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Andes

On-line version ISSN 1668-8090

Andes  no.19 Salta Jan./Dec. 2008

 

Doña Silvia. Análisis de redes políticas en el peronismo de la provincia de Misiones durante una campaña electoral municipal

Germán Soprano1

1Doctor en Antropología Social. Profesor en Historia. Investigador del CONICET. Investigador-docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento / Docente de la Universidad Nacional de La Plata. e-mail: gsoprano@speedy.com.a

Resúmen

Esta etnografía analiza formas de organización y sociabilidad en el Partido Justicialista o peronista en la provincia de Misiones, Argentina. Analiza la participación de una dirigente peronista en redes políticas de la ciudad de Posadas en las elecciones municipales. El trabajo propone un análisis de relaciones personalizadas en esas redes, la producción de obligaciones recíprocas, intercambios materiales y simbólicos entre individuos de igual y diferente capital político, social, económico y cultural. La configuración de esas redes es similar a fenómenos que la literatura antropológica ha definido como patronazgo y el clientelismo.

Palabras clave: Redes Políticas;  Peronismo; Patronazgo; Clientelismo

Abstract

Doña Silvia. Political Networks In The Peronist Party In The Province Of Misiones During A Local Electoral Campaign.This ethnography analyzes the ways in which organization and sociability in the Partido Justicialista (Peronism) in the Province of Misiones, Argentina, take place. The research concentrates on the participation of a Peronist leader in the political networks of  Posadas city  during a local electoral campaign. The paper analyses personal relations within these political networks, reciprocal obligations and material and symbolical exchanges between people with equal and different political, social, economic and cultural capital. The conformation of these political networks can be compared to other phenomena as patronage and clientelism, largely studied by Anthropology.

Kay words: Political Networks; Peronism; Patronage; Clientelism

"Para tener éxito en la política era necesario cultivar a los superiores, a los iguales y a los inferiores, saber no sólo sus nombres, sino conocer también a sus familias, sus alianzas, el lugar que ocupaban en el sistema político de patronos y clientes".

Peter Burke. Venecia y Amsterdam.
Estudio sobre las elites del siglo XVII.

1. Introducción.

Este trabajo es parte de una etnografía que tuvo por problema y objeto de investigación las formas de organización y sociabilidad en el Partido Justicialista o peronista en la provincia de Misiones, Argentina2. En esta oportunidad, se analizará la configuración de redes de alianza, subordinación y superordinación política en las cuales participaba una "puntera" de la periferia de la ciudad de Posadas, capital provincial, durante las elecciones municipales de 19993. De forma corriente, aunque no exclusiva, estas redes se localizaban en el espacio urbano de los "barrios" donde residían poblaciones que -desde su caracterización socio-económica- podríamos clasificar como sectores medios pauperizados y pobres estructurales4. No obstante, esas redes también incluían a individuos de sectores socialmente más encumbrados de la ciudad y la provincia.

En el peronismo se designaba "puntero" a profesionales de la política que conducían redes políticas ancladas territorialmente e integradas por una población que se definía o era nominada mediante categorías nativas como "vecinos/as", "amigos/as", "compañeros/as". Se llamaban "punteros" porque su poder político se "medía" por la cantidad de "puntos" -electores de los padrones electorales partidario, municipal, provincial y nacional- que sumaban a esas redes y "volcaban" o "movían" en "apoyo" de la candidatura de algún "dirigente" o de sí mismos durante los procesos electorales. También podían ser calificados o auto-definirse como "dirigentes" y "militantes". El recurso alternativo a estas dos últimas categorías dependía de los interlocutores y de la situación social en que eran puestas en uso. En el sistema de clasificaciones nativas, "dirigente" era una categoría con una jerarquía política superior a "militante". Pero un encumbrado miembro partidario decía que era un "simple militante" si quería destacar su incorporación igualitaria en la totalidad social del partido o en un grupo partidario; en tanto que quien era clasificado por aliados y rivales como un "militante", si aspiraba a erigirse en líder, bien podía presentarse como un "dirigente". Coexistían, así, dos formas de identidad y sociabilidad política: una igualitaria que comprendía a todos los miembros del partido, los "compañeros"; otra jerárquica que diferenciaba entre "dirigentes" y "militantes". Finalmente, estos individuos podían, además, reconocerse o ser nominados como "políticos" a secas, es decir, profesionales de la política con participación permanente en esas redes; hombres y mujeres que hacían de "la política" una actividad cotidiana en diversos espacios sociales, y que componían el segmento políticamente activo de los setenta mil afiliados que manifestaba tener el Partido Justicialista en Misiones en 19995.

Me interesa mostrar la forma en que los "punteros" construían y acumulaban cotidianamente poder político estructurando redes de relaciones personalizadas, estableciendo obligaciones recíprocas con sus miembros, produciendo intercambios materiales y simbólicos entre individuos de igual y de desigual capital político, social, económico y/o cultural. La configuración de estas redes presenta similitudes con los fenómenos que la literatura antropológica ha definido como patronazgo y clientelismo6. Quienes se asociaban a dichas redes se situaban en una estratificación política sujeta a permanentes negociaciones y cambios, donde los actores situados en una jerarquía inferior no eran sujetos pasivos de dominación, ni actuaban unilateralmente maximizando oportunidades de acuerdo con reglas de cálculo racional individual y teniendo en cuenta recursos escasos. Un análisis de las posiciones sociales ocupadas por dirigentes y militantes de una red reveló que mantenían -simultáneamente- relaciones de alianza, subordinación y superordinación. En esa trama de relaciones se fraguaban compromisos políticos y morales, intercambios sociales de contenidos específicos cuya comprensión se torna inteligible en una perspectiva histórica.

Sobre la anterior afirmación, señalo que aunque mantendré un diálogo estrecho con los aportes producidos por los estudios antropológicos sobre patronazgo y clientelismo, en la exposición de este trabajo me referiré a las posiciones ocupadas por los individuos en las redes políticas apelando a las categorías analíticas de alianza, subordinación y superordenación. Ello, básicamente, por dos razones. Por un lado, porque "patrón", "cliente", "clientelismo", formaban parte del repertorio de categorías nativas empleadas en las batallas políticas de los peronistas para referir negativamente a las prácticas de sus rivales intra y extra-partidarios. Por otro lado, porque deseo tomar distancia de ciertas interpretaciones de las ciencias sociales que reducen esa relación a intercambios con fines puramente instrumentales. Puede que el lector encuentre extravagante el recurso a subordinación y superordenación. No obstante, encuentro que estas categorías -ausentes del repertorio nativo y poco frecuentes en la jerga científica sobre el estudio de la política- permitirán diferenciar analíticamente tres cuestiones: las perspectivas nativas sobre estos fenómenos; su comprensión antropológica; y las valorizaciones políticas y morales que el "clientelismo" despierta en nosotros (los científicos sociales) como ciudadanos que habitamos el mismo mundo de las poblaciones que estudiamos7.

Por último, para reconocer la específica lógica y eficacia social de esas redes en la producción de formas de organización y sociabilidad partidarias, durante una campaña electoral, se abordarán desde un enfoque micro-sociológico, centrado en los posicionamientos adoptados en esa trama de identidades y relaciones por una "puntera", Doña Silvia. En consecuencia, entre junio y septiembre de 1999 le hice entrevistas, efectué observaciones y participé en diversas actividades que ella y su "gente" llevaron a cabo en su "barrio" (el "territorio" donde realizaba su actividad política) y en el "local de campaña" (electoral) del grupo partidario del cual era "dirigente".

2. Participación política de Doña Silvia en el sublema Todo por la Gente.

Para dirigentes y militantes peronistas de la provincia de Misiones, el tiempo transcurrido entre abril y septiembre de 1999 podía ser delimitado claramente. Comenzaba con el triunfo de la "línea interna Unión para el Cambio" o "el puertismo" sobre "Afirmación Peronista" o "el humadismo" en las elecciones partidarias del 7 de marzo destinadas a elegir candidatos a gobernador, vicegobernador y diputados provinciales. Ese período se cerraba con las elecciones municipales del 12 de septiembre -donde se votaban candidatos a intendente y concejales- y con las elecciones nacionales del 24 de octubre -para elegir presidente, vicepresidente y diputados nacionales8. Durante ese proceso electoral Doña Silvia "apoyó" en las elecciones partidarias la derrotada candidatura de Julio César Humada y BB (candidatos a gobernador y vice-gobernador por el "humadismo") y, posteriormente, junto con otros grupos participó de la constitución del "sublema Todo por la Gente" que llevó a BB como candidato a intendente9.

Si queremos comprender este proceso político debemos tener en cuenta que el sistema electoral provincial reconocía la obligación de presentar una sola "lista" o "lema" por partido en las elecciones de gobernador, vicegobernador, diputados nacionales y provinciales, pero autorizaba distintos "sublemas" de cada partido para la elección de intendente y concejales. "Todo por la Gente" se componía de diez grupos del Partido Justicialista y uno del Partido del Progreso Social10. De los grupos peronistas, dos respondían al liderazgo de BB -"los de educación" y "los independientes"; en este último "militaba" Doña Silvia. Otro grupo estaba liderado por un dirigente de la red del intendente de Posadas y candidato a gobernador, Carlos Rovira, entonces subordinado al gobernador justicialista en ejercicio, Federico Ramón Puerta. Y siete grupos eran liderados por el presidente del PJ-Misiones, Julio César Humada, cada uno estructurado en torno a un dirigente "humadista". A su vez, el grupo del Partido Progreso Social era conducido por un asesor del gobernador Puerta11.

Los "independientes" eran dirigentes y militantes peronistas de Posadas que contaban con redes políticas en el territorio de los "barrios" de la ciudad, en distintas agencias del Estado provincial y entre la "gente de la cultura". Y los de "educación" estaban ligados a grupos de docentes del sistema educativo y funcionarios del ministerio de educación provincial, del cual BB había sido ministro hasta fines de 1998. Ambos grupos se auto-nominaban de esa forma porque -como marca de identidad- los primeros enfatizaban su "independencia" respecto del "puertismo" y el "humadismo"; mientras que los segundos reconocían su común inscripción en el sistema educativo. Si bien los integrantes de los dos grupos hasta diciembre de 1998 habían participado activamente de Afirmación Peronista, no significaban ni experimentaban en los mismos términos su identidad y posicionamiento en el peronismo en el curso del año 1999. "Los de educación" se consideraban "puertistas" y, en consecuencia, apoyaban la candidatura de Rovira a la gobernación en las elecciones provinciales. En tanto que "los independientes" se tenían como "anti-puertistas" y "anti-humadistas", por lo que recelaban de la filiación "puertista" de sus aliados de "educación".

Las relaciones entre los grupos de Todo por la Gente permiten reconocer este sublema como una coalición de grupos políticos con fines estrictamente electorales. En una conversación, su candidato a intendente decía: "De por sí, un sublema es una organización provisoria, inestable, que muere el día de las elecciones". Dirigentes y militantes sólo reconocían al sublema como una unidad política relativamente homogénea en relación con o en oposición con otros sublemas partidarios y/o de partidos políticos rivales12. En este sentido, las relaciones entre estos grupos revelaba la coexistencia conflictiva de "grupos", "agrupaciones" e incluso grupos pertenecientes a distintas "líneas internas" y a otros "partidos políticos"13. Dichos colectivos sociales pueden ser comprendidos como facciones, esto es, quasi grupos o grupos no corporados14 estructurados a partir de un líder en redes de relaciones personalizadas, donde los individuos establecían relaciones diádicas15 de carácter simétrico (de alianza) y/o asimétrico (de subordinación y superordinación), dando forma a sistemas de prestaciones totales16 con intercambio de bienes y servicios de contenido diverso (económico, social, político, moral), sujetos a permanentes y potenciales transformaciones antes, durante y después del proceso electoral.

Los grupos de Todo por la Gente estaban integrados por individuos que se definían como dirigentes y militantes "de tiempo completo", pues cotidianamente desempeñaban actividades que consideraban "políticas" en distintos ámbitos sociales y ante diversos interlocutores. También participaban individuos que sólo se incorporaban a aquellos en las campañas electorales; esto es, sólo devenían en "militantes", "referentes", "adherentes" o "simpatizantes" en esa coyuntura, pues para ellos "la política" era una actividad social extra-cotidiana17. Si en el curso de la vida cotidiana, estos actores sociales se involucraban en una pluralidad de relaciones, resultado de su participación en distintas esferas de la vida social; durante las elecciones, la facción política solía emerger como la medida a través de la cual todas las relaciones sociales eran definidas y evaluadas18. En esos períodos se producía una "politización" de las relaciones sociales. De este modo, si para la mayoría de los habitantes posadeños la experiencia de "la política" era considerada ajena y sólo se vinculaban con ella ocasionalmente; en tiempo de elecciones, "la política" se constituía transitoriamente en un principio integrador fundamental de la vida social. Los profesionales de la política buscaban construir y/o actualizar su aspiración a convertirse en "representantes de los ciudadanos", movilizando recursos humanos, materiales y simbólicos, formulando "promesas electorales" y ofertándolas en la arena política. A tal efecto, debían producir un trabajo de construcción de sus candidaturas que desplegaban en determinados escenarios e interpelando a ciertos interlocutores. Por su parte, si estaban dispuestos a participar efectivamente en las elecciones, los electores debían elegir en un mercado político con opciones restringidas a qué candidato "apoyaban" o "votaban", o bien "negociar" ese voto con algún dirigente o candidato (en este último caso, fundamentalmente, cuando el elector estaba envuelto -o pretendía estarlo- en redes políticas). Teniendo en cuenta esta última afirmación, puede decirse que las campañas electorales eran momentos significativos en la vida política de la ciudad. Entonces se veían reafirmadas y/o modificadas las redes de relaciones personalizadas establecidas entre dirigentes, militantes, afiliados, adherentes y/o electores; eran la ocasión por excelencia en que se producían migraciones entre facciones, se confirmaban o se cambiaban lealtades. En este sentido, para Moacir Palmeira una campaña electoral es el tiempo en que son posibles acuerdos políticos y/o son formalizados compromisos construidos en el período comprendido entre dos elecciones19. Acuerdos y compromisos que, de otra forma, continuarían siendo interpretados por los actores sociales únicamente como "ingratitudes" o "traiciones"20.

3. Doña Silvia se re-presenta: a propósito de un error involuntario del antropólogo y un incidente revelador en el trabajo de campo.

La historia de vida relatada por Doña Silvia, en una entrevista en su casa a principios de junio de 1999, permite analizar las representaciones sobre la participación política de una "puntera", actualizando un discurso ampliamente difundido en la "tradición partidaria" justicialista sobre el "modelo femenino" y "peronista" de "hacer política"21.

