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RIA. Revista de investigaciones agropecuarias

versión On-line ISSN 1669-2314

RIA. Rev. investig. agropecu. vol.40 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires abr. 2014

 

NOTAS

"Las políticas públicas la fortalecieron"
Así lo aseguró Edith Scheinkerman de Obschatko, especialista en Políticas Agropecuarias del IICA en la Argentina, en una entrevista exclusiva para la Revista RIA

 

Por Laura Pérez Casar

"El Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF) 2014, declarado por la ONU, debería servir para encontrar mejores políticas y estrategias para su fortalecimiento, y no sólo para darle visibilidad."

El mundo atraviesa una revolución agrícola que se sustenta en un nuevo paradigma tecnológico y en las nuevas demandas de los mercados y cadenas agroalimentarias. Tal revolución transforma lo que, hasta ahora, se entendía por agricultura y la forma de practicarla. En este nuevo contexto, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), desde sus 34 oficinas distribuidas a lo largo de toda América, tiene por objetivo principal apoyar a los Estados Miembros en sus esfuerzos por fortalecer y hacer más competitivo, productivo y sostenible el sector agrícola y su base de recursos naturales, así como a lograr un desarrollo rural inclusivo y en armonía con el ambiente.
En este marco, el Instituto tiene líneas de acción enfocadas a la Agricultura Familiar (AF), a su vinculación con los mercados y a potenciar la contribución de la agricultura al desarrollo de los territorios y al bienestar rural, así como al logro de la seguridad alimentaria.
"En la Argentina, en relación a la AF, el IICA trabaja para fortalecer el asociativismo y las cooperativas, como así también los mecanismos de comercialización utilizados. Además, se abordan las buenas prácticas agrícolas, la adaptación al cambio climático, el agregado de valor y el enfoque territorial del desarrollo", detalló la especialista en Políticas Agropecuarias del IICA, Edith de Obschatko.

 

¿Qué es la Agricultura Familiar?

Luego de muchos años de discusión y de acciones concretas sobre el tema, se construyeron varias definiciones según el organismo nacional o internacional que las utilice. Hay coincidencia en que el productor familiar es el que trabaja directamente en la explotación, junto a su familia, y no contrata personal no familiar remunerado (excepto temporariamente o, en algunos estratos más capitalizados, hasta un máximo de dos trabajadores). En cuanto al nivel de recursos físicos, ya sea tierra o capital financiero, es bajo y, en general, el productor y/o familiares complementan sus ingresos con trabajo fuera de la explotación. El producto obtenido se destina al autoconsumo y al mercado, según el volumen de producción obtenido. Pero la AF tiene otras facetas, que contribuyen a completar el perfil de este grupo, que son la concepción de la agricultura y de la naturaleza, la permanencia de expresiones culturales propias de la región y de la herencia histórica, para las que el modo de vida y, en especial, la residencia en el campo y la vecindad con personas en similares condiciones son propicias.

¿Qué impacto tienen los agricultores familiares en la Argentina?

Un estudio desarrollado por el IICA y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (MAGyP) con los datos del Censo Nacional Agropecuario 2002 determinó que 251.116 explotaciones respondían a la definición utilizada; las mismas representaban el 75 por ciento del total de explotaciones, cubrían el 18 por ciento de la superficie agropecuaria y aportaban el 27 por ciento del valor de la producción agropecuaria. Además, participaban con el 64 por ciento del empleo agropecuario. Aunque no hay datos censales posteriores, se estima que, dadas las políticas de promoción y fortalecimiento de la AF desarrolladas en la última década, estas cifras crecieron.

¿Es posible advertir una estrategia internacional para promover políticas que impulsen este tipo de producción familiar?

Este año 2014 fue declarado por las Naciones Unidas como Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF). Esto refleja lo que ya es consenso en el mundo: la importancia de la AF y las pequeñas explotaciones agrícolas para la producción sostenible de alimentos orientada a lograr la seguridad alimentaria y, con ello, su contribución a erradicar la pobreza y lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio acordados por los países. Creo que hoy la importancia de la AF es ampliamente aceptada y el AIAF debería servir para encontrar mejores políticas y estrategias para su fortalecimiento, y no sólo para darle visibilidad.

¿Cómo participará el IICA del AIAF 2014?

El IICA organizará eventos sobre el sector y las políticas específicas en la mayor parte de los países miembros y realizará también, al menos, dos eventos internacionales, uno de ellos en alianza con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD, por sus siglas en francés).

