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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

On-line version ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  no.13 San Salvador de Jujuy Nov. 2000

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

La crisis del pimiento: presupuestos, saberes y poderes en Santa María, Catamarca

The red pepper crisis: presuppositions, knowledges and powers in Santa Maria, Catamarca

Cynthia Pizarro *

* Escuela de Arqueología y Facultad de Ciencias Agrarias - Universidad Nacional de Catamarca.

RESUMEN

Este trabajo aborda la manera en que algunos sujetos sociales involucrados en la producción de pimiento para pimentón en la localidad de Santa María, Catamarca, le otorgaron sentido a un conflicto en la cadena productiva a través de sus propios presupuestos y saberes. El objetivo es analizar sus explicaciones, a través de la identificación de sus presupuestos, la definición del problema y las causas del mismo, y las soluciones posibles. Este estudio se basa en un corpus de entrevistas semi-estructuradas realizadas en la localidad entre 1992 y 1993.
Se comparan la diagnosis y prognosis de la crisis realizadas por dichos sujetos relacionándolas con los presupuestos paradigmáticos que las subyacen. Las diferencias significativas encontradas no se originan en el tipo de saberes: científico o del sentido común. Antes bien, se vinculan principalmente con la incidencia que tienen, en los dos tipos de saberes, distintos presupuestos paradigmáticos sobre la relación entre teoría y práctica, saber y poder. Se analizan, entonces, las definiciones de la crisis considerando los presupuestos sobre el qué, el para qué y el para quiénes conocer característicos de tres paradigmas diferentes: el positivisa, el interpretativo y el crítico.
Se concluye que los presupuestos productivistas y positivistas atraviesan las prácticas extensionistas en la zona. Esto constituye un factor limitante para las posibilidades de los pequeños productores, en la medida en que su situación de desigualdad socio-estructural no es tomada en consideración y, si lo es, es minimizada desde una óptica reduccionista que los estereotipa como egoístas, tercos y tradicionales.

ABSTRACT

This paper focuses on the way in which some social subjects concerned with the red pepper production in the locality of Santa María, Catamarca, made sense of a conflict in the chain of production through their own presuppositions and knowledges. The aim is to analyze their explanations, through the identification of the presuppositions, the definition of the problem and its causes, and the possible solutions. The backing of this study is a corpus of semi-structured interviews which were done in the locality between 1992 and 1993.
The diagnosis and prognosis of the crisis made by those subjects are compared, relating them to their underlying paradigmatic presuppositions. The significant differences found are not due to the kind of knowledges: scientific or common sense. On the contrary, they are related with the incidence, on both kind of knowledges, of different kind of paradigmatic presuppositions about the relation between theory and practice, knowledge and power. The definitions of the crisis are analyzed, then, considering the presuppositions about the what to know, what to know for and who to know for that characterize three different paradigms: the positivist, the interpretative and the critic ones.
It is argued that the productivist and positivist presuppositions underlie the rural extension practices in the area. This factor constrains the possibilities of the small productors because their social situation of socio-structural inequality is not considered and, if it is, it is minimized from a reductionist point of view that stereotypes them us self-minded, stubborn and traditional.

