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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versión On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  no.40 San Salvador de Jujuy dic. 2011

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Transformaciones recientes en los rituales funerarios católicos, en San Salvador de Jujuy y La Plata (Argentina)

(Recent transformations in catholic funerary rituals, in San Salvador de Jujuy and La Plata - Argentina)

Carlos Federico GONZÁLEZ PÉREZ *

CONICET / Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy / Facultad
de Periodismo y Comunicación Social - Universidad Nacional de La Plata - Calle 50 - N°343 - 1°D
- (CP 1900) - La Plata - Buenos Aires - Argentina.
Correo Electrónico: carlosfgonzalezp@yahoo.com.ar

RESUMEN

            En este trabajo se estudian los cambios en las ceremonias y rituales funerarios católicos a partir de analizar cómo se realizan y qué transformaciones están presentando en su práctica actual, en relación con un pasado reciente. El concepto de cambio, desde la semiótica, es clave en el entendimiento de estas transformaciones, como también el de muerte (en tanto acontecimiento) y su relación con la religión.
            Se ha entrevistado a sacerdotes en actividad relacionados con la Iglesia Católica Apostólica Romana de las ciudades de San Salvador de Jujuy y La Plata, para indagar en los posibles cambios que la Iglesia Católica percibe en los rituales funerarios, y algunas de las causas que ésta establece. Las entrevistas fueron grabadas, y luego analizadas a partir de la semiótica simbólica, logrando una aproximación a los mundos semióticos posibles de la muerte y sus transformaciones.
            La investigación está orientada por la siguiente hipótesis: la modificación en los rituales funerarios católicos pone en juego la pertenencia y el sentido estricto que el catolicismo le brinda a la muerte, en tanto rito de paso, lo que se percibe desde la religión como un debilitamiento de su estructura, un debilitamiento de la fe, o una amenaza.
            Este trabajo ha permitido caracterizar al ritual funerario católico como un ritual complejo, con diferentes etapas establecidas de manera formal por el ritual de las exequias (las vinculadas con la despedida del difunto y las posteriores, como las misas conmemorativas). Los cambios identificados, principalmente y en relación al ritual funerario en su complejidad, tienen que ver con la supresión de algunas de estas etapas o estaciones previstas por la religión católica: unas han desaparecido y otras se han modificado. A pesar de que se identifican diversos factores como los que originan estos cambios, el factor común (de acuerdo a las entrevistas) es el cultural, vinculado a las tradiciones diferentes a la católica, y que remiten a lugares geográficos particulares. Es en esas situaciones en donde la Iglesia Católica desarrolla una hibridación de rituales funerarios, a partir de lo que en este trabajo se define como: adaptación, integración, y validación (principalmente en el NOA). Se aborda, además, el tema de la cremación, aspecto que aparece como un gran cambio que la iglesia católica ha aceptado en los últimos tiempos (con sus condiciones).

Palabras Clave: Catolicismo; Religión; Ritual Funerario; Semiótica; Transformaciones.

Abstract

            In this paper changes in catholic funerary ceremonies and rituals are studied from analyzing how these are performed and what transformations are occurring in their current practices related to those of the recent past. Change concept, interpreted from semiotics is the key in those transformations understanding, such as the concept of death (as event) and its relation with religion.
            Catholic apostolic roman church´s priests in activity from San Salvador de Jujuy and La Plata cities have been interviewed, in order to inquire possible changes that catholic church perceives in funeral rituals, and some of the causes that it sets. Interviews have been recorded, and later analyzed from symbolic semiotic, achieving an approximation to the possible semiotics worlds of death and its transformations.
            The research is guided by the following hypothesis: modification in catholic funerary rituals brings into play the sense of belonging and the strict sense that catholicism gives to the death as rite of passage, what is perceived by this religion as a weakening of its structure, or of faith, or as a threat.
            This work has allowed the characterization of the catholic funerary ritual as a complex one, with different stages formally established by the obsequies (those related to the deceased farewell and subsequent stages, as memorial services). Identified changes, mainly and in relation with the complex of the funerary ritual, have to do with the removal of some of these stages or stations provided by the Catholic religion: some have disappeared and others have been modified. Although several factors are identified as those that cause these changes, the common one (according to interviews) is the cultural, linked to traditions that are different from the catholic, and which refer to particular geographic locations. It is in those situations where the catholic church develops a funeral rituals hybridization, aspect that in this paper is defined as: adaptation, integration and validation (mainly in the NOA). It also discusses the issue of cremation, something that appears as a big change that the catholic church has recently accepted (with its conditions).

Key Words: Catholicism, Funerary Ritual, Religion, Semiotics, Transformations.

Introducción

            El trabajo que aquí se desarrolla presenta el resultado de una investigación (1) realizada con el objetivo de identificar los cambios en las ceremonias y rituales funerarios católicos.
            El tema principal, que atraviesa a toda esta propuesta, es uno: la muerte. Lo que se investiga, los cambios en las ceremonias y rituales funerarios, tienen que ver con cuáles son las interpretaciones posibles de ese acontecimiento. Thomas (1983:316), en un título de un apartado de su «Antropología de la muerte», define a las transformaciones como «inevitables», y caracteriza y explica algunos de estos cambios (los que en este trabajo tendrán su referencia oportuna). Pero en un pie de página, ubicado justamente en relación al título que recién se comentó, Thomas agrega que también existen «supervivencias múltiples». Las transformaciones que aquí se consideran, son tomadas en cuenta desde una perspectiva semiótica, ya que se entiende a las ceremonias y a los rituales como signos, que se desarrollan en el tiempo, provocándose cambios en los procesos históricos que pueden resultar en la superación de contradicciones (desde la perspectiva de Magariños de Morentín, 1996).
            La apoyatura metodológica de la investigación reside, principalmente, en la semiótica, cuyas operaciones se utilizan en el análisis de los discursos que surgieron a partir de las entrevistas realizadas. Estas operaciones permitieron contar con la información necesaria para elaborar redes secuenciales y contrastantes, cuya interpretación se incluye en este trabajo. Esa interpretación que surge de la lectura de las redes brinda la posibilidad de avanzar sobre los cambios identificados en el largo tiempo y también en relación a aquellos que aparentemente se presentan como más recientes (veinte años, aproximadamente).
            Finalmente, y a modo de cierre, se avanza sobre las conclusiones y algunas discusiones en relación a los datos analizados.

MATERIALES Y MÉTODOS

            En este apartado se incluye una serie de acuerdos conceptuales, que permiten entender algunas claves de lo que aquí se presenta. Este ejercicio se propone como una explicitación de categorías y definiciones que se tuvieron en cuenta desde el momento de establecer los objetivos, hasta el desarrollo final.
            Un concepto clave en el recorrido de esta investigación es el de cambio, y en este trabajo se lo asume con un fuerte anclaje en la semiótica. Al hablar de cambio se está abordando la transformación (en su sentido dialéctico), lo que en los términos propuestos por Magariños (1996: 24-26) está dado en base a tres operaciones fundamentales, «para explicar la producción, circulación social, interpretación y transformación de la significación»:
-           En una primera instancia propone identificar y considerar las reglas de al menos dos sintaxis diferentes, conformadas por las semiosis sustituyentes (a través de las que se enuncia el objeto semiótico pertinente) y las semiosis sustituidas (a la que pertenece el objeto semiótico). Esta operación es la de atribución.
-           En un segundo momento se debe relacionar ambas semiosis para establecer al menos un significado posible que adquiere el fenómeno en estudio en una sociedad y momento determinados. Esta operación de sustitución es la que Magariños (Ibíd.) considera como la más elemental, ya que se utilizan «signos para dar cuenta [de] (o construir) otros signos».
-           «[E]s necesario, finalmente, establecer según qué específicas determinaciones históricas cada una de las dos (al menos) semiosis que interactúan en la operación de sustitución (…) constituyen la superación de las contradicciones inherentes a las operaciones de sustitución que les precedieron y, a su vez, generan nuevas contradicciones que incluyen a la actualidad social de la significación en una dinámica histórica.» (Ibíd.) Esta etapa se centra en la operación de superación.
            Desde la perspectiva adoptada, entonces, el cambio tendrá que ver con estas operaciones: atribución, sustitución, y, principalmente, superación. Pero interesa el cambio en relación a algunos aspectos (ceremonias y rituales) que tienen que ver con otro fenómeno: la muerte.
            Para Fernández del Riesgo (2007), y también para Thomas (1983), la muerte es un acontecimiento de múltiples significaciones, y aplicable a diferentes entes. Por un lado «(…) la «muerte» se nos aparece como un acontecimiento universal e inevitable, siempre que con ese término designemos alguna forma de terminación o cesación.» (Fernández del Riesgo, 2007:41) El autor se refiere a las posibilidades de considerar la muerte en relación a todo lo que deja de tener vida, pero no sólo biológicamente, sino volviendo análoga la categoría para otros fenómenos, como la moda, o una civilización toda, las que también pueden «morir». Para Thomas (1983:7) «(…) la muerte es el acontecimiento universal e irrecusable por excelencia: en efecto, lo único de lo que estamos verdaderamente seguros, aunque ignoremos el día y la hora en que ocurrirá, su porqué y el cómo, es que debemos morir».
            El concepto de la muerte se puede definir, además, en relación a su antónimo, a su contrario: el concepto de la vida. Las dos categorías se presentan en directa oposición, si está una, no está la otra. Se niegan. Estas discusiones tienen relación, además, con lo que plantea Duvignaud, citado por Thomas (1983), quien propone una serie de cuestionamientos:

(…) Las momias de Egipto, del Perú, de México, ¿no son también una tentativa de 'endurecer' la muerte? Las figuras de los muertos ¿no son, como lo cree Marcel Mauss, la primera imagen (cierto que reservada a una élite, que es siempre más rara que el número de hombres de un grupo) de la imagen de la persona individual? La ingestión del cadáver familiar que se practicaba entre los pueblos del río Sepik, al igual que la antropofagia mística de los antiguos incas, también comprobada entre los indios tupi; la comunión cristiana, que implica un canibalismo místico de la carne y de la sangre del fundador, muestran que la primera metáfora, el primer símbolo, nace con este esfuerzo por integrar la muerte a la vida colectiva; que el conjunto de las representaciones, los ritos, las creencias, consiste en remplazar las partes blandas y corrompidas del cuerpo por una cosa dura, identificable con la naturaleza, y que sería el hueso, el cráneo vaciado, cualquiera que sea el modo de destrucción de la carne (Duvignaud, 1973:275, en Thomas, 1983:14)

            La relación vida-muerte, y la negación que cada una implica en relación a la otra, constituyen las principales problemáticas a ser abordadas en relación con esta investigación.
            Pero existe otra relación imposible de desatender cuando se considera a este fenómeno, y es su relación con la religión. Ésta surge como un tema específico de este trabajo, ya que la investigación se plantea en torno a las ceremonias y rituales funerarios vinculados al catolicismo. Al respecto, Thomas también aporta en algo específico para considerar la muerte en términos de significación, cuando va de la mano de la religión: «¿Y qué pensar de la definición cristiana, la muerte es la separación del alma y el cuerpo? ¿Cómo interpretar, si no es en términos simbólicos, la sentencia del Eclesiastés (XII, 7): «Y el polvo se torne a la tierra, como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio»?» (Thomas, 1983:10).
            En relación con la religión aparece una categoría igualmente interesante, la de rito de paso; se considera apropiada para pensar en ceremonias y rituales funerarios. Bourdieu (2008:99) la toma de van Gennep, y propone cuestionarla en relación a la «función social del ritual y del significado social de la línea, del límite en el que el ritual permite el paso, la transgresión». Este sociólogo considera que el rito puede instituir una «diferencia duradera» entre quienes han pasado por él (el rito de paso) y entre quienes nunca lo pasarán. Por esta razón propone llamarlos ritos de consagración, de legitimación, de institución. Un rito de paso importante para el catolicismo es el bautismo. Es el primer gran rito de paso, el que inicia a la persona en la Religión Católica, y el que libera a los cristianos del «pecado original». La muerte no es un rito de paso, es un acontecimiento (con características propias, que pueden variar de manera extrema: piénsese en el fallecimiento de una persona de forma natural y piénsese en la persona que pierde la vida en un accidente como ejemplos contrastantes). Pero este acontecimiento genera, dentro de la religión católica, una serie de rituales que son considerados como «de paso», pues es la culminación de una etapa y el inicio de otra, es el paso de una vida terrenal a la vida eterna.
            Turner considera al símbolo como la unidad mínima del ritual, al que define como «una conducta formal prescrita en ocasiones no dominadas por la rutina tecnológica, y relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas.» (Turner, 1990:21). En su trabajo de campo abordó desde su observación: «objetos, actividades, relaciones, acontecimientos, gestos y unidades espaciales en un contexto ritual». Un gran aporte de sus trabajos está en entender que los aspectos de los elementos significativos del sentido de un símbolo no pueden ser entendidos sin considerar «la situación total del campo en que se representa el símbolo» (Ibíd., pp. 51-52). Para Finol un ritual es un «conjunto codificado de acciones simbólicas, articuladas en un espacio y un tiempo específicos, con un soporte corporal, que expresan valores y creencias de un grupo o comunidad, y cuyo propósito es crear y/o reforzar el sentido de identidad y pertenencia y renovar la cohesión y solidaridad social» (Finol, 2009:55). Él establece tres componentes en relación a las temporalidades en la estructura de los rituales (Finol, 2009: 64-66): un tiempo interno, vinculado a la sintaxis, en una línea temporal (diferenciada de la cotidianeidad) que articula acciones y actores en un espacio; un tiempo externo: el ritual está desplazado de la cotidianeidad, y genera su propio nivel que lo ubica en «otra dimensión»; y un tiempo múltiple, ya que el rito hace converger pasado, presente y futuro (el pasado vuelve a ocurrir, el futuro se pre-figura, y ambos se experimentan).
            En este trabajo se entiende a un ritual como una propuesta comunicacional conformada por diferentes entidades que se relacionan y constituyen una categoría específica. Si bien en un ritual confluyen diferentes naturalezas semióticas, es la indicial (desde la perspectiva peirceana) la que permite su específico abordaje interpretativo: objetos y comportamientos interactúan con determinada sintaxis. Por lo tanto en esas relaciones de entidades se desarrolla una gramaticalidad específica (la sintaxis particular de esta semiosis indicial es denominada por Magariños -2003- «disposición» -relación entre objetos y comportamientos) que produce una categoría (el ritual de las exequias) y no otra (el ritual de la Pachamama, por ejemplo), de acuerdo a un momento determinado de una sociedad determinada. Es decir que aquí también se propone recuperar una máxima que Magariños (2008:173) establece (en relación a claves del pensamiento de Foucault): «No hay semántica sin sintaxis».
            Esta última definición permite una aproximación a la estructura del ritual vinculado al tiempo interno presentado por Finol, ya que está focalizada en la realización del ritual específicamente. Pero a medida que se desarrolle la investigación se avanzará en consideración de otros aspectos (vinculados a las otras temporalidades también planteadas por Finol, pero, principalmente, vinculados a la contextualidad tan remarcada por Turner).

Redes. Aproximación desde la semiótica simbólica

            Para la obtención de datos e información, se ha entrevistado a sacerdotes en actividad relacionados con la Iglesia Católica Apostólica Romana de las ciudades de San Salvador de Jujuy y La Plata. Estas entrevistas se consideran como de exploración, para indagar en los posibles cambios que la Iglesia Católica percibe en los rituales funerarios, y algunas de las causas que ésta establece. Algunos sacerdotes solicitaron mantener en confidencialidad su identidad, por lo que se hace referencia a nombres de ficción. Por el mismo motivo no se especifica el lugar de inserción institucional (no se nombran las iglesias, ni las parroquias).
            Se realizaron ocho entrevistas en la ciudad de La Plata, a sacerdotes que se desempeñan en diferentes iglesias distribuidas en esta capital de provincia. Las entrevistas fueron desarrolladas en abril (padre Miguel, padre Juan, padre Luis, padre Fernando), mayo (padre Félix y padre Arturo) y junio (padre Jorge y padre Antonio) del año 2010.
            En Jujuy, se entrevistó a siete sacerdotes vinculados a iglesias del centro de la ciudad (tres entrevistas) y de barrios circundantes (cuatro entrevistas). Fueron desarrolladas durante febrero (entrevistas al padre Andrés, al padre Julio y al padre Marcelo) y marzo del mismo año (entrevistas al padre Alejandro, al padre César, al padre Sebastián y al padre Carlos).
            El cuestionario desarrollado incluyó las siguientes preguntas:
1.¿Cuál es la importancia del ritual funerario para la religión católica? ¿Qué implicancias tiene?
2. Los rituales funerarios, ¿están normados por algún escrito, documento, etc.?
3.¿Considera que hubo cambios en las ceremonias y los rituales funerarios vinculados a la religión católica en los últimos veinte años? ¿Cuáles puede identificar? ¿Puede sugerir por qué se produjeron esos cambios?
4.¿Puede haber alguna relación entre esos cambios rituales y el perdón divino? ¿Qué cosas nuevas generan esos cambios rituales, o qué cosas anulan?
5.¿Qué significan esos cambios en la Religión Católica?
6. El bautismo es un rito de paso. La muerte, ¿puede considerarse de la misma manera?
            Estas seis preguntas fueron realizadas a todos los sacerdotes que se entrevistó, en ese orden. En un segundo momento analítico, se contrastaron las respuestas con la experiencia de observación de algunos velatorios presenciados en La Plata (uno en mayo de 2010) y varios en San Salvador de Jujuy (dos en febrero y otro en marzo).
            Estos materiales permiten el desarrollo del trabajo que aquí se presenta, y su análisis facilita la aproximación al ritual funerario, desde la visión sacerdotal.
            Las entrevistas fueron grabadas, y luego analizadas a partir de la Semiótica de Enunciados, o Semiótica Simbólica, desarrollada por Magariños de Morentín (2008). La perspectiva incluye operaciones específicas que permiten intervenir en estos discursos de manera pertinente y rigurosa, a partir de su normalización, segmentación y elaboración de definiciones contextuales. Las definiciones contextuales, luego, se agruparon en ejes que permitieron conformar redes conceptuales y contrastantes (Magariños de Morentín, 2008:172-186). A partir de la lectura de esas redes se realizó una aproximación a los mundos semióticos posibles de la muerte y sus transformaciones, para la Iglesia Católica (representada por los sacerdotes entrevistados).
            Para facilitar el trabajo se utilizó el programa N-vivo, un conocido software de análisis cualitativo, que permite elaborar base de datos con los materiales que se deseen procesar (imágenes, sonidos, imágenes en movimiento, palabras, etc.), para establecer búsquedas cruzadas, segmentaciones, relaciones, representaciones gráficas (de las redes), entre otras posibilidades.
            A continuación se detallan los ejes que se elaboraron, y se incorporan dos redes contrastantes que surgen de las relaciones hechas entre algunos de esos ejes. Se establecieron, en total, dieciséis (16) nodos o ejes (cada uno con su ramificación específica, o sub ejes):
-    Cajón
-    Cementerios
-    Cielo-infierno-purgatorio
-    Cremación
-    Familia
-    Gente
-    Iglesia
-    Misericordia
-    Muerte
-    Muerto
-    Oración
-    Perdón
-    Responso
-    Ritual funerario
-    Sacerdote
-    Sepultura en tierra

            Estos nodos se trabajaron como diferentes ejes que permitieron constituir las redes conceptuales y contrastantes. Para este trabajo se toman sólo dos redes, ya que se considera que son las que más aportan a la investigación: Ritual funerario y Muerte.

Lectura de las redes

Red Muerte

            La lectura gráfica permite sintetizar esta red, y visualizar las relaciones entre los conceptos identificados. Esta gráfica está representada en la Figura 1.

Figura 1. Red Muerte

            La muerte en la Religión Católica está asociada a la separación del alma del cuerpo. Esta es una dualidad presente para los sacerdotes entrevistados: alma-cuerpo. Su separación es lo que ocasiona la muerte. El alma es lo que permanece con vida eterna (dos fragmentos de entrevista, convertidas en definiciones contextuales, permiten ejemplificar: 1.6.4. /el/ ALMA es aquello que queda; 1.6.3. /el/ CUERPO es aquello que muere).
            Existe un tercer factor que define que el alma exista y pueda seguir haciéndolo hacia la vida eterna: la Fe. Sin Fe, para los católicos, al morir se acaba todo.
            La Iglesia se posiciona en un lugar de acompañamiento de la familia y de ayuda al difunto. Por un lado ofrece una misa especial por el difunto, y por otro lado los sufragios: oraciones y votos para que el alma entre en la eternidad. Se reza el responso y se bendice el cuerpo. La participación se plantea en términos de «obligación», tanto para la familia del difunto, quien acompaña rezando, como para los curas que tienen que rezar por los difuntos, como una función instituida, y por lo tanto constituyente de su rol.
            La Iglesia considera actualmente que la muerte está socialmente negada, en tanto que se intenta borrar de diferentes maneras su aparición. Se profundiza este punto más adelante, ya que la interpretación se enriquece en relación a la red Ritual funerario.
            La muerte es entendida por esta religión, como un ritual de paso. Las entrevistas arrojan varias opiniones en relación a este tema. Los sacerdotes entrevistados consideran a la muerte como un ritual de paso, semejante al bautismo, e implica el paso de la vida terrenal a la vida eterna. Pero con un agregado y condicionante: dependiendo de cómo se juzgue al difunto, la vida eterna será «gloria» o «condenación». Algunas definiciones contextuales definen al concepto muerte en este sentido: 1.6.2. /(=la)/ (=MUERTE) es aquello que (=se considera como un ritual de paso) de la vida a la vida eterna. // 2.6.3. «PASCUA» es aquello que de hecho significa paso. // 3.1.1. Claro [+ (la muerte=) es un rito de paso como el bautismo] // 3.1.2. la muerte es aquello que realmente es un paso/
            En este trabajo se considera a la muerte como un hecho, que suscita específicas ceremonias y concretos rituales, y no como un ritual en sí misma (como se explica en el primer punto).

Red Ritual Funerario

            La red que a continuación se analiza tiene dos sub ejes principales: Familia y Religión Católica. Este apartado del trabajo se ocupa de las lecturas interpretativas por separado, pero sin olvidar que están bajo la referencia contextual (por base lexemática) del eje que las agrupa: Ritual funerario. Para lograr una mejor relación de ejes y sub ejes, se recomienda al lector y a la lectora que se remitan a la Figura 2, la que sintetiza gráficamente las relaciones que aquí se explican.
            También debe tenerse en cuenta que se está frente a los Mundos Semióticos Posibles que surgen de las interpretaciones de los sacerdotes. Es decir es una interpretación posible del fenómeno de la muerte, y de cómo se consideran los rituales funerarios relacionados con ella.

Figura 2. Red Ritual Funerario

Sub eje Familia

            De acuerdo a lo relevado en las entrevistas, la visión de la Iglesia sobre la participación de la familia en los rituales funerarios católicos tiene dos tendencias en relación al acortamiento del tiempo del ritual. Por un lado, cuando se trata de un fallecido o una fallecida a causa de un accidente o alguna enfermedad que haya ocasionado alguna deformación o mutilación del cuerpo, la decisión de la familia tiende a acortar el velorio, por ejemplo. La segunda tendencia tiende a remarcar una creciente despreocupación por esta clase de ritual, como si lo que ocasionara sería alguna especie de molestia o malestar, que va más allá del pesar por la muerte y que tiene que ver con el disgusto que implica la realización de todas estas actividades (tendencia que, según se verá más adelante, estaría dada por una concepción occidental de la muerte, y un estilo de vida capitalista que impide tener tiempo disponible para esta clase de rituales). Como también proponen Bargach y Villani (2010) «La muerte no es lo que era».
            Sea cual sea la perspectiva que se considere, el peso del acortamiento del ritual funerario recae sobre la familia del difunto o difunta, principalmente.

Sub eje Religión Católica

            El sub eje Religión Católica abarca diez diferentes conceptos relacionados entre sí. Éstos permiten realizar una lectura de cómo la Iglesia Católica considera que se producen algunos cambios en los rituales funerarios (con explicaciones sobre la cremación, entre ellos), la estructura del ritual funerario y las re-estructuraciones a las que está acudiendo en la actualidad, qué cuestiones implica la despedida del difunto, su purificación, el perdón de los pecados, la normativa de estos rituales, entre otros aspectos.
            El primer concepto considerado, dentro del Sub eje Religión Católica, agrupa definiciones contextuales que permiten obtener una idea de la estructura de los rituales funerarios católicos, vinculados a tres etapas (o estaciones) y una cuarta, no incluida en éstas: la imposibilidad de velar. Esta cuarta instancia, si bien no está reconocida por el ritual católico, sí fue referenciada en las entrevistas. Se considera la intervención católica en el domicilio del difunto o difunta, en la iglesia, y finalmente en el cementerio. Las estaciones, según las entrevistas, se desarrollan en relación a lecturas bíblicas y recitación de salmos, y por lo general no se realizan las tres etapas, sino alguna o algunas de ellas. Sin embargo lo que está previsto por la Iglesia, es la realización de las tres etapas, o sea, el ritual funerario completo. Las etapas están relacionadas con deseos de vida definitiva y eterna.
            El ritual más importante es el que se denomina misa exequial, porque es el que está vinculado con la muerte y el ritual funerario propiamente dicho.
            La última posibilidad es la anulación de las etapas por algún problema que sufra el cuerpo (accidente, tanatomorfosis), de acuerdo a las causas que hayan producido la muerte.
            La Iglesia considera la realización de una misa propia en casos de fallecimiento de niños/as. Éste también es un cambio reciente.
            Las respuestas de los entrevistados han dado lugar a la constitución de un eje conceptual en el que se agruparon todas las definiciones contextuales relacionadas a Cambios, y por ello se la ha dado ese nombre. Esto que parecería redundante, pues se trata de una investigación que hace foco en los cambios, no lo es, ya que es la propia semiótica de enunciados que permite y justifica que aparezca un eje Cambios, propiamente dicho, para agrupar las definiciones contextuales vinculadas a este concepto.
            En algunas entrevistas se justifican estos cambios a favor del acompañamiento que la Iglesia realiza a los familiares de un fallecido o una fallecida en el momento de la muerte. Sin embargo en las causas que se pueden identificar los matices significativos son mucho más ricos, como se comenzará a ver.
            Dentro del sub eje cambios se establecieron tres nodos, en relación a definiciones contextuales que permiten sostener que sí hubo cambio, otras que afirman que no lo hubo, y otras que permiten identificar cuáles fueron sus causas.
            Uno de los sacerdotes entrevistados plantea que no hubo cambios en los últimos veinte años en los rituales funerarios católicos, y sostiene que los cambios que se produjeron, se implementaron con el Concilio Vaticano II. Esta respuesta contrasta con otro grupo de entrevistas en las que se sostiene que sí hubo cambios relacionados al ritual funerario católico, o ritual de las exequias, y que éstos se iniciaron en los últimos veinte años.
            Las causas identificadas de estos cambios son varias, como ya se dijo. Un grupo se define como causas culturales. Aquí aparece una doble perspectiva en cómo se justifica lo cultural como un factor de cambio en los rituales funerarios católicos; doble perspectiva que es geográfica: una en Jujuy y otra en La Plata. Para la Iglesia Católica, en Jujuy, los cambios, de acuerdo a las entrevistas, tienen que ver con las tradiciones del lugar, que están muy arraigadas, y que de alguna manera se «cuelan» en los rituales funerarios. La fundamentación antropológica de este planteo puede desembocar en otra investigación, por lo que en este momento no se hará hincapié en ello. Pero sí se puede realizar una observación, ya que lo que se plantea en las entrevistas en este punto tiene que ver con la visión y las expectativas de la Iglesia Católica, puestas en el desarrollo de un ritual funerario de características católicas. Frente a rituales funerarios que incorporan en su estructura y desarrollo otras entidades y relaciones, se registran otros patrones no previstos por la visión de la Iglesia: en muchos casos se trata de prácticas que encuentran sus raíces en momentos anteriores a la influencia católica en esas zonas.
            Los entrevistados asumen que por un lado la Iglesia Católica ha incorporado cuestiones que perdieron sentido para los creyentes con el correr del tiempo. Por otro lado, se plantea que los cambios concretos en los últimos veinte años tuvieron que ver con la tendencia a la negación de la muerte y con que «nos hemos yankeezado mucho [+en la práctica] (=de los rituales funerarios)», como afirma el padre Luis. En algunas entrevistas se hace referencia a cómo en otros países (principalmente Estados Unidos) se trata de negar la muerte a partir de la aplicación de maquillaje a los y las difuntos/as, y se ha convertido a los velorios en «fiestas sociales». Ya no se realizan los velorios en las casas, sino en casas velatorias, y no se vela toda la noche a los difuntos. En una entrevista se plantea que todos estos cambios, que han tenido lugar de forma progresiva en los últimos años, se están dando en Argentina, y tienen que ver con «sacarme el muerto de encima lo antes posible». Esta otra perspectiva es la que surge de las entrevistas que se realizaron en La Plata.
            Los motivos, entonces, también son espaciales (geográficos), y según algunos sacerdotes entrevistados se relacionan con las tradiciones presentes en esos lugares.
            Los cambios en estos rituales, según las entrevistas, pueden también tener que ver con una cuestión de elección previa por parte del difunto o la difunta. Puede dejar manifestado en vida su deseo de ser cremado/a, lo que ha sido aceptado por el catolicismo (como se verá con el desarrollo del sub eje Cremación). La elección o preferencia de la celebración de ciertos rituales y no de otros tiene relación con las tradiciones de cada lugar.
            La Iglesia Católica, evocada aquí por las voces de los sacerdotes entrevistados, es consciente de que genera y produce cambios en los rituales funerarios. Los cambios se introducen a través de los sacerdotes y los obispos, y ellos mismos son los encargados de hacer que los fieles se acostumbren a ellos. Los cambios oficiales (como aquí se decide nombrar a los que impone la Iglesia Católica) generados a partir de la reforma última del Vaticano, tuvieron como objetivo clarificar el proceso de la muerte cristiana (entre otros objetivos más amplios).
            La relación de la Iglesia con los fieles, intenta sellarse a partir de pactos que se generan (de acuerdo al discurso de los sacerdotes entrevistados) para su implementación. Resulta aquí importante resaltar dos palabras, que además son conceptos que han permitido servir de base lexemática para generar dos sub ejes dentro de los ejes Ritual Funerario - Religión Católica - Cambios - Causas - Iglesia, y son: Adaptación e Integración. La Iglesia sostiene que, como institución, ha tenido que adaptarse a los rituales, a las ceremonias y a la religiosidad popular, propios de cada zona. Pero también se plantea que los cambios son aceptados «en concomitancia con la adecuación que la Iglesia realiza de ellos» en cada lugar. Continuando con esta lógica, lo que se produce allí es entonces una integración entre lo que existe en la región y lo que la Iglesia propone, actividad que está a cargo del sacerdote. Esa integración, al igual que la adaptación, ha generado nuevas formas, transformaciones, cambios en las ceremonias y rituales funerarios.
            En un tercer lugar aparece otra categoría relacionada con las de Adaptación e Integración: la Validación. La Religión Católica toma como válidos algunos cambios, los acepta, al mismo tiempo que produce las adecuaciones de los rituales en cada lugar y región. Adaptación, Integración y Validación, son tres categorías que permiten caracterizar lo que en este trabajo se define como Operatoria de la Iglesia para la hibridación de rituales funerarios.
            Un tema particular que ha surgido en las entrevistas, y que reviste un carácter de importancia, es el de la cremación. Según los sacerdotes entrevistados éste es uno de los últimos grandes cambios que la Iglesia aceptó. Varios motivos propiciaron esto, y el temblor de México de 1985, que dejó un gran saldo de víctimas, fue uno de ellos, según un sacerdote entrevistado (2). En el presente la cremación es una opción en el catolicismo, quedando atrás la sanción de excomunión por cremación antes vigente. Esta voluntad es reconocida como válida por la Iglesia si se deja por escrito antes de morir, y se argumentan motivos «higiénicos y prácticos» para su elección, de acuerdo a lo que contara el padre Fernando. En una entrevista se identifica al origen de la cremación con la masonería, históricamente enfrentada a la cristiandad. La Iglesia no acepta la posesión de las cenizas de un cuerpo cremado en los domicilios particulares ni su esparcimiento en ningún lugar, sino que solicita que sean depositadas a perpetuidad en un cinerario. Es importante destacar que en las entrevistas realizadas en Jujuy no se hizo referencia a la cremación, sólo en las realizadas en La Plata.
            Como se sostiene en el sub eje vinculado a las estaciones del ritual de las exequias, un cambio identificado en esta estructura es la incorporación de una misa propia para los niños y niñas fallecidos/as.
            Los principales cambios generados en los rituales funerarios católicos, han tenido que ver con el segundo Concilio del Vaticano (finalizado en 1965), denominado Vaticano II. Los motivos de este Concilio son muy complejos y éste no es el lugar adecuado para profundizarlo (ni el objetivo del trabajo), pero tiene relación con modificaciones que la Iglesia puso en marcha en relación a sus rituales funerarios y a la manera de entender a la muerte. Entre otros, los cambios más importantes introducidos por esta reforma, son la celebración de la misa en la lengua propia del lugar, y la revisión de los ritos de exequias. Según lo que cuenta el padre Luis se pasa de un «temor terrible a la condenación y al juicio, a la esperanza que da la seguridad de saber que si Jesús murió, nosotros también vamos a morir». Los textos católicos se vuelcan hacia una visión de esperanza de resurrección después de la muerte, una visión de despedida, y se refuerza la posición de fe. Se cambia el negro por el color morado en las prendas sacerdotales, color que es indicativo de la penitencia.
            El objetivo principal del ritual funerario para la Iglesia Católica, es la despedida del difunto. A través de éste se realiza la última despedida, antes de que sea sepultado. Otra postura es que se hace honor al difunto a través del ritual. Esta última recomendación y despedida está relacionada con la Eucaristía, en el catolicismo. La importancia del ritual funerario reside en que se pide a Dios por la misericordia de esa persona, y se propone consuelo basado en la esperanza en la vida eterna.
            Los rituales funerarios católicos están normados por la Iglesia. Esta normativa está expresada en el Ritual de las Exequias, que es parte integrante del Ritual Romano de los Sacramentos. El deber del sacerdote es el de «avivar la esperanza de los que asisten al rito», según relataron sacerdotes de La Plata y Jujuy. Estos rituales son complejos, y consideran también la misa llamada exequial. Existen otras costumbres, además de las tres etapas o estaciones a las que se hizo referencia, que prolongan estos ritos, y son: las misas de mes y cabo de año, que tienen que ver con el deseo de que la persona fallecida descanse en paz; las misas pro populo (o por el pueblo) que se celebran todos los domingos y a través de las cuales se recuerda a todos los/las que murieron dentro del radio parroquial y desde la fundación de la parroquia correspondiente; las misas gregorianas, son treinta misas que se realizan para pedir por el eterno descanso de esa persona, y las novenas. Las misas gregorianas, de acuerdo a la percepción de los entrevistados están dejando de ser habituales en Argentina, y su desaparición indicaría otro cambio.
            El motivo por el que se ora en el ritual funerario católico es el perdón de los pecados. Por lo tanto el cambio en los rituales funerarios está relacionado con la posibilidad de ser o no ser perdonado, de acuerdo con esta religión, luego de morir.
            La purificación del difunto se realiza a través del sacrificio eucarístico.
            Todos estos conceptos que fueron desarrollados en estos apartados (y que en las redes constituyen sub ejes) se desprenden de, y están relacionados con, el de ritual funerario. Su principal importancia reside en la despedida del difunto y en el acto de pedir a Dios misericordia para esa persona recientemente fallecida.

Resultados: Los cambios identificados. Algunas discusiones

            El análisis semiótico de las entrevistas, y la interpretación de las redes que permiten relacionar diferentes conceptos y contrastarlos, ha facilitado la identificación de algunos cambios que la Iglesia Católica considera que se están produciendo en los rituales funerarios. Es indudable que muchos cambios, los más notables, surgieron a partir del Segundo Concilio del Vaticano, impulsando una postura diferente de la Iglesia al considerar, o mejor, interpretar la muerte de otra manera, de una forma menos aberrante y relacionada con la posibilidad de vida eterna. Pero las transformaciones no dejan de tener lugar, y de hecho hay muchas que se producen en la actualidad y son identificadas por la Iglesia Católica.
            Como la religión deposita muchos sentidos en la muerte (el más importante: de acuerdo a cómo sean juzgadas las personas después de la muerte, se les concede vida eterna en «gloria» o en «condenación»), la muerte en tanto acontecimiento resulta clave en esta religión. Por un lado se asocia a la resurrección, a la vida después de la muerte: siempre habrá algo más allá. Como ya se analizó (en la red muerte) lo que aquí se produce es la separación del alma del cuerpo. Un tercer concepto se incorpora para que se produzca la vida eterna: el de la Fe cristiana.
            La muerte tiene muchas implicancias en la religión, pues es el momento de medir y evaluar la calidad de los pecados, de que las personas sean juzgadas por ellos, y de tener la posibilidad de acceder a la vida eterna. Por ello es considerado como un paso: la metáfora que aparece en las entrevistas es la de la muerte como una puerta; hay un antes materia, cuerpo, limitación, que después de la muerte se convierte sólo en alma, sin materia (o conformada por alguna otra materia desconocida), eternidad. Los sacerdotes consideran a la muerte como un ritual de paso, y así quedó definida en el análisis discursivo.
            El ritual de las exequias implica la realización de una gran cantidad de actividades vinculadas a la despedida del difunto y a elevar votos para solicitar el cuidado del alma, actividades que lo convierten en un ritual muy complejo. Esto también refleja la importancia que se le concede a este acontecimiento en la religión referida. Los cambios identificados, principalmente y en relación al ritual funerario en su complejidad, tienen que ver con la supresión de algunas etapas, o de esas estaciones previstas por la religión católica: la estación en el domicilio del difunto, la estación en la iglesia y la final, en el cementerio. La estación en el domicilio ha pasado a ser la estación en las salas funerarias, principalmente, donde se cierra el cajón y el sacerdote interviene momentos antes, rezando. La estación en la Iglesia ha desaparecido. Y la estación final, en el cementerio, a veces se realiza y otras no. Thomas considera de manera positiva la aparición de las casas velatorias, porque sin ellas el hombre urbanizado no podría «celebrar funerales decentes, que constituyen para el sobreviviente un medio de equilibrio indiscutible» (Thomas, 1983:323).
            Como se presentó en el apartado anterior, son diversas las causas que se identifican, o, para expresarlo con mayor propiedad, que la Iglesia Católica adjudica a los cambios en los rituales de exequias. El factor principal, confluyente (común en la mayoría de las entrevistas) es el cultural, vinculado a las tradiciones diferentes a la católica, y que remiten a lugares geográficos particulares. Es notable que los sacerdotes de Jujuy hicieran referencia a este tema, y no de manera tan directa en la ciudad de La Plata.
            En relación al ritual funerario y las formas de preparación del cuerpo, o la conservación de éste por más o menos tiempo, la cremación aparece como un gran cambio que la iglesia católica ha aceptado en los últimos tiempos. Esta opción resuelve la falta de espacio y capacidad de los cementerios, lo que en este trabajo se plantea como la justificación que la Iglesia ha utilizado para aceptarla. El de la falta de espacio y capacidad en los cementerios no es un tema nuevo, y aparece en la bibliografía especializada. Por ejemplo: «[…] la cremación resuelve el problema de los cementerios sobresaturados de las grandes ciudades donde la apropiación privada de la concesión en el cementerio le plantea al urbanista problemas muy difíciles: la modesta urna que contiene las cenizas sólo ocupa un lugar muy reducido» (Thomas, 1983:319). Pero es más pequeño que el lugar que ocupan estas mínimas urnas el espacio que la religión católica establece como válido para la contención de las cenizas: el cinerario. A pesar de que las referencias a la cremación no aparecieron en las entrevistas realizadas a sacerdotes en Jujuy, debe decirse que ésta no es un fenómeno que esté vinculado solamente a las grandes ciudades, pues no sólo se presenta en La Plata, sino también en el noroeste argentino, donde, si bien el proceso de difusión de esta práctica es más lento, aún así, están empezando a diversificarse los crematorios. Según Thomas (Ibíd.) la incineración permite modificar las velocidades de combustión: de una lenta en el suelo, a otra rápida por el fuego. Diferentes procedimientos técnicos permiten lograrlo, pero más allá de estos procedimientos (que van cambiando en el tiempo hasta llegar a pensarse en el láser como herramienta) el autor hace hincapié en el cambio de sentido de esta práctica que no conserva ni la idea de sanción ni la de purificación. Si bien el autor está hablando de otras latitudes, esta consideración también puede ser causa de reflexión en relación a la forma de entender o de aceptar la cremación por parte de la Iglesia Católica (por lo menos en Argentina). La persona que elige ser cremada no será excomulgada si deja una justificación por escrito de esta elección (por supuesto, antes de fallecer), y argumenta motivos de higiene y practicidad. No aparece ninguna fundamentación (al menos en lo analizado en las entrevistas) en relación a lo espiritual, a la purificación, o a lo que sucede con el cuerpo o el alma al elegir la cremación. Thomas agrega: «Se busca más bien un medio rápido, eficaz, científico, de desembarazarse del cadáver en las condiciones óptimas de higiene y seguridad, evitándose así el horror de la tanatomorfosis» (Thomas, 1983:319).
            De acuerdo a lo que relatara el padre Miguel (de La Plata) una explicación para los cambios actuales en los rituales funerarios tiene que ver con la necesidad de «sacarme el muerto de encima lo antes posible». En ese momento el sacerdote no hablaba explícitamente de la cremación, sino de los cambios a nivel general, que las sociedades latinoamericanas están incorporando a partir de modelos estadounidenses y europeos (la negación de la muerte, el maquillaje de los muertos, la celebración de un velorio como una fiesta). Lo contradictorio en la aceptación de la cremación por parte de la Iglesia Católica es que su práctica se acepta sin castigos si se justifica por lo mismo que dice Thomas, por cuestiones de «higiene y practicidad». Entonces la Iglesia, por un lado cuestiona la actitud de «sacarse el cuerpo de encima», pero por otro lado justifica la cremación desde un lugar que no es muy diferente. La cremación no está justificada por ningún motivo espiritual o algo parecido. Esta decisión podría interpretarse como cercana a la que la propia Iglesia Católica reprocha: «desembarazarse del cadáver».
            Thomas (1983:320), a propósito de la práctica de la cremación, sostiene: «Se puede invocar una tercera razón: la negativa a sobrevivir. Es precisamente por esto que los francmasones y los «racionalistas» preconizaban esta técnica, que para los cristianos tuvo que esperar». La identificación de la práctica crematoria con los masones es hoy todavía algo que está presente, e incluso apareció en las entrevistas. El padre Miguel cuenta: «La cremación nació como un acto absolutamente masónico contrario a la fe católica para decir nada existe, déjense de macanas que después que nos morimos no pasa nada, por eso quemamos los cadáveres como si fueran basura, porque somos eso».
            En relación a los conceptos de: adaptación, integración y validación, surgen algunos nuevos cuestionamientos: ¿qué es lo que la iglesia adapta, en tanto entidades y relaciones, a los rituales que tienen que ver con otras tradiciones? ¿Qué es lo que se integra y a qué rituales? ¿Por qué la Iglesia Católica tiene que validar? Esto lleva a considerar que los cambios no sólo se dan en el sentido establecido, de que son los rituales funerarios católicos los que están cambiando, sino que también se dan en otra dirección: la Iglesia Católica ejerce influencia sobre rituales tradicionales, que resulta en la implementación de cambios en esos rituales funerarios tradicionales. Por el momento esto no puede plantearse más que como una hipótesis de trabajo, pues la investigación amerita un desarrollo mucho más profundo. Pero como se planteó anteriormente, se considera que estas categorías (adaptación, integración y validación) podrían implicar una operatoria de la iglesia católica en pos de generar cambios en los rituales funerarios tradicionales que los vuelvan «más católicos», para caracterizarlo de alguna manera. Lo que permite realizar tal propuesta es la concepción del cambio que se recupera de las entrevistas; los cambios son aceptados «en concomitancia con la adecuación que la Iglesia realiza de ellos» en cada lugar. Lo que también debe considerarse en estos casos es que la iglesia necesita de una operativa como esta, ya que al difundirse encuentra resistencias en las tradiciones y costumbres diferentes a las previstas por esta religión.
            Estas cuestiones consideradas son las que habilitan a trabajar bajo otra hipótesis, sostenida, principalmente, por la postura que la iglesia católica va estableciendo, y que podría enmarcarse en el debilitamiento de las religiones en general: una disminución de la fe cristiana que puede traducirse en una amenaza para la estructura religiosa toda. Thomas (1983:324) plantea que cuando se cuestionan las diferentes prácticas tradicionales vinculadas a la muerte, al difunto y a los rituales se encuentran y chocan, con «resistencias, que existen aún a pesar de quien las experimenta, y que tomarán aspectos diferentes según que se formule una crítica teórica de las prácticas tanatológicas, o que el sujeto esté viviendo un duelo.». Manifiesta que las críticas pueden estar influidas por diferentes motivos (como el afectivo) que se ponen en evidencia a partir de diferentes discursos: el verbal, el gestual, el comportamental.
            Como se puede ver, los cambios están presentes, las transformaciones se generan como procesos, y continúan vigentes aunque se vengan identificando desde hace un tiempo.

CONCLUSIONES

            Los cambios que se identificaron en los rituales funerarios católicos tienen que ver con una serie de transformaciones que se vienen dando en relación a cómo considerar a la muerte. Thomas (1983:318) hace referencia a unos orígenes de estos cambios, y citando a Foucault (en referencia a «El Nacimiento de la Clínica»), sostiene que se produce un cambio en la medicina positiva del Siglo XVIII, la que pasa «de una muerte-padecida a la muerte-estudiada». Es este cambio el que permite comenzar a abrir diferentes sentidos en relación con la muerte. Una medicina que ya no postulaba a la muerte como algo terrorífico, o dado por fuerzas específicamente naturales, desconocidas, sino que comienza a abordarla desde una perspectiva más científica, la que surge por una «necesidad de saber»: «No sólo la actitud con respecto al cuerpo y a la enfermedad variaron, sino que también otros comportamientos vieron transformarse su sentido: y si se mantuvieron, no fue por las mismas razones de antes» (Ibídem). El autor en cuestión identifica una serie de procesos que han sufrido modificación, tales como el arreglo del difunto, la incineración (con cambios técnicos pero también, y sobre todo, de sentido), las técnicas de preservación, la exposición del cadáver (con el nacimiento de los Funeral Home), entre otros.
            Muchos de estos cambios han ido apareciendo a lo largo de este trabajo, en conjunto con la información provista por el análisis de las entrevistas, haciendo referencia a un periodo más actual.
            No sólo se identificaron algunos cambios, sino que también se pudo rastrear cuáles son las causas que la Iglesia Católica adjudica a éstos. El análisis ha permitido caracterizar la postura que esta institución tiene frente a los rituales funerarios (principalmente cuando se corresponden con otras tradiciones o creencias), y se han abierto hipótesis que permitirán guiar la continuidad de la investigación que aquí se ha presentado.
            Pero, ¿qué se está explicando con el análisis de los cambios en los rituales funerarios? En el caso de esta investigación no sólo se explican las transformaciones en el orden y las etapas de los rituales, que se traducen en diferentes interpretaciones de la muerte, sino también la identificación de sus causas, lo que repercute en el análisis institucional de la Iglesia católica en la actualidad.
            Este trabajo ha permitido caracterizar al ritual funerario católico, o ritual de las exequias, como un ritual muy complejo, que se desarrolla en el corto tiempo (con el ritual específico para la despedida del/de la difunto/a) pero también en el largo plazo (con las misas conmemorativas de mes y año que esta institución prevé), etapas que están establecidas de manera formal por el ritual de las exequias.
            Según el análisis, algunos cambios de los que habla la Iglesia Católica, principalmente cuando hace referencias a otras comunidades, en realidad no son cambios, sino que se trata de formas rituales pre-existentes, que no se corresponden con los patrones previstos por esa institución. Esta reflexión tiene lugar a partir del análisis de la justificación de los cambios y las causas que se les atribuye en los discursos analizados, y a partir de la relación conceptual que se dejó establecida en el eje Ritual Funerario y los sub ejes que se despliegan y permiten mostrar la relación entre los conceptos: Religión católica - Cambios - Cusas - Culturales. Esta reflexión va más allá del análisis ritual propiamente dicho, y transparenta la vigencia de un contexto institucional, aquél al que Turner (1990) se refiere, y al que aconseja no desatender. El contexto en este trabajo no se ha estudiado en profundidad, pero va mostrando su incidencia (por lo que se lo puede entender como una de sus limitaciones).
            Otro punto que no se ha desarrollado en profundidad, pero sí se ha mencionado y es igualmente importante, es el que tiene que ver con el abordaje metodológico del ritual funerario. Esto constituye una limitación metodológica. Como se propone llevar adelante ese análisis desde la semiótica indicial (de acuerdo a los desarrollos de Magariños de Morentín, 2003) es necesario considerar la formalización de las operaciones de esta semiótica particular, que ha encontrado sus límites, por lo que se vuelve otro desafío que la investigación debe afrontar.
            Con todo lo hasta aquí expuesto, se considera que es posible afirmar que los cambios y las transformaciones son inherentes a la naturaleza humana, y tienen que ver con su historia, por lo que continuarán sucediendo. Ésta es la base a partir de la cual Magariños (2008:157) establece las tres operaciones básicas de la semiótica, citadas al principio del trabajo (atribución, sustitución y superación). Una investigación como la que se plantea en estas líneas apunta a identificar los cambios en los rituales funerarios en ese sentido, considerando la posible superación de contradicciones que puedan generar una nueva forma del decir acerca de la muerte.
            Los cambios serán múltiples, y en diferentes direcciones (se pueden considerar los estudios sobre la muerte y las nuevas tecnologías, como, por ejemplo, aquellos que abordan el fenómeno en la red social Facebook), y se vuelven así inevitables, ya que los seres humanos (disponiendo de su facultad semiótica) proyectan interpretaciones en todos los fenómenos sociales, dándole sentido hasta a aquello que, para algunas personas, implica la absoluta negación a todo: la muerte.

Notas

1) Esta investigación tiene como marco el Proyecto «Cementerios urbanos. Comunidad, ideología y modos funerarios», con lugar de trabajo en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), y bajo la dirección de la Dra. Carlota Sempé
2) El sacerdote no hizo referencia a lo que podría considerarse, como mínimo, un antecedente importante que Thomas (1983:320) refiere a propósito de la técnica de la cremación: «(…) los francmasones y los «racionalistas» preconizaban esta técnica, que para los cristianos tuvo que esperar -aunque fue autorizada legalmente desde el 15 de noviembre de 1957 hasta 1964, con el Papa Juan XXIII».

BIBLIOGRAFÍA

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