diámetro y se conecta, mediante una pequeña abertura, con un recinto rectangular irregular abierto al este. Las características de construcción del recinto también incluyen aquí la excavación de la arenisca para nivelar el terreno.
La densidad de hallazgos ha sido, por el momento, muy limitada, lo cual no deja de ser significativo. Sin embargo, se detectó lo que parece ser un piso de arcilla aunque, debido a la alteración provocada por un pozo de huaqueo, debe ser tomado como un dato tentativo.

Análisis del material cerámico

Se realizaron estudios sistemáticos del material cerámico de superficie (BC II Sup) con el fin de identificar grupos dentro del conjunto, que permitieran definir categorías funcionales potenciales. Estos estudios se describen de manera detallada en un trabajo anterior (Vigliani, 1999) por lo que solo me limitaré a mencionar los pasos involucrados y los resultados obtenidos. En primer lugar se realizó un análisis de pasta en donde se observaron a ojo desnudo los principales atributos de la misma (textura, atmósfera de cocción, tipo y tamaño de inclusiones, fractura, etc) relativos a las propiedades físico-mecánicas y sus combinaciones, posteriormente se llevó a cabo un análisis de porosidad a partir de la técnica por intrusión de mercurio y finalmente se aplicó el test de dureza. El resultado combinado de estos estudios permitió establecer tres grupos generales algunos de los cuales presentan variantes internas. A partir de estos análisis y basándonos en numerosos trabajos sobre tecnología de la cerámica arqueológica (Rice 1987; Henrickson and Mc Donald 1983; Bronitsky 1986; Shepard 1976; Hally 1986; Welch and Scarry 1995; Braun 1980; entre otros), hemos definido categorías potenciales de uso para cada grupo cerámico relativas a las características físico-mecánicas de los mismos (Vigliani, 1999).

El Grupo 1 reúne a los fragmentos que presentan textura gruesa con  inclusiones medianas a grandes en una densidad de mediana a alta y una atmósfera de cocción oxidante a reductora incompleta. Dentro de este grupo se distinguen dos subgrupos:

Subgrupo A: Agrupa fundamentalmente los fragmentos de textura granosa y granosa/compacta, con una densidad media de inclusiones, un espesor de 1 a 1,4 cm y en casi todos los casos, la superficie externa es rugosa e irregular y la superficie interna lisa. Las formas características son las formas abiertas, jarras de cuello ancho y formas levemente restringidas. El diámetro de boca varía de 20 a 40 cm. Hay una alta frecuencia de fragmentos que tienen la superficie interna abradida o desgastada 4 por el uso (20 %). La porosidad es de mediana a baja. Esto permite estimar que tenga buena resistencia mecánica pero que la resistencia térmica sea baja. Las características físico-mecánicas de este subgrupo, sumado a las marcas de uso y a la evidencia morfológica permitieron asociarlo a un tipo de piezas aptas para el almacenaje y/o procesamiento de productos secos (Vigliani, 1999).

Subgrupo B: Agrupa los fragmentos que presentan una alta densidad de inclusiones medianas a finas, entre las que se cuenta arena, cuarzo molido, mica y en algunos casos concha y una textura porosa a granosa/porosa. El acabado de superficie es por lo general el alisado para ambas caras y los espesores van de 0,70 a 1 cm. La cara externa se presenta en la mayoría de casos ennegrecida o con manchas de cocción por sobreexposición al fuego. La porosidad es de mediana a alta lo que favorece a la resistencia térmica. De acuerdo a las características morfológicas el subgrupo B presenta en todos los casos formas restringidas sin cuello o con cuello bajo y de cuerpos globulares, con un diámetro de boca que en promedio va de 8 a 15 cm. Las características físico-mecánicas, morfológicas y de marcas de uso permitieron vincular a este subgrupo con las actividades culinarias (Vigliani, 1999).

Subgrupo C: Reúne a los fragmentos que presentan las características básicas del Grupo 1 (especialmente del subgrupo A) pero, a diferencia del resto, tienen restos de pintura o baño en algunas de las caras

El Grupo 2 representa al material cerámico caracterizado por una pasta de textura fina y más compacta aunque en algunos casos laminar, dependiendo de las inclusiones. Por lo general las inclusiones son de tamaño fino a fino mediano en una densidad mediana a baja. La atmósfera de cocción varía de oxidación completa a incompleta aunque se dan casos de atmósfera reductora. El acabado de superficie es mucho más cuidado que los casos anteriores destacándose el alisado regular y el pulido. Este grupo presenta una porosidad baja, una resistencia mecánica alta y baja resistencia térmica. El material de este grupo es el que presenta los espesores más delgados. La presencia o ausencia de tratamiento decorativo así como pequeñas variantes en la combinación de sus atributos permitió distinguir dos grandes subgrupos:

