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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versión On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.13 San Salvador de Jujuy nov. 2000

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Elementos teórico-metodológicos para un análisis comparativo de los procesos de lucha de calles y resistencia popular en el NOA

Theoretical-methodological elements for a comparative analysis of the «street struggle» and popular resistance in the Argentinean north-west

Emilio Crenzel *

*Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Buenos Aires - CONICET.

RESUMEN

En este trabajo, procuraremos puntualizar una serie de criterios teórico-metodológicos para el análisis de los procesos de lucha de calles.
Esta forma que asume el proceso de enfrentamiento social, ha sido objeto de estudio desde mediados del siglo XIX, cuando se manifestará como una de las formas dominantes del combate social en el proceso de luchas sociales y políticas en Europa.
En Argentina, hacen su aparición sobre finales de la década del sesenta, y fueron popularmente denominadas como «Azos» o «Puebladas». Tuvieron lugar en contextos urbanos donde la división del trabajo social de carácter capitalista había alcanzado un cierto grado de desarrollo.
Frente a la emergencia en los noventa de enfrentamientos sociales con lucha de calles se actualiza la discusión teórica y política acerca de las modalidades específicas que posee dicha forma de lucha. Aquí expondremos los ejes conceptuales a tener en cuenta en una comparación de estos procesos sociales como así también sus diferencias más sustantivas ateniéndonos a una breve síntesis descriptiva de dos casos concretos ocurridos en cada una de las dos décadas mencionadas.

ABSTRACT

In this paper I will try to give an account of the theoretical-metodological criteria for the analysis of the phenomenon of “street struggle”.
This form of social confrontation has been an object of study since the mid-19th century, when it appeared as one of the most dominant ways of social fighting, in the frame of the political and social struggle in europe.
In Argentina the ‘street struggle’ appears towards the end of the sixties and was popularly called “azos” (
1) or “puebladas” (popular uprisings). It’s appearance is in an urban context, where the capitalist way of social work division had reached some degree of development.
In the nineties, facing the emergence of social confrontation through “street struggle”, the political and theoretical discussion about the specific nature of this phenomenon arises once again.Here I will present the conceptual axes that must be taken into account in orden to compare these social processes, as well the differences between the cases in each of the two above mentioned decades (1). This term represents the form used in Argentina to express the augmentative form e.g. “golpe”(a blow) “golpazo”(a big blow). This form has been adopted to describe the uprising in the area, e.g. the uprising in Tucumán is known as the “Tucumanazo”.

PRIMERAS LINEAS

En este trabajo, procuraremos puntualizar una serie de criterios teórico-metodológicos para el análisis de los procesos de lucha de calles.
Estas formas de lucha denominadas popularmente como «Azos» o «Puebladas»(Nota 1) , que tuvieron lugar en las décadas del setenta y principios de los noventa (Nota 2), son una de las formas que adopta la lucha social y política en contextos urbanos donde la división del trabajo social de carácter capitalista a alcanzado un cierto grado de desarrollo.
En estos territorios, las expresiones sociales y políticas de las dos grandes clases en que se divide la sociedad capitalista, el proletariado y la burguesía, encuentran, con diferentes gradientes, su expresión, y se manifiestan a través de fuerzas sociales en la confrontación en las calles.
El propósito de este trabajo es la construcción de criterios teóricos y unidades de registro empíricas para su análisis.
Desarrolladas en diferentes contextos histórico sociales, las luchas de calles de los setenta y noventa en el NOA, merecen el estudio de su génesis desarrollo y manifestación en profundidad.
El desconocimiento de su proceso de producción y la no distinción de las especificidades sociales propias de cada uno de los territorios sociales donde estas se inscriben sumado a la dificultad por enmarcarlos dentro de un ciclo de luchas, distinguiendo el carácter del período en que estas se inscriben, las fracciones sociales que las protagonizan, sus metas de lucha los intereses de clase y las convicciones que las animan, llevó, y lleva actualmente, a innumerables imprecisiones y errores tanto académicos como políticos.
Este análisis se torna indispensable para poder precisar con rigurosidad, la construcción histórico social de cada caso concreto, y lograr así, aproximarnos a una periodización de los procesos de luchas sociales de la región y de nuestro país.

INTRODUCCIÓN

Al producirse el «Santiagueñazo», en Diciembre de 1993 no faltaron quienes asimilaron los enfrentamientos sociales producidos, con los hechos de lucha de calles ocurridos durante la década del 70'.
La lucha de masas en las calles alineadas en el campo del pueblo, con uso de violencia material contra las fuerzas armadas y de seguridad legales y contra las instituciones del orden social existente, eran hechos sociales no registrados en Argentina desde el ciclo de luchas de calles que inauguraron los obreros y estudiantes cordobeses al ocupar en Mayo de 1969 la ciudad de Córdoba precipitando «el comienzo del fin» de la dictadura del General Ongania.
Pero estas acciones comunes a los hechos de lucha de calles de los 70' y de los 90', como veremos luego, con diferente gradiente y vección, no pueden obstaculizar la observabilidad de que se trata de hechos sociales que se inscriben en procesos sociales diferentes.
El Noroeste Argentino fue escenario en ambas décadas de procesos de lucha de calles. «El Tucumanazo» de Noviembre de 1970, «El Quintazo» en Tucumán en Junio de 1972, la «Pueblada de Orán» en Salta en 1971 y el «Santiagueñazo» en Diciembre de 1993.
Como señaláramos en un comienzo, la posibilidad de contar con elementos teórico metodológicos para el análisis de estos procesos se torna indispensable para la caracterización teórica y política de los mismos que permita aproximarse a una periodización de los enfrentamientos sociales en nuestro país.
La construcción de conocimiento adquiere en este sentido un carácter estratégico. Se trata de ir reconstruyendo una relación social entre este conocimiento y las fracciones alineadas en el campo del pueblo. Esta relación sufrió, precisamente entre estas dos décadas, un proceso de ruptura.
La derrota del campo del pueblo supuso como la etimología de esta palabra lo indica - del Latín disrupta- una ruptura de relaciones sociales. Dicha derrota supuso la escisión entre el trabajo intelectual y el manual, o lo que es lo mismo la ruptura de la alianza de clases que suponía la puesta en cooperación entre los intelectuales críticos y los trabajadores del campo y la ciudad en una fuerza social de carácter popular y de oposición política al régimen capitalista.
El estado de apatía y obediencia a las personificaciones políticas que asume la conducción capitalista de la sociedad en el seno de las fracciones sociales populares, que hoy vivimos, nos remite a esa ruptura de relaciones sociales, muchas de ellas mediadas concretamente por los cuerpos de los militantes populares desaparecidos.
Entre las consecuencias de esta ruptura de relaciones sociales podemos mencionar la pérdida de una memoria histórica autónoma por parte de las fracciones alineadas con el campo del pueblo.
Así, aparecen para algunos luchadores de las nuevas generaciones los hechos de lucha de calles de los noventa como hechos inéditos en las luchas sociales y políticas de nuestro país.
Para otros, estos hechos aparecen como la reiteración mecánica de los azos y puebladas de los setenta. El desconocimiento o el conocimiento fragmentado de los hechos de lucha de calles tanto de los 70' como de los 90' sustenta ambas imágenes.(Nota 3)
En estas líneas intentaremos aproximarnos a la construcción de elementos teóricos que sean un punto de inicio para la construcción de conocimiento acerca de estos procesos sociales.

