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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versión On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.31 San Salvador de Jujuy oct. 2006

 

Mujeres y trabajo en el área de Trancas (provincia de Tucumán)

Women and work in the area of Trancas (province of Tucumán)

Hilda Beatriz Garrido *

* Proyecto CIUNT - Centro de Estudios Históricos Interdisciplinarios Sobre las Mujeres - San Martín 3068 - San Miguel de Tucumán - Tucumán - Argentina.
Correo Electrónico: biazzo@ciudad.com.ar

RESUMEN

Este estudio analiza, desde la perspectiva de género, la condición y la situación de las mujeres del área rural de Trancas (Provincia de Tucumán, Argentina), en su rol de productoras y reproductoras dentro de la organización familiar de pequeños productores, en el marco de los cambios operados en la institución familiar en un contexto de profundas transformaciones económicas, sociales y políticas.
Dentro de este encuadre nos ha interesado bucear en diferentes fenómenos que afectan la vida de las mujeres: su incorporación al mercado de trabajo (formal e informal), la jefatura femenina, la maternidad adolescente, los nuevos arreglos familiares, la migración, entre otros.

Palabras Clave: Familia; Género; Mujeres; Reproducción; Trabajo.

ABSTRACT

This paper aims at analyzing the condition and situation of women in Trancas, a rural area in the northwestern Argentinean Province of Tucumán, from a gender perspective by looking at these women's roles as producers and reproducers within small independent growers' kinship relationships. These relationships take shape within a changing horizon where the constitution of family has undergone deep economic, social and political transformations. We are interested in diving into different phenomena that affect women's lives and that include among others the following ones: their incorporation into the labor market (formal and informal one), the turn into being household heads, teenage maternity, new arrangements within the family circle, and migration.

Key Words: Family; Gender; Reproduction; Women; Work.

PRESENTACIÓN

A partir de este estudio intentamos generar conocimiento acerca de la vida y la situación de las mujeres dentro de la organización de la familia de pequeños productores del área de la Cuenca de Tapia-Trancas, al noroeste de la Provincia de Tucumán en la Argentina, describiendo, explicando y comprendiendo los variados papeles que éstas cumplen para poner en cuestión lo que aparece naturalizado en la cultura. El empleo de la categoría de género como herramienta teórico-metodológica ha posibilitado una indagación que las visibiliza, convirtiéndolas en protagonistas.
Aceptando que el ejercicio del poder por parte de los varones ha perjudicado y oprimido a las mujeres, fuimos construyendo una narrativa de género ocupándonos de temas que cuestionan la supuesta "naturalidad" de comportamientos y actitudes, con el propósito de develar los problemas de desigualdad por razones de género que persisten en este espacio rural de nuestra provincia.
Nos hemos interesado por el estudio de situaciones de la vida cotidiana que se concentraron en un conjunto de casos, apoyándonos sobre abordajes metodológicos y enfoques teóricos provenientes de diferentes disciplinas sociales que posibilitaron su comprensión.
Magdalena León ha señalado que el análisis de la familia rural con perspectiva de género y la crítica sobre la división entre esfera pública y esfera privada, cuestiona la imagen idealizada de la familia. En la relación familia y género es decisivo señalar que las jerarquías de género son creadas, reproducidas y mantenidas día a día a través de la interacción de los integrantes del hogar. El análisis de género revela internamente los factores de poder en la familia, aunque inevitablemente se la vea como la institución primaria para la organización de las relaciones de género en la sociedad. Las relaciones primarias de subordinación-dominio entre los géneros se sitúan en la esfera reproductiva del hogar. En la familia es donde la división del trabajo por sexos, la regulación de la sexualidad y, la construcción social y la reproducción de los géneros se encuentran enraizados (León, 1994).

I

Nos situamos en la Cuenca de Tapia-Trancas, espacio cultural con rasgos propios que se manifiestan en las costumbres, en la tradición oral, en el mundo de las creencias y en la cultura material. Este medio geográfico, poco poblado, con un área bastante extensa, ha basado su actividad económica en la ganadería lechera y en la agricultura de forrajeras, de granos y de hortalizas. Nos ha interesado profundizar y avanzar en el conocimiento socio-económico e histórico de la Cuenca, para lo cual se ha revisado la bibliografía existente y se ha indagado en variadas fuentes.
El contexto general es el de un país empobrecido sumergido en el neoliberalismo. La adopción de medidas económicas en el marco de la globalización ha generado, desde los años ´80 hasta comienzos de siglo, cambios en la economía argentina: el retiro del Estado ha llevado al cierre o a la privatización de empresas, a ajustes estructurales, a procesos desregulatorios que han tenido efectos en el sector agropecuario, generando una profundización de la estructura de desigualdad social.
Según datos del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), desde la década de los años ´80 a la de los ´90, más allá de la crisis y de la recesión que incidieron en la economía argentina en su conjunto, el sector más dinámico fue el agropecuario que continúo conservando su función económica estratégica de generador de divisas a través de la exportación, aunque dejará de ser "el abastecedor de alimentos baratos para consumo popular, ante el encarecimiento de la canasta alimentaria, en términos relativos a los restantes precios de la economía" (Nota 1).
Focalizamos nuestra indagación en el estudio de las dimensiones económica y sociocultural con el propósito de generar conocimiento acerca de la situación actual de este espacio, dando singular importancia a los actores (Nota 2), comprendiendo cómo inciden los cambios macro-estructurales en sus comportamientos, en sus respuestas, en sus prácticas y en sus relaciones, así como en su percepción de los procesos y en las estrategias que generan frente a la complejidad de la globalización y del neoliberalismo.
Analizamos entonces, las relaciones entre los llamados "micro" y "macro" fenómenos, tratando de desarrollar "un tratamiento más sofisticado del cambio social ... que enfatiza el interjuego y la mutua determinación de factores internos y externos y sus relaciones, y que provee consideraciones sobre los mundos de vida, las estrategias y las racionalidades de los actores en diferentes escenarios sociales" (Long y Long, 1992). Coincidiendo con Rodríguez Gómez, entendemos que la globalización es una profunda transformación cultural en el sentido de que los cambios económicos suponen la reconfiguración de las dinámicas de poder y de la cotidianeidad de los actores en ella involucrados, a la vez que genera nuevas formas del conocimiento y de tecnología (1998).

