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Visión de futuro

versión impresa ISSN 1668-8708

Vis. futuro vol.18 no.2 Miguel Lanus dic. 2014

 

Aproximaciones actuales a la sostenibilidad en economía social: las proyecciones a futuro de un debate insoslayable1

Current approaches to sustainability in social economy: the future projections of a unavoidable debate

Castreje Suárez, Jesús (*)
(*)Centro de Estudios de Sociología del Trabajo
Facultad de Ciencias Económicas
Universidad de Buenos Aires -  Argentina
jesseleuterioc@gmail.com

Fecha de recepción: 27/05/13 - Fecha de aprobación: 12/09/13

 

RESUMEN

En la presente ponencia nos proponemos profundizar en el análisis de las convergencias y divergencias que se advierten en las posturas sobre problemáticas centrales de la Economía Social.
 Aquí se  buscan  identificar sobre todo algunos ejes centrales en el debate alrededor de dichas proyecciones, más que de desarrollar análisis exhaustivos que lo agoten. El análisis documental de lo elaborado en América Latina advierte un pensamiento fuertemente crítico hacia los modelos elaborados en los países centrales. Ello presupone fuertes disputas en torno a toda pretensión de una visión común, pero también la necesidad de un diálogo mutuamente enriquecedor si se pretenden diseñar políticas y herramientas idóneas que le den un sustento sólido a las posturas alternativas que se sostienen. El propósito central de esta ponencia es contribuir a la iniciación de ese debate.

PALABRAS CLAVE: Convergencias; Divergencias; Postulaciones; Proyecciones; Sostenibilidad. 

ABSTRACT

In this paper we propose a deeper analysis of the convergences and divergences that warn positions on central issues of Social Economy.
Here we seek to identify some central themes especially in the debate about these projections, rather than develop comprehensive analysis to exhaust it. The documentary analysis elaborated in Latin America warns strongly critical of the models developed in the core countries thought. This presupposes strongly disputes over any pretense of a common vision, but also the need for a mutually enriching dialogue if you intend to design appropriate policies and tools that give a strong support to alternative positions held. The central purpose of this paper is to contribute to the initiation of this debate.

KEYWORDS: Convergences; Divergences; Nominations; Projections; Sustainability.  

INTRODUCCIÓN

La reciente crisis económica generalizada que atraviesan en especial los países centrales ha cuestionado de raíz la hegemonía del pensamiento económico y social neoliberal, indisputable para una visión vastamente generalizada por lo menos desde los años 90 (Castreje Suárez, 2011).
Una de las premisas centrales de ese pensamiento era la vigencia pretendidamente indisputable de las leyes de mercado como marco de referencia insoslayable aún para las proyecciones que se delineaban para la propia Economía Social. Es el reconocimiento o no de esa vigencia la problemática que pasa crecientemente a convertirse en una divisoria de aguas entre las posiciones en disputa.
Vayamos a lo que para nosotros es la cuestión central en debate. Mucho antes del desencadenamiento de la crisis actual, Fitoussi y Rosanvallon (1996) habían abundado en la fundamentación del agotamiento inapelable de líneas de desarrollo sustentadas en lo que calificaban como compromiso social, y que resultara en el Estado de Bienestar vigente durante los treinta gloriosos años posteriores a la Segunda Guerra Mundial en buena parte del continente europeo. La literatura que trata la Economía Social originada en ese continente en los últimos años decididamente ignora ese agotamiento y sigue proyectando escenarios que, a la luz de los conflictivos proyectos políticos, económicos y sociales hoy allí hegemónicos, por lo menos merecería de nuevas reflexiones y aperturas que no advertimos.
Nosotros hacíamos referencia en elaboraciones previa a que ni siquiera se toman en su debida magnitud las objeciones de pensadores como Bauman (2001), Castoriadis (1996), Bourdieu (2008). respecto a la escasa interpelación de la academia a los conflictos objetivos de todo tipo que van emergiendo en las últimas décadas, y que justificarían largamente todo tipo de cuestionamientos a las premisas fundantes de la racionalidad sistémica de las sociedades contemporáneas. Pareciera como que, respecto a esas premisas, se fuera avanzando en esencia hacia un pensamiento único, y como tal exhibe sesgos que formalmente al menos todos estaríamos de acuerdo en criticar.
En nuestro continente la evolución fue muy otra. Los avances hacia niveles similares de compromiso social a los que se remarcaron en el continente europeo no solamente debieron afrontar una más desfavorable relación de fuerzas interna, sino además la intervención abierta de fuerzas externas que se encargaron de abortar otras alternativas de desarrollo, aún las que prometían una mayor similitud con las desarrolladas en Europa.
Luego de reiterados avances y retrocesos, emergen en América Latina proyectos pretendidamente híbridos, a los que prematuramente no se duda en descalificar como populistas, -aunque de escasa relación con el populismo tradicional-, y que en no pocos casos cuestionan radicalmente la vigencia indisputable de las leyes del mercado como determinantes en última instancia de  los aspectos fundamentales de la vida moderna en sociedad.

