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Enfoques

versión On-line ISSN 1669-2721

Enfoques vol.26 no.2 Libertador San Martín dic. 2014

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Imaginarios contemporáneos de Simón Bolívar
Una aproximación desde la novela Yo, Bolívar rey de Caupolicán Ovalles

 

Yudis Contreras Martínez y Juan F. Barreto Salazar

Universidad de Cartagena (Colombia) E-mail: ycontrerasm@unicartagena.edu.co
Universidad de Cartagena (Colombia) E-mail: fellinibarreto@hotmail.com

Recibido: 07/04/2014
Aceptado: 27/10/2014


Resumen

El siguiente ensayo hermenéutico-literario, reflexiona sobre la tensión instaurada en el imaginario colectivo de los ciudadanos, entre la significación tradicional de Simón Bolívar, como imagen heredada de organismos estatales y referentes academicistas, y su representación dentro de la narrativa literaria contemporánea. Como ejemplo, se propone la novela Yo, Bolívar rey, con el fin de mostrar la distancia entre un Bolívar heroico y mítico y otro representado desde la literatura y su naturaleza deformante, como una figura más personal, más caótica, que refleja la fragmentación de un proyecto de unidad nacional.

Palabras clave: Simón Bolívar; Historia y literatura; Hermenéutica literaria; Cultura; Nación.

Abstract

The following literary hermeneutic exercise, points to the tension between the significance of Simon Bolivar in the collective imagination, image inherited of state establishments and academicians artifacts, and its disclosure within the horizon of contemporary literary narrative. Yo, Bolívar rey, it is the novel proposed to show the annihilation of a heroic Bolivar by distorting nature of literature; namely a Bolívar made of flesh and bone, a metaphor of discontinuity, the expression of a chaotic society.

Keywords: Simon Bolivar; History and literature; Literary hermeneutics; Culture; Nation.


 