II

La disponibilidad de mano de obra en los trabajos rurales es satisfecha en gran parte por la familia o, a veces, captando mano de obra eventual, dependiendo de las necesidades productivas. Este tipo de cultura con predominio de la explotación familiar y el soporte de ésta a partir de ingresos provenientes de la multiocupación de los integrantes del grupo familiar y de la migración para complementar la renta doméstica, ha sido puesta en cuestión pues se la caracteriza como de baja productividad y poco prestigiosa por ser una actividad familiar y tradicional.
Nos ha interesado analizar la organización de la familia de pequeños productores rurales como unidades de producción, reproducción y distribución, por su función de organizadora de la producción y del consumo. Centramos el análisis en el trabajo de las mujeres y la vida de la familia en el contexto de las importantes transformaciones económicas, sociales y políticas, interesándonos por estudiar la situación de las mujeres, su rol de productoras y reproductoras en la unidad doméstico-familiar, en el marco de las modificaciones que se van operando en el sistema familiar en un contexto de cambio. Los papeles cumplidos por las mujeres son considerados el resultado de sus actividades reproductoras, resultado condicionado por otra parte, por la naturaleza del proceso productivo y por las exigencias de un determinado sistema de crecimiento y acumulación.
Otros aspectos que han captado nuestra atención han sido las vinculaciones entre los géneros y entre generaciones que intervienen dentro de la organización familiar, situando a los-as sujetos-as concretos que cooperan, que se involucran sexualmente, que se vinculan como padres-madres e hijos, que trabajan juntos-as, etc.
El enfoque de género, además de hacer "visible" a las mujeres, ha llevado a un análisis más complejo de la familia campesina que había sido considerada más bien como un grupo homogéneo. La introducción de la categoría de género ha posibilitado la observación de la unidad de producción y reproducción familiar con sus complejidades y desigualdades internas, lo que tiene, por una parte implicancias teóricas, y por otra, tendría que ser considerada cuando se diseñan las políticas de intervención orientadas a las familias rurales (Nota 3).
Nuestras preocupaciones, dudas y certezas, nos llevaron a plantearnos varios interrogantes acerca de: ¿cuál es el papel de las mujeres ante la crisis económico-social?, ¿qué estrategias implementan para responder al ajuste, a la desocupación y la subocupación, a los recortes del gasto público -sobre todo los referidos a los aspectos sociales-?, ¿cómo logran sobrevivir las mujeres y sus familias?
Un problema que consideramos también es el incremento que se registra en la violencia contra las mujeres y la violencia intrafamiliar que, de alguna manera se vincula con la misma situación económica, aunque no necesariamente es una relación directa porque, como sabemos, la violencia doméstica en muchos casos escapa a las condicionantes económicas y sociales. La expresión más acabada de la violencia de género es la relacionada a la reproducción: ¿Tienen las mujeres decisiones autónomas sobre su cuerpo, su sexualidad, su maternidad?
Entraron también en nuestras preocupaciones la realidad educativa de las mujeres, así como los problemas referidos al cuidado de la salud y la previsión social.
En diferentes sociedades y épocas las mujeres han experimentado desventajas sistemáticas, desventajas que evidencian formas de injusticia que coartan sus oportunidades y perspectivas de vida. El desarrollo teórico del género llevado adelante por el feminismo ha permitido conocer cómo el género funciona en contextos históricos específicos y por qué el género cumple una función social determinada (Hawkesworth, 1999).
Como categoría analítica el género expresa el significado cultural de la identidad sexual; esta categoría que fue desestimada por los científicos sociales durante mucho tiempo, es hoy reconocida como un instrumento útil para avanzar en el análisis de la persistente discriminación por razones de sexo. Abre un amplio abanico de temas y problemas para la indagación feminista aportando un marco para aquellas investigaciones que desafían los supuestos androcéntricos. La puesta en debate de los temas de mujeres posibilitó la definición de nuevos problemas; de esta manera se pudo avanzar sobre la especificidad de las experiencias sociales de las mujeres diferentes a la de los varones, subrayando su contribución social y conceptualizando los problemas que enfrentan en tanto mujeres (Hawkesworth, 1999).
La interpelación realizada por la teoría feminista ha puesto en discusión temas y problemas acerca de las interrelaciones genéricas articuladas a diferentes procesos sociales que demuestran que, más allá de algunos cambios que se van logrando, faltan todavía explicaciones acerca de la persistencia de las diferentes formas de discriminación hacia las mujeres en las esferas laborales doméstica y pública, la violencia contra las mujeres, el control de su sexualidad, la salud, la educación, etc.
La situación y actuación de las pobladoras campesinas es la menos conocida y la menos visible por lo que se hace evidente la necesidad de investigaciones que echen luz sobre su condición y situación. Los cambios operados en la composición y el papel de las familias rurales, en la relación a los géneros, en el marco del convulsionado inicio del siglo XXI, nos sitúa frente a un escenario de exclusión social que marca la falta de oportunidades que implica la pobreza para participar en los principales campos de la vida ciudadana.
Como se señalado en diferentes informes nacionales e internacionales, una de las grandes vertientes de la pobreza, es el género. "La debilidad de los mecanismos jurídicos y culturales que vinculan a las mujeres con el mundo de la educación y la cultura, el trabajo, la propiedad, y con los sistemas de administración y de justicia, constituye una serie de causas concurrentes que requieren ser reconocidas como factores generadores de pobreza". La feminización de la pobreza es un dato creciente. La desventaja social de las mujeres derivada de la discriminación de género, se sitúa como un factor de la pobreza crónica.

III

Nuestro estudio se ha apoyado, por una parte, en una revisión crítica de la bibliografía y de la documentación relativas al marco geográfico, al proceso histórico, a la población y su distribución, a la extensión de parcelas, a la producción lechera y agrícola, etc., y por otra - considerado central en esta investigación-, en el trabajo de campo, que se cumplió a partir del empleo de técnicas cualitativas, como entrevistas no estructuras, relatos de vida, observación participante.
A partir del análisis de los testimonios orales brindados por mujeres rurales se ha buscado ahondar en los discursos en donde emergen los códigos culturales manifestados por las entrevistadas para comprender los significados que ellas otorgan a las relaciones de género, a la identidad, a la reproducción, a la sexualidad, a la interacción social y a los sistemas de significación compartida. Se ha buscado conocer el punto de vista de los actores y su interpretación desde la experiencia vivida (Szazs y Amuchástegui, 1999).
Las entrevistas se tomaron en diferentes localidades de la Cuenca a una muestra representativa del sector estudiado. Del material obtenido, serealizó una selección a partir de aquellas que se consideraron más relevantes de cada uno de los problemas que se han considerado para su análisis.
Para obtener los textos en modalidad narrativa construimos un modelo en donde se emplearon, de manera combinada, los relatos de vida y las entrevistas en profundidad. Más allá de puntualizar nuestro interés, previo a la entrevista, sobre aspectos focales, se privilegió la narración espontánea historizada de las mujeres, pues es la que expresa la manera cómo éstas organizan sus experiencias y los significados que otorgan a sus acciones cotidianas. Se tiene que aclarar que, si bien este dispositivo hace posible la organización de la experiencia a través de una narración, el relato no es en sí mismo la vida de las personas y su empleo está suponiendo una selección y una interpretación (Castro, 1999).
En el proceso de interpretación (Nota 4) se han propuesto diferentes niveles de análisis con el propósito de establecer vínculos entre las experiencias de vida de las mujeres rurales y las relaciones y procesos sociales más vastos, buscando desentrañar:
1) Los códigos culturales compartidos, a partir de conocer cómo las mujeres asumen las normas y los valores que su sociedad tiene establecidos en relación a ellas;
2) Las relaciones interpersonales que van a conformar asimismo, pautas y condicionamientos, y
3) El ámbito de las emociones, que se refiere a las manifestaciones de deseos, temores, emociones y sentimientos.