DESARROLLO

Los desarrollos previos

En el tratamiento de la problemática de las entidades cooperativas los supuestos tradicionales de abordaje aportaban un razonable consenso acerca de los lineamientos centrales del camino que se pretendía emprender. En primera instancia, los desafíos más acuciantes para nuestras entidades en su dimensión empresarial estaban impuestos por el reconocimiento del dominio indisputable de las empresas con fines de lucro de capital privado, con las cuales aquellas debían competir para asegurar su subsistencia. La exigencia simultánea para ellas era la de conservar determinados rasgos distintivos en su dimensión asociativa que justificaran su pertenencia a un espacio socioeconómico claramente diferenciado.
En una primera etapa de su evolución, una corriente importante dentro del pensamiento y de la gestión cooperativa opuso, como principal herramienta para sostener su identidad y sus aspiraciones de cambio social, el afirmar su pertenencia a un movimiento social que pugnaba por hacer trascender su accionar del plano meramente económico, incorporando a su ideario reivindicaciones globales para las que encontraba importantes consensos en vastos sectores populares. Esos consensos estaban sólidamente sustentados en las contradicciones comunes a todos ellos con las pretensiones de los sectores hegemónicos; empeñados estos últimos en convertir las premisas centrales de la economía de mercado en el principio organizador excluyente del funcionamiento de las sociedades contemporáneas.
Ese posicionamiento se vio claramente relegado en las últimas décadas, por lo menos en la significación alcanzada dentro del propio movimiento cooperativo; y este giro coincidió en el tiempo -sin que esta acotación sirva para forzar al extremo las causalidades- con la ofensiva en toda la línea de la ideología neoliberal. En el plano de los idearios, no pocos de los principales teóricos del pensamiento cooperativo admitieron expresamente su subordinación a las pretensiones de pensamiento único formuladas por esa ideología, por lo menos en lo que hace al quehacer empresarial de nuestras entidades.
Muchos de los conflictos que entonces emergieron no eran nuevos; reconocían largos tratamientos y habían sido fuente de duraderos antagonismos en el seno de nuestras entidades. No obstante, el giro observado en las últimas décadas fue erosionando severamente el fortalecimiento del sentimiento de pertenencia de la mayor parte de los asociados y contradecía abiertamente buena parte de los principios cooperativos que se seguían proclamando. Los reiterados procesos de hibridación que se fueron manifestando en la gestión son la expresión más acabada de ese giro.
Originalmente, se buscaba el marco de referencia teórico para esos procesos en los estudios sobre el comportamiento burocrático y corporativo. Dentro de ese marco, la referencia obligada para las organizaciones privadas no lucrativas eran los desarrollos de Robert Mitchel de comienzos del siglo XX. Esos desarrollos habían sido retomados en la segunda mitad de ese siglo, y culminaron en visualizaciones de la evolución organizacional que implicaban un profundo escepticismo sobre el peso de la problemática asociativa en la gestión global.
El conocido esquema de Meister esquematizaba en fases la evolución del comportamiento de nuestras organizaciones: en su etapa inicial el mismo estaría dominado por una abierta vocación de cambio de su entorno, girando luego hacia propósitos decididamente eficientistas y de supervivencia, y culminando en la progresiva e inexorable concentración de los poderes de administración y gestión de las actividades empresariales y asociativas en manos del gerente.
Tomando como referencia el proceso de transformación institucional del cooperativismo agropecuario argentino, Lattuada y Renold (2004) relevan para esas entidades, de modo encomiablemente creador, una evolución de las formas de organización que tiene inocultables puntos de contacto con las que relevara Meister (1974). Así identifican las siguientes etapas:

  • Organización Institucional Consecuente: Minimización de las fricciones entre las prácticas institucionales y los valores y principios cooperativos. Elevados niveles de oposición y confrontación con el medio externo...

