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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versão On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  n.36 San Salvador de Jujuy jan./jul. 2009

 

ARTÍCULO ORIGINAL

El lugar de la construcción: prácticas y saberes en la Puna Argentina

The place of building: practices and knowledge in the Argentine Puna

Jorge Tomasi *

* CONICET - Instituto Interdisciplinario Tilcara - Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires. Belgrano 445, CP 4624, Tilcara, Jujuy.
Correo Electrónico: jorgetomasi@hotmail.com

RESUMEN

La decisión de elevar algún tipo de construcción, una casa, corral o una pirca, implica la puesta en juego de una gran cantidad de conocimientos tanto técnicos como proyectuales. Al mismo tiempo, el momento de la construcción requiere la movilización de una gran cantidad de recursos tanto materiales como humanos. Por un lado, deben obtenerse una cierta cantidad materiales que no siempre están "al alcance de la mano", como suele decirse, y, por el otro, este trabajo requiere la participación de una cierta cantidad de personas que en muchos casos excede las posibilidades del grupo familiar.
En relación con esto en este trabajo nos interesa observar como la construcción para muchos de las familias puneñas constituye un elemento importante dentro de su cuerpo de saberes, en tanto en las prácticas relacionadas con el construir se expresan, y reproducen, muchos aspectos de la vida social. Veremos como tanto en Susques como en Rinconada, los dos pueblos en la Puna de la provincia de Jujuy que tomaremos como caso de estudio, el conocimiento constructivo forma parte del cuerpo de saberes de gran parte de los pobladores.
Nos proponemos recorrer tres puntos que son, en cierta manera, independientes aunque estén íntimamente relacionados: en manos de quién está ese conocimiento, cómo se aprende y transmite, y cuáles son las implicancias sociales de la construcción en el contexto puneño. Nos proponemos encarar estos puntos a partir del material que hemos registrado en el trabajo de campo que venimos desarrollando hace algunos años, poniéndolo dentro de un contexto más amplio dentro del "mundo andino" a partir de los trabajos de otros investigadores.

Palabras Clave: Construcción; Prácticas; Puna.

ABSTRACT

The decision to raise some kind of construction (a house, corral, a wall) draws on a great deal of knowledge, both technical and organizational. At the same time, the timing of the construction needs the mobilization of a great quantity of human and material resources. On the one hand, certain materials must be obtained, and on the other, this work requires the participation of many people, that in many cases exceeds the possibilities of the family alone.
In this paper we observe how building, for many families in the Jujuy Puna, constitutes an important part of their knowledge, and how many aspects of their lives are expressed and reproduced in these building practices. Our case study centers on Susques and Rinconada, two villages in the Jujuy Puna in Argentina, where constructive knowledge forms part of a body of knowledge held by the majority of families. We trace three aspects of building practices that are independent though intimately related: how this knowledge is "owned" by most people in the villages, how it is learnt and transmitted, and the social implications of this in the Puna context. We consider these aspects using material registered in fieldwork we have been developing for some years, and the wider contextualization of these in the "Andean world" with reference to the work of other researchers.

Key Words: Building; Practices; Puna.

