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Andes

versión On-line ISSN 1668-8090

Andes  n.17 Salta ene./dic. 2006

 

Africanos en la Argentina. Una reflexión desprevenida 1

Guzmán, F1

1CONICET-Sección de Estudios Interdisciplinarios de Asia y África, UBA
Dirección postal: Amenábar 821, 4° B. Buenos Aires, CP 1426-Argentina.

Resumen
El propósito de este artículo es el de establecer  un marco general de relaciones en cuanto a algunos temas y problemas referidos a la población negra y afromestiza. Me guía el objetivo de indagar en la diversidad regional y/o local, con la finalidad de matizar la reflexión acerca de la "invisibilización" del aporte negro a la población argentina. O mejor dicho, el de iluminar el proceso de mestizaje y su contribución en la configuración de las identidades colectivas. ¿En qué medida el mestizaje influyó en los procesos adaptativos y en la reproducción interna de los africanos? En ese caso ¿hasta dónde las diferenciaciones regionales implicaron la formación de modelos culturales diferentes? Se trata en suma de realizar un mirada abarcativa a los fines resignificar a estos sectores para a su vez entrever el complejo proceso de "desaparición" de los negros en la sociedad argentina.

Palabras claves: Negro; Mestizaje; Afromestizo; Invisibilización; Diversidad

Abstract
African People in Argentina. An unprepared reflection. The purpose of this article is to set a general framework of relations as regards some topics and problems referred to the black and Afro half-caste population. My aim is to examine the regional and/or local diversity, in order to reflect upon the "invisibility" of the black contribution to the Argentine population. More specifically, this paper tries to throw light on the process of mestization and its deep influence on the configuration of collective identities. To what extent did the half-caste population affect the adaptation processes and the internal reproduction of the African? In that case, up to what point did the regional differences mean the formation of different cultural patterns? In short, by  offering an embracing view to give a new meaning to these sectors, our purpose is also to analyze the complex process of  the "vanishing" of the black community from the Argentine society.

Key words: Black people; Mestization; Afro half-caste population; "Invisibility; Diversity

Los estudios africanos y afroargentinos cobraron en las últimas décadas un notable impulso. Tanto en la Argentina  como en el resto de América Latina estas nuevas investigaciones son reveladoras de la significación que adquieren los contrastes regionales en la experiencia de esta población. Igualmente, de la riqueza y diversidad de esta representación. Todo lo cual nos previno acerca de las generalizaciones, al mismo tiempo que nos incitaba a indagar en espacios temporales más acotados. La preferencia por los estudios locales y-o regionales no fue sin embargo la única novedad que aportó la renovación historiográfica. Trajo consigo una nueva mirada del esclavo, que nos fue distanciando de aquella sostenida por Orlando Patterson quien aludía a la esclavitud como una "muerte social" o un "parasitismo social". 2 Esta nueva  percepción de los esclavos, en tanto  individuos que no se dejaron destruir psíquica y físicamente por su condición servil y que respondieron creativamente a la adversidad, permitió en los últimos años un avance significativo en la comprensión de la experiencia africana en América Latina; y sobre todo posibilitó visualizar al esclavo como un agente protagónico del cambio social, como productor de cultura y de culturas de resistencia.3
El marco temporal y espacial más acotado y también esta nueva visión del esclavo africano y una población afromestiza que no deja de ser protagonista, conforman buena  parte de los estudios publicados en la Argentina en estas dos últimas décadas. El propósito de este trabajo no es dar cuenta de toda la historiografía, sino la de establecer un marco general de relaciones en cuanto a algunos temas y problemas, referidos principalmente a esta población  y a los cambios operados en su interior. Me guía además el objetivo de indagar en la diversidad regional y o local, con la finalidad de matizar la reflexión acerca de la "invisibilización" del aporte negro a la población argentina. O mejor dicho, el de iluminar el proceso de mestizaje y su contribución en la configuración de las identidades colectivas. ¿En qué medida el mestizaje influyó en los procesos adaptativos y en la reproducción interna de los africanos? En ese caso, ¿qué nos dicen las diferencias regionales?  
Para avanzar en este camino me propongo contrastar la experiencia de los africanos en el noroeste argentino, (pertenecientes a la antigua gobernación del Tucumán) donde podría decirse que esta población se encuentra desde muy temprano formando parte indisoluble de la misma, conviviendo en disiguales proporciones y situaciones con la población blanca e indígena. Ocurre algo similar en las ciudades de Cuyo y sobre todo en la de Córdoba. Si bien de estas últimas no nos ocuparemos ahora, no podemos obviar las referencias debido a la gravitación que mantienen en este espacio colonial. La Docta, particularmente, ocupa un lugar central en el comercio de esclavos y tiene además una numerosa población negra-mulata; lo cual le da una preponderancia y singularidad que merece un análisis especial.
En segundo lugar, extenderé la mirada hacia los africanos de Buenos Aires, donde este sector es gravitante a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y  gran parte del XIX. En estas dos áreas la población africana y afrocriolla adquiere una relevancia y diversidad que nos suscita a una mayor profundización. Se concentra en ellas, además, buena parte de la producción historiográfica sobre la "negritud". Buenos Aires, aunque todavía en desventaja con las investigaciones desarrolladas en la Hispanoamérica continental, como es el caso de México y Perú, es la que reúne la mayor cantidad de investigaciones, variedad de temas y presenta un tratamiento de la población en un tiempo histórico largo, que comienza en la colonia y se extiende hasta un poco más de la organización nacional. Esta producción es particularmente escasa para el periodo posterior, precisamente cuando la población negra comienza a perder visibilidad en el conjunto de la ciudad y en el momento en que las migraciones de finales de siglo contribuyeron a la transformación de la sociedad argentina y muy especialmente a la de Buenos Aires.
Aquí tenemos que al clásico trabajo de Elena Studer sobre la trata, se le suma el no menos clásico sobre la población de Marta Goldberg.4 Las investigaciones de Reid Andrews, Lyman Johnson, Ricardo Rodriguez Molas, Miguel Angel Rosal y la reciente tesis de Alvaro Gomes Souza permiten, a su vez, vislumbrar el recorrido de este amplio sector de la población porteña durante dos siglos.5 A través de las mismas se conocen las características y modalidades del  trabajo esclavo y su organización en el conjunto de la ciudad, formas de sociabilidad, prácticas sociales, religiosas y también comunitarias.  Por su parte, la población negra de la campaña también gozó de un amplio desarrollo. La visión de esta campaña circundante a la ciudad y cercana a una frontera incierta y móvil poblada por indios y por los desertores de la "civilización", considerada tradicionalmente como un espacio habitado sólo por blancos y mestizos y en el que no había esclavos, (dado el costo alto que tenían en el escenario del Río de la Plata, que conspiraba contra su rentabilidad en la utilización de las tareas rurales) se fue modificando paulatinamente.6 Los últimos estudios demuestran por el contrario que los esclavos fueron un elemento fundamental en el desarrollo de la estancia en las áreas rurales. Incluso, el trabajo de M. Goldberg junto con Silvia Mallo sobre la demografía negra en toda la jurisdicción de Buenos Aires, y  lo que las autoras denominan "formas de vida y subsistencia", es revelador no solo de la  variedad y dinamismo de la esclavitud, sino de la manera en que esta población aprendió a adaptarse creativamente al medio y a la economía local.7
Las ciudades del noroeste, con análisis más recientes y con una producción todavía muy escasa, se vislumbran como un campo virgen para la investigación histórica. Los escasos estudios microrregionales realizados hasta el momento plantean una serie de interrogantes que esperan resolverse a la luz de nuevos aportes historiográficos. Incluso una porción de este espacio no ha sido analizado, como es concretamente el caso de  Santiago del Estero, que cuenta hasta el momento con análisis demográficos referidos sobre todo a la población indígena. Tucumán, Salta, Catamarca, La Rioja y Jujuy, concentran buena parte de la escasa producción a la que hicimos referencia. Aquí tenemos que a los primeros trabajos referidos a la población esclava religiosa (jesuítica sobre todo) que se basan la mayor parte de éstos en la rica documentación de las Temporalidades, 8 se le sumaron otros estudios sociodemográficos vinculados a la población y a la familia; los cuales nos permiten vislumbrar los cambios producidos en el periodo tardocolonial, relacionados tanto a las continuas migraciones como a un extendido mestizaje. Las investigaciones de Isabel Zacca para Salta, Mónica Ulloa para Jujuy y los propios sobre Catamarca y La Rioja, dan cuenta de ello.9 Si contrastamos esta producción con la historiografía negra cordobesa, encontramos que en ésta última los estudios sociodemográficos (sobre todo) son más abundantes. Los trabajos de Emiliano Endrek, Aníbal Arcondo, Dora Celton y los más recientes de Mario Rufer enriquecen este espacio central de la Argentina.10
Se advierte en la mayoría de los autores mencionados una sostenida tendencia a combinar el análisis de censos y padrones de la segunda mitad del siglo XVIII, que suelen estar acompañados del examen de registros parroquiales, testamentos, protocolos y otras fuentes que presentan una aproximación multidimensional de la población, el  mestizaje y la ilegitimidad, tanto de los esclavos como de los  afromestizos libres. A medida que avanzamos hacia el siglo XIX esta población se desdibuja tanto en las fuentes censales y parroquiales, como en el conjunto de la producción histórica. De modo que los interrogantes planteados sobre la población afromestiza de las últimas décadas coloniales no tienen todavía ningún correlato en las décadas siguientes.  
Hasta aquí se observa que el estudio de la población africana y sus descendientes ha sido tratado de manera dispar en estas dos grandes áreas. Si para el noroeste los estudios se concentran en el periodo colonial, para Buenos Aires, en cambio lo hacen sobre todo para la primera mitad del siglo XIX. Pareciera que tomando un lapso de tiempo amplio desde mediados del siglo XVIII hasta el XIX inclusive, la atención se hubiera desplazado de una área a otra, marcando una sensible discontinuidad en el tratamiento de esta población. De modo que al desequilibrio historiográfico todavía amplio entre Buenos Aires y la región del norte, se le suma esta discontinuidad temporal que nos presenta el desafío de encuadrar a estas poblaciones en una escala de análisis más amplia, que, nos permita aprehender a esta población desde una formulación mas general, integrando avances ya realizados y superando la discontinuidad ya señalada. Es posible que una mirada mas abarcativa sobre algunos temas y problemas, nos posibilite resignificar a estos sectores, para a su vez iluminar el complejo proceso de invisibilización, declinación y/o "desaparición" de esta población del escenario argentino.

