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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

On-line version ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  no.13 San Salvador de Jujuy Nov. 2000

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Organizaciones barriales: desde el autoritarismo a la democracia

Organizations of neighbours: from the authoritarism to the democracy

Carlos González Villar *

* Secretaría de Investigación - Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Misiones (E-mail: govi@invs.unam.edu.ar)

RESUMEN

La contradicción existente en Argentina entre desarrollo democrático y proceso de reforma y reestructuración del Estado (como consecuencia del impacto de la internacionalización de los mercados y la apertura de las economías), políticamente excluyente, nos presenta un campo social y político cada vez más fragmentado. El crecimiento complejiza los conflictos y demandas, sobre todo en aquellas ciudades del interior del país que siguen concentrando población, sin que se produzca un desarrollo acorde a la necesidades que impone el ritmo de la urbanización. La proximidad habitacional y las carencias infraestructurales compartidas, generan iniciativas asociativas con el fin de demandar colectivamente las soluciones. Más allá de las diferencias culturales, políticas e ideológicas, de las distintas posibilidades económicas y de la fragmentación del campo social local, los habitantes de los barrios tienden a nuclearse en torno a los problemas comunes inmediatos. En los últimos años, encontramos que la organización y lucha de los sectores carenciados se ha limitado a reinvindicaciones por mejores servicios colectivos urbanos. Plantemos que estos movimientos, que no encuentran formas de expresión directa en el sistema político, sustentan un conjunto de cuestiones parciales que se manifiesta en la constitución de una cultura política especifica.

ABSTRACT

The existing contradiction in Argentina, among the democratization process of the political regime and the state reform process, politically excluding, presents us a political and social field increasingly fragmented. The increase makes the conflicts and demands more complex, especially in those cities of the interior of the country that continue concentrating population, in absent of development to the needs that imposes the accelerate urbanization. The common residence and the lack of infrastructure, produce new forms of association oriented to demand collective solutions. Beyond cultural, political and ideological differences, the diverse economics possibilities and the fragmentation of the local social field, the neighbors of the “barrios” tend to joint around the present common problems. In the last years, we find that the organization and struggle of the poors has been limited to recovery for better urban services. We suggest that these movements, that they do not find the forms of expression through political system, drive a set of partial problems witch manifest the constitution of a specific political culture in the conjuncture.

INTRODUCCIÓN

La política económica asentada en el modelo neoliberal, implica un proceso de polarización creciente, que re-estructura, transforma y proyecta a la sociedad actual de los países latinoamericanos en términos de inclusión/exclusión. La vulnerabilidad externa del estilo de desarrollo asentado en la sustitución de importaciones; la aguda contracción económica registrada durante la década del 80; el progresivo retiro del Estado y la implementación de las políticas de ajuste y recesión, condicionadas por el pago de los servicios de la deuda externa, y el desmantelamiento de los programas de bienestar social, han generado profundas desigualdades sociales, políticas y económicas, dando como resultado un incremento de la población que vive en condiciones de pobreza. La situación se agravó aún más en el contexto de las regiones menos industralizadas del país, en donde la descomposición/transformación de sus estructuras socioeconómicas producto del impacto de desregulación y la concentración capitalista(Nota 1), continúa agudizando los procesos de diferenciación social y acentúa la urbanización acelerada de las tramas regionales.
La sostenida exclusión de los sectores más pobres y la decadencia de los beneficios provistos por el sistema de políticas sociales, potencian los problemas de desigualdad derivados de los cambios regresivos en la distribución del ingreso. Estos ámbitos tienden a ser lentamente abandonados por el Estado, fragmentándose los conflictos y las demandas; privatizándose los espacios públicos; atomizándose el campo social y político. También se generan transformaciones en el plano de las disposiciones, es decir, en las visiones del mundo, en las valoraciones y en las categorías de percepción y de acción. La fragmentación es una de las caras de la denominada «explosión de lo social», entendida como multiplicación y como incremento de la complejidad, ruptura de la unidad, pero no como muerte de lo social.
Desde comienzos de la década de los 90s, está aconteciendo una gran transformación en Argentina debido al cambio del patrón productivo desde un modelo substitutivo de importaciones a otro de apertura de la economía. Desde el punto de vista conceptual, dicho cambio ha tenido como base de sustentación el análisis económico ortodoxo expresado en el conjunto de medidas políticas impulsadas por el modelo neoliberal. La reforma del Estado a partir de 1992, estuvo centrada en la transformación de los sistemas administrativos, pero con un objetivo marcadamente orientado a lo económico. El nuevo modelo supone, en su formulación general, un Estado fuerte, pequeño, “correctamente dimensionado y eficiente”(Nota 2). También implica el funcionamiento de las instituciones en un marco de racionalidad legal y técnica, que haga predecibles y sustentables en el tiempo sus acciones. Paralelamente, la despolitización creciente de las organizaciones y movimientos sociales, aparece como consecuencia de la crisis del sistema de partidos; partidos que se muestran cada vez más inoperantes para representar los intereses sociales (Offe, 1992) en el marco de las nuevas reglas del juego político-institucional. La modernización del Estado profundiza así los resultados socialmente excluyentes del modelo económico. De allí la contradicción entre desarrollo democrático (profundización y consolidación de la democracia) y gobernabilidad del proceso de reforma y reestructuración del Estado y sus funciones (como consecuencia del impacto de la internacionalización de los mercados y la apertura de las economías). El régimen político parece derivar hacia la formación de mercados políticos con predominio de particularismos, sin que se articulen mecanismos de integración. Se asiste a un creciente proceso de separación del Estado con respecto a la sociedad, circunstancia que no permite hablar de una supuesta «neutralidad del Estado» sino que por el contrario, reafirma su carácter articulador de la dependencia y refuerza su aspecto de aparato de dominación y control (Baño, 1990: 105): para el mantenimiento de una democracia formal, la élite gobernante necesariamente debe aumentar el grado de coerción sobre las clases subalternas.(Nota 3) Modernización excluyente (Barbeito y Lo Vuolo 1992), modernización centrífuga (Calderón y Dos Santos 1990), cambios que se producen en una sociedad que se reestructura económicamente y al mismo tiempo se fragmenta(Nota 4). Frente a la mítica sociedad de clases medias que arranca a finales de la Segunda Guerra Mundial, a partir de los noventa se tiende a conformar una sociedad dual y fragmentada, donde se crean barreras insalvables para un sector «difuso» que ha quedado relegado en la salida de la crisis(Nota 5). Estas condiciones inciden en la transformación de la estructura social, en términos de romper el continuo de estratificación social y generar la diferenciación «dentro-fuera» (Baño 1990: 105).
En el contexto de las ciudades, el crecimiento complejiza los conflictos y las demandas. La ausencia de políticas claras y de recursos genuinos impide dar solución a la multiplicidad de problemáticas y reclamos que surgen día a día; también, indica crisis de las ideas sobre el desarrollo de la ciudad. De todos modos, los colectivos sociales van construyendo el habitar, a partir de la apropiación del espacio y de la territorialización de los procesos sociales. La trama social se objetiva en lo espacial, y se fortalece en su actuar sobre el hábitat: el residir en un barrio permite pertenecer al mismo, así como organizarse para mejorar las condiciones de vida de todos los que viven en él. Los reclamos o demandas puntuales articularán prácticas grupales, informales como formales, que permitirán dar respuesta a necesidades privadas como públicas, más allá del accionar del gobierno local.
Las transformaciones que caracterizan el nuevo escenario social, obliga a los actores a buscar nuevas alternativas; a replantear sus estrategias reproductivas, perfilando renovados estilos de vida. El momento histórico exige de los individuos y de las familias, frente a las situaciones de crisis cotidiana, respuestas urgentes y creativas. Aparecen así, nuevas formas de acción, relación y representación; se aceleran los cambios culturales y se genera una demanda creciente de instancias integradoras donde articular las necesidades reales y simbólicas (no satisfechas) de amplios sectores de la sociedad. En este contexto, algunos autores ya hablan de la Cultura de la Urgencia, como expresión de un nuevo modelo de socialización que se ha formado y desarrollado progresivamente, imponiéndose hoy en día como una alternativa obligada (Pedrazzini y Magaly Sánchez, 1990) y que se expresa, como uno de sus posibles modos, a través de la ilegalidad y la violencia (Camacho, 1990).
En este artículo, y a partir del seguimiento que hemos venido realizando en los últimos años del proceso de constitución de los barrios carenciados y sus organizaciones en el contexto de una ciudad de tamaño medio (Posadas, capital de la provincia de Misiones, República Argentina), trataremos de caracterizar la lógica de la acción y práctica colectiva, así como los obstáculos que impone el régimen hegemónico para la constitución de «organizaciones» y/o «movimientos» barriales autogestionarios. Más allá de la retórica neoliberal de «fortalecimiento de la sociedad civil y sus organizaciones», los procesos de reestructuración económica y la modernización política fragmentan y atomizan las prácticas colectivas emergentes, imposibilitando la constitución de agrupamientos solidarios más o menos permanentes que puedan procesar/actuar un discurso y un proyecto contra-hegemónico.