Doña Silvia era una mujer de sesenta años que había enviudado en su juventud. Tenía cuatro hijos y vivía con su hija y una nieta en la periferia de la ciudad desde hacía más de treinta años. "Peronista desde la cuna" -gustaba decir-, su madre fue una trabajadora tabacalera del interior de la provincia que, durante el primer gobierno de Juan D. Perón (1946-1952), organizó sindicalmente a las trabajadoras del sector, participó en la creación de la "rama femenina" del PJ-Misiones, y se relacionó con la Fundación Eva Perón -la institución desde la cual, según sus dichos: "Evita gestionaba máquinas de coser, colchones, camas y cocinas para las mujeres, y juguetes para los niños humildes"22. Creció en un "hogar peronista" y no ocultaba la admiración que le despertaba la historia de su madre. Siendo niña viajó a la ciudad de Buenos Aires como "representante de su escuela para conocer a Evita". En su "juventud" participó con su marido de la "Resistencia Peronista". Cuando enviudó, mediante la intervención de un "compañero" del Partido, consiguió un empleo en un ministerio provincial con el que pudo "sostener a sus hijos" y "mantenerse". Decía que "nunca" dejó de "militar en el peronismo" y por "el regreso de Perón a la Argentina". Tras el breve tercer gobierno de Perón (1973-1974) y de Isabel Martínez de Perón (1974-1976), en tiempos del "gobierno militar" (1976 y 1983) sufrió "amenazas" y se "retiró" de la actividad política ante el "encarcelamiento", "persecución" y "desaparición" de algunos de sus "compañeros más cercanos". A principios de la década de 1980 se sumó a las "reuniones de reorganización partidaria". En 1983 participó en las campañas electorales nacional, provincial y municipal con las que se produjo la apertura democrática en la Argentina.

Era considerada una reconocida "dirigente peronista" de la ciudad, que ocupaba un cargo en el Secretariado de la Mujer del Partido en el Departamento Capital y gestionaba una amplia red de "puntos" que abarcaba diferentes "barrios" de Posadas23. Pero ante sus "vecinos" (y también frente a mí en la entrevista) decía que había rechazado candidaturas a "cargos políticos" como concejal, diputada provincial, funcionario de gobierno municipal o provincial -excepto en una oportunidad que se presentó como candidata a un cargo legislativo porque "la gente me lo pedía", pero no fue electa. Sostenía que se limitaba a "volcar su adhesión a favor" del candidato de su "confianza", ofreciéndole el "apoyo" del "grupo de mujeres" que "manejaba"24. Tenía a su cargo un "comedor infantil" en el garage de su casa, que funcionaba con la colaboración de algunas "mujeres del barrio" que "cocinaban" y "atendían a los niños", con "donaciones de políticos" del Partido, recursos estatales provinciales y municipales, y aún con su patrimonio personal. Por las tardes, al regresar del "trabajo" como empleada en un ministerio provincial, recibía a sus "vecinos" en el comedor de su casa para "ayudarlos a resolver sus problemas". En las campañas electorales, allí también se hacían "reuniones" con candidatos y se organizaba la "campaña" en la zona25. Ella decía que el tiempo que dedicaba a "la política" transcurría fuera de su "tiempo de trabajo", restando espacio al tiempo que otras "vecinas" destinaban al "cuidado de la casa y el descanso". No obstante, y contrariamente con estos dichos, diariamente se ausentaba algunas horas del ministerio para gestionar -ante algún legislador o un funcionario público- recursos materiales o servicios: un "trámite" para un "vecino", una "pensión graciable" para una "abuela", medicamentos para un "enfermo", "provistas" de alimentos para una "familia" o una "mamá", una "máquina" para limpieza de desagües para "el barrio", acceso a "programas" de empleo para "un compañero". En la entrevista definió su relación con "la política" como una actividad "vocacional", diferente de su vida laboral -"el trabajo". Esta definición nativa debe ser atendida en el análisis social, pues sus "vecinos" tenían una percepción negativa de "la política", aun cuando participaran en las redes del peronismo o del principal partido político rival, la Unión Cívica Radical-UCR.

Desde la primera entrevista Doña Silvia se presentó apelando a la representación dóxica26 que la "tradición partidaria" del peronismo asignaba a la participación de las mujeres en "política". Una vez iniciada la entrevista, al cabo de unos treinta y cinco minutos, advertí que mi grabador no estaba activado. En una fracción de segundo fui consciente que -aunque había tomado notas- el registro completo de su relato se había perdido. Me sentí un imbécil. Apenado y avergonzado, la interrumpí, comencé a grabar y dije: "Le pido mil disculpas Doña Silvia ¡Qué estúpido! ¡Por favor! ¡Mil disculpas! Es que no me fijé que estaba en pausa... no puede ser... perdone...". Ella me observó unos segundos e interrumpió mis excusas diciendo: "Pero, no importa, te lo cuento de nuevo ¿estás grabando? ¿Empezamos de nuevo cuando yo era chica?". Respondí que sí... Este error involuntario dio lugar a un incidente revelador. En los siguientes meses de trabajo de campo, pude advertir que la presentación de su historia personal, su comprensión de la política y del peronismo conformaban un relato sistemático, ejemplar, actualizado ante ciertos interlocutores y en ciertos contextos. Doña Silvia manipulaba una presentación pública del yo estructurada como una performance de Evita27. Según esta perspectiva nativa, una "mujer peronista" debía ser "maternal" con los "pobres". Colaborar con "el hombre", "el político", que toma las decisiones. Hacer "trabajo social" antes que "política" (dos categorías tenidas como antagónicas) mediando la relación entre los "pobres necesitados" y "los políticos" que controlan recursos y servicios, satisfaciendo sus "demandas y necesidades" a cambio de "apoyo político", tal como Evita hizo con su marido, Juan D. Perón. Ahora bien, lejos de ser exclusiva, esta representación personal era una de las posibles presentaciones públicas y prácticas sociales que Doña Silvia actualizaba cotidianamente. En otros contextos y ante otros interlocutores no se definía como una "trabajadora social", sino como "dirigente" (política). La confrontación entre el relato de vida narrado en ocasión de esta entrevista y la observación diaria de sus actividades en la campaña electoral municipal en otros espacios sociales, permite reconocer cómo sus presentaciones públicas eran diversas. Así, performar a Evita no era la única alternativa que tenían ella y otras "mujeres peronistas" de "hacer política" con buen suceso28.

En este sentido, Doña Silvia acumulaba el capital político necesario para competir en la arena partidaria y en las elecciones, maximizando un capital social estructurado en redes personalizadas de alianza, subordinación y superordinación. La eficacia social de sus intervenciones políticas -medidas en términos de acumulación de aliados, subordinados, recursos materiales y simbólicos, y reconocimiento de su jefe político- dependía de la competencia con que administraba esas representaciones y prácticas en diferentes escenarios. Por un lado, "trabajadora social", "comprometida con la gente", definiéndose como no política y diferenciándose de "los políticos" en la entrevista y ante sus "vecinos". Por otro lado, presentándose como una "reconocida dirigente" ante "dirigentes" y "militantes peronistas" y de otros partidos políticos. Esa particular representación de la "mujer peronista" como "trabajadora social" constituía un relato oficial en la "tradición partidaria", un conjunto sistemático de ideas y valores producido por los nativos como la perspectiva socialmente legítima de la participación femenina y peronista en "la política". Si eran presentados como una doxa, ello no impide que los propios actores pudiesen poner en acto significados diversos sobre "la política", "el peronismo" y "la participación de la mujer". Así pues, Doña Silvia era líder de una red política que incluía alianzas con "punteras" de varios "barrios" y rivalizaba con otras. Desarrollaba estrategias para conservar aliados, subordinados y también para ganarse el "apoyo" de otros nuevos. Buscaba hacerse de espacios de poder en el grupo partidario que integraba -"los independientes"- y competía con los dirigentes aliados y rivales de otros grupos pertenecientes al sublema. Por último, ella misma era una profesional de la política subordinada a otro dirigente, a BB, a quien conocía personalmente desde principios de los años ochenta, pero que reconocía como su jefe político sólo desde el momento en que ambos rompieron su relación de subordinación política con Julio César Humada en marzo de 1999. En otras palabras, Doña Silvia podía representarse ante ciertos interlocutores como una "trabajadora social" que performaba a Evita, como una mujer ajena a "la política" y al "poder", sin por ello dejar de presentarse en otras circunstancias como una ambiciosa "política", "dirigente", "jefa política" de una extensa red de aliados y subordinados, y una dirigente "leal" a BB.

4. La casa de Doña Silvia como centro de una red política en un barrio.

"La casa de Doña Silvia" -tal como la denominaban los "vecinos"- era el centro de sus actividades políticas en el "barrio"29. Los "vecinos" valorizaban positivamente ese ámbito "personal" y "cercano" de "la casa", y reconocían negativamente el espacio de las "oficinas" y "despachos" de funcionarios estatales y legisladores, asociados con un "sistema" "burocrático", "lejano", "inútil" y "corrupto". "En la casa de Doña Silvia los vecinos encontramos respuestas a nuestros problemas y los del barrio", afirmaba Clara, una "vecina" y "amiga" que participaba de su red. "La casa de Doña Silvia" era un espacio material y simbólico de producción de representaciones y de relaciones sociales reconocidas con un status moral positivo, ligadas a la "vecindad", la "amistad", la "familia". Esa percepción nativa del mundo también incluía el conocimiento de otros centros -"la municipalidad", "los ministerios", "la gobernación", "la casa del gobernador", "la sede del partido"- que podían ser tenidos como políticamente "más importantes", pero eran valorados negativamente por los "vecinos" por formar parte de relaciones extra-comunitarias, asociadas con "la política", "el Estado".

Doña Silvia también tejía relaciones extra-locales con "punteras" de otros "barrios" integradas como aliadas o subordinadas en su red. Se refería a ellas como "mi gente", "mis chicas", "mis mujeres", "mi grupo de mujeres". Por esta vía, ampliaba sus relaciones políticas (o lo que ella denominaba como su "territorio") y ponía en relación individuos y grupos espacial y socialmente distantes. Podía presentarse como "referente del barrio" en el que residía, pero en otras circunstancias era una "referente" de muchos "barrios" (que enumeraba uno a uno a su interlocutor). Estas diferentes definiciones eran instrumentadas en un trabajo de presentación del yo30 durante las campañas electorales. Entonces, se erigiría como intérprete, interlocutora, representante de las "punteras" y "vecinos" de esos "barrios".  Cuando se refería a su "gente" comprendía al conjunto de esos "puntos" (electores -hombres y mujeres) que decía "tener", "controlar" o "mover" en "actos", "reuniones" o "el día de la elección". Su "grupo de mujeres" era una categoría empleada para feminizar esa red política compuesta de forma fundamental, pero no exclusivamente, por mujeres. Aludiendo a sus "chicas" acentuaba ante sus interlocutores la unidad moral de su red, presentando a sus miembros como "amigas" y "vecinas", antecediendo siempre el adjetivo posesivo: "mi gente", "mis mujeres", "mis chicas"31.

En su "barrio" Doña Silvia tenía su "bastión", pues las lealtades que establecía con los residentes se construían a partir de relaciones personalizadas con una historia compartida y cimentada en años de co-residencia, comprendidas como no políticas y, por ende, significadas por estos sujetos como valiosas y desinteresadas. Definidos como "vecinos", "amigos", "familiares", los participantes de las redes del "barrio" se consideraban integrantes de una comunidad de iguales, antes que un grupo definido a partir de diferencias y afinidades "políticas", "partidarias", "ideológicas" o "programáticas". Por ello, cuanto más se alejaba de su "barrio", las relaciones que establecía con otras "punteras" -aliadas o subordinadas- podían ser vulneradas por la movilidad de las lealtades políticas, esto es, no sujetas a obligaciones morales consideradas densas por los nativos32. Al respecto, esta significación positiva de las relaciones de vecindad, amistad y familiaridad, remiten a un universo de ideas y valores históricamente dados, y no pueden ser consideradas como significaciones con pretensiones universales. En otras palabras, otros actores podían significarlas de forma diferente, e incluso los protagonistas de esta historia podían -y de hecho lo hacían- comprenderlas y manipularlas con otros sentidos en otras situaciones sociales33.

Las paredes del living de la "casa de Doña Silvia" tenían fotografías familiares, un almanaque, un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús y otros con flores. Junto a la ventana había un sofá, una mesa pequeña en la que se encontraba el teléfono y otra en la que reposaba el televisor. En una pequeña repisa se acumulaba una serie de carpetas donde almacenaba "registros", "notas", "papeles" y "recibos" reunidos para llevar un "control personal" y "rendir cuentas al Partido". Una tarde, mientras la entrevistaba, golpearon la puerta del living que daba a la calle. Era una "vecina" y su hijo; venían a hacerle "consultas". Ella pidió que aguardasen, porque "un periodista de Buenos Aires" la estaba "entrevistando"34. La entrevista prosiguió por el lapso de una hora. Aunque comenzaba a sentirme incómodo por la espera de la "vecina" sentada en el sofá, ella continuaba su relato. Otra "vecina" arribó y también tomó asiento. De esta forma, Doña Silvia les demostraba la relevancia pública de su persona, no sólo a partir de la narración de su historia personal, sino mediante esa puesta en escena que se daba en el living: una situación extra-cotidiana venía a confirmar a los "vecinos" que era una persona importante, "un periodista de Buenos Aires" la entrevistaba.

Ningún signo exterior indicaba que en esa vivienda se realizaba actividad política alguna. No había inscripciones con el nombre de un partido político o candidato, símbolos partidarios como banderas, escudos, afiches u otros. Las viviendas vecinas eran similares en esa cuadra y, a unos cien metros, se divisaban otras construidas con madera, más precarias. Irma, la "empleada" doméstica de Doña Silvia, era una "vecina del barrio" que vivía en ese sector. Ella se ocupaba de las actividades domésticas de "la casa" desde hacía algunos años (cocinaba, limpiaba, cuidaba a la nieta mientras Doña Silvia y su hija se ausentaban en el trabajo). Por esas tareas percibía una pequeña remuneración en dinero. Al mediodía, Irma estaba "a cargo" del "comedor infantil" que funcionaba en "la casa" con otras tres "mamás"/"vecinas" (Clementina, Rocío y Ernesta). Las cuatro integraban el círculo íntimo de Doña Silvia. Tenían entre veinte y treinta años. Doña Silvia se refería a ellas como "las chicas" o diciendo: "yo las cuido como si fueran mis hijas", acentuando así -de acuerdo a los principios de clasificación nativa- no sólo la intimidad del vínculo de "amigas" o entre "madre e hijas", sino enfatizando el sentido de jerarquía y autoridad moral implicado en la relación de maternidad/filiación y en oposición al más igualitario definido por la amistad. "Las chicas" no pertenecían a familias con larga residencia en el "barrio". Irma y Ernesta habían llegado pocos años antes, procedentes de otros "barrios", tras recibir una "indemnización" (por los lotes y viviendas que ocupaban) del Ente Binacional Yacyretá, en el marco de las políticas de "relocalización" de poblaciones relacionadas con las "obras complementarias" de una represa hidroeléctrica construida a 90 kilómetros al sur de la ciudad35. Irma había "ocupado" un lote (esto es, ilegalmente, pues no lo había comprado ni lo arrendaba) donde levantó una vivienda de madera con la "ayuda" de un "conocido" de Doña Silvia. Allí residía con sus cuatro hijos. Ernesta compró la vivienda de material de "una familia que se mudaba a otro barrio" y se instaló con sus dos hijos. Clementina y Rocío vivían con sus maridos e hijos (dos y cinco, respectivamente); la primera alquilaba una vivienda; la segunda era propietaria del lote y su marido y un hermano habían construido la casa.

