SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número18El progresismo ecuatoriano en el siglo XIX: La reforma del presidente Antonio Flores (1888-1892)Apropiación, distribución e intercambio: El ganado vacuno en el marco de las reducciones de Abipones y Mocoví (1743-1767) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Andes

versión On-line ISSN 1668-8090

Andes  n.18 Salta ene./dic. 2007

 

Primeras expediciones al Tucumán: Reconocimiento, valor del espacio y poblaciones indígenas

Bixio Beatriz1, Berberián Eduardo E.2

1 2 Universidad Nacional de Córdoba y CONICET.

Resumen

Las primeras expediciones de reconocimiento de lo que posteriormente conformará la gobernación del Tucumán constituyen el objeto de reflexión de este trabajo. Interesa saber qué tipos de conocimientos sobre esta amplia región  inauguran las "entradas" de Francisco César (1528) y de los hombres de Diego de Rojas (1543-46); en particular, se indaga sobre aquello que ha sido considerado "notable" (esto es, digno de ser anotado) en relación al espacio, qué sentidos adopta la región a partir de dichas expediciones, cuáles son las claves a partir de las cuales se configura un saber y, en relación a ello, qué prácticas posteriores habilitó este nuevo saber al operar la transformación de un lugar en espacio (De Certeau, 1996).

Se intenta demostrar que estas primeras representaciones del espacio de la gobernación del Tucumán posibilitaron el armado de un mapa imaginario cuyos hitos corresponden a las poblaciones indígenas; delinearon una suerte de boceto espacial en el que constan caminos, distancias y nomenclaturas étnicas; conocimiento impreciso pero que, sin embargo, habilitará la posterior ocupación, organización, explotación y apropiación definitiva del Tucumán. Estas "entradas", entonces, configuran la primera modalidad de ocupación del espacio, la ocupación que proporciona el saber.

Palabras clave: Tucumán; Espacio; Expediciones; Saber; Sentidos sociales

Abstract

First Expeditions towards the Tucumán: reconaissance, space value and native populations. This work analyses the first reconaissance expeditions of what will later become Tucuman's government. It is important to know the type of information introduced by Francisco César's "entries" (1528) and by the entries of Diego de Rojas's men about this vast region (1543-46). The following is specially studied: what has been considered "noticeable" (that is, worthy of being noted) in relation to space; the senses the region acquire since those expeditions; the keys from which knowledge is shaped and, in relation to this, the practices later made possible by this new knowledge when the transformation from place into space takes place(De Certeau, 1996).

The work intends to show that these first space representations of Tucuman's territory allowed the layout of an imaginary map, whose milestones correspond to the native populations. These representations traced a kind of spatial outline in which there are roads, distance and ethnic nomenclatures, an imprecise information which, however, will permit their later occupation, organization, exploitation and definite appropriation. Then these "entries" conform the first way of occupation of Tucuman's space, an occupation that provides knowledge.

Key words: Tucuman; Space; Expeditions; Knowledge; Social senses

Introducción

El espacio del Tucumán fue inicialmente conocido y narrado por dos expediciones de muy diferente naturaleza, la de Francisco César de 1528 y la de Diego de Rojas, de 1543-46.3 Ambas entradas al Tucumán generarán un saber sobre el territorio en el que se conjugaron prácticas sociales y discursos institucionales -tanto los que le dieron lugar, como los producidos con posterioridad a ella- y no institucionales. Estos últimos, por lo general, circularon por canales orales y sólo tenemos acceso a ellos en cuanto forman el material de los discursos oficiales.

Omitimos, en esta oportunidad, el paso de Diego de Almagro por el NOA en el año 1536 en su viaje hacia Chile pues sólo recorrió parte de las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca -espacio que coincide con el conocido por los indígenas asentados en el Perú y Charcas- y, en consecuencia, la información que procede de esta jornada no puede ser generalizada a todo el Tucumán. Se trata de un sector densamente poblado, focalizado por la documentación y la historiografía colonial que ha actuado como organizador de la totalidad. Sin duda, el saber que inaugura esta entrada, así como las interferencias de las que da cuenta entre percepciones espaciales incaicas, locales e hispánicas, justificaría un trabajo particular en el que también se indague sobre la fuerza de estas fuentes documentales en su carácter de "fundadoras" de una nacionalidad, la chilena.

En su marcha hacia Chile el Adelantado fue acompañado por un número importante de yanaconas -e incluso por el hermano del Inca, Manco Paullu- que proporcionaron su conocimiento más o menos preciso sobre regiones y comunidades indígenas del Noroeste Argentino que habían estado bajo control directo o indirecto del imperio incaico (Lizárraga, 1609, Christensen, 1918, Lizondo Borda, 1928; Salas, 1945, Strube Erdman, 1957; Lorandi, 1980, 1982). Esta entrada actuó para los pobladores autóctonos como una indicación precisa respecto del cambio de "controlador" operado y de la diferencia en sus estrategias; para el mundo hispánico, constituyó un hito significativo, que "abriera el camino y el deseo de la conquista tucumana futura" (Lizondo Borda, 1928:106), a la vez que proporcionó un conocimiento más o menos directo de la frontera oriental del imperio operando la transferencia de categorías clasificatorias y valorativas desde el mundo indígena hacia la experiencia europea (Lorandi, 1980), en particular, la comprensión diferenciada entre tierras altas y bajas en la interpretación tanto del espacio como de sus pobladores. En esta expedición de Almagro surgen también algunos etnónimos que luego se reiterarán en la producción documental e historiográfica tales como juríes (Oviedo, 1855) o diaguitas (Góngora Marmolejo, 2001), colectivos aplicados con ciertas evaluaciones y orientaciones axiológicas que se conservarán posteriormente.

El conocimiento que aporta esta expedición será aprovechado poco después por Rojas en su paso por esta región, más aún cuando algunos participantes de la expedición de Almagro lo fueron también de la de Rojas.

Distinto es el caso de la entrada a la región menos conocida o directamente desconocida por los guías peruanos, como es el espacio ubicado al sureste de la Provincia de Quiri Quiri, y más particularmente, al sur de la actual provincia de Tucumán, abierto a la imaginación a partir de las noticias de César y al saber español a partir de la entrada de los hombres de Rojas. Antes de la incursión de Rojas el espacio realmente conocido y transitado por los españoles comprendía, del lado Este de la cordillera, el Noroeste de la actual Argentina hasta el paso de Comecaballos (Raffino, 2004); por el Este se conocían las márgenes del Río de la Plata; por el norte, la fundación de Gaboto y en el sur, las costas del Atlántico hasta el Estrecho de Magallanes. El interior de esa geografía quedaba sujeto a conjeturas y "noticias" que los indígenas peruanos y de Charcas daban a los españoles, en su iterativo recurso a promover la salida de los conquistadores hacia el sur, hacia otros territorios diferentes de los suyos ocupados.

Interesa conocer, en esta oportunidad, las condiciones de posibilidad de este nuevo saber sobre el espacio: cómo se genera; cuáles son los agentes involucrados y en virtud de qué mandato o programa actúan; qué sentidos se asocian a este espacio; cuáles son las claves para este saber (¿recursos explotables, población indígena, paisaje, posición estratégica?); mediante qué procedimientos opera (¿cartografías, descripciones, narraciones, etc.?); qué se incluye y qué se excluye en la construcción de este espacio. En definitiva, intentamos develar cómo se establece la transformación de un lugar en espacio (en tanto lugar practicado, narrado, lugar de la acción social -De Certeau, 1996), condición ésta de posibilidad de su conversión posterior en territorio (noción político-jurídica que indica el lugar controlado por un cierto poder) y provincia (pro-vincere). Partimos de la hipótesis de que la construcción de una territorialidad fue posible mediante la acumulación de un saber que, en este caso, generó posesión.

Las características del saber sobre el Tucumán generado por estas primeras expediciones son difíciles de determinar en tanto se trata de un conocimiento  que circuló por canales orales y papeles oficiales, muchos de los cuales se han perdido. Sin embargo, si nos atenemos a los pocos textos que los hablan, podemos reconstruir las primeras asociaciones entre el espacio (geográfico, étnico, social) y los sentidos sociales que le dan visibilidad.

Para el análisis de estos problemas sometemos a consideración un conjunto no homogéneo de fuentes primarias que toman como referente las expediciones a las que hemos hecho mención. En este punto es conveniente establecer algunas distinciones en cuanto a la complejidad de la instancia de emisión de este saber. Por un lado, los expedicionarios, que hablaron y narraron su viaje y por otra parte, los autores de los documentos que se estudian que, si bien recogen la palabra de estos emisores primarios, la reconstruyen en función de su propia percepción de los acontecimientos, de los géneros en los que ésta se expresa, de las circunstancias específicas en las que escriben. Esta aparente complejidad puede ser resuelta al considerar a los emisores de los documentos como sujetos colectivos, no empíricos ni individuales, representantes y portavoces de un sector del Estado. Lo que nos interesa no es cómo configura el espacio un sujeto particular sino cómo los representantes o portavoces del Estado colonial construyen este espacio. Sólo desde esta perspectiva es posible analizar estos discursos en el marco de prácticas, acciones y programas políticos.