Introducción

Desde principios del siglo XIX, en Colombia y Venezuela, la imagen tradicional de Simón Bolívar que prevalece en el imaginario colectivo1 de sus ciudadanos proviene de los monumentos en plazas públicas, los museos, los estamentos gubernamentales, documentales televisados y los textos escolares de historia patria. Un Bolívar al que se le ha esculpido, pintado o reseñado como a un guerrero vencedor, un general del ejército con uniforme militar, usualmente ajustado a un caballo como si se dirigiera algún campo de batalla. A ese Bolívar guerrero se le reconoce como a “El Libertador” y es visto como el líder de la gesta independentista del siglo XIX.2 Con esta caracterización, ese Bolívar victorioso gana un gran valor social y cultural ya que se le relaciona con los triunfos de las independencias nacionales; la de Colombia con la batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819, y la de Venezuela con la batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821. Esa imagen de un Bolívar libertario, además, es muy valiosa porque representa la soberanía nacional obtenida por los criollos en contra de la Corona española y como tal marca el inicio de un mundo nuevo para los pueblos latinoamericanos en los cuales él lideró la gesta independentista. Exaltando la valentía de Bolívar al oponerse al régimen político de España, el historiador colombiano Germán Arciniegas lo llamó el “guerrero del siglo XIX”.3 Con la misma intención, representantes políticos y escritores latinoamericanos lo han denominado “mito viviente”, “Júpiter olímpico” y con muchos otros apelativos que enaltecen su tarea libertaria.4 Esa valoración que se ha hecho de Bolívar como estratega militar, por parte de estamentos oficiales y textos de historia, ha sido útil a muchos representantes políticos latinoamericanos para proyectarlo como líder. La imagen de un Bolívar guerrero, victorioso, ha servido para crear las bases que algunos representantes políticos han usado como fortalecimiento de los modelos políticos dominantes y otros para oponerse a ellos.
Bolívar prima también porque ha sido exaltado como un fundador de naciones y como tal se destaca su imagen de estadista. Ha sido muy enunciado su sueño de querer conformar una patria grande, a la que llamó La Gran Colombia; nación que surgió de la unión de cinco países latinoamericanos. Su deseo era obtener un gran poder político y económico para conformar en el sur del continente americano un país que fuera tan poderoso como los Es
tados Unidos. Con el fin de resaltar su imagen de estadista también son citados una y otra vez sus postulados políticos expresados en La Carta de Jamaica (1965) y en los congresos de Angostura (1975) y Anfictiónico de Panamá (1826). La propagación de un Bolívar libertario o estadista, hecha por diversos líderes latinoamericanos, ha tenido como objetivo primordial fomentar una unidad nacional entre los distintos ciudadanos. Con ese propósito se ha buscado crear un consenso nacional a favor de las relaciones transnacionales, la lucha por una mejor educación y dar participación ciudadana en acciones políticas a personas de distintas clases sociales, tal y como Bolívar lo expusiera en sus escritos más reconocidos.
Sin embargo, esa imagen de un Bolívar que representa una unidad nacional propagada por estamentos del estado y distintos líderes latinoamericanos, no se percibe de igual manera desde los textos ficcionales contemporáneos de Colombia y Venezuela. Desde el cine y la literatura que surgen a partir de la segunda mitad del siglo XX, se inicia una revisión de la imagen del “Bolívar victorioso”. La razón es hacer que, en la mayoría de los casos, ni la imagen ni el nombre “Bolívar” se relacione con epítetos que exalten su labor en la gesta independentista o su figura de estadista. La función de tales textos ficcionales es hacer de Bolívar un héroe afín a los ciudadanos que representa. Bolívar es un hombre frágil y complejo, es, por ejemplo, un indocumentado en la novela La Ceniza del Libertador5, es el amante de Manuela Sáenz en el filme La Libertadora del Libertador6, es la proyección delirante de un desquiciado, Santiago Miranda, en el filme Bolívar, soy Yo7, y es un colibrí según la novela Yo, Bolívar rey.8
En estas obras se busca anular la imagen de un Bolívar heroico que representa una unidad nacional y que muestra por medio de sí mismo una nación estable y soberana. Bolívar tampoco es visto como el líder de un proyecto de nación inconcluso y aún realizable. En contraposición, el Bolívar humanizado, unas veces enfermo, alucinante o confundido que aparece en las obras de ficción, devela las grietas que esa unidad nacional afronta. A fines del siglo XX y principios del XXI, el Bolívar que se acoge es el símbolo que representa una nación en conflicto. Por una parte, los textos ficcionales buscan delinear un Bolívar que exista en medio de una unidad nacional fallida en un mundo globalizado ante la influencia de los medios de comunicación y tomando en cuenta las múltiples diferencias políticas e ideológicas de los distintos sujetos que viven en Colombia y Venezuela. Un espacio nacional en donde los ciudadanos luchen porque se respeten los derechos civiles y la verdadera soberanía nacional.
En cualquier caso, el preconcepto que tengan los ciudadanos sobre ese Bolívar heroico será una herramienta útil para los textos ficcionales,9 los cuales rescriben sobre las líneas trazadas por la historia oficial. Desde una imagen que representa a los colombianos o venezolanos se ha planteado una unión ciudadana al concebir a Bolívar como modelo y, por lo tanto, como sustento de lo que debe ser la nación. El biógrafo Germán Carrera anota, por ejemplo, que “la imagen de Bolívar es sostenida como una unidad nacional al convertirlo en reivindicación del principio del orden; en factor de gobierno, como manadero de inspiración política; y en factor de superación nacional, como religión de la perfección moral y cívica del pueblo”.10
El investigador norteamericano Christopher Conway, a partir de distintos monumentos y textos literarios venezolanos, analiza cómo la imagen de Bolívar se ha usado para mantener un discurso de género, identidad nacional y lo que él, desde nuevas representaciones artísticas, ha leído como el fracaso de la modernidad. Así, por ejemplo, Conway analiza en varias novelas cómo la imagen de Bolívar es usada para reafirmar el concepto dominante de género en una sociedad patriarcal. Revisa las reacciones que se generan por parte de líderes políticos en contra de representaciones que intenten romper el esquema de Bolívar visto como una figura masculina y dominante. Igualmente, considera que el Bolívar de las estatuas supone una figura que representa un sistema cerrado, muy probablemente refiriéndose a Bolívar como símbolo de la nación venezolana. En un paralelo a la imagen plástico-visual del monumento, observa en las revisiones que se hacen desde textos escritos en torno a la figura tradicional de Bolívar el correlato de la representación de un sistema político roto, contaminado y caótico.11
Al contextualizar varios textos ficcionales de Colombia y Venezuela en las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI, esta nueva mirada a la imagen del Bolívar heroico indica que en los textos ficcionales no sólo se alegoriza la imagen de la nación sino que además se transforma la idea del mito bolivariano. En la novela La Ceniza del Libertador y la película Manuela Sáenz, la libertadora del Libertador, se observa que la imagen de Bolívar se desmitifica a partir de una narración de la historia basada en la memoria y en el papel del archivo. En estos dos textos, en particular, prima la fragmentación del discurso y de la imagen de un discurso bolivariano en torno a la unidad nacional y, por lo tanto, el público es avocado a poner las fichas en orden conectando presente y pasado nacional.
Los conflictos que generan estas nuevas imágenes de Bolívar en Colombia y Venezuela interpelan el discurso histórico nacional. A través de la reiteración de la imagen humanizada de Bolívar, los textos ficcionales generan un nuevo discurso que busca inscribir el fin de una unidad nacional basada en una imagen constituida sólo desde la historiografía nacional o por los fines políticos de distintos líderes latinoamericanos. Las apropiaciones de Bolívar que hacen los contemporáneos subvierten la idea del discurso hegemónico. Con las nuevas caracterizaciones dichos textos intentan ganar un reconocimiento desde una nueva escritura que muestra mediante distintos temas estéticos un constante paralelismo entre Bolívar y sus conciudadanos en distintos momentos de crisis. En ese sentido, la imagen de Bolívar que se evoca en Colombia y Venezuela ya no se lee como la de “El Libertador” sino que gana nuevos significados indicando que se ha desvinculado de su valor tradicional y es visto como un “significante vacío”.12 Es decir, que su imagen no logra encerrar todos los espacios, individuos o conceptos que hegemónicamente se intentan inscribir desde su configuración de héroe nacional con una postura lineal. La imagen de Bolívar hecha desde la representación nacional falla en su connotación directa o alegórica en cuanto se plantee que Bolívar debe ser reconocido sólo por su epíteto de El Libertador, o como padre fundador de la nación colombiana o venezolana. De este modo, tal caracterización de uniformidad ciudadana, vista desde un Bolívar que es en sí mismo la representación de la unidad nacional, se observa como una imagen incompleta y fallida.
Al adentrarse en el análisis de un Bolívar ficcional se observa que, por su parte, los textos ficcionales también van ajustando la imagen de Bolívar a nuevos requerimientos. El Bolívar de estos textos indica que, en el entorno socio-político de finales del siglo XX y de las primeras décadas del XXI, ya no tiene una sola faceta sino varias capas y surge como una respuesta fidedigna al espacio social y político en el que se le reconoce como héroe nacional. Por este motivo se lo convertirá en un exiliado, un desplazado o un hombre solitario y confundido. Bolívar será visto como un hombre común y corriente que vive situaciones similares a las que viven en uno u otro momento los ciudadanos de Colombia y Venezuela a lo largo de su historia social y política. Si Bolívar representa la nación, ésta no tendrá una sola imagen que la representa sino muchas que nacen de circunstancias, condiciones particulares y sujetos que presentan o narran su propia historia por medio de su héroe nacional.
En tal orden de ideas, este texto busca dar un paso adelante en la investigación al interpretar en una obra de ficción, una novela, la tensión entre las significaciones iluminadas a partir de la tradición histórica y las significaciones que proponen los textos artísticos sobre Simón Bolívar. La novela de Caupolicán Ovalles, Yo, Bolívar rey, debe permitir develar que, más allá de la configuración tradicional de corte ideológico del “Bolívar patrimonial”, puede coexistir la de un “Bolívar ficticio”, siempre reinventable y, paradójicamente, tal vez más real o al menos más humano.

