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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versión On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.20 San Salvador de Jujuy mar. 2003

 

Control estatal y economías regionales

(State control and regional economies)

Eleonora Mulvany*

*Facultad de Humanidades - CEPIHA – CIUNSa -Buenos Aires 177 - CP 4400 - Salta - Argentina. Correo Electrónico: mulvany@unsa.edu.ar

RESUMEN

   En este trabajo presentamos una interpretación de los resultados obtenidos hasta el presente sobre la relación entre las sociedades locales y el estado inca en la Región Lerma, provincia de Salta, República Argentina. Buscamos vías explicativas alternativas, incorporando los conceptos de resistencia y dominación, y la búsqueda de equilibrio a través de la concertación. Consideramos que la articulación estado­sociedades locales se relaciona con un proceso muy complejo de relaciones de oposición, acompañado por una reestructuración de la organización social, económica y política de las diferentes etnías. Uno de los objetivos del estado, en el contexto de esta relación bilateral, fue la obtención de prestaciones rotativas por parte de la población local, que dependía del grado de resistencia presentado; el otro debió ser la implementación de estrategias con el objetivo de superar esta resistencia y lograr un control de la situación. El análisis del contexto arqueológico en el norte y sur de la Región Lerma sugiere que el sistema estatal pudo ejecutar estrategias destinadas a controlar las prestaciones rotativas y posiblemente una desarticulación de las redes de intercambio de productos, relacionado con las características de la organización social, política y económica y los diferentes grados de resistencia presentados por los grupos locales.

Palabras Clave: Inca - resistencia - dominación - concertación.

ABSTRACT

   In this paper we present an interpretation of the results of the study of the relation of Inca state with local societies in the Lerma Region, province of Salta, Republic Argentina. We are trying to find out new explicative ways, through the resistance and dominance and the agree concepts. We consider that the relation Inca state-local societies it is a very complex process of opposition, with a reorganization of the ethnic social, economic and politic organization. The study of the archaeological context in the south and north of the Lerma Region suggest that the state system did implement strategies for the control of the mit'a with a disarticulation of the change nets goods, in relation to the social, political and economic organization and the different resistance grade of the local groups.

Key Words: Inca resistance – Domination - Agreement

INTRODUCCIÓN

   Las investigaciones en el Noroeste de Argentina realizadas desde fines siglo XIX han confirmado la presencia de ocupación incaica (entre otros Ambrosetti 1907, Boman 1991-92 [1908]) Inicialmente concebida como un proceso cultural simple que "coronaba" los desarrollos previos. Este marco incidió para que su estudio arqueológico fuera considerado poco relevante. Hace varios años resurgió una revalorización del estudio sobre temas incaicos y parte de este fenómeno se relaciona con estudios etnohistóricos sobre fuentes históricas, con enfoques antropológicos, en especial de antropología económica, que nos han permitido adquirir nuevos conocimientos sobre la organización económica, política y social de los incas.
   Se ha destacado el rol del estado incaico como una sociedad expansiva cuya articulación con las sociedades conquistadas era simbólicamente expresado en un sistema, que integraba a las diferentes comunidades y etnías locales en una jerarquía política y social, que clasificaba a sus integrantes de acuerdo a categorías de inclusión y exclusión. El principio de autoridad estaba ideológicamente sustentado, enmarcado en principios de reciprocidad, y definía los respectivos derechos y deberes oponiendo conquistadores y conquistados según principios de dualidad y tripartición, en Incas de Sangre - Incas de Privilegio - No Incas y/o Collana, Payan y Callao (Bauer 1996, Pärssinen 1992; Rostworowski de Diez Canseco 1986, 1988; Salomón 1987, Ziólkowski 1996; Zuidema 1995)
   En los Andes Centrales gran parte del sostén económico del Estado esencialmente se realizaba a través de las prestaciones rotativas de las comunidades (mit'a), basadas en los principios de reciprocidad simétrica que regulaban las relaciones interpersonales al interior de los ayllus conjuntamente con la transformación, y eufemización ideológica de la apropiación de los recursos a través de mecanismos de redistribución (Murra 1978) La articulación económica de las etnias locales y el Estado en los diferentes suyus se organizaba a través de un sistema administrativo, de base decimal, que coordinaba las diferentes prestaciones de servicios de las unidades domésticas y otro tipo de servidores. Esta articulación se integraba en el marco de grandes unidades administrativas o wamani, denominadas "provincias" por los españoles (Julien 1982; La Lone y La Lone 1987; Le Vine 1987, Murra 1978, Pärssinen 1992)
   Sin embargo hubo variaciones regionales en las características de la expansión y las investigaciones están reevaluando y analizando estas diferencias. Los estudios sugieren que el dominio estatal incaico se adecuó al grado de desarrollo social, económico y político de las etnias y la importancia estratégica relativa de los espacios incorporados al Tawantinsuyu por sus condiciones medioambientales. Lejos de considerar que el Estado Incaico intervino en los diferentes ámbitos empleando un único modelo social político y económico, el estudio de los procesos de transformación señalan la existencia de distintas estrategias en el marco de diferentes tipos de relaciones bilaterales como control directo e indirecto y clientelismo acompañado de implantación de centros administrativos, unidades de producción artesanal, agrícolas y ganaderas, creación de centros de almacenamiento, traslado de poblaciones (mitimaes económicos, sociales y militares, entre otros) y lo que Cobo denominara 'reducciones' (Cobo 1964 [1653], Covey 2000; D'Altroy 1992; Kendall 1991; Muñoz Ovalle 1998; Mulvany 1995, 1999, Mulvany et al, 1992, Nielsen 1997a; Parsons 1998; Parsons et al 2000; Raffino 1993; Rowe 1982; Schjellerup 1998, Snead 1992, Williams y D'Altroy 1998) Ya hace varios años que González señalara que posiblemente la conquista incaica del NOA fue uno de los procesos más importantes vividos por las etnías locales (González 1980)
   En este trabajo presentamos una interpretación de los resultados obtenidos hasta el presente sobre la relación entre las sociedades locales y el estado inca en un espacio ubicado en un sector del NOA: la Región Lerma.