Subgrupo A: presenta un acabado general mucho más fino. La textura de la pasta es fundamentalmente compacta y el acabado de superficie es de gran cuidado combinando el alisado y el pulido con un alto índice de tratamiento decorativo. Las formas presentes en este subgrupo son las urnas y en menor medida los pucos. Si bien son físicamente aptas para contener sustancias secas (en menor medida líquidas) se las ha asociados más bien a contextos funerarios (Vigliani, 2001)

Subgrupo B: Comprende las pastas de textura fina y de granosa a compacta. La principal diferencia con respecto al subgrupo A corresponde al acabado de superficie y al tratamiento decorativo. Aquí, a diferencia del anterior, las superficies se presentan solo alisadas y ausentes de decoración. En este subgrupo las formas se presentan bastante variables. Entre ellas se destacan las jarras con cuello y borde recto o evertido, formas abiertas tipo cuencos profundos y formas restringidas. El diámetro de boca varía de 15 a 25 cm. De acuerdo a la caracterización de este subgrupo es posible asociarlas a un contexto doméstico y familiar de baja exposición social.

El Grupo 3 reúne al material cerámico que combina una textura fina y laminar con un tratamiento decorativo. El espesor de las paredes es bastante variable aunque predominan las más delgadas asociadas a una atmósfera reductora y a la textura laminar provocada por la mica entre las inclusiones. Es probable que este grupo sea no-local (Santa María en sus variantes), hecho que se ve apoyado por el tratamiento decorativo distintivo con respecto a la cerámica local (Belén, Belén-Inca).

Representación de los Grupos Cerámicos

Dentro del material cerámico asociado a los momentos más tempranos de ocupación del sector (BC II exc), el G1B representa la mayor proporción del conjunto (46 %), seguido por el G1A (29 %) y por el G2A (25 %). Este último, de acuerdo al tratamiento decorativo, estaría asociado en todos los casos a los tipos Belén. En cambio, no se dieron casos de pastas ni decoración con las características del Grupo 3 (asimilables al tipo Santa María), ni tampoco del G1C y G2B.
Dentro de la muestra correspondiente a las últimas etapas de ocupación (BC II sup.) la proporción de los dos subgrupos del Grupo 1 más representativos del sector se invierte, ya que el G1A pasa a ser predominante (57 %) sobre el G1B (3 %). A su vez, el G2A sigue manteniendo una buena representación (34 %) mientras que, aunque en bajas proporciones, aparece el G3 (4 %).
Es interesante notar los cambios producidos en la representación de los conjuntos cerámicos a lo largo del proceso. El Grupo 1 sigue siendo el de mayor presencia lo que quiere decir que la cerámica de textura gruesa y ordinaria es la que ha primado a lo largo del proceso. En cambio llama la atención la diferencia que hay entre los conjuntos de superficie y de excavación en cuanto a la variabilidad de pastas y a las proporciones en que éstos se presentan. En las ocupaciones más tempranas el G1B es el que tiene una presencia dominante dentro de la cerámica ordinaria a diferencia de lo que ocurrirá más tarde. Esto resulta particularmente interesante porque implicaría que las actividades asociadas a la cocina estaban bien presentes en la vida cotidiana de los que ocuparon ese espacio. En cambio, esas actividades dejaron de ser prioritarias en un tiempo posterior, momento en el cual las piezas destinadas al almacenaje y/o procesamiento de sustancias secas pasaron a ser predominantes.  

