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RIA. Revista de investigaciones agropecuarias

versión On-line ISSN 1669-2314

RIA. Rev. investig. agropecu. vol.43 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ago. 2017

 

ARTÍCULOS

El cerco como espacio de producción agrícola familiar campesina en Santiago del Estero, Argentina

 

Jorge, E.1; Helman, S.2

1Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Santiago del Estero, Jujuy 850, G4200CQR. Correo electrónico: jorge.eduardo@inta.gob.ar
2Universidad Nacional de Santiago del Estero. Av. Belgrano (S) 1912, Santiago del Estero. Correo electrónico: silhema@unse.edu.ar

Recibido 10 de mayo de 2016
Aceptado 21 de marzo de 2016
Publicado online 06 de septiembre de 2017


RESUMEN

El campesino en Santiago del Estero ha sido conceptualizado en variados textos bajo diferentes miradas. Por ejemplo, lo definen como un actor social agrario con formas de actuar y producir no típicamente capitalistas y en función del tipo de explotación agropecuaria que ocupa (predominantemente sin límites definidos). Este actor social se caracteriza por cultivar en unidades productivas diversificadas denominadas cercos, con características heterogéneas en las diferentes regiones, propias de las diferentes realidades socioeconómicas y agroecológicas de la amplia geografía provincial. Estas características constituyen las principales estrategias de reproducción social. El cerco es un agroecosistema de policultivo, adoptado de forma ancestral y realizado de manera tradicional por las familias campesinas, rodeado de vegetación natural característica del Chaco semiárido y con bajos o nulos sistemas de aplicación de insumos externos. Es una práctica productiva habitual dentro del sistema de vida campesino que asocia varios cultivos (policultivo) y se realiza en terrenos de pequeña superficie, generalmente en condiciones de secano; cerrados perimetralmente, es lo que da origen a su nombre. Con el objetivo de generar información sobre la práctica productiva del cerco dentro del modo de vida campesino, se realizaron cuarenta y un encuestas semiestructuradas al azar a familias campesinas, en los departamentos Capital, Río Hondo y Guasayán de la provincia de Santiago del Estero. Los cercos son policultivos tradicionales que ocupan a la mayoría de los integrantes de la familia. Estas combinaciones maximizan el uso de la tierra, aunque en algunas ocasiones no llegan a producir excedentes, aseguran el autoconsumo que es su objetivo principal. Se realizan en zonas bajas de las áreas de secano, incluyendo principalmente maíz y cucurbitáceas, se siembran utilizando especialmente semillas criollas adaptadas a su ambiente agroecológico durante el período de máximas precipitaciones.

Palabras clave: Campesino; Policultivo; Secano.

ABSTRACT

The peasant in Santiago del Estero, has been conceptualized in several texts under different looks. For example, they define it as an agrarian social actor with ways of acting and producing not typically capitalist and depending on the type of agricultural exploitation that occupies (predominantly without defined limits). This social actor is characterized by cultivating in diverse productive units called “fences”, with heterogeneous characteristics in the different regions, typical of the different socioeconomic and agroecological realities of the wide provincial geography. These characteristics constitute the main strategies of social reproduction. The “fence” is an agroecosystem of polyculture, adopted in an ancestral way and carried out in a traditional way by the peasant families, surrounded by natural vegetation characteristic of the semi-arid Chaco and with low or no external application systems. It is a habitual productive practice within the peasant life system, which associates several crops (polyculture) and is carried out in small surface areas generally, in dry conditions; Closed perimetrally, and is what gives rise to its name. In order to generate information on the productive practice of the “fence” within the peasant way of life, forty-one random semi-structured surveys were conducted for peasant families in the departments of Capital, Río Hondo and Guasayán in the province of Santiago Of the Estero. “Fences” are traditional polycultures, which occupy the majority of the family members. These combinations maximize land use, although on some occasions they do not produce surpluses, they ensure selfconsumption that is their main objective. They are made in low areas of rainfed areas, including mainly corn and cucurbitaceae, are planted using specially “criollas” seeds adapted to their agroecological environment, during the period of maximum rainfall.