LA CIUDAD DE POSADAS

La ciudad de Posadas se organiza sobre un promontorio que se eleva a 115 m sobre el nivel del mar. Los elementos históricos de valoración del paisaje original benefician a Posadas por las condiciones de sitio y posición excepcionales en el Alto Paraná. Como nodo de intercambio y comunicación a los 27º 23' de latitud sur y 55º 54' de longitud oeste, forma parte de la unidad ambiental de los campos del sur de Misiones (República Argentina) y se asocia a un área de suaves colinas.
Acorde a su posición cercana al Trópico de Capricornio, abierta a la influencia de los vientos húmedos orientales del dominio atlántico, la zona forma parte de los climas cálidos y húmedos del Nordeste del país. La presencia del río Paraná atempera las amplitudes térmicas en razón del constante proceso de evaporación, rasgo que se visualiza en la formación de neblinas durante el período de menor temperatura.
Posadas, se constituyó como Municipio en 1872, a partir de una primera mensura y parcelamiento del poblado que hasta entonces haba crecido espontáneamente. Un año después se delimitó el Casco Urbano y las zonas aledañas se dividieron en «chacras». Poblado el Casco Céntrico, la ciudad creció por loteo y venta de las parcelas: en principio hacia el norte y luego hacia el sur y parcialmente hacia el oeste. Al convertirse en Capital del Territorio Nacional de Misiones (1882), se transformó en el núcleo urbano más importante de la región. Su situación jurídica sumada a la estratégica ubicación geográfica, hicieron que creciera rápidamente y se transformara en un centro administrativo y de servicios regionales, foco relevante de actividades mercantiles que se canalizaban a través de la Aduana(Nota 6) importante recaudadora de impuestos(Nota 7).
Según el Censo de Población del Territorio de 1931 el 50% de la población residía dentro del Casco Céntrico (13 por 14 manzanas de lado); mientras la otra mitad se asentaban en los barrios adyacentes al puerto. En el año 1957, las mayores densidades de población se alcanzaban en las zonas costeras de la ciudad: las márgenes este y norte del río Paraná, aledañas al Casco Céntrico. Durante la década del 70 la ciudad se expande de manera significativa: a partir del núcleo céntrico fueron ocupándose amplios espacios, aunque sin consolidar totalmente su urbanización. Paralelamente, el crecimiento comercial y financiero del micro-centro produjo desplazamientos de los sectores de mayores ingresos hacia nuevos lugares de residencia, proceso que se visualizó más claramente en la década siguiente. Por su parte, la población de escasos recursos ubicada en la franja costera saturó primero los espacios aledaños a la zona céntrica, extendiéndose luego hacia el sur de la ciudad. Esta configuración se mantuvo vigente en cierta medida hasta los años 80', si bien incrementando las densidades de población en cada punto y con las modificaciones resultantes de dos procesos de notoria incidencia sobre la organización del espacio urbano: el desplazamiento o relocalización(Nota 8) de algunos sectores de población y la ocupación del espacio oeste.
El crecimiento poblacional más elevado en Posadas se registra entre los años 1960 y 1980: los Censos Nacionales indican que en ese período el número de habitantes prácticamente se duplica y es cuando: «Posadas adquirió un Cinturón de asentamientos espontáneos del que carecía hasta ese entonces» (Bartolomé, 1985: 75). Posadas en el Censo de 1991 registró 222.715 habitantes, manteniendo una tasa de crecimiento muy alta en relación con otras localidades del interior.
La ciudad ha sufrido un conjunto de transformaciones en los últimos veinte años que pueden ser atribuidas a:
-la prolongada crisis del sector agrario de Misiones;
-el crecimiento vertiginoso de su población, producto de saldos migratorios
positivos;
-el impacto de las grandes obras de infraestructura (Puente Encarnación-Posadas; embalse de la represa de Yacyretá y Plan de Relocalizaciones Urbano, etc.)(Nota 9). -las políticas de integración fronteriza (Mercosur) y las asimetrías comerciales con Paraguay;
-el impacto específico de las políticas de ajuste (Pacto Fiscal) y descentralización en la capital de una provincia periférica, asiento principal de la burocracia estatal.
Como resultado, la ciudad duplicó el número de sus habitantes en el lapso de dos décadas, generándose en el proceso un cinturón antes inexistente de asentamientos urbanos precarios, cuyos habitantes se incorporaron mayoritariamente en un segmento del mercado laboral caracterizado por situaciones de precariedad, ilegalidad e informalidad: trabajo a destajo; tareas ocasionales (changas), en negro y cuentapropismo.
En los últimos años asistimos a un proceso de reestructuración del país y la región, como consecuencia de la hegemonía neoliberal y los planes de ajuste fiscal. Las dificultades estructurales de la economía misionera (atomización productiva; baja capitalización; retraso tecnológico), el retiro del Estado y la clase política como socios o patrones, la trans-regionalización y concentración de los capitales, la pérdida creciente de mercados debido a la imposibilidad de competir, la integración con Paraguay y Brasil (en el contexto del Mercosur), agudizan la crisis de un modelo de crecimiento y desarrollo inviable en las actuales condiciones (González Villar, 1994). Como consecuencia directa, crece el desempleo y las migraciones internas transfieren población desde las áreas rurales a las localidades urbanas, acelerándose los procesos de concentración de población y pauperización de vastos sectores de población (González Villar, 1995). Esta pluralidad de factores, sumados a otros más localizados y específicos (llenado del embalse de Yacyretá, por ejemplo), han impactado diferencialmente en los sectores más carenciados, generando crecimiento y redistribución en el contexto de la ciudad de Posadas. En los últimos años, la pobreza ha aumentado y los problemas conexos se han agudizado.
El ajuste, llegado de la mano del Plan Fiscal (I y II) ha supuesto la fragmentación de las acciones públicas(Nota 10) y privadas, así como la descentralización de las acciones territoriales, municipales y regionales(Nota 11); se evidencian, de ésta manera, las tensiones e incertidumbres de las políticas de modernización del estado. A nivel local, se produce un desfasaje entre las políticas globales de descentralización y los recursos genuinos con que cuenta el Municipio para afirmar su gestión de gobierno(Nota 12).
Actualmente, la ciudad de Posadas no cuenta con instalación de gas natural y sólo una pequeña parte del ejido urbano está cubierto por el sistema de desagües cloacales(Nota 13); asimismo el número de calles asfaltadas es proporcionalmente muy reducido(Nota 14). Luz eléctrica(Nota 15) y agua potable(Nota 16) si bien alcanzan una mayor cobertura poblacional, son también deficitarios. Es por todo ello que la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Nación, considera a la ciudad de Posadas como una de las capitales de provincia con menor desarrollo relativo de infraestructura y servicios básicos.
La ciudad continúa creciendo, pero la falta de recursos imposibilita generar un desarrollo urbano integrado(Nota 17). En este sentido, el aumento demográfico -vegetativo y migratorio- producido en los últimos años, generó la ocupación de las tierras, en forma legal o espontánea, por parte de un conjunto poblacional de diverso origen y pertenencia socioeconómica. Así, los procesos urbanos -en este caso Posadas- aparecen caracterizados por la redistribución y reordenamiento en el espacio, de sectores sociales que se enfrentan y luchan desigualmente por su ocupación. La dinámica social y su cristalización en las formas de organización del espacio permiten sostener que: «...la diferenciación social se traduce en reordenamientos espaciales de las fracciones que componen una sociedad; reordenamientos que ponen de manifiesto la existencia de tales fracciones sociales, las que se apropian de los espacios y los convierten en atributos de clase. La segregación espacial constituye una signo que expresa las diferencias distinguiendo los sectores sociales» (Pobur, 1989: 240).
Las condiciones de vida de los pobres urbanos, dependen no sólo de sus inserciones ocupacionales y las fuentes de ingresos, sino también de su distribución y articulación en los procesos socio-urbanos a nivel local. Así, la trama de la ciudad de Posadas se ha ido conformando a partir de un conjunto de circunstancias específicas de orden histórico, socioeconómico y físico-ambiental, que orientaron el proceso social de ocupación del espacio por parte de los diferentes estratos de población y que constituyen el mapa ecosocial (Villasante, 1994: 34) actual.
Las condiciones físicas del entorno natural determinaron el primer asentamiento de población y éste, condicionó todo el crecimiento urbano posterior. Hoy, los lugares con servicios y transporte (los más cercanos al casco principal) son los más codiciados y por tanto los más densamente poblados y de mayor costo. Los bolsones de pobreza se acomodan a esta situación invadiendo nuevos espacios a medida que son desplazados, más o menos compulsivamente de los lugares que el propio crecimiento valoriza(Nota 18). Como resultado de este proceso resultan dos zonas claramente recortadas:
-la de mayor densidad de viviendas; cubierta por servicios donde la tierra es muy costosa, en la que habitan los sectores de ingresos altos y medios y en la que no se registran asentamientos pobres importantes, y,
-la periferia; que se constituye prácticamente como un cordón continuo de pobladores en asentamientos precarios, disputando la ocupación del espacio con otros sectores sociales: sujeto a procesos de ocupación/valorización/ desplazamiento/segregación/diferenciación de unas fracciones sociales por otras(Nota 19).
La localización de los asentamientos pobres o carenciados de la ciudad responde, de este modo, a un proceso histórico de objetivación de las «distancias» (Castells, 1991: 90) existentes entre los diferentes sectores sociales. La hipótesis de segregación urbana, se correlaciona con el análisis de tres modalidades empíricas de segregación espacial; modalidades condicionadas y/o limitadas por la ubicación de la vivienda y la accesibilidad a la propiedad de la tierra.
1. a nivel de la vivienda, siguiendo la lógica de la precariedad en la periferia, y el aburguesamiento en el centro urbano.
2. a nivel de la distribución de la infraestructura, los servicios y el equipamiento urbano: conjuntos barriales carenciados, conjuntos barriales muy equipados.
3. a nivel de la accesibilidad al transporte urbano de pasajeros.
Así entendida, la segregación espacial implica desigualdades en relación a las oportunidades sociales y económicas asociadas a la localización de la vivienda, objetivando de este modo las distancias estructurales existentes entre las clases sociales urbanas(Nota 20) y su capacidad organizativa. La legislación y el planeamiento urbano refuerzan los intereses privados y especulativos de los sectores medios y altos con respecto al suelo urbano y la construcción de viviendas en barrios consolidados.
Como resultado, los pobres ocupan los lugares menos favorecidos de la ciudad, aquellos más alejados, aislados o con problemas físicos que dificultan su instalación (inundables, con pronunciadas pendientes, totalmente pedregosos) y que por tanto carecen prácticamente de valor. En ocasiones la alternativa de asentamiento son las tierras fiscales Estos terrenos se saturan en pocas décadas y los nuevos ocupantes se instalan en los intersticios, subdividiendo el espacio hasta alcanzar niveles extremos de hacinamiento. En algunos casos más favorables, los vecinos se organizan, luchan y consiguen la extensión de algunos servicios básicos: luz eléctrica, canillas públicas, una sala de primeros auxilios; pero puede darse que el lugar mejore su posición relativa en la trama urbana y entonces, se intensifiquen las presiones de otros sectores de mayor nivel de ingresos para desplazar a los pobladores iniciales. Otras veces, el simple crecimiento urbano produce el mismo efecto: la llegada de los servicios y el pavimento encarece los impuestos municipales tornándolos demasiado gravosos para la mayoría de los residentes de bajos ingresos, que terminan por mal vender sus precarias viviendas y trasladándose a otros lugares alejados, donde nuevamente carecerán de servicios, infraestructura, escuelas y transporte.
Deprimidos sus niveles de vida, resentido sobre todo el problema de la vivienda y carentes de una conciencia clara respecto a su posición dentro del proceso de acumulación, sus demandas más sentidas son las del consumo. Y la única que logra aglutinarlos, es la referente al consumo habitacional y al consumo colectivo de la ciudad (terrenos, viviendas, servicios públicos, etc.). Así las organizaciones de vecinos se constituyen, principalmente, con el propósito de demandar mejoras en el entorno residencial, aunque se mantienen imposibilitadas de visualizar aquellas otras carencias, que en definitiva, definen su posición.

