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Andes

versión On-line ISSN 1668-8090

Andes vol.21 no.2 Salta jul./dic. 2010

 

RESEÑA

Desafíos al orden. Política y sociedades rurales durante la revolución de independencia
Fradkin, Raúl y Gelman, Jorge (compiladores)
Prohistoria, Rosario, 2008, 158 páginas.

 

Desafíos al Orden... compilado por Raúl Fradkin y Jorge Gelman es el resultado de una parte las discusiones sostenidas durante las jornadas "Política y sociedad en el mundo rural, siglo XIX" organizadas por la Red de Estudios Rurales del Instituto Dr. Emilio Ravignani, Buenos Aires, celebradas en octubre de 2007. El volumen reúne en su formato de artículo seis trabajos que comparten como unidad problemática las diversas experiencias de movilización política en diferentes ámbitos, desarrolladas entre 1815 a 1820: Córdoba, la frontera entre Buenos Aires y Santa Fe, Salta, Jujuy, Cuyo y la campaña oriental. Los autores coinciden también en revisar, recuperar y complejizar algunas de las interpretaciones ofrecidas por Tulio Halperin Donghi en Revolución y Guerra así como en desplazar el eje analítico de las elites políticas urbanas revolucionarias a la movilización política de los sectores subalternos rurales de los diferentes espacios que componían el Virreinato.

El siguiente cuadro descrito por Halperin podría considerarse el punto de partida del análisis de los artículos que concentra el libro:

"De este modo la revolución -empobreciendo a las ciudades del Interior, dando nuevo poder político a sus agentes locales, que en su nombre deben canalizar los recursos humanos y económicos de las zonas rurales- da a los jefes de éstas (por ella reconocidos y consolidados en un poder cuyas raíces locales eran previas a la revolución misma) posibilidades nuevas"1.

Recuperar la intensidad de la politización social rural, sus diversas dinámicas a través del papel que en la revolución de independencia tuvieron los sectores sociales subalternos y rurales, y las dinámicas revolucionarias específicas de cada espacio son los principales objetivos del libro. Tres son las interrogantes que recorren los artículos: ¿Cómo se construyeron los liderazgos políticos (con bases rurales) en esos espacios? ¿Cómo se movilizaban y expresaban sus adhesiones políticas los sectores subalternos? ¿A qué móviles respondían esas adhesiones?

El accionar de los actores en un denso entramado social (líderes locales y montoneras, dirigencias provinciales, ejércitos y milicias, gauchos) se hace palpable en cada trabajo. La reconstrucción de los perfiles de algunos personajes y una permanente preocupación por otorgar significados contextualizados a términos de época (patria, gaucho, libertad) constituyen los aportes más interesantes a nivel metodológico.

Los dos primeros trabajos se ocupan del fenómeno de las montoneras en Córdoba y la frontera entre Buenos Aires y Santa Fe. Ayrolo reconstruye las montoneras de Pedro N. Grimau (abril 1815) y de Juan Pablo Bulnes (agosto 1816) contextualizando la coyuntura armada de las primeras décadas del siglo XIX en Córdoba. El objetivo de la autora radica en detectar imaginarios sociales previos a la revolución y rastrear cómo los recientes acontecimientos definen nuevos organizadores de sentido. Por esto, una de sus hipótesis se basa en que "la experiencia de vida en los espacios de sociabilidad de las "armas" (montoneras, milicias, ejército) va creando y luego estableciendo nuevos organizadores de sentido que, latentes, van filtrando lentamente los imaginarios sociales hasta modificarlos" (p. 25). ¿Cómo eran percibidas las montoneras por la gente? La pregunta permite descubrir los valores que sostenían el imaginario social colonial: Orden, Unidad y decencia, que en el contexto revolucionario, se opusieron a las montoneras, a sus dirigentes impulsivos y facciosos y a sus tropas irracionales e ignorantes. Ese imaginario se tiñó de colores políticos con la revolución, lo que convirtió a la "montonera" en un concepto político. El artículo analiza precisamente casos que las muestran como una práctica política "producto de los recursos concretos que esos mismos personajes tuvieron a mano como consecuencia de la dinámica de guerra: hombres y armas" (p. 34). Así, las montoneras fueron expresión de un federalismo irracional, y los defensores del orden posrevolucionarios que las persiguieron serán, dentro del orden rosista, los salvajes unitarios.

