SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 número2Celebrando el orden social, inquietando el orden ritual: Un análisis en clave ritual sobre usos, conflictos e intereses encontrados durante un juicio de residencia en el Tucumán colonialUn gobierno federal", "liberal y de principios: La experiencia del gobierno de Manuel Sarratea durante el crítico año de 1820 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Andes

versión On-line ISSN 1668-8090

Andes vol.21 no.2 Salta jul./dic. 2010

 

ARTICULO ORIGINAL

Un grupo intelectual en Tucumán a comienzos del siglo XX. En torno a la Revista de Letras y Ciencias Sociales (1904-1907) y sus realizadores

(An intellectual group in Tucumán (Argentina) at the beginning of the 20th Century. About Revista de Letras y Ciencias Sociales (1904-1907) and its producers)

 

Soledad Martínez Zuccardi1

1. Profesora y Licenciada en Letras. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán y becaria de CONICET.

Ingreso: 2 de mayo de 2007
Aceptación: 13 de marzo de 2008

 


Resumen

Además de vehículos de proyectos estéticos, científicos y/o ideológicos, las revistas culturales configuran experiencias propicias para la formación de grupos de intelectuales y escritores. Este trabajo estudia los rasgos de lo que denomino como el «grupo realizador» de la Revista de Letras y Ciencias Sociales (Tucumán, 1904-1907) y que a mi entender está integrado por sus fundadores (el poeta modernista de origen boliviano Ricardo Jaimes Freyre y los abogados tucumanos Juan B. Terán y Julio López Mañán) y por otras figuras que colaboran en el proyecto desde la provincia (José Ignacio Aráoz, Alberto Rougés, Juan Heller, Miguel Lillo, Germán García Hamilton, Abraham Maciel y Ubaldo Benci). El trabajo se detiene en el examen de los perfiles y las trayectorias intelectuales de las distintas figuras mencionadas (en especial de los fundadores), así como en el análisis del grupo que constituyen, tomando en cuenta aspectos tales como la procedencia social, las vinculaciones con las instituciones culturales y con el poder político, el lugar otorgado a la cultura (con particular referencia a los campos de la literatura y la historia), las relaciones que vinculan entre sí a los integrantes (intelectuales, familiares, de amistad). El desarrollo del trabajo muestra que se trata de un grupo estrechamente ligado a los sectores de elite locales, al poder político y a las instituciones culturales y que por otra parte exhibe una conciencia sobre la cultura que hasta entonces no parecía haberse desplegado de modo tan resuelto y sistemático en Tucumán. La Revista de Letras y Ciencias Sociales es acaso la cristalización inicial de esa preocupación cultural así como la primera manifestación pública del grupo, algunos de cuyos miembros crearían luego una institución central en la vida intelectual de la provincia y del Norte argentino como la Universidad de Tucumán.

Palabras clave: Revistas culturales; Intelectuales; Formaciones culturales; Modernización

Abstract

As well as a vehicle of aesthetic, scientific or ideological projects, cultural reviews promote the constitution of groups of intellectuals and writers. This article studies the features of the group that produced Revista de Letras y Ciencias Sociales (Tucumán, 1904-1907). The founders of the group were the Bolivian modernist poet Ricardo Jaimes Freyre, Juan B. Terán y Julio López Mañán, being the latter two lawyers born in Tucumán. Other local figures contributed to the project, such as José Ignacio Aráoz, Alberto Rougés, Juan Heller, Miguel Lillo, Germán García Hamilton, Abraham Maciel and Ubaldo Benci. The article examines the intellectual profiles and careers of each of the figures mentioned above -especially those of the founders- and the characteristics of the group, taking into account aspects such as social origin, relationships with the province"s cultural institutions and with political power, the place the group devoted to culture (with particular reference to the fields of literature and history), and the nature of the bonds within it (whether they were intellectual, familiar, or of friendship). The analysis shows, on the one hand, that the group was firmly related to the local elite sectors, the political power and the cultural institutions, and, on the other hand, that it exhibited an awareness about culture which does not seem to have been developed before in Tucumán in such a decided and systematic way. Revista de Letras y Ciencias Sociales is perhaps the initial crystallization of that cultural concern, as well as the first public manifestation of the group. Some of its members would later create an institution of great significance in the intellectual life of the province and of the North of Argentina: the University of Tucumán.

Keywords: Cultural reviews; Intellectuals; Cultural formations; Modernization


 

Además de vehículos de proyectos estéticos, científicos y/o ideológicos, las revistas culturales constituyen verdaderos espacios de vida y actúan como instancias propicias para el encuentro de intelectuales y esc.ritores. Lewis Coser define a esas empresas precisamente como "escenarios institucionales de la vida intelectual" que favorecen el nacimiento y el desarrollo de grupos de intelectuales en la Europa moderna2. Desde un punto de vista similar, Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo destacan el "carácter de instancia colectiva" como un rasgo "inherente a la forma revista"3. En tanto articuladoras de un "discurso de grupo", las revistas culturales o literarias remiten, para los autores, al dominio más general de las "formaciones culturales", concepto acuñado por Raymond Williams para dar cuenta de las diversas formas de organización y autoorganización de los productores culturales, tales como las academias artísticas, las exposiciones, las sociedades de escritores, los movimientos, escuelas y círculos4.

A la luz de ese enfoque, este trabajo -que forma parte de una investigación más amplia sobre revistas culturales surgidas en Tucumán durante la primera mitad del siglo XX-5 se centra en la consideración de los rasgos de lo que denomino como el "grupo realizador" de la Revista de Letras y Ciencias Sociales (1904-1907) y que a mi entender está constituido por sus tres fundadores (el poeta modernista de origen boliviano Ricardo Jaimes Freyre y los abogados tucumanos Juan B. Terán y Julio López Mañán) y por otras figuras que colaboran desde la provincia con la puesta en marcha del proyecto (José Ignacio Aráoz, Alberto Rougés, Juan Heller, Miguel Lillo, Germán García Hamilton, Abraham Maciel y Ubaldo Benci). El trabajo se detiene en el examen de los perfiles y las trayectorias intelectuales de cada una de las figuras mencionadas -sobre todo de los fundadores-, así como en el análisis de la formación cultural que constituyen, tomando en cuenta aspectos tales como la procedencia social, las vinculaciones con las instituciones culturales y con el poder político, el lugar otorgado a la cultura y en especial a campos disciplinaros como la literatura y la historia, la naturaleza de las relaciones que vinculan entre sí a los distintos integrantes de la formación (relaciones intelectuales, institucionales, familiares, de amistad). Como se verá en las páginas que siguen, se trata de un grupo estrechamente ligado en la provincia a los sectores de elite, al poder político y a las instituciones culturales y que por otra parte exhibe una conciencia sobre la cultura que hasta entonces no parecía haberse desplegado de modo tan resuelto y sistemático en Tucumán. La Revista de Letras y Ciencias Sociales es acaso la cristalización inicial de esa preocupación cultural así como la primera manifestación pública del grupo, consolidado precisamente a partir de la realización de la revista, experiencia que afianza los lazos ya existentes entre sus miembros. Más adelante, una parte significativa del grupo crearía una institución central en la vida intelectual de la provincia y de la región del Noroeste como la Universidad de Tucumán.

Antes de entrar de lleno en el análisis propuesto, resulta necesario realizar una breve contextualización acerca del Tucumán de los primeros años del siglo XX y del estado de su desenvolvimiento cultural, así como brindar una presentación general de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, de sus propósitos y de ciertos aspectos materiales ligados a su edición.

Tucumán en los primeros años del siglo XX. Una temprana modernización. El desarrollo institucional de la cultura local.

El curso tomado desde mediados del siglo XIX por la historia de Tucumán configura un caso singular en relación con el panorama ofrecido por otras provincias del denominado "interior" del país. Tal singularidad parece vincularse directamente con el temprano desarrollo industrial tucumano. Luis Alberto Romero advierte que la mayor parte de los cambios experimentados por la Argentina al embarcarse en lo que los contemporáneos llamaban el "progreso" se produce en el Litoral, ampliado con la incorporación de Córdoba. Ello acentúa la brecha con el interior, incapaz de incorporarse al mercado mundial y sumido, desde la perspectiva del autor, en un "atraso relativo", que torna cada vez más manifiestas "las diferencias entre la vida agitada de las grandes ciudades del Litoral, y la de las somnolientas capitales provinciales". Romero destaca, sin embargo, algunas excepciones: el norte santafesino, donde se constituye un verdadero enclave para la explotación del quebracho; y, sobre todo, Tucumán y Mendoza, que prosperan notablemente a partir de la producción del azúcar y del vino6.

En efecto, desde los últimos años de la década de 1870 y, de modo especial, en la de 1880, la industria azucarera tucumana experimenta un crecimiento vertiginoso. Donna J. Guy afirma que tal industria se había visto beneficiada por ciertos gobiernos nacionales de esa etapa, a cuyos funcionarios el empresariado local estaba estrechamente ligado y que, de acuerdo con una política de fomento de las industrias regionales ejecutada como un modo de conservar la paz y de promover la consolidación nacional, impulsan una serie de medidas tendientes a favorecer el desarrollo azucarero: la ampliación de las redes ferroviarias -en 1876 se inaugura la línea ferroviaria de Córdoba a Tucumán-, el proteccionismo aduanero, la creación del mercado de mano de obra y la facilitación del acceso al crédito. La autora entiende el fenómeno como parte del particular interés del régimen de 1880 por fomentar la paz en provincias como Córdoba, Mendoza y Tucumán, por cuanto constituían, además de "centros regionales naturales", importantes ciudades que requerían gobiernos leales capaces de impedir movimientos separatistas7. En palabras de Guy, sin el azúcar, Tucumán y el Noroeste argentino no hubieran entrado jamás en la visión de la Argentina creada por la así llamada "generación del ochenta"8. Para la autora, la industria local permitió que la región se integrara a la economía nacional y fuera incluida en el programa de construcción del país forjado por ese grupo9.

Pese a la existencia de tempranas crisis de sobreproducción -la primera de ellas sobreviene en 1895-1896-, a partir del impulso industrial Tucumán evidencia un rápido crecimiento y un significativo desarrollo urbano y rural que propician un clima general de progreso y prosperidad, vigente hasta los festejos del Centenario. Se consolida además un poderoso empresariado azucarero "de preeminencia indiscutida en la provincia y con gran proyección en el escenario nacional", como advierten María Celia Bravo y Daniel Campi. Los autores indican que en la segunda mitad del siglo XIX se afianza una elite local -aunque abierta a los aportes inmigratorios, especialmente de origen francés- que basa su riqueza primero en capitales mercantiles y luego industriales, y no, como otras elites latinoamericanas, en la tradicional posesión de "haciendas". La rentabilidad del negocio azucarero permite a ese sector multiplicar varias veces su fortuna en muy pocos años, desplegar un estilo de vida de notable suntuosidad, hasta entonces impensado, y afirmar su predominio político. Según afirman Bravo y Campi, hasta mediados de la segunda década del siglo XX la elite azucarera goza en Tucumán de un "virtual monopolio sobre los cargos electivos y el aparato estatal"10. Como analizo más adelante, una parte significativa del grupo aglutinado en torno a la Revista de Letras y Ciencias Sociales se ve muy ligada a ese sector social, si bien se enriquece y amplía con la incorporación de figuras provenientes de otros ámbitos.

El ciclo de edición de la revista (julio de 1904 a diciembre de 1907) transcurre, por otra parte, en los años previos al advenimiento de la democratización política, durante el período correspondiente a los gobiernos conservadores en los órdenes tanto local como nacional. En Tucumán, desde 1901 a 1904 tiene lugar el segundo gobierno de Lucas Córdoba. Lo sucede un breve mandato de José Antonio Olmos, intervenido en octubre de 1905 y reemplazado por el Presidente del Senado, José Frías Silva. Éste convoca a elecciones, de las que resulta gobernador electo Luis F. Nougués, miembro de una acaudalada familia propietaria del ingenio San Pablo, quien asume sus funciones a comienzos de 1906 y cumple su mandato hasta 190911. Julio López Mañán, uno de los fundadores de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, se desempeñaría como ministro de gobierno de Nougués. Hacia el final del mandato de Córdoba, en junio de 1904, Tucumán vive la primera huelga organizada de obreros azucareros en la Argentina, que había sido preparada por el Partido Socialista y apoyada desde Buenos Aires por la Unión General de Trabajadores, como indica Eduardo Rosenzvaig12. Comienzan a vislumbrarse entonces en la provincia las primeras organizaciones de trabajadores de diversos oficios, de orientación socialista y, en algunos casos, anarquista13. La Revista de Letras y Ciencias Sociales nace así en una etapa agitada pero a la vez fértil. Las transformaciones, operadas sobre todo a raíz de la expansión industrial, signan esa etapa y vinculan a Tucumán con los procesos de modernización que se producen a nivel nacional y continental, descriptos por Ángel Rama14. La capital provincial, pequeña aunque densamente poblada, comienza a adquirir una fisonomía urbana con el diseño de nuevas avenidas, por las que pasan los primeros automóviles, y de lujosos edificios -bibliotecas, teatros, escuelas- que dan a la ciudad, desde la perspectiva de Silvia Elina Rossi, un nuevo rango15. Se trata de una ciudad que busca afanosamente modernizar su rostro -siempre atenta a lo que ocurre en otros centros, especialmente en Europa- y en la que conviven, sin embargo, y como en las "ciudades burguesas" descriptas por José Luis Romero16, las mentalidades, las formas de sociabilidad y los estilos de vida modernos con los tradicionales. "Junto al clima de aldea, las nuevas ideas", afirma Rosenzvaig resumiendo la realidad de esos años17.