Yo, Bolívar rey: reescribiendo la historia en la literatura

Inicialmente, en la novela Yo, Bolívar rey, se puede observar que el nuevo significado que se le da a la imagen de Bolívar surge a partir de un discurso que revisa los escritos realizados por el propio Bolívar, ubicándolo así en un tiempo y un espacio determinado. A partir de una “inconexa” construcción, distintas proclamas y postulados hechos por Bolívar se transforman en poemas, sus frases célebres se convierten en epígrafes y las historias patrias se vuelven historias de amor, leyendas o narraciones teatrales. Cada tipo de escritura y género literario ganará una forma concreta al relacionarse con un momento histórico específico. Haciendo una contextualización general sobre la estructura de la novela, se aprecia que esta obra se divide en cuatro secciones que siguen características similares en cuanto a la intersección historia y ficción. La primera sección está compuesta de epígrafes; la segunda sección de unos apartados que se titulan “para mis memorias”; la tercera sección son historias que supuestamente Bolívar narra sobre sí mismo, la relación con sus amantes, o con sus compañeros de batalla y miembros del gobierno; y la cuarta se basa en algunas cartas que escribe y que recibe Bolívar. Es menester mencionar que dentro de cada sección aparecen otros géneros literarios como son poesías y dramas.
A lo largo del texto, hay proclamas y frases escritas o dichas por Bolívar y tomadas algunas veces literalmente de los textos de historia, otras mezcladas entre poesía y proclamas, y algunas otras más son totalmente creadas por el autor. También es relevante notar que hay una multiplicidad de adjetivos y sustantivos que se usan para describir a Bolívar. Cada nueva denominación conlleva más tarde a conformar una serie de significantes asociados con la imagen tradicional del Bolívar heroico; de tal forma que el discurso histórico asociado con Bolívar se convierte en un discurso literario. Cada adjetivo o sustantivo con el que se denomina a Bolívar indica su deseo de permanencia en el poder, o, mejor dicho, su espectro de permanecer como representante máximo de la nación venezolana. Por ejemplo, cuando va charlando con su enamorada va proponiéndole que se ajuste a todos sus cambios de roles para mantener su relación vigente, “Yo seré colibrí y tú serás María colibrí”, “Tú serás María Antonia y yo seré Napoleón”,13 y así sucesivamente, le va diciendo que él se ha de transformar en la figura o el personaje que sea necesario para mantenerse como un Bolívar rey. Así, si ella decide seguirlo entonces tendrá que transformarse en ese espectro de la permanencia. La sugerencia del texto literario es que tanto el líder como sus seguidores irán creando una nueva nación que, con el consentimiento de los mismos ciudadanos, reflejará cómo se implanta un nuevo sistema de gobierno que día a día atenta más contra la democracia.
Ovalles, para posicionar esa imagen de un Bolívar eterno evade cualquier caracterización de su imagen establecida como figura de un culto. Es decir, ese Bolívar que un día es la patria, el otro día es una batalla, al día siguiente es un ave, muestra un discurso que simula, en cierta manera, la situación socio-política de Venezuela. Esto se visualiza desde la construcción poética y una narración onírica que más parece una parodia de los momentos más resaltados de la vida de quien se conoce como “El Libertador”, que a una participación activa de él. El mayor aporte del texto pareciera ser entonces la manera cómo se crea una relación intertextual al mezclar un discurso literario con un discurso avalado por textos de historia nacional: crítica a la historiografía y función poética-literaria.
En la época de Bolívar, en el siglo XIX, el tema de su deseo de coronación generó mucha controversia. En consecuencia, cuando Bolívar declaró la dictadura a fines de su carrera política sus opositores políticos lo atacaron tanto que se vio avocado a renunciar como presidente de La Nueva Granada (Colombia). En la segunda mitad del siglo XX, la idea de revisar la imagen del padre fundador de la nación mediante un personaje, que intenta a toda costa permanecer en el poder, se vuelve muy sugerente. La intersección historia-ficción que se plantea en la obra de Ovalles hace no sólo una revisión a un momento histórico documentado en los archivos nacionales sino a una historia nacional que se construye desde el presente. Precisamente, respecto al tema de la coronación de Bolívar, el biógrafo colombiano Indalecio Liévano enfatiza la poca admiración que, según él, Bolívar experimentaba por Napoleón Bonaparte. Liévano afirma que Bolívar no admiraba a Napoleón y, revisando la veracidad del discurso histórico, se vale de unas palabras textuales de Bolívar a Louis Peru de Lacroix para sustentar su punto de vista.14 Liévano toma lo que se puede asumir como parte de una conversación o una carta entre Bolívar y de Lacroix, ya que el biógrafo no aclara los detalles:

Usted habrá notado, no hay duda, que en mis conversaciones… nunca hago elogio de Napoleón; que al contrario, cuando llego a hablar de él o de sus hechos es más bien para criticarlos que para aprobarlos, y que más de una vez me ha sucedido llamarle tirano, déspota, como también haber censurado alguna de sus grandes medidas políticas y de sus operaciones militares. Todo esto ha sido y es aún necesario para mí, para evitar que se establezca la creencia de que mi política es imitada a la de Napoleón, que mis miras y proyectos son iguales a los suyos, que como él quiero hacerme emperador o rey, dominar la América del Sur como ha dominado él a Europa.15