    "Las formas de organización adoptadas corresponden más a las de un movimiento social que a las de sociedades u organizaciones formales". [Lattuada y Renold, 2004 p.84](1)

  • Organización Institucional Paradojal: Movidas por importantes niveles de crecimiento en las dimensiones operativas y en la cantidad de personas involucradas; y por el aumento significativo consiguiente de la complejidad en los procesos técnico-administrativos, las OIP se habrían alejado de las características de las asociaciones del tipo movimiento social

    "... para constituirse como instituciones destinadas a cumplir objetivos explícitos y formalizados, mediante un ordenamiento de la conducta de sus miembros y mediante acciones racionalizadas y planificadas, teniendo en cuenta criterios de jerarquía interna, coordinación imperativa y normas de comportamiento". [Lattuada y Renold, 2004 p.88](2)

  • Organización Institucional en Mutación: Búsqueda de organizaciones que puedan instrumentar distintos mecanismos que aseguren un compromiso ajustado y aceitado entre los diferentes componentes de la cadena operativa. Un centro neurálgico toma las decisiones y coordina todo el proceso.

Como forma organizacional en mutación, al arribar a esa etapa se daría un debate central sobre si volver a las formas previas o dar un paso más adelante. Esta última opción nos posiciona en la fase que sigue:

  • Organización Institucional de Competencia Económica Dinámica: Tendencia aun modelo macrocooperativo ...

    "cuyo objetivo es introducir fórmulas de gestión empresarial en las que prevalecen los criterios de rentabilidad económica en detrimento de los de solidaridad. Búsqueda de reducir las diferencias entre las cooperativas y las empresas de capital, con el objetivo de superar las restricciones que les impedirían responder con mayor eficacia a los desafíos del nuevo contexto competitivo". [Lattuada y Renold, 2004 p.95](3)

En ese recorrido se fueron poniendo de relieve de modo creciente importantes fuentes de desventajas competitivas para nuestras entidades en su comparación con las del sector lucrativo, que no eran fácilmente levantables en el marco impuesto por el sistema socio-económico dominante. Nos referimos, entre otras, al acceso diferenciado al capital y al progreso técnico; a la conformación y a los requerimientos de los  distintos mercados de los que dependía su crecimiento y desarrollo; al sistema de prioridades que establecían los centros de decisión más gravitantes donde se gestaban las políticas públicas. Por si todo lo anterior no bastara,  frente a las renovadas exigencias de profesionalización en los distintos ámbitos de gestión, las proclamadas ventajas derivadas del carácter democrático y participativo de las entidades asociativas que estuvieran en condiciones de contraponérsele no terminaban de explotar, es decir, de traducirse en armas efectivas para la lucha competitiva cotidiana.
A su vez, desde el Management de las grandes corporaciones, Henderson (1980) anticipaba a comienzos de los años 80' la consolidación de un nuevo tipo de comportamiento que habría de operar como un poderoso revulsivo para la evolución empresaria, y que tenía que ver con el nuevo marco competitivo a enfrentar. Nos estamos refiriendo aquí al advenimiento de la Competencia Estratégica. A diferencia de la Competencia Tradicional -que ese autor denominara Natural-, y que en líneas generales buscaba adaptarse a la evolución general del mercado procediendo por tanteos, pequeños incrementos, y minimizando el riesgo; Henderson encontraba que la Competencia Estratégica deliberadamente trata de provocar de continuo cambios significativos en todas las relaciones competitivas (Henderson,1998).