Se produce en ese período el despegue cultural de Tucumán, que parece comenzar a buscar un lugar en el horizonte intelectual de su época. Es posible afirmar que antes del nacimiento de la Revista de Letras y Ciencias Sociales la cultura letrada local exhibe un desarrollo más bien incipiente, que se ve ligado sobre todo a ciertas instituciones surgidas durante la segunda mitad del siglo XIX. En 1854 se crea el Colegio San Miguel, dirigido por Amadeo Jacques, que sortea diversas vicisitudes hasta que cierra sus puertas en 1862. En sus instalaciones funciona luego el Colegio Nacional, fundado en 1864, que forma una importante biblioteca y promueve cursos y conferencias18. En 1875 se inaugura la Escuela Normal, dirigida en sus comienzos por Jorge W. Stearns y luego por Paul Groussac, y de la que, en palabras de Enrique Kreibohm, surgen "inquietudes espirituales diversas que habrían de cristalizar en periódicos, asociaciones culturales (...)"19. En el mismo año de 1875 se había intentado constituir la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas, que si bien deja de funcionar pronto configura un antecedente de la Universidad de Tucumán20. Debido a la iniciativa de un grupo de alumnos y ex alumnos de la Escuela Normal y del Colegio Nacional se funda en 1882 la Sociedad Sarmiento, que comienza funcionando como un espacio de reunión para jóvenes estudiantes pero en poco tiempo se afianza como una institución de reconocido prestigio, a la que se suman figuras de mayor edad, algunas de destacada trayectoria en el medio tucumano o ligadas a la función pública (gobernadores, ministros, legisladores), además de socios honorarios corresponsales (personalidades nacionales o extranjeras destacadas en alguna rama del saber), según indica Marcela Vignoli21. Por otra parte, se forma allí una valiosa biblioteca, declarada pública en 1884 y que irá incrementando su tamaño con donaciones personales y oficiales, hasta convertirse en la principal biblioteca local22. El reglamento de la Sociedad incluía rígidas normas de admisión de sus miembros, quienes debían presentar y defender un trabajo científico o literario para lograr el ingreso23. En tal sentido, puede pensarse que ella parece haber constituido el primer órgano preocupado por dotar de cierta formalidad a las relaciones intelectuales y al intercambio de ideas en Tucumán.

La Sociedad Sarmiento es el principal "escenario institucional de la vida intelectual" tucumana durante los años de publicación de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, cuyo proyecto se vería, por otra parte, estrechamente ligado a la labor de la institución. Vicente Atilio Billone señala que la Sociedad propicia, además, el nacimiento del periodismo cultural en la provincia24. Desde 1817, año de introducción de la imprenta en Tucumán por acción de Manuel Belgrano, proliferan diversos órganos periodísticos locales. Entre ellos, uno de los primeros diarios que da muestras de perdurar es El Orden, fundado en 1883 y cuya edición se prolonga hasta la década de 194025. No obstante, de acuerdo con Billone, la primera manifestación periodística de carácter específicamente cultural aparecida en la provincia es el semanario El Porvenir (1882-1883), órgano oficial de la Sociedad Sarmiento. Unos años más tarde nace, también en el seno de la institución, Tucumán Literario, en sus dos versiones, semanario primero (1887-1888) y quincenario después (1888- 1891 y 1893-1896). Ambos son destacados por el autor como las más significativas publicaciones culturales anteriores a la aparición de la Revista de Letras y Ciencias, que, sin embargo, no logran la calidad ni la proyección alcanzadas por esta última26. Cabe mencionar, por último, que en los años de publicación de la revista aquí estudiada nace el proyecto de una nueva institución: la Universidad de Tucumán. Como señalo a continuación, la idea de su creación es ya anunciada en las primeras páginas de la revista misma.

Una revista cultural pionera en Tucumán

Según lo expuesto, la Revista de Letras y Ciencias Sociales ha sido valorada por la crítica precedente como la primera publicación cultural de significación surgida en la provincia. Billone indica que a través de ella por primera vez "Tucumán es conocida en todo el mundo hispánico y aun fuera de él"27 y David Lagmanovich la juzga como la primera revista de "real importancia en el medio provinciano"28. En otro orden de ideas, Emilio Carilla llega a afirmar que "no se encuentra en los años que abarca la revista (1904-1907) una publicación que dentro del país sobrepase el valor de la revista tucumana"29. Entre otros aspectos, los críticos basan sus juicios en la calidad de las colaboraciones de la publicación, en la que escribieron, aunque con frecuencia dispar, autores provenientes de diversos países europeos e hispanoamericanos como Miguel de Unamuno, Guglielmo Ferrero, Rubén Darío, José Juan Tablada, Amado Nervo, José Santos Chocano, Manuel Machado, Eugenio Díaz Romero, Ricardo Rojas, Leopoldo Lugones, Amado Nervo, Pedro Henríquez Ureña, Baldomero Lillo, entre muchos otros, algunos de los cuales gozaban de una evidente notoriedad en la época.

Los mismos realizadores de la publicación parecen haber concebido la propia empresa como un proyecto cultural fundacional en el ámbito de Tucumán, según puede deducirse de ciertas zonas del "Prospecto" con que se inaugura el primer número en julio de 1904. Allí se establece, según una práctica habitual en las publicaciones de esos años, los propósitos de la revista y el programa a realizar:

La REVISTA DE LETRAS Y CIENCIAS SOCIALES lleva en su nombre su programa. Aspira a ser un eslabón entre el aula y la tribuna, entre la tribuna y el libro, entre el libro y el público. Aspira a reflejar en sus páginas el movimiento de los espíritus en los universales campos de la creación y de la especulación. Aspira, sin exclusivismos ni banderías, a servir de vehículo a todos los propósitos nobles y a todos los pensamientos generosos, dentro de los límites de las doctrinas y de las teorías. Aspira a ser un autorizado exponente de la labor mental que no ha llegado al libro y que se ha sustraído voluntariamente a la inevitable ligereza de la efímera hoja diaria. Encerrados en el corazón de América, nuestro espíritu vive muy lejos de lo que nos rodea, cuando no lo embargan las ansiedades de la lucha o los detalles de la existencia cuotidiana (sic). Pedimos al extranjero o a la capital de la república, el volumen que deben ocupar las horas dedicadas al estudio, a la amena lectura y a la necesidad de seguir la marcha de las ciencias, de las artes y de las letras, que se descubre confusamente en los índices de los boletines telegráficos. La obra por realizar sería la asociación de todos los factores de cultura de que disponemos, formando con ellos un docto y amable centro propio de desenvolvimiento intelectual; así los colegios y las escuelas, así las bibliotecas públicas, así los diarios, la proyectada Universidad libre, las sociedades literarias y científicas, así, en fin, las revistas. Pero las revistas, que son una verdadera exigencia social en todas partes, son entre nosotros plantas exóticas que no se ha conseguido aclimatar y que han arrastrado su infecunda vida en pobres invernáculos. Debemos creer que la época y el ambiente no les fueron propicios o que no se adaptaban a ellos. Las circunstancias han cambiado, tal vez; ha llegado el momento de comprobarlo. A esta oportunidad obedece la aparición de la REVISTA DE LETRAS Y CIENCIAS SOCIALES. Para realizar nuestros propósitos espigaremos en todos los campos, sin perder de vista el plan sintetizado en el nombre de esta publicación. Pediremos a los archivos desconocidos tesoros históricos; expondremos o comentaremos la labor de los cuerpos legislativos y de los tribunales de justicia; investigaremos las leyes de nuestros fenómenos sociales; reflejaremos las palpitaciones del alma universal, que nos llegan en los libros de todos los países y en las hojas impresas en todas las lenguas, y daremos a la obra de imaginación, a la obra poética, nuestras mejores páginas30.

Son diversos los aspectos que sugieren lo que puede definirse como una conciencia fundacional. En primer lugar, se advierte que la revista concibe su propia emergencia como un hito en el área local, esto es, se piensa como el primer órgano de su tipo destinado a perdurar, y no ya como una "planta exótica" de vida desmedrada. La Revista de Letras y Ciencias Sociales aportaría así a Tucumán, en un momento propicio -esto es, en el clima de crecimiento y prosperidad descripto en el apartado anterior-, aquello que es "una verdadera exigencia social en todas partes". En sintonía con la dinámica cultural del momento -los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX configuran un período de florecimiento de revistas a lo largo del país y de todo el continente-31, los fundadores de la Revista de Letras y Ciencias Sociales parecen advertir también la necesidad de que la vida intelectual tucumana contara con una revista capaz de desempeñar un rol central en su desarrollo.

Por otra parte, el texto reconoce como un propósito principal el afán de formar un "centro propio de desenvolvimiento intelectual", asociando las instituciones y los órganos hasta el momento existentes en Tucumán, o bien proyectados allí, como la Universidad. Es posible conjeturar que el "Prospecto" alude, aunque sin nombrarlos, a los elementos que componen el marco institucional local referido antes (Colegio Nacional, Escuela Normal, Sociedad Sarmiento con su biblioteca y sus publicaciones, diarios como probablemente El Orden, la Universidad en germen). A partir de la articulación de esos "factores" y vinculándose con ellos, la Revista de Letras y Ciencias Sociales parece aspirar a forjar y organizar un campo de cultura en Tucumán32. Tal aspiración sugiere también una conciencia fundacional: el nuevo proyecto no consiste sólo en la publicación de una revista; a partir de ella, y asociándose con las instituciones existentes, se anhela "crear" un centro intelectual propio. Interesa destacar que el interés por organizar la cultura local se conjuga con una mirada internacionalista, esto es, con la atención prestada a lo que sucede en "el extranjero" o en "la capital de la República" y con el anhelo de reflejar "las palpitaciones del alma universal, que nos llegan en los libros de todos los países y en las hojas impresas en todas las lenguas". Parecería que para formar el deseado centro intelectual propio, los realizadores de la revista advierten la necesidad de mirar hacia afuera, de recibir las novedades externas y difundirlas en el medio, tal vez con el afán de "abrir" la cultura tucumana y situarla en la época.

Con el carácter pionero y con el afán de organización cultural se relaciona también quizás la amplitud del proyecto y su voluntad inclusiva, aspectos que se manifiestan tanto en lo ideológico como en lo disciplinario. Ante la falta de otras publicaciones de su tipo en Tucumán, la Revista de Letras y Ciencias Sociales parece querer abarcarlo todo. Así, en el "Prospecto" declara aspirar "sin exclusivismos ni banderías, a servir de vehículo a todos los propósitos nobles y a todos los pensamientos generosos, dentro de los límites de la teorías y de las doctrinas" (énfasis mío). Esas palabras permiten notar el tono calmo y hasta amable con el que los realizadores emprenden su proyecto, que no parece surgir, a diferencia de otras revistas de cultura, al calor de los fervores de movimientos o escuelas determinados. En cuanto a la amplitud disciplinaria, el texto revela el afán de "espigar en todos los campos" comprendidos en el nombre de la publicación, esto es, la literatura, el derecho, la historia, la sociología; campos a los que se alude en el párrafo final de la declaración de principios33.

Con las palabras citadas se inaugura el ciclo de edición de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, que se extiende hasta diciembre de 1907 con la entrega de treinta y nueve números de frecuencia mensual34. La revista cuenta con su propia editorial, la Imprenta Modelo, que parece haber sido creada exclusivamente con el fin de imprimir y distribuir los ejemplares de la publicación35. Es posible pensar que gran parte de los costos de edición son cubiertos por los avisos publicitarios. Cada número incluye un promedio de ocho páginas de avisos, de empresas como Cerveza Quilmes, Ferrocarril Central Norte, Vinos Calvet y la Sastrería, Sombrerería y Zapatería de Cárdenas Hermanos, entre las que muestran mayor continuidad en su apoyo al proyecto, así como librerías, imprentas, otras casas de comercio locales, fábricas de carruajes, panaderías, almacenes, sociedades de seguros, casas de remate, corralones y ferreterías, entre muchos otros36. En algunos casos se evidencia la ayuda financiera proveniente de miembros de las familias de los realizadores de la revista, como en un aviso de media página del ingenio Santa Bárbara, propiedad, según se anuncia en el texto del aviso mismo, "del Señor Enrique Grunaüer y del Doctor Juan M. Terán", padre este último de Juan B. Otra modalidad frecuente en esa sección es la inclusión de una "Guía de profesionales" en la que abogados, artistas y fabricantes de la ciudad ofrecían sus servicios.

Llama la atención la cantidad y la variedad de los avisos, que parecen destinados casi exclusivamente al público tucumano. Puede conjeturarse a partir de tal constatación el eventual interés de los habitantes de la provincia por brindar su apoyo al proyecto y a sus realizadores, o bien la existencia de una circulación considerable de la revista en la ciudad de Tucumán, que justificaría materialmente la inversión. La primera opción resulta quizás más factible, en la medida en que cabe dudar de que la Revista de Letras y Ciencias Sociales haya tenido un público numeroso. Por el contrario, y pese a la falta de datos sobre la cantidad de ejemplares que efectivamente se imprimían, hay que tener en cuenta el señalamiento de Jorge B. Rivera respecto al escaso número de lectores propio de la mayor parte de las revistas culturales argentinas surgidas a partir de 189037. Ese público lector no se limita, en todo caso, al ámbito provincial. La cantidad de autores extranjeros que escriben en la Revista de Letras y Ciencias Sociales permite pensar que ella llega a los respectivos lugares de origen o residencia de sus colaboradores. Tal circulación fuera del país parece deberse a una tarea personalizada de distribución de los números, labor que cuenta precisamente con el apoyo de los colaboradores extranjeros. Una carta de Unamuno a Jaimes Freyre, publicada en el número 19, de abril de 1906, constituye un claro ejemplo al respecto por cuanto alude a los "ejemplares de añadido" de la revista enviados por Jaimes Freyre para ser distribuidos por Unamuno en España38.

