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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

On-line version ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  no.32 San Salvador de Jujuy Jan./July 2007

 

Cancha de Paleta, un cementerio del periodo formativo en Cachi (Valle Calchaqui, Salta)

Cancha de Paleta, a cementery of formative period in Cachi (Valle Calchaqui, Salta)

Lidia Baldini *

* CONICET - FCNYM - UNLP - Museo de La Plata - División Arqueología - Paseo del Bosque S/Nº - 1900 - La Plata - Argentina.
Correo Electrónico: lbaldini@ciudad.com.ar

RESUMEN

Se presentan los resultados de un trabajo de rescate efectuado en el área urbanizada de Cachi, Provincia de Salta, Argentina.
Cancha de Paleta es uno de los dos cementerios localizados en la zona constituidos por tumbas de adultos con características estructurales peculiares y alfarería de superficie negra pulida, de los que sólo se conocen algunas referencias.
Los objetos del acompañamiento mortuorio permiten estimar una cronología temprana, conocer más ajustadamente la alfarería regional, vislumbrar aspectos del los comportamientos mortuorios y trazar vinculaciones con otras sociedades formativas del Noroeste argentino y los Andes Meridionales y Circunpuñenos. Se ha propuesto la existencia de posibles enclaves atacameños controlando vías de circulación en los sectores más septentrionales del valle Calchaquí, el caso de Cancha de Paleta podría insertase en este tipo de situación.

Palabras Clave: Cementerio; Período Formativo; Valle Calchaquí; Salta.

ABSTRACT

The results of rescue activity in Cachi, Salta Province, Argentina, are presented. Cancha de Paleta is one of two cemeteries integrated of tombs with uncommon structural traits and black polished pottery, whit only two references published until now.
From objects of mortuary offering it is possible recognize the existence of regional pottery, mortuary practices and articulations between early societies of Northwest Argentina and Southern and Circunpuneños Andes. It was proposed the existence of atacameños settlements as a control of circulation ways in Northern Calchaquí valley. Cancha de Paleta is possibly one example of this.

Key Words: Cemetery; Formative Period; Calchaquí valley; Salta.

INTRODUCCION

Los Andes Meridionales y Circumpuneños fueron escenario de un modo de vida móvil a lo largo de un proceso de varios milenios que engendraría grupos de pastores y agricultores aldeanos involucrados en el intercambio mediante redes de caravanas que conectaban asentamientos estables, movilizando bienes y recursos a cortas y largas distancias entre comunidades de desarrollo diverso (Núñez y Dillehay 1995). En el valle Calchaquí, emplazado entre el macizo puneño y parte de la cordillera oriental en la Provincia de Salta, evidencias materiales registradas desde sus cabeceras hasta más al sur de La Paya, reflejan que sociedades aldeanas claramente establecidas varios siglos antes de la Era se articulaban en ese modo de vida con las del ámbito circumpuneño (Tarragó, 1980, 1989, 1996).
Una proporción importante de dichas evidencias son manifestaciones de la esfera funeraria, en la cual parte de las prácticas mortuorias suelen incluir un continente, la estructura mortuoria, y un contenido, los restos del muerto y el ajuar o acompañamiento, que desde la perspectiva de la arqueología de la muerte se conciben como consideraciones materiales y simbólicas que reflejan los intereses particulares de cada sociedad o segmento social de distinta índole (O´Shea, 1984, Lull y Picazo, 1988).
En el extremo norte del valle Calchaquí el caso más investigado es el asentamiento aldeano de Campo Colorado, ocupado entre 100 A.C. y 200 D.C., con enterratorios de adultos en pozos tapados con lajas e infantes en vasijas ordinarias bajo los pisos de las viviendas y un cementerio anexo. Hallazgos en diversos sitios cercanos brindaron alfarerías similares a las de superficie negra pulida de Campo Colorado, a las que en ciertos casos se asocian otras de la vertiente oriental del Noroeste Argentino. Se destacan las vasijas procedentes del Salar de Atacama, pertenecientes a la fase IV - Quitor, fechada entre 400 y 700 D.C., colectadas en la quebrada de La Paya de La Poma, que conecta con las vías hacia esa región. Más al sur, se repiten colecciones cerámicas similares de enterratorios y cementerios en la cuenca de Cachi y la quebrada de la Paya (Serrano, 1963, Díaz, 1983, Tarragó, 1996).
En este artículo se da a conocer un nuevo cementerio del Período Formativo (aproximadamente, entre 300 A. C. y 600 D.C.) localizado en el área urbanizada de Cachi, valle Calchaquí, Provincia de Salta, e identificado como SSalCac 109 - Cancha de Paleta, siguiendo la nomenclatura de sitios arqueológicos puesta en práctica por el Museo Arqueológico de Cachi (MAC) (Tarragó y Díaz, 1972).
La información proviene de excavaciones de rescate efectuadas hace muchos años (Nota
1), que por diferentes motivos han permanecido inéditas a pesar de su alto valor tanto para la arqueología regional, como para la mejor comprensión de la articulación de las sociedades aldeanas tempranas del Noroeste Argentino (NOA) y los Andes Meridionales y Circumpuñenos. Cancha de Paleta es uno de los dos cementerios con características estructurales peculiares y alfarería de superficie negra pulida con claras vinculaciones con la de sitios aldeanos de otras regiones del NOA y del norte de Chile, localizados en Cachi y sus alrededores de los que sólo se conocen algunas referencias (Díaz, 1983, Tarragó, 1989, 1996).
Se presentan las circunstancias del hallazgo, que impusieron serias restricciones a la calidad de las actividades y la información recuperada, los rasgos generales del cementerio y de los materiales asociados, una breve descripción de cada entierro y se trazan relaciones con otros sitios aproximadamente contemporáneos.