INTRODUCCIÓN

Entre 1992 y 1993 tanto los productores de pimiento para pimentón como los extensionistas de Santa María, provincia de Catamarca, identificaron una “crisis” en la producción de dicho cultivo.
El departamento de Santa María es el principal productor de pimiento para pimentón en la provincia de Catamarca, siguiéndole en volumen y calidad de la producción el departamento de Belén. Ambas áreas se encuentran ubicadas al norte de la Provincia, en la zona ecológica de Valles y Quebradas Calchaquíes (Correa et al., 1986). Dicha zona se incluye en la región de los Valles Calchaquíes que abarca también a las provincias de Salta y Tucumán. La región de los Valles Calchaquíes (desde Hualfín, departamento Belén, provincia de Catamarca al sur hasta Cachi, provincia de Salta al norte) es la principal productora de pimiento para pimentón a nivel nacional. Según el presidente de la Cooperativa de Productores Agrícolas del Valle Calchaquí, el volumen de la producción de toda la región de los Valles Calchaquíes alcanzaba 1.000.000 de kilos en 1987, mientras que diez años después se redujo a alrededor de 400.000 a 500.000 kilos. La calidad del color del pimiento para pimentón producido en los Valles Calchaquíes se debe, entre otros factores, a las características climáticas de esta región, que está comprendida en la categoría clima árido, tipo “árido de sierras y bolsones” (Correa et al., 1986), con precipitaciones escasas, gran amplitud térmica, fuertes vientos, alto coeficiente de heliofanía, y déficit hídrico elevado(Nota 1).
Según Correa et al. (1986), las actividades modales de la zona agroecológica de Santa María son: producción de pimiento para pimentón en muy alta concentración parcelaria (productores con una superficie de 0,5 a 5 ha. cada uno y la ganadería extensiva en baja concentración parcelaria (productores que explotan entre 5.001 y 10.000 ha. Cada uno)(Nota 2).
El cultivo de pimiento para pimentón en el departamento de Santa María se remonta a más de seis décadas, ya que la Cooperativa de Productores Agrícolas del Valle Calchaquí que nació como una forma de cooperación entre productores pimentoneros data de fines de la década de 1930. En este momento la variedad tipo Ñora, tradicionalmente sembrada en el área, fue reemplazada por la variedad Trompa de Elefante, que tiene mayores rendimientos y calidad. En la zona hay molinos que procesan la materia prima, que se destina totalmente al mercado interno pues no cumple los requisitos necesarios para la exportación.
Según comunicación verbal del Presidente de la Cooperativa, el número de productores involucrados en esta actividad es elevado, ya que se cultivan pequeñas parcelas. En los últimos años el número de socios “en la lista” de la Cooperativa alcanzaba los 180, siendo activos alrededor de 20. Según lo manifestado por el Presidente, el número de productores para principios de esta década rondaría los 100, quienes destinarían entre 3 y 4 ha. por finca para el cultivo de pimiento, con un rendimiento de entre 900 y 1.000 kg. por ha., mientras que en años anteriores había mayor cantidad de productores, y algunos alcanzaban un rendimiento de 1.500 kg. por hectárea. Además de estos problemas, el Presidente comentó que el precio del pimiento cayó hasta 1996, de 2,20 $ a 1 $ por kilo.
Según el Diagnóstico Agropecuario Expeditivo de la Provincia de Catamarca realizado en 1986 por técnicos del INTA, del Gobierno de la Provincia y de la Universidad Nacional de Catamarca, si bien las condiciones ecológicas de la zona son adecuadas para el cultivo, los rendimientos son bajos, redundando en baja rentabilidad para el productor (Correa et al. 1986). Según este diagnóstico, el cultivo de pimiento para pimentón presenta problemas de diversa índole y posteriormente suele haber inconvenientes en la comercialización. Enumera los siguientes factores limitantes: productor minifundista, bajo poder adquisitivo para comprar insumos, falta maquinaria adecuada para pequeñas superficies, mala preparación de suelo y labores culturales, falta rotación de cultivos, control sanitario no adecuado, uso ineficiente del agua de riego, escasa dotación actual de agua, deficiente comercialización, demanda inestable del mercado, desplazamiento de superficie por el tomate, disminución de ingresos por el cultivo del pimiento, inadecuado uso de la tecnología industrial (se lo seca en canchones y no en hornos o secadores con energía no convencional), infestación con nematodes, bajos rendimientos cuanti-cualitativos y baja rentabilidad.
Dadas estas condiciones socio-estructurales en la producción de pimiento para pimentón en la zona de Santa María, el hecho de que los productores y extensionistas locales definieran las condiciones desfavorables de la producción pimentonera como una “crisis” constituye un caso interesante para analizar, por un lado, la manera en que los sujetos sociales mediatizan, es decir les dan sentido desde sus saberes locales a las condiciones estructurales en las que se hayan insertos; y, por el otro, los efectos reproductivos o transformadores que sus interpretaciones tienen sobre dichos condicionantes.
Los sujetos sociales interpretan el mundo en que viven y orientan su acción a través de un conjunto de significados más o menos articulado. Este proceso puede ser concebido como la manera en que la cultura mediatiza las condiciones estructurales u objetivas y los móviles subjetivos de la acción social. Los conjuntos de significados que son puestos en juego por los sujetos sociales para darle un sentido al mundo son intersubjetivos y públicos. Por lo tanto, ciertas formas de definir a la realidad son comunes a diversos sujetos sociales que comparten un mismo horizonte o forma de ver el mundo.
Tanto el conocimiento científico como aquel del sentido común tienen como objeto comprender las relaciones entre las causas y las consecuencias de ciertos hechos. Si bien se diferencian por el tipo de lógica y por el grado de reflexividad sobre los procesos de razonamiento (Bachelard, 1975), comparten su relación con los presupuestos (Alexander, 1992), prenociones (Bourdieu et al., 1975), o cosmologías científicas (Boido, 1996) y con los intereses o fines del conocimiento (Habermas, 1989).
El continuum Gramsciano entre filosofía y sentido común incluye tanto a la ciencia como a la ideología en el conjunto de las prácticas de pensamiento productoras de subjetividades, cuyos contenidos se encuentran en redefinición permanente por la dinámica misma del proceso hegemónico (Briones, 1994). Todos los saberes, entonces, están atravesados por una lucha de sentidos que disputan la definición de la realidad, y que establecen el límite de lo pensable. Así, todo conocimiento (tanto el científico como el del sentido común) se articula con cierto conjunto de creencias presuposicionales acerca de lo que es la sociedad, de lo que es el hombre, de lo que es la verdad, de lo que es el conocimiento y de la relación prescripta entre este último y la praxis. La construcción del conocimiento, tanto científico como del sentido común, se da a través de un constante diálogo entre tres niveles:

El conjunto de creencias acerca de lo que es o de lo que debe ser determinado tipo de conocimiento constituye un paradigma. En el caso del conocimiento científico Lista (1992) diferencia distinto tipo de paradigmas: positivista, hermenéutico, crítico.
Los postulados de estos paradigmas también atraviesan al saber del sentido común. Por otra parte, este tipo de conocimiento también realiza un diagnóstico y pronóstico de las situaciones que concibe como conflictivas articulando sus definiciones con el conjunto de creencias y con la prescripción acerca de cómo se debería actuar en consecuencia.
Este trabajo apunta a comprender la manera en que los sujetos sociales involucrados en la producción de pimiento para pimentón en la localidad de Santa María, Catamarca, mediatizaron un conflicto en la cadena productiva a través de sus propios presupuestos y saberes, definiéndolo como una crisis y planteando posibles soluciones. Para ello, se analizan sus explicaciones, identificando sus presupuestos, la definición del problema y las causas del mismo, así como las soluciones posibles.

MATERIALES Y MÉTODOS

Para comprender la manera en que los sujetos involucrados mediatizaron un conflicto estructural a través de sus propios saberes fue necesario realizar un andamiaje teórico-metodológico que diera cuenta de los procesos a través de los cuales cierta situación es definida como problema por quienes la viven y se sugieren posibles soluciones para la misma.
Los supuestos teórico-metodológicos que orientaron este estudio pueden ser resumidos en los siguientes postulados:
· la existencia de una situación de subordinación no lleva necesariamente a la toma de conciencia de la misma por parte de los categorizables como oprimidos.
· la cultura mediatiza el conflicto estructural a través del sentido común (Briones, 1994).
· el saber científico, en la medida en que no sea autorreflexivo y/o autoobjetivante, también está atravesado por supuestos del sentido común (Bachelard, 1975).
· los sujetos interpretan el conflicto; realizan un diagnóstico de la situación definiendo el problema, sus reivindicaciones, los culpables, los aliados y la audiencia; marcan un colectivo de identificación; y orientan y evalúan su acción (Hunt et al., 1994 y Klandermans, 1994).
· las formas en que los sujetos sociales entienden, comprenden y dan sentido al mundo social se manifiestan en sus explicaciones sobre el problema (Bauman, 1986 y Fairclough, 1992).
· estas explicaciones son construidas por los sujetos en tanto que éstos ponen en juego sus propios valores y formas de interpretar el mundo en la práctica discursiva, dando pistas metadiscursivas a sus interlocutores acerca de cómo evaluar el problema y planteando su posición (Briones y Golluscio, 1994).
Se recurrió a un enfoque metodológico orientado hacia la perspectiva del actor que posibilitara la producción de explicaciones sobre la crisis del pimiento por parte de los sujetos involucrados en ella, ya que ésta no ha sido registrada en ningún otro tipo de documento.
El estudio se basó en un corpus de entrevistas semi-estructuradas realizadas en la localidad entre 1992 y 1993, a 15 productores (tanto pequeños, medianos como grandes, cuya edad promedio ronda los 37 años), a 2 comercializadores (un acopiador que vende la producción en Tucumán y otro que la industrializa en su propio molino ubicado en la misma localidad), a un miembro de la Cooperativa de Productores Agrícolas del Valle Calchaquí, a 2 técnicos agrónomos de la Estación Experimental y Agronomía de Zona de Santa María, y a 1 profesor jubilado de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Tucumán que es originario de la zona y residía en la localidad en el momento de realizar el trabajo de campo.
Las entrevistas fueron analizadas teniendo en cuenta, por un lado, la diagnosis (definición del problema y sus causas) y la prognosis del problema (posibles soluciones). Y, por el otro, los presupuestos (productivista-positivista, interpretativo o crítico) sobre la relación teoría-práctica y el rol de los extensionistas.

