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Andes

versão On-line ISSN 1668-8090

Andes vol.21 no.2 Salta jul./dez. 2010

 

RESEÑA

Economia selvagem. Ritual e mercadoria ente os índios xikrin-Mebêngôkre
Cesar Gordon
Editora UNESP, São Paulo, 2006.

 

¿Por qué los pueblos no occidentales se fascinan por las manufacturas y demás bienes producidos por la sociedad industrial? Tal vez porque los agentes del Estado o el mercado les crean esas necesidades. Sin embargo, ¿dar como explicación la creación de esas necesidades no es esencializar los productos occidentales como eminentemente útiles para toda la humanidad? ¿No es, como diría el autor de Economia Selvagem, priorizar la ontología occidental? En Economia Selvagem. Ritual e mercadoria entre os indios Xikrin-Mebêngôkre, Cesar Gordon desarrolla los tópicos que según él más les interesaban a los indios en el momento de su trabajo de campo: la relación con los no-indios, el dinero y las mercaderías. Así consigue una verdadera etnografía, en dónde los presupuestos teóricos están sustentados en sus datos de trabajo de campo y nacen a partir y en función de los propios datos.

Los Xikrin de Catete pertenecen al grupo lingüístico Mebêngôkre y son aproximadamente 900 individuos que poseen oficialmente 439.150,5 hectáreas en el Estado de Pará. Luego de haber sido sometidos por el Estado brasilero, hacia la década de 1950, consiguieron progresivamente ganar control sobre su territorio respecto a la Fundação Nacional do Indio (FUNAI) y posteriormente gestionar convenios con empresas madereras, en especial la Companhia Vale do Rio Doce (CVRD). Entonces se convirtieron en "indios ricos", poseedores de muchos recursos para utilizarlo de la manera que más les plazca. Como resultado, han entrado en un acelerado incremento del consumo, y por ende son considerados un grupo aculturado y asimilado al sistema capitalista. Gordon denomina a este fenómeno consumo inflacionario: proceso caracterizado por una enorme inversión social y política destinada a la adquisición y consumo de bienes que ellos no producen y que solo pueden ser obtenidos por intermedio de las relaciones con los blancos (63). Pero en vez de criticar a los indios, al sistema capitalista, las empresas o al Estado brasilero, el autor se pregunta por nuestra incapacidad de ver en las relaciones que los indios crean con los objetos oriundos de la sociedad industrial, en principio extraña a ellos, un fenómeno auténtico (37). Por esta razón, todo el libro se ufana por entender que hace a los Xikrin desear los objetos producidos por los blancos, cual es el significado que les otorgan y qué generan esos objetos cuando entran en el sistema de circulación Mebêngôkre.

Para responder a estas preguntas, Gordon divide el libro en 10 capítulos más algunos anexos. Comienza con una inquietud más que interesante: en los denominados frentes de pacificación realizados por el Estado brasilero son los regalos, dejados estratégicamente en los claros de la selva, el instrumento para atraer o amenazar a los indios. Se sorprende entonces de que la denominada Etnología de las Tierras Bajas haya dado tan poca importancia al interés indígena por los objetos de los blancos.

Profundizando en el caso específico, analiza un bien típicamente Xikrin: los nêkrêjk. Lo interesante de estos bienes es que son concebidos como exportados; robados por conquista o adquiridos en un pasado mitológico o reciente a otros sujetos no-Mebêngôkre, humanos o seres de la naturaleza. Gordon concluye que para los Xikrin lo importante no es comerse al enemigo (como lo hacen otros pueblos amazónicos) o domesticar "su alma" (como pretenden hacer los blancos), sino capturar algo semejante a lo que nosotros denominamos cultura (material e inmaterial) o lo que ellos denominan "la belleza del enemigo" (97). Fácilmente podría terminar su análisis aquí, y derivar que así como tradicionalmente los Xikrin tomaron bienes de otros seres para apropiárselos y convertirlos en nêkrêjk, lo mismo están haciendo ahora con los bienes producidos por los blancos. Sin embargo, el autor señala que no quiere ni mostrar una simple continuidad ni marcar un cambio profundo en la vida Xikrin al punto de considerarlos brasilerizados. Evidentemente el consumismo Xikrin es una transformación de mecanismos inherentes a su propio régimen sociocosmológico, ¿pero de qué tipo?

