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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versión On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.24 San Salvador de Jujuy jul. 2004

 

Crónicas de fantasmas. Periódicos locales e imaginarios urbanos de San Salvador de Jujuy (1943 - 1945).

'Ghost's chronicles' San Salvador de Jujuy's local newspapers and urban imaginaries

Alejandra García Vargas*

* CONICET // ICSyH-Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales – Universidad Nacional de Jujuy – Otero 257 – CP 4600 – San Salvador de Jujuy – Jujuy - Argentina.
Correo Electrónico: huayco@imagine.com.ar

RESUMEN

   En la búsqueda de la(s) significación(es) que para la prensa jujeña adquiere el fenómeno de la(s) identidad(es) urbana(s) de San Salvador de Jujuy como resultado de la competencia entre los discursos que lo enuncian, se recopiló un corpus de artículos periodísticos aparecidos en los diarios jujeños "Crónica" y "El Día" durante el período 1943 – 1945 (Nota 1). En ellos, se rastrearon las formaciones discursivas relativas a la ciudad y la valoración diferencial de sus actores y de sus espacios.
   Las crónicas de estos medios fueron una manera de poner orden a un mundo en transformación (el pequeño y diario mundo de la ciudad), en un momento en el que no alcanzaban las categorías disponibles. En la búsqueda de nuevas demarcaciones, Crónica y El Día acudieron a la etnicidad leída en clave colonial, racialista o romántica; a la autoridad de la capital nacional como medida del gusto; al discurso hispanista como reaseguro de la armonía en peligro; al género como barrera entre el espacio público y el privado; al turismo como nuevo actor determinante de proyectos; a la gestión diferencial del espacio como posibilidad de restituir el orden.
   Estos diarios sostienen que San Salvador de Jujuy es una ciudad, que en ella hace falta espacio y modernidad, y también que es necesario recordar el pasado. Ninguno de los términos es inequívoco. La ciudad se construye por oposición a otras (a algunas otras) y a la naturaleza (que es también una especial naturaleza). Por su parte, el espacio y la modernidad se gestionan dentro de proyectos que los enlazan con una tradición histórica otorgadora de derechos para algunos habitantes y no otros.

Palabras Clave: Comunicación; Historia cultural; Imaginarios Urbanos; Prensa gráfica; Representaciones.

ABSTRACT

   Searching for the senses that acquires urban identities in Jujuy's press, as the result of the struggle among the discourses,, we collected journalistic articles appeared in "Crónica" and "El día" during the period 1943-1945. In these texts, we looked for the discursive formations about the city and its actors' and spaces' differential valoration.
   These newspaper's chronicles conformed a possible way to put order to a world in transformation (the city's small and dairy world), in a moment when the suitable cathegories weren't enough. Looking for new demarcations, "Crónica" and "El Día" used the ethnicity in colonial, racial or romantic key, the authority of the national capital as measurement of the taste, the hispanistic discourse as reinsurance of the harmony in danger, the gender as a frontier between public space and private world, the tourism as a new and important actor for projects, the spaces' differential administration like a possibility for order's restitution.
   These newspapers say that San Salvador de Jujuy is a city, that needs space and modernity, and also that is necessary to remember the past. None of these terms is unequivocal. The city is built by opposition to other ones (to some of them) and to the nature (that is also a special nature). By the way, the space and the modernity are gestionated in projects that ties them to a history tradition that gives rights just to some habitants.

Key Words: Communication; Cultural History; Newspapers; Representations; Urban imaginaries.

"Lo que hace diferente a una ciudad de otra no es tanto su capacidad arquitectónica...
cuanto más bien los símbolos que sobre ella construyen sus propios moradores.
Y el símbolo cambia como cambian las fantasías que una colectividad despliega
para hacer suya la urbanización de una ciudad."
Armando Silva

   Los recuerdos urbanos se relacionan con silencios y olvidos, pero también hay palabras que nos permiten recuperarlos. Tras los pasos de quienes recorrieron San Salvador de Jujuy y alimentaron con imágenes, sonidos y relatos algunos de los fantasmas que hoy la habitan, recurrimos a la lectura de dos periódicos locales, Crónica y El Día, en sus ediciones de 1943, 1944 y 1945.
   Elegimos esos años como parte de un período en el que San Salvador de Jujuy vivió profundos cambios (Nota 2). Creemos que las páginas de los diarios han dado cuenta de las tensiones implicadas en esa transformación. 1943 es el año elegido para iniciar el análisis, porque en ese año el gobernador Quintana declara feriado provincial al día 19 de abril, aniversario de la fundación de Jujuy (Nota 3). Oficializar la celebración representa un paso importante en la historia de la ciudad, y en la conformación de una cierta tradición histórica que la liga fuertemente al momento de la fundación (Nota 4).
   La mención a la tradición histórica remite a un concepto central en el análisis que emprendemos: el de imaginarios urbanos (Silva, 2000). Con él, nos referimos a la aplicación para el estudio de la ciudad de la idea de imaginario colectivo. Los imaginarios colectivos (Baczko, 1991) son una constelación que ilumina el juego identitario. En efecto, al designarse comunitariamente, una colectividad elige imágenes que marcan territorio y límites, amigos y enemigos, aliados y rivales. También impone un sistema de creencias, eligiendo determinadas versiones de los recuerdos y algunos proyectos y no otros para el futuro. Este trabajo siempre inacabado de construcción de la hegemonía (Nota 5) relaciona complejos sistemas, mitos, utopías, ideologías, y se articula en distintos lenguajes. Su dimensión simbólica no significa la sujeción a una realidad material desnuda de relatos, sino que apela justamente a la construcción de la sociedad a partir de este plano.
   La implantación de los media, por su parte, se relaciona profundamente con los imaginarios sociales ya que sus producciones anudan relaciones complejas entre información e imaginación (Baczko, 1991: 31). Intentaremos iluminar algunos de estos nudos a partir de los artículos periodísticos en análisis.
   De manera que sostenemos la validez de analizar un conjunto de notas periodísticas aparecidas en los diarios jujeños "Crónica" y "El Día" como corpus adecuado para dar cuenta de una parte de los sentidos en juego en la formación de un cierto imaginario de San Salvador de Jujuy como ciudad en el período 1943 – 1945 (Nota 6). No olvidamos las críticas que este tipo de abordaje ha suscitado en el análisis cultural. Nos referimos a opiniones como la de Ginzburg (1996) acerca de la inocencia de G. Bollème de utilizar la literatura de colportage como vía de acceso fecunda para el análisis de la cultura popular. Para Ginzburg, este tipo de operaciones sustituye la "literatura popular" por "literatura destinada al pueblo" de una manera en que oscurece la herencia popular, en un atajo para evitar la dificultad de reconstruir una cultura oral. Lejos de intentar brindar una imagen "estereotipada y edulcorada" (ídem: 13) de la cultura popular recurrimos a los medios masivos como fuente valiosa para dar cuenta de una cierta "estructura de los sentimientos" (Nota 7) que pone en evidencia el largo y complejo camino de construcción de la hegemonía, evitando reducir la dominación al simple reflejo de una estructura material que todo lo determina. Creemos que el pasaje a lo urbano y lo moderno -característico del inicio del siglo pasado- es acompañado por los diarios en el período elegido, que además es una etapa de fortalecimiento de la idea de nación. Proponemos, entonces, estudiar la ciudad a partir de cómo la dicen los periódicos, como lugar del acontecimiento cultural y como escenario de un efecto imaginario, como sitio en el que la cosa física y sus escrituras van parejas "una llamando a lo otro y viceversa" (Silva, 2000: 20).

