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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versión On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.32 San Salvador de Jujuy ene./jul. 2007

 

Las cabeceras del río Grande de San Juan y sus relaciones con áreas vecinas durante los últimos momentos del desarrollo cultural prehispánico

The upstream of Río Grande de San Juan and their relations with adjacent areas during the last moment of cultural prehispanic development

Carlos Alberto De Feo - Ana María Fernández y María Gabriela Raviña *

* Museo de La Plata - Facultad de Ciencias Naturales y Museo - Paseo del Bosque s/n - La Plata - Buenos Aires - Argentina.
Correo Electrónico: defeo@fcnym.unlp.edu.ar

RESUMEN

Se presentan los resultados de los trabajos arqueológicos desarrollados por los autores en las cabeceras del Río Grande de San Juan (Provincia de Jujuy, Argentina). Estas recientes investigaciones se han realizado en los sitios Abra de Lagunas, en la zona del río Orosmayo, y en Guayatayoc y Pajchela, en las cercanías de la localidad de Cusi Cusi.
Se analizan indicadores tales como emplazamiento y localización de sitios, patrón de asentamiento, construcciones agrícola-ganaderas, elementos relacionados con actividades rituales y/o sociales (menhires, montículos, entre otros), presencia de "hornos" (chullpas) de planta circular o elíptica y techo en falsa bóveda, alfarería y artefactos elaborados en piedra, madera y hueso. Asimismo, se realiza un análisis comparativo de estos indicadores con otros de regiones aledañas, especialmente curso medio del río Grande de San Juan, laguna de Vilama, Yavi, Pozuelos, Rinconada, Cochinoca, Casabindo y Susques (Provincia de Jujuy) y sur Lípez (Bolivia).
Tanto en los rasgos ambientales de la región como en los contextos culturales recuperados, se observaron características propias, hecho que permite plantear, a modo de hipótesis, una relativa particularidad cultural, pero también algunas similitudes con regiones vecinas. Finalmente, se exponen los avances alcanzados respecto de esta problemática, concluyendo que durante el Período Tardío-Inca, la región de las cabeceras del río Grande de San Juan no sólo habría sido una zona de paso, sino también una región con asentamientos estables de cierta envergadura y ocupación permanente.

Palabras Clave: Áreas vecinas; Arqueología; Interrelaciones; Período Tardío-Inca; Río Grande de San Juan.

ABSTRACT

Conclusions of archaeological studies at the upstream of Río Grande de San Juan (Province of Jujuy, Argentina) are stated. Studies dealt here, were done in Abra de Lagunas, Orosmayo river area, in Guayatayoc and Pajchela, nearby Cusi Cusi.
Sites emplacement and location, settlement pattern, agricultural and cattle-raising constructions, elements related with ritual and/or social activities like menhirs, hillocks among other things, "hornos" (chullpas) with circular or elliptical base and roof in false vault, pottery and pots in stone, wood and bone were analyzed. Later, a comparative analysis of these indicators with those of surrounding districts was made, specifically medium stream of Río Grande de San Juan, lake of Vilama, Yavi, Pozuelos, Rinconada, Cochinoca, Casabindo and Susques (Province of Jujuy) and Lípez (south of Bolivia).
Typical characteristics were observed so much in the environmental features of the region as in the the cultured recovered contexts. These facts bring up as a hypothesis that in this region there is a relative cultural singularity, though it has some similitudes with the nearby areas. It is concluded that during the Late-Inca Period, the headwaters of Río Grande de San Juan could have been not only an emplacement on the way but also one of permanent occupation.

Key Words: Adjacent areas; Archaeology; Interrelations; Late-Inca Period; Río Grande de San Juan.

INTRODUCCIÓN

La porción noroccidental de la Puna jujeña, tal como fue definida en un trabajo anterior (De Feo et al., s/f), abarca el espacio comprendido entre la sierra de Rinconada al este y las estribaciones orientales de la cordillera de los Andes al oeste, e incluye la cuenca del río Grande de San Juan que, hacia el norte, constituye el límite internacional entre Bolivia y Argentina. Este sector engloba a uno de los dos sistemas acuíferos exorreicos puneños, el compuesto por los ríos Granadas-Grande de San Juan que pertenece a la cuenca imbrífera del Pilcomayo. Sus tributarios más importantes son, por la margen izquierda, las quebradas Queñoal, Cusi-Cusi y Pupusayoc, entre otras que descienden de la cordillera; y por su margen derecha, los ríos Orosmayo, Tiomayo, Cabrerías y San Juan Mayo o San Juan de Oro (Figura 1).


