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Andes

On-line version ISSN 1668-8090

Andes vol.21 no.1 Salta Jan./June 2010

 

PROBLEMÁTICAS ANDINAS

Notas marginales desde el sitio incaico Nevados del Aconquija (Tucumán, Argentina)

(Marginal notes from Nevados del Aconquija Inka site (Tucumán, Argentina))

 

Víctor H. Ataliva1, Álvaro R. Martel2, Carolina Somonte3 y Sara M. L. López Campeny4

1. Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán (IAM, UNT);.
2. IAM, UNT - Becario CONICET.
3. IAM, UNT - Becaria CONICET.
4. IAM, UNT - Becaria CONICET.

Ingreso: 16 de mayo de 2008
Aceptación: 18 de febrero de 2009

 


Resumen

A partir del análisis de las contribuciones que abordaron el sitio Nevados del Aconquija (Parque Nacional Campo de Los Alisos, Tucumán, Argentina) y de un relevamiento que tuvo como fin evaluar el estado de los recursos culturales, exponemos algunas consideraciones en relación a distintos aspectos vinculados con la apropiación material y simbólica de este sector de la Sierra del Aconquija por parte del Estado incaico.

Palabras clave: Estado Inca; Nevados del Aconquija; Tucumán

Abstract

From the analysis of the contributions to Nevados del Aconquija site (Parque Nacional Campo de Los Alisos, Tucumán, Argentina) and a survey aimed to evaluate the cultural resources conservation, we present some considerations about different aspects related to the material and symbolic appropriation of this part of Sierra del Aconquija by the Inka State.

Key words: Inka State; Nevados del Aconquija site; Tucumán


 

"... qe disen qe se a visto unos vestigios de una Poblacion, una Plaza como de una Cuadra sircundada de un Tapial de Piedra todo intacto (...) y como [a] las tres Cuadras destos vestigios paresen otros y otra Plaza y qe les parece de mas tamaño" Ramos R. Juárez (19 de enero de 1845)5

Introducción

Al menos desde mediados de siglo XIX hasta nuestros días, el sitio arqueológico conocido como "Pueblo Viejo del Aconquija", "La Ciudad Legendaria", "Ruinas de los Nevados", "Pucará de Las Pavas", "Nevados del Aconquija" o, su denominación más extendida, "La Ciudacita", ha sido mencionado, visitado y reportado por viajeros e investigadores tanto en artículos e informes periodísticos y científicos6, como así también en realizaciones audiovisuales7. Tales contribuciones han generado una serie de discursos y representaciones que permiten percibir la complejidad no sólo de la materialidad inca -en particular, la arquitectónica- en este sector del NOA, sino también posibilitan vislumbrar ciertas estrategias que habría implementado el Estado en los confines orientales de su expansión. Sin embargo, y a pesar de la importancia atribuida al asentamiento, son escasas las investigaciones sistemáticas realizadas en Nevados del Aconquija.

En octubre de 2002, y a partir de un requerimiento de la Administración de Parques Nacionales (APN), realizamos una evaluación del estado de conservación del sitio Nevados del Aconquija8. Para ello, efectuamos -de manera expeditiva, dado el escaso tiempo con el que disponíamos- prospecciones y relevamientos de las estructuras que conforman el sitio. Destacamos que tal instancia de evaluación era requerida, por una parte, como paso previo a cualquier propuesta de investigación sistemática; por otra, los resultados de dicha intervención permitirían elaborar un plan de manejo de los recursos culturales en esta porción del Parque Nacional Campo de Los Alisos (PNCLA)9.

Conforme a los objetivos de nuestro trabajo en este sector de la Sierra - estrictamente apuntados a la evaluación del estado de los recursos-, debemos advertir que no se encontrarán aquí respuestas a las variadas problemáticas que, desde Nevados, los distintos investigadores plantearon. Antes bien, exponemos hipótesis y algunas sugerencias en relación a distintos aspectos vinculados con la apropiación material y simbólica de este sector de la Sierra del Aconquija por parte del Estado incaico; tales sugerencias parten del análisis de las contribuciones que abordaron este sitio y de nuestra corta estadía, por lo que dichas consideraciones serán planteadas a manera de apuntes, las que podrían ser retomadas en el futuro por quienes realicen investigaciones a largo plazo. A la vez, este escrito es doblemente marginal: por un lado, se trata de la primera aproximación de los autores a la problemática incaica en la región; y, por otro, lo hacemos desde la periferia, en el margen, en los límites mismos de la expansión oriental del Estado en lo que actualmente constituye el NOA.

El sitio Nevados del Aconquija se encuentra sobre un filo de las altas cumbres de la Sierra de Aconquija10, Departamento Chicligasta, entre los 4200 y 4300 msnm, dentro de los límites del PNCLA y se accede al asentamiento tanto desde la localidad de Alpachiri (ladera oriental de la sierra, es decir, ascenso por Tucumán), como desde El Tesoro (ladera occidental, ascenso por Catamarca). La Sierra forma parte del extremo meridional de la Cordillera Oriental11 la que, en un sentido transversal O-E, presenta diversos ambientes. Si trazamos una transecta uniendo El Tesoro y Alpachiri, recorreríamos los siguientes ambientes: Prepuna (2000 a 3400 msnm), Altoandino (sobre los 3400 msnm), Pastizales de neblina (3400-3200 msnm y 2800-2500 msnm), Bosques montanos (2500 a 1500 msnm), Selva subtropical montana (1500 a 600 msnm) y la Selva pedemontana o de transición (600 a 400-300 msnm), la cual limita con los bosques de la Llanura chaqueña12.

Es relevante destacar que tal variabilidad altitudinal y ecológica está comprendida en sólo ca. 70km, redundando en una oferta de recursos, diferentes y/o complementarios, significativamente importante.

La construcción del conocimiento en relación al sitio Nevados del Aconquija

En toda disciplina científica los conceptos son construidos históricamente de acuerdo a las diferentes perspectivas teóricas que caracterizan los contextos de producción científica. A la vez, las condiciones sociales, políticas, económicas - del contexto de producción, del marco institucional, de los propios investigadores, etc.- confluyen y atraviesan el campo científico, generando y sustentando ciertas construcciones intelectuales que van a caracterizar un momento dado en el desarrollo del conocimiento. En este sentido, la percepción que se tiene actualmente del sitio es el producto de las investigaciones efectuadas en el asentamiento, al menos, desde mediados de siglo XX. Así, y como resultado de los numerosos estudios y ascensos al sitio -que, a su vez, partieron de una base de conocimiento diferente e implicaron también objetivos distintos-, la "imagen" del sitio ha cambiado a lo largo del tiempo y de las investigaciones realizadas. Repasar la historia de las investigaciones, entonces, viabilizará también una aproximación a las imágenes y decires que se proyectaron desde Nevados del Aconquija.

El primer investigador que da a conocer el sitio es Franz Mansfeld (1948) quien efectúa, además, una valiosa revisión histórica sobre referencias previas de los "vestigios de una Poblacion"13, mencionada desde mediados de siglo XIX. A partir de la observación de algunas de las estructuras, realizó apreciaciones basadas, en parte, en comentarios previos de Federico Schickendantz, acerca de la posible función de Nevados. Es probable que su formación como especialista en minerales haya influido en su interpretación del sitio, vinculándolo con un establecimiento para la realización de actividades mineras, específicamente para la explotación de cuarzo aurífero. Asimismo, interpretó funcionalmente algunas estructuras arquitectónicas, enfatizando el carácter minero que le atribuye, concluyendo que: "Con ello se soluciona el misterio de las ruinas legendarias y sabemos ahora de donde los indios obtenían el material que luego elaboraban en el Campo de Arenal"14. Cabe destacar que el autor no presenta evidencias complementarias que apoyen sus interpretaciones, salvo la mención imprecisa en relación al hallazgo del lugar donde se realizaba la supuesta explotación minera.

Hacia fines de la década de 1940, miembros de la Universidad Nacional de Tucumán realizan una expedición al sitio, exponiendo los resultados durante las décadas del 50 y 6015. Se trata de los primeros estudios sistemáticos que incluyeron: la confección de planos, el relevamiento del camino incaico, el análisis de la cerámica hallada en superficie, una descripción general de las construcciones y la realización de excavaciones en el interior y exterior de algunos edificios. Las mismas fueron practicadas "en busca de tumbas y restos inhumados [las que] no dieron resultado alguno"16. Aunque los trabajos de Paulotti apuntaron particularmente a la descripción del sitio, el autor lo interpreta como un santuario de altura, descartando implícitamente alguna relación con actividades mineras.

Por su parte, Würschmidt (1952) consideró que la ausencia de boca-minas y de vestigios relacionados con actividades de minería, apuntarían a descartar la hipótesis de una función exclusivamente vinculada con dicha actividad proponiendo, a la vez, que por su difícil acceso y las características del emplazamiento, habría cumplido con funciones "militares y religiosas -tal vez como lugar de peregrinación- al mismo tiempo que servía de asiento a funcionarios importantes"17. Los autores basaron sus conclusiones en las características del emplazamiento y en la ausencia de evidencias que denotarían otras funciones diferentes a las religiosas18 y a las religiosas-militares19. Es a partir de los planos realizados por Würschmidt (1950) que se determina la presencia de dos sectores principales (NO y SE), en base a la mayor concentración de estructuras y a la presencia de arquitectura de carácter monumental en cada uno de ellos. Desde entonces todos los trabajos posteriores destacaron en sus descripciones esta configuración espacial sectorizada de los rasgos arquitectónicos.