La aclaración de Liévano pareciera sugerir que el propósito de concentrarse en ese momento histórico no sería relevante si se tiene en cuenta que Bolívar nunca quiso crear ningún paralelo entre él y Napoleón Bonaparte. Luego entonces la pregunta que surge es, ¿por qué Ovalles escoge este momento y no otro? Una posible respuesta sería que precisamente lo hizo por lo controversial que es la imagen de un mandatario que quiera mantenerse en el poder a toda costa. Así, Bolívar es visto como espectro del poder permanente dentro de la historia venezolana y latinoamericana. Entonces, la figura, que se asocia con la lucha por la libertad y como líder de la independencia, también representa la tiranía del poder permanente y absoluto.
Resaltar ese polémico momento histórico ilustra las circunstancias y consecuencias que un gobierno de este tipo puede generar. El deseo del autor por volver a este tema en la década de los ochenta plantea un interés por evaluar la posición de gobernantes venezolanos que aspiraron llegar o mantenerse en el poder aunque tuvieran que apelar a cualquier circunstancia. En el caso venezolano hay varios ejemplos que merecen ser mencionados. Por un lado, al final del siglo XIX y en la primera década del siglo veinte hay una serie de militares que ocuparon la presidencia de la república (1899-1908) indicando que hubo varios gobernantes que se impusieron a la fuerza. Luego, el dictador Juan Vicente Gómez es presidente de 1908 a 1935, lo cual indica que hay un fenómeno de permanencia en el poder que contempla períodos de gobierno muy largos dentro de la historia de Venezuela. Pero, por otro lado, debe anotarse que no sólo hay gobiernos largos y dictatoriales sino también gobiernos muy cortos que demuestran la inestabilidad política del país como son los de Rómulo Gallegos (1948), Germán Suarez Flamerich (1950-1952) y Wolfang Larrazabal (1958).
La estabilidad nacional que se propone en el texto de Ovalles desde un Bolívar rey o emperador es una crítica tanto a los largos períodos de gobierno como a la inestabilidad política que se vivió en Venezuela después de las guerras post-independencia. En la época en que aparece esta novela, 1986, había pasado ya el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), un gobierno reconocido por la apertura económica que llevó al país a una internacionalización del petróleo. Sin embargo, en el segundo mandato de dicho presidente (1989-1993) hay una serie de investigaciones al gobierno por malversación de fondos, disturbios de orden público y, mientras tanto, hay dos atentados de golpe de estado contra Pérez. En estas condiciones de inestabilidad política, ¿sería posible, entonces, entender la parodia del personaje principal de la obra de Ovalles? Un Bolívar emperador que implica un comentario oblicuo sobre esa historia nacional de inestabilidad sumado a los intentos de permanecer en el poder más allá de los límites constitucionales.
Una de las estrategias del Bolívar de Ovalles consiste en ajustarse a cada circunstancia que el país atraviesa. En un intertexto entre historia y ficción, ese Bolívar que empieza siendo un colibrí no tiene ningún inconveniente en transformarse en un ave, un color, un poema, etc. El autor de Yo, Bolívar rey utiliza el mismo recurso de verosimilitud del texto biográfico de Liévano; también muestra la apreciación del hecho de que Bolívar quisiera ser rey a través de la insistencia con que lo repite una y otra vez.16 Su anhelo de ser rey implica no sólo tener tal investidura sino también mostrar lo que tal figura significa en términos políticos. Esto se observa cuando Bolívar afirma, “(…) ser rey o emperador o presidente vitalicio en nada me diferencia de lo que soy o represento. La República es mi medida y yo soy la medida de la República”.17 Así, tal y como lo muestra la novela, por una parte lo más importante para Bolívar es mantenerse en el poder y, por otra parte, hacer pensar al lector que si de todas maneras él representa la nación no importa mucho bajo qué investidura se tenga que mostrar su figura.
Esta reflexión hecha por un Bolívar que aparentemente sólo sigue un discurso onírico e inconexo, permite conectar sus ideas con lo dicho anteriormente con respecto a los gobernantes venezolanos. Si desde el gobierno se busca una reelección de los presidentes o de otros miembros del gobierno se podría pensar que ellos son una continuación de esta posición de emperador que tanto se le reprochó a Bolívar. Además, si la figura de Bolívar ha sido instituida para representar a la nación venezolana, lo que sugiere el Bolívar de Ovalles es que no hay mucha diferencia en cuanto se cambie su imagen de poder (un gobierno militar o civil) si al fin y al cabo él es quien representa la nación.
En cuanto a este punto, el culto a Bolívar en Venezuela, Carrera y Conway han sido fundamentales. La figura de Bolívar vista desde lo que implica ser rey no es tan desproporcionada si se tienen en cuenta todos los atributos que se le han asignado al hacerlo objeto de un culto. Entre otros apelativos se le ha llamado “Júpiter alado”, “caudillo milagroso”, “genio perfecto”, “caudillo incomparable”, etc.18 Esta caracterización de tanta exaltación no es casual como bien lo explican dichos autores; pues ésta nace de gobernantes que buscan convencer a los ciudadanos por medio de Bolívar, del legado histórico que les dejó el padre de la patria con el fin de presentar nuevas ideas políticas.19 Según Conway, la prolongación de la imagen de Bolívar como figura de un culto no sólo se queda en las representaciones artísticas que él examina, sino que aparece en fenómenos como el de Hugo Chávez Frías (fecha en la que publica su texto: 2003), continuación del culto a Bolívar llevada al escenario político una vez más.
La novela de Ovalles entra en la discusión histórica de la postulación que hacen ciertos gobernantes de seguir en el poder porque se consideran los más idóneos, ya sea por su educación, como lo presentaba Bolívar, por su etnia, por su clase, por conocer el entorno, por medio de la dictadura, etc., sin aparentemente querer entrar en el tema histórico del culto a Bolívar. Sin mencionar ninguno de los puntos críticos del discurso bolivariano, la novela de Ovalles hace un constante cuestionamiento de lo que se ha percibido a través del texto histórico y muestra cuál ha sido su repercusión en el entorno socio-político del presente y del pasado de Venezuela. Así, en el momento en que aparece la obra, ya se había dado un intento de golpe de estado (1989) liderado por el entonces comandante Hugo Chávez Frías; tal acción era llevada a cabo en la búsqueda de una participación ciudadana más igualitaria, según plantearía Chávez posteriormente en su campaña presidencial.
En la relación historia-ficción, la obra de Ovalles es igualmente crítica del discurso que analiza desde la forma y el contenido. Como casos puntuales se pueden observar las primeras dos páginas en la manera como el autor ha utilizado un espacio muy pequeño de la hoja en blanco para escribir dos epígrafes. El primero alude a que el personaje principal es un “ave”.20 Esta nota inicial que indica el principio de la narración literaria, está enmarcada desde un plano poético que lleva a pensar que la novela va a versar sobre esa ave, cuando en realidad es sólo un punto de partida para el nombre que más tarde el autor le asignará a Bolívar, “Simón Colibrí”. Un colibrí es un pajarillo que vuela de rama en rama y que muy probablemente tendrá alguna relación con los varios amores de Bolívar. La representación de Bolívar como un pajarillo parece sólo una caracterización teatral, sin embargo, un Bolívar que tiene muchos amores y que va de rama en rama es un Bolívar que pasa de gobierno en gobierno y que todavía sigue cautivando a sus seguidores. El segundo epígrafe se encuentra en la página siguiente y, en contraste con el primer texto, éste es tomado parcialmente de un texto de historia: “Que se desconozca la autoridad del General Simón Bolívar, y que su nombre se condene al olvido;…. Puerto Cabello, Diciembre de 1829”.21 Esta cita está mezclada entre lo que dice el texto histórico y lo que escribe el autor ya que la primera parte del texto corresponde a una declaración hecha por José Antonio Páez, gobernador de Venezuela, quién en una reacción temprana a favor de la separación de Venezuela de La Nueva Granada prohíbe la entrada de Bolívar a ese territorio. Sin embargo la segunda parte de la frase es creación del autor para dar una idea de una de las razones por las que su personaje fue condenado al olvido.
Este tema del olvido que vive Bolívar se menciona una y otra vez en las distintas biografías escritas en torno a él en donde se recalca que murió pobre y abandonado por sus amigos. Muestra de esta condición está en las biografías de Augusto Mijares,22 Indalecio Liévano Aguirre,23 John Lynch,24 William Ospina25 y en el documental Bolívar, el hombre de las dificultades.26 Puntualmente, en las obras El general en su laberinto,27 El último rostro28 y La ceniza del Libertador29 se presenta a Bolívar sacado del sistema político que él mismo instauró. En el intertexto entre historia y ficción se observa entonces cómo algunos mandatarios venezolanos pueden llegar a ser víctimas de su propio sistema de gobierno.