Keywords: Peasant; Polyculture; Rainfed.


 

INTRODUCCIÓN

Características de las explotaciones campesinas de Santiago del Estero
La región del noroeste argentino (NOA) tiene 57.483 explotaciones agropecuarias, de las cuales el 42,67% son explotaciones sin límites definidos, fuertemente asociado con la figura del campesino ocupante o puestero criollo (Paz, 2008). En la provincia de Santiago del Estero existen aproximadamente 14.000 productores campesinos (70% del total de las EAPs1 de la provincia); esta es una de las provincias del país con mayor número de producciones campesinas (CNA, 2002). Los pequeños productores campesinos subsisten con su unidad familiar de producción y consumo. Esta producción que hacen bajo cualquier forma de tenencia de la tierra, la realizan para su autoabastecimiento y para vender en el mercado local o de la zona. En estas tareas predomina el trabajo familiar. El cerco es una práctica productiva habitual dentro del sistema de vida campesino, que asocia varios cultivos (policultivo) y se realiza en terrenos de pequeña superficie generalmente, en condiciones de secano, cerrados perimetralmente, es lo que da origen a su nombre. La familia de pequeños productores tiene una gran capacidad de adaptación frente a condiciones desfavorables, y lo ha demostrado a lo largo del tiempo. Esa capacidad de resistencia tiene una explicación y es que la familia campesina ha sabido combinar diferentes actividades y roles entre sus integrantes y realizan una diversidad de producción de sobrevivencia que les ha permitido permanecer en el campo. Esas prácticas hacen posible que ellos puedan confiar en sus propias capacidades, recursos y saberes y desde esa base construyen su modo de vida (Periódico Acción, 2008).
Tasso (2001) define a la típica familia campesina, con actividades de cultivo y de cría en pequeña escala, y sometida aún más que en otras regiones a la fuerte presión migratoria estacional. Si bien sobre los varones adultos des
cansa la responsabilidad de la atención del cerco de cultivo y la atención de las pequeñas majadas de cabras y ovejas, y eventualmente algunos vacunos, ellos se emplean durante los meses de verano como cosecheros en distintos lugares de la región pampeana; por ello, esas actividades son compartidas en la práctica con los varones menores y mayores, y con las mujeres. Los modelos productivos principales son de tipo agropecuario y forestal, combinados de varias formas. En la agricultura se trabaja en cercos pequeños con una superficie entre media y cinco hectáreas, en los cuales se cultiva maíz, zapallo, algodón y alfalfa. La actividad ganadera principal es la cría de cabras como actividad más extendida durante las últimas décadas. El modelo productivo de muchas familias –especialmente en los departamentos Atamisqui, Loreto y San Martín– comprende también la producción artesanal tradicional de tejido en telar desarrollada por mujeres. Entre las nuevas actividades que se observan está la apicultura (Ledesma y Tasso, 2011).

La estructura productiva de la familia campesina de Santiago del Estero
1. La producción pecuaria