En estas fuentes las voces indígenas están ausentes, sólo se escucha monológicamente la perspectiva española sobre el espacio, de modo que si bien se podrían extraer algunas inferencias, ello no será objeto de este artículo.

La primera narración del espacio y el establecimiento del lugar utópico: Francisco César (1528)

Luego de fundar el fuerte Santi Spíritu en la desembocadura del río Carcarañá, Gaboto envió cuatro soldados 4 al mando de Francisco César a fin de que descubriese la vía de entrada al Perú y volviera, al cabo de tres meses, a dar noticias sobre lo conocido. Gaboto y sus soldados habían quedado seducidos por las noticias del Rey Blanco y de la Sierra de Plata de que le dieron cuenta los portugueses establecidos en Pernambuco, noticias a su vez confirmadas por los sobrevivientes de la expedición de Solís que habían quedado en la isla de Santa Catalina. Por ello, los soldados de César tomaron hacia el sur en busca de las tierras del país del Rey Blanco, llegando a una provincia "de gran suma y multitud de gente muy rica de oro y plata". Según Díaz de Guzmán, cuando César vuelve a la fortaleza la encuentra desierta y asolada, por lo que se encamina hacia el Perú, llegando cuando Francisco Pizarro acaba de prender al Inca Atahualpa (Díaz de Guzmán, 1945: 65-67). En este punto, la versión de Lozano difiere notablemente pues para este cronista tardío, cuando los expedicionarios vuelven al fuerte y lo encuentran asolado resuelven retornar a la misma provincia indígena recientemente abandonada, donde se reestablecen por algún tiempo para luego volver al Perú (Lozano, 1874, Tomo IV: 15).5

A pesar de que el espacio del Tucumán ya era conocido de "noticia" en el Perú, con la expedición de Francisco César adquiere dimensión significante, se lo transita por primera vez, se habla de él y se configura la leyenda del César, espacio de las riquezas, del oro, la plata, las buenas tierras y la población indígena abundante. Se trata de la construcción de un imaginario que fue en gran medida el móvil que orientó tanto las primeras expediciones al territorio cuanto la acción conquistadora en el Tucumán.

Las indicaciones sobre el pasaje de Francisco Cesar por el Tucumán son pocas y fragmentarias en tanto no hay un documento o una crónica especial que hable de ello. Lo visto y conocido en esta expedición circuló por canales orales y las crónicas o documentos de archivo que las refieren lo hacen de manera indirecta, en el contexto de otros problemas. Es más, de esta primera expedición no quedan discursos escritos de sus participantes, de modo que conocemos sólo la instancia de recepción de una oralidad extendida que dio lugar a numerosas referencias escritas posteriores; esto es, reconocemos el efecto que provocaron estos relatos orales. El volumen de dichas referencias es tal, que da cuenta de la importancia de esta primera simbolización del espacio del Tucumán. Los informes abundan en indicaciones que comentan, escriben y reescriben este país maravilloso. Según su configuración posterior, esta "noticia" sobre la "Tierra de los Cesares, Trapalanda, Yungulo o Tierra de la Sa"l afirmaba que entre la provincia de Chile y el nacimiento del Río de la Plata -algunos lo ubicaron hacia el estrecho de Magallanes- existía un reino rico en metales preciosos. Al respecto, Cieza de León expresa

... decíase que había tanta cantidad de metal de plata e oro que no lo tenían los indios por nada, e así mismo se vieron piedras preciosas de esmeraldas, e yo conocí a Francisco de César .... que también es de los antiguos conquistadores de aquella provincia e muchas veces le oía hablar e afirmar con juramento que vieron mucha riqueza ...E como la fama de aquella riqueza estuviese extendida por todas partes, codiciaban muchos allarse en ella (Cieza de León, 1987:105-106).

La localización de esta tierra imaginada se va redefiniendo conforme cambian las circunstancias históricas y avanza el conocimiento del espacio; la ubicación de esta Trapalanda se desplaza cada vez más hacia el sur, hasta el punto que una expedición de 1620 organizada por Gerónimo Luis de Cabrera, nieto del fundador de Córdoba, tras su búsqueda recorrió desde el Río IV hasta la actual provincia de Neuquén (Nocetti y Mir, 2000). Un documento de 1585, incluso, la ubica hacia el Estrecho de Magallanes, relacionándola con la expedición del Obispo Plancencia a esta región en 1540 6 . Esta primera construcción del espacio tucumano como la tierra de las riquezas despertó la imaginación de no pocos conquistadores que codiciaban "hallarse en ella" y puede considerarse el origen que motivó futuras y numerosas expediciones.7

En el año 1572 el Virrey Toledo expresaba que el Sr. Saravia le había solicitado autorización para que su yerno, Alonso Picado, buscara la "Tierra de la sal, y por otro nombre del César" que, según dicho informe, se encontraba al sur de Santiago del Estero (Levillier, 1943: 18).

El gobernador Gonzalo de Abreu realizó, por su parte, una expedición con más de 50 hombres a Linlin "que es noticia muy grande"8. Años después, el gobernador Ramírez de Velazco publicó en el año 1587 una convocatoria descubridora en la que indicaba los mismos tópicos a los que ya hemos hecho referencia: "gran suma de indios", pueblos grandes, indios vestidos, gente de "razón", oro y plata, sementeras y "mucha comida" y jarros de plata (Ramírez de Velazco, 1587). Esta tópica de las vasijas de plata se reiterará con frecuencia en otros documentos,  indicación de que estas riquezas eran tales y tan abundantes que formaban parte del mobiliario cotidiano. También se reitera redundantemente la existencia de oro y plata, de piedras preciosas, tierras fértiles y de "gente razonable, vestida", en una conceptualización de la racionalidad ideal que se funda en el sistema de producción (cultivos y productos manufacturados), homologación que puede leerse también en otra producción discursiva colonial.

En el informe que el gobernador enviara al rey Felipe II ubica esta tierra "entre Chile y el mar del norte y a las espaldas de Arauco" (Nocetti y Mir 2000: 27). En esta misma época, en el año 1581, Juan de Garay había organizado también una misión exploratoria hacia el Estrecho, entre cuyas informaciones se reiteran las mismas tópicas de la abundancia, el exceso, la grandiosidad de aquella "gran noticia ... que tiene fama de la mas rica y abundosa del mundo", a la vez que confirma su poder de atracción en la generación de fantasías de aventuras y enriquecimiento: "que tiene en todo el Perú grandisima gente de pie para probar en ella su ventura"9. En 1601 todavía se reitera que "esta conquista es aora la mas deseada en estas partes ansi de los destas provincias como de otras comarcas".

En el año 1604 Hernandarias de Saavedra organiza una expedición tras la búsqueda de la Trapalanda con 800 hombres, expedición frustrada a causa de una gran sequía que les obligó a regresar (Levillier, 1915: 136-166). En 1611 el Gobernador del Tucumán, Alonso de Rivera, en carta a Felipe III expresa la necesidad de realizar una jornada "a mas de saberse el desengaño seria de provecho a v Md". (Rodríguez Molas, 1985: 231), expedición que finalmente no se concretó.

Con independencia de las consideraciones sobre la verdad o falsedad de las narraciones de César, de las especulaciones que puedan hacerse respecto del espacio recorrido, o de lo indeterminado y errado de esta información, ésta fue una importante empresa discursiva cuyo efecto operativo en el nivel de las prácticas sociales fue poderoso: esta expedición abrió el Tucumán ante la conciencia europea y dio la posibilidad de una "otra" tierra deseada, motivando innumerables expediciones.

La segunda narración del espacio del Tucumán y el establecimiento de un saber estratégico: Diego de Rojas

Aunque el imaginario de las tierras del César continuó presente en los conquistadores españoles hasta bien entrado el siglo XVII, tal como hemos intentado demostrar, este espacio será conocido y significado de manera orgánica en un conjunto heterogéneo de discursos producidos en el entorno de narraciones sobre la entrada de los hombres que acompañaron a Diego de Rojas, teniente de gobernador de la provincia de Charcas, a este territorio, guiados luego de su muerte por el Capitán Francisco de Mendoza y, a la muerte de éste,  por Nicolás de Heredia.10

Analizamos estos hechos y los sentidos a que dan lugar a partir de los documentos que los motivaron, en especial,  la provisión del Gobernador Vaca de Castro y de aquellas fuentes en las que posteriormente se narraron, tales como cartas y relaciones que se enviaran al Consejo de Indias informando sobre esta entrada; las declaraciones de méritos y servicios de los conquistadores que participaron  de ella (en especial la de Pedro González del Prado, con la declaración de los testigos Martín de Rentería, Padre Juan Cerón, Julián de Humará, Anton Griego, Bartolomé de Aguilera, Miguel Sanchez Lantidilla y otros) y las crónicas de Pedro Cieza de León, Diego Fernández y Pedro Gutiérrez de Santa Clara.11 Se trata, como puede observarse, de un conjunto heterogéneo de discursos, distintos dispositivos simbólicos que sin embargo pueden encuadrarse en una misma clase definida por su referente.