UN CEMENTERIO EN LA CANCHA DE PALETA.

El sitio, ubicado en el ángulo noroeste del predio del actual Camping Municipal de Cachi, fue localizado en ocasión de iniciarse la construcción de una cancha de paleta. Las obras comenzaron con la nivelación mecánica del terreno, que presentaba fuerte pendiente hacia el norte, y la excavación de una zanja para cimientos, de 30m de largo, adyacente a la actual calle Hoygaard (Figuras 1 y 2).


Figura 1. Mapa de la región con la ubicacion de Cachi.

En el transcurso de esos trabajos de nivelación fue arrasada la parte superior de una serie de estructuras de piedra y durante la excavación de la trinchera para cimiento se destruyeron otras, de las cuales se extrajeron varias vasijas. Alcanzada esa etapa de los trabajos se informó acerca los hallazgos al MAC. Posteriormente se recuperaron las vasijas extraídas, junto con la indicación de la estructura de la cual procedían.
Las tareas de rescate se iniciaron de inmediato y debieron realizarse en un lapso perentorio durante el cual las obras no fueron interrumpidas, salvo ante el hallazgo, y deterioro, de nuevas estructuras. Se relevó y excavó un total de 16 enterratorios en cámaras de piedra. Aunque muchos de ellos se hallaban expuestos al iniciarse la actividad de rescate, en general sólo estaban afectados en la parte superior y su contenido permanecía inalterado.


Figura 2. Arriba: Ubicación del cementerio Cancha de Paleta en la planta urbana de Cachi (la actual calle Hoygaard aparece como "Monseñor Tavella"). Abajo: planta del cementerio con la posición de las cámaras 1 a 18.

Una vez excavadas las cámaras expuestas, se trazaron cuatro trincheras exploratorias orientadas según la dirección en que se disponían las tumbas, pero en el breve lapso disponible no se detectaron otras. Sin embargo, es posible que parte del cementerio se encuentre aún debajo de las actuales construcciones, así lo sugiere la comparación con la cantidad de entierros, alrededor de setenta, y las dimensiones del cementerio SSalCac 91-Salvatierra, ubicado sobre la margen derecha del río Calchaquí, a aproximadamente 2-3 km al norte de Cachi, que presenta las mismas características estructurales y restos asociados en su interior (Nota 2).
Dadas las circunstancias de hallazgo y las condiciones en que se encontraba el área, no hay información acerca de la existencia de indicios de señalizaciones superficiales del cementerio ni de los enterratorios, aunque algunos rasgos subsuperficiales registrados durante las excavaciones así lo sugieren (Nota
3). Por otra parte, debido a la localización del cementerio en un sector urbanizado, afectado por construcciones y/o riego desde antiguo, tampoco es posible reconocer si se vinculaban a indicios de otros tipos de estructuras, por ejemplo sectores con unidades de vivienda como en el caso de Salvatierra (Tarragó, 1996).
En el momento de iniciarse la actividad de rescate la nivelación mecánica del terreno abarcaba un área de aproximadamente 50m de lado, en la cual se registraron cámaras subrectangulares, con su eje mayor en sentido general norte-sur, de paredes y techo de piedra, dispuestas en alineamientos aproximadamente paralelos y con igual orientación. Cada cámara contenía un individuo adulto acompañado por un ajuar constituido por una o más vasijas de superficie negra, o gris-negra, pulida, a las que en algunos casos se sumaban cuentas de malaquita, objetos de metal y pigmentos, además de fragmentos cerámicos dispersos, en algunos casos parte de una misma vasija.

LAS CONSTRUCCIONES MORTUORIAS

Las cámaras funerarias de Cancha de Paleta poseen una resolución arquitectónica que hasta el momento no se ha registrado en otros sitios del NOA y una esmerada calidad técnica. Para su construcción se emplearon piedras alargadas grandes, en algunos casos de más de un metro de longitud, que además fueron regularizadas. Presentaban una cara convexa, la otra rebajada hasta hacerla más o menos plana y los contornos retocados hasta darles un aspecto regular. Las de las paredes, colocadas con su eje mayor en sentido vertical, con frecuencia estaban lateralmente adelgazas hacia la base para un mayor encastre. La cara plana se colocó en paredes y techos siempre hacia el interior de la cámara.
Los lados mayores de las cámaras, al este y al oeste, son ligeramente divergentes, resultando el lado sur de mayores dimensiones que el norte; este último en general presenta cierta curvatura o forma un ángulo. Para la construcción de la pared sur se emplearon recurrentemente piedras de mayor tamaño, un rasgo constante de las tumbas es que la pared sur sobresalga por sobre el techo unos 0,40m promedio (Nota
4), y en algunos casos tenían un ancho suficiente para que una única piedra constituyera la pared. Comúnmente la pared sur se halló inclinada hacia el interior de la tumba, posiblemente en parte por presión de los sedimentos exteriores, ya que el piso de las cámaras presentaba el declive natural del terreno, con pendiente hacia el norte.
El techo de las cámaras (Figura 3) fue construido con piedras del mismo tipo y con igual tratamiento, colocadas horizontalmente, con su lado mayor transversal al eje longitudinal de la cámara y de manera tal que la que se hallaba más al sur apoyaba sobre la ubicada hacia el norte. En general estaba constituido por tres o cuatro piedras, y en los intersticios que quedaban, ajustándolas, se disponían cantos rodados, que en algunos casos formaban una pequeña acumulación, por ejemplo en el entierro 5.