INTEGRACIÓN DE LOS ANDES CENTRO-SUR ANDINOS Y EL NOA EN EL TAWANTINSUYU

   El proceso de desarrollo de las sociedades prehispánicas andinas es complejo, y tal como lo han señalado diferentes autores las concepciones y normas de organización social, económica y política difieren de la cosmovisión europea, tal como esta se refleja en los textos de los cronistas españoles desde comienzos del siglo XVI (entre otros Murra 1978, Pease 1999, Zuidema 1995) Posiblemente en nuestro análisis de los procesos prehispánicos andinos estemos influidos por nuestra formación occidental, por lo que es factible que utilicemos marcos teóricos y categorías analíticas equivalentes a las usadas para explicar el desarrollo cultural europeo (Miller et al1988b)
   Los estudios etnohistóricos sugieren que, frente a los incas, las etnias locales presentaron diferentes grados de resistencia, y su incorporación al Estado era el resultado de intensas negociaciones. Cuando éstas fracasaban, podía sobrevenir la desarticulación y aún la desagregación física de los mismos grupos. La integración de las etnías al Tawantinsuyu estuvo acompañada por una reestructuración social de las mismas, porque el sistema social tenía base en relaciones de parentesco, y la ubicación jerárquica de los individuos se expresaba a través de la distancia genealógica, que podía ser real o ficticia. Las relaciones entre las etnías y los incas no constituían manifestaciones impersonales de un Estado, sino por el contrario tenían un profundo carácter personal, y debían ser redefinidas y negociadas cada vez que un Zapa Inca fallecía. Por lo que este proceso no llevaba a una consolidación definitiva o cristalizada del Estado sino que era dinámico y variaba de acuerdo al linaje gobernante en un momento dado. Por este motivo la continuidad misma del Estado requería que no hubiera fracaso en las negociaciones ya que de otro modo se podría producir una merma de las prestaciones rotativas locales.
   Un atributo común a formas de organización social no occidentales (capitalistas) es que las relaciones entre diferentes estamentos sociales, aún las económicas, tienen un carácter personal embebido en un fuerte marco ideológico (Miller et al 1989b) Esto sugiere que la integración de las sociedades en el Tawantinsuyu pudo implicar la articulación simultánea de procesos políticos, económicos e ideológicos. Uno de los objetivos de acción política incaica en las negociaciones fue la adquisición de derechos sobre aquellos espacios que podían generar recursos de interés declarándolos como parte de su "dominio directo" Esto colocaba a los linajes dirigentes incaicos en condiciones de poder usar y disponer de esos espacios y sus recursos, equilibrando las relaciones en un marco de reciprocidad a través de la 'cesión' del "dominio útil" a las etnías. (Ramírez 1985) Esto facilitaba la imposición estatal para la implementación de las prestaciones rotativas.
   De esta forma se legitimaba una situación a través de la transformación de relaciones asimétricas en relaciones personales simétricas, utilizando los mismos principios de reciprocidad que regulaban la organización social en la mayor parte de las comunidades andinas. Dado que el marco que regulaba estas prestaciones al Estado era el de la reciprocidad, no podemos hablar de un tributo impuesto por el estado como es el caso de sociedades capitalistas, porque no había entrega de bienes sino de tiempo (1) como señalaran entre otros Murra (1978) y Pease (1999) En este marco la política del estado pudo obtener una capacidad económica para su funcionamiento acompañado por cambios en el seno de las comunidades, como la implementación de colonias estatales orientadas a diferentes fines y la extracción de servidores como yanas y aqllas.
   En el amplio marco geográfico de los sectores australes del Tawantinsuyu, las investigaciones etnohistóricas y arqueológicas permiten reconocer diferencias en la implementación de las estrategias estatales, tanto en las inmediaciones de la cuenca del Titicaca como hacia los sectores de yungas orientales y occidentales, que incluyen el Cuntisuyu y el Colesuyu (Angelis Harmenning 1998; Covey 2000; Muñoz Ovalle 1998; Pärssinen 1992; Van Buren 1996) En la cuenca del Titicaca las etnías fueron reorganizadas en su estructura social y espacial, con la creación de algunas unidades interprovinciales grandes o Atun Apocazgos, regionalmente administradas como por ejemplo el Collao y Charcas (Pärssinen 1992)
   En los sectores costeños la información sugiere que, si bien gran parte de este ámbito estuvo bajo el dominio directo del estado incaico, el control no era directo sino que estaba a cargo de las etnías altiplánicas, quienes administraban esos espacios. Este proceso se ha constatado en las cuencas medias y altas de las yungas costeñas del sur de Perú y norte de Chile. Como contraparte, teniendo en cuenta los contextos arqueológicos, posiblemente las sociedades costeñas que basaban su economía en diferentes clases de recursos, incluidos los marinos y mineros, asentadas en los sectores más cercanos a las líneas costeras, tuvieron una relación diferente con el Estado Inca, ya que los linajes locales mantuvieron un control más directo de sus recursos a la par que mantenían relaciones de intercambio con la cuenca del Titicaca (Covey 2000; Muñoz Ovalle 1998) Hacia el este, el estado inca amplió sus espacios incluyendo Samaipata, cercana a la actual Santa Cruz de la Sierra (Meyers 1999, Pärssinen op.cit: Map 11), y fundamentalmente el sector de yungas orientales medioambientalmente, apto para la producción de bienes como la coca.
   Las estrategias estatales adoptadas incluyeron la movilización de colonos y el uso de antiguos circuitos de intercambio a través de grupos serranos, como es el caso de los quero (Angelis Harmenning 1998)
   Uno de los problemas que abordan los etnohistoriadores en el Noroeste de Argentina, es la ausencia de fuentes históricas tempranas que contengan una calidad de información similar a la que encontramos en otros sectores de los Andes Centrales o Centro Sur Andinos, lo que dificulta la interpretación de la organización social, económica y política de las etnías.
   En años recientes se ha realizado un aporte positivo en la lectura de nuevas fuentes, o una reevaluación de fuentes ya conocidas, que nos entregan un panorama muy rico en términos de los diferentes aspectos de la organización de las etnías (Cruz 1997, Lorandi y Boixados 1987-88, Ottonello y Lorandi 1987, Presta 1997, Sánchez y Sica 1991, Schaposchnik 1996, Sica y Sánchez 1996, Zanolli 1997) Surge de estos trabajos que no siempre la distribución actual de los topónimos refleja la antigua distribución de los diferentes segmentos sociales. Esto se desprende del hecho que persisten dificultades cuando se aborda el problema del número y distribución de las provincias "incaicas" o se analiza la ubicación de algunos asentamientos, en particular los vinculados con las "entradas españolas" iniciales (Boman 1991-92 [1908]; González 1982, 1983; Lorandi y Boixados 1987-88; Raffino 1993)
   Las investigaciones arqueológicas, por su parte, sugieren la presencia de diferencias en los contextos a nivel no sólo interregional sino también intrarregional, durante los momentos prehispánicos, correspondientes al período Incaico, que en algunos casos pueden entrar en conflicto con la información etnohistórica.
   En la Quebrada de Humahuaca estudios recientes sugieren la presencia de al menos dos sectores: uno septentrional, en la parte media y alta de la quebrada, y otro meridional, representado por la localidad de Volcán y puntos ubicados más al este (Cremonte y Solís 1998; Garay de Fumagalli 1998; Nielsen 1997a; Ortiz y Delgado 1997,1999)
   Una situación similar parece haber ocurrido en los valles Calchaquí y Yocavil, ya que las investigaciones sugieren la presencia de al menos tres sectores, al norte, centro y sur, respectivamente, que presentan variaciones en sus contextos arquitectónicos y artefactuales durante los períodos tardíos e incaico. En el sector comprendido entre el bolsón de Andalgalá y el valle de Belén se localiza otro sector con características propias (Calderari 1991; Calderari y Williams 1991; Caviglia 1985; Lorandi y Boixados 1987-88; Raffino 1988; Tarragó y Nastri 1997; Williams y D'Altroy 1998)
   En la puna argentina también es factible diferenciar espacios culturalmente distintos. Uno de ellos, Casabindo, localizado entre las cuencas Miraflores -Guayatayoc y el sur de la laguna Pozuelos, se diferenciaría de otro más septentrional ocupado por la cultura Yavi y que se extiende desde Yavi y la cuenca del río San Juan hasta el sur de Bolivia (Albeck y Ruiz 1997) Más al sur el sistema cultural Santa Rosa de Tastil se ubicaría en la quebrada del Toro e inmediaciones (Cigliano 1973)
   Asimismo los resultados de los estudios realizados han permitido detectar procesos de desarrollo interno locales o regionales complementados con relaciones intra-regionales e interregionales. Éstas últimas vinculaban los diferentes espacios y paisajes del NO de Argentina con el norte de Chile, sur de Bolivia y la zona de yungas orientales y se encuentran presentes desde el Arcaico (Llagostera et al 1984; Nielsen 1997b; Núñez Atencio y Dillehay 1995; Tarragó 1977, 1984; Tarragó y Núñez Atencio 1997)
   Las investigaciones arqueológicas sobre los momentos de la expansión incaica en el NO de Argentina confirman la presencia de variaciones en los contextos que posiblemente se deban a distintas estrategias implementadas por el Estado, de acuerdo a las características de los sistemas culturales previos, y reflejadas en el patrón de asentamiento y/o artefactos asociados, los cuales han sido interpretados como manifestaciones diferenciadas de dominio en el ámbito local o regional (entre otros Calderari 1987, Calderari y Williams 1991, González 1980, Nielsen 1997a, Raffino 1993, Williams y D'Altroy 1998)

