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RIA. Revista de investigaciones agropecuarias

versión On-line ISSN 1669-2314

RIA. Rev. investig. agropecu. vol.40 no.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2014

 

EDITORIAL

Una actividad más sustentable

 

El 70 por ciento de la superficie agrícola y el 30 por ciento de la superficie terrestre del mundo están destinados a la producción ganadera. De hecho, esta actividad ocupa el 26 por ciento de la superficie terrestre libre de glaciares del planeta, mientras que el área destinada a la producción de forrajes representa el 33 por ciento del total de tierra cultivable. Es evidente que, a escala internacional, el sector pecuario reviste una importancia social y política altamente significativa: genera empleo para 1.300 millones de personas y medios de subsistencia para mil millones de personas en situación de pobreza en todo el mundo.
En un contexto global caracterizado por tendencias que anticipan un marcado aumento poblacional, diferentes especialistas también coinciden en que, para el año 2050, la producción mundial de carne se incrementará en más del doble. Así, las previsiones indican que ese sector pasará de las 229 millones de toneladas en 1999/01 a 465 millones de toneladas hacia la mitad del siglo XXI. De acuerdo con estos pronósticos, están desarrollándose diversas investigaciones con el objetivo de minimizar el impacto ambiental por unidad de producción ganadera, correspondiente con el aumento esperado, para evitar que el nivel de los daños actuales se incremente. De esta manera, el sector pecuario atraviesa una compleja transformación técnica y geográfica.
Se observa un crecimiento acelerado en la producción de porcinos y aves de corral (por lo general, en unidades industriales) y la desaceleración de la producción de bovinos, ovinos y caprinos que tradicionalmente se criaban de forma extensiva. Hoy, alrededor del 80 por ciento del crecimiento del sector pecuario se da en sistemas industriales. Debido a estos cambios, el ganado compite directamente por las escasas tierras, el agua y otros recursos naturales. A su vez, el incremento de la población mundial también es un factor crítico con respecto a la problemática de la generación y tratamiento de los residuos agropecuarios y agroindustriales. El sector ganadero se contrajo en superficie a expensas de una mayor intensificación. Si bien esta situación genera nuevas oportunidades económicas, al mismo tiempo incrementa las posibilidades de impacto ambiental cuando los excedentes de la producción no son tratados adecuadamente.
La producción porcina nacional ha comenzado a tener un vuelco cualitativo: aunque no se observa un aumento sustancial del número de productores, pero sí se registran cambios en la forma de producir carne. Esto significa que las producciones de pequeña escala comienzan a incorporar mayor tecnología y a aumentar el número de madres productivas, lo cual alienta el paso de sistemas al aire libre a sistemas mixtos. Este escenario obliga a intensificar las acciones de concientización de los distintos actores sociales, desarrollo de procesos, monitoreos y controles para minimizar el riesgo ambiental que significa el vertido de efluentes dentro o fuera del sistema en forma de sólidos o semi-fluidos o bien manipulados como líquidos que se almacenan en excavaciones precarias (lagunas abiertas), sin aislación con el suelo.
Los productores son conscientes del daño que el inadecuado manejo de los efluentes puede provocar en el ambiente, aún descargando dentro de su mismo predio. Se observa poca iniciativa para modificar esta práctica, ya sea por los costos asociados a la implementación de una nueva tecnología, como por controles escasos del cumplimiento de las normativas vigentes (vinculadas a los límites permitidos de descarga de efluentes al medio físico) que hace que esta situación persista a lo largo del tiempo. Los efectos de los desechos ganaderos más comunes sobre el ambiente son la degradación del suelo que incrementan los contenidos en nitrógeno que pueden presentar fenómenos de toxicidad como así también el fosforo y el potasio. Otro fenómeno que produce el exceso de estos nutrientes es un desequilibrio con otros macro y micro elementos.
Los sistemas de producción intensivos demandan necesariamente de un manejo integral de los purines generados, los cuales requieren un conjunto de acciones y procedimientos que se encausan para disponer de la mejor forma los desechos generados en la explotación porcina con el fin de mitigar un impacto ambiental negativo.
El trabajo del INTA apunta a mejorar la sustentabilidad económica y ambiental de la producción de carne, optimizando el manejo y la utilización de los efluentes generados.

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