En base a los aportes previos de Paulotti y relacionando la arquitectura del sitio con otros del NOA, Alberto R. González lo adscribe -en su tipología de asentamientos vinculados con la expansión incaica en el NOA- a la categoría de Tambo Principal o Mixto y, por la presencia del ushnu20, también lo considera como un asentamiento con relación a la religión y el culto estatal21. Es decir, su interpretación se basa en las características constructivas de los principales sectores relevados en los planos publicados por Paulotti22, sin hacer referencia a otro tipo de evidencias contextuales.

Entre 1949 y 1991, el físico Orlando Bravo visitó Nevados en numerosas oportunidades, realizando relevamientos arqueoastronómicos en las dos plazas del sitio. A partir de estas observaciones, afirma que "los dos grupos del complejo de la Ciudacita, fueron observatorios astronómicos solares, además de huacas o centros religiosos donde se celebraban ritos propiciatorios y/o reverenciales"23. Este autor presenta una nueva línea de investigación, siendo el primero que relaciona el sitio con funciones astronómicas, aunque sus mediciones y apreciaciones no fueron corroboradas sistemáticamente por otros investigadores24.

En 1983 y 1986 se realizan dos nuevos ascensos. El primero, dirigido por J. Schobinger y A. Beorchia Nigris, quienes llegan al sitio por la ladera oriental. En la segunda expedición, los investigadores mencionados (junto a J. Hyslop y R. Bárcena) realizan el ascenso por la falda occidental de la Sierra. En este último viaje llevan a cabo la corrección y ampliación de los planos de Würschmidt, nuevas observaciones arqueoastronómicas, el relevamiento del camino incaico y la recolección superficial de cerámica. Dan a conocer, además, la existencia del tampu25 de Huehuel (a 3700 msnm) y documentan una "plaza de ceremonias" en la cumbre del Cerro Las Cuevas que se encuentra a unos 5000 msnm26.

Para Hyslop y Schobinger, el sitio estaría relacionado con actividades militares llevadas a cabo por el Estado. Esta hipótesis se sustenta en su ubicación estratégica desde el punto de vista defensivo y por la presencia de varias kallankas27. La construcción del sitio aquí contemplado y del Pucará de Andalgalá (en Catamarca), ubicado más al sur, responderían a la necesidad que tuvo la administración incaica de proteger la frontera oriental28. Consideran también que la presencia de arquitectura ceremonial, de wankas29 en las dos plazas, del ushnu y de la "plaza de ceremonias", son todos elementos que apuntan a la realización de actividades rituales en el sitio, por lo que "No se puede excluir la posibilidad de que la función de santuario haya sido la principal para la ciudacita de los Nevados de Aconquija"30. También en este caso la interpretación se basa, principalmente, en las estructuras arquitectónicas más conspicuas y en la asignación funcional de las mismas en base a la información arqueológica de sitios de filiación incaica conocidos para otras regiones de los Andes.

Scattolín y Korstanje (1994) concuerdan con lo planteado por Hyslop y Schobinger (1991), es decir, consideran al sitio como un establecimiento fronterizo cuyo objetivo principal fue evitar que poblaciones del oriente accedieran a la otra vertiente. Siguiendo esta línea argumentativa, Williams (2000) lo incluye en la categoría de enclaves administrativos, ya que lo considera una fortaleza31. Una importante diferencia entre la contribución de Scattolín y Korstanje (1994) y algunas aproximaciones anteriores, reside en que el sitio Nevados del Aconquija es visualizado no ya de manera aislada, sino formando parte del sistema de asentamiento regional, lo que nos lleva a indagar sobre las diferentes estrategias de dominación implementadas por el Estado en el Collasuyu.

Es relevante mencionar que, comúnmente, se ha asumido que el interés del Tawantinsuyu, sobre esta porción de los Andes Meridionales, estuvo centrado en la explotación de los recursos mineros locales32. Sobre esta base y a partir de aquellas interpretaciones que apuntan a destacar la importancia de la minería, Scattolín y Korstanje (1994) sugieren que el sitio aquí contemplado junto a Ingenio del Arenal y Punta Balasto, constituiría un complejo vial-minero.

Con respecto a Punta Balasto, Raffino y colaboradores33 lo conciben como un nudo caminero; asentamiento en el que confluían distintos ramales que conectaban, hacia el occidente, Ingamana o Punta Balasto con Hualfín, mientras que otro ramal, en dirección sudeste, con Nevados del Aconquija34. La importancia del sitio, para entender la dinámica de expansión y dominación incaica en este sector del NOA, radica en que Punta Balasto o Ingamana constituiría, según Luis González35, un espacio de control de tránsito de personas y del tráfico de bienes. Precisamente se ha postulado que este sector del Valle Calchaquí fue lugar de asiento de contingentes de mitmaqkuna originarios de la llanura tucumana-santiagueña. El indicador arqueológico de tal presencia lo constituirían los estilos cerámicos conocidos como Famabalasto Negro sobre Rojo y Yocavil Policromo36.

Como han señalado Hyslop y Schobinger, las características arquitectónicas del sitio, el lugar elegido para su emplazamiento y los rasgos de algunos de sus edificios, lo convierten en uno de los sitios incaicos más importantes de los Andes Meridionales. De hecho, Raffino y colaboradores (1978) lo consideran como uno de los pocos sitios incaicos en el NOA que presenta la mayor cantidad de rasgos arquitectónicos imperiales o de primer orden37. Destacan, además, que "las instalaciones ubicadas en la sección meridional de la Sierra del Aconquija son Inkas puras, y poseen una manifiesta calidad arquitectónica"38.

Ahora bien, aún cuando en el presente trabajo nos centramos en el sitio Nevados del Aconquija, estimamos relevante consignar someramente las evidencias con la que se cuenta para la vertiente oriental de las Sierras. Esto obedece a la necesidad de considerar, en forma integrada, el registro arqueológico de ambas vertientes, en un paisaje cultural que incluye una importante gama de ecosistemas contrastantes, caracterizados por una marcada biodiversidad.

La información que hoy disponemos de las sociedades prehispánicas que se desarrollaron en la vertiente oriental es extremadamente limitada, como resultado de las pocas investigaciones realizadas y los intensos procesos de formación de sitio que afectan los depósitos arqueológicos, dificultando el registro de las evidencias superficiales. Por cierto que también ha primado en la Arqueología Argentina una suerte de discriminación hacia estas sociedades al ser consideradas, de una u otra forma, como "marginales", caracterización que surgía tanto al ser comparadas con aquellas "más complejas" valliserranas del NOA, como así también por las interpretaciones de los primeros documentos históricos que recurrentemente estigmatizaron estas sociedades como "salvajes". Por lo tanto, el pedemonte oriental del Aconquija no escapa de la situación general, ya que son escasas las investigaciones realizadas para cualquier momento de la prehistoria local.

Según García Azcárate y Korstanje (1995), hasta mediados de la década de 1990 aún no se habían registrado estructuras arquitectónicas en este sector del pedemonte oriental, aunque sí distintas tecnofacturas que remiten temporalmente al primer milenio de nuestra era39. Para el período inmediatamente previo y contemporáneo a la ocupación del sitio aquí contemplado, se cuenta con menos evidencias aún. Sin embargo, "se han registrado algunos hallazgos casuales de elementos pertenecientes a la cultura incaica, como topus, en la zona pedemontana"40.

Hacia mediados del siglo XVI, numerosos grupos étnicos habitaban la vertiente oriental del Aconquija, entre otros, cascagastas, aconquijas, solcos y "pueblos de indios" gastonillas, niculipes y sucumas41. A partir de la fundación de la primera San Miguel de Tucumán en 1565 (Ibatín), el paisaje pedemontano comienza a adquirir otra fisonomía, producto de las actividades socio-económicas puestas en práctica por los encomenderos y de las relaciones de poder entabladas entreéstos y los grupos étnicos originarios. De hecho, ya hacia fines del siglo XVII, "el frente pastoril y maderero se había afianzado, absorbiendo los pueblos indígenas y sus tierras"42. Por entonces, este sector correspondía -a los fines administrativosal Partido de Chicligasta, transformado ya en un espacio de explotación colonial con una intensa actividad ganadera y de extracción de los recursos naturales, particularmente, de madera43.

En síntesis, la mayoría de las investigaciones que abordaron la posible funcionalidad del sitio, destacaron tanto el carácter monumental de la arquitectura (principalmente de aquellas construcciones aparentemente vinculadas con actividades rituales), como las características del emplazamiento, subrayando aspectos tales como la accesibilidad restringida (a gran altitud y de acceso dificultoso) y las óptimas posibilidades de control visual sobre el sector pedemontano. Este énfasis en los aspectos mencionados ha conducido a las interpretaciones comúnmente planteadas para el sitio, presentando a Nevados como un establecimiento vinculado a fines ceremoniales y militares. Esta última interpretación es reforzada cuando se analiza el sector elegido para el emplazamiento: considerado como frontera interétnica y espacio de contacto entre ambientes ecológicamente diferenciados (valles de altura al occidente y bosque montano-selva montana-selva pedemontana al oriente).