INTRODUCCIÓN

La decisión de elevar algún tipo de construcción, una casa, corral o una pirca, implica la puesta en juego de una gran cantidad de conocimientos tanto técnicos como proyectuales. Cómo debe disponerse la construcción en el terreno, cuáles son las tradiciones constructivas locales, qué materiales pueden utilizarse y dónde se obtienen, qué tipo de soluciones técnicas están disponibles, cómo se deben tener en cuenta los aspectos ambientales, entre otros muchos saberes que deben dominarse. Al mismo tiempo, el momento de la construcción requiere la movilización de una gran cantidad de recursos tanto materiales como humanos. Por un lado, deben obtenerse una cierta cantidad materiales que no siempre están "al alcance de la mano", como suele decirse, y, por el otro, este trabajo requiere la participación de una cierta cantidad de personas que en muchos casos excede las posibilidades del grupo familiar.
Pero, fundamentalmente nos interesa observar, y este es el hilo que atraviesa este trabajo, que la construcción para muchos de las familias puneñas constituye un elemento importante dentro de su cuerpo de saberes. En las prácticas relacionadas con el construir se expresan, y reproducen, muchos aspectos de la vida social. El construir en la Puna no es un saber que está en manos de ciertos especialistas y tampoco son estos especialistas los que tienen la exclusividad en el ejercicio de la práctica constructiva. Esto marca una diferencia fundamental con el modo en que la construcción es encarada en las sociedades "occidentales", por llamarlas de alguna manera.
Es decir que las problemáticas que arman el recorrido de este trabajo no se refieren tanto a las características de las casas en la Puna o las resoluciones técnicas específicas, cómo se eleva una pirca o cómo se realiza un guayado(Nota 1). Más bien nos interesa reconocer y aproximarnos a una serie de cuestiones que están involucradas en la práctica de la construcción. Nos proponemos recorrer tres pasos que son, en cierta manera, independientes aunque estén íntimamente relacionados: en manos de quién está ese conocimiento, cómo se aprende y transmite, y cuáles son las implicancias sociales de la construcción en el contexto puneño. En un primer momento, nos enfocaremos en cómo lo constructivo forma parte de un saber generalizado que le permite a cada familia definir sus propios espacios sin la necesidad de que intervengan terceros especialistas. Plantearemos como este saber se construye colectivamente y tiene tanto de continuidad con prácticas pasadas como de constante reflexión y cambio en relación con nuevas realidades y necesidades. En este sentido no se trata de un conocimiento estancado ni tampoco desconectado de su historia y tradiciones constructivas.
Veremos como tanto en Susques como en Rinconada, dos pueblos en la Puna de la provincia de Jujuy, el conocimiento constructivo forma parte del cuerpo de saberes de gran parte de los pobladores. Lo que queremos mostrar es que este conocimiento no es ni anecdótico ni superficial. No se trata de las opiniones dispersas que cualquier persona podría tener sobre cómo se hace una casa, sino más bien de un conocimiento profundo. La mayoría de los pobladores está en condiciones de definir cómo tiene que ser su casa, si el guayado de un techo está bien realizado o si los adobes son de buena calidad y pueden utilizarse. Muchas veces estos conocimientos son puestos en los análisis en términos de "autoconstrucción". Si bien no negamos esto, nos interesa observar que no se trata sólo de la capacidad de construir una casa sino que están involucrados muchos más aspectos.
En la segunda parte, en relación con lo generalizado de los saberes constructivos, nos enfocaremos en analizar cómo en ciertos casos el construir se constituye como una actividad comunitaria en la que participan tanto miembros del grupo familiar como vecinos colindantes en el campo u otros. En este sentido, en el construir una casa, se construyen ciertos vínculos sociales y se refuerzan otros ya existentes. Son numerosas las situaciones de intercambio que se efectivizan en la construcción, intercambio que involucra tanto bienes (materiales o herramientas), como servicios (con la colaboración concreta en el trabajo). Finalmente, nos interesa analizar cómo los saberes constructivos son aprendidos y transmitidos. Plantearemos cómo en el acto de construir se están poniendo en juego aspectos importantes para el grupo social. En este sentido, en el aprendizaje no sólo se está transmitiendo un saber técnico, sino que en este proceso se reproducen y actualizan cuestiones más amplias.
Dentro de la discusión, intentaremos dar cuenta de los múltiples procesos de cambio que se vienen dando en las últimas décadas. Intentaremos no ponerlos en términos de "pérdida" de tradiciones constructivas, sino más bien en el marco de procesos de transformación, dentro relaciones desiguales, que tienen a los pobladores como actores activos. Es así como plantearemos que dentro de estos cambios, son muchas las continuidades que pueden reconocerse.
Esta presentación surge de una investigación más amplia sobre espacio doméstico en el contexto puneño que venimos desarrollando desde el Instituto Interdisciplinario Tilcara dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Durante este tiempo hemos llevado adelante un prolongado trabajo de campo en el que, en conjunto con muchos pobladores, tuvimos la posibilidad de participar en la construcción de casas tanto en el pueblo como en el campo. En este contexto no sólo hemos visto construir sino que literalmente trabajamos en la construcción. Fueron muchos los maestros constructores que nos brindaron sus conocimientos y compartieron su experiencia e historia de aprendizaje. De la interrelación entre estas conversaciones, la observación y la propia experiencia surge el material para este trabajo, que pondremos en relación con estudios en otras áreas dentro del mundo andino. Hasta el momento no hemos podido encontrar trabajos enfocados específicamente en las prácticas constructivas dentro del espacio de la Puna argentina. Sí existen trabajos profundos sobre el espacio doméstico asociado con el pastoreo en el contexto puneño (p.e. Göbel 2002). Más allá de esto tomaremos textos que se enfocan a grupos en Bolivia y Perú.
Hemos tomado como espacio de estudio para este trabajo dos localidades de la Puna jujeña como son Susques y Rinconada, considerando tanto los ámbitos rurales como los urbanos. Es habitual observar como el término Puna es usado como una especie de genérico en cuyo seno se incluyen realidades múltiples y variadas. Susques y Rinconada son las cabeceras de los departamentos homónimos en la provincia de Jujuy. Rinconada se ubica hacia el noroeste de Abra Pampa y Susques hacia el oeste de Purmamarca pasando las Salinas Grandes. Ambos poblados tienen su fundación como centros urbanos asociada con el proceso de reducción y movilización de la población en el marco de la explotación de recursos y adoctrinamiento de la conquista, en ambos casos en relación con la minería(Nota 2). Sin embargo mientras Rinconada se constituyó como un centro de cierta importancia, Susques tuvo una posición más bien periférica (Benedetti, 2002). A partir del proceso de independencia Rinconada formó parte rápidamente del territorio argentino mientras que Susques estuvo sucesivamente bajo jurisdicción boliviana, chilena y finalmente a comienzos del siglo XX se incorporó a la Argentina dentro del Territorio de Los Andes. Hacia 1943 este territorio nacional fue disuelto y Susques pasó a formar parte de la provincia de Jujuy(Nota 3). Con la apertura del ferrocarril y la Ruta hacia La Quiaca, Rinconada fue relegando su posición estratégica en manos de Abra Pampa y pasó a tener una rol relativamente marginal. Por su parte, Susques, al igual que toda la Puna de Atacama, mantuvo una posición periférica hasta finales del siglo XX. Hacia mediados del siglo XX se formalizó la apertura del Paso de Jama que une la provincia con Chile y Susques se convirtió en un punto estratégico en el contexto del tráfico comercial bioceánico (Benedetti, 2002).
Lo que nos interesa rescatar de este breve panorama histórico son las diferentes trayectorias en relación con el control de un Estado-Nación que tuvieron ambas localidades. Estas diferencias son importantes en tanto las estrategias de control estatales han tendido permanentemente a la ruptura de las formas locales en pos de la incorporación de la región al proyecto de Nación reinante en cada momento. La Puna, su población y sus expresiones culturales fueron vistas como un sinónimo de atraso, aquello que debía dejarse atrás. En esta clave podremos comprender ciertos procesos de transformación, con apropiaciones y resistencias por parte de la población, en los modos de hacer constructivos: la arquitectura local entraba en las mismas clasificaciones que su población.