Figura 1. Mapa de la porción noroccidental de la Puna de Jujuy y regiones aledañas de Bolivia y Chile.

En este sector no se han desarrollado de manera sistemática investigaciones arqueológicas. Los primeros trabajos se realizaron a fines del siglo XIX y comienzos del XX (Ambrosetti, 1901-1902 y Lehmann Nitsche, 1904). En 1908, Boman (1992) menciona dos sitios, Quirquincho y Abra de Lagunas; este último fue prospectado por Pelissero (1973). Posteriormente, entre 1919 y 1921, se realizan las primeras expediciones a la región financiadas por Muniz Barreto y dirigidas primero por Schuel y posteriormente por el Ingeniero Weiser. Una parte de la información obtenida en las mismas fue publicada por Debenedetti en 1930 (Debenedetti, 1991).
Márquez Miranda (1940) describe el sitio Torohuasi. Dos décadas después, Krapovickas y Cigliano (1962-63) retoman las investigaciones en la zona recorrida por las expediciones de Muñiz Barreto.
En años recientes, los autores prospectaron las regiones de los ríos Orosmayo y Granadas, efectuando trabajos en los sitios Abra de Lagunas, Pajchela y Guayatayoc (De Feo et al., s/f (a), De Feo et al., s/f (b), Fernández y Raviña, s/f).
En esta oportunidad se desarrollan las hipótesis esbozadas en aquellos trabajos, proponiendo que las cabeceras del Río Grande de San Juan y afluentes no sólo habrían constituido una zona de paso (Krapovickas, 1968), sino también una región con asentamientos estables de cierta envergadura y ocupación permanente, la que, a pesar de tener similitudes con áreas vecinas, muestra algunas particularidades que permiten plantear una cierta identidad.
Con el fin de alcanzar los objetivos planteados, se utilizaron aquellos indicadores arqueológicos que permitieron realizar análisis comparativos a fin de identificar similitudes y diferencias, en primer lugar, entre los distintos sitios de la región y luego, entre ésta y las áreas aledañas.
Se tuvieron en cuenta indicadores relacionados con patrones de asentamiento, prácticas mortuorias, actividades productivas, tecnologías y, por último, aspectos de la vida social y/o ritual.
Respecto del asentamiento, se consideraron los sitios en los que se han levantado planos. Sobre el río Grande de San Juan se utilizaron los registrados por Weiser y publicados por Raffino (1991): Cabrería (Figura 2 a), Bilcapara (Figura 2 b), Churquihuasi (Figura 2 c), Pueblo Viejo (Figura 2 d). Sobre la margen izquierda del río Orosmayo, Abra de Lagunas (Figura 3) que cuenta con un relevamiento realizado por los autores (De Feo et al., s/f a). Además, se incluyeron en el análisis, aunque en forma relativa, dado el estado preliminar de las investigaciones, los sitios Guayatayoc y Pajchela ubicados sobre dos quebradas laterales del río Granadas (De Feo et al s/f b).


Figura 2. Planos de los sitios Bilcapara, Cabrería, Churquihuasi y Pueblo Viejo (tomados de Raffino, 1991


Figura 3. Planimetría del sitio Abra de Lagunas.

Se evaluó la extensión de los mismos y el tamaño de sus recintos, la asociación con campos agrícolas y con probables estructuras de almacenamiento, así como también la existencia de construcciones funerarias, como los "enterratorios bajo peña".
Cuando se evaluaron los demás indicadores (prácticas mortuorias, actividades productivas, tecnologías), este listado se amplió al incluir los sitios San Juan Mayo 1 y 2 registrados por Lehmann Nitsche (1904), así como los mencionados por Debennedetti (1991) como Pucapampa y por Krapovickas y Cigliano (1962-3) para la zona más septentrional de la región como Pampa Grande, Hornillos y La Ciénaga, entre otros.
Respecto de los indicadores artefactuales se consideró la presencia y ausencia en los sitios de tipos alfareros característicos, palas/azadas de piedra, puntas de madera y menhires.