En otras oportunidades visité "la casa de Doña Silvia" al mediodía. Quería conocer cómo funcionaba el "comedor infantil". Ella estaba en el ministerio, pero Irma, Clementina, Rocío y Ernesta organizaban la comida para unos quince niños (de uno a seis años). El garage tenía sus puertas abiertas y dentro se instalaban las mesas montadas con tablones y caballetes. Algunas "vecinas"/"mamás" comían con sus hijos, pero no participaban de la organización. Una puerta comunicaba con un pasillo que llevaba a la cocina. Rocío preparaba el almuerzo y otras trajinaban con la vajilla. Unos años atrás, Doña Silvia consiguió que un "compañero del partido" le donara un freezer y una cocina industrial para el comedor. Ambos artefactos estaban instalados en su cocina particular que, a la sazón, de lunes a viernes se convertía en comedor público. Salvo cuando el financiamiento para los alimentos no era provisto por el Estado y tampoco se obtenían donaciones de políticos del Partido, la prestación se cumplía rutinariamente. Esta actividad era clave en la acumulación del capital social que Doña Silvia revertía luego en la arena política.

5. Doña Silvia en el grupo partidario de los independientes.

El seguimiento del proceso electoral de 1999 en Posadas reveló que ese año la actividad política tuvo su centro de gravedad en la disputa por la gobernación y el municipio. Desde el año 1987, el peronismo había logrado imponer algún candidato como intendente. Los meses anteriores a las elecciones municipales fue generándose una intensa actividad que comprometía dirigentes y militantes en la conformación de sublemas y/o decidiendo su adhesión a alguno. La campaña electoral municipal había comenzado dos meses después de la realización de las elecciones partidarias de marzo, cuyo resultado abrió un proceso de cambios en el peronismo en Misiones. Entre mayo y junio, Doña Silvia recibió numerosas ofertas para "volcar" su "gente" en "apoyo" de candidatos de sublemas. Luego de profusas negociaciones se definió por uno: BB36.

Cada campaña electoral partidaria, municipal o provincial reabría las negociaciones de Doña Silvia con sus actuales y potenciales jefes políticos, aliados y subordinados. Negociaba con otros dirigentes partidarios y funcionarios estatales el capital político acumulado en los "barrios", buscando obtener recursos simbólicos y materiales para ella y su red. De este modo, articulaba e integraba diferentes redes sociales. Precisamente, ella poseía esa competencia fundamental que debía detentar el dirigente de una red política territorial: el manejo de lenguajes y códigos correspondientes a diferentes actores y espacios sociales. Esa posición como mediadora entre mundos diferenciados y como agente de control en el acceso a recursos (bienes y servicios para los "vecinos del barrio", "votos" para los candidatos) le otorgaba un poder específico que comprometía en aquellas negociaciones37. Desde 1983 Doña Silvia fue miembro activo de Afirmación Peronista. Decía que había "acompañado" a Julio César Humada en todas las elecciones. Pero, tras la derrota de Humada en las elecciones partidarias de marzo, que marcaron el fin de su hegemonía en el PJ-Misiones, ella comenzó a plantear críticas a ese liderazgo. Y aunque no apoyó a la línea interna rival -Unión para el Cambio o "el puertismo"- decidió con "otros compañeros" organizar una "corriente alternativa" conducida por BB, "acompañándolo" en su candidatura como intendente.

Como dirigente de "los independientes", Doña Silvia gestionaba la campaña electoral en su "barrio" y en aquellos donde tenía "trabajo político", procurando que otras "punteras apoyen la candidatura de BB". Con los otros cuatro dirigentes de ese grupo (Lucho, Silvero, Mollo y Miguel) se reunía para organizar la campaña en el "local" que tenían en el centro de la ciudad y que financiaban con recursos propios y con "aportes que conseguía BB". Silvero tenía "trabajo en algunos barrios", pero su red principalmente se extendía entre funcionarios y empleados de ministerios provinciales, en uno de los cuales era "asesor". Lucho había sido funcionario de la Secretaría de Cultura; "manejaba" una red con "gente de la cultura" y docentes del sistema educativo provincial. Miguel era un profesional que desempeñaba una actividad privada y poseía una red con presencia en "barrios". Como parte de la organización, los cinco debatían cuáles serían los lugares y electores que BB debía "atender". Esta cuestión no era resuelta sin conflictos, pues cada uno asignaba prioridad a su "gente", llegando en ocasiones a trabar álgidas discusiones. Todos querían "mostrar directamente" a BB la capacidad de "convocatoria" y "movilización" que poseían: en perspectiva nativa el "poder" que cada uno disponía se "medía" por la cantidad de "puntos" (electores) y "recursos" (vehículos, dinero, pasajes de ómnibus, bolsas de alimento) que contaban, así como por la apreciación que el líder tuviera de esa capacidad. Buscaban denodadamente "hacerse ver y oír" por BB, "ganarse su confianza" y "protección", es decir, influir en la orientación de sus acciones y beneficiarse con ellas, tanto en lo material (a través de bienes y servicios volcados a su propia red) como en lo simbólico (obteniendo el prestigio público que daba la "proximidad" con BB, o siendo "reconocido" o "bendecido" por aquel). Doña Silvia (y sus aliados) proponía que BB pusiera en "agenda" sus "barrios" para realizar "visitas", "caminatas", "reuniones" con "vecinos"; también "actos chicos" en clubes y sociedades de fomento. Aquellos electores eran su "gente", la "gente de Doña Silvia", aliados y subordinados políticos directos, o bien "puntos manejados" por "punteras" aliadas. En algunos casos, además, podía tratarse de "electores independientes", no afiliados a partidos políticos38.

6. La producción de caminatas en el barrio y de reuniones en la casa de Doña Silvia.

Las "reuniones" en viviendas de "punteros" y "vecinos", en "sociedades de fomento", "clubes", "centros vecinales" y "salas de primeros auxilios", y las "caminatas" en "barrios", constituían eventos clave producidos por dirigentes y militantes durante una campaña electoral con el objeto de confirmar lealtades de los miembros de sus redes políticas y captar nuevos electores, sirviéndose para ello de la presencia personal de los candidatos en los lugares de residencia cotidiana de los electores39. A efectos de organizar la "visita" del candidato, Doña Silvia "convocaba" a aquellos "vecinos" que habitualmente la "acompañaban" en las campañas, es decir, aquellos que integraban su círculo íntimo o satélites personales. Por un lado, estaban Irma, Clementina, Ernesto y Rocío. "Las chicas" mantenían con ella relaciones personalizadas de reciprocidad asimétrica, es decir, sostenidas entre individuos de desigual jerarquía económica, social, y política, pero significados como iguales cuando se definían como "vecinas" y "amigas". Por otro lado, también estaban los "vecinos" que integraban su red como aliados, con los que establecía relaciones de reciprocidad simétrica; esto es, individuos de igual jerarquía económica, social y moral, aunque no política, pues se trataba de "vecinos" que no eran dirigentes, ni militantes40. Entre estos últimos estaban Julio ("el almacenero"), Marcos ("el encargado de la estación de servicio"), Don Juan, Ramón y su esposa. Se trataba de "vecinos viejos" (con largos años de residencia en el "barrio"), "buenos vecinos", "conocidos por todos". Particularmente Julio tenía un intenso trato con los "vecinos", abasteciéndolos con mercaderías de su comercio e incluso "muchas veces fiando" (vendiendo a crédito) a aquellos "necesitados y de confianza". Por su parte, Ramón y su esposa no se definían como "peronistas", sino "electores independientes", no afiliados a partidos políticos.

En aquella oportunidad, Doña Silvia había convocado a una "reunión" dirigida a la "gente de confianza" del "barrio". Mi inclusión en esa "reunión" fue habilitada por Doña Silvia y en virtud de la relación personalizada que yo había construido con BB y ella en el curso del trabajo de campo. Estaba prevista para las 19,30 horas. Unos días antes ella "visitó" a los "vecinos en sus casas para invitarlos". Se desplazaba a sus viviendas a solicitarles que participen del evento en su "casa". El día previsto comenzaron a llegar los "vecinos". Sumaban diecinueve personas acomodadas en el living. Carmen, la hija de Doña Silvia, cebaba mate y convidaba galletitas. Conversaban en pequeños grupos. Unos hablaban de sus "familias", otros de "problemas" sobre la provisión de "agua en la zona" en los meses de verano. La puerta del living que daba al exterior permanecía abierta a la espera del candidato. Cuando BB llegó ofreció dos besos en la mejilla (según la usanza local) a su anfitriona. Luego estrechó las manos a algunos que -al parecer- conocía. A cada uno preguntó cómo estaba y cómo se encontraba "la familia". La indagación por el bienestar personal del interlocutor y su "familia" era recurrente en las "reuniones", aún en los casos en que BB apenas conociera a los participantes, según me confesara. Si los asistentes tenían algún conocimiento de la vida familiar del candidato (como a veces ocurría) le preguntaban por "su señora" y "los hijos". Esta presentación reforzaba el contenido amistoso y familiar que dirigentes, militantes y "vecinos" buscaban imprimir a la "reunión", aplicándole un sentido que -consideraban- escapaba a la lógica de "la política". Como decía arriba, los "vecinos" aun cuando se incorporaban a estas redes solían tener una valoración negativa de "la política", pues la consideraban una actividad "inmoral", asociada con la "corrupción", "enriquecimiento ilícito", "cosa de ladrones", de "gente traicionera", "sucia", donde se satisfacía el "interés individual" en nombre de "la gente", del "pueblo". Así pues, la referencia a "esposas", "hijos", "la familia", instalaba sentidos valorados positivamente en una situación que formaba parte de ese universo negativo de "la política".

Una vez terminados los saludos, presentados por la anfitriona los "vecinos" que BB desconocía, éste dio comienzo a la "reunión" anunciando que quería conocer cuáles eran "sus necesidades", pues deseaba ofrecerles su "compromiso personal" para "resolverlas", "poniendo en juego su buen nombre y honor". En ese encuentro con los potenciales electores del candidato, los "vecinos" explicitaban demandas y éste se comprometía públicamente a atenderlas en caso de resultar electo. La relevancia que tenían las relaciones personalizadas y compromisos cara a cara entre BB, Doña Silvia y sus "vecinos" en el buen suceso de la campaña electoral, se veían confirmados por el hecho que el sublema no disponía de una "plataforma" o "programa electoral". Al respecto, no debe pasar por alto una observación que ella me formuló unos días después del evento: "La reunión salió bien. Todos se quedaron contentos con BB. Es bárbaro ¿viste? El doctor siempre me hace quedar bien. Yo a él lo puedo defender adelante de cualquiera, porque se nota a la legua que es buena gente". A Doña Silvia no le era indiferente la "impresión" que causaba en su "gente" el candidato que "apoyaba", pues consideraba que para "pelear la elección" era necesario que "a la gente le guste el candidato, que esté dispuesta a jugarse por él". Esta afirmación ponía en evidencia que aliados y subordinados políticos no acompañaban como autómatas las decisiones de sus líderes, como sugiere cierta literatura científica o periodística, y también los propios nativos para referirse a los "puntos" de sus rivales: "los venden su voto por un choripán".

En la "reunión" BB "recibía los problemas del barrio". Escuchaba las intervenciones de los "vecinos" -podían ser preguntas, críticas o sugerencias- y respondía a sus interlocutores. Proponía algunas "soluciones". Decía que estaba "siempre dispuesto a embarrase las patas… ahora y también cuando sea intendente", aludiendo a su voluntad de recorrer y compenetrarse permanentemente con la situación del "barrio", a su compromiso actual y futuro de no permanecer ajeno a las dificultades de la vida de los "vecinos". Afirmaba que "los problemas se solucionan con la participación de todos", que su "gestión" estaría "abierta a la participación de todos los vecinos". BB dialogaba con ellos, no pronunciaba largos monólogos exaltados ni estridentes. Buscaba expresarse recurriendo a ejemplos extraídos de experiencias que atribuía a la vida de sus interlocutores. Procuraba generar un clima de relación de igualdad, una "conversación mano a mano", según decía. Se mostraba como "un político abierto a la gente", "sin soberbia". Ellos lo interpelaban como "Doctor", una categoría que expresaba no tanto su condición de "abogado", sino (sobre todo) el reconocimiento (al menos en ese espacio de intercambio público) de una relación social jerárquica, donde "el político" era identificado por sus potenciales electores como un individuo diferente por su status económico, social y cultural. Mientras transcurría la "reunión", "la casa" permanecía con la puerta exterior abierta para evidenciar a los "vecinos del barrio" la presencia del candidato. Una situación bien diferente de aquella ocurrida en la apertura del proceso de negociación entre BB y Doña Silvia por el "apoyo" a su candidatura. Entonces hubo "reuniones a puertas cerradas", casi en secreto, preferentemente fuera de su "casa" para no quedar "pegada [comprometida] si las cosas salían mal", si no llegaba a un "acuerdo" con BB mediante el cual se comprometiese a "garantizar" un flujo de recursos materiales y servicios a su red a cambio de los "votos" que ella "manejaba"41.

Al cabo de unos cuarenta minutos la "reunión" finalizó. Los asistentes aplaudieron a BB en señal de conformidad por su desempeño. Él se retiró sonriente estrechando las manos de los hombres y besando a las mujeres. Partió rumbo a una "reunión" en otro "barrio". Pocos minutos después, los asistentes saludaron a la anfitriona y se alejaron hacia sus viviendas. Ese evento marcó el comienzo de la campaña electoral municipal en el "barrio". Pocos días después, Cuca, una "vecina" y "puntera peronista", rival de Doña Silvia, organizó una "reunión" con el candidato de otro sublema peronista. Allí asistió otro grupo de "vecinos" que integraba la red de Cuca, sus "vecinos y amigos". Entre tanto -al decir de otros informantes- "en el barrio se sabía" que Salerno, "vecino" y "puntero radical" [de la UCR] estaba organizando una "reunión" con "la Gorda [Gloria] Llamosas", candidata a intendente por un sublema de la UCR. En ese "barrio", que Doña Silvia definía (ante BB, los dirigentes de "los independientes", los miembros de su red, o ante el propio antropólogo) como "su barrio" ("el barrio de Doña Silvia", decíamos), también tenía otros "dueños" que lo reclamaban para sí: Cuca, Salerno y otros dos "punteros peronistas" que no eran "vecinos" residentes pero tenían allí "trabajo político" y "puntos".