El hombre que había conducido a la América hispánica a la emancipación, que con su lucha y sus pensamientos había dado forma a las naciones, que unió y condujo a los ejércitos que expulsaron a España, al final de su vida nos parece cercado por el odio de las repúblicas. (…) El cuadro de un hombre que despierta un mundo para ser al final combatido por él.30

Otro aspecto que se debe considerar en la novela Yo, Bolívar rey es el rol protagónico que tiene Bolívar visto a través de un autor-narrador que algunas veces habla desde lo que él mismo piensa y otras desde lo que él ha establecido que piensa su personaje. En ese sentido la narración no es lineal ni en el pronombre que usa ni en los nombres que le asigna a su Bolívar. Esto se puede apreciar en una narración en donde el autor-narrador empieza hablando en primera persona como si fuera el único protagonista de la historia: “(…) todo mi tiempo hábil, lo ocupé verdaderamente, en estudios sobre el pasado, y sobre él escogí un espacio de tiempo que me fascinaba desde la infancia: la aventura de Bolívar”.31 En esta nota, de lo que el autor ha llamado Primera Parte, titulada “Simón Colibrí Rey de Colombia”, define cuál es su interés en escribir sobre Simón Bolívar, a quién llama un “espacio de tiempo”. La aclaración que el autor-narrador hace no resulta como tal ya que, a medida que se avanza en la lectura de la novela, se nota que él pierde la distancia del narrador novelista con el personaje principal.
Así se empieza a ver que en realidad el personaje de estudio se vuelve el protagonista de la historia. Ejemplos de este tipo se encuentran a lo largo de todo el texto. Un caso concreto está en la Tercera Parte. Aquí, al igual que en otros pasajes del texto que tienen una nota entre paréntesis señalando “(para mis memorias)”, el personaje que habla no parece ser el autor-narrador sino Bolívar mismo. De esta manera se lee una descripción que dice, “yo venía envuelto en los ojos de María Fantasía”.32 Ante esta descripción, el lector puede creer que el autor-narrador va a continuar su relato desde su perspectiva poética, ya que no se conoce ninguna amante de Bolívar que se llamara así. Sin embargo, lo que se observa más tarde es que esta descripción, que no ha cambiado de narrador, muestra en realidad un interés por los problemas de la nación. En un cambio de tema y de rol Bolívar dice, “No sabemos ser republicanos, y apenas hemos sido soldados que revolotean en la palabra libertad. Sí, pero la gloria del Estado Colombiano soy yo y no puede ser de otra manera, aun cuando, yo entienda que se está acercando el momento que deba otro ocupar mi espacio”.33 En esta sección, que no es más de diez páginas, Bolívar hablándole a su amante aparece como si meramente estuviera representando a un personaje de teatro en una obra que no se sabe qué final tendrá, “Nos llamaremos y tendremos los mismos nombres: Si tú eres María Colibrí….yo seré Simón Colibrí. Si tú eres María Encaje: Yo seré para ti bajo el agua del baño de mañana: Simón Encaje”.34 Este cambio de roles se extiende y Bolívar entonces le cambia el nombre a su amante a quien llama primero María Fantasía luego María Manuela, María Soledad, etc. Esta combinación de nombres puede tener diferentes connotaciones una vez más relacionadas con el discurso histórico, “María Manuela” une en un solo nombre a dos de las mujeres que más importancia tuvieron en su vida, según lo han escrito los textos de historia, María Teresa, su única esposa, y Manuela Sáenz, la mujer que lo acompañó hasta el final de sus días.
La idea de cambiar el nombre de su amante es una dinámica que el Bolívar narrador hace a lo largo de todo el texto. Otro ejemplo específico se aprecia en la Primera Parte en donde este Bolívar personaje dice, “Me llamaré Simón Palacios, a secas. Pero no, mejor sería que el tiempo, la distancia y el olvido: me nombre. Días en que me llamarás Aragua. Simón Aragua. Otros en que seré Simón Pichincha. O Simón Perú o Simón caminos o Simón estrella”.35 Esta forma de describirse que hace Bolívar no está tampoco aislada del discurso histórico, Aragua es una región venezolana por donde Bolívar transitó con su ejército libertador y en donde tuvo una de sus derrotas frente al ejército español. Pichincha es la batalla con la que el ejército Republicano liderado por Bolívar obtuvo la independencia de Quito. Perú es uno de los territorios por los que Bolívar firmó las actas de independencia. Así estos tres primeros nombres están relacionados con el discurso histórico escrito en torno a su vida y sus batallas por la independencia. Su nombre Simón Palacios obedece a dejar de lado el apellido Paterno y llamarse sólo con el apellido materno. Todos estos cambios de nombres van a tener siempre un referente histórico, pero esta representación de un “Simón Palacios a secas” sugiere que el Bolívar de Ovalles quiere olvidar su apellido “Bolívar” porque con éste es con el que mayoritariamente se le reconoce. La razón exacta es desconocida pero sí se puede encontrar una relación entre la descripción que el personaje protagonista hace de sí mismo como alguien que prefiere mantenerse en el olvido tal y como lo sugería el epígrafe de la primera página. La razón podría ser un rechazo a cómo se ha leído su nombre durante tantos años en Venezuela ya que siente que ninguno de los nombres con los que decida llamarse le pueda representar verdaderamente. Por esto alude una y otra vez a momentos, batallas, pueblos, nombres de personas mencionados por los textos históricos y por sus biografías y decide llamarse entonces Simón Palacios a secas.
Continuando con la forma como Bolívar es representado en la novela Yo, Bolívar rey, se observa que el personaje principal ha sido creado para revisar la idea de superioridad que se le ha asignado por medio del “culto a Bolívar”. Así, una vez más se observa un rechazo de Ovalles a la figura de Bolívar constituida con intereses particulares por parte de distintos gobernantes. La superioridad que muestra Bolívar y la correspondiente sacralización de su figura provienen no de cómo lo presentan sus seguidores sino cómo se presenta él mismo. Según se aprecia en distintas fotografías de la época, Bolívar se auto-presentaba para que se mostrara su imagen en diferentes lienzos y monumentos, y además consiguió la impresión del periódico El correo del Orinoco (1818-1922) en donde se relataban los eventos de la revolución bolivariana en el siglo XIX. Este medio permitía que se expandiera su imagen libertaria a lo largo de América Latina e incluso en varios países de Europa. Así, ese Bolívar que se auto-presenta con la imagen misma del estado indica que deja su imagen para que también varios gobernantes amparados en su investidura no sólo lo muestren a él como figura de cohesión ciudadana sino que, en una réplica de su imagen, se presenten ellos mismos como tales funcionarios.
