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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versão On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  no.37 San Salvador de Jujuy jul./dez. 2009

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Consumo de tabaco desde una perspectiva de género: el caso de adolescentes y jóvenes en la provincia de Jujuy

Consumption of snuff from a gender perspective: the case of adolescents and young people in the province of Jujuy

L. Bergesio * y E. Alderete **

* Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy - Otero 262 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy - Jujuy - Argentina. Correo Electrónico: dlmontial@arnet.com.ar
** Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy - Otero 262 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy - Jujuy - Argentina / Instituto de Ciencia y Tecnología Regional (ICTER). Correo Electrónico: alderete@arnet.com.ar

RESUMEN

La epidemia de tabaquismo es un fenómeno mundial. Se calcula hoy que el número de fumadores de ambos sexos asciende a un tercio de la población adulta a nivel global de los cuales un 7 por ciento son mujeres. En los países desarrollados, lo hacen un 42 por ciento de los varones y un 24 por ciento de las mujeres. Y aunque pareciera ser un problema predominante en los hombres, las mujeres crecen sostenida y rápidamente en las estadísticas. El objetivo general del presente trabajo busca identificar las continuidades y rupturas en las construcciones de género entre fumadores/as y no fumadores/as, diferenciándolas por región y área, y puntualizar su vinculación con el consumo de tabaco. El análisis se realiza desde una perspectiva interpretativa y de género, en base a entrevistas realizadas a adolescentes y jóvenes de ambos sexos, fumadores y no fumadores, llevadas a cabo durante los años 2003 y 2004, en tres zonas geográficas diferentes de la Provincia de Jujuy: Capital, Puna y Quebrada (zonas que pertenecen todas al Área Andina Latinoamérica). En estas entrevistas se trató de identificar características comunes, diferenciándolas por sexo, entre fumadores/as y no fumadores/as; luego solo entre los/as fumadores/as; y en tercer lugar entre los/as no fumadores/as. A partir de esta identificación inicial, y en un segundo momento, se procedió al análisis de tipo cualitativo/interpretativo de carácter comparativo por zonas geográficas desde una perspectiva de género.

Palabras Clave: Género; Consumo de tabaco; Adolescentes; Jujuy.

ABSTRACT

The tobacco epidemic is a global phenomenon. It is estimated today that the number of smokers of both sexes amounts to one third of the adult population globally of which 7 percent are women. In developed countries, make it a 42 per cent of males and 24 per cent of women. And though it seems to be a prevalent problem in men, women grow steadily and rapidly in the statistics. The overall objective of this study seeks to identify the continuities and ruptures in the constructions of gender among smokers and non-smokers, differentiated by region and area, and point out its connection with the consumption of snuff. The analysis is done from a gender perspective and interpretation, based on interviews with teenagers and young men and women, smokers and non-smokers, conducted during the years 2003 and 2004 in three different geographical areas of the Province of Jujuy: Capital, Puna and Quebrada (all areas that pertain to the Andean Latin America). In these interviews sought to identify common features, differentiating by gender, smoking/not smoking and then only between the smoking as and in third place among the as no smoking. From this initial identification, and a second time, were analyzed qualitative/interpretive, comparative geographical areas from a gender perspective.

Key Words: Gender; Snuff consumption; Adolescents; Jujuy.

INTRODUCCIÓN

"En las sociedades occidentales [...] el tabaquismo va a pasar a ser una enfermedad predominantemente femenina, contrariamente a lo que lo ha sido a lo largo de su historia. Esto va a hacer que [...] tengamos que enfrentarnos a este problema de salud pública con enfoques ligeramente distintos".

Red Mujer y Tabaco (España)

La epidemia de tabaquismo es un fenómeno mundial. Se calcula hoy que el número de fumadores de ambos sexos asciende a un tercio de la población adulta a nivel global, es decir, 1.100 millones de personas, de las cuales 200 millones son mujeres. En los países en desarrollo consumen tabaco un 48 por ciento de los hombres y un 7 por ciento de las mujeres. En los países desarrollados, lo hacen un 42 por ciento de los varones y un 24 por ciento de las mujeres. Y aunque pareciera ser un problema predominante en los hombres, las mujeres crecen sostenida y rápidamente en las estadísticas. Las proyecciones son sombrías: en 2025, el tabaquismo será la principal causa de muerte y discapacidad a nivel global, calculándose que entonces morirán alrededor de 10 millones de personas al año por enfermedades relacionadas con el tabaco, un 70 por ciento de ellas en países en desarrollo (1).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó en noviembre de 1999 en Kobe, Japón, la Conferencia Internacional "Haciendo una diferencia sobre Tabaco y Salud: evitando la epidemia de tabaquismo en mujeres y jóvenes", donde se analizó específicamente el impacto del tabaquismo en estos grupos de población y las estrategias para detenerlo. De allí surgió una declaración pública firmada por más de 500 asistentes, quienes expresaron su preocupación por el impacto del tabaco en la salud de la población en general, de las mujeres y jóvenes en particular, y en la propia economía de los países. Este documento urgió, entre otras cosas, a incorporar un enfoque de género en los programas destinados a controlar el tabaquismo, para tomar en cuenta el impacto en la salud de mujeres y niñas, y las razones por las cuales se inician en el consumo de tabaco (WHO 1999).
En la Declaración de Kobe se afirma que el tabaco se ha identificado como un factor que contribuye a la inequidad de género y atenta contra el derecho a la salud de las mujeres y niñas como un derecho humano básico, especificando que las mujeres experimentan riesgos específicos por el tabaco y por el humo del tabaco en el ambiente (Environmental Tobacco Smoke), como un impacto negativo en su salud reproductiva y complicaciones durante el embarazo. Además, se afirma allí que hay incalculables costos personales, sociales y económicos en mujeres y niñas, especialmente las pobres o viviendo en países de bajos ingresos y/o en áreas rurales. Por ello, se plantea allí la necesidad urgente de que los gobiernos y la comunidad internacional desarrollen estrategias efectivas de género para control del tabaco, y asignen fondos suficientes para alcanzar a mujeres y niñas pobres. Y puntualizan que el desarrollo de estas estrategias específicas de género debe tener en cuenta la diversidad y las necesidades de mujeres y niñas de diferentes contextos culturales.
Estos argumentos justifican el objetivo general del presente trabajo, esto es, identificar en las entrevistas las continuidades y rupturas en las construcciones de género entre fumadores/as y no fumadores/as, diferenciándolas por región y área, y puntualizar su vinculación con el consumo de tabaco.
El análisis se realiza desde una perspectiva interpretativa y de género, en base a entrevistas realizadas a adolescentes y jóvenes de ambos sexos, fumadores y no fumadores, llevadas a cabo durante los años 2003 y 2004, en tres zonas geográficas diferentes de la Provincia de Jujuy: Capital, Puna y Quebrada (zonas que pertenecen todas al Área Andina Latinoamérica).
En estas entrevistas se trató de identificar, en un primer momento, características comunes, diferenciándolas por sexo, entre fumadores/as y no fumadores/as; luego solo entre los/as fumadores/as; y en tercer lugar entre los/as no fumadores/as. A partir de esta identificación inicial, y en un segundo momento, se procedió al análisis de tipo cualitativo/interpretativo de carácter comparativo por zonas geográficas desde una perspectiva de género.
Por ello, antes de presentar este análisis considero importante puntualizar algunas cuestiones teórico-metodológicas sobre la llamada perspectiva de género y su diferenciación con los estudios de la mujer; desde una sintética revisión de la historia de su desarrollo y finalizando con un acercamiento a los principales debates planteados en el caso de América Latina.

SOBRE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO: APORTES Y CONTROVERSIAS