Entendemos que las sucesivas interpretaciones -recurrentes a la hora de destacar los aspectos ceremoniales y militares-, han terminado por configurar un limitado conjunto de posibles actividades que se habrían realizado en el asentamiento. Sin embargo, consideramos que el espectro de posibilidades es mucho más amplio ya que, probablemente, sean otras las actividades no consideradas en las interpretaciones tradicionales las que tengan mayor representatividad en el registro arqueológico. Por cierto que un análisis parcial de las evidencias producirá una imagen aún más parcial del sitio. En este sentido, no podemos pasar por alto la presencia de una cantidad significativa de estructuras y otras evidencias que, como discutimos a continuación, fueron presentadas sin mayor relevancia en las contribuciones referidas, no fueron relevadas por los investigadores o directamente no se tomaron en cuenta en estas interpretaciones. De todas formas, aún resta analizar otras posibles circunstancias teórico-metodológicas que han influido en las anteriores descripciones e interpretaciones del sitio y que contribuyeron a construir la imagen actual de Nevados.

Nuestra intervención en Nevados

De acuerdo a la planimetría existente para el sitio, comúnmente se reconocen dos sectores con estructuras a las que los distintos investigadores les asignaron diversas denominaciones. El Sector Sudeste (SE), 1, A o Pueblo Viejo de Abajo (Figura 1), que incluye el ushnu, una plaza intramuros44, varias kallankas, complejos muros de contención, recintos circulares (posibles kollkas) y recintos rectangulares. El Sector Noroeste (NO), 2, B o Pueblo Viejo de Arriba (Figura 2), incluye una "plaza ceremonial" y un conjunto de recintos y patios rectangulares y otras estructuras circulares45. Estos sectores están comunicados por una calzada incaica.


Figura 1. Parte del Sector 1, Sudeste, A o Pueblo Viejo de Abajo (según las denominaciones de los distintos autores). En el extremo derecho se encuentra el ushnu. Detrás de las nubes: la llanura tucumana.


Figura 2. Parte del Sector Noroeste 2, Noroeste, B o Pueblo Viejo de Arriba (según las denominaciones de los distintos autores).

Conforme a los objetivos de nuestra intervención en el sitio, como medida inicial cotejamos in situ los planos, recorriendo los dos sectores en una primera inspección general, la que nos permitió reconocer la totalidad de las estructuras mapeadas y, al mismo tiempo, identificar diferencias significativas entre los planos mencionados y lo observado en el terreno. Estas diferencias, materializadas en los planos, se relacionaban con: a) la representación de la planta de algunas estructuras y la asociación entre recintos, y b) la omisión de varias construcciones presentes en el sitio.

El relevamiento comenzó en el sector SE, recorriendo cada una de las estructuras y registrando el estado de conservación de las mismas; posteriormente se evaluó el sector NO. Para estas tareas se emplearon las fichas de "Protocolo para el Relevamiento y Estado de Conservación de las Estructuras", suministradas por la APN46. A partir de las diferencias observadas entre los mapas existentes y la realidad en el terreno, decidimos realizar correcciones sobre uno de ellos47. Estas fueron efectuadas expeditivamente debido a la escasa disponibilidad de tiempo y sólo contemplaban las diferencias más significativas, por lo que no deben ser consideradas como definitivas. Sin embargo, nuestras observaciones nos permitieron definir la omisión de un extenso sector con estructuras arqueológicas entre los conjuntos arquitectónicos NO y SE y que denominamos Sector X.

Reconsiderando un sector poco considerado

Para cumplir con el propósito de evaluar el estado de los recursos culturales, realizamos una prospección que cubrió unos 27000m2 del sitio, registrando la presencia de conjuntos arquitectónicos morfológicamente distintos a los presentes en los otros sectores y al que denominamos Sector X. Estas estructuras no han sido mapeadas en su totalidad hasta el momento, o bien, sólo mencionadas superficialmente. Es probable que sea Mansfeld el primero en dar cuenta de las mismas. Al describir las estructuras del sector NO, afirma que: "Existen allí alrededor de 200 casas de todos los tamaños, calculadas para albergar a una familia, revelan por su construcción que fueron habitadas por gente, que luchando contra el rigor del clima, estaba dedicada a la minería"48.

Por su parte, Hyslop y Schobinger mapearon algunas de estas estructuras y mencionan su existencia en la descripción que realizan del sector NO: "en la pendiente que baja hacia el E de la plaza hay pequeños recintos pircados circulares, de diámetro variable que pudieron ser fundamentos de refugios o viviendas" 49. Sin embargo, los autores no dan cuenta de la variabilidad arquitectónica que caracteriza este sector, como tampoco relevan la importante cantidad de estructuras presentes. El mismo está ubicado en las cercanías del sector NO del sitio, al este de la plaza, a lo largo de una ladera de pendiente abrupta que dificulta su visibilidad desde el camino. Se registraron, al menos, 60 estructuras con dimensiones variables (entre 2 y 10 metros) y de formas circulares, subcirculares, rectangulares y subrectangulares. Se presentan tanto aisladas (principalmente las circulares y subcirculares), como integradas a otras (por ejemplo, estructuras circulares o subcirculares adosadas; estructuras rectangulares con recintos pequeños adosados; etc.). Es importante destacar que en este sector se registran estructuras lineales paralelas, de unos 5 m de largo, formando niveles aterrazados similares a andenes de cultivo. Asociadas a las distintas construcciones se registraron fragmentos cerámicos sin decoración y otros decorados con motivos propios de los estilos cerámicos valliserranos tardíos.

Destacamos que las características arquitectónicas de este sector de Nevados se ajusta más a pautas constructivas valliserranas, contrastando notablemente con la arquitectura monumental desplegada en los sectores descriptos reiteradamente por los distintos investigadores. Desde nuestra perspectiva, las diferencias tanto de emplazamiento de estas estructuras con respecto a los otros sectores50 sumado a las características arquitectónicas y constructivas de las mismas, brindan indicios acerca de las relaciones asimétricas de poder entre los representantes del Estado y las poblaciones locales, aspecto al que regresaremos más adelante.

Continuando con el relevamiento realizado, a unos 600 metros al norte del sector NO de Nevados del Aconquija, registramos un conjunto de, al menos, veinte estructuras arqueológicas, de diámetros y formas variables (circulares a subcuadrangulares). Las mismas presentaban un mal estado de conservación, sus muros no superaban los 30cm de altura, sin embargo es alta la visibilidad tanto de las estructuras como de los materiales arqueológicos en superficie (v. gr. cerámica sin decoración). Este sitio fue denominado Las Tarucas. Este "nuevo" asentamiento no había sido mencionado anteriormente por otros investigadores51.

Con respecto a la conservación diferencial de las estructuras -con respecto a las conocidas e, incluso, comparándolas con las del Sector X- y la morfología de las mismas, nos preguntamos si se trata de un sitio más temprano que el asentamiento incaico. Recordemos que durante el Período Formativo del NOA -particularmente en esta parte de los valles altoandinos-, fue común la construcción de estructuras similares a las registradas en el sitio Las Tarucas. Si bien la cerámica asociada a los recintos no presentaban decoración que nos permita inferir -aún con los riesgos que supone una interpretación exclusivamente a partir de los materiales en superficie- una ocupación previa, al menos podemos sugerir la posibilidad de que este sector de la Sierra del Aconquija haya sido ocupado durante el Formativo o tal vez durante el Período Tardío, en una instancia previa a la instalación estatal en Nevados. Destacamos que Scattolin y Korstanje (1994) registran, en ambas vertientes, sitios correspondientes al primer milenio d.C. Aclaramos, sin embargo, que sólo el trabajo de campo sistemático (particularmente, a partir de excavaciones intensivas), permitiría corroborar, o bien descartar, lo que aquí proponemos.

Por el camino de los artefactos...

Uno de los primeros rasgos que se registra, a medida que nos aproximamos al sitio, es parte del capacñam. En efecto, la calzada incaica acompaña el ascenso por la provincia de Catamarca y se encuentra en distintos grados de conservación. Siguiendo la tipología de caminos incaicos, registramos del tipo con talud52 y encerrado por muros53. En el primer caso, se trata de la construcción de un muro de contención el que es rellenado para lograr una superficie plana sobre la cual se transita; este tipo de construcción se efectivizaba en aquellas áreas con pendientes moderadas a fuertes. El segundo tipo se localiza, por ejemplo, en el tramo de inicio de la calzada que comunica -según la denominación de Hyslop y Schobinger (1991)- el sector NO con el SE54.