LA PERIODIZACIÓN DE LA LUCHA DE CLASES EN LA TEORÍA REVOLUCIONARIA

Señalemos aquí que tanto Marx como Engels (Nota 4) en dos trabajos teórico-históricos describen y analizan procesos de lucha de clases concretos. «La lucha de clases en Francia « de Marx analiza la trayectoria que cubren los enfrentamientos sociales entre fracciones propietarias, burguesas y aristocráticas y entre estas y el proletariado francés que finalmente irrumpirá encabezando la lucha política en el primer intento histórico de tomar el cielo por asalto, en La Comuna de París en 1871.
Los diversos partidos políticos son para Marx, representaciones ideológicas que defienden los intereses materiales concretos de diversas fracciones de clase. Por su parte Engels al estudiar las guerras campesinas en el medioevo alemán devela el carácter de clase de las guerras de religión y el movimiento de conformación de la moderna sociedad capitalista alemana a partir de las
luchas entre sus clases sociales.
En la mayoría de las lecturas teóricas que se realizan de «El Capital» se enfatiza la mirada en el supuesto carácter económico del texto de Marx.
Pareciera entonces que dicho texto analizará solamente el surgimiento, desarrollo y dinámica del modo de producción capitalista, o en todo caso fuera un cuerpo teórico para la descripción y el análisis de las clases sociales en el capitalismo. Lo que se omite en este tipo de análisis es el carácter de verdadera «ruptura epistemológica» que conlleva el análisis de Marx con respecto a sus predecesores y contemporáneos, no solamente cuando descifra el proceso por el cual el capitalismo surge, y cual es el motor de su desarrollo, sino porque es en «El Capital» donde puede comenzar a rastrearse cierto esquema teórico para el análisis de los procesos de lucha de clases.
Los análisis teóricos antes descritos escinden el análisis de «las clases» del proceso de lucha de clases o lo que es lo mismo, limitan el proceso de producción y reproducción de las clases sociales a procesos de orden económico.
La mirada de Marx sin embargo iba más allá. Capta que en todos los procesos caracterizados como económicos se halla presente lo social. Su esfuerzo esta dirigido a analizar como, crecientemente, el mundo material es cada vez más social, cada vez más producto de los hombres.
El capitalismo inaugura así para Marx el momento en que la producción y reproducción de las condiciones de existencia, a través del trabajo adquiere un carácter social. La cooperación de una gran cantidad de hombres reunidos en un mismo lugar, trabajando juntos, bajo el mando de un capitalista significa una verdadera ruptura histórica con el carácter aislado de la producción artesanal.
Pero cual es la génesis de este tipo de mirada original ?
Karl Marx, confrontará radicalmente, desde sus primeros trabajos teóricos con las visiones que desde la filosofía clásica alemana, en su vertiente hegeliana de izquierda, a través de Feuerbach, escindían al individuo de las relaciones sociales que lo constituyen, considerándolo como un individuo aislado. En la sexta tesis sobre Feuerbach Marx señala:
«Feuerbach diluye la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales»(Nota 5). Tal visión del mundo, veía a la sociedad «Como género que se limita a unir naturalmente los muchos individuos» (Nota 6) y no como la correspondencia a través de las acciones sociales de relaciones sociales presentes en ellos.
En la introducción a la crítica de la economía política, Marx criticará similar visión por parte de los economistas clásicos, que parten de una concepción de un hombre aislado al margen de sus condiciones sociales de existencia y de la sociedad como la mera sumatoria de individuos aislados «la producción realizada fuera de la sociedad por el individuo aislado-hecho excepcional que podría sucederle a un civilizado transportado por azar a un lugar desierto, y que poseyera ya en potencia las fuerzas propias de la sociedad-es algo tan absurdo como lo sería el desarrollo del lenguaje sin la presencia de individuos vivos y hablando juntos».(Nota 7)
De los supuestos señalados, la economía clásica, partía de un modelo simétrico, donde por su libre voluntad individuos iguales intercambian sus mercancías. Este modelo teórico considerará solo un campo de relaciones sociales: las relaciones de intercambio en el ámbito del mercado. Pero de donde surge D’, el incremento de dinero en el intercambio ?
Marx pondrá el acento en otro ámbito de lo social, con mayor capacidad explicativa, el de las relaciones sociales de producción, donde se «des-cubre» la relación de los individuos con su propio cuerpo, como personas sociales. Allí, el carácter de la fuerza de trabajo estará dado por su capacidad, al ser consumida de manera capitalista, de crear las condiciones de producción y reproducción del proceso productivo. Quedaba velado anteriormente, por el análisis de la economía clásica, el carácter expropiatorio del poder del cuerpo de la fuerza de trabajo bajo el capitalismo.
La ruptura del modelo simétrico de la economía clásica supuso también revelar otra desigualdad. El obrero libre había sido derrotado, a través de la expropiación en forma violenta de sus condiciones materiales de existencia, previamente al momento pacífico del intercambio de su fuerza de trabajo por los medios de subsistencia en poder del capital. Lo que aparecía como un proceso de carácter natural, era, en esencia, fruto de una construcción histórico-social.(Nota 8)
El proceso de naturalización y cosificación de las relaciones sociales se corresponderá con relaciones sociales donde el carácter social de la producción del trabajo acumulado, aparece enajenado de su origen; quedando encubierto el proceso de cristalización del trabajo vivo en trabajo muerto. El poder del capital de disponer de los medios de subsistencia de la fuerza de trabajo, aparece así, como propiedad inherente al capital.
Por lo que nos advertirá que la subjetividad del obrero social esta construida inicialmente por la subjetividad de quien se apropia de la fuerza productiva social que esta genera en el proceso de producción.