Esta producción se compone de ganadería bovina-caprina, pero en dotaciones mínimas orientadas al autoconsumo. La diversificación pecuaria es una constante en estas explotaciones. Existen en promedio ocho especies de animales por explotación: cabras, ovejas, cerdos, gallinas, caballos, vacas, yeguarizos y pavos. Se observa una importante correlación positiva entre la superficie cultivada y la cantidad de animales, donde existe un incremento importante de vacunos, especialmente. Los animales menores (gallinas, pavos, cerdos) son criados en las cercanías de la casa, no tienen ningún tipo de infraestructura y generalmente se los alimenta con los granos provenientes del cultivo del maíz y con alfalfa. Las explotaciones sin límites definidos no tienen alambrado perimetral, situación muy común entre los campesinos que solo mantienen un cerco de ramas para la actividad agrícola y hacen pastar sus animales en el monte (Paz, 2006). Tanto el ganado caprino como el ovino y el vacuno son criados a monte abierto. Ello implica una ausencia total de todo tipo de control referido tanto a la carga animal como a los cuidados sanitarios básicos. La producción pecuaria está destinada en un 95% a cubrir los requerimientos alimenticios de la familia. Solo una pequeña proporción se orienta a un mercado totalmente informal, lo cual le permite a la familia campesina incorporar otra fuente de ingreso. El desarrollo del sistema pecuario por sobre el agrícola se debe a la unión de varios factores:
a.Uso de mano de obra marginal: mantener o desarrollar un sistema pecuario no requiere la atención del jefe de familia o de los hijos en edad activa. Generalmente los animales son atendidos por los niños pequeños, ancianos y las mujeres del hogar.
b.Escasos niveles de inversión:
la forma de crianza, según ya se ha expresado, no requiere de infraestructura básica como de alimentación. Los animales son criados alrededor de la casa y a monte abierto, y la oferta de alimentos proviene generalmente del monte (recolectado por los propios animales o por los niños), los sobrantes y desechos de la alimentación diaria de la familia y, en menor proporción, los de origen del sistema agrícola.
c.Marginalidad del agroecosistema: el sistema agrícola exige condiciones agroecológicas más favorables para su desarrollo, mientras que el pecuario, sobre todo aquellos compuestos por animales rústicos, presenta una mayor flexibilidad dentro de este contexto de fuertes condicionantes (Paz, 1995).

2. La producción agrícola: el policultivo cerco
La producción agrícola campesina de secano en Santiago del Estero se realiza en zonas bajas (bajos naturales), en terrenos seleccionados por su capacidad para guardar humedad en el perfil del suelo, donde se implantan policultivos tradicionales que incluyen maíz, cucurbitáceas varias y alfalfa. Se los denomina cercos. Estos tienen superficies que oscilan entre 0,25 y 5 hectáreas promedio, son limpiados del monte nativo y preservados de animales con cercados de ramas y plantas, preferentemente espinudas propias del lugar. Este monte nativo es el que rodea a la superficie de siembra, y dependen estas extensiones de las características agroecológicas de la zona provincial en donde se encuentran implantadas (Helman y Jorge, 2013). Esta actividad agrícola, al igual que la pecuaria, se realiza destinando la producción al consumo familiar y de sus animales. Un testimonio así lo define: “En mi casa yo tengo aproximadamente una hectárea y media de cerco, que es donde cultivamos maíz, después todo lo que sea zapallo, ancos, calabaza, para consumo y algo en parte, ancos esas cosas, para la venta (…)”. Entrevista 2 en el Hoyon, Atamisqui, S. del E., 6-5- 2010 (Desalvo, 2011). Entonces, el cerco es un agroecosistema de policultivo, adoptado de forma ancestral y realizado de manera tradicional por las familias campesinas, rodeado de vegetación natural característica del Chaco semiárido y con bajos o nulos sistemas de aplicación de insumos externos. Los sistemas de policultivos se basan en su máximo aumento en el aprovechamiento de la tierra en donde los campesinos poseen predios pequeños debido a sus condiciones socioeconómicas bajas y donde la producción de los distintos cultivos está sujeta a la cantidad de tierra que pueden limpiar, preparar, desmalezar y cosechar en forma manual en un tiempo limitado (Gutiérrez-Martínez et al., 2007).
En los sistemas de policultivos se siembran dos o más especies de plantas en una misma área con suficiente proximidad espacial para dar como resultado una complementación entre especies o una competencia interespecífica. En la actualidad, en Santiago del Estero no hay datos que describan el cerco, ni cuantifiquen los aspectos socio-productivos comprendidos en este. A partir del conocimiento de estos sistemas tradicionales de siembra se podrán generar y adaptar tecnologías que mejoren sus producciones, ya que estos proveen al autoconsumo de las familias campesinas, contribuyendo de ese modo al desarrollo de estas. Por ello, se planteó como objetivo del presente trabajo generar información que permita caracterizar la práctica productiva del cerco dentro del modo de vida campesino, en un área de secano de Santiago del Este, información que se pretende sirva de base para la elaboración de futuras estrategias de desarrollo, preferentemente hacia este sector de la sociedad que tiene una lógica de vida con sistemas de producción sostenibles, que no generan gases invernadero y que contribuyen a la conservación de la biodiversidad (Leisa, 2010).

