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Enfoques

versión On-line ISSN 1669-2721

Enfoques vol.29 no.2 Libertador San Martín dic. 2017

 

ARTÍCULOS

Revisitando dos estudios claves sobre niños y jóvenes sin domicilio: a propósito de los trabajos de Tobías Hetch y Maryse Marpsat1

Rethinking Two Key Studies On Homeless Children and Youth: Regarding the Works of Tobías Hetch and Maryse Marpsat

Revisando dois estudos-chave sobre crianças e jovens sem-teto: sobre o trabalho de Tobias Hetch e Maryse Marpsat

 

María Eugenia Rausky

Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales, unidad de investigación del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET)
Universidad Nacional de La Plata Buenos Aires, Argentina
eugeniarausky@gmail.com

1 Este artículo se enmarca en los proyectos del equipo de investigación sobre pobreza, trabajo y políticas sociales (con financiamiento del Programa Nacional de Incentivos Docentes del Ministerio de Educación de la Nación y del PIP -Conicet 1673/12) y en el proyecto “Trabajo infantil y adolescente en espacios públicos de la ciudad de La Plata: un estudio de sus dimensiones y características” (financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. PICT código 2012-0026).
Part of this article was also elaborated in the context of INCASI Network, European project that has received funding from the European Union’s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Skłodowska-Curie GA No 691004 and coordinated by Dr. Pedro López-Roldán. This article reflects only the author's view and the Agency is not responsible for any use that may be made of the information it contains


Resumen

Este artículo recupera los aportes de dos trabajos considerados claves en el campo de estudios de ninos y jóvenes sin hogar: uno llevado a cabo en Francia por M. Marpsat, J. M. Firdion y su equipo, “The INED research on homeless”, otro, desarrollado en Brasil por T. Hetch “At home in the street”, haciéndolos dialogar con una experiencia de investigación conducida en el contexto de la ciudad de La Plata —capital de la provincia de Buenos Aires— sobre niños y jóvenes que trabajan y/o viven en la calle. Se busca hacer una contribución teórica y metodológica a este campo de estudios, a partir del ordenamiento de ciertos ejes de lectura que permitan dilucidar aspectos sustantivos para considerar en investigaciones sobre este colectivo.

Palabras claves: Niños; Jóvenes; Situación de calle; Grupos de edad; Decisiones teóricometodológicas.

Abstract

This paper focuses on two key research from the area of the social studies on homeless child and youth people: one of them conducted in France by M. Marpsat, J. M. Firdion and their team, “The INED research on homeless”, the other, developed in Brazil by T. Hetch, “At home in the street”. We try to put them in dialogue with a research experience conducted in La Plata —capital of Buenos Aires— about children and youth people who works and/or lives in the streets. This presentation seeks to make a theoretical and methodological contribution to this area of study, sorting out some axis that allows to explain substantive issues to be considered in empirical research on this group.

Keywords: Children; Youth; Homeless; Age groups; Theoretical and methodological Decisions.

Resumo

Neste artigo recupera-se os aportes de duas pesquisas consideradas chave no campo de estudos das crianças e jovens que moran nas ruas: un deles feito na Francia pelo equipe da M. Marpsat y do J.M Firdion “The INED research on homeless”, e outro, desenvolvido no Brasil pelo T. Hetch “At home en the Street”, eles sao postos em diálogo com una pesquisa feita na cidade de La Plata –capital do Estado de Buenos Aires- sobre crianças e jovens que trabalhan ou moran nas ruas. Procura-se fazer uma contribuiçao teórico-metodológica neste campo de estudos, fazendo um ordenamento de alguns eixos de letura que ajudem a elucidar questoes substantivas a serem considerados na pesquisa sobre esses grupos.

Palabras chave: Criancas; Jovens; Situaçao de rua; Decisoes teórico-metodológicas.


 

Introducción

Los estudios sobre los sin techo, homeless —para la bibliografía anglosajona— o sans domicile fixe —para los francófonosestán atravesados por múltiples interrogantes que buscan develar algunos de los rasgos del fenómeno: desde investigaciones basadas en abordajes cuantitativos que procuran saber cuántos son y qué características los distinguen del resto de la población en condiciones de pobreza extrema, hasta indagaciones basadas en aproximaciones cualitativas que procuran conocer “desde cerca” los sentimientos experimentados por quienes están inmersos en dicha situación, muchas veces retratada como drama social. Enfrentados a la heterogeneidad de esta población, los trabajos habitualmente optan por definir su objeto de estudio orientando el análisis de acuerdo con clases de edad, construyendo así subgrupos correspondientes a situaciones características de precariedad, de cara a ser identificado como un sujeto sin domicilio. Así, es frecuente hallar estudios que toman por objeto a ninos —chicos de la calle, street children o meninos da rua—, otros que consideran a los jóvenes y por último investigaciones sobre población adulta. De acuerdo con dicha distinción, en este artículo se revisarán críticamente dos investigaciones que pueden considerarse claves e innovadoras en el campo de los estudios sobre ninos y jóvenes sin domicilio,2 uno, llevado a cabo en Francia por Maryse Marpsat, Jean-Marie Firdion y equipo, “The INED research on homeless”; otro, desarrollado en Brasil por Tobías Hetch, “At home in the street”,3 ambos conducidos en la década del 90.
Se buscará identificar en ellas los modos de conceptualizar la ninez y la juventud que desde allí se evocan, la problematización de la edad en tanto categoría sociológica y los disenos metodológicos que han escogido para estudiar empíricamente el fenómeno. Dicho interés por revisar tales producciones está motivado por el desarrollo de una investigación en curso que busca caracterizar el fenómeno del trabajo de ninos y jóvenes desarrollado en espacios públicos de la ciudad de La Plata.4 En el recorrido de la investigación —que lleva dos anos— un punto de partida fue la revisión y la discusión de investigaciones nacionales e internacionales que tomaran por objeto a dicha población, las cuales muchas veces se englobaban bajo el heterogéneo mundo de los estudios sobre ninos y jóvenes sin hogar. Si la investigación en curso focaliza su interés en dos grupos de edad —los ninos y los jóvenes— un punto de partida obligado ha sido revisar las concepciones que sobre estos grupos se erigen en los estudios de los “sin domicilio”, como así también indagar sobre esta última categoría —o similares— que han servido para describir a dicha población. Como ya se adelantó, interesa recuperar y poner en diálogo con la investigación en curso los modos en que tanto conceptual como operativamente ha sido definido este colectivo, como así también las estrategias metodológicas puestas en juego para abordar a esta población, siempre destacada como compleja en términos de su accesibilidad.
Tomamos estos dos estudios por varios motivos: (a) pueden considerarse “pioneros” y novedosos en cuanto al enfoque que proponen para estudiar a los chicos que no tienen domicilio fijo; (b) dan cuenta del fenómeno a abordar en contextos urbanos divergentes, ya que uno fue conducido en un país europeo y otro en un país latinoamericano; (c) pueden encontrarse en ellos ciertos contrapuntos al respecto de lo que aquí buscamos conocer, a saber, las concepciones sobre ninez y juventud subyacentes, los modos de problematizar la edad y los grupos de edad, y los dispositivos teóricos y operativos a los que recurren para llevar adelante el trabajo de campo. Buscamos con este artículo hacer una contribución teórica y metodológica a este campo de estudios a partir del ordenamiento de ciertos ejes de lectura que permitan dilucidar aspectos sustantivos para considerar en investigaciones sobre este colectivo. El artículo se estructura en tres partes. La primera, reconstruye las disputas en torno a los modos de nominar a los sujetos que se encuentran en dicha circunstancia: chicos “en” o “de” la calle. La segunda rastrea los modos de conceptualizar a esos ninos/adolescentes/jóvenes y las formas de definir a las edades en tales investigaciones. La tercera ahonda en las alternativas metodológicas empleadas en ambos estudios. Por último, se presentan las conclusiones. Cada apartado dialoga con las decisiones y definiciones tomadas para el estudio del caso.