Una ciudad en transformación

   Los diarios analizados interpretan que San Salvador de Jujuy vive una explosión demográfica que (como veremos en el siguiente apartado) la transforman de una manera inusitada.
   Los cambios se relacionan con un aumento de población del que no hay datos oficiales, pero los periódicos se encargan de saldar dudas recurriendo a los indicios que brinda la materialidad de la ciudad:

"No hay duda que sobre todo en la ciudad y zonas aledañas la población se ha densificado sensiblemente estos últimos años. Lo evidencia la circunstancia de que es problema abstruso conseguir casas residenciales. Dependiendo hoteles como pensiones y alojamiento de cualquier índole están abarrotados" ("Crónica", 10/1/45, pág 1).
"Nunca como ahora se ha notado en Jujuy, la escasez de la vivienda" ("Crónica", 22/3/45).
"Hay que admitir que la ampulosidad en la población capital de la provincia ha cobrado proyecciones inusitadas estos últimos diez años.
Ya desde 1930 la densidad urbana alcanzó índices que se podían colegir con el fenómeno frecuente de no encontrar casas habitaciones desocupadas, pues apenas se desalquilaba una, de inmediato se interesaban en ella más de diez familias" ("Crónica", 22/3/45).

   O bien a fuentes, que si bien merecen diferente confianza, se aceptan con alborozo:

"Si hemos de dar crédito a lo que nos informa el 'Almanaque Peuser del Mensajero – 1945', hay que admitir que Jujuy tiene un aumento desusado de población" ("Crónica", 10/1/45, pág 1).
"No hay en Jujuy una denatalidad que pueda ser motivo de inquietud como fenómeno de decrecimiento demográfico" ("Crónica", 1/2/45, pág 4).
"Las cifras más altas, en cuanto a matrimonios, defunciones y natalidad corresponden a la capital. Esta ciudad tenía –a estar de lo calculado en el cuadro difundido por la Dirección de Investigaciones Económicas y Sociales de Jujuy– 35.986 habitantes al 31 de diciembre de 1943. Al 31 de diciembre de 1944 se ha registrado un total de 36.462" ("Crónica", 1/2/45, pág 4).
"La ciudad evoluciona hacia un futuro promisorio:
Se prosigue así con el plan puesto en práctica desde las primeras construcciones dispuestas por la intervención federal, tendiente a dar a Jujuy una fisonomía edilicia a tono con su creciente evolución en los más distintos órdenes" ("Crónica", 4/1/45, Nº 3633, pág 3).

   Ahora bien, ¿quiénes son los nuevos habitantes que transforman tan profundamente la ciudad?. Los cambios se relacionan con un aumento desusado de la población, pero notablemente no se menciona a inmigrantes ni a extranjeros, en un silencio muy sugestivo.
   Hay, sí, empleados que necesitan y merecen viviendas. ¿Dónde vivían antes?. El reclamo tiene que ver con el reconocimiento de nuevos actores y sus derechos.
   También aparecen en la ciudad un conjunto de personas fuertemente marginales:

"Los espectáculos más repugnantes y groseros tienen siempre por teatro el conventillo, donde conviven familias pobres, individuos anormales, sujetos ociosos, alcoholistas consuetudinarios, mujerzuelas repugnantes y criaturas inocentes; todos en una mezcla o en una promiscuidad que lacera el corazón y estruja el alma de quien visita estos estercoleros" ("Crónica" 15/4/44, pág 1).

   En cuanto a las mujeres, solamente se las nombra en relación con el espacio doméstico, como acompañantes de la empresa valiente de su esposo (en el caso de Bernardina Mejía Miraval de Argañaraz y Murguía, esposa del fundador, reseña publicada en "La Opinión", el 20/4/43), o como encargadas del hogar y sus preocupaciones:

"Para las amas de casa es problema complejo dar con fámulas hábiles o entendidas en el mecanismo del orden doméstico, traducido en las faenas culinarias, en el arreglo y en la limpieza del hogar" ("Crónica", 12/1/45, pág1).

   Una mujer escribe una crónica de la Puna, pero el lugar de la artista es excepcional, y como tal no contradice el rol genérico asignado a la mujer.
   Los indios, como se verá en el apartado "Los otros de la ciudad", se mencionan solamente como habitantes rurales o trabajadores de ingenios, nunca como habitantes de San Salvador de Jujuy.

Una ciudad moderna iluminada por el pasado

   Entre 1943 y 1945, los diarios jujeños no registran una poética urbana dedicada a San Salvador de Jujuy que pudiera asimilarse a -por ejemplo- las aguafuertes porteñas de Arlt (Nota 8). La interpretación explícita de los periódicos en cuanto a la actualidad de la urbe es disfórica, y las notas relativas a la modernidad se relacionan con una pérdida intensa. La pérdida tiene que ver con la falta de estilo, de orden. Por su parte, la comprobación de lo que Sarlo (1999) llamara "cultura de mezcla" aparece como una herida que se inflige a la ciudad otrora armónica.

"El snobismo de intendentes reformistas, muy amigos de endomingarse como dependientes de tahona y boliche, derribó venerables reliquias de la gloriosa ciudadela, para reemplazarlas por una mezcolanza de adefesios sin disculpa aceptable, todo a título de mejor servicio a la estética y a la higiene" ("Crónica", 21/4/43, pág 1).
"Hoy un caserío inarmónico sin estilo ni personalidad, amontona bajo nuestra luz y dentro de esta urna de esmeraldas, sus fachadas y perfiles duros, escuetos, despojados de todo arte" ("Crónica", 21/4/43, pág 1).

   Como reacción se propone, en cambio, una ciudad de corte hispano.

"Por los paisajes que rodean a esta ciudad, debe darse a ella el conjunto armonioso y severo de la arquitectura sevillana, que puede realizarse para mayor hermosura con las combinaciones del morisco y el castellano" ("Crónica", 21/4/43, pág 1).