IV

Maurice Godelier ha señalado que para el análisis de todo sistema económico, la producción es central debido a que en ella se van a manifestar claramente las relaciones sociales de producción que establecen los individuos entre sí y con los medios de producción, y tales relaciones cobran cuerpo en las unidades de producción en donde se desarrollan los distintos procesos de trabajo (Nota 6). En este sentido, el análisis de los procesos de trabajo supone un lugar de conflictos y de consensos, y también un espacio de generación simultánea de valor y conciencia y, en donde se polarizan las relaciones sociales que interactúan entre ellos. El estudio del desarrollo social en las diferentes sociedades supone analizar el desarrollo de la producción, de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción entre los seres humanos. Lo que está implicando el estudio de los propios productores de los bienes materiales, vale decir, el estudio de los y las trabajadores-as que constituyen un factor central del proceso de producción y, quienes llevan adelante la producción de esos bienes materiales que son necesarios para la existencia de la sociedad.
El estudio de los actores y sus prácticas a partir de la información relevada en las entrevistas y en la observación sobre terreno nos ha permitido identificar en la Cuenca de Trancas a los distintos sujetos sociales agrarios que se vinculan con la tierra: grandes y medianos propietarios y arrendatarios, y pequeños productores propietarios, arrendatarios, medieros, aparceros y trabajadores asalariados transitorios y permanentes. La categoría de pequeños productores permitiría definir a un sector que incluye a una amplia y variada gama de situaciones frente a la tierra y a posiciones diferenciadas en el sistema de trabajo. Para nuestro caso, cuando aludimos a este segmento de la población rural nos estamos refiriendo, en general, a los pequeños propietarios que emplean tanto mano de obra familiar como el uso de trabajo asalariado y que han logrado acceder a un cierto nivel de mecanización, a los pequeños propietarios que venden su fuerza de trabajo (y la de su familia) para completar su ingreso, combinando su actividad agropecuaria con trabajo asalariado; a los pequeños productores que toman tierras en arriendo o en aparcería; a los pequeños productores que combinan la actividad agropecuaria con actividades comerciales; a la combinación de tierras con pasto y propietarios de ganado, a la combinación de producción de autosuficiencia con el mercado y a los pequeños productores que realizan migraciones estacionales.
Nos encontramos frente a unidades que, obviamente, no van a conformar un conjunto homogéneo, dado que se distinguen diferentes comportamientos económicos y sociales que señalan sus condiciones materiales de existencia, aunque su inserción al sistema es de manera subordinada asumiendo relaciones asimétricas con otros actores económicos o sociales. Tales asimetrías -desventajosas para los pequeños productores- se originan tanto en los mercados donde éstos participan, en el proceso productivo mismo y en los diferentes campos donde interactúan, sean culturales, educativos, políticos (Aparicio y Gras, 1999).
Es importante señalar entonces que, como en otras zonas de la región del noroeste argentino, los pequeños productores rurales de la Cuenca conforman un grupo social (Nota 7) definido por su modo de vida rural, organizado familiarmente, estratificado a su interior, aunque subordinado en su conjunto a poderes externos al grupo y a las fuerzas del mercado, y cuyos medios de subsistencia se obtienen a partir de la producción agropecuaria, así como de otras actividades cumplidas por la unidad familiar de rentas mixtas, partiendo de una estrategia multiuso en su relación con el ecosistema, que tiene como correlato la pluriactividad en su relación con el medio económico. Así se observa la capacidad histórica de este sector para combinar sus tradicionales actividades rurales con la incorporación al trabajo remunerado en diferentes sectores de la economía, sea desarrollado éste en su propia área o en otras, donde se van a insertar temporalmente en labores estacionales.
Al estudiar los cambios y continuidades en la dinámica de una economía de pequeños productores con características campesinas, que emplean fundamentalmente mano de obra familiar en tierras que pueden ser de su propiedad, o en arriendo, aparcería o mediería, que practican la multiocupación como una estrategia histórica, en la que se despliegan una variedad de otras actividades económicas para generar ingresos extra-prediales que permiten asegurar su continuidad como productores agrícolas y agropecuarios; nos interesa reconstruir el mundo del trabajo de las mujeres en el marco de la organización de la familia que habita este espacio rural del noroeste de la provincia de Tucumán desde la perspectiva de género.
Lourdes Benería nos recuerda que es importante destacar el rol de las mujeres en la reproducción para poder entender la vastedad y la naturaleza en las actividades productivas, y el alcance y la naturaleza de la división del trabajo; así vemos que la división del trabajo por sexo en la producción no doméstica se orienta a reproducir las jerarquías sexuales que existen al interior de la unidad doméstica y a crear mecanismos de subordinación para las mujeres. Tal subordinación se ve reforzada con una estructura de la producción jerárquica y explotadora, como ocurre en la producción capitalista moderna. La concentración primordial de la mujer en el área de la reproducción la convierte en trabajadora secundaria en el área de la producción social. Esto va a tener varias consecuencias dado que la mujer constituye una reserva de trabajo sumamente flexible, pues dentro de un sistema de trabajo asalariado, es la que suministra la fuente más barata de fuerza de trabajo y de beneficios para las empresas capitalistas; además su participación en la producción no doméstica se ve restringida por las exigencias de su concentración primaria en la reproducción; sin embargo se debe tener en cuenta que el cuidado de los niños y el mantenimiento cotidiano de la fuerza de trabajo está asignados socialmente (culturalmente) a la mujer y no biológicamente.
En general, dentro del espacio productivo los-as integrantes de la familia asumen a lo largo, tanto del ciclo agrícola como del ganadero, diferentes tareas de cooperación, de acción y toma de decisiones en distintas actividades. Al describir las características socio-productivas de los hogares rurales de la zona estudiada se tiene que destacar el hecho de que no nos encontramos frente a una realidad del todo homogénea, lo que va a determinar la existencia de diferentes tipos de necesidades, conflictos, problemas, niveles de vulnerabilidad y potencialidades de solución. La familia en la producción, reproducción, toma de decisiones y manejo de conocimientos, opera como una compleja red de relaciones de complementariedad y diferenciación interna en función a su género, generación y posición dentro del grupo.
En el área de Trancas, encontramos una variedad de sistemas de producción en las unidades familiares. Existen hogares de tamaño mediano, orientados a la producción agrícola destinada principalmente al mercado exterior. Otro tipo lo constituyen las pequeñas y medianas explotaciones tamberas, con una producción destinada al mercado local. Se encuentran también los hogares pequeños, con escasa mano de obra, de baja producción y, con parte de sus ingresos provenientes de actividades económicas como el trabajo asalariado o el comercio. La presencia de fuentes complementarias de ingresos a través del recurso de la simultaneidad en distintas actividades económicas, va a aparecer como una respuesta adaptativa de los grupos domésticos.