No me detendré aquí en el análisis del contenido de la publicación, aspecto estudiado en otro trabajo, donde planteo que la propuesta de la Revista de Letras y Ciencias Sociales puede leerse como un cruce de lo que entiendo como dos proyectos con objetivos y rasgos propios: un proyecto literario, que procura contribuir a la configuración de una "literatura americana" y se vincula de modo estrecho con el movimiento de renovación literaria promovido en Hispanoamérica por el modernismo, y un proyecto científico, que en una época de auge de la ciencia en el país debido en gran medida a la gravitación del positivismo, se propone estimular el desarrollo de investigaciones científicas en Tucumán. El proyecto literario, impulsado sobre todo por Jaimes Freyre, implicó la publicación sistemática de los escritos inéditos, especialmente poemas, de numerosos escritores modernistas de distintos puntos del continente, así como la recuperación de su producción desde secciones críticas y bibliográficas, cuyos artículos se encargan de afirmar la existencia de lo que se denomina allí como una "literatura americana" independiente de la española. El proyecto científico, gestado sobre todo por Terán y López Mañán, supuso en cambio la generación de debates teóricos en torno a la valoración de la ciencia y de sus métodos, la postulación de modelos intelectuales (el caso de Hippolyte Taine constituye el principal ejemplo), la difusión de investigaciones ligadas a las ciencias sociales, sobre todo a la historia, la traducción de la obra de historiadores y sociólogos europeos, y el fomento del estudio del pasado provincial y nacional a partir del ofrecimiento de documentos inéditos39.

Los fundadores: Ricardo Jaimes Freyre, Juan B. Terán y Julio López Mañán

Los tres fundadores son además los únicos miembros del staff de la revista, constituido por un director (Jaimes Freyre) y por dos redactores (Terán y López Mañán). ¿Qué circunstancias propician la vinculación de un laureado poeta modernista de origen boliviano con dos jóvenes tucumanos, entonces recientemente graduados como abogados? ¿Qué tipo de lazos unen a esas figuras? ¿Cuál es el perfil intelectual articulado por ellas y cuál el papel cumplido en la realización de la Revista de Letras y Ciencias Sociales? Para intentar responder a tales interrogantes, es necesario referir la trayectoria forjada por cada uno de los fundadores de la publicación, comenzando por su director40.

Ricardo Jaimes Freyre nace en 1868 en el consulado de Bolivia en Tacna, Perú. Proviene de "una de las más prominentes familias de Bolivia", en la que se destacan "escritores, artistas, profesores y diplomáticos"41. Su padre, Julio Lucas Jaimes, más conocido por su seudónimo literario "Brocha Gorda", se desempeña como escritor, periodista y maestro. Su madre, Carolina Freyre, se cuenta entre las escritoras que despliegan su labor en Perú en la segunda mitad del siglo XIX, junto a Juana Manuela Gorriti, Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello. El autor pasa su infancia y su juventud entre Bolivia y Perú: Lima, Tacna, La Paz y Sucre son algunas de las ciudades donde reside durante esos años, en los que, según indica Carilla, comienza a escribir, a estudiar -aunque no concluiría estudios superiores- y a trabajar en periodismo. En 1889 acompaña como secretario privado a su padre, designado ministro plenipotenciario de Bolivia ante el entonces Imperio del Brasil, por un breve período. Se desempeña luego como secretario del Presidente de Bolivia Mariano Baptista. Al poco tiempo se instala en Buenos Aires42. Figura de vida itinerante, Rama lo define como un "inmigrante intelectual", expresión que da cuenta de una categoría nueva de inmigrantes -distinguibles del grueso de la población de ese origen, aunque tampoco asimilables al reducido grupo de familias de la oligarquía- que en los años de la modernización cultural de Latinoamérica buscan centros intelectuales cosmopolitas donde desplegar más plenamente sus vocaciones literarias. Buenos Aires se convierte en el principal destino de muchos escritores de esa etapa. En palabras de Rama, esa ciudad "ya era la capital del cono sur y ofrecía mejores oportunidades de trabajo en el periodismo, en el teatro, aun en la educación, que sus propios países nativos"43. Jaimes Freyre desarrolla allí una intensa actividad intelectual y alcanza, desde la perspectiva de Carilla, la consagración como escritor. En 1894 ingresa al diario La Nación y a "El Ateneo de Buenos Aires". Cultiva una estrecha amistad con Rubén Darío, adalid del modernismo, y se relaciona también con Leopoldo Lugones. Con el primero funda la Revista de América (1894), órgano del movimiento modernista. En 1899 aparece, con un prólogo de Lugones, su primer libro de poemas, Castalia bárbara, que cimenta su prestigio como poeta.

A Tucumán llega en 1901, de un modo que parece haber sido casi accidental, pero termina estableciéndose en la provincia durante veinte años44. El impacto causado por su presencia en ese ámbito es sin duda enorme. Quienes lo conocieron, evocan su silueta señorial de "capa y mostachos" paseando por las calles de la ciudad incipiente, e ignorando, tal vez, el brillo que su figura irradiaba luego de su sonada amistad con Darío y de los aclamados poemas de Castalia bárbara. Para Terán, Jaimes Freyre "llegaba a ocultar uno de los más claros renombres en las letras de América, a un rincón provincial". Así, Terán parece interpretar el establecimiento del poeta en la provincia como una renuncia. A sus ojos, la imagen aristocrática de Jaimes Freyre contrastaba con el fondo de las lentas tardes de Tucumán:

Traía también de su herencia peruana el gusto por la conversación, por el salón, la sociedad de damas, por los gestos cortesanos, por las maneras de señorío. Bastaba ver su silueta aristocrática y enjuta y su porte grave, su ademán gentil y altivo de hidalgo, cruzando, en las tardes, las calles solitarias o la Plaza de Tucumán. Era un cuadro a lo Velázquez éste en cuyo primer plano estaba el caballero, de traje negro, de tez moruna, sombrero de una ala alzada, en segundo plano el verde profundo de los naranjos, burilados, como el caballero, por la luz deslumbrante de la lenta tarde tropical45.

La inserción del poeta en la vida intelectual local se produce en forma casi inmediata a su llegada. El 6 de mayo de 1901 dicta una conferencia en la Sociedad Sarmiento sobre el poeta brasileño simbolista Juan de Cruz e Souza, uno de los representantes más influyentes del movimiento de renovación de la poesía brasileña. La conferencia es ovacionada por el público y al día siguiente un diario local publica un encomiástico comentario en el que se afirma: "El poeta pálido habló del poeta negro"46. Dos años después, Jaimes Freyre figura entre los integrantes de la comisión directiva de la Sociedad, donde se desempeña, en distintos períodos, como vicepresidente, director de la biblioteca y vocal47. En 1902 comienza su labor docente en el Colegio Nacional y luego en la Escuela Normal; las cátedras parecen haber significado su sustento material y el de su familia durante su estadía en la provincia. Jaimes Freyre es recordado como un gran maestro, que "enseñaba sin texto y sin tomar lecciones" y cuyas clases convocaban además a otros profesores de la institución y a "mujeres de todas las clases sociales y curiosos admiradores de la finura y la gallardía del poeta"48. En palabras de Terán, "(...) del Colegio Nacional salían innumerables jóvenes escribiendo versos, amando las letras, y amando un maestro". Por otra parte, Terán juzga retrospectivamente que gracias al poeta, "[l]a pequeña ciudad se había convertido en un centro intelectual"49. En efecto, Jaimes Freyre ejerce un papel axial en el desenvolvimiento cultural de la provincia en la época, y opera, a la vez, como una figura tutelar y un modelo para los jóvenes, según sugiere Billone50. Terán y López Mañán serían algunos de los jóvenes atraídos por el magnetismo del poeta. Del encuentro de los tres surgiría la Revista de Letras y Ciencias Sociales.

Resta referir brevemente, siguiendo a Carilla51, la labor de Jaimes Freyre posterior a la desaparición de la revista, en la que se cuenta su dedicación sistemática a la investigación histórica. De ella resultan cinco libros sobre el pasado tucumano, aparecidos entre 1909 y 191652. En 1910, el gobernador Ernesto Padilla le encomienda efectuar copias de documentos coloniales vinculados al Tucumán y realizar investigaciones al respecto en los Archivos de Sevilla y Simancas. En 1913 lo nombra organizador del Archivo de Tucumán, entonces recientemente declarado sección de la Universidad, fundada un año antes. El poeta sería uno de los miembros del grupo fundador de la casa de estudios e integraría el primer consejo superior de la institución. Dicta allí cursos libres de lengua y literatura a partir de 1917 y es uno de los redactores de la Revista de Tucumán, órgano universitario. Interviene también en política: en 1916, año en que obtiene la ciudadanía argentina, es elegido concejal por la ciudad de Tucumán. En 1917 aparece en Buenos Aires su segundo poemario, Los sueños son vida. Jaimes Freyre deja Tucumán en 1921 ya que el Partido Republicano de Bolivia, que asciende luego de la Revolución de 1920, lo convoca para participar en el gobierno boliviano. Asume de inmediato diversas funciones políticas y diplomáticas: es elegido diputado por Potosí, designado como Ministro de Instrucción Pública y Agricultura de Bolivia y luego nombrado Delegado de Bolivia ante la Liga de las Naciones (1921). Se desempeña como Ministro de Relaciones Exteriores (1922), como Embajador de Bolivia en Chile (1922-1923), en Estados Unidos (1923-1927) y en Brasil (1927). En 1926 su nombre es propuesto para la candidatura a la Presidencia de la República de Bolivia, pero renuncia a dicha candidatura. Se instala luego nuevamente en Buenos Aires y, por un período de pocos meses, durante 1932, regresa a Tucumán, donde el entonces gobernador Juan Luis Nougués lo designa Presidente del Consejo Provincial de Educación en Tucumán. Hacia el final de su vida es nombrado miembro de la Academia Argentina de Letras, entonces de reciente fundación, y, con anterioridad, miembro correspondiente de la Junta de Historia y Numismática, luego Academia Nacional de Historia. Muere en Buenos Aires en 1933. De acuerdo con Joubin Colombres, los últimos días del poeta transcurren en la pobreza; el gobierno de Bolivia se encargaría de costear su entierro53.

Con respecto al perfil intelectual de Jaimes Freyre, es posible afirmar que se trata ante todo de un escritor, imagen que comienza a consolidarse en la Argentina de fines del siglo XIX y comienzos del XX. En efecto, Altamirano y Sarlo indican que en el país "la función del escritor adquiere perfiles profesionales" en un proceso que comienza con el modernismo y tiene su "primera condensación" en los años del Centenario. Desde su perspectiva, se diseña entonces la imagen del escritor "para quien escribir es siempre ocupación central (se verá después si trabajo remunerado)". El escritor profesional sería entonces aquel que adquiere su "identidad social" a partir de la actividad literaria, pese a que ella no necesariamente le proporcione sus medios de vida54. Bajo esa luz, hay que destacar que aunque su producción literaria es breve55, la "identidad social" de Jaimes Freyre se configura sobre todo, y en especial en los años de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, en torno a su condición de poeta modernista. Su figura puede ser pensada como un exponente del fenómeno de especialización de la literatura que la cultura hispanoamericana experimenta, según Rama, desde fines del siglo XIX, época en que "las letras, que habían sido simplemente un anexo de la actividad del universitario o del político, se constituyen en especializaciones autónomas, dentro de las precarias condiciones del momento"56. No obstante, ello no impide que, al igual que muchos autores modernistas, Jaimes Freyre haya asumido otras tareas, que significan, por otra parte, su medio de sustento económico: comienza trabajando en periodismo, gran parte de su vida se dedica a la docencia y, sobre todo en los últimos años, ocupa cargos políticos y diplomáticos. De todas maneras, se advierte que en el caso de Jaimes Freyre el ejercicio de esas otras funciones parece derivarse precisamente de su condición de escritor. Así, resulta significativo que, aun en pleno ejercicio de sus funciones públicas, él suscita ante la prensa mayor interés como escritor y poeta que como político, según menciona uno de sus biógrafos57.

Como otros escritores de ese período, Jaimes Freyre es, de acuerdo con lo ya indicado, un autodidacta y un inmigrante intelectual. Cabe mencionar, además, su filiación socialista, que también contribuye a definir el perfil del autor. Jaimes Freyre participa en Buenos Aires en las reuniones del Club Socialista organizadas por La Montaña, revista dirigida por Lugones y José Ingenieros, y en la que convergen socialismo y modernismo58. Más adelante, ya en Tucumán, protagoniza en 1903 una comentada polémica en defensa del socialismo, como observa Rosenzvaig59. Al respecto, afirma Joubin Colombres que el poeta "[d]urante toda su vida alimentó ideas socialistas"60. Es destacable, por último, otro modo de intervención intelectual articulado por Jaimes Freyre, aunque en un período posterior al de la publicación de la Revista de Letras y Ciencias Sociales: la investigación histórica. Ramón Leoni Pinto destaca la significación de la labor de Jaimes Freyre en el marco de la historiografía local, tanto por su comprensión de los procesos estudiados como por sus valiosos aportes documentales61. Esa labor puede ser pensada además como uno de los frutos del contacto con el medio provincial y con los intelectuales tucumanos, que, como indico más adelante, se interesan entonces por la configuración de una historia científica en el ámbito local. De tal modo, es posible conjeturar que existe una fuerte influencia del grupo tucumano en el poeta, que imprimiría nuevos matices a su perfil de escritor modernista.