Después de aquella "reunión", a dos semanas de los comicios provinciales y municipales, Doña Silvia organizó una "caminata en el barrio" para que los "vecinos puedan ver" a BB, "darle un saludo", "darle las manos", "hablar un poco". En la "caminata" el candidato y Doña Silvia "visitaban" las viviendas de los "vecinos", los saludaban, les entregaba un "volante" con el curriculum vitae de BB, propuestas para su futura gestión municipal. En el curso de la "caminata", Doña Silvia no permitía que los candidatos a concejal y los integrantes de otros grupos de Todo por la Gente se presentasen junto a BB en su "barrio", no podía cederles "espacio" para que hicieran "trabajo político en su territorio" y le restasen "protagonismo". Una vez más, en esta situación, la cohesión del sublema y la unidad del "grupo de los independientes" era garantizada por el líder.

BB entregaba su "propuesta en mano" a los "vecinos" en el umbral de sus "casas". Este comportamiento era un hecho positivamente valorado por dirigentes, militantes y muchos "vecinos" que lo consideraban un gesto de "deferencia" y "humildad" hacia sus electores. Decían: el candidato "da la cara" y "pone el cuerpo", comprometiéndose ante los potenciales votantes, poniendo en juego su persona moral y física, explicitando que atendería sus demandas en el presente y las resolvería "al llegar a la intendencia". Así, las referencias a manos, cara y cuerpo del candidato constituía un tópico central en la construcción de la representación política en esa situación social; refería a una relación que se esperaba directa, personalizada y transparente, aún cuando ambos no mantuviesen más que un encuentro ajeno al ámbito de los intercambios interpersonales producidos diariamente en el "barrio". El candidato pedía "personalmente el voto" en breves encuentros, que bien podían extenderse ante la formulación de una demanda para el "barrio", un "pedido personal" para gestionar una "pensión", "empleo" o "subsidio". BB y Doña Silvia tomaban una escueta nota del "pedido" y decían que después verían "qué hacer", que "se ocupaban". En esa circunstancia, cabe reparar en el comportamiento adoptado por BB frente a los "vecinos" de un "barrio" de la periferia urbana. Él poseía un status social, económico, político y cultural públicamente reconocido como muy superior al de sus interlocutores y, aún así, se presentaba como un candidato dispuesto a "escuchar", manifestando su "compromiso" y "vocación por servirlos". Por un momento, pues, las jerarquías sociales establecidas en la sociedad posadeña se invertían. Los dominados en la arena política, en el mercado de trabajo, los desplazados de la "buena sociedad", aquellos alejados de la vida de la "gente bien de las cuatro avenidas" (la zona céntrica de la ciudad), intentaban "hacer valer sus derechos" como ciudadanos ante el candidato. Cuando aquel se había retirado, incluso, algunos alardeaban ante otros "vecinos" (y ante el antropólogo) que habían sabido aprovechar la ocasión para "hacerle ver" y "hacerse escuchar", ya que BB o "el doctor venía al pié", a "seducirlos", a "buscar el voto". Esa expresión, "venía al pié", denotaba en la perspectiva nativa una actitud de sumisión del solicitante hacia su interlocutor. Sin dudas, el alcance y eficacia de esta representación de la relación candidato/elector no debería sobrestimarse, sobre todo por el hecho de que aquella expresión no era enunciada en presencia del candidato. Más bien, su formulación ante otros interlocutores (otros "vecinos") revelaba que aquella situación (que incluía a unos sujetos con desigual poder político y status social) era comprendida por unos y otros como una instancia de negociación donde no participaban individuos poseedores absolutos de un poder político y otros totalmente carentes de aquel.

La "caminata" finalizó en "casa de Doña Silvia". Un grupo de "vecinas" preparaba una leche con galletitas para los chicos del "barrio", que esperaban sentados en el garage. En "el patio del fondo de la casa", un hombre hacía unos chorizos a la parrilla para los "vecinos". Desde el equipo de audio sonaba el jingle de campaña de Todo por la Gente y la "marcha peronista" acompañó la llegada de BB. La gente lo recibió con aplausos, se le acercaban, lo saludaban, lo abrazaban, las mujeres lo besaban. Una mujer le pidió un autógrafo y varios niños lo besaron alentados por sus madres. Una señora dijo a su acompañante: "Es un señorito, es intachable ¡Ojalá que gane!". Ese día "la casa" había mudado su apariencia cotidiana, mostrando símbolos visibles de "la política". El garage estaba empapelado de afiches del sublema. En la vereda se dispuso una mesita con volantes. Se repartían globos para los niños, remeras y gorras a los asistentes con la inscripción "BB Intendente". El frente estaba engalanado con el color del sublema (naranja) y retratos del candidato. Los "vecinos" se reunían en la vereda de "la casa de Doña Silvia". Sonaba una música de cumbia por el equipo de audio. La "caminata" había derivado en una nueva "reunión" de BB con los "vecinos". En esta oportunidad concurrieron los asistentes a la anterior "reunión" y otros nuevos. Doña Silvia había "movilizado" a pleno la red de su "barrio" (entre niños y adultos eran alrededor de cien personas). En el living dialogaba BB con algunos "vecinos". Sólo las habitaciones mantenían su privacidad, mientras que los otros espacios de "la casa" adquirieron una funcionalidad pública destinada a "la política". Veamos con más detalle esta última cuestión.

El PJ-Misiones tenía una sede en Posadas42. También mantenía algunos locales destinados a la campaña electoral provincial y nacional en la ciudad. A su vez, cada sublema solventaba sus "locales" y "unidades básicas" con recursos provistos por "el Partido" y -sobretodo- con otros aportados por sus dirigentes, militantes y adherentes. Los grupos de Todo por la Gente poseían "locales" en el radio céntrico y la periferia urbana. Se trataba de locales comerciales alquilados por un par de meses con vistas a su empleo en el proceso electoral. Además, tenían "unidades básicas" en "barrios", muchas situadas en viviendas particulares. Los propietarios u ocupantes de estas últimas solían negociar con los dirigentes la provisión de recursos o servicios, tales como la reparación de la vivienda y sus instalaciones, el pago de servicios públicos, algún dinero, entre otros. A cambio ofrecían el uso de ese espacio como "unidad básica" a aquel dirigente y/o candidato que "apoyaban". Cuando dicha negociación tenía buen suceso, el dirigente que la había "habilitado" ejercía algún control sobre ese espacio, las actividades y las decisiones políticas de quienes residían en ella43. Doña Silvia no había consentido negociar esos recursos para el sostén de su "casa", aunque, sí, había recibido algunos bienes -como la cocina industrial y el freezer para el "comedor". Básicamente, ella mantenía "la casa" con su salario de empleada pública, la pensión que recibió tras la muerte de su marido, y con los aportes de su hija. De este modo, su "casa" constituía el centro de su actividad en "la política" territorial de la ciudad, pero también ella le atribuía una significación privada que trataba de resguardar. ¿Por qué?

En las definiciones del ideal de casa moderna44 es posible reconocer espacios con una connotación estrictamente ligada a la intimidad: los dormitorios. Otros que adquieren una dimensión pública dentro de la privacidad global que define a "la casa", como espacios de transición entre la vida individual o familiar y el mundo público de la calle: el living y la antesala. Si volvemos a recorrer "la casa de Doña Silvia", verificaremos cómo los usos nativos de los espacios se revelaban mucho más complejos y heterodoxos que aquellos estipulados por aquel ideal45. Aquella vivienda fue construida como unidad unifamiliar (para un matrimonio y uno o dos hijos) con living, cocina-comedor, dos dormitorios, cuarto de servicio, baño y garage. Pero desde que se erigieron sus cimientos hasta el presente fue adquiriendo una resignificación simbólica y material ligada a la trayectoria social y, en particular, a la actividad política de Doña Silvia46. El living profundizaba su dimensión pública, pues no sólo servía para recibir las "visitas" de "familiares" y "amigos", sino para "atender" demandas de los "vecinos del barrio" y efectuar "reuniones" políticas con dirigentes, militantes y "vecinos". El garage, habitual depósito de herramientas, trastos y del vehículo, oculto a la mirada del exterior, se abría y convertía en "comedor infantil". El corredor que conducía a los dormitorios y la cocina permitía la circulación de las mujeres que organizaban el "comedor". Sólo los dormitorios quedaban reservados al ámbito de la intimidad: allí "descansaba y jugaba" la "nieta", se dormía. A su vez, en el transcurso de las rutinas cotidianas, los espacios transformaban su significado y funcionalidad. Tras el almuerzo, el garage, el corredor y la cocina se sustraían de las miradas exteriores. El living permanecía desierto hasta la llegada de "los vecinos" por la tarde. En la noche, tras la cena, madre, hija y nieta miraban televisión, conversaban, recuperando la intimidad en ese espacio. Quizá un observador demasiado atento al cumplimiento efectivo del ideal moderno diría que por la noche la privacidad del hogar había sido recuperada o restablecida. Sin embargo, la percepción y experiencia nativa no pareciera confirmar esa apreciación taxativa, pues para Doña Silvia la "casa" estaba atravesaba por todos estos momentos diarios (o, al menos, fue así en los últimos años).

Puede decirse, entonces, que la actividad política de Doña Silvia en ese centro político -su "casa"- definía un continuo entre el espacio público de la calle y la privacidad interior, pero sólo a condición de advertir que no cualquier individuo transponía el umbral del living o el garage, pues existía un estricto control personalizado sobre las vías de acceso. El ingreso a través del living estaba supeditado a la admisión de Doña Silvia, mientras que el garage permanecía bajo control de su empleada y las mujeres que se ocupaban del "comedor infantil". Este control vedaba el ingreso público a la vivienda, impidiendo la transformación de "la casa" en un "local" partidario o "unidad básica". En estos últimos, el anonimato del visitante no impedía el acceso, pues en un sentido estricto siquiera era necesario "ser peronista" para acceder a los espacios que tiene una "unidad básica" inmediatos a la calle con el fin de solicitar información (por ejemplo) sobre "el lugar" donde debía votar un elector el día de los comicios. Por el contrario, el ingreso a "la casa de Doña Silvia" dependía de un sistema de relaciones basado en la confianza personalizada: había que ser "vecino del barrio", un militante o dirigente "conocido", ir "de parte de" alguien "de confianza" suya.

7. Reflexiones finales.

 Al comparar el relato obtenido del análisis de la entrevista a Doña Silvia y la observación de su actividad política cotidiana en el "barrio" y en el grupo "los independientes" durante la campaña electoral municipal, se reconocen formas de presentación pública y prácticas sociales que varían según los contextos e interlocutores. Como en el caso del Big man de Melanesia47, la eficacia social de las intervenciones políticas de Doña Silvia -medidas por los nativos en términos de acumulación de aliados, subordinados, recursos materiales y simbólicos, reconocimiento público por parte de su jefe político- dependía de la competencia con que ella administraba esas representaciones y prácticas en distintas situaciones sociales. Por un lado, performando a Evita en la entrevista o en las relaciones con sus "vecinos": esto es, como una "mujer", una "trabajadora social", "comprometida con la gente", no política, diferente de "los políticos", de "los hombres". Por otro lado, presentándose como "reconocida dirigente política" ante dirigentes y militantes de "los independientes", de otros grupos de Todo por la Gente, otros sublemas partidarios del peronismo y de otros partidos políticos, con quienes Doña Silvia competía por el control de aliados y subordinados, por los recursos materiales y simbólicos, por el "apoyo" del líder y /o candidato. De este modo, la arena política en la que participaba Doña Silvia comprendía un conjunto diverso de interlocutores y relaciones personalizadas que construía con "vecinos", "punteras", "dirigentes" y "funcionarios" municipales y provinciales.

En este sentido, la observación con participación y la permanencia prolongada entre los miembros de la red política en la que actuaba Doña Silvia, permitió observar un entramado de relaciones de alianza, subordinación y superordinación, abiertas a negociación y conflicto, sujetas a permanentes transformaciones. He buscado dar cuenta de ese entramado haciendo foco en un momento significativo de la vida social de los miembros de un partido político y en la reproducción del sistema democrático, esto es, en una campaña electoral municipal. Tal vez podría representarse esa red mediante un esquema gráfico que nos ofrezca una imagen sistemática de la misma, un esquema que nos ayude a reconocer quiénes eran sus integrantes y cuáles sus relaciones. No obstante, al optar por un recurso así, deberíamos recordar que ese tipo de representación nos presenta una exposición analítica estática, en la que se objetivan un conjunto de relaciones que no pueden ser aprehendidas al margen de su historicidad. Tampoco debiéramos olvidar que el trazado de líneas indicativas de la existencia de ciertas relaciones de alianza, de subordinación y superordinación entre individuos, difícilmente consigue captar o retener en ese esquema el contenido diverso y situacional de las mismas, tal como he intentado presentarlo en diferentes momentos de la exposición en este artículo. En otras palabras, el análisis de una red partidaria requiere de una comprensión social e histórica capaz de aprehender diversas definiciones (propias y ajenas) e identidades de los actores sociales, así como una la pluralidad de posiciones y cambiantes relaciones que orientan las acciones nativas.

Ahora bien, a modo de síntesis y haciendo centro en Doña Silvia, repasemos cómo se configuraba esa red política. Ella era una dirigente subordinada a BB desde una fecha reciente a los sucesos relatados. Tras la derrota de Julio César Humada (otrora jefe político de BB y de Doña Silvia) en las elecciones partidarias de marzo de 1999, Doña Silvia "acompañó" a BB en la construcción de "una alternativa" a las dos "líneas internas" más importantes del PJ-Misiones: Afirmación Peronista y Unión para el Cambio. Ese nuevo grupo partidario tenía en BB su líder. Su decisión de cambiar de jefe político fue solidaria con la de otros que cuestionaban el liderazgo de Humada y Puerta, y que optaron por "apoyar" a BB en la formación de "los independientes" después de largos años de militancia en el "humadismo". Desde entonces, Doña Silvia, Silvero, Lucho, Mollo y Miguel, se auto-definían y eran conocían como "gente de BB". Simultáneamente, entre ellos sostenían relaciones de alianza y rivalidad, pues competían por el "apoyo" de su jefe político, por hacerse de recursos materiales y simbólicos, y por el "manejo" de "puntos" para "sostener" sus redes. En las elecciones municipales, participaron en Todo por la Gente aliándose a dirigentes de otras facciones: "puertistas" conducidos por BB ("los de educación"), "puertistas" ligados a Carlos Rovira, siete grupos "humadistas", dirigentes del Partido del Progreso Social relacionados con Puerta.