LOS TRABAJOS DE LAS MUJERES

En primer lugar, es importante señalar que existe una diferencia básica entre lo que se entiende por «trabajo asalariado» y «trabajo familiar campesino». Entre éste y el «trabajo femenino» aparece también una distinción, pues «el primero puede incluiral segundo, de hecho si la mujer trabaja (que excepto por edad o salud, lo hace) debería estar siempre incluido» (Giarraca, 1996). Así, el trabajo de la mujer aparece como «invisible»; de allí la necesidad de desentrañar la «singularidad de este fenómeno», a fin de evidenciar la variedad de situaciones de trabajo femenino en los espacios público y doméstico, así como las estrategias de vida y reproducción frente a los efectos sociales de la crisis, de las políticas de ajuste. Es claro, en este contexto, que una fuerza que ha presionado a las mujeres a trabajar por ingresos, ha sido la necesidad de obtener un nivel de vida satisfactorio para su grupo familiar, frente al deterioro progresivo de los ingresos masculinos.
En el testimonio de Robita, 54 años, casada, cuyo relato se nos presenta como la construcción de un proceso por el cual ha transcurrido una parte de su vida, que tiene sentido y cuyo contenido refiere al análisis de las relaciones sociales, obteniendo imágenes de sentido y datos simbólicos a través de los cuales esta mujer presenta una cierta estructuración de la realidad, de la que emergen diversos aspectos de su vida cotidiana, es posible conocer el papel productivo de la mujer dentro de la organización de familia:
Robita trabajó desde pequeña:

"En todo le ayudaba a mi papá, a la mamá, después mi papá murió ... De la Angostura, recién, mi mamá hace las segundas nupcias y ya se vino para aquí ... Y bueno, mi mamá ya nos crió toda la vida trabajando y seguimos. Nos íbamos al cerro a vender, a comprar. Vender harina, azúcar, pan, y traíamos cabrito vivo, muerto, carneado".

Durante la semana, Robita manda a los hijos menores a la escuela, se ocupa de que hagan sus tareas y no se hagan la «yuta». Ella cocina, usando leña porque es más económico, aunque cuenta con cocina con gas de garrafa. Se ocupa de vender, ya sean verduras u otros productos, de acuerdo a la época del año:

«Salgo a vender arvejas, lechuga, choclo, zapallos, depende de la temporada y lo que «ahiga» y salgo con el sulky a vender. Por ahí, cuando carneamos un ternero o un chancho, vendo carne también».

Tiene a su cargo, por otra parte, el cuidado y mantenimiento de casas de veraneantes. Durante la época estival, las vacaciones de invierno o cualquier otro feriado prolongado, alquila caballos. Cumple, además, otras tareas productivas:

«Yo me encargo de comprar el ganado porque Juan sólo sabe "burrear" en el campo, él no sabe de comercio. Cuando necesito montura, freno, pelero, y no tengo plata, hago cambio con la gente del cerro por animales, ya sea "chancho", gallina o carne, o semilla. Como el Manuel ya está grande, él se encarga de vender el poroto o el maíz en Trancas, él ya sabe pelearle el precio a los intermediarios. A veces yo voy a vender junto con Manuel. Ante iba yo sola. También me encargo de comprar las semillas para sembrar. A mi marido no le gusta mucho que salga, él tiene celos ... mire a esta edad sigue con los celos ... antes también me maltrataba ... pero ahora solo grita y está siempre de mal humor ... pero si yo no salgo no se vende, así que aunque a Juan no le guste yo ando en la calle, porque como yo digo para conseguir las cosas hay que moverse».

Hemos podido observar que, en general, las mujeres rurales presentan la característica de la pluriactividad, logrando su mayor aporte a los ingresos familiares de las actividades de transformación agropecuaria y artesanal. No obstante, son los estudios de casos, y no las estadísticas oficiales las que pueden dar una versión más aproximada acerca de todas las actividades económicas que desarrollan las mujeres.
Dentro de la dinámica de los hogares rurales, en tanto sus miembros son parte de una unidad de producción y consumo en el que el aporte a la producción como a la reproducción es fundamental para la supervivencia de las unidades productivas agropecuarias, las mujeres cumplen tanto las tareas reproductivas con una considerable menor participación de los varones, como las productivas. Tal asignación de tareas en las labores de la mujer responden a la existencia de una división sexual del trabajo fundamentada en una asimetría de actividades y en una asimetría de poder que evidencia una estructura familiar organizada a partir de una estructura de autoridad que le confiere a uno de los miembros mayor poder y significación en relación a los y las otros-as integrantes, no basado en el poder que los ingresos otorgan a los proveedores económicos del hogar, pues ambos sexos en general lo cumplen. Se trata, en realidad de una organización dentro de las familias nucleares que aparecen con jefatura masculina que se relaciona más con los consensos y/ o disensos, como en las representaciones sociales, antes que con el aporte económico. En este sentido es interesante mencionar lo afirmado por diferentes autoras en el sentido de que el discurso patriarcal va a considerar al padre y compañero como la máxima autoridad dentro de la familia y su jefatura no necesita ser explicada dado que ella se inscribiría en "un supuesto ordenamiento natural, biológico. Este supuesto ha conducido por años a encubrir que la familia se basa en vínculos de amor, atravesados por relaciones de poder y autoridad" (Di Marco, 1997).
Muchas mujeres asumen las jefaturas de sus hogares por diversas causas, como las migraciones permanentes (muerte o abandono del marido o compañero), o estacionales (trabajos temporales, en zonas cercanas o alejadas), generadas por la expulsión de la mano de obra por efectos de las condiciones sociales críticas; al quedar embarazadas asumen mantener al grupo familiar unido a su persona, poniendo especial atención en el desarrollo personal de los/ as hijos/ as. Las mujeres solas que tienen que hacerse cargo de sus hijos/as se enfrentan en la actualidad a situaciones difíciles que deben resolver vinculadas, no sólo a la falta de recursos, sino también a problemáticas propias de la niñez y de la adolescencia como los problemas de conducta, el alcoholismo, los embarazos adolescentes, entre otros.
Se ha señalado que el aumento de mujeres solas con hijos aparece como un fenómeno de transición en dos sentidos; por un lado, en el curso de vida de las mujeres esta situación puede ser el paso hacia la conformación de vínculos más duraderos y fuertes en la constitución de una nueva pareja; por otro, en la temporalidad histórica, nos encontramos frente a una transición hacia formas nuevas de familias, más abiertas y alejadas del modelo nuclear completo. "Dada la doble demanda sobre estas mujeres -como proveedoras económicas del sustento de sus hijos, como madres - trabajadoras domésticas-, estos núcleos familiares son especialmente vulnerables y sujetos a situaciones de incertidumbre y riesgo" (León, 1994).
De acuerdo a los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda de 1991 para el Departamento Trancas, los patrones de organización familiar siguen pautas diferenciadas de acuerdo al sexo y edad del jefe de familia. Los hogares nucleares son los más numerosos y sus jefes son mayoritariamente varones, sobre todo en las edades entre los 25 a 64 años; de 65 años o más asciende en este tipo de hogar el número de mujeres jefas. En los hogares extensos o extendidos, es mayor el número de jefas de familia, con relación a los nucleares. En este tipo de organización de la familia los lazos de parentesco conforman un complejo sistema de relaciones en permanente proceso de estructuración y desestructuración vinculado a las necesidades propias de la organización de la domesticidad.
En base a nuestros datos, encontramos un conjunto de mujeres, algunas de ellas jefas de hogar, que a través de una activa participación en el comercio tienden a generar ingresos para la resolución de las necesidades de la familia, o bien para complementar lo producido por la actividad agrícola o tambera. Si bien la cuantificación de los aportes a la economía familiar provenientes de los ingresos generados por las mujeres es aún un tema poco investigado, puede decirse que no son nada desdeñables, más aún en una situación de crisis económica y social como la que vive nuestro país y la región latinoamericana desde los años ´80 como resultado de factores externos e internos. La «década pérdida» y las políticas de ajuste estructural de los ´90, han producido un costo social muy alto que engloba como afectados a los sectores rurales y, dentro de ellos, las mujeres.