¿Cómo es la realidad regional en este segmento? ¿Qué peso tiene la AF en Latinoamérica?

La agricultura familiar está muy presente en América Latina. En particular, en la región integrada por la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay hay 5,4 millones de explotaciones familiares, de las cuales 4,2 se encuentran en Brasil. Según el país, representan entre el 67 y el 95 por ciento de los productores. Asimismo, su aporte al valor de producción sectorial es muy significativo, ya que asciende al 27 por ciento en la Argentina, al 40 en Brasil, al 30 en Chile y al 26 en Uruguay. Para otros países que tienen información sobre el tema, el aporte al valor de producción es del 41 por ciento en Colombia; el 45 en Ecuador; y el 67 en Nicaragua.

¿Qué herramientas se diseñan para fortalecer a ese segmento?

En la última década, en la Argentina, se aplicaron políticas específicas dirigidas al fortalecimiento de la AF que promovieron también que estos productores ejerzan su derecho a ser parte de la agenda pública, reparando así muchos años de postergación. Entre esas políticas están: la mayor jerarquía institucional de la AF en el MAGyP, los equipos técnicos más amplios y especializados, el otorgamiento de subsidios directos a proyectos de grupos de agricultores familiares, la creación del Monotributo Social, el estímulo a la creación de cooperativas y el aporte de organismos tales como el INTA y sus programas nacionales. Estas son algunas de las múltiples acciones que conforman una estrategia fuerte, que muestra sus resultados. También es destacable la mayor institucionalidad lograda por los agricultores familiares, tanto a nivel nacional, con la constitución de la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (FONAF), como en los países de la región, con la creación de la Confederación de Organizaciones de Productores Familiares del MERCOSUR ampliado (COPROFAM -1994-) y de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del MERCOSUR (REAF-2004-), entidades representativas de los agricultores familiares que les permiten defender sus derechos y fortalecerse.

¿Cómo se abordan los principales problemas o desafíos de la AF desde el IICA?

El Instituto ejecuta el Plan Estratégico y el Plan de Mediano Plazo surgidos de los mandatos de su órgano máximo, la Junta Interamericana de Agricultura (integrada por los Ministros de Agricultura de todos los países de América). De allí surgen los objetivos y líneas de acción, entre ellas, las dirigidas a la agricultura familiar y a la seguridad alimentaria. Las actividades que se realizan en las 34 Oficinas de los Estados Miembros abarcan estudios, metodologías, capacitaciones, apoyo al fortalecimiento y modernización de instituciones, participación y gestión de proyectos de investigación, de extensión, de desarrollo local, de inversiones en infraestructura y de riego, y otras. En el caso puntual de la Argentina, en relación a la AF, se pueden citar los estudios y publicaciones sobre pequeños productores, explotaciones familiares, cooperativas agropecuarias, asociaciones de productores, adaptación al cambio climático en AF, capacitaciones en buenas prácticas agrícolas, calidad agroalimentaria y diferenciación de alimentos, entre otras.

¿Son las cooperativas una solución para la AF?

La asociación, la unión de esfuerzos y de recursos, es una condición ineludible para el progreso de pequeños productores, para su participación en los mercados y para el avance tecnológico. Las cooperativas son las instituciones por excelencia para ello porque tienen un marco jurídico, ya centenario, que les permite ejercer sus derechos y obligaciones. Sin embargo, en el caso de la AF más pequeña, suelen registrarse frustraciones y fracasos. Por lo que, para lograr su constitución y la sustentabilidad, es necesario un proceso previo de maduración de los grupos y un apoyo público especializado en asesoría técnica y financiamiento.

¿Qué alternativas hay para la mayor inserción de los productores familiares en los mercados?

Hay muchas áreas y alternativas para potenciar a la AF y aumentar su aporte a la sociedad, en los aspectos de seguridad alimentaria, mejoramiento de la nutrición, desarrollo local, y recuperación de saberes. Entre los instrumentos, se pueden citar las compras gubernamentales para programas sociales, desarrollo de redes/ circuitos para abastecimiento de mercados locales, ferias francas, huertas familiares, escolares y comunitarias, agricultura urbana y periurbana, el apoyo al asociativismo, programas de recuperación de productos ancestrales, y otros. Un ejemplo emblemático en la Argentina es el programa Pro- Huerta, una política pública que lleva ya más de 20 años de desarrollo y beneficia a más de 3,5 millones de argentinos que producen sus propios alimentos.

Más información:

Edith Scheinkerman de Obschatko.
Especialista en Políticas Agropecuarias del IICA.

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