1. EL CONSTRUIR COMO UN SABER COMPARTIDO Y COLECTIVO

Hemos mencionado en la introducción lo generalizado del conocimiento constructivo. Es notable cómo la mayoría de los pobladores puede dar información sobre cómo se debe construir una casa. Es así como en cualquier conversación pueden surgir opiniones formadas sobre el mejor modo de resolver una cubierta, el modo en que los abuelos levantaban una pared, las ceremonias que deben realizarse o las dimensiones que deben tener las habitaciones. En este sentido, debemos considerar que dentro del saber constructivo se incluye un amplio espectro de conocimientos sobre las mejores soluciones técnicas, el manejo, obtención y selección de los materiales o las definiciones de los espacios, como también las acciones rituales que forman parte de la práctica constructiva.
Este dominio colectivo de los saberes constructivo, tiene ciertas aristas que bien vale analizar. En términos generales, estamos acostumbrados a un alto grado de especialización y sectorización del conocimiento. Uno es especialista en ciertos campos y de alguna manera terceriza el ejercicio de los otros. Por lo menos en los grandes centros urbanos, la tarea de construir una casa es delegada a un cierto grupo limitado de especialistas que "poseen" el conocimiento necesario, sean constructores, maestros mayores de obra, arquitectos o ingenieros. Estas personas de alguna manera "traducen" en un hecho material las necesidades espaciales de la mayoría. En este sentido, la conformación de los cánones arquitectónicos y de las cualidades de ciertas técnicas constructivas por sobre otras, surge desde ciertos espacios disciplinares hegemónicos y son volcados hacia quienes recurren a sus servicios. Naturalmente esto es una simplificación de un proceso que es más complejo, es claro que existen retroalimentaciones constantes en la definición de lo que es una "buena" o una "mala" construcción. Sin embargo, es útil para observar las diferencias con lo que ocurre en la Puna en cuanto a la construcción de un conocimiento constructivo.
En este caso vamos a encontrar que no existe estrictamente un grupo o una persona que sea "dueña" de los saberes constructivos. Sino que existe una construcción colectiva de ese conocimiento. Entendemos que la noción de habitus puede ayudar a pensar en estos saberes y prácticas compartidas y mutuamente constituidas. Cabe recuperar lo que Bourdieu propone en relación con el habitus:

"Los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia producen habitus, sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a su meta sin suponer el propósito consciente de ciertos fines ni el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente "reguladas" y "regulares" sin ser para nada el producto de la obediencia a determinadas reglas (.)" (2007:86)

Lo interesante de esto es que nos permite observar que aunque no existan instituciones encargas de la reglamentación y definición de un cánon arquitectónico, eso no significa que dejen de existir numerosas reglas locales respecto al modo en que se debe hacer una casa. La diferencia está en la forma en que se definen a partir del consenso en la práctica y rol de las tradiciones en el modo de hacer las cosas. Cabe decir, parafraseando a Bourdieu (2007), que las prácticas constructivas, como tantas otras, están colectivamente orquestadas sin que deba existir necesariamente un director de orquesta. En las situaciones de cooperación se dan importantes instancias de aprendizaje y de intercambio de conocimientos entre los pobladores. Las experiencias de unos y otros son puestas en juego en ese trabajo conjunto, y probablemente en esa instancia es donde también se construyen consensos colectivos.
Claro que el hecho de un conocimiento extendido de la construcción no significa que dejen de existir numerosos especialistas locales, personas que son reconocidas en la comunidad como poseedoras de un saber diferencial frente al resto. Especialmente en la realización de los techos, en el armado de las tijeras o el guayado, alguien podría decir el que sabe de eso es don.... Esto no quiere decir que él desconozca cómo se hace o de hecho pueda hacerlo en su casa, pero sí que reconoce una mayor sabiduría en esa persona. La acción subjetiva en el contexto de saberes colectivos está presente no sólo a través de la existencia de ciertos especialistas sino también en las decisiones particulares que las personas toman en su propia casa o sus preferencias a la hora de realizar los trabajos. Existen gustos y voluntades particulares que se observan y que están expresadas en que las casas no son una reproducción mecánica sino que son todas diferentes con un cierto "aire de familia". Es así como la existencia de reglas sobre el construir que forman parte de un cierto habitus no implica que las personas sean esclavas de ellas. Las muchas particularidades que vamos a encontrar en las prácticas de unos u otros saberes, podemos plantear que están en relación con las diferentes trayectorias sociales de las personas (Bourdieu 2007).
Con sentidos diferentes, la especialización en los saberes es un proceso creciente en las últimas décadas en relación con las transformaciones vertiginosas que se van dando en los poblados. Es así como vamos a encontrar a muchos constructores que dominan lo que podríamos llamar "las técnicas de la ciudad" luego de haber participado en las muchas obras de infraestructura, rutas, gasoductos u otras, o en obras del Estado como escuelas o planes de vivienda social. Esto forma parte de su trayectoria particular. En ese contexto han aprendido a manejar ciertos materiales o técnicas, como "trabajar con hormigón armado", y eso les da un rol distinto, especialmente si consideramos que no se trata de cualquier conocimiento sino de uno legitimado desde los espacios oficiales.
En todo caso, creemos que lo generalizado del conocimiento y las prácticas constructivas dice mucho sobre la importancia que tiene el proceso de definición de los espacios construidos y en la vida cotidiana de estas personas. En este sentido debemos tener en cuenta que las casas tanto en Susques como en Rinconada están dentro de lo que llamamos un "proceso de construcción permanente". Es decir que la materialización del espacio doméstico no es algo que se de sólo en un momento puntual de la vida de la persona y que luego tiene modificaciones específicas y limitadas. Más bien debemos considerar que la mayor parte de las casas tanto en el pueblo como en el campo están siendo transformadas continuamente o por lo menos la familia está realizando alguna tarea de reparación. En comparación con lo que sucede en otros lugares, es mucho el tiempo que se dedica a la intervención en la casa; siempre hay una nueva habitación para construir, un techo para guayar o adobes reservados en algún rincón de la casa para futuras intervenciones.
Ahora bien, este dominio de los saberes constructivos también tiene implicancias en la relación entre la persona y el espacio construido, sus características y sentidos. Esta relación es absolutamente diferente a la que existe en los casos en que entra en juego algún tipo de especialista, arquitecto o constructor, que actúa como mediador entre las necesidades y expectativas de las personas y el hecho materializado. Como hemos adelantado antes, los profesionales, formados en general dentro de espacios hegemónicos, decodificamos, traducimos y modelamos esas expectativas y necesidades a la luz de las propias, que están a su vez en relación con la formación que hemos recibido. En este caso nos vamos a encontrar con una relación diferente entre el grupo familiar y sus espacios. Entendemos que no se trata de pensar que en estas condiciones existe una construcción enteramente subjetiva ajena a toda limitación social. Lo que sí planteamos es que la participación del grupo en la definición de sus propios espacios es más directa que en otros contextos.