"Al crochet, me gusta tejer. Tejo un montón a crochet, yo he tejido estos años atrás ... El año pasado y el "antiaño" ¡Ud. sabe como he vendido cosas tejidas al crochet?!. Centro de mesas, carpetas chicas ... cantidad de tejido. Lo que sí se lleva, lo que hay que estar con la agujita y yo soy que por ahí la hija se pone: «Hay mamá por una cadenita que te hayas equivocado.». ¡No!, le digo: «Hay que desatar porque ya no te va a salir el dibujo igual» (Gallega, 50 años).

"Yo en la temporada trabajo con comida para vender, cosas dulces, pan casero, y bueno, en el invierno hago lo que puedo y sobrevivo como puedo, porque es difícil, es muy difícil. Cuando uno no tiene una, una solvencia económica como para decir, bueno: "Esto mis hijas tienen todos los días, traigo para darles de comer, para que se vistan". Es difícil salir todos los días a buscar el peso .vendo cosas ... Yo no trabajo en casa de familia porque ...me cuesta mucho con los chicos. Más en época de invierno, por la distancia, porque si yo viviera acá en la villa sería distinto (María Inés, 36 años).

El papel que desempeñan las mujeres dentro de la economía supone tanto trabajos productivos como reproductivos que van desde la responsabilidad de las labores en el hogar hasta actividades de tipo agrícola, pecuario y artesanal. El manejo del presupuesto familiar, la comercialización, y otras tareas no son aún reconocidos como un aporte económico de la mujer a nivel de la familia, a veces ni siquiera por ellas mismas.
Asimismo, las mujeres suelen involucrarse en diferentes trabajos de gestión comunal a nivel de su localidad. Con "la cada vez más inadecuada provisión del Estado en materia de vivienda y servicios básicos como agua y salud, las mujeres no sólo son quienes más sufren, sino quienes deben asumir la responsabilidad de la distribución de los escasos recursos para asegurar la supervivencia de su hogar" (Moser, 1996).

"Yo me doy tiempo para todo. Ayudo, a veces en la cocina de la escuela y en lo que se necesite ahí. Además soy de la cooperadora del colegio secundario. También ayudo para las elecciones, yo «soy» del Dr. B. y de «Yemita» que son peronistas y lo quieren al pueblo. Cuando hay reuniones por algún problema del pueblo siempre estoy presente y opino, yo no me callo, digo las cosas como son nomás, para eso tengo boca" (Robita, 54 años).

Los ámbitos de participación femenina se relacionan con acciones que van a incidir favorablemente en el grupo familiar; estas diferentes instancias participativas aparecen como una extensión del papel materno (reproductor) de la mujer e implica una fuerte dosis de altruismo. Si bien el participar en ámbitos distintos del hogar supondría un salir, un abrirse al ámbito público, en realidad, estas mujeres se abren a este ámbito como una extensión de su espacio privado (Gómez de Erice, 1995).
Muchas veces se considera al trabajo productivo de las mujeres como una extensión de los quehaceres domésticos o de su papel de madre o de servicio; por otra parte la calificación de "natural" del trabajo reproductivo así como al de gestión comunal, deviene en la escasa valoración que tienen socialmente.
La formulación del "triple papel" para explicar la variedad y diversidad de demandas que recaen sobre el tiempo de las mujeres en hogares de bajos ingresos enunciado por Moser, engloba a los papeles productivos y reproductivos orientados a "actividades para ganar ingresos" y al "trabajo infantes/ doméstico", y a los papeles de "administración comunitaria" que comprenden el aspecto colectivo de la producción. Si bien, varones y mujeres, cumplen dentro del hogar las tres áreas de actividad, la división de papeles no es para nada simétrica ni uniforme. Más allá de la aceptación generalizada y naturalizada de que las mujeres tienen una responsabilidad primordial en las actividades reproductivas, sabemos también que están implicadas en el trabajo productivo, obteniendo recursos a partir del trabajo agrícola, así como en las empresas del sector informal. A ello se suma, muchas veces como una extensión de los papeles que les adscribe el género como esposas y madres, su participación en trabajos de administración de la comunidad (Kabeer, 1999).
Así se observa que en esta área rural del noroeste argentino, las mujeres cumplimentan muchas veces una doble y hasta una triple función que les insumen en promedio, aproximadamente, dieciséis horas de jornada laboral. Durante ese lapso las mujeres participan del trabajo reproductivo, productivo y de gestión comunal.

V

Nuestra propuesta pretende generar conocimiento, construyendo interpretaciones como una forma de aproximarnos a una comprensión más acabada acerca de la situación de las mujeres que viven en este medio rural y, por supuesto, tal producción de conocimiento es provisional, discutible y siempre perfectible.
La elección del tema no ha sido casual, se vincula con nuestro interés personal, nuestra formación dentro de los estudios de género, y, nuestro compromiso con las mujeres del área de Trancas sobretodo, constituyó un poderoso motivo para indagar acerca de las condiciones de sus vidas.
Partiendo de los datos construidos fuimos identificando las permanencias y los cambios en la condición y situación de las mujeres en diferentes niveles de análisis que se relacionan a:

LOS PAPELES CUMPLIDOS POR LAS MUJERES

Los papeles cumplidos por las mujeres en el interior de la familia y fuera del ámbito doméstico registran cambios en diferentes niveles. En relación al nivel de la economía se observa un incremento de su participación laboral extra-doméstica y, al interior de la familia, un considerable aumento de los hogares con jefatura femenina.
Las mujeres del área de Trancas asumen casi en exclusividad las responsabilidades domésticas de la familia. La reproducción afecta a las mujeres y a la división del trabajo, pues es el sexo biológico el que determina quién va a ser responsable de efectuar el trabajo doméstico y esa asignación justificada en una función biológica es la base de la asociación de las mujeres con el cuidado de los y las niños-as y con otras tareas relacionadas con el mantenimiento cotidiano de la fuerza de trabajo.
Si bien las mujeres tienen cierta participación en la producción agropecuaria lo hacen en menor medida que los varones. Además del trabajo doméstico pueden dedicarse a labores como la horticultura, la cría de animales domésticos, o a diferentes artesanías, a la transformación de productos agrícola-ganaderos destinados al consumo con valor agregado, al comercio informal, tareas que se llevan a cabo en la casa o cerca de ella, y que se orientan al mercado generando nuevos ingresos.
Se destaca el aumento creciente de las mujeres del área rural que migran en la actividad destinada al consumo o en el sector informal y, la principal fuente de empleo entre las mujeres consideradas económicamente activas está en los servicios. En general se suele equiparar el empleo en los servicios con el servicio doméstico, de baja remuneración, inestable y carente de todo tipo de protección social.
Cuando se considera la migración de las mujeres, se ponen en evidencia diferentes elementos:
a) El impacto que la ausencia de los individuos de ambos sexos produce en la familia como unidad doméstico-reproductiva se puede analizar desde diferentes perspectivas. Por un lado se trataría de una estrategia relacionada con las necesidades vitales de sobrevivencia de la familia campesina, en la medida en que ingresos extra-prediales fundamentales se incorporan al presupuesto familiar; en el caso de las mujeres, las tareas vinculadas al ciclo reproductivo y productivo cumplidas por la ausente, van a suponer una sobrecarga de trabajo para las que se quedan en la unidad doméstica.
b) En el proceso migratorio es posible observar patrones diferenciados para ambos sexos en función de consideraciones genéricas. En el caso de las mujeres prevalen migraciones de tipo asociativo, donde la decisión de migrar no es totalmente autónoma. En general, ésta la determina el grupo familiar; en dicha resolución participan una multiplicidad de variables como las características del grupo familiar, las condiciones socioeconómicas en el lugar de origen y las perspectivas laborales en el sitio de destino (Bravo y Garrido, 1997).
c) La migración de las mujeres rurales evidencia patrones diferenciados con relación a la migración de varones. Existe una correlación verificada entre la distancia del lugar de origen al de destino y el sexo de los y las migrantes; en consecuencia, a menor distancia correspondería un mayor flujo migratorio femenino. Pero esta afirmación tiene que ser mediatizada cuando se analiza el proceso migratorio de las mujeres en la provincia; en Tucumán esta migración tiene como características las siguientes, es una acción gradual y escalonada donde desempeñan un papel relevante las dimensiones espacial y temporal. El circuito migratorio aparecería determinado entonces por estas variables: a menor edad de la migrante corresponde un menor trayecto en el traslado y, a medida que aumenta la edad, la migración se va a ampliar con relación al radio de traslado.
d) Las mujeres migrantes mantienen casi siempre vínculos estrechos con la familia, pues hay remisiones de dinero, alimentos o vestuario, que contribuyen al sostenimiento de la unidad doméstica.
Gran parte del trabajo remunerado y no remunerado de las mujeres tiene incidencia económica, aún cuando pocas veces se pone de manifiesto esta contribución. Que las mujeres trabajen cada vez más en la producción no ha significado necesariamente un mejor posicionamiento social, ni que se hayan producido cambios sustanciales en las interrelaciones personales entre los géneros, y no ha supuesto compartir el control de la producción por parte de las mujeres.
La asunción de la jefatura de los hogares por parte de las mujeres responde a diferentes causas: migraciones, muerte, separación, abandono; desempleo de su pareja; al quedar embarazadas siendo solteras. Estas mujeres asumen una carga desproporcionada respecto del varón, tanto en el aspecto económico pues se insertan en el trabajo productivo mediante el autoempleo, las artesanías o el servicio doméstico; así como en el tiempo que dedican para proveer de cuidados, vestimenta, alimentos y educación de los hijos e hijas.
Las mujeres solas que se hacen cargo de sus hijos-as enfrentan situaciones críticas que deben resolver, vinculadas no sólo a la falta de recursos, sino también a problemáticas propias de la niñez y de la adolescencia como los problemas de conducta, la desnutrición, el alcoholismo, la drogadicción, los embarazos adolescentes.
En el análisis de la maternidad adolescente se pueden considerar diferentes factores: 1) que muchos de esos embarazos son productos de abuso de mayores (generalmente varones de la familia o vinculados a la familia); 2) que estas niñas y jóvenes son más proclives a la pobreza, si se tiene en cuenta su corta edad y la ausencia de una relación de pareja estable emocional y económicamente; 3) la ausencia de políticas sobre salud sexual y procreación responsable; 4) la falta de información adecuada dentro del sistema educativo.
Las mujeres suelen involucrarse también en trabajos de gestión comunal a nivel de su localidad: cooperadoras escolares, centros vecinales, o llevando adelante diferentes acciones para demandar soluciones ante problemas concretos.
La formulación del triple papel ha servido para mostrar la variedad y demandas que recaen sobre el tiempo de las mujeres: trabajo para generar ingresos, el trabajo doméstico y los papeles de colaboración comunitaria.
Los ámbitos de participación femenina se relacionan con acciones que van a incidir favorablemente en el grupo familiar; estas diferentes instancias participativas de las mujeres son consideradas generalmente como una extensión de su papel reproductor y tienen escasa valoración social.

LA CONFORMACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DE LAS FAMILIAS

Las familias rurales actúan como unidades domésticas o grupos domésticos (8), es decir como unidades de producción, reproducción y distribución, por las condiciones de reproducción del grupo social y por su función de organizadora de la producción y del consumo.
Las transformaciones económicas, sociales y culturales inciden en la dinámica familiar generando la aparición de una variedad de formas de familia y de convivencia. Más allá de las continuidades culturales propias del espacio rural.
Las crecientes dificultades económicas que agobian a las familias rurales han impulsado, en algunos casos, el crecimiento del número de personas que perciben algún ingreso, como mujeres, jóvenes, niños-as, buscando por un lado aliviar las condiciones de pobreza (Damián, 2000) y, comenzando, por otro, a cuestionar el sistema patriarcal del varón protector y proveedor único en hogares expuestos a la vulnerabilidad social.
Es evidente que la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo ha comenzado a producir en el área rural, modificaciones en los patrones habituales de funcionamiento de los hogares. Ha generado nuevas percepciones sobre los papeles que cumplen las mujeres y, en alguna forma, estaría posibilitando una mayor autonomía con respecto a la familia.
Se ha observado que, en muchos casos, las tensiones generadas por los nuevos papeles que cumplen las mujeres, genera en muchos varones el sentimiento de sentirse atacados y cuestionados en los roles que se adjudican tradicionalmente a la masculinidad (protector - proveedor) y, en múltiples ocasiones ejercen un poder que consideran indiscutible sobre las mujeres, los y las as niños-as y los-as ancianos-as.
Aún continúa vigente un sistema de creencias que considera que las mujeres son inferiores a los varones y que éstos al ser las cabezas de familia tienen derechos sobre la vida de sus mujeres y de sus hijos/ as. Esto no debe sorprender dado que por largo tiempo existió la convicción (y aún existe) de que los varones pueden o tienen el derecho, de instrumentar y de llevar a cabo pautas disciplinarias para ejercer el control sobre la vida de aquellos/ as que están sostenidos económicamente por él. Los mandatos culturales están legitimando el abuso de poder que la sociedad otorga a los varones, por el sólo hecho de serlo.
Una de las formas de ejercicio del poder masculino sobre las mujeres es la violencia de género que se manifiesta como abandono, maltrato, violencia sexual y abuso. Relacionada con el abuso de niñas y jóvenes, aparece la maternidad adolescente como un serio problema sanitario.
La mortalidad materno-infantil es una preocupante cuestión de salud pública que enfrentan las familias del área rural (Trancas 1998: 28 x mil, muy por encima de la media provincial 20.5 x mil mortalidad infantil - Mortalidad materna: 60% se relaciona con el aborto. De cada 10 muertes, 1 es de mujeres entre 15 y 19 años).
Las oportunidades educativas registran los niveles más bajos en las áreas rurales, y vale tanto para los niños como para las niñas, especialmente para estas últimas. Tales diferenciaciones ponen en evidencia el escaso valor que padres y madres van a otorgar a la educación de las chicas al compararlas con las labores que éstas realizan en el interior de la casa y con las expectativas que tienen con relación al futuro rendimiento de su inversión educativa.
Un problema creciente que afrontan las familias rurales es la pobreza que está asociada a la crisis económica, al deterioro de las condiciones materiales de existencia, a la cada vez mayor ausencia de servicios esenciales como la salud, la educación, la previsión social.