RESULTADOS Y DESARROLLO DE LA CUESTIÓN

1. LAS EXPLICACIONES DE LAS CAUSAS DEL SENTIDO COMÚN SE VINCULAN CON LAS CREENCIAS O PRESUPUESTOS DEL MUNDO DE LA VIDA.

Al comparar la diagnosis y prognosis de la crisis del pimiento para pimentón realizadas por los sujetos involucrados se puede observar que tanto las de los extensionistas como aquellas de los productores y comercializadores están articuladas con presupuestos sobre la relación teoría-práctica. Las diferencias significativas encontradas no se originan en el tipo de saberes: científico o del sentido común. Antes bien, se vinculan principalmente con la incidencia que tienen, en ambos tipos de saberes, distintos presupuestos sobre la relación entre teoría y práctica, entre saber y poder.
El paradigma positivista de la ciencia sostiente o presupone que el conocimiento no está vinculado estrechamente ni con las creencias ni con las prácticas (Darás, 1992). Se plantea, entre otras cosas, que el conocimiento científico, a diferencia de otros tipos de saberes es objetivo, neutral, verificable (o al menos contrastable). También supone que el universo se rige por leyes regulares que pueden ser explicadas, por lo tanto, los fenómenos estudiados pueden ser predichos y controlados. Es vital encontrar el o los hechos que causan determinados efectos. Estas ideas se traslucieron a lo largo de las entrevistas realizadas a los ingenieros agrónomos y técnicos vinculados con la producción de pimiento para pimentón.
Pero también las ideas de causalidad atraviesan las explicaciones de los propios productores de pimiento: tal agroquímico se utiliza para combatir tal enfermedad, plaga, maleza, etc; se debe o no regar de tal manera en tal época del año; es bueno secar al pimiento sobre canchones (sobre las piedras del predio).
El saber popular está influido por las formas de ver el mundo propias del conocimiento científico. Los productores hablan de causas y efectos, de prevenir, de controlar, entre otras cosas. Estas ideas son vinculadas con las experiencias concretas de la vida cotidiana. Con las posibilidades que tiene el productor de acuerdo a las circunstancias sociales que lo rodean. Y, también, con las decisiones que es capaz de tomar en distintos momentos de su vida.
El productor no utiliza determinadas tecnologías como por ejemplo los hornos para secar el pimiento. Esto se debe a una elección racional: los hornos no son tan redituables como el secado en canchones. Otro ejemplo es el de su insistencia en continuar con la técnica de trasplante tradicional. Los extensionistas aconsejan el cambio porque la planta puede desarrollar mejor sus raíces y otra serie de ventajas:

Extensionista: “Bueno, justamente estamo’trabajando, tratando de decir bueno mirá el pimiento no lo trasplanté’ má’ con el dedito porque no anda. Nosotro’ hemo’ trasplanta’o con plantador”.

Extensionista: “Y eso no significa ninguna erogación”.

Extensionista: “No e’gasto porque uno casa un palo que termina en punta y a otra cosa mariposa.”

Sin embargo, otros opinan que el cambio no resultaría ventajoso:

Productor: “Si viene mala la cosecha, increíblemente el año pasado nosotro’, hemos pagado la hora para trasplantar, un dólar por hora.”

Directivo de la cooperativa: “[con el sistema tradicional] la raíz (...) no queda vertical, queda doblada, entonces, ahí, las plantas pierden fortaleza, porque esa planta crece y la raíz queda formando un aro, en lugar de seguir buscando profundidad, buscando la parte nutriente, la humedad de la tierra, busca para el costado y la planta no se desarrolla. (...) [A pesar de ello, los agricultores continúan con ese sistema] Por la rapidez, se estima que diez jornales plantan una hectárea, en el término de, generalmente no las ocho horas, seis horas, cinco horas, como mínimo, le dan por tarea. Entonce’, una porque generalmente todas las plantaciones y las primeras plantaciones se hacen con agua de pozo. En lugar de pagar diez horas de agua subterránea, se paga seis horas, cinco horas y son diez o quince plantadores, si van rápido; mientras que haciéndolo con plantador en una hectárea ya son dos personas, una va haciendo el agujero y la otra va poniendo en cada agujero la plantita...”

El productor toma muchas de sus decisiones en función de la experiencia propia y la de sus pares sobre los problemas que debe afrontar. Por ejemplo, es muy común que, ante la falta de asistencia técnica se pasen de boca en boca posibles soluciones para determinados problemas.
Un productor comentaba que él utiliza ciertos productos porque:

“... son cosas que uno va expe ... de años de experiencia, ha visto que por’ai a veces viene un ingeniero, por’ai lo ve. Y d’ai va otro productor, lo saca de eso y ... empieza, empezamos a usarlo, lo cuenta a lo’ otro q’esto es bueno, no? Y vaya a saber en una de esas si es bueno o es malo y uno e echa ...”

Es decir, el productor reflexiona sobre sus problemas desde su propia visión del mundo, y actúa guiado tanto por creencias y tradiciones como por lo que su experiencia le va diciendo qué es lo mejor. Y cuando no incorpora ciertas tecnologías que, a los ojos de otras personas son más ventajos, muchas veces se debe a motivos que él puede ver desde su vivir en ese mundo.

Productor: “todo el mundo cree que lo que se sabe es lo que se estudia únicamente, pero bueno nosotros creemos que no, no es así. Yo tengo toda una familia campesina también y, bueno, hay millones de cosas que no están en los libros y que se aprendieron en la realidad, probando, practicando.”