En cuanto a Terán y a López Mañán -amigos y además parientes, ya que Terán era sobrino de López Mañán- ambos trazan en un comienzo trayectorias similares. De todas maneras, es necesario considerar a cada uno por separado, empezando por Terán, quien interviene de modo más activo en la Revista de Letras y Ciencias Sociales62. Juan Manuel Benjamín Terán -luego firmaría la mayor parte de sus escritos como Juan B. Terán- nace en Tucumán en 1880. Pertenece a una de las "viejas familias de raigambre hispánica con protagonismo político y económico en la vida de la región desde la época colonial"63. Su abuelo y su bisabuelo habían sido gobernadores de la provincia64. Su padre, Juan Manuel Terán, reconocido abogado y también político, era, según lo indicado al mencionar los avisos de la revista, propietario del Ingenio Santa Bárbara. También la que sería su familia política se encuentra ligada a la elite azucarera. A los veintidós años, Terán contraería matrimonio con Dolores Etchecopar, hija de Máximo Etchecopar, uno de los pioneros de la industria del azúcar65. Durante toda su vida gozaría de una situación económica privilegiada. Juan Heller, uno de los colaboradores de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, lo describe retrospectivamente como un hombre "[r]ico, feliz, optimista"66.

Desde muy temprano revela su vocación intelectual. Mientras cursa el bachillerato en el Colegio Nacional, crea una sociedad literaria de efímera duración y dirige entre 1894 y 1895 dos publicaciones, de existencia al parecer también efímera67. En esa misma época, siendo aún adolescente, se incorpora al ya entonces prestigioso círculo de la Sociedad Sarmiento, previa aceptación de un trabajo que, de acuerdo con Kreibohm, "mereció el elogio unánime de los miembros"68. Terán pasa así a formar parte de la asociación y resulta elegido secretario, contando con alrededor de quince años69. Concluidos los estudios secundarios, parte en 1896 a estudiar abogacía en Buenos Aires, donde comparte vivienda con López Mañán durante los primeros años de la carrera70. En la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, entonces fuertemente marcada por el positivismo, tiene como profesores a Juan Agustín García, Juan Antonio Bibiloni, Manuel Obarrio y Joaquín V. González, de quien le interesan sobre todo las "pláticas a la salida de clase"71. Más adelante, en 1905, González fundaría la Universidad de La Plata, institución que Terán elogia en la Revista de Letras y Ciencias Sociales y que visualiza acaso como un modelo de la universidad que él proyectaba para Tucumán72. En sus años de estudiante universitario Terán publica trabajos sobre derecho y educación, en revistas como Evolución educativa y la Revista Jurídica del Centro Jurídico y de Ciencias Sociales de la Facultad, de la que es designado secretario en 1901. Al año siguiente se gradúa con una tesis sobre la Escuela Histórica de Derecho, que luego publica como folleto.

Una vez graduado como abogado, regresa de modo inmediato a Tucumán, imbuido ya de prestigio debido a los elogios que de su carrera habían hecho los diarios locales, que difundían los resultados de sus exámenes73. En la provincia ejerce la abogacía en el estudio jurídico de su padre y comienza a enseñar en el Colegio Nacional. Es compañero allí de Jaimes Freyre y de López Mañán, también integrantes del plantel docente. En el ámbito de esa institución parecen forjarse los primeros lazos formales entre quienes fundarían la Revista de Letras y Ciencias Sociales. En julio de 1903, "por su preparación y excelentes dotes intelectuales" los tres son propuestos por el entonces rector Sixto Terán para realizar de modo conjunto un "bosquejo histórico" del Colegio Nacional a partir del año 186574. Si bien la tarea no parece llegar a concretarse el dato es relevante por cuanto significa, quizás, el primer proyecto que involucra a las tres figuras antes de la fundación de la revista. Terán retoma además su labor en la Sociedad Sarmiento, en la que también participan entonces Jaimes Freyre y López Mañán. En 1906 es elegido presidente de la asociación y organiza una serie de "Cursos libres" -iniciativa surgida durante la gestión anterior, a cargo de López Mañán- en cuyo marco realiza el primer anuncio de la futura Universidad de Tucumán. En el discurso de inauguración de dichos cursos -reproducido en la Revista de Letras y Ciencias Sociales, que promociona todo lo relacionado con la idea de crear la casa de estudios-, Terán presenta la iniciativa como una de las bases sobre las que se asentaría la Universidad que proyecta75. En 1907 es reelegido presidente de la Sociedad y durante su gestión insiste en "la posibilidad y la necesidad de una Universidad"76. Volvería a ocupar la presidencia de la institución en 1911.

En la época de la Revista de Letras y Ciencias Sociales Terán dirige la Sociedad Sarmiento, enseña en el Colegio Nacional, ejerce su profesión y participa, además, en política. A poco de regresar de Buenos Aires se afilia a la Unión Popular, partido que defiende los intereses de la industria azucarera y en el que actuaban parientes y amigos. Su participación en ese ámbito es, sin embargo, muy lateral, dado que "la política no le interesa", de acuerdo con Páez de la Torre (h)77. De todas maneras, cabe destacar, siguiendo al mismo autor, que en 1906 Terán es elegido diputado provincial, cargo que ocuparía por distintos períodos hasta 1916. En 1907 se desempeña además como convencional para la reforma de la Constitución de Tucumán. En 1910 es convocado por el presidente Roque Sáenz Peña para hacerse cargo de la Dirección General de Tierras y Colonias, pero renuncia al poco tiempo. Su principal preocupación de esa época es la fundación y puesta en marcha de la Universidad78. En 1909 presenta ante la Legislatura provincial el proyecto de creación de la institución, que se aprueba en 1912. La casa de estudios se inaugura en 1914 y desde entonces Terán ocupa el rectorado de modo casi ininterrumpido hasta 1929. Luego del golpe de estado de 1930, durante los años de la llamada "restauración conservadora", vuelve a ocupar cargos políticos. Es designado presidente del Consejo de Educación de Tucumán y, poco después, titular del Consejo Nacional de Educación, por lo que se traslada a Buenos Aires. En esa época recibe distinciones de diversas instituciones: es incorporado a la Academia Argentina de Letras -de la que es uno de los miembros fundadores junto a Enrique Banchs, Juan Carlos Dávalos, Manuel Gálvez, Arturo Marasso, entre otros-79, a la Junta de Historia y Numismática Americana, a la Sociedad Argentina de Historia y a la Academia de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. En 1935 es designado miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Tres años después, moriría en Buenos Aires80.

Autor prolífico, desde 1908 -año en que publica su primer libro, editado precisamente por la Revista de Letras y Ciencias Sociales y en el que recoge ensayos publicados en sus páginas- y hasta los últimos años de su vida, da a conocer numerosos libros, ligados sobre todo a la historia, a la sociología y a la educación81. Autores como Leoni Pinto y Piossek Prebisch destacan especialmente la producción historiográfica de Terán, a quien describen como un "historiador científico". El primero lo sitúa -junto a López Mañán, Ernesto Padilla, Julio S. Storni, Mario Bravo, Ricardo Rojas, entre otros- como parte de una generación de figuras que inaugura una nueva etapa en la historiografía de Tucumán, "definida por querer lograr otro nivel para la disciplina" tanto a partir de sus propias obras como de la creación de instituciones como la Universidad o la Junta Conservadora del Archivo Histórico, que indican el punto de arranque de la "historia científica" en la provincia82. Entre esas figuras, Leoni Pinto destaca a Terán como el único historiador de su generación que "dejó una obra orgánica y representativa"83. Por su parte, Piossek Prebisch afirma que Terán "desplegó una sólida y original obra de historiador -con fuerte acento sociológico-; desde la Universidad promovió la investigación, la organización y el trabajo de archivos; y además pensó sobre el oficio de historiador y sobre la historia en cuanto ciencia y proceso real (...)"84.

Su condición de "historiador científico" y de creador de la Universidad de Tucumán debe tomarse particularmente en cuenta a la hora de definir el perfil intelectual de Terán. Se trata de una figura que asume con seriedad, sistematicidad y rigor la labor intelectual, la cual parece ser para él un fin en sí mismo, aunque la comparte con otras funciones: la profesión (que ejerce durante toda su vida) y la política (según lo indicado, ocupa cargos políticos entre 1906 y 1916, y luego en la década de 1930, durante gobiernos conservadores). El mismo Terán manifiesta en 1912 el modo en que concibe las distintas actividades asumidas por él, destacando sobre todo el "silencio" necesario para dedicarse a las tareas intelectuales:

(...) deseo asegurar el silencio para las labores intelectuales que tienen que compartir desgraciadamente con mi profesión, la tarea de mis días. No he rehuido mi colaboración escasa a los partidos políticos -lo tengo por honor- y dentro de ellos he buscado afirmar el prestigio de la cultura y de las fuerzas morales, por cuya falta padece mil veces más el país que por los fraudes electorales: toda mi carrera política es un proyecto de Universidad"85.

Aunque la indagación en las razones de la participación de Terán en política y la trayectoria trazada al respecto excede los límites de este trabajo, es interesante advertir que en el fragmento transcripto el autor declara concebir esa participación como un medio para llevar adelante sus proyectos de cultura. Es posible conjeturar, a partir de las palabras citadas, que Terán siente el deber de actuar en ese terreno, acaso en función de un "habitus de clase"86. El autor revela además una temprana preocupación por el desarrollo cultural y científico del país y de la provincia, que juzga debe desplegarse con cierta autonomía respecto de la política. Tal preocupación está presente ya en el discurso que pronuncia al graduarse como abogado en 1902. Expresa en esa ocasión el temor de que pese al crecimiento de la Facultad de Derecho de Buenos Aires "no hayamos progresado en el gusto del saber, en el método de la investigación, en la atmósfera y vida interior de los claustros". Piensa que urge formar un grupo de "hombres ennoblecidos por la disciplina de las altas especulaciones, indiferentes a los vanos apasionamientos del comité y de la intriga política"87. Con esas declaraciones, el joven Terán parece querer promover la constitución o el afianzamiento de una elite específicamente intelectual. Del mismo modo, en las páginas de la Revista de Letras y Ciencias Sociales insiste en la necesidad de impulsar el estudio y la investigación científica. Por citar un ejemplo, en el número 22, de julio de 1906, difunde su conferencia pronunciada en la Sociedad Sarmiento "El estudio y el libro", texto que elogia el modelo de vida consagrada al estudio a la vez exhorta a los lectores a adoptar ese modelo como propio. Sostiene Terán que el estudio constituye una de las más nobles funciones sociales y enaltece esa actividad, que juzga silenciosa y solitaria, por sobre cualquier otra actividad humana:

Un repentino hallazgo en la abstraída ideación del estudioso en la beatitud de su retiro -que la mortecina lámpara de las vigilias alumbra y que la rumorosa y versátil multitud ignora- tiene latencias más profundas y más fértiles descendencias que la prolífica ganadería refinada, las fabulosas combinaciones de los banqueros o la presuntuosa vocinglería de los parlamentos88.

Pese a tal valoración de la práctica intelectual, debido a su procedencia socioeconómica y a su actuación política, Juan B. Terán no puede ser del todo definido como un "intelectual en el sentido moderno del término", según entiende esa figura Oscar Terán, esto es, como "aquel sujeto que legitima su actividad y obtiene su sustento del ámbito estrictamente intelectual". Para el autor, el primer intelectual moderno de la "constelación letrada" del país es José Ingenieros, inmigrante italiano que "no posee linaje, ni riqueza, ni posición política" y cuya identidad social y prestigio derivan del desarrollo de saberes y prácticas letradas; en otras palabras, aquello que lo legitima para hablar no es otra cosa que su saber89. Siguiendo los señalamientos del mismo Oscar Terán, el caso de la figura aquí analizada podría ser comparado quizás con el del ya mencionado Joaquín V. González (abogado proveniente de una familia tradicional de La Rioja que despliega una larga carrera política, que lo lleva incluso a gobernar su provincia y asumir diversos ministerios nacionales, a la vez que forja una muy destacada carrera intelectual), definido por el autor citado como una "figura intermedia entre los gentlemen escritores y los intelectuales en proceso de profesionalización"90. En efecto, aunque su participación en política es considerablemente menor que la de González, es posible pensar que en Juan B. Terán se combina el prestigio social y político de los gentlemen con una consagración a la labor intelectual que roza la profesionalización, si bien no representa para él su medio de sustento ni su única fuente de identidad social. Dicho de otro modo: aunque se trata de una figura de la elite provincial poseedora de un "brillo" social y una situación económica privilegiada, la producción intelectual no significa para él, en el período estudiado aquí, un prestigio accesorio sino una ocupación central de su vida, como se deduce de sus propias manifestaciones al respecto, ciadas más arriba, así como de la consideración de su trayectoria.

Resta considerar la figura de López Mañán91. Al igual que Terán, pertenece a una familia de "estirpe patricia" cuyos apellidos se ven ligados a personajes de la independencia y la denominada organización nacional92. También al igual que Terán, estudia en el Colegio Nacional, se vincula tempranamente a la Sociedad Sarmiento y realiza la carrera de abogacía en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde experimenta el clima intelectual ya descripto al referirme a Terán. Egresa en 1901 y retorna a la provincia, donde instala su estudio jurídico y se incorpora al plantel docente del Colegio Nacional. Ocupa la presidencia de la Sociedad Sarmiento en el período 1905-1906. De su gestión surge la iniciativa de realizar los ya mencionados "cursos libres" que anuncian la futura Universidad y que pone en marcha Terán al suceder a López Mañán como presidente de la institución.

Pero a diferencia de Terán, su participación en política es mucho más acentuada. En 1906 es designado ministro de gobierno de Luis F. Nougués, perteneciente al partido Unión Popular, función que ejerce por dos años, en los que, en palabras de Páez de la Torre (h), se convierte en el "brazo derecho" del gobernador. También en 1906 es elegido diputado provincial y en 1908, diputado nacional por Tucumán, hasta 1912. De su labor parlamentaria se destaca sobre todo el discurso que pronuncia en apoyo a la ley electoral Sáenz Peña, muy comentado en los diarios del país. Hacia 1910 se establece definitivamente en Buenos Aires con su familia. En 1912, la presidencia de Sáenz Peña le ofrece la jefatura de la Dirección General de Agricultura y Defensa Agrícola, cargo en el que permanece dos años en los que promueve numerosos proyectos y obras orientados a la modernización agrícola, que continúa luego como miembro de la Confederación Argentina de Comercio, Industria y Producción, cuya vicepresidencia ocupa en 1919. En Buenos Aires ejerce además la profesión -su estudio de abogado adquiere renombre y se hace cargo de casos de importancia en la época- y la docencia: primero como profesor suplente de Filosofía del Derecho en la Universidad de Buenos Aires, a partir de 1915 como profesor suplente de Legislación industrial y como encargado del dictado del curso integral sobre esa materia. En 1917 la Universidad Nacional de La Plata lo designa catedrático suplente de Sociología en la Facultad de Derecho, cargo al que renuncia en 1921 al ser nombrado profesor con cargo definitivo en Legislación industrial en la Universidad de Buenos Aires. En 1922, a los cuarenta y cuatro años, muere en esa ciudad.