La expedición, proveída por el Gobernador Vaca de Castro y organizada por los capitanes Diego de Rojas, Felipe Gutierrez y Nicolás de Heredia, sale del Cuzco posiblemente en mayo de 1543 y avanza hacia el sur hasta los comechingones, con un año de estadía en la región de los yuguitas. De allí, reconocen el Río de la Plata y, luego de no pocas peripecias, vuelven al Perú. No haremos referencia al itinerario seguido por los expedicionarios ni a los hechos que constituyeron esta empresa, ampliamente estudiados por los historiadores, sólo interesa destacar que los tres años que recorrieron el territorio estuvieron signados por las enemistades entre los expedicionarios, los encuentros bélicos con los indígenas, la falta de cumplimiento de los convenios previos y las discusiones sobre rumbos a tomar. La expedición toma la forma de un movimiento continuo en el espacio en dirección norte-sur, con algunas desviaciones hacia el Este y hacia el Oeste.

El programa político del Estado colonial

Esta expedición, y la voluntad de conocer el territorio, responde, en primer lugar a un programa político específico. En efecto,  luego de la batalla de Chupas en la que fuera derrotado Diego de Almagro, el Gobernador del Perú Vaca de Castro organizó la jornada  hacia el sur, cuya finalidad explícita fue desocupar el Perú de soldados ociosos que podrían promover nuevos levantamientos o explotar en demasía a los indígenas: "por evitar la vexación y daño de los naturales e porque fuesen a servir a V.M. en descubrimientos y entradas"12

Sin embargo, también la Trapalanda se encadenó con este objetivo 13:

Asimismo hay noticia que entre esta provincia de Chile y el nascimiento del río Grande que llaman de La Plata ay una provincia que llaman ...14 hazia la parte del mar del Norte de aquel cabo de las sierras nevadas, que diz que es muy poblada y rica; por manera que la cordillera de las sierras nevadas que atraviesa estas provincia hazia el estrecho, queda entre las provincias de Chili y esta tierra; tengo proveído para ello al capitan Diego de Rojas por ser persona zelosa del servicio de V.M- e que tiene mucho cuidado del tratamiento de los indios, con muy buena compañía de gentes...15

Con este programa, entonces, el Gobernador otorga facultades al Capitán Diego de Rojas para la exploración del Tucumán.16

El programa imaginario de los expedicionarios

Más allá del programa oficial, para los expedicionarios el programa más importante a cumplir se relacionaba con las ricas tierras de Trapalanda, cuya "noticia" por parte de los indígenas de Chicoana impuso, incluso, un desvío no secundario del itinerario previsto. En efecto, en este lugar Diego de Rojas encuentra que los indios crían gallinas  y al preguntarles sobre su origen, los indígenas le dicen que más adelante había cristianos prósperos que habitaban una tierra muy rica en oro y plata: "Los españoles vistos aquellas cosas rogaron a Diego de Rojas que dejase el camino oriental que llevaba al río de Arauco y que entrase en aquella parte que los indios decían, e podría ser que diesen en breve tiempo en tierra que todos fuesen ricos..." (Cieza de Leon, 1987: 108). Esto es, en el puerto de Arauco esperaban a Diego de Rojas hombres y armamentos (caballos, esclavos negros, herrajes, municiones, etc.), todo lo cual fue desestimado ante la posibilidad de un encuentro rápido del país de la Sal.17

También el derrotero de los expedicionarios tiene en buena medida la orientación que impone la búsqueda de esta Trapalanda. Incluso, el descubrimiento del Río de la Plata por parte de Francisco de Mendoza parece responder a este deseo. Así, Cieza de León expresa que al llegar, los expedicionarios tuvieron gran alegría por ser los primeros que descubrían el Río de la Plata por la parte del Perú "teniendo la esperanza que habían de dar en alguna tierra próspera y rica" (Cieza de León, 1987:132). El vagabundeo de Francisco de Mendoza por esta región por largos ocho meses tuvo el mismo objetivo:

...comenzó a vaguear por aquella tierra de una parte a otra con grandes trabaxos y fatigas de guerras y peleas que los bárbaros les hacían, sin hallar ninguna de las riquezas que buscaban ...."18 (Gutiérrez de Santa Clara, 1987: 84).

Finalmente, cuando se generaron las discusiones sobre volver al Perú o no hacerlo, éste también fue un argumento determinante de las decisiones de los conquistadores.

... diciendo que había tres años que padecían conquistando ... sin jamás haber podido haber oro, ni plata ni otro metal (El Palentino, 1987: 58-59).

... aconsejaron a Francisco de Mendoza que sería bien ir en demanda de la provincia de Chile y del gran Valle de Arauco, en donde había fama de grandísimas riquezas de oro bermejo y de rebaños de carneros y ovejas ... porque en todo lo que habían andado en tres años ... no habían visto oro ni plata ni señal dello ni de otro metal alguno ... (Gutiérrez de Santa Clara, 1987:87).

... dixeron que era bien irse a la Provincia de Chile donde los indios decían que la tierra era muy rica de oro y abundante de bastimentos y carneros (Gutiérrez de Santa Clara, 1987: 88)

También este imaginario determina las acciones de sus capitanes que no dudan en mentir a los soldados para conseguir dicho objetivo. En efecto, Francisco de Mendoza, al llegar al Río de la Plata, anda 13 jornadas el río arriba y se encuentra con un grupo de indígenas que tenían una carta de Juan de Ayola en la que indicaba caminos, puertos y de qué indios había que temer y de cuáles no. Sin embargo, Francisco de Mendoza tergiversó el contenido de esta carta, diciendo a los soldados que ella hablaba de tierras muy ricas, con lo que los convence para volver al Río de la Plata.  La discursivización casi obsesiva del oro, la riqueza y las tierras fértiles  pone en evidencia que éste fue un foco atencional privilegiado para los conquistadores, incluso en el deseo de llegar hasta el Río de la Plata.

Sería cosa acertada pasar adelante y descubrir todas las provincias que pudiesen porque si diesen en el poderoso río de la plata ciertos estaban que sus riveras estarían pobladas de naciones muy ricas e adonde en breve serían todos muy prósperos e poblarían en aquellas tierras tan deseadas es de ver por todos los que salen de España a descubrir... (Cieza de León, 1987: 116).

Que para los expedicionarios el programa de reconocimiento era económico y el espacio se valoraba en función de sus riquezas se demuestra claramente con los argumentos que ellos mismos presentan sobre la resistencia a volver al Perú, a pesar de las calamidades vividas. Consideraban que se trataría de una "grande deshonra" volver pobres (Cieza de León, 1987: 138), más aún cuando muchos de ellos se habían endeudado para conseguir fondos para la expedición.

Sin embargo, no se trata de políticas encontradas en cuanto también hay indicaciones claras de que los expedicionarios estaban muy atentos a la valoración del espacio, medida a partir de la población indígena allí asentada. El espacio, en cuanto lugar con indígenas que permitiera la población y el asentamiento de españoles, impone también un sentido de aprovechamiento económico a la expedición. Así, por ejemplo, cuando Felipe Gutiérrez llega al Río de Soconcho insiste en el detalle de las poblaciones que cerca de él se encuentran, "tantas que ... se podrían en ellas hacer algunas nuevas poblaciones de cristianos e los vecinos nuevos en ellas tener grandes repartimientos e otros aprovechamientos" (Cieza de León, 1987: 121)

Los programas y los resultados

El programa virreinal explícito parece haber fracasado, en tanto no sólo no se halló el reino imaginario ni se realizó ninguna fundación, sino que tampoco esta expedición logró "desocupar" el Perú y evitar nuevos intentos de alzamiento contra la Corona.  Al volver, se encontraba el Perú nuevamente envuelto en el levantamiento de Gonzalo Pizarro y Francisco de Caravajal, y de otra parte, Diego Centeno y Lope de Mendoza que sostenían la lealtad al Rey. Los aproximadamente 200 soldados que participaron en la expedición no fueron un número suficiente para permitir el cumplimiento de la misión asignada por el virrey a la campaña. Tampoco se cumplió el programa individual de los conquistadores, en cuanto volvieron pobres al Perú. Este parece que es el primer dato a atender: la expedición fue un fracaso: anduvieron tres años por el territorio, murieron dos de los tres cabecillas, uno de los cuales fue asesinado, perdieron bienes, y según expresa Cieza de León, temieron perder hasta la honra. Sin embargo, la expedición fue considerada por los contemporáneos como una hazaña heroica, épica, fue "La Entrada" y se la estimó como la más importante expedición de reconocimiento y conquista que partió desde el Perú:

... y ha durado hasta hoy dia tanto su fama en el Perú que, puesto que ha habido otras muchas conquistas y entradas, con ninguna se tiene la cuente que con ésta y con los que a ella fueron, y por excelencia, hablando generalmente de entradas, se entiende ser ésta, y lo mismo se entiende por lo que a ella fueron; y así como por blasón, a algunos destos se les ha dado y puesto renombre de La Entrada como decir Diego Peres de la Entrada, Pero Hernandez de la Entrada y semejante a otros. El cual sobrenombre a ningunos otros descubridores se ha dado hasta agora (Diego Fernandez, 1987: 63).