Marx comienza a intentar desentrañar la relación entre determinados estadios de la conciencia y determinados estadios del desarrollo de lo social y señala la correspondencia entre el proceso de fetichización de las relaciones entre los hombres, entre los hombres y la naturaleza y entre los hombres y las cosas, frutos de su trabajo, con el estadio del desarrollo de lo social, en que la producción de mercancías con un carácter capitalista se va tornando dominante.(Nota 9)
Nos alerta, además, del proceso de expropiación de poder y de fuerza que se desarrolla cuando se le atribuye subjetivamente a determinadas personificaciones sociales, cualidades mágicas, cuyo carácter real social queda encubierto y con él, el proceso social que lo constituyó.
La transformación y el pasaje de un estadío de conciencia a otro supone la ruptura con la mirada fetichista de lo social por parte de los expropiados y su reconocimiento como constructores directos del mundo material social y el de los expropiadores como usufructuarios del trabajo social.
Será Lenin (Nota 10) a partir de las condiciones de la lucha política y social rusa de principios del siglo veinte, quien retomará el análisis de Marx para sostener el inicio de una nueva reflexión acerca del proceso de la lucha política al señalar que el proletariado esta dominado por la representación del mundo que tiene la burguesía.
Es la conciencia burguesa de la clase obrera la que obstaculiza por un lado la aparición del proletariado en la escena política rusa con un carácter de clase revolucionario, y por otro lado permite la reproducción del orden social vigente.
Por ello el proletariado se encuentra en una situación inicial de derrota en la lucha de clases. En Lenin aparecerá como central el problema de la construcción de una «Fuerza social» de carácter revolucionario.
El concepto de fuerza Social es la prolongación, por analogía, del concepto de «Fuerza social productiva» de Marx en «El Capital». Es la alianza entre el proletariado y la intelectualidad revolucionaria, entre el conocimiento directo y el conocimiento indirecto, las que articuladas se traducen en una potencia social de fuerzas, mayor a la suma simple de las partes.
Los estadios sucesivos de la relación de fuerzas entre las clases serán objeto de análisis por Gramsci, quien puntualizará una serie de criterios para el análisis de situación.(Nota 11)
La gradiente de Gramsci tiene por vección medir el estado objetivo y subjetivo social de las clases sociales consigo mismas y en su relación con las otras clases, partiendo primero del análisis de la relación de fuerzas objetiva, esto es, de aquellas independientes de la voluntad de los hombres y medibles cuantitativamente y cualitativamente con exactitud.
Aquí, engloba el análisis y registro del desarrollo de las fuerzas productivas materiales, de esta medición establece el grado de realismo de las metas políticas de las fuerzas actuantes, pues estas relaciones sociales objetivas actuarían como límite de posibilidad para la política.
La conciencia de clase, la organización de la misma y el estado de homogeneidad y cohesión a nivel objetivo y subjetivo presuponen para el teórico italiano los elementos para describir cierta trayectoria en el proceso de toma de conciencia de una clase.
Así describe varios estadíos para el análisis de las relaciones de fuerzas. A) las relaciones de fuerzas a nivel internacional, entre fracciones burguesas y entre el movimiento revolucionario y la burguesía. B) El económico corporativo, con diferentes sub-estadios 1. Las relaciones entre miembros de un mismo grupo profesional o si se quiere de determinada rama de la actividad económica 2. Las relaciones de clase de carácter corporativo, esto es relaciones establecidas en tanto iguales en determinada situación de clase. 3.La organización en una fase más estrictamente política de la clase con capacidad para articularse con otras fracciones sociales subordinadas y expresarse bajo la forma de partido político. C) Las relaciones de fuerza política, esto es el grado de La conciencia, la organización de la misma y el estado de homogeneidad y cohesión a nivel subjetivo por los diferentes grupos sociales, y D) «El tercer momento es el de la relación de fuerzas militares, inmediatamente decisivo, según las circunstancias.
El desarrollo histórico oscila continuamente entre el primer y el tercer momento con la mediación del segundo. Pero este no es un momento de carácter indistinto e identificable inmediatamente en forma esquemática. También en él se pueden distinguir dos grados: uno militar en sentido estricto, o técnico-militar, y otro que puede denominarse político-militar.
En el curso del desarrollo histórico, estos dos grados se presentan en una gran variedad de combinaciones. Un ejemplo típico que puede servir como demostración-límite, es el de la relación de opresión militar de un Estado sobre una nación que trata de lograr su independencia estatal.
La relación no es puramente militar, sino político-militar; y, en efecto, un tipo tal de opresión sería inexplicable sin el estado de disgregación social del pueblo oprimido y la pasividad de su mayoría; por lo tanto la independencia no podrá ser lograda con fuerzas puramente militares, sino militares y político-militares.
En efecto, si la nación oprimida, para iniciar la lucha por la independencia, tuviese que esperar que el Estado hegemónico le permita organizar un ejército propio en el sentido estricto y técnico de la palabra, tendría que esperar bastante (puede ocurrir que la reivindicación de un ejército propio sea satisfecha por la nación hegemónica, pero esto significa que una gran parte de la lucha ya ha sido desarrollada y vencida en el terreno político-militar.
La nación oprimida, por lo tanto, opondrá inicialmente a la fuerza militar hegemónica una fuerza que será sólo «político-militar», o sea, una forma de acción política que posea la virtud de determinar reflejos de carácter militar en el sentido:
1) de que sea eficiente para disgregar íntimamente la eficacia bélica de la nación hegemónica;
2) que constriña a la fuerza militar hegemónica a diluirse y dispersarse en un gra n territorio, anulando en gran parte su capacidad bélica».(Nota 12)