Figura 3. Arriba: individuo con las extremidades inferiores flexionadas sobre el torso y el cráneo sobre la pared del Entierro 10; abajo: vista de la tapa del Entierro 11.

Tanto en paredes como en techos, cada piedra estaba perfectamente asegurada, en algunos casos con muescas que posibilitaban un mejor ensamble, y a su vez sostenida por la siguiente. Cuando en la pared quedaron espacios vacíos entre las piedras, se completaron con otras de menor tamaño y más irregular, a veces superpuestas constituyendo un pequeño tramo de pared. El piso de las tumbas era el sedimento natural que mantenía, como toda la construcción, la inclinación original del terreno.
Algunos pocos entierros presentaron ciertas diferencias. En un caso los restos se hallaron dispuestos directamente en la tierra, pero cubiertos por un techo de igual tipo que en las cámaras de paredes completas. En otro, los lados de la cámara no tenían paredes propiamente dichas, sino que en los lados este, oeste y norte presentaban una única piedra colocada horizontalmente sosteniendo el techo, en tanto que la pared sur presentaba las mismas características que el resto de las tumbas.

CARACTERISTICAS Y CONTENIDO DE LOS ENTIERROS

Todos los entierros eran individuales. Contenían restos óseos de individuos adultos (Nota 5) colocados en posición flexionada, apoyados sobre uno de sus lados o sobre la espalda, y orientados en sentido N-S según el eje Bregma-Coxis.
Debido al alto porcentaje de humedad del terreno los restos óseos se hallaban en mal estado de conservación, a veces reducidos al estado de vestigios. En algún caso restos muy deteriorados diferían en la orientación más común, divergencia que podría atribuirse a deslizamientos. Además, en dos cámaras (entierros 1 y 9) no había indicios de huesos del cráneo. Lamentablemente, el mal estado de conservación general sólo permite llamar la atención sobre esta ausencia, que podría reflejar una intencionalidad vinculada a prácticas sociales particulares.
Además de los individuos, las cámaras contenían un ajuar o acompañamiento integrado por piezas de cerámica de superficies negras pulidas, en general una vasija por tumba. Las más comunes son jarras y cuencos, pero también se hallaron un vaso subcilíndrico y dos vasijas globulares y con cuello, diferentes a las jarras.
Algunos entierros contenían, además de vasijas, cuentas de malaquita muy pequeñas y otras mayores, discoidales, de piedra blanca y en un caso se halló pigmento.
En el entierro 8, que sobresale por la inclusión de otros objetos ornamentales, además de una pieza cerámica y cuentas como las mencionadas, se halló un par de aros de metal a los lados del cráneo y una pequeña placa de metal, de contorno subrectangular y con un orificio cuadrangular en el centro.
Entierro 1:
Estructura casi cuadrada con su eje mayor orientado de NNE a SSO (en la Figura 2 se observa la ubicación de cada cámara y en el Cuadro 1 sus dimensiones). En este caso, con lados de similar longitud, sólo la pared sur estaba revestida por piedras colocadas verticalmente, que sobresalían 0,40m por sobre el techo. Los lados restantes sólo tenían una piedra, de más de un metro de largo, colocada horizontalmente sosteniendo la cubierta. Esta se componía de tres piedras superpuestas en parte, de modo tal que la ubicada más al norte era la que se hallaba a mayor profundidad, y cantos rodados rellenando los espacios libres.
En el interior de la tumba inmediatamente debajo del techo se halló una vasija subglobular de asas horizontales (2806) (
Nota 6) y restos de las extremidades flexionadas de un individuo adulto. Además se recolectaron siete fragmentos de cerámica de superficie gris-negra pulida, posiblemente de un puco.

Cuadro 1. Dimensiones de las cámaras.