LOS PROCESOS QUE SE VINCULAN CON LA DIMENSIÓN TEMPORAL Y CULTURAL

Las transformaciones socio-económicas tienen consecuencias directas en las interrelaciones que operan en el interior de las familias, en las mentalidades y en las prácticas sociales y ello se manifiesta en la coexistencia de valores nuevos como la autonomía, la independencia económica y valores tradicionales como la dependencia subjetiva, el mantenimiento de la división del trabajo doméstico por sexos.
Sabemos que en el plano social se mantienen formas de representación e imágenes culturales de dominación y de opresión al lado de normas basadas en estas imágenes. Existe una falta de concordancia entre los discursos tradicionales y las nuevas prácticas familiares. Conviven dos lógicas, una tradicional fuertemente sexista y patriarcal junto a una nueva lógica de democratización y de equidad de género, aún en estado incipiente.
El aumento de mujeres que se han incorporado al mercado de trabajo, así como las que son cabeza de familia, ha generado cambios en los valores y comportamientos en el interior de la familia, pues se han comenzado a registrar algunos cambios en los patrones y modelos de las relaciones intra-familiares y de género, fortaleciendo en cierta medida -como señalamos- la autonomía de las mujeres, observándose algunos indicios de modificaciones en las identidades estereotipadas masculinas y femeninas. Se observan también, aunque de manera incipiente, procesos de individuación, vale decir, de afirmación del derecho individual por sobre el familiar y de la realización personal sobre los intereses del familiar.
En los procesos de cambio cultural, las imágenes de diferentes tipos de familias comenzaron a impulsar esos procesos de individuación y de autonomía, al tiempo que produjeron transformaciones en los modelos de sexualidad, sobretodo adolescente. Sin embargo, las modificaciones en los comportamientos dentro de la familia son lentas y muchas veces, los cambios se traducen en un incremento tanto de la violencia, como en la sobrecarga de tareas que las mujeres asumen para compatibilizar sus diferentes actividades y la no redistribución de las tareas domésticas.
Está presente con fuerza un discurso sobre la maternidad que la sitúa socialmente como una de las funciones propias de las mujeres más valoradas, apareciendo éstas dentro del ideal maternal como las garantes del bienestar de la familia. Este estereotipo responde a una elaboración simbólica y psicológica que es dominante enla construcción de la identidad de las mujeres.
Las mujeres entrevistadas consideran que la maternidad es algo natural, que se va a dar indefectiblemente en su vida, entienden que su función es preservar la vida, aún aquellas que tomaron decisiones autónomas sobre su cuerpo para no continuar teniendo hijos-as.
En la cotidianeidad el cuidado de hijos-as supone un gran esfuerzo físico así como dedicación emocional. El rol materno implica también la obtención de beneficios secundarios como el poder y el control que tienen (o creen tener) sobre la vida y el destino de los que dependen de ellas: quieren a sus hijos-as, pero tratan de ejercer sobre ellos una relación de dominación, controlando sus actividades y acciones.