Por otra parte, es importante señalar que de la misma forma que la figura de Bolívar en este texto literario revisa lo dicho por el texto histórico también se aleja de él con igual interés de mostrar alguna relación con el entorno socio-político de Venezuela. Esto es evidente, por ejemplo, cuando Bolívar transforma su última proclama política promulgada por los textos de historia como una que dice, “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos, yo bajaré tranquilo al sepulcro,”36 y expresa a cambio, “Si Josefina se opone, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.37 De esta manera, en una intersección constante entre el discurso histórico y el ficcional lo que se observa es una nueva construcción discursiva que implica un distanciamiento de la realidad que lo ha definido como padre de la patria, lo cual indica que tanto su imagen como sus palabras no son más que lo que se ha dicho de él. Esto lo demuestra también desde su monólogo y su auto descripción para indicar que este discurso hecho en primera persona implica que lo que se ha dicho de él también podría ser visto de cualquier otra manera.
Esta apreciación es perceptible además, por medio del modo en que el propio Bolívar presenta un intercalado por segmentos que se titulan “para mis memorias”, en donde constantemente cambia no sólo los nombres de sus amantes sino también los de sus compañeros de batallas con el fin de idealizarlos. Es así que su compañera y amante pasa a ser “María fantasía”, a uno de sus amigos no lo define a través de un nombre sino de un color “Amarillo”, su amante será también “Colibrí”, “María esperanza, María soledad” para demostrar cómo podrían cambiar también sus sentimientos. En ese sentido el concepto de historia cambia tal y como se ve a través de una narración hecha desde un plano poético que transforma los escritos de la historia nacional. De este modo, Ovalles presenta el concepto de historia desde un punto crítico cuando Bolívar dice: “General yo no tengo historia, yo vendo historias”38 y “El estado soy yo”.39 La autenticidad del discurso histórico es susceptible a cambios tal y como el protagonista lo hace durante todos los momentos que narra.
Por otro lado, es notorio que el uso de la primera persona parece cumplir una función particularmente contradictoria. Por una parte, presentarse como el verdadero Bolívar, por otra, demostrar que ni siquiera a través de su propia representación se podrá saber quién fue Bolívar realmente. Esto se aprecia desde la manera como en Yo, Bolívar rey el personaje principal revisa los postulados políticos de Bolívar, de las ideas en torno a él y del cambio de roles que deja de un lado un discurso político para implantar en cambio un discurso poético. En el momento en que aparece la novela en Venezuela precisamente se hacen estudios de la forma en que la figura política de Bolívar se ha instaurado por medio de su imagen establecida en las plazas públicas, en los discursos nacionales. El texto de Caupolicán Ovalles pretendiendo ignorar tal función lo presenta como si su verdadera función fuera precisamente olvidarse de la realidad que lo rodea.
En la revisión a la historiografía, el texto de Ovalle hace énfasis en la idea de “representación”. La novela empieza con un narrador en primera persona diciendo que después de muchos viajes decidió vivir la aventura que más le gustaba, la vida de Bolívar. Esta anotación remite al lector, muy probablemente, al Bolívar que prima en el colectivo, el de la gesta independentista que han mostrado los monumentos nacionales. No obstante, cuando se ve al narrador haciendo parte de una obra de teatro, lo que se interpreta del texto es que el papel que más le gusta hacer a ese personaje ficcional de Bolívar es una mera comedia. En el cambio de roles que el protagonista va asumiendo a lo largo de la novela va develando que a él se le ha representado de una manera, por parte de la historiografía nacional, pero que en realidad su caracterización ha sido acomodada a circunstancias particulares de distintos líderes políticos y momentos coyunturales de la historia. Por tal razón, un día Bolívar es un colibrí, otro es la encarnación misma del estado, la república es su medida, y el otro es el encaje de María Fantasía. Es decir, pasa de lo poético y sublime a lo más abstracto que pueda ser para mostrar que si él representa la nación, su figura será lo que los líderes políticos quieran hacer de ésta.
Por último, se puede determinar que en la novela Yo, Bolívar rey de Caupolicán Ovalles, la imagen de Bolívar es posible revisarla por la forma y el contenido de textos que una y otra vez reevalúen su representatividad. Por medio de una narración de estructura múltiple (voces narrativas, espacio-temporalidad) la imagen y el nombre de Bolívar se volverán parte de diferentes fragmentos e imágenes que se unen a manera de un collage para mostrar varios niveles de identificación y representación. De este modo, el nombre “Bolívar” hace parte de la historia oficial y de la literatura pero también del espacio socio-político de Colombia y Venezuela en distintos momentos históricos con una gran relevancia en ambos territorios nacionales. Luego, se podría pensar que la imagen de Bolívar en sí misma, sirve como un nuevo significante que nace de los múltiples nombres que se le asignen. Al mismo tiempo, ese Bolívar revisará la historia nacional por medio de la ficción invitando al público a repensar el presente desde lo que se ha visto como la herencia bolivariana. En Yo, Bolívar rey, el cambio de roles del personaje principal y la parodia que se hace del discurso histórico sirve para evidenciar a través de un Bolívar rey, el espectro de la permanencia en el poder que se ha dado en la historia venezolana y que hoy igual que en el pasado pone a pensar en la idea de democracia.
El siguiente esquema podría ilustrar mejor la ambigüedad que enmarca al personaje ficcional de Bolívar en la obra de Ovalles, de acuerdo al sujeto real histórico, al sujeto de los monumentos, al sujeto para los gobernantes y al sujeto para los receptores:

Conclusión

En definitiva, la novela Yo, Bolívar rey del venezolano Caupolicán Ovalles, caracteriza a Simón Bolívar basándose en su dimensión humana, en las múltiples significaciones connotativas de una personalidad. De igual forma, plantea una conexión entre Bolívar y la nación por medio de las situaciones que viven los ciudadanos. El aporte particular de esta obra consiste en que el paralelo trazado entre Bolívar y la nación, se da a partir de un discurso fragmentado y una narración onírica que invita a pensar en varias representaciones de Bolívar. Se trata de una obra ficcional que responde a un presente histórico, en donde la idea de “unidad nacional” asociada a un sujeto heroico y mítico que representa la nación soberana, ha perdido valor. Así pues, Bolívar es visto a la luz de la experiencia estética de la narratividad, o sea metafóricamente, como un humano cambiante al que se le sigue adaptando a distintos momentos socio-políticos de la nación, cuyas situaciones de conflicto del presente parecen heredadas de él, como su padre fundador. En definitiva, la literatura aparece aquí reinventando a un sujeto histórico dentro del horizonte estético, inspirada en y contra la primera imagen que se configuró para el imaginario de los ciudadanos.

Notas

1 Brevemente, aquí se entiende el “imaginario colectivo” como el producto de una constelación de prácticas sociales y discursos, manifiesto en el lenguaje y en la interacción entre ciudadanos por medio de costumbres, prácticas sociales, valores e ideologías de base. El colectivo o la masa idea figuras mentales que funcionan como arquetipos que forman sus conductas, pero que se originan más allá de las propias individualidades, se originan en el mundo intersubjetivo o la exterioridad que es percibida y, posteriormente, representada. Siguiendo a Lacan, el mundo exterior “crearía” vetas en la psiquis humana, las cuales permitirían la modelación temporal de la conducta.