LOS BARRIOS CARENCIADOS

La pobreza urbana no es simplemente cuestión de ingreso individual o necesidades básicas insatisfechas. En el caso latinoamericano, forma parte de la organización espacial y física de las ciudades. Las situaciones concretas, expresadas a través del crecimiento de los asentamientos carenciados, representan la proletarización, la expoliación(Nota 21) de una parte importante de la masa de población urbana. Esta exclusión de los pobres del acceso a ingresos, vivienda digna y servicios públicos adecuados ha dado origen a lo que Janice Perlman (1976) denominó el mito de la marginación.
Los agrupamientos espaciales juegan un papel importante en la construcción de los modelos culturales de identidad simbólica y de interacción social. En este sentido, la territorialidad es un factor fundamental en la construcción de identidades, un factor que agrupa y separa, que permite discriminar y distinguir. El crecimiento urbano, no es un simple proceso de expansión espacial o incremento demográfico, sino que implica un proceso correlativo de complejización/heterogeneización social, al que no son ajenos los procesos de invasión (ocupación de un espacio por un determinado grupo social) apropiación y segregación(Nota 22) .»El espacio se define una y otra vez según la coyuntura de la dinámica social.» (Castells, 1975: 216).
El proceso de desarrollo urbano de la ciudad, como marco histórico, como «estructura de oportunidad política» (Villasante, 1994: 32), permite localizar a los barrios pobres en aquellos espacios segregados y discriminados (Castells, 1991: 91) por el resto de los sectores sociales. Estos ‘espacios distinguidos’, los bolsones de pobreza, o espacios de residencia de los pobres o marginales son los loci en donde se concentra la carencia en su grado máximo, sin por ello desconocer que existen ‘pobres’ que no habitan en villas miseria; éstos mismos individuos/familias pueden, en otro momento, residir fuera de una villa o incluso fuera de la ciudad, en el medio rural(Nota 23). Los bolsones de pobreza no son unidades cerradas y sus habitantes se ven sujetos a procesos contradictorios de movilidad social, ocupacional y geográfica.
La distancia entre los estilos de vida entre los pobres y los no pobres es enorme; también es enorme la disparidad de poder entre los dos grupos y entre la relación que ambos mantienen con los procesos de administración municipal y de elaboración de políticas. Habitualmente se plantea que el habitante urbano pobre vive al margen de la ley. Su vida no es sino una continua ilegalidad, mientras que la élite urbana dicta las leyes y determina las penas por su incumplimiento. Por ejemplo:
- los pobres no poseen la tenencia legal de sus lotes y casas, o carecen de los documentos legales para probarlo.
- la ubicación y la estructura de sus casas infringen las leyes de planificación y de construcción.
- los servicios que obtienen pueden ser ilegales: tomas ilegales de agua y electricidad,
- el trabajo se encuentran también dentro de la ilegalidad: trabajo informal, en negro, underground, que no cumple con las exigencias de legislación laboral mínima.
- sus hijos no van a la escuela en forma regular y comienzan a trabajar desde muy temprana edad.
- muchos son migrantes extranjeros que se encuentran en una situación de ilegalidad (no poseen documentos ni residencia).
La democracia formal y los mecanismos autoritarios de control impuestos por el nuevo modelo de organización y gestión política, no impiden que los procesos socio culturales urbanos hagan emerger nuevas legitimidades sociales(Nota 24). Lo cotidiano se va imponiendo frente a la inacción y/o inercia estatal, a tal punto que termina por ser reconocido y aceptado: la vivienda popular se la ha reconocido sin legalizarla, pero dotándola de servicios básicos de infraestructura(Nota 25), electricidad(Nota 26),etc. Sin embargo, este reconocimiento se limita a un dejar hacer o un dejar invadir y no a una legalización real, a una formalización, a pesar de que las autoridades reconocen y legitiman al barrio carenciado como categoría administrativa o estadística, o como “problema” a ser solucionado por las políticas habitacionales.
En la ciudad de Posadas, por Ordenanza Municipal, los barrios (fundamentalmente los asentamientos carenciados) poseen Organos de representación de los intereses y necesidades de su población: las Comisiones Vecinales. En los últimos años, estas organizaciones, teóricamente autogestionarias, han visto diluir su operatividad. Las manipulaciones y controles ejercidos por la Dirección de Asuntos Barriales y la fragmentación del campo barrial, han convertido a estas instancias de representación y participación, en meros órganos formales cooptados por alguna minoría política. Los intentos desde los diferentes ámbitos estatales de acción comunitaria (el Programa de Alfabetización, Atención Primaria de la Salud; Programa de Atención Materno Infantil, de Comedores Comunitarios) realizan acciones puntuales (principalmente a partir de redes clientelísticas montadas «ad hoc») sin demasiada coordinación y/o amplitud (Sintes, 1994). Por otra parte, los encargados, responsables de la promoción y acción comunitaria, logran sostener su posición en tanto constituyen apoyos/mediaciones (articuladores) dentro de clientelas externas al barrio.
La «modernización y focalización de las políticas sociales», de la mano de los «Programas» solidarios y/o participativos impulsados desde el gobierno central (Secretaría de Desarrollo Social) no logran superar las modalidades autoritarias y verticalistas de la «democracia representativa», dirigida principalmente a la captación/cooptación electoralista de votos. Paradojalmente, los modelos racionales y eficientistas, pese a que retóricamente promueven la autogestión (el otro desarrollo), en la mayoría de los casos desestructuran las posibilidades de organización «comunitaria» y provocan fragmentación (organización faccional) del campo barrial; también, cierta «desconfianza» ante la variedad de ofertas clientelares.
Paralelamente a esta crisis general de participación y organización, surgen acciones grupales que refieren a otro tipo de procesos: ocupación de tierras y formación de nuevos asentamientos; auto-organización y lucha frente a las acciones concretas de relocalización efectuadas por la Entidad Binacional Yacyretá(Nota 27). También, por la influencia de Instituciones (Cáritas) u ONG’s surgen organizaciones Pro-Tierra, que en algunos casos han conseguido la regularización de la tenencia de los lotes individuales o la financiación de planes de desarrollo habitacional. Los llamados «movimientos religiosos» (tanto dentro de la Iglesia católica, como dentro del protestantismo) ofrecen y propugnan, principalmente entre los pobres urbanos, la recuperación de ciertos valores «comunalistas» de salvación frente al deterioro creciente de la calidad de vida de estos sectores (Krautstofl, 1994).
El contexto de la ciudad de Posadas evidencia las contradicciones de la coyuntura: por un lado, la fragmentación y atomización del espacio social y por otro, la búsqueda de formas de organización grupal para resolver la subsistencia cotidiana y mejorar las condiciones de los asentamientos en los que residen. La autonomía de estos espacios de creación cultural implica un proceso permanente de diferenciación social, pese a la globalización de pautas impuestas por los medios de comunicación. La especificidad del contexto local y regional y la particularidad de los impactos transformativos que impone el nuevo modelo de desarrollo, imprimen características particulares a estos procesos culturales urbanos; procesos analizados en los últimos tiempos para el caso de las grandes metrópolis capitalinas, pero poco descriptos en el turbulento contexto de las ciudades interiores de mediano rango(Nota 28).
El nuevo modelo de desarrollo global, genera una diferenciación creciente de intereses y un nuevo tipo de dualidad: separación entre organizados y no organizados. “Ya no se trata de la contradicción sociedad tradicional sociedad moderna, capital/proletariado, o liberación/dependencia, sino la de incluidos/excluidos. Un conflicto que no permite constituir áreas de solidaridad automáticas entre todos los afectados y que se compone de una serie de grupos relativamente pequeños y de categorías rápidamente cambiantes” (García Delgado, 1995: 186).
Los mecanismos de exclusión llevan a que grandes sectores de población vivan en un orden social cuya reproducción cultural ya no está asegurada por los mecanismos redistributivos del Estado de Bienestar: violencia, aislamiento, falta de solidaridad y humillación son aspectos característicos de esta cotidianeidad, que se ve reforzada y justificada por las políticas de ajuste y el concepto neoliberal de sociedad. Los grupos de pobladores de los barrios organizan y constituyen ensayos de sistemas de supervivencia, formas alternativas, espontáneas, convulsivas, coyunturales, de organización del trabajo y de la vida doméstica y comunal, que a veces pueden ser considerados como espacios democráticos o escuelas auto-educativas de nueva democracia o de una nueva sociedad; o como fermentos de caos, de desorden, de desintegración (las bandas juveniles).