1. El comercio de esclavos

El comercio de esclavos ha merecido una atención relevante por parte de los historiadores, sobre todo extranjeros. Algunas variables demográficas como edad, sexo, mortalidad, fecundidad y origen étnico, tuvieron un amplio desarrollo en estos trabajos. Se desprende de los clásicos estudios sobre la trata que la "migración" de los africanos y sus destinos estuvieron determinados tanto por las condiciones americanas, como europeas y africanas.11 Por caso, una región americana no podía ingresar al tráfico si no contaba con un producto comercializable en Europa. En tanto la  nacionalidad, el sexo, la edad de los esclavos que ingresaban al tráfico transatlántico estuvieron condicionados por África. Todos los estudios indican que, salvo los portugueses de Angola y Mozambique, el resto de los europeos prácticamente desconocían la naturaleza de las sociedades con las que comerciaban. Así fue que en la mayoría de los casos se designó a los africanos según el puerto de procedencia sin tener en cuenta ningún rasgo distintivo de lenguaje, grupo o nacionalidad. Herbert Klein afirma que sólo unos pocos americanos tuvieron un contacto estrecho con una región determinada de África durante un tiempo prolongado, siendo el más conocido es el que mantuvieron Salvador de Bahía y Bahía de Benin. Solo en contadas ocasiones, tales como la caída de un gran Estado o después de una importante derrota militar, ingresaban al tráfico de esclavos naciones enteras de grupos bien definidos, a quienes se los identificó en América por su nombre. Pero estos casos constituyeron según Klein una excepción. 12
Los estudios argentinos confirman de alguna manera esta caracterización. Aquí, la llegada de los africanos comenzó poco después de la segunda fundación de Buenos Aires en l580 y se extendió primero en la zona de mayor desarrollo y expansión comercial como fue el antiguo Tucumán. Se trasladó luego al Río de la Plata cuando Buenos Aires se instaló como centro y eje del circuito comercial. Las relaciones con África en la mayoría de los casos no fueron directas y poco se conoce de los lugares de origen de los esclavos introducidos en este territorio. En un repaso rápido de las modalidades del tráfico, encontramos que en un primer tramo se dio una  penetración esporádica que llegó hasta fines del siglo XVII. Le continuó un periodo de mayor intensidad comercial que se extendió hasta el final del asiento inglés en l740. Luego vino el tiempo de licencias y asientos concedidos a comerciantes y compañías particulares que se prolongó hasta l791 aproximadamente. Por último, el ciclo de la libertad del tráfico negrero decretada para el Virreinato del Río de la Plata por la Real cédula de l792 que se considera el tiempo de mayor penetración el que se extiende hasta la abolición de la trata en l813 (al punto de que solo en el año l810 entraron 18 buques en el Río de la Plata).13
De los estudios sobre la trata se desprende que durante el primer tiempo y parte del segundo, Buenos Aires no ocupó un lugar central en el mercado de esclavos, siendo ejercido éste por la región del Tucumán, Chile, Paraguay y Alto Perú. En esta amplia zona los esclavos fueron buscados tempranamente debido a la escasez de mano de obra. El comercio de y para el Alto Perú constituyó el eje del tráfico general (resultado de la articulación económica con Potosí, el gran mercado de  producción de la plata). Allí arribó la inmensa mayoría de los esclavos internados por Buenos Aires. Esta corriente pasaba por Córdoba, Tucumán y Salta donde no-sólo se vendían esclavos, sino también mercaderías introducidas generalmente por contrabando como textiles, hierro y azúcar.  Desde Córdoba una corriente se desviaba por Mendoza a Chile a través de la ruta Valparaíso-Lima. Otra vía partía de la costa brasileña, en línea recta atravesaba el Paraguay, tocaba Asunción y desde allí seguía el curso de los ríos y llegaba a Potosí. Estaba además aquella que desde el Río de la Plata se desplazaba hacia el norte, remontando el litoral argentino, y se prolongaba hacia Asunción. Con el fin de eludir controles de la administración española, se utilizaba igualmente un quinto camino que no pasaba por la ciudad de Córdoba, pero se unía con la zona del Noroeste por la laguna de Los Porongos. 14
Fueron los comerciantes cordobeses los que participaron más activamente del tráfico temprano, haciendo valer la estratégica ubicación de la ciudad, que se encontraba situada en la confluencia de los caminos que conducían a los centros productores y consumidores (Chile y Potosí). Esta situación les dio el marco necesario para despuntar como plaza distribuidora de esclavos. Hasta aquí llegaban vecinos y residentes de Buenos Aires, Potosí, Santiago del Estero, Mendoza, Talavera, La Rioja, Londres, San Juan, Santa Fe, Santiago de Chile y Paraguay.15
En la segunda mitad del siglo XVIII, la situación comenzó sustancialmente a modificarse, tanto para Buenos Aires como para las ciudades del Noroeste. El punto de inflexión lo determinó el despunte de Buenos Aires como centro económico y político del nuevo virreinato. Así se observa el crecimiento de esta ciudad tanto en su economía como en su población, la que se duplica entre l778 y l810.16 Este aumento fue producto del gran desarrollo ganadero y mercantil de la región, cuyos frutos, los cueros, se incorporaron en escala creciente al comercio oceánico. Durante el siglo XIX continuó este crecimiento a pesar de las turbulencias políticas y la población fue modificando considerablemente su composición étnicocultural, debido, sobre todo, al ingreso sistemático de esclavos. Entre l740 y l810 fueron introducidos en el Río de la Plata unos 45.000 africanos.17 A los que hay que agregar -y no eran pocos- los entrados por contrabando y los de los navíos legales cuyos datos se ignoran. La mayor parte de estos cargamentos quedaron ahora en Buenos Aires, Montevideo y zonas vecinas, creciendo considerablemente la población negra de Buenos Aires en los comienzos del siglo XIX; precisamente cuando esta población ya descendía considerablemente en la zona del noroeste. Este proceso de declinación se observa además en las ciudades de Cuyo y Córdoba, el cual continuará acentuándose en las décadas siguientes. 18