Gordon descubre que debido a que están localizados en dónde fueron los límites más alejados del frente de expansión, los Mebêngôkre permanecieron libres de los impactos más directos del avance brasilero. Pero simultáneamente su ubicación no fue tan distante como para no tener cierto contacto restringido y controlado de los blancos y sus bienes. Entonces señala la posibilidad de un doble movimiento: los brasileros expandiéndose hacia el interior del amazonas y, simultáneamente, los Mebêngôkre intentando hacer contacto, no sin resquemores ni conflictos, con los brasileros ante la verificación de los innumerables objetos producidos por éstos. De hecho, la explicación Mebêngôkre sobre el origen de los blancos está asociada a la producción y el consumo: en determinado momento a los indios se les dio a escoger entre las armas de fuego o el arco y la flecha. Como escogieron estás últimas el resultado fue su pobreza material (127). Gordon afirma que al hacer un contacto constante con los blancos percibieron que los objetos que estos producían no eran únicos sino muchos, y no tenían un dueño, como los de otros pueblos indígenas. Entonces se dieron cuenta de la inutilidad de apropiarse del conocimiento para producir y tomaron cuenta que el único objeto que necesitaban era el dinero (392).

Por ello los Xikrin dicen que los blancos gustan del dinero por el dinero, en cambio ellos quieren el dinero para comprar cosas. Entonces el dinero es visto como un poderoso instrumento de transformación, pues a través de él se puede obtener todo sin saber como fabricarlo. Así explica el autor la falta de interés de los Xikrin por los procesos técnicos y la necesidad de capacitación (278) y por qué no ahorran y siempre están endeudados. Simultáneamente, los Xikrin ven los bienes industriales como bien terminados, perfectos y estéticamente agradables, además de ser útiles. Sin embargo los Xikrin agregan que lo bueno de los blancos está en sus cosas, no en ellos ni en su sociedad, de la que se horrorizan al verificar la extrema pobreza y el hambre que pasan muchos de sus integrantes. Esto da una pauta de cómo los Xikrin se están integrando al consumo sin necesariamente aculturarse. Ahora bien, ¿cómo hicieron los Xikrin para "apropiarse del dinero" de los blancos?

En determinado momento, los líderes Xikrin, con el apoyo de la FUNAI, firmaron convenios con empresas madereras, envolviendo a la comunidad en el sistema de explotación del mogno. Por ejemplo, el convenio hecho con la CVRD en el 2001 fue de más de 2.000.000 de reales al año, e incluye programas de asistencia en salud, educación, infraestructura, vigilancia del territorio y salarios mensuales para los jefes, entre otras cosas. Semejante inyección de dinero creó una puja constante entre los líderes y la empresa por un lado, y los líderes y el resto de la comunidad por el otro. La empresa intenta bajar el monto del convenio, los jefes aumentarlos para comprar mas bienes, mientras el resto de la comunidad presiona para que los jefes distribuyan el dinero que obtienen por el convenio. Ahora bien, el esfuerzo de los jefes por obtener cada vez más dinero de las empresas no se debe a un mero interés por el lucro o para reproducir el capital, sino por la rápida depreciación de los bienes adquiridos.

Por ejemplo, al analizar la introducción a las aldeas de la cocina de gas, Gordon señala que estas fueron incorporadas por los jefes antes de saber como se utilizaban. Así se contrataron cocineras blancas para enseñar a utilizarlas a las mujeres Xikrin. Progresivamente el consumo de este artefacto fue difundiéndose hacia los miembros menos privilegiados del grupo y a la vez perdiendo prestigio el poseerlas. Queda claro con este ejemplo, y otros que ofrece, que el proceso de introducción de bienes es utilizado como fuente de prestigio de los líderes, y que estos bienes, una vez masificados, pierden relevancia. Por ende existe la necesidad de siempre estar incorporando nuevos objetos para mantener el prestigio y el poder de los jefes sobre la aldea.

