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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versão On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.33 San Salvador de Jujuy ago./dez. 2007

 

Grandes hitos de renovación léxica del español

Great landmarks of lexical renewal in spanish

Ana María Postigo de de Bedia *

* Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy - Otero 262 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy - Jujuy - Argentina.
Correo Electrónico: pbedia@imagine.com.ar

RESUMEN

En el presente trabajo se procura establecer que los grandes cambios en la historia del sistema lexical del español forman parte de construcciones discursivas surgidas de nuevas ideologías en diversos órdenes de la realidad social. La lengua, inmersa en esa realidad, ha sido, y es hoy, fiel reflejo de procesos de cambios de mentalidad, los que expresa en un estilo léxico-gramatical distinto, poniendo en juego renovadas modalidades de transacción verbal. Las transformaciones del cuerpo léxico del español acompañaron los avatares políticos y culturales del mundo occidental y cristiano. Con la llegada del conquistador español a estas tierras, se produce la primera versión de lo que hoy denominamos globalización desde el punto de vista geográfico, político-económico, étnico, lingüístico y cultural. El léxico globalizado fue resultante de una fuerza lingüística de doble cuña. La revolución industrial del siglo XIX presionó sobre el español, como sobre las demás lenguas conocidas, para unificar y mundializar designaciones de nuevos productos favoreciendo su circulación internacional. Finalmente, en el tránsito entre milenios, la mundialización cultural y el determinismo tecnológico han transformado nuestras mentalidades; nuestros códigos comunicacionales ahora requieren formas lexicales más ajustadas a nuevas dimensiones cognitivas y a otros requerimientos sociales. El abordaje a este léxico renovado supone la existencia de grupos de especialistas en innovadores dominios, poseedores de suficiente experiencia denominativa como para realizar una selección lexical útil al desarrollo de procesos de comprensión receptora y de producción discursiva difusora de los cambios de mentalidad imperantes.

Palabras Clave: Cambio; Léxico; Mentalidades.

ABSTRACT

In this paper we propose to stablish that great changes in the history of Spanish lexical system form a part of discourse structures which arose from the transformation of ideologies maintained by the several orders of social reality. Language, immersed in that reality, has been —and it is nowadays— part of processes of collective mental changes. Language manages to express those changes in a different lexical and grammatical style, setting in motion new forms of verbal transaction. Transformations of a lexical corpus of Spanish were accompanied with political and cultural changes of western christian world. The arrival of Spanish conquerors to these lands produces the first version of globalisation, as it is called today, from a phisical-geographic, ethnic, linguistic and cultural point of view. World-extended lexicon was the resultant of a double wedge linguistic force. The Industrial Revolution of XIXth century put pressure on the Spanish language, as on the other known languages, for unifying and world-wide extending names of products in order to favour its international circulation. Finally, in all these millenia, cultural internationalization and technological determinism have transformed our minds; now our communication codes need lexical forms to be more adjusted to new cognitive dimensions and another social demands. The approach to this renewed lexicon supposes the existence of groups of specialists in innovative fields, for them to have enough expertise and dominion in order to make an useful lexical selection for the command of receiver's comprehension processes and the processes of discourse production which spread changes of prevailing ways of thinking.

Key Words: Changes; Lexicon; Minds.