Las nuevas experiencias europeas
En el continente europeo, el sostenido proceso de desarrollo de la economía de la región durante los ya mencionados 30 gloriosos años terminaron por generar un consenso indudablemente mayoritario sobre una cuestión central para los procesos políticos:  aún los problemas más agudos de exclusión y desigualdad social -uno de los ejes centrales de fundamentación de las formas alternativas de organización de la actividad económica-  podrían ir superándose de modo gradual con las herramientas al alcance de los sectores progresistas, bajo las pautas impuestas por el  propio sistema; y todo ello se lograba esencialmente a partir de la instauración de los regímenes de protección social. En los términos  de Fitoussi y Rosanvallon (1997), la expresión principal de la exigencia de justicia social estaría expresada en el desarrollo coordinado del crecimiento y el pleno empleo en la esfera del mercado, y de un poderoso aparato público de regulación (administración), producción (sector y servicios públicos) y redistribución (Estado providencia) en la esfera no mercantilPese a los reiterados intentos de los sectores más concentrados de la economía por revertirlos, esos regímenes se vinieron sosteniendo con razonables niveles de estabilidad hasta la irrupción de la última crisis.
 En Europa, un foco decisivo de las políticas regulatorias fue el sector agrícola, que contó con un apoyo decidido de las políticas públicas. Ese apoyo tuvo una presencia permanente durante el primer período; y para la etapa posterior fue especialmente reforzado y ampliado a otros ámbitos de particular sensibilidad social  a partir de la generación de fondos estructurales específicos desde la Comunidad Europea destinados en especial a los nuevos países que se fueron incorporando a dicha Comunidad. Esos fondos avanzaron objetivos estratégicos de largo plazo, y  claramente derivaron en alteraciones significativas a las pautas habituales del mercado en sus ámbitos de aplicación.
 Se destacan en este plano la función activa de las entidades cooperativas  en los procesos de desarrollo territorial, como agentes económicos, y el hecho de que la Unión Europea haya reconocido a nuestras entidades un papel de primer orden en el desarrollo regional, no sólo por la faceta empresarial de estas organizaciones, sino por su contribución a una mejor integración y cohesión social. Es consistente con esa formulación la orientación de los fondos distribuidos, donde las cooperativas agrarias concentraron el mayor peso en los montos totales asignados a ese sector.
Merece asimismo una consideración especial el tratamiento fiscal de las entidades de la Economía Social. Ese tratamiento siempre fue objeto de un debate generalizado, y se constituyó en un tema de reclamo permanente  En el marco de la Unión Europea el Tratado que rige esa Unión establece de inicio un obstáculo muy gravitante a esas  pretensiones. En su artículo 107 ese Tratado impone:

"... serán incompatibles con el mercado interior, en la medida en que afecten a los intercambios comerciales entre Estados miembros, las ayudas otorgadas por los Estados o mediante fondos estatales, bajo cualquier forma, que falseen o amenacen falsear la competencia, favoreciendo a determinadas empresas o producciones.[Merino Jara, 2009, p 116-117](4)

Los reclamos de distinto tipo elevados en los Estados miembro, apuntando a tratamientos puntuales que favorecieran a las entidades de la Economía Social, tuvieron suerte diversa dada la inexistencia de una definición precisa del término ayuda dentro del Tratado y el alto nivel de discrecionalidad que se le concediera al órgano de aplicación.

Las repercusiones de la última crisis global

Con la crisis desatada en el año 2008, en un principio pretendidamente acotada a la esfera financiera, luego evidenciando rápidamente su desborde hasta proyectarse de modo generalizado a la mayoría de los ámbitos económicos y sociales; ella no se tradujo de inicio en los países centrales en cambios sustanciales en las estrategias organizacionales, ni en las percepciones para con nuestras entidades. Pareciera como que el ánimo de supervivencia en los marcos que acabamos de describir siguiera siendo la aspiración casi excluyente, aún cuando esos mismos marcos de ningún modo exhiben hoy la suficiente solidez que justifique abandonarse a ellos.
La naturaleza y alcances de la crisis actual nos lleva a retrotraernos a los debates de décadas precedentes sobre la sostenibilidad de la formación social vigente, y a los espacios que se abren a quienes propugnan nuevos escenarios. Nosotros queremos traer aquí en primer lugar algunas explicitaciones hechas a mediados de los 70' por uno de los más notorios representantes – nos referimos a Jürgen  Habermas - de la controvertida Escuela de Frankfurt. En esa época Habermas renovaba los tradicionales cuestionamientos al capitalismo, esta vez advirtiendo problemas de legitimación de lo que denominaba el capitalismo tardío. En abierto debate con la teoría de sistemas, un debate que recomendamos enfáticamente recorrer, precisaba:

"... las crisis de sistemas de sociedad no se producen por vía de alteraciones contingentes del ambiente, sino por causa de imperativos del sistema, ínsitos en sus estructuras, que son incompatibles y no admiten ser ordenados en una jerarquía... Tales estructuras  han de poder distinguirse de elementos del sistema que admiten alteraciones sin que el sistema como tal pierda su identidad". [Habermas,1974, p.17](5)

La profundización sobre las causas esenciales de la generación de las crisis de los sistemas sociales lo lleva más adelante a introducir el concepto de formación social, objeto recientemente de reiterados cuestionamientos, pero que a nosotros nos sigue proveyendo puntos de referencia imprescindibles para contextualizar y proyectar nuestros análisis. En ese marco destaca:

"La formación de una sociedad está determinada en cada caso por un principio fundamental de organización, que establece un espacio abstracto de posibilidades de cambio social... Los principios de organización limitan la capacidad que una sociedad tiene de aprender sin perder su identidad". [Habermas,1974, p.23](6)

Karl Polanyi, en un texto de profunda influencia en vastos sectores del pensamiento que hoy propugnan la Economía Social en América Latina, nos da una comprensión más cercana del principio de organización de la formación social hoy hegemónica. 

"Una economía de mercado es un sistema económico controlado, regulado y dirigido sólo por los precios del mercado; el orden en la producción y distribución de bienes se encomienda a este mecanismo autorregulado. Una economía de esta clase deriva de la expectativa  de que los seres humanos se comporten de tal manera que alcancen las máximas ganancias monetarias".[Polanyi, 2011, p.118](7)

Ya al inicio de sus tratamientos en el texto citado dicho autor adelantaba los dilemas nunca resueltos por la imposición de ese tipo de economía como el hegemónico a la sociedad contemporánea:

"Nuestra tesis es que la idea de un mercado autorregulado implica una utopía total. Tal institución no podría existir durante largo tiempo sin aniquilar la sustancia humana y natural de la sociedad; habría destruido físicamente al hombre y transformado su ambiente en un desierto". [Polanyi , 2011, p. 49] (8)              

Por su  parte  Wallerstein, otro autor de referencia en nuestra región, a la hora de caracterizar la sociedad humana actual a nivel global hace la siguiente descripción genérica de la crisis:

"Emplearé el término `crisis` para referirme a una circunstancia rara, la circunstancia en que un sistema histórico ha evolucionado hasta el punto en que el efecto acumulativo de sus contradicciones internas impide que el sistema resuelva sus propios dilemas por medio de ajustes en sus patrones institucionales vigentes". [Wallerstein, 2007, p. 146](9)

Poco más adelante sostiene:

"Mientras que en los procesos estructurales vigentes en un sistema histórico no tiene gran cabida la aceleración de las contradicciones fruto de la voluntad, en el momento de crisis o transformación  el papel de la opción político-moral se amplía considerablemente. En esas ocasiones puede decirse con toda justicia que el hombre labra su propia historia".[Wallerstein, 2007, p. 146](10)

En distintas publicaciones recientes, identificadas con el sector, surge la pretensión de que la esfera de la Economía Social estuviera dando respuestas efectivas a los problemas más acuciantes generados en la etapa post-crisis. A fuer de ser honestos, aquí tampoco el tono es demasiado estridente. Nos reservamos un prudente escepticismo sobre esa pretensión, sobre todo si tenemos en cuenta las ambiciosas proclamaciones que se formulan en cuanto al espacio que estaría destinada a ocupar la Economía Social en su conjunto en un futuro que llega a sugerirse más o menos inmediato.

 