Como estaba previsto originalmente, el relevamiento de los artefactos se realizó in situ, es decir, no se efectuó la recolección de ninguna tecnofactura55. La cerámica, si bien con alto grado de fragmentación, constituye la evidencia artefactual que se presenta con mayor abundancia y está integrada por grupos no decorados, con predominio de fragmentos de cocción oxidante.

Es relevante mencionar que la escasa cerámica decorada hallada en el interior de las estructuras corresponde a fragmentos muy pequeños. Sólo unos pocos de mayor tamaño se registraron distantes de las estructuras arqueológicas comúnmente visitadas56. Consideramos, por lo tanto, que la importante ausencia actual de tiestos decorados se debe principalmente a la recolección selectiva realizada por turistas e investigadores a lo largo de los años. Esta situación contrasta notablemente con la descripta por Mansfeld, quién observó que "con excepción de adentro del Corral Grande, encontré en todas las ruinas trozos de piezas de alfarería en su mayoría pintados" 57.

Registramos, de acuerdo a los estilos definidos en la literatura arqueológica del NOA, cerámica decorada: Belén Negro sobre Rojo, Santa María Bicolor, Famabalasto Negro sobre Rojo (modalidad alfarera correspondiente a la denominada Fase Inca, sensu Caldelari y Williams, 1991) y un fragmento de cerámica Inca Imperial (probablemente, del cuerpo de un aríbalo; Figura 4). Todos los estilos mencionados se ubican, temporalmente, entre los siglos ca. XIII y XVI. Reiteramos que se asumió, precisamente, que el Famabalasto Negro sobre Rojo constituye uno de los estilos cerámicos que remiten a grupos de mitmaqkuna provenientes de la llanura e instalados, por el Estado, en el Valle de Yocavil.


Figura 4. Fragmento, probablemente, de un aríbalo inca (registro in situ).

Discusión

A partir de nuestro relevamiento y las investigaciones previas, realizamos las siguientes consideraciones en relación con Nevados. Las mismas necesariamente deben ser valoradas como reflexiones preliminares, sustentadas -como aclaramos al inicio del trabajo- en un restringido corpus de evidencias.

Tradicionalmente se distinguieron dos "sectores" que concentran la mayor cantidad de estructuras58. Los mismos están conformados por algunos edificios de notable calidad constructiva, denotando que quienes diseñaron y dirigieron las tareas eran individuos con plenos conocimientos de la denominada arquitectura imperial inca. Estos "sectores", separados por unos 800 metros, se encuentran conectados por la calzada mencionada anteriormente. No se trata en realidad de sectores discretos en el paisaje como podría inferirse de las descripciones previas, ya que entre los mismos - además del camino- se encuentran diseminadas más de medio centenar de estructuras de dimensiones variables y formas diferentes (Sector X)59.

La disposición de las estructuras más notables en los dos sectores del asentamiento (disociado en dos partes para todos los investigadores, aunque en realidad no es así), llevaron a Hyslop y Schobinger (1991) a proponer una instancia de dualidad simbólica, reflejada en la bipartición sectorizada del sitio. De hecho, la presencia de cierto tipo de estructuras típicamente incaicas (kallankas, plazas intramuros, kanchas60, ushnu, entre otras) y la distribución de las mismas en estos dos sectores propuestos, permitieron postular la posibilidad de que Nevados constituya un ejemplo de replicación del Cuzco, práctica que se habría llevado a cabo también en otros asentamientos del Collasuyu61. Aparentemente, en estos "Nuevos Cuzcos" se centralizaban las actividades económicas, políticas, religiosas y diplomáticas del Estado en los territorios anexados62. Ahora bien, nos preguntamos si en este proceso de replicación del espacio cuzqueño, se habrían reproducido también la distinción Hanan-Hurin:

Hurin Cuzco era la división relacionada sobre todo con la población no Inka que vivía en el Cuzco antes de la llegada de los Inkas. Estos últimos, una vez que sometieron y desplazaron fuera de la ciudad a los pobladores locales originales, pasaron a conformar la mitad dominante y de mayor prestigio (Hanan). De esta manera, Hanan representaba a los conquistadores Inkas (o en el caso de los centros Inkas provinciales, a los representantes y administradores del Estado) y Hurin a las poblaciones no Inkas conquistadas63.

Como advertimos anteriormente, podríamos considerar aquí como una unidad a los dos sectores a los que remiten todos los investigadores que mencionaron Nevados, constituyendo éste un sector diferenciado tanto por la arquitectura monumental incaica (y los rasgos distintivos que presenta), como por su ubicación respecto al sector con construcciones que se relacionan más a los cánones edilicios de las poblaciones locales. En este sentido, nos preguntamos si en el "Nuevo Cuzco" de Nevados del Aconquija se habrían replicado también la distinción espacial (Hanan vs. Hurin), entre los representantes del poder cuzqueño y las poblaciones sometidas por el Estado. Si asumimos que el Sector X podría haber sido habitado por quienes cumplían con la mita y el sector por encima de éste por los mitmaqkuna y otros representantes del Estado, nos aproximaríamos a esta interpretación.

Dicho de otra forma, Nevados podría constituir otro ejemplo de cómo, a partir de la manipulación espacial, la elite incaica materializaba la ideología estatal64. De hecho, la plaza intramuros y el ushnu -estratégicamente ubicado a más de seis metros por encima del nivel de la plaza-, sugieren la posibilidad de la realización de ceremonias tal vez con un número considerable de asistentes, ceremonias en las que se renovaba el compromiso de las poblaciones locales con las autoridades incaicas y que permitían al Estado tanto mantener activo el poder político a partir de particulares relaciones de reciprocidad65, como desalentar o minimizar acciones de resistencia. Sin duda, investigaciones sistemáticas podrían arrojar mayor luz que la presente sobre aspectos vinculados con las estrategias de dominación y los mecanismos de coerción empleados por el Estado inca en esta parte del NOA.

Podríamos, incluso, agregar alguna consideración más en relación al emplazamiento: se trata de la selección del lugar para construir Nevados del Aconquija y que podría ser coherente con una ideología de bipartición simbólica. Siguiendo a Burger y Salazar-Burger, durante "el tiempo de los incas, [los] lugares de encuentros o cruces naturales, fueron vistos como favorables desde la perspectiva religiosa. Efectivamente, ellos eran la corporización geográfica del dualismo, participante entonces del reino sobrenatural"66. Reiteramos que el sitio se encuentra estratégicamente ubicado en el límite occidental de los valles altoandinos y el bosque montano y selva pedemontana del oriente. Es decir, cabe la posibilidad de que en la selección del lugar hayan primado también principios de carácter cosmológicos, a partir de los cuales este "lugar de encuentro" adquiere relevancia en la medida en que, concebido desde la ideología estatal, refuerzan principios de la religión institucionalizada.

Nuestra interpretación preliminar con respecto a los estilos cerámicos registrados en el sitio, permitiría reforzar la hipótesis de una semantización del espacio, que reproducen las diferencias sociales, políticas e ideológicas entre los representantes estatales y las poblaciones sometidas al poder incaico. Por una parte, resulta difícil pensar que un asentamiento como Nevados fuera el resultado del trabajo exclusivo de los mitmaqkuna, antes bien, es probable que grandes contingentes de poblaciones locales (por ejemplo, del Valle de Yocavil) hayan prestado servicios - ya sea de manera consensuada o compulsiva- bajo la supervisión de los primeros. Si es posible correlacionar algún componente de la cultura material propia de los mitmaqkuna trasladados al Valle de Yocavil desde la llanura tucumana-santiagueña67, es con el estilo cerámico Famabalasto Negro sobre Rojo, cerámica presente en Nevados del Aconquija. Si la mita fue llevada a cabo por contingentes locales que entre su repertorio artefactual contaban con, por ejemplo, la cerámica Belén Negro sobre Rojo y santamariana que se registra en el sitio, entonces es posible postular que son precisamente las poblaciones locales quienes debieron aportar, primero, la mayor cantidad de trabajo para la construcción del sitio68. Posteriormente, y durante su funcionamiento, es probable que las tareas de mantenimiento del camino y de las instalaciones, como así también del abastecimiento con pertrechos, víveres, etc., a quienes de manera permanente o semipermanente se encontraban allí, fuera también efectivizado por las poblaciones locales, tareas que habrían sido inspeccionadas por los mitmaqkuna u otros representantes de mayor jerarquía.

Con respecto a la funcionalidad del sitio, es evidente que lo limitado de nuestro trabajo en el asentamiento nos impide discutir, con fundamentos, las hipótesis postuladas por los distintos investigadores. Hemos destacado, al inicio de estas páginas, que la aparente escasa disponibilidad y abundancia de recursos relacionados con la subsistencia, llevó a descartar la posibilidad de una ocupación permanente del asentamiento. Por otra parte, la supuesta inexistencia de estructuras vinculadas con actividades agrícolas y también de estructuras relacionadas a contextos domésticos, reforzó la hipótesis de una ocupación estacional del sitio, o bien, temporal. Si reconsideramos las evidencias arquitectónicas comúnmente mencionadas, es factible sugerir otra interpretación. En efecto, la notable presencia de kallankas69, principalmente en el sector SE, y considerando que podrían haber sido empleadas como depósitos de almacenaje70 tanto como las posibles kollkas71 que se encuentran en este sector72, son todos indicios que apuntan a considerar -al menos, preliminarmente- la posibilidad de una presencia prolongada en el asentamiento73. Dichos depósitos podrían haber sido continuamente abastecidos -por medio de caravanas de llamas y/o cargadores- por quienes estaban afectadas a la mita, o por los señores locales que cumplían, de esta manera, con los compromisos asumidos ante el Estado74.

