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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versión On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.20 San Salvador de Jujuy mar. 2003

 

Ocupación territorial e intercambio en el periodo hispanoindígena. Estudio comparado de dos cementerios: RCh 21 (Catamarca) y SJ Til 43 (Jujuy)

(Territorial ocupation and exchange in the native-spanish period. A comparative study of two cemeteries: RCh 21 (Catamarca) and SJ Til 43 (Jujuy))

Osvaldo J. Mendonça * – Maria A. Bordach * – Margarita V. Grosso *

* Laboratorio de Osteología y Anatomía Funcional Humana - Departamento de Ciencias Naturales - Facultad de Ciencias Exactas - Físico-Químicas y Naturales - Universidad Nacional de Río Cuarto Agencia Postal Nro. 3 - CP 5800 - Río Cuarto - Córdoba - Argentina.
Correo Electrónico: mbordach@exa.unrc.edu.ar

RESUMEN

   Los hallazgos correspondientes a la excavación sistemática de dos cementerios de la región de valles y quebradas con evidencias de contacto hispanoindígena son analizados y discutidos desde una perspectiva bioarqueológica y de las dimensiones sociales del comportamiento mortuorio (arqueología de la muerte). Se presenta y describe la variedad de hallazgos correspondientes a cada cementerio (SJ Til 43 o "Cementerio de La Falda", Tilcara, Quebrada de Humahuaca, Jujuy; y SJ Cat RCh 21 o "Cementerio de Rincón Chico 21", Valle de Santa María de Yokavil). Los resultados son analizados, discutidos e interpretados en relación a su valor como indicadores tanto directos como indirectos de su significación territorial, cronológica, y sociocultural. El análisis concluye con una consideración de los componentes y significados posibles dentro del contexto de tradiciones andinas que enfatizan las relaciones de intercambio a larga distancia, y los aspectos simbólicos, religiosos, mitológicos y cosmológicos muy probablemente involucrados en la elección de las inclusiones funerarias.

Palabras Clave: NW de Argentina – inka - hispanoindígena – bioarqueología – arqueología de la muerte – cosmovisión andina.

ABSTRACT

   The archaeological findings from two systematically excavated burial areas from NW Argentina that show material evidence of Native-Spanish Contact are analyzed and discussed from the theoretical perspective of bioarchaeology and archaeology of death. The variety of items recovered in each cemetery (SJ Til 43 or "La Falda Cemetery", Tilcara, Quebrada de Humahuaca, Jujuy; and SJ Cat RCh 21 or "Rincón Chico 21 Cemetery", Valle de Santa María de Yokavil) are described and compared. Our comparative results show both similarities and differences that are discussed and interpreted considering their intrinsic value as both direct and indirect indicators of territorial, chronological, and sociocultural import. Analysis concludes with a consideration of funerary constituents and their possible meanings within a context of Andean traditions that emphasize exchange, and the symbolic, religious, mythological and cosmologic aspects probably involved in the choice of funerary inclusions.

Key Words: NW Argentina – native - spanish period – bioarchaeology – archaeology of death – andean cosmovision.

INTRODUCCION

   En tanto entidad con valor cronológico, el Período Hispanoindígena se conforma como una franja de límites oscilantes y cuyas dimensiones parecen variar de región en región. Un ejemplo de la manifestación más notoria de su prolongación temporal diferencial se conoce históricamente por la denodada resistencia que opusieron las poblaciones socioculturalmente coaligadas de nuestro noroeste, fenómeno conocido como "rebeliones", y donde "una parte considerable de la región central consiguió permanecer libre de una eficaz dominación extranjera durante el lapso de 150 años, desde la caída del Tawantinsuyu, en 1533, hasta la desnaturalización de los diaguitas del valle Calchaquí en 1664" (Ottonello y Lorandi 1987:139); "rebeliones éstas que (...) finalizan con el genocidio y desnaturalización..." (Ottonello y Lorandi 1987:11). En términos culturales relativos, el Período Hispanoindígena puede considerarse asimismo como de yuxtaposición transicional; y como tal comprendería por un lado, el inicio de los procesos diferenciales de acomodamiento de las estructuras y el orden institucional propio de las comunidades aborígenes de nuestro territorio, incluída su asimilación y articulación estructural final con el sistema imperial altoandino (Inka); y por el otro, los prolegómenos y el posterior desenvolvimiento diferencial de los procesos que desembocaron en la desestructuración y desmembramiento de los pueblos nativos y sus sistemas sociales. Estas últimas circunstancias son las que finalmente posibilitaron -por conquista y dominación- la instauración de los cánones ideológicos e institucionales europeos, fenómeno que es característico del momento histórico conocido como Período Colonial (Cf. Núñez Regueiro 1978). En la práctica, la política de penetración y dominio colonial español involucró el ejercicio de dos fuerzas que en términos generales se verificó en la acción convergente y probablemente simultánea de dos poderosas herramientas de impacto y subsecuente desarticulación cultural: la conquista militar y la conversión religiosa (Mendonça et al 1997). Si bien es cierto que algunas referencias bibliográficas muestran que la interpretación y correlatos socioculturales y cronológicos de tales hallazgos con otras asociaciones materiales estrictamente aborígenes ha sido motivo de críticas y controversias (cf. Debenedetti 1921; Outes 1922-23; Haber 1998), los indicios culturales de la presencia temporal del español en América se conocen principalmente por la presencia en contextos arqueológicos, principalmente funerarios, de materias primas y productos elaborados de origen claramente foráneo y ultramarino. Mientras las sociedades americanas, aún las más complejas y desarrolladas, se caracterizaron por un manejo metalúrgico propio de la tecnología del bronce, la irrupción europea se realizó apoyada por un bagaje tecnológico propio del manejo del hierro, incluido el uso de armas de fuego. Además de la presencia de elementos elaborados con este último metal, cuyo uso y producción era desconocido en América hasta el momento del Descubrimiento, otras tecnofacturas caracterizan al período hispanoindígena. Entre ellas se cuentan los textiles como la batista y el terciopelo; los productos vítreos y cerámicos como la loza europea y las cuentas de collar de cristal o cuentas venecianas; y la introducción de especies domesticadas tanto animales como vegetales (Cf. Tarrago 1984). El arribo y la aceptación de estos bienes culturales foráneos por parte de las culturas nativas parece haberse producido ya por simple apropiación directa en probables enfrentamientos armados con el invasor, o más frecuentemente aún como resultado del intercambio de bienes y productos entre grupos de las dos culturas, desde los comienzos mismos del contacto. Es muy probable asimismo que el desplazamiento de tales bienes culturales haya tenido una tasa de movilización espacial y temporal diferencial respecto de la registrada por la subsecuentemente inevitable penetración biológica. En tal sentido, una casi inmediata aceptación social e ideológico-cultural de las novedosas y atractivas tecnofacturas importadas pudo haber factibilizado el hecho de que encontremos la presencia de tales bienes en contextos arqueológicos espacial y cronológicamente disímiles, en especial los de nuestro noroeste, y en particular desde épocas en las que todavía ni siquiera se habían iniciado los primeros intentos militares y religiosos de efectiva ocupación territorial. Esto daría explicación a la más absoluta ausencia en las asociaciones contextuales de otros indicadores de contacto que no sean los del simple intercambio y/o apropiación de bienes del otro cultural por parte de las poblaciones nativas. En otros términos, los bienes culturales foráneos habrían tenido una aceptación y/o una no resistencia inmediatos, lo que posibilitó tanto su rápido desplazamiento como su amplia dispersión territorial. Este hecho pudo muy bien haber antecedido en varios años, si no en varias décadas al fenómeno de la conquista tanto armada como religiosa y a las interacciones militares, ideológicas e institucionales que hicieron posible el subsecuente flujo genético entre poblaciones nativas y contingentes migracionales europeos. Puesto que la composición y estructura del comportamiento mortuorio y la generación de áreas de enterratorio colectivo puede, bajo ciertos condicionamientos analíticos ser considerado como un reflejo de la organización social del grupo que los materializa (véase Tarragó et al 1997; Mendonça y Bordach 2001; Bordach y Mendonça 2001), en este trabajo se realiza un tratamiento de análísis y comparación de dos entidades funerarias hispanoindígenas regionalmente localizadas, con el objetivo de discutir las respectivas asociaciones contextuales en vinculación con las diferentes prácticas mortuorias detectadas, y en conjunción con observaciones de naturaleza estrictamente bioarqueológica y cronológica, buscando contribuir al conocimiento y la caracterización de las culturas propias de este período, en sus diferentes manifestaciones tanto regionales como cronoculturales. Se considera asimismo el conjunto general de la evidencia acumulada, buscando la valoración de indicadores tanto directos como indirectos de las concepciones rituales, cosmológicas y religiosas propias del mundo andino.

MATERIALES

   Los materiales objeto de este estudio consisten en dos cementerios localizados en la región de Valles y Quebradas. Se trata del Cementerio de La Falda (SJ Til 43), de la localidad de Tilcara, Quebrada de Humahuaca, Pcia. de Jujuy; y del Cementerio de Rincón Chico 21 (SCat RCh. 21), en el Valle de Santa María de Yokavil meridional, Pcia. de Catamarca (Mendonça et al, 1997; Bordach et al, 1998; Tarragó 1998). Estos cementerios presentan características técnicas en la construcción de las estructuras funerarias bien diferentes, así como también difieren en la cantidad y variedad de prácticas inhumatorias. Entre otros aspectos se destaca su ubicación espacial segregada de todo tipo de construcción habitacional, y la inversión de energía utilizada para su generación. Aunque con notables variaciones de grado, en ambos se da la presencia de evidencia de influencias imperiales altoandinas, principalmente en las expresiones epigonales en la cerámica, tanto en los aspectos técnicos como morfológico-estilísticos; y la presencia de elementos sobre hierro (mayormente vestigios) y/o de claro origen europeo. Para la excavación de estos sitios de enterratorio colectivo se utilizaron técnicas bioarqueológicas específicas de recuperación, según se tratara de inclusiones en cámara sepulcral, entierros directos en fosa, generación de osarios, e inhumaciones de párvulos en urna. La recuperación incluye el tratamiento de ofrendas e inclusiones en general, en la forma de ollas, recipientes e instrumentos en madera, en hueso, textiles, cabello, macrovegetales, óseo animal, metales varios, y cuentas líticas y de vidrio (Figs. 1-3). Se separó el sedimento de los contenedores, y la matriz en íntimo contacto con las inhumaciones fue recuperada en su totalidad, identificando los sectores por grandes regiones anatómicas y/o de disposición. Todas las muestras así obtenidas fueron sometidas a tratamiento por flotación.

RESULTADOS

   Los resultados de nuestro trabajo se sintetizan en la siguiente tabla, la cual fue construída a los fines de facilitar el análisis y la comparación entre los rasgos que caracterizan a cada cementerio.

DISCUSIÓN

   Desde el punto de vista de la localización, se observa que ambos cementerios corresponden a regiones diferentes y cuyas historias arqueológicas los relacionan con subdivisiones del Área Andina cuyos ámbitos culturales serían el Área Centro-Sur para el Cº de La Falda y el Área Meridional para el Cº de Rincón Chico 21 (Lumbreras 1981). Asimismo, y teniendo en cuenta la propuesta de González y Pérez (1966), la localización y relaciones culturales de ambos sitios queda encuadrada dentro del Área Andina Meridional, región con características ecológicas y culturales claramente diferenciable del resto del Área Andina. Si bien González y Pérez (op. cít.) reconocen algunos elementos comunes que le han conferido un sello particular, también observan que desde el punto de vista geográfico y ecológico hay en la misma marcadas diferencias zonales, por lo cual no descartan la existencia de variaciones ecoculturales. Según éstos autores, la infuencia principal es altiplánica boliviana con centro de gravedad en la periferia circumtiticaca, pero contando también con aportes costeros centro y sur peruanos, y de la floresta tropical. Estas circunstancias nos recuerdan que debemos tener siempre presente la expansión temporal y geográfica de la historia de las relaciones e intercambios a larga distancia propios de la tradición andina, donde la verticalidad o complementariedad económica se ha articulado estrechamente con la religión y la cosmología, un fenómeno de primer orden para poder intentar explicar y entender la evolución de la complejidad social y cultural de nuestras sociedades aborígenes prehispánicas (cf. Dillehay 1995; Doyon 1998; Helms 1991, 1993; Kolata 1993; Staller 2002). La movilidad geográfica y ecológica proporcionada por una economía mixta agropastoril fue el sustrato principal que impulsó los desplazamientos e interacciones entre las poblaciones de este extenso y variado territorio. Para el Período Cerámico Temprano, cuya finalización se da hacia el 700 u 800 A.D. hay una variación en los patrones de asentamiento y en las manifestaciones culturales, con muy probables influencias de los Bosques Occidentales y las Florestas Tropicales, siendo la familia extensa un fenómeno común a toda el área. El complejo del rapé (Piptadenia, Paricá y/o afines) y otros estimulantes o fermentados intoxicantes (coca, chicha) fueron muy comunes, revelando necesidades muy probablemente no solamente fisiológicas especiales en relación con condiciones de hipoxia propias del clima de altura, sino también cosmológicas, rituales y religiosas (Allen 1986, 1988; Martín 1970; Plowman 1984, 1986). Entre ellas se destacan las vinculadas con los conceptos de axis mundi(sensu Helms 1988) y desplazamiento cosmológico vertical (Zuidema 1982; Salomon 1985), que acompañan y complementan en estrecha interdependencia a los desplazamientos meramente geográficos a partir de centros internos y hacia paisajes extraperiféricos, todo lo cual muy probablemente contribuyó a la diferenciación entre lo secular y lo sagrado (cf. Kolata 1996; Staller 2002, ms). El uso del cobre y el oro es característico. La alfarería correspondería a varias tradiciones distintas, con extensión y distribución igualmente diversas, siendo la alfarería negro-gris pulida e incisa zonal, de infuencia de las florestas. Luego del colapso del centro tiwanakota, posterior al 1000 A.D. surgen en los valles y quebradas del noroeste argentino culturas con gran desarrollo local (i.e. Valle de Santa María de Yokavil meridional y Quebrada de Humahuaca). González y Pérez (op. cít.) postulan un gran intercambio interregional aunque sin pérdida de las características idiosincrásicas. Sobre este sustrato se produce hacia la primera o segunda mitad del Siglo XV, y con una variedad de matices regionales y locales, la expansión imperial Inka, asimilando u ocupando los centros urbanos y/o edificando nuevos (cf. González y Tarragó 2001ms). Como mencionamos, es sobre estos contextos que actuará posteriormente el fenómeno de la Conquista y Colonización en nuestro territorio.
   El terreno en el que fueron generados los cementerios objeto de este trabajo es faldeo de cerro (La Falda) y pedemonte (RCh 21). La espacialidad oscila entre disperso (patrón general) a nucleado (sector de élite) en La Falda (Bordach et al 1998), mientras que es mayoritariamente nucleado (en particular las cámaras sepulcrales y los entierros directos) en RCh. 21.
   La técnica de construcción es del tipo 'shaft tomb' o 'botiforme' (cámara sepulcral propiamente dicha, cierre con lajas de procedencia alógena, pozo o 'chimenea' de acceso de 1.5m promedio de profundidad, rellenada hasta el tope) en el Cº de La Falda; y típica construcción de cista o cámara con falsa bóveda o bóveda en saledizo en RCh. 21. En este último caso, el cierre es por simple yuxtaposición, y no se ha utilizado ningún tipo de argamasa entre lajas para 'sellar' el mismo. La presencia de quemado de ofrendas en el exterior de la cámara se ha registrado en ambos cementerios, pero mientras que en La Falda el hallazgo de ollas utilitarias conteniendo substancias carbonosas parecería indicar un período transicional entre el cierre de lajas y el relleno del pozo de acceso, en RCh. 21 se presenta en la forma de grandes tiestos esparcidos sobre las lajas de la cumbre, con alguna presencia de restos carbonosos y/o cenicientos también dispersos. Los enterratorios son simples o a lo sumo dobles en La Falda, indicando la factura ex profeso de la construcción, cuyo elaborado proceso de cierre y posterior relleno es sugestivo de que eran construídas sin una finalidad potencial de reutilización.
   Los enterratorios múltiples en RCh. 21, y la generación de osarios en el interior de las cámaras, indican una memoria colectiva activa y el deseo o posibilidad de concretar la reutilización del espacio mortuorio con el paso del tiempo. La disposición de los inhumados es fuertemente flexionada (posiblemente indicando envolturas funerarias) en La Falda. En RCh. 21, la genuflexión es más laxa, indicando hábitos posturales antes que la inclusión del cuerpo en un contenedor o fardo. El decúbito es ya dorsal ya lateral en ambos cementerios. En La Falda predomina el decúbito dorsal en los individuos masculinos y el lateral en los femeninos. Hay una clara orientación hacia el naciente de las estructuras (entrada/cierre de lajas) en La Falda, mientras que el patrón de la orientación de la cabeza en RCh. 21 parece ser hacia el poniente, con el rostro mirando ya al Norte, ya al Sur, o en forma radiada aprovechando el espacio, según se incrementaba con el paso del tiempo el número de inhumaciones. El decúbito es asimismo lateral o dorsal. En La Falda el patrón no incluiría la generación de osarios. Esta característica se verifica en cambio en RCh. 21, tanto en el interior de las cámaras (reutilización) como en fosas simples. En ambos tipos de osario se verifica la presencia tanto de adultos como de inmaduros. En RCh. 21 hay un osario exclusivamente de inmaduros comprendidos entre los 3 y los 13 años. Mientras en RCh. 21 se verifica la presencia de inhumación de párvulos en urnas, lo cual es una práctica común en la región, este hecho no se ha observado en La Falda. En este cementerio se registró el hallazgo de una inhumación atípica respecto de la modalidad botiforme más frecuente. Se trata de un individuo femenino en posición genuflexa sentada, incluído en un receptáculo similar a la 'chimenea' (o 'shaft'), sin cámara lateral, y donde el cierre de lajas (sin argamasa selladora) se hallaba a unos cincuenta centímetros de la superficie. No había asociada a esta excavación una construcción del tipo 'ampolla' funeraria propiamente dicha que es la que caracteriza a las restantes estructuras en La Falda. Esta sugestiva circunstancia nos habilita a considerar que en ambos cementerios hay evidencia suficiente como para contemplar la existencia de tratamientos diferenciales según el sexo, la edad, y el estatus social.
   Las ofrendas cerámicas de La Falda indican variaciones estilísticas típicas de las formas quebradeñas, a las que se les adosaron epigonalmente particularidades morfológicas y decorativas propias de la cerámica Inka, aunque de muy inferior calidad técnica. Entre ellas se cuentan los pucos y los aribaloides con decoración en gallardete. En RCh. 21, el predominio de las formas está dado por una cierta reiteración de la cerámica francamente ordinaria con pie en compotera, algunas ollitas tetrápodas también ordinarias asociadas a urnas santamarianas bi y tricolor, pucos no ordinarios con decoración interna y externa N/R, y puquitos Famabalasto de excelente factura, negro o gris pulido y con guardas externas geométricas, incisas/grabadas con relleno en blanco. En estas inclusiones funerarias, salvo algunas excepciones, los motivos decorativos en su mayoría -y en parte por razones tafonómicas-, se ven francamente poco prolijos y de difícil identificación. Hasta el momento, y a juzgar por las características del comportamiento mortuorio, no podemos de ninguna manera equiparar la influencia morfológica y estilística decorativa incaica entre ambos cementerios, ya que en RCh 21 y salvo por la presencia del pie en compotera ya mencionado, no hay indicadores tan claros como los encontrados en La Falda. Esta circunstancia nos lleva a considerar la posibilidad de que RCh 21 sea o un cementerio Tardío, no utilizado en tiempos de influencia o dominación incaica, pero sí circunstancialmente reutilizado durante el contacto hispanoindígena; o –lo consideramos más factible- que la discreción y sutilidad de las manifestaciones del dominio imperial tal como fueran postulados por González y Tarragó (ms), y atribuibles "a las condiciones sociopolíticas bajo las cuales interactuaron el estado y las organizaciones locales" se verían particularmente reflejadas en el significado de las dimensiones sociales del comportamiento mortuorio de los vallistos santamarianos, quienes habrían generado este cementerio buscando afirmarse (una vez más), en su larga historia de resistencia cultural para mantener y resaltar su identidad tanto social como simbólica. Una cuidadosa atención a los fechados absolutos que se obtengan podría contribuir a aclarar estas cuestiones.
   La evidencia de cultígenos es clara y bien diversificada en La Falda (Grosso et al 1998 y 1999-2000). En este cementerio se hallaron, gracias al tratamiento por flotación de las muestras sedimentarias de la matriz y de los contenedores, evidencias directas (semillas, frutos, espigas) e indirectas (restos de tallos e inflorescencias) de Capsicum frutescens (ají); Amaranthus caudatus ('kiwicha'), Prosopis (posiblemente vaina de algarroba); zea mais(maíz variedades amilácea y morocho); y Vitis vinifera(vid europea). En RCh. 21 en cambio, aparte del hallazgo en fracciones livianas de algunas posibles semillas de Amaranthus, la única evidencia clara consiste en el hallazgo en la denominada Cámara 1 (C 1) de aproximadamente una veintena de pequeños marlitos que aunque observados y relevados enteros, se recuperaron fragmentados. Estaban cubiertos por tiestos de una olla utilitaria de gran tamaño y descansaban sobre una suerte de colchón o almohadilla de hierbas. Fueron encontrados en la forma de una ofrenda perteneciente a un entierro claramente hispano-indígena. Esta ofrenda está asociada al último individuo ingresado en una cámara de grandes dimensiones (Grosso et al, 2001a y b). Para hacerle lugar, se generó un osario a expensas de los entierros anteriores. Cabe consignar que en este osario no se encontró ni una sola evidencia europea o incaica, solamente un pequeño puco Famabalasto negro-gris pulido con incisiones/grabado en guarda rellenas de una pasta blanca. De las más de trescientas muestras sedimentológicas recuperadas en este cementerio y cuyos pesos oscilan entre diez y quince kilos, hasta el momento se ha procesado aproximadamente el 60%, siendo los resultados nulos (a excepción de posible Amaranthus) en cuanto a la presencia de algún otro tipo de evidencia referida a la inclusión de otros cultígenos en los reservorios funerarios, aparte de los mencionados.
   En La Falda se encontraron instrumentos en madera: mangos, palas con mango central, astiles, cucharas, torteros, pushkas, arcos, tabletas y keros, estos últimos siempre de a pares. En RCh. 21 una variedad de formas que comprenden a palos cavadores, palas con mango lateral, astiles, mangos, y posiblemente punzones. Los metales de La Falda comprenden elementos en plata (vinchas, anillos, topus, escorias); bronce (topus, cascabeles abiertos, esféricos, cinceles y brazaletes); y hierro (badajos y escoria). En RCh. 21 hay vestigios de hierro, pero la abundancia se da en elementos de bronce (cinceles y brazalete). Los brazaletes de La Falda, en todos los casos fueron hallados en el brazo izquierdo de individuos masculinos. En RCh 21, el único hallado hasta el momento estaba en el antebrazo derecho de un varón adulto asociado con elementos hispano-indígenas.
   La presencia de fibra vegetal manufacturada se registra en ambos sitios, pero en La Falda, procesos tafonómicos probablemente diferenciales permitieron la recuperación de cordelería en fibra vegetal, trenzada (Fig. 3). Los textiles y cestería de RCh. 21 son típicamente aborígenes. En La Falda, junto a tecnofacturas aborígenes (piezas textiles tanto burdas como elaboradas), se hallaron restos textiles de batista española (un pasacinta con sus ojales en perfecto estado de conservación) y terciopelo color marrón oscuro (Bordach y Mendonça 2001).
   Las cuentas tanto aborígenes (chaquiras) como importadas (cuentas venecianas sobre vidrio coloreado o no) fueron halladas en ambos cementerios. En ambos casos parece haber variaciones en número y tipos, posiblemente vinculadas con una diferente procedencia territorial y/o temporal, así como también (en La Falda), por su asociación con un mayor número y variedad de collares en los distintos individuos inhumados por tumba. Mientras en La Falda las cuentas líticas ('chaquiras') son todas elaboradas sobre una piedra verde (posiblemente malaquita), en RCh. 21 se halló también una muy azul (posiblemente lapislázuli).
   La inclusión de polvos o pigmentos rojos (hematita) es un fenómeno común a ambos cementerios, como lo es la presencia de trozos sólidos de dicha substancia o su uso como pintura. La localización preferencial es cefálica (objetos cerca del cuello y cabeza), o a los pies. En La Falda se recuperaron bolsitas de cuero conteniendo polvo de mica y de cobre (una al lado de la otra) sobre los hombros (clavícula) o en posición supraesternal, en varones. Uno de ellos poseía una valva de molusco cubriendo parcialmente ambas bolsitas, y por debajo un cascabel esférico de bronce, y una placa circular de aproximadamente 5cm de diámetro, por debajo de la cual se hallaba un peine doble de espinas de cardón (Fig. 2).
   Las ofrendas de metapodios de camélido y aves son típicas de La Falda (Figs. 1 y 2), no estando por el momento clara cuál era su escasa disposición en RCh. 21, debido a la generación de osarios por desplazamiento para posibilitar la reutilización de las tumbas. En cambio sí es notable la similitud en ambos cementerios de las puntas de proyectil de forma romboidal, sin pedúnculo, con base escotada, elaboradas a partir de diáfisis de camélidos. En ellas es posible reconocer la estructura externa de la diáfisis (cuerpo o 'shaft' de hueso largo), y en la cara opuesta, restos de la cavidad medular de la pieza ósea sobre la cual se elaboraron. Se trata de las diagnósticas puntas "cola de golondrina", según Alberto Rex González. Si bien pueden ser considerados marcadores de época, hay que tener en cuenta que parecen en diversos sitios del NOA, Sierras Centrales (Córdoba) y Santiago del Estero, en contextos incaicos o de la época hispano-indígena (Myriam N. Tarragó, comunicación personal).
   Mientras el así denominado "complejo de alucinógenos" está claro en La Falda (tabletas de madera asociadas con lo que parece ser una bolita de llijta para el acullico, tubos de inhalar sobre hueso de ave, en secciones ensambladas y con cobertura de corteza, todo ello de gran elaboración, bolsas de cuero conteniendo hojas de coca, todas ellas asociadas con individuos masculinos), no es posible afirmar nada por el momento en lo que a RCh. 21 respecta. Los restos de cabello humano fueron recuperados en ambos cementerios. En el caso de RCh. 21 se cuenta con evidencia de cabello trenzado en un individuo masculino. En lo que respecta a las manifestaciones osteológicas de indicadores de tensión social (violencia, trauma y manifestaciones anatomofuncionales), estos están presentes en ambos cementerios. Sin embargo, el disímil comportamiento de tales manifestaciones osteológicas por regiones anatómicas, y la naturaleza misma de muchas de ellas respondería a diferentes factores y circunstancias.
   En lo que respecta a las asociaciones cronológicas, para La Falda se cuenta con un total de seis fechados. Dos fechados radiocarbónicos convencionales (LATYR), realizados sobre madera y hueso de camélido, no posibilitan un nivel de resolución mayor a 'moderno', o una edad menor a doscientos años C-14. Sin embargo no se le efectuaron correcciones por fraccionamiento isotópico. Se hace entonces necesario intentar un chequeo cruzado con otras líneas de evidencia para ver si diferentes niveles de peritaje y pretratamiento producen fechas más interesantes (Mendonça et al. 1999-2000). Dos nuevos fechados (Beta Analytic, uno convencional y el otro por AMS) sobre hueso (camélido y humano) arrojaron fechas muy anteriores a la Conquista, cuando el contexto asociado es inobjetablemente hispano-indígena. Otros dos nuevos fechados por AMS (terciopelo y batista española) realizados por este último laboratorio arrojaron fechas postconquista (Mendonca y Bordach 2001). A pesar de que no se cuenta todavía con fechados absolutos, la fenomenología del Cº de RCh. 21 es suficientemente compleja como para suponer un lapso más prolongado de tiempo de utilización y reutilización del espacio mortuorio, en particular cuando lo comparamos con la gran homogeneidad general del Cº de La Falda. Esta circunstancia nos remite a considerar incluso la posibilidad de que exista una disparidad temporal no solamente en cuanto a los estilos cerámicos respecta (por ejemplo, las urnas para párvulos de RCh. 21 son Santamariano Bicolor y Tricolor), sino también una diferencia cronológica entre las inhumaciones intracámara. Como mencionamos antes, tales consideraciones no pueden dejar de tener en cuenta las circunstancias socioculturales y sociopolíticas que condicionaron a las poblaciones del valle santamariano en los momentos finales de su vida exclusivamente aborigen, y ante la inminencia de la penetración y dominación final por parte de las corrientes colonizadoras de los Valles Calchaquíes.

CONCLUSIONES

   Los cementerios de la Falda (SJ Til 43) y de Rincón Chico 21 (SCat. RCh. 21) son ambos áreas de entierro colectivo que culturalmente alcanzan a, o se corresponden con, los momentos finales de la ocupación de los territorios representados, por parte de las comunidades aborígenes que los generaron. En este sentido, son claros indicadores tanto de la existencia de una manifestación territorial diferencial de los momentos finales de los tiempos prehistóricos (Cº RCh. 21), como de las características protohistóricas visualizables en una posible perduración de índole homotaxial en las identidades culturales de estas regiones de nuestro país (Cº de La Falda).
   Si bien en ambos sitios se registra la presencia de elementos diagnóstico propios de las culturas regionales y/o locales, en La Falda hay elementos tanto culturales (arquitectura funeraria, práctica deformatoria) como cronológicos (fechados controvertidos) que no permiten descartar la posibilidad de que se trate de un grupo con una identidad étnica diferente de aquella que enraíza a las comunidades propias del Período Agroalfarero Tardío en la Quebrada de Humahuaca. Existe la posibilidad de que se trate de un cementerio generado por alóctonos, esto es gente no precisamente quebradeña. En este sentido apuntan las contradicciones entre los distintos fechados obtenidos, y cuya explicación podría encontrarse en un análisis comparativo y discusión de los resultados obtenidos a partir del tratamiento fisicoquímico de los huesos (Mendonça 2001). Las estructuras mortuorias de Rincón Chico 21 son similares en su patrón arquitectónico a las que mayoritariamente caracterizan al Período Tardío en el valle santamariano (cf. Tarragó 1997; Johanson, 1996).
   Las prácticas mortuorias se materializan en forma típicamente aborigen, en ambos cementerios, indicando la no instauración del sistema ideológico e institucional europeo, pero sí (esto es particularmente claro en La Falda) la existencia de una perduración y ubicuidad de la influencia incaica (aribaloides, pie en compotera, diseños decorativos, etc). A juzgar por las inclusiones funerarias, en ambos cementerios hay variaciones en lo que respecta a sus interacciones con el sistema imperial altoandino final (Inka); y con el conquistador español. En RCh 21 la influencia tanto incaica (marcadores poco evidentes) como hispano-indígena (marcadores claros) parece presentarse por el momento en una cantidad de ítems por tumba y/ o inhumación relativamente menor, particularmente cuando lo comparamos con lo que se presenta como la constante en prácticamente casi todas las inhumaciones de La Falda.
   Las orientaciones cardinales y topográficas en ambos cementerios están bien manifestadas. La distribución y espacialidad de las variantes funerarias son diferentes, observándose una mayor variabilidad de formas en Rincón Chico, lo cual podría estar indicando el uso de un mismo espacio por parte de distintos sectores de una sociedad estratificada no segregada. En La Falda, el comportamiento mortuorio es más homogéneo, registrándose sin embargo con claridad la presencia de un sector de élite (Bordach y Mendonça 2001).
   En ambos cementerios, los indicadores de violencia y/o tensión social están presentes aunque no hay hasta el momento indicio alguno del uso de armas de fuego. En la Falda los indicadores de enfrentamientos son a distancia antes que cuerpo a cuerpo. En RCh 21, y a juzgar por los análisis preliminares realizados hasta el momento sobre el material esqueletal, si bien hay indicios de violencia y/o padecimiento, los mismos tendrían una disímil etiología y por lo tanto pueden ser susceptibles de otras interpretaciones. La explicación para ello podría estar por un lado, en una ocupación y colonización más pacífica o con una resistencia a nivel intrarregional y/o local entre tribus en el caso de la Quebrada de Humahuaca; y por el otro en un referente vinculado con la larga historia de denodada resistencia a la penetración ofrecida por la nación calchaquí. En tal sentido, hay ciertos indicadores en el cementerio de Rincón Chico 21 que estarían señalando una situación de posible arrinconamiento y/o gran tensión social, tal como se lo visualiza en las inclusiones de cerámica tecnológicamente empobrecida, la reutilización apresurada de espacios mortuorios, incluso de aquellos posiblemente correspondientes a tiempos anteriores, el padecimiento de ciertas enfermedades infecciosas (Mendonça et al 2002 ms), entre otros aspectos. De los seis fechados obtenidos para La Falda, dos fechados convencionales, uno sobre madera y otro sobre óseo animal, arrojaron "moderno". Otros dos fechados (AMS y Convencional Beta Analytic), arrojaron valores anteriores al Descubrimiento. Dos nuevos fechados por AMS arrojaron valores post contacto. La discusión del significado de estos fechados será objeto de una próxima comunicación, en la cual se evalúan los distintos factores que pueden dar razón de ser a los resultados contradictorios (Mendonca 2002 ms). Esto es particularmente útil máxime cuando se trata de material contextualmente asociado en forma fehaciente, existiendo alguna evidencia a favor de un origen no local para los integrantes de este cementerio. El material óseo de RCh 21 enviado para datación, no proporcionó colágeno suficiente, y nuevas muestras serán seleccionadas y enviadas. Estas circunstancias no permiten por el momento realizar una mayor exploración respecto a la relevancia cronológica de estos cementerios. Esta línea de exploración, dada la cercanía, amplitud, e imprecisión del lapso temporal considerado, debe contemplar distintos niveles de tratamiento experto de las muestras, a fin de analizar la posibilidad de la existencia de una asignación cronológica más interesante que las obtenidas hasta el momento. En el caso de que las fechas submodernas obtenidas para La Falda se vieran corroboradas, entonces cabría pensar en la posibilidad de una perduración temporal mayor que la convencionalmente aceptada para el proceso de asimilación final dentro del sistema institucional español, el cual en algunas regiones se habría visto muy demorado, o inclusive jamás se habría visto materializado en su totalidad, llegando a posibilitar la perduración de la identidad de las comunidades aborígenes hasta tiempos postcoloniales, incluída la época de la Independencia (cf. Madrazo 1984, ms).
   
Desde el punto de vista de las dimensiones del comportamiento estrictamente mortuorio, y la naturaleza y significado de las inclusiones funerarias, consideramos posible visualizar tanto en forma directa como indirecta, la existencia de un universo no solamente espacial y económicamente concebido por relaciones geográficas de complementariedad, sino también estructurado e integrado en capas o esferas de desplazamiento vertical, hacia lo sagrado, lo supernatural, lo inexplicable en términos racionales occidentales. En este sentido es posible afirmar que hay presencia de inclusiones con significado tanto secular como sagrado. Dentro de este último, hay indicios de cualidades cosmológicas, rituales y mitológicas con un simbolismo corporizado en objetos, animales y plantas, y especialmente en determinados individuos, particularmente aquellos que detentan 'bienes' procedentes de la periferia externa (complejo de psicotrópicos, valvas de moluscos, bolsas de coca, metales, cuentas venecianas, etc.). En este sentido, sostenemos que las consideraciones referidas a las manifestaciones de 'estatus' o estratificación tanto intra como intercementerio, no deben ser visualizadas en términos solamente de variedad o riqueza material, sino en su intrínseco valor cuali y cuantitativamente exótico y/o foráneo en tanto son real o potencialmente productos o derivados de ámbitos distantes. Su valor y su potencia para posibilitar por ejemplo, una comunicación con aquello considerado supernatural, mítico, o simplemente concebido como extraño o desconocido, no debe dejarse de lado.
   En síntesis, el hallazgo de dos áreas de enterratorio colectivo localizadas en distintas franjas zonales de la región de valles y quebradas, proporciona un material de primera agua por sus características de asociación contextual inobjetable y condiciones de hallazgo y recuperación garantizados. Las similitudes y diferencias en las relaciones cronocontextuales nos ponen en presencia de historias regionales diferentes, con características propias para cada una de ellas. Pero también es posible encontrar similitudes: aquellas signadas por el sello de un extenso territorio dominado primeramente por tradiciones netamente andinas, y posteriormente afectado por los intentos reiterados y finalmente exitosos, aunque con distintos matices geográficos y ecoculturales por imponer los sistemas institucionales patrimonio del conquistador europeo.

AGRADECIMIENTOS

   Este trabajo (y las investigaciones que lo soportan) fue realizado gracias al apoyo financiero de las siguientes instituciones: Agencia Nacional para la Promoción Científica y Tecnológica (AgNPCyT); Agencia Córdoba Ciencia, Sociedad del Estado (Ag. Cba. Cia., S.E.); Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Río Cuarto (CyT UNRC); y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
   Deseamos expresar nuestro reconocimiento por las recomendaciones y comentarios críticos de los dos revisores anónimos asignados por el Comité Editor de Cuadernos, las que posibilitaron enriquecer grandemente el contenido del texto original. La responsabilidad por cualquier error u omisión recae obviamente sobre los autores.

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