Un trasfondo común: “la situación de calle”

Como senalamos en trabajos anteriores,5 hasta no hace mucho tiempo la literatura interesada en abordar el fenómeno de los chicos que se encuentran en la calle se hallaba permeada por una distinción prácticamente incuestionable: los chicos “en” o “de” la calle. Tal diferenciación asume la existencia de dos amplios perfiles, considerando como uno de los factores centrales de dicha diferenciación la existencia o no de lazos familiares. En el primer perfil, se incluye a ninos y adolescentes trabajadores que permanecen en la calle en busca de actividades generadoras de recursos, pero que retornan regularmente a sus hogares. El segundo perfil refiere, en cambio, a aquellos que habitan de manera estable el espacio público y que tienen escaso o nulo contacto con sus familias.6
Mientras que esta clasificación, que ha servido como aproximación al fenómeno, aún es sumamente pregnante tanto en el contexto de las instituciones que atienden a esta población como en el campo de las ciencias sociales, han surgido una serie de trabajos que por la insuficiencia de esta categoría para pensar en el amplio espectro de situaciones que pueden encontrarse, la cuestionan.7 Incluso, hay investigaciones, como la de Makowski,8 que sin proponerse cuestionar explícitamente tal clasificación, introduce la interesante idea de pensar en las figuras de la itinerancia urbana —entendidas como modalidad de experiencia social— que pueden encontrarse en las ciudades. Pensando en los colectivos que pueden integrar dichas figuras, en la bibliografía se construyen distintos conceptos para referirse a estas poblaciones:
1. Los homeless, en tanto grupo particular dentro de la categoría de personas sin residencia, con una agudización mayor de necesidades, pobreza y carencia de lazos. Al interior de este grupo identifica diferencias entre los old homeless, cuyo prototipo es el hombre vagabundo y los homeless de las últimas décadas, grupo integrado por familias, mujeres y ninos o adolescentes.
2. Los sans domicilie fixe, término acunado en Francia para describir a las personas sin hogar.
3. Los galérien, jóvenes que no viven en la calle, pero pasan allí la mayor cantidad de tiempo y los zonards, jóvenes que reivindican una ruptura voluntaria con las normas dominantes, que eligen vivir y deambular por la zone.
4. La infancia callejera (los jóvenes de la calle). Pese a la situación límite por la que atraviesan, su exclusión nunca es total: aunque están por fuera de ciertas instituciones como la escuela y la familia, están esporádicamente incluidos en otras. Se trata de sujetos que construyen una articulación compleja y dinámica entre lógicas de inclusión y exclusión que delinean configuraciones variables e inestables de integración- desintegración social.

En su estudio sobre los chicos que están en la calle en la ciudad de Recife (Brasil), Hetch introduce uno de los más interesantes cuestionamientos al respecto de la pertinencia de utilizar dicha diferenciación. Aunque el autor no lo exprese en estos términos, la crítica que realiza puede pensarse en dos planos: uno conceptual y otro operativo. En relación con el primero, advierte que conforme a su experiencia de investigación, la utilización de la expresión “de” implica solo quedarse en la descripción del lugar donde se hacen las cosas sin profundizar en quiénes son esos sujetos. Los chicos que regularmente duermen en la calle se refieren a sí mismos como chicos “de” la calle solo cuando están frente a adultos que provienen de instituciones, en especial, los educadores de la calle. En cambio, entre ellos se autodenominan maloqueiros, término que sirve para designar algo más que un conjunto de actividades y prácticas; trata de un estilo de vida, llamada por ellos “esa vida”, una vida de “malandraje”. En lo que respecta al segundo plano, Hetch se pregunta lo siguiente: .cuántas veces se debe dormir en la calle para estar en este grupo?, .cuál es la diferencia entre esto y dormir en el piso de tierra de una casa hacinada?, .se es un chico de la calle cuando se duerme en ella, pero junto con la familia? Este conjunto de interrogantes son pertinentes al momento de pensar en la operacionalización de este concepto, llevando a considerar los límites y posibilidades de su alcance.
Dallape, en línea con una mirada que cuestiona esta distinción, argumenta que el término “chicos de la calle” es inapropiado porque hace que las agencias de bienestar focalicen su atención en ninos y adolescentes que están en las grandes avenidas de las ciudades, desatendiendo a otros chicos en idénticas o peores situaciones, pero que son menos visibles; es ofensivo porque la percepción pública es la de que estos ninos y adolescentes son delincuentes o adictos, terminando de etiquetarlos como tales; y que además brinda un mensaje distorsionado: si los ninos y adolescentes son percibidos como delincuentes, se asume que deben ser rehabilitados. El énfasis está puesto en el defecto del nino y no en las circunstancias que lo conducen a dicha situación. En función de las dificultades que presenta esta clasificación, Droz sostiene que sería más adecuado reemplazar la denominación “chicos de la calle” por la de “familias de la calle”, dado que la misma no puede captar lo diverso de quienes habitan en el espacio público. Tipologías instaladas como las de chicos “de” o “en” la calle, hacen perder de vista que en las calles no solo habitan ninos, adolescentes y jóvenes, sino que también hay una gran proporción de adultos. Además, no necesariamente estos chicos cortan lazos con sus familias, sino que en las calles viven familias y se conforman nuevos núcleos familiares. Lo que caracteriza tal situación es más la ausencia de una vivienda que la de lazos sociales.9
Otra propuesta alternativa es la de Urcola,10 quien da cuenta de la necesidad de no reducir la mirada a la presencia física del nino en la calle, planteando la relevancia de pensar a este colectivo en términos de “población infantil en situación de calle”. Según el autor, la incorporación del estado “situacional” en la definición de la problemática nos libera de una perspectiva estática de la realidad para comprenderla en su estado contingente y coyuntural. La situación de calle debe entenderse como expresión de complejos relacionales que incluyen la participación de distintos actores: el grupo familiar; la comunidad de origen; la escuela; los pares; los grupos religiosos; las instituciones del poder judicial, de seguridad, etcétera. No hay que centrar la mirada en un solo actor, o sea, el nino, sino en las relaciones que se establecen entre los diferentes actores en interacción en el marco de procesos político-económicos que inciden en la existencia de contextos de abundancia y de escasez. Como puede advertirse, la distinción “de” o “en” resulta insuficiente para designar a este colectivo, y la experiencia del caso de estudio que estamos conduciendo confirma esta cuestión. Incluso, la tan mentada noción “situación de calle” tampoco se ajusta plenamente. La heterogeneidad de situaciones que ubican a ninos y jóvenes en la calle para trabajar o sobrevivir lleva a pensar que la categoría clasificatoria “de/en” o “situación de calle” implica fundirlos en una homogeneidad que obstaculiza una buena descripción sociológica. Por qué?
1. Porque la calle es habitada y practicada por ninos y jóvenes que hacen múltiples y diversos usos de ella.
2. Porque lo que los ha acercado a unos y otros a esa calle es muy distinto: están aquellos que, solitarios, abandonaron sus hogares de origen para permanecer allí de manera cuasi permanente o transitoria; otros que permanecen junto a su familia, por no tener “techo” —sea producto de una coyuntura o no—; hay quienes trabajan y en ocasiones duermen allí, pero no por falta de “techo” o por la vivencia de conflictos familiares, sino porque al desarrollar sus actividades por las noches, no tienen medios de transporte público que durante la madrugada puedan utilizar para llegar a sus hogares. También hay grupos conformados por jóvenes que eligen vivir en la calle, no por falta de recursos, sino por considerarlo un modo alternativo y contracultural de vida. Paralelamente, el tiempo de permanencia en la calle es sumamente variado: puede ser por unas pocas horas o por casi todo el día, puede ser solo algunos días al mes —cuando las necesidades de sobrevivencia así lo requieren— o casi todos los días.