   Las representaciones periodísticas de estética urbana vinculada al hispanismo se relaciona con una tendencia identitaria esencialista, de fácil integración -como los demás aspectos que trabajamos en este apartado- con la construcción de una tradición vinculada genealógicamente a la colonia o a las guerras independentistas.
   De esta manera, las propuestas para el futuro de la ciudad aparecen mediadas por el reclamo de volver al pasado. No podemos menos que recordar la hipótesis de la "edad de oro", entendida como un viejo orden reconstruido por la memoria como un pasado contra el que se evalúa "en hueco" el presente, una operación de perspectiva regresiva pero a la vez impugnadora de lo que se percibe como injusto. Por cierto, tanto Williams (2001) como Sarlo (1999) proponen la imagen para condensar cierta nostalgia relacionada con la vida campestre. Pero en el caso de San Salvador de Jujuy, quienes recuerdan otra ciudad (Nota 9) y fundan en la nostalgia la construcción de su imaginario reclaman el regreso al estilo y a las viejas costumbres patriarcales de la colonia o a la tradición de las guerras de la independencia y no al ámbito rural.

"El turista que viaja hoy del litoral, andado 1.800 km con la esperanza de encontrar la ciudad colonial de la gesta épica, queda decepcionado al ver la urbe pretenciosa del siglo XX" ("Crónica", 21/4/43, pág 1).
"... la tradición lugareña reviviría gloriosa en su esplendor, más iluminada en lo íntimo acaso por el retorno de los espíritus de la vieja estirpe patricia." ("Crónica", 21/4/43, pág 1).
"Porque más de tres siglos de vida intensa conoció nuestra ciudad desde aquel día de 1593, es que aún se nutre con el valor de sus tradiciones blasonadas. Porque el pergamino que acredita su nobleza no es otra cosa que la parte de la grandiosa porción de la historia patria escrita con denodado espíritu civilista, y que su emblema refulge en el concierto de sus hermanas argentinas." ("El Día", 19/4/45, pág 5).

   El pedido es claramente adscribible a una elite que se considera desplazada, al menos en cuanto a las decisiones estéticas relacionadas con la ciudad, pero también se critica la dimensión mercantil y el liberalismo como ideas que se reflejan en los nuevos perfiles urbanos. Ideas que contrariarían las viejas formas de vida de todos los habitantes de la ciudad. De manera que, si bien desde una perspectiva regresiva que emerge del descontento por lo nuevo, la "edad dorada" es impugnadora del capitalismo (Nota 10), como vemos en las siguientes citas:

"...el estilo moderno es desolado, vanilocuente, crudamente mercantil; la vista resbala por sus muros acribillados de ventanas sin encontrar un detalle que no esté privado de armonía accesoria" ("Crónica", 21/4/43, pág 1, resaltado nuestro).
"El modernismo barrió con la herencia romántica e impuso las normas de un liberalismo crudo de importación, y disolvente, atenuado en parte por el freno de una fiscalización recíproca tradicional" ("Crónica", 21/4/43, pág 1, resaltado nuestro).

   Como dijimos, los diarios locales del período comprendido entre 1943 y 1945 reclaman desde sus páginas una vuelta al pasado ordenado, colonial o patricio, de la ciudad. La nostalgia se vive con todos los sentidos: se añoran el sabor de las chirimoyas de otrora, el perfume de los jazmines, la lenta velocidad de los carros, el rumor de las acequias.

"Podría ser la ciudad de las begonias y las orquídeas, la ciudad que a la sombra de matos y naranjos cantaran los chalchaleros, cardenales y reinamoras, la que vistiera de gala con los jazmines trepados a balcones andaluces y a marquesinas estilo renacimiento, la que en cada patio tuviera un grupo de ceibos, lapachos y tarcos, que son los príncipes de nuestra flora." ("Crónica", 21/4/43, pág 1).

   Sin embargo, aquellas noticias de las "zonas blandas" (Ford, 1996) de los periódicos, las que no se ofrecen en clave editorial o de opinión (espacios que no están expresamente marcados pero pueden reconocerse fácilmente en el tratamiento estilístico) se inclinan por la modernización de la ciudad. Es así como las líneas de lo que podríamos llamar "información general" reclaman con urgencia desodorizar un ambiente agresivo a "las pituitarias", radiar los caballos del centro de la ciudad, procesar la basura de manera higiénica y mecánica.

"En la ejecución de esta obra de extraordinaria importancia para la ciudad [los hornos incineradores de basura] han sido contemplados todos los adelantos de que informa la técnica moderna con el fin de que la obra rinda al máximo de beneficio, justificándose ampliamente la generosa suma invertida en su construcción." (Crónica, 4/1/45, pág 3).
"La intervención nacional sintoniza con el anhelo público, en lo que concierne a esta misma acción de gobierno. Está iniciando un saludable ritmo en este sentido. En la manzana donde se hallaba situado el Corralón Municipal, frente a la estación Sanitaria, ha dado comienzo mediante licitación adjudicada a un contratista, a la erección de catorce casas modernas para empleados" ("Crónica", 14/4/44).
"Las caballerizas existentes en esta ciudad, según lo dispuesto por la Municipalidad, deberán instalarse en las afueras, eliminándose así los referidos peligros". ("El Día", 3/1/45, pág 6).

   Para defender el afán modernizador, se critican y denuncian los rasgos que lo vulneran:

"... Todo ese sitio [el barrio denominado "Puerto Nuevo"] ofrece las perspectivas de un foco infeccioso, calificativo nada exagerado, ya que basta acercarse a la periferia para sentir la pituitaria herida por los olores nauseabundos." ("Crónica", 21/3/45, pág 1).
"... ayer tuvimos oportunidad de contemplar dos equinos paseando en pleno día por plena calle Alvear, ocasionando molestias al libre tránsito de los vehículos y también a los transeúntes, especialmente a las criaturas, ya que para ellas significan un mayor peligro, por cuanto están expuestas a que por cualquier descuido reciban una coz que puede serles de fatales consecuencias." ("Crónica", 25/1/45, pág 3).

   En la misma línea modernizadora se propicia la normalización del espacio público central: radiar conventillos y salones de baile, uno por ser lugar para las bestias, el otro por el mal ejemplo a los jóvenes. Nada se dice de la humanidad de quienes habitan esos espacios o trabajan en ellos, que quedan adscriptos a una dimensión "natural" y, en ese movimiento, fuera de cualquier proyecto posible de urbe. También en este caso la higiene sirve de argumento.

"El conventillo atenta contra todo lo más sano de la raza. Hay que abolirlo, eliminarlo, arrancarlo de cuajo, como las malas hierbas, barrerlo del panorama urbano.
La municipalidad de la capital, instada, acicateada, impulsada y obligada por la autoridad gubernativa, dispuso la clausura del inquilinato de la calle Belgrano, situado en el corazón de la ciudad, en pleno centro, en el sector comprendido entre Necochea y Balcarce.
Tuvo que usar de la fuerza pública para compelir y expulsar a los vecinos que no querían salir de aquél redil infecto, después que la Dirección Provincial de Sanidad calificó a aquél conglomerado como un foco infeccioso, y luego que una inspección determinó que la seguridad adolecía de riesgos para todos los moradores." ("Crónica" 15/4/44, pág 1).
"Se fijó un radio en Villa las Rosas para la instalación de cabarets, dancings y demás locales de actividades similares, cuyo funcionamiento implique desmedro de la moral y tranquilidad de la población." ("El día", 3/1/45, pág 6).