Discusión

En una primera aproximación de las investigaciones concernientes a la presencia incaica en la cuenca de Antofagasta de la Sierra se identificó la existencia de un sistema de producción agrícola de gran envergadura (Olivera et al 1994). Este cuenta con una gran extensión de campos de cultivo, la mayor parte de los cuales correspondería a una etapa previa a la presencia imperial (BC I, sector 1). Una porción menor fue incorporada al sistema gracias a la implementación de obras de ingeniería hidráulicas de alta calidad que permitieron sortear las diferencias de pendiente (BC I, sector 2). Debido a ello, y a la asociación con ergología incaica, se consideró a esta porción como una ampliación del sistema de producción agrícola implementada por el Imperio (Olivera et.al, 1994). Las características del sistema y la importancia que éste pudo tener para toda la cuenca, en particular, y para la Puna Meridional, en general, planteaba interesantes interrogantes acerca de lo ocurrido allí antes de su incorporación al Imperio y de las posibles modificaciones a partir de ello. Por estar espacialmente asociado a este sector del sistema se había considerado al conjunto de estructuras de Bajo del Coypar II contemporáneo a la presencia incaica.
Los estudios realizados en BC II han puesto de manifiesto no sólo que hubo ocupaciones previas a la presencia incaica sino que éstas se remontan, por el momento, hasta el  1090 AP.  Asimismo, los registros de excavación mostraron que entre ese momento y la llegada de los incas a la región hubo ciertos cambios en el uso de los espacios. (Vigliani, 1999; Olivera y Vigliani, 2002)
Durante el primer momento de ocupación del sector las principales actividades que se habrían realizado estarían relacionadas con la vida doméstica. Esto resulta de la mayor incidencia de cerámica tecnológicamente capacitada para ser usada sobre el fuego así como de la alta frecuencia de la cerámica ordinaria en general, pero también de la gran variabilidad en que se presenta, propia de las unidades domésticas. La ubicación cercana a los campos agrícolas, caracterizados para este momento por estructuras de bordos cubriendo amplios sectores de la planicie aluvial media, está mostrando la incidencia de las prácticas agrícolas en la vida doméstica. El análisis tecnológico de la cerámica demostró además, que parte del conjunto estaba capacitado para realizar tareas de almacenaje y procesamiento. Estas, sin embargo, representan una proporción menor dentro del conjunto de utensilios domésticos.
La presencia de cerámica de textura fina podría responder a la existencia de tumbas en los alrededores (Coyparcito Cementerios), aunque no descartamos que en algunos casos se relacione con actividades que involucren un mayor contenido de exposición social.
La llegada de los incas a la región estaría representada en  la construcción y ampliación del sistema agrícola. Si bien no contamos con fechados radiocarbónicos que nos permitan ubicar con mayor certeza la presencia incaica en la zona, consideramos que este evento fue central e influyó en el cambio de las estrategias de control y administración de las prácticas agrícolas.
A partir del análisis de las propiedades físico-mecánicas de la cerámica correspondiente a la última etapa de ocupación de BC II identificamos la existencia de grupos con capacidades funcionales para las tareas de almacenaje y procesamiento de productos secos. Estos grupos no solo constituyen las frecuencias más altas del conjunto para esta etapa sino que además presentan características estándares en su manufactura. A partir de ello consideramos que la cerámica con aptitudes para el almacenaje y el procesamiento de productos secos formaba parte del utillaje involucrado en el sistema de producción agrícola administrado y dirigido por el Imperio o, al menos, bajo la influencia estatal. En cambio, la baja frecuencia y variabilidad de la cerámica con aptitudes para la cocina nos estaba mostrando que la vida doméstica en este sector era esporádica, a diferencia de lo que ocurría durante los momentos más tempranos de ocupación del sitio. Este abandono del sector como área de habitación sería coherente con el hecho de que se habría producido un cambio en el patrón del uso del espacio dirigido, ahora, a las actividades productivas en mayor escala. Cabe destacar la presencia, dentro del conjunto de superficie, de grupos tipológicos comúnmente asociados con el Incario, como la cerámica Santamariana (Olivera 1991).

Resumen y Conclusiones

Con este trabajo intentamos conocer el tipo de actividades que se desarrollaban en BC II, la relación que podía tener este conjunto de estructuras con el sistema de producción agrícola y los posibles cambios ocurridos a lo largo del tiempo en el uso de estos espacios. A partir de lo expuesto comenzaremos a contrastar las hipótesis propuestas.
Habíamos asumido que este sector fue construido hacia las etapas más tardías del proceso regional y muy posiblemente asociado a la presencia incaica en la zona en relación directa con el proceso de ampliación del área de producción agrícola. Los datos obtenidos de la excavación en Bajo del Coypar II no sólo modificaron la asunción inicial sino que nos abrió un panorama desconocido hasta el momento respecto del proceso tardío en la cuenca y la incidencia que la producción agrícola habría tenido en éste.
En primer lugar, propusimos que las principales actividades desarrolladas en BC II estaban destinadas al almacenaje y/o procesamiento de productos agrícolas (Hipótesis 1). De acuerdo al material de superficie (asociada a la última ocupación del sitio) esta hipótesis se vería confirmada ya que el 57 % del conjunto cerámico no sólo manifiesta capacidades físicas para desarrollar esas tareas sino que en no pocos casos se dan evidencias directas de uso como la abrasión y la corrosión. El notable dominio de este tipo de material con respecto al resto respondería a la participación del sector en el sistema de producción agrícola siendo ésta la principal actividad que se realizaba en el mismo. Esto se ve apoyado, además por la presencia de morteros y manos de moler que de manera dispersa aparecen por todo el asentamiento. No ocurriría lo mismo durante las primeras etapas de ocupación, ubicadas entre el 1090 y 670 AP, donde solo el 29 % del conjunto cerámico estaría representando las actividades mencionadas.
Por otra parte, propusimos que el sector no había sido ocupado de manera permanente sino tan solo esporádicamente por quienes se encargarían de las actividades agrícolas (sobre todo considerando la proximidad del sitio La Alumbrera en donde viviría la mayor parte de la población de la cuenca hacia las últimas etapas del proceso cultural tardío) (Hipótesis 2). En este sentido las evidencias relativas a la habitación para la última etapa de ocupación tienen una presencia escasa y muy variable. Dentro del conjunto cerámico, las propiedades aptas para la cocina no están representadas de manera consistente como sí parecen estarlo en las ocupaciones más tempranas. Tampoco se ha registrado otro tipo de evidencia característico de contextos de habitación como basurales, fogones o restos materiales asociados a otras actividades. Ello hace suponer que las actividades domésticas no eran comunes hacia el final de la ocupación del sitio. Sin embargo, aunque las evidencias son por el momento muy escasas, no descartamos que el sitio haya sido ocupado esporádicamente por los encargados de las actividades agrícolas quienes vivirían de manera permanente en La Alumbrera.
En cambio, durante el primer momento de ocupación las actividades culinarias parecen haber sido más comunes ya que, al menos una parte importante del conjunto cerámico (46 %) presenta la potencialidad y las evidencias de haber sido usadas sobre el fuego. De este modo, la segunda hipótesis se vería contrastada para la última etapa de ocupación del sector pero no para los primeros momentos.
Finalmente habíamos planteado que durante el proceso de ampliación del espacio productivo por parte del Incario, el sector de BC II también había sufrido algunas modificaciones (Hipótesis 3). Con respecto a las modificaciones que conciernen a la infraestructura del sistema, las cuales incluyen la puesta en práctica de técnicas de nivelación y canalización para el riego de extensas áreas y la consecuente ampliación del sistema de cultivo (sector 2 de BC I), seguimos manteniendo la hipótesis de que fueron producto de la intervención imperial dado que las evidencias y el registro de que disponemos por el momento no la contradice. Sin embargo, en lo que respecta a las modificaciones estructurales ocurridas dentro del conjunto de estructuras que conforman BC II es necesario separar los distintos momentos de ocupación. De acuerdo al lapso de fechados obtenidos en la excavación detectamos que el sector ya había sido ocupado antes de la presencia incaica, que durante esa parte del proceso sucedieron algunos cambios internos que no necesariamente se asocian al sistema de producción agrícola (como por ejemplo, la construcción de una estructura funeraria dentro de un recinto) y que el sector ya estaba abandonado como área habitacional cuando llegaron los Incas.
En cambio, asociamos la ocupación más tardía a la presencia incaica y al proceso de ampliación del área productiva. Es en este momento donde la construcción del canal por la ladera habría afectado por detrás al conjunto de estructuras de BC II. A su vez, el Sector IV, de planta rectangular de 200 m2, presenta no sólo una llamativa semejanza sino también una cierta continuidad estructural con los cuadros de cultivos y canales que descienden hacia el bajo. Esto nos hace pensar que su construcción pudo haber sido contemporánea al proceso de ampliación del sistema iniciado por el Incario. Sin embargo, la excavación solo aportó evidencias de ocupaciones más tempranas sin mostrar indicios de un uso posterior como sector de cultivo. Por el momento mantenemos la idea de que fue parte de las modificaciones generadas por la ampliación del espacio agrícola pero que nunca se llegó a usar como tal. La construcción del muro de adobe o tapia habría sido posterior, tal vez relacionado con el contacto hispano.
Por otra parte, al identificar un proceso de ocupación más anclado en el tiempo, pudimos analizar el énfasis que las distintas actividades habían tenido a lo largo de ese proceso, siendo al principio de tipo doméstico y más tarde de índole netamente productivo. De este modo, observamos que el tipo de relación que había entre el sector de estructuras de BC II y el sector de campos agrícolas fue cambiando. Así, entre el 1090 y 670 AP el sector habría estado ocupado sucesivamente por pequeños grupos familiares dedicados a las tareas domésticas y con un desarrollo creciente de las prácticas agrícolas. Esto último se ve apoyado a su vez, por la existencia de numerosas estructuras de depósito halladas en una pequeña quebrada lateral, Quebrada de Petra, de las cuales se obtuvo una importante muestra de maíz cuyo fechado (corregido 940 AP.) coincide perfectamente con esta primera etapa de ocupación. Para el segundo momento de ocupación, el tipo de relación de este sector con todo el sistema de producción agrícola parece haber sido más directa ya que las tareas de habitación, comunes a una unidad familiar, están ausentes quedando este sector como un área directamente asociada a las tareas de producción. De este modo el conjunto de estructuras que habría albergado a pequeños grupos familiares durante la primera parte del proceso cultural tardío de la región quedaba incorporado al sistema de producción agrícola.
Pensamos que el conjunto de estructuras de Bajo del Coypar II ya estaba abandonado como área de habitación cuando los Incas ocuparon la cuenca. En cambio, no podemos saber si para ese momento ya se usaba el sector para tareas asociadas a las prácticas agrícolas o si ello ocurre recién con la presencia incaica y la ampliación del sistema. De todos modos pensamos que el relativo abandono de los sectores de vivienda ubicados en las cercanías de los campos agrícolas, como Bajo del Coypar II y tal vez otros pequeños asentamientos como Punta de la Peña y Campo Cortaderas, estaría relacionado con el paulatino y espontáneo crecimiento de La Alumbrera. Este proceso de concentración de la población en el fondo de cuenca y en La Alumbrera estaría relacionado al énfasis cada vez más creciente de la producción agrícola sobre las economías locales y en el desarrollo de unidades socio-políticas cada vez más centralizadas (Vigliani, 1999; Olivera y Vigliani, 2002). Finalmente, con la presencia incaica y el control y la administración de las actividades agrícolas, la población local acabaría por concentrarse allí, dejando los sectores cercanos a los campos para las tareas específicamente productivas y administrativas.
Por otra pare, resulta evidente que el comienzo del proceso agro-pastoril en la Puna Meridional es más temprano de lo que originalmente habíamos pensado. Los fechados radiocarbónicos obtenidos en el sector de Bajo del Coypar II asociados a la presencia de cerámica tardía de los valles (tipo Belén) y de material cerámico con posibilidad de haber sido usado para tareas agrícolas así lo sugieren. De este modo, a lo largo del proceso regional se habría dado una continuidad casi absoluta en la ocupación de la cuenca desde tiempos formativos hasta la incorporación del territorio al Imperio Incaico. Dentro de este proceso, el desarrollo del sistema de producción agrícola de Bajo del Coypar, habría desempeñado un papel relevante en el desarrollo social, político y económico de las poblaciones locales. (Vigliani, 1999; Olivera y Vigliani, 2002)
A partir de estas investigaciones se abrieron numerosas perspectivas que, a futuro, permitirán comprender mejor el proceso regional tardío. En este sentido, si alrededor del 1000 AP las comunidades locales disponían de ciertas tecnologías para canalizar el agua y regar mayores superficies,  pensamos que de modo similar a Bajo del Coypar II, otros sectores de la cuenca  pudieron ser parte del mismo proceso.
Finalmente, en la apropiación y ampliación del sistema implementada por el Imperio se hace evidente la importancia económica y estratégica que debió tener la región como un área con un gran potencial agrícola-ganadero.

Gráfico 1

Tabla 1: Representación de los grupos cerámicos de excavación y superficie en BC II

Citas y Notas

1. En este asentamiento se están llevando a cabo investigaciones sistemáticas tendientes a ampliar los datos aportados por los estudios en Bajo del Coypar II (presentados en este artículo) y cuyos resultados serán próximamente publicados.

2. The University of Georgia. Center for Applied Isotope Studies.

3. De acuerdo a Raffino, este tipo de estructura funeraria es característica de la Puna y de algunos valles y quebradas que descienden de ella. El autor sostiene que su presencia hacia los momentos más tardíos del proceso regional estaría representando "...la supervivencia de una vieja tradición altiplánica generada en los inicios del Periodo Formativo (por ejemplo Las Cuevas, Tebenquiche, El Dique)" (Raffino, 1991:200)

4. En general, las actividades que más probabilidad tienen de dejar marcas de desgaste en las superficies son las que involucran el procesamiento o manipulación de cualquier sustancia como batir, mezclar o machacar, y estas aparecen generalmente en las paredes y base interiores y en la base externa (Shepard, 1976). A su vez, la acción química de las sustancias contenidas en un recipiente pueden producir un desgaste de tipo corrosivo (Hally, 1983: 284) por lo que es común detectar este tipo de marcas en las vasijas de almacenaje (op.cit, 1983: 285, 288, 289, Welch and Scarry, 1995: 411)

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