ANTECEDENTES

   En esta etapa de nuestro estudio del proceso de expansión incaica en la Región Lerma, exploramos vías explicativas alternativas, integrando conceptos, que nos permitan comprender el contexto arqueológico (2) En esta aproximación tenemos en cuenta que la experiencia de las comunidades andinas en la construcción de su noción de "territorio", se diferencia de nuestras concepciones actuales sobre el uso del espacio, como sucede con las denominadas "provincias incaicas" que hacían referencia a cantidad de personas o unidades domésticas censadas periódicamente y no a "territorios" concretos como sugieren las fuentes hispanas, es decir espacios con fronteras o límites precisos (Mulvany 1998) Asimismo, consideramos que, otro atributo que las diferencia de las sociedades hispanas, es que la posición jerárquica de los curacas y/o mallqui de las etnías no se asentaba en la propiedad de bienes materiales, es decir en la acumulación de riquezas, sino en su capacidad de movilizar unidades domésticas para las tareas en beneficio del propio curaca o de la comunidad (Pease 1999). Por otra parte, en nuestro análisis de los atributos diacríticos de aquellos que detentaban una jerarquía elevada y/o realizaban tareas administrativas para el Estado Inca, propusimos que integraban un grupo de edad, simbólicamente ubicado como más joven en relación con el Zapa Inca, y metafóricamente expresado en el uso de tocados de flores. Los integrantes de este grupo debían poseer ciertas cualidades, entre las cuales se encontraban su capacidad para ordenar "el mundo" y mediar, estableciendo un equilibrio entre opuestos (Mulvany 2000b)
   El problema de la articulación de las etnías con el Estado Inca ha sido abordado desde distintos marcos teóricos por diferentes investigadores, proponiendo categorías analíticas como "centro y periferia", "provincias económicas", ó "controles hegemónicos y territoriales" para diferenciar las relaciones políticas o económicas desiguales presentes entre el sistema estatal y las sociedades locales (entre otros Covey 2000, D'Altroy 1987, D'Altroy and Bishop 1990) Deseamos señalar que en general, incluyéndonos, el estudio de la expansión incaica ha sido abordado como un proceso unidireccional, como se exterioriza cuando utilizamos vocablos como "penetración" u "ocupación incaica". Esta concepción ha otorgado una significación a esta relación asimétrica asimilándola a una parte activa que se expande y una pasiva que recibe la expansión.
   Proponemos que es necesario realizar una aproximación diferente, con el objetivo de comprender un proceso en el que existen relaciones asimétricas, basadas en una oposición. Los estudios etnohistóricos sugieren que la relación entre estado­etnías se relaciona con una concepción de oposición que busca un equilibrio, en el que esta oposición debía resolverse en una moderación, un encuentro: taypi o tinku. Es esta concepción la que se expresa en las cualidades de las personas que administraban el sistema estatal, toda vez que debían ser mesuradas y capaces de componer y acordar entre partes. Es decir que debían mediar entre el desorden y el orden (Mulvany 2000b) Por lo que consideramos necesario estudiar un proceso relacionado con un sistema de interacción de relaciones, en el que la búsqueda de equilibrio a través de la concertación era uno de los objetivos más importantes. En este sentido estimamos importante incorporar esta oposición a través del uso de los conceptos de resistencia y dominación (Miller et al1989b)
   De esta forma nos encontramos frente a dos aspectos del problema de la relación incas-etnías locales. El primero, se vincula a las negociaciones que debían y podían resultar en la incorporación de las comunidades al sistema de prestaciones rotativas, conjuntamente con su incorporación al sistema social por el reconocimiento de su estatus jerárquico, a través del establecimiento de lazos con los linajes dirigentes incaicos.
   El segundo se relaciona con las medidas que adoptarían los incas si las etnías ofrecían niveles elevados de resistencia. De alguna forma, ambos problemas estaban estrechamente vinculados, por lo que no podemos referirnos a un simple control económico sin considerar los aspectos ideológicos subyacentes. Por lo anterior pensamos que la incorporación de las etnías al Tawantinsuyu constituía un proceso dinámico y muy complejo, en el que existía una interrelación entre los intereses que los incas podían tener para acceder a un espacio dado debido a los recursos existentes, los objetivos de los diferentes linajes dirigentes expresados a través de las relaciones entre las panacas, las formas de organización económica y social de las etnías ocupantes de ese espacio, y el grado de resistencia que podían presentar a los requerimientos estatales. Desde una perspectiva simbólica esta oposición era concebida como un desorden, por lo que debía lograrse un consenso, una mediación, que metafóricamente expresaba un concepto de ordenamiento.
   En años recientes hemos avanzado mucho en nuestros conocimientos de los grupos que fueran contemporáneos al Tawantinsuyu,pero surgen problemas vinculados con la forma en que los diferentes aspectos de su organización social, económica y política se relacionan al contexto arqueológico (3) Si bien existen varias posturas con relación a este problema, consideramos que dos de ellas reflejan la tendencia más general. La primera trata de conciliar los estudios etnohistóricos y arqueológicos, estableciendo una relación casi directa entre sistema social y cultura. En la segunda, algunos investigadores proponen la necesidad que las investigaciones arqueológicas y etnohistóricas constituyan abordajes independientes debido a que sus respectivos marcos teóricos son muy diferentes (Meyers 1999, Wilson 1993)
   Si bien nuestra aproximación se enmarca en los modelos de organización social, económica y política incaica de acuerdo a la interpretación etnohistórica, los conceptos de dominación y resistencia y su relación con el concepto andino de mediación y equilibrio, buscamos, por el momento, realizar un análisis de la articulación del estado incaico y las etnías locales de la Región Lerma basado en la información arqueológica.