A diferencia del conocimiento científico, el sentido común reconoce sus vinculaciones con las creencias y tradiciones, así como con la práctica cotidiana de la vida. Una de las diferencias entre ambos saberes es el desarrollo del conocimiento teórico de manera independiente de los presupuestos y de la praxis. En contraste con los científicos, los productores no robustecen la teoría ni construyen su conocimiento como un producto desvinculado de su experiencia cotidiana (Carr y Kemmis, 1988):

Productor: “[no utiliza remedios caseros] Y bueno, este, remedio’ casero’ no, únicamente remedio’ así de química. O sea, la verdá’, que nosotro’ nunca hemo’ hecho (...) como para decir que nosotro’ podemo’ realizar, este, un remedio, (...) porque tal vé’ nos falte conocimiento de realizar. (...) Nosotro’ por ejemplo, quisiéramo’ tener conocimiento de eso para realizar lo’, lo’ tratamiento así, pero (...) no, no lo hemo’ hecho.”

2. EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO TAMBIÉN ES PARADIGMÁTICO

En general, se considera que la producción de conocimiento científico consiste en elaborar conocimiento puro o teoría, inmune a los presupuestos filosóficos e ideológicos. Sin embargo, este conocimiento no es neutral ya que se encuentra íntimamente ligado a la ciencia aplicada y a la producción de tecnología. Desde el paradigma positivista, los científicos crean determinados medios o herramientas o técnicas para controlar el universo. Esta es una forma de ver el mundo propia de la sociedad occidental capitalista que no necesariamente es ni ha sido compartida por toda la humanidad.
Esta relación entre ciencia y práctica no es la única posible, el paradigma interpretativo plantea un interés comunicativo y el crítico uno emancipatorio. Sin embargo, en las explicaciones realizadas por los extensionistas subyace este criterio tecnicista, que puede ser vinculado con los supuestos que atraviesan a las tradiciones científicas predominantes del tipo de formación académica que recibieron.
La investigación en agricultura está íntimamente ligada con ciertas creencias o presupuestos propios de la sociedad capitalista occidental. Asimismo, la producción de tecnologías apropiadas y su correspondiente extensión a la población rural están en relación con la investigación agrícola y los fundamentos filosóficos que la sustentan.

Ing. agrónomo: “Yo soy un técnico en producción, un experto en producción vegetal, para definirlo un poco al título, a la currícula”.

En la producción de conocimiento en agricultura, la tradición científica más extendida es la naturalista-productivista. Esta tradición tiende a privilegiar el “agro” en desmedro de la “cultura”. Los procesos estudiados son naturalizados: “lo agrícola”, analizados desde una perspectiva productivista: “la producción”, y desconectados de los factores humanos que también intervienen en la producción agropecuaria. Por otra parte, los procesos son objetivados y segmentados gracias a la parcialización del saber, que se manifiesta en la especialización:

Ing. agrónomo: “han traído gente de Buenos Aires y últimamente para arreglar el problema, no lo van a resolver, tienen que resolver de otra forma. [Porque la gente de Buenos Aires] desconoce; acá lo que tienen que hacer [es buscar] a alguien que sepa y los que han venido no saben. Ellos saben únicamente del suelo, saben de cosas, pero no saben de los problemas fitosanitarios de la zona. Entonce’ los que tienen que saber es la gente que vive acá. (...) Yo conozco acá los problemas porque soy especialista en estas cosas en las enfermedades de las plantas.”

El reduccionismo naturalista - productivista del que hablábamos se puede observar en la currícula de la carrera de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca, de donde han egresado los extensionistas entrevistados. En ella, se privilegia la formación de los futuros cientifícos en áreas tales como las ciencias duras y naturales vinculadas con la tierra, los animales y las plantas en desmedro de una visión que vea a la actividad agropecuaria como la objetivación del trabajo del hombre, y que tome en cuenta su significación social y cultural.
Lamentablemente, en esta formación, el hombre es solamente contemplado desde las ciencias económicas. Por otra parte, dentro de esta mirada económica, se privilegia un enfoque reduccionista del hombre y su trabajo: la del hombre productor de bienes; la de los rendimientos crecientes; la de la maximización de beneficios y minimización de los riesgos; la de la modernización. En fin, aquella en cuyos supuestos se sustenta la actual política neoliberal que se está implantando en algunos países antes llamados del tercer mundo. Se pueden identificar postulados vinculados con esta tradición en las entrevistas:

Extensionista: “gastando la misma plata el objetivo e’ tener mejore’ rendimiento’ (...) Lo que pasa es que (...) la rentabilidad del cultivo es cada vez meno’, entonce’ hay que buscar otras alternativa’...”

No es el objetivo de este trabajo argumentar que el cálculo racional no sea un criterio de análisis útil.
Los productores también sacan sus propios cáculos económicos. Uno de ellos, quejándose de los precios manifestó que el costo por hectárea es de $ 1.800 a $ 2.000. Una hectárea rinde, con mucha suerte, 1.500 kilos y, actualmente, alrededor de 800. Si el precio del pimiento oscila entre los $ 0,80 y $ 1, no es negocio. Más bien, el objetivo es criticar a los análisis que solamente contemplan este criterio, dejando de lado los aspectos socioculturales que inciden en las diferencias socio-políticas y simbólicas que tienen los distintos tipos de productores para tomar decisiones.

3. LA DEFINICIÓN DE LOS PRODUCTORES REALIZADA DESDE UNA PERSPECTIVA NATURALISTA - PRODUCTIVISTA

El enfoque naturalista-productivista puede traer aparejado la desvalorización de aquellos productores que no logran cumplir con los requerimientos del mercado moderno. Esto se traduce en la construcción de estereotipos que consideran a quienes no alcanzan ciertos niveles de capitalización como “inviables”. ¿Y qué hay de regiones como la del NOA, y específicamente la de Santa María, donde los productores agrarios son tan heterogéneos? Sólo los productores grandes y algunos medianos(Nota 3) están en condiciones de considerar a su relación con el campo como una empresa, debido -entre otros factores- a que pueden disponer de cantidades suficientes de tierra y capital.

Productor: “Porque aquí no hay ninguna persona perfeta para decir yo soy agricultor, son dó o tré los unico’ que hay. Porque para ser agricultor hay q’ tener capital, herramienta’ suf’ciente y los terrenos suf’cientes para poder, este, decí soy un agricultor, yo me voy a dedicar a esta parte, puede sé’ganadería, puede ser frutihortícola, toda esas cosas...”