DESARROLLO

El análisis siguiente, producto de la comparación de los datos provenientes de los sitios, reviste carácter preliminar habida cuenta de la disparidad de la información disponible, por el momento, para la región.
El patrón de asentamiento presenta marcadas similitudes. Los sitios seleccionados, al igual que la casi totalidad de los de la región, se ubican entre los 3.600 -Bilcapara- y 4250 msnm -Cabrería-. El trazado es en general del tipo denominado por Raffino (1991) damero irregular. En ningún caso han tenido construcciones defensivas, aunque frecuentemente se ubican en posiciones estratégicas que permiten un amplio control visual del paisaje circundante.
El tamaño de los asentamientos, normalmente, es reducido en comparación con sitios contemporáneos de otras áreas del NOA, incluso de la Puna. La superficie varía entre media hectárea en Churquihuasi y cuatro en Cabrería, en tanto Abra de Lagunas alcanza aproximadamente la mitad de la extensión de este último.
Los recintos, construidos con paredes de piedra, presentan diferentes tamaños, que se pueden agrupar en tres módulos: pequeños, esto es aquellos que poseen una superficie de hasta 25 m2; medianos, entre 25 y 100 m2; y grandes que comprenden a los mayores de 100 m2. Es interesante resaltar que en todos los sitios, el número de recintos pequeños supera el 50% del total de recintos del asentamiento, en tanto los mayores varían entre poco más del 5% en Pueblo Viejo hasta el 30% en Cabrería.
Un párrafo aparte merece el sitio Pajchela, ya que las características del asentamiento presentan marcadas diferencias con el resto. Además de una ubicación que dificulta el acceso, presenta en segmentos de su perímetro, muros que podrían haber cumplido funciones defensivas. Por otra parte, en el interior se observan construcciones como montículos y otras estructuras, que habrían servido como silos.
Asimismo, tanto este sitio como Guayatayoc, ubicado a 3 Km. al este, se encuentran asociados a campos de cultivo, aunque es importante destacar que en éste último, la superficie destinada a las prácticas agrícolas así como las estructuras relacionadas, son más extensas. Esto probablemente se deba a la amplitud de la quebrada que brinda una mayor disponibilidad de espacios cultivables, además de su sinuoso trazado que lo convierte en uno de los característicos "rincones" abrigados de la puna, donde las condiciones ambientales son más benignas.
Idéntica asociación presentan la mayoría de los sitios de la región. Desde la publicación de Debennedetti en 1930, se hace mención a restos de importantes estructuras destinadas a la producción agrícola, como canchones o andenes. Merecen destacarse por su extensión los de las Quebradas de La Ciénaga, Vallesito y Pampa Grande (Debennedetti, 1991; Krapovickas y Cigliano, 1962-63). Es importante mencionar, además, que en el interior de los sitios, relacionados con las áreas residenciales, se observan grandes espacios cerrados que podrían haber sido utilizados como corrales o parcelas para fines agrícolas. En este sentido, uno de los sitios que presenta la mayor cantidad de espacios amplios es Cabrería, donde los recintos de más de 100 m2 alcanzan el 30 % de la totalidad, llegando este porcentaje a superar el 44 % si sumamos los comprendidos entre 25 y 100 m2. En Abra de Lagunas, donde este porcentaje de recintos mayores es similar, la gran cantidad de palas y azadas líticas y la ausencia de estructuras agrícolas en las inmediaciones, están avalando la posibilidad de que efectivamente constituyan parcelas destinadas a las prácticas agrícolas.