2. La población esclava y afromestiza en las ciudades del noroeste argentino: un debate abierto

1. Estimar la distribución de las poblaciones esclavas y africanas resultantes en estas dos áreas no es una tarea fácil. Existe una constante migración de esclavos a los grupos de color libres. Por este motivo, es importante tomar en cuenta ambas poblaciones a fin de determinar el impacto final del tráfico en término de distribuciones poblacionales. Este procedimiento presenta problemas en cuanto a definir qué se entiende por persona de origen africano. Cuando utilizo el término de hombre libre, sigo definiciones corrientes en América Latina, que por lo general se refieren a personas liberadas en algún momento de su vida, o a personas libres, cuyos antepasados fueron esclavos y aún conservan rasgos fenotípicos claramente definidos relacionados con el color. Sin embargo, en lo que hace a la terminología general del color y las clases, a menudo resulta difícil de determinar el tamaño de la población de origen africano, cuando aparecen confundidos entre las castas. Las castas afromestizas (entendiendo por ellos a los mulatos, pardos y zambos) conforman junto a las indomestizas (mestizos, cholos y también zambos) las "castas y naturales" en los libros parroquiales de las ciudades del noroeste y la "población de color"  en la ciudad de Buenos Aires. En los censos de población, y otras fuentes coloniales, las uniones que provienen de ambas castas son incorporadas en algún caso dentro de los primeros, y en otro entre los segundos, lo cual dificulta cualquier intención de distinguir y restringir el estudio solo a los descendientes de africanos.
El resumen del Censo General de l778, publicado por el P. Antonio Larrouy referido al Obispado del Tucumán, parece ser un claro ejemplo de esta situación.19 Aquí los negros, mulatos, pardos, y zambos representaban el  44.5% del Noroeste (la población indígena el 36.5 y los blancos el 19%). Suman unos 38.085 sobre una población de 85.528 habitantes. Son mayoría en varias de estas ciudades, con un índice aproximado al 64% en Tucumán, 54% en Santiago, 52% en Catamarca y el 46% en Salta. Esta última tiene la proporción más alta de esclavos y Tucumán la de negros libres. En censos posteriores esta población desciende en representación a un 17% en l789 y al l6% en l795. Esta declinación presenta marcados contrastes entre las ciudades: descenso significativo en Salta, Santiago del Estero y Tucumán. Cierta estabilidad en los porcentajes en la ciudad de Catamarca y un aumento de los mismos en la ciudad de La Rioja.
¿Cómo analizar estos cambios? Para algunos investigadores este descenso se debe a  un error de base. Los datos publicados por el padre Larrouy, y reproducidos por Jorge Comadrán Ruiz, no deberían tomarse en cuenta debido a que los mestizos no fueron consignados (englobados seguramente entre los afromestizos) y la población indígena tendría un recuento deficiente.20 El resultado origina un engrosamiento en las castas africanas y un subregistro de los indomestizos. Con este criterio, los censos posteriores, más que  indicar una notable declinación de los africanos y descendientes nos presentarían cifras más "reales" de esta población, que rondaría alrededor de un 17% entre negros y mulatos, libres y esclavos. Con la excepción de la ciudad de Catamarca, que aun en los censos posteriores presenta un porcentaje de afromestizos que es el doble de la población promedio del resto de las ciudades mencionadas. En todos los casos, los esclavos no manifiestan mayores problemas ya que estos generalmente aparecen consignados en las distintas fuentes (con algunas excepciones como en el censo de 1771 de Catamarca en el que unos cien esclavos fueron clasificados como domésticos y criados, sin alusión a su condición de tales). Es en el sector de color libre donde se advierten las mayores desigualdades. Dentro de estas castas, incluso, los inconvenientes se plantean con aquellos individuos con varias generaciones de mestizaje tanto con blanco como de indio. Los juicios por disenso que se encuentran en el Archivo del Arzobispado de Córdoba y que corresponden a estas jurisdicciones, mencionan una y otra vez los continuos problemas derivados de la adscripción y autoclasificación étnica. Así también lo expresan los encargados de llevar a cabo los censos y padrones de indios. ¿Con qué grado de aproximación se podía clasificar a un pardo, de un mestizo o de un zambo? ¿Era clara la línea divisoria entre estas categorías? 21
Estudios etnográficos sobre las poblaciones negras nos señalan las dificultades de las clasificaciones en contextos de contactos interétnicos. Es posible, por ejemplo, que una persona tenga rasgos similares a los europeos pero que su pelo sea más negroide que europeo. En tal caso, la categoría que le corresponde en la sociedad en función del color queda determinado por la textura de la piel. Este individuo se situará por encima de una persona que tenga una tez similar y un pelo "bueno", pero cuyos rasgos sean más africanos. Una persona morena con pelo "bueno" y facciones "buenas" queda por encima de una persona de tez clara que tenga facciones y pelo "malos".22 Encontramos un número grande de tales combinaciones también en nuestras sociedades coloniales, que nos dan cuenta de la confusión de los atributos de color, raza y clase, de los que se hacen eco (sobre todo) los expedientes judiciales y las fuentes de escribanías. Aparecen en estos documentos numerosas referencias a "esclavas de color blanco", "esclavas apardadas", "esclavos chinos", "mulatos de color blanco", "mulatos de ojos apardados", "pardos azambados. 23
Los censos de l789 y l795 establecen una población negra mulata para el noroeste que llega a un poco más de unos veinte mil individuos.24 Decíamos que estos números indican una declinación notable de esta población y el aumento de la población indígena. Sin entrar a considerar el fundamento de estos cambios, lo que advertimos es el rol gravitante que mantiene la población afromestiza a finales de la colonia, teniendo en cuenta el impacto prolongado del temprano tráfico de esclavos en toda esta zona del Tucumán. Se puede pensar incluso, que esta población (tres veces superior a la de Buenos Aires) debía ser bastante mayor en las décadas anteriores, a juzgar por el extendido mestizaje que surge del conjunto de las fuentes. A ello hay que  sumarle  las muertes, fugas, migraciones y también el pasaje reiterado y constante de la línea de color, de negros a indios y mestizos que nos muestran una gran cantidad de fuentes. Este proceso ha sido descrito y analizado como una constante de la población negra también en el área de México y Perú, tanto por Gonzalo Aguirre Beltrán como por Frederick Bowser.25 Concretamente en Catamarca hemos verificado este pasaje en las partidas de Bautismos y sobre todo en el censo de l812.26 Allí se observa como los hijos de indias y mulatos (son estas uniones las más comunes de todas) fueron anotados como indios la mayoría de las veces (no como zambos, categoría indicativa de la ascendencia africana). Volveremos sobre este punto más adelante.
De modo que la información que nos presenta los censos resulta insuficiente para el estudio de la población. El resumen publicado por el P. Larrouy, motivo de controversias, presenta claras limitaciones, que no lograremos superar únicamente con el análisis de otros censos porque corremos el riesgo de quedar entrampados en las mismas dificultades. Solamente conseguiremos avanzar desde una perspectiva más amplia que incorpore además del examen de otras fuentes (principalmente la de los libros parroquiales) nuevas variables de análisis, vinculadas a las trayectorias de asimilación y reproducción de los distintos grupos socioétnicos. Este es el desafío que tenemos por delante: realizar un estudio de la población que tenga en cuenta otros sistemas de representación que nos aclaren sobre el perfil económico y social de cada uno de los grupos. Solo así podremos reconocer la naturaleza de los cambios operados en el interior de estos sectores durante (y no solamente) el periodo tardocolonial.
2. Como punto de partida propongo una reflexión a la luz de las nuevas investigaciones que sobre la sociedad del noroeste se realizaron en los últimos años. Si bien algunas de ellas no se refieren específicamente a los africanos (y a sus descendientes), sino a otros procesos no necesariamente autónomos como son la producción, la mano de obra, migraciones y mestizaje, estos nos pueden guiar en la interpretación de las trayectorias desarrolladas por "nuestros" negros a finales de la vida colonial. El estudio sobre el mestizaje indígena en el noroeste, realizado por Ana María Lorandi, nos informa por ejemplo que las uniones matrimoniales, legalizadas o no, entre indios y negros fueron comunes desde los comienzos mismos del proceso de colonización. 27 Estas primero se realizaron entre los indígenas y luego con los africanos. El origen de esta situación provenía, según Lorandi, de la desnaturalización de los indios, ocurrida luego de las guerras Calchaquíes y más tarde en la frontera del Chaco, cuando los indígenas fueron trasladados de sus tierras y reducidos a vivir con otros grupos, o bien desmembrados de un pueblo y repartidos en distintas encomiendas. Algunos de estos indios fueron repartidos por grupos de no más de cinco familias entre los vecinos de las ciudades; otros como piezas entre los soldados. La mayor parte de los mismos se asignaron a labores domésticas, o en las chacras del entorno de las ciudades. Allí se encontraron con los africanos, en gran parte en el servicio doméstico, con quienes se relacionaron, se amancebaron y se casaron en escala ascendente, y fueron estas uniones la fuente principal de la población afromestiza de la región. De esta manera, los sucesivos mestizajes fueron desdibujando el perfil étnico de la población africana del Tucumán, al mismo tiempo que transformado en un importante vehículo de movilidad social.
Lorandi afirma que de todas las jurisdicciones Jujuy es la que mantiene un perfil más andino. Se caracteriza todo este espacio por contar con una presencia gravitante de población indígena que conforma un poco más de la mitad de la población, y que junto al grupo mestizo representan cerca del 86%, (ubicados en el  norte y en el centro casi exclusivamente).28 Los  blancos y negros-mulatos se concentran sobre todo en la ciudad. Y los esclavos son claramente un fenómeno urbano en l779 según Beatriz Rasini.29 Aquí figuran como criados, pero también integran familias independientes e incluso hay mulatos que tienen criados. En el resto del curato, constituido por 31 haciendas y un pueblo de indios encomendados, (y sin perder su primacía los indios y mestizos) también hay afromestizos, que constituyen junto a los otros grupos la mano de obra en estos establecimientos rurales (un total de 316 esclavos y 556 mulatos).30
Las investigaciones de Mónica Ulloa y Raquel Gil Montero demuestran, además, que la ciudad de Jujuy en las décadas posteriores continúa concentrando la mayor cantidad de población de color.31 Es decir, que esta jurisdicción se nos representa como un espacio fragmentado étnicamente con claro predominio indígena y en el cual los esclavos están ubicados casi exclusivamente en el área urbana. Algo similar, aunque más matizado, encontramos en la jurisdicción de Santiago del Estero, en la que este sector también se concentra mayoritariamente en la ciudad. En el resto de las jurisdicciones, si bien el predominio urbano de la población esclava es una tendencia clara, su distribución junto a los libres es más diversificada. En todos los casos, la población blanca fue minoritaria respecto a la población india y negra, (como ya vimos, denominada en las fuentes de la época como castas y naturales). Los mulatos y pardos generalmente superan a los negros, y las poblaciones libres exceden a los esclavos. Se advierte además la preponderancia de una población criolla de color, que se ubica por encima de la africana, y que representa buena parte de la población del noroeste. Esta presencia criolla nos indica más un crecimiento por reproducción que por ingreso de nuevos esclavos. Incluso los protocolos fines del XVIII también revelan que las operaciones comerciales corresponden mayoritariamente a un circuito del Tucumán (incluida Córdoba) que a un ingreso de africanos provenientes del puerto de Buenos Aires. Tenemos el caso de la ciudad de San Miguel de Tucumán, centro vital en la ruta de Buenos Aires y el Perú, con un activo comercio tanto regional e interregional, donde las escrituras de compraventa nos indican que entre l799 y l807 se realizaron 170 operaciones, en las cuales no figuran esclavos originarios de África. Aquí, según el trabajo realizado por J. Novillo el mayor número de operaciones se realizó en la década de la revolución con un promedio de casi diecinueve escrituras por año.32 En Catamarca, el estudio realizado por M. Arzumendi de Blanco llega a una conclusión semejante en cuanto al origen de los esclavos. Entre l778 y l812 se realizaron 139 compraventas, lo que da un promedio de cuatro por año, cifra muy inferior respecto al de Tucumán, lo que nos indicaría la dinámica y vitalidad de una plaza respecto a la otra. La autora encuentra también un crecimiento de las transacciones en la década de la revolución: en l806 hay l7 operaciones de negros. En este caso, se trata asimismo de esclavos criollos de la región, pero a diferencia de la ciudad vecina, cuenta con 8 negros angolas y 7 negros "bosal", que si bien representan una cantidad menor en el conjunto de las operaciones, nos indicarían que todavía se realizaban compras directas de esclavos en la última década de la colonia.33
Para la ciudad de Salta hay una estadística de compraventas de esclavos recién para la mitad del siglo XIX.34 Se observa también el carácter marcadamente local o regional de este comercio, a la vez que exhibe el mayor número de operaciones promedio (alrededor de 40 por año hasta l827 en que comienzan a descender). Esto demuestra la mayor gravitación de la plaza comercial salteña, en correlato con lo señalado por Sara Mata sobre la relevancia que adquiere esta ciudad como capital de Intendencia, centro mercantil; y sobre todo como plaza articuladora entre el litoral Atlántico y el espacio surandino.35 También ha sido señalado el aumento considerable de esta población, vinculado a la creciente llegada de peninsulares durante la segunda mitad del siglo XVIII, y a las migraciones indígenas principalmente altoperuanas.36
La constatación (de una mayoritaria población criolla de color) representa a su vez una variable importante a tener en cuenta en el estudio de la familia y del mestizaje y  nos da una pauta clara para trabajar las relaciones entre los sexos, y también las trayectorias de asimilación. Los negros y afromestizos criollos conocen el idioma, y tienen un conocimiento sobre la sociedad que le permite ciertas cuotas de independencia y de transgresión. El grado de aculturación, o de "deculturación" y "domesticación", según Moreno Fraginals,37 redundó asimismo en una mayor propensión hacia el mestizaje. Esta situación que se infiere de numerosos documentos queda evidenciada en un expediente judicial, en ocasión de venderse unos esclavos de La Rioja en la ciudad de Salta, porque según explicaba un importante vecino riojano, allí se conseguía mejores precios y sobre todo se podían llegar a cambiar por esclavos bozales, que eran más dóciles y menos indisciplinados.38
A juzgar por este documento y por lo anteriormente mencionado, la ciudad de Salta se percibe como la plaza más comercial del noroeste (así como Córdoba del Tucumán). Lo cual, sumado a características económicas y políticas de la misma, explica el alto número de esclavos que encontramos en ella. Esta ciudad es la que tiene el mayor porcentaje de esclavos en l778: 1100 en una ciudad de 4300 habitantes, que da una relación de un esclavo por cada cuatro habitantes (en números absolutos solo es superado por la Docta). El estudio de Isabel Zacca sobre los negros y afromestizos salteños nos confirma la tendencia del predominio esclavo en el ámbito urbano y la preponderancia de las poblaciones libres en el medio rural. Aquí por cada 10 esclavos registrados en los partidos rurales, 48 se asentaron en el curato Rectoral. El medio rural es según la investigadora salteña el dominio de indios, negros y afromestizos libres de los cuales de cada 10 libres, en proporción sólo 3 residen en la ciudad. Se concentran sobre en el curato de El Rosario y Chicoana, en el que desarrollan múltiples tareas. 39
La jurisdicción de Salta se convierte durante la segunda mitad del siglo XVIII en receptora de buena parte de los grupos altoperuanos, indígenas y mestizos de la región de Chichas y Cinti, y también de mocovíes y tobas capturados en las expediciones del Chaco que se incorporan en la vida de la ciudad como esclavos. La densa migración aborigen altoperuana se extendió también a los valles tropicales de Salta y a las tierras altas de Jujuy.40 La presencia de estos grupos (y al ingreso de españoles peninsulares como ya lo adelantamos) transformó la composición de la población y tuvo su correlato en las uniones matrimoniales. Zacca,  cuando trabajó sobre la dinámica matrimonial de esta ciudad, constató estos cambios, al mismo tiempo que observó una exogamia formalizada, que aunque menor que la verificada en Catamarca, indica una tendencia clara entre las ciudades del noroeste  (que inferimos todavía mayor entre las uniones informales). Las actas matrimoniales registran una tendencia a contraer enlace con los del mismo grupo étnico, aunque también se verifican uniones muy diversas entre negros, mestizos, indios y afromestizos. Se observa como una característica de esta ciudad los matrimonios entre esclavos, que mayoritariamente corresponden al mismo propietario. Asimismo de esclavas/os que contraen matrimonio con un cónyuge libre (principalmente indias). 41 Es decir, que el 66% de estas uniones aseguró una descendencia esclava a sus amos, en tanto el resto habría nacido libre. Se infiere de estos comportamientos un mayor control por parte de propietarios del matrimonio de los esclavos, a la vez que un amplio mestizaje no formalizado, características estas de estructuras sociales fuertemente polarizadas, que en este caso concreto, son además descriptas, como nítidamente jerarquizada y señorial.42
En Tucumán, (sobre el cual sabemos bastante menos) Jovita Novillo también hace referencia al predominio urbano de los esclavos y un mestizaje extendido en la campaña de los descendientes de africanos libres.43 Una menor proporción de esclavos se encuentran en la zona  de Las Trancas donde se hallan las grandes estancias ganaderas que complementan su producción con el cultivo del maíz y una importante producción de trigo (que según Novillo les permitía tener saldos comercializables). Entre los esclavos de la ciudad  (de solo dos cuarteles de los cuatro porque los restantes se perdieron) hay una mayor cantidad  de mujeres que no consignan actividad y de hombres los cuales algunos se desempeñan como zapateros, carpinteros y herreros. Como dato ilustrativo, de los cinco carpinteros que encuentra Novillo, cuatro pertenecen a don Domingo Villafañe, importante carretero de la ciudad. De los ocho zapateros había seis cuyas propietarias son mujeres solas de lo cual la autora infiere la modalidad de locación de servicio, en el cual el alquiler de la mano de obra esclava proporciona una renta al propietario, característica que más adelante veremos muy expandida en la ciudad de Buenos Aires.44 Muy probablemente sea la ciudad de Tucumán la que representa con mayor intensidad esta modalidad "estipendiaria" debido  a un mayor desarrollo artesanal y una producción local destinada a los diferentes circuitos comerciales (fundamentalmente en la industria del cuero y en la fabricación de carretas que se destinaban al transporte).
La ciudad de Catamarca presenta un matiz importante en la tendencia urbana de los esclavos, en tanto aquí encontramos una presencia significativa de esclavos en la ciudad, pero también en otras poblaciones como en Piedra Blanca y Capayán. Allí tenían sus casas y fincas antiguas familias catamarqueñas asentadas desde los comienzos del proceso colonizador (la primera dependía de la jurisdicción de Tucumán, y a segunda a la de La Rioja y recién fueron integradas a Catamarca cuando se funda la ciudad capital en  l683). Pero sobre todo hay esclavos en una zona alejada de la ciudad, en el predominio de Díaz de la Peña, ex propiedad jesuítica que luego se convertirá en el Mayorazgo de Huasán que concentraba 100 de los 700 esclavos que tiene la jurisdicción.45 Es decir, que los esclavos se encuentran en la ciudad pero también repartidos en otras poblaciones rurales. Tal vez, una explicación posible sea la tardía fundación de la capital de San Fernando que se efectiviza a fines del siglo XVII y concreta el establecimiento de los vecinos y residentes recién en la segunda mitad del siglo XVIII. Antes de ello, las regiones mencionadas ya tenían un poblamiento activo y una producción importante tanto de algodón, vino y aguardiente, que gozaban de gran reconocimiento en el resto del Tucumán.46 Incluso la ciudad disputará durante este periodo el predominio político y económico con Piedra Blanca, verdadero centro comercial y social, que se convertirá en cabecera de su propia parroquia en l794.47 El incremento de habitantes que presenta la ciudad de Catamarca y su jurisdicción en este periodo, (que en gran medida se debe al crecimiento de las poblaciones del valle central), no logra variar sustancialmente los porcentajes de la población negra y afromestiza presentados en el resumen publicado por Larrouy. Mientras en las ciudades vecinas, como ya lo observamos, se produce una "disminución" importante de esta población, aquí los negros y mulatos representan el 40% del total de población.48 ¿Cómo interpretamos este predominio? Una primera explicación nos la da Ariel de La Fuente, cuando afirma que no se podía hacer agricultura en el Valle de Catamarca si no se contaba con esclavos.49 Una baja proporción de indígenas en toda esta zona (ubicados sobre todo en el oeste catamarqueño), un desarrollo agrícola intensivo y una alta densidad poblacional (sobre todo en el "oasis" de Las Chacras), sumado a la superposición de los ciclos productivos, a  salarios altos entre la población libre con un alto poder negociador y una gran demanda de trabajadores durante meses del año, solo podía resolverse con trabajadores permanentes y el contrato de  "libres" para las tareas estacionales; política  implementada exitosamente por los Padres de la Compañía de Jesús.50 Todo parece indicar que en las zonas de regadío  este patrón se repite, debido a los requerimientos de una producción que necesita trabajo estable claramente disponible.51
Una segunda explicación y que puede complementar a la anterior, se relaciona con el "color" de la población. Si trasladamos la constatación que realizan M.Goldberg y S. Mallo en la campaña bonaerense quizás podamos dilucidar esta situación.52 Las autoras encuentran que en las zonas de colonización más antigua la mayoría de la población es mulata- parda y a la inversa, son negros en las poblaciones más recientes. El correlato en la ciudad de Catamarca sería que con un poblamiento que se acrecienta notablemente durante las últimas décadas coloniales, el sector de los negros mulatos prevalece todavía sobre los pardos y zambos, lo cual apareja la mayor la visibilidad que registran los censos. Contrasta esto con las ciudades vecinas donde esta población proviene de un tráfico más antiguo y probablemente de más centurias de mestizajes e hibridación. El censo de l812 de Catamarca ya se presenta un panorama más cercano al de estas ciudades, como consecuencia de una exogamia determinante en el conjunto de los grupos afromestizos. Los migrantes que llegan al Valle y  que constatamos en las partidas de matrimonios (34% de los cónyuges) y entre ellos, un número importante de mulatos y pardos libres, pueden haber contribuido a reforzar tanto el color en algunos casos, como a debilitarlo cuando se mestizaron con la población indígena.53   
En La Rioja la exogamia matrimonial es más débil y se traduce en matrimonios de esclavos con mujeres "libres". Estas parejas étnicamente diferentes pueden haber sido el resultado de una baja tasa de masculinidad, tanto en la ciudad como en la campaña, que contrasta con la otra campaña bonaerense, donde se observa un proceso claramente inverso. Las mujeres esclavas urbanas se nos presentan, sobre todo en La Rioja, al frente de familias matrifocales y/ o extendidas de varias generaciones (de tres y hasta cuatro generaciones), en las cuales se infiere un control social segmentado por género, que les aseguraría a los propietarios un número importante de niños, que sin importar el color reproducirían la esclavitud.54
Esta ciudad presenta además otras características vinculadas al número de esclavos y a cierta especificidad de las poblaciones libres. Los primeros son aquí tan numerosos como los observados para la ciudad de Salta, que como vimos, constituye una plaza comercial de enorme gravitación en toda el área del noroeste. En La Rioja suman en 1795  un total de 1199 y representan el 12% del total de la población y el 63% de la población de color.55 Esta ciudad, lo mismo que Catamarca, se encuentra a trasmano de la ruta comercial de esclavos y de los centros principales de la gobernación; la separan además largas distancias con las otras ciudades, incluyendo el mercado altoperuano. ¿A qué se debe el alto número de población servil? Se observa que éstos en gran medida son de propiedad eclesiástica, principalmente Jesuítica. Los Padres instalados desde muy temprano en esta ciudad cuentan con un plantel importante de esclavos distribuidos en sus haciendas y estancias.56 Aquí, la zona más dinámica está en la campaña donde se encuentran las mejores tierras y en la que existen pequeñas, medianas e incluso grandes propiedades orientadas al cultivo de la vid,  trigo y a  la cría de animales.57 Los esclavos están repartidos por todo el territorio, aunque alcanzan su mayor representación en el Rectoral y también en el curato de Guandacol (zona cercana a la cordillera, que seguramente mantiene contactos comerciales con los vecinos transandinos). Las actividades económicas vinculadas directamente con la tierra y  el aislamiento con el resto  de la gobernación habrían afirmado además una sociedad cargada de representaciones señoriales, donde los esclavos tendrían una funcionalidad simbólica relevante.
La población afromestiza libre riojana predomina también en el ámbito rural, y muy especialmente en la región de Los Llanos, cuya particularidad radica en su aislamiento y en haber sido un área poco apetecible para los linajes fundadores debido a sus carencias de aguadas. En un estudio realizado sobre esta zona hemos encontrado un poblamiento protagonizado por mestizos y mulatos que conforman a su vez familias lo cual contribuyó a un paulatino "blanqueamiento" y a la conformación de una sociedad con características propias.58 La existencia de familias entre esta población afromestiza en la zona que luego acaudillaría Facundo Quiroga está reflejando un grado de estabilidad en la sociedad y economía regional  que por lo visto no ha logrado turbar el rápido crecimiento demográfico experimentado en la misma. Es precisamente la "estabilidad" de una economía agraria algo marginal, y su misma naturaleza campesina la que acaso facilite y aun estimule la formación de familias en sectores raciales y socialmente subalternos que enfrentan serios problemas para acceder a esa vida familiar en otras regiones del virreinato, como la misma campaña bonaerense.59     
La proporción importante de familias libres y esclavas que encontramos  en estas ciudades, y sobre todo en el ámbito rural (en la zona de Capayán de Catamarca  verificamos también numerosas familias mulatas y pardas) nos  permite matizar la imagen de desorganización familiar atribuida a esta población.60 Observamos que estas familias adquieren una mayor "estabilidad" en el área rural tal como Concepción Lavrín señalara en su estudio de las mujeres negras latinoamericanas, en el cual agrega que esta estabilidad es aun mayor si pertenecen a una orden religiosa.61 Esto lo hemos constatado en las familias esclavas riojanas de propiedad jesuítica (también, aunque en menor medida con los esclavos de los padres Mercedarios), que se caracterizan por presentar una organización familiar basada en el matrimonio, en una descendencia legítima y en una estructura cerrada desde el punto de vista étnico.62 
La primera, que si bien es conocida no está de mas reafirmarla, y es que los padres de la Compañía fueron unos de los principales propietarios de esclavos en todo el Tucumán. Tan solo en Córdoba tenían unos l862 en   l769.63 El sector esclavo es, en rigor, la clave según Carlos Mayo, para entender el esquema y el proceso de producción que singulariza a aquellas vastas explotaciones agrarias, repartidas en esta región. Así los esclavos producen su propia manutención, tejen, cultivan y pastorean el ganado. Afectados a todas las actividades productivas pero sobre todo al sector artesanal, los negros reparan y fabrican herramientas, calzan hachas y en estancia de San Ignacio de Santiago del Estero, levantan carretas, fabrican mesas, taburetes y sillas.64 Otra dato fundamental con relación a ello es que las poblaciones esclavas de las estancias jesuíticas tienden a reproducirse en función de una sutil política demográfica de la Compañía, que se esmeró por mantener un notable equilibrio entre los sexos y para lo cual agrupó a los esclavos en familias.65 En el largo plazo la reproducción de los esclavos en estas haciendas era una buena inversión porque les permite a los Padres una independencia del mercado de trabajo y una diversificación de la producción. En el corto plazo, la existencia de mujeres y niños no deja también de ser importante, en tanto cumplen roles productivos diversos. Las mujeres trabajan junto con los hombres en la vendimia y en la cosecha de las pasas. Además hilan lienzos que son destinados al pago de trabajadores y a la vestimenta de los esclavos. Los niños a su vez cumplen roles menores en cualquier tarea realizada por los mayores y  también se hacen cargo del cuidado de las cabras.66
La segunda cuestión que queremos señalar es que los Jesuitas reunieron en La Rioja el mayor número de esclavos de todas las ciudades del noroeste, vinculados entre otras actividades a una producción vitivinícola intensiva (en Nonogasta encontramos cerca de cien esclavos dedicados a esta actividad y a la producción de trigo). En toda la jurisdicción suman unos cuatrocientos aproximadamente y constituyen el 40% de la población del rectoral (en Catamarca los esclavos de los jesuitas representan el 9% de los esclavos). Esta diferencia numérica es fundamental para inferir la influencia que la política de la Orden mantuvo en el patrón de comportamiento familiar en cada una de estas ciudades. Cuando los Padres fueron expulsados ya habían logrado conformar  solo en esta ciudad unas 52 familias de esclavos, que luego fueron vendidas por las temporalidades pasando a formar parte de las haciendas y hogares españoles.67 Rastreados en el tiempo encontramos que mantienen el patrón de una alta tasa de matrimonios con relación a los otros esclavos, y una ilegitimidad todavía más baja que la de la generalidad. Pero ya percibimos una tendencia exogámica que incluye en su interior a cónyuges libres. Se advierte así que el destino de estos esclavos no es muy diferente que el camino recorrido por los otros esclavos riojanos, y por el resto de los sectores subalternos, concerniente a un mestizaje extendido y a una cada vez mayor  "invisibilización" étnico racial.
Ahora aquí hay otro tema a considerar: solo una parte de estos esclavos se vendió fuera del noroeste y los precios pocas veces superaron los 200 pesos; se compraron con planes de crédito de hasta  dos años y medio, y  con un pago no siempre en metálico, como era habitual. Estos valores relativamente bajos en relación específica con estos esclavos (muy estimados por la calificación de sus oficios) introdujeron nuevas posibilidades materiales y simbólicas en el conjunto de la sociedad riojana de manera particular. Estos precios se mantuvieron también en las otras ciudades de acuerdo a los remates de esclavos realizados por las Temporalidades en los primeros años de l770.68 De modo que incorporan una variante en el mercado de esclavos, que permitió un acceso más diferenciado de compradores. Si bien son los sectores de la elite los principales poseedores de esclavos, también constituyeron éstos un medio de vida para algunos individuos empobrecidos que lindan con la pauperización, y una mano de obra para algún sector medio independiente, según nos señalan los expedientes de escribanías. En los testamentos, hipotecas, embargos y deudas; asimismo dotes y algunas cartas de libertad, se verifican los servicios prestados por los esclavos, y también se puede reconstruir el patrimonio de algunos propietarios.69