   La "normalización" del espacio urbano que referimos encuentra su reaseguro en la intervención policial o las activas políticas del estado (Nota 11), cuya ausencia se denuncia:

"De un tiempo a esta parte, se ha notado una falta absoluta de vigilancia policial, en el barrio denominado "Villa Castañeda", como si en dicho lugar no hiciera falta la presencia de un representante del orden público" ("Crónica", 8/1/45, Nº 3636, pág 6).

   Además, se reconoce la emergencia de nuevos actores: los sectores populares, y la reivindicación de sus derechos. Estos derechos incluyen el de la vivienda propia, de indudable repercusión en la vida de la ciudad.

El problema de la vivienda, que es pavoroso en grandes concentraciones, en Jujuy, que es ambiente reducido, adquiere unos índices inquietantes ("Crónica", 22/3/45).
"... en el sentido de conjurar el problema de la vivienda que tanto preocupa al trabajador manual como al de la clase media, ya que en ambos incide sobre sus economías." ("Crónica", 22/3/45).
La intervención nacional sintoniza con el anhelo público, en lo que concierne a esta misma acción de gobierno. Está iniciando un saludable ritmo en este sentido. En la manzana donde se hallaba situado el Corralón Municipal, frente a la estación Sanitaria, ha dado comienzo mediante licitación adjudicada a un contratista, a la erección de catorce casas modernas para empleados. ("Crónica", 14/4/44).

   Pero, en sintonía con el reclamo por una ciudad que recupere costumbres patriarcales, hay preocupación por la transformación de las relaciones con los trabajadores y exigencia de un mayor disciplinamiento a la fuerza del trabajo.

"Al ser empleada, [la mucama] declara enfáticamente que sabe cuáles son sus obligaciones y que su remuneración no tiene que ser menor de 35 pesos" ("Crónica", 12/1/45, pág1).
"... hay necesidad de dictar reglamentaciones que impongan la gente de servicio doméstico, en la cual se registren condiciones de moralidad, datos sobre su conducta en el período reciente o inmediato y, especialmente, su estado de salud, mediante revisaciones facultativas trimestrales" ("Crónica", 12/1/45, pág 1).

   En su aporte a la construcción de un imaginario colectivo para San Salvador de Jujuy, los diarios analizados consideran que lo valioso de la ciudad estaría en la recuperación y acentuación de rasgos que la convirtieran en una "estampita" de la leyenda patria, o bien del período colonial. En precario contrapunto, se reclama una modernización de la ciudad que permita mejorar la calidad de vida de la mayoría de sus habitantes.
   En la propuesta estética de una ciudad de alta vinculación con el pasado se inscribe la estrategia de construcción de una tradición de fuerte ligazón con el período colonial y, complementariamente, con las Guerras de la Independencia. La elección de cualquiera de los dos hitos no aparece como contradictoria, aún cuando el relato colonial contiene la relación con el avasallamiento de la sociedad indígena, mientras que la épica de las guerras independentistas permitió justamente borrar esta primera apropiación de la historia oficial (Karasik: 1994).
   En la mención a la ciudad colonial y la vuelta a los valores patricios que la acompañan, los periódicos recogen y proponen -ya que la circulación no es lineal- los reclamos de una elite. Pero en la apuesta por una ciudad moderna, con casas económicas y servicios masivos avalados por la técnica, parecen dirigirse a los emergentes sectores populares urbanos. El uso instrumental del tiempo y de la historia que realizan los periódicos demuestra la ambivalencia en el tratamiento de la imagen de la ciudad por los periódicos analizados, una necesidad de los medios para relacionarse con un público heterogéneo que comienza a plantearse a los periodistas jujeños en estos años1.

Una ciudad iluminada por los otros.

   Si la relación con el otro es uno de los elementos a tener en cuenta a la hora de definir las identidades colectivas, es necesario detenernos en los "otros" que los diarios analizados oponen o comparan a las imágenes de San Salvador de Jujuy.

- Luces y sombras de la gran ciudad
   Hicimos referencia a la descripción de la ciudad ligada intensamente al recuerdo de su pasado colonial. En ese sentido, el recuerdo de los chirimoyos volteados por "el snobismo de intendentes reformistas" se justifica en parte por el hecho de que sus frutos hayan sido "celebrados en las mesas de Buenos Aires" (Crónica, 21/4/43, pág 1).
   Además, la visita del viajero de la capital también se esgrime como argumento para defender los perfiles coloniales de la ciudad "herida" por la pasión reformista (Nota 12):

"... para ver casitas modernas no hacía falta dejar Buenos Aires y armar semejante viaje" –dice el visitante chasqueado. No solamente paisajes vienen a buscar los amantes de la belleza y la historia; el arrostrar molestias y fatigas por tantos días y bajo climas y tierras extraños, esperan hallar el ambiente amable y señorial del sigo pasado, que debió sobrevivir intacto donde la gloria y el martirio resplandecieron tantas veces." (ibídem).

   Sin embargo y aunque se evita el rechazo al "forastero", se señala que muchas de las costumbres y vivencias locales se oscurecen en la percepción del habitante de la gran ciudad. De esta manera, queda categorizada una cierta pertenencia que asignará derechos y obligaciones a partir de la pertenencia socio-territorial.
   En ese juego de distanciamientos que busca categorizar a aquel que interpreta la ciudad, la usa y la valora sin reclamar un lugar en ella, porque está de paso, San Salvador de Jujuy se ofrece como una pequeña ciudad colonial de bellas vistas y vida tranquila, pero se rechaza explícitamente la idea de quedar adscripta a la ruralidad, reclamándose una presentación acorde a su status citadino:

"Tampoco hay que olvidar que el turista [que proviene de la gran ciudad] es persona que gusta el uso de vestuario [cómodo], durante su estada de recreación. Mal puede favorecerlo, entonces, el que se lo obligue a mantenerse dentro del apretón de un cuello duro, por así reclamarlo la categoría central de la urbe" ("El Día", 18/1/45, pág 6).

   Hay quien directamente niega la posibilidad de atraer al visitante por fuera de una oferta relacionada con las vistas naturales y el descanso:

"los turistas vienen de grandes ciudades a pasar una temporada de campo, de modo que no les interesa Jujuy como ciudad, sino por unas horas".("Crónica", 25/1/45, pág 1. Declaraciones de Jorge Pasquini López en relación con su proyecto del Hotel "Alto de La Viña", ubicado en las afueras de la ciudad).

   Se inscribe en la misma estrategia el recuerdo de los peligros de la gran capital, y su impacto en las formas de vida:

"ese mismo lugar sirvió de planta al barrio evacuado hace un año, que el vulgo denominó "Puerto Nuevo", por su similitud con el radio porteño del mismo nombre, que asila a tanta gente astrosa" ("Crónica", 21/3/45, pág1).