De este modo, los patrones de uso de la ciudad y de la calle de ese colectivo que en la investigación en curso hemos detectado son tan distintos que pensamos en la necesidad de alejarnos tanto de las nociones “de" o “en” la calle como de la idea de “situación de calle”, en pos de generar nuevos conceptos y tipologías que nos aproximen mejor y de manera más ajustada a esas figuras que utilizan el espacio público para trabajar y/o vivir. Como bien senalaron Aptekar y Abebe,11 la forma en que se define a este colectivo, o mejor dicho a estos colectivos, contribuye también a definir sus problemas. No hay que desconocer que habitualmente los modos de entender y definir el fenómeno carecen de neutralidad, y conllevan propósitos políticos que pueden tener severas consecuencias para quienes se incluyen en dicha situación.

Niñez, juventud, edad. ¿Nociones problematizadas?

Desde hace ya varias décadas, el campo de los estudios sociales sobre ninez y juventud ha puesto en cuestión el modo en que desde las ciencias sociales se concibe a la edad, en general, y a estos grupos etarios en particular. Como bien lo han mostrado distintos trabajos, ha ganado cada vez más terreno la centralidad que adquiere la consideración de la dimensión sociocultural de la edad, la cual no se limita a un puro dato biológico o cronológico, sino que es también una construcción cultural, dotada de significados. Feixa12 subraya que, si bien los individuos experimentan a lo largo de su vida un desarrollo fisiológico y mental determinado por su naturaleza, y que las distintas culturas compartimentan el curso de la biografía en períodos a los que asignan determinadas propiedades que categorizan a los individuos y pautan sus comportamientos de acuerdo a etapas, los mismos varían culturalmente. La no universalidad en los modos de dotar de sentido a las distintas etapas de la vida da cuenta del carácter histórico y culturalmente relativo de la división de edades, y de la variabilidad que puede asumir de acuerdo a las clásicas diferencias de género y de clase.
Una mirada sobre la infancia, que se condice con esta perspectiva, está claramente puesta en juego en la investigación conducida por Tobías Hetch en Brasil, quien en su trabajo discute las nociones en pugna en torno a la infancia y el nino, y el lugar que ocupan en los estudios socio-antropológicos. En este sentido, frente a nuestra pregunta acerca de la problematización de la noción de ninez, la respuesta es afirmativa: el autor problematiza las distintas nociones e incluso acuna una propia que se ajusta al caso de estudio. Su libro busca examinar el fenómeno de los chicos de la calle en relación con las expectativas en torno a la infancia, ya que es en ese contexto que ellos se definen a sí mismos y son definidos por los otros. A la vez, procura ofrecer una interpretación sobre cómo ellos ven su realidad, se adaptan a ella y la transforman. En “At Home in the Street”, repasa las visiones construidas sobre el nino y la ninez, discutiendo (a) con las miradas plasmadas en organismos internacionales como UNICEF, que equiparan la ninez a un conjunto de prácticas y estados —el juego, la dependencia, la inocencia— entendiendo que todo aquel nino que no las siga no tiene ninez; (b) la mirada Piagetiana —profundamente arraigada en el sentido común—; y (c) las perspectivas funcionalistas y estructuralistas. Adicionalmente, el autor hace un racconto de las nuevas concepciones socio-antropológicas de la ninez, desde donde se destaca la necesidad de pensar en la existencia de múltiples infancias y de un nino entendido como sujeto activo, y no mero portador pasivo de los roles y normas que los adultos van imprimiendo en él.
En su investigación, adhiere a la propuesta de Allison James de no mirar a la infancia como un objeto, sino como “contexto”. Esta idea opera como puntapié para acunar dos nociones ligadas a dos modos contrapuestos de transitar la ninez en el nordeste de Brasil: nurtured childhood —ricos y de clase media— caracterizados como “dependientes económicamente” y nurturing childhood —pobres— e independientes, a cargo de la manutención de sus hogares. Teniendo como eje esta distinción, Hetch trabaja en las diferencias entre una y otra infancia, las cuales se manifiestan tanto en su aspecto físico directamente observable (el estado nutricional, el modo de vestir, las marcas o signos de la piel —hongos, heridas infectadas—, etcétera), como en el tipo de entorno en el que viven, las formas en las que son criados, su esquemas de sociabilidad, la exposición a situaciones de violencia, etcétera. Ahora bien, pese a estas diferencias, él también encuentra una similitud entre estas infancias: ellos viven dicha etapa de la vida dentro de la casa, el locus de la infancia es la casa, ambos viven una dependencia de lo doméstico. .Y qué sucede entonces con los chicos que duermen en la calle? La diferencia que mantienen con otros chicos pobres radica en la relación que construyen en torno a la figura materna, sea la madre biológica o quien cumpla esa función. La marca distintiva de los maloqueiros —modo en que ellos eligen nominarse— es que han acabado con la lógica moral de la casa materna, son quienes no cumplen con las obligaciones depositadas en ellos en tanto hijos: ya no hacen lo que la familia necesita, no se someten a su disciplina, no ayudan a cubrir los requerimientos materiales para la sobrevivencia, no asisten a la escuela, o si lo hacen es con una importante irregularidad. En definitiva, son los que han tomado el camino de la “vida de malandra”. La noción de maloqueiros para nominar a los chicos que viven en la calle es la que en definitiva mejor los designa ya que forja el sentido de su identidad basado en la propia interpretación acerca de cómo difieren al respecto de otros chicos pobres.
Para Hetch, hogar y calle no son conceptos que se definan por sus características físicas: estar en casa es estar con la madre aun cuando sea debajo de un puente, y no es solo estar cerca de ella, sino también ayudar, responder a la lógica de sus necesidades, hacer lo que la familia necesite, e ir por el “buen camino”, entendido como la posibilidad de cubrir las expectativas que los adultos depositan en ellos. Ahora bien, el irse del hogar, el alejarse de la madre es algo reprochable, pero .por qué? En primer lugar, porque se la deja sola, sin recursos y preocupada, para irse a hacer otra vida, la vida de la calle, de malandra, ligada a prácticas moralmente reprochables. En términos de lo que este artículo indaga, creemos que la investigación de Hetch aporta tres elementos muy importantes para pensar el fenómeno en cuestión:
1. No da por sentado lo que significa ser nino y transitar la ninez, sino que pone en discusión tales conceptos e incluso tensiona las nociones de ninez/trabajo/hogar/calle con una profundidad analítica destacable.
2. Con base en lo anterior, cuestiona la idea de infancia moderna, donde el nino no debería trabajar, y la realidad de Recife, donde en hogares pobres los chicos son valorados por sus aportes materiales a la supervivencia del hogar. Ayudar a la familia aparece en estos chicos como un mandato; no poder hacerlo es un fracaso. Es así que, en estos casos, fomentar que los chicos no trabajen puede repercutir en debilitar las ataduras de los chicos a sus casas. Esto es sumamente importante, fundamentalmente al revisar las recomendaciones de políticas de intervención que muchas veces se desprenden de los estudios de chicos que se encuentran en la calle.
3. Avanza en una conceptualización propia y original ajustada al caso de estudio: nurtered, nurturing childhood y maloqueiros en tanto modos específicos de ser ninos y transitar la ninez.