4. Por último nos queda un tema por analizar. Se trata del pasaje de la esclavitud a la libertad, tránsito que no ha sido abordado de manera sistemática, como en el caso de  Buenos Aires.70 A través de algunos estudios locales se conocen distintas maneras en el acceso a la libertad. Estas si bien nos iluminan sobre el proceso, no nos  permiten distinguir el grado de representación que tienen en la dinámica hacia la libertad. Por caso Mirta Arzumendi de Blanco para Catamarca da a conocer veinte cartas de libertad, en los cuales se observan varias modalidades. Encontramos casos en que los padres compran la libertad de sus hijos. Otros donde una esclava reúne el dinero para la compra de la libertad de su nieta. También, aquellos en que los propietarios otorgan la libertad de sus esclavos para que se efectivice luego de su fallecimiento en agradecimiento por sus buenos servicios (dieciséis esclavos encuentra la autora con esta modalidad). Está además el otorgamiento de libertad condicional, la cual queda sujeta al cumplimiento de ciertas cláusulas, como por ejemplo la condición de servicios por un determinado número de años.71
Varios estudios hacen referencia a las manumisiones forzadas. En estos casos los propietarios de esclavos pretendían deshacerse de los esclavos por el alto costo que representaban en nuestras sociedades coloniales periféricas; y a su vez algunos esclavos "no" querían manumitirse en tanto la pérdida de los lazos de dependencia los dejaba en una situación de vulnerabilidad social y de escasa  inserción relacional.72
Nuevas investigaciones, además de dar a conocer otros casos que matizan y/o confirman los anteriores, menciona al mestizaje como un camino muy transitado para alejarse de la esclavitud. En el estudio de Isabel Zacca sobre Salta y en los propios sobre Catamarca y La Rioja surge claramente que la libertad de los africanos fue también el resultado de las crecientes uniones entre mujeres libres y esclavos  (la esclavitud se hereda por vía materna). Se observa claramente a través de las partidas de Matrimonios cómo  los varones esclavos se casaron o unieron con las mujeres libres en escala ascendente (principalmente indias, mestizas y pardas) y los hijos nacieron libres.73 Si pensamos que el mestizaje informal fue incluso más amplio que el legalizado por la Iglesia, se llega a la conclusión que fue éste una práctica eficaz en el tránsito hacia la libertad y que estuvo muy extendida en el conjunto del sector esclavo.
En el caso concreto de Catamarca hemos verificado además que los hijos de padres mixtos (tanto esclavos como libres) son adscriptos en la categoría étnica de la madre. De padre negro- mulato y de madre india, los hijos pasan a ser indios o mestizos. Es decir, que aquí se presenta además un fenómeno de pase, vinculado a la población indígena, que en gran medida contribuyó a  la declinación de los afromestizos, y al pasaje de categoría de esclavos a libres. El fenómeno de pase se realizó en este caso en dos direcciones distintas: una corriente irrumpió dentro de los españoles y mestizos, (mulatización) la otra dentro de la indígena (indianización), y los individuos que pasaban de categoría y de condición eran los africanos y sus descendientes.74
De modo, que en el análisis de esta población se observa el impacto prolongado de un temprano tráfico, que se refleja a fines del siglo XVIII en una declinación temprana de la esclavitud  y en un importante crecimiento de los sectores libres. Las fuentes son aquí difusas y bastantes imprecisas, como resultado de un extendido mestizaje, asociado a procesos de movilidad social y a una variada gama de colores, como mulato, pardo, zambo y cholo. Se observa que estas ciudades, con un uso principalmente urbano (no único) de la mano de obra esclava y porcentajes muy altos de la población libre de color, se constituyó en una región donde la esclavitud dejó de ser viable, desde el punto de vista económico, antes de que el Estado determinara su prohibición. Fue la suma de estas circunstancias las que llevaron a una declinación inevitable de esta población y sobre todo a la invisibilización de la misma durante el siglo XIX. 
 ¿Que pasó en la ciudad de Córdoba durante este periodo? Los estudios de Aníbal Arlcondo nos permiten conocer la dinámica de la población esclava a lo largo de cien años.75 De los mismos surgen  cambios en la estructura de esta población, a la vez que una continua disminución durante el siglo XIX. Los censos de l778, l813 y l840 dan una idea aproximada de estos cambios, que transcurren durante el lento proceso de desestructuración del trabajo esclavo. Este proceso habría comenzado con la venta de los esclavos pertenecientes a los jesuitas y continuado con las manumisiones y restricciones al tráfico, implementados en las primeras décadas independientes.
Sonia Tell observa, además, una variación en la distribución espacial de la población esclava. Estos, si bien diminuyen en la ciudad, continúan manteniendo la mayor representación en el ámbito urbano de toda la provincia, vinculada a la producción artesanal y al servicio doméstico. En los espacios cercanos a la misma, que se  destacan por el volumen de su producción ganadera y agrícola (Anejos, Río Segundo y Tulumba) donde seguramente persistían las grandes propiedades de la colonia, se mantuvo o  incrementó esta población en términos relativos. En tanto otras regiones como Calamuchita y Punilla, zonas que a fines de la colonia se destacaban por la presencia de grandes propiedades que integraban de manera permanente familias de trabajadores libres y de esclavos, cercanas a la ciudad de Córdoba y con una importante producción agrícola y ganadera, el porcentaje de esclavos decreció. Es en el norte de la provincia donde se produce un aumento más considerable de esclavos (en Ischilín pasan del 5% al 32%).76
Es decir que los datos indican que la cada vez más reducida población esclava se fue concentrando alrededor de la ciudad y en un departamento del noroeste (Ischilín) donde se situaban las grandes propiedades con mayor promedio de esclavos de toda la provincia en l778. En esas zonas, que en este tiempo son fundamentalmente ganaderas (vacuno y mular) en l847 son importantes productoras de cereales (maíz y trigo). Las grandes unidades de producción continuaron utilizando mano de obra esclava para atender las tareas permanentes.77
Todo parece indicar que este patrón, observado ya en el Noroeste, se repite. En las zonas de regadío es común encontrar trabajadores esclavos, debido a los requerimientos de una producción que necesita trabajo estable claramente disponible.78