MATERIALES Y MÉTODOS

Se realizaron 41 encuestas semiestructuradas al azar a familias campesinas, incluidas en el Programa ProHuerta del INTA y localizadas en los siguientes lugares: paraje La Estancita en el dpto. Capital; parajes Villa Río Hondo, Patillo, Pozo Huascho, Tres Flores en el dpto. Río Hondo y parajes Alta Gracia, Blanca Flor, Las Juntas y el Puestito en el dpto. Guasayán de la provincia de Santiago del Estero, entre julio y agosto del año 2013. Los aspectos indagados en las encuestas fueron los siguientes: presencia de los cercos en las explotaciones campesinas, antigüedad de la práctica del cerco, tareas y cultivos usuales, dimensiones de los cercos, destino de la producción, origen de la mano de obra, y otros. (Helman y Jorge, 2013). Los informantes seleccionados en cada familia fueron adultos mayores, sin discriminar género. Las encuestas fueron llevadas a cabo por los autores. Los datos de precipitaciones, correspondientes a los departamentos Choya, Guasayán y Río Hondo, donde se realizaron las encuestas a familias campesinas, fueron obtenidos de información agrometeorológica del INTA Santiago del Estero.

RESULTADOS

Los representantes de las familias encuestadas fueron 17 mujeres y 24 hombres.

Cerco
De las 41 familias encuestadas el 93% realiza actualmente el cerco; solo un 7% de los encuestados no tiene cercos (pero los hacía anteriormente) por diversos motivos relacionados con problemas de propiedad de la tierra. Esto muestra que la siembra en cercos es una práctica muy difundida en la zona de las familias encuestadas, situación que es diferente en otras zonas de la provincia (Desalvo, 2011).

Antigüedad de los cercos que posee
El 95% de las familias encuestadas poseen el cerco con una antigüedad superior a los 5 años; dentro de este grupo, un alto porcentaje (54%) expresa la mayor antigüedad con una frase recurrente: “lo tengo desde siempre”; solo un 5% posee cercos de menos de 5 años.

Motivación
Las alternativas ofrecidas en la encuesta para indagar sobre este aspecto fueron: a) lo hace porque obtiene beneficios o b) lo hace porque ya lo hicieron sus ancestros. El 100% de la gente expresa que realiza el cerco “porque es beneficioso” para su familia, aduciendo que lo que se produce en este sistema se destina al autoconsumo, descartando otros motivos como la tradición.

Cantidad de cercos
Un alto porcentaje (63%) de los encuestados tiene un cerco; luego con un porcentaje menor (27%) tiene dos cercos; y por último el 10% restante corresponde a los que tienen tres cercos. Hay un total de 60 cercos trabajados actualmente por 41 familias en la zona encuestada.

Tabla 1. Cantidad (F) y porcentaje (%) de familias que realizan cercos. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 2. Cantidad (F) y porcentaje (%) de antigüedad de realización de los cercos entre las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Inicio de siembra
En la zona oeste de la provincia, que comprende los dptos. Río Hondo, Choya y Guasayán, el 80% de los encuestados inicia las siembras en un intervalo de tiempo que comienza la 1.ª quincena de noviembre y finaliza la 2.ª quincena de diciembre, con un mayor porcentaje (27%) sobre esta última.

Finalización de siembra
El 86% de los encuestados manifiesta que el período de finalización de siembras o de últimas fechas de siembra se extiende desde la 1.ª quincena de enero hasta la 2.ª quincena de febrero. Dentro de este período el mayor porcentaje (37%) de los encuestados siembra hasta la 1.ª quincena de enero.

Origen del agua del sistema
El 98% del agua que nutre los policultivos en los cercos proviene de las lluvias estivales. Solo un (1) productor de los relevados (2%) tiene su cerco a las orillas del lago de las Termas de Río Hondo, por lo cual siembra en el enlamado con la humedad que queda al retirarse el lago, utilizando además el aporte de las lluvias.