Ahora bien, en relación a la posible existencia de una ocupación previa en Nevados y que estaría vinculada al sector del sitio denominado durante nuestro relevamiento como Las Tarucas, y aún cuando resulta difícil una adscripción temporal de las estructuras que lo componen, por ejemplo, correspondiente al Período Formativo o a un momento inmediatamente anterior a la presencia incaica, al menos dejamos planteada tal posibilidad a partir de las características morfológicas de las construcciones. Aunque tampoco podríamos descartar que las mismas también estén relacionadas con el Sector X que, asumimos, habría sido un sector con una marcada presencia local.

Por último, consideramos que la presencia del Estado en esta parte de la Sierra del Aconquija refuerza la importancia económica y simbólica de los recursos naturales del pedemonte y yungas. Es decir, a diferencia de aquellas interpretaciones que enfatizan -sin más pruebas que la localización del sitio- el supuesto control ejercido por el Estado desde Nevados del Aconquija sobre las poblaciones orientales, destacamos aquí que este sitio pudo configurarse como un espacio de interacción oriente-occidente. Los antecedentes de dicha interacción se remontan, al menos en el NOA, desde el Arcaico Tardío75, intensificándose en momentos posteriores. Por lo tanto, sospechamos que los requerimientos occidentales de los recursos selváticos y pedemontanos no habrían menguado durante la ocupación incaica; antes bien, podrían haber sido estimulados por el Estado y, en este caso, Nevados pudo constituirse como un espacio que articulaba las necesidades de ambas vertientes.

Entendemos que existían relaciones de intercambios sostenidas históricamente, relaciones que podrían haber sido capitalizadas por el Estado, inspeccionando el tráfico desde este sitio. Esta hipótesis, lejos de negar los posibles conflictos intercomunitarios, plantea explorar las relaciones interétnicas descartando nuestros prejuicios en torno a las sociedades del oriente del Aconquija (concebidas, implícita o explícitamente, como subdesarrolladas en relación a sus contemporáneas vallistas, o bien, con un comportamiento "salvajemente" belicoso)76 y las capacidades de éstas para sostener las negociaciones de los bienes requeridos, aún cuando el marco socio-político en el que se desarrollaban estas relaciones había cambiado radicalmente por la presencia del Estado inca.

Consideraciones finales

En los Andes Meridionales existen elocuentes ejemplos de la importancia asignada por la elite inca a la arquitectura como una herramienta esencial para el disciplinamiento y control social de los cuerpos. Diseñada para naturalizar las desigualdades y reproducir el nuevo orden, el Estado resignificó espacios y paisajes para reorientar los cultos de las poblaciones incorporadas durante su carrera expansionista y enfatizar las nuevas relaciones entre el Estado y las autoridades locales. Para ello empleó cuotas de violencia desde las más sutiles hasta las más simbólicas y materialmente coercitivas, como lo son la apropiación y/o destrucción de los hitos sagrados locales77.

Las pocas evidencias disponibles hasta el presente, las características mismas del sitio y el lugar seleccionado para su emplazamiento, apuntan a considerar que la apropiación incaica de este sector de la Sierra del Aconquija puede ser interpretada como la transformación de una topografía natural -tal vez percibida como sagrada- en una cartografía de relaciones asimétricas de poder: la construcción de un paisaje cultural donde se pretende destacar, mediante la visibilización de la arquitectura, la presencia del Estado en los límites del territorio bajo su dominio. La presencia de ciertas estructuras diacríticas del poder incaico y el despliegue de una diversidad de recursos arquitectónicos -las plazas intramuros, las grandes kallankas, la disposición del ushnu, las plataformas con wankas, etc.- serían coherentes con una estrategia de monumentalización78. Los destinatarios de tal despliegue material y simbólico serían, entre otras, las poblaciones sometidas y las autoridades locales que conservaban cierta autonomía a partir de alianzas y prestaciones al Estado. Incluso podríamos considerar que la misma instancia de construcción de Nevados pudo constituir una herramienta de coerción implementada por el Estado, esto es, las prestaciones -o, en todo caso, el trabajo compulsivo- como una manera de disciplinar a las comunidades locales.

Recalcamos que ninguna de las investigaciones citadas planteó la posibilidad de una ocupación permanente o de gran parte del año, ya que siempre se cuestionó la disponibilidad y abundancia de recursos naturales básicos relacionados con la subsistencia (por ejemplo, agua). Asimismo, se han esgrimido argumentos que se refieren a la ausencia de estructuras relacionadas con actividades productivas o se ha soslayado la presencia de estructuras vinculadas a contextos domésticos, lo que reforzó la hipótesis de una ocupación temporal breve o, a lo sumo, estacional del sitio. Por nuestra parte, sostenemos que muchas de las estructuras presentes en el sitio podrían haber sido empleadas como depósitos, los que pudieron ser continuamente abastecidos por las poblaciones vallistas. Por cierto que desde nuestra corta estadía y un rápido relevamiento bibliográfico de la Sierra del Aconquija, nos permitimos sugerir que los recursos no serían tan escasos como comúnmente se asume79. Sin embargo, para avanzar con hipótesis sobre los períodos de ocupación del asentamiento (permanente o semipermanente), es necesario realizar excavaciones sistemáticas.

Con el desmoronamiento del Estado, aquellas poblaciones sometidas recuperaron su autonomía aparentemente de manera rápida, no exenta de tensiones y conflictos con, principalmente, los grupos "foráneos", anteriores representantes locales del Sapainka80. Es probable que la acelerada desestructuración del Estado con la intromisión castellana se haya traducido en un repentino abandono del asentamiento. En este sentido, consideramos que la evidencia superficial puede brindar indicios al respecto. Por ejemplo, en la plaza o explanada del sector NO81 o en "los corrales"82 se registran una serie de montículos de rocas, interpretados como apachetas por Hyslop y Schobinger (1991) quienes, además, proponen que las mismas habrían sido realizadas en un momento posterior a la ocupación del sitio83. Sugerimos que dichos montículos no son apachetas, sino acumulaciones de rocas seleccionadas para ser empleadas en la construcción del sitio. Presumimos, por lo tanto, que la construcción misma no habría culminado como respuesta inmediata al colapso estatal, remitiendo también a la deserción de quienes realizaban las prestaciones de construcción y mantenimiento del asentamiento y de quienes allí se encontraban84. Por cierto que tal consideración, sumado a las características propias del asentamiento, permiten sugerir que Nevados es el resultado -en todo caso, parcial- de un diseño que contempló tanto la distribución de las estructuras arquitectónicas como las condiciones topográficas particulares donde se lo construiría85.

Como destacamos al inicio de este texto, y en tanto el objetivo de nuestra intervención en el asentamiento tenía como fin evaluar el estado de los recursos culturales en este sector de la Sierra, presentamos una serie de consideraciones que, expuestas a modo de apuntes, surgieron desde nuestra primera aproximación tanto al sitio como a la problemática inca en el NOA. Dichas consideraciones, más que aportar respuestas, pretenden destacar la complejidad y multiplicidad de temáticas que se pueden abordar desde un asentamiento como Nevados. Sin embargo, todas las interpretaciones repasadas en este escrito (y, en particular, las nuestras) están limitadas por el carácter mismo de las intervenciones realizadas y por la ausencia de proyectos de investigación que aborden -a largo plazo y de manera sistemática- Nevados del Aconquija, por lo que resulta difícil avanzar con cualquiera de las propuestas interpretativas efectuadas. Aún teniendo presentes tales restricciones, hemos tratado de contraponer, a las interpretaciones vigentes, otras tendientes a estimular futuros trabajos.


Figura 3. Representación antropomorfa (escutiforme) del repertorio cerámico local
(calco in situ).

Agradecimientos

A Santiago Aragón, Ignacio Diez, Pablo Domínguez, Federico Kehm, Alejandra Korstanje, Pablo Kühnert, Nicolás Martínez, Jorge Mercado, Mariano Riccio, Esteban Siñeriz, Walter Sotelo y Pablo Toranzo, con quienes compartimos y posibilitaron el trabajo en Nevados del Aconquija. A Roberto Molinari, de la Administración de Parques Nacionales. A Darío Albornoz y Enrique Würschmidt, quienes gentilmente cedieron informes y materiales inéditos, empleados en la redacción del informe presentado a la APN.