ELEMENTOS TEÓRICO-METODOLOGICOS PARA EL ANÁLISIS DE LOS PROCESOS DE LUCHA DE CALLES

¿Qué elementos teórico-metodológicos tener en cuenta para el análisis de procesos de lucha de calles ?
En primer termino señalemos la relación de fuerzas a nivel internacional. Con esto queremos decir, qué inserción tiene la burguesía del país donde se desarrollan los enfrentamientos, en el mercado mundial, con que fracciones del capital se alinea políticamente y cuál es el estadio de la lucha interburguesa y del proletariado contra la burguesía a nivel mundial en ese período. También en este punto se debe considerar el ciclo por el que atraviesa la rama industrial o el sector de la economía que es el eje del modelo productivo de la zona o región donde se desarrollan los enfrentamientos, y su inserción en el mercado mundial.
En segundo término ¿cuál es el territorio de los enfrentamientos? Al hablar de territorio no solo hacemos referencia a las características geográficas del mismo sino fundamentalmente al territorio social, la cantidad y características sociales de su población, su distribución y la conformación histórico social de las clases o, fracciones de clase presentes en él. Debe considerarse en que zonas de la ciudad se producen los hechos, las características sociales de los barrios, etc, y que carácter tiene cada porción del territorio para cada una de las fuerzas. (Si es su retaguardia social, el territorio donde articula a la vanguardia de su fuerza, etc).
Las características centrales del modo de acumulación y porque fase esta atravesando la formación económico social donde se producen los hechos, la estructura socioeconómica de la provincia y de la región, las actividades productivas que se desarrollan en ella, son un punto importante para caracterizar el escenario de los enfrentamientos y el peso de las fracciones sociales que protagonizan los enfrentamientos en el conjunto de la región.
Otro elemento a considerar es el período político, en el que se desenvuelven las luchas, esto nos remite al problema de quién tiene la iniciativa en el proceso de lucha de clases en curso, esto es, quién conduce el proceso de lucha de clases. Esto nos remite al problema de la lucha por la hegemonía entre diversas fracciones sociales, expresada en la lucha teórica o ideológica por conducir al conjunto de la sociedad tras sus puntos de vista e intereses. Si el enfrentamiento es la condensación en términos sociales de una trayectoria de enfrentamientos -encuentros- previos, estamos en presencia de un combate social.(Nota 13)
Aquí, las fracciones sociales que protagonizaron luchas parciales previas se articulan en una fuerza social, y libran en un mismo enfrentamiento una lucha en común.
Se debe atender también a cuál es la composición social de las fuerzas sociales en lucha y cuáles las fracciones de clase que se articulan en ellas, que alianzas presupone cada una de las fuerzas que confrontan. Decimos fracciones de clase y no clases, porque objetivamente las clases como conjunto rara vez se enfrentan sino que son porciones de las mismas las que entran efectivamente en un proceso de confrontación, y es a través de fuerzas sociales que atraviesan verticalmente al conjunto de la sociedad como se producen efectivamente las confrontaciones sociales.
El concepto de fuerza Social como expresáramos anteriormente es la prolongación, por analogía, del concepto de «Fuerza social productiva» que desarrolla Marx en «El Capital». Una fuerza social expresa la articulación de diversas fracciones sociales que puestas a cooperar en conjunto se traducen en una potencia social de fuerzas, mayor a la suma simple de las partes que la componen. En este proceso, ciertas identidades sociales se descomponen y entran con diversos grados de parcialidad en una fuerza colectiva que las incluye, pero las supera.
Determinar cuál fue el proceso de conformación de las fracciones sociales articuladas en estas fuerzas de carácter social y cuál es su peso sobre el conjunto de la clase y su peso social en el conjunto de la región o el país es de suma importancia para evaluar los grados de unidad y de lucha, esto es la cohesión interna de las mismas y las posibilidades de trascendencia y perspectiva del movimiento social que protagonizan.
Las metas y los objetivos de las fuerzas en lucha nos permiten visualizar que carácter tiene la confrontación, que tipo de oposición y contradicción se desarrolla, esto es si se trata de una confrontación posible de resolverse dentro del orden social vigente o implica la transformación del mismo, y nos pone sobre aviso acerca del carácter de sus respectivas conducciones. Si se trata de fuerzas que expresan fundamentalmente un «sentimiento hostil» con respecto al orden social o una «intención hostil» con respecto al mismo, esto es si se trata de enfrentar una política determinada del gobierno de turno o al orden social mismo.(Nota 14)
Este ordenamiento permite visualizar cuál es la relación existente de las clases en pugna en relación a la dimensión poder. Así podemos empezar a establecer la caracterización del período, esto es, si se trata de un período ascendente o descendente en el proceso de lucha de clases.
La presencia y el carácter social de los cuadros en las mismas y su alineamiento político-ideológico nos permite saber si el movimiento tiene conducción autónoma, o si por su espontaneidad es proclive de ser conducido por intereses de clase heterónomos a las fracciones sociales que lo protagonizan. El carácter de los cuadros refiere asimismo a su conformación histórico social, pueden referir a estadios diferentes del proceso de construcción y articulación de conocimiento.