LAS COMISIONES VECINALES Y LA PARTICIPACIÓN BARRIAL

Desde los estudios acerca de la marginalidad de pobreza, se ha planteado que la situación de escasez debería provocar la búsqueda de soluciones colectivas para enfrentar carencias compartidas: ya sea a través de la dinamización del carácter instrumental de las relaciones de reciprocidad (Lomnitz, 1974), y/o de mecanismos asociativos y autogestionarios (Logiudice, 1994). En este sentido, formarán parte de las estrategias de los sectores más carenciados, construyendo una imagen ideal del campo de relaciones barrial, el cual se encontrará articulado y sostenido por estas relaciones instrumentales y expresivas que aseguran la sobrevivencia. Esta idea ha guiado, en general, los estudios y las políticas de algunos organismos (gubernamentales y no gubernamentales) hacia el fortalecimiento de las redes solidarias como mecanismos para sobrellevar la crisis económica.
Sin embargo, en los últimos años, encontramos que la organización y lucha de los sectores carenciados se ha limitado a expresiones puntuales referidas a reinvindicaciones en relación a los servicios colectivos urbanos. Más allá de algunos hechos aislados, pareciera ser que la situación de carencia de los hogares no les permite superar la instancia individual, y unirse con otros hogares para resolver los problemas comunes. La transición del plano doméstico al plano colectivo (o sea la participación barrial) está representada por las acciones reivindicativas y/o solidarias no organizadas de los miembros del barrio: respuestas espontáneas a carencias domésticas eventuales. Tratando de reconstruir las dinámicas internas a los barrios, podríamos decir que el campo de relaciones no está integrado o no se integra tan fácilmente. La agudización de la situación de carencia, impide el mantenimiento de estrechas redes de reciprocidad, ya que es muy poco lo que puede circular en términos económicos. Principalmente, las relaciones de amistad y vecindad se sostienen por el intercambio de algunos pequeños servicios o simplemente a través de recursos expresivos. La actividad de las unidades domésticas está dirigida, fundamentalmente, al sostenimiento de las condiciones reproductivas, quedando poco tiempo para estrechar relaciones o asistir a reuniones convocadas por grupos de vecinos para resolver cuestiones del barrio. En general, los pobres dicen que es muy poco el tiempo libre que les queda para «participar» en las cuestiones del barrio, pero por otra parte, muestran un cierto escepticismo, descreimiento en relación a las posibilidades auto-gestionarias o auto-organizativas.
En realidad, desde las perspectivas más funcionalistas, los vínculos de parentesco, amistad y vecindad deberían servir como materia prima para constituir agrupamientos de personas que reclaman o defienden por sus derechos. Los estudios de redes, conjuntos de acción, cuasi grupos, comienzan por identificar esa base rizomática mínima a partir de la cual se construyen los movimientos reivindicativos urbanos. Sin embargo, en los barrios de la ciudad de Posadas, son muy pocos los casos en los que encontramos organizaciones activas que agrupen a la mayoría de los vecinos. En el caso de algunos conglomerados, la organización estuvo dinamizada, fundamentalmente, por la posibilidad de acceder a la tenencia de la tierra. Este objetivo, que en el fondo implica el logro de un lote propio, generó y mantiene aún hoy un cierto grado de auto-organización barrial. En los otros barrios, los intentos participativos han ido debilitándose poco a poco. Por un lado, las problemáticas referidas a las carencias de servicios urbanos (luz, agua, saneamiento ambiental, etc.), aunque refieren a necesidades sentidas por la población, no han permitido generar organizaciones más o menos estables. En el caso de los barrios «pioneros», nos encontramos con acciones puntuales, coyunturales, que aunque desarrollan una lucha reivindicativa, no permiten acumular experiencias y aprendizajes organizativos: se agotan en la solución de la demanda que motivó el nucleamiento. Refieren a organizaciones extremadamente flexibles, escasamente institucionalizadas, cuyos protagonistas están sometidos a procesos de crisis y de emergencia permanentes.
El tener que relacionarse con organismos o instituciones estatales, implica una suerte de activación de relaciones clientelísticas, o la generación de las mismas. En estos casos, existe un nexo barrial y un nexo extrabarrial. La personalización de las relaciones clientelares, las expectativas recíprocas que se generan (apoyo político por un lado, recursos económicos desde el otro) impiden el sostenimiento de la red horizontal a nivel barrial; contrariamente, activa procesos de diferenciación interna. Algunos informantes han reconocido la necesidad de contar con estos recursos externos, al momento de solicitar la intervención de organismos de servicios públicos; conocen la lógica político-clientelística que predomina en las Instituciones. Justamente, las relaciones clientelares terminan extendiéndose al contexto barrial, y los actores sociales dependen del nexo o persona que tiene «la conexión», «que conoce al funcionario», etc. En este sentido, se replican internamente modelos verticales, autoritarios y de dependencia hacia una o unas pocas personas que aparecen como los «gestores», «los encargados», «los que hacen», mientras el resto de los vecinos esperan a ver cómo aquellos consiguen las cosas.
El establecer relaciones instrumentales con actores sociales externos al barrio, implica generalmente articularse dentro de redes clientelísticas(Nota 29). En muchos casos forma parte de las estrategias reproductivas, pues a través de los «patrones» se puede conseguir trabajo, ayuda económica, ropa, remedios, etc. El patrón espera fundamentalmente fidelidad, lealtad, apoyo para extender su radio de influencia o ampliar los límites de su facción, base de su representación. Esta es la lógica de la vida política, la lógica del voto para las elecciones, del apoyo para realizar la campaña y ganar más votos. Las relaciones clientelísticas siempre implican intercambios asimétricos, y los pobres, lo que fundamentalmente pueden dar es el voto. La gente de los barrios tiene muy en claro el accionar de los políticos, y en muchos casos, le permite activar estrategias pertinentes.

«Cuando venían los políticos, yo les decía a los del barrio, que vinieran porque así se les podía sacar algo...La presencia, la multitud, es importante...Los candidatos se endulzan, eso es más voto y largan...Yo descubrí eso, y esa es mi forma de trabajar....Primero qué me podés dar...Los encaro de frente....y después...... te traigo a la gente»(Nota 30).

Pero estos procesos se activan , principalmente, en épocas de campaña política, que es cuando los partidos tienen recursos para repartir, prometen mucho y ofrecen muy poco: locros, choripanes, festivales, chapas, etc. En definitiva, recursos (inversiones) para fortalecer apoyos barriales, como una manera de conquistar votos para las elecciones. Luego, aquietadas las aguas por un año y medio más o menos (cada 2 años hay elecciones) los «patrones» se retiran y son muy pocos los recursos a redistribuir a través de las clientelas.

«Sólo en época de elecciones vienen los políticos. Aparecen para prometer cosas y después no regresan nunca más».

«Cuando hubo elección del peronismo (internas), repartieron provistas, una bolsita de 5 productos y a los que no les alcanzó les prometieron y no cumplieron».

«Los políticos vinieron, dijeron que iban a poner la luz, pasaron las elecciones y se borraron».

«A mí no me gusta venderme por una chapa. Hay un lugar político... por allá....peronista....que una vez iba a entregar mercadería. Fui, hice cola y cuando llegué me dijeron que tenía que firmar en tres partes y poner mi número de documento. Ah me fui no más. Yo no me vendo por una frezada. Yo voto a quien quiero. Soy libre!.».

«Después de las elecciones no pasa más nada. Antes de las elecciones vinieron...trajeron las máquinas...hicieron las callecitas (internas al conglomerado barrial) y después nada.....»

«Los políticos pasan, sí ....pero por el costado...para vagar con el auto último modelo, pero entrar en el barrio, jamás...»

«Los políticos pasan 2 ó 3 días antes de las elecciones. Chocan todo. Vienen todos juntos y se chocan todo entre ellos. Vinieron, hicieron los pozos para poner los tubos para el agua pero no terminaron.....y dejaron todo así!...»

De todos modos, los grupos políticos más activos (y que cuentan con más recursos) mantienen algunos «representantes» a nivel barrial: el que instaló la unidad básica en su casa, puede que maneje el comedor comunitario, la posta de salud, etc. Para éstos, el formar parte de un «partido»; el responder a un político o funcionario, es un recurso potencial para:

a. resolver situaciones de necesidad familiar. «Yo me hice conocidos...Pidiendo cosas... caminando....lloro....el que no llora no mama!, dicen....»

b. canalizar recursos para mantener el servicio, ofrecer ayuda (laboral, monetaria, etc.) y, de este modo, constituir una facción «leal» a nivel barrial.

«La Comisión Vecinal....los eligieron hace 3 años pero....nunca aparecen....Comentaron que el presidente se ganó el cargo porque trabaja en la gobernación y desde ahí manipularon...El sí consigue cosas en la casa de gobierno, que usa en beneficio propio y de sus amigos....La Comisión Vecinal funciona para algunos..... a los que más cuñas tienen le dan provista, frezada, son los que más ganan».

Los manejos personalistas y anclados en modelos de relación asimétricos y autoritarios, generan un cierto descreimiento, desconfianza en relación a las posibilidades que brinda la participación y la autogestión a nivel comunitario. La cuestión pasa por formar parte de una red clientelística, más que por establecer relaciones horizontales, solidarias, participativas. El accionar de los partidos políticos(Nota 31) fragmenta el campo barrial, generando divisiones, clivajes, constituyendo facciones, reproduciendo un modelo atomizado que impide cualquier intento de constitución de un movimiento barrial, pero que asegura la articulación autoritaria.

«Creo que hay una unidad básica....de Galeano, el 8 de octubre y otro más....creo que de Pereyra, que es de Rovira....y de este lado, no hay nadie. Hay otro: la turca es de un señor gordo....mmmmh....de Closs....Se pelean mucho los de los partidos, una gran bronca hay, está todo dividido.....»(Nota 32).

En aquellos barrios en los que funciona una Comisión Vecinal de forma permanente, aparece representando a una facción interna: un conjunto muy grande de vecinos queda fuera de las actividades (reuniones), ya sea por no invitación o por exclusión.

«Comisión Vecinal hay, pero para la otra gente del barrio. No nos tienen en cuenta a los de la villa, parecemos sapo de otro pozo. Se reúnen, consiguen cosas, pero para nosotros nada».

Las Comisiones Vecinales, no cumplen totalmente la función para la cual fueron creadas, aunque algunas, pese a las fracturas, generan acciones en relación a necesidades sentidas por los vecinos: apertura y limpieza de calles, mejoramiento de las vías de acceso al barrio; gestionan la luz o el agua; solicitan la instalación de sala de primeros auxilios, teléfonos públicos, líneas de colectivos; construyen y mantienen la cancha de fútbol; etc. Las acciones son puntuales, y se refieren a cuestiones referidas al mejoramiento de los servicios barriales.
Sólo durante las campañas electorales se comienza a visualizar movimiento en torno a las Comisiones: se cuestiona la legitimidad de las acciones de los miembros activos, y se plantea la necesidad de encarar nuevas elecciones. De algún modo, los apoyos externos provenientes de los políticos que están realizando las campañas, dinamizan los conflictos políticos internos, así como los canales redistributivos. También la Secretara de Asuntos Barriales de la Municipalidad, aparece interviniendo en los procesos políticos internos al barrio, y en muchos casos, apoya a candidatos afines.
El campo barrial se encuentra muy fragmentado, pese a los intentos organizativos. Las diferencias son marcadas (los de arriba/los de abajo; los peronistas/los radicales) y operan como límites a las posibilidades organizativas. Los que participan en la Comisión Vecinal son vistos como personas que buscan el beneficio personal: ya sea para poder salir del barrio («de ese modo consiguió que le dieran una vivienda»), o para incrementar sus recursos (a través de las relaciones con políticos o funcionarios o del dinero recaudado a través de la Comisión).