Topografía del terreno del cerco
Los terrenos elegidos para realizar los cercos son los bajos naturales (95%) lo que permite almacenar el agua de las lluvias. Solo dos personas encuestadas (5%) contestaron en la categoría “otro”, que corresponden a las de zonas serranas, en donde los campesinos siembran en los bajos y en parte de terrenos aledaños más elevados.

Cercado del terreno de siembra
Todas las personas encuestadas tienen cercada el área de siembra, de las cuales el 34% realiza el cercado del terreno con ramas y/o plantas espinudas y/o con un zanjado perimetral. Un porcentaje menor (22%) realiza un cer
cado completo de alambre con varillas de madera; pero lo más utilizado (44%) es la combinación de los dos tipos anteriores, posiblemente por falta de recursos para hacerlo completo de alambre. En general comienzan cercando de manera tradicional con recursos del monte, y a medida que disponen de dinero para comprar alambre, lo van reemplazando al cercado tradicional.

Tabla 3. Cantidad (F) y porcentaje (%) de respuestas sobre la motivación por la que realizan los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 4. Cantidad (F) y porcentaje (%) de respuestas sobre la motivación por la que realizan los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 5. Cantidad (F) y porcentaje (%) de respuestas sobre las épocas de inicio de siembra de los cercos entre las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 6. Valores y porcentajes de las épocas de finalización de siembra de los cercos entre las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 7. Valores y porcentajes de campesinos que utilizan agua para el desarrollo de sus cultivos de diferentes orígenes. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 8. Valores y porcentajes de los terrenos habituales elegidos para la siembra de los cercos entre las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Especies sembradas
La mayoría de los encuestados (78%) siembran policultivos donde combinan maíz con diversas especies de cucurbitáceas. Un 20% de estos agrega a estos policultivos otras especies como alfalfa o sorgo. Solo un (1) productor (2%) sembró un monocultivo de cucurbitáceas, reconociendo que no es una práctica habitual en él y se dio solo en una campaña.

Origen de la semilla de maíz
El 54% de los productores que cultivan el maíz (40), siembra su propia semilla que proviene de selecciones de cosechas anteriores, un 23% compra la semilla y otro 23% proviene de algún programa estatal provincial o nacional. La semilla usada en las siembras provenientes de sus propias cosechas (criolla) manifiestan los campesinos que se selecciona de las mazorcas de mayor tamaño, con los granos más grandes y sanos; también manifiestan como un criterio de selección el sabor de las semillas al ser cocidas. Otra práctica habitual asociada a la propia semilla es la de intercambiarse parte de esta con sus familias vecinas.

Origen de la semilla de cucurbitáceas
Todos los productores relevados siembran cucurbitáceas, aunque generalmente no son mono específico, sino que siembran una mezcla de especies, a saber: calabazas, zapallos, ancos, anquitos, sandía, melón, otras. (Ledesma y Tasso, 2011). La práctica habitual es la siembra de la propia semilla (83%) (criolla) que proviene de selecciones de cosechas anteriores; solo se compra un 7%, y el 10% restante proviene de algún programa estatal provincial o nacional. Las semillas propias utilizadas en la siembra provienen de los frutos más sabrosos, de los cuales se separan, se limpian, y una vez secas se almacenan hasta el inicio de la campaña siguiente. También es habitual intercambiarse parte de las semillas con sus familias vecinas.

Tabla 9. Cantidad (F) y porcentaje (%) de los tipos constructivos de cercado en los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 10. Cantidad (F) y porcentaje (%) de las especies habitualmente sembradas en los policultivos de los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Arreglo espacial y tipos de siembras Los campesinos encuestados utilizan 2 tipos de arreglos espaciales: en franjas e intercalados (Gliessman, 2002). Las siembras en cualquiera de estos arreglos pueden ser al voleo o en líneas, estas alternativas que se presentan en el terreno dan lugar a cuatro combinaciones. Los productores entrevistados muestran una marcada preferencia a sembrar en líneas ya sea que siembren en franjas o intercalados, lo que se explica porque van sembrando en el mismo surco que va dejando el arado de mancera (arado tradicional de un solo surco de tiro animal); además se prefiere porque las siembras en líneas facilitan los posteriores cuidados culturales del policultivo. Generalmente las siembras al voleo se realizan cuando la cama de siembra es preparada con rastra tirada por el tractor; cuando la rastra va pasando por el terreno, el sembrador sentado en esta va tirando la semilla mientras los discos del implemento van tapándola. El 98% de los encuestados dijo que la forma de trabajar el cerco proviene de la tradición familiar.