LA INTEGRACIÓN DE LA REGIÓN LERMA EN EL TAWANTINSUYU

   La Región Lerma refiere al valle homónimo flanqueado por dos sistemas de serranías dispuestas en forma alargada, de norte a sur, ubicado en el centro sur de la provincia de Salta. Es una depresión en el ámbito de la Cordillera Oriental o Salto Jujeña, cuya máxima longitud es 130 Km. (N-S) con su mayor ancho alcanza 30 Km. (E-O) Dentro de la región consideramos dos subregiones, Lerma y Guachipas, al norte y sur, respectivamente, separadas entre sí por el estrechamiento a la altura de la "dorsal de Osma" (65º25' de Longitud Oeste y 25º11'12" Latitud Sur) (Mulvany 1994, 1995, 1999) (ver mapas 1 y 2); ambas constituyen unidades geológicas y geomorfológicas diferentes (Gallardo et al, 1996: 484 y ss)


Figura 1


Figura 2

   Los puntos más elevados de la Región se ubican sobre las sierras referidas, siendo los más destacados Potrero de Castilla (5400 msnm), Co Negro (5000 msnm), El Manzano (4170 msnm), Malcante (5030 msnm) al oeste y una serie de cumbres que no superan los 3500 msnm más al sur. Hacia el este, las cumbres más elevadas promedian 3000 msnm.
   Factores topográficos, altitudinales y climáticos han contribuido a configurar el paisaje actual (Cabrera y Willink 1980; Mosa et al 1991, Novara 1985) Tanto la cuenca de Lerma como la de Guachipas se caracterizan por un régimen de lluvias estacional, que normalmente se extiende entre noviembre y abril, pero los valores alcanzados por las precipitaciones, en los puntos extremos de la región, reflejan una creciente aridez de norte a sur. Así mientras las precipitaciones superan los 1300 mm en algunos puntos de la cuenca de Lerma (por ejemplo en la localidad de San Lorenzo y en la Qda.de Arteaga, al oeste de la ciudad de Salta), descienden a un promedio de 359 mm anuales en Alemanía, en el sur de la cuenca de Guachipas, condicionando la formación de diferentes biomas que se disponen en forma de mosaico, y que integran las Provincias Biogeográficas Chaqueña, Yungas y Altoandina (Cabrera y Willink 1980; Mosa et al1991; Novara 1985)
   La disposición de los colectores de ambas subregiones posibilita un conjunto de conexiones que relacionan el valle con las serranías y puna al oeste y norte, valles más secos al sur y yungas el este. (ver mapa 2)
   Las características ambientales de la Región Lerma, conjuntamente con el desconocimiento de su arqueología y etnohistoria, han condicionado en algunos investigadores, que a veces se visualice su proceso como "marginal" en relación con otros puntos del NOA. Implícita, y a veces explícitamente, la Región Lerma ha sido concebida como "periférica"o "secundaria" a procesos culturales activos, ocurridos en otros ámbitos (entre otros, Boman 1991/92[1908], Cigliano y Raffino 1973: 178, González 1983: 665, Ottonello y Lorandi 1987: 156-57. Esto ha significado un modelo del proceso regional en que lo "marginal" ha sido conceptualizado como "menos complejo", sobre todo para los últimos momentos de ocupación prehispánica.
   Los estudios que estamos llevando a cabo en la Región Lerma y las serranías occidentales sugieren diferencias en los procesos de desarrollo, como asimismo en las redes de articulación y/o interacción entre diferentes sitios a escala regional, de acuerdo al momento de la secuencia (4) Durante el Período Tardío el contexto arqueológico que ocupa los espacios ubicados en la Región Lerma sugiere la presencia de dos sistemas culturales (5) Uno de ellos ubicado al norte, ocupando gran parte de la subregión Lerma, y el restante en la subregión Guachipas y en el extremo meridional de Lerma. (ver figura 2)
   El primer sistema cultural (6) ha sido constatado hasta el presente en el fondo de valle y las laderas bajas de la Subregión Lerma (Mulvany 1997); las laderas occidentales y cumbres de la serranía de Chañi (Vitry 2000a), y su ladera oriental. En la localidad de Potrero de Castilla (Soria 1999); asimismo en Qda.de Incamayo (uno de los sectores de Incahuasi aparentemente es del Período Tardío) (Vitry, comunicación personal) Los asentamientos hallados se relacionan con tres ambientes: Praderas Montanas, Pastizales Serranos o Pastizales de Neblina, en la parte más elevada de las sierras o con unidades de transición de Bosques Montanos, en los que crecen especies caducifolios como Aliso del cerro (Alnus) Con Selvas Montanas o de Neblina de la Provincia de Yungas, en la subregión Lerma, en los que predominan especies subtropicales semicaducifolias, (Comunidades de Laurel y Nogal, o Ceibo.), vinculadas a mayor disponibilidad de agua, por combinación de precipitaciones elevadas (cercanas a los 1400 mm.anuales en algunos puntos) y escurrimiento superficial y subsuperficial, posibilitando la presencia de ojos de agua. Finalmente otros asentamientos se asocian a la Comunidad de Algarrobo, de fondo de valle.
   Los atributos del contexto arqueológico refieren tanto a patrón de asentamiento y técnicas constructivas como a artefactos, en especial los elaborados en cerámica. Tanto en el fondo de valle como las serranías de la Región Lerma, los asentamientos presentan estructuras circulares u ovales dispersas o agrupadas, como por ejemplo en Ojo de Agua Sur, El Cardonal, Lesser, Arteaga, Lesser (Mulvany 1997; Vitry 2000a) Las técnicas constructivas utilizadas en algunos recintos o estructuras rectangulares incluyen esquinas intencionalmente redondeadas, debido a la ruptura del ángulo mediante el uso de una roca como engarce o amarre, como ocurre en Potrero de Castilla y Tinti (Mulvany [observaciones personales], Soria 1999); esta técnica constructiva también se encuentra en Volcán (Garay de Fumagalli 1998)