«Acá no hay Comisión. Los de arriba tienen. Los de abajo no contamos: hacen beneficios para ellos. La gente está cansada de mentiras de los políticos, no cree en nada de eso de hacer las cosas».

«Yo creo que no hay Comisión Vecinal. Sí que hay una allá arriba, cerca de la cancha de fútbol; pero parece ser que son diferentes, la parte de allá arriba no se corresponde con la de acá abajo».

La sospecha está contenida en todas las relaciones a nivel barrial, impidiendo la constitución de consensos mínimos que permitan un accionar conjunto. Por otra parte, la actividad de los partidos políticos, centrada en la movilización de clientelas, fractura aún más el campo barrial, generando diferencias que permiten confirmar aún más la imposibilidad de establecer relaciones de solidaridad.

«Antes había una Comisión Vecinal....El presidente era González...pero pasó como pasa siempre con la política.....Una vez que fue para concejal su candidato, dejó todo; consiguieron una vivienda y se fueron....»

Podríamos concluir que la relación de los pobres con la política tiene lugar a través del vínculo con las instituciones estatales que, a veces, desarrollan políticas asistencialistas de carácter paternalista(Nota 33) y los partidos políticos, que instrumentan prácticas clientelísticas (base del autoritarismo populista) en pocas electorales. La relación es utilitaria por ambas partes, aunque las Instituciones y los partidos aprovechan la organización de movimientos espontáneos para su control y disciplinamiento.

LAS MODALIDADES ORGANIZATIVAS

En el relevamiento realizado en 1995(Nota 34), hemos registrado diferentes modalidades asociativas en los barrios carenciados de la ciudad de Posadas. Como ya hemos mencionado, todo barrio registrado por la Dirección de Asuntos Barriales de la Municipalidad de la ciudad de Posadas, está autorizado a constituir una Comisión Vecinal (C.V.) y elegir sus propias autoridades representativas. Pero, por otro lado, muchas veces se constituyen organizaciones autogestionarias y reivindicativas que no están legitimadas por aquella Dirección. En este sentido, si intentásemos ordenar los bolsones de pobreza de acuerdo a:

1. la existencia reconocida por los pobladores de C.V.,
2. su función en relación a las necesidades barriales y
3. la legitimación oficial,
podríamos construir una tipología basada principalmente en la capacidad auto-organizativa y gestionaria de los colectivos implicados, asociada a la situación en relación a la tenencia de la tierra y las demandas urbanas.
El primer gran conjunto estaría constituido por aquellos asentamientos en los que no se reconoce el funcionamiento de la C.V. Inicialmente, podríamos decir que son bolsones de pobreza muy arrinconados, tanto en tierras privadas, calles y veredas, como en áreas de relocalización (que están esperando de un momento a otro la reubicación). En la mayoría de los barrios más viejos, algunos vecinos antiguos reconocen que en otro tiempo existía la C.V., pero que últimamente ya no funciona. Los correspondientes a ocupantes de tierras privadas, son pequeños asentamientos incrustados en áreas muy urbanizadas, islotes muy deteriorados ambientalmente (espacios no valorizados), remanentes de barrios otrora más populosos (Pobur, 1989). Por otra parte, los nuevos conglomerados formados en áreas muy periféricas (tanto los que ocupan calles y veredas, como aquéllos que ocupan tierras inundables pero no son sujetos de relocalización), se encuentran en situación semejante. La ausencia de organización se corresponde con problemáticas referidas, fundamentalmente, a la inestabilidad residencial (arrinconados, relocalizables, nuevos asentamientos muy precarios) y de tenencia de la tierra.
En el caso de los barrios en los que se reconoce la existencia y funcionamiento de una C.V. que atiende las necesidades y demandas barriales, encontramos generalmente movimientos que tienden a generar formas de autogestión bastante permanentes. Los contextos más organizados son aquellos en los que se ha logrado la propiedad de la tierra para todos los habitantes, o que la mayoría de los hogares están regularizando su situación. Aquí vemos, como en aquellos barrios en donde se ha conformado una comisión pro-tierra, emergen situaciones asociativas con alto grado de autogestión, no siempre reconocidas legítimamente por la Municipalidad. En realidad, los barrios agrupados en este gran conjunto podrían ser definidos como muy homogéneos y organizados. Los casos de ocupantes de tierras fiscales, representan un punto inicial del continuo interior al tipo(Nota 35): son aquellos colectivos que han generado Comisiones de diferente tipo (Centro Cultural, Comisión de Madres, Comisión de Deportes, etc.) y que estarían a punto de comenzar las gestiones para solicitar la transferencia de la tierra a sus pobladores. Los conjuntos a relocalizar representan casos particulares: unos están luchando por conseguir que se les otorgue viviendas y el otro, coincidiría con un gran conglomerado que ha venido luchando por el mejoramiento de los servicios comunales, en un área de mucha presión demográfica (sur) y con grandes expectativas en relación a los impactos directos de las políticas de relocalización de la Entidad Binacional Yacyretá.
El tercer gran tipo, incluye a todos aquellos casos en los que hemos encontrado heterogeneidad de opiniones en torno al funcionamiento de las C.V. La mayoría de los casos, refiere a asentamientos de población en los que existen sectores muy diferenciados y distinguidos (los de arriba/los de abajo; los propietarios/los intrusos; los de la comisión/los villeros; etc.) en los que los clivajes impiden una organización más inclusiva:
- conjuntos de propietarios, o que están regularizando la situación de tenencia; a los que se ha adosado en los últimos años un grupo de intrusos no integrados y no representados por la C.V., en áreas donde todavía es posible la expansión del asentamiento.
- conjuntos barriales muy fragmentados por clivajes políticos (peronistas/radicales; facciones de un mismo partido); o por la existencia de «patrones» barriales que replican internamente, las relaciones jerárquico-autoritarias de la red externa de la cual son clientes .
- conjuntos barriales relocalizables fracturados por diferencias en relación a la situación jurídica ante la EBY; diferencias sobredeterminadas por clivajes políticos entre facciones del partido gobernante.
- barrios muy antiguos que han logrado estabilizar a un sector (acceso a la regularización en la tenencia de la tierra) mientras que los que se han incorporado en los últimos tiempos han quedado excluidos de los beneficios que logran los vecinos más activos.
La mayoría de los conjuntos en los que la C.V. tiene reconocimiento oficial, encarnan ejemplos de barrios fragmentados, diferenciados internamente, en los que un sector organizado demanda activamente el mejoramiento de los servicios comunitarios; mientras que el otro se visualiza claramente excluido de cualquier modalidad participativa (en elecciones; en reuniones; en los beneficios; etc.).

LAS ALTERNATIVAS DE LOS POBRES

Las alternativas que generan los pobres tienen sus propias formas organizativas, débiles, no desarrolladas, no directamente políticas. Estas formas organizativas reproducen, refuncionalizadas, las instituciones existentes, la asamblea, la representación y la delegación. La articulación en el plano colectivo de estrategias reivindicativas en pro/defensa y gestión del derecho al espacio, abre la posibilidad de un conjunto de acciones grupales que va más allá del plano doméstico y que relacionan las necesidades de consumo colectivo barrial con demandas urbanas a una escala más global: en la zona sudoeste aparece hacia mediados de 1996 un intento de organización a una escala mayor que el barrio: Comisión Inter-barrial, con representantes de los asentamientos incluidos en la convocatoria(Nota 36).
En el caso de los barrios pobres, existen acciones comunitarias de apoyo a la reproducción doméstica definidas por un conjunto de intercambios no lucrativos y expresadas en iniciativas que van desde las reivindicativas y/o solidarias espontáneas, hasta las acciones colectivas más estructuradas y que dan lugar a la constitución de organizaciones de base autónomas (cooperativas y/o organizaciones multipropósito). En la cotidianeidad de la situación de carencia se constituyen lazos, relaciones, asociaciones, organizaciones, para resolver las necesidades presentes en el hogar o los problemas barriales, a través de acciones colectivas de solidaridad vecinal. Estas prácticas grupales se gestan, se forman y se consolidan muchas veces con un carácter informal y pasajero (acciones reivindicativas), mientras que otras logran permanecer y lograr cierta capacidad auto-organizativa derivada hacia diferentes problemas e iniciativas.
Indudablemente, la estabilidad residencial, es la que asegura la construcción de vínculos más o menos permanentes: retícula desde donde se estructura la acción y la identidad, la solidaridad y la organización. En el caso de los bolsones de pobreza de la ciudad de Posadas, podemos enunciar que la presencia de organizaciones estables se correlaciona con la estabilidad residencial, o con la posibilidad de obtener (ya sea vía crédito, subsidio, donación, posesión veinteañal) la tenencia de la tierra. Las acciones reivindicativas, en cambio, se reducen a la expresión de las demandas frente a las instituciones estatales, movilizando a un amplio espectro de personas sin distinción política. Son movilizaciones producidas por un problema en particular que no deviene necesariamente en una organización auto-gestionaria estructurada. Como hemos visto, son típicas en aquellos asentamientos en formación, en donde la agregación de carencias lleva a una rápida organización tendiente, principalmente, a mejorar las condiciones generales del barrio (instalación de servicios domiciliarios y comunitarios), siempre y cuando no se generen clivajes internos que fragmenten el campo de participación comunitaria.
La proximidad habitacional y las carencias infraestructurales compartidas generan iniciativas asociativas, con el fin de demandar colectivamente las soluciones. Más allá de las diferencias culturales, políticas e ideológicas, de las distintas posibilidades económicas, y de la fragmentación del campo socio-barrial, los habitantes de los barrios tienden a nuclearse en torno a los problemas comunes inmediatos. Cuanto más grande es un conglomerado barrial, menor posibilidad de constituir un colectivo único: las organizaciones priorizan las relaciones rizomáticas existentes (el parentesco, la amistad, la vecindad, etc.). La cercanía territorial es la que define la problemática convocante, es la que permite activar los vínculos solidarios (parentesco, amistad). Un patrón de asentamiento disperso o lineal, no siempre asegura la coordinación de acciones, tendiendo a constituir organizaciones faccionales.
Kowarick reconoce que entre las condiciones materiales de vida y la acción de grupos, categorías o clases, hay todo un proceso de producción de experiencias que no está, de antemano, tejido en la tela de las determinaciones estructurales (1991: 85). De todos modos, cuando analizamos las diferentes modalidades organizativas, observamos que la lucha por la tierra urbana, no sólo expresa, sino que es vivida por la propia población como «la verdadera lucha», «la más importante». En aquellos bolsones en donde existe la posibilidad de obtener la tenencia permanente de la tierra, las organizaciones son más permanentes y estables y, principalmente, más inclusivas. Por otra parte, la experiencia solidaria, logrado el objetivo esperado, fortalece la capacidad organizativa, incluso para promover acciones reivindicativas multipropósito. El éxito de algunas organizaciones barriales dentro del contexto de la ciudad de Posadas, ha significado por un lado, la posibilidad de mejorar y estabilizar las condiciones de vida de sus pobladores (o de un sector importante de ellos), obteniendo la regularización de la tenencia de la tierra, planes de construcción de vivienda, servicios comunitarios, etc. Pero, esto también ha provocado que se convirtieran en «ejemplares» utilizados políticamente por los funcionarios de turno, que dinamizan la inyección de recursos para mantener a esos barrios bajo su éjida. Aunque cada caso presenta una particularidad específica, la posibilidad de seguimiento extendido que hemos realizado(Nota 37), nos permite hipotetizar que a medida que fueron mejorando las condiciones generales del barrio, se fueron formalizando los canales participativos, se replicaron las relaciones autoritarias (base de las facciones clientelísticas), impidiendo mantener un proceso de fortalecimiento de los mecanismos solidario-democráticos.