El resto(Nota 4), ¿son productores, son agricultores de subsistencia o son campesinos?
El Directivo de la Cooperativa opina que un productor tecnificado es:

“... el que cuenta con herramientas generalmente, y tiene capital para hacer plantaciones y curaciones en una forma más técnica. Mientras de que, porque Santa María, el departamento de Santa María, la división de la tierra es tal, que predomina en todo sentido el minifundio. En el departamento, se estima que los agricultores pueden ser, pongamos 2.000 agricultores, esos 2.000 agricultores 50 agricultores, tienen extensiones superiores a 20 hectáreas, 30 hectáreas, cultivables bajo riego. Ya sea riego con aguas superficiales o riego con agua subterránea; los demás agricultores son propietarios, en su mayor parte, desde media hectárea hasta 2, 3 hectáreas a lo sumo. Esa circunstancia del minifundio, por supuesto, hace que la producción sea cara, porque se sigue técnicas antiguas del tipo de almácigo de la plantación, muchas veces el productor, al ser un minifundista y gente de escasos recursos, no tiene el suficiente capital para curar, plantar, cosechar, en una forma más eficiente.”

En la jerga agronómica-económica neoliberal es común denominarlos pequeños productores. Aún más, desde los programas de apoyo al agro, tanto gubernamentales como no gubernamentales, se los divide en aquellos que son viables y los que resultan inviables para lograr alcanzar las metas del desarrollo rural que estos mismos programas se proponen.
La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, ha considerado como problemática esta situación. Durante los últimos años se han venido desarrollando Seminarios en diversos países de América Latina sobre la orientación de la Educación Superior Agrícola. En dichos encuentros participan los decanos de distintas Facultades latinoamericanas. El objetivo de los mismos es analizar la actual situación del agro en la región y diseñar políticas de investigación y formación de recursos humanos acorde con dicho diagnóstico.
El informe de la última Mesa Redonda que se realizó en Paraguay entre el 3 y el 6 de agosto de 1993 (FAO, 1993), plantea la contradicción por la que atraviesa la Región de Latinoamérica al tratar de conciliar los modelos neoliberales de desarrollo y el crecimiento con equidad, sostenibilidad y competitividad. Como conclusión se hace un llamado a reestructurar las currículas a fin de que los profesionales tengan una mejor inserción en la realidad latinoamericana. Se realiza una propuesta que postula la conciliación del neoliberalismo económico con el desarrollo de la mayoría de los productores. La pregunta es, ¿qué pasará con la minoría que no lo logre?
Sin embargo, se observa un cambio de postura en el tipo de formación deseada por parte de las Facultades de Ciencias Agrarias de la Argentina. Ya no es sólo la naturalista - productivista de años anteriores, sino que se comienza a hacer hincapié en los factores sociales, en el hombre.
En el caso de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCa, muchos de sus egresados son concientes del sesgo naturalista - productivista que ha tenido su formación. Hace un par de años que se están intentando promover algunos cambios en el plan de estudios de la carrera de Ingeniería en Ciencias Agrarias que incluyan más asignaturas vinculadas con los procesos histórico-sociales de la producción agropecuaria.
Pero hasta ahora dichos cambios aún no se han plasmado, y los egresados que se desempeñan como extensionistas y/o técnicos reconocen sus limitaciones a la hora de comprender a los productores. Su perspectiva se encuentra sesgada por una concepción que sólo considera al hombre-productor en la medida en que será receptor pasivo de determinada tecnología y, por ende, la aceptará. El productor tiene que ser asesorado, convencido por un técnico. Generalmente, sólo son bien considerados aquellos productores que comparten los presupuestos del técnico: los grandes productores o empresarios agrícolas.

Extensionista: “Yo creo que el productor tiene que entender que tiene que ser asesorado, que ya no se hacen las cosas como antes, que las hacían porque ellos las habían hecho toda la vida (...) Si vos venís y le decís al agricultor, te miran como diciendo estos me quieren venir a enseñar a mí, yo que tengo treinta años como productor de pimiento (...) El productor no quiere dar el brazo a torcer que tiene que preguntarle a un técnico, y bueno, y ahí viene el problema.”

Por consiguiente, se produce una desvalorización de los agricultores ya que, cuando no comparten los horizontes del técnico, éste los estereotipa, caracaterizándolos a través de la negación de cualidades consideradas importantes: los productores “no entienden”, “son egoístas”, “no dan el brazo a torcer”, “no son lógicos”. Grammig (1993) destaca que ésto constituye un presupuesto ideológico que incide en la forma en que se construye la imagen del otro en el espacio de comunicación microsocial que se desarrolla entre los actores sociales, en este caso, los productores y los técnicos.

4. LA RELACIÓN TEORÍA-PRÁCTICA: LOS DESTINATARIOS Y FINES DE LA EXTENSIÓN

En cuanto a quiénes deben ser los destinatarios de sus servicios un técnico en la zona pimentonera opina que:

“Si de pronto nosotro’ vamo’ a decir bueno y ¿a dónde trabajamo’?, ¿hacia quién nosotro’ desarrollamo’ nuestro trabajo?, ¿a tipo’ pequeño’ que siempre van a vivir pequeño’ si no mejoran su ... su alineación?, ¿al tipo de medio?, ¿al tipo de arriba?, ¿a quién le dirigimo’ nosotros nuestra extensión? O sea, yo creo que nosotro’ tenemos que dirigirla hacia donde el impacto sea más fuerte. Hacia donde provoque un aumento, digamos, en todo’ los niveles. Igualemos hacia arriba. Este no es un concepto compartido por [otro técnico] que dice que nosotro’ tenemo’ que seguir chichoneando con los más chico’. Esta es una discusión que tenemos inconclusa entre los agrónomos ...”

Algunos productores plantean que tienen buena respuesta de los técnicos cuando los necesitan. Pero, otros están en desacuerdo con esta postura:

Productor: “No, no vienen. Ellos van más a gente que tiene plata. Sí, son para ello’ me parece.”

Productor: “Si nosotro’ tenemo’ ténico que, Dios quiera que no se ofiendan porque es la realidá’, aquí hay ingenieros agrónomo’, hay intas, hay estacioné’ esperimental’, pero ello’ nunca están (...) están por cobrando el sueldo (...) Yo pienso que, yo siempre le digo al ingeniero de que realmente primero se tiene q’ pagar el piso y tiene que salir a, a ver, a aprender. (...) Este, a la teoría con la prática e’ más difícil poderla poné. (...) Yo si, si Dió me hubiera dado la oportunidá pa’ se’ ingeniero, yo lo primero que tenía qui hacer e’ mostrarle al pueblo que yo ya he ‘tudiado. Dió me ayudó a mí para ayudá’ a lo’ demá’...”