3. La población esclava y afromestiza en la ciudad de Buenos Aires: un debate sobre el siglo XIX

Buenos Aires y su hinterland crecieron muy rápidamente desde mediados del siglo XVIII, y sobre todo a partir de los comienzos del siglo posterior.Ciudad y Campaña pasaron de los 24.000 y 12.000 habitantes, aproximada y respectivamente a los 45.000 y 38.000 hacia l800 y los 91.000 y 180.000 hacia l855.79 Gran parte del aumento de la población se debió al ingreso de esclavos cuya representación crece sobre todo en la ciudad. Aunque la población blanca va a ser siempre mayoritaria, la brecha con la población africana se fue achicando a medida que se fue cerrando el ciclo colonial.
En l744, Buenos Aires tenía 6035 habitantes, los blancos representan el 73% y los negros y mulatos el 17%; el resto estaba compuesto por indios y mestizos. En 1778 aumenta la población no blanca, y este crecimiento se nota sobre todo en la ciudad. Esta tenía entonces 24.451 personas, de las cuales los blancos representan el 66%,  los negros-mulatos el 29%  y los indios y mestizos el 5%. En la campaña sobre un total de l2.926, los blancos representan el 75%,  los negros mulatos el l3%  y los naturales el 12%.80 En la población no blanca, siempre a mediados del siglo XVIII, seguían en importancia numérica a los negros, los mulatos, y luego los indios, mestizos y zambos. Es decir, que no obstante el incremento de la población negra, sigue siendo minoría con relación a la blanca.
Marta Goldberg aclara que los datos censales no coinciden con la impresión que dejan los testimonios de los viajeros. Estos consideran que la población de color tiene una mayor representación en la ciudad que la que establecen  los censos. Para l810 calculan que un quinto de la población es blanca y el resto son mestizos tanto de indios como de negros. Aunque los cálculos impresionistas deben utilizarse con sumo cuidado, se infiere de esta apreciación, que la población negra y mulata de la ciudad de Buenos Aires es numéricamente mayor que la indicada por los cómputos censales. La diferencia estaría dada por una cantidad apreciable de mestizos y mulatos claros que los censos registrarían como blancos.81
En contraste con las ciudades del noroeste, esta población urbana se caracteriza por ser mayoritariamente africana, también negra y sobre todo esclava. Una muestra tomada por Andrews del censo municipal de l810 para Buenos Aires, demuestra que uno de cada siete individuos de la población afroporteña era esclavo (es decir que sólo eran libres el 23%).82 Esto le da a la ciudad una impronta y una clara segmentación étnica; y a este sector una gran visibilidad en el conjunto de la misma. 
En la campaña el estudio demográfico realizado por J. Moreno y Liliana Méndez de los censos de l744 y l815, demuestra también un alto porcentaje de esclavos entre los africanos; lo mismo que una edad promedio que oscila entre los l6 y 40 años y un alto índice de celibato. Se observa además que si la alta tasa de masculinidad es una de las características de la población rural, esta se acentúa de manera significativa en el caso de la población negra mulata. La cantidad de hombres es dos veces y media mayor que la cantidad  de mujeres en l815.83 Se verifica, incluso, algunas diferencias en la morfología de la población: cuando se trata  de zonas de colonización mas o menos recientes, es mayor la proporción de negros  y más alto índice de masculinidad (Chascomús). En la zona de colonización más antigua prevalecen los mulatos y hay un mayor equilibrio entre los sexos (caso de San Nicolás). La ruralización habría posibilitado el rápido blanqueamiento de los descendientes de africanos, ya sea por mestización o por una menor preocupación de los empadronadores en clasificar "adecuadamente" a los posibles integrantes del grupo de color. Lo cual es percibido por M.Goldberg y S. Mallo en base a la superioridad numérica de los pardos.84
Llama la atención que en la primera mitad del siglo XIX no se advierta una marcada declinación de la población negra, teniendo en cuenta la abolición de la trata decretada en l813 y la alta mortalidad estudiada por Goldberg (en virtud de las partidas de defunciones correspondientes a este periodo).85 Los censos registran todavía cifras altas de negros en la primera mitad del siglo XIX. ¿A qué se debe esta situación? Muy probablemente a la continuación del ingreso forzado de esclavos, realizado ilegalmente, o por distintas artimañas, que habría tenido todavía un amplio desarrollo durante este periodo. Liliana Crespi nos da esta pista en su trabajo sobre los negros apresados en operaciones de corso durante l825 y l828.86 Por este estudio se conoce que los libertos ingresados por Patagones debían prestar servicio en los ejércitos durante cuatro años y una vez cumplidos ese plazo serían libres. Las mujeres y los no aptos para las armas eran entregados a particulares por ese mismo lapso y también quedaban en libertad una vez cumplido el mismo. Es decir que se verifica una serie de disposiciones de retención de esta mano de obra que toleró la continuación de una trata negrera abolida en los papeles hasta el tratado de l840 en que Rosas prohibió la entrada de nuevas "piezas".
Los resultados de seis censos de la ciudad tomados entre l810 y l887  nos revelan que durante la  primera mitad del siglo XIX los negros mulatos comprenden un porcentaje importante de la población: el 33% de la población de la ciudad en l810, descienden al 25% en l822 y al 20% en l827. La década de l830 presencia una aparente recuperación al 26%, verificándose finalmente una marcada caída durante el periodo de cincuenta años que concluyó en l887.87 Este medio siglo es crucial en el entendimiento de lo que sucedió con esta población, pero los censos de la ciudad de ese periodo (el municipal de l855 y el nacional de l869) no registran la raza de los habitantes de la ciudad. Gladys Massé identifica sobre la base del padrón de la ciudad de l855 a un grupo originario de África, presumiblemente conformado por esclavos, cuya condición legal había cambiado gracias a la Constitución de l853 que suprimió la esclavitud. En este caso la mayoría de la población de color integró el núcleo de los nativos.88 Es decir, que las estadísticas nacionales, lo mismo que los censos municipales, dejaron de identificar el origen racial o étnico de los nacidos en esta ciudad y en el resto del territorio hoy argentino.
Comenzó para esta época a aparecer además la denominación de trigueño que aludía la suposición automática de ancestro africano, tanto de pardos, morenos, mulatos o negros. Esta categoría intermedia, proporcionaba según Andrews, una avenida de escape, una salida por la cual los afroargentinos abandonaron su ancestro africano.89 Porque cuando se compilaban estadísticas estos trigueños eran clasificados como blancos. A medida que se avanza hacia finales del siglo XIX a estos patrones se agregaron los que articularon los inmigrantes europeos que se establecieron mayoritariamente en esta ciudad.
2. Otra novedad que encontramos en Buenos Aires es la producción artesanal y el rol que cumplen los artesanos negros y mulatos dentro de ella. A diferencia de las ciudades del noroeste, Halperin Donghi señala como distintiva de esta jurisdicción la estructura de los sectores bajos en el que la proporción de esclavos artesanos es importante. Esta situación le imprime a la esclavitud una impronta, gracias a la existencia de un mercado local más vasto y de exigencias diferenciadas entre la población. En un sector medio, se encuentran también hombres de color que han logrado ubicarse en niveles sociales más altos, artesanos y comerciantes, dueños a veces ellos mismos de esclavos. Se menciona también la presencia de un abundante sector independiente, formado asimismo por artesanos. A la gravitación numérica, se le suma además la situación del grupo artesanal dentro de la sociedad urbana. 90
Del trabajo de Susan Socolow surge que alrededor de l778 la clase artesanal comprendía cerca del 28% de la población económicamente activa. De ellos cerca del 30% era esclavo.91 Miguel Ängel Rosal en el estudio sobre los artesanos de color en  Buenos Aires, señala además la jerarquía de éstos, entre maestros, oficiales y aprendices, y la diferenciación de color en negros y pardos, libres y esclavos.92 La organización de los artesanos en gremios recién se impuso en el Río de la Plata en la segunda mitad del siglo XVIII y tuvo corta existencia ya que las ideas liberales en auge se oponían a todo tipo de corporación. Es importante señalar que en esta etapa la Corona permitió la creación de un gremio segregado de zapateros al que pertenecían 55 mulatos y negros como maestros autónomos.93
Se sabe además que los esclavos de la ciudad de Buenos Aires se destinaron también al servicio doméstico y fueron adquiridos particularmente por los comerciantes, funcionarios reales y por los artesanos. De  los trescientos carpinteros, sesenta y cuatro poseían esclavos pudiendo mencionar a uno de ellos que tenía catorce y otro ocho. Los zapateros más importantes de la ciudad poseían un crecido porcentaje de esclavos, entre cuarenta y cinco se repartían ciento nueve esclavos, siendo los más importantes los tres dueños de once y dieciocho esclavos. Entre los sombrereros uno era poseedor de treinta y dos esclavos. Había dos panaderos con treinta y dos y uno con treinta y uno respectivamente. De los trescientos sesenta y cuatro pulperos, aproximadamente la mitad poseía trescientos veinticuatro esclavos, la mayor parte tenían uno o hasta cuatro, y excepcionalmente, hasta once y catorce.94 
Eduardo Saguier considera que a diferencia con la esclavitud de plantación rige aquí una esclavitud estipendiaria ligada a la producción artesanal y al servicio doméstico. Por este sistema los amos obligaban a sus esclavos a contribuir con un tributo individual llamado jornal. Este era un gravamen pagado individualmente en moneda a un amo en particular. El tributo en moneda obligaba al esclavo estipendiario a alquilar su fuerza de trabajo fuera del dominio del amo, o bien, producir mercancías para la venta en el mercado colonial. El valor de cada esclavo se estimaba según el precio de cambio que alcanzaba el producto-tributo en el mercado. De esta forma, el tributo en dinero obligaba a los esclavos a incorporarse al mercado colonial y significaba  que los dueños de obrajes, panaderías, atahonas, hornos de ladrillo, contaran con más mano de obra que si el tributo no se cobrara.95
La  participación de los esclavos en las actividades artesanales  y el pequeño comercio urbano se explica entonces, por la importancia que toma la práctica de locación de mano de obra esclava en la inversión de capitales, sobre todo para las viudas y mujeres solteras, que se aseguraban así una renta regular. Este sistema, muy extendido también en Lima, y en Río de Janeiro, nos señala la incorporación de esta modalidad en las ciudades puerto con un ingreso continuo de mano de obra esclava y sobre todo  con un desarrollo importante artesanal.96 A los esclavos, dicho sistema le permitió una mayor libertad de movimiento facilitando los contactos cotidianos con otros individuos de la misma condición, posibilitándoles incluso acumular un capital que podía servir para la adquisición de su propia libertad o para otorgar un préstamo a otro esclavo destinados a los mismos fines.
3. De modo que lo señalado habría sido sustancial en la vida de los esclavos por su derivación en "estrategias de acumulación". Lyman Johnson quien ha estudiado las manumisiones en Buenos Aires, (esto es la compra de la libertad con un pago en efectivo), afirma que estas son reflejo de  la capacidad que tienen los esclavos para producir dinero.97 Un gran porcentaje de hombres de entre l7 y 50 años que compran su libertad (60%) demuestra una importancia en la economía monetaria fuera de la propiedad de sus amos. A ello hay que sumarle el 11% adicional que requería que la persona liberada satisficiera diversas condiciones (generalmente promesas de futuro servicio). El autor demuestra que las mujeres participaron también activamente en la economía. El hecho de que el 65% de las mujeres liberadas acumularan suficiente efectivo, constituye un testimonio importante del rol fundamental desempeñado por éstas en la economía de la ciudad. Según Johnson el incremento de la actividad comercial de esta ciudad le proporciona a los esclavos una mayor capacidad para ganar dinero y comprar así su libertad. Muy probablemente esté también relacionado (según Johnson) con el gran número de buques de esclavos que amarraban en la ciudad después de l790, asegurando una continuada provisión de esclavos y llevando  así a los propietarios a separarse de los antiguos, en especial si estos se habían ganado la libertad con un buen servicio.98
Es decir que trabajo y libertad aparecen claramente relacionados en esta ciudad. ¿Qué ocurre en la campaña? Marta Goldberg y Silvia Mallo creen que las "vías de escape" son aun mayores en el área rural.  El aislamiento que borra todo tipo de diferencias en las zonas de frontera facilitó el ascenso social y significó además posibilidades de subsistencia, de acceso a la tierra o, al menos, de poseer una propiedad y algo de ganado. Todo puede haber significado un aliciente e  incentivo para su traslado a la zona rural al obtener su libertad, y en el caso de  los esclavos una dosis de independencia dentro de la esclavitud.99    

4. Comentarios finales

 A través de este rápido registro hemos podido verificar la notable vitalidad que tuvo en nuestro país la esclavitud. Asimismo quedó claramente constatado que los africanos formaron parte de nuestro tronco étnico en intensidad no despreciable y constituyeron nuestro sujeto histórico-cultural mestizo. Esta experiencia se nos presenta diferenciada por numerosos factores, vinculados tanto a la estructura económica de la sociedad, como al peso de los libres en las poblaciones esclavas, el balance cuantitativo en la relación negros-blancos-indios, y con el porcentaje de los sectores demográficos llamados "criollos". Se observa además que el esquema de relaciones raciales respondía en el noroeste a tres niveles: negro, blanco, indígena; en tanto en el  ámbito de la ciudad de Buenos Aires es blanco, mulato, negro. Es decir, que a diferencia de esta ciudad, el noroeste es fundamentalmente afromestizo, lo cual nos genera serias dificultades para un estudio restringido solo a esta población. Aquí observamos el impacto prolongado de un temprano tráfico, que se refleja a finales del siglo XVIII en una alta tasa de población de origen africano, ahora libre. Se verifica además la declinación temprana de la esclavitud como institución económica viable, aun antes de la abolición formal, como resultado de un extendido mestizaje socioétnico, asociados a procesos de movilidad social y a una variada gama de colores, como mulato, pardo, zambo y cholo.
En  Buenos Aires la presencia negra tiene una mayor visibilidad debido a una mayor cantidad de esclavos africanos primero y de negros mulatos luego. (y también, a la falta de indígenas en el conjunto de la ciudad). La ciudad de Buenos Aires se configura  con mayor nitidez a partir de la creación del virreinato en donde esta población crece y adquiere una importante visibilidad en el conjunto de la misma. La persistencia de la esclavitud y de formas apenas encubiertas de servidumbre negra durante el siglo XIX parece difícil de explicar en un país donde la esclavitud no parecía central a la supervivencia de la economía y la sociedad local. Sin embargo, los esclavos seguirán siendo indispensables en una economía que se expandía y que se encontraba afectada por una crónica escasez de brazos. Así no es extraño que la sociedad rioplatense se haya aferrado tenazmente al trabajo esclavo y haya intentado incluso aumentar el número de trabajadores servilizados tolerando la continuación de una trata negrera abolida en los papeles. Los libertos constituyeron para Carlos Mayo las víctimas predilectas de este intento de reservilización o servilización de un sector que legalmente había dejado atrás su condición esclava.100   
De modo que el estudio de esta población nos impone apelar, desde el  punto de vista metodológico, a una gran diversidad de datos. Por caso es insuficiente el estudio del mestizaje en términos de la mera descripción formal de los grupos raciales, especialmente cuando, como es frecuente, no están bien establecidas las categorías, ni tampoco las funciones dentro del proceso social. Nos resulta inevitable explorar de una vez por todas las estratificaciones internas: categorías, roles-status y funciones sociales de los mismos. Se hace imprescindible realizar además la distinción, no-solo ya entre libres y esclavos, urbano y rural, sino entre las categorías de color, negros, mulatos, pardos, zambos; a su vez entre africanos y criollos, y sobre todo en función de la clase y del género. 101
Como punto de partida, propongo analizar las relaciones entre criollos y africanos, que hasta el momento hemos minimizado. Estudios sobre la población afrobrasileña han vislumbrado una secuencia vinculada al tráfico y a la conformación de las familias, que se relaciona también con el origen de los mismos. Así poblaciones esclavas con dinámica de abastecimiento por el tráfico Atlántico, como  puede ser el caso de Buenos Aires, torna imposible la reiteración de la familia extendida. En tanto en las regiones más antiguas, menos marcadas por el tráfico, con una población proporcionalmente más criolla, y con un mayor equilibrio demográfico (como es el caso del Noroeste argentino) permite a los criollos reiterar la familia extensa en función de los lazos personales establecidos alrededor de la familia española (las familias esclavas que observamos en Catamarca y la Rioja responderían a este esquema general). Se observa además, que la distinción entre la ciudad y el campo afectaba aspectos de la vida familiar. Para ellos el establecimiento de estrategias tendía a llevar a los libres de color para áreas rurales con tierra disponible, donde el establecimiento de lazos familiares se convertía en una realidad posible de mayor estabilidad (este podría ser el caso de Los Llanos en la Rioja y de Capayán en Catamarca). 102
Este último aspecto nos introduce en una segunda cuestión que debemos analizar. Se trata ahora de poner el acento en las características de la sociedad.  Es decir, en el sistema social y en los mecanismos de inclusión y exclusión. Ya sabemos que no bastaba que cada actor aprovechara "las grietas" para ascender socialmente; eran necesarias, además, una serie de "condiciones" del sistema social. Frederick. Bowser refiriéndose a Perú, menciona las trayectorias "de asimilación" permitidas por las actitudes raciales ambivalentes de la sociedad hispanoamericana. Es decir, a las condiciones de la sociedad más amplia que facultaban alguna eficacia en las estrategias de esta población. 103
Hasta el momento hemos verificado las diferentes oportunidades económicas vivenciadas por los esclavos y libres en la ciudad de Buenos Aires. En esta ciudad, esta población habría tenido más chances de alcanzar ocupaciones relativamente lucrativas, sobre todo en el artesanado especializado. Y esta situación se debía al particular sistema social porteño que derivaría a su vez en mayores posibilidades económicas y con ello en una mayor frecuencia de las manumisiones (estrategias de acumulación). En el Noroeste, el tránsito hacia la libertad se nos vislumbra dinamizado por otro proceso como es el mestizaje, que a su vez nos da cuenta de las diferentes dinámicas poblacionales de los indígenas, mestizos y criollos blancos, verdaderos mediadores de este proceso de hibridación  y también de movilidad.
Esta descripción señala una manera de encarar la cuestión. El énfasis puesto en las características de la sociedad amplia (sistema social) hace referencia al accionar social de esta población y a su capacidad de desarrollar alianzas y motorizar estrategias. Estaba en juego la posibilidad de reunir los recursos para sobrevivir y para moverse socialmente. Ahora, ¿cuáles fueron esos recursos y hasta qué punto resultaron eficaces? En este sentido pensamos sólo en el camino transitado para acceder a la libertad y en la conformación de hogares independientes de los blancos. Para Buenos Aires, tanto Miguel Angel Rosal como Reid Andrews, nos señalan que el siglo XIX presenció una  innegable mejora en la condición legal de los afroargentinos. En términos de ciertos indicadores socioeconómicos, también progresaron. En l810 más del 80% de la población negra y mulata vivía en hogares encabezados por blancos; para l827 ese porcentaje desciende unos diez puntos.104 La creciente capacidad de la gente de color para formar su propio hogar y su unidad familiar parece fuertemente relacionada con la evasión de la esclavitud. Este incremento pudo haber sido más sustancial de no ser por dos factores: la muerte de los varones causada por las guerras de la independencia, y la estructura ocupacional continuamente perjudicada de la población de color. No obstante ello algunos sectores progresaron produciéndose una división dentro de la comunidad. Una naciente clase media despuntaba durante la segunda mitad del siglo, al tiempo que se producía una mayor proletarización y/ o marginalización de otro de los sectores.105
Definir estas cuestiones, sobre todo para el siglo XIX, resulta crucial  para avanzar en el estudio de esta población y en los cambios operados en su interior. Este camino, nos debe a llevar a reconocer las trayectorias de asimilación de la población negra, las respuestas adaptativas y de resistencias; y presumiblemente, las vías de movilidad e "integración". Al mismo tiempo, para iluminar los procesos de mestizajes y el aporte africano en la configuración de las identidades colectivas. Se observa en este sentido que  el mestizaje cruza de manera transversal toda la sociedad y adquiere connotaciones que varían regionalmente, como ya hemos observado en los contrastes entre Buenos Aires y el Noroeste. Inclusive, en esta última región, las variables culturales nos muestran resultados diferentes, que guarda una estrecha relación con los otros grupos y sus estratificaciones funcionales (teniendo en cuenta lo que ya sabemos hasta el momento y es que estas relaciones varían en tiempo y espacio).
Esta experiencia revela también para las poblaciones afroargentinas del presente un notable significado, en el sentido de representar la primera etapa que empezó a formarse el bagaje cultural de la herencia afroargentina. Nos referimos con ello, a las marcas que estos pueblos produjeron en nuestro proceso identitario, así como el modo en el que transformaron sus propias identidades.
¿Hasta dónde las diferencias regionales implicaron la formación de modelos culturales diferentes? Esta pregunta guiará las próximas investigaciones.

Citas y Notas

1 Una versión preliminar de este trabajo fue discutida en el VI Encuentro de Historia Regional comparada. Siglos XVI a mediados del XIX. Salta, junio de 2004 (PIHSER, Proyecto Interuniversitario de Historia Social, enfoque regional), Agradezco los comentarios de quien realizara la evaluación del mismo. 

2 La bibliografía sobre esta nueva visión de la esclavitud es muy amplia. Sobre la esclavitud una muerte social ver Orlando Patterson. Slavery and social death. A comparative study. Cambridge, Mass, and London. Harvard Universiity Press, l982: 264. Desde la óptica de E.P. Thompson al examinar la dialéctica entre "economía" y "valores", es posible despojar al esclavo, en tanto objeto de propiedad, de la rígida relación económica amo-esclavo asimilable a la de dinero-mercancía. (Thompson. Tradición, revuelta y conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial. 2da edición. Barcelona, Crítica, l984, p: 317)
Esta nueva visión de esclavo ha planteando nuevas lecturas historiográficas y otras alternativas metodológicas, con el objeto ahora de escuchar al africano esclavizado y a sus descendientes, enunciando sus propias razones y no únicamente las expuestas por los amos o por el poder colonial.

3 Una reseña historiográfica sobre la esclavitud es la de Rafael Antonio Diaz Díaz. "Historiografía de la esclavitud negra en América Latina: temas y problemas generales". En América Negra, 8, l994. Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, pp.11-29 

4 Elena Studer. La  trata de negros  en el Río de la Plata durante el siglo XVIII. Buenos Aires, Hispámerica, l958; Marta Goldberg. "La población negra y mulata de la ciudad de Buenos Aires, l810-l840. En Desarrollo Económico, 16 (abril-junio), l976, pp. 75-99. 

5 Algunos de estos autores  tienen varios trabajos pero solo citamos aquí los que nos resultaron de mayor utilidad. Reid Andrews. Los afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires, ediciones de la Flor, l989; Lyman Johnson. "La manumisión de esclavos en Buenos Aires durante el virreinato". En Desarrollo Económico, 116, n° 63, l976, pp.333-348; Ricardo Rodríguez Molas. "Presencia de África Negra en la Argentina. Etnias, religión y esclavitud". En Desmemoria, 6, l999, pp.21-22; Miguel Angel Rosal. Artesanos de color en Buenos Aires, l750-l810". En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, Dr. Emilio Ravignani,  27, l982, pp. 331-354 y del mismo autor  "Negros y pardos en Buenos Aires, l811-1860."  Anuario de Estudios Americanos.  Tomo LI, 1, l994, pp. 165-184.   Alvaro de Souza Gomes Neto. A importancia do negro na formacao da sociedade portenha, l703-l860. Tesis de Doctorado en Historia. PONTIFICA Universidade Católica Do Rio Grande Do Sul, Porto Alegre, 2002.

6 La bibliografía es muy amplia y conocida. Solo citamos aquí el trabajo de Jorge Gelman. "Sobre esclavos, peones, gauchos y campesinos: el trabajo y los trabajadores en una estancia colonial.". En Juan Carlos Garavaglia y Jorge Gelman: El mundo rural rioplatense a fines de la época colonial: estudios sobre producción y mano de obra. Buenos Aires, Biblos, l987.

7 Marta Goldberg y Silvia Mallo. "La población africana en Buenos Aires y su campaña. Formas de vida y subsistencia (l750-l850)". En Temas de África y Asia, 2, l993. Sección de Estudios de Asia y África. Universidad de Buenos Aires, pp.15-69.

8 Carlos Mayo. La Historia agraria del Interior. Haciendas jesuíticas de Córdoba y el noroeste. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, l994;  Ariel De la Fuente. "Aguardiente y trabajo en una hacienda catamarqueña colonial: La Toma, l767-l790". En IHES, Universidad Nacional del Centro, l988, pp. 91-121.

9 Isabel Zacca. "Matrimonio y mestizaje entre los indios, negros, mestizos y afromestizos en la ciudad de Salta (l766-l800). En Revista Andes, 8, Universidad de Salta, l997, pp. 243-275; Florencia Guzmán. "Familias de los esclavos en La Rioja tardocolonial (l760-l810). En Revista Andes, 8, Universidad de Salta, l997, pp. 225-241; " Formas familiares en la ciudad de Catamarca: el caso de los indios, mestizos y afromestizos (l770-l812). En Ricardo Cicerchia (comp.). Formas familiares, procesos históricos y cambio social en América Latina, editorial Abya -Yala, l998, pp. 39-58. Mónica Ulloa. "Población negra y mestizaje en la ciudad de Jujuy (l718-l812), Una aproximación demográfica". Paper inédito. Una reciente síntesis de los trabajos de Jujuy se pueden ver  en: Fanny Delgado. "Análisis sobre los estudios de la población africana y afroandina en el noroeste argentino. El caso de la jurisdicción de Jujuy. Un estado de la cuestión y líneas temáticas que se perfilan". En  Los afroandinos de los siglos XVI al XX. Perú, UNESCO, 2004, pp.160-175.

10 Los estudios de esta población en Córdoba  se extienden hasta la primera mitad del siglo XIX. Los trabajos más importantes son de Aníbal Arcondo: l992b, l995, l998a, l998b y 2000; de Dora Celton: l982, l993, l996 y 2000. (la cita completa de estas obras está en el bibliografía final). El clásico libro de Emiliano Endrek . El mestizaje en Córdoba. Siglos XVIII y principios del siglo XIX. Cuadernos de Historia de América, número XXXIII, UNC. Córdoba, l966. Además su otro estudio: "La población de Córdoba en l822. Aportes para su estudio". En Revista de la Junta Provincial de Historia de Córdoba, n° 9, l988,pp. 92-110.  Por  último,  el reciente libro de Mario Rufer sobre la sociabilidad esclava quien enfatiza el rol de los esclavos como actores sociales productores de sentido cultural y cambio social. (Rufer: Historias negadas: esclavitud, violencia y relaciones de poder en Córdoba en el Siglo XVIII.  Córdoba, Ferreyra Editor, 2005)

11 Herbert S. Klein. "Las características demográficas del comercio Atlántico de esclavos hacia Latinoamérica. En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, Dr. Emilio Ravignani. Facultad de Filosofía y Letras, l993, p. 13

12 Klein, p. 23

13 Herbert S. Klein,  l993: 23-27.

14 Para la trata en el Interior están los trabajos de  Carlos Sempat Assadourian. El tráfico de esclavos enCórdoba: de Angola a Potosí. Córdoba. Universidad Nacional de Córdoba, l966; Alejandra Pita y Claudia Tomadoni. "El comercio de esclavos en el espacio cordobés (l588-l640)". Tesis de Licenciatura. Universidad Nacional de Córdoba, l994: 60-61.

15 Pita y Tomadini, p. 32

16 Lyman Johnson. "Estimaciones de la población de Buenos Aires en l774, 1778 y l810. En Desarrollo Económico, 19, 73. Buenos Aires, l979. Marta Goldberg y Silvia Mallo, op.cit, l993: 17-8.

17 Goldberg y Mallo, l993, p. 17.

18 En la ciudad de Córdoba durante el periodo l750-l850 se produjo una disminución progresiva de la población negra-mulata. El porcentaje de esclavos sobre la población total pasó del 12,5% en l778 al 2% en l840. Según el autor de estas cifras, esta disminución se debió a  varias cuestiones, relacionadas con la venta de los esclavos de las estancias jesuíticas por la Junta de temporalidades, la libertad de vientres promulgada por la Asamblea de l813, las restricciones al tráfico y la manumisión de los esclavos enrolados en el ejercito  (Arcondo, l998a: 16 y 2000:14).

19 CENSO DE 1778.  El resumen correspondiente al Obispado del Tucumán fue publicado por el P. Antonio Larrouy. Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán, siglo XVIII, Tolosa, l927, t II, pp. 380-382.   Un estudio detallado del mismo lo encontramos en: Jorge Comadrán Ruiz. "La población de la ciudad de Catamarca y su jurisdicción al crearse el Virreinato". En Primer Congreso de Historia de Catamarca, t II, l965, p. 97-123. Y en Edberto Oscar Acevedo. La Intendencia de Salta del Tucumán en el virreinato del Río de la Plata. Mendoza, l956, p. 326

20 Eduardo Rosenzvalg. Historia social de Tucumán y del ázucar. Universidad Nacional de Tucumán, l986,pp. 24-31. ("Polémica sobre la dimensión real de la esclavitud negra en Tucumán")     

21 Para un desarrollo más amplio sobre este tema se puede  consultar nuestro trabajo sobre Catamarca. F. Guzmán. "De colores y matices. Los claroscuros del mestizaje". En Sara Mata de López (comp.) Persistencias y cambios: Salta y el Noroeste Argentino. l770-l840. Rosario, l999, pp. 15-40.

22 Sidney Mintz. "Africa en América Latina: una reflexión desprevenida". En Africa en América Latina.  UNESCO, Siglo XXI, 1977, pp. 378-397.

23 Mirta Arzumendi de Blanco. "Blancos y negros en Catamarca. l778-l812". En Boletín de La Junta de estudios Históricos, 2003, p. 90.

24 Edberto Acevedo, op.cit., l956: 326.

25 Gonzalo Aguirre Beltrán. La población negra en México. México, Fondo de Cultura Económica, l972, pp.265-274; Frederick Bowser. El esclavo africano en el Perú colonial, l524-l650. México, Siglo XXI, l985.

26 F. Guzmán. "De colores y Matices...", op.cit., 1999: 29-30.

27 Ana María Lorandi. "El mestizaje interétnico en el noroeste argentino". En 500 años de Mestizaje   en los Andes. Senri Ethnological Studies 33, Osaka, Japan, l992, pp.133-166.

28 Beatriz Rasini. "Estructura demográfica de Jujuy: siglo XVIII". En Anuario  del Instituto de Investigaciones Históricas, 8, Rosario, l965,  pp.119-150

29 Este Censo de l778 no es el mismo que ha publicado  el P. Antonio Larrouy, sino que se levantó por orden de Carlos III y que solo se conoce el de Buenos Aires, Córdoba y Jujuy.

30 B. Rasini. l965: 124-125

31 Raquel Gil Montero. La  población de Jujuy  entre  l779 y l869. Tesis de Licenciatura, Universidad Nacional de Córdoba, l999 y Mónica Ulloa, op.cit., l999

32 Jovita María Novillo. "La fuerza de trabajo esclava en Tucumán a fines del periodo colonial". Trabajo presentado en las XVI Jornadas de Historia Económica. Universidad Nacional de Quilmes, l998, p.16-18

33 Mirta Arzumendi de Blanco. "Blancos y negros en Catamarca. l778-l812". En Boletín de La Junta de estudios Históricos, 2003, p. 82

34 Esther Torino y Lilia Pérez de Arévalo. "Un aspecto del comercio salteño en la primera mitad del siglo XIX. La compraventa de esclavos". En Separata del Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina. Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, l979, pp.489/500  

35 Sara Mata de López. "Salta (Argentina) y su jurisdicción: un caso de crecimiento económico a fines de la colonia". En XVI Jornadas de Historia Económica, Quilmes, l998, pp.2-5

36 Isabel Zacca. "Matrimonio y mestizaje ...", l997: 245-250. Ver  además para Jujuy el trabajo de Daniel Santamaría sobre los esclavos domésticos en la primera mitad del siglo XVIII, el cual aporta algunas apreciaciones sobre compraventa, tráfico y precios (Santamaría. "Artesanos y esclavos domésticos en el Jujuy colonial". En Población y Sociedad, n° 4. Universidad Nacional de Tucumán, l996)

37 Manuel Moreno Fraginals. "Aportes culturales y deculturación". En África en América Latina. UNESCO, l977, pp.3-33

38 Eduardo Ortiz Sosa. Los esclavos de la Ranchería de San Nicolás.Córdoba, Memoria, l998, p.18.

39 I. Zacca, l997: 252.

40 Daniel Santamaría. "La población aborigen de Tarija y la migración de los pastores de La Puna de Jujuy a las haciendas tarijeñas del Marquesado de Tojo, l787-l804. En Ana Teruel. Población y trabajo en el Noroeste Argentino,  pp. 25-42. Citado además por Isabel Zacca, op. cit. p.254.

41 Isabel Zacca, l997: 260-264. De 291 uniones en los que uno de los cónyuges era esclavo, 89 de ellos se realizaron entre esclavos, l06 de esclavas con hombres libres y 97 de esclavos y mujeres libres. Para los indios e indias las alternativas fuera de su grupo fueron: los mulatos, los negros y los mestizos; al tiempo que los mestizos/as prefirieron mujeres indias y mulatas. Entre las mujeres mulatas se advierte su inclinación por los indios y luego por los mulatos, negros y mestizos. Los mulatos tienen preferencia por las indias y las mulatas en proporciones parecidas.

42 Entre otros: Tulio Halperín Donghi. Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la argentina criolla. Buenos Aires, Siglo XXI, tercera edición, l994, p.18-19.