LOS PROCESOS ORGANIZATIVOS

Los pobres se mueven en espacios físicos, simbólicos, económicos y relacionales propios, acordes con sus posibilidades de subsistencia; estilos de vida compulsivamente centrados en el presente frente a la ausencia de expectativas futuras y la desconfianza que provocan las ofertas institucionales convencionales (sindicatos, partidos, organizaciones de base, etc.). Las identidades ya no se construyen alrededor de un eje único y permanente (clase, pueblo) sino que devienen puntuales, generadas alrededor de objetivos particulares, inscriptas en la lógica utilitaria de la inmediatez. En este escenario social, la solidaridad barrial, ya no tiene un unívoco «nosotros» integrador, sino que predomina una suerte de «privatismo civil», es decir, una falta de interés y de participación en los procesos que otorgan sentido y legitimidad a las instituciones y los espacios públicos (González Villar, 1994).
Las respuestas de los sectores populares, tanto en el plano doméstico como colectivo de la reproducción, tienen un carácter fundamentalmente adaptativo y de resistencia ante la crisis, que no llega a asumir ningún grado de conflictividad. La carencia doméstica impone obstáculos en términos de falta de recursos y de tiempo para dedicar a la práctica organizativa, reforzando la dinámica desmovilizadora impuesta por los límites estructurales. El carácter puntual, disperso y aislado de esas prácticas, de este germen de organización política, limita las posibilidades de construcción de un sujeto social colectivo, afianzando así el modelo de exclusión económica, social y cultural, e institucionalizando un modelo de acción fragmentado, atomizado.
Podríamos decir que en el plano doméstico de la reproducción es donde se concentran los mecanismos de resistencia ante la crisis, mientras que el plano colectivo se caracteriza por la falta de respuestas participativas y organizadas autónomamente que busquen enfrentar el conjunto de sus necesidades. Dentro del marco de limitaciones que impone la crisis, se despliegan una gama de prácticas colectivas no organizadas, que van desde aquéllas más estructuradas en forma de redes o conjuntos de acción (reivindicaciones urbanas) hasta acciones puntuales para enfrentar emergencias (inundaciones, relocalización forzada, expulsión de las tierras, etc.). El hecho de compartir una problemática común, el ser vecino de un barrio, se expresa en eventuales prácticas autogestionarias o reivindicativas para enfrentar una urgencia. De todos modos el desarrollo organizativo está limitado estructuralmente por el carácter burocrático, piramidal y dependiente de las organizaciones en relación con los partidos políticos; por su relación con el Estado, marcada por el paternalismo y el clientelismo; y por un inmediatismo, originado en la solución de problemas puntuales (vivienda, servicios, etc.)(Nota 38). Principalmente, el clientelismo político partidista, tiende a impedir el desarrollo de una activa y creativa participación. El perfil de los dirigentes barriales, si bien es democrático en el mecanismo de designación no lo es en su actuación: caudillesco, autoritario y particularista (recordando al buen patrón).
Así, como en la informalidad económica existe la búsqueda de mecanismos alternativos para la supervivencia personal o familiar, en la política hay desarrollo de opciones para presionar y requerir de las instituciones beneficios que de otra manera no se obtendrían. Los movimientos reivindicatorios urbanos configuran una sumatoria de cuestiones que se reflejan en la constitución de una cultura política bastante específica. Como se ha descrito, se trata de actores sociales que exigen la satisfacción de sus necesidades urbanas básicas.
La sociedad fragmentada es la base social de la democracia formal, restringida. De todos modos, al mismo tiempo que existen estrategias de fragmentación desde el poder (construcción de minorías incomunicadas), existen también estrategias de democratización desde las bases. La informalidad se refleja en el desarrollo de determinadas acciones colectivas y estructuras sociales, paralelas a los parámetros institucionales sancionados por la costumbre o por la legislación positiva. Se expresa como una tendencia a la anarquización de la vida colectiva, en la que el descontento y las aspiraciones masivas organizadas ceden el puesto a manifestaciones individuales o grupales relativamente desordenadas y erráticas, que expresan la desobediencia contra normas sociales de convivencia, o manifiestan un descontento difuso contra el orden social, sin que se señalen de manera relativamente precisa sus fuentes, se articulen las normas deseadas y se asuman las medidas colectivas acordes con los objetivos de la movilización. De esta manera se despolitiza la acción, aunque la población sea potencialmente movilizable en torno de reinvindicaciones populares. No es, pues, exclusivamente un situarse al margen o por fuera de estructuras e instituciones tradicionales. «Así como en la economía ha surgido un sector formal de autosubsistencia, en la política ha surgido un espacio informal de movilización en donde es practicada una subpolítica» (Jacobi, 1991: 111).
La multiplicación de los diferentes espacios de decisión y de lucha, implica atomización de los actores y sus prácticas, aunque el sistema tiende a la masificación. Globalización de las pautas culturales (Haldenwang, 1992) y del mercado de bienes (económicos y simbólicos)(Nota 39), que encubre la heterogeneidad de situaciones laborales, condiciones de vida y la fragmentación de los espacios de sociabilidad. Estas contradicciones, y otras más, permean el concepto mismo de unidad de lo social, y tienden a re-constituir la realidad cotidiana, en torno a múltiples espacios relacionales. La fragmentación de la sociedad civil, la privatización de lo público y la exaltación del individualismo(Nota 40) profundizan las fracturas y dificultan la producción de alternativas contra hegemónicas, la organización de movimientos socio-políticos diversos y la construcción de identidades colectivas. Estos procesos de fragmentación y diferenciación, a veces están agudizados por las propias políticas estatales orientadas hacia ellos, oscilando la acción colectiva entre el comunitarismo basista, el clientelismo y la confrontación; entre la identidad y la anomia.
En el marco de la transformación económico-política, los factores de diferenciación se han vuelto más plurales y complejos así como las distinciones que constituyen las identidades sociales. Se desintegran las categorías sociales y políticas en intereses particulares que hacen difícil o imposible el concebir-expresar-actuar del ‘pueblo’, la ‘clase’ o la ‘nación’.
De particular interés son los tipos emergentes de estrategias coyunturalmente situadas, es decir aquellos acontecimientos, eventos, luchas, sucesos donde se implican la acción conjunta de colectivos sociales. Los procesos organizativos de los pobres urbanos, deben ser captados como hechos que implican prácticas dirigidas a lograr un mejoramiento de la calidad de vida (reivindicaciones) y deben ser interpretados como nuevas formas de hacer política. Procesos complejos y conflictivos que implican pluralidad de voces y miradas. En este despliegue temporal, en esta secuencia de hechos más o menos contradictoria, se va constituyendo la identidad colectiva, en tanto interacción comunicativa entre agentes y colectivos sociales articulados en torno a determinados símbolos, prácticas cotidianas, horizontes y metas sociales (Villasante, 1994).