La fuerza moral de las fuerzas en lucha, esto es el grado de convicción acerca de la lucha que están librando y la convicción de su justeza y necesidad de continuación. Esta es la fuerza que permite vencer al miedo, o desplazarlo y es el soporte material para que los cuerpos se desplieguen en una confrontación, adquiriendo un verdadero carácter de fuerza material.
Una noción fetichista del concepto de fuerza y del de armas, sólo pone el acento en el uso o no uso de fuerza material en la confrontación. El armamento no solamente puede ser material, la convicción y la decisión de confrontar con un orden social determinado, es el motor de una fuerza social en movimiento y lucha.
Qué caracterización de la relación de fuerzas y del enemigo tiene cada una de las fuerzas, este elemento puede ser decisivo a la hora de establecer tendencias en la resolución del enfrentamiento. Aquella fuerza que mida con más precisión la fuerza propia y la del adversario y la relación de fuerzas entre ambos sabrá librar en tiempo, lugar y forma convenientes los enfrentamientos y distribuirá para ello convenientemente su fuerza. Podrá distinguir entre las confrontaciones de carácter táctico y las de carácter estratégico en una trayectoria de enfrentamientos. Es decir entre situaciones que hacen a determinada coyuntura con un efecto acotado temporal y espacialmente y las que registran una permanencia en el tiempo o cuya resolución será decisiva o establecerá una tendencia para todo un período.
La distinción entre la convicción de las conducciones de las fuerzas y la convicción o estado de ánimo de las masas. Esta distinción permite tener en cuenta que en una misma fuerza social pueden convivir diferentes disposiciones de sus componentes producto de su diversa conformación histórica, social, y política o de diversas apreciaciones sobre las tareas y motivaciones de las acciones que esta fuerza desarrolla y que es menester tener en cuenta para evaluar correctamente el carácter de dicha fuerza social.
Articuladas en una misma fuerza social pueden hallarse fracciones dispuestas a dar batalla estratégica contra el orden social existente y otras que sólo estén participando de los enfrentamientos confrontando solamente contra el gobierno de turno, o contra alguna política o representación política específica del mismo.
La capacidad de articular a otras fracciones sociales a la lucha, este elemento es decisivo a la hora de saber quien de ambos contendientes esta en condiciones de sumar mayor fuerza a la lucha y de evitar el aislamiento social. En este aspecto también cobra importancia la capacidad de adaptación, flexibilidad y creatividad de las conducciones de cada una de las fuerzas en su intento permanente de restar fuerza al contrincante, neutralizar a otras fracciones y/o sumarlas a su fuerza.
El carácter orgánico o inorgánico de las masas es decir si estas se encuentran alineadas en determinadas organizaciones o si participan de manera no estructurada en los enfrentamientos.
Este aspecto del carácter de las mismas puede ser decisivo, en la medida que regula en primera instancia la capacidad de conducción de los cuadros presentes en la confrontación de asumir la conducción del proceso de enfrentamientos en curso.
Señalemos también que es de importancia la distinción de la producción en el curso de los enfrentamientos de la puesta en crisis mediante su destrucción y construcción de determinadas relaciones sociales expresadas en determinados cuerpos que las articulan.
Desde nuestra perspectiva, partimos de la premisa teórica de que al hablar de individuo hacemos referencia a un conjunto de relaciones sociales que expresan un momento de lo social, expresando el individuo una parcialidad de la sociedad en movimiento, y que, al hablar de sociedad, entendemos por esta a la inclusión creciente y a la correspondencia de relaciones sociales entre los individuos que la componen. Estas articulaciones no poseen un carácter lineal, sino por el contrario, su construcción abarca procesos de una enorme complejidad.
Esta caracterización de la relación entre individuo y sociedad, confronta con las que, desde diversos campos epistemológicos, la estudian parceladamente, o incluso, consignando la determinación de uno de los momentos de lo social sobre el otro. Al respecto señala Norbert Elías: «... entre las peculiaridades de la imagen del ser humano, cuenta el hecho de que los seres humanos, considerados en sí mismos, como individuos y sociedades, se tratan, tanto en el lenguaje como en el pensamiento, como si fueran dos manifestaciones con existencia separada, de las cuales una suele considerarse como real y la otra como irreal, en lugar de entender que son dos perspectivas distintas de los mismos seres humanos».(Nota 15)
Desde otro campo de análisis, pero con una vección teórica similar, Piaget frente al mismo problema señala que: «El problema planteado por la explicación sociológica depende por lo tanto desde el principio del empleo de la noción de totalidad.
Puesto que el individuo constituye el elemento y la sociedad el todo, Cómo concebir una totalidad que modifica a los elementos de los que está formada sin utilizar, sin embargo, nada más que los materiales tomados de esos mismos elementos ? Frente a esta pregunta encuentra que para responderla...»Está en primer lugar el esquema atomista que consiste en recomponer el todo por la composición aditiva de las propiedades de los elementos. En realidad, ningún sociólogo ha mantenido jamás este punto de vista: se da el hecho del sentido común y de las filosofías sociales presociológicas que explicaban los caracteres del todo colectivo por los atributos de la naturaleza humana innata en los individuos, sin darse cuenta de que de esta manera invertían el orden de las causas y los efectos y daban cuenta de la sociedad por los resultados de la socialización de los individuos.