El concepto de género aparece en las ciencias sociales como un término que ayudará a resolver algunas de las problemáticas que emergieron, en los años de 1960 y 1970, en el desarrollo de los Estudios de la Mujer, necesarios para visibilizar su situación pero con limitaciones explicativas. Indudablemente, una ventaja de usar género para designar las relaciones sociales entre los sexos es la que plantea Scott (1993): mostrar que no hay mundo de las mujeres aparte del mundo de los hombres, que la información sobre las mujeres es, necesariamente, información sobre los hombres. Enfocar una investigación desde una perspectiva de género lleva a rechazar la idea de las esferas separadas; ya que los Estudios de la Mujer perpetuaban la ficción de que la experiencia de un sexo tiene poco o nada que ver con la experiencia del otro.
La disciplina que primero utilizó la categoría género fue la psicología, en su vertiente médica. Aunque ya los estudios de Money en 1955 (2) hablan de género con esta intención, el que establece ampliamente la diferencia entre sexo y género es Robert Stoller, en Sex and Gender publicado en 1968. Las preguntas que ellos se formularon se vincularon al hecho de que habiendo las mismas disfunciones (hemafroditismo) en los sujetos, éstos definían su identidad de manera diferente. De ese modo descubren que la asunción de las identidades de mujer u hombre, en los casos estudiados, dependían de las formas en que los individuos habían sido socializados y de la identidad asignada por los padres. Proponiendo una distinción conceptual y sosteniendo que hay una diferencia entre sexo y género. El primero apunta a los rasgos fisiológicos y biológicos de ser macho o hembra, y el segundo a la construcción social de las diferencias sexuales (lo femenino y lo masculino). El sexo se hereda y el género se adquiere a través del aprendizaje cultural. Esta distinción es la que abre una brecha e inaugura un nuevo camino para las reflexiones respecto a la constitución de las identidades de hombres y mujeres.
Este concepto de género será recuperado por las otras ciencias sociales, las cuales comenzarán a re-elaborarlo y a dotarlo de nuevos contenidos. Desde la antropología, en la década de 1970, Gayle Rubin (1996(3)) dirá que las relaciones entre sexo y género, conforman un sistema que varía de sociedad en sociedad, estableciendo que el lugar de la opresión de las mujeres y de las minorías sexuales está en lo que denomina el sistema sexo/género. Según su planteo, cada sociedad poseería un sistema sexo/género particular, es decir, un conjunto de arreglos por los cuales una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana. Así, cada grupo humano tiene un conjunto de normas que moldean la materia cruda del sexo y de la procreación. La analogía que utiliza para explicar esto es que el hambre es hambre en todas partes, pero cada cultura determina cual es la comida adecuada para satisfacerla; de igual modo, el sexo es sexo en todas partes; pero lo que se acepta como conducta sexual varía de cultura en cultura. El texto de Rubin en pionero en este sentido y de referencia obligada.
Con posterioridad, se han desarrollado notablemente los estudios de género en las ciencias sociales en general. Ejemplo de ello son los trabajos que aparecen en la compilación de Sherry Ortner y Harriet Whitehead de 1981(4). Todos los trabajos allí presentados parten del mismo cuestionamiento: ¿qué es lo que significan el género y la sexualidad en una cultura dada? Símbolos, productos o construcciones culturales, el género y la sexualidad son materia de interpretación y análisis simbólico, materia que se relaciona con otros símbolos y con las formas concretas de la vida social, económica y política. Pero los rubros bajo los que están agrupados responden a dos enfoques metodológicos distintos. Ortner y Whitehead llaman al primero, que tiene el acento puesto en el intento de desentrañar la lógica interna y las relaciones estructurales entre los símbolos: enfoque culturalista; y al segundo, que pone el acento en el análisis de la relación ente los símbolos, sus significados y los diversos aspectos de la vida social: enfoque sociológico(5). Estos enfoques no son ni opuestos ni mutuamente excluyentes; deben ser interpretados solamente como distintos enfoques metodológicos dentro de un intento común por interpretar y analizar el género como un sistema socio-cultural. Todos los ensayos por ellas reunidos comparten que la perspectiva de género y la sexualidad son construcciones simbólicas, cualesquiera que sean las bases naturales de la diferencia entre los sexos. Ambos enfoques intentan, por lo tanto, detectar cuáles son los aspectos económicos, políticos y sociales más significativos para la construcción del género y cómo cierto tipo de orden social genera percepciones específicas sobre el género y la sexualidad (Bergesio, 2002).
En la introducción Ortner y Whitehead (1996) señalan que hay que distinguir el grado de las nociones formales, a veces muy elaboradas, de género y sexualidad que tienen las diferentes culturas, pues suelen ser muy variables. También subrayan que no todas las culturas elaboran nociones de masculinidad y feminidad en términos de dualismo simétrico. Aunque en la mayoría de los casos las diferencias entre hombres y mujeres son conceptualizadas en términos de conjuntos de oposiciones binarias, metafóricamente asociadas, hay veces en que los sexos aparecen como gradaciones en una escala.
Lamas (1996a) señala sobre este trabajo que, aunque sus planteamientos no tienen todavía la estructura de una teoría ya constituida, son realmente muy estimulantes; considerando que su principal aporte es la intención política de investigar cuáles son las fuerzas sociales y los elementos culturales que construyen, moldean y modifican las ideas sobre el género para así acabar con lo que parece ser el locus de la opresión/subordinación femenina, o el sistema sexo/género de Rubin. La comprensión del concepto de género se ha vuelto imprescindible, no sólo porque se propone explorar uno de los problemas intelectuales y humanos más intrigantes -¿cuál es la verdadera diferencia entre los cuerpos sexuados y los seres socialmente constituidos?-, sino también porque "...está en el centro de los debates políticos más trascendentes: el del papel de las mujeres en la sociedad" (ob.cit.:10). Para Lamas, la definición de género (o de perspectiva de género) alude al orden simbólico con que una cultura dada elabora la diferencia sexual. Lo que define así el género es la acción simbólica colectiva (Lamas, 1996b); siendo mediante el proceso de constitución del orden simbólico que una sociedad elabora las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres.
El principal aporte de la distinción sexo/género que introduce el concepto de género es que con ella se puede enfrentar los argumentos biologicistas, superando ese enunciado esencialista y universalista según el cual la «biología es destino». Ya no se puede aceptar que las mujeres sean, «por naturaleza»» (en función de su anatomía-sexo) lo que la cultura designa como «femeninas»: pasivas, vulnerables, sumisas, débiles, sensibles, etcétera; se tiene que reconocer que las características llamadas «femeninas» (valores, deseos, comportamientos) se asumen mediante un "...complejo proceso individual y social: el proceso de adquisición del género" (Lamas ,1996a:111). La teoría de género hace hincapié en que las identidades de género se constituyen recíprocamente y que para comprender la experiencia de ser mujer, en un contexto histórico concreto, es imprescindible tener en cuenta los atributos del ser hombre. Su utilización desplaza el análisis de una noción de la mujer universal, ahistórica y esencialista hacia un análisis relacional contextualizado donde lo femenino y lo masculino se conforman a partir de una relación mutua (6).
Entonces, la introducción de la noción de género en los análisis socio-culturales trajo consigo una serie de innovaciones acerca de las maneras en cómo se había entendido la posición de las mujeres en las distintas sociedades humanas. En primer lugar supuso la idea de variabilidad: toda vez que ser mujer u hombre es un constructo cultural, entonces sus definiciones variarán de cultura en cultura. En segundo lugar, configura una idea relacional: el género como construcción social de las diferencias sexuales, alude a las distinciones entre femenino y masculino y por ende a las relaciones entre ellos. En tercer lugar, saca a escena el principio de la multiplicidad de elementos que constituyen la identidad del sujeto toda vez que el género será experimentado y definido de modo particular de acuerdo a su pertinencia étnica, de clase y de edad, por ejemplo. Por último, emerge la idea de posicionamiento: un análisis de género supondrá el estudio del contexto en el que se dan las relaciones de género de hombres y mujeres y de la diversidad de posiciones que ellos ocuparán, sobre todo en las sociedades complejas (7).
De esta manera el concepto de género plantea el desafío de particularizar, de explorar en las realidades más que en asumirlas como dadas. En este sentido se contrapone la idea de un universal mujer u hombre y de la fijeza de su identidad, posición y condición. Este término permite no sólo conocer los cambios en las relaciones entre hombres y mujeres sino que abre la posibilidad de las transformaciones de esas relaciones (no se queda en la inmutabilidad de la subordinación universal de la mujer). Por último, un análisis de género, dadas las múltiples variables que comporta, abre una clara senda para emprender lecturas interdisciplinarias. Esto último se ve reforzado por lo que plantea Paulson cuando afirma que uno de los mayores atractivos de trabajar con teorías y metodologías de género es su novedad y falta de canonización. Ya que, siendo un nuevo enfoque de investigación no está estructurado y limitado por paradigmas fijos; "...promoviendo una mayor libertad de reflexión y diálogo, permitiéndonos concebir nuevas preguntas y acercamientos creativos" (Paulson, 1996:23).
Aunque la perspectiva (o teoría) del género ha ganado terreno progresivamente persiste, no obstante, considerable confusión sobre el propio concepto de género. Este se ha convertido en una especie de término académico sintético que, aunque enfatice la construcción social de las identidades de mujeres y hombres, con frecuencia es simplemente y mal utilizada como sinónimo culturalista de sexo, a tal punto que no es infrecuente oír hablar de "...los dos géneros», el género femenino y el masculino (8). Con ello se abandona, precisamente, esa perspectiva relacional fundamental que necesariamente exige un análisis histórico de las relaciones culturales diversas de poder y de dominación constitutivo de las identidades y de los sistemas de género.
Por último, es preciso señalar que recientemente han surgido algunos debates en torno al uso del concepto de género que se puede consignar como parte del rico y complejo proceso de superación y conservación de las ideas. La crítica se centra en que de un determinismo biológico (la mujer como esencia) se ha pasado a un determinismo cultural (la sociedad construye el género) olvidando los nexos entre biología y cultura; donde, el acento puesto en lo cultural, estaría obliterando un dato tan real como que habitamos un cuerpo. En este sentido, se ha planteado la necesidad de estudiar la relación que hay entre sexo y género en cada contexto socio-cultural y establecer el peso que cada uno tiene para la posición de hombres y mujeres. Por otro lado, se ha criticado que el uso del término Estudios de Género evidencia una cierta (o pretendida) neutralidad en relación a la posición desigual que las mujeres ocupan en la vida social, y que, por el contrario Estudios de la Mujer aludiría directamente a un problema no sólo académico sino de reivindicación del lugar de las mujeres y por esto mas vinculado, a su vez, al propio movimiento feminista (Bergesio, 2002).
También, y esta es una crítica que ha emergido en América Latina, se ha planteado que la palabra género no tiene en español el mismo significado que en inglés y que ello dificulta su comprensión. Al respecto las teorizaciones entorno al género han rebasado el marco feminista inicial, y el uso de esta categoría es común en ciencias sociales, especialmente entre las/os anglosajones. Este predominio anglosajón se explica por el hecho de que la aceptación generalizada en inglés del término gender es unívoca: implica una clasificación relativa al sexo. Esto vuelve al término mucho más preciso en inglés que en las lenguas romances, donde tiene múltiples acepciones; estas últimas lo utilizan para clasificar distintos tipos, clases y especies de cosas iguales entre sí. Por eso al no tener la acepción específicamente sexual del término gender, género en castellano o genre en francés se prestan a confusión (9). Además, las pocas personas que "vinculan la categoría género a lo sexual piensan que es lo relativo a las mujeres» (Lamas, 1996b:328).
Montecino (1996) destaca que en nuestra realidad latinoamericana el desplazamiento del concepto mujer al de género no ha sido producto de un debate; siendo urgente realizar lectura de cómo en este continente las reflexiones y modelos teóricos de mujer y género han sido re-leídos y re-interpretados desde nuestra condición mestiza y colonizada. Si bien esta deuda sigue pendiente, acuerdo con Paulson cuando sostiene que en el mundo andino latinoamericano los fenómenos socio-culturales "...se desarrollan dentro de ambientes cultural-geográficos que son organizados y preñados por significados de género" (Paulson, 1998:482).
Veamos ahora que pasa con estas nociones en el caso especifico del consumo de tabaco en adolescentes y jóvenes en distintas zonas geográficas de la Provincia de Jujuy (Argentina), todas incluidas en la llama Área Andina Latinoamérica.

EL CONSUMO DE TABACO EN JUJUY DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO

A continuación se presentará el análisis, desde una perspectiva interpretativa y de género, de entrevistas realizadas a adolescentes y jóvenes de ambos sexos, fumadores y no fumadores, durante los años 2003 y 2004, en tres zonas geográficas diferentes de la Provincia de Jujuy (extremo noroeste de la República Argentina). Estas zonas son: Capital, Puna y Quebrada (zonas que pertenecen todas al Área Andina Latinoamérica).
La Zona Capital incluye entrevistas de las ciudades de San Salvador de Jujuy y Palpalá. En ambos casos las entrevistas se han realizado a adolescentes y jóvenes de ambos sexos (varones y mujeres) de entre 13 y 22 años; de sectores de clase media, media baja y baja; fumadores y no fumadores; estudiantes y trabajadores urbanos. Las entrevistas de la Zona Capital analizadas son veintiocho (28) en total.
La Zona Puna incluye entrevistas de las ciudades de La Quiaca (área urbana); Abra Pampa (área urbana); Rinconada (área rural); y Cusi-Cusi (departamento Santa Catalina área rural). En todos los casos las entrevistas se han realizado a adolescentes y jóvenes de ambos sexos (varones y mujeres) de entre 11 y 19 años; de sectores de clase media, media baja y baja; fumadores y no fumadores; estudiantes y trabajadores urbanos y rurales. Las entrevistas de la Zona Puna analizadas son cuarenta y una (41) en total.
La Zona Quebrada incluye entrevistas de los pueblos de Tilcara (área urbana y rural); Humahuaca (área urbana); Maimará (área urbana); Huacalera (área rural); Purmamarca (área rural); Volcán (área rural); Coctaca y Rodero (departamento de Humahuaca área rural). En todos los casos las entrevistas se han realizado a adolescentes y jóvenes de ambos sexos (varones y mujeres) de entre 12 y 22 años; de sectores de clase media baja y baja; fumadores y no fumadores; estudiantes y trabajadores urbanos (atención de comercio) y rurales (cuidado de animales). Las entrevistas analizadas de la Zona Quebrada son veintinueve (29) en total.
En el presente análisis de las entrevistas se trataron de identificar, en un primer momento, características comunes y dispares entre fumadores/as y no fumadores/as buscando visibilizar diferencias por sexo e incorporando la perspectiva de género en el análisis posterior. El eje del análisis estuvo, entonces, en relación a la ausencia o presencia de la práctica de fumar considerando la frecuencia con que la misma se lleva a cabo.
Por ello, en un primer momento del análisis se identificaron en las entrevistas las características comunes, diferenciándolas por sexo, entre fumadores/as y no fumadores/as; luego solo entre los/as fumadores/as; y en tercer lugar entre los/as no fumadores/as. A partir de esta identificación inicial, y en un segundo momento, se procedió, ahora sí, al análisis de tipo cualitativo/interpretativo de carácter comparativo por zonas geográficas desde una perspectiva de género.
Para la presentación del análisis de las entrevistas desde una perspectiva de género se seleccionaron los siguientes tópicos, a partir de la percepción de los/as adolescentes y jóvenes entrevistados/as:
1. ¿Quiénes fuman más, los varones o las mujeres?.
2. ¿Por qué fuman los/as adolescente y jóvenes?
3. ¿Cómo es valorado el que fumen las mujeres?
4. ¿Cómo es valorado el que fumen los varones?
Además, en este trabajo se presentan, sintéticamente, otros dos tópicos que deberían ser profundizados en futuros análisis y que en este solo se pretende dejarlos formulados:
5. ¿Con quiénes hablan sobre el consumo de tabaco?
6. ¿Quiénes realizan las tareas domésticas en sus casas?