Ahora bien, en la medida en que su trabajo empírico toma grupos de edad diferentes, ninos y jóvenes, hay algo que queda pendiente en su problematización teórica. Al centrarse exclusivamente en el nino y la ninez, termina abordando al grupo de chicos que estudia como un todo homogéneo. Si bien en algunos pasajes del libro se mencionan diferencias relativas a la edad, hay cierto desbalance en el tratamiento que el autor realiza al problematizar en profundidad nociones teóricas como nino y ninez, descuidando los aspectos relativos a la construcción de la juventud y sus especificidades. .Será que para el autor las fronteras etarias entre ninos y jóvenes no son pertinentes? A diferencia de la investigación de Hetch, los trabajos conducidos en Francia por Marspat, Firdion y equipo13 sí ahondan en una caracterización de la juventud, aunque no de la ninez, ya que no la toman como objeto de indagación. Ambos autores han sido los responsables de conducir un programa de encuestas sobre personas sin domicilio en el marco del cual incluyeron una investigación específica sobre jóvenes sin domicilio y en situaciones de precariedad (este grupo no se considera estrictamente en situación de calle, ya que no reside en ella, ni es usuario de dispositivos gubernamentales destinados a esta población) en París entre los anos 1997 y 1998.
En dicha investigación, se delimitó empíricamente a ese grupo como aquel comprendido por las personas de 16 a 24 anos de edad, indagando retrospectivamente a través del dispositivo creado, diferentes dimensiones de su vida —historia laboral, residencial, relacional, etcétera—, buscando reconstruir trayectorias desde los 14 anos de edad. Incluso, el dispositivo estaba abierto para que los encuestados, si así lo deseaban, relataran aspectos relativos a anos anteriores de su vida. El recorte etario se justifica con base en que la cota inferior —los 16 anos— es la edad de finalización de la escolaridad obligatoria, y la cota superior en los 25, representa la edad en que las personas están en condiciones de recibir beneficios sociales tales como el Ingreso Mínimo de Reinserción (RMI).14
La investigación apuntó a comprender las condiciones de vida de estos jóvenes y las rupturas biográficas —muerte o separación de sus padres, institucionalización durante la infancia, encierro, deserción escolar, consumo, etcétera— que los llevaron a esta situación.15 Un primer aspecto a destacar sobre el modo de conceptualizar a este grupo etario emerge de la consideración de que “la cuestión de los jóvenes sin domicilio no puede separarse de la cuestión del “pasaje a la edad adulta”, marcada por dificultades escolares, familiares y profesionales. Dicho período de pasaje se ha tornado en la sociedad francesa no solo más largo, sino que también plagado de dificultades mucho más importantes que en el pasado”.16 A raíz de este planteo, ya tenemos un primer indicio: la juventud es entendida como un período de tránsito hacia la adultez.
Firdión plantea que definir la juventud no es tarea sencilla, ya que no es ni un estado ni una etapa de la vida, sino un período de transición en el marco de un proceso social —no solo de madurez biológica y psicológica— cuyas fronteras varían de acuerdo al tipo de sociedad y al momento histórico. En el caso de la definición de los “jóvenes sin domicilio”, se prefiere trabajar sobre la base de una definición “relajada”, que descanse en las características de edad (menores de 25 anos) y de la situación habitacional (sin casa paterna ni casa estable propia). Si bien el autor advierte al respecto de que la juventud no se agota en la madurez biológica y psicológica, en su trabajo pone un intenso énfasis en una lectura psicológica del sujeto, tal como veremos a continuación cuando plantea que un elemento común es el de la crisis adolescente:

Este período está marcado por las transformaciones psicológicas de la pubertad en donde el joven abandona la infancia con sufrimiento, el adolescente transita en este período un duelo en el que vivencia el pasaje de un cuerpo asexuado a uno sexuado. Toda esta transformación enfrenta al adolescente a la necesidad de reconstruir una imagen de sí y de su cuerpo, en donde hay una insatisfacción frecuente con su aspecto físico. La líbido y el descubrimiento del poder de seducción, hacen del cuerpo un objeto a controlar o a experimentar, de allí es que un aspecto a analizar sea la sexualidad de los jóvenes que están en la calle.17