En el mes de junio Doña Silvia concertó alianzas con algunas punteras de diferentes "barrios" de la ciudad que, por su intermedio, se incorporaron a la red de BB. Ante su jefe político y otros dirigentes del sublema, ella las presentaba como "puntos" propios, es decir, como un caudal de "votos" y "recursos" que aportaba personalmente y que reafirmaban su poder en "los independientes" y en Todo por la Gente. No obstante, la integración de aquellas punteras a la red de BB y Doña Silvia era políticamente débil. Una vez finalizada la campaña electoral, reformulaban sus relaciones de alianza y de superordinación y -en su mayoría- terminaron adscribiéndose a las redes de dirigentes peronistas que resultaron mejor posicionados en las elecciones municipales. En el curso de la campaña, esas punteras recibieron asistencia del candidato y de Doña Silvia, así como recursos que destinaron a sostener e incrementar su poder en las redes que controlaban; en consecuencia, en los comicios se comprometieron a "volcar sus votos" en favor de BB. En cuanto a los "puntos" que controlaban estas "punteras", sólo ocasionalmente reconocían a su jefe político en BB y Doña Silvia. Como señalara en otra oportunidad (Soprano op. cit. 2002), si ellas rompían su relación con Doña Silvia, terminaban "llevándose los puntos", los "arrastraban", pues los compromisos y obligaciones recíprocas personalizadas implicaban relaciones directas entre esos "puntos" y la puntera que era su "referente"; esto es, esos electores no establecían compromisos y obligaciones en forma personalizada con BB, ni Doña Silvia, ni con ningún otro dirigente de "los independientes" o de cualquier otro grupo de Todo por la Gente.

Los "puntos" que Doña Silvia decía "manejar" eran sus "vecinos" y aquellos que "movían" las "punteras" aliadas o subordinadas de otros "barrios". Con sus "vecinos" cultivaba una relación diaria, cimentada por años de co-residencia y relaciones cotidianas producidas en el espacio social del "barrio". Con las punteras de otros "barrios", por contrario, establecía intercambios sociales más irregulares, discontinuos, distantes. Algunas de estas punteras se habían integrado a su red diez años atrás; Doña Silvia las definía como "amigas", "compañeras muy leales". Otras se vincularon con ella más recientemente, un par de años atrás, e incluso pocos meses antes de la realización de los comicios, pues entre la derrota del "humadismo" y la formación de Todo por la Gente se abrió un período de migración de individuos entre facciones del peronismo. También estaban Irma, Clementina, Ernesta y Rocío, las "chicas", a las que trataba como "sus hijas". Con ellas Doña Silvia establecía una relación de reciprocidad asimétrica, que implicaba compromisos morales densos e intercambios materiales intensos y cotidianos (sobre todo aquellos relacionados con la gestión diaria del "comedor infantil" y con el dinero que pagaba a Irma por la realización de tareas domésticas en su casa). Ellas la acompañaban "siempre" en las actividades políticas del "barrio". Las "chicas", además, "manejaban" o "aportaban" algunos "puntos", reuniéndolos entre algunos "vecinos" y "familiares"; pero no administraban esos "puntos" con autonomía de las decisiones tomadas por Doña Silvia (al menos, no, durante esa campaña electoral). También formaban parte de su red y su círculo íntimo: Ramón y su esposa, Don Juan, Julio y Marcos. Pero a ellos no podemos considerarlos como subordinados políticos. Se trataba de "vecinos" y "amigos" con un status social, económico y moral que percibían igualitario. Entre ellos se establecían relaciones de reciprocidad simétrica. Podemos considerarlos, pues, sus aliados. Ocasionalmente aportaban recursos materiales y también algunos "votos de vecinos" y sus "familiares". Los cuatro no se consideraban "políticos"; eran, pues, aliados no competitivos o neutrales, a diferencia de las punteras aliadas que rivalizaban con Doña Silvia por el control de "puntos". Se sumaban a la red de BB por "amistad" con Doña Silvia. Concluido el proceso electoral, continuarían con ella una íntima relación de "amistad" y "vecindad" compartiendo "charlas", "mates" y "asados con la familia".

A pesar de mis ocasionales (pero insistentes) preguntas, Doña Silvia respondía con evasiva a mi interés por saber: "¿Cuánta gente mueve usted?". Ella -decía- "tenía" esa información en "su cabeza", en los "registros" de las "carpetas" del comedor de su "casa", guardados celosamente de la mirada del antropólogo y de la curiosidad e interés de otros (políticos o legos)48. La exposición pública de la cantidad de "puntos que manejaba" era un asunto que sólo explicitaba en situaciones sociales específicas y frente a determinados interlocutores: BB, otros dirigentes de "los independientes" y de Todo por la Gente, las punteras aliadas. Esas situaciones se producían, por un lado, en "reuniones cerradas" que concertaban los dirigentes entre la concreción de las primeras "conversaciones" destinadas a la formación del sublema, y el día después a los comicios en el momento en que evaluaban cuántos votos aportó cada uno en la elección al sublema. Por otro lado, los propios actores sociales estimaban periódicamente las cifras que "movían" ellos y otros "poniendo los números sobre la mesa" en la "movilización de gente reuniones", "caminatas", "caravanas", "actos" políticos, es decir, en eventos públicos donde jefes políticos, aliados, rivales y subordinados evaluaban la capacidad efectiva de "movilización" de un dirigente. Por tanto, la respuesta a mi pregunta (si podía y/o cabía ser respondida) dependía de las circunstancias e interlocutor: una reunión con el candidato en "casa de Doña Silvia" visiblemente reunía a diecinueve personas; otra efectuada al finalizar una caminata de BB por el "barrio" contaba con cien; en el acto de cierre de la campaña electoral provincial y nacional en Posadas, Doña Silvia "llevó" alrededor de "doscientos compañeros de distintos barrios"49.

Una microfísica de las relaciones personalizadas de alianza, subordinación y superordenación objeto de esta etnografía, puede abordarse desde el concepto de contrato diádico. De acuerdo con George Foster (1974), la relación diádica expresa un contrato implícito o informal de obligación recíproca entre dos individuos que intercambian diversos bienes y servicios, y a los que atribuyen una sustancia históricamente variable (política, económica, social o moral)50. Ese contrato da origen a un flujo continuo de intercambios simbólicos y materiales que persiste siempre y cuando los intercambios permanecen desequilibrados (Sahlins op. cit. 1977). Pero contra el foco de análisis puesto por Foster en la producción díadas, en esta etnografía seguí las perspectivas de Eisenstadt y Roniger y de Boissevain y Mitchell que consideran que aquellas sólo son inteligibles en su despliegue en redes, es decir, en un entramado de dependencias e intercambios recíprocos, con jerarquías y distribución desigual de poder51. Como afirma Boissevain (1966), al analizar estas redes se debería determinar situacionalmente las causas por las cuales cada individuo se integra, el tipo de relación que establecen con el líder, atender al proceso de construcción, distribución y cambio en las relaciones de poder. De allí que, a lo largo del artículo, he tratado de aprehender en situaciones sociales particulares y significativas para los nativos la compleja variedad de relaciones diádicas producidas por Doña Silvia en una red política dinámica. Una red donde ella actualizaba relaciones de alianza competitiva con ciertos individuos (otras punteras, otros dirigentes de "los independientes"), relaciones de alianza no competitivas (con Julio, Marcos, Don Juan, Ramón y su esposa), actuaba como jefe político de distintos "puntos" (los miembros de su círculo íntimo, otras punteras, "vecinos") y donde, a su vez, se subordinaba a un líder (BB). Asimismo, lejos de comprender sólo a actores sociales con escaso capital económico, social y cultural, en la red participaban otros individuos más encumbrados socialmente: dos dirigentes de reconocida trayectoria en la "política nacional" como Julio César Humada (ex gobernador, Presidente del PJ-Misiones, antiguo jefe político de BB y Doña Silvia), Federico Ramón Puerta (gobernador en ejercicio, ex-aliado de Humada), BB, Doña Silvia, Mollo, Silvero, Lucho y Miguel, y algunos "vecinos" y "amigos" (Julio, Marcos, Don Juan, Ramón), entre otros. Por tal motivo, estas redes políticas no pueden definirse como una característica excluyente de la denominada política de los pobres, ni circunscribirse sólo al nivel de la política local52.

He tratado de mostrar, además, que las relaciones producidas en la red no se orientaban por un universo de representaciones y prácticas que la teoría política occidental moderna suele situar unilateralmente en el ámbito de la esfera pública, definidas como propias de un contrato programático entre individuos libres e iguales que actúan racionalmente con arreglo a fines. Y aunque en declaraciones públicas en los medios masivos de comunicación, en documentos oficiales, o ante mí en entrevistas, los dirigentes y militantes ocasionalmente presentaban sus "propuestas electorales" ("programa", "plataforma") y a veces explicaban sus acciones y luchas en términos de "conductas" y "diferencias programáticas" e "ideológicas"; en el trabajo de campo también registraba que las relaciones entre "amigos" y "compañeros", "jefe" y "empleado", "vecinos" y "familiares", poseían una eficacia social significativa, determinante del contenido cotidiano de "la política". Como señalaba en el epígrafe que da comienzo al artículo, parafraseando a Peter Burke53: para hacer política en el "barrio de Doña Silvia" era necesario "cultivar a los superiores, a los iguales y a los inferiores, saber no sólo sus nombres, sino conocer también a sus familias, sus alianzas, el lugar que ocupaban en el sistema político de patronos y clientes"54. Del mismo modo, se observó que el análisis social de "la casa de Doña Silvia" tampoco puede comprenderse desde una perspectiva que evalúe sus usos cotidianos en forma abstracta, esto es, de acuerdo con el grado de realización o desvío respecto de las prescripciones definidas en el ideal moderno de la casa (un ideal que, por cierto, sí orientó los criterios según los cuales aquella vivienda fue diseñada y construida décadas atrás). En la medida en que "la casa" era el centro de la actividad política que Doña Silvia desplegaba en su "barrio", la concepción y funcionalidad de sus espacios era resignificada periódicamente en relación con la trayectoria y experiencia social de su propietaria y ocupante. Así pues, en ciertos momentos del día se establecía un continuo entre lo público y lo privado, ya sea debido a la instalación del "comedor infantil" en la cocina y el garage al mediodía, o cuando Doña Silvia "recibía vecinos" en el comedor por la tarde, o al concretar "reuniones" con el candidato en la "campaña". Ahora bien, la afirmación periódica de este continuo público/privado no anulaba la distinción nativa -actualizada por la propia Doña Silvia e inscripta en sus representaciones y prácticas cotidianas- que también asignaba a "la casa" un sentido privado, íntimo y familiar, sustrayendo ciertos espacios de las intervenciones tenidas como públicas.

Finalmente, quisiera expresar algunas reflexiones sobre cómo esta etnografía interpela, desde el análisis de situaciones sociales concretas, problemas de un debate antropológico clásico sobre la construcción de redes de patronazgo y/o clientela política. En primer lugar, señalar que, a diferencia de otros estudios de las ciencias sociales que se aproximan al conocimiento de estas redes desde perspectivas que las reconocen como una patología social, un resabio del pasado, un comportamiento desviado del sentido programático normal de la política actual; la antropología social ha contribuido positivamente a su comprensión en sus propios términos y contextos de uso. Así pues, al conocer los fenómenos denominados como facciones, patronazgo y clientelismo, muchos antropólogos han observado que las identidades y relaciones que resultan de ellos, son necesarios en la producción y reproducción de las sociedades modernas. Sin embargo, antropólogos de la talla de Ernest Gellner, Julian Pitt-Rivers, Eric Wolf, George Foster y Roberto Da Matta55, también tendieron a identificarlos como una especie de complemento, de adendum -al decir de Carl Landé56- de las relaciones interindividuales e institucionales, producidas en sociedades donde la libre elección racional con arreglo a fines, el mercado capitalista y una burocracia impersonal estaban insuficientemente desarrollados57. Así pues, los estudios encuadrados en la denominada antropología del mediterráneo58 fueron expresivos de esta perspectiva que reconocía en las sociedades tradicionales y primitivas unos diacríticos que especificaban estereotipos como relaciones personalizadas, amistad, patronazgo, compadrazgo. Esos diacríticos se definían, a su vez, en función de su ausencia en la sociedad de origen de los antropólogos, donde -por el contrario- existían otros considerados sus opuestos excluyentes: relaciones impersonales, individualismo59.

En segundo lugar, quisiera enfatizar que en este trabajo la referencia a las categorías analíticas alianza, subordinación y superordinación, pretende sustituir a las más comúnmente utilizadas en el debate antropológico clásico de patronazgo o clientelismo. La decisión de no emplear estas últimas categorías en términos analíticos se relaciona -como decía más arriba- con el hecho que, en el contexto etnográfico abordado, "patrón", "cliente", "clientelismo", poseían sentidos que los nativos destinaban para estigmatizar a sus rivales. El manifiesto distanciamiento en este punto respecto de los posicionamientos intelectuales de la literatura antropológica clásica, en modo alguno mengua el valor hermenéutico y metodológico que aquella tiene para la producción etnográfica actual. En mi opinión, poniendo en suspenso los presupuestos modernizadores que orientaron el estudio del patronazgo y el clientelismo en la antropología anglosajona de las décadas de 1950 a 1970, todavía es posible explotarlos muy productivamente60. En este sentido, hago propias las palabras de Márcio Caniello, quien considera que estos fenómenos pueden abordarse fructíferamente, al menos, desde dos perspectivas:

Por un lado, tomando la configuración del patronazgo como objeto, considerando su unidad, por lo menos aparente, en patrones estandarizados como reciprocidad desequilibrada, intercambio de bienes necesarios por lealtad, de protección por servicios, patrón personal, relaciones embebidas de afectividad, etc., procurando establecer un modelo general que de cuenta de sus versiones específicas, produciendo así una sociología del patronazgo. Por otro lado, intentar divisar un patrón ético que informaría, en un contexto cultural específico, la ocurrencia del patronazgo y de esos fenómenos correlacionados como partes expresivas de una totalidad de la cual son productos, realizando lo que más específicamente podría llamarse una etnografía61.

Al igual que este autor, reconozco que ambas opciones -sociológica y etnográfica- pueden no ser excluyentes y llegar a complementarse con buen suceso, pues cada una está comprometida con el esfuerzo de destacar aspectos sustantivos y analíticos diferentes de un proceso social. Una y otra, nos posicionan frente a una tensión constitutiva del proyecto intelectual de la antropología social como disciplina científica: el desafío de producir un saber que, como dice Mariza Peirano, resulta de una puesta en diálogo entre teorías académicas y teorías nativas62. En lo que respecta a la antropología social argentina, seguramente, para nosotros seguirá siendo objeto de interés problematizar en aquellos enfoques antropológicos clásicos como vía de acceso a un conocimiento etnográfico de la política en las sociedades nacionales contemporáneas.