La desafortunada discusión que ha opuesto a Tarde y a Durkheim en la solución de un problema mal planteado ha dado pie a creer que Tarde explicaba de esta manera la sociedad por el individuo; recurriendo a la imitación, a la oposición, etc. Tarde hacia referencia en realidad a relaciones entre individuos, pero sin ver que esas mismas relaciones modifican a los individuos en su estructura mental, mientras que Durkheim, al recurrir al constreñimiento ejercido por el todo social insistía con razón en las transformaciones ejercidas por ese constreñimiento en el seno de las conciencias individuales, pero sin comprender la necesidad de hacer comenzar el análisis de este proceso de conjunto por el estudio de las relaciones concretas entre los individuos».(Nota 16)
Piaget reubica los términos de la discusión señalando que: «... Pero si la interacción entre el sujeto y el objeto modifica así a los dos, es evidente que cada interacción entre sujetos individuales modificará a cada uno de estos con respecto al otro. Toda relación social constituye, por consiguiente, una totalidad en sí misma, productora de caracteres y que transforma al individuo en su estructura mental. Existe pues una continuidad entre la interacción entre dos individuos hasta la totalidad constituida por el conjunto de las relaciones entre el conjunto de los individuos de una misma sociedad y se ve, en definitiva, que la totalidad así concebida consiste no en una suma de individuos, ni en una realidad superpuesta a los individuos, sino en un sistema de interacciones que modifica a estos últimos en su misma estructura». De lo que deriva que el proceso de construcción de heteronomía o autonomía «individual» es un proceso donde los otros-lo social-se halla presente.(Nota 17)
Es en los procesos de confrontación social abierta, como son los que nos ocupan en estas líneas, donde es posible registrar con mayor nitidez procesos de crisis de las relaciones sociales, y de recomposición de las mismas, muchas veces apareciendo estas crisis bajo la forma de «crisis de identidades individuales».
La cantidad y calidad de las bajas que sufre cada fuerza en el proceso de enfrentamientos. Con esto hacemos referencia a las bajas humanas clasificadas en muertos, heridos y detenidos que arroja el enfrentamiento, las bajas materiales: la pérdida, destrucción o apropiación de objetos e instrumentos por parte de cada fuerza y a las bajas morales: la pérdida o recuperación de determinado territorio social en el enfrentamiento y el efecto en el ánimo y en la convicción de cada fuerza en pugna que ello provoca.
Dentro de este punto a tomar en cuenta hay que distinguir asimismo quien tiene la iniciativa en producir cada hecho y que trayectoria describe en relación al objetivo que se propone esa fuerza social en el período. Una fuerza social en gestación puede no proponerse en lo inmediato el objetivo de causar bajas humanas bajo la forma del muerto al adversario, y si tener una mayor iniciativa de producir diversos hechos que conlleven la acumulación de fuerzas y poder y el desarme de la fuerza adversaria.
Asimismo señalemos que el recuento cuantitativo de las bajas de uno y otro campo y su comparación para poder desarrollar el análisis político de determinado período de la lucha de calles debe, para poder dar cuenta de la trayectoria y tendencia de los enfrentamientos sociales, articularse con otro registro, de carácter cualitativo acerca de lo que significa políticamente y moralmente una baja para cada fracción en pugna.
No conlleva el mismo tiempo histórico, ni refiere a procesos sociales análogos, en términos de la complejidad social involucrada, la producción de un cuerpo dispuesto al combate social, desde la perspectiva del campo del pueblo, que la construcción para las clases dominantes de sus cuadros armados.(Nota 18)
El tipo de acciones dominantes en el proceso de enfrentamientos callejeros. En una secuencia de enfrentamientos, en el proceso de la lucha de calles pueden combinarse acciones donde se haga uso de la violencia material, con marchas, huelgas, declaraciones, tomas de instalaciones, es decir acciones por dentro y por fuera del aparato institucional burocrático del Estado.(Nota 19)
La predominancia de determinado tipo de acciones en el proceso de lucha de calles nos pone en evidencia la forma que va adoptando la confrontación entre ambas fuerzas, y las metas y objetivos que se proponen en el proceso de enfrentamiento.
Por último señalemos a las consecuencias de los enfrentamientos como un elemento a tomar en cuenta en el análisis. Con esto queremos referirnos a que efectos institucionales, en la relación de fuerzas en lucha y sobre las fracciones sociales y fuerzas sociales devienen tras los enfrentamientos ocurridos.
Estos efectos pueden ser de tipo económico, político o ideológico o una combinatoria o articulación de varios de ellos. Su importancia estará dada por la envergadura y complejidad de los enfrentamientos librados y tendrá un carácter asimétrico para cada una de las fuerzas que participaron del enfrentamiento, esto es para los vencedores y para los vencidos. Estas consecuencias y efectos de los enfrentamientos librados se constituirán, a su vez en premisas para la prosecución de la confrontación social, ya sobre nuevas bases.(Nota 20)