Esta tensión entre el resultado de la Entrada y su fama posterior, sólo puede entenderse atendiendo a sus condiciones sociopolíticas. La expedición tuvo una importante consecuencia que no puede haber sido despreciada por el Gobernador  cuando autorizó a Diego de Rojas a organizar la excursión: generó un saber sobre el territorio, gentes, etnias, caminos y distancias desde el Perú hasta el Mar del Norte o Río de la Plata.

La Entrada generó un nuevo saber, pero ¿cuál?, ¿cómo se significó el espacio?. Es evidente que no anuló el imaginario del César, que como hemos indicado, siguió presente hasta mediados del siglo XVII; pero ¿qué nuevos sentidos vino a sobreimprimir al Tucumán?.

El espacio como espejo

En el conjunto discursivo de las primeras referencias al Tucumán sometido a análisis se advierte cierta isomorfía entre el espacio, los actores sociales involucrados y las acciones e interacciones de las que participan, de modo que el espacio que construyen estos primeros expedicionarios no es independiente de los fenómenos sociales de los que participan.

En los pocos enunciados descriptivos de las declaraciones de Méritos y Servicios y las crónicas que remiten al espacio, éste se caracteriza como obstáculo (para desplazarse, para sobrevivir) de modo que coadyuva a la construcción heroica del locutor que, en virtud de su valor y heroísmo, logra sobreponerse a todo obstáculo natural. En este sentido, la naturaleza se subordina a la narración de penurias, de modo que las únicas descripciones del paisaje surgen en el interior del conflicto, la oposición, la dificultad. El soldado español puede sobreponerse a estos impedimentos no sólo en virtud de sus cualidades, sino también porque permanentemente cuenta con la asistencia divina. El binomio héroe-auxilio divino es el fundamento que asegura el éxito frente a las fuerzas negativas de la naturaleza (ríos recios, sierras ásperas, ciénagas, salitrales, tormentas, etc.). Se trata de la asociación mediante el discurso de los fundamentos estereotipados de la conquista española en América.

... es una tierra de arboledas e cerros e sierras muy asperas que ivamos avriendo el camino con açadones e hachas que duraron diez e ocho leguas donde ay muchos rios, adonde uno de los dichos rrios que van muy recios me llevava e milagrosamente nuestro señor me libro ...(Pedro González del Prado, 1987:26).

... entramos a unas cienagas e rios que duraron veinte leguas, adonde entramos descalzos e las armas a cuestas, e pasamos los caballos con mucho trabajo e para dormir de noche arrancábamos muchos juncos, que echábamos debajo porque no se nos hundiesen los caballos, e de esta manera e con grandísimo trabajo por ir descalzos, que nos daban las ciénagas a los muslos e barrigas, e a los sobacos, los pasamos hasta que vimos el cabo de ellas, e dimos en unos salitrales adonde por falta de agua e comida no podíamos pasar, e no podíamos hallar camino, nos volvimos adonde si nuestro señor no permitiera que halláramos unos huevos de aves en las dichas ciénagas, pereciéramos muchos de nosotros de hambre ... (P. González del Prado, 1987:27).

... pasados los dichos Andes con mucho trabajo descubriendo los caminos, e nunca nos dejando de llover, una noche, estando seis compañeros juntos, que estábamos en un toldo, cayó sobre el dicho toldo un árbol muy grande e dio por la mitad del toldo, e mararillosamente nuestro señor nos escapó, adonde el dicho árbol mató un caballo y una mula, e rompió a veinte indios los brazos e las piernas, e de allí pasamos a la dicha cordillera de los dichos Andes... (P. González del Prado, 1987: 27).

... pasaron las montañas con grandísimo trabajo por ser tierra muy áspera y dieron en provincias de grandes poblaciones...(Diego Fernandez, 1987:48).

Pero no sólo la naturaleza autoriza a los enunciadores a expresar y construir su heroicidad y confirmar que gozan del apoyo divino, también el hambre, la sed, la guerra con los naturales cumple esta misma función y se inscribe en un mismo universo de sentidos. En efecto, un aspecto privilegiado de la narrativización de la expedición lo constituye el relato de los encuentros bélicos con los diferentes grupos aborígenes que se presentan a partir de la misma lógica discursiva; la guerra étnica actúa con una función similar a la de la naturaleza, y  se construye de manera semejante. Así, los relatos de guerra se articulan con los del cristianismo y según ello la guerra se entiende como una lid entre cristianos e infieles y la victoria española es un indicador más que de que Dios apoya la empresa conquistadora de la Corona:

... entraron en tierras de guerra ... en donde tuvieron grandes trabaxos y fatigas en muchos asaltos y guerras que los indios bárbaros les dieron, así de noche como de día, que muchas veces estuieron a canto de perderse todos (P. Gutiérrez de Santa Clara, 1987: 79)

... pasaron estos hombres muy terribles trabaxos, así de hambre como de frío como de asaltos inauditos que de día y de noche les daban los indios enemigos ... (P. Gutiérrez de Santa Clara, 1987: 80)

.... Nicolás de Heredia ... entró adelante de la villa del plata con mucho trabajo, así por necesidad de comida como por los muchos rebatos y asaltos que de continuo los indios le daban... (D. Fernandez, el Palentino, 1987: 50)

... pasaron los nuestros tantos trabaxos y peligros los hombres que quedaron en el real despues que se fue francisco de mendoza que no hay lengua tan dócil que los pueda contar ni explicar .... porque velando y peleando con los bárbaros de día y de noche se vieron muchas veces totalmente perdidos si no fueran socorridos y amparados por el divino favor... (P. Gutiérrez de Santa Clara, 1987: 85)

Los conflictos al interior del endogrupo hispánico son también numerosos y dan cuenta de la desconfianza y las enemistades entre grupos de conquistadores que se nuclean alrededor de diferentes cabecillas. Entre ellas, destaca los problemas de Diego de Rojas con Felipe Gutiérrez,  a quien acusa de envenenamiento y que culminan con la pérdida de éste del rango de Segundo de la expedición; los que Francisco de Mendoza tiene, a su vez, con Felipe Gutiérrez, y que se resuelven con su prisión y vuelta al Perú; los de Francisco de la Cueva con Pedro Moreno, que terminan con la muerte del segundo en manos del primero y con la muerte de éste en manos de Francisco de Mendoza; los problemas de Francisco de Mendoza con Nicolás de Heredia, que terminan con la muerte del primero y de su secuaz, Rodrigo Sánchez de Hinojosa por parte de los seguidores de Nicolás de Heredia, en especial, de Diego Alvarez de Almendral. Incluso, en el grupo que finalmente queda a mando de Nicolás de Heredia, las disidencias sobre si "poblar" en la tierra o volver al Perú se agudizaron "por lo cual se pusieron dos bandos y parcialidades para matarse los unos a los otros" (P. Gutiérrez de Santa Clara, 1987:92). Nicolás de Heredia mandó dar garrote a Francisco de Saavedra, con lo cual se apaciguaron los ánimos. Finalmente, llegados al Perú surgen nuevamente las divisiones porque un grupo, al mando de Pedro López de Ayala, desconfía de la lealtad que Nicolás de Heredia pudiera tener al Rey, y temerosos de que se uniera a Gonzalo Pizarro, se separan para buscar a Diego Centeno y Francisco de Mendoza, que estaban al frente del ejército real.

Estos problemas entre los cabecillas de la expedición, así como aquellos con la naturaleza indómita y opresiva, como con indígenas indómitos, definen una lógica de la escritura del conflicto: sólo es notable (anotable) la adversidad (natural o social).19

Al espacio abundante y benévolo del Tucumán de Francisco César se superpone ahora el  espacio del conflicto y el antagonismo; dos simbolizaciones contrapuestas que sin embargo subsistirán como complementarias: el conflicto es soportado en el marco de promesas sobre un futuro edénico.