A partir de estas nociones explícitas, la investigación conducida en Francia da cuenta del fuerte peso que tienen los aspectos psíquicos y emocionales en la definición de juventud, incluso, en el estado del arte que organiza Firdion sobre los estudios de los jóvenes sin domicilio, al referir a otras investigaciones que describen a este colectivo. Varias de las dimensiones desde las que se los representa son de este orden: depresivos, con tendencias suicidas, con conflictos ligados a la sexualidad —teengays y bisexuales— que vendrían a explicar, en parte, la situación de errancia, etcétera. Y la pregunta que sobreviene es la siguiente: .son estas definiciones analíticas suficientes para pensar y caracterizar a este tipo de poblaciones? La respuesta es negativa, ya que no alcanzan a cubrir el amplio espectro de características de este colectivo y dejan por fuera incluso la posibilidad de pensar —tal como lo hace Hetch— en categorías nuevas o más ajustadas que den cuenta de las especificidades de esos jóvenes o de los múltiples modos de transitar la juventud. Ahora bien, que se apele a estas construcciones para definir a la juventud no implica que tales estudios pierdan de vista la dimensión social, ampliamente trabajada y tomada como variable explicativa de este fenómeno. En definitiva, la ausencia de vivienda no deja de ser el síntoma más visible de la pauperización de una población. Al revisar entonces la construcción de la juventud que subyace en el estudio de los jóvenes sin domicilio de Francia, no cabe más que recodar lo que varios especialistas en temas de juventud han destacado y advertido: asociarla a una “etapa de transición” trae aparejado que se pierda su carácter autónomo. Si la juventud es un tránsito hacia la adultez, los jóvenes no son más que seres incompletos, en conflicto, que van camino hacia algo que no tienen: la madurez. Esta mirada adulto-céntrica termina definiéndolos por lo que no son, por lo que les falta, sin verlos como seres en sí mismos, negando la capacidad de agencia de la juventud y los momentos positivos que constituyen a este grupo de edad.18
El —a nuestro parecer— excesivo énfasis de la investigación francesa en este rasgo de la juventud no deber hacer perder de vista la rigurosidad con la que se operacionalizó el concepto, algo por lo que la investigación de Hetch no se ha interrogado al menos explícitamente y que toda indagación empírica que tiene algún componente estructurado (como la encuesta) así lo requiere. Considerando las cuestiones antes mencionadas, en el estudio que conducimos en la ciudad de La Plata orientamos el foco de análisis hacia los ninos y jóvenes que trabajan en la calle. El eje de atención no estuvo puesto en la ausencia de hogar, lo cual reduce el problema a no tener vivienda, sino que nos interrogamos por los modos en que ninos y jóvenes se las rebuscan para sobrevivir en un ámbito como el de la calle. Por un lado, Hetch ha demostrado la pertinencia de indagar los modos específicos en que este colectivo puede experimentar la ninez, a lo que nosotros agregamos la necesidad de incorporar la especificidad que adquiere también la juventud. La exploración de estos núcleos de sentido se vuelve posible a partir de la aproximación cualitativa propuesta en la segunda fase del trabajo de campo, basada en conversaciones informales y entrevistas en profundidad. Por otro lado, Firdion y Marpsat esgrimen un conjunto de argumentos para recortar claramente quiénes fueron considerados jóvenes en su estudio. Si bien no consideramos el mismo criterio —porque fue incluida también la población infantil— sí tomamos nota de la necesidad de establecer y justificar un recorte etario que permitiese brindar una definición cerrada sobre las características de las unidades de análisis hacia las que nos orientamos. Conforme a ello, se resolvió no considerar como estructurante la posesión o no de una vivienda para concentrar la atención en el trabajo callejero, que en ocasiones se acompana de prácticas como la de dormir en la calle. Asimismo, se avanzó en definiciones sobre las edades a considerar y el tipo de actividades que se englobarían. Sobre la edad cronológica, se estableció que se estudiarían dos grandes franjas de edad: los ninos de más de 5 y de menos de 18 anos, y los jóvenes de entre 18 y 24 anos de edad.19 Sobre el tipo de actividades, se consideraron aquellas de tipo informal —que representan el grueso del volumen de trabajo callejero— y que fueran generadoras de ingresos, incluyendo el limosneo y excluyendo la prostitución y el delito.20

Los modos de resolver el trabajo de campo: estrategias metodológicas empleadas

Las investigaciones orientadas a conocer la experiencia de los chicos que están en la calle han destacado las dificultades que se presentan en la accesibilidad al campo.21 La misma suele atribuirse a las distancias que se trazan entre los chicos y los investigadores, no solo porque la condición de estar en la calle genera ciertos patrones esquivos de acción frente a las investigaciones, sino también por la separación entre los modos de vida de unos y otros. A esto puede sumarse la rápida asociación que suele establecerse entre quien se acerca a realizar un relevamiento y los trabajadores sociales o grupos políticos que suelen interesarse en esta población y prometer ciertas retribuciones. Han sido múltiples las estrategias puestas en juego para sortear tales dificultades. En general, una opción muy utilizada ha sido la de acercarse a través de organizaciones no gubernamentales o del Estado destinadas a trabajar específicamente con ellos o a brindarles distintos tipos de servicios (comida, un espacio en el que pernoctar, etcétera). Tal ha sido la modalidad de acceso empleada por quienes han conducido las dos investigaciones que aquí se analizan.
Con respecto a las decisiones metodológicas, si bien ambos partieron de abordajes diferentes, se asemejan en algo, y es que pusieron en juego diferentes técnicas de recolección de datos. Este esfuerzo no hace más que evidenciar un requerimiento en este tipo de estudios: el abordaje de estos grupos demanda múltiples estrategias de recolección/producción de datos que permita agotar su complejidad. El estudio de Hetch se encuadró en una perspectiva etnográfica y se desarrolló en una escala micro, delimitando algunas zonas de la ciudad de Recife. Su estancia en campo llevó un total de quince meses y los chicos fueron protagonistas de la investigación. Su trabajo se encuadra claramente en los métodos participativos, muy ponderados en las investigaciones con ninos.22 Destacó el cuidado que tuvo en no tomar notas delante de ellos, no fotografiarlos ni grabarlos aunque, después de seis semanas, uno de los chicos le sacó su grabador y comenzó a grabarse contando cuestiones íntimas de su vida (robos, usos de drogas, la familia, etcétera), y a mantener conversaciones con otros chicos de su condición. La no posesión de su grabador y el corrimiento del rol de entrevistador han hecho eventualmente que eso se convirtiera en su mejor método de investigación. A esta práctica, los propios ninos le llamaban sesiones de radio o radio workshop (el término evoca el sentido con que muchos de los chicos usaban el grabador). Si bien este ha sido el camino más exitoso para construir conocimiento, a lo largo de su trabajo complementó la investigación con entrevistas, historias de vida, encuestas semiestructuradas, fuentes secundarias, estadísticas y observación participante.
Hizo uso de un cuestionario estructurado disenado por él, que surgió, en parte, de aquello que aparecía en las sesiones de radio y a raíz de cuestiones que fue detectando en campo. El cuestionario fue empleado de manera complementaria a los otros métodos y contó con alrededor de doscientas preguntas en las que se indagó sobre vida familiar, interacción con instituciones, participación en delitos, salud, sexo, educación, violencia, felicidad y aspiraciones a futuro. No se aplicó a una muestra aleatoria. Los participantes fueron elegidos por estar “en el lugar correcto, a la hora correcta”, es decir, él les proponía hacerla si sentía que estaba a salvo y si los chicos sentían que podían hablar. Había algunas preguntas que no se aplicaron a todos: esto lo hacía jugar de acuerdo a la edad. La encuesta fue implementada a 50 chicos de entre 8 y 23 anos (ninos y jóvenes) que se encontraban en distintas circunstancias: 26 estaban en la calle al momento de la encuesta, 16 se encontraban en instituciones y 8 en sus hogares. La flexibilidad característica en el diseno de investigación de Hetch se opone en buena medida al procedimiento metodológico seguido en Francia, guiado por una intención estructurada. El estudio que llevaron a cabo en la ciudad de París combinó estrategias cuantitativas y cualitativas. A una primera etapa de entrevistas que permitieran brindar elementos para pensar las preguntas de un cuestionario, le siguió una encuesta estructurada. Esta última se basó en el diseno del cuestionario que se había aplicado en 1995 a personas sin hogar adultas y ancianas de París.23
Si bien el estudio buscó articular métodos de investigación, Mauger manifestó una posición muy crítica al respecto de las posibilidades que los abordajes cualitativos tienen en este campo de estudios —preferidos muchas veces frente a estudios cuantitativos— explicando que en la investigación desarrollada en Francia los problemas que se presentaron en la instancia de la entrevista cualitativa no han sido muy diferentes de los que se presentaron en la entrevista cuantitativa.24
Entre ellos, senala la dificultad en definir a esa población, no en términos operativos —algo planteado anteriormente— sino conceptuales, interrogándose por la pertinencia de la categoría “sin vivienda” para referirse a ellos. Esta puesta en cuestión de la definición también ha sido compartida por Hetch. Ambos lo “resuelven” de alguna manera ampliando el estudio hacia aquellos que están en “situación de precariedad” —para el caso francés— y hacia los ninos que están trabajando en la calle, pero tienen un hogar (en la investigación conducida en Brasil). Otra dificultad para Mauger se vincula con la posibilidad de poder aprehender efectivamente sus trayectorias y estilos de vida. Por distintos motivos, las personas que se encuentran en esta situación son esquivos a relatar parte de lo que hacen para sobrevivir, a veces porque lo hacen en el terreno de la ilegalidad; otras veces porque la sobrevivencia depende de la caridad pública, y para obtenerla, montan una escena y una presentación de sí que ayude a obtener recursos, transformándose en una especie de “profesionales de la entrevista”; y por último, por la necesidad que muchos tienen de olvidar sus dolorosas experiencias. Todas estas razones pueden llevar a que las personas puedan no querer ser entrevistadas/ encuestadas o que lo hagan, pero sobreactuando o sobredimensionando algunos aspectos de sus vidas, lo cual torna muy difícil su análisis. Sobre ello, Hetch argumenta que de la experiencia con las sesiones de radio, él desarrolló una habilidad para poder discernir cuándo los chicos relataban fantasías, cuándo decían lo que ellos creían que sus oyentes querían escuchar y cuándo hablaban de verdad.
Lo que destaca Mauger como necesario es la capacidad de inventiva del investigador y la puesta en juego de la reflexividad, algo que en la pesquisa conducida por Hetch se percibe claramente: las sesiones de radio le permitieron rápidamente entender que esa era la mejor vía de acceso al mundo interior de esos ninos. Tal flexibilidad parece no haber tenido lugar en la investigación francesa, entendemos que por su magnitud, características y objetivos. Ambas investigaciones ponen en evidencia varios retos metodológicos que suponen los estudios empíricos orientados a estos grupos: resolver el acceso, poner en juego la creatividad metodológica y desarrollar estrategias que permitan captar lo más fielmente posible sus prácticas, experiencias y sensaciones, muchas veces vedadas o sobreactuadas, asumiendo siempre una posición reflexiva, sincera y honesta del investigador con los sujetos que estudia, pero también consigo mismo. A modo de síntesis, la tabla 4.1 presenta un cuadro con las decisiones metodológicas de ambos estudios.