La modalidad de los enterratorios parece corresponder a dos formas bien diferenciadas. Por un lado, se encuentran las más comunes, denominadas erróneamente "chullpas", que corresponden a entierros bajo alero o en cavidades rocosas, cuyas entradas fueron cerradas con pircas, como en Pucapampa (Debennedetti, 1991), Ciénaga (Krapovickas y Cigliano, 1962-63) y Abra de Lagunas (De Feo et al., s/f a). Por otro, tumbas cilíndricas excavadas directamente en el piso como las registradas en Peñas Blancas, algunas de las cuales poseían tapas de lajas (op. cit., 1962-3). Los entierros correspondientes al primer tipo, aquellos construidos bajo alero, no siempre están en relación con sitios de habitación. Por ejemplo, en Casa Blanca al norte de Abra de Lagunas, los autores prospectaron el área y encontraron enterratorios saqueados en las laderas de los cerros, ubicados bajo peña y en zonas alejadas de los asentamientos.
Otras construcciones existentes en la región son los denominados "hornitos"o "casitas", estructuras de planta circular o elíptica, de aproximadamente un metro de diámetro por uno de altura y, normalmente, agrupadas bajo aleros rocosos. Están construidas con paredes de piedras unidas con argamasa y revocadas interna y/o externamente. De acuerdo con el grado de independencia de la pared rocosa pueden tener el techo constituido por el mismo alero, o haberse elaborado en falsa bóveda. Ambrosetti (1902) tomando la información de Gerling, las menciona por primera vez, como tumbas vacías, en el río San Juan Mayo y Debenedetti (1991), de acuerdo con las interpretaciones de Ambrosetti, incorpora a esta categoría las halladas en los sitios Vallecito, Galera y Ciénaga.
En las construcciones mejor conservadas es posible observar una abertura en forma de pequeña ventana, la que estaría determinando la funcionalidad de las mismas, puesto que "...las aberturas son muy pequeñas para permitir la entrada de un hombre vivo o de un cadáver..." (Boman, 1992:604). Posiblemente, fueron utilizadas como lugares de almacenamiento, según parece indicarlo la presencia de "...comestibles, restos de algarrobo, marlos, etc." en el cementerio I de San Juan Mayo (Lehman Nitsche, 1904:87). No obstante, la interpretación de la funcionalidad de este tipo de estructuras, generó una larga discusión desde los inicios del siglo XX (Ambrossetti, 1901-02), la cual pareció quedar zanjada con la publicación de Vignati (1938). En ella realiza una recopilación y discusión sobre la funcionalidad de las mismas, llegando a la conclusión que constituían silos o estructuras de almacenaje y considerando que "...debe evitarse... confundir las construcciones funerarias con los graneros, cosa fácil de realizar por su morfología diversa..." (Vignati, 1938:65). Los "hornitos" registrados en Abra de Lagunas parecen avalar esta aseveración, ya que de las varias decenas de estas estructuras relevadas, ninguna muestra indicios de haber sido usada con fines funerarios, aunque tampoco se encontraron restos vegetales. Una de ellas, que se hallaba derrumbada sobre una gran roca en el interior del área de recintos, contenía fragmentos correspondientes a una pieza de cerámica del tipo Yavi.
Sin embargo, todavía en la década de 1960 persistían dudas sobre su utilización. Así por ejemplo, Krapovickas reconocía la clasificación de Vignati y consideraba que tanto los hornitos como las tumbas en cuevas o aleros, independientemente de su función, pertenecían a un "...mismo grupo de indígenas." (Krapovickas, 1958-59:96). Aunque pocos años después, aún quedaba lugar para una nueva interpretación "...las construcciones...del valle del río Grande de San Juan podrían ser, sepulturas simbólicas, que nunca contuvieron cadáveres pero que habrían servido de alojamiento a un espíritu o alter ego de un muerto." (Krapovickas y Cigliano, 1962-3:105).
La alfarería recuperada hasta el momento en la región del Río Grande de San Juan, corresponde exclusivamente a los períodos Tardío, Inca e Hispano-indígena del desarrollo cultural del NOA.
Para el Tardío se puede mencionar la presencia de fragmentos cerámicos correspondientes al denominado "complejo de la Puna" (Krapovickas, 1958-59), como vasitos chatos o hilanderos, pucos con interior negro y ollas con decoración pintada en negro sobre rojo, entre otros.
Las grandes vasijas globulares con dos asas horizontales y decoración en negro con puntos blancos del "estilo Casabindo" (Albeck y Ruiz, 1997), -también denominado Queta Polícromo o grupo B por Krapovickas (1979) o Queta negro sobre rojizo en su variedad tricolor por Raffino et al. (1986)-, sólo se han registrado en Abra de Lagunas y no parecen estar representadas en los otros sitios del extremo noroccidental jujeño. En este sitio, además, dentro del grupo de alfarería ordinaria, que es la que predomina, hay un porcentaje importante de fragmentos con abundante mica dorada utilizada como antiplástico.
El estilo Yavi Chico policromo decorado con finos y diluidos trazos negros sobre el fondo rojo (Krapovickas, 1977), se encuentra presente en toda la región, desde el río Grande de San Juan por el norte hasta Abra de Lagunas en el sur, así como en los sitios al occidente, Guayatayoc y Pajchela. Acompañan a este estilo, otros procedentes del área de Yavi, como el tipo Pozuelo con cuarzo (González, 1963; Togo, 1973; Krapovickas, 1977) y el Cerro Colorado tosco (Krapovickas, 1977). El primero corresponde a una alfarería ordinaria con gruesos granos blancos de cuarzo incrustados en las caras internas de las bases; el segundo, está integrado por vasijas toscas cuyas bases convexas finalizan en un pie o apéndice de forma cónica o subcónica, agregado con posterioridad a la pieza ya concluida. Ambos tipos se hallaron en Abra de Lagunas y en Guayatayoc.
La alfarería incaica está presente en la región a través de fragmentos de cuerpos y de bordes muy evertidos, correspondientes a platos y aríbalos o aribaloides. Se los ha encontrado tanto en el Río Grande de San Juan como en el Orosmayo y en el Granadas. Finalmente, se debe destacar que sólo en Pajchela, se registró con una frecuencia muy baja, alfarería Mallku–Hedionda del norte de Chile y sur de Bolivia; como asimismo algunos fragmentos correspondientes al momento Hispano-indígena en Guayatayoc (De Feo et al. s/f a y b).
En la región también se encuentran menhires. En Abra de Lagunas se localizaron dos en un recinto que supera los 100 m2 de superficie ubicado en el sector sur del asentamiento. Uno de ellos tiene 2,20 m de largo y sección subcircular con una especie de aguzamiento en uno de sus extremos. El otro, de 1,60 m de longitud, también subcircular presenta a 0,80 m. de uno de sus extremos, una acanaladura de 0,15 m. de ancho que abarca sólo la mitad del diámetro. Asimismo, en Pajchela se encontró sobre una estructura monticular completamente artificial, un cilindro de piedra de 0,25 m por 0,40 m que pudo haber sido un menhir quebrado por un derrumbe ocurrido con posterioridad a la ocupación del sitio.
Finalmente, otros indicadores considerados relevantes para la discusión son las puntas de flecha elaboradas en madera y las palas-azadas líticas. Las puntas de madera tienen el limbo de forma triangular con aletas y el extremo distal aguzado con el fin de enmangarlas; sólo se han encontrado en el sitio Abra de Lagunas. En tanto las palas de formas redondeadas y las azadas triangulares, ambas de andesita, han sido halladas en la mayoría de los sitios del área, aunque con una mayor concentración en el sector meridional, especialmente en Abra de Lagunas.

DISCUSIÓN

La puna noroccidental jujeña tiene características geomorfológicas y ambientales que permiten diferenciarla claramente de las áreas puneñas vecinas. El paisaje se encuentra determinado en gran medida por el carácter exorreico de la cuenca del Río Grande de San Juan. A diferencia de las cuencas endorreicas que, como Pozuelos, tienen amplios bolsones, ésta posee valles profundos y abrigados que conforman en algunos puntos del paisaje, especies de "rincones" protegidos con microclimas aptos para las actividades agrícolas. Son claros ejemplos Pajchela y Guayatayoc, dos quebradas que descienden desde las cumbres andinas. En este ambiente, entonces, es posible que la agricultura haya adquirido una relevancia económica mayor que en áreas vecinas. Por cuestiones altitudinales, tanto la quínoa como la papa y los tubérculos microtérmicos -cultivos que siguen siendo comunes en la actualidad en la región- debieron ser la base de la producción agrícola en el pasado.
Los sitios de la región ofrecen marcadas similitudes en cuanto a su morfología y extensión. Todos comparten un trazado irregular caracterizado por un agregado desordenado de recintos de diferentes formas, producto del crecimiento espontáneo y no planificado. Al interior de los asentamientos, los distintos tamaños de construcciones tienden a agruparse en ciertos sectores. Así por ejemplo, es posible observar en Cabrería (Figura 2 a) grupos de recintos menores en la parte central, en tanto los de mayores dimensiones –superiores a 100 m2- se localizan hacia el norte. Fue este agrupamiento por tamaño, así como la abundancia de palas y de "hornitos" y la falta de asociación con campos de cultivo, lo que permitió postular que los recintos mayores de Abra de Lagunas podrían haber constituido áreas destinadas a las prácticas agrícolas (Figura 3). Una excepción la constituye Pajchela, un sitio que posee recintos más regulares y dispuestos de manera más organizada, lo que concordaría con una probable planificación urbanística. A estas particularidades habría que sumar la presencia de estructuras significativas como los montículos, probablemente ceremoniales.
El mayor porcentaje de alfarería recuperada en los sitios, corresponde a tipos ordinarios. En cuanto a la cerámica decorada hay un predominio de dos grupos: la alfarería Yavi y el estilo Casabindo, que se distribuyen de manera diferencial.
El grupo Yavi se ha registrado en toda la región con diversos tipos que incluyen, por un lado, los ordinarios -más relacionados con las actividades domésticas- como las grandes ollas del tipo Cerro Colorado tosco y las vasijas Pozuelos con cuarzo. Las primeras utilizadas, posiblemente, para el almacenamiento de pequeños granos (¿quínoa?) y las segundas, para el rallado de alimentos (¿papa y tubérculos microtérmicos?). Por otro, tipos más finos como el Yavi Polícromo, probablemente en relación con lo simbólico-ceremonial.
El otro grupo, la alfarería estilo Casabindo, tiene una distribución más restringida limitándose al sur de la región en la zona del río Orosmayo, específicamente en el sitio Abra de Lagunas.
La cerámica Inca, también de valor significativo, se halla presente, al igual que la del grupo Yavi, en todos los sitios, hecho que podría indicar una ocupación imperial tardía por grupos Yavi-chichas.
El tipo de enterratorio más frecuente, representado en todos los sitios de la región, es el ya mencionado "entierro bajo alero", muy común al este de la sierra de la Rinconada en la región de Casabindo. Aunque también se debe recordar que en la zona del río Grande de San Juan, en el sitio Peñas Blancas, aparecen tumbas cilíndricas excavadas directamente en el piso, que tienen ajuares funerarios con piezas Yavi (Krapovickas et al., 1958-59).
Finalmente, un indicador sumamente relevante, dado que sólo han sido registrados en la región de Casabindo-Rinconada, son los dos menhires localizados en Abra de Lagunas. Es apresurado aún afirmar la presencia de un tercero en Pajchela, puesto que los datos del sitio son aún insuficientes.

CONSIDERACIONES

A partir del análisis realizado, es posible plantear que la porción noroccidental de la Puna Jujeña presenta una cierta homogeneidad cultural evidenciada, en primer lugar, por un patrón de asentamiento similar y, en segundo, por una actividad económica donde la agricultura ha tenido un importante desarrollo. Esto se vería reafirmado por una tercera característica, la presencia en toda la región del estilo Yavi (Krapovickas y Cigliano 1963) y de alfarería negro sobre rojo (De Feo et al. s/f a y b). No obstante, pueden mencionarse ciertas diferencias, las que hacen posible distinguir tres sectores: nororiental, sudoriental y occidental.
Los dos primeros comparten determinados rasgos culturales, entre ellos patrón de asentamiento en damero irregular, estructuras agrícolas relacionadas, palas/azadas líticas, estructuras funerarias (entierros bajo peña), estructuras de almacenaje (hornitos), alfarería Yavi y otros rasgos del complejo puna (vasitos chatos, pucos interior negro, etc).
Sin embargo en el sector nororiental, que abarca el ámbito del curso medio del Río Grande de San Juan, con los sitios Bilcapara, Vallesito, La Ciénaga, entre otros, no se ha registrado la presencia de alfarería de tipo Casabindo (Albeck, 2001, Albeck y Ruiz, 1997) ni de puntas de madera. El sudoriental, que comprende la cuenca del río Orosmayo con el sitio Abra de Lagunas, suma a los indicadores antes mencionados -alfarería Casabindo y puntas de madera-, la presencia de menhires.
Es interesante destacar que las puntas de madera se encuentran sólo en Sayate (Boman, 1992), mientras que no aparecen en otros sitios del área de Casabindo (Boman, 1992; Albeck y Ruiz, 1997). La presencia de las mismas se registró en el cementerio de Calama, región atacameña de Chile, pero difieren en cuanto a su terminación, que es aguzada (Boman, 1992; Latcham, 1938). Por otro lado, Krapovickas considera que "Estas flechas aunque aparentemente típicas del complejo de la Puna, lo son también de la región atacameña del norte de Chile." (Krapovickas, 1958-59:69). El análisis realizado sobre una procedente de Abra de Lagunas, dio como resultado que se confeccionó sobre madera de Horco molle (Nota 1) (Blepharocalys sp.), árbol que se encuentra en la zona de yungas, al este de la región puneña.
El último sector, el occidental, ubicado sobre la cuenca del río Granadas incluye los sitios Pajchela y Guayatayoc que presentan características peculiares en cuanto al patrón de asentamiento, las construcciones agrícolas y las estructuras de almacenamiento, pero comparte con los otros sitios de la región la característica alfarería Yavi. Hasta el momento, sólo en este sector se encontró, con muy baja frecuencia, alfarería Mallku-Hedionda del complejo Toconce- Mallku, procedente del norte de Chile (Loa) o del sur de Bolivia (Arellano y Berberián, 1981); en estas últimas áreas también se presentan estructuras de almacenaje semejantes a las del Río Grande de San Juan y tributarios, entre ellas las mencionadas para la zona norte de Lípez (Nielsen, 1998) y para el complejo Toconce-Mallku, en la provincia del Loa (Schiappacasse et al., 1989).
La región de la cuenca media del Río Grande de San Juan quedaría comprendida según Tarragó (1984) en el "callejón de interacción" que se ubica entre los paralelos 22º y 23º de Latitud Sur y que pone en contacto ambientes puneños con los bosques del este. En él se ubican los ejes que corren uno, desde el río Salado (Chile) pasando por los oasis del Salar de Atacama, San Juan Mayo, Pozuelos, Yavi Chico y cabeceras de la Quebrada de Humahuaca hasta alcanzar Iruya y Santa Victoria. El otro, hacia el nororiente parte también del Salado pasando por el San Juan Mayo hasta llegar a Tarija y la región valluna de Bolivia.
De acuerdo con la posición de algunos investigadores (Yacobaccio, 1979) que sostienen que el arte rupestre estaría relacionado con las prácticas caravaneras, la participación de la región en los ejes antes mencionados se vería acreditada por la presencia de pictografías en Abra de Lagunas (Pelissero 1973), donde se han representado hileras de llamitas pintadas en negro o en rojo, entre otros motivos, así como de petroglifos en el río Grande de San Juan (Krapovickas y Cigliano 1962-63). La comarca habría integrado el esquema caminero que pasa por Pucapampa (Río Grande de San Juan) así como también por Pozuelos y Rinconada, entre otros, extendiéndose hacia el oriente más allá de la quebrada de Humahuaca (Yacobaccio, 1979). Hacia el oeste esta red caminera podría tal vez ampliarse, dado que para la zona de la laguna de Vilama, se registraron "chullpas" destruidas y vacías, mientras que en Mesada Blanca, a 8 km de la laguna en las cercanías del camino que lleva al norte chileno por Zapaleri, se ubicaron pinturas rupestres (Suetta, 1970). Formaría parte de las rutas meridionales con alfarería Yavi-Chicha (Nielsen, 2003, 2004). Algunos de estos recorridos y pasos fueron utilizados hasta el siglo pasado, tanto para el norte chileno como para el sur de Bolivia (Cipolletti, 1984; ECIRA, 1988).
En suma, aunque las cabeceras del río Grande de San Juan presentaron una relativa homogeneidad cultural evidenciada en la recurrencia de determinados indicadores, la intensa dinámica de relaciones con áreas circundantes habría facilitado el proceso de diferenciación en los tres sectores propuestos, debido a que las mismas habrían tenido características diferentes en cada sector. Con respecto al sector occidental, no debería descartarse la probabilidad de que las disimilitudes podrían obedecer también a razones de orden cronológico, dado la presencia de alfarería hispano-indígena.
Aunque en la actualidad es insuficiente la información disponible para avanzar en la contrastación de esta hipótesis, es alentador el hecho que, en contraposición a la región del Río Grande de San Juan -caracterizada por la presencia de sitios permanentes con una economía agro pastoril-, el sector puneño de Susques, que se extiende al sur, presenta un patrón de asentamiento concordante con una estrategia general de pastoreo-caza a partir del 800 AP (Yacobaccio et al., 1997- 98). Asimismo, en el área de Vilama ubicada al occidente, las ocupaciones humanas habrían sido estacionales, básicamente estivales, y corresponderían a actividades de caza, recolección, pastoreo, extracción de minerales y de materias primas líticas (Nielsen, 2003, 2004).

NOTA

1) La determinación fue realizada por la Dra Aylén Caparelli, Facultad de Ciencias Naturales y Museo. UNLP.

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