   Los asentamientos ubicados en el sector más septentrional del valle de Lerma se asocian a un conjunto de artefactos cerámicos, que incluimos en lo que denominamos Tradición Pintura Roja (Mulvany 1997, 2000a) (7) Incluimos en esta tradición Pintura Roja las vasijas halladas en Tinti (Alfaro y Navamuel 1979, Boman 1916, Mulvany observaciones personales), Santa Rosa de Tastil y Morohuasi (Boman 1991-92[1908], Cigliano y Calandra 1973), asentamientos de las serranías de Chañi (Vitry 2000 a), Potrero de Castilla y los descritos para Volcán (Cremonte y Solis 1998)
   Se ha propuesto un eje de articulación que integraria Volcán con los asentamientos ubicados en la cuenca del río Piedras y Morohuasi-Tastil (Cremonte y Solís 1998; Garay de Fumagalli 1998). Por su parte consideramos la posibilidad que pudo existir una relación semejante entre el sector septentrional de la Región Lerma, las serranías de Chañi, Potrero de Castilla y Quebrada del Toro. Podemos destacar en que en el valle de Lerma y el sector meridional de Qda.de Humahuaca los asentamientos se vinculan con Selvas Montanas o de Neblina de la Provincia de Yungas.
   La Tradición Pintura Roja y el patrón de asentamiento permiten vincular entre sí un conjunto de asentamientos que se extienden en el espacio entre la quebrada del Toro y los sectores septentrionales de la Subregión Lerma y meridional de Quebrada de Humahuaca, sugiriendo la presencia de una articulación que se pudo interrelacionar en un mismo sistema cultural, tal como señalamos más arriba.
   El segundo sistema cultural está integrado por un conjunto de asentamientos relacionados con la Comunidad Fondo de Valle o de Algarrobo, y los Bosques Serranos Secos, ambas de la Provincia Biogeográfica Chaqueña, que cubren las acumulaciones de pie de monte y las laderas de las serranías de la subregión Guachipas y el sector meridional de la subregión Lerma. (ver figura 2) Ocasionalmente se asocian con morteros en roca (por ejemplo en laderas de Tilián y en Finca Chavez, al sur del río Osma) que sugiere posibles actividades de procesamiento de vegetales silvestres (algarrobo, mistol o chañar)(Mulvany 1997, 1999). El contexto arqueológico hallado presenta un predominio de asentamientos pequeños (90,91%), de 1 a 2 Has de superficie. Se ubican en las acumulaciones de pie de monte y fondo de valle y en relación con cursos de agua actuales o antiguos. Carecen de estructuras visibles en superficie y se presentan como concentraciones de artefactos básicamente cerámicos y/o líticos (8) Se asocian a cementerios con vasijas para la inhumación de niños ("urnas para párvulos") lo que sugiere poblaciones relativamente estables. En dos casos, la distribución de artefactos (cerámicos y líticos) puede cubrir superficies que superan las 15 Has, como es el caso de Los-Los. (Soria 1997) o Saladillo (Mulvany 1997, 1999) (9) Los atributos de los artefactos cerámicos permite relacionarlos con la tradición Santamariana en sentido amplio.
   Esta tradición en la región Lerma presenta atributos particulares que nos permiten integrarla como una subtradición que denominamos Saltapara diferenciarla de las que Caviglia (1985) propusiera como Calchaquí y Yocavil y asimismo para distinguirla del conjunto de hallazgos que normalmente son englobadas con el término "Pampa Grande"(Serrano 1976)
   Durante el Período Incaico, las investigaciones han constatado hasta el presente, que al menos se construyeron siete asentamientos estatales en el sector occidental de la Región, de los cuales cinco presentan estructuras visibles en superficie (Saladillo 2, Chivilme, Campo Quijano, Las Lajas, La Viña) (ver figura 2). Se encuentran ubicados muy próximos a la desembocadura de quebradas importantes, sobre acumulaciones de pie de monte y fondo de valle, por debajo de la cota de 1500 msnm. Su emplazamiento parece que estuvo relacionado con el acceso y la posibilidad de establecer relaciones con los ambientes puneños, al oeste, y valles más áridos, al sur y noroeste. (Fock 1961, Mulvany 1999, Soria 1997) Sus estructuras tienen muros dobles, con relleno de barro y grava muy pequeña o sólo barro; en algunos casos se ha observado el uso de pequeñas piedras o lajas que servían para contribuir al ajuste de las hiladas La superficie de cuatro de ellos es menor o igual a 1 Ha, y posiblemente, por sus características y patrón de distribución, pudieron constituir pequeños tambos (Mulvany 1986, 1994, 1995, 1999; Mulvany y Soria 1998) El asentamiento incaico más grande localizado hasta el momento (Chivilme) presenta un área relevada que cubre 25 Has, aunque su superficie es mayor teniendo en cuenta estructuras que se extienden hacia el norte,noroeste y sudoeste (Mulvany 1986, 1995)
   En las serranías occidentales, entre Morohuasi e Incahuasi, los estudios han permitido constatar un tramo de camino incaico excepcionalmente bien conservado, de aproximadamente 70 km. de longitud, vinculado a asentamientos locales y estatales. Predominan estos últimos (más del 50%), y posiblemente varios hayan sido construidos al mismo tiempo que el camino, sin embargo, sus superficies son relativamente pequeñas, ya que la mayor parte no alcanza a cubrir 1 Ha. Pudieron constituir pequeños tambos complementados con puestos de observación y puestos de control o peaje (Vitry 2000a)
   El análisis de la distribución de los asentamientos incaicos en Lerma presenta diferencias, que consideramos se deben a distintas variables relacionadas con las características del proceso de integración en el sistema estatal a nivel regional y subregional.