2. LA CONSTRUCCIÓN DE VÍNCULOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CASA

Dentro de las tareas que cotidiana o periódicamente desarrollan las familias hay algunas que implican una cierta presión sobre los recursos disponibles y en algunos casos rebasan las posibilidades de trabajo del grupo familiar más cercano. Muchas veces esas tareas están vinculadas con ciertas ceremonias anuales en relación con la hacienda, otras han tenido que ver históricamente con los viajes de intercambio hacia los valles y, en lo que nos interesa para este trabajo, las actividades constructivas constituyen uno de esos momentos. Las tareas constructivas involucran la movilización de una cantidad importante de recursos, tanto materiales como humanos. Los materiales constructivos, como agua, tierra, piedras, madera, cueros o paja, no siempre están disponibles en el campo familiar, o los que sí están no son considerados los ideales. En un contexto actual caracterizado por pocas personas que permanecen en el campo y que son en la mayoría de los casos personas mayores o niños pequeños, la presencia de más manos que trabajen se vuelve indispensable.
Así es que, cuando se deben construir nuevos corrales, reparar una habitación o incluso cortar adobes, se ponen en juego una serie de relaciones sociales en las que el parentesco tiene un rol muy importante, pero no es el único vínculo disponible. En este contexto se establecen múltiples relaciones de cooperación y reciprocidad. Tal como lo plantea Murra, tradicionalmente dentro del mundo andino "la reciprocidad entre parientes y vecinos comprendía actividades agrícolas, pastoriles y de construcción" (2002:314). De hecho dentro de los discursos actuales, se hace mención a que los abuelos trabajaban en colaboración en las casas de unos y otros; primero arreglamos tu casa y luego la mía, se decía. Es particularmente en Susques, en el contexto de las reivindicaciones actuales de los derechos del pueblo Atacama, se escucha cada vez más habitualmente la mención de la minka de los abuelos, en el sentido de algo que se fue perdiendo pero debe recuperarse. Esto está presente también en Rinconada, donde, tal vez en otros términos, sí se lo menciona y en la práctica la colaboración en la construcción de hecho existe.
Un primer tema interesante para pensar en las connotaciones sociales en torno a la construcción está en relación con el "origen" de Susques. El mito fundacional del poblado tiene un sustrato que es precisamente constructivo. Se dice que en algún momento quienes vivían hacia el norte de Susques y quienes estaban hacia el sur se juntaron en un punto intermedio para construir la capilla(Nota 4). En el acto de construir colectivamente se materializa entonces la unión entre los dos grupos que dio nacimiento a la comunidad, la existencia física de ese templo da cuenta de la continuidad de ese vínculo. Anualmente se reedita esa primera unión en el contexto de los festejos de carnaval cuando los vecinos del norte y del sur se acercan bailando hasta Susques y se reencuentran en el centro. Este tipo de actualización de los vínculos comunitarios en el carnaval es común a otros lugares dentro del mundo andino.
Este vínculo también se solía actualizar a través de actividades constructivas. El mantenimiento del templo es visto como una responsabilidad que involucra a todos los miembros de la comunidad. Especialmente, cada cinco años la reparación del techo, el guayado de la capilla, constituía un momento en el que la comunidad se reunía para trabajar conjuntamente. Aquellos que podían aportaban materiales, fundamentalmente paja; mientras que otros aportaban su trabajo. Algo similar ocurría con las necesidades de pintura o arreglo de los santitos. Estamos hablando más que nada en pasado, no porque estas tareas hayan dejado de realizarse como una actividad colectiva, sino que hubo un cambio importante en la relación entre los pobladores y el templo. En realidad el cambio se refiere más bien a las posibilidades que tienen de intervenir sobre su capilla. El hecho de que haya sido declarada como Monumento Histórico Nacional permitió que se realizaran restauraciones sobre el edificio y sus pinturas murales, pero a la vez colocó al Estado como intermediario. Para poder realizar cualquier reparación necesariamente deben informar previamente al organismo correspondiente. Es interesante analizar esto a la luz del modo en que se piensa el "patrimonio", esa capilla no sólo es "un ejemplo de la arquitectura religiosa colonial que debe conservarse" sino que tiene muchas otras significaciones locales.
No es sólo en las tareas que involucran bienes considerados como comunitarios, como la capilla o el cementerio, en donde se expresan vínculos a través de las prácticas constructivas. Algo similar ocurre cuando se trata de ámbitos domésticos tanto en el campo como en el pueblo. A la hora de construir la casa se van a hacer efectivos una serie de vínculos importantes y que van a repercutir en la posibilidad de contar con un especialista y su conocimiento experto sobre un determinado tema como los cimientos, la disponibilidad de manos para sumar al trabajo, ciertos materiales que no se poseen o algún medio para transportarlos. Es así como una determinada persona puede aportar su camioneta para ayudar a trasladar adobes desde el pueblo al campo. Esto es interesante porque tal vez esa persona tiene actualmente un empleo asalariado y no trabaja en el campo, sin embargo eso no significa que deje de participar de ese espacio y sostenga vínculos sociales que tal vez vienen de algunas generaciones atrás.
Este tipo de participación colectiva en el trabajo de construcción ha sido observado por otros investigadores en distintas áreas dentro del mundo andino. Es así como Félix Palacios Ríos en su trabajo sobre la "casa de los pastores aymara" (1990), enfocado en la localidad de Chichillapi, en el sur de Perú, da cuenta de ciertos vínculos que se ponen en juego en ciertos momentos como el comienzo de un nuevo grupo familiar con el matrimonio. Lo interesante es que ese comienzo se ve expresado en la construcción de una nueva casa para la pareja, y especialmente en el techado se desarrolla la acción ritual y el trabajo colectivo:

"El techado de la casa se realiza dentro de un ambiente ceremonial y cuenta con la participación de la parentela de ambos esposos.
Muy temprano en la mañana llegaron todos los participantes. Luego de una comida grupal, los varones se subieron al techo para construir el armazón de palos y luego cubrirlo con manojos de paja que las mujeres, que se quedaron en el suelo, preparaban. Ellas también se dedicaron a preparar la comida que se sirvió a los participantes" (Palacios Ríos, 1990: 75)

Son varios los elementos que están presentes en el análisis de Palacios Ríos. En primer lugar el que estamos tratando sobre la acción colectiva en la actividad constructiva. En ese trabajo conjunto se están expresando vínculos existentes que al mismo tiempo están apoyando la unión de los nuevos esposos, y de esta manera la constitución de un nuevo grupo familiar. Por otro lado, es interesante, y lo trataremos brevemente más adelante, que existe una división importante de género entorno a la construcción. En este caso, son los varones quienes suben a construir efectivamente, pero esto no significa que las mujeres queden fuera de este proceso. El trabajo colectivo en una instancia de construcción material y simbólica ha sido observada también por Sendón (2004) en la reparación periódica del techo de la iglesia de Marcapata en Perú. En una ceremonia conocida como Wasi Chacuy, los pobladores se reunen cada cuatro años durante una semana para cambiar la cubierta de paja del templo.
Si bien no nos enfocamos en este texto en las acciones rituales asociadas con la construcción, tema que trataremos en futuros trabajos. Es interesante observar el rol del techo dentro de la construcción simbólica de la casa. Tal como sostiene el mismo Palacios Ríos, "(...) este elemento arquitectónico se asocia (...) a lo sobrenatural y sagrado" (1990:76). Si bien hasta el momento no hemos podido registrar referencias explícitas ni en Susques ni en Rinconada a este valor sagrado del techo, sí es posible observar la existencia de una serie de ceremonias que se enfocan en esta parte de la casa. La flechada especialmente constituye un momento de importancia dentro del proceso de construcción. Luego de finalizadas las trabajos con el guayado o torteado del techo, todos aquellos que participaron en los trabajos y otros miembros del grupo familiar se reúnen por primera vez dentro de la nueva casa para esta celebración. Excede a los objetivos de este texto encarar una descripción detallada de la ceremonia, pero si nos interesa marcar el hecho de que se trata de una acción colectiva en la que participa el grupo familiar y quienes trabajaron, y en la que también, en ciertos casos que hemos observado, se recuerda a aquellas personas, que aunque no estén presentes, son consideradas parte importante del grupo. Estos recordatorios de la historia familiar dejan marcas materiales en el nuevo techo con las flechas, y estas marcas no se retiran luego de la ceremonia.
La participación colectiva en las tareas de construcción ha sido observada también por Arnold en Qaqachaka, "un ayllu de aymara hablantes situado en el lindero entre los departamentos de Oruro y Potosí" (1998:34). Respecto a este caso Arnold observa que:

"Al compartir la memoria del proceso de construcción de una casa en cada una de estas ocasiones, los Qaqas reconstruyen no sólo el espacio sino el tiempo, en la medida en que recuerdan el pasado, las genealogías ancestrales y sus orígenes míticos e históricos. La casa sirve de trasfondo mnemotécnico sobre el cual se superponen las memorias colectivas de los ancestros y los muertos" (1998:38)

Es interesante lo planteado por Arnold en tanto da cuenta de que en la acción de construir se recrean lazos colectivos a partir del recuerdo de los antepasados. Es decir que se ponen en juego orígenes que son vistos como comunes a todos los integrantes del grupo.
Dentro de las estrategias de colaboración, pareciera que los primeros vínculos disponibles son los basados en el parentesco. Se espera que hijos, hermanos, padres, primos o sobrinos sean los primeros en sumarse a la tarea; de alguna manera existe una obligación implícita producto de ese lazo. Especialmente importante pareciera ser la obligación de colaborar con las reparaciones de la casa en la que viven los padres y, en dónde vivieron los abuelos, es decir la casa familiar. A la inversa, se espera que un padre ayude en la construcción de la casa de una hija especialmente si ella no cuenta ni con la ayuda de un varón ni con los medios necesarios. Pero esto no significa que puedan ser obligados a hacerlo y en muchos casos ese vínculo recíproco hoy en día no se cumple con tanta efectividad. Sin embargo, hemos observado muchas situaciones en las que un hermano o sobrino viajó desde otra localidad para colaborar con los trabajos dando cuenta de que estas relaciones de colaboración siguen estando presentes.
Por fuera de los márgenes del parentesco estricto existen numerosos vínculos basados en relaciones construidas en el tiempo entre, por ejemplo, familias colindantes en el campo. Es habitual, entonces, que exista colaboración en ciertos trabajos tanto en relación con el manejo de la hacienda como en la construcción. Son relaciones que se han ido creando en el tiempo a través de múltiples situaciones de intercambio recíproco y que en cada nueva instancia se ven fortalecidas. Es decir que en el contexto de las tareas de construcción compartidas no se recurre simplemente a vínculos ya existentes sino que estos se refuerzan e incluso se construyen nuevos. Tal como plantea Mayer, "el intercambio recíproco es un elemento que contribuye a la creación, crecimiento y manutención de vínculos sociales" (1974:42). El hecho de sumarse al trabajo junto con una familia cercana puede ser el comienzo de una fructifica relación que va a requerir que se la siga alimentando.
El intercambio recíproco en el caso de la construcción se caracteriza por el flujo tanto de bienes como de servicios en distintas combinaciones. Se dan habitualmente situaciones en las que una familia provee a otra, por ejemplo, de adobes ante la necesidad de la primera y que estos son devueltos cuando sea posible y necesario. En otros casos el intercambio se da en un plano de trabajo, en algún momento una persona colabora con otra para la construcción de alguna nueva habitación, sabrá entonces que va a tener su ayuda cuando sea preciso. Es usual, sin embargo, que el intercambio recíproco se de en una fórmula mixta entre bienes y servicios, ante una colaboración previa es posible que la otra persona cuente con la posibilidad de juntar paja en el campo del primero o tomar algunas tablas de cardón para su propio techo. En los discursos locales este tipo de intercambio pareciera ser presentado como exento de ventajas asimétricas. La intención de obtener un usufructo excesivo del otro sería mal visto dentro de la comunidad. Es así como nunca es puesto en términos de aprovechar una situación para obtener un beneficio especial, sino más bien como la forma normal en que se dan los intercambios. Cada persona sabe perfectamente cómo debe actuar, qué le corresponde dar y recibir en su relación con otro. De todas maneras, esto no significa que estos vínculos estén exentos de una cierta intención especulativa.
En el siguiente punto, veremos cómo estos saberes colectivos, que funcionan a través de la práctica como una forma de fortalecimiento de los lazos colectivos, son transmitidos entre generaciones, cómo es el proceso de apredizaje y cómo funcionan en relación con la reproducción y actualización del grupo.

3. TRANSMISIÓN Y APRENDIZAJE

Ahora bien, en relación con lo que venimos planteando respecto al rol de los saberes constructivos, quisiéramos esbozar algunos puntos respecto a cómo es el proceso de aprendizaje y transmisión de esos saberes Para esto es necesario que volvamos a considerar la condición de construcción permanente que hemos descrito antes. El hecho que la construcción no sea una actividad esporádica sino más bien un trabajo que prácticamente forma parte de la cotidianeidad, da un contexto en el que aprender las técnicas y los sentidos locales puede ocurrir día a día. Se aprende observando a otros hacerlo y se aprende con la práctica constante.
En las muchas conversaciones que hemos mantenido los constructores siempre se refieren a que han aprendido a construir de sus padres, abuelos, hermanos o tíos. Es decir que fundamentalmente nos encontramos frente a un proceso de enseñanza generacional. Hemos dicho ya que los vínculos familiares son un aspecto muy importante en este proceso de aprendizaje, en tanto se aprende fundamentalmente de los parientes más cercanos que es con quienes se comparten habitualmente los trabajos. Pero hay una mención que es prácticamente omnipresente y es la de los abuelos. Claro que esta denominación no se limita a los padres de los padres sino que involucra de alguna manera a todas aquellas personas de la comunidad que los precedieron en el tiempo y que se constituyen como una referencia para el presente. Es así como se dice que "los abuelos podían construir solos una habitación en tres días sin transporte ni más ayuda" o que "ellos no eran flojos como somos ahora". En general los abuelos son vistos como una especie de testimonio, de ejemplo por su forma de hacer las cosas. Por otra parte son los "primeros" maestros, en tanto ellos nos han enseñado. Esa referencia pareciera representar no sólo un dato de la historia familiar sino que el conocimiento de los abuelos legitima el saber que se posee hoy.
Sin embargo hoy en día se observa una cierta ambivalencia en las miradas de algunos pobladores. Al tiempo que se practican, y en ese acto se actualizan, muchas de las costumbres de los abuelos, son explícitamente puestas como parte del pasado. Creemos necesario interpretar esto en el marco de los procesos de transformación en los que ese conocimiento tradicional fue visto desde los discursos hegemónicos como propio del atraso, como algo que necesariamente debía ser superado. Fueron numerosas las políticas que buscaron, y con otros recursos todavía buscan, imponer nuevas formas que reemplacen a las existentes. No pareciera casual que en una conversación un constructor que "maneja las nuevas técnicas" comentó varias veces que las casas de los abuelos tenían muchos problemas ya que se inundaban permanentemente porque las hacían enterradas. En este contexto creemos que podemos hablar de una situación de conflicto entre diferentes formas de conocimiento.
El aprendizaje de los modos de construir, y de los aspectos simbólicos asociados, se da desde la infancia, como ocurre con muchos otros saberes locales. Este aprender se da fundamentalmente a partir de la práctica cotidiana y de la observación que los niños tienen de las actividades de los padres. Es así como algunos pobladores mencionan que cuando tenían pocos años de edad ayudaron a construir a su abuelo una de las habitaciones de la casa y en ese contexto aprendieron de ellos. Si pensamos como se da ese proceso hoy en día veremos que sigue un esquema que podríamos sintetizar como de observación, prueba y corrección. El maestro realiza su trabajo mientras el aprendiz observa, para después intentarlo él mismo. No están involucradas largas y detalladas explicaciones sobre la tarea sino más bien una demostración práctica. Luego vendrán las sucesivas correcciones. En este proceso, quien está aprendiendo comenzará su proceso con la preparación del barro para luego ir ensayando otras tareas.
Arnold y Yapita, al analizar la forma en que se transmite el conocimiento sobre los textiles, observan que el proceso de aprendizaje es: "Primero se observa, luego se interioriza este conocimiento, y nuevamente se lo exterioriza en la acción de tejer" (2005:212). Es decir que la acción de ejercitar lo aprendido se interioriza el conocimiento. El aprendizaje basado en la transmisión oral y la práctica está basado en otra lógica de incorporación de los saberes:

"Por medio de los sentidos, el conocimiento llega a ser depositado en el corazón y en la cabeza a través de la constante dinámica de exteriorizar e interiorizar el conocimiento. Se da mucha importancia al aprendizaje del niño por la vista, simplemente al mirar (iñaqaña), especialmente en el tejido" (Arnold y Yapita, 2005:211-212)

Este conocimiento que se interioriza, como hemos dicho ya reiteradamente, no consiste sólo en el saber técnico, sino que involucra la incorporación de otros conocimientos que son socialmente relevantes. En este sentido, en el aprendizaje está implicada la reproducción de los esquemas sociales del grupo. Es interesante que partamos de pensar, como lo propone Bourdieu, a la casa como un espacio de reproducción del grupo:

"El espacio habitado -y en primer lugar la casa- es el lugar privilegiado de la objetivación de los esquemas generadores y, por intermedio de las divisiones y de las jerarquías que establece entre las cosas, entre las personas y entre las prácticas, ese sistema de clasificación hecho cosa inculca y refuerza continuamente los principios de la clasificación constitutiva de la arbitrariedad cultural" (2007:124)

Si la casa se presenta como un espacio de reproducción, la práctica de la construcción material del espacio constituye una situación de importancia para esa reproducción en el contexto puneño. En la práctica de construir los muros o armar la estructura de un techo con sus implicancias simbólicas y todas las instancias rituales que están involucradas, se incorporan elementos relevantes en relación con la cosmovisión local. Por otra parte, se está internalizando la propia historia familiar en la medida en que los abuelos se hacen presentes en las historias que se relatan. La persona se va incorporando de esa manera a su propia tradición familiar, en el contexto de una pertenencia social más amplia, como es la de su comunidad.
Finalmente, nos interesa considerar aunque sea brevemente las cuestiones de género en torno a la construcción. Pareciera que existe un cierto acuerdo local en torno a que "los que construyen son los hombres". Sin embargo, si bien es cierto que es mucho más habitual que sean los varones los que de hecho llevan adelante materialmente la obra, quedarnos con esto implicaría dejar de ver cuál es el lugar que la mujer ocupa en el universo de los saberes constructivos. Como planteábamos más arriba, las mujeres participan de los procesos de construcción activamente, ocupando diferentes roles.
En general las mujeres tanto en Susques como en Rinconada saben sobre construcción, tal vez no es algo que vayan a comentar en un primer momento pero es algo que se hace evidente durante las tareas. En las conversaciones con ellas suelen comentar cosas como que yo ayudaba a mi padre y mi abuelo a guayar el techo, o incluso que junto con su compañero levantaron las primeras habitaciones de la casa. En el contexto cotidiano las mujeres de la familia tienen la posibilidad de aprender muchos de los preceptos constructivos locales. Aunque no necesariamente los lleven a la práctica, sí tienen un rol muy importante durante los trabajos. En muchas ocasiones hemos podido observar como la mujer de la casa revisaba el modo en que se hacía los trabajos, corregía y daba indicaciones muy precisas sobre como tenían que hacerse. Existe una relación estrecha entre sus observaciones y la forma en que lo hacían los abuelos. Las prácticas y saberes constructivos están, entonces, tanto en manos de los varones como las mujeres, y de los adultos y niños, aunque con roles específicos. El rol de la mujer y el papel que juegan los niños son temas que nos interesa profundizar en futuros trabajos.

DISCUSIÓN. CAMBIOS Y CONTINUIDADES EN LOS SABERES

Si en la práctica habitual de construir los abuelos están continuamente presentes, entendemos que no puede interpretarse por eso que existe simplemente una reproducción mecánica de esos saberes y prácticas. Los contextos particulares se van transformando y en relación con esto también lo hacen las prácticas. Tal como lo plantea Bourdieu:

"(.) las prácticas no se dejan deducir ni de las condiciones presentes que parecen haberlas suscitado ni de las condiciones pasadas que han producido el habitus (.) No se las puede explicar, pues, sino a condición de vincular las condiciones sociales en la que se ha constituido el habitus que las ha engendrado con las condiciones sociales en las que éste opera (.)" (2007:91)

Es así como las prácticas actuales no pueden ser explicadas simplemente como una continuidad, pero tampoco constituyen expresiones completamente nuevas. Las antiguas tradiciones son renovadas y actualizadas a la luz de las nuevas realidades, que imponen también nuevas necesidades. En todo caso, es posible observar una notable persistencia en ciertas prácticas constructivas, aunque en ciertos aspectos exteriores se hayan transformado. Podemos encontrar, por ejemplo, formas tradicionales de trabajo colectivo para la construcción de casas que no responden a las configuraciones habituales, o que se elevan con materiales industrializados.
El panorama actual presenta estas formas recíprocas interactuando con intercambios basados en el dinero, y otros que se presentan ante nuestra mirada como ciertamente ambiguos. Al tiempo que se encuentra un panorama cambiante en relación con el dominio de estos saberes. Es bastante común hoy en día que una persona que cuenta con un empleo asalariado contrate a alguien para que construya en su casa, le pague en efectivo por su trabajo y que de esto no resulte ninguna obligación posterior. Claro que esto no implica que esa persona deje de dar las indicaciones de cómo quiere que se haga la obra e incluso llegue a dirigirla. En muchos casos, trabajos pagados con dinero también requieren una cierta atención a la persona que dispensa el servicio. El dar comida y bebida luego de la jornada de trabajo es visto como un gesto de buena voluntad más allá que la persona reciba una paga. De hecho, lo contrario sería considerado descortés.
De la misma manera, el hecho que un constructor domine ciertas técnicas "nuevas" no significa que las emplee de un modo literal. En muchos casos se observan intervenciones con hormigón armado en casas que son guayadas periódicamente. O una persona que revoca con cemento su casa en el pueblo pero sigue sosteniendo otras técnicas en las casas del campo. Con esto queremos dar cuenta de que aquellas formas que se pretenden imponer no son simplemente apropiadas por los pobladores y trasladadas a su realidad cotidiana, sino que son reelaboradas de infinitas maneras y atravesadas permanentemente por los sentidos locales.
Hemos insistido a lo largo de este trabajo en que el dominio de los saberes constructivos no se limita a un, por decirlo de alguna manera, "saber hacer" técnico. En este sentido excede, aunque incluye, lo que habitualmente se da en llamar "autoconstrucción". El conocimiento existente involucra aspectos proyectuales de la construcción de la casa, el simbolismo asociado al espacio doméstico, las instancias sociales involucradas en la construcción, entre otros. En relación con esto, creemos es de suma importancia la consideración de estos saberes locales en el diseño de políticas habitacionales en la región, tomando a los pobladores no sólo como potenciales constructores, sino desde un rol prioritario en la definición de los espacios.
Finalmente, vale la pena cerrar con un párrafo presentado por Arnold en el que se plantea la importancia no sólo de la casa dentro del mundo andino sino también de los saberes y prácticas involucrados en su construcción:

"En una cultura predominantemente oral (.) la casa como símbolo es portadora de un compendio diverso, pero ordenado, del saber cultural y social. La manera en que este saber está contenido, transmitido y compartido, a través de la acción ritual, también ofrece pautas del despliegue más general del modelo de saber cosmológico en la cultura aymara considerada como un todo" (1998:36)

AGRADECIMIENTOS

Fundamentalmente a los muchos maestros constructores de Susques y Rinconada que en estos años han sido por demás generosos para brindar sus conocimientos y experiencias. A todo el equipo del proyecto "Puna y Arquitectura" con quienes llevamos varios años trabajando juntos en estas temáticas. A Carolina Rivet por su lectura, relectura y consejo constante.

NOTAS

1) El guayado es un técnica constructiva ampliamente utilizada para la resolución de cubiertas. Sintéticamente consiste en la colación de paja, guaya, con barro en sucesivas capas.
2) Un panorama amplio sobre la historia de Susques puede encontrarse en Bolsi y Gutiérrez (1974)
3) Para más información sobre el Territorio de Los Andes, ver Benedetti (2005)
4) De hecho una de las versiones que hemos escuchado sostiene que los del norte construyeron específicamente el muro norte de la capilla y los del sur hicieron lo propio con el suyo. Aunque esto fue enfáticamente negado por otros pobladores que dijeron que no ocurrió de esa manera.

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