Antigüedad de la práctica del cerco en su zona
Un alto porcentaje (85%) de los encuestados dice que los cercos en su zona se hacen desde siempre, expresión muy usada y que alude a que lo recuerdan desde su infancia con sus abuelos. Hay un porcentaje menor que recuerda que se hace desde hace más de 5 años (10%), y una mínima cantidad lo recuerda como una práctica reciente (5%).

Origen de la mano de obra que trabaja en el cerco
El cerco es una actividad familiar, ya que casi todos sus integrantes colaboran en sus tareas (99%). Solamente en casos especiales se recurre a mano de obra externa a la familia. De los encuestados, slo 1 persona manifiesta que contrata a alguien para que la ayude en las tareas. Este caso se trata de un anciano que vive solo y ya no puede realizar las tareas más pesadas, pero que continúa con sus siembras contratando a un externo con ingresos de su jubilación.

Responsables de las tareas, edades y tipos de tareas
En los cercos el 56% del aporte de mano de obra la realizan los adultos, que se dedican a realizar todas las tareas que hacen falta; sin embargo, un 8% solo hace las tareas más pesadas ligadas a la preparación de los alambrados y del suelo antes de irse a los circuitos de trabajo estacional en otras áreas del país (Tasso, 2001; Ledesma y Tasso, 2011) quedando el cerco preparado para recibir las lluvias que posibiliten las siembras posteriores. En contraposición solo un 3% realiza las tareas más livianas. Los jóvenes representan un 22% de la mano de obra en los cercos; de ellos un 65% realiza diversas tareas, un 29% realiza solo las que requieren menor esfuerzo y el 6% restante realiza las tareas pesadas. En los cercos, la tercera fuerza laboral en importancia son los niños (13%), los que en su totalidad realizan tareas livianas como siembra, carpidas, cosecha, y en las que también es valorada aparte de su colaboración en el predio, el aprendizaje del saber hacer, trasmitiéndose a través de las generaciones este conocimiento ancestral. Los ancianos representan el 8% de la mano de obra que insume el cerco, de ellos un 80% realiza solo las actividades que requieren menor esfuerzo y el 20% restante realiza las tareas pesadas. Un 1% de los casos emplea mano de obra externa a la familia, para realizar todas las tareas. Las 41 familias encuestadas totalizan 60 cercos y 117,3 ha. En esta superficie trabajan en total 132 personas, de las cuales 41 son mujeres (30%).

Tabla 8. Valores y porcentajes de los terrenos habituales elegidos para la siembra de los cercos entre las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Destino de la producción de los cercos
El 90% de lo producido en los cercos se destina al autoconsumo familiar y de sus animales. Solo un 10% de los encuestados manifiesta que vende en forma ocasional los excedentes de la producción que no son consumidos, esto sucede generalmente cuando las condiciones ambientales del período satisfacen los requerimientos del cultivo obteniéndose producciones abundantes.

Adversidades manifestadas del cerco
Los mayores problemas manifestados por los campesinos son las sequias (81%) y los insectos (73%). En contra
posición problemas considerados como de menor importancia son los animales (24%), la semilla no viable o mala (15%) y malezas (12%). Cuando se manifiesta el daño por animales, se refiere a daños por pisoteo y ramoneo del cultivo. El campesino suele referirse a semilla mala englobando en esta expresión los problemas de emergencia del cultivo de cualquier tipo, por ejemplo baja energía germinativa, bajo poder germinativo, ataques de plagas (insectos, patógenos), entre otros. No fueron mencionados como problemas (0%) la falta de mano de obra para trabajar el cerco, ni los problemas de fertilidad de suelos (nutricionales y estructurales).