Raúl Fradkin y Silvia Ratto luego de contextualizar ese espacio fronterizo que reconocen como "una región intensamente articulada por lazos mercantiles, productivos, institucionales y sociales" (p. 38) se dedican a reconstruir los liderazgos locales que allí surgieron. En el artículo, emergen como protagonistas de liderazgos locales que compitieron en la misma época y ensayaron estrategias similares, Tomás Bernal y Valentín Baldes. Dedicándole más tiempo a los vínculos tejidos por Bernal (abril de 1816-1818) entre el gobierno santafesino, los comandantes de distintos partidos (San Nicolás, Salto, Areco, Pergamino), el gobierno directorial, y los ranqueles, los autores construyen la hipótesis de "una movilización política fragmentada territorialmente en la cual los entramados sociales preexistentes ofrecieron recursos organizativos para la formación de liderazgos" (p. 55). Mientras algunos líderes se sustentaron en linajes de antiguo arraigo en la zona, otros como Bernal o Baldes manifiestan el desplazamiento de familias tradicionales. En este sentido, las identidades político-territoriales adquirían un papel clave en la configuración de actores colectivos y en la sustentación de los liderazgos.

Güemes y sus gauchos recorren los artículos de Gustavo Paz y Sara Mata. Entre 1814 y 1821 Martín Miguel de Güemes emprendió una insurrección y movilización militar de la cual formaron parte paisanos que ingresaron a las milicias. Sara Mata se encarga de determinar quiénes participaron de esa movilización: productores rurales (pequeños y medianos propietarios, arrenderos y agregados). En su artículo, observa el proceso por el cual aquella movilización que devino en insurrección (victoriosa) en 1814 -de los paisanos frente a la invasión del realista de la Pezuela- provocó un nada desmerecedor crecimiento del número de milicianos paisanos que confluyeron en la organización militar de Güemes entre 1815 y 1816 ahora bajo la denominación de gauchos. ¿Qué motivos los llevaron a participar? Una reacción frente a las confiscaciones de ganado practicadas por las partidas realistas. En un segundo momento, esa defensa vinculada a las condiciones materiales se transforma en un posicionamiento político que asocia saqueo con injusticia, orden colonial con tiranía y defensa con lucha, patria y libertad. Influyeron además, el privilegio del fuero militar del que gozaban -por el cual, líderes locales devenían sargentos, capitanes y tenientes dentro de la organización militar de Güemes- y la búsqueda de recompensas materiales -el botín de los enemigos. Hasta aquí, la figura de Güemes se esgrime como responsable casi excluyente del accionar de los paisanos, pero en este punto, la autora introduce una serie de indicios que matizan aquellas imágenes a partir del sentido político y lingüístico que los gauchos daban a su lucha. ¿Por qué "patria" estaban luchando? ¿Qué "libertad" querían conseguir? La imagen de los gauchos es complejizada cuando Mata rastrea el significado de patria y libertad, que asociaba un sentido político de la "patria" como la consecución de un orden social más justo ligado al lugar de nacimiento o de residencia. La misma denominación de gauchos remite a un sector específico y una transformación en particular: los paisanos movilizados que luego de 1814 serán los "gauchos", es decir, los milicianos organizados de Güemes -denominación que unificó además diferencias étnicas, regionales, sociales. La existencia de este colectivo miliciano generó conflictividad dentro de la elite salteña, que se tradujo en el enfrentamiento entre Güemes y el Cabildo de Salta. ¿Por qué Güemes toleraba los abusos cometidos por sus gauchos? La falta de recursos con que pagarles y la presencia de cabos, sargentos y capitanes como imprescindibles mediadores para sostener el apoyo de las milicias están entre las respuestas que brinda la autora.

Gustavo Paz amplía el panorama del "sistema de Güemes" dedicándose a delinear de qué forma aquella movilización miliciana de 1815 y 1816 impactó en las relaciones entre la elite y los gauchos, en la medida en que privó a aquellos de mano de obra y excluyó a estos de la jurisdicción civil, lo cual se sintió concretamente en las requisas de ganado que los gauchos realizaban en las haciendas de propietarios jujeños basadas en una concepción de justicia igualitaria por la cual la elite debía colaborar con el esfuerzo de la guerra. El término "gaucho" había adquirido una evidente connotación militar en la medida en que "señalaba a los pobres rurales reclutados o alistados en la milicia" (p. 88). ¿Quiénes eran los gauchos? Reconstruyendo el perfil social de los gauchos, Paz indaga en las características de labradores y arrendatarios, ocupaciones de la mayoría de aquellos. Su texto brinda un panorama de la compleja trama de relaciones sociales subyacentes a las actividades económicas de la campaña de Jujuy y de la explosión de las tensiones sociales con la guerra de independencia y el desafío de los gauchos al poder de la elite urbana.