Los desarrollos en América Latina

La evolución del movimiento cooperativo en la región estuvo marcada sustancialmente por el menor grado de desarrollo de la economía, por la presencia permanente de una problemática social a la que el funcionamiento de la economía de mercado nunca dio respuestas suficientes, y por la reiterada intromisión desde el exterior de las potencias hegemónicas, que en todo el siglo veinte, con el favorecimiento y sostén de golpes de estado cívico-militares claramente regresivos, impidieron un cauce medianamente autónomo a la gestión y resolución de los conflictos entre las distintas fuerzas internas en pugna. Agotada esa herramienta, en los 80' y en los 90', fueron los golpes de mercado los que vinieron a ejercer ese rol. Las espadas siguen en alto todavía hoy, y cualquier medio les parece bueno para ese fin, aún el más canallesco.
En tal evolución se hizo ostensible a lo largo de décadas el que las señales que lanzaba el mercado no eran suficientes cuando debían tomarse decisiones estratégicas, tanto a nivel de los estados, como a nivel de los agrupamientos sociales interesados en una participación activa en la solución de los problemas más imperiosos.
Existen rasgos comunes entre esa evolución y la observada en los países europeos a partir de la Segunda Guerra Mundial, y esto está referido sobre todo al rol del Estado en esta etapa de desarrollo del sistema capitalista. Para una mayor precisión sobre esa comunidad de rasgos nuevamente recurrimos a Habermas, quien hace una aguda caracterización de esos procesos:

"El reacoplamiento del sistema económico al sistema político, que repolitiza en cierto modo las relaciones de producción, intensifica, por otra parte, la necesidad de legitimación: el aparato del Estado, que ya no se limita, como en el capitalismo liberal, a asegurar las condiciones generales de la producción (en el sentido de las premisas de mantenimiento del proceso de reproducción), sino que interviene en ellas de manera activa; necesita de legitimación ... sólo en condiciones extraordinarias y transitorias es posible prescindir del mecanismo del sufragio universal para obtener legitimación". [Habermas, 1974, p.53](11)

La evolución europea reciente estuvo marcada - al menos hasta la irrupción de la crisis reciente - por la vigencia del compromiso social al que hiciéramos referencia más arriba. Dicha presencia morigeró los procesos de exclusión social, y al mismo tiempo proveyó de manera permanente poderosos impulsos al crecimiento económico y al ascenso social. En esos procesos el rasgo distintivo era el referido nuevo rol del Estado, que lejos de acompañar  pasivamente la actividad económica generada por agentes supuestamente anónimos, interviene de continuo sobre ella, corrigiendo falencias e imponiendo desarrollos que la economía de mercado, librada a sus propios impulsos, era incapaz de generar. Esos desarrollos fueron en buena medida también responsables por los espacios inéditos de los que pudo disponer la Economía Social - incluidas las actividades del movimiento cooperativo - en esos años, sin que ni siquiera así pudiera visibilizársela como una alternativa claramente diferenciada a las relaciones económico-sociales hegemónicas.
Los desarrollos en la América Latina de los años recientes estuvieron marcados de modo muy significativo por procesos políticos autónomos, inductores de estrategias claramente diferenciadas a las seguidas en el período inmediato anterior. Sin que ellas alcancen todavía a lograr cambios sustantivos en sus estructuras económico-sociales, sin embargo promueven y facilitan indudablemente la búsqueda de caminos alternativos para abordar la conflictividad económica y social. La promoción de esos cambios pasa en primer lugar por imponer políticas estatales activas, es decir, políticas que más que subordinarse a la actividad de los agentes económicos privados en búsqueda de maximizar su lucro, apuntan a consolidar proyectos estratégicos nacionales para  superar progresivamente los múltiples estrangulamientos todavía vigentes en nuestras economías, y para remover los principales obstáculos a todo proceso de crecimiento sostenido. 
¿Están dispuestas nuestras entidades a posicionarse en ese marco y jugar un rol activo en la promoción de los cambios que se explicitan?: Una primer mirada a la situación hoy vigente muestra un escenario multicolor, donde los avances son demasiado modestos si nos atenemos a las potencialidades que se predican. Nos tocó ver de cerca el desarrollo de las cooperativas agropecuarias en el sur de Brasil, y ese desarrollo está señalando un espejo  que esperaríamos ver reflejado de modo generalizado para el resto de la región. 
 La evolución histórica del movimiento cooperativo en la Argentina, por lo menos en el ideario de sus actores protagónicos, siguió a la distancia la evolución que resumíamos en los países europeos, aunque sin verse respaldada por las políticas públicas en un grado similar al que describiéramos para ese continente. Nuestras entidades sólo de modo esporádico estuvieron incluidas en esas políticas. De todos modos, el que ese ideario contara con la adhesión de amplios sectores populares, que además los llevó al compromiso y a la militancia activa en pro de iniciativas de distinto alcance, hizo que se fuera extendiendo su ámbito de acción, hasta culminar en una presencia visible, y aún significativa, en determinados ámbitos.
Los desarrollos de los años 90' fueron especialmente devastadores. Los procesos de desestatización, desregulación y apertura indiscriminada de la economía llevaron al desmantelamiento acelerado de los andamiajes en los que se sustentaban hasta entonces las pretensiones de desarrollos relativamente autónomos. Asistimos entonces a la casi total subordinación de los proyectos estratégicos empresarios a la denominada gestión de portafolios, donde las reglas de  juego predominantes eran las impuestas por los mercados de capitales internacionales liberados ahora de toda inhibición.