El espacio como tránsito: La construcción de una cartografía ideal

Como en los relatos de viaje, en los discursos que narran la Entrada los hechos se organizan en el eje geográfico reproduciendo el itinerario de la expedición, describiendo características naturales de los espacios por los que se transita, acercando nombres de pueblos y lugares que permiten su ubicación geográfica y deteniendo la descripción en los asientos en los que la expedición se detiene. De esta manera, el espacio se discursiviza según la lógica del lugar por el que se transita, que se recorre, por el que se pasa. Desde el Cuzco hacia el sur, con algunas expediciones hacia el Este (Río de la Plata) y hacia el Oeste (Soconcho, Yugitas) la narración cuenta el viaje siguiendo el orden cronológico y espacial de su itinerario.

Mediante una retórica fundada en un conjunto cerrado de verbos de movimiento en el espacio (pasar, ir, entrar, salir, llegar, volver, dar en)  la escritura grafica el recorrido y permite reconocer los pueblos indígenas en los que se detiene la expedición. La narración configura una sintaxis espacial  (De Certeau, 1993: 132 y ss) que establece las relaciones entre los lugares, los que se organizan en series lineales.

 ... pasando por la provincia de Chicoana...

 ... en la provincia de Quiriquiri ...

... estuvimos pasados los dichos Andes en la provincia del Tucumán...

"....  a la provincia de Soconcho que son 50 leguas la tierra adentro ....

... fueron a descubrir la provincia de los Yuguitas, donde estuvo asentado el dicho real....

... desde la dicha provincia de los Yuguitas yo fui a descubrir

... pasando delante en su descubrimiento ... dieron en la provincia de Soconcho ...

... fueron adelante con mucho trabajo y descubrieron una gran provincia de tierras muy poblada....

... prosiguiendo el gobernador su camino pasó adelante y se fueron a una provincia llamada Salavina ....

... hasta que llegaron a un pueblo de indios llamado Soconcho

En el interior de este orden de itinerario se incluyen descripciones/ narraciones del espacio y de los grupos étnicos que se van conociendo, de modo que cada pasaje o hito da lugar a la especificación. El proceso de escritura del espacio, de esta manera, orienta la construcción de una cartografía en la que se expresan los caminos y los asentamientos indígenas. Estamos así frente a la estructura del relato de viajes en donde una cadena de operaciones espacializantes se halla punteada por referencias que constituyen representaciones de lugares. Las indicaciones cronológicas y de medidas espaciales u orientaciones coadyuvan a esta cartografía imaginaria al producir el efecto de lectura de un mapa:

... entramos en unas cienagas e rios que duraron 20 leguas... (P. González del Prado, 1987:27)

... que hay desde esta ciudad del Cuzco a las fortalezas de Gaboto ... más de 700 leguas (P. González del Prado, 1987:30)

acabadas de pasar estas cienagas dieron en unos salitrales por donde caminaron otras ocho o nueves leguas ... (Diego Fernandez, 1987:53)

Indicaciones naturales y mediciones se incorporan siempre en relación a las poblaciones indígenas que conforman los puntos de referencia de este mapa narrado.

Se partió de Chicoana e anduvo por caminos harto dificultosos hasta llegar a una provincia que ha por nombre Tucuma, la cual está pasada la cordillera de los Andes a la decaída de una no poco fragosa sierra, pero no tiene más de cuatro leguas de travesía, e para llegar a esta provincia fueron abajando por un arroyo abajo. Había desde allí a Chicuana, donde dejaron el real, cincuenta leguas (Cieza de León, 1987: 109).

Antes de la Entrada, el territorio conocido se limitaba a cuatro grandes hitos naturales: la cordillera de los Andes y el Río de la Plata, el fuerte Sancti Spiritu y el Estrecho de Magallanes, únicos referentes naturales. El espacio al interior de estos hitos era relativamente desconocido y correspondió a los hombres de Diego de Rojas "llenar" con contenido este espacio vacío. Este proceso de "contenidización" del Tucumán se produjo a partir de pocos datos: nombres de pueblos indígenas, descripciones de etnias y narraciones de guerra. En este sentido, conocer fue determinar poblaciones indígenas allí asentadas, denominarlas, describirlas y narrar los encuentros bélicos. Este saber no fue científico, como el de los naturalistas del siglo XIX, no implicó datos sobre su orografía o hidrografía, su fauna, flora o recursos explotables, ni incluye descripciones étnicas fuera de las pertenecientes al ámbito de la guerra, como lo harán posteriormente la crónica de Vivar y la Relación Anónima, escritos que responden a otras condiciones de producción. Este nuevo conocimiento sólo representa una aproximación al modelo descriptivo que inaugurarán pocas décadas después las Relaciones Geográficas de Indias (Altuna, 2000). Las informaciones proporcionadas sobre el universo natural y moral son limitadas, así como las especificaciones sobre las poblaciones indígenas. Sin embargo, se mantiene su función en tanto se trata de un conocimiento íntimamente ligado al orden político colonial, como lo demuestra la autora citada.

De esta manera, estas primeras representaciones del espacio de la posterior gobernación del Tucumán posibilitan el armado de un esquema, con algunos contenidos difusos aunque suficientes como para construir un diseño imaginario de su posesión. Este primer conocimiento responde a un proyecto político, es el primer paso que dará origen posteriormente a la ocupación del espacio, con sus consecuencias: la organización, la explotación y finalmente, su apropiación definitiva. Se trata de una primera modalidad de ocupación del espacio: la ocupación que proporciona el saber.

Siguiendo a De Certeau (1996) podríamos afirmar que estas narraciones transforman el "lugar" en  "espacio", es decir, un lugar practicado, animado por el movimiento, por el desplazamiento; es la experiencia social la que define el cambio de categoría lugar/espacio.20

Los lugares antropológicos y las identidades indígenas (o de las cartografías sociales)

La expedición ofreció también un sistema de nomenclaturas étnicas que se confunden con toponimias, lo que permitió la construcción de un mapa étnico en el que cada punto en el espacio se corresponde, de manera inequívoca, con un grupo étnico. Así, las identidades étnicas se integran a las espaciales, de modo que un solo nombre puede dar cuenta de ambas.21 Espacio y alteridad se funden, se definen y nominan recíprocamente; se trata de una primera y única opción de adscripción identitaria que da cuenta, junto con algunas expresiones usuales en la socio-región tales como naturalizar/desnaturalizar, de que el indígena es parte del medio. Se trata de "lugares antropológicos" pero no en el sentido que le otorga M. Augé (1996, 1998: 57 y ss) a este término (lugar de la identidad, de las relaciones y de la historia), es el lugar, en todo caso, de la antropología del otro, construido por el otro. Son lugares antropológicos asignados y cristalizados en la práctica y en el discurso del otro, en el que la circulación, el intercambio, el movimiento, las relaciones interétnicas generadoras de niveles disímiles de identidad, etc. se opacan frente a la transparencia definida a partir de la superposición -de origen occidental- entre etnia y lugar. El término "pueblo" que propone la misma documentación es otra expresión de esta homologación.

Nada sabemos de las simbolizaciones del espacio de los grupos indígenas habitantes del Tucumán al momento de las Entradas que estudiamos, ni de las modalidades seguramente complejas de sus procesos identificatorios y relacionales. Con seguridad, marcas, símbolos, divisiones en el espacio, han sido instrumentos fundamentales en la configuración de las identidades de estas poblaciones; sin duda, ciertas organizaciones del espacio han sido paralelas a ciertas organizaciones sociales; relación que afecta tanto al macronivel social como al privado. Pero ello no puede hacerse sino desde un juego de identidad/alteridad, espacio/lugar, que organiza la inscripción del vínculo social en un lugar.

Esta operación de homologación viene impuesta por la práctica de cartografiar, pues el mapa exige espacios definidos. Sin embargo, ello genera la negación, o el bloqueo para la comprensión historiográfica de territorialidades dispersas, espacios de captación de recursos, movilidades, alianzas para el uso del espacio, identidades complejas, cambios o transformaciones identitarias, etc. Se trata de un espacio "manchado" o "salpicado" con poblaciones entre las cuales no hay nada; semejante al espacio andino, con grupos perfectamente diferenciados, monoétnicos, delimitados a partir de su localización; territorio estático (como el del mapa).  Podríamos imaginar, como lo sugiere Martínez (1992) para el caso de la Puna árida, que las diferentes etnicidades no sean tales sino que más bien correspondan a procesos de diferenciación y de identificación, no a etnicidades diferentes.