HACIA UN ANÁLISIS DE «EL TUCUMANAZO», Y «EL SANTIAGUEÑAZO» (Nota 21)

Con 627.000 habitantes. Santiago del Estero es una de las provincias más pobres de la Argentina.
Según un informe del ministerio de Economía en los últimos diez años la provincia perdió el 25% de su producto bruto.
La tasa de desocupados y subocupados sumada era para Octubre de 1993 de un 14 % de su Población Económicamente activa.(Nota 22) Los ingresos genuinos de la provincia solo cubren una décima parte de sus gastos mientras que el 90% restante es financiado por el tesoro nacional. De dicho presupuesto un 36% lo absorben los salarios del sector público. Entre 1983 y 1992 la provincia incrementó en un 50 % la cantidad de empleados públicos.
Santiago del Estero es una de las provincias con mayor porcentaje de población rural del país. El peso del sector público dentro de la economía es relevante: cubre el 32% del producto bruto interno, solo el 5% del mismo es cubierto por la industria, básicamente la maderera.
En este escenario, se producen en agosto y en Noviembre de 1993 diversos enfrentamientos callejeros, dirigidos por empleados del Estado, algunos con epicentro en la capital provincial y otros en pueblos del interior de la provincia. En Diciembre de 1993, se suceden, a partir de la lucha de los empleados estatales encabezados por su representación gremial, ATE, una serie de movilizaciones contra la «Ley Ómnibus» con la participación de jubilados de la provincia y trabajadores por el pago de sueldos atrasados y contra los despidos masivos, que la «Ley Ómnibus» suponía. La represión policial a los manifestantes dio lugar a la lucha de calles. Nacía así, lo que rápidamente se denominó «El Santiagueñazo».
Cabe destacar que en las meses previos varios pactos políticos entablados entre el jefe del principal partido de oposición de la provincia y los diversos referentes del Partido Justicialista en el gobierno de la provincia desde 1983, y el primero con el presidente de la República habían licuado ciertas ilusiones de existencia de una oposición política encabezada por el radicalismo provincial a la política de ajuste.
Durante los enfrentamientos fueron atacadas y saqueadas la casa de gobierno, la legislatura de la provincia, los tribunales provinciales y 14 residencias de jefes políticos de la provincia. La intervención federal dispuesta por el Poder Ejecutivo Nacional y la actualización y el aumento de haberes de casi el 100% puso término a los enfrentamientos.
Cinco meses después, el 10 de Abril de 1994, en las elecciones para convencionales constituyentes a pesar de registrarse los mayores porcentajes de voto en blanco del país (8%) y de abstencionismo (40%), el Partido Justicialista en el gobierno al momento de producirse los enfrentamientos sociales, se imponía con más del 50% de los votos.
«Ellos nos sacaron y se quedaron con lo nuestro y ahora nosotros nos quedamos con lo de ellos» decían los Santiagueños en las calles, durante la lucha en las calles, lo que remite a la creciente creencia extendida en amplias porciones de las clases populares de que es la corrupción de los funcionarios de gobierno la causa del estado de cosas en el país, y no determinado orden y modo de producción de lo social.
El «Santiagueñazo» remite a un ciclo de luchas abierto en 1990, mas precisamente en Octubre, por las luchas de maestros, jubilados y empleados estatales en Chubut, que bajo la implementación del plan liberal de ajuste reclamaron el pago de sueldos atrasados y la renuncia del gobernador.
El descontento popular sin una conducción revolucionaria es aprovechado por una fracción de burguesía, alineada políticamente con el gobierno nacional para reemplazar al gobernador Perl, otrora miembro de la fracción renovadora del Peronismo, por Cosentino alineado políticamente con el Menemismo.
La iniciativa en el proceso de luchas político-sociales tanto en el caso de Chubut como de Santiago del Estero permanece en poder de la burguesía, y es entonces que esta lucha popular se inscribe en el período abierto por la victoria de la misma sobre las fuerzas populares en los enfrentamientos político militares desde mediados de los setenta, donde lejos de plantearse la necesidad de luchar contra el orden social existente y de vincular la situación de pobreza material en la que viven con dicho orden social, las fracciones populares enfrentan ciertas manifestaciones de la dominación capitalista y no la génesis de las mismas.
Pero Santiago marca, un hito de lucha en relación a un período caracterizado por la pasividad de las masas ante su expoliación creciente y diaria.
Cabe destacar que la escena de un individuo sentado sobre la silla del gobernador y con su bastón de mando saludando desde los balcones de la casa de gobierno provincial y vitoreado por una multitud, imagen de fuerte carácter simbólico, que sembró ilusión sobre los alcances del movimiento de protesta, en el «Santiagueñazo» el problema del poder esta ausente.
Representa cierta resistencia al proceso de ajuste estructural en las provincias, que, con un grado limitado de industrialización y con su economía regional en crisis tienen por estructura económica fundamental el empleo estatal.
La lucha de calles en Tucumán se desarrolla en un territorio social cuya características centrales son la monoproducción agroindustrial -la industria del azúcar- y la alta densidad poblacional y su concentración en la capital de la provincia, San Miguel de Tucumán.
«El Tucumanazo» remite a otro período político y a otro ciclo de luchas tanto a nivel nacional como internacional.
Se desarrolla en Noviembre de 1970 bajo la dictadura del General Levingston, luego que la provincia sufriera el cierre de 11 de los 27 ingenios azucareros entre 1966 y 1968 producto de la política de concentración y centralización de capitales de la «Revolución Argentina» que había derrocado al presidente Illia.
Tuvo como desencadenante el protagonistas a estudiantes universitarios, obreros del azúcar, curas tercermundistas, pequeños propietarios cañeros y comerciales.
Durante 3 días las fuerzas populares, cerca de 20 mil personas, ocupan la ciudad de San Miguel de Tucumán, apedrean la casa de gobierno y el jockey club locales y logran no solo la caída del gobernador, del jefe de policía y del rector de la universidad, sino que obtienen una serie de conquistas populares: La legitimación de las organizaciones populares universitarias, aumentos de sueldos, democratización parcial de las condiciones de enseñanza, etc. En el transcurso de los enfrentamientos no se producen saqueos, aunque si la quema de varios automóviles oficiales.
Esta lucha se inscribe en el ciclo de luchas abierto en 1969 por el cordobazo. Ya en Mayo del 69', paralelo al «Cordobazo» se desarrollan en Tucumán enfrentamientos en las calles entre estudiantes y policías.
Los cuadros dirigentes son de diversas tendencias socialistas, con y sin referencias en organizaciones políticas de estructura nacional, que surgen al calor de las luchas antidictatoriales locales y del proceso abierto por la revolución Cubana en 1959, la guerra anticolonialista Argelina y el Mayo Francés de 1968.
Se conforman a partir de la lucha de calles organizaciones de nuevo tipo que expresan la alianza de los obreros del azúcar y la conducción estudiantil del comedor universitario, através de coordinadoras etc, conducen los enfrentamientos.
La huelga general decretada por la C.G.T local se articula a la lucha y movilización en las calles, se hacen presentes organizaciones armadas del campo del pueblo que son vistas con simpatía por la población, se produce el desarme de varios policías y el tono de las consignas es dominantemente antidictatorial y anticapitalista.
«El Tucumanazo» se desarrolla en un período donde la iniciativa popular se hace presente en la lucha de clases creando una situación prerrevolucionaria, y a pesar de estar duramente golpeada por el cierre de ingenios y el proceso de emigración masiva que se produce en esos años en la provincia, la clase obrera azucarera se hace presente en la lucha de calles, en alianza con los estudiantes.
En conversaciones con participantes del «Tucumanazo» uno de los dirigentes del mismo señalaba que decidieron no tomar la casa de gobierno porque iba a ser solo un hecho simbólico, y que se luchaba por un cambio efectivo del orden social, por el cambio de manos del poder, y que esto requería de un proceso de luchas más profundo y de alcance nacional.(Nota 23)
La continuidad del «Tucumanazo» se expresará en la provincia en el llamado popularmente «Quintazo» enfrentamiento de las fuerzas populares con tropas del ejército, ocurrido en junio de 1972, en San Miguel de Tucumán, que cuestiona a la dictadura militar de entonces, encabezada por el General Lanusse, que había iniciado un proceso de repliegue y convocatoria a elecciones generales para Marzo del año 73'.