   Consideramos que de esta manera, los diarios ofrecen un imaginario urbano de San Salvador de Jujuy que se recorta en parte contra otra ciudad, la capital nacional. Buenos Aires es oponente, un "otro" lamentablemente expuesto a peligros y multitudes, pero también medida del gusto, en una ambivalente relación de superioridad (Nota 13) y admiración que admite (y solicita) su juicio en materia de distinción.

- Resplandores puneños
   Con la mención de la Puna, los diarios rescatan una imagen de San Salvador de Jujuy profundamente "civilizada" y urbana. La relación con el Norte se escribe en el clásico contrapunto de la díada campo – ciudad. De esta manera, la Puna es el lugar de los colores y del paisaje:

"Había un silencio de tolares, de cerros y de cielo que envolvía.
¡Pobre puna tan sufridora, tan falta de calor y tan llena de reposo!...
Abandoné ese sitio y me dirigí al cerro. Este tenía a esa hora dos colores: de cobre donde daba el sol y oscuro a la sombra; esta iba paulatinamente bajando". ("Crónica", 20/1/45, pág 4).

   También es sitio de sonidos y músicas únicas:

"Oyendo el miserere
Pavoroso del viento de la Puna"

   La Puna es escenario por excelencia. Lugar de lo idílico y pastoral, se ofrece a la vez como espacio de reflexión y retiro, en contraposición a la vida urbana cada vez más agitada:

"Quise purificarme un día, cansada de vivir mis horas alocadas, y vagué por los campos y recorrí distancias. Encontré en la soledad de tierra y cielo la alegría perdida y viví como viven las plantas de mi tierra bajo la luna" ("El Día", 3/1/45, pág 7).

   La Puna, de todos modos, es tanto naturaleza deseada como temida. Ya sea en forma de "puntas y cardos" o como sequía y vastedad imposible de conocer, la Puna conserva una cierta agresividad que atemoriza al citadino y que de algún modo completa la estampa campestre.
   Pero al abandonar las propuestas más estetizantes (los poemas, las leyendas que se incluyen habitualmente en las páginas de los periódicos analizados) la Puna (y, en general, lo que se denomina "el Norte" que incluiría también a la Quebrada) se desliza rápidamente hacia un pasado relacionado con el "atraso":

"Es de hacer notar que en esta última región [Susques] durante 1944 sólo se han producido 3 matrimonios, lo que contrasta con los nacimientos, que se remontan a 48.
Parece que en Susques la gente vive en pleno medioevo, con la institución antisocial del amor libre, que horroriza, por supuesto, a los que quieran no probar las cóleras divinas." ("Crónica", 1/2/45, pág 4, resaltado nuestro).

   Los periódicos analizados consideran que el habitante de la Puna es el indio, un bucólico personaje que habita la melancolía norteña.

"Se apoyó en la piedra y empezó su música el rústico. Qué sugestión de notas!. ¡Qué armonía! ¡Cómo admiré a aquél indio!. Reconocí en él al representante auténtico de América. A la par que tocaba, su cara se abismaba en la melodía. Sus ojos oblicuos, casi imperceptibles a través de sus cejas tupidas, se volvieron remansos; el bronce de su piel fue tomando tonalidades distintas a medida que la luz, cambiante a esa hora, se proyectaba sobre su poncho de colores." ("El Día", 3/1/45, pág 7).
"Muy pronto seguí, pero como el calor tajeaba el aire, opté por llegar a una choza que encontré. Había un hombre sentado trabajando una soga. A los hilos los había atado a una punta. Al nudo lo hizo encajar encajando la horqueta... Una mujer cocinaba en el suelo en un fogón formado por un círculo de tola y una anciana hilaba en una esquina con su "pusca". Al frente dormitaba una capilla" ("Crónica", 20/1/45, pág 4).

   Los párrafos que anteceden muestran que la etnicidad, como clivaje de diferenciación social, es relatada en clave romántica. Sin embargo, y en otros fragmentos de los mismos textos, podemos leer fuertes marcas de subordinación.

"Recordé entonces que el indio recela del blanco, le teme y le admira. –Qué es eso, le pregunté ordenándole". ("El Día", 3/1/45, pág 7, resaltado nuestro)
"Este aborigen magro es el prototipo del puneño (...) Cruza los brazos cuando habla con puebleros.
Descendiente incontaminado de la estirpe ¡cuán pobres tus rasgos!" ("Crónica", 20/1/45, pág 4, resaltado nuestro).

   Cuando el indio, habitante norteño, abandona su "paisaje natural" la relación es aún más compleja ya que implica, por ejemplo, la inserción en el incipiente mercado de trabajo de los ingenios.

"El elemento criollo supera a los indios en lo que respecta a sus condiciones de trabajo" ("Crónica", 13/4/44, pág 5).

   La relación con la Puna, y con el "indio" como su habitante prototípico, hablan de la construcción de un escenario en el que lo idílico y lo atrasado se tensan pero logran construir claramente un espacio contra el que puede contrastarse a la ciudad.

- Vecinos.
   A la hora de aportar a un imaginario de progreso para San Salvador de Jujuy, los periódicos locales recurren, entre 1943 y 1945, a la vecina ciudad de Tucumán. Es así como la comparación se establece con la mayor ciudad de la región, como modelo posible de imitación y aprendizaje.

"Se quería hacer aquí, lo que se corporizó en Tucumán, en los bajos del río Salí, donde se formó el parque 9 de julio, que es uno de los paseos más amplios y más hermosos con los que cuenta el Norte Argentino, como expresión del urbanismo" ("Crónica" 30/5/44, pág 1).

   Ciudadela colonial para el visitante de la capital, foco de civilización que se recorta sobre la puna, o sede de proyectos urbanos modernos asimilables a los de la gran ciudad de la región, en juegos de oposición o de comparación, San Salvador de Jujuy queda siempre imaginada como ciudad en las páginas de Crónica y El Día, que presentan, califican y defienden su dimensión urbana.
   Así como en las grandes metrópolis la imagen urbana se opone al campo (Williams, 2001; Sarlo, 1999), en el caso de San Salvador de Jujuy, pequeña capital de provincia, los diarios del período analizado proponen un imaginario a partir de una diferenciación con dos grandes "otros". Por un lado, la ciudad de Buenos Aires, la gran capital, la metrópoli de la que se aleja en cantidad de habitantes, actividad económica y social, lugar de importancia en la percepción del ciudadano y en el concierto de la nación que se reafirma. Por el otro, San Salvador de Jujuy se considera ciudad -y civilización- oponiéndose a la Puna, que queda adscripta a la naturaleza y con ella al descanso, a la admiración de las especies, y también a la poesía.
   Diríamos que hay un doble juego de oposiciones. Ese posicionamiento le permite construirse como ciudad capital de provincia y, a la vez, como pequeña localidad del interior nacional. De manera complementaria, la adscripción a la región surge de la relación con la ciudad de Tucumán, que por sus dimensiones y su dinámica urbana, se constituye como referente central del Noroeste. San Miguel de Tucumán es un hito de comparación a la hora de considerar, por ejemplo, planes urbanos.