¿QUIÉNES FUMAN MÁS, LOS VARONES O LAS MUJERES?

El primer punto a destacar es que, en las entrevistas analizadas, no se pudo encontrar un cuerpo significativo (cuantitativamente) en cuanto a características diferenciales entre hombre y mujeres fumadores y no fumadores. Se puede afirmar, en base a dicha fuente de información que el sexo no parece ser una característica que marque diferencias significativas en el fumar o no fumar. En este sentido se han podido concretar siguiendo un criterio de oportunidad entrevistas a hombres y mujeres en ambos grupos sin que se pueda determinar una tendencia clara.
Dicho en otras palabras, se podía encontrar en un conjunto de jóvenes o adolescentes, seleccionados al azar, una igual proporción de hombres y mujeres fumadores o no fumadores sin que el sexo sea una variable significativa en su diferenciación. De las entrevistas surge, entonces, que fuman tanto varones como mujeres, y también surge que dejan de hacerlo en proporciones no relevantes en relación al sexo. Esto es indicativo de que con la presente generación de jóvenes la prevalencia de mujeres fumadoras podría alcanzar a la de hombres fumadores, es decir se abordaría una etapa mas avanzada en el desarrollo de la epidemia de tabaquismo. En general, se ha pronosticado que las transformaciones sociales de la década del 90 llevarían a una equiparación de las manifestaciones de conductas de riesgo entre jóvenes de ambos sexos. La exacerbación de inequidades sociales, la debilitación de la familia como elemento de contención de los jóvenes, la incapacidad del sistema educativo para sustituir otras instituciones sociales debilitadas, y en el caso de la región andina, el impacto del racismo y la discriminación, tendrían efectos significativos a largo plazo sobre la capacidad de las nuevas generaciones para afrontar situaciones de estrés social (Alderete 1996).
Sin embargo, de estas mismas entrevistas sí surgen otros factores que sí se presentan como significativos a la hora de identificar fumadores y no fumadores. Por ejemplo, el porcentaje de fumadores es muy alto en aquellos adolescentes o jóvenes (independientemente de su sexo) que tienen antecedentes familiares de fumadores y, sobre todo, convivencia con familiares fumadores/as (o que fumaron en algún momento de sus vidas) o, en un sentido más general, el compartir espacios de vivienda o recreación (en forma continua y con prolongadas permanencias) con fumadores/as. Así, en base a la información que brindan las entrevista se puede afirmar que los/as jóvenes y adolescentes (independientemente de su sexo, edad o nivel de instrucción) que tienen más tendencia a adquirir el hábito de fumar son aquellos/as que están expuesto al humo del cigarrillo en forma persistente y por períodos prolongados de tiempo en sus ámbitos de uso cotidiano, ya sean estos de carácter doméstico, recreativos o educativos.
A su vez, y siempre considerando como fuente las entrevistas, el porcentaje de fumadores (independientemente de su sexo) es igual a cero (0) entre los/as adolescente y jóvenes de Religión Evangelista o Testigos de Jehová (independiente del hecho de que en algún momento de sus vidas, anterior a la adopción de esta religión, hayan sido o no fumadores/as). En las entrevistas ellos/as comentan que estas religiones prohíben expresamente este hábito y se lo considera una falta grave.
Sobre este mismo punto (¿Quiénes fuman más, los varones o las mujeres?), las entrevistas contienen información de carácter cualitativo que refuerza el argumento cuantitativo de que no se pueden establecer claras distinciones de sexo entre fumadores y no fumadores. Los/as entrevistados/as no logran identificar claramente un grupo (ya sea de varones o de mujeres) como uno que concentre un mayor número de fumadores/as o que lo hagan con mayor o menor frecuencia.
A la pregunta: ¿Quiénes fuman más, las chicas o los chicos?, los/as entrevistados/as (10) respondieron de todas las maneras posibles, sin que se pudiera establecer una tendencia:

Varones y mujeres fuman por igual:
(E-0303J:661)
"Todos por igual".
(E-0310J:613)
"Los dos por igual".
(E-404:783-785)
Entrevistado: "Esta difícil, esta difícil.
Entrevistador:¿Y eso de que "esta difícil" que quiere decir?
Entrevistado: Que...hay chicas que fuman realmente mucho, por ejemplo a mis amigas del barrio siempre andan con su cajita de diez, de cigarro. Mis amigos hay veces no, hay veces para ir a bailar, acá en el colegio los chicos fuman igual que las chicas, esta difícil decir quien, quien ..."

Fuman más las mujeres:
(E-0201J:169 y 171)
"Lo que pasa [...] las chicas fuman más". "Las chicas son mas adictas al cigarrillo".
(E-0318:515-526)
Entrevistador: "Ya... ¿y quiénes fuman más, los chicos o las chicas?
Entrevistado: Las chicas.
Entrevistador: ¿Las chicas?
Entrevistado: Sí
Entrevistador: ¿Por qué crees que las chicas fuman?
Entrevistado: Porque yo veo mayormente las mujeres están fumando
Entrevistador: Si...!
Entrevistado: O sea veo...que se yo, a tres o cuatro hombres y veo a siete, ocho, nueve, diez mujeres.
Entrevistador: ¿Sucede eso en tu curso o no?
Entrevistado: No, en mi curso no. En el Colegio.
Entrevistador: ¿En el colegio?
Entrevistado: Cuando a la entrada veo".

Fuman más los varones:
(E-0308J:899)
"No, los chicos más, algunos...".
(E-0126:498-503)
Entrevistador: "Eh...¿quiénes fuman mas los chicos o las chicas?
Entrevistado: Los chicos
Entrevistador: Los varones
Entrevistado: Sí."

Si bien, como ya se dijo, en base a la información que se desprende de las entrevistas, se puede afirmar que los/as adolescentes y jóvenes fuman, o no lo hacen, en proporciones que son independientes del sexo, también estas entrevistas son una importante fuente para analizarlas desde una perspectiva de género; dado que contienen numerosas referencias vinculadas con la temática. A continuación, se presentan algunas de ellas, aunque es necesario destacar que no agotan el material que en las mismas se puede encontrar.
Así, volviendo a la pregunta sobre quiénes fuman más si los varones o las mujeres, en las entrevistas aparece la percepción de que "antes" (un tiempo indefinido ubicado en el pasado) los varones fumaban más que las mujeres, situación que "ahora" (un presente nuevamente impreciso) se ha modificado. Por lo tanto algunos/as entrevistados/as (con una leve tendencia a encontrar más de estos comentarios en entrevistas realizadas a varones) perciben que antes fumaban más los varones, pero ahora fuman por igual.

(E-0211J: 362-367)
Entrevistador: "¿Y vos pensás que fuman más los varones o las chicas?
Entrevistado: Y ahora están casi iguales
Entrevistador: Casi iguales. ¿Y antes?
Entrevistado: Antes eran más los hombres.
Entrevistador: Aha...
Entrevistado: Que yo veía...
(E-0319:1389-1393)
Entrevistado: "Es por igual. Últimamente se está viendo que las mujeres fuman más. Pero tengo entendido que a las mujeres les hace más daño que al hombre.
Entrevistador: ¿Si? ¿Por qué crees eso?
Entrevistado: Eh...no eso lo vi en un tipo así, en un documental, algo así.
Entrevistador: Si?
Entrevistado: O sea, afecta más a la mujer que al hombre en sí".
(E-0408J:422)
"Ahora, en esta época diría, en termino medio, varones y mujeres".

Entre quienes afirman que fuman más los varones que las mujeres en situación de entrevista acuden a explicaciones que se vinculan claramente con la construcción social del género. Así, expresan que los varones fuman más porque "tienen más libertad", es decir, mayor autodeterminación para hacer esto u otra cosa. Mientras que las mujeres, al tener menos libertad, y por lo tanto menor grado de autodeterminación, es más difícil que fumen siempre y cuando los mayores, representados en este caso en la figura de sus padres, le digan que no lo hagan. Inclusive en las entrevistas, la intervención de los padres para persuadir a la mujer de no consumir tabaco no es necesariamente represiva, ni debe venir enfáticamente, sino que, en un caso, el verbo al cual recurre el entrevistado es el "pedir", es decir, en este caso hay una representación de la mujer como sumisa y obediente. Y, a su vez, se genera una representación de la mujer como una persona sobre la que se ejerce control, en contraposición con otra imagen, la del varón, sobre la cual esto no sucede.

(E-0316J:610-611)
Entrevistador: "¿Por qué crees que fuman más los chicos?
Entrevistado: No se así, las chicas, o sea las chicas no son de agarrar así nomás el cigarro pues, o sea, por más... que le piden sus padres por eso, yo creo que los chicos así nomás tienen como mas libertad algo así, y o pueden así fumar nomás, fuman más."

También hay referencias, en las entrevistas, a las prácticas de fumar que pueden condicionar la percepción del/la entrevistado/a sobre quiénes fuman más. Por ejemplo, una entrevistada (mujer) responde que fuman más las chicas porque, por lo general, fuman en los baños del colegio y, por lo tanto, ella solo ha visto chicas fumando; a los varones no los ha visto (o no los ha podido ver).

(E-0201J:169 y 190-197)
Entrevistada: "Lo que pasa [...] las chicas fuman más."
Entrevistador: "¿Y se puede fumar dentro de la escuela?.
Entrevistada: No.
Entrevistador: Pero igual fuman.
Entrevistada: Fumaban en el baño (risas).
Entrevistador: Ah, si...¿las chicas se metían al baño a fumar?
Entrevistada: Si.
Entrevistador: ¿Y los varones?
Entrevistada: Los varones no tanto, yo [...] vi las chicas[...]."