López Mañán da a conocer un solo libro de su autoría, Tucumán antiguo, editado en 1910, que recoge precisamente sus escritos incluidos en la Revista de Letras y Ciencias Sociales. Publica además unos pocos cuentos, difundidos también en la revista, y algunos folletos que recogen el contenido de discursos y leyes, o bien su visión sobre problemas agrarios. Desde la perspectiva de Leoni Pinto, Tucumán antiguo expresa la "poca pero valiosa producción historiográfica" de López Mañán, que juzga truncada por su temprana muerte93. Según lo indicado, Leoni Pinto lo sitúa junto a Terán y a otros autores como parte de una generación que funda la historia científica en la provincia. A sus ojos, constituye "un adelantado cultor de la historia problema y un precursor de la relación entre historia y sociología", que "se preocupó por comprender los procesos, no por el registro de hechos o las cronologías de batallas"94.

López Mañán puede ser definido más cabalmente, quizás, como político que como intelectual. De hecho, el seguimiento de su trayectoria permite advertir que durante la mayor parte de su vida ocupa cargos políticos, que combina con el trabajo como abogado. En menor medida, se dedica también a la docencia: durante su juventud en el Colegio Nacional y en los últimos años de su vida en las universidades de Buenos Aires y La Plata. Sin embargo, interesa destacar que la época de mayor producción intelectual de López Mañán corresponde precisamente a los años de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, etapa en las que escribe los trabajos luego recogidos en su único libro, por el que se lo reconoce como historiador. En esa época asume con seriedad la labor intelectual, y al igual que Terán, brega en las páginas de la revista por el desarrollo cultural de la provincia y por la necesidad de estimular la ciencia y el estudio, sobre todo en los campos de la historia y de la sociología.

Focalizando ahora el papel de cada una de las figuras analizadas en relación con la revista, puede decirse que Jaimes Freyre, Terán y López Mañán no son sólo los fundadores, sino, sin duda, los principales encargados de su realización. Jaimes Freyre se ocupa de todo lo relacionado con la literatura: asume especialmente la responsabilidad de conseguir las colaboraciones externas, redacta comentarios de libros y revistas, así como breves crónicas sobre la actualidad cultural internacional. Da a conocer, además, algunos cuentos, avances de una novela histórica (Los jardines de Academo, que no llega a publicarse) y de un libro de viajes en preparación, y también, aunque en menor medida, unos pocos poemas. La mayor parte de esa producción no es recogida luego en volumen, a diferencia de sus estudios de versificación, que aparecen luego en sus Leyes de la versificación castellana de 1912 y habían sido anticipados en la revista. En algunos números Jaimes Freyre no escribe, pero en todas las entregas, en cambio, es posible leer uno o más textos de Terán, firmados con su nombre, sus diversos seudónimos o las respectivas iniciales95. Él es además uno de los principales responsables de la sección "Jurisprudencia" -que publica información sobre ciertos casos de los tribunales locales-, realiza la mayor parte de las reseñas bibliográficas, difunde sus propios ensayos sobre temas sociológicos y jurídicos -luego recogidos en su primer libro-, las conferencias pronunciadas por él en la Sociedad Sarmiento, así como sus artículos sobre aspectos de la actualidad provincial. Asimismo, Terán introduce las polémicas en la publicación: en uno de los primeros números discute con Lugones y, más adelante, con Unamuno96. En un comienzo, López Mañán escribe, al igual que Terán, en casi todos los números. Si bien difunde algunos cuentos de su autoría, sus colaboraciones giran sobre todo en torno a la historia provincial y nacional: es el principal responsable de seleccionar, anotar y comentar diversos documentos históricos inéditos que la revista transcribe de modo sistemático. Sin embargo, a partir del número 19, de abril de 1906, deja, abruptamente, de escribir en la revista. Su ausencia desde entonces coincide con su asunción como ministro de gobierno de la gestión de Nougués. No obstante, López Mañán continúa figurando como fundador y como redactor hasta la última entrega, acaso debido a un gesto de lealtad de Jaimes Freyre y de Terán hacia el amigo con el que habían gestado el proyecto.

Los colaboradores de Tucumán. Rasgos de un grupo

Para llevar adelante la empresa los tres fundadores y principales encargados de su puesta en marcha cuentan con la colaboración cercana de ciertas figuras residentes en Tucumán que pueden ser consideradas como parte del grupo realizador de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, si bien en ningún momento llegan a vincularse a ella de modo formal. Por su asidua aparición en la publicación o bien por el contenido de ciertos testimonios que cito más adelante, es posible mencionar en tal sentido a José Ignacio Aráoz, Alberto Rougés, Juan Heller, Miguel Lillo, Germán García Hamilton, Abraham Maciel y Ubaldo Benci97. Me referiré brevemente a cada uno de ellos para luego analizar los rasgos del grupo en conjunto.

Al igual que Terán y que López Mañán, José Ignacio Aráoz98 proviene de una antigua familia de origen hispánico cuyos miembros despliegan una intensa vida pública, en especial a lo largo del siglo XIX. Cursa el bachillerato en el Colegio Nacional y luego realiza la carrera de Derecho en Buenos Aires. Muy joven, en 1903, se desempeña como juez federal y en 1907 integra la Convención para la Reforma de la Constitución Provincial. Ejerce más adelante la abogacía y se dedica a la actividad agraria en la estancia La Florida, propiedad de su familia. Es uno de los integrantes del Consejo fundador de la Universidad de Tucumán -donde acompaña a Terán como primer vicerrector- y miembro permanente de la Sociedad Sarmiento desde su juventud. Despliega una constante actividad política, primero en el marco del régimen conservador (es concejal en 1917 por el Partido Liberal); luego organiza partidos que aspiran a ser más democráticos y a defender los intereses de más vastos sectores agrarios. Es senador provincial en 1928, hasta el golpe de estado de 1930, y posteriormente diputado nacional, por dos períodos, a partir de 1931.

Hijo de un inmigrante francés casado con la tucumana Mercedes Mañán y propietario del ingenio Santa Rosa, Alberto Rougés99 -primo hermano de López Mañán estudia en el Colegio Nacional y se gradúa como abogado en la Universidad de Buenos Aires, al igual que su primo. Se dedica, sin embargo, a la actividad industrial y, de modo cada vez más sistemático, al estudio y la reflexión filosófica. Con el tiempo llegaría a ser considerado como uno de los filósofos más significativos y originales del país en la primera mitad del siglo XX100. Integra el Consejo fundador de la Universidad de Tucumán, a la que se vería vinculado en distintas etapas de su vida y de la que sería elegido rector poco antes de su muerte en 1945101. Sobre todo a su iniciativa se debe la creación del Instituto Miguel Lillo, constituido con el legado de Lillo, figura muy admirada por Rougés. No participa activamente en política, aunque asume algunos cargos públicos: es convencional para la reforma de la Constitución en 1907, miembro del Consejo Provincial de Educación en 1928 y presidente del Consejo Nacional de Educación del Distrito de Tucumán en 1931, ocasión en la que organiza una campaña contra el analfabetismo.

Juan Heller102 -hijo de un oficial de marina mercante danés afincado en Tucumán, uno de los propietarios del ingenio La Trinidad, que sin embargo muere joven- también estudia en el Colegio Nacional y en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, donde estrecha amistad con Terán y López Mañán. La época de su pasaje por la Universidad es la única en la que milita en política: ejerce una vocalía en el Comité Universitario Radical, que presidía otro tucumano, Miguel Campero (luego gobernador de la provincia en dos períodos). Heller frecuenta la Sociedad Sarmiento desde joven y es elegido presidente de la institución en 1912. Integra el Consejo fundador de la Universidad, donde es vicerrector entre 1920 y 1922, y en 1925. Es, por otra parte, uno de los creadores del Museo de Bellas Artes de la provincia. Sucede a Jaimes Freyre como profesor de literatura en el Colegio Nacional y se dedica además a la traducción de poesía y de prosa del italiano, el inglés y el francés. Ejerce la profesión hasta 1928, año en que ingresa en la magistratura judicial. En 1929 es nombrado presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, cargo que desempeña hasta el final de su vida (1950).

El caso de Miguel Lillo103 contrasta con el de las figuras consideradas hasta aquí. Mayor que Terán, López Mañán, Aráoz, Heller y Rougés (nacidos entre 1875 y 1883), Lillo (nacido en 1862 o 1864)104 sería profesor de algunos de ellos en el Colegio Nacional. Hijo de madre soltera, criado por ella y sus hermanas en una casa quinta de lo que entonces eran las afueras de la ciudad, es becado por el gobierno provincial para realizar el bachillerato en el Colegio Nacional. Se dedica luego, en forma autodidacta, al estudio de la física, la química, la botánica y la zoología, pero se inclinaría sobre todo por la historia natural. Al fundarse la Oficina Química Municipal en 1885 es nombrado ayudante del químico alemán Federico Schickendantz, a quien sucede después como director de la Oficina. Ejerce la docencia en el Colegio Nacional -primero como ayudante de Física y Química y posteriormente como profesor de Física- y en la Escuela Normal, donde es nombrado profesor de Ciencias Naturales en 1889. Pese a no haber realizado estudios formales, la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires reconoce sus conocimientos y le concede en 1905 un certificado de competencia en Química, que le sirve de título habilitante. Más adelante sería miembro honorario, de número y correspondiente de diversas academias y sociedades científicas del país y del extranjero. Integra el Consejo fundador de la Universidad de Tucumán. Toda su vida estaría consagrada a la investigación y el estudio en el campo de las ciencias naturales. Con su legado - valiosas colecciones, herbarios, biblioteca científica especializada- se constituye el Instituto Miguel Lillo, perteneciente a la Universidad y conducido en un comienzo por Rougés, según lo indicado.

En cuanto a Germán García Hamilton,105 periodista y poeta uruguayo, cabe indicar que él inicia su carrera periodística en Montevideo, donde además publica poemas en la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, en la que había colaborado también Jaimes Freyre. Emigrado político, al igual que su hermano Alberto, García Hamilton llega a fines del siglo XIX a Tucumán. En la provincia, León Rosenvald, que había vivido un tiempo en Uruguay y era entonces propietario de El Orden, ofrece trabajo en su diario a ambos hermanos. Más adelante, en 1912, Alberto fundaría, con la colaboración de Germán, su propia empresa, La Gaceta. Además de ejercer el periodismo y de dedicarse a la poesía, Germán interviene en política: en la época de la Revista de Letras y Ciencias Sociales se desempeña como interventor municipal de Monteros durante la gobernación de Luis F. Nougués. Reside en Tucumán hasta 1919, año en que se traslada nuevamente a Buenos Aires. Sus poemas, publicados en diarios y revistas, nunca serían editados en volumen.

Queda considerar a Abraham Maciel y Ubaldo Benci106. El primero actúa en los campos de la docencia, el periodismo y la política. En este último ámbito, se desempeña como secretario del gobernador de Tucumán (Olmos) en 1904 y 1905, como vocal del Consejo General de Educación en 1905, como diputado provincial de 1910 a 1914, durante los gobiernos de Frías Silva y Padilla, y luego como concejal municipal en la década de 1930. Enseña en el Colegio Nacional durante treinta años. En la época de la Revista de Letras y Ciencias Sociales integra el plantel docente de la institución, como profesor de castellano e instrucción cívica, junto a Terán, López Mañán y Jaimes Freyre. Además, Maciel había sido compañero de López Mañán en ese colegio. Durante los años de publicación de la revista, Benci también se desempeña como profesor, a cargo de la cátedra de italiano, en el Colegio Nacional. Benci estaba entonces vinculado además a la Sociedad Sarmiento. Es el responsable del dictado de uno de los "cursos libres" en los que se anuncia, según lo expuesto, la idea de creación de la Universidad de Tucumán. Más adelante, en 1910, sería elegido presidente de la asociación.

En conjunto, las figuras mencionadas colaboran en la Revista de Letras y Ciencias Sociales con ensayos inéditos, con poemas, con la transcripción de discursos pronunciados por ellas en distintos ámbitos -colaboraciones que en unos pocos casos ocupan un lugar destacado en los números-, pero sobre todo con breves reseñas y comentarios incluidos en las secciones bibliográficas, así como con traducciones. La asunción de tareas tales como la crítica de libros y revistas o la traducción, que forman parte de una labor más bien interna de la publicación, puede ser pensada como síntoma de una estrecha vinculación con el proyecto de la revista. Así, no resulta extraño que algunos de ellos hayan sentido ese proyecto como propio. Tal es el caso de Aráoz, que en las exequias de López Mañán visualiza a la revista como expresión del grupo de amigos del que había sido parte: "Formábamos reducida cofradía para el culto de la amistad y del ideal, y era su medio nuestra ciudad natal de Tucumán. De ello surgió la Revista de Letras y Ciencias Sociales que guarda en sus páginas tal vez las mejores producciones de Julio López Mañán (...)107. Quizás otros colaboradores frecuentes de Tucumán como los mencionados hayan compartido esa percepción de Aráoz y se hayan sentido parte de la empresa. En tal sentido, ellos constituirían también parte, junto a los tres fundadores, del "nosotros" de la Revista de Letras y Ciencias Sociales.