 

Citas y Notas:

5. Documento citado por Mansfeld, Franz, "La 'Ciudad legendaria del Aconquija'", en Revista Geográfica Americana, año XV, volumen XXIX, Buenos Aires, 1948, pp. 53-59.         [ Links ]

6. Entre otros Mansfeld, 1948, op. cit.; Würschmidt, Enrique, Plano del sitio Nevados del Aconquija, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán (inédito), 1950;         [ Links ] Würschmidt, Enrique, "Las Ruinas de Las Pavas, en los Nevados del Aconquija. Descripción Arqueo-Geográfica", en Revista Llokhana 1, Asociación Tucumana de Andinismo, Tucumán (separata), 1952;         [ Links ] Paulotti, Osvaldo, "Las ruinas de Los Nevados del Aconquija. Noticia preliminar", en Runa IX (1-2), Buenos Aires, 1958-59, pp. 125-135;         [ Links ] Paulotti, Osvaldo, "Las ruinas de los Nevados del Aconquija. Los dos grupos de construcciones", en Runa X (1-2), Buenos Aires, 1967 [1960-1965], pp. 354-370;         [ Links ] Godoy, Jorge H. y Darío Albornoz, Expedición arqueológica de relevamiento en las "Ruinas de los Nevados del Aconquija", Instituto de Arqueología, UNT, San Miguel de Tucumán (Informe inédito), 1986;         [ Links ] Hyslop, John y Juan Schobinger, "Establecimiento incaico en los Nevados del Aconquija (Prov. Tucumán, Argentina)", en Gaceta Arqueológica Andina V (17), Lima, 1990, pp. 67-75;         [ Links ] Hyslop, John y Juan Schobinger, "Las ruinas incaicas de los Nevados del Aconquija (Provincia de Tucumán, Argentina). Informe Preliminar", en Comechingonia 9 (II). UNC, Córdoba, 1991, pp. 15-30;         [ Links ] Omil, Alba, La Ciudacita. Un tesoro de yacimientos arqueológicos, Ediciones del Gabinete, Secretaría de Post-Grado de la UNT, Tucumán, 1992;         [ Links ] Bravo, Orlando, "El Enigma de la Ciudacita. Arqueoastronomía de los Nevados del Aconquija, Provincia de Tucumán", en Revista CET 3, Tucumán, 1993, pp. 5-14;         [ Links ] Scattolin, M. Cristina y M. Alejandra Korstanje, "Tránsito y Frontera en Los Nevados del Aconquija", en Arqueología 4, Buenos Aires, 1994, pp. 165-197.         [ Links ]

7. Kühnert, Pablo (dir.), Tras los Ecos de La Ciudacita, Largometraje, PRODUZONDA, Buenos Aires, 2002; Kühnert, Pablo (dir.), La Ciudacita. Signos del Tiempo, Largometraje, REAL MEDIA-ABRA FILMS, Buenos Aires, 2005.

8. Martel, Álvaro R.; Víctor H. Ataliva; Carolina Somonte y Sara M. L. López Campeny, Informe sobre la prospección arqueológica y evaluación de los recursos culturales del sitio Nevados del Aconquija, Parque Nacional Campo de Los Alisos, Tucumán (Argentina), Informe presentado a la Administración de Parques Nacionales, Salta (inédito), 2002.         [ Links ] La intervención, desarrollada entre el 19 y 25 de octubre de 2002, fue posible gracias a la gestión de la Agrupación Conciencia Verde (Tucumán) y la productora PRODUZONDA (Buenos Aires).

9. Molinari, Roberto, "Orientaciones para la gestión y supervivencia de los recursos culturales: Proyecto de Reglamento para la Preservación del Patrimonio Cultural en Áreas Protegidas de la APN", presentado en 1er. Congreso Virtual de Antropología y Arqueología [ftp://ftp.naya.org.ar/congreso/ ponencia3-8.htm], 1998;         [ Links ] Molinari, Roberto, "Rumbo a lo conocido: causas, condiciones y consecuencias en la difusión de sitios arqueológicos", en Desde el País de los Gigantes. Perspectivas arqueológicas en Patagonia. Actas de las IV Jornadas de Arqueología de la Patagonia, tomo II, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, 2000 [1998], pp. 635-649.         [ Links ]

10. Coordenadas geográficas: 27° 10' de Latitud Sur y 66° 01' de Longitud Oeste. Para ubicar este sitio en relación con otros asentamientos incaicos -o con evidencias arquitectónicas incaicas- del NOA, remitimos al mapa elaborado por Williams, Verónica, "El Imperio Inka en la provincia de Catamarca", en Intersecciones en Antropología 1, UNCPBA, Olavaria, 2000, pp. 55-78.         [ Links ]

11. Turner, Juan C. y Ricardo Mon, "Cordillera Oriental", en Geología Regional Argentina, Academia de Ciencias de Córdoba, Córdoba, 1979, pp. 57-93.         [ Links ]

12. Cabrera, Ángel L., "Regiones fitogeográficas argentinas", en Enciclopedia Argentina de Agricultura y Jardinería, tomo II, fascículo I, Editorial ACME, Buenos Aires, 1976, pp. 1-85;         [ Links ] Scattolin, M. Cristina y M. Alejandra Korstanje, "Tránsito y Frontera en Los Nevados del Aconquija", en Arqueología 4, Buenos Aires, 1994, pp. 165-197.         [ Links ] Ventura, Beatriz y Gabriela Ortiz, "Presentación", en La Mitad Verde del Mundo Andino. Investigaciones arqueológicas en la vertiente Oriental de los Andes y las Tierras Bajas de Bolivia y Argentina, UNJu, Jujuy, 2003, pp. 7-20.         [ Links ]

13. Ramos R. Juárez, 19/01/1845, en Mansfeld, 1948, op. cit.

14. Mansfeld, op. cit., 1948, p. 59.

15, Würschmidt, 1952, op. cit. Paulotti, 1958-59, op. cit., Paulotti, 1967, op. cit

16. Paulotti, 1958-59, op. cit, p. 126.

17. Würschmidt, 1952, op. cit, p. 10.

18. Paulotti, 1958-59, op. cit.

19. Würschmidt, 1952, op. cit.

20. Ushnu: "Construcción cuya función es administrativa o ceremonial. A sugerencia de M. Chávez, este término se aplica a las construcciones cuadrangulares inkas levantadas con plataformas superpuestas o andenes. Otros autores definen ushnu como un edificio piramidal trunco, en base a una plataforma rectangular o a varias superpuestas y le asignan similar función. Otros todavía lo definen como trono del Inka. Sinónimos: usñu, usnu, usno". Sagárnaga Meneses, Jédu A., Diccionario de Etno-Arqueología Boliviana, Producciones CIMA, La Paz, 1990, p. 183,         [ Links ] destacados en el original.

21. González, Alberto R., "Patrones de asentamiento incaico en una provincia marginal del imperio. Implicancias socio-culturales", en Relaciones XIV (NS), Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 1980, pp. 63-82.         [ Links ]

22. Paulotti, 1958-59, op. cit., Paulotti, 1967, op. cit.

23. Bravo, 1993, op. cit., p. 11, destacados en el original.

24. Estos relevamientos se realizaron en la plaza del sector NO donde se encuentra, según el autor, una "piedra equinoccial". Siguiendo a Bravo, 1993, en la plaza del sector SE, se localiza un "Recinto Ceremonial", al que denomina Calasasaya, denominación evidentemente arbitraria en tanto remite a un tipo particular de arquitectura tiwanakota y con funciones particulares.

25. Tampu o tambo: "instalación incaica a la vera de un camino que podía usarse como alojamiento, para almacenaje u otras actividades". Hyslop, John, Qhapaqñan. El Sistema Vial Incaico, Instituto Andino de Estudios Arqueológicos - Petróleos del Perú, Lima, 1992.         [ Links ]

26. Hyslop y Schobinger, 1990, 1991, op. cit. Ver también, Schobinger, Juan y M. Constanza Ceruti, "Arqueología de alta montaña en los Andes argentinos", en Historia Argentina Prehispánica, E. E. Berberián y A. E. Nielsen (dir.), tomo II, Editorial Brujas, Córdoba, 2001, pp. 523-559.         [ Links ]

27. Kallanka: "son grandes edificios rectangulares, que algunas veces tenían techos a dos aguas. Sus puertas abrían a una plaza, sus interiores eran indivisos y se sabe que eran usados para ceremonias y para albergar grupos transeúntes como a soldados (Gasparini y Margolies, 1977, pp. 204-228) (...) Las kallankas son relativamente comunes en los grandes centros incaicos y es por eso que Gasparini y Margolies las clasifican en el conjunto de edificios que representan la arquitectura del poder". Hyslop, 1992, op. cit., p. 158, destacados por el autor.

28. Hyslop y Schobinger, 1991, op. cit.

29. Duviols, Pierre, "Un symbolisme andin du double: la lithomorphose de l'ancêstre", en Actes du XLII Congrés des Americanistes, tomo IV, París, 1976, pp. 359-364.         [ Links ]

30. Hyslop y Schobinger, 1991, op. cit., pp. 22-23, destacado en el original.

31. Los centros administrativos y los tambos -junto con las fortalezas- son incluidos por la autora en esta categoría y señala, además, que la función de estos enclaves administrativos fue la del "control de personas y tributos en las diferentes regiones", y se encontraban ubicados "en regiones consideradas estratégicas para la comunicación y el transporte, la recolección del tributo y el control militar en el imperio". Williams, 2000, op.cit., pp. 63-64.