DOS PERIÓDICOS PONEN ORDEN A SU MUNDO (Nota 14)

   Después del recorrido por las páginas de "Crónica" y "El Día" de 1943 a 1945, cabe preguntarnos: ¿los artículos de estos diarios se limitan a una tarea de reproducción (Nota 15) mecánica de las añoranzas y temores de una elite jujeña que se considera amenazada por la emergencia de los sectores populares o su papel en la oferta de imaginarios urbanos para San Salvador de Jujuy es una tarea de complejas estrategias?.
   Baczko (1991) sostiene que los medios "fabrican y emiten" –más allá de las informaciones de actualidad– los imaginarios sociales, las representaciones globales de la vida social, de sus agentes, instancias y autoridades, los mitos políticos, los modelos formadores de mentalidades y de comportamientos, las imágenes de los "lideres", etc. O sea que la información estimula la imaginación social, y los imaginarios estimulan la información, en un proceso de circulación continua, en la que los fenómenos se contaminan permanentemente unos con otros, en "una amalgama extremadamente activa a través de la cual se ejerce el poder simbólico" (Ibíd.:32).
   En este contexto, es posible pensar las notas periodísticas analizadas como un espacio que reúne lo culto, lo popular y un incipiente esbozo de lo masivo. Las menciones al saber científico y a las investigaciones técnicas se encuentran con formas narrativas populares, con dramatizaciones del relato y con el trabajo sobre las expectativas del lector, articulándose dentro de un producto producido serialmente como es el diario.
   En la medida en que esta interdiscursividad se conecta con lo nacional y con lo regional, las notas dejan de ser simplemente periodísticas para convertirse en un espacio donde se propone(n) modelo(s) de identidad, urbana y jujeña, construido(s) desde un medio de comunicación en un proceso que no deja de ser conflictivo. Con esto, sostenemos que cualquiera de estos periódicos puede ser reservorio y a su vez productor de "marcas" identitarias correspondientes a un período histórico, generado en el imaginario colectivo de una sociedad específica (Nota 16) y que la simple adscripción de la producción mediática al campo dominante por el sistema de propiedad de los diarios resulta una restricción que limita el análisis. Si la dominación ejercida por los medios se lee solamente en clave de sistema de propiedad, es posible olvidar otros clivajes – algunos de los cuales se han señalado aquí - que aumentan su potencial proteico y, con él, su efectividad.
   Por otra parte, si bien es necesario considerar las limitaciones de la tirada, también lo es preguntarse por prácticas de lectura populares que amplían considerablemente el público lector, y que pueden inferirse ante el tipo de artículos propuestos y las modificaciones relativas al diseño que van gestándose en la época.
   Asimismo, el tratamiento de las representaciones en juego como de circulación restringida a un grupo social - que termina concibiéndose como un conjunto cerrado y autosuficiente - obtura la potencialidad de aplicar la idea de "formaciones discursivas" (Foucault, 1996) y deviene en interpretaciones reñidas con las múltiples articulaciones y reformulaciones características de la construcción de la hegemonía.
   Si bien no puede oscurecerse la evidente posibilidad de los medios de construir un "público", que consume sus productos, actividad en la que reside gran parte de su poder, la misma posibilidad implica una compleja tarea de articulación que le permita ser leído por un colectivo heterogéneo, un trabajo que los diarios jujeños de la década de 1940 comienzan a delinear. Esta advertencia crítica permite saldar en parte el gran dilema de los estudios de la cultura popular (Strauss, 1991), que admite el brillo de las costumbres y el gusto populares sólo cuando están lo suficientemente alejados –ya sea en el tiempo o en el exotismo de sus costumbres (Nota 17). En cambio, las producciones mediáticas occidentales quedan sospechadas de masividad, y se las arroja sin discusión al terreno de la alineación.
   Retomando la dimensión de articulación de discursos en perpetua batalla por un sentido siempre inacabadamente hegemónico, resulta interesante la idea de "mediación" que Jesús Martín Barbero (1998) trabaja en relación con los medios. El autor colombiano se ocupa de los desafíos que los procesos culturales y tecnológico-comunicativos plantean a las ciencias sociales, que "no pueden ignorar hoy que los nuevos modos de simbolización y ritualización del lazo social se hallan cada día más entrelazados a las redes comunicacionales y los flujos informacionales" (Ídem: 47). Ante tamaña empresa, Martín Barbero plantea la necesidad de una crítica radical, que sin embargo sea capaz de distinguir tanto la complicidad de los media en las manipulaciones del poder y el mercado como el lugar estratégico que ocupan éstos en la vida cotidiana de las mayorías, transformando sensibilidades y modos de construir imaginarios e identidades.
   Es que lo culto, lo tradicional o lo popular no es borrado por la industrialización de los bienes simbólicos (Nota 18), sólo que a la cuestión estética se agrega la lógica del mercado y, con ella, una forma específica de producción que los transforma. Los bienes antes conocidos como cultos o populares no se desvanecen con la modernización, sino que se reubican en otras condiciones. Para este autor, dichas condiciones serían más simétricas, relativamente semejantes. Lo que desaparece es la pretensión de construir universos cerrados y autosuficientes, en los que lo popular excluiría lo culto, y lo tradicional no podría coexistir con lo moderno.
El ejercicio del poder simbólico que se juega en los medios busca multiplicar y reforzar una dominación efectiva por la apropiación de símbolos, por la conjugación de las relaciones de sentido y de poderío, siempre dentro de ciertas condiciones simbólicas de posibilidad (Baczko, 1991: 17). Las representaciones de los periódicos analizados en este trabajo forman parte de la historia de un dispositivo social complejo en el que el imaginario urbano de San Salvador de Jujuy ha quedado articulado mediante ideas, imágenes, ritos y modos de acción.