Se trata de un grupo singular108, de una formación cultural que no puede ser definida cabalmente sin tomar en consideración una serie de matices relacionados con los variados orígenes sociales de sus integrantes, las relaciones que los vinculan entre sí, los proyectos y los escenarios comunes, la dispar participación en política y, sobre todo, el lugar otorgado a la cultura y a la actividad intelectual. Como puede advertirse, más de la mitad de sus miembros proviene de la elite tucumana -sector en el que, según lo indicado, convergen familias antiguas (como los Terán o los Aráoz) con inmigrantes llegados a mediados del siglo XIX (como el caso de los Rougés, entre otros)- y actúa en un mismo y reducido círculo social, unido por lazos estrechos de amistad y de parentesco (como he indicado antes, López Mañán es tío de Terán y primo de Rougés; además, una hermana de Terán y una hermana de Heller se casan con dos hermanos de Rougés). Sin embargo, también integran el grupo figuras que no pertenecen a ese sector, como Jaimes Freyre (cabe recordar que proviene de una familia boliviana de prestigio político, social e intelectual pero que carece del poder económico de la elite tucumana), Lillo (a cuyo origen modesto me he referido ya) y García Hamilton (exiliado del Uruguay). El dato es especialmente significativo en el caso de los dos primeros, por cuanto se trata de personas muy admiradas en el seno del grupo, donde ocupan un lugar tutelar debido a sus conocimientos literarios y científicos y al prestigio alcanzado en esos campos. Ambos son, además, mayores que el resto: en la época de la Revista de Letras y Ciencias Sociales sus trayectorias estaban, por lo tanto, más avanzadas y ambos gozaban ya de consagración intelectual.

Pese a las diferencias indicadas, la casi totalidad de los miembros del grupo actúa, en Tucumán, en las mismas instituciones. En los años de la revista, la mayoría enseña en el Colegio Nacional (donde por otra parte todos los integrantes tucumanos se habían educado) y forma parte de la Sociedad Sarmiento, institución que se ve dirigida de modo prácticamente ininterrumpido por el grupo desde 1905 hasta la época de inauguración de la Universidad (durante ese lapso, actúan como presidentes López Mañán, Terán -por tres períodos consecutivos-, Benci, nuevamente Terán y Heller). Asimismo, la mayoría participa en la proyección y puesta en marcha de la Universidad de Tucumán, cuyo germen ya está anunciado en el primer número de la Revista de Letras y Ciencias Sociales. Además de Terán, ideólogo de la casa de estudios, integran el Consejo fundador Jaimes Freyre, Lillo, Aráoz, Heller, y Rougés109. Según lo expuesto, algunos de ellos ocuparían luego los cargos de rector y de vicerrector, además de ejercer la docencia en tal marco. Puede advertirse así que el grupo está estrechamente ligado a las instituciones culturales de Tucumán: tiene como cuna al Colegio Nacional y a la Sociedad Sarmiento y a su vez crea una nueva institución: la Universidad de Tucumán. En tal sentido, la esfera de acción de la formación cultural va más allá de la publicación de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, si bien ella parece significar para el grupo una instancia clave de consolidación en el momento de emergencia de su proyecto cultural; instancia que permite que los lazos existentes entre sus miembros se desplieguen con mayor plenitud. En efecto, la revista constituye la primera manifestación colectiva de ese núcleo aglutinado en Tucumán, a partir de la cual el grupo adquiere -y hace pública- su identidad de tal. En una carta enviada a López Mañán en 1912, Jaimes Freyre evoca con nostalgia los años de realización de la revista, que visualiza como una época feliz, propicia para la labor conjunta, el encuentro diario, la conversación frecuente:

Recibí con sumo placer su afectuosa carta. Ciertamente, empezaba a ser demasiado largo nuestro silencio, y yo no cesaba de protestar contra él en mi fuero interno. Noticias suyas llegábanme de cuando en cuando, por Juan [Terán] y por los diarios. ¡Bien lejos están aquellas tenidas diarias de la hospitalaria redacción de la revista! Ha soplado un viento que nos dispersa. A Ud. lo veo en apariciones rápidas, desde hace cinco años. José Ignacio [Aráoz] viaja por el otro mundo (su última tarjeta es de Venecia), Juan [Terán] se ha convertido en el oso de las cavernas, no se le ve jamás. Sólo yo, como esa esfinge núñez de arciana (sic) que Ud. gustaba de evocar, sigo inmóvil, llevo la misma vida, me aburro lo más concienzudamente que puedo, leo inmensamente, viciosamente, inútilmente, y escribo muy de tarde en tarde algún discurso de ocasión, algún estudio literario, alguna estrofa... (...) Y siempre que tenga Ud. un cuarto de hora disponible, dedíquelo a escribirme unas líneas. Me probarán que no me olvida el amigo queridísimo, el (?) de los buenos tiempos110.

El "placer del colectivo"111 parece haber sido una de las razones de ser de la revista y los años de su publicación parecen haber configurado, de acuerdo con la carta de Jaimes Freyre, el momento de mayor cohesión de los integrantes de la formación cultural. Al igual que ese texto epistolar, otros testimonios revelan también, aunque sin referirse específicamente a la revista, una conciencia de grupo, del que se destaca sobre todo la acción en el plano cultural. Así, al hablar de Aráoz en el discurso pronunciado luego de la muerte de esa figura en 1941, Heller lo evoca como parte de un grupo junto a Jaimes Freyre, Terán y López Mañán: "Después de un breve paso por la Justicia Federal de esta sección, [Aráoz] inició su vida pública e integró, con Julio López Mañán y Juan B. Terán, ese grupo que un artista magnífico -Ricardo Jaimes Freyre- completaba, y alrededor del cual giró la cultura tucumana por muchos años"112. Por su parte, en una nota periodística de 1939 Aráoz evoca ciertas escenas colectivas, en las que incluye figuras como las de Ernesto Padilla y Alberto García Hamilton. Se trata de escenas propias, en palabras de Aráoz, de "tiempos pasados de noble inquietud cultural que conviene recordar":

Cuando el gobernador Padilla, para dar variedad y amplitud a nuestros gustos musicales (...) nos sometía a la dura prueba de sus audiciones oficiales de lieders germanos (...), cuando Alberto Rougés se empeñaba en enseñarnos a todos filosofía, y Jaimes Freyre en familiarizarnos con las más refinadas y armoniosas formas poéticas, y Juan B. Terán en demostrarnos, con almuerzos en la Escuela Sarmiento, cómo podrían prepararse, con muy poco dinero, comidas sanas, variadas y alimenticias por sus contenidos en calorías; y cuando con López Mañán y Alberto García Hamilton, cabal periodista, trabajábamos tesoneramente por reformas legales, sociales y políticas, anticipadas a las posibilidades y reclamos de la mentalidad y costumbres de esos años113.

La "inquietud cultural" de la que habla Aráoz parece ser uno de los principales factores de cohesión del grupo. En efecto, es posible pensar que aquello que motiva la agrupación de sus miembros es una preocupación por la cultura que hasta el momento no parecía haberse manifestado en Tucumán con la fuerza de un proyecto sistemático sustentado en el afán de organizar la cultura letrada local. Este señalamiento no implica desde luego obliterar que, según se desprende de lo expuesto hasta aquí, la cultura no es el único campo en el que actúan las figuras estudiadas. Muchos de ellos son políticos (sobre todo López Mañán y Aráoz); otros exhiben una participación más lateral en ese terreno (como Jaimes Freyre o Terán) o bien una militancia aún más escasa (Lillo, Rougés, Heller). De todas maneras, en conjunto, la formación cultural está estrechamente ligada al poder político, en especial a ciertos gobiernos del régimen conservador como, durante la época de realización de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, el de Luis F. Nougués (cuya "mano derecha" era, según lo indicado, López Mañán; cabe reiterar además que García Hamilton también ocupa cargos durante ese mandato y que Maciel se había desempeñado como secretario del gobernador anterior) y, posteriormente, el de Padilla, cuyo apoyo resulta fundamental para la creación de la Universidad.

No obstante, en lo que atañe a las ideas políticas de los distintos integrantes, se observa que el predominio conservador se ve matizado por el socialismo de Jaimes Freyre, la breve militancia radical de Heller en su época de estudiante universitario, la probable filiación también radical de García Hamilton114, así como las nuevas organizaciones partidarias impulsadas por Aráoz. El mismo Aráoz afirma al recordar esos tiempos pasados en los que el grupo había actuado: "éramos de la elite y (...) dragoneábamos de progresistas intelectuales"115. Tal progresismo se relaciona quizás con el liberalismo en el que la mayor parte del grupo había sido educada, así como con el afán modernizador y la mirada internacionalista -presentes en la Revista de Letras y Ciencias Sociales- que muchos de ellos exhiben en su juventud, en sintonía con el clima de fines del siglo XIX y comienzos del XX. De todas maneras, cabe mencionar que con el tiempo ciertas figuras revelarían posturas más conservadoras y tradicionalistas, ligadas en algunos casos al nacionalismo, como sobre todo, y de acuerdo con Leoni Pinto, Terán y Rougés116. Además, ambos asumen, como he mencionado antes, cargos públicos durante el golpe de estado de 1930. Por otra parte, las ideas sociales y económicas de algunos integrantes pueden ser definidas como progresistas o de avanzada. Dando cuenta de ello, López Mañán, que participa en los primeros años del siglo en actividades de organizaciones de trabajadores de orientación socialista117, sustenta, a ojos de Leoni Pinto, "ideas renovadoras para superar el presente y conquistar el futuro" dirigidas al logro de la industrialización y a la conquista de nuevos mercados a través de la unidad latinoamericana118. También puede advertirse cierto progresismo en las ideas científicas y modernas con las que Terán proyecta la Universidad de Tucumán, que no es pensada como una institución centrada en las denominadas carreras liberales, tradicionalmente ligadas a las clases dirigentes, sino orientada en un comienzo a formar técnicos e ingenieros capaces de impulsar el desarrollo industrial de la región.

Lo expuesto hasta aquí lleva a pensar que no hay en el grupo una plena coincidencia política o ideológica, como tampoco una misma adhesión a escuelas o movimientos determinados (en la formación conviven ideas liberales con socialistas; y el modernismo de Jaimes Freyre se cruza con la fuerte impronta positivista en la que son educados la mayoría de los tucumanos). La unidad del grupo parece en cambio residir, más allá de los ya mencionados estrechos vínculos personales, en el plano cultural. En efecto, es posible reconocer la presencia de una voluntad común de promover el desarrollo de la cultura en Tucumán, de organizar y dinamizar la vida intelectual local tanto a partir de la Revista de Letras y Ciencias Sociales como de la labor en la Sociedad Sarmiento y del proyecto de Universidad. Ese afán está ya anunciado en la citada declaración de principios de la revista, donde se manifiesta el propósito de formar en la provincia un "centro propio de desenvolvimiento intelectual" a partir de la asociación de todos los "factores de cultura" existentes o proyectados allí. Además de la realización de una revista y de la dirección o la creación de instituciones, la preocupación cultural se manifiesta también en la propia producción intelectual de los integrantes de la formación (sobre todo en los casos de Jaimes Freyre, Terán, López Mañán, Rougés, Lillo). Al respecto, se observan diferencias relacionadas sobre todo con el orden de lo disciplinario. La producción de Jaimes Freyre es de índole eminentemente literaria en los años de la publicación, aunque luego se aboca también a la investigación historiográfica; Terán y López Mañán intervienen en esa época especialmente desde el campo de la historia, en un cruce no obstante con la sociología; la producción de Lillo se inscribe en el ámbito de las ciencias naturales; en el caso de Rougés, una de sus colaboraciones en la revista anuncia ya sus preocupaciones filosóficas, a las que más tarde se consagraría por completo. La presencia de cruces disciplinarios es uno de los rasgos de la formación cultural, que se ve reflejado con nitidez en los textos de la Revista de Letras y Ciencias Sociales.

En la formación confluyen figuras que revelan distintos modos de intervención intelectual (un escritor en el sentido moderno del término, historiadores que enfocan de modo ya científico su labor, un autor que luego emergería como un filósofo casi profesional, un científico naturalista especializado en botánica y zoología). Pese a esa diversidad de intereses, en conjunto, ellos asumen la producción intelectual en las distintas disciplinas abordadas con seriedad y dedicación, como una ocupación autónoma, que no obstante comparten, según lo anticipado en relación con Terán y Jaimes Freyre, con otras actividades en la mayoría de los casos, salvo, quizás, en el de Lillo. En tal sentido, es posible definir a la formación cultural realizadora de la Revista de Letras y Ciencias Sociales como un equipo de intelectuales -o más estrictamente y siguiendo los señalamientos antes mencionados de Oscar Terán- de intelectuales en vías de profesionalización y de figuras intermedias entre éstos y los gentlemen, cuyo principal capital, aunque no único, es el cultural. Ellos instalan a comienzos del siglo XX en Tucumán una conciencia sobre la cultura y un modo de practicarla que influirán en el desarrollo posterior de la vida intelectual provincial y que serán percibidos por figuras y proyectos surgidos luego como componentes significativos de una "tradición" cultural local119.