CONCLUSION

Los desafíos para nuestro movimiento hoy son múltiples, vastamente diferenciados, y con todo, mucho más ambiciosos que en otras épocas históricas. Un hecho ostensible: en las proclamas es frecuente que se avizore un futuro promisorio, al alcance de la mano,  negado sólo por la tozudez de los encargados de dictar las políticas públicas, incapaces de percibir todas nuestras potencialidades. La realidad actual en nuestros países establece exigencias suficientemente precisas, y frente a ello hoy ya no se trata únicamente de aportar una presencia meramente testimonial. Estará asegurada esa presencia y las perspectivas de asumir roles razonablemente protagónicos, sólo si nuestro movimiento está en condiciones de dar respuestas auténticamente innovadoras a las demandas crecientes de países cuya economía  pugna por emerger definitivamente, luego de un desarrollo histórico pleno de frustraciones.
Pensando especialmente en la realidad argentina, podemos adelantar ya algunos rasgos relevantes del contexto inmediato, que sugieren su permanencia para los próximos años:

  • En lo internacional, no se esperan demasiados cambios en la evolución de los países centrales tradicionalmente hegemónicos, tanto en sus políticas como en sus actuales ritmos de crecimiento. Dada su potencialidad productiva y el control que detentan a nivel global  los centros del sistema financiero internacional y las estructuras de distribución de las corrientes del intercambio de bienes y servicios, es inevitable suponer que seguirán haciendo uso del poder que ello implica para intentar seguir subordinando a los intereses de sus corporaciones las estrategias de los países emergentes.

Lo nuevo en ese marco está representado en todo caso por desarrollos de nuevo tipo en estos últimos, especialmente los de mayor envergadura, tanto en la potencialidad que van adquiriendo sus economías, como en la disposición a comprometerse con políticas comunes. Así se abren, con todas sus complejidades, nuevas alternativas de desarrollo autónomo para todos. Esto es especialmente visible en la región.

  • La etapa actual está caracterizada asimismo por una creciente relevancia de los recursos naturales, y por consiguiente, de las materias primas de ese origen de todo tipo. Su gradual agotamiento los convierte en críticos. Acotemos que la favorable incidencia de ese factor está fuertemente condicionada por la absorción de una importante porción de esos excedentes por los mercados de derivados -futuros- internacionales (hegemonizadas sobre todo por las grandes corporaciones financieras y por los capitales especulativos) y por el control oligopólico de las estructuras de de distribución del comercio internacional. La gradual minimización de esos condicionantes es uno de los grandes desafíos de la época para los países productores. Vale acotar al respecto que los países centrales, como mercados decisivos para esos productos, han perdido una parte importante de su tradicional poder de negociación como compradores.

  • Las estrategias de desarrollo de las grandes corporaciones que se fueron consolidando en el último cuarto de siglo apuntaron sobre todo a la diferenciación en la búsqueda de mercados, y a la minimización del riesgo empresario. La entronización consiguiente de la ya referida gestión de portafolios llevó a que aún cuestiones hasta entonces centrales como la Identidad Empresaria quedaran relegadas detrás de objetivos financieros estrechos y escasamente abarcadores. La estrategia de los gestores se resume en la máxima valorización de los activos empresarios a corto plazo por sobre cualquier otra consideración; pasando de la tradicional absolutización de la minimización de costos -basada en los acelerados ritmos de crecimiento del capital asignado a la infraestructura productiva y de comercialización, en las economías de escala consiguientes y en la estandarización de los procesos como metodología dominante de gestión- a una compleja ingeniería de management consistente en la búsqueda de segmentos de mercado -nichos- de máximo lucro, en la conformación de alianzas estratégicas de corto y mediano alcance, en la tercerización de las actividades que implicaran cuotas significativas de inmovilización de activos y en la elevada diversificación de las líneas de negocios. Con las nuevas dimensiones alcanzadas por la globalización, la tercerización que señalábamos estuvo orientada inicialmente a aquellas actividades que absorbían prioritariamente mano de obra poco calificada. Con el tiempo ella se fue extendiendo a otras de mayor calificación, aunque intentando siempre conservar un férreo control sobre las actividades de innovación. Para los países emergentes, pretender competir en base a costos en esas condiciones es la peor de las estrategias posibles.