LA CONSTITUCION DE LOS ACTORES COLECTIVOS

Las redes asociativas que utilizan canales no institucionalizados, al mismo tiempo que estructuran sus demandas, van encontrando formas de acción para expresarlas y se constituyen como actores colectivos (grupo o categoría social)(Nota 41) En este sentido, la heterogeneidad (de personas, de intereses, de significados, de formas de acción y organización) caracteriza a estos agregados reunidos, inicialmente, para resolver demandas o reivindicaciones puntuales, limitadas, específicas, locales: la asociación puede virtualmente disolverse una vez alcanzado el objetivo inicial o desaparecer por tener cubierta su expectativa manifiesta, o bien continuar hacia formas más o menos institucionalizadas de la acción corporativa (organización/movimiento). El análisis de estas prácticas, rescata el sentido dado por los propios sujetos, así como permite interpretar su inserción en el contexto socio-político y su desarrollo en el tiempo. Más allá de aceptar el carácter efímero de las organizaciones/movimientos(Nota 42), a las que no debemos confundir con el tejido asociativo, hay que reconocer que los sectores populares adquieren experiencia y aprenden.
En los barrios carenciados de la ciudad de Posadas, las redes sociales funcionarían como conjuntos de relaciones instrumentales (egocéntricas, clientelísticas, faccionales) para asegurar la canalización de recursos (económicos, políticos, simbólicos) hacia la unidad doméstica, generando heterogeneidad de situaciones sociales e imposibilitando, la mayoría de las veces, la articulación de mecanismos de gestión comunitaria (proceso agudizado en las coyunturas electorales); pero como fenómeno cultural, sobrepasan la lógica del interés instrumental y del juego político constituyéndose en ámbitos experienciales desde donde se pueden llegar a cuestionar los valores hegemónicos. Pese a la especificidad local de los casos analizados, existen paralelismos y analogías evidenciados en otros estudios que abordan la problemática popular latinoamericana. Más allá de los límites impuestos por el modelo dominante, los sectores populares urbanos experimentan nueva alternativas de organización y de lucha, nuevas modalidades, muy informales, de hacer política, de hacer la sociedad. Esto brinda sustento para hablar de la heterogeneidad de la pobreza, fundamentalmente, en un período donde se extremaron las condiciones de vida y tendió a desaparecer el rol integrador del Estado. El fracaso de algunos planes y programas de desarrollo, responde a una concepción homogeneizadora de los pobres que no reconoce la diversidad de prácticas e intereses en juego en los contextos barriales, muchas veces sobredeterminados por la acción de los mismos agentes externos (técnicos, funcionarios, políticos, etc.) y/o los marcos político-ideológicos globales.
Las relaciones rizomáticas que componen las redes de ayuda mutua, son bastante restrictivas y están escasamente institucionalizadas, ya que sus protagonistas están sometidos a procesos de crisis y de emergencia permanente. Estas sociedades de escasez (Haldenwang, 1992), no tienen capacidad para proponerse un orden social alternativo: lo que cada participante busca es mejorar la situación relativa en que se encuentra y, para hacerlo, la primera intentada es la ayuda mutua, institucionalizada (no como solidaridad, es decir gratuitamente) sino como defensivo acuerdo de reciprocidad: te ayudo para que me ayudes. Este es el elemento que define a estos gérmenes de organización social, como espacios de reciprocidad pactada, como modalidades autogestionarias que permiten la superación de las diferencias entre los participantes de la actividad, en tanto toman decisiones y las ejecutan sin intervención de presiones ajenas a la organización.
En síntesis, el modelo de acción colectiva que comienza a expandirse está basado en una multiplicidad de pequeñas organizaciones, con demandas puntuales, tanto de calidad de vida, de supervivencia, como de sectores desplazados por el ajuste estructural. Los sectores carenciados no sólo son objetos de la prácticas y discursos hegemónicos: la exaltación de la ciudadanía y las acciones resultantes de las políticas de fortalecimiento de la sociedad civil, paradojalmente, generan acciones y re-acciones no siempre fragmentadoras; en muchos casos, a partir de la lucha reivindicativa continuada, surgen nuevos modelos de integración o reconstitución de la base social. El papel de los actores adquiere importancia en la articulación y desarrollo de estos procesos, destacándose las representaciones que estos sujetos elaboran alrededor de la interacción de sus prácticas; en suma los aprendizajes y las nuevas disposiciones internalizadas.
Desde la perspectiva que hemos propuesto, el proceso de la acción colectiva implica una constante interpretación, reformulación e invención de los marcos que sustentan la práctica y la identidad, creando orientaciones alternativas y diversificando los modelos, los proyectos, las formas de organización y de lucha. Las organizaciones resultantes(Nota 43) son construcciones socio-culturales dinámicas y heterogéneas, activadas a través de grupos interrelacionados en la cotidianeidad.
Estos movimientos, que no encuentran las formas de expresión en el sistema político, configurarían una sumatoria de cuestiones parciales que se refleja en la constitución de una cultura política específica. Se trata fundamentalmente, de sujetos sociales que exigen la satisfacción de sus necesidades básicas: algunos expresan un movimiento centrífugo (bandas) otros, se harían cargo de regenerar centrípetamente la trama solidaria. Surgen así acciones políticas en los espacios en donde el Estado no llega; tales prácticas pueden ser consideradas en muchos casos como complementarias y no siempre alternativas a la acción del Gobierno(Nota 44), esto es, como factor de orden y no como factor subversivo de caos. El nuevo modelo de acción colectiva está basado en una multiplicidad de pequeñas organizaciones, con demandas puntuales, tanto de calidad de vida, de supervivencia como de sectores desplazados por el ajuste estructural. El papel de los actores adquiere importancia en la articulación y desarrollo de estas luchas, destacándose las representaciones que estos sujetos elaboran alrededor de la interacción de sus prácticas; en suma los aprendizajes y las nuevas disposiciones internalizadas.