   Si consideramos, como lo hacemos, que estas crónicas fueron una manera de poner orden a un mundo en transformación (el pequeño y diario mundo de la ciudad) terminaremos estas líneas diciendo que a Crónica y El Día, como al burgués de Montpellier (Darnton, 1987), no le alcanzan las categorías disponibles para describir a su ciudad. En la búsqueda de nuevas demarcaciones, acuden a la etnicidad leída en clave colonial (criollos, indios y forasteros), a la autoridad de la capital como medida del gusto, al discurso hispanista como reaseguro de la armonía en peligro, al género como barrera entre el espacio público y el privado, al turismo como nuevo actor determinante de proyectos. El "nosotros" al que apelan es masculino, adulto, criollo y perteneciente a las elites locales. Y, para estos diarios y en el período analizado, esos son los rasgos que conforman al ciudadano jujeño. Poderosamente etnocéntricos, los relatos de los diarios son sin embargo multiformes.
   Es así como en los textos se ha recurrido tanto a la fundación como a las Guerras de la Independencia para dotar a la ciudad de un pasado añorado, si bien elegir uno u otro hito tienen consecuencias importantes a nivel de los relatos.
   Recordar la fundación implica siempre el peligro de pensar en un pasado anterior a la llegada de los colonizadores y, con ello, una velada amenaza de restitución de derechos a los primeros habitantes de la región (Karasik, 1994). El potencial explosivo queda saldado recurriendo a la vieja imagen de una América rica y vacía a la que el conquistador trae su lengua, su cultura y su riqueza. El argumento se refuerza adscribiendo al indio a la naturaleza. Es así que las culturas originarias, de reconocida vitalidad en la cotidianeidad de la ciudad aún hoy, se remiten a una Puna silenciosa e idílica, el espacio natural por excelencia, ajeno a la vida urbana. Atrasados o hermosos como estatuas, evidentemente los indios no son ciudadanos y mucho menos acreedores potenciales de los bienes que las elites se autoatribuyen por lazos genealógicos que comienzan justamente en la conquista.
   El vínculo con las guerras de la independencia –el favorito en la tradición histórica oficial de Jujuy (Karasik, 1994)- es menos problemático. Considerarlas como iniciáticas deja fuera de la selección a la conquista y, por tanto, los problemas asociados a un pasado que la supera. Pero en el caso de San Salvador de Jujuy resulta casi imposible arrancar a partir del éxodo jujeño o de la bendición de la bandera, porque la fundación está inscripta hasta en su nombre. Así que el dilema queda saldado construyendo una tradición peculiar en la que la fundación y las guerras patricias contra quienes la realizaron no aparecen como contradictorias sino como cuentas más o menos traumáticas de un mismo rosario narrativo (Nota 19). Estrategia que termina siempre vinculando los derechos y privilegios actuales a la herencia que se inicia en esas épicas (la de la fundación o la de las guerras patrias).
   En cuanto al tema de la etnicidad, de alta pregnancia en el imaginario jujeño -nos atreveríamos a decir que especialmente en el de su ciudad capital-, percibimos en el material marcas que resultan familiares en la producción mediática de nuestros días. En la tematización de la puna como naturaleza -la principal continuidad (Nota 20)- y la consideración de que el indio es su habitante prototípico, se recurre al engañoso discurso racialista biológico, que aspira a una diferenciación científica de las personas argumentando que existen rasgos raciales dados por la naturaleza, fijos e invariables, que determinan el comportamiento de las personas (Nota 21). Las rupturas con el tratamiento actual son evidentes, sin embargo pueden interpretarse como pasos en la construcción de una serie que incluye la conversión del coya - personaje bucólico en un indio con pocas habilidades para el trabajo, y luego en boliviano usurpador (Nota 22). Este pasaje derivará en la interpretación de la presencia urbana de costumbres andinas como invasión que vulnera los ideales de progreso de la ciudad que puede leerse en la prensa actual (Nota 23) (García Vargas: e/p).
   En cuanto a la incorporación de los nuevos sectores medios urbanos, no parece tan traumática si leemos los "mensajes de bienvenida" implicados en el reconocimiento del derecho a la vivienda y a una mejor calidad de vida que recorren las páginas de los diarios analizados. Incluso se reconoce derechos a los trabajadores del servicio doméstico, siempre que pasen por algunos ejercicios de normalización.
   Por su parte, así como el indio -y, con él, su cultura- no es bienvenido en San Salvador de Jujuy, tampoco hay espacio en la ciudad para "familias pobres, individuos anormales, sujetos ociosos, alcoholistas consuetudinarios, mujerzuelas repugnantes y criaturas inocentes" (Nota 24) que se mezclan en inquilinatos, salones de baile y otros espacios de la ciudad. La "gente astrosa"(Nota 25) ha de ser radiada de la ciudad, al menos de la zona céntrica, ya que al quedar fuera de la mirada la sensación de orden puede ser restituida. La presentación impersonal de este afán normalizador resulta inclusiva de todos los lectores, pretendiéndose que se trata de un reclamo de todos los habitantes de la ciudad. Este tratamiento resalta el estatuto marginal de la periferia, reforzando su relación polar con el centro (Nota 26).
   En definitiva, los diarios de 1943, 1944 y 1945 dicen que San Salvador de Jujuy es una ciudad, que en ella hace falta espacio y modernidad, y también que es necesario recordar el pasado. Ninguno de los términos es inequívoco, aún cuando producen un efecto de realidad (Hall, 1982). La ciudad se construye por oposición a otras (a algunas otras) y a la naturaleza (que es también una especial naturaleza). Por su parte, el espacio y la modernidad se gestionan dentro de proyectos que los enlazan con una tradición histórica otorgadora de derechos para algunos habitantes y no otros. Pero el juego por la legitimidad de unas formas sobre otras, el poder de la distinción y de la asignación de roles dista de ser lineal y es más complejo que el mero reflejo de la propiedad de los medios por una elite. La lucha por significar que se ejercita desde las páginas de los periódicos recurre a distintas estrategias para ser exitosa. Los diarios analizados no son un texto fijo sino -como todo lo que involucra a lo popular- una compleja construcción llena de fluctuaciones y transformaciones (Bollème, 1990: 19) que dejan al descubierto los intercambios entre el despunte de la cultura masiva, la arraigada cultura popular y los avatares de la vida cotidiana, y sus indudables relaciones con las maneras de la dominación en la capital jujeña. Abandonada la ilusión de un "terreno neutro" que nos permitiese "creer que una observación enumerativa podría ser exhaustiva, y fundar un "verdadero" balance global" (Grignon y Passeron, 1991: 87), en estas líneas hemos intentado dar cuenta de algunas de estas tensiones.