Citas y Notas

2Tesis de Doctorado en Antropología Social por la Universidad Nacional de Misiones, Formas de organización y socialización en un partido político. Etnografía sobre facciones, alianzas y clientelismo en el peronismo durante una campaña electoral (año 1999, ciudad de Posadas, provincia de Misiones, Argentina), defendida en el año 2003, contando con la dirección de Rosana Guber. Versiones anteriores de este artículo -una elaborada como capítulo de tesis de doctorado y otra presentada en la Reunión de Antropología Social del Mercosur (Montevideo, 2005)- se vieron enriquecidas por los comentarios y observaciones críticas de diversos colegas. Quiero agradecer especialmente a Ana Gorosito Kramer, Evangelina Mazur, Sergio Chamorro, Laura Rodríguez, Rosana Guber, Beatriz Heredia y Marcio Goldman. Sin dudas, sus generosas colaboraciones en lo absoluto los compromete con los resultados aquí expuestos.

3Inicié mi etnografía en la ciudad de Posadas en noviembre de 1998. Luego de una breve estadía de 7 días durante ese mes y otros 21 días en enero de 1999, efectué trabajo de campo etnográfico de forma continua en esa ciudad capital (y en menor medida en localidades del interior de la provincia) entre los meses de marzo y diciembre de 1999.

4En este punto sigo las caracterizaciones que -para estos sectores en los '90- produjeron: Alberto Minujín, Cuesta abajo, Losada, Buenos Aires, 1992; A. Minujín y Gabriel Kessler, La nueva pobreza en la Argentina, Planeta, Buenos Aires, 1996; Luis Beccaria y Néstor López, Sin trabajo. Las características del desempleo y sus efectos en la sociedad argentina, Editorial Losada, Buenos Aires, 1996. Para un estudio de los procesos de pauperización y consolidación de la pobreza estructural en la ciudad de Posadas en los años noventa: POBUR, Informe final. Determinantes estructurales y estrategias reproductivas de la pobreza urbana. Posadas. Misiones, Universidad Nacional de Misiones, Posadas, 1999.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

5El Partido Justicialista en la provincia de Misiones en adelante será mencionado como PJ-Misiones. En la Argentina, este partido político fue creado por Juan Domingo Perón tras su acceso a la presidencia de la Nación en el año 1946. Desde entonces, junto con la Unión Cívica Radical, ha constituido uno de los dos partidos políticos principales en la escena política nacional. En este extenso período histórico, el peronismo detentó el gobierno nacional entre 1946/1955, 1973/1976, 1989/1999, y desde 2001 al presente; y, aunque, entre 1955 y 1972 estuvo proscrito, el peronismo siguió gravitando decisivamente en el devenir de la arena política nacional. Desde el 1987 al presente, se impuso en las elecciones provinciales en Misiones.

6A lo largo de este artículo refiero a algunos textos y autores claves que componen una referencia ineludible en el estudio de la literatura antropológica sobre el patronazgo, el clientelismo y las facciones políticas.

7Durante la revisión del material producido durante el trabajo de campo etnográfico fue fundamental la interlocución con la investigación de Javier Auyero sobre las representaciones y prácticas políticas en el peronismo del conurbano bonaerense en la segunda mitad de los años noventa. Ver: Javier Auyero, "Evita como ´performance´. Mediación y resolución de problemas entre los pobres urbanos del Gran Buenos Aires", en J. Auyero (comp). ¿Favores por votos Estudios sobre clientelismo político contemporáneo, Losada. Buenos Aires, 1997, 167-232; y La política de los pobres. Las prácticas clientelistas del peronismo, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 2001. Algunas diferencias con la perspectiva de análisis de este autor fueron expuestas en Germán Soprano, "A favor de una etnografía sobre clientelismo político y peronismo", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales vol. 42 Nº167, Buenos Aires, 2002, 483-488. Asimismo, señalo que el enfoque adoptado en la mi etnografía se referencia con las orientaciones de un grupo de antropólogos sociales de diferentes instituciones universitarias federales del Brasil, reunidos en el Núcleo de Antropología de la Política, Uma antropologia da política: rituais, representacoes e violencia. Cadernos do NuAP N°1, Rio de Janeiro, 1998.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

8 Quiero destacar que las categorías "campaña electoral", "elecciones", refieren a sentidos nativos. En tanto que  en este texto empleo proceso electoral como una categoría analítica que comprende varias "campañas electorales" -"partidarias" o "internas", "nacionales", "provinciales", "municipales"- que los nativos diferenciaban, pero también  comprendían situacionalmente como parte de una misma temporalidad política. Ver: Germán Soprano, Formas de organización y socialización en un partido político. Etnografía sobre facciones, alianzas y clientelismo en el peronismo durante una campaña electoral (año 1999, ciudad de Posadas, provincia de Misiones, Argentina). Tesis de Doctorado en Antropología Social. Programa de Postgrado en Antropología Social. Universidad Nacional de Misiones. Posadas, 2003 (inédita); y G. Soprano, "El marketing político y la dinámica de las facciones partidarias del peronismo durante una campaña electoral municipal". Anuario de Estudios en Antropología Social Nº1. Centro de Antropología Social. Instituto de Desarrollo Económico y Social. Buenos Aires, 2005. 127-144.        [ Links ]         [ Links ]

9 BB tenía algo más de cincuenta años. Era un "prestigioso abogado" de Posadas y docente de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Misiones. Se había desempeñado como juez en la justicia provincial. También había sido concejal municipal por Posadas, representante por Misiones en la Convención Constituyente de 1994, rector de la mencionada Universidad y ministro de educación de la provincia. En el año 1999 continuaba su actividad profesional como abogado y docente universitario.

10 El nombre del "sublema Todo por la Gente" refiere a un grupo partidario real, pero su nombre es ficticio. En adelante, las categorías "puntero", "puntera", "jefe político", "dirigente", "militante", "sublema", "campaña electoral", "Todo por la Gente", "peronismo" serán citadas sin comillas; no obstante, el lector deberá tener presente que las referencias en el texto remiten a sentidos nativos en sus contextos de uso.

11 Quiero advertir que los nombres reales de los personajes han sido modificados a efectos de preservar su intimidad. En algunos casos la omisión de los nombres verdaderos fue un pedido explícito de los informantes, en otros intencionalmente los he sustituido por considerar que las afirmaciones realizadas por ellos o las acciones descriptas en la etnografía podían perjudicarlos en el presente o en el futuro. Siguiendo una lógica propia de "la política" tal como fue observada en esta sociedad, los actores proceden aplicando implacablemente los rótulos de "amigo" o "enemigo" a todos aquellos que participan de la arena política, de manera que la objetivación de ciertas palabras y acciones en este texto podría incriminarlos política e incluso judicialmente. Mientras tanto, decidí no sustituir los nombres de ciertos dirigentes de reconocida trayectoria provincial en Misiones, pues no establecí con ellos ningún compromiso en este sentido y, también, porque considero que ello hubiera incidido negativamente en el análisis desdibujando el contexto en que se produjeron los acontecimientos. No obstante, aún cuando he procedido de esta forma, un lector preocupado por identificar acontecimientos y protagonistas no tendría dificultades en reconocerlos; en algunos casos bastaría con recurrir a un archivo periodístico o tomar contacto con algún habitante de la ciudad. Dejo pues en manos del lector la decisión de avanzar en ese sentido.

12 Pensando en términos de un análisis social comparado, resulta elocuente la siguiente afirmación de Edward Evans-Pritchard por su contribución a la comprensión de relaciones cotidianas e identidades producidas en el PJ-Misiones. Respecto de los nuer, aquel antropólogo señalaba: "Un hombre es miembro de un grupo político de la clase que sea en virtud de su no pertenencia a otros grupos de la misma clase [...] Este es un principio fundamental de la estructura política nuer. Así, un hombre es miembro de su tribu en sus relaciones con otras tribus, pero no es miembro de su tribu en la relación de su segmento dentro de ella con otros segmentos del mismo tipo. Esa es la razón por la que una característica de cualquier grupo político es su tendencia invariable a la fisión y la oposición de sus segmentos y otra característica es su tendencia a la fusión con otros grupos de su propio orden por oposición a segmentos políticos mayores que él. Así, pues, los valores políticos están siempre - hablando estructuralmente- en conflicto. Un valor vincula a un hombre a su grupo y otro a un segmento de él por oposición a otros segmentos de él, y el valor que rige su acción está en función de la situación social en que se encuentra. Pues un hombre se ve a sí mismo como miembro de un grupo por oposición a otros grupos y ve a un miembro de otro grupo como miembro de una unidad social, por muy dividida que pueda estar en segmentos opuestos". Edward Evans Pritchard, Los nuer, Editorial Anagrama, Barcelona, 1992.         [ Links ]

13"Grupos", "agrupaciones", "líneas internas" partidarias son categorías nativas mediante las cuales referían a diferentes configuraciones políticas de existencia informal (la primera) o formal (la segunda y tercera). En este texto, la referencia a grupos (sin comillas) remite a una definición sociológica de un determinado colectivo social. Vale la pena aclarar que cuando los sublemas eran inscriptos en el registro electoral no se declaraba qué grupos políticos participaban del mismo, ni se hacía referencia a autoridades u organización institucional interna. La inscripción consistía en la presentación de una nómina de "ciudadanos" o "vecinos" de la ciudad que "avalaban" la constitución del sublema, un "programa" o "plataforma electoral" que declaraba sucintamente sus "principios fundamentales" y "objetivos" de su futura gestión, y la nómina de candidatos a intendente y concejales titulares y suplentes. De este modo, el reconocimiento de los grupos que conformaban y alentaba la vida cotidiana del sublema y la dinámica de las relaciones que trababan sus dirigentes y militantes, sólo resultaba asequible mediante el trabajo de campo etnográfico a lo largo del proceso electoral.

14 Eric Wolf, "Relaciones de parentesco, de amistad y de patronazgo en las sociedades complejas", en: M. Banton (comp), Antropología social de las sociedades complejas, Alianza Editorial, Madrid, 1980. 19-39.        [ Links ]

15 George Foster, "El contrato diádico: un modelo para la estructura social de una aldea de campesinos mexicanos", en: Ch. Wagley et al, Estudios sobre el campesinado latinoamericano. La perspectiva de la antropología social, Editorial Periferia, Buenos Aires, 1974, 129-158.        [ Links ]

16 Marcel Mauss, "Ensayo sobre los dones. Motivo y formas del intercambio en las sociedades primitivas", Sociología y antropología, Editorial Tecnos, Madird, 1979, 155-263.        [ Links ]

17 El significado que "la política" suele tener para los profesionales de la política y para aquellos que no lo son, debe ser objeto de un análisis específico. Distintos autores clásicos de la sociología política han llamado la atención sobre esta cuestión. Ver: Robert Michels. Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna. Amorrortu. Madrid, 1984. 2 vols; Max Weber, Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, Fondo de Cultura Económica, México, 1992; Charles Wright Mills, La elite del poder, Fondo de Cultura Económica, México, 1957; Pierre Bourdieu, "A representaçao política. Elementos para uma teoría do campo político", en: P. Bourdieu, O poder simbólico, Difel, Lisboa, 1989, 163-207. Por su parte, Mario Grynszpan señala que quienes acceden a la condición de profesionales de la política desarrollan ciertas competencias específicas que constituyen las exigencias demandadas por la lógica de producción y reproducción del campo político (reglas del juego, saberes, disposiciones corporales, dominio de los rituales y discursos legítimos en el campo), viéndose compelidos cotidianamente a orientar sus acciones en función de ellas. Mario Grynszpan, "Os idiomas da patronagem: um estudo da trajetória de Tenório Cavalcanti", Revista Brasileira de Ciencias Sociais N°14, ANPOCS, Sao Paulo, 1990, 73-90.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

18Ciertas comunidades campesinas del Brasil estudiadas por Moacir Palmeira y Beatriz Heredia definen este proceso social como el "tiempo de la política", pues -por entonces- las relaciones establecidas en el ámbito de la vida familiar y/o laboral, que funcionan con una lógica específica, se ven atravesadas y aún reestructuradas por las reglas de la política. Moacir Palmeira y Beatriz Heredia, "Os Comicios e as políticas de Facçoes", Anuário Antropológico N° 94, 1995, 31-94.        [ Links ]

19 Moacir Palmeira, "Política, Faccoes e Voto", en: M. Palmeira y M. Goldman (eds) Antropologia, voto e representaçao política, Contracapa, Rio de Janeiro, 1996, 41-56.        [ Links ]

20 Si los actores sociales presentaban esta "deserción" y "traición" como una trama oculta e inesperada que los sorprendía; un examen no comprometido con sus intereses y posiciones revela que, más bien, se trataba de un proceso de conflictivas negociaciones en pos de la formación de nuevas relaciones políticas. Esas negociaciones no eran expuestas públicamente, pero resultaba imposible evitar su conocimiento en el ámbito de las redes interpersonales que daban forma al partido en el nivel provincial y municipal. En este sentido, como señalan Mauricio Boivin, Ana Rosato y Fernando Balbi, la calificación de un acontecimiento como "traición" es una atribución de sentido ex-post facto: alguien se siente traicionado y así califica al hecho que lo afectó. Para estos autores, la "traición" es la contracara de la "confianza". Al tiempo que distinguen dos formas de "confianza". Por un lado, aquella basada en el conocimiento personal del otro. Es el caso de la relación del líder de una red política y sus integrantes, o la relación personalizada que mantienen dos aliados que se consideran mutuamente "amigos", "parientes", "colegas". Por otro lado, la "confianza" fundada en el conocimiento de ciertas referencias exteriores -marcas- atribuidas al otro, que funcionan como signos visibles de su condición social. Así, la presencia de un individuo en un acto partidario presupone su adhesión al Partido o a sus candidatos, asumiéndose públicamente que se trata de un "compañero", categoría con la cual se designan entre sí los peronistas. Mauricio Boivin; Ana Rosato y Fernando Balbi, "Quando o inimigo te abraca com entusiasmo...´: Etnografia de uma traicao", Mana. Estudos de Antropologia Social, vol.4 N°2, Rio de Janeiro, 1998, 35-65. Sobre la génesis e historia de la categoría "lealtad" en el peronismo y sus sentidos nativos, remito a los trabajos de Fernando Balbi: "La lealtad antes de la lealtad: honor militar y valores políticos en los orígenes del peronismo", en: A. Rosato y F. Balbi (ed.), Representaciones sociales y procesos políticos. Estudios desde la antropología social, Editorial Antropofagia, Centro de Antropología Social-IDES, Buenos Aires, 2003, 187-214; "… esa avalancha de homenajes´. Campo de poder, lealtad y concepciones de la política en el primer peronismo", Anuario de estudios en Antropología Social Nº 1, Centro de Antropología Social, Instituto de Desarrollo Económico y Social, Buenos Aires, 2004, 103-118; ¿"Carisma" o concepción nativa de la política? Explicaciones totalizadoras y perspectiva etnográfica en los estudios sobre el peronismo, VI Reunión de Antropología del Mercosur, Montevideo, 2005.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