Entierro 2:
Cámara de paredes de piedra colocadas verticalmente, de mayores dimensiones en el lado sur. Fue arrasada y excavada, por lo que no se conservaron indicios del techo y sólo contenía vestigios de restos humanos. Se recuperó una jarra negra pulida de asa vertical (2799) que había sido extraída de su interior.
Entierro 4 (
Nota 7):
Sólo se observaron restos de las paredes de esta cámara, que presentaban rasgos constructivos coincidentes con los de las otras. Contenía restos de un individuo adulto, con el cráneo hacia el norte y apoyado sobre su lado derecho, con la mandíbula desplazada, en parte dentro de la cavidad craneana. Algunos vestigios de huesos de extremidades sugieren que las mismas estaban flexionadas. No se registraron materiales depositados como ajuar funerario.
Entierro 5:
Cámara de piedras trabajadas colocadas verticalmente en las paredes y en posición horizontal en el techo. Es posible que a las tres piedras que constituían el techo se superpusieran otras formando una doble tapa o una acumulación, rasgo que no pudo verificarse por la alteración provocada durante las nivelación del terreno. Contenía vestigios de un individuo adulto del que no se pudo determinar la posición y una jarrita de asa vertical (2800).
Entierro 6:
El techo de este entierro fue arrasado con la nivelación mecánica del terreno, no obstante fue posible distinguir que estaba conformado en parte por una gran piedra plana ovalada y otra a la que se le había rebajado una punta a la mitad de su longitud. Los restos óseos de su interior estaban muy deteriorados, pero sobre el lado norte pudo observarse el cráneo apoyado sobre su cara posterior, con la parte facial destruida y fragmentos de la mandíbula aplastados y sin piezas dentarias. A mitad de la pared oeste de la cámara se halló un cuenco negro pulido, de cuerpo elipsoidal, borde evertido, engrosado, y asitas mamelonares (2805).
Entierro 7:
Cámara del mismo tipo que las anteriores, con el techo formado por cuatro piedras horizontales y la pared sur de piedras mayores. En su interior se hallaron restos óseos muy deteriorados de un individuo con el cráneo sobre la pared norte. Cerca del cráneo, y de la pared oeste, se hallaron dos pucos (2797 y 2796) y hacia la pared este, y a poca distancia de la sur, una jarra negra pulida, de asa vertical (2795). Además se recolectó un rodado con señales de uso en una de sus caras.
Entierro 8:
Cámara del mismo tipo que las anteriores y con restos de un individuo con el cuerpo orientado según el eje longitudinal de la tumba, con su cráneo al norte, con la parte facial hacia arriba, y las extremidades inferiores flexionadas e inclinadas hacia su costado derecho. Por debajo de los restos óseos, sobre el piso de esta tumba, se observó una lente ceniza.
A ambos lados del cráneo había fragmentos de metal pertenecientes a un par de aros manufacturados en una delgada lámina de metal, de perfil convexo (2808). Los del lado izquierdo formaban una circunferencia casi completa y con un pequeño orificio en su parte inferior, es posible que a éste se ajustara una cuenta de color turquesa, de forma aproximadamente triangular, hallada junto a él (Figura 4). Otra cuenta similar y algunos fragmentos del segundo aro se hallaron en el sedimento que rellenaba la cavidad craneana, al igual que una pequeña placa subrectangular de plata, con un orificio central y recubierta por una sustancia rojiza (2809) (
Nota 8)
Además se hallaron una jarra negra pulida (2807), cuentas de malaquita muy pequeñas y otras discoidales de piedra de mayor tamaño (2810).
Entierro 9:
Cámara del mismo tipo que las anteriores, en cuyo interior se hallaron sólo algunos vestigios de huesos orientados en sentido NE-SO, no se observaron indicios de huesos del cráneo. Además, contenía cuentas cilíndricas y discoidales de malaquita y piedra (2814) y fragmentos correspondientes a dos vasijas, una abierta de superficie gris-negra pulida, de la que se halló un fragmento de borde, y otra, más ordinaria, de superficie alisada de color pardo con manchas o sectores negruzcos.
Entierro 10:
Este entierro se halló al efectuar una excavación donde el terreno ya nivelado presentaba una importante mancha de cenizas y carbón. Por debajo de ella se hallaron seis piedras trabajadas que cubrían restos óseos de un individuo adulto dispuesto directamente en la tierra, apoyado sobre su espalda, con el cráneo orientado hacia el NNE, algo levantado y mirando hacia el sur, y con las extremidades inferiores flexionadas por sobre el torso. El traslado del cráneo en bloque para su limpieza permitió constatar que conservaba las dos primeras vértebras cervicales articuladas, en tanto que la mandíbula, fracturada y deslizada, ocupaba la posición del cráneo facial, destruido. Sólo se halló un fragmento cerámico.


Figura 4. Entierro 8. Se observa la cámara, con la pared sur construida con piedras de mayor tamaño; la posición de los restos humanos, con el cráneo recostado sobre la pared, y los diversos objetos incluidos como ajuar.

Entierro 11:
Cámara del mismo tipo que las anteriores. En el sedimento superior al techo se hallaron algunos fragmentos cerámicos, e inmediatamente debajo de las cuatro piedras que lo formaban se recolectaron fragmentos de cerámica parda y negra pulida, uno de los cuales es un borde de puco negro pulido con asa mamelonar pequeña.
Contenía restos de un individuo adulto con el cráneo sobre la pared norte y el cuerpo flexionado, con las rodillas sobre la pared este y una jarra de asas horizontales (2798) y fragmentos cerámicos.
Entierro 12:
Cámara del mismo tipo que las anteriores, sobre cuyo techo se hallaron fragmentos de cerámica pulida de color pardo, correspondientes al borde de un cuenco.
La cámara contenía restos de un adulto orientado con el cráneo al norte, y el cuerpo flexionado, con las caderas casi sobre la pared oeste y las rodillas hacia el este. Por debajo y alrededor del cráneo se hallaron pequeñas cuentas de malaquita, una pequeña talla lítica en forma de aguja con un cuello levemente marcado y tres líneas longitudinales grabadas (2812) sobre la pared este, una jarra de asa vertical (2811) y un fragmento de ocre.
Entierros 13, 14, 15, 17 y 18:
Estos entierros se observaron en la zanja excavada para cimientos, ya muy destruidos. Sin embargo los restos de paredes conservados no mostraban diferencias con las cámaras descriptas, a excepción de un amontonamiento de piedras identificado con el número 16, cuya limpieza evidenció que no correspondía a un entierro.
Durante el período de trabajo de rescate se recuperaron los materiales que habían sido extraídos de estas últimas cámaras. Entre ellos se cuentan un puco (2803), un vaso de borde evertido (2801) y una jarra deteriorada (2822) del entierro 14; una jarra (2804) y un puco (2802) del entierro15; tiestos de un puco pardo pulido y restos de huesos removidos del entierro número 18 (Cuadro 2).