A MODO DE CONCLUSIÓN

La apretada síntesis de estos aspectos teórico-metodológicos, a tener presentes para el análisis de enfrentamientos sociales inscriptos en procesos de lucha de calles a la que obliga la extensión de este artículo no permite una mayor desagregación en el análisis.
Lo que también cabe resaltar que tanto en la década del 70' como en la del 90' desde las fuerzas populares se alzaron voces amenazando con la reiteración de las puebladas y de los azos como si estos fueran conocidos en su proceso de génesis y producción o como si dependieran puramente de una voluntad subjetiva.
Ambas pretensiones han chocado con el desconocimiento de la artesanía concreta que dio lugar al desarrollo de los enfrentamientos de lucha de calles en cada período.
Queda de esta manera obscurecido que las confrontaciones sociales mencionadas remiten a períodos históricos diferentes, donde la iniciativa en el proceso de lucha de clases ha cambiado de manos, en territorios sociales distintos, enmarcadas en ciclos de lucha distintos con conducciones disímiles y que expresan un carácter social también diferente.
También han sido disímiles las consecuencias en el plano político institucional y en el proceso de toma de conciencia de las fracciones del campo del pueblo que las protagonizaron.
Mientras que en los setenta se trataba de la emergencia de una fuerza social de oposición política al régimen capitalista, donde el proletariado iba constituyéndose como clase dirigente de un proceso revolucionario, en los noventa la lucha de calles de Santiago del Estero conducida por fracciones obreras vinculadas al empleo estatal, traduce una confrontación de carácter económico- corporativo, donde los aspectos políticos del enfrentamiento quedan cinscunscriptos a la lucha contra los funcionarios políticos y burocráticos del Estado y de las representaciones políticas de la burguesía, no en tanto representantes de la clase, sino en tanto funcionarios que en el desempeño de sus tareas sacan provecho particular de ellas.
Es por ello que en Santiago la lucha puede ser contenida mediante el recambio de funcionarios políticos y la puesta al día en el pago de salarios. Luego en las elecciones de Mayo de 1995, se recorta aún más sus efectos políticos y subjetivos, uno de quienes sufre el incendio de su casa particular, durante el «santiagueñazo» resulta electo gobernador con más del 50% de los votos.
Por lo tanto ambas luchas refieren a desarrollos diferentes dentro del proceso de toma de conciencia de la clase obrera.

«...al cambiar una situación social dada, surgen inevitablemente, formas de lucha nuevas, es por ello que el problema de las formas de lucha debe ser enfocado históricamente...»(Nota 24)

Estas líneas son un primer intento de construcción de un modelo de análisis que permita la construcción de los criterios teóricos metodológicos prerrequisitos de cualquier estudio científico que se proponga superar el empirismo lógico y la mera crónica de este tipo de enfrentamientos sociales.

NOTAS

1) Según Beba Balvé quien desarrolla teóricamente las diferencias entre un «azo» y una «pueblada», el primero remite a la lucha entre dos fuerzas sociales como manifestación de una sociedad donde las dos grandes clases en que se divide el capitalismo han alcanzado su desarrollo, y sus representaciones políticas entablan una lucha de carácter político por la representatividad de las masas.
La pueblada estaría vinculada a un estadío económico-corporativo de la lucha de clases donde la ciudad se une como corporación frente a los «afuerinos» es decir los ciudadanos de otra urbe. Aquí lo dominante es la lucha entre propietarios privados de mercancías, es decir una lucha entre fracciones de la burguesía, donde el proletariado se subordina a las mismas. Ver la introducción a Aufgang (1989).
2) «El Tucumanazo» de 1970, la pueblada de Orán en la provincia de Salta y «El Quintazo» nuevamente en Tucumán en 1972. En la década del 90' se producen revueltas populares en Jujuy, Salta y el popularmente denominado «Santiagueñazo» en Diciembre de 1993.
3) Sobre «El Tucumanazo» se puede leer Crenzel (1991). Sobre el «Santiagueñazo» ver Dargoltz, (1994).
4) Señalaremos a modo de ejemplificación los trabajos de Marx,(1973) y de Engels, (1971).
5) Marx, (1974), Páginas 9-11.
6) Idem,Op.Cit.
7) Marx, (1974), Página 194.
8) Marx,(1983), Pág 891-929, Tomo I.
9) Marx,(1983)Tomo I,Páginas 89-90.
10) Lenin, (1974).
11) Gramsci,(1984),Páginas 51-54.
12) Gramsci, Op. Cit. Páginas 59 y 60.
13) Jacoby, 1978.
14) Clausewitz, (1983), Páginas 77-78.
15) Elías, Norbert(1993),Introducción, Página 30. Elías señala la falsa contradicción que muchas veces desde la sociología se establece entre individuo y sociedad. Caracteriza al individuo como un conjunto de relaciones sociales expresadas por un cuerpo y a la sociedad como la articulación de relaciones sociales.
16) Piaget, Jean: (1986) Capítulo: «La explicación en Sociología», punto 2, Páginas 31 y 35.
17) Como ejemplificación del análisis de Durkheim puede citarse su trabajo: «El suicidio» (1963).Durkheim establece una relación entre una acción, el suicidio, aparentemente de carácter individual, con las condiciones generales de una época histórica, el último cuarto del siglo XIX y los profundos cambios sociales que la caracterizan. Lo social en Durkheim aparece como algo exterior y coercitivo frente a lo cual los individuos se encuentran determinados.
18) Esta mirada acerca de las bajas, de carácter político-militar y no militarista, estaba presente en la conducción revolucionaria en Vietnam, que consideraba no sólo a sus muertos, heridos y prisioneros como bajas sino que también consideraba como baja de su fuerza, el pasaje a la clandestinidad de un militante público del Vietkong a partir de su detección por las fuerzas Norteamericanas y Sud-Vietnamitas.
19) Ver Aufgang (1989),introducción, donde se especifica esta distinción.
20) Desde la teoría clásica de la guerra, es karl Von Clausewitz quien comienza a dilucidar que consecuencias se producen luego de enfrentamientos donde se hace presente el uso de la fuerza material en la subjetividad de vencedores y derrotados. Clausewitz ilustra los efectos de la resolución de una batalla sobre los contendientes. Clausewitz, (1983), Capítulo X «La batalla, Efectos de la victoria», Páginas 196-200.
21) Para la comparación de ambos movimientos sociales me baso en los ya citados Crenzel (1991) y Dargoltz (1994). Acerca de este último trabajo disiento sobre A) La caracterización que el mismo realiza sobre el «Santiagueñazo», B) El alcance y profundidad de las metas que se proponía. Es por ello que aquí sólo lo tomo como bibliografía de consulta.
22) INDEC, EPH, Comunicado de prensa.
23) Crenzel (1991), Páginas 88 y 91.
24) Lenin (1975), OC, Tomo XI, Páginas 220-221.

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