Ahora bien, lo que surge claramente de las entrevistas es que hay lugares y ocasiones comunes donde adolescentes y jóvenes (independientemente de su sexo) se inician en el fumar: baños de los colegios en los recreos; a la entrada y salida del colegio cuando están en grupo; en salidas de fin de semana (bailes, boliche, bar, salones de video juegos, etc.); en la fiesta de los estudiantes; (11) y en horario extra escolar en plazas y lugares donde se reúnen en grupos.
Otra referencia a las prácticas que aparece en las entrevistas, que debería ser materia de futuras indagaciones, es que los/as entrevistados/as perciben que mujeres y varones tienen distintas formas de fumar. Por ejemplo, en una entrevista se plantea que, si bien ambos sexos fuman, los varones suelen tener "cada uno su cigarrillo", mientras que las mujeres "comparten un mismo cigarrillo entre varias". Por lo cual, aunque ambos fuman, la entrevistada considera que las mujeres consumen una menor cantidad.

(E-0354:840-844)
Entrevistada: "Los chicos.
Entrevistador: Los chicos ¿por qué crees que fuman más los chicos?
Entrevistada: Porque ellos, por siempre nosotros entre chicas nos juntamos siempre afuera y ellos están allacito porque nunca nos convidan y ahí nos juntamos y ellos fuman cada uno su cigarro, en cambio nosotras unito para todas.
Entrevistador: Ah! O sea los varones tienen uno cada uno... si?
Entrevistada: Claro.
Entrevistador: Y ustedes tienen uno para todo el grupo.
Entrevistada: Para todas."

¿POR QUÉ FUMAN LOS/LAS ADOLESCENTES Y JÓVENES?

A continuación se procuraron identificar, desde una perspectiva de género, los motivos que llevan, según la información brindada por las entrevistas, a adolescentes y jóvenes a fumar. En este caso es necesario diferenciar los distintos motivos, dado que no parece ser monocausal sino multicausal el consumo de tabaco entre estos grupos. Algunos de estos motivos no parecen presentar diferencias en uno y en otro sexo; mientras que otros motivos sí lo hacen. Pero es necesario destacar que en ninguno de ellos aparecen claras diferencias sexuales en cuanto a las motivaciones que los/las inducen a fumar, aunque sí claras representaciones sobre lo que implica ser varón o ser mujer puesto en relación con el consumo de tabaco. Esto lleva a afirmar, nuevamente, que el sexo no parece ser una variable determinante en los motivos que los/as llevan a fumar (al menos en los casos analizados).
Es necesario también destacar que, más relevante que el sexo, en las entrevista aparece la variable de la zona geográfica como diferenciadora de motivos que inducen a iniciarse en la práctica de consumir tabaco. Así, en el caso de la Capital las causas más comunes que se mencionan son: seducir, sentirse grande, relajarse y calmar los nervios. En la Quebrada son frecuentes las respuestas que mencionan: problemas familiares, pertenecer a un grupo y sentirse grande. Y en la Puna: darse coraje, el sentirse fuertes y calmar el frío. Esto no quiere decir que no aparezcan las otras respuestas en cada zona, solo que cada una de las mencionadas es la más frecuente en un caso u otro.
Volviendo a los motivos que llevan a adolescentes y jóvenes a fumar según su sexo, en base a la información obtenida de las encuestas, podemos afirmar que los que menos diferenciación sexual presentan son:

Porque les gusta...
(E-0308J:901) "Por vicio, porque les gusta..."

Porque tienen problemas en la casa, con la familia...
(E-0315:749)"La mayoría tiene problemas en la casa, con los amigos..."
(E-0127J: 89)"Y, y puede fumar porque digamos un joven tiene problemas en su casa y esta consciente de que el tabaco hace mal y daña el organismo y entonces el accede a eso de que se quiere dañar se quiere maltratar, si."
(E-0318:531-532)
Entrevistador: No, ¿Vos crees que es, porque las chicas fuman mas porque tienen problemas en la casa?
Entrevistado: Sí.

Porque tienen curiosidad, para experimentar...
(E-0318:536)"Sí, porque los chicos tienen curiosidad de así, de probar de todo, y prueban de todo y algunos quedan y algunos no."
(E-0319: 1394-1395)
Entrevistador: Bien. Y ¿por qué cuestiones creés, pensás, que fuman tanto los chicos como las chicas?
Entrevistado: Y todos para experimentar. O sea en mi caso fue para experimentarlo nada más. No porque estuve mal con mi vieja o con alguien. Sino porque...ganas de aprender o de saber qué se siente nada más."

Hay múltiples motivos para fumar...
(E-0304:1000-1001)
Entrevistador: "Los chicos ¿vos que pensás por qué fuman los chicos?
Entrevistado: No sé. Yo porque digamos por es una forma de relajación pero hay otros que fuman porque digamos alguno le da el ejemplo o porque algunos le dijo fuma esta bueno y empieza a fumar, o por hacerse el bueno con las chicas ..." (continúa)...

Para calmar los nervios...
(E-0304:775) "Y...me gusta. Me saca los nervios o me tranquiliza el cigarrillo".

Porque el olor les da ganas...
(E-0319:1343-1344)
Entrevistador: "Bien...vos creés que a razón principal por la que fumas es porque tus amigos fuman también o no?
Entrevistado: Y se podrá decir, no porque ellos fuman, sino porque vos sentís el olor...O sea...podés estar así con una persona que nunca fumó y estar hablando así ...qué se yo...de fútbol, cualquier cosa y se yo por ejemplo estamos nosotros dos, vos nunca fumaste, tamos hablando de fútbol, eh o un tema del colegio así, y yo soy e que fumo siempre pasa alguien con un cigarrillo siento el olor y ya como que te da ganas viste...o sea...como que te despierta el la cosa de decir tengo ganas de fumar un cigarro. O sea no es tanto de que el amigo que estas viendo fuma sino del lo que vos respirás."

Ahora bien, en las entrevistas se explicitan otros motivos que llevan a adolescentes y jóvenes a fumar, en los cuales podemos encontrar ciertas diferencias vinculadas con el género. El más importante de estos motivos es el fumar para pertenecer a un grupo o integrarse a uno. Esto es particularmente importante entre los varones del área urbana de las Zona Puna y de la Quebrada(12), pero también es un argumento esgrimido con frecuencia entre los varones de las otras Zonas (Capital y Quebrada rural). Este argumento, sin embargo, esta ausente en las entrevistas del área rural de la Zona Puna. Y aunque no está ausente entre las mujeres es más común y explícito entre los primeros.
Así, en las entrevistas aparecen claras referencias a que se inician en el consumo de tabaco por influencias de sus amigos, o bien que cuando se juntan lo que hacen es consumir alcohol y fumar, en especial en las salidas nocturnas (bailes, boliche, etc.). Es notable, sin embargo, que cuando se les consulta abiertamente si este es el motivo por el cual fuman (por tener amigos/as que fumen) en su mayoría responden que no. Pero al avanzar en las entrevistas este motivo aparece como de fuerte influencia; aunque no porque el grupo "presione" para que quienes no fuman lo hagan sino, más bien, aparece como una conducta por imitación (tal vez, inconsciente). Dicen cosas del tipo: mis amigos no me obligaban a fumar, yo fumo porque quiero, porque me gusta. Primero no quería, pero después al verlos me empezó a dar curiosidad. La primera vez que probé no me gustó pero después me empezó a gustar el olor del humo, volví a probar y ahora me junto con mis amigos a fumar (13). En base a teorías sociológicas de identidad, se ha estudiado la influencia de pares en la practica de fumar entre los jóvenes, detectando diferencias entre el ser objeto de persuasión, y el deseo de los jóvenes de imitar el comportamiento normativo del grupo de pares con el que se sienten identificados o al que desean pertenecer (Stewart-Knox et al, 2005).
Entonces, un motivo para fumar que parece ser más significativo entre los varones adolescentes y menos entre mujeres adolescentes es:

Pertenecer a un grupo (influencia de los/as amigos/as)
(E-0316:596-597) Varón.
Entrevistador: "...y vos crees que la principal razón por la (que) fumás es porque tus amigos fuman?
Entrevistado: Creo que sí."
(E-0318:453-454) Varón.
Entrevistador: "Ya. ¿Vos cuándo estas con tus amigos, eh, que fuman vos, también tenés que fumar ó no?
Entrevistado: A veces."
(E-0142:373) (Mujer. Puna, urbano. En referencia a si el poder adquisitivo influye en el consumo responde...)
"No, creo, que no me parece no a..., que se yo, se ven influenciados por su alrededor y creo que por eso fuman."
(E-0142:86-87)
Entrevistador: "Eh, acá con respecto a los compañeros ¿cómo son?. ¿Se reúnen en grupitos o como se arman estos grupos de amigos o de... o de compañeros acá adentro?
Entrevistada: ¿Acá adentro, en la escuela? Eh, dependen porque hay diferentes grupos. Hay grupos en los que por ahí a veces nos reunimos, que se yo, para el cumpleaños de una compañera a festejar así... y hay otros grupos que se juntan exclusivamente con otros fines. Hay algunos como la barrita que nosotros la llamamos, las barritas de las chicas o chicos que se juntan exclusivamente para ir al baile, todos hasta ponerse hasta el otro lado o sea consumir alcohol, eh.., fumar todo ese tipo de cosas."

En relación con este motivo para fumar, el pertenecer o integrarse a un grupo, hay referencias por parte de los varones a identificarse en base a este consumo. Es decir, el fumar se convierte en un rasgo de identidad del grupo, a tal punto que, cuando los miembros del grupo se separan (mudanzas familiares) deciden hacerse un tatuaje, todos el mismo diseño pero con una identificación personal en cada cuerpo. El tatuaje, en este caso, es una marca corporal autoinfringida, que tiende a ser permanente, y cumple la función explícita de identificar a los miembros de un grupo, por lo cual, tiene un fuerte valor simbólico. El objeto que deciden los identifica, y por ello será el motivo del tatuaje, es un cigarrillo encendido en cuyo humo irán las iniciales de cada uno de los miembros del grupo.

(E-0128:211-215) La Quiaca, Zona Puna (área urbana).
Entrevistado: "Bueno, más o menos, como también nosotros fumamos bastante en mi grupo de amigos, que ya se fueron, bueno así que, un poco medios unidos por el cigarrillo, así que nos hicimos un pequeño tatuaje, aunque...
Entrevistador: Y...
Entrevistado: No se nota mucho.
Entrevistador: Y ¿qué, qué, qué dice algo en especial? A ver, ¿contame qué dice?
Entrevistado: Es un, no es un cigarrillo y el humo, el humo que sale son las iniciales de cada uno, que son parecidas nuestras iniciales de cada uno".

En las entrevistas también aparecen referencias explícitas a que varones y mujeres tienden a reunirse en grupos conformados por miembros del mismo sexo. A su vez, estos grupos buscan diferenciarse y un rasgo de esta diferenciación suele ser la autodenominación (cómo se nombran a si mismos) y/o la denominación social (cómo son nombrados). Estos grupos, posiblemente, colaboren en la construcción de las diferencias de género de estos/as adolescentes y jóvenes, pero esto debería profundizarse en futuras investigaciones. En la Zona de la Puna jujeña, uno de estos grupos, en este caso conformados por mujeres, nuevamente acude al consumo de tabaco como marca identitaria, haciéndose llamar: las fumancheras.

(E-0135: 244-247) Puna.
Entrevistador: "...¿Y cómo es el ambiente acá en la escuela? ¿Se arman grupos acá? ¿No? Distintos grupos...
Entrevistada: Si, a...amigos, barras, hay barras de las chicas, de los chicos o sino entre amigos andan.
Entrevistador: Y ¿por qué, por qué se arman esos grupos? ¿Cuál es el criterio, por qué se juntan, unos están en un grupo y otros no?
Entrevistada: Porque hay diferentes grupos, en un grupo son los quilomberos, en un grupo las fumancheras(14), el grupo las... de, todos; hay los barniz, los que golpean, o los que...los otros, lo, los barniz creo que son, los que son alegres y a la vez también mano dura (sonrisas) esos son".

En la Zona Puna, en una de las entrevistas, un varón que alguna vez probó el cigarrillo aunque luego nunca volvió a hacerlo, ante la pregunta del entrevistador a cerca de ¿quiénes fuman más, si las chicas o los chicos?, responde que:

(E-0129:171) "Los chicos, y las inducen a las chicas."

Aquí se presenta una situación nueva. En grupo sexual (los varones) son quienes más fuman y ellos ejercen algún tipo de poder y/o influencia sobre el grupo del otro sexo (las mujeres), conduciendo a este último hacia el consumo de tabaco. Nuevamente, es un punto interesante que debería ser profundizado en futuras indagaciones, procurando identificar cómo se ejerce esa "inducción". Ya que, al menos en principio, se puede sostener que hay en este argumento una representación del género masculino como poseedor de algún tipo de poder (o influencia como se decía más arriba) sobre el género femenino que en este caso aparece claramente como el más débil de ambos, dado que es el pasible de ser inducido.
Finalmente hay ciertos motivos para fumar, que expresan adolescentes y jóvenes, que se vinculan con la construcción adulta del género, es decir con el ser mujer (femenino) o el ser hombre (masculino) diferenciándose del ser niña (femenino) o niño (masculino). Y que, a su vez, operan como "armas de seducción" y/o "atracción sexual". Entre ambos sexos encontramos los mismo motivos, esto es, aparentar ser grande (solo para parecerlo, es decir, se desconocen las motivaciones) y aparentar ser grande para seducir.

Para aparentar ser más grandes...
(E-0501:485)
Entrevistado: "...esto viendo más chicas ya de catorce, en el mismo colegio este las ves fumando en el patio o en la salita, yo creo que más, no sé...se quieren hacer ya las maduras, las grandes por eso fuman [leve risa] o sea se quieren aparentar ser, ser grandes, en la forma que andan ellas [leve risa] eso es todo."
(E-0126:498-503)
Entrevistador: "Eh...¿quiénes fuman más los chicos o las chicas?
Entrevistada: Los chicos
Entrevistador: Los varones
Entrevistada: Sí
Entrevistador: ¿Y vos por qué pensás que fuman los chicos?
Entrevistada: Y no se digamos, como que ya los chicos, como que ya se quieren tirar a mas grande ya debe ser por eso."
(E-0314:717 y 727) "Yo vi gente que fuma así por, por agrandarse, que entra, que empieza a fumar así porque los grupos de amigos fuma."
"Según, uno fuma según como sea, si quiere ser así, como acá alguno agrandado así que fuman por hacerse los cancheros."

Para parecer más grandes y presumir...
(E-0134:155-157)
Entrevistado: "Mmm...las chicas.
Entrevistador: Las chicas...y ¿por qué pensás que las chicas fuman más?
Entrevistado: Hay muchas que yo se que fuman porque...porque incluso se les nota en el momento que están fumando, de que sienten que cuando se las ve con un cigarrillo en la mano, son más grandes o se les da mayor importancia...una cosa así...Como más la mujer busca la atención, y estar presumiendo...para mí es la mujer."
(E-0502:452) "Los muchachos para llamar la atención, como dicen para, seducir a las chicas, no se."

¿CÓMO ES VALORADO EL QUE FUMEN LAS MUJERES?

En las entrevistas analizadas los/as entrevistados/as expresan cuál es la valoración social actual, incluyendo su propia valoración, acerca de las adolescentes y jóvenes que fuman. Allí se puede observar que hay una fuerte valoración negativa hacia las mujeres que fuman, tanto de las propias mujeres como de los varones. Las justificaciones que son esgrimidas por los/as entrevistados son variadas y en algunos casos aparecen formuladas expresamente y en otros se sugieren y, por lo tanto, son menos explícitas.
En una entrevista realizada una joven no fumadora de 17 años, que cursa el secundario de la ciudad de Palpalá (Zona Capital urbana), ella dice, en un primer momento, que su tía de Buenos Aires (donde ella vivía antes) le decía siempre que no fume porque "queda mal en una mujer" y en la actualidad un amigo (varón) que es fumador:

(E-0211J: 524) "No me deja [que fume] porque dice que queda feo en una mujer."

Se puede ver en este caso como la propia practica de fumar que el varón no se cuestiona como "fea" o "mala" para sí, la evalúa de esa forma en su amiga. Es decir, para éste joven el fumar en el varón no tiene una carga de valor negativa pero esa misma acción es la mujer sí la tiene (carga de valor negativa).
Otro argumento, expresado por una joven, es que a los varones no les gusta que las mujeres "anden con olor a cigarrillo" porque esto es de "mal gusto". Ella, a la hora de fundamentar esta afirmación, sostiene que las mujeres no tiene que fumar porque deben "aprender a controlar sus impulsos", actitud que no aparece vinculada a los varones (éstos, como ya se verá, deben "aguantar").

(E-0408: 405-410)
Entrevistador: ¿Y eso hace, que a veces, que algunos varones consideren que las mujeres no tienen que fumar?
Entrevistada: No, porque algunos dicen ¡ah! Las mujeres no tienen que andar con olor a cigarrillo.
Entrevistador: ¿Vos qué pensás de eso?
Entrevistada: Que tal vez tiene razón, porque a veces es de mal gusto. ¿No? Porque las chicas que fuman mucho, son mal vistas y se le sienten en los labios.
Entrevistador: Cuando vos decís que son mal vistas ¿qué es lo que ellos consideran? ¿qué es lo que hacen que ellas sean mal vistas, ellas por qué fuman?
Entrevistada: Y una porque ellos dicen que las mujeres no tienen que fumar, que tienen que aprender a controlar sus impulsos, la adicción sobre todo.

Ahora bien, aquí cabe la pregunta de ¿cómo consideran estos/as adolescentes y jóvenes que se puede "controlar el impulso de fumar? Una posible respuesta aparece en otra entrevista a una chica de 15 años de la Zona urbana de la Quebrada, que es fumadora y sostiene que a su novio, quien es no fumador, no le gusta que ella fume. En el relato da cuenta de un suceso de cierta violencia donde él hombre impone su parecer y, a partir de allí, ella se plantea el dejar de fumar. Esta acción violenta ella, sin embargo, no la evalúa negativamente sino que la considera una "ayuda"; planteando que ésta le hizo tomar conciencia de la situación (que ahora considera perjudicial para su bienestar). Es decir, en el relato aparece la imagen del varón dominante (socialmente aceptada) y de la mujer objeto de dominación donde, además, la segunda justifica la acción del primero. Es decir, no solo la mujer acepta la acción dominante sino que además la considera justificada y necesaria; y por eso, finalmente, la agradece (15).

(E-0320J: 880-883)
Entrevistador: "Y... tu novio también fuma?
Entrevistada: No, y por eso es que justamente me rompió el cigarrillo en la cara.
Entrevistador: ¿Vos pensás que si quisieras dejar de fumar, podrías hacerlo?
Entrevistada: Sí, puedo hacerlo por eso te digo que me ayudó mucho que me rompieran los cigarrillos en la cara (ríe), porque vos te imaginás que te agarren así y que lo haga así..."

La valoración negativa acerca de que las mujeres fumen también aparece mencionada en relación a hacerlo en público, por su propia imagen pero, además, porque una chica que fuma representa, para la entrevistada, que no ha sido correctamente educada por sus padres.
Esto ya fue planteado (punto 3.1. del presente trabajo), donde se expuso que entre los/as entrevistados/as (16) aparece una caracterización de la mujer con restricciones en su autodeterminación o libertad de acción, cobrando importancia la figura de los padres, quienes al pedir que no consuman tabaco ellas obedecerán. Por lo cual, una mujer que fuma, como se plantea en este caso, representa unos padres que no le han pedido que no lo haga, o lo que representa lo mismo pero dicho de otra forma, no la han educado. Este argumento se vincula, recordemos, a una imagen (representación social) de mujer (femenino) como sumisa, obediente y, a su vez, como un sujeto sobre el cual se ejerce control (sujeto sujetado). Además, en este mismo relato aparece la imagen de la mujer que, al fumar en público, muestra una imagen distorsionada de este modelo, porque si la mujer fuma en público puede entenderse, dice la entrevistada, como "que sus padres no la han educado", mientras que ella considera que si la mujer fuma es porque, en realidad, esta desobedeciendo ese mandato paterno. Por eso ella entiende que si una mujer fuma, "no debería hacerlo en un lugar público", para no dejar al descubierto que está, precisamente, rompiendo un mandato social: el ser obediente.

(E-0408: 401-402)
Entrevistador: "¿Y qué pensás respecto de las chicas que fuman?
Entrevistada: Que deberían hacerlo menos. No en un lugar tan público, porque a veces los adultos, dicen que los padres no les dan educación y eso a veces está mal, porque los padres si les dan educación, eso ya depende del hijo, ya uno va creciendo en una sociedad de jóvenes."

¿CÓMO ES VALORADO EL QUE FUMEN LOS VARONES?

En las distintas Zonas, y con especial énfasis en las de Quebrada y Puna, quienes consideran que fuman más los varones que las mujeres, también piensan que fuman más los malos alumnos que los buenos alumnos. Se vincula, por lo tanto, el fumar con el ser malos alumnos. Ser un "mal alumno", a su vez, implica no estudiar o estudiar poco. Por lo cual evalúan ambas acciones, el fumar y no estudiar, como "cosas malas" y las relacionan con "la joda", esto es, con la diversión y la ausencia de responsabilidades.

(E-0139:490-491 y 512-513)
Entrevistador: "¿Quiénes fuman más los chicos o las chicas, los varones o las mujeres
Entrevistado: Eh...los varones
Entrevistador: Los que estudian o los que no estudian quiénes fuman más?
Entrevistado: Los que no estudian porque, porque hacen malas cosas se sienten bien de lo que hacen."
(E-0129: 192-193) (Piensa que fuman más los varones)
Entrevistador: "¿Cuáles son a clase de jóvenes que mas fuman, los que son buenos alumnos, los que son malos alumnos?
Entrevistado: Los que son malos alumnos."
(E-0130: 343-346) (Piensa que fuman más los varones)
Entrevistador: "Ehm... ¿Cuáles son las clases de jóvenes que más fuman, los que son buenos alumnos o los que son malos alumnos?
Entrevistado: Los malos alumnos.
Entrevistador: Por qué?
Entrevistado: Porque mas se dedican a..., la joda, digamos."

Esta relación, a su vez, es valorada de diversas formas. Así, para algunos varones, ellos mismos fumadores, consideran que en ocasiones los varones fuman como estrategia para relacionarse con mujeres, es decir, consideran que el fumar es una forma de atraer mujeres. Pero evalúan que esto es un error, porque en realidad al vincular, como se señalaba antes, el fumar con el ser malos alumnos, estudiar poco y/o hacer cosas malas, las mujeres ven en realidad a los varones que fuman como "rebeldes" y piensan que esto no les gusta a las mujeres. En el apartado de entrevista que sigue se encuentra expresado lo anterior y cobra especial relevancia porque quien lo dice es fumador y esta hablando, según él mismo lo considera, desde un cierto lugar de autoridad (autopercibida), explicitado cuando dice: "...yo fumo y en realidad no es así".

(E-0304:1000-1001) Varón, fumador.
Entrevistador: "Los chicos ¿vos que pensás por qué fuman los chicos?
Entrevistado: No sé. Yo porque digamos por es una forma de relajación pero hay otros que fuman porque digamos alguno le da el ejemplo o porque algunos le dijo fumá esta bueno y empieza a fumar, o por hacerse el bueno con las chicas ...eh... yo fumo y en realidad no es así. Las chicas ven que sos más rebelde y no..."

Pero en las entrevistas también aparece la versión opuesta a la de este varón fumador en lo expresado, ahora, por una mujer fumadora. Considero que es muy importante en este relato, que quien habla es fumadora, porque creo que esto es lo que esta determinando su propia visión sobre el tema. Ella sostiene que esa vinculación entre el fumar y la "rebeldía" a las chicas les gusta. Sostiene, además que a las chicas les gusta que los chicos fumen, porque quienes lo hacen "tienen el pelo largo" (lo cual lo relaciona con un acto de rebeldía, al igual que el fumar) y porque les causa placer el olor del cigarrillo en las bocas cuando se besan. Considero que esa familiaridad (dependencia) con el olor del cigarrillo que ella tienen por ser fumadora es lo que condiciona su percepción del olor a cigarrillo como placentero.

(E-0408: 404) Mujer, fumadora.
"Sí, a algunas de mis compañeras si, le gustan los chicos que fuman, de cabellos largos, o el gusto de ese olor a cigarrillos cuando le dan un beso".

En la Zona Puna y en la Zona Quebrada lo que aparece en las entrevistas de varones es el identificar fumar y consumir bebidas alcohólicas con "ser fuerte" y "aguantar". Ambas acciones están, a su vez, asociadas con la representación social de masculinidad, con el ser hombre (en el doble sentido de mayor de edad y de género masculino).

(E-0142:364-365 y 370-371) Puna, urbano.
Entrevistador: "¿Quién fuma más los chicos o las chicas?
Entrevistada: Si, acá lo que yo veo es chicos.
Entrevistador: ¿Y por qué pensás que fuman más los varones?
Entrevistada: No, entre ellos no sé, algunos, como dicen, ehh, algunos que se yo están medio mareado ya, alguno de los chicos y dice hay yo me voy a traer cigarrillo para aguantar y no sé lo que quieren decir con eso, pero, este, creo que, este, el cigarrillo, este, o lo harán por costumbre, no, no sé."

Ortner y Whitehead (1996) señalan que una tendencia que aparece es la de definir a los varones en términos de su status o rol, por ejemplo: guerrero, cazador o jefe. Mientras que la tendencia respecto a las mujeres es de definirlas en términos androcéntricos, por su relación con los hombres, por ejemplo: esposa de ..., hija de ... o hermana de .... Los ejes que dividen y distinguen lo masculino de lo femenino, en realidad jerarquizan lo masculino sobre lo femenino y distinguen a las personas del mismo género. Los ejes de valoración son culturales y aun fuera del terreno del género ésta se realiza en términos genéricos. Ejemplo de esto es que en muchas partes se suele valorar la fuerza sobre la debilidad, y se considera que los varones son fuertes y las mujeres débiles. Es la organización social del prestigio el aspecto que afecta más directamente a las nociones culturales de género y sexualidad. Si se parte de la idea de que hay transacciones dinámicas entre los aspectos económicos e ideológicos en una sociedad, se puede proponer que éstos son articulados por el sistema de prestigio. Así, al estudiar la forma en que el prestigio es distribuido, regulado y expresado socialmente, se establece una perspectiva que permite entender muchos aspectos de las relaciones sociales entre los sexos, y de cómo éstas son vistas culturalmente. Los sistemas de prestigio son parte del orden político, económico y social. Por lo que el prestigio es el concepto que tiene las implicaciones más claras e inteligibles para entender las ideas de género.

(E-0404:516-519)
Entrevistador: "¿Vos crees que a las mujeres les gustan los hombres que fuman?
Entrevistado: Mmm, puede ser.
Entrevistador:¿Entonces vos crees que te hace más hombre, eso si puede ser que le guste a las mujeres?
Entrevistado: Mm...algunas, puede ser que si."

El cigarrillo y el humo también son representados en las entrevistas como "armas de seducción" de los hombres para con las mujeres. El fumar se articula con piropos de seducción que los chicos les dicen a las chicas, en los cuales el acto de fumar (fumito) es la figura protagonista. Y también aparece la imagen del hombre fuerte, que aguanta, porque los varones fuman y toman bebidas alcohólicas pero no se emborrachan, "no les pasa nada", aguantan, es decir, ponen a prueba su hombría, su masculinidad, al aguantar y así seducen a las chicas. Pero a su vez las chicas que se dejan seducir son chicas, medio "loquitas", aunque no se aclara que se entiende por eso, aparentemente esto tiene una cierta carga de valor negativa que debería ser profundizada en futuras investigaciones.

(E-0135: 363-375) Mujer, 14 años, fumadora, La Quiaca, urbano.
Entrevistada: "Bueno, el dibujo once, veo que se ve la realidad, que los chicos por llamar la atención de las chicas se ponen a fumar para decir que son más grandes, más dioses, porque hay un, un fumito en general que a las chicas les gusta o como quien dice los chicos impresionan a las chicas con ese fumito que, absorben el cigarrillo y dicen "fui al cerro encontré leña, hice un fuego y acá esta el humo", y queda rico; le soplan el humo en la cara. (sonrisas). Y según los chicos, eso es, una de sus armas de conquistar, y el cigarrillo también porque dicen que llama la atención de las chicas.
Entrevistador: ¿Y funciona eso con ustedes, vos te sentís atraída así por alguien que fume?
Entrevistada: No. (Risas)
Entrevistador: ¿No?
Entrevistada: Alguien, a ver. A mi me gusta que fume, o porque yo también fumo y me gusta porque dicen "tomá Nadia" ¡a bueno! Por más que los chicos me caigan re-mal eh...lo agarro, lo agarro. (Esbozo de sonrisas).
Entrevistador: ¿Y qué más ves acá, que cosas pensaste cuando viste el dibujo?
Entrevistada: Mmmm...Ah, lo que má, lo que vi fue lo que se ve en la realidad, que los que al menos acá se ve así, que hay barritas de chicos, que se unen y se ponen a fumar o a beber para ir a ver a las chicas; para decir como quién dice "a impresionarlas" porque ellos toman y ...no se emborrachan, o fuman y no les pasa nada y hacen los famosos fumitos.
Entrevistador: ¿Qué es fumito?
Entrevistada: El fumito así como te expliqué, hacen o sino sacan en forma de coronillas.
Entrevistador: aha!
Entrevistada: O si no hace como se dice "ayer fui a tu casa, te hice una luminaria, pero no me saliste a atender, y aquí te traje el humo" y le soplan en la cara.
Entrevistador: ¿Y las chicas que hacen?
Entrevistada: Y las chicas se ríen, porque hay chicas que les gusta, chicas así medias loquitas. A las que les gusta dice ¡ahh! Hacen así, y empiezan a besar a su novio; porque se ve acá eso (risas)."

En distintos momento y vinculado a estos dos consumos (tabaco o alcohol) aparece en los casos de la Zona Puna y Quebrada (con especial énfasis para el caso de la Zona Puna Rural) como un insulto y provocación a quién no quiere hacerlo el: "...no seas maricón". Esta expresión aparece como un insulto, entonces, a quien se resiste a consumir y funciona como un incentivo para romper con su resistencia. Aunque sus resultados son variables, en algunos casos el agredido cede a la tentación y en otros no, sin que se pueda establecer un patrón de conducta específico. Además, parece el calificativo de "maricón" como insulto vinculado a otro calificativo pero en este caso no de género sino étnico, el de "coya". Lo "coya" aparece como sinónimo de "maricón", y ambos son interpretados como sinónimos de: miedoso, cobarde. Considerando a estas cualidades (siempre y a todas) como negativas.

(E-03295J: 831-835 y 839-841) Puna, rural. Considera que fuman más los varones.
Entrevistado: "Me dijo el profesor que coyas somos así, aquí a algunos cuando, vos no querés ir a algún lado, te dicen coya, más en Lagunillas.
Entrevistador: ¿Si?
Entrevistado: Si, coyas o así o así ellos hablan como si serían maricón.
Entrevistador: ¿Ah, si?
Entrevistado: Ah, si tendría miedo, así. [...]
Entrevistado: Así que tiene miedo, ir algún lado así a...
Entrevistador: ¿Si? ¿Cobarde?
Entrevistado: Si."

Por un lado, el calificativo de "maricón" (y sus derivados: marica, mariquita, mariconazo) es una forma peyorativa de referirse a un varón homosexual. La masculinidad de hoy tiene como una de las características principales la heterosexualidad. La identidad masculina se asocia al hecho de poseer, tomar, penetrar, dominar y afirmarse, usando la fuerza si es necesario. La identidad femenina, por su parte, se identifica con el poseído, dócil, pasivo, dado al sometimiento. "Normalidad" e identidades sexuales se inscriben en el contexto de la dominación de la mujer por el hombre. Desde esta óptica, la homosexualidad, que implica dominación del hombre por el hombre, es considerada como una enfermedad o, como mínimo, como un trastorno de la identidad de género. Por ello, las sociedades que definen la masculinidad por oposición a la feminidad, son sociedades homófobas. Aquel que siendo hombre, actúa como mujer, es decir, tiene comportamientos que esa sociedad asocia con el ser mujer, será odiado, como parte del odio de los hombres a lo femenino. La identidad masculina en nuestra sociedad se define por oposición, evitando, no por deseo de..., es decir, en positivo, sino por ausencia de (en negativo) (Callirgos 1996). El mandato en el que más fuertemente se aprecia esto es el que reprime la homosexualidad: "Ser hombre significa no ser femenino, no ser homosexual; no ser dócil, dependiente o sumiso, no ser afeminado en el aspecto físico o por lo gestos..." (Badinter 1993:143); no ser miedoso, cualidad asociada socialmente a la representación de mujer. La homofobia (el rechazo al homosexual), forma parte integrante de la construcción de la masculinidad heterosexual en nuestra sociedad. Así, se estigmatiza la homosexualidad agrediendo a quien lo sea o tenga rasgos o modismos, para demostrar y afirmar la propia heterosexualidad; igualada, en buenas cuentas, con la hombría, con el ser hombre. "La homosexualidad suscita en muchos hombres (y en particular entre los muchachos) un miedo que no tiene parangón entre las mujeres. Ese miedo se traduce en conductas agresivas que intentan evita aquélla, pretendiendo poner en evidencia el asco que produce la homosexualidad" (ob.cit.:144). Para cumplir con sus mandatos, una manera de alejar el temor a la propia homosexualidad es ubicarla fuera de uno, desplazarla. El primer paso en ese proceso es poder objetivar la homosexualidad: nombrarla.

"Los maricones, mariquitas, chivos, cabros, locas, ñocos, mariposones, rosquetes, dudosos, invertidos, a quienes se les chorrea el helado, o les suda la espalda, se les moja la canoa, etc. (¡caramba, cuán importante es el temor a la homosexualidad en nuestra cultura para haber creado tantas palabras para objetivar, estigmatizar, y denigrar, a quienes no se ajustan a los modelos aceptados de masculinidad!), están siempre presentes en grupos, conversaciones y preocupaciones de jóvenes varones. Nunca falta alguien que recibe uno de esos apelativos en una escuela, por ejemplo" (Callirgos 1996:84).

Por otro lado, el calificativo de "coya" empleado como insulto pone al descubierto la fuerte tensión étnica que caracteriza las relaciones entre las clases y sectores sociales en Jujuy; donde la posibilidad de las representaciones étnico-culturales, de operar como metáforas de la sociedad y de sus fracturas, junto a su gran capacidad de interpelación social, debe examinarse en su anclaje en las relaciones sociales y políticas y en la historia de su configuración. Para el caso de la Provincia de Jujuy, la ruptura de la férrea asignación de los «qollas» (17) a ciertas posiciones sociales y espacios productivos que se produce a mediados del siglo XX generó importantes transformaciones en las representaciones de «lo qolla». Mientras hasta la década del 40 un componente fundamental del conflicto de clases era la sobredeterminación de lo étnico y lo social, la expansión de la proletarización y la urbanización después de 1945 le dio un nuevo carácter a esta relación. Así, lo «qolla» pierde su jerarquía y valores positivos identificado con cualidades buscadas para el trabajo en el campo (qolla dócil y trabajador) y se convierte en «coya», identificación despectiva, estigmatizante, que engloba a un grupo indefinido pero en el que se pueden rastrear o identificar algún tipo de «rasgo característico andino» (fenotipo y vestimenta, por lo general solo lo primero lo cual es mayoritaria en la población de la provincia de Jujuy). Y este «coya» tiene también sus «cualidades» puestas en expresiones de uso común: «coya ladino», «coya mugriento» (Karasik 1994) o, cuando un niño se ensucia o se comporta de una manera que se considera poco apropiada, la sentencia «no seas coya».

¿CON QUIÉNES HABLAN SOBRE EL CONSUMO DE TABACO?

En las entrevistas aparecen muchas referencias a que no se habla, o se habla muy poco, del tema del consumo de tabaco con la familia o con los/as amigos/as.
En el caso de las mujeres, cuando hablan sobre el tema del consumo de tabaco con un varón este es, por lo general, alguien de su misma generación, pero un poco más grande que ellas (unos pocos años mayor, entre 2 y cinco años). Puede ser un hermano mayor o, en menor proporción, un primo o un tío joven que vive con su familia, un amigo o el novio. Este último, por lo general ejerce una fuerte influencia, mientras que con los otros varones solo se habla del tema pero no aparecen en las entrevistas que influyan directamente en sus decisiones.
Pero la referencia más común es que tanto varones como mujeres hablen del tema del consumo del tabaco, en los pocos casos que lo hacen, con las mujeres mayores de la familia. Así, en las distintas Zonas geográficas analizadas, pero en especial en las de Puna y Quebrada, hay una tendencia de los/as adolescentes y jóvenes entrevistados/as a hablar de distintos temas, entre ellos, del tabaco y sus consecuencias, con las abuelas, madres, hermanas mayores y tías. Aparecen así relatos donde estos temas son conversados con las mujeres mayores de la familia en un mayor porcentaje al que lo hacen con los varones, situación esta que se da independientemente del sexo del/la adolescente o joven.
Dentro del grupo de las mujeres mayores de la familia con las cuales se habla y de las que se acepta consejos y ordenes en relación al tema de fumar o no fumar, las abuelas son imágenes muy fuertes y respetadas. También la palabra de las madres, y su intervención directa, es muy importante. Por ejemplo, un varón de Puna dice: "...si mi mamá me dice que no fume, no fumo. Pero ella solo me dijo que no fume tanto". Otro varón, esta vez de la Zona de la Quebrada decía: "...mi mamá dice que si yo llego a ver me iba a pegar [si lo llegaba a ver fumando]". En el primer caso el entrevistado dice que empezó a fumar menos partir de esta conversación con su madre, y el segundo es un no fumador.
Sin embargo, es importante destacar que aunque se hable del tema, la información que pueden transmitir estas mujeres mayores o adultas de la familia es de muy baja calidad. Esta última afirmación se basa en la información que surge de las propias entrevistas. Y por ello, el resultado de tal influencia es bastante relativa y escasa. Pero, claro está, sí podría ser fortalecida.
Volviendo al punto anterior, lo que surge de las entrevistas es que adolescentes y jóvenes de ambos sexos perciben a las mujeres mayores de la familia como portadoras de cierta autoridad. Esta autoridad, a su vez, no es homogénea sino que sus grados varían en las distintas zonas: es mayor en la Puna, menor en la Quebrada y todavía menor en la Capital; y siempre mayor en el área rural que en la urbana. Pero existe, inclusive por presencia o por ausencia como en el siguiente relato, en detrimento de otras voces como puede ser la del propio novio para una joven:

(E-0405:575-580) Mujer, Fumadora, San Salvador de Jujuy, urbana.
Entrevistador: "¿A vos alguna vez te ocurrió que, algún chico que te gustara, te dijo no fumes, no me gusta, y por ahí hasta se pelearon porque no podías dejar de fumar?
Entrevistada: No, nunca me pasó.
Entrevistador: Y si te ocurriera algo así, que un chico te dijera, bueno para que estemos juntos, yo te pido que no fumes; ¿cómo vez eso?
Entrevistada: Que si mi mamá no me prohíbe, no me lo va a prohibir el. Así que no.
Entrevistador: ¿Y aunque te guste, vos le darías prioridad a seguir fumando?
Entrevistada: Si, porque si yo respeto su tiempo, el tiene que respetar el mío. Y no dejaría que se meta en esa parte."

ENTRE LOS/LAS ENTREVISTADOS/AS ¿QUIÉNES REALIZAN LAS TAREAS DOMÉSTICAS?

Con respecto a otros puntos (que no se refieren estrictamente al fumar o no) tratados en las entrevistas, entre los/as entrevistados/as se puede identificar una distribución de roles domésticos de tipo tradicional. Es decir, las mujeres son las que se ocupan de las tareas domésticas y aunque en la mayoría de los casos los jóvenes colaboran en algunas tareas (cocina, orden de sus propios dormitorios, ciertas tareas de limpieza menor) siempre los varones aclaran que lo hacen "cuando no hay quien se encargue", dicho esto último en relación a madres o hermanas sean estas últimas mayores o menores (no infantes). Esto último aparece con iguales características tanto en la Zona Capital como en las Zonas de la Puna y de la Quebrada.

COMENTARIOS FINALES Y PROPUESTAS

"... el tabaco es adictivo, lo que limita la libertad y capacidad de elección en quienes lo consumen." Biando (1999: 44)

El tabaco es similarmente tóxico y adictivo para ambos sexos (Ernster et al 2000). Los mecanismos de incorporación al consumo y los de cesación son relativamente similares. A pesar de esto, se aprecian diferencias que pueden tener relevancia preventiva y terapéutica en todas las áreas citadas. Por ello, de manera similar a otros campos, los conocimientos desarrollados (de una manera consciente o inconsciente) a partir de modelos o circunstancias predominantemente masculinas deben ser adecuadamente filtrados y reelaborados a partir de un enfoque de género (relacional), con el fin de conseguir que el sesgo que actualmente tienen (los datos o los análisis) no dé lugar a una aplicación menos eficaz, tanto en los varones como en las mujeres. La experiencia muestra que cuando se asume que en un determinado campo no existe enfoque de género, lo que habitualmente ocurre es que inconscientemente predomina la visión o el sesgo natural de quienes han realizado el análisis; es decir, predomina el enfoque masculino.
Enfoque de género implica reconocer que, por las circunstancias que sean, varones y mujeres se ven afectados de una manera distinta (y consecuentemente reaccionan también de un modo diferente) por un determinado problema. En el campo sanitario el enfoque de género permite un mejor diagnóstico (y por ello un mejor abordaje) de las circunstancias concretas que afectan a la salud, a la enfermedad, a la manera de enfrentarse a ellas y a las consecuencias que de ellas se derivan. El enfoque de género es especialmente relevante en los trastornos conductuales (donde se encuadran las adicciones), ya que es en la conducta donde mayores diferencias se observan entre mujeres y varones. Su razón de ser viene justificada por la presencia de realidades diferenciales, independientemente de las causas de éstas. Al igual que otros procesos, trastornos o enfermedades requieren un abordaje diferencial en virtud de la edad o de la pertenencia a diferentes culturas de las poblaciones, gran parte (si no, todas) realidades relacionadas con la salud requieren un abordaje de género específico, simplemente por razón de eficacia y para realizar las intervenciones de la manera más científica posible y más adecuada a la cada realidad posible.
Si acordamos que toda adicción es un trastorno conductual, pues entonces para su tratamiento se requiere modificar la conducta. Así, más que controlar el consumo directamente, se requiere dotar a la persona de una capacidad de control suficiente sobre las situaciones y decisiones que, consciente o automáticamente, le conducen al consumo. Es por ello que, en el presente trabajo, se procuró identificar diversos estímulos que se asocian a la conducta de fumar desde una perspectiva de género en jóvenes y adolescentes de las tres zonas geográficas de la provincia de Jujuy. Al conocer qué aporta la conducta de fumar a estas personas concretas se aporta información pertinente para la toma de decisiones en programas que tiendan a reducir el consumo de tabaco trabajando sobre las posibilidades de sustituir esos "beneficios". Y también, finalmente, al aportar información empírica para valorar las dificultades vinculadas con las construcciones de género, que pueden encontrarse en el proceso de cambio, dificultades (psicológicas, sociales o culturales) que pueden variar la percepción de perjuicios y beneficios, afectando indirectamente a la motivación de la persona; al mostrar que varones y mujeres presentan diferentes patrones de estímulos asociados a la conducta de fumar y diferente valoración de las posibles consecuencias de la abstinencia.
Los estudios sobre salud en general, o sobre adicciones en particular, se han hecho con un enfoque solo masculino, que es el que ha predominado a lo largo del desarrollo científico del siglo XX. En parte, esto viene también justificado porque, históricamente, la mayor parte de adicciones (también el tabaquismo) han afectado mayoritariamente a varones. Los métodos que han demostrado eficacia en la cesación tabáquica de varones, son también válidos para mujeres. Pero esto no quiere decir que sean igualmente válidos; quiere decir que con ellos se alcanza una eficacia superior al placebo. Al igual que los adolescentes pueden requerir, por su diferencia de edad y de expectativas, tratamientos especiales para su tabaquismo (a pesar de que en ellos también sean eficaces los recursos habituales), las mujeres (o determinados grupos de ellas) pueden requerir un abordaje más específico que tenga en cuenta sus necesidades y expectativas diferenciadas. Esto es particularmente importante porque el consumo de tabaco en nuestro medio se ha mantenido e incrementado. Esto se ha visto favorecido, entre otros factores, por la presencia de una baja percepción social del problema. Este hecho se agrava particularmente en el caso de las mujeres, en quienes (por llevar menos tiempo fumando) todavía no se han manifestado gran parte de las consecuencias perjudiciales del tabaquismo sobre la salud. Sin embargo, diversos estudios hacen prever que (como ya se ha señalado) paulatinamente en la sociedad occidental se incrementa el impacto del tabaquismo en la población femenina.
Sin embargo, es importante recordar lo planteado al inicio del presente trabajo, esto es, lo que les pasa a las mujeres no se puede comprender si no se mira lo que les pasa a los hombres y a las mujeres, y lo que les pasa a ambos no puede ser comprendido sin prestar atención a todo el sistema social (Strathern, 1993:53). Es decir, las diferencias existentes en la vida social humana (género, clase, raza, cultura, historia, etc.) siempre se construyen, se experimentan y se canalizan conjuntamente. Si prejuzgamos la hegemonía o la importancia de un tipo concreto de diferencia, nos exponemos automáticamente a ignorar las demás. Es, no obstante, evidente que en determinados contextos existen diferencias más importantes que otras (18). De ello se desprende que la interacción entre varias formas de diferencias siempre se define en un contexto histórico determinado. No podemos dar por supuesto que conocemos la relevancia de un determinado conjunto de intersecciones entre clase, raza y género sin analizarlas previamente.
Los estudios culturales pretenden hacer una lectura interpretativa de los significados del discurso y del comportamiento de los seres humanos. La cultura la elaboran los/as personas, a partir de sus procesos psíquicos relacionados con una serie de fuerzas a las que están sometidos/as en función de su posicionamiento social. Si partimos de que las culturas son entramados de significados socialmente compartidos, implícitos, apenas conscientes y públicos (Geertz, 1995), se puede comprender, al menos en parte, la importancia de estudiar comparativamente las sociedades humanas y como esto ha contribuido en la reflexión y el debate sobre la igualdad y la diferencia, los dos términos claves en el debate sobre el género y las conductas vinculadas con las adicciones.
Finalmente, a la hora de pensar en campañas contra el consumo de tabaco entre los/as adolescentes y jóvenes de poblaciones como las de la Provincia de Jujuy, -periféricas, empobrecidas, con capitales sociales y culturales que también se sitúan en la periferia de la sociedad hegemónica-, las entrevistas analizadas aportan una serie de pautas que sería importante tener en cuenta, a la hora de pensar en instituciones y personas que pueden ser transmisoras de información de forma efectiva.
· En las Zonas Puna y Quebrada (área rural) la escuela en actividades curriculares (en horario de la escuela porque muchos/as estudiantes/as tienen tareas reproductivas y productivas que cumplir) es un espacio que tiene una presencia fuerte en la representación de los/as entrevistados.
· En las Zonas de Puna y Quebrada (área rural) las mujeres mayores de la familia cumplen un rol importante como referentes de autoridad, pero ellas cuentan con escasa información sobre el tema. Se hace imprescindible por lo tanto información de calidad para estas mujeres. También sería pertinente aportar material gráfico de apoyo que quede en los domicilios.
· En las Zonas Puna y Quebrada (área urbana) el hospital, los médicos y la escuela en actividades extra-clase con personal no docente de ese establecimiento aparecen como una alternativa de difusión importante.
· En La Quiaca (aunque no exclusivamente) los estudiantes desautorizan a la escuela para tocar el tema del consumo de tabaco porque docentes y directivos fuman. Pero sin embargo manifiestan disposición para actividades del tipo extra-clase, expresan aburrimiento y escasez de actividades dirigidas a este grupo etario en sus lugares de residencia.
· En la Quebrada y la Puna (área urbana) el hospital y los médicos son mencionados en las entrevistas como institución y personas que han transmitido información sobre el tema y, cuando los citan, son los datos de mayor calidad comparativa.
· En la Zona Capital los medios de comunicación masivos (radios, TV, revistas) y las actividades extra-clases vinculadas a la práctica de deportes (en especial en Palpalá) aparecen como los ámbitos más propicios.

CONCLUSIONES

En síntesis y como conclusión de los tópicos analizados se puede afirmar lo siguiente en base al análisis de lo expresado por los/as entrevistados/as.

¿QUIÉNES FUMAN MÁS, LOS VARONES O LAS MUJERES?

Fuman tanto varones como mujeres y dejan de hacerlo en proporciones no relevantes en relación al sexo. Los/as entrevistados/as no logran identificar claramente un grupo como el que concentre un mayor número de fumadores/as o que lo hagan con mayor o menor frecuencia (en las entrevistas hay quienes consideran que fuman más los varones, más las mujeres y por igual). Sin embargo, expresan (en especial los varones) que "antes" los varones fumaban más que las mujeres, situación que "ahora" se ha modificado y consideran que fuman por igual varones y mujeres. Entre quienes afirman que fuman más los varones expresan que esto es así porque ellos "tienen más libertad". Mientras que consideran que las mujeres es más difícil que fumen siempre y cuando los mayores, representados en la figura de los padres, le digan que no lo hagan.

¿POR QUÉ FUMAN LOS/AS ADOLESCENTE Y JÓVENES?

No aparecen claras diferencias sexuales en cuanto a las motivaciones que los/las inducen a fumar, aunque sí claras representaciones sobre lo que implica ser varón o ser mujer puesto en relación con el consumo de tabaco. Esto lleva a afirmar que el sexo no parece ser una variable determinante en los motivos que los/as llevan a fumar.
Entre los motivos que llevan a adolescentes y jóvenes a fumar se puede afirmar que los que menos diferenciación sexual presentan son las que siguen: porque les gusta; porque tienen problemas en la casa, con la familia; porque tienen curiosidad, para experimentar; hay múltiples motivos para fumar; para calmar los nervios; y porque el olor les da ganas.
Entre los que presentan ciertas diferencias vinculadas con el género el más importante es el fumar para pertenecer a un grupo o integrarse a uno. Esto es particularmente importante entre los varones del área urbana de las Zona Puna y de la Quebrada, pero también es un argumento esgrimido con frecuencia entre los varones de las otras Zonas (Capital y Quebrada rural). Este argumento esta ausente en las entrevistas del área rural de la Zona Puna.
Finalmente, hay ciertos motivos para fumar que se vinculan con la construcción adulta del género, es decir con el ser mujer (femenino) o el ser hombre (masculino) diferenciándose del ser niña (femenino) o niño (masculino). Entre ambos sexos encontramos los mismo motivos, aparentar ser grande y seducir.

¿CÓMO ES VALORADO EL QUE FUMEN LAS MUJERES?

Hay una fuerte valoración negativa hacia las mujeres que fuman, tanto de las propias mujeres como de los varones. Esto aparece mencionado en especial con el fumar en público, por la propia imagen de la mujer pero, además, porque una chica que fuma representa que no ha sido correctamente educada por sus padres (afecta la imagen de los padres).

¿CÓMO ES VALORADO EL QUE FUMEN LOS VARONES?

En las distintas Zonas, y con especial énfasis en las de Quebrada y Puna, quienes consideran que fuman más los varones que las mujeres, piensan que lo hacen más los malos alumnos que los buenos alumnos. La idea central es que fuman los "más rebeldes". Esto puede ser valorado positivamente o negativamente según los casos.
En las Zonas Puna y Quebrada aparecen en las entrevistas de varones la identificación del fumar y consumir bebidas alcohólicas con el "ser fuerte" y "aguantar". Ambas acciones están, a su vez, asociadas con la representación social de masculinidad, con el ser hombre (en el doble sentido de mayor de edad y de género masculino).
El cigarrillo y el humo también son representados en las entrevistas como "armas de seducción" de los hombres para con las mujeres. El fumar se articula con piropos de seducción que los chicos les dicen a las chicas, en los cuales el acto de fumar es la figura protagonista. También aparece la imagen del hombre fuerte, que aguanta, porque los varones fuman y toman bebidas alcohólicas pero no se emborrachan, "no les pasa nada", es decir, ponen a prueba su hombría, su masculinidad, al aguantar y así seducen a las chicas.
En distintos momento y vinculado al consumo de tabaco y/o alcohol, en las Zonas Puna y Quebrada, se expresa como insulto y provocación a quién no quiere consumirlos el: "...no seas maricón". Para explicar qué significa este último se recurre a otra denominación, la de coya. Lo coya (denominación étnica) aparece como sinónimo de maricón (denominación de género), y ambos son interpretados como sinónimos de: miedoso, cobarde. Considerando a estas cualidades (siempre y a todas) como negativas.

¿CON QUIÉNES HABLAN SOBRE EL CONSUMO DE TABACO?

Existen numerosas referencias a que no se habla, o se habla muy poco, del tema del consumo de tabaco con la familia y/o con los/as amigos/as.
En el caso de las mujeres, cuando hablan sobre el tema con un varón este es, por lo general, alguien de su misma generación, pero un poco más grande que ellas (hermano, primo, tío joven que vive con su familia, amigo o novio).
La referencia más común es que tanto varones como mujeres hablen del tema, en los pocos casos que lo hacen, con las mujeres mayores de la familia, a quienes perciben como portadoras de autoridad. Es importante destacar que aunque se hable del tema la calidad de la información que pueden transmitir estas mujeres mayores o adultas de la familia es de muy baja calidad.

ENTRE LOS/AS ENTREVISTADOS/AS ¿QUIÉNES REALIZAN LAS TAREAS DOMÉSTICAS?

Se puede identificar una distribución de roles domésticos de tipo tradicional: las mujeres son las que se ocupan de las tareas domésticas y aunque en la mayoría de los casos los jóvenes colaboran en algunas tareas (cocina, orden de sus propios dormitorios, ciertas tareas de limpieza menor). Los varones aclaran que realizan estas tareas "cuando no hay quien [mujer] se encargue".

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