EL CONTROL ESTATAL EN LA REGIÓN LERMA.

   Se ha señalado que la estrategia de expansión incaica en el NO de Argentina ha sido fundamentalmente de carácter indirecto, por medio de etnías ya integradas al Estado, que posiblemente procedían de la región altiplánica meridional en calidad de mitimas (Ottonello y Lorandi 1987: 95)
   El análisis diacrónico sobre la organización social, política y económica de las etnías que residían los valles de las provincias de Salta y Catamarca, sugiere la existencia diferentes tipos de alianzas y confrontaciones entre las sociedades locales como asimismo con los sistemas políticos incaico y español, que perduraron hasta mediados del siglo XVII (Lorandi y Boixados 1987-88) Varias de las etnías aparentemente tuvieron un compromiso fuerte con el Estado Inca, y sus integrantes, particularmente sus jefes, hablaban la lengua oficial (quechua) (op.cit: 305) mientras que otras, particularmente los que fueron denominados "calchaquíes" ofrecieron resistencia a los intentos de integración estatal incaica (op.cit: 278)
   Se ha propuesto que la organización económica de las sociedades del Período Tardío pudo incorporar alguna forma de intercambio o de control económico en otros espacios. Ya Tarragó ha señalado hace varios años cómo y en qué momento pudo realizarse esta interacción (Tarragó 1984) En años recientes, sobre la base de nueva información, las investigaciones arqueológicas han enfatizado estas formas de interacción intra e interregional, a través del tráfico de caravanas de llamas, que conectaban en forma complementaria, regiones con diferente potencial productivo y/o especialización artesanal. Los estudios sugieren la circulación de diferentes clases de productos materiales, muchas veces acompañado por elementos ideológicos, que vinculan espacios del NO de Argentina y otros sectores de las Áreas Centro Sur Andinas y Meridional Andinas, tanto de este a oeste como de norte a sur. Se han propuesto hipótesis alternativas para explicar quien manejaba estos circuitos, como por ejemplo que pudo estar coordinada por curacas,personas de los linajes dirigentes de las diferentes etnías, ó un carácter más restringido a las unidades familiares (Palma 1997,Tarragó et al1997; Tarragó y Núñez Atencio 1997)
   Los estudios etnográficos y etnohistóricos sugieren que gran parte del intercambio entre diferentes zonas ecológicas estuvo y aún está implementado por unidades domésticas que recurren a relaciones personales entre diferentes segmentos de los circuitos de intercambio. Estas relaciones pueden incluir parentescos familiares, rituales y políticos que refuerzan alianzas intergrupales a lo largo del tiempo, y que pudieron formar parte de las estrategias del tipo de circulación conocida como movilidad giratoria en los circuitos caravaneros (Alberti y Mayer 1974, Núñez Atencio y Dillehay 1995, Pease 1999, Spedding 1994) En forma complementaria, se ha postulado que desde el Período Temprano estos circuitos integraban las relaciones interregionales a través de nudos de articulación. Durante el Período Tardío estos puntos pudieron ser Tastil y Volcán, siendo este último un nodo de articulación entre los asentamientos ubicados en la cuenca del río Corral de Piedras con Morohuasi-Tastil (Cigliano 1973, Cremonte y Solis 1998, Cremonte y Garay de Fumagalli 1997, Garay de Fumagalli 1998)
   Por otra parte, varios intestigadores han realizado propuestas de la presencia en nuestro NO argentino de formas de control a través de la instalación de colonias. Entre ellas podemos mencionar la hipótesis que las culturas de los valles Calchaquíes y Santa María habrían ejercido algún tipo de control en el valle de Lerma y Pampa Grande (Ottonello y Lorandi 1987), que Santa Rosa de Tastil habría instalado colonias en el valle de Lerma (Cigliano y Raffino 1973) o la presencia de la cabecera de una etnia política localizada en Volcán, en el sector meridional de Jujuy, que podría haber instalado extensiones en la cuenca de Tiraxi-Tesorero del sector oriental de yungas. (Garay de Fumagalli 1995)
   Consideramos por una parte que las propuestas para el valle de Lerma deben ser analizadas en el momento que fueron formuladas sobre la base de un conocimiento insuficiente de los contextos arqueológicos regionales, y por ende al carácter "marginal" y "menos complejo" atribuido a la región, que hemos comentado anteriormente. Los estudios que hemos realizado, si bien no cubren el valle en forma total, sugieren dos situaciones que deseamos destacar. En el caso de la subregión Lerma esta situación de instalación de colonias no ha sido totalmente verificada. Alternativamente interpretamos que el contexto arqueológico hallado sugiere que la articulación entre el fondo de valle, serranías occidentales, quebrada del Toro y sector meridional en Jujuy se relaciona con la presencia de un sistema cultural que englobamos como tradición Pintura Roja (Mulvany 1997) que está vinculado a sistemas de producción agrícola ubicados en los espacios de yungas del valle de Lerma, similares a los detectados por Soria en Potrero de Castillo (comunicación personal) Una situación similar parece haber ocurrido en la subregión Guachipas y el sector meridional de la Lerma, donde hasta ahora se ha comprobado la presencia de un sistema cultural vinculado con la Tradición Santamariana (10).
   Cuando analizamos la distribución y los atributos de las instalaciones estatales con relación a las de las poblaciones locales, encontramos que existen diferencias entre el norte y el sur de la región. En los espacios que ocupa la tradición Santamariana, los asentamientos incaicos se vinculan a poblados locales, algunos de los cuales pueden extenderse hasta 60 Has. como ocurre en Saladillo. Dentro de estos espacios hemos hallado hasta el presente evidencias de enclaves de producción para el Estado Inca (Mulvany 1994, 1995; Mulvany et al 1992) Hacia el norte de la subregión Lerma en el fondo de valle y estribaciones inferiores de las serranías occidentales los asentamientos locales son más pequeños, con la posible excepción de Arteaga, y su relación con los estatales es menos directa; anteriormente hemos sugerido la posible presencia de al menos un enclave de producción artesanal (Mulvany 1994) Se ha propuesto la presencia de centros de almacenamiento (González 1980) en los conjuntos de túmulos de Campo de Pucará descritos por Boman (1991-92 [1908]) Estos pudieron haber estado destinados a almacenar productos agrícolas que se cultivaban en algunos de los sectores del valle (Campo Militar, Villa Las Rosas y sectores de Arteaga)