21 Para un estudio de las relaciones entre género y política en la historia del peronismo, tomo como referencia los trabajos de Susana Bianchi: "Las mujeres en el peronismo (Argentina 1945-1955)", en: G. Duby y M. Perrot, Historia de las Mujeres. El siglo XX, Santillana, Barcelona, 1996, 763-774; Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina. 1943-1955, Trama Editorial / Prometeo Libros / IEHS, Buenos Aires, 2001; Daniel James: "Historias contadas en los márgenes. La vida de Doña María: Historia oral y problemática de géneros", Entrepasados. Revista de Historia Nº 3, Buenos Aires, 1992, 7-24; Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política, Manantial, Buenos Aires, 2004; Susana Novick: "El sufragio femenino en el Congreso Nacional: ideologías de género y ciudadanía en la Argentina (1916-1955)", Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani Nº 16-17, 3º serie, Buenos Aires, 1998, 151-178; Alejandra Vasallo: "Entre el conflicto y la negociación. Los feminismos argentinos a inicios del Consejo Nacional de Mujeres. 1900-1910", en: F. Gil Lozano, V. Pita y M. G. Ini (dirs), Historia de las mujeres en la Argentina, Siglo XX, Taurus, Buenos Aires, 2000. 177-196; Marcela Nari: "Maternidad, política y feminismo", en: F. Gil Lozano, V. Pita y M. G. Ini (dirs), Historia de las mujeres en la Argentina. Siglo XX, Taurus, Buenos Aires, 2000, 197-222; Políticas de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires. 1890-1940, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2004; y Mirta Lobato (ed.), Cuando las mujeres reinaban. Belleza, virtud y poder en la Argentina del siglo XX, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2005. Laura Rodríguez analizó en perspectiva etnográfica la trayectoria de mujeres peronistas de la provincia de Misiones en los años noventa y considera que la significación dóxica de la participación de la mujer peronista en la política se define en estrecha relación con el discurso fundacional del peronismo de las décadas de 1940 y 1950. Un discurso que, a su vez, se inscribió en una matriz de género tradicional anterior a la que remitieron todos los discursos del feminismo maternalista -católicos, socialistas, radicales, anarquistas- fundamentando la solidaridad natural de las mujeres en la experiencia de la maternidad potencial o realizada. Laura Rodríguez, Participación política y género. Trayectorias de mujeres dirigentes del peronismo en la provincia de Misiones (Argentina), Tesis de Doctorado en Antropología Social, Programa de Postgrado en Antropología Social, Posadas, 2004 (inédita). Asimismo, la etnografía de Laura Masson, que focaliza esas relaciones en el espacio de los medios masivos de comunicación, la creación de leyes y organismos estatales, y en la implementación de políticas sociales en la provincia de Buenos Aires en los noventa, también revela de qué modo la producción y actualización de esa matriz no es privativa de un tiempo pretérito ni de cualquier singularidad de la experiencia del peronismo en Misiones. Laura Masson, La política en femenino. Género y poder en la provincia de Buenos Aires, Editorial Antropofagia / CAS-IDES, Buenos Aires, 2004.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

22 Para una historia de la Fundación Eva Perón, ver: Mariano Plotkin, Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista. (1946-1955), Ariel Editorial, Buenos Aires, 1994; Marysa Navarro, Evita, Planeta, Buenos Aires, 1997; Susana Bianchi, Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina. 1943-1955, Trama Editorial / Prometeo Libros / IEHS, Buenos Aires, 2001.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

23 El Partido Justicialista se organiza formalmente en tres sectores o ramas: "sindical", "femenina" y "juventud". Asimismo, en la provincia de Misiones las ramas se organizaban en el nivel provincial y municipal, aunque no siempre tenían una existencia efectiva y en la mayoría de los casos aquella sólo era circunstancial e intermitente. Esa organización sectorial coexistía con otra político-territorial en los niveles nacional, provincial, municipal y barrial.

24 Como señala Laura Rodríguez, las denominadas "redes de mujeres peronistas" en Misiones no se constituían sólo con la incorporación de mujeres, pues esas redes comprendía a hombres como líderes, aliados o subordinados a mujeres. Véase,  Laura Rodríguez: "De patronas y clientas. Etnografía de una organización de mujeres", Avá. Revista de Antropología Nº3, Posadas, 2001, 109-119; "Las ´mujeres mercosureñas: el MERCOSUR con 'mirada de género", en: S. Frederic y G. Soprano (comps.), Cultura y política en etnografías sobre la Argentina, Editorial de la Universidad de Quilmes, Bernal, 2005, 219-270; "Las amas de casa en Misiones: entre la casa y la nación", en S. Frederic y G. Soprano (comps.), Política y variaciones de escalas en el análisis de la Argentina, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, 2008.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

25 Doña Silvia era empleada de "planta permanente" de un ministerio provincial, pero su trayectoria y fortaleza política tenía por base en una red territorial anclada en los "barrios". "Dentro del ministerio" participaba de redes partidarias, pero -decía- sin buscar "protagonismo", dando su "apoyo" a algún dirigente de su "confianza". En 1999, Silvero -un "dirigente" aliado del grupo "los independientes"- orientó a Doña Silvia en tales definiciones, pues él sí tenía "militancia" en el ámbito de la administración pública provincial.

26  Pierre Bourdieu y Ferry Eagleton, "Doxa y vida ordinaria", New Left Review N°0, Akal, Madrid, 2000, 219-231.        [ Links ]

27 Al comprender esta performance, Javier Auyero ofrece una particular aproximación al fenómeno del denominado clientelismo político. Lejos de agotar su análisis en una descripción materialista restringida a los bienes y servicios intercambiados y las posiciones ocupadas por los actores en una estructura social estática, muestra que las prácticas de las punteras estaban indisolublemente ligadas a una dimensión subjetiva que las configuraba como un objeto socio-histórico original. J. Auyero op.cit. 1997 y 2001.

28 En este sentido, el análisis de Auyero incorpora a la interpretación sociológica las perspectivas y experiencias de los propios actores, pero parece demasiado apegado a una versión nativa (por cierto, la dóxica) sobre la relación "política" y "mujeres peronistas". G. Soprano, "A favor de una etnografía sobre clientelismo político y peronismo", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales vol. 42 Nº167, Buenos Aires, 2002, 483-488. De allí que su explicación tiende a anclarse unilateralmente en la legitimidad social otorgada a ciertos estereotipos. Contrariamente, Daniel James se interesó por abordar los ajustes y modificaciones situacionales producidos en esa doxa por Doña María, una dirigente peronista de la localidad bonaerense de Berisso. Refiriéndose a Doña María decía: "Su adopción de formas de auto-representación extraídas de los estereotipos de los roles femeninos tradicionales encontrados en el discurso oficial no debería, sin otra consideración, tomarse al pié de la letra. Esa actitud refleja el poder de las ideologías y mitos dominantes, pero también la capacidad del narrador de impregnar esas formas con sus propios significados y su propia subjetividad". D. James, Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política, Manantial, Buenos Aires, 2004:236.         [ Links ]         [ Links ]

29 Los centros políticos son escenarios privilegiados en la construcción de liderazgos. Son espacios donde se concentran actos sociales significativos para un grupo determinado. Clifford Geertz señala que: "constituyen aquel o aquellos puntos de una sociedad en los que sus principales ideas se vinculan a sus principales instituciones para crear una arena política en la que han de producirse los acontecimientos que afectan más esencialmente la vida de sus miembros. C. Geertz, "Centros, reyes y carisma: una reflexión sobre el simbolismo del poder", en C. Geertz, Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas, Ediciones Paidós, Barcelona, 1994:148. En este caso, "la casa de Doña Silvia" era un centro no sólo porque desde allí se desplegaba su actividad política en el "barrio", sino porque ella y sus "vecinos" connotaban el significado de "la casa" ligándolo a identidades y relaciones íntimas, personales, familiares, positivamente valoradas.          [ Links ]

30 Irving Goffman, A representacao do eu na vida cotidiana, Vozes, Petropolis, 1985.        [ Links ]

31 Sobre las relaciones y afinidades entre relaciones de género, política y peronismo, en el caso de la provincia de Misiones, remito a otro trabajo, G. Soprano: "La producción de actores e identidades políticas en el peronismo durante una campaña electoral", en: S. Frederic y G. Soprano (comps.), Cultura y política en etnografías sobre la Argentina, Editorial de la Universidad de Quilmes, Bernal, 2005; y también a los textos de Laura Rodríguez op. cit. 2001, 2005 y 2006. En el caso del conurbano de la provincia de Buenos Aires, véase: Laura Masson op. cit. 2004.        [ Links ]

32 Como en la Nuerlandia de Evans-Pritchard, la distancia espacial y la distancia social no se mensuran de igual forma. La "vecina" de un "barrio" alejado del de Doña Silvia podía mantener con ella un estrecho vínculo político basado en una sólida relación de "amistad"; mientras que una "vecina" residente a pocos metros de "la casa de Doña Silvia" podía rivalizar con ella si se inscribía en la red de otro grupo del peronismo o de otro partido político.

33 No obstante, esta distinción nativa no es privativa de este contexto etnográfico. Irlys Barreira señala que la distinción entre "política comunitaria" y "política partidaria" (en el contexto de sociedades urbanas del nordeste del Brasil) supone un conflicto (y complementariedad) entre dos esferas de representación. Además, lejos de ser un atributo exclusivo de la percepción nativa en sociedades del capitalismo periférico -como la Argentina o el Brasil-, estudios de R. Bellah sobre los Estados Unidos dan cuenta de la desconfianza de los ciudadanos respecto de "la política", la cual perciben como una actividad motorizada por objetivos distintos de los comunitarios y expresiva de intereses de individuos y grupos poderosos. Irlys Barreira, "Entre mulheres: jogo de identificacoes e diferencias em campanhas eleitorais", en: I. Barreira y M. Palmeira (orgs.), Candidatos e candidaturas. Enredos de campanha eleitoral no Brasil, Anablume/UFC, Sao Paulo, 1998, 131-166; Chuva de papeis. Ritos e Símbolos de Campanhas Eleitorais no Brasil, Relume-Dumara/Núcleo de Antropologia da Política, Rio de Janeiro, 1998. Robert Bellah et. al, Habits of the heart: individualism and commitment in American life, Harper and Row, New York, 1986.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

34 Desde el día en que la conocí, me presenté a Doña Silvia como antropólogo y la entrevista que refiero aquí tenía por objeto explícito una historia del peronismo local. Sin embargo, la presentación pública sobre mi persona que ofreció Doña Silvia a la "vecina" era mucho más poderosa socialmente que la que yo le había ofrecido.

35 La trayectoria de este ambicioso programa de reasentamiento forzado de poblaciones y su relación con los sistemas de supervivencia de pobres urbanos ha sido analizada por Leopoldo Bartolomé; "Reasentamientos forzados y el sistema de supervivencia de los pobres urbanos", Avá, Revista de Antropología Nº 8, Posadas, 2006, 56-75.        [ Links ]

36 Ese proceso de negociaciones, con "idas y vueltas" -al decir de los nativos-, llevado a cabo por Doña Silvia y por otros dirigentes de "los independientes", fue especialmente analizado en Soprano op. cit. 2003, capítulo IV.

37 En el caso del Brasil, Mario Grynszpan op. cit. 1990 llama la atención sobre la capacidad de estos mediadores para operar con códigos e idiomas diversos, que vinculan a individuos y colectivos pertenecientes a diversos espacios sociales. También Gilberto Velho y Karina Kuschnir señalan que el estudio de las trayectorias individuales de estos mediadores revela que son traductores de las diferencias culturales de mundos sociales diferentes. A su vez, en su estudio sobre el patronazgo en el área del Mediterráneo, Alex Weingrod destacó la eficacia social de individuos que fundan su poder en el control de procesos de toma de decisiones y el acceso a recursos materiales y simbólicos. Gilberto Velho y Karina Kuschnir (orgs.), Mediacao, Cultura e Política, Aeroplano, Rio de Janeiro, 2001; Alex Weingrod, "Patronazgo y poder", en: E. Gellner et al, Patronos y clientes en  las sociedades mediterráneas, Júcar Universidad, Barcelona, 1985.        [ Links ]         [ Links ]

38 La organización de esta campaña electoral municipal fue objeto de análisis en G. Soprano, "El marketing político y la dinámica de las facciones partidarias del peronismo durante una campaña electoral municipal", Anuario de Estudios en Antropología Social Nº1, Centro de Antropología Social, Instituto de Desarrollo Económico y Social, Buenos Aires, 2005, 127-144.        [ Links ]

39 En otros trabajos hemos analizados el significado de "actos" y "caravanas" y la contribución específica del "marketing político" a la construcción de la candidatura de BB durante la campaña electoral municipal, y la relación conflictiva que se estableció entre "marketineros" y dirigentes y militantes de Todo por la Gente; G. Soprano op. cit. 2005. Al respecto, cabe mencionar que, desde la apertura democrática abierta en 1983 en la Argentina, la planificación y ejecución de campañas electorales se ha servido crecientemente del recurso a estrategias de "marketing político", diseñadas y gestionadas por unos profesionales de la política diferentes de los políticos: los "especialistas en marketing político", "marketineros" o "consultores". Al igual que en otros países, la emergencia de estos nuevos actores y nuevas formas de hacer política ha sido analizada como producto de la intersección entre lógicas sociales diferenciadas, provenientes del campo de las ciencias sociales, de la comunicación social o el periodismo, y de la política partidaria. Como resultado de esa intersección, se constituyó el denominado campo de la comunicación política. Ver: Dominique Wolton, "La comunicación política: construcción de un modelo", en: J.M.Ferry, D. Wolton et al, El nuevo espacio público, Gedisa Editorial, Barcelona, 1989. 28-46; Jean Mouchon, Política y medios. Los poderes bajo influencia, Editorial Gedisa, Barcelona, 1999; André Gosselin, "La comunicación política. Cartografía de un campo de investigación y de actividades", en: G. Gauthier, A. Gosselin y J. Mouchon (comps.) Comunicación y política, Gedisa Editorial, Barcelona, 1998, 9-28. En el debate académico actual no existe un consenso acerca de cuáles fueron los factores decisivos que intervinieron en la génesis de la comunicación política. Así, es posible enfatizar que surgió de una creciente especialización de saberes y diferenciación de funciones en la política a raíz de la introducción de tecnologías procedentes de las ciencias sociales y la comunicación social. Patrick Champagne, Faire l´opinion. Le noveau jeu politique, Les éditons de Minuit, Paris, 1990. O también se lo reconoce como un producto de la crisis de ciertas identidades y sujetos de la política moderna -como "el pueblo"- y de ciertas instituciones y actores que se arrojaban su legítima representación -los "partidos políticos" y los políticos". Pierre Rosanvallon, Le peuple introvable. Histoire de la représentation politique en France, Gallimard, Paris, 1998.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

40 Para Marshall Sahlins las relaciones de reciprocidad, aún cuando se funden en intercambios recíprocos entre individuos de igual jerarquía, están sometidas a tensiones y potenciales conflictos, pues los tres momentos en que se despliega la relación entre los individuos -obligación de dar, de recibir y de devolver- se producen en una temporalidad diferida. Por lo tanto, el individuo que recibe un bien o un servicio se ve obligado a recibirlo y devolverlo en algún plazo. El tiempo transcurrido hasta completar los tres momentos y saldar la deuda contraída es un período potencialmente conflictivo para los involucrados: para uno porque está compelido a devolver y para el otro porque espera ser compensado por su don inicial. Durante ese tiempo, la relación de alianza entre estos dos individuos iguales se ve potencialmente amenazada. Asimismo, también están los casos en que la devolución se produce con usura, a fin de desequilibrar la relación de intercambio, modificando las posiciones sociales inicialmente iguales entre los participantes, creando una obligación que difícilmente podrá ser saldada en su totalidad y, por eso mismo, da lugar a una forma de dominación entre dos individuos que otrora fueron iguales. Este es un caso típico de forma agonística de intercambio de dones. Marshall Sahlins, "Poor Man, Rich Man, Big man, Chief: Political Types in Melanesia and Polinesia", en: S. Schmidt et al. (eds.), Friends, Followers, and Factions. A reader in political clientelism, University of California Press, Berkeley-Los Angeles-London, 1977, 220-232; Economía de la Edad de Piedra, Editorial Akal, Madrid, 1977.        [ Links ]         [ Links ]

41 Para un análisis detallado de estos procesos de negociación por la construcción de la candidatura de BB en los comienzos de una campaña electoral, remito a Soprano op. cit. 2003 capítulo IV.