DISCUSIÓN

Las tablas 1, 2, 14 y 16 referidas respectivamente a la cantidad de familias, a la antigüedad de los cercos que realizan los productores encuestados, a la antigüedad de esta práctica en la zona y a la participación de los niños en esta, dentro del área de estudio, nos demuestran que la producción de cultivos asociados bajo la modalidad descripta es una práctica generalizada (93%). En la provincia de Santiago del Estero se han reportado trabajos de diferentes áreas de secano, que evidencian que el cerco es un sistema de producción de cultivos difundido entre las familias campesinas (Tasso, 2001; Desalvo, 2011; Paz et al., 2008). No obstante, el número de productores que realizan los cercos no son similares en todas las áreas de secano, como en el caso de la zona de Villa Atamisqui en donde gran parte de la mano de obra familiar se dedica al trabajo extrapredial familiar migrante estacional y en menor medida al cultivo de los cercos. Por un lado, en la zona de estudio que nos ocupa la mano de obra extrapredial es menor, la cual se emplea en los establecimientos agrícola-ganaderos de la zona. Algunos miembros de la familia son empleados de la Comisión Municipal local, que al volver a su casa diariamente se ocupan de su cerco (Rueda C., com. pers., 28 noviembre 2009). Por otro lado, los resultados afirman que se realizan de manera ancestral (95%), lo que coincide con lo expresado por Tasso (2001), con vigencia actual y con un conocimiento que es trasmitido a los niños a través de la participación en las actividades cotidianas del sistema, concordando con lo mencionado por Ledesma y Tasso (2011).
El número total de miembros de las familias campesinas encuestadas que trabajan en los cercos es de 131. Si consideramos el CNA 2002 (INDEC, 2002), que afirma que el número promedio de miembros integrantes de una familia rural tipo en Santiago del Estero es 5, podemos decir que el cerco ocupa el 64% de la mano de obra familiar. Esto nos indica que el cerco ocupa en total a la mayoría de los integrantes de la familia campesina en diferentes momentos y con diferentes roles y grados de participación (tabla 16). Todos los cercos de las familias campesinas encuestadas están protegidos por una cerca perimetral para evitar daños ocasionados por el ingreso de animales criados y silvestres. Esta se construye con diversos materiales que se pueden resumir en: provenientes de recursos del monte circundante, de alambre y varillas de madera, o diferentes porcentajes de la combinación de los anteriores (tabla 9).
Las familias poseen entre 1 a 3 cercos, correspondiendo el mayor porcentaje a las familias que poseen un 1 cerco (fig.1). De las familias que poseen 1 cerco, un 46% construye el cercado perimetral con una combinación de sectores de alambrado y otros de ramas u otros elementos extraídos del monte; un 35% de estas realizan el cercado íntegramente con ramas espinudas y otros recursos del monte en su totalidad, y el 19% lo construye con alambre y varillas (fig. 2). Las familias que poseen 2 cercos utilizan en un 45% los recursos del monte, un 36% lo realizan de alambre y un 18% combinando los dos recursos anteriores. Por último, las que poseen 3 cercos realizan el vallado combinando en diferentes proporciones recursos del monte y alambrado (fig. 2). En este último caso podemos inferir que su nivel de capitalización es mayor, por lo que el alambrado está siempre presente en la construcción del vallado perimetral en la medida que sus ingresos lo permiten, completa este con recursos del monte.


Figura 1.
Porcentaje de familias campesinas que poseen 1, 2 o 3 cercos. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.


Figura 2.
Porcentajes de cercos con diferentes tipos de vallados según el total de cercos por familia. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo. Santiago del Estero.