2 El epíteto “El Libertador” le fue otorgado a Simón Bolívar por la municipalidad de Caracas a su regreso de lo que se conoce como “La Campaña Admirable”, con la cual se conformó en Venezuela la primera república. De allí en adelante y, con el fin de homenajear su función militar, éste fue el seudónimo con el que mayoritariamente se reconoció a Bolívar (Augusto Mijares, El Libertador [Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1987, 1ª Ed., 1964], 15, 245;         [ Links ] Miguel Antonio Caro, La Oda “A la Estatua del Libertador” y otros escritos acerca de Bolívar [Bogotá: Ediciones Instituto Caro y Cuervo, 1984], 15-17).

3 Germán Arciniegas, Bolívar y la revolución (Bogotá: Planeta, 1984).         [ Links ]

4 Germán Carrera Damas, El culto a Bolívar. Esbozo para un estudio de la historia de las ideas en Venezuela. (Caracas: Grijalbo, 1989).         [ Links ]  

5 Fernando Cruz Kronfly, La ceniza del libertador (Bogotá: Planeta, 1987).         [ Links ]

6 Diego Rísquez (Filmaker), Manuela Sáenz la libertadora del libertador (Caracas: Venevisión International, 2000) [DVD video].

7 Jorge Alí Triana (Filmaker), Bolívar, Soy Yo (Ministerio de Cultura: Bogotá- Colombia, 2001) [DVD Vídeo].

8 Caupolicán Ovalles, Yo, Bolívar Rey (Caracas: Asociación de escritores de Venezuela, 1986).         [ Links ]

9 Igualmente, pueden señalarse otros autores de obras ficcionales que marchan por este mismo camino, tales como Francisco Herrera Luque con Manuel Piar: Caudillo de dos colores (Caracas: Ediciones Pomaire, 1987);         [ Links ] Mario Szichman y José Agustín Catala con Las dos Muertes del General Simón Bolívar (Caracas: Ediciones El Centauro, 2004);         [ Links ] y Álvaro Pineda Botero con Bolívar: el insondable (Bogotá: Fundación Común Presencia Editores, 2011).         [ Links ]

10 Carrera Damas, El culto a Bolívar, 43.

11 Entre las obras que Conway analiza están: la novela de Manuel Díaz Rodríguez, Ídolos rotos (Cátedra, 2009),         [ Links ] en la cual Conway ve la ruptura de los monumentos como un paralelismo de la ruptura al orden nacional y a la idea del progreso económico; y la novela de Denzil Romero, La esposa del Dr. Thorne (Túsquets, 1990),         [ Links ] en donde observa que la pasión de Bolívar por Manuela deshace esa imagen de poder que el Bolívar monumental representa. Esta obra analiza cómo ese Bolívar heroico está asociado con un discurso de género y, también, cómo la imagen femenina desde la figura de una Manuela Sáenz que debilita tal sistema es vista como rechazada (Christopher Conway, The Cult of Bolivar in Latin American Literature [Gainesville: University Press of Florida, 2003], Capítulos 2, 4).         [ Links ]

12 Ernesto Laclau, On Populist Reason (Nueva York: Verso, 2005).         [ Links ]  

13 Ovalles, Yo, Bolívar Rey, 11.

14 De Lacroix fue un soldado francés que formó parte del Ejército de Bolívar. También había combatido en el ejército de Napoleón Bonaparte y se le conoce además por haber escrito el libro Diario de Bucaramanga (1828, MEN).

15 Indalecio Liévano Aguirre, Bolívar (Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1988),         [ Links ] 47 citado en Louis Peru De Lacroix, Diario de Bucaramanga (Caracas: Editorial Nicolás E Navarro, 1828) 45-46, 64-66, 125-126.  

16 Ovalles, Yo, Bolívar Rey, 63.

17 Ibíd., 64.

18 Carrera Damas, El culto a Bolívar, 39.

19 El listado que presentan estos dos autores, a lo largo de sus textos, de los gobernantes, escritores y artistas que se han interesado en la caracterización heroica de Bolívar es bastante largo. Damas se concentra en escritores y gobernantes del siglo XIX y primera mitad del siglo XX como Antonio Leocadio Guzmán (1842), Juan Vicente Gómez (1831), Laureano Villanueva (1883), Mariano Picón Salas (1940) y Joaquín Gabaldón (1940) (Ibíd.). Conway, por su parte, se enfoca más en textos literarios, monumentos y pinturas desde el siglo XIX hasta el XX (Conway, The Cult of Bolivar in Latin American Literature).

20 Ovalles, Yo, Bolívar Rey, 4.

21 Ibíd., 5.

22 Mijares, El Libertador, 4, 7.

23 Liévano Aguirre, Bolívar.

24 John Lynch, Simón Bolívar: A Life (New Haven y Londres: Yale University Press, 2006).         [ Links ]

25 William Ospina, En Busca de Bolívar (Bogotá: Editorial Norma, 2010).         [ Links ]

26 Jorge Alí Triana (Filmaker), “Bolívar, el Hombre de las Dificultades”, en Revivamos nuestra historia (Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1982), Documental audiovisual (1-48).

27 Gabriel García Márquez, El general en su Laberinto, disponible en http://www.educando.edu.do/GarciaMárquezGabrielElgeneralensulaberinto.pdf; Internet (consultada el 10 de enero de 2014), 5-7.         [ Links ]

28 Álvaro Mutis, El último rostro; disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/mutis/el_ultimo_rostro.htm; Internet (consultada el 10 de enero de 2014).         [ Links ]

29 Cruz Kronfly, La ceniza del libertador, 13-15, 329.

30 Ospina, En Busca de Bolívar, 247.

31 Ovalles, Yo, Bolívar Rey, 9.

32 Ibíd., 135.

33 Ibíd., 135.

34 Ibíd., 11.

35 Ovalles, Yo, Bolívar Rey, 11.

36 Liévano Aguirre, Bolívar, 457.

37 Ovalles, Yo, Bolívar Rey, 97.

38 Ovalles, Yo, Bolívar Rey, 116.

39 Ibíd., 135.

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