  • Al interior de nuestros países lo que persiste es una economía atravesada por profundas deformaciones estructurales, generadoras de severos estrangulamientos en sus procesos de desarrollo. Es en esos estrangulamientos, más que en las supuestas leyes naturales de la economía sobre las que machacan los economistas prisioneros del pensamiento neoclásico, donde radican los principales obstáculos para un crecimiento sostenido. Existe un avanzado consenso en cuanto a que resulta casi imposible conciliar tres objetivos considerados 'deseables' por casi todas las sociedades: alto nivel de crecimiento y empleo, en un contexto de baja inflación, al tiempo que mejore la distribución del ingreso.     

Alrededor de la vigencia y superación de ese trilema se desarrolla actualmente un intenso debate, y es allí donde se concentran los principales desafíos para un futuro próximo.
Ambicionamos ver a corrientes importantes del movimiento cooperativo comprometidos con el logro de ese trilema, donde todos sientan que su logro no debe ser ajeno a nuestro pensamiento y a nuestras premisas para la acción. Allí encontraríamos los verdaderos soportes para fundamentar la sostenibilidad de nuestras entidades, sin que ello suponga, obviamente, renunciar a la diversidad de posturas, estrategias y lineamientos de acción que deben seguir formando parte insoslayable de nuestro acervo distintivo.

NOTAS

1-CASTREJE SUÁREZ, J.E.: "Aproximaciones actuales a la sostenibilidad en Economía Social: proyecciones a futuro de un debate insoslayable". Ponencia presentada al VI Congreso de Investigadores de la ACI; Santiago de Chile, 13 y 14 de noviembre 2012 (versión revisada).

RESUMEN BIOGRÁFICO

Castreje Suárez Jesús
Doctor en Ciencias Económicas - Hochschule Für Ökonomie ´BRUNO Leuschner´ - Berlin - Alemania 1981 - Es Investigador Adscripto al Centro de Estudios de Sociología del Trabajo, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires - Se especializa en temas de Economía Social y Teoría de la Agencia.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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(2) LATTUADA y RENOLD (2004). El cooperativismo agrario ante la globalización. Buenos Aires, Siglo Veintiuno Argentina editores, p.88. 
(3) LATTUADA y RENOLD (2004). El cooperativismo agrario ante la globalización. Buenos Aires, Siglo Veintiuno Argentina editores, p.95.
(4) MERINO JARA; "El vigente régimen fiscal de las cooperativas a la luz de las ayudas de Estado"; en:  Revista CIRIEC N° 66, pp.116/117
(5) HABERMAS, J.(1974): Problemas de legitimación del capitalismo tardío. Buenos Aires, Amorrortu editores (E.O.: 1973), p. 17
(6) HABERMAS, J.(1974): Problemas de legitimación del capitalismo tardío. Buenos Aires, Amorrortu editores(E.O.: 1973), p. 23
(7) POLANYI, K. (2011): La Gran Transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo (Prólogo de Joseph E. Stiglitz). Buenos Aires.  Fondo de Cultura Económica (E. O.: 1944) ); p. 118
(8) POLANYI, K. (2011): La Gran Transformación.Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo (Prólogo de Joseph E. Stiglitz). Buenos Aires.  Fondo de Cultura Económica (E. O.: 1944) ); p. 49
(9) WALLERSTEIN, I. (2007): Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Editorial Kairós, Barcelona (E.O.; 1991); p.146 
(10) WALLERSTEIN, I. (2007): Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Editorial Kairós, Barcelona (E.O.; 1991); p.146 
(11) HABERMAS, J.(1974): Problemas de legitimación del capitalismo tardío. Buenos Aires, Amorrortu editores (E.O.: 1973), p. 53

BIBLIOGRAFÍA

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