42 Un estudio sobre la sede del PJ-Misiones y sobre las disputas políticas libradas en ese espacio durante el proceso electoral del año 1999 fue efectuado en Germán Soprano: "La Galería de los Recuerdos. Consagración y desconstrucción de un liderazgo y una tradición política peronista en la provincia de Misiones", Etnía Nº44-45, Instituto de Investigaciones Antropológicas de Olavarría, 2000-2002, 222-252.        [ Links ]

43 Como sugieren las reflexiones de Jorge Mattar Villela en torno de una etnografía sobre elecciones municipales en el Sertao pernambucano (Brasil), los aportes en dinero que circulan en una red política comprendiendo intercambios y obligaciones recíprocas, pueden dar lugar -simultáneamente- a procesos de mercantilización de bienes y servicios y su imbricación con transacciones de largo plazo que envuelven compromisos morales personalizados. Asimismo, en la producción y actualización de relaciones de deuda y crédito establecidas por los políticos entre sí y entre aquellos y sus electores, el dinero también puede ser des-monetarizado, por ejemplo, cuando asume la forma de un don que hace perdurar la relación acreedor/deudor en provecho de ambas partes. J. Mattar Villela "O dinheiro e suas diversas faces nas eleições municipais em Pernambuco", Mana. Estudos de Antropologia Social, vol.11 nº1, 2005, 267-296. De este modo, si comprendemos históricamente las perspectivas y experiencias nativas (y no con arreglo a presupuestos abstractos del sentido común nativo y científico), no necesariamente se ha de reconocer una oposición taxativa y/o una relación inversamente proporcional entre mercantilización y personalización de las relaciones políticas. Más aún, consideramos que la denominada "compra" y/o "venta del voto" (o la total mercantizalización de la relación política) en modo alguno garantiza a los subscriptores de ese contrato implícito el cumplimiento futuro de la palabra empeñada por su interlocutor: esto es, que "el político" realice las "promesas electorales" hechas al elector cuando asuma en su representación; que el "puntero", sus "puntos" o el "vecino" voten efectivamente por el candidato el día de los comicios -como señalaba con pesar un dirigente peronista: "en la soledad y el secreto del cuarto oscuro". En consecuencia, como señalaba arriba siguiendo a Marshall Sahlins op. cit. 1977: la expectativa y el cumplimiento de las prestaciones sociales entre las partes puede efectivizarse si se configura una relación de intercambios obligatorios y recíprocos diferida en el tiempo.        [ Links ]

44 Witold Rybczynski, La casa. Historia de una idea, Emecé Editores, Buenos Aires, 1991; Anahí Ballent, "La 'casa para todos´: grandeza y miseria de la vivienda masiva", en: F. Devoto y M. Madero (dir.), Historia de la vida privada en la Argentina. La Argentina entre multitudes y soledades. De los años treinta a la actualidad, Taurus, Buenos Aires 1999, 19-47.        [ Links ]         [ Links ]

45 El diseño y estructura de la "casa de Doña Silvia" se corresponde con las representaciones sobre la "casa moderna" y, en particular, de la vivienda individual o unidad aislada unifamiliar. En la Argentina, esas representaciones y su concreción constructiva no variaron sustancialmente desde su difusión en emprendimientos privados en la década de 1930 y con su consolidación en los cuarenta y cincuenta con proyectos estatales de los gobiernos nacionales peronistas. Anahí Ballent señala que ese modelo presenta rasgos recurrentes: "En cuanto a la disposición general de los ambientes, se registran distinciones funcionales entre cada uno de ellos (estar, dormitorio, cocina, etc.). Además, se establece una diferenciación entre área pública y área privada de la vivienda y, en el caso de esta última,  se distinguen los dormitorios de los hijos del destinado a los padres. Con respecto a los servicios (…) dos sectores especializados como 'ambientes de servicio´ sanitarios (cocina y baño), ubicados en el interior de la vivienda y con equipamiento específico, además del uso de combustibles 'limpios´ (electricidad o gas)". A. Ballent op.cit. 1999:20-21.

46 También hay que tomar en cuenta algunas características específicas de la trayectoria de los miembros de la familia que singularizaron la historia social de la casa. La temprana viudez habría llevado a Doña Silvia a sustraerse de las tareas domésticas, emplearse en un ministerio, constituirse en "sostén de hogar" y, en consecuencia, contar con la "ayuda" de alguna "empleada" para el cuidado de los hijos y la casa. Su familia materna y paterna vivían en el interior provincial, y la familia de su marido residía en otra provincia. De modo que no recibió ayuda alguna de sus integrantes para el cuidado de los niños y los quehaceres domésticos. Por último, mientras que los hijos varones abandonaron "la casa" al llegar a la edad adulta, la hija ("madre soltera" o "separada", no pude determinarlo con certeza) residió allí con su pequeña hija. En "la casa", entonces, coexistían tres generaciones de mujeres de la familia.

47 Maurice Godelier, La producción de los Grandes Hombres. Poder y dominación masculina entre los Baruya de Nueva Guinea, Ediciones Akal, Madrid, 1986.         [ Links ]

48 Sobre cómo los dirigentes de "los independientes" administraban esa información durante la campaña electoral municipal, provincial y nacional, remito a G. Soprano op. cit. 2005.

49 Antes y después de los comicios, no conseguí obtener la información correspondiente a los electores que Doña Silvia dijo haber "movido" y "puesto" en favor de Todo por la Gente el día de los comicios municipales. Sí, supe que BB se manifestó conforme con "su trabajo" y que un dirigente de "los independientes" evaluó que había "movido la gente que se había comprometido poner". No obstante, no solía existir consenso entre los dirigentes sobre esta cuestión, ya que, por un lado, el "manejo" y determinación de la "cantidad de votos" que disponía cada uno era objeto de las permanentes evaluaciones y disputas entre aliados y rivales. Y, por otro lado, resultaba sumamente difícil mensurarlo con alguna objetividad en una ciudad que contaba con trescientos mil habitantes, y tenía circunscripciones electorales bien delimitadas, pero con electores que no necesariamente votaban en el mismo territorio en el que residían.

50 En este sentido, al igual que en el análisis de los sistemas de prestaciones totales comprendidos por Marcel Mauss op. cit. 1979, nos prevenimos contra interpretaciones que subsumen estas relaciones en la forma de intercambios mercantiles utilitaristas, que se concentran en los bienes y servicios intercambiados, antes que en los sentidos atribuidos por los actores a esa particular relación social; en otras palabras, confundiendo la descripción del intercambio material de bienes y servicios, con los principios subjetivos plurales que los sujetos invierten en la relación Soprano op. cit.  2002.

51 Jeremy Boisevain y Clyde Mitchell (eds.), Network Analysis. Studies in Human Interaction, Netherlands, Mouton-The Hague-Paris, 1973; S Eisenstadt y L. Roniger, Patrons, clients and friends. Interpersonal relations and the structure of trust in society, Cambridge University Press, Cambridge, 1984.         [ Links ]         [ Links ]

52 Rosana Guber y Germán Soprano, "Tramos perdidos. Patronazgo y clientelismo político desde la antropología social argentina de los años ´60", Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología NºXXVIII, Buenos Aires, 2004, 221-226; Germán Soprano, "Recorriendo el espinel de la política´. Identidades, redes y escenarios políticos nacionales, provinciales y municipales en el peronismo". En S. Frederic y G. Soprano (comps.), Política y variaciones de escalas en el análisis de la Argentina, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, 2008.        [ Links ]         [ Links ]

53 Peter Burke, Veneza e Amsterda. Um estudo das elites do século XVII, Editora Brasiliense, Sao Paulo, 1991.        [ Links ]

54 Al respecto, quiero señalar que resulta imprescindible no naturalizar, generalizar o abstraer de su historicidad las percepciones nativas sobre la significación social positiva de las identidades y relaciones clasificadas como "familiares". Una investigación de Federico Neiburg sobre la familiarización de la política y la politización de las relaciones familiares en la provincia de Salta en las décadas de 1940-1950, nos muestra cómo, en otras situaciones sociales, lo "familiar" también da origen a formas de rivalidad y conflictividad política. F. Neiburg, "Intimidad y esfera pública. Política y cultura en el espacio nacional argentino", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, Vol.36 Nº 141, Instituto de Desarrollo Económico y Social, Buenos Aires, 2003, 287-303.        [ Links ]

55 Ernest Gellner, Patronos y clientes en las sociedades mediterráneas, Júcar Universidad, Barcelona, 1985; Julian Pitt-Rivers, Un pueblo en la sierra: Grazalema, Alianza Editorial, Madrid, 1994; Eric Wolf, "Relaciones de parentesco, de amistad y de patronazgo en las sociedades complejas", en: M. Banton (comp), Antropología social de las sociedades complejas, Alianza Editorial, Madrid, 1980. 19-39; George Foster, "El contrato diádico: un modelo para la estructura social de una aldea de campesinos mexicanos", en: Ch. Wagley et al, Estudios sobre el campesinado latinoamericano. La perspectiva de la antropología social, Editorial Periferia, Buenos Aires, 1974, 129-158.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

56 Carl Landé, "Introduction: the dyadic basis of clientelism", en: S. Schmidt et al. (eds.), Friends, Followers, and Factions. A reader in political clientelism. University of California Press, Berkeley-Los Angeles-London, 1977, XIII-XVII.        [ Links ]

57 Esta perspectiva quizá encuentre sus fundamentos en la propia historia de la antropología social. Su génesis y desarrollo como disciplina científica se vincula con la expansión colonial de los Estados Imperiales y Estados Nacionales de Europa sobre África, Asia y Oceanía (L´Estoile, Neiburg y Sigaud 2002). Su objeto de estudio se construyó comprendiendo las sociedades subsumidas por la dominación colonial, consideradas como la otredad social y cultural de Occidente, presuponiendo su inevitable desaparición por efecto de la mundialización capitalista. Esas poblaciones fueron definitivamente clasificadas como "primitivas", "arcaicas" o "tradicionales". En la representación de los antropólogos constituían el reverso de la sociedad norteamericana y europea occidental de la que ellos provenían (Kuper 1988). De este modo, la antropología social se produjo a sí misma y a su objeto de estudio en un movimiento de mano doble: atribuyó una esencia social y cultural a los sujetos estudiados -los "otros"- originada en una proyección mistificada de lo que presuponía era la propia sociedad y cultura capitalista occidental -el "nosotros".

58 John Davies, Antropología de las sociedades mediterráneas,  Editorial Anagrama, Barcelona, 1983.        [ Links ]

59 Michael Herzfeld, The Social Production of Indifference. Exploring the Symbolic Roots of Western Bureaucracy, The University of Chicago Press, Chicago and London, 1993; Ana Cláudia Marques, "Algumas Faces de Outros Eus. Honra e Patronagem na Antropologia do Mediterraneo", Mana. Estudos de Antropologia Social vol.5 N°1, Rio de Janeiro, 1999, 131-147.        [ Links ]         [ Links ]

60 En una ocasión, un colega me interpeló de la siguiente forma: "Sería curioso saber qué reacción suscitaría en sus informantes al oír que el político al que apoya es su patrón y que sus apoyados son sus clientes". Respondiendo a esa inquietud, diría que, posiblemente, Doña Silvia nos respondería, molesta, que BB no era su patrón sino su jefe político y que ella, a su vez, era jefa política de sus "chicas" y "compañeras". Como decía arriba, el "clientelismo" era un rótulo reservado a los "enemigos" y, por ello, el estigma social que acarreaba, ofendía la buena conciencia democrática e igualitaria de los políticos nativos. Del mismo modo, en otros contextos, un empresario "samaritano" recibiría como un escupitajo en la cara una denuncia de sus trabajadores contra la "infame explotación capitalista". Y, si bien el etnógrafo comprenderá esta situación social -y los rótulos movilizados en ella por sus protagonistas para auto-definirse y nominar a los otros- como parte del universo de representaciones, prácticas, alianzas y luchas nativas que debe aprehender en sus propios términos y contextos de uso; la misma, también puede abordarse como un proceso de indagación sobre las relaciones de explotación de clase social, contribuyendo -así- a la construcción de un problema y perspectiva de análisis sociológico no menos relevante e igualmente legítimo para el desarrollo la antropología social. La adopción unilateral de uno u otro camino, por cierto, encierra sus propios problemas. Como señalara en otra oportunidad, en un caso, podemos apegarnos demasiado a las perspectivas que los actores se hacen o nos formulan de los hechos (esto es, comprar la teoría nativa). Y, en el otro caso, se puede subsumir los registros producidos en el campo y material de archivo a los presupuestos teóricos y/o prejuicios políticos y morales del sentido común del investigador. G. Soprano, "La vocación kantiana de la antropología social. Ensayo sobre el diálogo etnográfico entre las categorías nativas y las categorías científicas del conocimiento social en el estudio de la política", en: E. Rinesi y G. Soprano (comps.), Facultades alteradas. Actualidad de El conflicto de las Facultades de Kant, Universidad Nacional General Sarmiento/Prometeo, Buenos Aires, 2008, 205-246.         [ Links ]

61 Márcio Caniello, "Patronagem e rivalidade: observaçoes iniciais sobre processos de modulaçao ética numa cidade do interior", Revista Brasileira de Ciências Sociais N° 14, ANPOCS, Sao Paulo, 1990:46, mi traducción.        [ Links ]

62 Mariza Peirano, A favor da etnografia, Relume-Dumará, Rio de Janeiro, 1995.        [ Links ]

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