Por ello Gordon no denomina a la acción de los jefes interés por el lucro, sino acción predatoria para con la empresa y los brasileros. Así sería vista la explotación maderera desde la perspectiva Xikrin. Si tradicionalmente los "objetos bonitos" se obtenían cazando o guerreando particularmente con otros pueblos indígenas, actualmente la relación predatoria pasó a centrarse en los brasileros, y más concretamente en sus empresas madereras, a las que les deben "quitar" el dinero. Gordon observa que en situaciones normales los Xikrin se visten de hombre blanco para ir a la ciudad, y muestran los que ellos denominan su faceta domesticada. Pero a las reuniones con la CVRD van vestidos como guerreros o cazadores, mostrando su forma predatoria. El fin no es hacer la guerra con el blanco, pero sí atemorizar al enemigo mostrándose como guerreros, y ejercer la acción política a partir de la oratoria, demostrando el dominio tanto de la lengua Xikrin como el portugués.

A causa de "esta guerra", algunos rubros de la renta aumentaron hasta un 1000% en 6 años, beneficio del cual los líderes obtienen a casi 15 veces mas que cada Xikrin no-jefe. Los principales liderazgos son concentrados y transmitidos al interior de un mismo grupo parental, ligado bilateralmente. Pero esto no es una transformación producida por la economía de mercado. La concentración de poder siempre existió entre los Xikrin, sólo que antes estos líderes tenían prestigio a partir de la obtención y acumulación de nombres personales y prerrogativas rituales en vez de dinero. Esta nueva concentración genera un peligro al interior de la comunidad: el de su fragmentación. Por ello, los líderes precisan distribuir si no quieren que la ladea se segmente. Entonces la economía y moral Xikrin pendula entre la queja de los comunes sobre la poca generosidad de los jefes y el discurso de los jefes de que no pueden ser avaros, pues eso significaría desconocer a los parientes. Por otro lado, los comunes no deben tener demasiada envidia de los jefes, pues esto trae aparejado la brujería, y la brujería no es algo que se considere se les deba hacer a los parientes. Por ello, Gordon señala que las acusaciones de brujería recaen muchas veces sobre familias consideradas pobres, numerosas y especialmente moradores recientes.

Tenemos entonces dos tendencias predominantes en la comunidad y en relación a las empresas: concentración de recursos e inflación (necesidad de expandir el volumen de los recursos). Hay concentración por parte de los jefes, y simultáneamente hay presión para que los recursos lleguen a todos. Los recursos son ampliados para este objetivo y nuevamente hay concentración, dando a toda la dinámica un carácter cíclico. Ahora bien, como el consumo Xikrin procede del dinero que obtienen de renta, ya que ellos no producen nada, ¿podríamos ver como sus necesidades aumentan en relación a la interacción con los blancos y por ende considerarlo una forma de dependencia? ¿Sería el consumismo Xikrin un epifenómeno de la historia del contacto? ¿Una respuesta a una contingencia externa? Gordon afirma que el actual consumo inflacionario Xikrin no debe ser visto como un epifenómeno de la historia del contacto o como deterioro cultural, sino como el resultado de una interacción compleja entre principios generales de una sociocosmologia mebêngôkre y condiciones históricas particulares bajo las cuales tales principios operan y se actualizan (399).

Lo interesante del análisis de Gordon es el riesgo que toma en considerar como es visto el avance del Estado nación brasilero y de las empresas sobre el amazonas y su población desde el propio punto de vista indígena. Así los Xikrin no son meros actores pasivos a los cuales solo les queda resignarse o resistir; desde esta perspectiva actúan e interaccionan con las instituciones occidentales produciendo nuevos fenómenos necesarios de ser explicados. Este tipo de análisis, que en Brasil se lo considera propio de la etnología, concepto muy desprestigiado en el ambiente académico argentino, intenta pensar el cambio a partir de los propios modos indígenas de producir transformación. Ahora bien, ¿el uso constante de mercaderías y alimentos no podría llegar a blanquizar, y por ende aculturar a los Xikrin? ¿La conversión de diferencia de belleza a diferencia de riqueza no seria una forma de predar y consumir la sociedad de clases brasilera? Gordon culmina su análisis señalando que en el sistema de transformaciones característico de los pueblos amazónicos, para seguir siendo mebêngôkre es necesario siempre estar convirtiéndose en otro; y por supuesto que esta es una actitud siempre revestida de peligro, de correr el riesgo de perder su propia identidad, de predar tanto que el predador se convierta en presa.

Rolando Silla
CONICET-IDES

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