NOTAS

1) La investigación – marco de esta ponencia busca describir cómo se construye discursivamente la ciudad de San Salvador de Jujuy a partir de la identificación y valoración de la interrelación y las diferencias en el espacio público (que incluye tanto al territorio común como a la agenda mediática).
2) Si bien el período intercensal da un salto demasiado grande (de 1914 a 1947 no se producen censos nacionales) en esos años la población de San Salvador de Jujuy pasa de 7.622 habitantes a 31.091 personas. En los tres años elegidos, Jujuy tiene un gobernador (Quintana) y dos interventores (Emilio Forcher y César Méndez Chavarría). También en esos años se producen cambios de alta incidencia para la vida en la ciudad, como la mejora del alumbrado público, la extensión de los servicios de energía eléctrica y de teléfonos y la popularización del automóvil.
3) Decreto 630-G/943, reproducido en "La Opinión" del 17/4/43, pág 3; "El Día", 17/4/43, pág 3 y "Crónica", 17/4/43, pág 1.
4) Como toda tradición, esta también es selectiva (Williams, 1997: 137) y se relaciona fuertemente con la historia oficial, entendida como reconstrucción de un pasado común por las elites, un pasado que permita justificar y brindar un origen legítimo a la dominación. La tradición se conceptualiza como una versión de los significados y prácticas que constituyen un aspecto del interés de la dominación. La tradición ofrece un sentido de "predispuesta continuidad" (ídem: 138) entre un pasado configurativo y un presente preconfigurado que resulta poderosamente operativa dentro del proceso de definición e identificación cultural y social. El sentido hegemónico de la tradición es siempre el más activo. Un proceso poderoso pero a la vez muy vulnerable. Cercano a Williams en este punto, y citando a Bloch, Baczko (1991:18) sostiene: "curiosa paradoja: a fuerza de respetar el pasado se llegó a reconstruirlo tal como debió haber sido".
5) En el sentido de predominio político que no se limita a "asuntos de control político directo, sino que procura designar una dominación más general entre cuyos rasgos clave se cuenta una manera particular de ver el mundo y la naturaleza de las relaciones humanas" que trabaja Williams (2000: 160), siguiendo a Gramsci.
6) Al respecto, Armando Silva (2000: 343, resaltado nuestro) sostiene: "los imaginarios mediáticos hacen ciudad".
7) En el sentido de hipótesis cultural derivada de los intentos por comprender los significados y valores vividos y sentidos activamente -como una experiencia social en proceso cuyos elementos tienen relaciones internas con características y jerarquías específicas entrelazadas y en tensión- que propone Williams (1997) y trabaja Sarlo (1999).
8) Contrariamente, y como se verá en el punto dedicado a "los otros de la ciudad" si existe una poética dedicada a la Puna, en forma de leyendas, poemas y relatos de viajes que se insertan en las ediciones cotidianas de los periódicos.
9) Una ciudad diferente a la que viven que quizá fue escenario de la infancia o adolescencia, de manera que el pasado biográfico subraya lo que se ha perdido (o ganado) en la ciudad actual. Sarlo (1999: 17).
10) En un sentido consistente con el concepto de "economía moral" de Thompson (1995), aún cuando este trabaja a partir de un "discurso" plebeyo y casi anónimo, mientras que la imagen de la "edad de oro" parte de la consideración de la literatura tanto en Williams como en Sarlo, y de textos periodísticos en la aplicación que le venimos dando.
11) La normalización del espacio público mediante un activo ejercicio del poder de policía es análoga a aquella que se pretende para los trabajadores, como se expondrá enseguida.
12) Por supuesto, estas razones se entretejen con aquellas que se han expuesto en el apartado relativo a la "edad de oro".
13) Superioridad en cuanto nivel de vida, ya que la vida cotidiana de San Salvador de Jujuy estaría exenta de los peligros y las prisas que reviste la gran ciudad.
14) El título de este apartado es un juego con el que propone Darnton (1987) para la descripción de Montpellier por parte de un burgués del siglo XVI.
15) En el sentido propuesto por Bourdieu (1998), en cuanto poder de las clases dominantes para manipular el hábitus y la distinción mediante el sistema educativo, la prensa y las políticas culturales.
16) La afirmación es coincidente con la idea de Benedict Anderson (2000: 46-47) sobre el periódico (junto a la novela) como forma de imaginación proveedora de los medios técnicos necesarios para la "representación" de comunidades imaginadas. Por cierto que estamos extendiendo la noción de Anderson, que refiere a la clase de comunidad imaginada que es la nación, a comunidades locales (la región y la ciudad).
17) En su respuesta a Strauss, William Beik (1993) ha resumido brillantemente el tópico del dilema que plantea en una pregunta: "¿Querríamos que Menocchio se casara con nuestra hija?" (pág 209, traducción nuestra).
18) Traemos a colación el concepto de "industria cultural", entendido en su acepción frankfurtiana (Horkheimer y Adorno, 1987) de bienes culturales no generados artesanal o individualmente sino a través de procedimientos técnicos, máquinas y relaciones laborales equivalentes a los que engendran otros productos, aunque el enfoque – como queda dicho en el cuerpo de este artículo – parece insuficiente para dar cuenta de las articulaciones que aquí se comentan. García Canclini (1992: 239) resalta las limitaciones del enfoque, especialmente en relación con lo poco que dice acerca de qué se produce y qué les pasa a los receptores.
19) Más allá de la urgencia de conservar y recuperar lo que queda de su arquitectura colonial o patricia (¡y es muy poco!) los relatos patrimonialistas de San Salvador de Jujuy siguen contándose dentro de la misma selección y negando una parte de su trama cultural, situación que sin embargo no afecta la extraordinaria vitalidad de otras prácticas (no coloniales ni patricias).
20) Continuidad que puede rastrearse por lo menos hasta los años '60. Son ejemplo del tratamiento estetizante de la Puna y de sus habitantes originarios los artículos de la célebre revista "Tarja", aún cuando en la misma revista hay una recuperación crítica y politizada del pasado precolonial como antecedente vivo de la cultura popular. Puede verse, al respecto, el número 9-10 de esta revista, especialmente la editorial y el artículo "Puna".
21) También hay lazos de parentesco entre el discurso racialista biológico –evidentemente desacraditado– y el racismo cultural de estos días, ya que según el primero es la sangre la que absolutiza la caracterización de los sujetos, y en el segundo es la cultura. Ambas estrategias pueden resultar igualmente esencialistas (Margulis, 1998: 56). Un análisis minucioso de los discursos racialistas puede verse en Margulis (1998).
22) Actualmente, estamos rastreando cuándo se produce en la prensa gráfica el salto en el que la etnicidad deja de ser parte de las costumbres de la región y pasan a leerse en clave nacional, por lo que se las hace "cruzar la frontera". De todos modos, creemos que el trabajo de representación y tipificación relevado aparece como un antecedente en la construcción de esta "otredad" radicalmente distinta al proyecto de una ciudad "moderna" y "argentina".
23) Resulta interesante señalar que no observamos en la presentación de los periódicos analizados la advertencia de Karasik (1994) para Tilcara, y para las provincias de Jujuy y Salta, en relación con la construcción de una tradición iniciada a principios del siglo pasado que representa a los bolivianos como antagonistas externos de una elite vinculada genealógicamente a la historia de las Guerras de la Independencia. En estos diarios, la mención explícita a los bolivianos no asume características que los vinculen a la "usurpación" que relata la antropóloga jujeña. Tampoco "invaden" los indios, aunque empiezan a evidenciarse rasgos de preparación del momento ya mencionado en que la referencia al indio sufre el gran desplazamiento: de campesino trabajador y silencioso a coya vago y taimado (ib.).
24) Así enumeraba "Crónica" a los desalojados del conventillo de la calle Belgrano ("Crónica", 15/4/44, pág 1).
25) Manera en que el mismo medio considera a los evacuados del barrio llamado "Puerto Nuevo" (Crónica", 21/3/45,pág 1).
26) Polaridad que hoy persiste y es fuertemente territorial. García Vargas, 2000.

DIARIOS CONSULTADOS:

"Crónica" y "El Día", ediciones de 1943, 1944 y 1945.
"La Opinión", ediciones del primer semestre de 1943.
En: Hemeroteca de la Biblioteca Popular de Jujuy.

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