Tabla 4.1 Decisiones metodológicas

Conforme a estas consideraciones, las decisiones metodológicas que han guiado nuestro trabajo contienen varias de las premisas sostenidas por Mauger y Hetch, aunque se alejan de otras. En primer lugar, el acercamiento a los ninos y jóvenes no estuvo mediado por ninguna institución, sino que el vínculo fue directo. Además, y creemos que este puede ser uno de los aportes del estudio, el mismo se desarrolló in situ, privilegiando justamente el contexto de la calle, en el cual pasan muchas horas de su vida, llegando incluso a dormir allí. En segundo lugar, la decisión por trabajar con un diseno mixto secuencial multifase,25 en el que las estrategias metodológicas cuantitativas y cualitativas se integran, se ajusta en buena medida al objeto de estudio y a las posibilidades materiales con las que contamos para llevar adelante el trabajo. Es importante resaltar que cada fase es entendida como una unidad en donde se articulan instancias de conceptualización (decisiones en torno al qué: objetivos, preguntas de investigación), metodológicas (decisiones de selección, recolección y análisis) y de inferencia (asociadas con las explicaciones, comprensiones, descripciones que incluye a la teoría emergiendo, explicaciones e inferencias). Así, la propuesta de nuestra investigación se reconoce en dos fases con instancias articuladas, en donde los procedimientos y las técnicas de producción de información de corte cualitativo y cuantitativo entran en integración. El tipo de implementación de la propuesta es secuencial y esto implica asumir que los procedimientos metodológicos de la investigación no se darán concurrentemente, sino de manera sucesiva en cada fase. En este sentido, la fase siguiente emerge de la anterior y es retroalimentada por esta.
La primera fase, fue de tipo cuali-cuantitativa con énfasis cuantitativo (CUAL/CUAN+), y la segunda cuanti-cualitativa con énfasis cualitativo (CUAN/CUAL+). Esta estrategia creemos que nos permitió encontrar cierto equilibrio en el proceso de conocimiento, ya que a la rigidez de la primera etapa centrada en un censo a todos los sujetos que se encontraran trabajando y viviendo en la calle, antecedido por observación participante en distintos puntos de la ciudad, le siguió una estrategia más flexible como la entrevista, la que según el contexto y las características de los ninos y jóvenes a entrevistar se desarrolló a través de acercamientos graduales con unas primeras conversaciones informales y breves para pasar luego a diálogos más extensos. Procuramos en todo momento extremar la sensibilidad al contexto y ajustar nuestras prácticas conforme a las especificidades de cada situación con las que nos encontramos. Al mismo tiempo, si bien la definición sobre las características de las unidades de análisis hacia las que nos orientamos fue muy cerrada, en la medida en que preestablecimos y predefinimos quiénes serían ninos, jóvenes y trabajadores, la fase cualitativa del estudio abre la posibilidad de indagar los sentidos asignados al trabajo, a la edad y a las distintas etapas de la vida como la ninez y juventud.
Este camino elegido para abordar al colectivo de ninos y jóvenes que trabajan y, en algunos casos, viven también en la calle, no deja fuera una serie de interrogantes que nos vienen acompanando y a los que gradualmente iremos encontrando respuesta. Cómo se ha jugado nuestra implicación personal en el conocimiento de esta realidad?. Cómo enfrentamos los dilemas éticos a los que nos hemos visto expuestos en el campo? .Qué lugar tuvieron nuestros preconceptos?