CONCLUSIONES

El empleo de la categoría de género como herramienta analítica nos ha permitido comprender que en la experiencia cotidiana de las mujeres de este espacio rural el poder masculino se manifiesta y se mantiene a través de distintos métodos que hacen posible la persistencia de la desigualdad. Los mitos y los conceptos equivocados hacen posible la perpetuación de las estructuras de poder y debilitan a las mujeres; comprender la discriminación de género supone comprender las oportunidades y limitaciones que afectan tanto a los varones como a las mujeres. Los aportes de la teoría feminista han sacado a la luz las condiciones bajo las cuales las mujeres se encuentran en una situación de subordinación: la apropiación de su trabajo, el control de su sexualidad, la marginación del conocimiento, la "falsa conciencia", el abuso, la violación, la violencia de género. Y ha realizado propuestas para la liberalización y el empoderamiento de las mujeres como grupo, a través de hacer visible esa desigualdad, demostrando que las mujeres no han tenido ni tienen las mismas oportunidades ni los mismos recursos que los varones. Pues, si bien es cierto que en muchos países se han operado cambios importantes en sus legislaciones, no significa que las mujeres hayan logrado la igualdad. Sucede que "las formas sociales, los hábitos continúan siendo discriminatorios en muchos aspectos, porque, aunque la mayoría de las personas cree que las mujeres han de tener los mismos derechos que los hombres, en la realidad no siempre actúan en consecuencia con este principio. Las formas de discriminación están insertas en las prácticas, en las costumbres y en la vida cotidiana de las personas" (Subirats, 1998).
En este ámbito la dirección de la familia continúa residiendo en un miembro masculino, las mujeres aparecen cubriendo este papel cuando el varón está ausente. El trabajo y los papeles sexuales mantienen su tradicional división, aunque en la realidad esa diferenciación no es tan clara pues el trabajo doméstico y el trabajo extra-doméstico están presentes en la experiencia cotidiana de las mujeres.
La incorporación de las mujeres al mercado de trabajo ha significado el aporte de ingresos significativos en el hogar, aunque muchas veces no es reconocido este aporte.
No obstante, su participación en el trabajo productivo ha favorecido una mayor influencia en las decisiones relativas a la administración del gasto familiar y su posicionamiento con relación a la autoridad.
En la división doméstica del trabajo, la asignación de responsabilidades reproductivas a las mujeres no ha sufrido modificaciones de envergadura, dado que no han logrado aún renegociar con sus parejas la división tradicional del trabajo logrando que ellos asuman una parte de las tareas domésticas.
Aunque las mujeres pueden negociar algunos aspectos del gasto doméstico, lo que todavía aparece como innegociable es el que se refiere al control que los varones mantienen sobre el predio y el capital, así como sobre otros recursos domésticos de valor.
La migración aparece como una estrategia histórica de los grupos campesinos para generar mayores ingresos que puedan sostener la unidad doméstica. En este sentido, la experiencia migratoria de las mujeres tiene como propósito realizar actividades orientadas a la producción y reproducción de su grupo familiar.
Cada vez con mayor presencia, la jefatura femenina pone en evidencia condicionantes sociales de género que afectan directamente a las mujeres. La situación de los hogares que tienen por cabeza a las mujeres es bastante compleja, pues este tipo de arreglo familiar da por supuesto que una mujer es quien va a asumir la total responsabilidad productiva y reproductiva para sostenerlo. Es evidente que las consecuencias sociales de la crisis socioeconómica y de los programas de ajuste estructural, afectan mayormente a las mujeres solas pues, cuando se encuentran empleadas, en ciertos puestos de trabajo, la asignación monetaria está marcada por retribuciones diferenciales según el género.
Se podría decir, por una parte, que estos fenómenos (creciente aumento de mujeres que participan en trabajos extra-domésticos e incremento de las mujeres jefas de hogar) han comenzado ha generar cambios en las representaciones sociales, y por ello a trastocar los patrones culturales, de forma tal que puedan comenzar a desarrollarse identidades de género femenino más allá de los tradicionales roles de madre y esposa. Como contrapartida, se observa la permanencia de una ideología familista, parafraseando a Magdalena León, tanto al interior del hogar como en la sociedad, por la cual a nivel de valores, creencias e ideología se adscribe al tipo ideal tradicional de familia. Tanto el horizonte simbólico como el imaginario colectivo están teñidos por esa definición ideal de la familia.
La violencia intrafamiliar aparece como uno de los problemas más graves que las familias enfrentan. Actualmente y por la acción de los movimientos feministas y de mujeres, hay un reconocimiento de la violencia familiar como una cuestión de derechos humanos muy preocupante.
En general, las mujeres de Trancas tienen una alta valoración de la maternidad aunque aparezcan ambivalencias y contradicciones respecto de su práctica.
El nivel educativo registra niveles deficitarios en el área rural, en el caso de las mujeres se ponen en evidencia factores ideológicos que privilegian la instrucción de los varones. Cuando las condiciones económicas son acuciantes para decidir quién va a concurrir a la escuela, se va a privilegiar al género masculino y no las aptitudes personales.
El envejecimiento supone diferentes realidades para varones y mujeres. Se sabe que las mujeres tienen una esperanza de vida mayor que la de los varones; ello ha determinado que el número de mujeres ancianas, viudas y solas sea mayor al número de varones. Un problema que preocupa es la falta de cobertura previsional de estas mujeres.
Los estereotipos de género, transmitidos y perpetuados sientan las bases para el desequilibrio de poder y, la discriminación por motivos de género deja en la vida de las mujeres profundas huellas que, en muchas ocasiones van a desarticular sus aspiraciones y a restringir sus oportunidades.
El bajo nivel educativo, las menores oportunidades económicas, la ausencia de control sobre los recursos y la falta de acceso a los servicios de salud reproductiva en la experiencia de estas mujeres van a tener efectos inmediatos sobre el nivel nutricional de los/ as niños/ as, sobre su salud y sobre su desarrollo, así como sobre la salud de las madres y el número de hijos.
Se ha señalado que la condición de las mujeres como ciudadanas de segunda clase supone un costo que afecta no sólo a las mujeres, sino a los varones y a la sociedad en su conjunto. La desigualdad entre varones y mujeres va a ser la causa de la pérdida de oportunidades impidiendo que existan beneficios recíprocos. Por ello, una de las claves para lograr el desarrollo sostenible va a ser el reconocimiento de los costos de la discriminación de género visibilizándolos al interior de la familia, dentro de la sociedad y en los niveles de decisión a fin de que se instrumenten políticas públicas con perspectiva de género tendientes a la eliminación de las diferentes formas de discriminación hacia las mujeres y los costos que ésta supone (FNUAP, 2000).
Es necesario dejar aclarado que no todas las mujeres que viven en la Cuenca de Trancas comparten las mismas responsabilidades ni las mismas experiencias familiares. En nuestro caso, hemos centrado el análisis en las vivencias de mujeres que comparten, en líneas generales, una situación social precisa, mujeres, en su mayoría, amas de casa y madres en un ámbito rural determinado, en el marco de una cambiante realidad social y económica de la República Argentina.
En esta realidad, las mujeres contribuyen de manera decisiva en las actividades vinculadas a la producción y a la reproducción a través de una variada gama de tareas. No obstante, a pesar de ser sujetos activos en la generación de recursos, las mujeres no han logrado aún en este medio social y familiar un poder e influencia acorde a sus esfuerzos.

NOTAS

1) Crecimiento del PBI en el período 1980/87: 5.2 %. La deuda externa en 1987 representaba el 75% del PBI. Crecimiento del PB agropecuario en el período 1980/87: 13.4%. El sector agropecuario representaba el 15% del PBI total y entre un 70 y un 85% del valor de las exportaciones. Fuente: Informe BID/ PMA, 1989. Citado en IICA.1992.
2) «La noción de actor social reposa sobre la idea de que cada ser humano acumula en su biografía una existencia personal, en la que sus recursos de actuación social se van complejizando, a la vez que estructuran la matriz cognitiva». SARABIA, Bernabé. «Historias de vida». 1985. (mimeo).
3) A comienzo de un nuevo siglo, las políticas dirigidas a las familias en general y a las familias rurales en particular, patentizan la ausencia de una definición específica de un campo bien delimitado y de una legitimidad evidente (CEPAL).
4) Tomando una experiencia de interpretación de datos cualitativos llevada adelante en México, la hemos considerado para realizar este análisis Cf. Szazs Ivonne. "Significados de la sexualidad, la reproducción y la anticoncepción". Documentos de Trabajo. Programa de Salud Reproductiva y Sociedad. El Colegio de México. México.
5) Citado por PALENZUELA, Pablo. 1995.»Las culturas del trabajo: una aproximación antropológica». En Sociología del Trabajo, Nueva Apoca, Nº 24.
6) Se entiende como grupo social al "conjunto de individuos que ocupan una misma posición en el proceso productivo o de distribución y que comparten niveles más o menos homogéneos de acceso a los recursos económicos y políticos, a partir de los cuales pueden desarrollar una identidad propia que los hace diferentes a los demás. Esta identidad cohesiona al grupo y le proporciona capacidad de defensa sobre sus intereses ´en muchos casos, poder sobre otros grupos´ (Catacora 1990)". MONTES URDAY, A. "Relaciones de poder en el campo". Documentos de Trabajo Nº 76, Serie 4.
7) "El grupo doméstico, como categoría portadora de las condiciones de reproducción de su grupo social y de la forma específica de compulsión que obliga a sus miembros a trabajar y a entregar gratuitamente una parte de su trabajo en el mercado, sintetiza también los distintos determinantes que se conjugan para imprimir un sentido particular a la dinámica social. Cumple esta función, de manera general y abstracta, en su calidad de unidad de reproducción; pero, en forma mucho más específica, la interacción en su seno de los soportes biológicos y sociales de la capacidad productiva (los hombres, con sus características físicas y morales) y de las condiciones inmediatas de la producción (el patrimonio familiar) convierte al grupo doméstico no sólo en el elemento analítico mínimo del proceso de diferenciación-homogeneización social del campesinado, sino en su agente". Marielle Pepín Lehalleur y Teresa Rendón. 1998. "Reflexiones a partir de una investigación sobre grupos domésticos campesinos y sus estrategias de reproducción". En de Oliveira, O., M. Pepín Lehalleur y V. Salles (comp.) Grupos Domésticos y Reproducción Cotidiana. El Colegio de México. México.

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