Las identidades étnicas, así definidas en esta primera expedición, se reconocen a partir de localizaciones y de prácticas culturales y económicas.22 Esta fue la primera opción para pensar las categorías étnicas que sucesivas expediciones, fundaciones y asentamientos relativizarán y transformarán incluyendo la heterogeneidad,23 la diferenciación, la distinción de dinámicas culturales y la dispersión. Se trata de una primera mirada, inambigua y esencializadora sobre las poblaciones indígenas, simplificadora, que niega la complejidad. Sin embargo, esta homologación ha actuado fuertemente como "organizador" de la historiografía posterior que buscó esta misma ordenación en el Tucumán: se supone que hay, que tiene que haber, una coincidencia más o menos completa entre ubicación espacial y etnia. Así, no es casual que sean justamente estos primeros grupos étnicos definidos en la expedición de Diego de Rojas los que más problemas han suscitado a la arqueología e historiografía posterior, los más difíciles de caracterizar e individualizar (juríes, comechingones, lules, yuguitas). Posiblemente este orden étnico-espacial no sea el tucumano.

Consideraciones finales

Sabemos que los nuevos saberes se configuran sobre algo ya dicho, ya nombrado, significado e interpretado. En este sentido, la configuración del espacio del Tucumán no es independiente de las construcciones espaciales ya conocidas. Esta observación quizá explique la homogeneidad de las pocas descripciones espaciales y la narración que se hace de los espacios conocidos, desde sintagmas fraseales estereotipados (sierras ásperas, ríos caudales, tierras llana, etc.) hasta la misma modalidad adoptada, la del libro de viajes. Un conjunto limitado de categorías describen el espacio causando el efecto de una aparente unidad de sentidos.

La conquista, la guerra, la oposición endo e intergrupal, el hambre, la sed, etc. constituyen experiencias sociales que han incidido en esta primera construcción del espacio que posteriormente se llamó Gobernación del Tucumán. En este sentido, las prácticas de las sociedades construyen el espacio natural no sólo en tanto lo transforman mediante emplazamientos o desvíos de causes, no sólo en cuanto las sociedades modifican los paisajes naturales, sino, básicamente, en cuanto los significan, los cargan de sentido. Si vamos a atender a lo que se narró sobre esta primera entrada, el espacio del Tucumán nace como el asiento del conflicto (intraétnico, interétnico, geográfico y natural).

En estos relatos se funda un saber sobre el Tucumán, asentado en los siguientes principios: a) el conflicto, la adversidad; b) el ordenamiento espacial a partir del movimiento en el espacio con una orientación Norte-Sur;24 c) sintaxis espacial que organiza los hitos en series lineales y en la que estos hitos son las poblaciones indígenas; d) las poblaciones indígenas (es decir, lo hitos) organizan las medidas espaciales (en tiempo- jornadas o en espacio- leguas); e) las poblaciones indígenas, a su vez, definidas a partir del espacio y de acotadas descripciones culturales y económicas, narraciones de guerra, de tácticas. En síntesis, se definen grupos monoétnicos con territorialidades circunscriptas.

Estos textos hablan del espacio desde un lugar oficial, el lugar político de la administración virreinal y de la historia oficial. En tanto saber histórico-administrativo se constituyen como los lugares del saber verdadero, como la representación de una realidad exterior al mismo discurso. En las Probanzas, el locutor habla desde la autoridad de su propia experiencia, del haber estado allí, autoridad que se suma a la de los testigos, que en todos los casos confirman el decir del locutor o declaran su ignorancia en relación a él, pero que en ningún momento lo niegan. Desde este punto de vista, las Probanzas son textos del saber, confirmado por varias voces. Las crónicas, por su parte, al constituir discursos históricos, se posicionan igualmente en el lugar de la verdad, más aún cuando como en el caso que nos ocupa, vienen respaldados por la autoridad oficial. Es un saber legítimo y legitimado por la misma fuente de la cual emana.

Las relaciones de poder no pueden disociarse ni establecerse, ni funcionar sin una producción, una acumulación, una circulación, un funcionamiento de los discursos. No hay ejercicio del poder sin una cierta economía de los discursos de verdad, sin una producción de verdad. Se trata de efectos de verdad que el poder traduce y transmite y que a su vez, reproduce al mismo poder. Estas consideraciones nos permiten establecer las relaciones entre saber y poder que hemos enunciado.

Este saber actuó políticamente al generar un conocimiento sobre pueblos indígenas, distancias, direcciones, modalidades de la guerra, etc., proporcionó informaciones útiles para la práctica posterior del espacio. Nuevo conocimiento con nuevas derivaciones políticas; conocimiento que no niega la utopía de César sino que se acumula a ella pues ambas actuarán conjunta o disjuntamente en la posterior fundación de ciudades. Para algunos estudiosos la expedición de Diego de Rojas no tuvo mayores consecuencias, o no tuvo ninguna (Busaniche, 1965: 69 y ss., 73-75; Lizondo Borda, 1928:114). En este sentido, las fundaciones en el Tucumán serían más bien una consecuencia del descubrimiento del litoral platense y del reconocimiento de la ruta que une este espacio al Perú. Sin duda, el intento de unión del Río de la Plata con el Perú fue un acicate importante,25 pero en la ocupación del Tucumán no fue éste el único objetivo: la necesidad de extender el territorio, de encontrar nuevas tierras -y en particular, ricas-, de ofrecer a los soldados ociosos nuevos espacios de aprovechamiento y alejarlos del Perú fueron determinantes que no pueden obviarse. Por otra parte, y es esto lo que queremos destacar, esta población fue posible sólo en cuanto existió información que la habilitara, información que provino de tres años de recorrer el territorio. Ello se observa acabadamente tanto en la composición de las nuevas entradas -la de Núñez del Prado, por ejemplo, se realiza con hombres que habían participado de la expedición de Rojas-, como en las provisiones dadas a los primeros fundadores, a los cuales se les instruye claramente sobre poblar en el Tucumán. Incluso, según algunas interpretaciones, Núñez del Prado hizo su asiento en el mismo lugar que Diego de Rojas había plantado su real (Lozano, 1874, T.I: 174).

En síntesis, el saber cartográfico diseñó un mapa geográfico y social; esto es, un mapa político. Esta expedición generó un saber oficial que dio lugar a su control político y, en este sentido, la expedición fue la condición de posibilidad de la transformación del lugar en espacio (toma de posesión simbólica) y de éste en territorio (espacio poseído por un poder), transformación esta última que se consumará pocos años después con las fundaciones de ciudades: Del Barco I y II, Santiago del Estero, Londres, San Miguel de Tucumán, Córdoba, etc.: el espacio, entonces, se organiza en provincias.

Citas y Notas

3 Adoptamos la cronología de esta última expedición propuesta por Levillier (1926: 89-95).

4 Las fuentes difieren en cuanto al número de expedicionarios.

5 No hemos logrado contrastar la información de Lozano con otras fuentes. Queda aún por evaluar la observación de que "después de registrado el país, de que hicieron demarcación, con todas las observaciones a que iba convidando la novedad de la región, los genios extraños, los trajes diferentes, las distintas costumbres de tanto gentío ...." (Lozano, 1874; T.IV: 15). 

6 Información levantada por el procurador del cabildo de Santiago del Estero, Alonso Abad, entre los vecinos destinada a demostrar los notables servicios prestados por dicha ciudad en el descubrimiento y conquista de la comarca del Tucumán. Santiago del Estero. 1585- 1589. EN: Levillier, 1918: 158. De hecho, como adviertan Latcham (1929) y Jiménez (1998) la leyenda del César fue también un importante motivador del conocimiento de la región de la Pampa, Patagonia y Sur Chileno.

7 La leyenda del César es paralela a otras, como las Amazonas, el Dorado o el Paititi  y todas ellas estructuraron el imaginario de los primeros tiempos de la conquista, dando lugar a cuantiosas inversiones en expediciones tras su búsqueda (Ainsa, 1992; Lorandi, 1992). 

8 El dicho gobernador (Gonzalo de Abreu) fue al descubrimiento de Linlin que es hazia el estrecho de Magallanes una noticia muy grande y en lleuar vecinos e dar socorros e auiamiento a los soldados gasto esta ciudad...."(Información levantada por el procurador del cabildo de Santiago del Estero, Alonso Abad,.... EN: Levillier, 1918: 114).

9 Relación de las provincias del Rio de la Plata por Juan de Rivadeneyra. 1581. En: Nocetti y Mir, 2000: 63.

10 No hay acuerdo en las fuentes sobre el orden jerárquico de los expedicionarios. Para Lozano (1874) Gutiérrez fue el capitán general, Rojas tenía la jerarquía de justicia mayor y Heredia era el maestre de campo. Díaz de Guzmán invierte el orden entre Diego de Rojas y Gutiérrez, lo que consideramos correcto a partir de las otras informaciones documentales, en especial la crónica de Cieza de León y las declaraciones de los testigos de la información de servicios de Pedro González del Prado.