Productor: “Entonces nosotros nicesitamo’ asesore’, asesoramiento ténico no allá en el café ni en el escritorio, nicesitamo’ aquí en las tierra’. Eso es lo quiero que ustedes digan, que lo agricultore’ santamariano’ no necesitan ingenieros allá en la oficina, que necesitan aquí, porque aquí los necesitamo’; ello vienen y se ofertan cualquier cosa, ¿pero cuándo se van a arrimar? (...) Aquí hay que poner el hombro, y el que ha tenido la suerte de estudiar tiene que poner su mentalidad y demostrar qué es lo que ha aprendido”.

¿A qué se debe este desacuerdo? ¿Es sólo un punto de vista ideológico? Este desacuerdo sobre la aplicación de los conocimientos se relaciona con los presupuestos sobre el ¿para qué? y el ¿para quiénes? conocemos.
Desde la óptica de los extensionistas, el conocimiento es una mercancía gracias a la cual uno se gana la vida e incluso puede lucrar:

“... recién este año [1992] [los productores] se empezaron a acercar (...) a consultarme. Y no te tratan como profesional. Nunca te preguntan cuánto te deben ...”

Y no sólo los técnicos piensan así, un productor de pimiento que ha logrado acrecentar su capital hasta convertirse en un gran productor e industrializador opinó:

“Para aprender yo pago, acá hay tecnología de punta ... me costó [X] mil dólares ... así como usted habrá pagado en libros para aprender”.

La mayoría de los productores entrevistados desearían ser asistidos por técnicos en sus propios predios. Muchos son asistidos por técnicos e ingenieros agrónomos de San Miguel de Tucumán (algunos pocos de Santa María), que trabajan en la comercialización de agroquímicos. Entonces, cuando cobran el dinero de la cosecha, viajan a dicha ciudad para comprar productos para todo el año. Demás está decir que este asesoramiento se dá a la distancia y, obviamente, con un claro tinte comercial.
Sin embargo, existe una Estación Experimental y Agronomía de Zona en la propia Santa María. Según los técnicos, muy pocos productores se acercan, y con los escasos recursos con los que cuenta la experimental, no pueden recorrer la zona de manera exhaustiva.
Han organizado otras formas de comunicación con los productores para subsanarlo: programas televisivos y radiales, y una serie de reuniones con especialistas en pimiento a fin de que asistieran los productores. Pero estas reuniones no tuvieron mucho éxito. Los técnicos opinaron que la escasa concurrencia se debió a que: “... hay gente q’es muy cerrada. (...) Cambiar la mentalidad es muy lento, es muy lento ...”
Según un productor y molinero que participó de una reunión, comentó que la mayoría de los que asistieron a la misma eran productores grandes. Con respecto a los productores que no fueron dijo que “... la gente es muy quedada, ¿no? No quiere concientizarse de las cosa’ que están pasando ...”
Algunos productores dijeron que no se acercan a la Estación Experimental porque creen que se les va a cobrar. Otros, porque creen que las soluciones que se les propondrán son inviables para su situación y que sólo sirven para grandes productores. Un técnico coincide con esta opinión haciendo alusión a la reunión organizada por los técnicos de la Estación Experimental:

“[los productores] cada día van perdiendo mayor confianza [en los técnicos], porque a veces lo asesoran mal. (...) [trajeron] aquí a hablar a una gente, que han hecho pagar a la pobre gente de aquí, pasaje de ida y vuelta, de Buenos Aires ... para explotarlo’. Porque después le han venido a ofrecer productos químicos. Y gente de aquí que se presta a semejante maniobra para explotarlo’ a los pobres agricultores.”

El directivo de la cooperativa comparte esta opinión:

[vinieron ciertos técnicos] “... a explicar cómo se podía solucionar el problema de la producción; (...) a ver cuál era el problema del pimiento en Santa María (...) [dichos técnicos] se concretaron exclusivamente a decir que teniendo en cuenta la gran variedad de plagas que afectan al pimiento, al tomate, lo ideal eran los módulos deshidratadores. Pero quién cuenta con doce mil peso’ para montar un módulo (...) que le va a producir (...) en un espacio de mil y mil doscientos metros cuadrados, una cantidad de mil kilo de pimiento fresco, (...) Es decir con un rendimiento de veintidos mil kilo’ de seco por hectárea, esos eran los cálculos. (...) Ya le digo, todos son minifundistas, todos son pobres, cuántos de esos dos mil, un millón, quinientos pimentoneros, estarían capacitados? Habrá ocho o diez, nadie se arriesgó a hacer lo que ellos aconsejaban (...) Y entonces yo, considerando un deber, como [directivo] de la cooperativa, de dar una solución al asociado y decir “miren haga esto”, ¿cierto?, le digo: [reproduce la conversación mantenida con alguno de los técnicos en voz activa] - “Doctor, o ingeniero, todo lo que usted habla es hermoso, me gusta oírlo, pero es impractible [bien enfatizado], porque de todos los productores de Santa María, seis o siete estarán en condiciones de hacer una inversión”. - “Y bueno, pero que se unan, que se unan diez que se unan cinco!” - “Y ¿cómo se van a unir si (...) una parcela está aquí, otras están allá quién sabe dónde y otra están allá, las parcelas no están juntas?” - (...) le digo - “Mire, los almácigos que ya están hechos, ¿qué aconseja usted para esta temporada que ya se ha iniciado? Nos olvidemo’ del módulo, nos olvidemo’ de los veinte mil kilo’ de seco. ¿Qué es el remedio que usted propone para que no sea el fracaso del año pasado?. Ya se han hecho los almácigo’ de la misma semilla, de los años anteriores, si el mismo sistema del cuadro de diez metro’ de largo, por un metro de ancho, que ese cuadro se lo prepara en el mes de junio y le revuelve la tierra, se lo humedece, se lo desinfecta con bromuro de metilo, se lo cubre con un plástico y se le pone una garrafa con bromuro de metilo... “ - [alzando la voz:] - “Ese es el error más grande!” -. - “Bueno, desde años atrás, es el sistema que va utilizando el productor” -. (...) [Continúa relatando en voz pasiva] Según estos técnicos, el bromuro de metilo no sólo mataba las semillas del yuyo que salía (...) Si no mataba toda la sustancia orgánica, entonces el suelo quedaba un suelo completamente pobre, bueno. [Continúa en voz activa] y dice: - “No, el almácigo no deben usar más el bromuro de metilo”. [Voz pasiva] Para sustituir el bromuro de metilo nos aconsejaba (...) [Voz activa] - “Ahora, ¿qué me dice del trasplante?” -. - “Y bueno!” -, dice, - “usted me está pidiendo aquí” -, dice,- “como un enfermo que está por morirse y lo llevan a un médico recién, cosas que ya están hechas mal y van a seguir mal” -. - “Bueno, pero deme una solución, algo que sea factible, que sea beneficioso [para el] productor. Yo tengo el deber de aconsejarle, asesorar a la masa societaria, que usen el plantador, yo he hecho una campaña entre varios agrigultore’ pero la mayor parte no me han llevado el apunte”...”