43 Jovita Novillo. P. "La  fuerza de trabajo esclavo en Tucumán a fines del periodo colonial", op. cit. l998 

44Aquí la autora cita un documento que encuentra en el Archivo Histórico de Tucumán (Sec. Adm. Vol. 29, fol. 115) en el que una esclava pide cambio de amo aduciendo sevicia. Acusa a su amo, don Mariano Lery, de hacerla trabajar mucho en la casa y de obligarla a amasar pan y hacer empanadas que luego debe vender por las calles, proporcionándole de este modo ganancias a su amo. La locación de esclavos propia encuentra su correlato en la ciudad de Tucumán por el desarrollo que aquí tienen las artesanías.

45 Florencia Guzmán. Familia, matrimonio y mestizaje en el Valle de Catamarca, l760-l810. Tesis de Doctorado. Universidad Nacional de La Plata, 2002, Capítulo V: Los negros y mulatos del Valle, pp.152-154.

46 Garpar Guzmán. Historia Colonial de Catamarca,  Buenos Aires, Milton Editores, l986, pp.297-99.

47 Ibídem.

48 Edberto O. Acevedo.op.cit.l956: 326-7.

49 Ariel De la Fuente. "Aguardiente y trabajo en una hacienda catamarqueña colonial: La Toma, l767-l790". En IEHS, Universidad Nacional del Centro, l988, pp. 91-121.

50 Carlos  Mayo, La historia agraria del interior, op. cit., l994: 1-2.

51 También es el caso de Mendoza y San Juan, donde la esclavitud es importante en los cultivos de riego.

52 Marta Goldberg y Silvia Mallo. op.cit., l993: 20.

53 De las partidas de Matrimonios de Catamarca para el periodo l770-l779 y l790-l799,  las uniones exogámicas suman 128 contra 27 endogámicas. Solo encontramos 7 parejas de esclavos que corresponden a un mismo propietario. (F.Guzmán: 1999: 36). 

54 Florencia Guzmán. "Familias de los esclavos en La Rioja tardocolonial (l760-l810). En Revista Andes, 8, Universidad Nacional de Salta, l997, pp. 225-41.

55 F.Guzmán, op.cit., l997: 227-8.

56 Florencia Guzmán. "El destino de los esclavos de la Compañía: el caso riojano". En Dina Picotti (comp.). El negro en la Argentina. Presencia y negación. Buenos Aires, Editores de América Latina, 2001, pp.87-108.

57 Armando Bazán. Historia de La Rioja. Buenos Aires, editorial Plus Ultra, l979, pp.169/72

58 Véase nuestro trabajo sobre Los Llanos: "Los mulatos -mestizos en la jurisdicción riojana a fines del siglo XVIII: el caso de Los Llanos". En Temas de Asia y Africa, 2, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, l994, pp.71-107.

59 Carlos Mayo. Presentación de la revista Temas de Asia y Africa, 2, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 1994, p.10

60 La bibliografía sobre este tema es muy amplia. Se puede ver en otros trabajos el de Asunción Lavrín referido a  América Latina: "La mujer en la sociedad colonial". En Leslie Bethell, ed. Historia de América Latina, Barcelona, editorial Crítica, 1990, pp. 133-7; Para el Río de la Plata: José Luis Moreno. "Familia e ilegitimidad en perspectiva: reflexiones a partir del caso rioplatense.". En María Bjerg y Roxana Boixadós (eds.). La familia. Campo de investigación interdisciplinaria. Teorías, métodos y fuentes, Universidad Nacional de Quilmes, l994, p. 145/6.

61 A. Lavrín, op. cit, l990: l33.

62 F.Guzmán. "El destino de los esclavos de la Compañía...". op.cit. 2001: 99-102.

63 Estos fueron vendidos en su mayoría luego de una sublevación en Alta Gracia ocurrida a pocos meses de la expulsión de los padres. El resto se fue vendiendo junto con las estancias que pasaron a manos de particulares (Alta Gracia, Santa Catalina, San Ignacio, La Candelaria y Jesús María o quedó en las dos propiedades que fueron traspasadas a los franciscanos: la estancia de Caroya y el Colegio de Monserrat (Veáse: Sonia Tell. Persistencias y transformaciones de una sociedad rural. Córdoba entre fines de la colonia y principios de la república. Tesis de Doctorado. Universidad Nacional de Córdoba, 2005, Capítulo I, pp. 39-41).

64 Carlos Mayo, Oscar Albores y Fernando Giménez. "La estancia de San Ignacio en la Gobernación del Tucumán (l767-68). En Mayo: l994, p.37-51.

65 Carlos Mayo. La historia agraria del interior. Haciendas jesuíticas de Córdoba y el noroeste. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1994, p. 12.

66 Florencia Guzmán. 2001, pp. 87-108. Para Catamarca además el trabajo de Ariel de La Fuente, op. cit., l988: 110-112.

67 F.Guzmán, op.cit. 2001: 99-105.

68 Florencia Guzmán. "La venta de los esclavos de las Temporalidades en el Noroeste Argentino". Informe del CONICET, l990.

69 Para Catamarca está el trabajo de Arzumendi de Blanco "Blancos y negros en Catamarca" ya citado, 2003; además del capítulo referido a los negros y mulatos  en mi  tesis de doctorado, F.Guzmán: 2002:  141-173. 

70 Los estudios sobre manumisión en Brasil, Lima, Santa Fe de Bogotá y Buenos Aires, plantean el conjunto de variables con las cuales construir la tipología de las diversas alternativas de manumisión como son las de sexo, parentesco, edad, destrezas o habilidades, medios de adquisición,  residencia y perfil de los propietarios. Un elemento muy sugerente en las conclusiones sobre la manumisión es su función de reforzar el sentido institucional de la esclavitud al proveer incentivos a los esclavos para el trabajo bajo la promesa, real o ficticia de la obtención de la libertad. Otra conclusión relevante es la de que la mujer esclava logró un mayor éxito en el logro de la libertad empleando diferentes estrategias. Esta situación la enfatiza Henefeldt en Perú al concluir que la mujer negra esclava busca un afianzamiento de emociones y una cercanía sexual como una forma de alejamiento. Así le atribuye una importancia especial y notoria a los aspectos rituales y simbólicos de la esclavitud y de la manumisión. ("Mujeres, esclavitud, emociones y libertad. Lima, l800-l854". En Cuadernos de Trabajo del Instituto de Estudios Peruanos (Lima), 24, pp. 5-37).

71 M. Arzumendi de Blanco, op. cit. p. 90-91.

72 Véase el caso de Lima, Perú analizado por Carlos Aguirre. (Agentes de su propia libertad. Los esclavos  de Lima y la desintegraci[on de la esclavitud, l821-l854, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, l993, capítulo 6 ). Se desprende de este estudio que un concepto clave a revisar es el de la "libertad". Se toma por lo general como una idea heredada a nosotros desde la Ilustración, que nos impide ver cómo funcionaban las relaciones sociales en una sociedad de Antiguo Régimen

73 Isabel Zacca, l997: 243-269; Florencia Guzmán, l997: 225-241  y  l998, 39-58

74 Florencia Guzmán. "De colores y matices...." 1999:15-40 

75 Aníbal Arcondo: l992b, l995, l998a, l998b y 2000

76 Sonia Tell. Tesis de Doctorado....2005, capítulo 1.

77 Ibídem

78 También es el caso de Mendoza y San Juan, donde la esclavitud es importante en los cultivos de riego.

79 José Luis Moreno.  "Familia e ilegitimidad en perspectiva: reflexiones a partir del caso rioplatense". En María Bjerg y Roxana Boixadós (eds.). La familia. Campo de investigación interdisciplinarios. Teorías, métodos y fuentes. Universidad Nacional de Quilmes, 2004, p. 153

80 Marta Goldberg. "La población negra y mulata de la ciudad de Buenos Aires l810-1840. En Desarrollo Económico, 16, 61, Buenos Aires, l976, pp. 79-91.

81 Marta Goldberg, op. cit., l976:.81.

82 Reid Andrews. Los afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires, La Flor, l989, p. 55.

83 José Luis Moreno. "Población y sociedad en el Buenos Aires rural a mediados del siglo XIX." En Desarrollo Económico, 114, vol. 29, Buenos Aires, l989. Citado por M. Goldberg y S. Mallo, op.cit, l993: 19-23

84 Goldberg y Mallo, l993: 21.

85 Marta Goldberg, op.cit. l976: 89-90.

86 Liliana M. Crespi. "Negros apresados en operaciones de corso durante la guerra con el Brasil (l825-l828). En Temas de Africa y Asia, Sección de Estudios de Asia y Africa, Universidad de Buenos Aires, 2, l993, pp.109-124.

87 Reid Andrews, l989, cuadro 5.1, p. 81.

88 Citado por José Luis Moreno en "Familia e ilegitimidad...", 2004: 161

89 R. Andrews, op. cit., l989: 89.

90 T. Halperín Donghi, op.cit., l979: 52. 

91 Citado por Goldberg y Mallo, op.cit., l993: 39.

92 Miguel Angel Rosal. "Artesanos de color en Buenos Aire (l750.l850). En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, t XVII, n" 27, Buenos Aires, l982, pp. 331-354.

93 Lyman Johnson. "Francisco Baquero, zapatero y organizador (Río de la Plata, siglos XVIII y XIX). En Sweet y Nash. La luchas por la supervivencia en la América Colonial. México, Siglo XXI, 1987.

94 Datos tomados de Liliana Méndez y reproducidos por Goldberg y Mallo, l993:39.

95 Eduardo Saguier. "La naturaleza estipendiaria de la esclavitud urbana colonial". En Revista Paraguaya de Sociología,  año 26, n! 74, l989, pp. 45-46.

96 Carlos Aguirre. Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud. L821-l854.Perú, Pontificia Universidad Católica del Perú, l993, pp.135-148.

97Lyman Johnson. "La manumisión de esclavos en Buenos Aires durante el virreinato". En Desarrollo Económico, 16, 63, l976, pp.333-348.
Reid Andrews (l989: 55) afirma que los afroargentinos de ancestro mixto eran mucho más afortunados en la carrera hacia la libertad que los afroargentinos de pura ascendencia africana. La razón principal según el autor, era que los mulatos por lo general eran criollos, lo cual les permitía entender mejor las costumbres y prácticas que a los negros africanos nacidos en el extranjero. Así, los mulatos habrían sido más hábiles para reconocer y explorar las oportunidades legales, económicas y sociales para escapar a la esclavitud.

98 L. Johnson (l976: 340) afirma además lque los estudios comparativos han demostrado que los periodos de expansión económica proporcionan mayores oportunidades para que los esclavos ganen el dinero para comprar su libertad.

99 Goldberg y Mallo, op.cit. 1993: 48.

100 Carlos Mayo: Introducción. Revista de Asia y Africa, op.cit., l993: 13.

101 Claudio Esteva Fábregat (El mestizaje en Iberoamérica. Madrid, editorial Alhambra, l988: 337) señala que se observa una mayor variabilidad en las castas inferiores que en las superiores, en cuanto estas últimas protegían su status manteniéndose más cerradas que lo estuvieron las primeras. Sobre esta base y por razones de prestigio siempre suelen mantenerse más abiertas que las segundas porque su apertura aparece como una condición para su ascenso social, mientras que el cierre protector de las segundas corresponde al ejercicio de una función histórica destinada a la supervivencia del status.

102 Fabregat (l988: 55) explica que las poblaciones urbanas producen estratificaciones sociales donde los individuos, por separado, acostumbran competir por el status en mayor grado que los hacen en las sociedades rurales, y desde luego en las indígenas, porque en éstas la reducida estructura ocupacional permite poca movilidad individual. Esta circulación social tiene también más posibilidades de convertirse en circulación racial si los valores políticos y las ideologías morales predominantes favorecen dicha circulación.

103 Frederick Bowser. "The free person of de color in México City and Lima: Manumission and opportunity, l580-l650". En Stanley Engerman e Eugene Genovese (org). Race and Slavery in Western Hemisphere: Quantitative studies. Princeton, l975, pp. 356-7.

104 Miguel Angel Rosa. "Negros y pardos en Buenos Aires, l811-l860". En Anuario de Estudios Americanos. Tomo LI,  1, Sevilla, l994, pp.165-185 y Reid Andrews,  l989, cap. 10.

105 Lea Guelar. "Las representaciones y disputas del modelo de familia en los afroporteños ,.l878-l880. (En prensa).

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