11 Diego Fernández (el Palentino) fue sin duda el más destacado cronista de estas primeros reconocimientos del espacio. Su Historia del Perú parece ser la más exacta narración de los hechos que nos interesan. Pedro Cieza de León y Pedro Gutiérrez de Santa Clara fueron sus contemporáneos. En el siglo XVII Antonio de Herrera sólo dedicó algunos capítulos a la expedición, cuya información reproduce las anteriores. Ruy Díaz de Guzmán dedica unas pocas páginas a la jornada descubridora. Ya a mediados del siglo XVIII el Padre Lozano, partiendo de los cronistas mencionados, relató esta primera expedición. Usó también documentos originales tales como probanzas, libros de cabildos, etc. Finalmente, queda la probanza del soldado de Heredia, Pedro González del Prado, presentada en el Cuzco, a dos años de haber regresado de la expedición. Otras probanzas, realizadas a 20, 30 e incluso 40 años de la expedición no aportan nuevos datos.

12 Carta de Vaca de Castro a Carlos V del 24 de noviembre de 1542. Levillier, 1921, Tomo I: 67.

13 El celo religioso y el interés por extender el cristianismo no fueron objetivos jerarquizados en palabras del gobernador Vaca de Castro, sin embargo, éstos se supones, y son previos a cualquier justificación de conquista. El propio Cieza de León los menciona al historiar esta expedición. Lozano (1874:21), por su parte, destaca como único objetivo el primero (ocupar a los soldados ociosos) y no cita la Trapalanda como motivación de la expedición. Levillier (1943: 19, 1926), por el contrario, se pregunta si el "verdadero propósito" de esta expedición no fue descubrir la tierra de los Césares.

14 Falta el nombre en el original. Levillier (1943: 12 y 17) lo completa "Tucumán", aunque se pregunta si esta provincia no era Tucma, Yungulo, Trapalanda o Los Césares.

15 Carta de Vaca de Castro a Carlos V del 24 de noviembre de 1542. Levillier, 1921, Tomo I: 67.

16 No consta que entre los objetivos de la expedición se encuentre de manera privilegiada el descubrimiento del Río de la Plata por razones estratégicas o económicas. El hecho de que se lo haya reconocido y recorrido desde el Perú es un efecto, cuya importancia se valora con posterioridad, en el nivel de la recepción de la Entrada, no en su producción. De hecho, informes posteriores tienden a nominarla como la Entrada al Río de la Plata (Vgr.:Declaración de Antón Griego de la probanza de Pedro Gonzáles del Prado en pág. 163- 170- 171- 177). Cieza de León también se orienta a definir la expedición como "conquista del Río de la Plata"; sin embargo, aclara que esta obsesión por dicho río se debe a sus riquezas (Cieza de León, 1987: 116). Teresa Piosek Prebisch (1986) orienta en buena medida sus explicaciones sobre esta Entrada a partir de la interpretación de una divisoria claramente distinguible entre los objetivos que le asignaron Diego de Rojas, por un lado y Felipe Gutiérrez, por el otro. Para dicha autora, el primero buscaba hallar el camino hacia el Río de la Plata debido a que deseaba, por sobre todas las cosas, tener la prioridad de su conocimiento. Felipe Gutiérrez, por el contrario, pretendía descubrir la provincia del César. T. Piosek Prebisch insiste en estos objetivos encontrados relacionando, incluso, esta divergencia de opinión con la demora que sufrió la expedición para salir del Cuzco y proponiendo que hubo un acuerdo entre los conquistadores sobre ello (véase, especialmente, pp. 37-38). El apoyo de Diego de Rojas a Francisco de Mendoza se relaciona, en este esquema interpretativo, con el hecho de que ambos acuerdan con este mismo "sueño": ser los primeros en reconocer el Río de la Plata. Incluso, esta misma autora refiere discusiones entre los expedicionarios en relación con este mismo tema (1986: 78, 89). La narrativa historiográfica que propone la autora incluye reconstrucciones de posibles discursiones entre los expedicionarios, interpretaciones psicológicas, reconstrucciones de escenas y dialogos. En principio, y en relación con este problema en particular, podemos afirmar que no observamos con tanta claridad la diferenciación de los móviles de los expedicionarios. Por su parte Piosek Prebisch no cita documentos, crónicas ni dato alguno para respaldar su opinión, así como tampoco justifica argumentativamente esta hipótesis, la que resulta ser, en consecuencia, incontrastable.

17 Levillier interpreta que desde el puerto de Arauco los expedicionarios pretendían tomar por Mendoza, San Juan y Sur de Córdoba en busca de la "misteriosa comarca".  Sin embargo, todo parece indicar que el interés por el Arauco (región del Biobio) se relaciona con las informaciones del Obispo Placencia quien había advertido sobre la existencia de un rico reino en la región. En 1543 Vaca de Castro envía un poder a Pedro de Valdivia en el que delimita los territorios de éste y los de  Diego de Rojas. El río Arauco correspondería a Valdivia sólo si Rojas desistía de su conquista y encaminaba su derrotero hacia el Mar del Norte (Archivo General de Indias. Justicia. 648. N°2. Pedro Godinez con doña Esperanza de Rueda sobre el repartimiento de indios de Paynaville. 1563-1571).

18 En todos los casos, los subrayados nos pertenecen.

19 Martínez (1995) en cierta manera ha destacado también este carácter especular de la naturaleza según el cual expresiones geográficas pueden contener un contenido semántico de orden social. Por ejemplo. "tierra fragosa" expresa tanto la naturaleza cuanto el mundo indígena incivilizado, desordenado, salvaje, no conquistado. En nuestro caso, sin embargo, no podemos confirmar los pares de oposición inteligentemente develados por el autor, seguramente en virtud de que estamos frente a otras series documentales y otros problemas políticos (así, en el corpus de la entrada "tierra llana" no significa necesariamente tierra ordenada desde el punto de vista social). Sin embargo, a nivel de operaciones formales se manifiesta la misma modalidad de construcción discursiva, lo cual es especialmente interesante pues, posiblemente, permita comprender sentidos para documentos productos de diferentes condiciones de producción en una misma episteme.

20 En este punto adoptamos la terminología de De Certeau (1996) en lo que respecta a la oposición lugar/espacio, y que se corresponde con la que propone Guiddens (1998: 150). En la concepción de Marc Augé (1998) De Certeau invierte los términos pues entiende que a la geografía narrada le conviene más la nominación de "lugar";  "espacio" parece aplicarse más adecuadamente a las superficies no simbolizadas.  De todos modos, la noción de "espacio" que adoptamos de De Certeau se acerca mucho a la de "lugar antropológico" de Augé (1996). Es importante, no unificar los términos pues conceptualmente se inscriben en diferentes sistemas opositivos: espacio/lugar; lugar/no-lugar. Por otra parte, el espacio transitado de la sobremodernidad es para Augé (1998) un no-lugar, categoría que no resulta válida en relación con nuestras consideraciones y que consideramos inaplicable a otros momentos históricos fuera de la sobremodernidad (una opinión contraria se encuentra en Gil García, 2002: 211 quien entiende que los espacios transicionales de la prehistoria pueden ser considerados no-lugares. Sin embargo, no creemos posible esta homologación en cuanto estos espacios a los que refiere Gil García no son anónimos ni quedan fuera de la historia, de las relaciones sociales y de las identidades. Muy por el contrario, son generados y generadores de identidades y alteridades, y por ello, de historia étnica).

21 Sólo el topónimo "Tucumán" es exclusivamente geográfico, no étnico.

22 El lenguaje no aparece aún como un diacrítico; sí lo será posteriormente en la documentación tanto como en la historiografía hasta el punto de la definición de etnicidades se conjugarán lugar y lenguaje. 

23 Como expresa Areces: El espacio se redefine en cada tiempo histório -en el que están profundamente articulados lo material, lo social, lo simbólico- porque el espacio no sólo es ocupado, es también percibido, interpretado y realizado por sus habitantes" (2000: 23).

24 Esta orientación Norte-Sur será la que imprima la conquista española en general a la organización del espacio, opuesta a la ordenación espacial Este-Oeste, propia de los pueblos prehispánicos (Palomeque, 2000).

25 Esta fue básicamente la política propuesta por el Oidor de la Audiencia de Charcas al Rey en numerosas cartas de las décadas de 1550 y 1560. En éstas se expresa claramente la necesidad de una salida directa al Mar del Norte desde el Perú. En este esquema, el puerto que se creare en Buenos Aires debía depender del Tucumán. Sin embargo, esta conexión directa entre población en el Tucumán y paso hacia el Río de la Plata se plantea como posible recién después que se descubre la ruta Asunción-Charcas por Nufrio de Chávez (1548), cuando La Gasta envía a Núñez del Prado en 1549.