 

Citas y Notas:

1. Profesora y Licenciada en Letras. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán y becaria de CONICET.

2. Coser, Lewis, Hombres de ideas. El punto de vista de un sociólogo, Fondo de Cultura Económica, México, 1968 [1965].         [ Links ]

3. Altamirano, Carlos y Beatriz Sarlo, "Del campo intelectual y las instituciones literarias", Literatura/ Sociedad, Edicial, Buenos Aires, 1993, pp. 97ss.         [ Links ]

4. Williams, Raymond, Sociología de la cultura, Paidós, Barcelona, 1994 [1981], pp. 53ss.         [ Links ]

5. La Revista de Letras y Ciencias Sociales es uno de los objetos examinados en mi trabajo de tesis doctoral "Literatura, vida intelectual y revistas culturales en Tucumán (primera mitad del siglo XX)", finalizado recientemente bajo la dirección de la Dra. Victoria Cohen Imach, y que se ocupa también de otras publicaciones periódicas de la provincia como Sustancia (1939-1943), Cántico. Poesía y poética (1940), y los cuadernos y boletines publicados en 1944 por el grupo La Carpa, constituido por escritores y artistas del Noroeste argentino. He estudiado además la Revista de Letras y Ciencias Sociales en un trabajo anterior. Martínez Zuccardi, Soledad, Entre la provincia y el continente. Modernismo y modernización en la Revista de Letras y Ciencias Sociales (Tucumán, 1904-1907), Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 2005.         [ Links ] Algunas de las conclusiones de ese trabajo, especialmente las ligadas al análisis del grupo realizador de la revista, han sido revisadas luego en el marco del citado trabajo de tesis doctoral del que el presente artículo forma parte.

6. Romero, Luis Alberto, Breve historia contemporánea de la Argentina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2004 [1994], p. 22.         [ Links ]

7. Guy, Donna J., Política azucarera argentina: Tucumán y la generación del 80, Fundación Banco Comercial del Norte, Tucumán, 1981, p. 13.         [ Links ]

8. Ibídem, p. 145.

9. Ibídem, p. 14. Cabe destacar la existencia de perspectivas encontradas en torno al proteccionismo de la industria azucarera tucumana. Así, Roberto Pucci, quien cuestiona y matiza la idea de un favoritismo por parte del Estado nacional, revela que dicha política protectora no siguió un curso lineal sino conflictivo y que ella no es el resultado de una simple "concesión" central, sino de "una pugna que asumió la forma de conflicto abierto en algunas ocasiones, de negociación de sectores, en otras, entre los grupos dominantes del Litoral y la burguesía agroazucarera de la provincia mediterránea". Agrega además que el proteccionismo constituyó, "más propiamente, un conjunto de medidas relativamente moderadas de nacionalismo económico, sostenidas por lo demás de manera errática". Pucci, Roberto, "Azúcar y proteccionismo en la Argentina, 1870-1920. Un conflicto regional entre la burguesía mediterránea y el Litoral agroexportador", en Daniel Campi (comp.), Estudios sobre la historia de la industria azucarera argentina, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, pp. 86-87.         [ Links ]

10. Bravo, María Celia y Daniel Campi, "Elite y poder en Tucumán, Argentina, segunda mitad del siglo XIX. Problemas y propuestas", Secuencia 47 (nueva época), mayo-agosto, pp. 75- 91.         [ Links ]

11. Páez de la Torre, Carlos (h), Historia de Tucumán, Plus Ultra, Buenos Aires, 1987, pp. 593-602.         [ Links ]

12. Rosenzvaig, Eduardo, Historia social de Tucumán y del azúcar. El Ingenio, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1986, pp. 190ss.         [ Links ]

13. Ibídem, pp. 179-189.

14. Rama, Ángel, Las máscaras democráticas del modernismo, Fundación Ángel Rama, Montevideo, 1985, pp. 31ss.         [ Links ] La inmigración, la urbanización creciente, la movilidad social, las transformaciones educativas, religiosas y doctrinales, la instalación de una "hora internacionalista" en la cultura son, entre otros, algunos de los fenómenos que para Rama definen la modernización de América Latina, proceso que desde su perspectiva se extiende aproximadamente desde 1870 a 1920.

15. Rossi, Silvia Elina, "La ciudad como imagen de los procesos culturales de su tiempo", La generación del Centenario y su proyección en el Noroeste argentino (1900-1950), Centro Cultural Alberto Rougés, Fundación Miguel Lillo, Tucumán, 2002, p. 87.         [ Links ]

16. Romero, José Luis, Latinoamérica. Las ciudades y las ideas, Siglo XXI, Buenos Aires, 2001 [1976].         [ Links ]

17. Rosenzvaig, E., op. cit., p. 183.

18. Cerviño, Rodolfo, Del Colegio San Miguel al Colegio Nacional. Dos etapas de cultura en Tucumán, Colegio Nacional Bartolomé Mitre/Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1964.         [ Links ]

19. Kreibohm, Enrique, Un siglo de cultura provinciana. Aportaciones históricas alrededor de la vida de una institución tucumana. De la Sociedad Sarmiento a la Universidad, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1960, pp. 36-37.         [ Links ]

20. Páez de la Torre, C. (h), Crónica histórica de la Universidad Nacional de Tucumán. Período 1914- 1923. La etapa provincial y los comienzos de la nacionalización, Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 2004, pp. 15-18.         [ Links ]

21. Vignoli, Marcela, "La Sociedad Sarmiento y su vinculación con la construcción de un imaginario cívico-nacional: las peregrinaciones patrióticas de la juventud durante la década de 1890", La generación del Centenario y su proyección en el Noroeste argentino (1900-1950), Centro Cultural Alberto Rougés, Fundación Miguel Lillo, Tucumán, 2006, p. 356.         [ Links ]

22. Hacia 1900, la biblioteca contaba con alrededor de nueve mil volúmenes. Lizondo Borda, Manuel (dir.), La Sociedad Sarmiento en su cincuentenario (1882-1932), S. e., Tucumán, 1932, pp. 29-30.         [ Links ]

23. Ibídem, p. 40.

24. Billone, Vicente Atilio, "Revistas literarias tucumanas. De El Porvenir (1882-1883) a la Revista de Letras y Ciencias Sociales (1904-1907)", Humanitas. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán XVII/23, 1972.         [ Links ]

25. García Soriano, Manuel, El periodismo tucumano (1817-1900). Ensayo de investigación sobre un aspecto de la cultura de Tucumán durante el siglo XIX, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1972.         [ Links ]

26. Billone, V. A., op. cit.

27. Billone, V. A., "Tucumán y sus revistas literarias. A propósito de una reaparición", Norte I/1 (tercera época), diciembre, 1975,         [ Links ] p. 9.

28. Lagmanovich, David, "Perfil de algunas revistas tucumanas de cultura", La generación del centenario y su proyección en el Noroeste argentino (1900-1950), Centro Cultural Alberto Rougés, Fundación Miguel Lillo, Tucumán, 2004, p. 212.         [ Links ]

29. Carilla, Emilio, "La Revista de Letras y Ciencias Sociales", Ricardo Jaimes Freyre, Ediciones Culturales Argentinas, Buenos Aires, 1962, p. 73.         [ Links ]

30. "Prospecto", Revista de Letras y Ciencias Sociales I/1, julio de 1904, pp. 3-4.         [ Links ]

31. Carter, Boyd G., Historia de la literatura hispanoamericana a través de sus revistas, De Andrea, México, 1968;         [ Links ] y Lafleur, Héctor René, Sergio D. Provenzano y Fernando P. Alonso, Las revistas literarias argentinas, 1832-1967, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1968.         [ Links ]

32. Si bien, y dados el carácter embrionario del desarrollo cultural local en la época y la todavía estrecha relación con el poder político -aspecto que analizo más adelante-, no resulta del todo viable pensar ese gesto en el sentido relativamente autónomo que, según se sabe, confiere Pierre Bourdieu a la noción de campo intelectual, es posible destacar la voluntad manifiesta en la declaración de la revista de comenzar a organizar en la provincia lo que puede entenderse como un área diferenciada de la vida social, centrada en la producción y el intercambio de bienes específicamente culturales.

33. En relación con otras publicaciones de la época, esa doble mirada a las ciencias y a las letras no resulta novedosa. Por el contrario, es frecuente en esos años de auge de revistas argentinas e hispanoamericanas. En los citados trabajos de Carter y de Lafleur, Provenzano y Alonso es posible encontrar referencias a numerosas publicaciones cuyos títulos o subtítulos expresan líneas similares, como la Revista de Derecho, Historia y Letras (Buenos Aires, 1898-1923), Ciencias y Letras, (La Plata, 1896), Estudios, revista mensual de "Historia, Ciencias y Letras" (Buenos Aires, 1901-1905), la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales (Montevideo, 1895-1897), Revista Nacional de Letras y Ciencias (México, 1889-1890), Letras y Ciencias (Santo Domingo, 1892-1898), por citar algunos ejemplos.

34. Tan sólo el número final (37-39), presenta un carácter trimestral.

35. En efecto, las direcciones de la Imprenta Modelo, primero en Las Heras 765, y luego en Maipú 60 y 62, coinciden con las de los talleres tipográficos de la revista. La imprenta figura además en los avisos de la propia revista como la "casa editora de la Revista de Letras y Ciencias Sociales".

36. Es posible encontrar además avisos de librerías como "Colón", "Hispanoamericana" o la "Librería Francesa de Adriano Ribet" -que funcionaba en Tucumán como agencia de publicaciones de Buenos Aires como La Nación o Caras y Caretas, y cuyas novedades eran anunciadas en el interior de la revista-, casas de comercio como "Sastrería París-Londres", "Tienda La Gran Vía", "Casa Chêne", entre muchos otros.

37. Rivera, Jorge B., El escritor y la industria cultural, Atuel, Buenos Aires, 1998, p. 26.         [ Links ]

38. Revista de Letras y Ciencias Sociales IV/19, abril de 1906, p. 34.         [ Links ]

39. Ambos proyectos son analizados en el mencionado estudio anterior sobre la Revista de Letras y Ciencias Sociales (Martínez Zuccardi, S., op. cit.).

40. Para trazar la trayectoria de Jaimes Freyre, sigo sobre todo los señalamientos de Carilla en el volumen que dedica a la vida y la obra del escritor (Ricardo Jaimes..., op. cit.), así como los datos y las valoraciones presentes en semblanzas realizadas por Juan B. Terán ("Ricardo Jaimes Freyre", Nosotros 78-79/287, abril de1933) y Eduardo Joubin Colombres ("Estudio Preliminar sobre la personalidad y la obra del autor", en Ricardo Jaimes Freyre, Poesías Completas, Buenos Aires, Claridad, 1944),         [ Links ] y en un estudio de Mireya Jaimes Freyre (Modernismo y 98 a través de Ricardo Jaimes Freyre, Gredos, Madrid, 1969).         [ Links ]

41. Jaimes Freyre, M., op. cit., p. 12.

42. Carilla, E. op. cit., pp. 11-18.

43. Rama, Á., op. cit., pp. 112-113.

44. Al parecer, Jaimes Freyre se dirigía a las aguas termales de Rosario de la Frontera (Salta) y, al pasar por Tucumán, Alejandro Sancho Miñano, comerciante español establecido allí y amigo de "Brocha Gorda", lo convence respecto a quedarse. Carilla, E., op. cit., p. 59.

45. Terán, J. B., op. cit., pp. 280-282.

46. Joubin Colombres, E., op. cit., pp. 30-31.

47. Las funciones que ejerce en la Sociedad Sarmiento son: Vicepresidente Primero (1903), Director de la Biblioteca (1907-1908), Vicepresidente Segundo (1909), Vicepresidente Primero (1911-1912), Vocal (1915-1916 y 1921-1933). Carilla, E., op. cit., p. 68.

48. Joubin Colombres, E., op. cit., p. 32.

49. Terán, J. B., op. cit., p. 282.

50. Billone, V. A., Tres generaciones de poetas de Tucumán, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1995, p. 18.         [ Links ]

51. Carilla, E., op. cit., pp. 61-64; 145-148.

52. Ellos son: Tucumán en 1810, Historia de la República de Tucumán, El Tucumán del siglo XVI, El Tucumán Colonial, Historia del descubrimiento de Tucumán

53. Joubin Colombres, E., op. cit., pp. 65-66.

54. Altamirano, Carlos y Beatriz Sarlo, "La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos", Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Ariel, Buenos Aires, 1997 [1983], pp. 161-170.         [ Links ]

55. Además de sus libros de poemas Castalia bárbara y Los sueños son vida, es autor del drama bíblico La hija de Jefté (1899), del drama Los conquistadores y del estudio Leyes de la versificación castellana (1912). Publica asimismo algunos cuentos -tres aparecen en la Revista de Letras y Ciencias Sociales- , que no llega a recoger en libro. La revista difunde también capítulos de una novela en preparación y de un libro de viajes, que tampoco son editados.

56. Rama, Á., op. cit., p. 40.

57. Joubin Colombres relata que al llegar Jaimes Freyre a Chile, luego de ser designado Ministro de Bolivia en ese país, "los diarios más hablaron del poeta y del escritor, que del Ministro", op. cit., p. 44.

58. Ibídem, p. 17.

59. En marzo de 1903 el poeta pronuncia en la Sociedad Sarmiento una conferencia en defensa del socialismo, como respuesta a una conferencia anterior del padre Grotte, a quien Rosenzvaig alude como "director de los círculos católicos obreros en la Argentina". Jaimes Freyre y Grotte entablarían luego, en el marco de una tercera conferencia realizada en la institución, una acalorada polémica. Rosenzvaig agrega que a raíz del debate "el auditorio enardecido improvisó dos marchas en la calle, una de apoyo a Grotte y otra a Freire (sic)", op. cit., pp. 184-185.

60. Joubin Colombres, E., op. cit., p. 18.

61. Leoni Pinto, Ramón A., "Historiografía de Tucumán (1880-1950). Autores, obras y problemas", La historia como cuestión. In Memoriam Antonio Pérez Amuchástegui, Canguro, La Rioja, 1995, p. 69.         [ Links ]

62. Para trazar la trayectoria de Terán, me baso sobre todo en una semblanza realizada por Páez de la Torre (h), Juan B. Terán, primera etapa: 1880-1914. Discurso de incorporación del Doctor Carlos Páez de la Torre (h) como miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, De la Veinticuatro, Tucumán, 2002, así como en los datos aportados por los trabajos de Kreibohm, Juan B. Terán. Vida y obra, Del Cincuentenario/ Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1964, Leoni Pinto, op. cit., Lucía Piossek Prebisch, "Juan B. Terán: hacia una teoría de la historia", Discurso y realidad 5/1, 1990,         [ Links ] Rodolfo Modern, "Juan B. Terán: una semblanza", Boletín de la Academia Argentina de Letras LXIII/247-248, enero-junio de 1998,         [ Links ] entre otros que cito a continuación.