Las opiniones sobre la manera de resolver la crisis planteadas por los técnicos y por los productores difieren, no sólo en cuanto a las soluciones propuestas, sino también en cuanto a las posibilidades reales que tienen los productores de llevar a la práctica dichas soluciones. Los técnicos parecen desconocer estas limitaciones. Su imposibilidad para comprender estas limitaciones se debe a que carecen de un marco conceptual que les permita integrarlas a su definición del problema. El problema es un problema técnico y, aparentemente, las limitaciones socioestructurales de los productores para cambiar algunos factores de la producción no son interpretadas como tales por los técnicos, sino como problemas subjetivos de los productores, como problemas idioscincráticos que se vinculan con la falta de voluntad para cambiar y para mejorar.

5. EL CONOCIMIENTO COMO PODER

Productor: “Yo he sido un resentido con el gobierno, porque el gobierno dice el q’a estudiáo anda. Pero no e’cierto, no, lo nuestro es un estudio, un e’tudio de sacrificio, no un estudio de lapicera (...) Si a un ingeniero se le dao la oportunidá, o una ingeniera, de ir a una estación esperimental, o a una inta como le llamamo’ aquí, pero por lo meno’ que traten de hacer un pasito más. En una d’ esa [para que] el más humilde salga a flote...”

El saber científico es una herramienta que goza de poder: el poder que tiene la palabra si no verdadera, por lo menos comprobada. Este poder radica en la facultad de definir no sólo lo que las cosas son, sino lo que las cosas deberían ser. Y al nombrarlas se las instituye. Es el poder de crear una realidad en base a la cual se implementarán políticas, prácticas, acciones.
Los técnicos, desde un paradigma positivista, diagnostican que la crisis del pimiento se debe a la falta de control sanitario integral, a las malas prácticas de manejo del cultivo, a los bajos precios de la materia prima provista por el productor, y a la mala calidad de la semilla. Ellos concluyen que la culpa la tiene el productor, porque no se preocupa por mejorar. En lugar de intentar comprender por qué el productor actúa de esa forma, se lo rotulamos como: “egoísta”.
Se puede analizar a esta concepción entre teoría y práctica desde el paradigma crítico. Al no nombrar las posibles razones del productor, sino estigmatizar su comportamiento como “tradicional”, se lo está condenando. Se contribuyendo a crear una realidad que oculta el mundo de experiencias de muchísimos seres humanos. Es más, es en base a este tipo de conclusiones que se propon líneas de acción a los políticos y otros decididores de la sociedad. Estas propuestas muchas veces implican el efecto de que los productores estigmatizados sean considerados como “inviables” y pierdan la posibilidad de “optar” porque ya no se tienen opciones.
Sin embargo, existen otras explicaciones acerca de la crisis del pimiento que se encuentran atravesadas por supuestos de los paradigmas interpretativo y crítico. Las causas ya no son por las “malas prácticas de los productores” - es decir, su propia y errada elección - sino su situación social - es decir, condiciones estructurales de desigualdad social.

Técnico: “[La crisis del pimiento] ha pasado porque acá en esta zona, [hace] muy muchos años, más de cincuenta años que se cultiva el pimiento. (...) [La acumulación de elementos nocivos] se hace en todos lados, se hace especialmente en las tierras. Lo que hay acá en el caso del pimiento, hay muchos hongos que viven naturalmente en el suelo. (...) Entonces todos esos hongos se van incrementando a medida que se va cultivando más y más, cincuenta años haciendo la misma cosa, sin rotación, porque no se rota cuando se cultiva entonces se empieza a acumular y a acumular. (...) Aquí no solamente no hace rotación sino que no tiene en cuenta los más mínimos elementos básicos para mantener la sanidad de las plantas. (...) [Estos serían] en esta zona donde hay un minifundio prácticamente y donde ‘lagua es sumamente escasa, donde todo el mundo quiere aprovechar agua de la caída de otros cultivos para regar los cultivos de ellos, y ahí, estos hongos que había naturalmente en el suelo, son arrastrados por el agua, entonce’ eso llega a contagiar las plantaciones nuevas y los terrenos nuevos y es un desastre. (...) [Los productores no cambian] porque dicen que el agua para ellos es básica y no la pueden desperdiciar al agua que pase por el desagüe, teniéndola ahí para echar; y ellos echan y echan y se enferma y se le seca todo, pero vuelven a ponerla y son cabezadura.”

Productor: “Todo lo demás dá mucho gasto, y lo que, lo que más no, nos achica a nosotro’ es el precio del producto. Que aquí nadie fija precio, que van a decir, este, el gobierno ese, depende del gobierno de aquí, de que venga y diga, bueno el pimiento vale tanto. No, aquí el que pone el precio es el comprador, el acopiador que viene de afuera, que siempre vienen de Tucumán, venían de San Juan, de Salta.”

Productor: “... y la fundamental es la poca producción, porque yo produciendo mucho no ‘impertaría’ que se valga poco el pimiento. Además ahora tenemos la contra que ha dicho que el pimiento no puede subir porque este año ‘a’bido tan poquito pimiento que han metido cualquier cantidad de otras naciones. (...) Directamente estamos derrotados. Y en el caso mío si puedo seguir trabajando es porque trabajo yo, mi señora, mis hijos y le metimos, porque si vamo a ir directamente a hacer lo’ trabajo como se tiene que hacer como dicen que hay un patrón, yo creo que antes de media cosecha ya estamos en quiebra.”