   En las serranías occidentales, entre Morohuasi e Incahuasi, el estado construyó un camino directamente vinculado con pequeños tambos y puestos de observación y peaje (Vitry 2000a), que a su vez se relaciona, en algunos tramos, con poblados locales generalmente entre 1 y 2 Has. Más al nordeste, en Potrero de Castillo, se ha detectado un camino incaico de tipo despejado con amojonado en tramos y/o acondicionamiento en pendiente, que atraviesa longitudinalmente parte de los sectores (Soria 1999)
   Cuando analizamos lo anteriormente expuesto en el marco de la oposición entre las sociedades locales y el estado, consideramos la posibilidad que la instalación y distribución de los establecimientos estatales, una vez alcanzado un equilibrio o taypi pudo estar vinculada con dos aspectos de la relación: por un lado la necesidad de obtener prestaciones rotativas de la población local, que dependía del grado de resistencia presentado, y por otro, las estrategias estatales implementadas con el objetivo de superar esta resistencia y lograr un control de la situación (11)(12) Dentro del concepto de resistencia se pueden incluir diferentes acciones que las poblaciones pudieron implementar sin llegar a un estado de rebelión total, y que pueden abarcar tolerar, objetar, pasando por situaciones con acciones destinadas a resistir, obstruir, dificultar hasta llegar a un mayor grado de resistencia expresado en reaccionar o rebelar(13) Si bien algunas de las sociedades que coexistían con los incas han sido categorizadas como rebeldes (Lorandi y Boixados 1987-88), la rebeldía incluye una serie de acciones con diferente grado de intensidad como indócil, indisciplinado, desobediente, hasta reacio, recalcitrante, etc. Esto nos lleva a considerar que el patrón de distribución de los asentamientos incaicos estaría en relación con la organización social de los diferentes grupos, los grados y modalidades de resistencia, y las características de su organización económica.
   La distribución de las instalaciones estatales en sector relacionado con la Tradición Santamariana sugiere que las unidades domésticas pudieron realizar prestaciones rotativas tanto en la construcción de los asentamientos y caminos, como asimismo en enclaves destinados a la producción artesanal. La planificación de algunos asentamientos como Chivilme y Saladillo sugieren que pudieron estar destinados a realizar un control de la población que combinaría estrategias de inspección, fiscalización e intervención, con el objetivo de obtener respuesta por parte de una población que pudo resistir a través de acciones de dificultar y obstruir las prestaciones con actitudes indisciplinadas o indocilidad.
   En el sector septentrional de la subregión Lerma el contexto arqueológico sugiere que no hubo grandes asentamientos o que éstos no eran tan concentrados, como ocurre más al sur, con la posible excepción de Tinti (Boman 1916, Alfaro y Navamuel 1979); los establecimientos incaicos hasta ahora hallados son de menor tamaño que en el sector anterior o posiblemente hayan sido totalmente destruidos debido a que debieron estar construidos con materiales como adobe (14) Esto sugiere que las poblaciones que realizaban prestaciones rotativas ofrecían un grado menor de resistencia. El control pudo realizarse desde dos puntos: Campo de Pucará (Fock 1961) e Incahuasi. De este último asentamiento salen cuatro caminos incaicos, uno de los cuales se relaciona con Campo de Pucará a través de Qda.de Usuri (Vitry 2000a) Por otra parte, no sólo los asentamientos incaicos son más escasos, sino que los artefactos cerámicos, metálicos y líticos tienen una distribución muy restringida en Campo de Pucará (Boman 1991-92 [1908], Fock op.cit y observaciones nuestras) Por lo que por el momento no está muy claro quien pudo realizar las prestaciones rotativas en los asentamientos de producción agrícola localizados; es factible que las mismas pudieron ser realizadas por grupos trasladados desde las serranías occidentales, que están a un o dos días de distancia del fondo de valle.
   Las serranías ocupadas por los asentamientos que incluimos en la Tradición Pintura Roja se relacionan con un espacio puneño, que algunos investigadores vinculan con un tránsito intenso (Ottonello y Lorandi 1987) El contexto arqueológico en algunos poblados como Santa Rosa de Tastil ha sido interpretado como participando de un circuito caravanero, que relacionaba el este con el oeste (Cigliano 1973, Ottonello y Lorandi op.cit.) Algunos autores han propuesto que durante el Horizonte Tardío, el Estado habría utilizado los anteriores circuitos caravaneros sin ejercer coerción sobre las etnías. Se ha propuesto que los caminos incaicos asociados a puestos de control y de peaje tuvieron como finalidad controlar el espacio que atravesaban (Vitry 2000b) La presencia de puestos de observación y control ha sido constatada en un sector del valle de Urubamba, al este del Cusco (Kendall 1991) Alternativamente interpretamos que es factible que en forma complementaria, o tal vez principal, estos asentamientos ubicados a la vera de uno de los tramos del camino incaico, que posiblemente constituye uno de los mejor conservados del NO de Argentina, hayan cumplido una función destinada a controlar y desarticular los antiguos sistemas de intercambio complementario, no tanto por las características de los productos en circulación sino por la red de alianzas que pudieron tener. De esta forma se contribuía a controlar un sistema de intercambio basado en relaciones personales, que podrían haber constituído factores de mayor resistencia al control estatal.