32. Raffino, Rodolfo A.; Ana M. Albornoz; Alicia L. Bucci; Roberto Crowder; Anahí Iácona; Daniel E. Olivera y Gabriela Raviña, "La ocupación inka en el N.O. argentino: actualización y perspectivas", en Relaciones XII (NS), Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 1978, pp. 95-121;         [ Links ] González, Luís, "Heredarás el bronce. Incas y metalurgia en el sur del valle de Yocavil", en Intersecciones en Antropología 3, UNCPBA, Olavarría, 2002, pp. 55-68;         [ Links ] González, Luís y Myriam N. Tarragó, "Dominación, resistencia y tecnología: la ocupación incaica en el Noroeste argentino", en Chungará 36 (2), Arica, 2004, pp. 393-406;         [ Links ] entre otros.

33. Raffino, Rodolfo A.; Rubén Iturriza; Aylen Capparelli; J. Diego Gobbo; Victoria G. Montes; Cristina Diez M. y Anahí Iácona, "El capacñam inka en el riñón valliserrano del Noroeste Argentino", en Historia Argentina Prehispánica, E. E. Berberián y A. E. Nielsen (dir.), tomo II, Editorial Brujas, Córdoba, 2001, pp. 493-521.         [ Links ]

34. Camino parcialmente relevado por Paulotti, 1958-59, op. cit. y Hyslop y Schobinger, 1990, 1991, op. cit.

35. González, Luis, "Tambo Feroz. Nuevos datos sobre el asentamiento de Punta de Balasto y la ocupación incaica en el sur del Valle de Santa María (Prov. de Catamarca)", en Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, tomo I, UNLP, La Plata 1999 [1997], pp. 222-232.         [ Links ]

36. Lorandi, Ana M., "Soñocamayoc: Los olleros del Inka en los centros manufactureros del Tucumán", en Revista del Museo de La Plata, tomo VIII (62). UNLP, La Plata, 1984, pp. 303-327;         [ Links ] Lorandi, Ana M. y Roxana Boixadós, "Etnohistoria de los Valles Calchaquíes en los siglos XVI y XVII", en Runa 17- 18, Buenos Aires, 1987-88, pp. 263-420;         [ Links ] Caldelari, Milena y Verónica Williams, "Re-evaluación de los estilos cerámicos incaicos en el Noroeste argentino", en Comechingonia 9 (II), UNC, Córdoba, 1991, pp. 73-95;         [ Links ] D'Altroy, Terence N.; Ana M. Lorandi y Verónica I. Williams, "Producción y uso de cerámica en la economía política Inka", en Arqueología 4, UBA, Buenos Aires, 1994, pp. 73-131;         [ Links ] Cremonte, M. Beatriz, "Las pastas cerámicas de Potrero Chaquiago (Catamarca). Producción y movilidad social", en Arqueología 4. UBA, Buenos Aires, 1994, pp. 133-164;         [ Links ] Lorandi, Ana M.; Roxana Boixadós; Cora Bunster y Miguel A. Palermo, "El Valle Calchaquí", en El Tucumán Colonial y Charcas, A. M. Lorandi (comp.), tomo I, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires, 1997, pp. 205-251; Williams, Verónica y M. Beatriz Cremonte, "¿Mitmaqkuna o circulación de bienes? Indicadores de la producción cerámica como identificadores étnicos. Un caso de estudio en el Noroeste argentino", en El Tucumán Colonial y Charcas, A. M. Lorandi (comp.), tomo I, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires, 1997, pp. 75-86.         [ Links ]

37. Raffino, Rodolfo A., Poblaciones Indígenas en Argentina, Ed. TEA, Buenos Aires, 1991.         [ Links ]

38. Raffino et al., 1978, op. cit., p. 109.

39. Scattolin y Korstanje, 1994, op. cit.

40. García Azcárate, Jorgelina y M. Alejandra Korstanje, "La ocupación prehispánica en las selvas de montaña tucumanas", en Investigación, Conservación y Desarrollo en Selvas Subtropicales de Montaña, A. D. Brown y H. R. Grau (eds.), UNT, Tucumán, 1995, p. 179,         [ Links ] destacado en el original.

41. Robledo, N. Beatriz, "Al pie de los Nevados del Aconquija. Los Pueblos de Indios Solcos, Gastona y Aconquija (Siglos XVI, XVII y XVIII)", en Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina 2, UNC, Córdoba, 2002 [1999], pp. 209-228.         [ Links ]

42. Robledo, 2002, op. cit., p. 222.

43. Noli, Estela, "Algarroba, maíz y vacas. Los pueblos indios de San Miguel de Tucumán y la introducción de ganados europeos (1600-1630)", en Mundo de Antes 1, Instituto de Arqueología y Museo, UNT, Tucumán, 1998, pp. 31-65.

44. Durante nuestra estadía, registramos tres pozos, de diámetros variables en el interior de dicha plaza, uno de ellos vinculado a la estructura definida por Paulotti como una "doble elipse (...) de piedras irregulares y lajas, en cuyo centro estaba clavado un tosco monolito o menhir". Paulotti, 1958-59, p. 129. Para Hyslop y Schobinger (1991) esta estructura es de forma rectangular, de hecho esta es la forma que puede apreciarse en el presente (o de forma subrectangular), lo que puede deberse a que no era una elipse como fue descripta por Paulotti, o bien, que alteraciones posteriores -tanto de huaqueros como de investigadores- terminaron conformando lo que actualmente observamos. Destacamos que está ausente el monolito mencionado por Paulotti, ausencia señalada también por Hyslop y Schobinger. Con respecto al ushnu, está muy deteriorado, afectado por derrumbes aunque también hemos registrado un pozo de huaqueo en su interior. Aparentemente, existía una escalinata descripta por Paulotti (incluso menciona que estaba compuesta por 23 peldaños), que conectaba la plaza con el ushnu, la misma ha colapsado -al igual que un muro- hacia el interior de la plaza, por lo tanto, no pudimos apreciar tal cantidad de peldaños y la forma que tiene hoy es la de un contrafuerte interno de la plaza. Martel et al, 2002, op. cit.. En el extremo sudoeste de la plaza, se registra una banqueta, otro rasgo característico de la arquitectura inca.

45. Würschmidt, 1950, op. cit.; Paulotti, 1958-59, 1967, op. cit.; Hyslop y Schobinger, 1990, 1991, op. cit.; Lazarovich, Mario, Plano del sitio arqueológico Ciudacita o Pueblo Viejo del Aconquija, Delegación Técnica Regional Noroeste, Administración de Parques Nacionales, Salta (inédito), 1996        [ Links ]

46. Entre las variables contempladas en la ficha, se destacan: ubicación general, croquis de la estructura relevada, sector al que pertenece, estado de conservación, grado de alteración, causas y agentes posibles, y observaciones generales (por ejemplo, descripción de las tecnofacturas asociadas a las distintas estructuras). El registro de estas variables nos permitió establecer, de manera general, la conservación actual de cada una de las estructuras relevadas. Martel et al, 2002, op. cit.

47. Lazarovich, 1996, op. cit., modificado de Würschmidt, 1950, op. cit.

48. Mansfeld, 1948, op. cit., p. 58.

49. Hyslop y Schobinger, 1991, op. cit., p. 19.

50. NO y SE, sensu Hyslop y Schobinger, 1991, op. cit.

51. El nombre del sitio se debe a la presencia de dos tarucas (Hippocamelus antisensis) que rondaban muy cerca de este sector.

52. Hyslop, 1992, op. cit.; Vitry, Christian, "Propuesta metodológica para el registro de caminos con componentes incas", en Andes 15, UNSa, CEPIHA, Salta, 2004, pp. 213-250        [ Links ]

53. Vitry, Christian, Aportes para el estudio de caminos incaicos. Tramo Morohuasi - Incahuasi. Salta, Argentina, Gofica Editora, Salta, 2000;         [ Links ] Vitry, 2004, op. cit.

54. Recordamos que el relevamiento tanto de esta parte de la red vial como de las tecnofacturas fue expeditivo, ya que nuestro mayor interés estaba centrado en el asentamiento propiamente dicho, por lo que priorizamos relevar con mayor detenimiento el estado general del sitio. Martel et al., 2002, op. cit.

55. Korstanje, M. Alejandra; Álvaro Martel y Carolina Somonte, Prospección arqueológica y evaluación del estado de los recursos culturales en los Nevados del Aconquija (Parque Nacional Los Alisos, Pcia. de Tucumán), Proyecto presentado a la Administración de Parques Nacionales (inédito), 2002.

56. El registro in situ de la cerámica decorada consistió en el dibujo a escala de los motivos y el relevamiento fotográfico de los tiestos (en papel color, soporte digital y, también, fílmico).

57. Mansfeld, 1948, op. cit., p. 57.

58. Paulotti, 1958-59, 1967, op. cit.; Hyslop y Schobinger, 1990, 1991, op. cit.

59. En dicho sector, relevamos estructuras aisladas (v. gr. rectangulares, subrectangulares, circulares y subcirculares), y compuestas (v. gr. recintos circulares adosados, rectangulares con recintos circulares contiguos). Durante el recorrido de cada transecta también se registró información relacionada con las estructuras arquitectónicas y -en particular- aspectos vinculados con la morfología de las mismas, dimensiones, estado de conservación y material arqueológico asociado.