Conclusiones

Lejos de proponer recetas, este artículo busca mostrar las distintas articulaciones y problematizaciones teórico-metodológicas que pueden abrirse en el campo de estudios sobre ninos y jóvenes que trabajan y/o viven en la calle, tomando como eje dos estudios claves en la materia, puestos en diálogo con nuestra experiencia de campo, con el fin de poder hacer una contribución teórica y metodológica a partir del ordenamiento de ciertos ejes de lectura que permitan dilucidar aspectos sustantivos a considerar en investigaciones sobre este colectivo. A lo largo del artículo, abordamos en primer lugar los diversos modos de conceptualizar al colectivo de chicos en situación de calle, poniendo en cuestión una de las nociones más utilizadas para nominarlos: la distinción “en” y “de” la calle. Los motivos que los llevan a estar en la calle y los patrones de uso de la ciudad son tan diversos y heterogéneos que se arribó a la conclusión de que tales designaciones carecen de la complejidad necesaria para abordar a quienes se encuentran en dicha circunstancia, manifestando la necesidad —al igual que lo hacen otros autores— de construir otras aproximaciones tipológicas.
Una vez inmersos específicamente en cada uno de los trabajos de investigación analizados, una primera cuestión se ligó al análisis de los modos de problematizar a la edad, la ninez y la juventud en cada uno de ellos. Sobre este aspecto, no cabe más que afirmar que es definitivamente el trabajo de Hetch el que mejor lo tematiza, discutiendo con visiones universalizantes y poniendo de relieve la necesidad de pensar en definiciones sobre el nino y la ninez relativas y situadas en cada contexto. A esta profunda mirada teórica sobre la ninez, le cabe una contracara: la no problematización de la noción de juventud, que queda diluida en el tratamiento teórico sobre la primera. La investigación francesa sí aborda explícitamente cómo entiende a la juventud, sin embargo lo hace enfatizando dimensiones psicológicas y como una etapa de transición, lo que conlleva el peligro de entender a los jóvenes como seres incompletos, en conflicto, que van camino hacia algo que no tienen: la madurez. Esta mirada adulto-céntrica termina definiéndolos por lo que no son, por lo que les falta, sin verlos como seres en sí mismos. Esta representa una importante limitación en la construcción teórica de los investigadores franceses. Algo para destacar de ambos trabajos es que ninguno da por sentado lo que es ser nino —para el caso de la investigación en Recife—, y lo que es ser joven —para la investigación en París—, asumiendo posiciones teóricas explícitas sobre dichas nociones, algo que no se observa con frecuencia en investigaciones sobre este colectivo.
Por último, las definiciones metodológicas de ambas investigaciones, si bien están orientadas por perspectivas diferentes, ya que una es etnográfica y la otra se basa en un abordaje mixto (con un fuerte componente cuantitativo), ponen en evidencia varios retos metodológicos en común para los estudios empíricos orientados a este colectivo, entre ellos, las dificultades en el acceso, la necesidad de poner en juego la creatividad metodológica y desarrollar estrategias que permitan captar lo más fielmente posible sus prácticas, experiencias y sensaciones, muchas veces vedadas o sobreactuadas, asumiendo siempre una posición reflexiva, sincera y honesta del investigador con los sujetos que estudia, pero también consigo mismo.
Para finalizar, cabe consignar las siguientes cuestiones que se desprenden del recorrido hecho:
1. La centralidad de considerar los múltiples modos de nominar a estos grupos y evaluar cuál es el más apropiado conforme los contextos en los que se emplaza la investigación y sus particularidades, y no perder de vista cómo dichas nominaciones tienen importantes consecuencias para los propios ninos y jóvenes.
2. La importancia de que toda investigación empírica que tome por objeto grupos de edad distintos haga el esfuerzo por tomar decisiones al respecto de los modos de entenderlos, definirlos y recortarlos conceptualmente y operativamente.
3. La necesidad de articular distintos métodos/ técnicas y de poder desarrollar mecanismos de conocimiento que sean sensibles a las características de los sujetos que se están estudiando.

Notas

2 Seleccionar dos trabajos ha sido una tarea difícil, ya que la bibliografía sobre ninos y jóvenes sin domicilio o en situación de calle es profusa y hay varios estudios que han hecho aportes sustantivos al campo. Si bien en Argentina no ha sido muy profusa la investigación en la materia, cabe senalar los interesantes aportes de Julieta Pojomovsky, Cruzar la calle. Niñez y Adolescencia en las calles de la ciudad, vol. 1 (Buenos Aires: Espacio Editorial, 2008);         [ Links ] Rodolfo García Silva, Los chicos en la calle: llegar, vivir y salir de la intemperie urbana (Buenos Aires: Espacio Editorial, 2014) y Marcos Urcola,         [ Links ] Hay un niño en la calle. Estrategias de vida y representaciones sociales de la población infantil en situación de calle (Buenos Aires: Ciccus, 2010).         [ Links ] Incluso, los desarrollos hechos en Francia por el equipo del INED, han sido adaptaciones de investigaciones desarrolladas en EE. UU. como las del Urban Institute. Sin embargo, los estudios seleccionados son dos muy buenos casos que permiten desentranar nudos problemáticos y modelos de análisis muy pertinentes en el estudio empírico de este colectivo.

3 En el caso del trabajo de Hetch, el resultado completo de su investigación se ha publicado en un libro que es el que aquí se analiza: Tobías Hetch, At home in the street. Street Children of Northeast Brazil (Australia: Cambridge University Press, 1998).         [ Links ] En el caso de la investigación francesa, tomamos un corpus más amplio: un documento de trabajo y un conjunto de artículos que refieren a la investigación sobre jóvenes sin domicilio: Maryse Marspat, Jean-Marie Firdion y Gerard Mauger, Etude des sans-domicile - Le cas de Paris et de l’Ile de France. Séminaire de la valorisation de la recherche (Paris: INED, 2000); Maryse Marspat y Jean-Marie Firdion, “Les ressources des jeunes sans domicile et en situation précaire”, Recherches et Prévision 65 (2001): 91-112; Maryse Marspat, Jean-Marie Firdion y Monique Meron “The difficult past of homeless young people”, Population & Societes. The monthly newsletter of the Institut national d’études démographiques 5 (2000): 1-4.

4 La investigación busca establecer las dimensiones del fenómeno y obtener un perfil de los ninos y jóvenes trabajadores (cuáles son sus características socio-demográficas y su origen social, qué tipos de actividades desarrollan, cuál es su vínculo con las instituciones educativas, etc.), así como también indagar sobre sus trayectorias laborales, educativas y residenciales, prestando especial atención a las particularidades que se presentan: (a) entre ninos, adolescentes y jóvenes y (b) entre los que solo trabajan en las calles y los que trabajan y habitan en ellas. Para ello, la investigación empírica sigue un diseno mixto secuencial, con una primera fase con énfasis cuantitativo (censo/mapeo de los chicos que se encuentran en dicha circunstancia en el casco urbano de La Plata), y una segunda fase con énfasis cualitativo centrada en el uso de la entrevista semi-estructurada, orientada a las subpoblaciones identificadas en la etapa 1. De ambas etapas, se ha concluido la primera, y se encuentra en curso la segunda. Esta experiencia es un insumo para poner en diálogo los textos que aquí se analizan.

5 Rausky, 2014, 2015.

6 Irene Rizzini, Paula Caldeira, Rosa Ribeiro y Luiz Carvano, Criancas e adolescentes com direitos violados. Situacao de rua e indicadores de vulnerabilidade no Brasil urbano (Río de Janeiro: CIESPI-PUC RIO, 2010).         [ Links ]

7 Algunos de ellos: Tobías Hetch, At home in the street. Street Children of Northeast Brazil (Australia: Cambridge University Press, 1998); Lewis Aptekar y Behailu Abebe, “Conflict in the neiborhood: street and working children in the public space”, Childhood. A global Journal of child research 4, n.o 4 (1997): 477-490; Fabio Dallape “Urban Children: a challange and an opportunity”, Childhood. A global Journal of child research 3 (1996): 283-294; Yvan Droz, “Street Children and the work ethic. New policy for an old moral, Nairobi (Kenya)”, Childhood.A global Journal of child research 13, n.o 3 (2006): 349-463.