CONCLUSIONES

   Las investigaciones que estamos realizando en la Región Lerma sugieren la presencia de dos sistemas culturales durante los momentos previos al Período Incaico. Uno de estos sistemas, que por el momento reconocemos como Tradición Pintura Roja, estaría integrando el sector meridional de la Quebrada de Humahuaca (Cremonte 1998, Garay de Fumagalli 1998), los asentamientos ubicados en las serranías de Chañi analizados por Vitry (2000a) y Soria (1999), Quebrada del Toro (Santa Rosa de Tastil, Morohuasi-Ojo de Agua) y el fondo de valle y estribaciones bajas de las serranías occidentales del sector septentrional la subregión Lerma (Mulvany 1997, 1999)
   El segundo sistema cultural relacionado con lo que denominamos subtradición Salta, perteneciente a la Tradición Santamariana, se asentó en el fondo de valle y parte baja de las serranías occidentales desde el sur de la subregión Lerma hasta el sur de la subregión Guachipas (Menghin y Laguzzi 1967, Mulvany 1997, 1999), y se vincula con la región de Pampa Grande (Ambrosetti 1895, 1906) y los valles Calchaquíes y Yocavil.
   Durante el período Incaico, el estado construyó varias instalaciones en las subregiones Lerma y Guachipas. La estrategia estatal sufrió modificaciones en el ámbito regional, que consideramos estuvo en relación con la organización económica y social de los grupos locales, y al grado de resistencia presentada.
   La población de la subregión Guachipas parece haber ingresado en el sistema de prestaciones rotativas, en la construcción de los asentamientos y caminos incaicos, como asimismo para la producción artesanal de diferentes productos en enclaves artesanales. El control pudo realizarse a partir de las instalaciones que se encuentran asociadas a poblaciones de grupos locales (preexistentes y/o trasladados)
   En la subregión Lerma los asentamientos incaicos son de diferentes características físicas y posiblemente funcionales; en la serranía de Chañi u occidental hasta el presente se han encontrado pequeños tambos que alternan con puestos de observación y peaje (Vitry 2000a) mientras que en el fondo de valle se han localizado dos asentamientos estatales, uno de los cuales es un pequeño tambo. El restante concentra en sus inmediaciones artefactos incaicos líticos, cerámicos y metálicos (Fock 1961; Mulvany, observaciones personales) y se relaciona con un posible un centro de almacenamiento, integrado por tres grupos de estructuras, descritas ya por Boman a comienzos de siglo. Existen estructuras para la producción agrícola, tanto en la serranía de Chañi como en el fondo de valle y las laderas al este y oeste, algunas de las cuales pudieron estar destinadas a la producción para el estado. Se presentan dos situaciones; una forma de control de las prestaciones rotativas pudo realizarse desde Campo de Pucará (Finca San Manuel) o desde Incahuasi, ubicado en el sector meridional de la serranía de Chañi. Los tambos, puestos de control y de comunicación en la serranía, sugieren dos formas de control, una de las cuales realizaría la administración a nivel local y la restante, posiblemente, destinada a desarticular las redes de intercambio transversales que vinculaban espacios ubicados al sur y este de la puna.
   Esto sugiere que el sistema estatal adoptó las estrategias destinadas a controlar las prestaciones rotativas y posiblemente las redes de intercambio de productos, de acuerdo a las características de la organización social y económica y los diferentes grados de resistencia presentados por los grupos locales. Consecuentemente, estas formas diferenciadas de control debieron afectar la economía de las sociedades de la Región Lerma en el proceso de integración al sistema estatal.

NOTAS

1) ya que mit'aes turno en forma de tareas
2) como una aproximación heurística (Heuristic: to find out, to learn or to throw up fresh ideas (Johnson 2000:191)
3) se relaciona con el problema de identidad (Shennan 1989)
4) estas investigaciones se han realizado en el sector comprendido al oeste de los ríos Arias-Arenales y Guachipas
5) de acuerdo a la propuesta de sistema cultural de Clarke (1977) y Flannery (1977) y de contexto cultural de Schiffer (1972)
6) politético
7) Consideramos que una "tradición", en cuanto producto social e histórico, puede ser la expresión formal de las condiciones, productoras de "habitus" (Bordieu 1991:92-96). Por el momento, como hipótesis, relacionamos varios grupos cerámicos que englobamos, en forma amplia, como tradición Pintura Roja. Esta modalidad de recubrir la superficie externa con pintura rojo oscuro explicaría el comportamiento de una serie de vasijas. Los atributos no sólo refieren al acabado superficial, caracterizado por la presencia de una capa de pintura Rojo Oscuro, que tiende a desaparecer, por desprendimiento o por simple contacto con la mano, sino asimismo a las técnicas de conformación y cocción. Esta tradición se habría iniciado en algún momento del Período Tardío, pero se prolonga durante el Período Incaico y posiblemente la primera fase Hispano Indígena local y/o regional, de acuerdo al estudio de algunos ejemplares completos que presentan morfologías incaicas o que tienen morfologías locales con decoración incaica. Incluimos por el momento en esta Tradición las escudillas La Poma, que parecen integrar un grupo más amplio de escudillas, todas ellas restringidas simples, de contorno simple, caracterizadas por presentar, al igual que algunos ejemplares Poma Negro sobre Rojo, la superficie interna uniformemente recubierta con pintura rojo oscuro pulido, cuyo tratamiento externo puede ser con la superficie uniformemente recubierta con pintura rojo oscuro o con motivos de lineas onduladas o Z ejecutados en color rojo oscuro sobre el color natural de la pasta. Es factible que con esta serie de escudillas se relacionen las descritas como Tastil Borravino sobre Naranja (Cigliano y Calandra 1973)
8)Las construcciones pudieron ser elaboradas con materiales perecederos. Menghin y Laguzzi (1967) citan el hallazgo de trozos de barro con improntas, que relacionan con posibles paredes elaboradas con "quincha" (ramas entrelazadas cubiertas con barro) Propuesta similar hace Ambrosetti en su interpretación de las excavaciones que realizó en Pampa Grande (1906) Posiblemente muros aislados, cortos, y de curso recto puedan relacionarse con paredes de "quincha" como ocurre en algunos asentamientos como Finca Chavez.
9) Estimación realizada sobre la información recuperada sobre la distribución de artefactos líticos y cerámicos, localizados mediante el empleo de GPS
10) Debemos señalar que en Chivilme, al oeste del Area Occidental, sobre las laderas de la serranía, se han detectado restos de muros, que posiblemente correspondan a construcciones agrícolas. En Loc-Loc también se detectaron algunos muros de terrazas aislados (Soria 1997). La dificultad de detección de este tipo de construcciones radica en la baja visibilidad, debido a la cubierta vegetal boscosa que cubre las serranías.
11) Resistencia como sinónimo de desafiar, dificultar, encarar, soportar, reaccionar, rebelar, tolerar, objetar, obstruir, aguantar: antónimo como ceder, desistir, renunciar (Enciclopeia Encarta de Microsoft 1999)
12) Control como Inspección, fiscalización, intervención, dominio, mando, preponderancia (op.cit.)
13) Rebelde como contumaz, desobediente, indisciplinado, indócil, reacio, recalcitrante(op.cit.)
14) Este sector de la región está estrechamente vinculado a la capital provincial y a un conjunto de localidades y poblaciones actuales que han modificado el paisaje.

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