NOTAS

1) En las regiones cuya economía históricamente dependió de la producción primaria especializada, anteriormente protegida o subsidiada por las políticas estatales, la liberalización y apertura de los mercados desestructura parte de sus componentes y agudiza los desequilibrios existentes. Las transformaciones que impone la mundialización de la economía, no sólo dinamizan la circulación del capital sino también, de la fuerza de trabajo: la crisis y descomposición de las estructuras agrarias implican principalmente proletarización de ex-trabajadores rurales que migran en busca de trabajo e ingresos hacia los ámbitos de concentración de actividades económicas (las localidades urbanas).
2) Es la concepción hegemónica asociada a los ajustes económicos y modelos de apertura económica predominantes hoy en América Latina particularmente relacionados con el denominado «Consenso de Washington”.
3) Pero a diferencia de los regímenes militares autoritarios de las décadas del 60 y 70, no se utiliza directamente la fuerza física para aumentar la coerción. En los nuevos regímenes democráticos, la función de coerción la desarrollarán los mecanismos del mercado: polarización económica, concentración del poder económico-político y exclusión.
4) La división social se profundiza cada vez más entre los grupos e individuos que están estratégicamente integrados al desarrollo económico mundial y aquellos sectores que están marginados de la sociedad nacional. Las desigualdades regionales dentro de unas mismas fronteras nacionales, son también cada vez más pronunciadas.
5) La fragmentación no significa desorganización ni implica que los sistemas sean necesariamente menos gobernables, sino que los complejos asociativos fundamentales tienen una relevancia menor y se escinden en sectores de intereses divergentes y no cohesionados, tanto en lo referente a los dispositivos recíprocos como al impacto más complejo y atomizador del proceso de mercantilización (Mingione, 1995). La fragmentación se visualiza, principalmente, en el impacto del individualismo; en la imposibilidad de viabilizar formas cohesivas. En consecuencia, no se trata de prescindir del uso del concepto de clase social, sino incorporar al menos las formas más significativas de división que están apareciendo en los diversos complejos de socialización, a fin de captar la polifonía de voces y, la diversidad de actores presentes y/o ausentes en la escena socio-política.
6) El río Paraná es frontera internacional entre Paraguay y Argentina. Frente a Posadas se encuentra situada la ciudad de Encarnación (el 3º centro urbano de su país), con la que siempre se han mantenido relaciones de intercambio. La apertura del Puente Internacional que une a ambas orillas (1990) ha significado un incremento relativo de las diferentes modalidades de integración económico-social.
7) La construcción del ferrocarril en 1912, otorga impulso económico a la ciudad, facilitando la exportación de productos regionales y estableciendo al mismo tiempo un vínculo más orgánico con el país.
8) Parte de la población asentada en zonas a ser inundadas por la Represa Hidroeléctrica de Yacyretá fue relocalizada en complejos habitacionales localizados en otras zonas de la ciudad.
9) Los impactos urbanos en Posadas de la Represa de Yacyretá (localizada a 90 km al sur), implican la inundación de un 17% del ejido urbano, obligando a la relocalización de aproximadamente 22.000 personas (según el Censo realizado en 1979), la mayoría de los cuales se recluta en el sector de los pobres urbanos.
10) El estado de bienestar, según Offe (1990), se puede decir que recreaba las condiciones para la reproducción del sistema mercantil precisamente desmercantilizando grandes sectores de la economía contemporánea, creando funciones que tanto ocupaban importantes segmentos en la economía y la sociedad capitalista, como limitaban la inseguridad básica que otorgaba a la fuerza de trabajo su carácter de mercancía disciplinada (subsidios, servicios sociales, instituciones asistenciales, etc.), lo que en última instancia resultaba bastante contradictorio y destinado a generar tensiones.
11) El análisis de las determinaciones y condicionamientos de la dinámica social en el capitalismo periférico, indica que lo que una descentralización puede modificar es apenas la distribución territorial de la administración del poder en el ámbito de un determinado territorio nacional; por consiguiente, lo que no puede provocar de por sí, es la transformación de las bases económicas, políticas e ideológicas del poder, que se encuentran condicionadas por factores de carácter estructural y no por su distribución territorial (De Mattos, 1992). La descentralización que está comenzando a ejecutarse, difícilmente podrá alcanzar aquellos objetivos de aumento de la democratización, la participación, la justicia social y el desarrollo local, puesto que responde principalmente a las necesidades planteadas por la reestructuración capitalista y apunta a solucionar otro tipo de problemas. Por otra parte, la dinámica socioeconómica capitalista está afectada por condicionamientos estructurales que no pueden ser removidos por la vía de una simple reorganización territorial de la administración del poder, ya que no es suficiente para impulsar las modificación de las bases económicas, políticas e ideológicas del poder en una sociedad de clases.
12) Por otra parte, los Ministerios (Bienestar Social y Salud Pública) superponen sus acciones como una manera de mantener y reconstituir permanentemente clientelas de apoyo a la gestión de los diferentes funcionarios.
13) El sistema de evacuación de líquidos cloacales de la ciudad es prestado por la Administración Provincial de Obras Sanitarias, siendo su cobertura de aproximadamente un 25% de la población actual.
14) El Plan de Obras Viales para el período 1992-1996 implica la extensión de la trama vial existente, fundamentalmente en el eje oeste y en el eje sur.
15) Es el más extendido de los servicios urbanos básicos. No obstante, sólo ha alcanzado a los asentamientos carenciados en años recientes, en buena medida por las limitaciones burocráticas que impedían solicitar la conexión sin título de posesión del dominio, o al menos con contrato de locación. La Empresa de Energía Eléctrica ha implementado un plan de PILARES COMPARTIDOS, por el cual se autoriza a un grupo de usuarios la conexión a través de un solo pilar con medidor (lo cual reduce los costos de conexión), debiendo aparecer un responsable como titular de la cuenta. No obstante el crecimiento absoluto de conexiones domiciliarias, la cobertura relativa no ha superado el 77,5% del total de viviendas del municipio.
16) Desde 1984 se vienen instalando canillas públicas en barrios carenciados de la ciudad. En los últimos años, se ha incorporado la modalidad de realizar la tarea en conjunto con la Comisión Vecinal o los vecinos del barrio, encargándose los mismos de proveer las canillas o colaborar con mano de obra: de esta manera existe un control, cuidado y mantenimiento de las instalaciones por parte del mismo barrio. Se instala una canilla cada 100 m. aproximadamente.
Existe una importante cantidad de barrios (46 en 1993) en los cuales el sistema de agua es comunitario con perforación, dado que no llega la red de agua de la ciudad. APOS realiza, a solicitud de los interesados, el control de la calidad del agua.
En los barrios carentes de ambos servicios, se suele utilizar agua de pozos de poca profundidad con alto nivel de contaminación. Procurando solucionar en parte este problema, se realiza por intermedio de la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de la ciudad, la distribución por medio de camiones cisterna de agua potable; en la actualidad el servicio se presta a unos 20 barrios de la ciudad.
17) Las ciudades han sido el espejo que refleja el dominio de una clase sobre las demás. Los espacios urbanos se distribuyen según la división social del trabajo y consecuentemente, según las clases sociales (Alonso, 1980:31)
18) Las características que asume la distribución de la población en el espacio urbano actual, se correlaciona bastante ajustadamente con la elevada concentración de los servicios básicos; del sistema educativo; del comercio; las finanzas; las oficinas públicas y las actividades recreativas (Pobur, 1989). A tal punto es así, que los barrios dependen en gran medida de los servicios ubicados en la zona centro. La polarización entre las condiciones de residencia de unas y otras fracciones sociales se ha visto incluso agravada en los últimos 20 años, por el vertiginoso incremento de la población, al que no pudo acompañar igual crecimiento de la infraestructura y de los servicios.
19) En los alrededores del Centro, en un espacio residencial densamente poblado, persisten viejos bolsones de pobreza sobre algunos pocos terrenos estatales. En los últimos años se han visto compelidos por múltiples presiones a hacer abandono de sus lugares: intentos de desalojo, arrinconamientos, proyectos poco coherentes de regularización y entrega de títulos, pero en ningún caso una solución de fondo. En éstos pequeños asentamientos residuales (algunas vez congregaron mayor número de población) se alcanzan los niveles más elevados de hacinamiento, dado que la gente maximiza las ventajas laborales y la posibilidad de acceso a los servicios de agua y luz eléctrica, en ocasiones de manera ilegal, derivadas de la cercanía al Casco Céntrico. De este modo aceptan residir en terrenos muy pequeños en los que apenas puede levantarse una casilla. Se trata de lugares húmedos, contaminados por las letrinas, los mini-basurales, etc..
20) Para Castells estos procesos de diferenciación y segregación espacial, tenderían a la polarización constituyendo a largo plazo ciudades duales: «La Ciudad Dual es, por tanto, la estructura socio espacial formada por dos sistemas (internamente estratificados), uno de ellos relacionado con el polo dinámico de crecimiento y generación de renta, mientras que el otro concentra la mano de obra degradada en espacios e instituciones que no ofrecen posibilidades de movilidad ascendente en la escala social y que inducen a la formación de subculturas de supervivencia y abandono» (Castells, 1991:94).
21) Ver: Kovarick, 1991.
22) La dimensión urbano espacial de la globalización, remite a la incapacidad de la mayoría de la población para acceder al mercado privado (y aún al sector público) de la vivienda y de los servicios urbanos, quedando de este modo excluidos de los beneficios que provoca la internacionalización del mercado.
23) La ciudad de Posadas no presenta como los grandes conglomerados urbanos ‘inquilinatos’, ‘conventillos’ u otras formas precarias de residencia en las áreas centrales.
24) Los sectores dominados de un sistema no constituyen meramente objetos de la dominación, sino que despliegan acciones que tienen incidencia en el sistema.
25) En tres barrios carenciados de la ciudad se ha implementado un proyecto de desarrollo de servicios comunitarios, dentro del paquete nacional financiado por el BID.
26) El proyecto de pilares comunitarios, impulsado por la Empresa Misionera de Electricidad, es una manera de resolver la problemática de los «enganchados» ilegalmente; pero por otro, una manera de reconocer la vivienda precaria dentro de la red de servicios comunitarios.
27) En este caso, los oleros (fabricantes de ladrillos) han reaccionado violentamente, constituyendo un movimiento organizado de lucha, debido a que la relocalización no sólo significa un traslado residencial, sino también pérdida de su principal medio de producción: la tierra «ñaú» depositada en la ribera de los arroyos, materia prima para su industria.
28) Las movilizaciones y las marchas de los estatales, los jubilados, los desempleados, se incrementan día a día en el contexto de las ciudades del interior del país. Estancamiento económico sumado a reducción del aparato estatal (en algunos casos una de las pocas fuentes de empleo existente en los últimos 10 años), pone en crisis el modo de vida de muchos hogares que ven peligrar la continuidad de sus ingresos. En otros casos, la insolvencia económico-financiera de los Estados provinciales, provoca retrasos desmedidos en el pago de haberes a su personal, generando situaciones de carencia económica en sectores antes no alcanzados por la privación.
29) Los partidos establecen para sus afiliados y seguidores obligaciones específicas y les proporcionan recompensas acordes con sus esfuerzos y resultados. Se genera una red de relaciones a las cuales el elector y el afiliado pueden recurrir para satisfacer necesidades en su reproducción material. Es una estructura del do ut des, del DOY PARA QUE ME DES. Igual que el trabajador recibe un salario como base de su reproducción material, el elector partidista, a cambio del voto y la adhesión a la organización, debe recibir del partido el compromiso de satisfacerle determinadas necesidades.
30) Las citas que se transcriben en este trabajo, pertenecen al Archivo y Banco de datos del Proyecto Pobur. Corresponden a fragmentos de entrevistas en profundidad, desarrolladas durante el año 1994/95 en diferentes barrios carenciados de la ciudad.
31) El político moderno es cada vez menos el representante de una volonté generale y cada vez más un manager que negocia sus ofertas con los mejores postores sociales a cambio de recibir cuotas de poder delegativo en el Estado. En la situación actual predominan las políticas y estructuras destinadas u orientadas a neutralizar a grupos e individuos para que dejen de luchar por los intereses generales: políticas de cooptación, de mediatización, intimidación o eliminación estratificada y focalizada (Jacobi, 1991).
32) Galeano; Rovira; Closs, son nombres de candidatos a la Intendencia de la ciudad de Posadas en las elecciones municipales de 1995; los dos primeros del PJ y el último de la UCR.
33) Desde el estado provincial la gestión comunitaria fue alentada en los últimos años, a partir de diferentes programas asistencial-solidarios bajo la forma de refuerzo alimentario (P.R.O.M.I.N.; P.R.A.N.I.); prestación de servicios personales; producción de bienes para uso comunitario (alimentos, huertas, otras); provisión de equipamiento comunitario (IPRODHA; FOPAR); y construcción de obras comunitarias (redes de servicios, infraestructura, escuelas -PLAN SOCIAL EDUCATIVO-; otros). También se priorizó la creación de fuentes de trabajo y empleo, como por ejemplo el Plan de Emergencia del Empleo (Ley 23.696, Artículo 59) de carácter municipal, los fondos P.I.T. (Programa Intensivo de Trabajo), micro-emprendimientos productivos y compra de tierras a través del PROSOL (Programa Federal de Solidaridad), ejecución de obras comunitarias (Programas 011. MBS-Nación).
34) Algunos de los conjuntos descriptos han sido relevados durante 1995, con anterioridad a las elecciones nacionales y provinciales. Este hecho, de algún modo condicionó la recolección, debido a la dinamización del campo político barrial que implicó la campaña de los diferentes partidos. De todos modos, hemos tratado de hacer comparables las situaciones, eliminando las especificidades coyunturales y particulares que el evento electoral produjo en cada contexto barrial (Pobur, 1996).
35) El continuo estaría constituido por: organizaciones autogestionarias-reivindicativas/organizaciones Pro-tierra/ Organizaciones multipropósito.
36) Las acciones no han sobrepasado las expresiones de deseo de trabajar en forma conjunta, aunque se han encarado acciones para solicitar la instalación de un tanque de agua potable que sirve a los moradores de la zona.
37) El Proyecto Pobur (PID Conicet-UNaM) funciona desde 1985, abordando la problemática de la pobreza urbana en la ciudad de Posadas.
38) La relación de los pobres con la política tiene lugar a través de su vínculo con las instituciones estatales que, a veces, desarrollan políticas asistencialistas de carácter paternalista y los partidos políticos que también desarrollan esas políticas en épocas electorales. La relación es utilitaria por ambas partes, aunque las instituciones y los partidos aprovechan la organización de movimientos espontáneos para su control y disciplinamiento (Logiudice, 1994).
39) Los medios de comunicación refuerzan las pautas culturales e institucionales hegemónicas, propiciando el consenso social y la uniformidad normativa a través de modelos de identificación estandarizados.
40) En una sociedad globalizada donde se exalta/exige el consumo permanente, la identidad social tiende a representarse en función del mayor o menor acceso al mundo de los bienes. La adscripción social es una función del consumo, diluyéndose o fragmentándose la dimensión colectiva de la vida social: el estatus como consumidor, separa/atomiza a sectores de trabajadores.
41) Desde las organizaciones/movimientos interesa medir las relaciones horizontales (su densidad y características) entre los miembros componentes, así como las relaciones hacia afuera/arriba con el poder. Aparece la necesidad, desde la Antropología Social y la Teoría de las Redes Sociales (Topología), de focalizar el análisis en el tejido asociativo inserto en la globalidad y no construir «islas» de relaciones.
42) A diferencia de las redes de reciprocidad, en las organizaciones/movimientos encontramos una práctica más o menos coordinada dirigida a la consecución de fines u objetivos grupales. Aunque se montan posiblemente en redes preexistentes, no toda red de relaciones de intercambio compone una organización/movimiento.
43) Esto brinda sustento para hablar de la heterogeneización de la pobreza, fundamentalmente, en un período donde se extremaron las condiciones de vida y tendió a desaparecer el rol integrador del Estado. El fracaso de algunos planes y programas de desarrollo, responde a una concepción homogeneizadora de los pobres que no reconoce la diversidad de prácticas e intereses en juego en los contextos barriales, muchas veces sobredeterminados por la acción de los mismos agentes externos (técnicos, funcionarios, políticos, etc.) y/o los marcos político-ideológicos globales.
44) Acción del Estado modernizado, del estado particularista, que deja huecos, deja vacíos. Con la misma mano que se da la extremaunción a las políticas universales del Estado de Bienestar, se declama que la descentralización implica la participación y autogestión ciudadana. Allí donde la gestión estatal desaparece, surgen demandas que tarde o temprano movilizan a la población en busca de las reivindicaciones pertinentes. La eficiencia en la administración de las políticas estatales, significa transferencia de responsabilidades y costos. La retórica participacionista, sostiene ideológicamente a este modelo.

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