INTRODUCCIÓN

La relación entre lenguaje y pensamiento ha sido siempre objeto de preocupación de numerosas disciplinas científicas, entre ellas la antropología, la psicología y la sociología, las que, a su vez, han volcado sus aportes al estudio de las lenguas históricas.
La natural preocupación por el conocimiento cierto de las causas y efectos sociales de muchos fenómenos lingüísticos ha abierto frentes hacia otros dominios del saber, particularmente hacia las ciencias humanas y sociales, dando lugar a la conformación de campos interdisciplinarios.
El objetivo del presente trabajo es promover una reflexión acerca de la intensificación del fenómeno de renovación léxica del español, tal como se puede comprobar en las actuales construcciones discursivas, sea las que se utilizan para la expresión de los avances de las tecnologías informáticas o las que responden a los cambios de mentalidades y prácticas sociales que se vienen sucediendo aceleradamente desde las últimas décadas del siglo XX.
A lo largo de su existencia, la humanidad ha sufrido cambios que alteraron, en mayor o menor medida, la visión que el hombre había construido de su mundo y del lugar que ocupaba en él. Aquello que hasta un determinado momento había sido válido como recurso económico, político y cultural para el desarrollo local de cada comunidad humana, dejó de ser funcional frente a requerimientos que la trascendían y globalizaban.
De este modo fueron surgiendo nuevas redes sociales, inusitadas en su amplitud, aunque controladas por grupos minoritarios poseedores de ese poder sobre el colectivo social que otorga la posesión del conocimiento científico y de las tecnologías de punta.
Ante otras y distintas necesidades del ser social, las ideologías colectivas se fueron transformando y, al tiempo, potenciaron respuestas de reacomodamiento a una nueva realidad o a la realidad transformada del entorno.
Aún aceptando que los cambios hayan sido una constante en la historia de la humanidad, no podemos dejar de reconocer que hoy estamos sumidos en la vorágine de los cambios y que ellos constituyen el signo distintivo de nuestro presente.
En el pasado, los cambios ocurrían con lentitud y lograban imponerse después de derribar prejuicios individuales y la incredulidad del colectivo social; los de nuestros días nos sorprenden por ser súbitos, intensos e imprevistos en cualquier orden de la vida en el que se proyecten los avances de los campos científico-tecnológico, político-económico o socio-cultural.
El impacto de las transformaciones de nuestro entorno acarrean rápidas transformaciones en las mentalidades individuales, conformadas siempre por la apropiación de representaciones sociales, punto de partida de prácticas discursivas y formaciones léxicas adecuadas a la intencionalidad comunicativa de los hablantes, a los contextos y a las situaciones en que esas prácticas ocurren.

TRANSFORMACIONES LÉXICAS

Entre los componentes del sistema de una lengua histórica, es el léxico, sin dudas, el que manifiesta con mayor fuerza las relaciones que se dan entre el hombre y su medio o mundo de su entorno, de modo que al producirse cambios en esas relaciones, se transforman los modos de operar de la cognición humana, la conformación de las conceptualizaciones individuales y colectivas y las formas de expresarlas.
En presencia de tópicos comunes, en los que se adensan nuevas dimensiones cognitivas y sociales, el elemento discursivo requiere de una formulación distinta que, ateniéndose a determinadas reglas gramaticales, utilice unidades denominativas apropiadas a la renovación conceptual, las que serán palabras o frases genuinamente creadas en la lengua, o recreadas por procesos de adopción y/o adaptación de la denominación original en una lengua extranjera.
El hombre, como ser de cultura, se apropia de toda nueva forma de conocimiento, lo recrea y lo socializa denominándolo y divulgándolo a través de la comunicación.
Al léxico le cabe la misión de hacer materialmente expresa o de exteriorizar por la palabra fónica y gráfica, el nombre de los objetos sociales, sean éstos bienes concretos o elucubraciones conceptuales, cuyas representaciones son elaboradas por la comunidad.
Toda innovación lingüística es síntoma de un momento histórico en el que se han incorporado valores culturales distintos a los ya habitualizados, distintas conceptualizaciones y representaciones de ideologías que surgen como impulsivas del desarrollo de la sociedad.
De modo que la lengua, constantemente inmersa en esa realidad social cambiante, es también parte de los procesos de cambio que contribuye a construir y a los que, con asombrosa ductilidad, logra expresar en variados tipos discursivos y en el estilo léxico-gramatical indispensable a la efectividad de la transacción verbal.

GRANDES MOMENTOS DE TRANSFORMACIÓN LEXICAL

Los cambios trascendentes en la historia de la humanidad han sido fruto de la transformación de las ideologías de los pueblos, manifiestas primero como opiniones autorizadas por la expertez o el máximo conocimiento alcanzado por uno o más individuos representativos de un grupo social; luego aceptadas, consensuadas y compartidas por el resto del grupo y, finalmente, por la sociedad total.
Las sucesivas ideologías encontraron siempre su expresión en géneros discursivos y en tipologías textuales características. Las novedosas concepciones históricas, sociales, políticas y culturales pronto lograron una transmisión inmediata a través de formulaciones léxicas que conllevaban los remozados valores colectivos.
Es sabido que la primera mundialización política, económica y social sufrida por los países hispanoamericanos se produjo con la llegada del colonizador español a estas tierras, confusamente llamadas Indias Occidentales.
Esta primera versión de lo que hoy entendemos por mundialización afectó los órdenes étnico, socio-político, económico, lingüístico y cultural y trajo como consecuencia una profunda renovación léxica provocada por una fuerza lingüística de doble cuña, pues, por un lado, el entorno nativo hendía al español incorporándole voces aborígenes necesarias a la designación de elementos naturales y culturales, como pampa, sabana, chacara, entre los primeros, y cacique, curaca, chocolate, maíz y tamal, entre los segundos; por otro, insertaba en las lenguas nativas estructuras de habla, como asistir la tierra, tierras de caballería, etc. y modos de nombrar la realidad de la lengua dominante, como banda y remate, para designar ciertos accidentes geofísicos, o encomienda y gobernación, para referirse a formas de la administración política.
La era de la revolución industrial, que transcurrió entre fines del siglo XVIII y los del XIX, provocó otra suerte de mundialización con la internacionalización de los productos resultantes de la industrialización y la inventiva mecánica, las que impulsaron intercambios comerciales en el juego de la oferta de países poseedores de la innovación y la demanda de países extranjeros compradores.
Las reglamentaciones creadas para regular los nuevos sistemas de producción y, a la vez, para dinamizar la circulación de los productos industrializados, trajeron como consecuencia una homogeneización denominativa, con lo que apareció una terminología unificada y favorable a la comercialización internacional.
En esta época, el español incorporó a su caudal léxico numerosos extranjerismos. Por lo común, estas formas no permanecieron mucho tiempo en su morfología original; con bastante celeridad su pronunciación fue adaptada a la índole fonológica del español e inmediatamente se proyectó en una nueva grafía para la palabra incorporada (caso de jersei, garaje, etc.).
La mayor parte de los nuevos términos procedía de Inglaterra, cuna de la revolución industrial. Así ingresaron a la terminología comercial y al habla general nombres específicos de la industria textil, como dril, castellanización del inglés drill, tela de hilo o algodón crudo con la que se hacían los trajes de los operarios de fábricas; o tweed, paño de tejido cruzado de lana, por lo general de dos colores, para la moda femenina y masculina.
La construcción de edificios adoptó los modelos arquitectónicos ingleses y franceses, instalando términos como hall (vestíbulo o recibidor) o water-closet (letrina, retrete o excusado). Otro tanto sucedió con la terminología referida a los medios de transporte, del tipo ferry-boat (transbordador o vapor de río) y wagon (vagón de los ferrocarriles o carruaje de viajeros, mercancías y equipajes).
También pasaron al español, en función de lengua receptora, infinidad de términos que reproducían las ideologías políticas imperantes, como proletariado, del alemán proletariat, y este a su vez del latín proletarius, adjetivo raramente usado hasta el siglo XIX, cuyo significado es "lo que sólo le importa al Estado como procreador de hijos".
Además, se importaron formas léxicas simples y sintagmas lexicales referidos a la imbricación de las redes sociales con las políticas y económicas. Así entraron en el uso del hablante español términos como capitalismo, liberalismo, economicismo, movimiento cooperativo y libre comercio, entre muchos términos más.
La terminología francesa vinculada a las ciencias y técnicas mecánicas fue bien acogida por el español, que algunas veces la mantuvo en expresiones galicadas, del tipo máquina a vapor (machine à vapeur), y otras la castellanizó de inmediato, como sucedió con manómetro, dínamo, acumulador, motor eléctrico, fuerza motriz, mano de obra, mecanización, gasolina, etc.
El tránsito entre los milenios que aún nos conturba, está signado por la tercera globalización económica, por la mundialización cultural y por el determinismo tecnológico que ha ido transformando los códigos comunicacionales.
Hemos aludido al hecho de que toda transformación de mentalidades requiere ser comunicada utilizando formas léxicas adecuadas para la fijación de las dimensiones cognitivas y sociales más recientes. Esto supone que, previamente, se ha desarrollado una importante producción discursiva de carácter persuasivo con la finalidad de provocar cambios ideológicos en quienes frecuentan esas dimensiones.
También presupone la responsabilidad de legitimar la indispensable selección léxica reconocida por parte de especialistas autorizados en los temas en cuestión, quienes en ocasiones acuden a estrategias y estructuras retóricas para cooperar en los procesos de comprensión del receptor y del emisor encargado tanto de difundir las nuevas estructuras mentales, como de incentivar otras producciones discursivas.
La última forma de globalización léxica se encuentra hoy en pleno proceso. Una terminología neológica ha invadido los lenguajes de especialidad y pronto estarán en el lenguaje general términos como macroprocesos de gestión, ofimática, gobierno electrónico, interoperabilidad, ventanilla única, leading - cases, etc.
Así como Walter Ong (1993:128) sostiene que el texto impreso tuvo efectos más o menos directos sobre la "mentalidad" de Occidente, los especialistas en fenómenos mediáticos de nuestros días discurren sobre los cambios ideológicos originados por la tecnología de los medios de comunicación, de los que, sin dudas, podrán derivar otras formas de organización social.
Para los analistas de las tecnologías de comunicación, la telefonía celular constituye en nuestros días un hecho social revolucionario, pues, al transmitir instantáneamente el mensaje de texto, ha llegado a adquirir un importantísimo papel en la vida comunitaria y hasta en la política mundial.
En la actualidad, amén de su poderoso alcance en la movilización de fuerzas populares, el mensaje de texto es considerado como un valioso instrumento de persuasión y captación de voluntades.
Como ejemplo de la potencialidad del alcance de este tipo de comunicación, bástenos recordar la intervención de la telefonía celular en la campaña de derrocamiento del presidente de Filipinas en el año 2001 y, en fecha más cercana todavía, la convocatoria a la protesta colectiva del pueblo madrileño a pocas horas del atentado terrorista el 11 de marzo de 2004.
Por su parte, muchos lingüistas se encuentran hoy dedicados al estudio del denominado "mensaje de texto", fenómeno mediático frecuentado por las jóvenes generaciones que cursan sus comunicaciones mediante la telefonía celular. Esta modalidad informática comunicacional se enmarca en lo que Ong denominó "era de oralidad secundaria" (op. cit.: 133) y sobre la cual afirma:

"Esta nueva oralidad posee asombrosas similitudes con la antigua en cuanto a su mística de la participación, su insistencia en un sentido comunitario, su concentración en el momento presente, e incluso su empleo de fórmulas." (op. cit: 134).

En la oralidad secundaria, el proceso auditivo adquiere preeminencia sobre el visual. En nuestros tiempos, es la forma de comunicación que caracteriza a la tribu del pulgar o generación del pulgar, así bautizada por utilizar únicamente el dedo pulgar para procesar un texto escueto en el mínimo teclado de un teléfono celular.
Tal modalidad comunicativa es conscientemente informal para sus usuarios, especialmente respecto a su organización discursiva esquemática y a la deformada reproducción léxical que utilizan.
El emisor se vale intencionalmente de la forma incompleta de las palabras. Al igual que su receptor, tales formas parecen ser concebidas como unidades visuales representativas de sonidos no graficados que, sin embargo, pueden ser evocados por el oído de los interlocutores en una imaginaria conversación cara a cara. Por tanto, el eje de la producción textual es virtualmente desplazado del campo de la escritura al de la oralidad. Así, el mensaje de texto pierde la autonomía que caracteriza al discurso escrito y se incorpora al mundo de lo no verbal y de lo icónico, como un modo de re-establecer constantemente la relación con sus pares y mantener la identidad del grupo.
Por su parte, la lectura de oralidad a cargo del receptor no implica en lo inmediato su reconocimiento de las alteraciones morfofonológicas en las que incurre el emisor en el texto. Por ejemplo, en este brevísimo texto emitido por una adolescente cuya identificación resulta innecesaria, ya que el visor del celular de destino determina la procedencia del mensaje:

"Holas do. stán? No se q' ls psa ti.nen mi cel., no? B.sos."

A mi pedido, el mensaje de texto fue traducido en forma completa:

"¡Hola! ¿Dónde están? No sé qué les pasa. Tienen mi celular ¿no? Besos."

A medida que por mi personal interés -claramente vinculado a una oculta concepción normativista del español escrito- iba indagando sobre las causas de las omisiones o alteraciones gráficas incurridas en el texto escrito, la emisora efectuaba su justificación desde un lugar absolutamente pragmático y ajeno a las normas de la escritura alfabética y de la gramática. Por ejemplo, pidiéndole razón de la pluralización de la voz interjectiva de saludo "Hola" ("Holas"), ya que pertenece a una categoría gramatical invariable en género y número, argumentó que lo que importaba era que el saludo fuera recibido por todos sus amigos, mujeres y varones; es decir que en el momento de producir su mensaje de texto, presuponía la recepción por un destinatario plural: el colectivo que utiliza el código preestablecido por el grupo del que ambos participan.
En el resto del enunciado, lo más relevante es la supresión de sílabas, letras finales de palabra o de vocales cualquiera sea su posición dentro de la palabra, llegando éstas a ser reemplazadas por un punto cuando la consonante precedente contiene su sonido, como en el caso de la palabra de despedida "B.sos".

CONCLUSIONES

Situaciones como la expuesta se concretan cada vez con más asiduidad frente a una comunidad de lingüistas que todavía no alcanza a vislumbrar por qué caminos transitará la lengua en la era de la informatización.
Dado que las palabras, signos lingüísticos representados en sonidos y grafías, se reúnen en campos de denominación que nos relacionan con los objetos de nuestro entorno pertenecientes a la naturaleza, la ciencia, la técnica o a los simples modos prácticos de actuar según nuestros saberes cotidianos, se supone la existencia de una profunda preocupación en los especialistas de la lengua acerca de la preservación del acervo léxico de las lenguas históricas y acerca del carácter del contexto sociocultural en el que deberán subsistir en el futuro inmediato.
La tecnología de la palabra nos coloca ahora ante una variedad de códigos lingüísticos de diverso carácter (privado, público, restringido, general, etc.), cada uno caracterizado por su particular grado de expresividad. Ante este panorama, brotan múltiples interrogantes para los que la mayoría carecemos de respuestas claras.
En mi opinión, uno de los grandes cuestionamientos que nos acechan se vincula en forma directa con el futuro de la escritura ortográfica. Al respecto cabe preguntarnos: ¿Hasta qué punto la difusión de una forma escrita informal, esquemática y conscientemente alterada en su morfología, como es el 'mensaje de texto', se impondrá en el uso de los comunicantes?
Por otra parte, como miembros de una cultura escritural, nos compete problematizar acerca del futuro del espacio visual que corresponde a la palabra graficada y a su incidencia en la actitud analítica del hablante.
Finalmente, desde mi particular concepción de la formalidad de la lengua escrita, quedo sin avizorar todavía el modo de aproximación a una respuesta satisfactoria sobre la siguiente pregunta: ¿En qué grado la alteración de la palabra escrita impuesta por las recientes modalidades de comunicación permitirá a los usuarios conservar la interiorización de su grafía formal adquirida con la educación?

BIBLIOGRAFÍA

1. ONG, W (1993) Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica de Argentina.        [ Links ]

2. CABRÉ, MT (1999) La terminología: Representación y Comunicación. Elementos para una teoría de base comunicativa y otros artículos. Barcelona. Institut Universitari de Lingüística Aplicada. Universidad Pompeu Fabra.        [ Links ]         [ Links ]

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