8 Sara Makowski, Jóvenes que viven en la calle (México: Siglo xxi, 2010).         [ Links ]

9 Santiago Bachiller “Exclusión, aislamiento social y personas sin hogar. Aportes desde el método etnográfico”, Zerbistuan 47 ( Junio, 2010): 63-73. Por ejemplo, en su estudio sobre personas sin hogar en Madrid, ha discutido con aquellas teorías que tienden a identificar y caracterizar a estos sujetos en términos de aislamiento social. Para el autor, “gran parte de los modelos de interpretación del sinhogarismo coinciden en un punto: ambos parten del supuesto del aislamiento social. El éxito de estos discursos ha llevado a poner un acento tan desmesurado en los quiebres de los vínculos sociales que ha dificultado la posibilidad de comprender cómo ciertos lazos sociales persisten pese al entorno desfavorable –más de una PSH continúa ligada con algunos integrantes de su familia–. Al centrarse en ‘la caída’, en la disrupción abrupta de una supuesta normalidad que sumerge en la exclusión a los denominados ‘nuevos pobres’, estos relatos obstaculizan la posibilidad de indagar en aquellas personas para quienes la exclusión es un lastre que se transmite de generación en generación. Pero sobre todas las cosas, el énfasis en las rupturas ha supuesto silenciar los procesos de reafiliación o recomposición de las redes sociales en el contexto de exclusión residencial” (ibíd.: 64)

10 Marcos Urcola, “Identidad y población infantil en situación de calle. Una experiencia de trabajo con ninos y adolescentes en contextos sociales de pobreza”, en Identidad colectiva: El caso Rosario desde las perspectivas Sociológica y Filosófica, eds. A. M. Tevella, M. Urcola y W. Daros (Rosario: UNR Editora, 2007): 119-162.

11 Lewis Aptekar y Behailu Abebe, “Conflict in the neiborhood: street and working children in the public space”, Childhood. A global Journal of child research 4, n.o 4, (1997): 477-490.

12 Carles Feixa, “Antropología de las edades”, en Ensayos de Antropología Cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat, eds. J. Prat y A. Martínez (Barcelona: Ariel, 1996): 319-335.

13 Maryse Marspat, Jean-Marie Firdion y Gerard Mauger, Etude des sans-domicile: Le cas de Paris et de l’Ile de France. Séminaire de la valorisation de la recherche (Paris: INED, 2000); Maryse Marspat y Jean-Marie Firdion, “Les ressources des jeunes sans domicile et en situation précaire”, Recherches et Prévision 65 (2001): 91-112; Marspat, Firdion y Meron, “The difficult past of homeless young people”, 1-4.

14 Disenado para aquellas personas que están en condiciones de trabajar, pero no tienen ingresos ni prestaciones por desempleo.

15 Marspat, Firdion y Mauger, Etude des sans-domicile.

16 Ibíd., 59.

17 Jean-Marie Firdión, “Une revue de la littérature sur les jeunes sans domicile”, Reherches et previsions 60 (2000): 82.

18 Mariana Chaves, “Juventud negada y negativizada. Representaciones y formaciones discursivas vigentes en la Argentina contemporánea”, Última Década 23 (2005): 9-29.

19 La delimitación de este criterio etario es arbitrario, tanto en lo referido a la población joven porque pone el techo en los 24 anos, sin discutir la extensión ni las fronteras de lo que se puede considerar (social y/o subjetivamente) la etapa juvenil, como en lo que respecta a la definición de la población infantil; sin embargo se lo considerará aquí con el fin de poder contar con información de referencia (estadísticas públicas sobre trabajo infantil, adolescente y juvenil) Una cuestión similar se suscita al definir el límite de edad inferior para el caso del trabajo infantil, límite que las estadísticas nacionales e internacionales suelen ubicar en los 5 anos de edad.

20 Según Kohen, la prostitución infantil es una violación a los derechos humanos y no evidencia ningún proceso de trabajo ya que la relación se establece por vía de la coerción: Jorge Kohen, “La problemática del trabajo infantil y docente en el contexto de las nuevas vulnerabilidades. Del impacto negativo en la salud a la búsqueda de procesos saludables” (Tesis doctoral, Universidad Nacional de Rosario, Argentina, 2004). En el caso del delito, se considera que estaríamos entrando en otro orden de problemas sociológicos. Incluso quienes se dedican a estudiarlo, entienden que definirlo es en sí mismo problemático, obligándonos a entrar en el complejo terreno de las tipologías, referidas a las acciones que son consideradas como tales, como a la clase de actores que las cometen, al margen de tomar en cuenta además el inevitable problema del relativismo cultural trasladado a la consideración del delito. Daniel Míguez, Delito y cultura. Los códigos de la ilegalidad en la juventud marginal urbana (Buenos Aires: Biblos, 2008).         [ Links ] Coincidimos en remarcar que el delito es la parte visible de otros procesos menos evidentes y de más vasto alcance que, si bien en algunos aspectos pueden ser los mismos que subyacen al problema del trabajo callejero, también tiene sus dinámicas específicas: Gabriel Kessler, Sociología del delito amateur (Buenos Aires: Paidós, 2006).         [ Links ]

21 Lorrein Young y Hazel Barrett “Issues of access and identity. Adapting research methods with Kampala Street Children”, Childhood.A global Journal of child research 8, n.o 3 (2001): 383-395 y Sara Makowski, Jóvenes que viven en la calle (México: Siglo xxi, 2010).         [ Links ]

22 Jane Coad y Ruth Evans “Reflections on practical approaches to involving children and young people in the data analysis process”, Children & Society 22 (2008): 41-52; Lesley- Anne Gallacher y Michael Gallagher, “Methodological immaturity in childhood research? Thinking trouth participatory methods”, Childhood, A global Journal of child research 15, n.o 4 (2008): 499-516; Sonja Gover, “Why won’t they listen to us? on giving power and voice to children participating in social research”, Childhood, A global Journal of child research 11, n.o 1 (2004): 93.

23 Marspat, Firdion y Mauger, Etude des sans-domicile; Marspat, Firdion y Meron, “The difficult past of homeless young people”, 1-4;. Maryse Marpsat y Jean-Marie Firdion, “Las personas sin hogar en París: encuesta a una muestra representativa de usuarios de servicios para personas sin hogar”, Intervención psicosocial 7, n.o 1 (1998): 47-73; Maryse Marspat y Jean-Marie Firdion, “Les ressources des jeunes sans domicile et en situation précaire”, Recherches et Prévision 65 (2001): 91-112.

24 Marspat, Firdion y Mauger, Etude des sans-domicile.

25 Abbas Teddlie y Charles Tashakori, “Mixed methods research tradition”, en Encyclopedia of Educational Administration, ed. F. English (Thousand Oaks, CA: Sage, 2005).

Ingreso: 30/11/2015
Aceptado: 22/6/2016

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