Directivo de la cooperativa: “Esa circunstancia del minifundio, por supuesto, hace que la producción sea cara, porque se sigue técnicas antiguas del tipo de almácigo de la plantación. Muchas veces el productor, al ser un minifundista y gente de escasos recursos, no tiene el suficiente capital para curar, plantar, cosechar, en una forma más eficiente. (...) Este año, al haber tan malos rendimientos y la enorme recesión en ventas, como consecuencia de la introducción, la de liberación de los impuestos a las especies ha caído en forma brutal el precio del pimiento, pimentón.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

En el análisis de las explicaciones sobre la crisis del pimiento para pimentón realizadas por los sujetos involucrados se ha identificado un enfoque naturalista-productivista vinculado con el paradigma positivista en las definiciones realizadas por los técnicos y extensionistas y por los grandes productores.
Este paradigma tematiza a la producción agropecuaria como una empresa productiva, privilegia el análisis de los factores naturales y del libre juego de las leyes del mercado en la producción, concibe a los productores como sujetos racionales y naturaliza la problemática histórica, social y cultural que los condiciona a ellos y a la producción. Según este paradigma, los destinatarios de la extensión son los productores “viables” para el desarrollo, es decir, los grandes y medianos, que son concebidos como sujetos pasivos que aplicarán las tecnologías propuestas en la medida en que sean capaces de valorar sus ventajas racionales.
Por otra parte, se han identificado algunos presupuestos sobre la relación entre conocimiento y poder propios del paradigma interpretativo en las definiciones de los pequeños productores, que les demandan a los técnicos y extensionistas una mayor comprensión de los problemas productivos desde una perspectiva que contemple la situación de este tipo de productores. También se han identificado algunos presupuestos del paradigma interpretativo en los intentos promovidos por la FAO de la región Lationamericana realizados para incluir una formación “social” en los planes de estudio de las carreras de grado en Ciencias Agrarias.
Este paradigma tematiza a la producción como un proceso de producción de bienes y de reproducción sociocultural. Si bien toma en cuenta, a diferencia del positivista, los procesos socioculturales que condicionan a la producción agropecuaria, no los considera en relación a las contradicciones inherentes a la estructura social en la que éstos se articulan sino desde un enfoque microsocial. Este paradigma incluye como destinatarios de la extensión a los pequeños productores pero no cuestiona la situación de desigualdad en la que se encuentran. Concibe a los productores como capaces de incorporar la tecnología sugerida, en la medida en que la resignifiquen desde sus propios horizontes. También plantea a los técnicos el desafío de poner en cuestión sus propios horizontes en el momento de entrar en contacto con los productores.
Finalmente, se identificaron presupuestos vinculados con el paradigma crítico sobre la relación saber-poder tanto en las definiciones de algunos productores como de algunos técnicos-extensionistas. Al igual que el anterior, este paradigma concibe a la producción agropecuaria como un proceso productivo y reproductivo, señalando las condiciones macroestructurales de desigualdad estructural en la que se dan estos procesos y criticando la naturalización de la ideología liberal que pretende enmascarar las posibilidades diferenciales que tienen los productores de manejo de recursos materiales, políticos y simbólicos. Los destinatarios de la extensión serían, desde esta postura, aquellos sujetos que se encuentran más desposeídos y su objetivo sería el desarrollo de una conciencia crítica.
Se ha argumentado que estos últimos paradigmas posibilitan una interpretación de la crisis y una orientación de la acción más fructífera para considerar los factores sociales (tanto macro como microestructurales) así como los productivos, a diferencia de las limitaciones de aquellas definiciones que están atravesadas por presupuestos provenientes del paradigma positivista.
Se concluye que los presupuestos productivistas y positivistas sobre el qué, para qué y para quiénes conocer atraviesan las prácticas extensionistas en la zona. Esto constituye un factor limitante para las posibilidades de los pequeños productores, en la medida en que su problemática social, es decir, su situación de desigualdad estructural, no es tomada en consideración y si lo es, es minimizada desde una óptica reduccionista que los estereotipa como egoístas, tercos y obsoletos.
Esta imposibilidad en la comunicación entre los extensionistas y los pequeños productores no sólo produce efectos en la exclusión de la cadena productiva de los productores que son definidos como inviables, sino que también tiene el poder de legitimar una visión naturalista de los problemas productivos, aislada de la problemática sociocultural. Se aboga, entonces, por la necesidad de desarrollar un enfoque interpretativo y crítico que desnaturalice el análisis de los problemas productivos, que ponga en discusión la lógica de la extensión rural, y que reflexione sobre los posibles efectos no deseados de exclusión social que conlleva la relación teoría-praxis.

AGRADECIMIENTOS

Una versión preliminar de este trabajo fue presentado en las “IV Jornadas Regionales de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales”, organizadas por la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy, entre 26 al 29 de octubre de 1994. Agradezco a quienes participaron en la discusión del mismo en dicha oportunidad. También estoy en deuda con con el Ing. Agr. Emilio Luque (UNCa), la Ing. Zoot. María Elisa Rueda (Gobierno de la Provincia de Catamarca-UNCa) y la Ing. Agr. Gabriela Sabadzija (INTA Catamarca) quienes me proporcionaron información macroestructural sobre el cultivo de pimiento para pimentón en Santa María. Los comentarios del evaluador de este trabajo fueron de suma utilidad. Finalmente, agradezco a los productores, comercializadores, cooperativistas, técnicos y profesionales de Santa María por su colaboración en la producción de las entrevistas.

NOTAS

1) La localidad de Santa María se encuentra ubicada a 1.057 m.s.n.m., su temperatura mínima media es de 7,6°C, su temperatura máxima-media es de 25,8°C, y la media anual de precipitaciones es de 175,0 mm (Correa et al., 1986).
2) La superficie cultivada bajo riego en esta zona era de 2.900 ha. en 1986, que se distribuían en 850 ha. (30% de la superficie cultivada bajo riego) para el cultivo de pimiento para pimentón, 500 ha. (17% de la superficie cultivada bajo riego) para el cultivo de forrajeras, 100 ha. (3,5% de la superficie cultivada bajo riego) para el cultivo de nogal y 1.450 ha. (50% de la superficie cultivada bajo riego) para misceláneas. Del total de ha. destinadas para el cultivo de pimiento para pimentón el 70,6% tenía muy alta concentración parcelaria, el 17,7% media concentración parcelaria y el 11,7% baja concentración parcelaria (Correa et al., 1986).
3) Los grandes y medianos productores constituirían el 30% del total de productores de pimiento en la zona teniendo en cuenta el grado de concentración parcelaria (Correa et al., 1986).
4) Los pequeños productores constituirían el 70% del total de productores de pimiento en la zona teniendo en cuenta el grado de concentración parcelaria (Correa et al., 1986).

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