60. Kancha: "definida por Rowe (1944, p. 24) y Gasparini y Margolies (1977, pp. 186-199) como un conjunto rectangular con muro perimétrico encerrando varias estructuras en un solo ambiente (...) No todas las kanchas son exactamente iguales pero siempre se expresan como un recinto rectangular (o casi rectangular), con un muro perimétrico encerrando espacios rectangulares de un ambiente". Hyslop, 1992, op. cit., pp. 150-151. Se trata de un tipo de construcción comúnmente denominada, en la arqueología andina, como rectángulos perimetrales compuestos. Raffino, Rodolfo A., Los Inkas del Kollasuyu, Ramos Americana Editora, La Plata, 1981.         [ Links ]

61. Raffino, 1981, op. cit.

62. Acuto, Félix A., "Paisaje y dominación: La constitución del espacio social en el Imperio Inka", en Sed Non Satiata. Teoría Social en la Arqueología Latinoamericana Contemporánea, A. Zarankin y F. A. Acuto (eds.), Ediciones Del Tridente, Buenos Aires, 1999, pp. 33-75.         [ Links ]

63. Acuto, 1999, op. cit. P. 40.

64. De Marrais, Eliabeth; Luis J. Castillo & Timothy Earle, "Ideology, materialization, and power strategies", en Current Anthropology 37(1), 1996, pp. 15-31.         [ Links ]

65. De Marrais et al., 1996, op. cit.

66. Burger, Richard y Lucy Salazar-Burger, "La organización dual en el ceremonial andino temprano: un repaso comparativo", en El Mundo Ceremonial Andino, L. Millones & Y. Onuki (comps.), Editorial Horizonte, Lima, 1994, p. 101.         [ Links ]

67. Tal como recurrentemente se ha asumido desde la contribución pionera de Lorandi. Lorandi, Ana M., "La frontera oriental del Tawantinsuyu: el Umasuyu y el Tucumán. Una hipótesis de trabajo", en Relaciones XIV (NS). Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 1980, pp. 147-164.         [ Links ]

68. Queda claro que un análisis sistemático del repertorio cerámico del sitio podría arrojar valiosa información, por ejemplo, referida a la trayectoria de las cerámicas desde donde fueron manufacturadas y las posibles funciones que habrían cumplido en el contexto de Nevados del Aconquija. Al respecto, si es posible en este abordaje preliminar reflexionar sobre los fragmentos observados in situ, debemos mencionar que por el espesor de los tiestos y las formas que sugieren, es factible que un porcentaje relevante de la cerámica en el sitio esté vinculada con instancias de almacenamiento (de líquidos y sólidos).

69. Hyslop y Schobinger, 1991, op. cit.

70. Como el mismo Hyslop destaca, las kallankas tenían diferentes funciones, desde rituales hasta las de dar albergue a las tropas. Hyslop, 1992, op. cit., p. 158.

71. Lazarovich, 1996, op. cit.

72. Hyslop y Schobinger, 1991, op. cit., p. 19, se refieren a este conjunto de estructuras como "una serie de recintos circulares, posiblemente unidades habitacionales".

73. Sin embargo, destacamos que sólo registramos dos morteros en todo el asentamiento: uno se encuentra en la porción sur del sector NO y, el otro, asociado al camino que une los dos sectores considerados tradicionalmente. Estos morteros ya habían sido relevados por Godoy y Albornoz, 1986, op. cit.

74. Con relación a ciertos recursos naturales de Nevados del Aconquija, destacamos la abundante presencia de yareta (Azorella compacta), que podría haber sido usada como elemento de combustión. Bravo, 1993, op. cit., p. 9, tal como nosotros la empleamos. Durante nuestra estadía pudimos notar la presencia de tarucas y de distintas especies de zorros y chinchillones; por su parte, Bravo observó pumas. Es probable también, como en otros lugares de la Sierra, la presencia de guanacos. Esta rápida exposición sólo tiene como fin destacar la importancia de este sector y algunos recursos que pudieron haber sido empleados en el pasado. Sin embargo, existen factores que debemos considerar, por ejemplo, el hecho de que no haya población estable cercana al asentamiento, puede ser el motivo por el cuál estos animales son avistados actualmente aquí.

75. Aguerre, Ana M.; Alicia A. Fernández Distel y Carlos A. Aschero, "Hallazgo de un sitio acerámico en la quebrada de Inca Cueva (Provincia de Jujuy)", en Relaciones VII (NS), Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 1973, pp. 197-235;         [ Links ] Aschero, Carlos A. y Hugo Yacobaccio, "20 años después: Inca Cueva 7 reinterpretado", en Cuadernos 18, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Buenos Aires, 1998-1999, pp. 7-18;         [ Links ] entre otros.

76. Es posible también que tal percepción de las sociedades del pedemonte haya contribuido a asignarle determinadas funciones a Nevados, en particular, nos referimos a aquellas investigaciones que lo postulan como una fortaleza o quienes enfatizan el carácter netamente defensivo del emplazamiento.

77. Gallardo, Francisco; Mauricio Uribe y Patricia Ayala, "Arquitectura Inka y poder en el Pukara de Turi", en Gaceta Arqueológica Andina VII (24), 1995, pp. 151-172;         [ Links ] Nielsen, Axel E., "Architectural Performance and the Reproduction of Social Power", en Expanding Archaeology, J. Skibo, W. H. Walker y A. E. Nielsen (eds.), University of Utah Press, Salt Lake City, 1995, pp. 47-66;         [ Links ] Acuto, 1999, op. cit.; Cornejo, Luis, "Los incas y la construcción del espacio en Turi", en Estudios Atacameños 18, Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, 1999, pp. 165-176;         [ Links ] Nielsen, Axel E. y William H. Walker, "Conquista ritual y dominación política en el Tawantinsuyu. El caso de Los Amarillos (Jujuy, Argentina)", en Sed Non Satiata. Teoría Social en la Arqueología Latinoamericana Contemporánea, A. Zarankin y F. A. Acuto (eds.), Ediciones Del Tridente, Buenos Aires, 1999, pp. 153-169;         [ Links ] Stehberg, Rubén y Gonzalo Sotomayor, "Cabis, guacas-fortalezas y el control incaico del valle de Aconcagua", en Estudios Atacameños 18, Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, 1999, pp. 237-248;         [ Links ] entre otros.

78. Criado Boado, Felipe, "Construcción social del espacio y reconstrucción arqueológica del paisaje", en La Perspectiva Espacial en Arqueología, C. Barros y J. Nastri (comps.), Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1995, pp. 75-116.         [ Links ]

79. Análisis específicos (de fitolitos, antracológicos, químicos, etc.) podrían aportar evidencias sobre actividades agrícolas en el sitio y corroborar si algunas estructuras estaban vinculadas con cultivos de altura (nos referimos a ciertos niveles aterrazados observados durante nuestro relevamiento o, incluso, el empleo -por ejemplo- de ciertos recintos como espacios restringidos para cultivos).

80. Lorandi y Boixadós, 1987-88, op. cit.

81. Paulotti, 1967, op. cit.

82. Mansfeld, 1948, op. cit.

83. Paulotti, 1967, op. cit., p. 369, había notado que "junto a la muralla [oriental que limita la plaza] se ven círculos de piedras de grandes dimensiones de dos y más metros de diámetro", y señala la presencia de recintos en la parte media de la muralla. Según nuestra interpretación, no se trata de recintos, sino de rellenos, ya que primero se habría construido el muro de contención que se encuentra al oeste de la plaza y luego se rellenó con rocas para nivelar el piso de la plaza.

84. Si bien sugerimos una rápida retirada de Nevados, tal planteo no implica asumir un abandono absoluto del asentamiento, el que pudo seguir siendo habitado (o circunstancialmente ocupado) por un grupo reducido de personas. De qué manera Nevados es concebido por las elites locales con posterioridad al abandono, esto es, cómo capitalizan la experiencia con el Estado, cómo se reconfiguran las relaciones intercomunitarias, etc., son aspectos -entre tantos- que plantea el colapso estatal. Por otra parte, y si bien es necesario avanzar con excavaciones arqueológicas en el sitio, es posible insinuar que la construcción de Nevados se habría iniciado en un momento tardío (fines de siglo XV o inicios del siguiente), quedando trunco el proyecto hacia la década de 1530.

85. Esto es, una investigación sistemática podría abordar aquellos aspectos arquitectónicos que permitirían inferir lo que, desde la Arqueología de la Arquitectura, se denomina la forma genérica. Mañana Borrazás, Patricia; Rebeca Blanco Rotea y Xurxo M. Ayán Vila, Arqueotectura 1: Bases teóricometodológicas para una Arqueología de la Arquitectura. TAPA 25, Laboratorio de Patrimonio, Paleoambiente e Paisaxe, Instituto de Investigaciones Tecnológicas, Universidade de Santiago de Compostela, Galicia, 2002.

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