Bibliografía

Ainsa, Fernando, Historia, utopía y ficción de la ciudad de los Césares. Metamorfosis de un mito, Alianza, Madrid, 1992.          [ Links ]

Altuna, Elena, "Viajes coloniales. Perú, siglo XVII", en: Andes, Antropología e Historia, Vol. 11, CEPIHA, Universidad Nacional de Santa, Salta, 2000, Pp: 27-49.        [ Links ]

Areces, Nidia, "Regiones y fronteras. Apuntes desde la historia", en: Andes, Antropología e Historia, Vol. 11, CEPIHA, Universidad Nacional de Salta, Salta, 2000, Pp: 19-32.        [ Links ]

Augé, Marc, El sentido de los otros. Actualidad de la antropología, Paidos, Barcelona, 1996.         [ Links ]

Augé, Marc,   Los no-lugares. Espacios del anonimato, Gedisa, Barcelona, 1998.         [ Links ]

Berberian, Eduardo (compilador), Crónicas del Tucumán. Siglo XVI, Comechingonia. Revista de Antropología e Historia, Córdoba, 1987.        [ Links ]

Busaniche, José Luis, Historia Argentina, Solar/Hachette, Buenos Aires, 1965.        [ Links ]

Cieza de León, "Guerras civiles del Perú, Guerra de Chupas, Guerra de Quito", Capítulos seleccionados en: Berberian, B. -compilador-, 1987.        [ Links ]

Christensen, Juan, "Fundación de Santiago del Estero", en: Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, N°1, Córdoba, 1918, Pp: 12-50.        [ Links ]

De Certeau, Michel, La invención de lo cotidiano. Artes de hacer, Universidad Iberoamericana, México, 1996.        [ Links ]

Díaz de Guzman, RuyLa Argentina, Espasa Calpe, Buenos Aires, [1612] 1945.         [ Links ]

Fernandez Diego, "Historia del Perú", Capítulos seleccionados. En: Berberián, E -compilador-, [1571] 1987.        [ Links ]

Gil García, Francisco, "Acontecimientos y regularidades chullparias: más allá de las tipologías. Reflexiones en torno a la construcción del paisaje chullpario",  Revista Española de Etnología Americana, Vol. 32, Madrid, 2002, Pp: 207-241.        [ Links ]

Góngora Marmolejo, Alonso, Historia de todas las cosas que han acaecido en el reino de Chile y de los que lo han gobernado, Edición de la Universidad de Santiago, Santiago, Chile,  [1575] 2001.        [ Links ]

Gonzalez del Prado, Pedro, "Capítulos de una información de los servicios prestados por Pedro González de Prado, que entro en las Provincias del Tucumán y Río de La Plata con Diego de Rojas, Felipe Gutierrez y Nicolás de Heredia, y se señalo en la expedición de Francisco de Mendoza", en: Berberián, E. -compilador-, [1556] 1987.        [ Links ]

Guiddens, Anthony, La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la estructuración, Amorrortu,  Buenos Aires, 1998.        [ Links ]

Gutierrez de Santa Clara, Pedro, "Historia de las guerras civiles del Perú y otros sucesos de las Indias". Selección de capítulos en: Berberián, E. -compilador-, [1603] 1987.        [ Links ]

Jiménez, Juan Francisco, "Encomenderos arruinados, incas fugitivos, Beliches y corsarios holandeses. Los orígenes de la expedición en búsqueda de los Césares de Jerónimo Luis de Cabrera (1620-1621)", en: Anuario IEHS, vol. 13, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro, Tandil, 1998, Pp: 173-192.        [ Links ]

Latcham, Ricardo, "La leyenda de los Césares; sus orígenes y su evolución", en: Revista Chilena de Historia y Geografía, vol. XL, Santiago de Chile, 1929. Pp: 193-254        [ Links ]

Levillier, Roberto, Correspondencia de la ciudad de Buenos Aires con los reyes de España. Cartas del cabildo, Tomo I (1588-1615), Buenos Aires, 1915.        [ Links ]

Levillier, RobertoGobernación del Tucumán. Correspondencia de los cabildos en el siglo XVI, Documentos del Archivo de Indias, Sucesores de Rivadeneira (S.A.), Madrid, 1919.        [ Links ]

Levillier, Roberto,   Probanzas de Méritos y Servicios de Conquistadores del Tucumán (1548-1583), Vol. 1 y 2, Edición de la Biblioteca del Congreso Argentino, Madrid, 1919/1920.        [ Links ]

Levillier, Roberto, Gobernación del Tucumán. Papeles de los gobernadores en el siglo XVI, Documentos del Archivo de Indias, Madrid, 1920.        [ Links ]

Levillier, RobertoPapeles de gobernantes del Perú. (1533-1564), Tomo I, Madrid, 1921.        [ Links ]

Levillier, Roberto,  Nueva crónica de la conquista del Tucumán, Lima, Vol. 1, 1926         [ Links ]

Levillier, RobertoDescubrimiento y población de Norte argentino por españoles del Perú. Desde la entrada al Tucumán hasta la fundación de Santiago del Estero (1543-1553), Colección de publicaciones históricas de la Biblioteca del Congreso Argentino, Imprenta Porter Hnos,  Buenos Aires, 1943.        [ Links ]

Levillier, RobertoGuerras y conquistas en Tucumán y Cuyo. Fundación de Mendoza, San Juan, San Miguel de Tucumán y Córdoba por españoles de Chile y Charcas. 1554- 1574, Colección de publicaciones históricas de la Biblioteca del Congreso argentino, Imprenta Porter Hnos, Buenos Aires, 1945.         [ Links ]

Levillier, RobertoEl Paititi, el Dorado y las Amazonas, Emecé, Buenos Aires, 1976.        [ Links ]

Lizondo Borda, Manuel, Historia de la Gobernación del Tucumán (S. XVI), Imprenta y Casa Editora Coni,  Buenos Aires, 1928.        [ Links ]

Lorandi, Ana María, "La frontera oriental del Tawantinsuyu: el Umasuyu y el Tucumán", en: Relaciones, Nueva Serie, Tomo XIV. N°1. 1980.        [ Links ]

Lorandi, Ana María y Roxana Boixados, "Etnohistoria de los valles calchaquíes en los siglos XVI y XVII", en: Runa, Archivo para las ciencias del hombre. Vol. XVII y XVIII. Pp: 263-420. Buenos Aires. 1987-1988.        [ Links ]

Lorandi, Ana María,  "La utopía andina en las fronteras del Imperio", en: Arce, Silvia, Rossana Barragan y otros (compiladores), Etnicidad, economía y simbolismo en los Andes, II Congreso de Etnohistoria, Coroico,  Asur, La Paz, 1992, pp.:15-34.        [ Links ]

Lozano, Pedro, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, Imprenta Popular, 5 volúmenes, Buenos Aires, 1974.        [ Links ]

Martínez, José Luis, "Acerca de las etnicidades en la puna árida en el siglo XVI", en: Arze, S (editor), Etnicidad, economía y simbolismo en los Andes, Ediciones Hisbol/Ifea/Sbh-Asur, Sucre, 1992.         [ Links ]

Martínez, José Luis,  "Textos y palabras. Cuatro documentos del siglo XVI", en: Presta, A. M. (Edit. y comp.), Espacio, etnias, frontera. Atenuaciones políticas en el sur del Tawantinsuyu, Ediciones Asur, Sucre, 1995.        [ Links ]

Nocceti, Oscar y Lucio B. Mir, Gerónimo Luis de Cabrera. Relaciones de la jornada a los Césares de 1625. Introducción, estudio preliminar y transcripción paleográfica, Universidad Nacional de Quilmes, Ediciones Amerindia, Argentina, 2000.         [ Links ]

Oviedo  y Valdés, Fernández. Historia General de las Indias. Madrid. Imprenta de la Real Academia de Historia. 1855.        [ Links ]

Palomeque, Silvia, "El mundo indígena: siglos XVI- XVIII", en: Tandeter, E. (editor), Nueva historia argentina, Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 2000, Pp: 87-144.        [ Links ]

Piossek Prebisch, Teresa, Los hombres de la Entrada. Historia de la expedición de Diego de Rojas. 1543- 1546, Edinor, Tucumán, 1986.        [ Links ]

Raffino, Rodolfo (editor), El Shincal de Quimivil,  Edit. Sarquis, Catamarca, 2004.        [ Links ]

Ramírez de Velazco, "La ciudad de los Césares", en: Revista de la Biblioteca Nacional, I, 4, [1587] 1938, Pp.: 696-747.        [ Links ]

Rodríguez Molas, Ricardo, Los sometidos de la conquista, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985.        [ Links ]

Strube Erdman, León, "La ruta de Don Diego de Almagro en su viaje de exploración a Chile", Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1957/1956, Pp.: 269-293.        [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons