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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versión On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.20 San Salvador de Jujuy mar. 2003

 

Buscando los indicadores arqueológicos de la unidad doméstica

(Searching for the archaeological indicators of the household)

Constanza Taboada* - Carlos I. Angiorama*

*   CONICET /  Instituto de Arqueología y Museo - Universidad Nacional de Tucumán - Casilla de Correo 8 - CP 4107 - Yerba Buena - Tucumán. Correo Electrónico: horcomolle@yahoo.com.ar

RESUMEN

   En este trabajo partimos de considerar a la corresidencia como eje de abordaje para el estudio de la unidad doméstica y de sus actividades. El espacio y las construcciones habitacionales se constituyen así en el referente material de dicho concepto social. Los conjuntos de artefactos recuperados y su disposición espacial nos permiten establecer las primeras hipótesis sobre la organización de las actividades allí desarrolladas por el grupo residencial mínimo que lo cohabita.
   A fin de evaluar este modelo, comenzamos analizando ciertas evidencias superficiales del asentamiento prehispánico Los Amarillos (Quebrada de Humahuaca, Jujuy), identificando un patrón arquitectónico aparentemente recurrente. Seleccionamos una unidad que podía responder a la concepción más simple de un conjunto habitacional doméstico e iniciamos su excavación. Como resultado de los primeros trabajos recuperamos un conjunto muy variado de residuos de facto.La diversidad de los materiales registrados parece indicar el desarrollo de una gran multiplicidad de actividades, entre las que se cuentan talla y reactivación lítica, preparación de alimentos, textilería y prácticas metalúrgicas. La disposición de los hallazgos muestra un alto grado de segregación y ordenamiento espacial, y permite efectuar las primeras inferencias e hipótesis.

Palabras Clave: Unidad doméstica, actividades domésticas, arquitectura prehispánica, Quebrada de Humahuaca.

ABSTRACT

   In this work we consider that the co-residence is the first step to study the household and its activities. The space and the houses to live in become the subject of that social concept. The set of the various appliances found and recovered and how they are spatially distributed permit us to set up the first hypothesis about the organization of the activities of the group living together.
   In order to evaluate this model we analyse some superficial evidences of the prehispanic settlement Los Amarillos (Quebrada de Humahuaca, Jujuy) identifying a repeated architectonic pattern. We select a household that could be one of the simplest of them and we start the excavation. As a result of this we recover a varied set of residues. Then diversity of the materials found, seems to indicate the development of a great number of activities: carving and lithic reactivation, making of food, textile works and metallurgical practices. The arrangement of the findings shows a high level of segregation and space regulation, and permit us to propose some inferences and hypothesis.

Key Words:Household, domestics activities, prehispanic architecture, Quebrada de Humahuaca

INTRODUCCION

   En este artículo presentamos la discusión de los resultados de nuevos trabajos de campo realizados en el asentamiento prehispánico de Los Amarillos (Quebrada de Humahuaca, Jujuy). Analizamos primero un aparente patrón arquitectónico que desde una observación superficial aparece como recurrente, y al cual consideramos potencialmente como el referente físico de la unidad doméstica local. Presentamos luego un conjunto de evidencias recuperadas mediante un sondeo efectuado en una unidad arquitectónica que responde a las características mencionadas, indicadoras de actividades cotidianas vinculadas al funcionamiento de la misma.
   Un primer estudio, basado en la sistematización de información arquitectónica y análisis de planos, nos permitió identificar la aparición recurrente de patrones arquitectónicos y formas de asociación de estructuras y rasgos dentro de los sitios estudiados, especialmente durante los últimos momentos preincaicos. Considerando que esta recurrencia podía estar reflejando un modo de organización y uso del espacio doméstico y de la arquitectura residencial para la época, decidimos centrar nuestro análisis en el estudio de las evidencias materiales referentes de la unidad doméstica. Su adopción como foco de análisis arqueológico tiene importantes fundamentos prácticos y teóricos que han sido señalados por Wilk y Rathje (1982). Entre ellos cabe destacar su accesibilidad metodológica a partir de la posibilidad de establecer correlatos materiales del grupo doméstico, y su carácter de unidad organizativa y económica elemental en todas las sociedades humanas (Sahlins, 1972).
   Tomando como eje de análisis la unidad doméstica, nos planteamos entonces intentar dar significado funcional a la arquitectura residencial a través de sondeos y excavaciones que se complementen con las observaciones superficiales y análisis de planimetrías y rasgos arquitectónicos ya realizados. Más aún, la integración de la arquitectura con otras líneas de evidencia (p. ej. bienes muebles y sus contextos de depositación) aparece como un paso necesario para avanzar en la comprensión del significado conductual de la información proporcionada por la observación superficial y los planos de sitio.
   La arqueología de unidades domésticas ofrece además un marco conceptual que permite integrar el análisis de la arquitectura y el entorno construido, a los que se confiere un papel crucial dentro de este enfoque (p. ej. Adams, 1983; Kent, 1990; Manzanilla, 1986; Stanish, 1989; Wilk y Ashmore, 1988; Wilk y Rathje, 1982; entre otros), con otras líneas de evidencia aportadas por elementos muebles. La aplicación de este enfoque ya ha producido resultados significativos tanto en Mesoamérica (Manzanilla, 1986; Wilk y Ashmore, 1988; Manzanilla, 1996; Plunket y Uruñuela, 1997, entre otros) como en los Andes (por ej. Aldenderfer, 1993; Stanish, 1992; Bermann, 1997).
   Nuestro objetivo general es caracterizar la unidad doméstica representada en la micro-región de estudio y avanzar en el entendimiento de su variabilidad y evolución. Los objetivos particulares apuntan a: registrar la variación y patrones recurrentes que adopta la unidad doméstica; determinar la funcionalidad de los espacios que integran su referente físico (estructura de vivienda y áreas anexas); definir sus características arquitectónicas; y caracterizar el uso, manejo y evolución del espacio doméstico.
   Se pretende así potenciar las posibilidades que ofrecen los estudios de arquitectura y uso del espacio prehispánicos, entendidos como correlatos de actividades y procesos de carácter social. En este caso particular, nuestro interés se centra en la composición y organización interna de las unidades de corresidencia, y en la posibilidad de relacionarlas con el contexto de la comunidad en que se encuentran y con procesos políticos y económicos operantes en la sociedad de la época.

MARCO TEORICO

   Partimos entonces de considerar al ámbito de corresidencia como el eje de abordaje para nuestro estudio. Centramos el análisis en la definición y estudio del espacio doméstico, compuesto tanto por espacios materialmente delimitados (recintos techados y no techados) como por espacios no delimitados o definidos sólo virtualmente pero que en conjunto formarían parte de un núcleo habitacional destinado tanto a actividades tradicionalmente consideradas domésticas como dormir, comer, almacenar, como a otras tales como la elaboración de manufacturas, que pudieran registrarse y adscribirse al grupo residencial mínimo.
   Mientras que en el modelo de Sahlins se concibe a la unidad doméstica como una unidad inmutable (D'Altroy y Hastorf, 1995) nosotros proponemos una visión dinámica de la misma, que evoluciona y cambia de acuerdo al ciclo vital de desarrollo. Si tomamos como base de nuestro análisis la arquitectura doméstica, ésta no debe ser entendida como estática, sino por el contrario cambiante, según se modifica el grupo social que alberga. En función de esto pensamos que algunas variaciones dentro de ciertos patrones arquitectónicos domésticos claramente definidos podrían estar respondiendo a causas relacionadas con crecimiento o disminución del grupo familiar y ampliación o cambio de funciones domésticas.
   Podemos distinguir dos grandes líneas teórico-metodológicas en el abordaje del tema (Wilk y Rathje, 1982):

- La primera, característica de la antropología sociocultural (aunque ver Manzanilla, 1986), estudia y define a estas unidades mínimas por su composición, enfatizando el número, las reglas, y las relaciones de parentesco entre sus miembros.
- La otra, privilegiada por la arqueología, pone énfasis en el comportamiento de los grupos domésticos, entendiendo que son las actividades que desarrollan estos grupos las que generan residuos que se incorporan al registro arqueológico (p. ej., Seymour y Schiffer, 1987). Se busca determinar el rango de actividades desarrolladas, p. ej. producción, distribución, consumo, almacenaje, reproducción, ceremonialismo, etc. (también compartimiento de propiedad y recursos según Wilk y Ashmore, 1988), indagando sobre su organización y sus transformaciones en función de los cambios en la economía política. El grupo doméstico se convierte entonces, para el arqueólogo, en una unidad operativa de observación y análisis, de la que puede aislar sus referentes materiales: viviendas, áreas de actividad y descarte, posesiones, etc.

   Adoptando, entonces, a las actividades domésticas adscribibles al grupo corresidente como eje de análisis paralelo al de la arquitectura, podemos plantear un modelo preliminar que de cuenta de aquellas y de los requerimientos físicos necesarios para asegurarles un desarrollo eficiente. En consecuencia podemos intentar señalar las características básicas que debe cumplir dicho ámbito para cubrir esos requerimientos, y aquellas otras que puedan influir en su mayor o menor eficiencia.
   Ahora bien, es lógico pensar que el espacio de uso doméstico haya estado compuesto tanto por espacios techados y cerrados como descubiertos y abiertos (con sus posibilidades intermedias como galerías o delimitaciones verticales o incluso virtuales). Del análisis de los condicionantes y necesidades físicas de las actividades tradicionalmente consideradas domésticas (como dormir, cocinar y comer, almacenar bienes y alimentos, manufacturar artefactos, etc.), podemos concluir que son pocas las tareas que requieren como condición necesaria para su desarrollo contar con un espacio totalmente cerrado. En buenas condiciones climáticas (debemos tener en cuenta tanto los cambios climáticos estacionales como los ocurridos durante el día), la necesidad de un espacio cerrado casi se vería restringida a la acción de dormir, y en algunos casos al resguardo de determinados valores y almacenaje de alimentos (Nielsen, 1989). El resto de las tareas domésticas bien pudieron desarrollarse en el exterior, incluso en mejores condiciones si el clima era favorable, salvo quizás la cocción de alimentos. La necesidad de que un rasgo inmueble, como el fogón de cocina de uso diario, permanezca seco al resguardo de la intemperie, bien pudo determinar la construcción de un espacio techado ad hoc (Nielsen, 1989), o su inclusión dentro de un recinto funcionando así también como elemento de calefacción (o a la inversa, el fogón de calefacción, que necesariamente debía encontrase en el interior, bien pudo ser aprovechado como fogón para cocinar alimentos y determinar de esta forma el ámbito de cocina en un espacio interno). Esto no elimina la posibilidad de fogones alternativos en el exterior, ya sea para cocción de alimentos como para otros fines.
   El techado y cerramiento lateral ofrece protección ante las inclemencias del tiempo como lluvia, nieve, viento, frío, calor, pero también disminuye la iluminación, condición imprescindible para realizar la mayor parte de las actividades, y restringe la disponibilidad de espacio utilizable al mínimo necesario para desarrollarlas aceptablemente. También quedan casi anulados otros factores como ventilación o insolación que suelen ser necesarios para ciertas actividades como el secado de alimentos o actividades de curtiembre o metalurgia. Si a esto sumamos el alto costo energético, material y espacial que infligía la construcción de espacios techados es posible plantear como modelo básico del referente material de la unidad doméstica a un ámbito compuesto por:

- un espacio techado y cerrado lateralmente (cuyo tamaño y número se vedeterminado e incrementado por el número de personas corresidentes), destinado al descanso diario, al depósito y resguardo de determinados bienes y alimentos, y quizás a la cocción de alimentos. Sin embargo, ocasionalmente, en situaciones climáticas desfavorables debió servir al cobijo humano para posibilitar el desarrollo de las actividades más urgentes o más fácilmente adaptables a un espacio cerrado restringido.
-
un espacio mayor descubierto y/o parcialmente cubierto, abierto o cerradolateralmente (p. ej. para resguardo del viento, para evitar la entrada de animales, o como simple delimitación virtual), con buena iluminación y ventilación, apto para realizar la mayor parte de las actividades diurnas a condición de contar con buenas condiciones climáticas.

   Ejemplos de este tipo de organización espacial doméstica abundan en la literatura etnográfica, etnohistórica y arqueológica. Matos, por ejemplo, describe el ámbito de una unidad doméstica típica del Perú del siglo XVI como compuesta por un «patio» delantero donde hay depósitos subterráneos para la cosecha y espacios para actividades textiles y otros quehaceres cotidianos; y «habitaciones» de número variable, una para cocinar y guarecer cuyes y las otras para dormir y depositar y guardar implementos, comida, ropa, objetos personales y materias primas (Matos, 1972, en Mayer, 1984).
   Este modelo básico se correspondería con lo que en gran parte de la literatura arqueológica clásica del NOA se describe como una «vivienda» o «habitación» y su «patio».Aunque la mayoría de estos trabajos no responden a un modelo teóricamente elaborado con el objetivo de aislar y definir la unidad doméstica y sus áreas de actividad (por. ej. Cigliano, 1967; Krapovickas, 1969; Madrazo y Ottonello, 1966, etc.), sin embargo han aportado en gran medida los elementos materiales para la elaboración de este tipo de modelos (por. ej. Nielsen, 1989).

TRABAJOS DE CAMPO

   Uno de los puntos fundamentales en la investigación arqueológica de fenómenos de carácter social es el estudio de la estructura espacial del registro (por ej. Clarke, 1977; Butzer, 1982), a lo que se puede acceder potencialmente a través de prospecciones, relevamientos y estudios de superficie como los que hemos comenzado a realizar. Por otra parte, dado que la excavación de áreas residenciales permite evaluar variaciones en los patrones de actividades a nivel de unidad doméstica y dar significado funcional a los elementos estructurales del sitio identificados anteriormente por planimetrías o registros de superficie (por ej. Nielsen, 1989; Raffino, 1993), planteamos la necesidad de efectuar la excavación y sondeo de determinadas áreas domésticas.
   El sitio seleccionado para realizar los trabajos de campo fue Los Amarillos por cubrir la mayor parte de nuestros requerimientos:

1. Es un sitio de gran complejidad que presenta una clara zonificación,aparentemente funcional, reconociéndose en él grandes áreas, sectores o «barrios» posiblemente reservados a habitación y actividades domésticas.
2. El sitio cubre y excede las fases Sarahuaico y Pukara que especialmente nosinteresan, contando además con un muy buen marco cronológico (Nielsen, 1997a).
3. A los fines comparativos, contamos ya con la excavación en área realizada porNielsen de una estructura doméstica localizada en un sector de Los Amarillos diferente al seleccionado para efectuar las nuevas excavaciones.

Prospección

   Los trabajos de prospección estuvieron dirigidos fundamentalmente a corroborar posibles patrones de organización del asentamiento reflejados en el plano, e indagar si era factible identificar otros no muy claros en la planimetría del sitio. Como resultado de estas tareas visualizamos un aparente patrón arquitectónico, estructural y organizativo, en uno de los sectores del sitio. Este se caracteriza por una planta aproximadamente rectangular, orientada concéntricamente en relación al centro del sitio, y con el eje mayor en dirección NO-SE (ver Figura 1). Está delimitado por el O y el E por dos largas y profundas cárcavas, aparentemente estabilizadas ya en tiempos de la ocupación del asentamiento, que se unen por el S formando uno de los lados menores del rectángulo. El límite N está definido, en cambio, por un corte abrupto en la densa ocupación que presenta este sector. Tan sólo dos unidades arquitectónicas aisladas se apartan de este límite constructivo.

   Las construcciones del sector en estudio se emplazan sobre un terreno de pronunciada pendiente aterrazado artificialmente, que presenta hacia el lado O un pequeño conjunto de recintos que se caracteriza por su organización radial (ver Figura 1). A partir de esta área de distribución concéntrica, las demás estructuras adoptan, en cambio, una estructura ortogonal bien marcada. Hacia la mitad del sector esta retícula presenta una leve rotación en su orientación, aunque mantiene su estructura general. En parte esta cuadrícula se debe a la misma división en franjas paralelas que resulta del aterrazamiento del terreno, y en parte de la subdivisión de dichas terrazas en recintos cuadrangulares cuyos muros coinciden, en muchos casos, de terraza en terraza, conformando así largas líneas murarias que acentúan visualmente un patrón reticulado no tan evidente en los planos.
   Dentro de esta estructura ortogonal diferenciamos para parte del sector en estudio, un aparente patrón superficial, compuesto por la asociación espacial general de dos recintos, uno mayor que otro y vinculados entre sí mediante un vano. Un segundo vano comunica a la unidad constructiva o con el exterior, generalmente con zonas de circulación o áreas residuales o, a veces, con otro recinto. Aparentemente esta asociación (recinto mayor-vano-recinto menor) se repite sistemáticamente terraza
tras terraza. En general, este patrón parece completarse con otros elementos que aparecen en forma repetida, como son la ubicación predominante, aunque no exclusiva, del recinto mayor hacia el lado E y del recinto menor hacia el O, y la presencia del vano de acceso a la unidad ubicado (cuando fueron visibles) sistemáticamente hacia el lado E, por donde se abre una de las cárcavas mencionadas.
   Las mayores variaciones dentro del patrón se deben a subdivisiones internas de este módulo repetido. Estas han sido registradas sólo en algunas unidades, variando su número, ubicación y tamaño entre unidades. Sin embargo, es muy posible que estas divisiones internas, realizadas con muros de menor espesor, se hayan hecho visibles sólo cuando determinados factores naturales o antrópicos influyeron en ese sentido, siendo muy posible la existencia de otras estructuras similares no registradas a partir de una observación superficial.
   Si bien a lo largo de cada terraza se han construido varios recintos, a lo ancho sólo se ha identificado en general uno por terraza, actuando los muros de contención de éstas como muros laterales compartidos de los recintos de cada terraza. Un muro transversal al aterrazamiento se extiende a lo largo de la mayor parte de éste actuando como eje medianero del mismo y como muro O de todos los recintos que abren hacia el E. Además, no parecen existir comunicaciones o aberturas en el mismo, lo que lo torna así en un muro ciego que marca un límite, subdivisión y circulación concreta del área. Sin embargo, dado lo incompleto del registro superficial, la confirmación de la recurrencia de este patrón, se ve por el momento relegada a posteriores trabajos de campo diseñados al efecto.

Sondeo estratigráfico

   Como hipótesis preliminar de trabajo, planteamos que la unidad conformada por el recinto mayor y vinculada por un vano a otro menor podría haber constituido, por sus dimensiones y patrón, un recinto descubierto o parcialmente cubierto y otro techado respectivamente, y que esta estructura podría responder a la concepción más simple de un conjunto habitacional doméstico. En función de esto, se eligió una unidad (ver Figura 1) donde efectuar un sondeo estratigráfico a fin de evaluar sus características para realizar posteriormente la excavación en área de la unidad completa. El tamaño de la unidad (de las más reducidas dentro del margen de variación observado), su escasa perturbación y, sobre todo, su aparente clara visibilidad desde superficie que permitía incluirla dentro del patrón definido (recinto mayor-vano-recinto menor(1)), fueron los principales elementos tomados en consideración para su elección (ver Figura 2).

   El sondeo se realizó a fin de caracterizar los procesos deposicionales ocurridos en la unidad, establecer su estratigrafía, y conocer las características de una muestra del material depositado en ella para evaluar y planificar posteriores excavaciones en área, si se consideraba pertinente. En consecuencia se realizó una excavación de 2 x 2 m. a fin de abrir una superficie lo suficientemente amplia como para intentar detectar el o los pisos de ocupación.
   La cuadrícula se ubicó en el recinto mayor, evitando las esquinas que
estadísticamente presentan mayor proporción de entierros, pero adyacente a un muro para tener un mayor control horizontal. Seleccionamos el muro S por estar contra la parte externa de la terraza que sirve de emplazamiento a la unidad, con el objetivo de indagar sobre las características constructivas tanto del muro como de la terraza. Un corte N-S del área muestra una marcada inclinación respecto de la horizontal debido a la mayor acumulación de sedimentos y rocas de derrumbe contra el muro S del recinto. Un corte E-O, en cambio, no muestra grandes diferencias de nivel. Se registró un solo piso de ocupación con abundantes residuos de facto.

DISCUSION DE LOS RESULTADOS DE LOS TRABAJOS DE CAMPO

   Como resultado de los trabajos de campo realizados y del análisis del material recuperado podemos plantear de manera preliminar las siguientes consideraciones:

- Instalación: como ya dijimos, el sector en estudio se encuentra emplazado en su mayor parte sobre una zona con pendiente, aterrazada artificialmente para hacer posible su ocupación. A partir de las observaciones realizadas en el campo podemos plantear la siguiente hipótesis preliminar sobre el proceso llevado a cabo para acondicionar el terreno. El sector exterior de cada terraza habría sido rellenado y nivelado a partir de la incorporación de piedras (o piedras y sedimento) al sedimento natural, como lo evidencia el material que conforma el nivel estéril. Dado que la excavación estuvo ubicada contra el muro S. del recinto, que se encuentra hacia el exterior de la terraza, no contamos con datos suficientes para intentar reconstruir el proceso de construcción del sector interior de las mismas. Es posible que de él se haya extraído algún material para nivelar el terreno y que a su vez éste sirviera para rellenar el sector exterior de la terraza. El relleno de cada terraza ha sido sujetado por muros de contención de piedra. Luego, para los recintos, se habría construido un segundo muro de piedra, asentado ya sobre el suelo de la terraza y a unos 60 cm. en promedio de distancia del muro de contención exterior (ver Figura 2). Emplazamientos residenciales sobre terrazas artificiales han sido registrados por Nielsen y Rivolta (1997) como constituyentes de los denominados «asentamientos de ocupación breve» de la Quebrada de Humahuaca, y como ocasionales en los sitios de larga ocupación, como en el sector este de Los Amarillos.
- Circulación y acceso: desde una observación superficial (con los recaudos que esto implica) parece identificarse una repetida orientación de los vanos de acceso de los recintos y unidades constructivas hacia la cárcava ubicada al E del sector en estudio, elemento topográfico que fuera señalado por Nielsen (1995) como vía de acceso natural al lugar. Así, la orientación recurrente de los vanos hacia ella apoyaría la idea de su uso como vía de circulación y acceso desde el exterior del sitio. A su vez, sectores remanentes colindantes a la cárcava pero a nivel de las estructuras habitacionales, algunos de los cuales se internan como pasillos hasta alcanzar recintos ubicados más hacia el interior, podrían haber servido como zonas de circulación interna entre las estructuras. La confirmación de este modelo está sujeto a futuros trabajos de sondeos puntuales planeados para este fin.
- Lapso de ocupación
: hasta el momento hemos registrado un único nivel de ocupación, situación que contrasta con las observaciones realizadas en otros sectores del sitio donde es común la superposición de niveles (Nielsen, comunicación personal). Los fragmentos cerámicos recuperados han sido registrados en la Quebrada de Humahuaca desde la Fase Sarahuaico (1280­1350 d.C.) siendo especialmente abundantes durante la Fase Pukara (1350­1430 d.C.) (Nielsen, 1997a). Hasta contar con mayores datos, la ocupación del recinto puede ubicarse tentativamente al menos dentro de este lapso. Una estimación más precisa será factible a partir del aporte de nuevas evidencias y de los fechados radiocarbónicos actualmente en proceso.
- Arquitectura doméstica
: Poniendo en consideración la necesidad funcional de contar tanto con un espacio cubierto como con uno descubierto o parcialmente cubierto, definimos una unidad arquitectónica residencial mínima, compuesta por al menos dos recintos, uno mayor que el otro y vinculados funcionalmente entre si mediante un vano. Con respecto a las características arquitectónicas del recinto mayor, donde se planteó la excavación, cabe la posibilidad de que contara con algún tipo de cubierta. Si bien no se identificó material que pudiera reconocerse claramente como techo, sí se detectó una capa discontinua de material de posible origen orgánico, restos de material vegetal y sectores de sedimento muy compactado. Aunque confiamos en que los análisis pertinentes y la ampliación de la excavación nos ayuden a identificar el origen de estos materiales, no debemos mientras tanto descartar la posibilidad de que, por ej. una enramada cubriera al menos parcialmente el recinto. Sería importante poder confirmar la factibilidad de una arquitectura de este tipo dada la tendencia general de aceptar el supuesto de que recintos de dimensiones como el analizado aquí, que exceden un determinado ancho o superficie (ver su análisis por ej. en Nielsen, 1989), técnicamente no sería factible considerarlos techables.
- Actividades domésticas: Si bien la información recuperada durante las excavaciones constituye tan sólo una muestra del material del recinto y su distribución, podemos dejar planteadas una serie de observaciones preliminares. En primer lugar debemos señalar que los materiales registrados en el piso de ocupación constituyen claramente residuos de facto. Si a ello sumamos la diversidad de los materiales, todo parecería indicar el desarrollo de una multiplicidad de actividades en el sector. Esto estaría apoyando nuestro planteo de que gran parte de las actividades se podrían estar realizando en los recintos mayores, considerados por el momento, como áreas descubiertas o parcialmente techadas. Aunque para realizar una interpretación de las actividades y las áreas de actividad faltan aún completar ciertos análisis, y la muestra debe ser ampliada mediante la excavación total de la unidad, podemos hacer algunas observaciones tentativas en relación al material recuperado:

-Producción Metalúrgica: gran parte del material parece estar vinculado con actividades metalúrgicas. Sobre el piso se recuperaron un yunque, un martillo, dos percutores de diferentes tamaños, mineral de cobre, un cincel de bronce, manos de moler reutilizadas con huellas de golpes en áreas muy restringidas, piedras planas con evidencias de percusión, un tubo de hueso y recipientes cerámicos quemados. Además se hallaron dos recipientes de piedra pulida cuidadosamente elaborados, uno de los cuales presenta abundantes restos de una sustancia blanca adherida en su interior. Sustancias de aspecto similar (generalmente hueso molido) han sido utilizadas con frecuencia en moldes y crisoles para tapar imperfecciones y evitar la adherencia del metal a los mismos (González, 1999).
-Textilería: se ha recuperado un peine de hueso similar a los interpretados en la literatura como elemento para acomodar el tejido en el telar (Nielsen, comunicación personal). Sin embargo no se han hallado otros elementos que puedan ser relacionados directamente con actividad textil.
-Corte y cepillado: se ha recuperado un cepillo realizado en cuarcita cuyo uso se suele relacionar con la curtiembre de cueros o cepillado de madera (J. Martínez, comunicación personal). También se hallaron dos objetos cortantes, una pieza con retoque bifacial de obsidiana y un cincel de bronce, aunque se desconoce por el momento el tipo de material sobre el que actuaron.
-Producción lítica: además de los dos artefactos líticos recién mencionados se hallaron desechos de talla de obsidiana y cuarcita, y un fragmento de núcleo de cuarcita. Esto nos permite plantear también que en el lugar se pudo estar confeccionando o reactivando material lítico.
-Otros: se recuperaron fragmentos cerámicos de grandes vasijas, con los cuales hemos podido remontar hasta el momento siete piezas incompletas. También se halló un pequeño puco cerámico completo. Se han recobrado relativamente muy pocos tiestos aislados, la gran mayoría correspondiente a los pocos objetos reconstruibles mencionados. Tanto la distribución de los fragmentos correspondientes a cada recipiente, como su disposición, parecen indicar su fracturación in situ, posiblemente por el derrumbe del muro (y/o techo) sobre ellos. La mayor parte de los recipientes reconstruidos presentan señales de haber sido sometidos a la acción del calor o del fuego directo.

OBSERVACIONES FINALES

   La sistematización de información y análisis de planos realizados como primera etapa de la investigación nos han permitido plantear un modelo general de uso del espacio y de arquitectura doméstica. Luego, los trabajos de campo nos sirvieron para diseñar las estrategias con las que pondremos a prueba este modelo. Como resultado de las excavaciones contamos ahora con una buena caracterización estratigráfica de los depósitos del recinto que tomamos como muestra de estudio, y hemos podido avanzar en cuanto a otros aspectos relacionados con la arquitectura, como las características de instalación en terrazas, la propuesta de un esquema de circulación y acceso, y un hipotético patrón arquitectónico residencial, además de plantear un primer esbozo de la organización y de las actividades domésticas vinculadas a dicho espacio (como la identificación de un variado conjunto de residuos de facto en el sector excavado que nos remite a la posibilidad de que en el lugar se concentrara tanto gran intensidad como variedad de actividades).
   Cabe aclarar que las interpretaciones aquí planteadas tienen carácter preliminar. Nuestras acciones futuras inmediatas estarán dirigidas, en consecuencia, a seguir poniendo a prueba el modelo planteado, fundamentalmente mediante la excavación en área de la unidad residencial en estudio,y a la comparación de los resultados con los obtenidos en otro sector doméstico excavado en Los Amarillos.

NOTA

1) Compartiendo el muro E de la unidad, pero sin que desde superficie sea posible confirmar su vinculación funcional a la misma, se extienden los muros parcialmente derruidos de otro recinto. Determinar su efectiva vinculación arquitectónica, funcional y cronológica con la unidad definida para este estudio no es factible desde una observación superficial, quedando planteado este interrogante hasta avanzar en la excavación en área proyectada.

AGRADECIMIENTOS

   Las investigaciones forman parte de Proyectos que desarrollamos gracias a Becas que nos otorgó el CONICET. Los trabajos de campo y análisis fueron solventados mediante una Beca Presidencia de la Nación a la Excelencia Cultural. Especialmente agradecemos a nuestro director Axel Nielsen por su incondicional apoyo, generosidad y confianza en todo momento. También a Carlos Aschero por hacerse siempre tiempo para responder nuestras preguntas. En los trabajos de campo participaron Malena Vázquez y Rita Peralta, sin cuya ayuda no hubiéramos podido concretarlos. Malena Vázquez identificó el material óseo trabajado y Jorge Martínez y Pilar Babot el material lítico tallado y pulido respectivamente, por lo que les estamos muy agradecidos.

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