Cuadro 2. Objetos incluidos en los entierros.

Las construcciones funerarias del Período Formativo del NOA presentan variabilidad según los distintos lapsos y regiones. Esa variabilidad fue sintetizada por Raffino (1988), en su caracterización de la arquitectura funeraria distingue cámaras cilíndricas de paredes y piso de tierra y cámaras similares pero con paredes también de piedra, cámaras de paredes de piedra y techo en falsa bóveda, cupuliformes y con acceso vertical, y fosas sin preparación. Las características generales de las cámaras reseñadas más arriba y los detalles de forma, construcción y dimensiones particulares de cada una ellas, evidencian que las de Cancha de Paleta contrastan claramente con las variedades de estructuras mortuorias de otras localidades del NOA, y del mismo valle Calchaquí. Aunque el número de tumbas es reducido, más aún el de las conservadas, se observa regularidad en la elección de materias primas, técnicas constructivas, formas y dimensiones. La investigación del cementerio Salvatierra, con un número de cámaras similares notablemente mayor, permitiría afinar, entre otros, esos aspectos.

LA ALFARERIA INCLUIDA EN LOS ENTIERROS.

El material más representado en el acompañamiento o ajuar contenido en los entierros, y en muchos casos el único, es la alfarería (Nota 9). La totalidad de la misma es monocroma, de color negro, plomizo o gris-parduzco, y con las superficies pulidas, aunque en algunos cuencos la superficie interna sólo fue alisada. En las piezas cerradas la superficie interna tiene una banda pulida de aproximadamente un centímetro de ancho en el borde. Las superficies poseen diversos grados de desgaste, con sectores craquelados, descascarados en forma de láminas o pequeños círculos, con estrías de pulimento, o con sectores donde el color más oscuro está desleído, dejando a la vista una superficie de color pardo, es decir, que el primero sería producto de un baño (Nota 10). Según una visión somera la pasta de estas piezas es de tonos grises o parduscos, con inclusiones finas y medianas, que incluyen cuarzo, mica y, en algunos casos, fragmentos de rocas.
Por su forma las vasijas pertenecen básicamente a tres categorías, vasijas globulares con cuello, cuencos, y un caso de vaso subcilíndrico de borde evertido. Tienen semejanzas con las halladas en otros sitios tempranos del valle Calchaquí y regiones aledañas, y en algunos casos pueden ser descriptas según los atributos que caracterizan a ciertas formas definidas por Tarragó para la cerámica regional, como los materiales de Campo Colorado, La Poma, con fechados radiocarbónicos de 1895±70 A.P. , el tipo Negro Pulido de San Pedro de Atacama en Chile (Tarrago, 1976, 1989, 1996,) y cerámicas de las aldeas tempranas de la Quebrada del Toro (Cigliano, et al. 1976, Raffino, 1977).
Las vasijas globulares son fundamentalmente jarras con cuerpos sección de ovoide, esfera o elipsoide, cuellos hiperboloides, un asa cinta colocada verticalmente desde la parte superior del cuerpo hasta aproximadamente la mitad del cuello, y bases levemente cóncavas, escasamente diferenciadas en el contorno. En esta clase de piezas la superficie externa presenta un pulido de mayor calidad que en otras, acercándose, en algunas, al bruñido (en el Cuadro 3 se indican las dimensiones de cada vasija).
Otras dos vasijas también globulares y con cuello de Cancha de Paleta difieren de las anteriores. En un caso se trata de una vasija (Nº 2806 del Entierro 1, Figura 5) de mayor tamaño y asas cinta colocadas horizontalmente que pueden asimilarse a la forma VIII, del Negro Pulido de San Pedro de Atacama (Tarragó, 1989, Lám. 14, fig. 10 y 11). Es también muy semejante a las ollas subglobulares Las Cuevas gris pulido de la Quebrada del Toro, variedad alfarera de la ocupación más temprana de Las Cuevas, con un fechado de 2485±60 A. P., y anterior a la presencia de alfarerías policromas, corrugadas e incisas (Raffino, 1977, Lám. IX, 5). La segunda vasija, Nº 2798 del Entierro 11 (Figura 5), de tamaño semejante al de las jarras más numerosas, posee cuerpo elipsoidal y asas horizontales más gruesas, de inserciones muy asimétricas. La vasija tiene un aspecto general más burdo que el conjunto de piezas del cementerio, es de paredes más gruesas, superficie pardo-grisácea más clara que lo habitual, y por su forma podría relacionarse más adecuadamente con alfarerías grises pulidas del Salar de Atacama (Tarragó, 1989, Fig. 19) a las que también corresponde una cronología temprana dentro del Período Formativo (op.cit), así como con las cerámicas alisadas y pulidas más antiguas de la región del río Loa en el norte de Chile (Sinclaire, et al. 1997).

Cuadro 3. Dimensiones de las vasijas.

 


Figura 5. Vasijas representativas de la variabilidad de la alfarería de Cancha de Paleta.

Los pucos presentan dos variantes, en una se incluyen pucos de cuerpo elipsoide y con borde evertido, engrosado en la cara externa (Nº 2805, Figura 5), que se asemejan a la forma IX de la cerámica Negra Pulida de Atacama (Tarragó, 1976, Fig. 7); esta misma clase de cuenco se da también en otro puco de cuerpo ovoide, más profundo. La segunda variante corresponde a cuencos abiertos de cuerpo ovoide y con borde levemente evertido, con un engrosamiento externo netamente remarcado en la superficie externa, presentes también en sitios de la Quebrada del Toro (Raffino, 1977), (Figura 5).
En todos los casos los cuencos poseen pequeñas asitas en forma de mamelón por debajo del borde y bases indiferenciadas a la vista, aunque la cara externa muestra un anillo de desgaste con relación a un centro levemente cóncavo. Un solo puco tiene base definidamente cóncavo-convexa.
Las superficies, cuyo color varía entre pardo oscuro a gris-negro, incluso en distintos sectores de una misma pieza, presentan distinto grado de pulido. A pesar del desgaste que poseen las superficies se observa que las externas fueron más pulidas que las internas.
El vaso 2801 (Figura 5) es el único en su tipo en Cancha de Paleta y por el momento también parece serlo en la región. Es un vaso de forma subcónica, de base plana y paredes levemente curvas, con borde evertido y asitas mamelonares iguales a las de los pucos, también inmediatamente debajo del borde. Su forma no coincide con las registradas en otros sitios de las quebradas prepuneñas del Noroeste argentino, incluido el valle Calchaquí, ni tampoco con las definidas para el Negro Pulido de Atacama, sin embargo podría trazarse cierta semejanza con la variante tonelito de la forma II definida para esta última cerámica (Tarragó, 1976, Fig. 3).

ALGUNAS CONSIDERACIONES: CRONOLOGIA, RELACIONES REGIONALES E INTERREGIONALES Y PRÁCTICAS SOCIALES.

Del conjunto de materiales, particularmente la alfarería y las vinculaciones que indica con otros sitios, y los fechados radiocarbónicos relacionados con ella, puede estimarse la cronología de Cancha de Paleta y enmarcar el cementerio en situaciones históricas planteadas para las sociedades formativas de la región. Por otra parte, algunos elementos dan indicios de prácticas sociales vinculadas con la muerte.
Las alfarerías monocromas de los sitios del Período Formativo de los sectores norte y centro valle Calchaquí indican procesos sociales vinculados estrechamente con los de las poblaciones de quebradas prepuneñas y de la puna argentina y chilena. Cancha de Paleta se enmarca en esa situación, a la vez que manifiesta ciertas diferencias con otros sitios de la región. Por ejemplo, se destaca la ausencia de formas de cuencos comunes en Campo Colorado, como los de cuerpo troncocónico (Tarragó, 1996: Fig. 3), así como de los jarros con un asa del tipo de los de Tebenquiche (Krapovickas, 1955) hallados en Campo Colorado y distintos sitios calchaquíes, incluido el cementerio Salvatierra.
Las jarras globulares con cuello y un asa vertical son las piezas más características, además de numéricamente predominantes, del conjunto alfarero de Cancha de Paleta. Estas jarras, que también alcanzan una alta proporción en Salvatierra (Baldini m.s.) constituyen una modalidad regional de la alfarería de las sociedades formativas del valle Calchaquí. En menor proporción se han hallado, en algunos casos asociada a diversas alfarerías tempranas, en sitios de La Poma y Cachi Adentro (Serrano, 1963, Tarragó, 1996), pero no se encuentran en el tramo sur del mismo valle (Heredia et al. m.s.).
Además, el conjunto cerámico de Cancha de Paleta difiere de la de otros sitios cercanos por la ausencia de variedades cerámicas decoradas, que en Campo Colorado y otros sitios calchaquíes y de regiones aledañas, como la Quebrada del Toro, se asocian a las monocromas de superficies pulidas (Raffino, 1977, Tarragó, 1996).
No se han efectuado fechados sobre materiales de Cancha de Paleta, pero más allá de las similitudes entre conjuntos alfareros para estimar su posición cronológica resulta de especial interés el fechado radiocarbónico de 2205±140 A. P. de Salvatierra (Tarragó, 1996) ya que ambos sitios poseen un alto grado de afinidad. Constituyen un mismo tipo de espacio construido, cementerios separados del espacio residencial, y comparten tanto el peculiar tipo de estructura mortuoria, como su contenido, ya sea por el número, edad, disposición y orientación de los individuos inhumados, como por los materiales incluidos como ajuar o acompañamiento. Tarragó (op. cit) ya ha planteado relaciones con el fechado de 1895±70 A. P. de Campo Colorado en el extremo norte del valle Calchaquí, y las fases más antiguas de los cementerios de San Pedro de Atacama en el norte de Chile.
Algunas vasijas de Cancha de Paleta son similares a ciertas formas definidas para la cerámica Negro Pulido de San Pedro de Atacama. Entre ellas, las vasijas globulares con cuello y asas cinta horizontales de la forma VIII (2806 y 2798) son semejantes a piezas de las asociaciones más tempranas de los contextos de tumba de San Pedro de Atacama (Tarragó, 1989), igualmente se relacionan con la alfarería de esa región los cuencos forma de forma IX (Tarragó, 1976, Fig. 7), y el vaso 2801mencionados arriba. Sin duda estas piezas de Cancha de Paleta son de manufactura local, pero en una visión laxa pueden correlacionarse con las fases II, Toconao, y III, Sequitor, de los cementerios de Atacama, fechadas entre 300 A. C. y 100 D. C. y entre 100 y 400 D. C. respectivamente (Tarragó, 1989).
En igual sentido apunta el conjunto de semejanzas que puede trazarse con otros sitios formativos con alfarerías monocromas gris negro o pardo de superficies pulidas, que resultan las más tempranas en diversos sitios prepuneños y puneños de Argentina (Cigliano et al., 1976, Raffino, 1977, Krapovickas, 1955, Olivera, 1991, entre otros), y de la región del río Loa en el norte de Chile, con relación a cerámicas locales semejantes a las del Salar de Atacama (Sinclaire et al., 1997, Núñez A., 1999).
En síntesis, todas estas similitudes indican una cronología hacia los últimos siglos del primer milenio A. C., en particular el fechado de Salvatierra y el hecho que la ausencia de alfarerías incisas o policromas vincularía a los cementerios de Cachi fundamentalmente con los fechados de mayor antigüedad en Las Cuevas.
Desde otro punto de vista, esas relaciones manifiestan la inserción de la sociedad que enterró sus muertos en Cancha de Paleta en las amplias redes de interacción puneñas y circumpuneñas (Núñez A. y Dillehay, 1995), en las que se articularía a través de las cabeceras del valle Calchaquí; de las cuencas tributarias de su sector medio, en particular por los pasos a la puna de los valles ubicados más al oeste, como los de Luracatao y Tacuil-Amaicha; en las cabeceras de la cuenca de Angastaco; etc. y, hacia el sur, con relación al nudo de comunicaciones interregionales que constituye el área de Cafayate.
La información disponible sobre Cancha de Paleta también permite vislumbrar aspectos de las prácticas sociales vinculadas con la muerte, que a su vez dan indicio de diferencias entre las sociedades tempranas de la región en cuanto a la forma de resolver la disposición de los muertos.
Se destaca el tipo de continente, las inusuales cámaras sepulcrales de Cancha de Paleta, producto de un importante costo social, tanto en la selección y tratamiento del material, como en la técnica de construcción, la regularidad de las estructuras y su disposición, por el momento sólo tienen paralelo en el cercano cementerio Salvatierra, poniendo de relieve la variabilidad de las tumbas a nivel regional. A escasos kilómetros de Cachi, en Potrero Gutiérrez (Cachi Adentro) las sociedades formativas enterraban a sus muertos en tumbas circulares con tapas de piedra y en otros casos, como en Campo Colorado, se ubicaron entierros de adultos directos en tierra pero con una tapa conformada por grandes lajas (Tarragó, 1996). Este caso recuerda al entierro 10 de Cancha de Paleta, con un cuerpo dispuesto directamente en tierra y cubierto con un techo igual al de las cámaras y, desde la perspectiva que abren Cancha de Paleta y Salvatierra, sugiere la posibilidad que mayor número de excavaciones en cementerios lleven a identificar otros casos con enterratorios similares a los de estos últimos.
Ciertos elementos aportan a vislumbrar prácticas rituales relacionadas con la muerte. En principio el sitio en si mismo, un cementerio, es la construcción de un espacio ritual, y al interior de las tumbas hay indicios de prácticas recurrentes en el tratamiento de los cuerpos. Estos se dispusieron con los cráneos al norte y las extremidades flexionadas. Es posible que al menos algunos individuos fueran enterrados sentados, o recostados sobre la pared, como lo sugieren los casos de cráneos apoyados sobre las paredes, de extremidades inferiores flexionadas sobre el tórax, y el registro de ambos pies del individuo de la tumba que excavamos en Salvatierra, con los huesos en su posición natural y apoyados sobre sus plantas en el piso de la tumba. También aludiría a prácticas particulares la ausencia de cráneos en algunos entierros. No se puede afirmar que los cuerpos hayan sido colocados sin sus cabezas por las malas condiciones de preservación, pero si alertar sobre la posibilidad de esta práctica en las sociedades formativas de los alrededores de Cachi.
En oportunidades anteriores expresamos que una larga tradición en los comportamientos mortuorios del valle Calchaquí fue la inclusión de cenizas, en ciertos casos calientes, en los enterratorios (Baldini y Baffi m.s., Baldini y Baffi, 2003), práctica de la que daría cuenta al menos el Entierro 8 de Cancha de Paleta, y con la que también podría relacionarse la capa de cenizas que cubría el techo del entierro 10.
Finalmente, aunque el número de enterratorios no es elevado, algunos manifiestan la presencia de ajuares diferenciales en este cementerio. El entierro 8 era el único caso que además de la alfarería incluía objetos de metal, ornamentales y de contenido simbólico, que implican una inversión de trabajo social especial, en tanto que el entierro 9 proporcionó cuentas cilíndricas y discoidales de malaquita y piedra, el número 12 cuentas de malaquita y una pequeña talla y restos de pigmentos y el número 7 mayor número de vasijas.
Desde el punto de vista del continente, las tumbas en sí mismas, las cámaras con cuatro paredes de piedra completas son claramente mayoritarias, pero dos casos difieren. El entierro 1, una cámara casi cuadrada y con tres lados delimitados sólo por sendas piedras colocadas horizontalmente sosteniendo el techo y el 10, un techo como los habituales sobre una cámara ausente, en el que el acompañamiento se limitaba a un fragmento cerámico. La cantidad de enterratorios es sin duda reducida y su análisis requiere profundización, pero las diferencias señaladas expresan que en el cementerio Cancha de Paleta el trabajo social fue invertido de modo diferencial en el entierro de unos u otros individuos.
El objetivo de este artículo fue presentar información que permanece inédita desde hace décadas. Aunque este aporte permanezca en gran parte a un nivel descriptivo, el caso de Cancha de Paleta aporta a señalar la coexistencia de procesos sociales distintos a la vez que articulados en un espacio muy amplio.
En Cancha de Paleta no hay objetos de origen foráneo, pero el conjunto de información reseñada induce a pensar que la sociedad que dispuso sus muertos en este cementerio fue una de las que integraban el tipo de articulación sociopolítica que Tarragó (1996, 1999) vincula con enclaves atacameños controlando vías de circulación en los sectores más septentrionales del valle Calchaquí . Por otra parte, las construcciones funerarias de un tipo infrecuente y la llamativa uniformidad en la alfarería, que incluye modalidades regionales, refleja el perfil propio de las sociedades formativas de los alrededores de Cachi.

AGRADECIMIENTOS

A M. Tarragó y a M. Uribe R. por sus comentarios sobre la alfarería chilena, lo cual no implica ninguna responsabilidad de su parte en mis interpretaciones.
A D. Salvatierra del Museo de Cachi que recientemente colaboró, como siempre, en la "re-excavación" de Cancha de Paleta en el depósito del MAC.

NOTAS

1) Estas excavaciones, así como la documentación de la información y los materiales constituyeron parte de mi actividad como Secretaria Técnica del MAC. En la segunda mitad de los trabajos algunas excavaciones estuvieron a cargo del Sr. P. P. Díaz, entonces Director del Museo. Durante todo el período, entre el 28 de marzo y el 3 de abril de 1979, colaboraron los Sres. D. Salvatierra y C. Moya, de esa Institución.
2) Del cementerio SSalCac 91-Salvatierra, excavado por P. P. Díaz en 1976, sólo se conocen los datos de su registro (Díaz 1983) y las referencias proporcionadas por Tarragó (1989, 1996). Cuando se menciona mayor información sobre el mismo, esta proviene de mi actividad en el MAC, que incluyó el registro de los diversos materiales obtenidos y de la información de campo, así como de la excavación, con M. D. Arena, de una tumba que posteriormente fue expuesta por las lluvias.
3) En algunos casos se observaron amontonamientos de piedras sobre las tapas de las cámaras, rasgo también presente en Salvatierra según la documentación de campo de P. P. Díaz.
4) Esta característica de la pared sur también se presenta en las tumbas del cementerio Salvatierra, y en el caso de la cámara que excavamos con M. D. Arena, una de las piedras tenía grabado un camélido.
5) La caracterización de adulto alude al tamaño de los restos, en tanto no se han efectuado análisis específicos de los mismos.
6) En todos los casos se consigna el original Número de Inventario en el MAC.
7) Los números no correlativos obedecen a que en ciertos casos se otorgó numeración a conjuntos de piedras que no resultaron corresponder a enterratorios.
8) Ni los metales ni las cuentas fueron objeto de análisis específicos para determinar su composición. Se estima que los aros son de cobre, y con relación a la cuenta se destaca su coloración ya que ésta difiere claramente del de las pequeñas cuentas verdes de malaquita, halladas en número mucho mayor.
La placa de metal fue publicada por A. R. González a partir de información proporcionada por P. Díaz (González 1991: 20 y Lámina 1, 29). Si bien dicha información señala que es de cobre, tanto en registros de campo y laboratorio (Baldini m.s.), como en catálogos del MAC, consta que según su color es de plata, y está recubierta por una sustancia rojiza, posiblemente pigmento.
9) Como se reseñó el acompañamiento mortuorio incluye otras clases de objetos asociados a las vasijas, pero aún no ha sido posible efectuar un estudio de los mismos.
10) Un análisis más detenido de las superficies podría confirmar que el tratamiento pulido se efectuó siempre sobre un baño de color más oscuro que el de la superficie natural de las piezas.

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