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Enfoques

versión On-line ISSN 1669-2721

Enfoques vol.25 no.2 Libertador San Martín dic. 2013

 

RECENSIÓN CRÍTICA

Una celebridad en el olvido: Manuel de Lacunza y Díaz,
por Alfred-Félix Vaucher. Trad. Alicia Prat. Chillán, Chile: Universidad Adventista de Chile, 2013 /Barcelona: Aula7activa-Aeguae, 2013. Pp. 488. ISBN 978-956-7482-05-4.

 

La Universidad Adventista de Chile publicó la versión española de la obra de Alfred-Félix Vaucher sobre el clásico de Manuel Lacunza, La venida del Mesías en gloria y majestad, en ocasión del X Simposio Bíblico Teológico Sudamericano (14-18 de agosto de 2013). La UNACH actuó en colaboración con Aula7activa, la editora de la Asociación de Estudiantes y Graduados Universitarios Adventistas de España (AEGUAE).
Su autor, el teólogo adventista Alfred-Félix Vaucher (1887-1993), conocido estudioso del jesuita chileno Manuel de Lacunza y Díaz (1731-1801), publicó la primera edición de su libro original en francés en 1941 (224 págs.). En 1943 se hizo una reimpresión y se le insertó un suplemento (pp. 225-256). La segunda edición, también en francés, salió a la luz en 1968 (216 pp.). Habrían de pasar más de siete décadas para que este importante trabajo se pusiera al alcance del público hispanohablante. Vaucher, nacido en el Piamonte italiano, fue redactor, escritor, profesor de teología (1920-1941) y decano (1945-1951) en Collonges-sous-Salève, Francia. La Universidad Andrews de Michigan, Estados Unidos, le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en 1963.
Como se sabe, el rey Carlos III, expulsó a los jesuitas de los territorios españoles en 1767, razón por la cual Lacunza se trasladó definitivamente a Ímola, cerca de Bolonia, Italia. Allí escribió La venida del Mesías en gloria y majestad, bajo el seudónimo de Juan Josafat Ben Ezra. Por medio de su libro, Lacunza deseaba estimular el estudio de la Biblia entre los sacerdotes y la fe de los laicos, lo mismo que presentar al Mesías a los lectores judíos. Utilizaría para ello el estudio de la Biblia, la reflexión y la oración.
Vaucher divide su libro Una celebridad en el olvido: Manuel de Lacunza y Díaz en dos secciones: el hombre (1-17) y la obra (19-319), además del prólogo, el prefacio y la conclusión. Los tres capítulos de la primera sección ofrecen una breve crónica de Lacunza, su nacimiento en Santiago de Chile (1731) de padres españoles, su ingreso al colegio de los jesuitas San Francisco Javier (1741) y a la Compañía de Jesús (1747), su ordenación al sacerdocio (1755) y su afición por la teología, la geometría, la astronomía y la poesía. Viene luego su exilio en Ímola, Italia, y su dedicación a la meditación y al estudio de las Escrituras, en particular de las profecías apocalípticas. Al final, Vaucher se detiene en La venida del Mesías en gloria y majestad, escrita entre 1785. Lacunza, reconocido como erudito y hombre de oración, fue apreciado por su coraje moral, celo religioso, humildad y afabilidad.
Los seis capítulos de la segunda sección están dedicados a la obra de Lacunza, sus ediciones españolas, traducciones, extractos y análisis, contenido, originalidad y fortuna. El texto original en español circuló en Italia, España y América aún antes de su terminación. La oposición eclesiástica determinó que todas las ediciones fueran póstumas. Se conocen nueve ediciones hechas en España (1811-1812, ambas en Cadiz), en Inglaterra (1816, 1826), en México (1821, 1822, 1825) y en Francia (1825). La edición de Manuel Belgrano (1770-1820), publicada en Londres en 1816 en cuatro tomos, fue enviada a América del Sur. Existen traducciones al inglés (Edward Irving), al italiano y al latín. En Europa y América también circularon fragmentos y resúmenes del libro.
El autor sigue siendo un católico sumiso y a la vez independiente, cree en la Iglesia, en sus dogmas, en el Papa y en la eucaristía. Se discute a continuación la originalidad del sistema teológico de Lacunza, habiéndosele adjudicado dependencia de interpretaciones judías, jansenistas y protestantes. Ciertas ideas mesiánicas, dice Vaucher, pueden venir de las Escrituras antes que del judaísmo. Podría existir alguna influencia indirecta del pensamiento heterodoxo de Joaquín de Fiore (1135-1202) o de Cornelio Jansenio (1585-1638). Hay además ciertas coincidencias, mas no dependencia del protestantismo. El sistema de Lacunza le pertenece, como concluye Vaucher: "Es absurdo acusar a Lacunza de plagio" (p. 130).
A la fortuna de la obra de Lacunza se dedica el inmenso capítulo final del libro de Vaucher (pp. 131-319). Se dice que el libro de Lacunza produjo, como pocos, mucha curiosidad, admiración y oposición (p. 131). Influyó en el movimiento de Edward Irving y fue saludado con interés durante las conferencias proféticas de Albury Park (1826-1830). La relación de La venida del Mesías en gloria y majestad con el adventismo es discutida. William Miller (1782-1849) no lo leyó, pero algunos pioneros como Josiah Litch (1809- 1886), Elena G. de White (1827-1915) y Ludwig Richard Conradi (1856- 1939) lo citan. Casi ignorado en Alemania y Suiza, Lacunza fue celebrado en España y en América. En Argentina lo leyeron -entre otros- personalidades como Manuel Belgrano, Francisco Hermógenes Ramos Mejía (1773-1828), Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), y el pastor bautista Paul Henri Besson (1848-1932). Es, naturalmente, muy recordado en Chile. La Congregación del Índice, sin embargo, puso a Lacunza en el Índex y el Tribunal del Santo Oficio ordenó retirarlo.
Vaucher destaca, en suma, la calidad literaria de la obra de Lacunza y explica su olvido por la antipatía prevaleciente hacia el milenarismo. El autor considera que Lacunza se equivoca en tomar las profecías condicionales sobre Israel como un absoluto, tanto como al interpretar los cuatro reinos de Daniel. Entiende que su principal mérito es haberle dado relevancia a la doctrina bíblica sobre la segunda venida de Cristo.
La edición española del libro Una celebridad en el olvido: Manuel de Lacunza y Díaz, de Alfred-Félix Vaucher, se inicia con una presentación a cargo del rector de la Universidad Adventista de Chile, seguida de un prólogo por Sergio Olivares. Las notas de pie de página son abundantes, actualizadas con una inmensa cantidad de sitios Web. El libro incluye, al final, un Índice de nombres (pp. 349-365) y una importante bibliografía (pp. 367-488). La edición en tapa dura es excelente y cuidada. Llama la atención el espacio desigual de las secciones, con un larguísimo capítulo final. La decisión del autor de colocar toda la bibliografía en el texto, facilita la búsqueda de las fuentes, al tiempo que dificulta un poco la lectura. Es probable que Alfred- Félix Vaucher haya elegido no dedicarle un mayor espacio al contenido mismo de la obra de Lacunza, dejando esa tarea en manos de los lectores del propio célebre jesuita.
Queda claro, no obstante, que cualquier investigador de la escatología de Manuel Lacunza deberá leer este libro, al igual que todo estudioso de las profecías bíblicas referidas a la parusía y al reino eterno de Cristo.

Dr. Daniel Plenc

Docente Universidad Adventista del Plata
E-mail: danielplenc@gmail.com

Recibido: 04/02/2014
Aceptado: 17/02/2014

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