63. Perilli de Colombres Garmendia, Elena y Elba Estela Romero de Espinosa, "Los hombres del "Centenario" en Tucumán. Puntos de encuentro generacionales", La generación del Centenario y su proyección en el Noroeste argentino (1900-1950), Centro Cultural Alberto Rougés, Fundación Miguel Lillo, Tucumán, 2004, p. 13.         [ Links ]

64. Su abuelo paterno, Juan Manuel Terán, se desempeña como gobernador en 1861. Su bisabuelo materno, Javier López, gobierna la provincia unas décadas antes. Paéz de la Torre, C. (h), Juan B..., op. cit., p. 15.

65. Ibídem, p. 27.

66. Heller, Juan, "Interpretaciones", en Páez de la Torre, C. (h), Juan Heller (1883-1950). Noticia biográfica y selección de textos, Centro Cultural Alberto Rougés, Fundación Miguel Lillo, Tucumán, 2006 [1944], p. 199.         [ Links ]

67. El Curiosito. Órgano de la juventud y El Curioso. Semanario Literario. Órgano de la juventud. Páez de la Torre, C. (h), Juan B..., op. cit., p. 19.

68. Kreibohm, E., Un siglo de..., op. cit., p. 87.

69. Kreibohm, E., Juan B..., op. cit., pp. 7-8.

70. Páez de la Torre, C. (h), Juan B..., op. cit., p. 27.

71. Kreibohm, E. Juan B..., op. cit., p. 9.

72. En el número 18 de la revista, de diciembre de 1905, Terán firma con las iniciales de su seudónimo Jocundo Severo un texto titulado "La Nueva Universidad" que destaca a la Universidad de La Plata como una institución "esencial y genuinamente científica y moderna", "experimental y práctica", que "[n]o está destinada a competir con las existentes". Terán buscará imbuir también de un espíritu científico, práctico y moderno la Universidad de Tucumán, como se advierte en sus fundamentos del proyecto de creación de la casa de estudios, texto del que he podido ocuparme en otro lugar, Martínez Zuccardi, S., "El Norte y la nación en Juan B. Terán, Ricardo Rojas y Alfredo Coviello", Telar. Revista del Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos IV/5, 2007.         [ Links ]

73. Páez de la Torre, C. (h), Juan B..., op. cit., pp. 25-31.

74. Cerviño, R., op. cit., pp. 118-119.

75. Afirma Terán: "Con esta forma rudimental de los cursos libres que han de complicarse en una organización y en un mayor desarrollo, con su biblioteca de 15.000 volúmenes que es fuerza amplificar sin demora, con el Instituto de Bacteriología creado ya, hermosa promesa de aplicaciones prácticas y de ensayos teóricos, y después con la del Museo de historia americana e historia natural regionales, la Escuela de Bellas Artes, también proyectada, quedan enumerados los elementos que han de federarse en la futura universidad de Tucumán", Revista de Letras y Ciencias Sociales V/25, octubre de 1906, pp. 59-60.         [ Links ]

76. Páez de la Torre, C. (h), Juan B..., op. cit., p. 38.

77. Ibídem, p. 31.

78. Ibídem, pp. 38-47.

79. Modern, R., op. cit., p. 164.

80. Páez de la Torre, C. (h), Juan B..., op. cit., p. 51.

81. Entre sus libros, es posible citar: Estudios y notas (1908), Tucumán y el Norte argentino (1910), Por mi ciudad (1920), La Universidad y la vida (1921), El descubrimiento de la América en la historia de Europa (1916), Voces campesinas (1925), La salud de la América española (1926), Lo gótico, signo de Europa (1929), Espiritualizar nuestra escuela (1932), José María Paz. Su gloria sin estrella. Su genio moral (1936).

82. Leoni Pinto, R., op. cit., p. 71.

83. Ibídem, pp. 74-76; énfasis del autor.

84. Piossek Prebisch, L., op. cit., p. 4; énfasis de la autora.

85. Citado en Páez de la Torre, C. (h), Juan B..., op. cit., pp. 47-48.

86. Cabe recordar que Bourdieu define "habitus" como un "sistema de las disposiciones socialmente constituidas que, en cuanto estructuras estructuradas y estructurantes, son el principio generador y unificador del conjunto de las prácticas y de las ideologías características de un grupo de agentes". Bourdieu, Pierre, "Campo de poder, campo intelectual y habitus de clase", Campo de poder, campo intelectual, Quadrata, Buenos Aires, 2003 [1971], pp. 106-107.         [ Links ]

87. Citado en Páez de la Torre, C. (h), Juan B..., op. cit., p. 30.

88. Revista de Letras y Ciencias Sociales VI/22, julio de 1906, p. 283.         [ Links ]

89. Terán, Oscar, Historia de las ideas en la Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Siglo XXI, Buenos Aires, 2008, pp. 148-149.         [ Links ]

90. Ibídem, p. 182.

91. La trayectoria de López Mañán ha sido mucho menos estudiada que las de Jaimes Freyre y Terán. Sigo al respecto, salvo indicación en contrario, un estudio biográfico de Páez de la Torre (h), "Julio López Mañán (Noticia biográfica)", en Julio López Mañán, Tucumán antiguo, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1971).         [ Links ]

92. Ibídem, p. 8.

93. Leoni Pinto, R., "Historiografía...", op. cit., p. 74.

94. Leoni Pinto, R., "La sociología y los historiadores", La Junta de Historia y Numismática Americana y el movimiento historiográfico en la Argentina (1893-1938) II, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1996, pp. 202-204.         [ Links ]

95. En la revista Terán utiliza los seudónimos Claudio Medina, Jocundo Severo y Baltasar Montalvo; el uso de tales seudónimos ha sido ya advertido por Kreibohm (Juan B..., op. cit, p. 56).

96. Un comentario de Terán sobre El imperio jesuítico de Lugones en el número 3 suscita una aclaración del autor del libro, publicada en el número 4 y a la que Terán contesta en el mismo número. La polémica con Unamuno, más extensa y presente en los números finales de la revista, se centra en la valoración de la figura de Hyppolitte Taine, que Terán juzga atacada por Unamuno y cuya defensa asume. Un análisis de esa polémica en el marco del estudio de la revista puede consultarse en Martínez Zuccardi, S., Entre la provincia..., op,. cit. Desde otro enfoque, la polémica ha sido examinada anteriormente en Piossek Prebisch, L., op. cit.

97. Otros colaboradores de Tucumán son Pedro J. García, Santiago Falcucci, Ángel M. Boisdron, Ricardo Mendióroz, José Luis Aráoz, Paulino Rodríguez Marquina, Carlos Díaz, Benigno Vallejo, Pedro Berreta, Víctor Toledo Pimentel, entre otros, además de Mario Bravo y Ricardo Rojas, tucumanos entonces residentes en Buenos Aires. Sin embargo, no los considero como parte del grupo realizador de la revista por cuanto su colaboración parece ser ocasional en muchos casos, o bien se debe a determinadas coyunturas (una epidemia de tuberculosis, la obtención de premios en los "Juegos Florales", un viaje a Europa, por citar algunos ejemplos).

98. Los señalamientos ofrecidos a continuación se basan en la información incluida en Aráoz de Isas, María Florencia, José Ignacio Aráoz. Una vida tucumana (1875-1941), Centro Cultural Alberto Rougés, Fundación Miguel Lillo, Tucumán, 2001.         [ Links ]

99. Para referirme a Rougés, sigo los datos presentes en Pro, Diego F., Alberto Rougés, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1967.

100. Cfr., entre otros, Cappeletti, Ángel J., Filosofía argentina del siglo XX, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, s. f., p. 47; Torchia Estrada, Juan Carlos, La filosofía en la Argentina, Unión Panamericana, Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos, Washington, 1961, p. 261.         [ Links ]

101. Con anterioridad, en 1933, ya había sido elegido rector, pero declina la designación.

102. En cuanto a Heller, sigo los datos consignados en Páez de la Torre, C. (h), Juan Heller..., op. cit.

103. Me baso en una biografía realizada por Antonio Torres (Lillo. Vida de un sabio, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1958).

104. Según Torres, el mismo Lillo declara ignorar en sus anotaciones autobiográficas si nace en 1862 o 1864.

105. Se trata, a diferencia de las anteriores, de una figura poco estudiada. Sigo los sucintos datos incluidos en dos notas periodísticas. "A 50 años del fallecimiento de Germán García Hamilton", La Gaceta, Tucumán, 31 de enero de 1999; Dessein, Daniel Alberto, "Alberto García Hamilton, ese desconocido", La Gaceta, Tucumán, 4 de agosto de 2002.

106. Al igual que en el caso de García Hamilton, las trayectorias de Maciel y Benci no parecen haber resultado objeto de estudios específicos. Con respecto a Maciel, me baso en los datos aportados por dos notas periodísticas. "D. Abraham Maciel", La Gaceta, Tucumán, 13 de febrero de 1941; "Don Abraham Maciel sigue viviendo en el recuerdo", Tucumán 94, Tucumán, marzo de 1953. En cuanto a Benci, los breves señalamientos que ofrezco están basados en lo que sobre su actuación institucional se menciona en estudios ya citados sobre la historia del Colegio Nacional y de la Sociedad Sarmiento.

107. Citado en Páez de la Torre, C. (h), "Julio López...", op. cit., p. 12.

108. Lo que denomino aquí grupo realizador de la Revista de Letras y Ciencias Sociales coincide en parte con lo que en la producción historiográfica local se ha dado en llamar "generación del Centenario" o "generación de la Universidad". Páez de la Torre (h) menciona como representantes de la "generación de la Universidad" a Terán, López Mañán, Rougés, Heller, Aráoz, Ernesto Padilla y José Lucas Penna, a los que se unen Lillo y Jaimes Freyre (cfr. Historia..., op. cit., p. 605). Por su parte, Perilli de Colombres Garmendia y Romero de Espinosa consideran como integrantes de la "generación del Centenario" a Ernesto Padilla, José Ignacio Aráoz, José Sortheix, Juan B. Terán, Alberto y Marcos Rougés, José Padilla, Juan Heller, Julio López Mañán, Adolfo Piossek, Rodolfo Scheiter, Adolfo Rovelli, Miguel Lillo y Ricardo Jaimes Freyre (op. cit., p. 13). En los dos casos se incluye a la mayor parte de los integrantes del grupo estudiado aquí, con la excepción de García Hamilton, Maciel y Benci.

109. También integran dicho Consejo Guillermo Paterson, Arturo Rosenfeld, Miguel P. Díaz, Estergidio de la Vega, Alejandro Uslenghi, José Padilla, Juan Chavanne, José B. González, José Lucas Penna e Inocencio Liberani. Cabe recordar que en los años de fundación de la Universidad López Mañán no residía ya en la provincia, como tampoco García Hamilton. No obstante, se debe a López Mañán la iniciativa de los "cursos libres" de la Sociedad Sarmiento, significativo antecedente de la Universidad.

110. Jaimes Freyre a López Mañán, Tucumán, 22 de julio de 1912 (Archivo López Mañán, inédito, por gentileza de Elena Perilli de Colombres Garmendia).

111. Expresión usada por Sarlo al hablar de las diversas razones de ser de las revistas culturales. Jitrik, Noé, Nicolás Rosa y Beatriz Sarlo, "El rol de la revistas culturales", Espacios de crítica y producción 11, noviembre de 1992.

112. Heller, Juan, "En la tumba del Doctor José Ignacio Aráoz", en Páez de la Torre, C. (h), Juan Heller..., op. cit., p. 275.

113. Aráoz, José Ignacio, "Escribe José Ignacio Aráoz. El vivir tucumano. Fallas fundamentales. Acción cultural y defensiva", en Aráoz de Isas, M. F., op. cit., pp. 455-456.

114. La relación de García Hamilton con el radicalismo puede inferirse de su activa participación en los primeros años de La Gaceta, diario que surge como un órgano radical.

115. Aráoz, J. I., op. cit., p. 456.

116. Si bien interesa aquí sobre todo la actuación de estas figuras en los años de publicación de la Revista de Letras y Ciencias Sociales, interesa destacar que Leoni Pinto incluye a Rougés y a Terán como parte de lo que describe como "importantes pensadores católicos, nacionalistas, y representantes del tradicionalismo argentino y tucumano", quienes hacia 1936 critican la acción de la Sociedad Sarmiento, entonces dirigida por españoles republicanos y por representantes del radicalismo y del socialismo. Leoni Pinto, R., "Peronismo y antiperonismo en Tucumán (1948-1955-1976). La Sociedad Sarmiento. Historia. Sociedad e ideología", Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán 7, diciembre de 1995, pp. 87-88.         [ Links ]

117. Es uno de los disertantes en la "velada literario-musical" organizada en 1902 por el Centro Cosmopolita de Trabajadores para conmemorar el 1° de mayo (cfr. Rosenzvaig, E., op. cit., pp. 179-183) y pronuncia un discurso en el Centro Católico de Obreros (cfr. Páez de la Torre, C. (h), "Julio López...", op.cit., p. 12).

118. Leoni Pinto, R., "La sociología...", op. cit., p. 73.

119. En efecto, a fines de la década de 1930 y comienzos de la de 1940 la labor cultural del grupo aquí examinado sería seleccionada y recuperada como una tradición intelectual prestigiosa por parte de la revista Sustancia y de su director, Alfredo Coviello, según desarrollo en mi trabajo de tesis doctoral citado antes.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons