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Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy

versão On-line ISSN 1668-8104

Cuad. Fac. Humanid. Cienc. Soc., Univ. Nac. Jujuy  no.53 San Salvador de Jujuy jan. 2018

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Habilidades sociales, comportamiento agresivo y contexto socioeconómico. Un estudio comparativo con adolescentes de Tucumán (Argentina)

(Social skills, aggressive behavior and socioeconomic contex. A comparative study with adolescents of Tucuman (Argentina))

Silvina Valeria Caballero*, Norma Contini de González*, Ana Betina Lacunza*, Sergio Mejail* y Paola Coronel*

* Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Psicología. Correo Electrónico: silvinavaleriacaballero@gmail.com

Resumen

Las habilidades sociales (HHSS) son comportamientos sociales que favorecen la competencia social. Los comportamientos agresivos evidencian déficits en la efectividad de las interacciones sociales. El propósito del estudio fue comparar las HHSS y el comportamiento agresivo de adolescentes escolarizados de 12 a 17 años, de diferente Nivel Socioeconómico (NSE) del Gran San Miguel de Tucumán (Argentina). Se trabajó con un diseño no experimental, transversal-descriptivo. La muestra intencional fue de 1208 adolescentes. Se empleó la Batería de Socialización BAS-3, el Cuestionario de Conducta Antisocial CC-A y una encuesta sociodemográfica. Se empleó r de Pearson y t de Student para grupos independientes. Un 18% de adolescentes presentaba comportamientos agresivos, aunque el NSE no afectaba dichos comportamientos. Los adolescentes de NSE bajo referían más habilidades de autocontrol y liderazgo que sus pares de NSE alto. Sin embargo, este grupo también mostraba déficits de retraimiento y ansiedad social/timidez. Se observó que los adolescentes más agresivos se percibían con menos habilidades de consideración con los demás y autocontrol. Los resultados proveen información valiosa a nivel local para diseñar programas de promoción de habilidades sociales asertivas.

Palabras Clave: Adolescentes; Comportamiento Agresivo; Habilidades Sociales; Nivel socioeconómico.

Abstract

Social skills are social behaviour which contributes to social competence. Aggressive behaviour shows deficiencies in the effectiveness of social interactions. The aim of this study was to compare social skills and aggressive behaviour in a group of 12- to 17-year-old adolescents from different socioeconomic levels (SEL) who attend school in the Great San Miguel de Tucumán (Argentina). A non-experimental cross-sectional descriptive design was used. The purposive sampling was 1208 adolescents. The BAS-3 Socialization Battery, the Antisocial Behaviour Questionnaire (CC-A) and a sociodemographic survey were used. Pearson’s r and Stutent’s t were used in independent groups.18% of adolescents showed aggressive behaviour, even though the SEL did not affect such behaviour. Adolescents of low SEL showed more self-control and leadership skills than their peers with high SEL. However, this group also presented deficits in isolation and social anxiety/shyness. Those adolescents who were more aggressive appeared to have poorer skills of consideration with others and self-control. The results provide useful information for the local area to design programmes that improve assertive social skills.

Keywords: aggressive behavior; social skills; socioeconomic level; teenagers.

Introducción

Las habilidades sociales son comportamientos de tipo social, disponibles en el repertorio de una persona, que contribuyen a su competencia social, favoreciendo la efectividad de las interacciones que éste establece con los demás (Del Prette y Del Prette, 2008). Si bien se trata de un constructo complejo, existe consenso respecto a considerarlas como comportamientos aprendidos (Monjas Casares, 2002), que favorecen las relaciones positivas (Segriny Taylor, 2007), incrementan la posibilidad de refuerzo social y la resolución de problemas sin agresividad (Reyna y Brussino, 2011). Expresan sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos del sujeto de un modo adecuado a la situación (Caballo, 2005). Su desarrollo se inicia con el nacimiento y, tal como plantea Monjas Casares (2002) se configuran progresivamente a lo largo de la vida, dependiendo de la cualidad de la interacción del sujeto con su ambiente.

Los déficits en habilidades sociales se configuran, según Gresham (1981), por dificultades en la adquisición de comportamientos sociales. Por ejemplo, los comportamientos agresivos pueden surgir, entre otros motivos, por una interferencia en el procesamiento cognitivo de la información social, por una expresividad temperamental inhibida o desinhibida (Caballo, 2005) que condiciona la receptividad social, por la influencia de rasgos de personalidad (como baja estabilidad emocional o alta dureza emocional) (Gil Carvalho y Ferreira Novo, 2013) o por las experiencias de aprendizaje (Argyle, 1969). De modo que las disfunciones en los HHSS, tales como los comportamientos agresivos, surgirían por condiciones ambientales inadecuadas o restrictivas para su aprendizaje (Del Prette y Del Prette, 2005).

La agresividad es una cualidad que se asocia a destrucción o violencia (Imáz Roncero, González Gallego, Geijo Uribe, Higuera González y Sánchez Lorenzo, 2013) ya sea hacia sí mismo o hacia los demás (Swann, 2003). La conceptualización de este constructo comenzó bajo la polaridad innato-aprendido, en la actualidad se observa un giro conceptual que considera interdependientes múltiples factores tales como los personales, familiares, educativos y sociales (Contini, 2015). Esta mirada multidimensional pone de manifiesto la necesidad de abordar el estudio de este déficit de las HHSS desde distintos abordajes teóricos. En este trabajo se hará referencia al Modelo de Achenbach (2008), el Modelo Jerárquico de la Socialización (Silva Moreno y Martorell-Pallás, 1991) y el Modelo Ecológico de Bonfrenbrenner (1979) como aproximaciones explicativas de los comportamientos agresivos.

Dichos comportamientos son uno de los indicadores de los trastornos externalizantes, categorizados por el modelo taxonómico de Achenbach (2008). Este modelo incluye dos regularidades dentro de los comportamientos sociales: internalizantes y externalizantes (Achenbach y Rescorla, 2012). Los primeros reflejan un modo desadaptativo de resolver conflictos, en el sentido de que la expresión de estos es de orden interno (inhibición, alteraciones en el pensamiento, desarrollo y autonomía; retraimiento, depresión y ansiedad) (Coronel y Contini, 2015). De modo que pone de manifiesto la vivencia de tensión psicológica en el propio sujeto, síntomas de angustia, depresión y estados alterados de ánimo. Su antagónico, polo externalizante, engloba comportamientos asociados a la expresión de conflictos emocionales hacia fuera, es decir, exteriorización de la agresión o descarga impulsiva. Esta dimensión se relaciona con agresividad, déficit de atención, hiperactividad y conducta desorganizada.

Desde el Modelo Jerárquico de la Socialización (Silva Moreno y Martorell-Pallás, 1991) se propone dos dimensiones explicativas de los comportamientos sociales: a) conducta prosocial vs. antisocial y b) sociabilidad vs. baja sociabilidad. Dentro de esta propuesta la Consideración con los demás, Autocontrol y Liderazgo estarían incluidos en la conducta prosocial y los comportamientos agresivos se ubicarían en el polo antisocial (bajo autocontrol) formado por un menor nivel de autocontrol en las relaciones sociales. Mientras que en el polo de baja socialización se ubican las dificultades de tipo internalizantes, es decir, Ansiedad Social/Timidez y Retraimiento.

El contexto familiar es el primero que vehiculiza los comportamientos sociales (por ejemplo, cómo y cuándo saludar, a quienes), a través de diversos mecanismos de socialización. Esta estructura (familia) es la primera de un conjunto de estructuras seriadas y estructuradas en diferentes niveles, en donde cada uno contiene al otro (Bronfenbrenner, 1979). Tal como se propone desde el Modelo Ecológico la familia es el microsistema del individuo; supone patrones de comportamiento, roles sociales, objetos y símbolos específicos que están influenciado por una posición económica y social (exosistema y macrosistema). Diversas investigaciones han analizado la relación entre la dinámica familiar y los comportamientos sociales. Frías- Armenta, López- Escobar y Díaz-Mendés (2003) trabajando desde este Modelo con adolescentes escolarizados de México encontraron que los entornos familiares disfuncionales explican, generan y mantienen la conducta antisocial al tiempo que están directamente influenciados por el resto de los sistemas (meso, exo y macrosistema). Arias Gallego (2013) plantea que los factores sociales y de crianza, actúan sobre bases biológicas, agudizando la agresividad que puede traducirse en antisocialidad. Belsky (2005) sostiene que la familia como microsistema, es la principal influencia en cuanto al desarrollo psicológico de niños y adolescentes, esto supone que la sensitividad de los padres en la crianza promueve la seguridad en los hijos, mientras que el control coercitivo o altos niveles de conflicto entre los padres se asocian a conductas antisociales.

Por su parte la posición económica y social en la cual se encuentran los grupos familiares influyen directamente en los mismos. Esta posición conocida como nivel socioeconómico (NSE), incluye datos objetivos (como el nivel educativo y los bienes de consumo) y una percepción de identidad de clase, de actitudes y estilos de vida (Rahman, Bairagi y Dey, 2014). Gallo & Mathews (2003) plantean el Modelo de Capacidad de Reserva para analizar la influencia del NSE sobre la salud; parten de la premisa de que los entornos estresantes y positivos se distribuyen de modo desigual según el NSE. Las personas de NSE Bajo presentarían una exposición más frecuente a riesgos, amenazas y conflictos cotidianos que sus pares de otros NSE. A su vez el contexto influiría negativamente en la interpretación cognitiva de estas situaciones generando comportamientos de mayor hostilidad o ambigüedad social.

Las investigaciones respecto de la influencia del NSE y los comportamientos agresivos y antisociales presentan resultados discordantes (Piotrowska, Stride, Croft y Rowe, 2015). Esto puede deberse a la heterogeneidad del concepto como a los aspectos metodológicas para su medición. Sin embargo, la evidencia señala que los adolescentes en condiciones de vulnerabilidad social presentan una mayor exposición a factores de riesgo que se traducen en mayor incidencia de problemas de conducta, rendimiento escolar y posiblemente en la vida adulta una mayor prevalencia de conductas delictivas (Diamond, 2012).

Amone-P’olak, Burger, Huisman, Oldehinkel y Ormel (2011) evaluaron a 2149 adolescentes de municipios urbanos y rurales de los Países Bajos. Encontraron que tanto el NSE bajo de las familias como la psicopatología parental eran predictores de problemas externalizantes en los participantes. Rivera y Cahuana Cuentas (2016) trabajando con adolescentes escolarizados de 13 a 17 años de Perú no encontraron asociación significativa entre problemas económicos familiares y comportamientos antisociales. Sin embargo observaron diferencias significativas acorde al sexo de los participantes. Los varones presentaron mayores comportamientos agresivos que las mujeres. Por otro lado Redondo Pacheco y Guevara Melo (2012) al estudiar conductas prosociales y agresivas en adolescentes escolarizados de Colombia encontraron que las mujeres exhibían mayores comportamientos prosociales y los varones de tipo antisocial. En el ámbito local, Contini, Lacunza y Esterkind (2013) analizaron las habilidades sociales de adolescentes, de 11 y 12 años, urbanos (NSE bajo y alto) y rurales (NSE bajo) de Tucumán (Argentina). Encontraron que los adolescentes urbanos de NSE alto referían mayor Consideración por los otros comparados con sus pares urbanos y rurales de NSE bajo. Recientemente, Lacunza y Contini (2016) hallaron trabajando con adolescentes, de 12 a 14 años de diversos NSE, que los que pertenecían a NSE bajo y pobreza extrema mostraban más habilidades de Liderazgo que sus pares de otros NSE. Sin embargo, estos adolescentes también referían baja socialización representada por Retraimiento y Ansiedad Social/timidez.

Como la adolescencia es un periodo clave en el desarrollo del sujeto, resulta relevante investigar los déficits en las HHSS, ente ellos el comportamiento agresivo, en adolescentes de distintos contextos socioeconómicos a fin de identificar la incidencia de éste en dichos comportamientos. Con el propósito de arrojar evidencia empírica al respecto, los objetivos del presente trabajo fueron:

1- Comparar las HHSS de adolescentes escolarizados de diferentes niveles socioeconómicos (NSE) del Gran San Miguel de Tucumán.

2- Comparar el comportamiento agresivo de adolescentes escolarizados de diferente NSE del Gran San Miguel de Tucumán.

3- Comparar las HHSS y el comportamiento agresivo asociando NSE, sexo y edad de adolescentes escolarizados del Gran San Miguel de Tucumán.

Se partió de las siguientes hipótesis:

1- Las HHSS difieren según NSE en los adolescentes escolarizados del Gran San Miguel de Tucumán.

2- El comportamiento agresivo difiere según NSE, sexo y edad en los adolescentes escolarizados del Gran San Miguel de Tucumán.

3- Los déficits en las HHSS se asocian significativamente a los comportamientos agresivos de los adolescentes escolarizados del Gran San Miguel de Tucumán.

Método

Diseño: Se trató de un estudio comparativo-correlacional de tipo transversal; con un muestreo no probabilístico–intencional basado en la administración de cuestionarios autoadministrables. Se consideró como variable dependiente principal la agresividad y como variables de agrupación sexo, edad y NSE. Las HHSS fueron utilizadas en los diferentes análisis estadísticos cumpliendo la función de variable dependiente en algunos casos y como variables de asociación en otros.

Participantes: La población objeto de estudio corresponde a adolescentes de escuelas de distintos niveles socioeconómicos (NSE) del Gran San Miguel de Tucumán (Tucumán, Argentina). La muestra intencional quedó conformada por 1208 adolescentes, con edades entre 12 a 17 años. El NSE Bajo estuvo conformado por 739 participantes mientras que el NSE Alto se constituyó con 469 adolescentes (véase Tabla 1). La edad promedio fue de 14,27 años (DE= 1,71). El 21, 2% tenía 12 años y el 60 % eran mujeres. La muestra responde a una investigación llevada a cabo en Tucumán (Argentina)1.

Tabla 1. Distribución de la muestra según NSE, Sexo y Edad.

Nota: NSE: Nivel Socioeconómico; M: masculino; F: Femenino

Fuente: elaboración propia para este artículo.

Instrumentos

Encuesta Sociodemográfica: diseñada por el equipo de investigación, en la cual se consignaron datos referidos a edad, sexo, escuela, curso, lugar de residencia, composición del grupo familiar, nivel de instrucción, ocupación y edad de los padres, así como servicio de salud más utilizado. En este trabajo se informaran solo los datos referidos educación y ocupación del PSH.

Batería de Socialización BAS-3 (Silva Moreno & Martorell–Pallás, 1991): instrumento autoadministrable para adolescentes de 11 a 19 años. La prueba presenta dos opciones de respuestas (Si/No) para sus 75 ítems. Evalúa distintas habilidades sociales agrupadas en dimensiones facilitadoras e inhibidoras de la socialización: a) Consideración con los demás, b) Autocontrol, c) Liderazgo, d) Retraimiento social, e) Ansiedad Social/timidez y una escala adicional para valorar la veracidad de las respuestas: Sinceridad. Los datos psicométricos de la versión española mostraron una consistencia interna satisfactoria (α de .73 a .82 para cada escala). En tanto, el test-retest, en un intervalo de 4 meses, mostró una estabilidad temporal adecuada para Autocontrol (r= .66), Ansiedad Social/timidez (r= .61), y liderazgo (r= .61), siendo menor para consideración con los demás (r= .42) y retraimiento (r= .43). A nivel local, las propiedades psicométricas de la BAS–3 en adolescentes tempranos de San Miguel de Tucumán mostraron niveles aceptables; Consideración con los demás α = .688; Retraimiento α = .685, Ansiedad Social/timidez , α = .721, Autocontrol α = .676 y Liderazgo α = .52 0 (Lacunza, Caballero & Contini, 2013)

Cuestionario de Conducta Antisocial CC-A (Martorell y González, 1992): aplicable a adolescentes de 10 a 17 años. La prueba presenta cuatro opciones de respuesta (nunca, algunas veces, muchas veces, siempre) para sus 36 ítems que evalúan tres dimensiones del comportamiento social: a) Aislamiento, b) Agresividad y c) Ansiedad/ Retraimiento. Los datos de la versión española original muestran valores de consistencia interna satisfactoria de α .72 a .78; mientras que los de test-retest fueron de r= .68 y r= .75. A nivel local, las propiedades psicométricas de la CC-A en adolescentes tempranos de San Miguel de Tucumán mostraron niveles de fiabilidad aceptables entre .681 y .769 (Lacunza, Caballero, Contini y Llugdar, 2016).

Procedimiento

Se incluyeron instituciones educativas de gestión privada con alto costo de matrícula (al compararlas con otras instituciones educativas de igual tipo de gestión) y oferta educativa de doble jornada así como escuelas públicas, ubicadas en zonas periurbanas del Gran San Miguel de Tucumán con jornada simple de cursado e identificadas por el Ministerio de Educación de la provincia de Tucumán como escuelas con alto riesgo psicosocial. Los alumnos participaron de modo voluntario, previa firma de asentimiento informado. Sus padres firmaron el consentimiento informado, el que fue presentado a los evaluadores al momento de la administración.

Los indicadores de NSE utilizados fueron: ocupación y educación del principal sostén del hogar (PSH). De este modo la muestra quedó subdividida en dos grupos NSE Alto y NSE Bajo. La primera categoría incluyó grupos familiares con: a) trabajos estables de ocupación plena con alto nivel de calificación (Ej.: profesionales universitarios y/o directivos con personal a cargo), b) ingresos mensuales que cubran la canasta básica total (CBT) y c) con nivel educativo universitario y/o universitario de postgrado. El NSE bajo supuso: a) ocupaciones inestables de baja calificación o temporarias, sin ningún grado de especialización (Ej.: vendedor ambulante, ayudante de albañil) preferentemente con ingresos diarios o semanales, y que podían o no contar con un subsidio estatal y b) con nivel educativo primario completo o incompleto.

Análisis de Datos:

Se realizó un análisis descriptivo de variables sociodemográficas (sexo, edad y NSE) y variables específicas del estudio (HHSS y Agresividad). Se realizaron cálculos de correlación (Bivariada) entre las variables de estudio. Se estimó un análisis de varianza multivariado (Manova) con un diseño 2 (sexo = varón o mujer) x 2 (NSE = bajo o alto) x 2 (edad = adolescentes tempranos o adolescentes mayores). Las pruebas de hipótesis fueron estimadas mediante t de Student (para muestra independientes) donde las variables sociodemográficas fueron utilizadas para conformar los grupos (variables independientes) mientras que las variables analizadas (HHSS y comportamiento agresivo) fueron consideradas como variables dependientes.

Todos estos análisis fueron obtenidos del paquete estadístico IBM SPSS Statistics versión 21.

Resultados

Al comparar las habilidades sociales según el nivel socioeconómico, tal como planteaba el primer objetivo, se encontraron diferencias estadísticas significativas en las siguientes dimensiones de la BAS-3: Autocontrol(Ac), Liderazgo (Li), Retraimiento (Re) y Ansiedad Social/timidez (At). No se hallaron diferencias estadísticas significativas en Consideración con los demás (Co). Los valores promedios fueron más elevados en la muestra de NSE Bajo, tanto para las dimensiones facilitadoras (Ac y Li) de la socialización como para las inhibidoras (Re y At) (véase Tabla 2).

Tabla 2: Habilidades Sociales de Adolescentes de Diferentes Niveles Socio Económicos.

Nota: NSE: Nivel Socioeconómico; Co= Consideración con los demás; Ac= Autocontrol; Li= Liderazgo; Re= Retraimiento, As= Ansiedad Social/timidez.

*p< ,001

Fuente: elaboración propia para este artículo.

El segundo objetivo fue comparar el comportamiento agresivo según NSE, no hallándose diferencias estadísticas significativas entre los adolescentes de NSE Bajo y Alto(MNSE BAJO= 25,77, DE = 5,78,n = 733; MNSE ALTO=25,88, DE =4,58,n= 481; t(1206) = -0,37, p=,712, d= -0,11, 95% IC [-0,70, 0,48]).Tampoco se hallaron diferencias estadísticas significativas en la presencia de dicho comportamiento según sexo (MVARONES= 26,10, DE = 5,59, n = 473; MMUJERES=25,62, DE= 5,16, n = 716; t(1187) = 1,49, p = ,136, d= 1,49, 95% IC [-0,15, 1,11]) o edad (MAD. MENORES= 25,57, DE = 5,44, n = 662; MAD. MAYORES=26,13, DE = 5,20, n = 527; t(1187) = -1,80, p = .072, d = -1,80, 95% IC [-1,17, 0,05]).

Al ser la Agresividad la característica más estable de todos los factores analizados, se realizaron análisis descriptivos para buscar aportes útiles al campo de la clínica sobre esta problemática. Se consideraron valores percentilares, tomando a la misma muestra como grupo normativo. Se encontró que un 12% de adolescentes de NSE bajo y un 6% de NSE alto mostraron tales comportamientos. Bajo este criterio, un adolescente con una puntuación entre 32 y 35, se consideraría en riesgo de manifestarse con intención de infligir daño a los demás; mientras que con valores de 36 en adelante, el riesgo debe considerarse alto. Estos valores corresponderían a los percentiles 90 y 95 respectivamente.

Siguiendo al tercer objetivo, se compararon las habilidades sociales y el comportamiento agresivo asociando NSE, sexo y edad. Se llevó a cabo un análisis multivariado de la varianza (MANOVA) con un diseño 2 (sexo = varón o mujer) x 2 (NSE = bajo o alto) x 2 (Edad = adolescentes tempranos y adolescentes mayores). Se tomó el criterio de agrupar a los adolescentes en dos franjas etarias: a) menores (de 12 a 14 años incluidos) y b ) mayores (de 15 a 17 años). No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre las medias de los grupos respecto a la interacción de todas las variables independientes (Lambda de Wilks = .991, F (9, 1173) = 1.248, p = .261). Aunque si se observó interacción entre el sexo y los niveles de NSE (Lambda de Wilks = .968, F (9, 1173) = 4.251, p = .000) como en la interacción edad y NSE (Lambda de Wilks = .981, F (9, 1173) = 2.580, p = .006). Los análisis univariados respecto a la combinación de sexo y NSE mostraron que las mujeres de ambos NSE mostraron mayor sensibilidad y preocupación por los otros, respecto a sus pares varones (Co: F = 15.40, p = .000). Por su parte, al analizar la combinación edad de los participantes y NSE, se observó que los adolescentes tempranos de NSE Bajo referían mayor aislamiento social (CC-A) respeto a sus pares de NSE Alto como a los adolescentes de mayor edad de ambos contextos (F = 8.52, p = .004). En tanto, los adolescentes mayores de NSE alto mostraban menor sensibilidad social (Consideración por los demás, BAS-3) que sus pares más jóvenes del mismo NSE como del NSE Bajo (F = 4.29, p = .038).

Respecto a la combinación NSE y sexo, se observó que, en el NSE Bajo, las mujeres (MMUJERES= 5,67, DE = 2,63, n = 377) manifestaban mayor Ansiedad Social que los varones (MVARONES = 5,15, DE = 2,79, n = 356) (t(731) = -2,54, p = ,011, d = 2,60, 95% IC [-0,92, -0,12]). Por su parte, las mujeres de NSE Alto referían mayor Consideración con los demás (MMUJERES = 12,27, DE = 1,82, n = 347, MVARONES= 11,19, DE= 2,48, n=112) (t(457) = -4,42, p =,000, d = 4,50, 95% IC [-1,56, -0,60]) y Ansiedad social/timidez (At) (MMUJERES = 4,92, DE = 2,75, n = 347, M VARONES= 3,87, DE =2,42, n =112; t(457) = -3,99, p = ,000, d =4,04, 95% IC [-1,57, -0,53]) que sus pares varones del mismo NSE. Este grupo de varones informó una mayor capacidad de Autocontrol (Ac) que sus pares mujeres MVARONES= 9,07, DE = 2,71, n = 112, MMUJERES= 8,17, DE = 3,16, n = 347; t(457) = 3,04;p = ,003, d = 3,03, 95% IC [0,32, 1,50] (véase Tabla 3).

Tabla 3. Diferencias en las habilidades sociales según sexo para el nivel socio económico alto.

Nota: Co= Consideración con los demás; Ac= Autocontrol; As= Ansiedad Social/timidez.

*p< ,001

Fuente: elaboración propia para este artículo

Además se efectuó un análisis comparando las habilidades sociales entre NSE para cada uno de los sexos. Los varones de NSE Bajo mostraron mayor Liderazgo (Li) (M = 6,65, DE = 2,28, n = 356) respecto a sus pares de NSE Alto (M = 5,02, DE = 2,54, n = 122) (t(476) = 6,64, p= ,000, d = 6,56, 95% IC [1,15, 2,12]). Este mismo grupo de NSE Bajo se percibió con mayor Retraimiento (Re) (M = 3,28, DE = 2,64, n = 356) y Ansiedad social/timidez (At) (M = 5,15, DE = 2,79, n = 356) comparados con sus pares varones del NSE Alto (M = 2,02, DE = 2,95, n = 122; M = 3,87, DE = 2,42, n = 122).

En las mujeres las diferencias estadísticas entre los dos NSE fueron mayores (véase Tabla 4). Las adolescentes de NSE Bajo reportaron mayor Autocontrol y Liderazgo que sus pares de NSE Alto. Sin embargo, también presentaron un alto Retraimiento y Ansiedad Social/timidez comparadas con el grupo de mujeres de NSE Alto. Consideración con los demás fue la única escala en la que las mujeres del NSE alto puntuaron más que sus pares del NSE Bajo.

Posteriormente se hizo un análisis comparativo según NSE y edad. Se tomó el criterio de agrupar a los adolescentes en dos franjas etarias: a) menores (de 12 a 14 años incluidos) y b) adolescentes mayores (de 15 a 17 años). Dentro del NSE Bajo, los adolescentes mayores (M = 12.02; DE = 2.43, n = 301) manifestaron mayor consideración por los demás que los menores de 15 años (M = 11.56; DE = 2.78, n = 432)(t(731) = 2,37, p = .018, d = 2,58, 95% IC [0,08, 0,84]). En el NSE Alto, los adolescentes de 12 a 14 años (adolescentes menores) pusieron de manifiesto mayores habilidades para controlarse (M = 8,89; DE = 3,01, n = 238) que sus pares mayores (M= 7,90; DE = 3,07n = 231), (t(467) = -3,53, p< ,001, d = 3,54, 95% IC [-1,54, -0,44]). En la misma línea, los adolescentes más jóvenes referían mayor Liderazgo (M = 5,59; DE = 2,24, n = 238) que sus pares de mayor edad (M = 5,05; DE = 2,48n = 231), (t(467) = -2,48, p= ,014, d = 2,45, 95% IC [-0,97, -0,11]).

Finalmente se establecieron relaciones significativas entre el comportamiento agresivo y las habilidades sociales. Se calcularon coeficientes de correlación de Pearson (r) para los NSE Bajo y Alto. En el NSE Bajo se obtuvieron asociaciones significativas entre comportamiento agresivo y Consideración con los demás (r(721) = -0,28; p< ,001); Autocontrol (r(721) = -0,62; p< ,001) y Retraimiento (r(721) = 0,23, p< ,001). En el NSE alto las asociaciones significativas fueron entre comportamiento agresivo y Consideración con los demás (r(480) = -0,33; p< ,001) como Autocontrol (r(480) = -0,62; p< ,001).

Tabla 4. Diferencias en las habilidades sociales en mujeres según NSE.

Nota: NSE: Nivel Socioeconómico; Co= Consideración con los demás; Ac= Autocontrol; Li= Liderazgo; Re= Retraimiento, As= Ansiedad Social/timidez.

*p< ,001

Fuente: elaboración propia para este artículo

Discusión

El primer objetivo fue comparar las habilidades sociales de adolescentes escolarizados de diferentes niveles socioeconómicos (NSE) del Gran San Miguel de Tucumán, Argentina. Silva et al. (1997) aluden a la orientación interpersonal para referir a dichas habilidades. De este modo se está haciendo referencia a la capacidad con que cuenta el joven para vincularse con otros, expresando así lo que se conceptualizó en el Modelo Jerárquico como alta o baja socialización (Silva Moreno y Martorell-Pallás, 1991). El interés por conocer la modalidad de los comportamientos sociales en adolescentes encuentra sentido por haberse comprobado su vinculación con la calidad de vida; por otro lado son crecientes las demandas desde el campo educativo, clínico y social que dan cuenta de un aumento sorprendente de las disfunciones de los mismos, con énfasis en el comportamiento agresivo.

Al comparar las habilidades sociales (BAS 3) según NSE, se encontraron diferencias significativas en la mayoría de ellas. Los adolescentes de NSE Bajo referían mayor Autocontrol y Liderazgo que sus pares de NSE Alto. Sin embargo, este grupo de NSE Bajo también se percibía con déficits sociales, particularmente Retraimiento y Ansiedad social comparados con el grupo de NSE Alto. Respecto al Autocontrol, los adolescentes de NSE Bajo demostraron mayor capacidad para vincularse con pares y adultos, con un estilo de convivencia armónica. Esta dimensión facilitadora de la socialización se relaciona con la capacidad de Liderazgo, definida por Silva Moreno y Martorell-Pallás (1991) como la posibilidad que tiene el adolescente de generar acciones que beneficien a los demás, a tener iniciativa y demostrar ascendencia frente a su grupo. Probablemente las condiciones de vida de mayor adversidad e inclusive de carencias conduzcan a estos adolescentes a operar más en función del grupo, que individualmente. En términos de la Psicología Cultural, sería lo que se denominó colectivismo (Triandis, 2001). En cambio, los adolescentes de NSE Alto, estarían más orientados a una posición más individualista, de obtenciones personales de logros en un contexto fuertemente competitivo. Este resultado coincide con los hallazgos de Lacunza y Contini (2016) y con los de Contini et al. (2013) mostrando como los distintos sistemas que conforman el medio ambiente que rodea al individuo influye en sus interacciones sociales (Frías- Armenta, López- Escobar, Díaz- Mendés, (2003).

Si bien los estudios de asociación entre NSE y e indicadores de salud han marcado una relación simétrica, en la que a menor jerarquía socioeconómica corresponde mayor vulnerabilidad en la salud y el bienestar, el impacto del NSE es variable, dado el espectro de indicadores que lo conforman (Filippetti, 2012, Gallo, Espinosa de los Monteros y Smiriti Shivpuri, 2009). El Modelo de Capacidad de Reserva (Gallo & Matthews, 2003) permite comprender las relaciones entre indicadores de salud y el impacto del NSE en los mismos. Este modelo enfatiza que las personas de NSE Bajo presentan menos recursos intra e interpersonales de reserva para afrontar exitosamente situaciones de estrés. Esto se debería básicamente a dos razones: a) las personas de NSE Bajo están expuestas a más situaciones estresantes y b) el contexto desfavorable impide el desarrollo de habilidades resilientes. Dentro de estas capacidades de reserva podrían ubicarse a las habilidades sociales de Liderazgo y Autocontrol de los adolescentes de NSE Bajo. Estas habilidades junto a Consideración con los demás han sido categorizadas por los autores del Modelo Jerárquico (Silva Moreno y Martorell-Pallás, 1991) como facilitadoras de la socialización. Un dato muy importante es que no se encontraron diferencias significativas en la dimensión Consideración con los demás, Co (BAS 3) entre los dos grupos estudiados (NSE Alto y NSE Bajo). Es decir, en la capacidad de vincularse con otros demostrando ambos sensibilidad y registro de las necesidades del interlocutor, sobre todo cuando éste se encuentra en una situación de vulnerabilidad.

Ahora bien, en lo que respecta a las llamadas dimensiones inhibidoras de la socialización, se destacaron diferencias significativas en Retraimiento (BAS 3) y en Ansiedad Social/timidez (BAS 3) en los adolescentes de NSE Bajo. El retraimiento puede definirse como resultado del temor a afrontar situaciones sociales y ser rechazado por actuar de forma inadecuada a una situación. Por ende, el adolescente tiende a un apartamiento activo o pasivo de los demás que, en su grado extremo conduce al aislamiento. Los adolescentes de NSE Bajo se presentaron también con un nivel más elevado de Ansiedad social, esto es con inquietud, nerviosismo y temor a la hora de afrontar situaciones sociales. Este comportamiento suele asociarse a una pobre concepción de sí mismo, “apocamiento” (Silva Moreno y Martorell-Pallás, 1991, pág. 6). Al respecto, Achenbach (2008) hizo aportes de valor al campo de la psicopatología del desarrollo al individualizar en sus estudios niños con problemáticas de esta índole, a las que denominó internalizantes.

En una primera lectura, estos hallazgos pueden resultar contradictorios, es decir, la presencia de habilidades de Liderazgo por un lado y, por otro indicadores de Retraimiento y Ansiedad Social en los adolescentes de NSE Bajo. Estos comportamientos sociales ambiguos responderían a la influencia dispar el NSE. Se podría hipotetizar que las condiciones socio económicas menos favorables inciden en la mayor presencia de comportamientos de inhibición y retraimiento. Por otro lado, estas mismas carencias socio económicas pueden motivar a los adolescentes a participar en actividades grupales para su supervivencia, logrando un empoderamiento activo y conformación de redes sociales. Estos recursos de Liderazgo podrían encuadrarse como una Capacidad del Banco de Reserva (Gallo y Mathews, 2003) de los adolescentes de NSE Bajo. Estos datos corroboran de modo parcial la primera hipótesis de este estudio.

Por otra parte, al comparar los comportamientos sociales de los adolescentes de los dos grupos estudiados según sexo se encontraron diferencias significativas entre ambos contextos. Los varones y mujeres de NSE Bajo presentaron mayor nivel de Retraimiento y Ansiedad Social/timidez (BAS-3) que sus pares de NSE Alto. Por su parte los varones de NSE Bajo se autopercibían con mayor capacidad de realizar acciones afavor de su grupo y tener iniciativa personal (Liderazgo).

Asimismo, se analizaron las habilidades sociales según NSE y edades, tomando como criterio dos subgrupos: tempranos (menores de 15) y tardío (mayores de 15 años). En el NSE Bajo se encontraron diferencias significativas en Consideración con los demás a favor de los adolescentes tardíos. En tanto, en el NSE Alto, los adolescentes tempranos (12 a 14 años) presentaron mayor habilidad de Autocontrol y Liderazgo. En función de estos resultados podría afirmarse que los adolescentes más jóvenes se presentan con un mayor reconocimiento de valores y normativas ya instituidas en su grupo de referencia. A medida que avanzan en edad cronológica éstos dejan de tomar como referentes a dichas pautas, quizá como un modo de autoafirmación y de rebelarse, propio de este ciclo vital. Se abre así una línea de investigación que permita comprender el porqué del alejamiento de dichas pautas.

El segundo objetivo propuesto fue comparar los comportamientos agresivos de adolescentes escolarizados de diferentes NSE del Gran San Miguel de Tucumán. Al respecto cabe señalar que no se encontraron diferencias significativas en el comportamiento agresivo (CC-A). Un 12 % de adolescentes de NSE Bajo y un 6 % en NSE Alto presentaron comportamientos agresivos, definidos como arremeter contra otros produciendo un daño (Imáz Roncero et al, 2013) con características de terquedad, imposición frente a los demás, no reconociendo los derechos de los otros e impulsividad. Sin embargo, al evaluar los participantes con la BAS-3 se observó que los adolescentes de NSE Bajo referían mayor capacidad de Autocontrol en las interacciones sociales. Estos hallazgos son valiosos porque permiten reflexionar sobre modelos teóricos así como sobre el imaginario colectivo en el que persiste la tendencia a asociar NSE Bajo con comportamiento agresivo, estigmatizando indebidamente al adolescente que vive bajo condiciones de pobreza. Vale destacarse que a pesar de las adversidades socioeconómicas los adolescentes han logrado potencialidades que aseguran una interacción social mutuamente satisfactoria. De ese modo no se confirmó la segunda hipótesis propuesta. Sin embargo, invita a profundizar la investigación de la relación entre contexto, NSE y habilidades sociales. A partir de los resultados obtenidos en la dimensión Agresividad (CCA) se ha realizado un estudio para determinar quiénes serían los adolescentes con comportamientos de riesgo y de alto riesgo, de gran utilidad para estudios de prevención secundaria que permitan diseñar intervenciones poblacionales. Para este grupo, a partir del puntaje 32 en la dimensión Agresividad (CCA) se está ante una situación de riesgo, y a partir del puntaje 35, de alto riesgo. Estos comportamientos agresivos serían los denominados externalizantes (Achenbach, 2008; Achenbach y Rescorla, 2012). Implican antisocialidad, según el Modelo Jerárquico, en el sentido de que el adolescente presenta un déficit en el autocontrol al vincularse con otros (Silva Moreno y Martorell-Pallás, 1991). Tienden a actuar sin respetar los derechos de los demás y a hacer generalizaciones en base a pocos elementos de juicio, lo cual lo conduce a relaciones de hostilidad. Por sus comportamientos disruptivos suelen ser rechazados por sus pares, y ello refuerza aún más las respuestas agresivas. Achenbach (2008) afirma que se ha podido comprobar estabilidad en este estilo de respuestas a lo largo del tiempo. Estos comportamientos son así precursores de potenciales patologías y adquieren un pronóstico negativo. Estos datos son un aporte de gran valor para las prácticas profesionales en evaluación psicológica.

Con el propósito de poner a prueba la tercera hipótesis - que suponía relaciones significativas entre el comportamiento agresivo y los déficits en habilidades sociales - se encontraron asociaciones significativas entre Agresividad (CC-A) y Consideración con los demás (correlación negativa); Autocontrol y Retraimiento (correlación negativa). Es decir que los adolescentes más agresivos eran proclives a ser menos sensibles con las necesidades de sus pares (Consideración con los demás) y tenían menor reconocimiento que las personas con quienes se relacionaban eran sujetos de derecho; con tendencia a actuar más en función de sus propios intereses, de un modo egocéntrico (Autocontrol). Igualmente se destacó que los adolescentes agresivos presentaban bajos niveles de Retraimiento (correlación positiva). Se confirmaría así la tercera hipótesis de este estudio.

Conclusiones

Existe consenso entre los investigadores de que en la infancia y en la adolescencia la pertenencia a contextos sociales diferentes se vincula con la configuración de determinadas competencias sociales. El contexto, que incluye las características del NSE, puede impactar de dos maneras: mediante el aporte de factores protectores, que a través de un sistema de apoyo – normas y valores que contribuyen a la autoafirmación del yo del adolescente; o bien, no brindando protección frente a factores sociales y culturales hostiles; todo ello, afecta al adolescente, lo hace vulnerable y potencia la exclusión del grupo social dominante (Contini, 2015).

Considerándose los resultados obtenidos al comparar las habilidades sociales según NSE, sexo y edad, puede observarse la incidencia del contexto en gran parte de los patrones de comportamiento social (Autocontrol, Liderazgo, Retraimiento y Ansiedad Social/Timidez). De las habilidades facilitadoras de la socialización solo Consideración con los demás (Co) no mostró variabilidad en la muestra. El comportamiento agresivo mostró un perfil semejante, no encontrándose diferencias por NSE, sexo o edad.

En síntesis, este estudio ha permitido identificar ciertas diferencias en habilidades sociales, como así también semejanzas, en particular en una disfunción, el comportamiento agresivo, según el contexto socioeconómico en el cual estaba inserto el adolescente. Se trata de un nivel descriptivo de análisis que ha abierto nuevos interrogantes sobre la complejidad de las variables contextuales en juego.

Agradecimientos

Se agradece a la Secretaria de Ciencia, Arte y Tecnología por el subsidio otorgado para la realización de esta investigación. De igual modo, se agradece a todos los becarios, jóvenes profesionales y alumnos avanzados de la carrera que desinteresadamente han colaborado en las tareas de muestreo.

Notas

1|   Este trabajo se enmarca el Proyecto de Investigación El comportamiento agresivo. Un estudio comparativo entre adolescentes urbanos y rurales de Tucumán. Dirigido por la Dra. Norma Evangelina de González y subsidiado por la Secretaria de Ciencia, Arte y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán (SCAIT).

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