Tabla 11. Valores y porcentajes del origen de las semillas de maíz utilizadas habitualmente en las siembras de los policultivos en los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 12. Cantidad (F) y porcentaje (%) del origen de las semillas de las cucurbitáceas utilizadas habitualmente en las siembras de los policultivos en los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 13. Cantidad (F) y porcentaje (%) de las modalidades de siembra de los policultivos en los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 14. Valores y porcentajes de la antigüedad de la práctica del cerco en las zonas de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 15. Valores y porcentajes del origen de la mano de obra que trabaja en los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 16. Valores y porcentajes de las tareas que realizan las personas en los cercos, discriminadas por grupo etario y origen de la mano de obra que trabaja en los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 17. Valores y porcentajes de los destinos principales de lo producido en los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Tabla 18. Cantidad (F) y porcentaje (%) de las principales adversidades manifestadas por los campesinos encuestados. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

Por una parte, las combinaciones de cultivos más utilizadas y tradicionales son las que incluyen el maíz y cucurbitáceas. Esto obedece a que el destino que le da el campesino a sus cosechas tiene un doble propósito, el autoconsumo humano y la alimentación de sus animales (vacas, cabras, cerdos, gallinas y otros) (tabla 17). Por otra parte, utiliza variedades locales, que están adaptadas al ambiente agroecológico del semiárido, lo que les permite minimizar los riegos de pérdidas de cosechas (tablas 11 y 12), corroborando los resultados obtenidos por Ledesma y Tasso (2011). El período de lluvias comienza a acumular agua en el perfil a partir de la primera quincena de octubre, finalizando en marzo, por lo que no se realizan cultivos invernales en los cercos. Cuando se integra el período de siembra con las distribuciones históricas de las precipitaciones de la zona (fig. 3) se evidencia que la mayoría de los campesinos encuestados (90%) siembran desde la primera quincena de noviembre hasta la segunda quincena de febrero, período que coincide con las precipitaciones más abundantes en la zona. Cuando los campesinos manifiestan que es solucionable el problema de los insectos, no se refiere a que realizan una intervención directa para controlarlos, sino que ellos dicen: “Y los insectos se van” como adjudicando a la naturaleza el rol de controlador de las plagas. Posiblemente ellos los ven sobre los cultivos, y ven sus daños, pero, no obstante, les permiten cosechar sus alimentos en mayor o menor medida en respuesta a sus necesidades. Unos pocos campesinos manifiestan que hacen curar “de palabra” sus cultivos. Solo el 15% de los encuestados manifiesta como problema la semilla no viable o de emergencia de plántulas. Esto se debe a que acostumbra usar semillas seleccionadas de sus propias cosechas (criolla), lo que asegura adaptación a las condiciones agroecológicas del lugar y sus necesidades.


Figura 3.
Distribuciones históricas de las precipitaciones (mm) en cuatro localidades del área encuestada y las fechas principales de Inicio y Finalización de siembra en los cercos de las familias encuestadas. Dptos. Choya, Guasayán y Río Hondo, Santiago del Estero.

CONCLUSIONES

El cerco es un sistema de policultivo difundido entre las familias campesinas de las áreas de secano del territorio provincial, aunque con diferente magnitud de acuerdo a la zona. Su cultivo ocupa a la mayoría de los integrantes de la familia campesina, que conocen su manejo y forma de hacerlo, por ser trasmitido a través de las generaciones de manera ancestral. La zona elegida para construir los cercos es siempre en sitios bajos que reciben el agua de lluvia de los terrenos vecinos y aseguran la máxima captación. El sistema posee un vallado perimetral que lo delimita, en donde prevalecen las combinaciones de recursos del monte como plantas y ramas espinudas con tramos de alambrado convencional.
Los cultivos sembrados en este incluyen en forma predominante el maíz y plantas de porte rastrero de la familia de las cucurbitáceas, sembradas en policultivos que pueden variar entre siembras en franjas o líneas intercaladas. El uso de semillas de variedad, sobre todo las criollas y en arreglos de policultivos está adaptado a las condiciones locales de semiaridez, por lo tanto son los que aseguran valores estables de producción. El período de siembra utilizado coincide con las precipitaciones más abundantes en la zona.
En definitiva, la familia campesina utiliza el cerco para la producción del autoconsumo como parte de su estrategia integral de reproducción de su modo de vida (Periódico Acción, 2011), contribuyendo a la persistencia en sus lugares de origen.

Notas

1(EAP: Explotación Agropecuaria)

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