Beatriz Bragoni inicia su trabajo con la rebelión de oficiales del batallón de Cazadores de los Andes liderada por el capitán Mariano Mendizábal y ocurrida el 9 de enero de 1820, que destituyó al teniente gobernador de San Juan. Esta insurrección dio por tierra con la gobernación cuyana creada en 1813 e impulsó, por parte de la elite sanjuanina, la autonomización provincial con voluntad de unión con la autoridad central. En este hecho, como en los otros que analiza, la autora no adjudica la explicación a móviles exclusivamente corporativos ni territoriales: sugiere que aquellas acciones fueron promovidas por móviles políticos. Una de las consecuencias inmediatas de aquella rebelión fue la reforma miliciana implementada en las tropas mendocinas, para detener las acciones invasivas de los insurrectos desde San Juan, que se tradujo en un alto costo a nivel de recursos públicos y en complicaciones en la sanción de delitos cometidos por soldados. La amenaza que representaba Carreras a comienzos de 1821 generaba un sentimiento extendido de incertidumbre y temor frente a este "brujo que había bajado de los Andes", lo que acrecentaba el estado de desmoralización que primaba en las tropas de la campaña. Una de las consecuencias menos atendidas de las decisiones tomadas en virtud de aquella amenaza fue el episodio de la deserción de dos antiguos oficiales de la división de Mendoza en marzo de 1821. Aquí la autora descubre nuevamente motivaciones políticas, alejadas de reclamos materiales, enraizadas en recelos derivados de la integración de tropas chilenas ante el pedido de colaboración a O"Higgins que resultó decisivo en la victoria final contra Carreras, junto a la colaboración de San Juan, San Luis y La Rioja, en Punta del Médano durante agosto de 1821. Bragoni desentraña el peso de las identificaciones políticas en el amenazado escenario cuyano, donde la figura de Carreras operó como aglutinante de las elites provinciales herederas del orden sanmartiniano.

El trabajo de Ana Frega sobre la campaña oriental a comienzos de la década de 1820 se ocupa de las derrotas y capitulaciones de los jefes orientales a manos de los portugueses. Luego de las capitulaciones, las nuevas autoridades luso-brasileñas dispusieron medidas para conservar el "orden" y contemplaron amplias concesiones con el propósito de asegurarse el apoyo de las redes vinculares preexistentes. Frega recupera "la trama de los intereses políticos y sociales en juego, los mecanismos de legitimación a los que se apeló o la recomposición de las relaciones y las redes vinculares en el medio rural" (p. 132). Su artículo intenta rastrear los alcances de los liderazgos rurales en el contexto de la ocupación portuguesa; lo que queda expuesto con claridad es que las alianzas fueron coyunturales -Fructuoso Rivera con los portugueses para derrotar a Artigas; españoles con artiguistas para echar a los portugueses- y que respondieron a estrategias para mantener el liderazgo: mientras Artigas insistía en una resistencia que lo llevaba a la derrota, Rivera se inclinaba por las negociaciones y acuerdos. El artículo recupera a Artigas, las clases propietarias, los portugueses, a Rivera, los españolistas especulando, acordando y tejiendo alianzas en un marco de inestabilidad y de cambios políticos constantes.

Aunque no se propone como un libro de síntesis, Desafíos al Orden... compone un panorama que resume bien la renovación de la actual historiografía rioplatense: aggiornado en sus preocupaciones, denso en sus descripciones, profundo en los análisis y complejo en la construcción de sus claves interpretativas, el conjunto es sólido, sostenido en un importante sustento empírico y gran calidad de análisis.

Carolina A. Piazzi
UNR-ISHIR-CESOR, CONICET

Citas y Notas:

1. Halperin Donghi, Tulio, Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla, Siglo XXI, Buenos Aires, 1979 [1972], p. 273.         [ Links ]

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