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Revista argentina de sociología

versão On-line ISSN 1669-3248

Rev. argent. sociol. v.5 n.8 Buenos Aires jan./jun. 2007

 

Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de boxeador (Corps et âme. Carnets ethnographiques d'un apprenti boxeur) Wacquant, Loïc (Alianza, Madrid, 2004, 251 páginas) (ISBN: 84-206-4182-0)

Bruno Lutz

brunolutz01@yahoo.com.mx
Sociólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco

Esta obra es el resultado de un trabajo de campo, en realidad una inmersión total que duró largos años, en un gimnasio del gueto de Chicago. El autor, discípulo francés de Pierre Bourdieu y coautor con él del Respuestas por una antropología reflexiva, pretendía inicialmente comprender los mecanismos del racismo y segregación inscribiéndose en un gimnasio frecuentado exclusivamente por pugilistas negros de un barrio desfavorecido. Loïc Wacquant no solamente pretendía convivir con los boxeadores sino convertirse en uno de ellos. Único extranjero en este pequeño gimnasio de la tercera ciudad más grande de los Estados Unidos, único blanco -"caucáseo" decían sus camaradas de color- en un mundo exclusivamente negro. De manera paulatina, en la medida en que se profundizaba su propio aprendizaje del oficio de boxeador, el etnógrafo vio aparecer un nuevo tema de estudio: la fábrica de boxeadores.
Wacquant se lanzó en la difícil tarea de "aprender con su cuerpo", entrenándose tres veces a la semana, disciplinando su mente, robusteciendo su cuerpo, adquiriendo con muchos esfuerzos y pequeñas equimosis los gestos del boxeador. El etnógrafo hizo de su trabajo de campo una experiencia de vida al punto de pensar renunciar al mundo académico para convertirse en boxeador profesional. El ser pugilista se convirtió en el camino hacia la plenitud, en una vía directa pero terriblemente exigente para acceder a lo esencial. Escribe: "El boxeador es un engranaje vivo del cuerpo y del espíritu, que desdeña la frontera entre la razón y la pasión, que hace estallar la oposición entre la acción y la representación y, al hacerlo, constituye la superación fáctica de la antinomia entre lo individual y lo colectivo". Si bien a un momento dado se dejó seducir por su objeto, como bien le hizo notar Bourdieu, no obstante volvió a su oficio inicial, por lo que nos pudo ofrecer esta original y estimulante obra.
Entre las cuerdas no es un libro sociológico como a los que estamos acostumbrados leer, no solamente por la temática tratada y la excepcional experiencia de vida del profesor de Berkley, sino también por su presentación. Es a la vez una descripción etnográfica, un análisis sociológico y una evocación literaria. A los extractos de entrevistas suceden, sin romper la armonía discursiva, reflexiones personales y referencias bibliográficas, fílmicas y pugilísticas. A esto se suman fotos en blanco y negro que ilustran muy útilmente lo dicho con las palabras. "En resumen (esta obra) quiere mostrar y demostrar al mismo tiempo la lógica social y sensual que presenta el boxeo como labor corporal en el gueto americano". Indudablemente, el gran esfuerzo de Loïc Wacquant para condensar lo que trascribió en 2,300 cuartillas llenadas durante sus tres años de trabajo de campo, dio como resultado un libro atractivo cuyos diferentes tipos de narración logran dar al conjunto unidad y armonía.
Woodlawn es descrito por el autor como un desierto económico y un purgatorio social. La calle 63 de este barrio abandonado a su suerte es un lugar hostil, donde el peligro y la muerte están al acecho. Todos los boxeadores del gimnasio han sido víctimas de agresiones y han presenciado algún homicidio. El Club de Woodlawn en el South Side de Chicago, forma parte de una red de clubes instalados en los barrios desfavorecidos afroamericanos e hispanos de las principales ciudades norteamericanas, gracias una fundación. La inscripción es gratuita y el entrenador no cobra. En realidad, el gimnasio es una escuela de moralidad, un lugar cerrado donde se forja el púgil, se le da disciplina, resistencia física y más que todo una razón de ser -o mejor dicho, una buena razón para no convertirse en delincuente o asesino-. "Ante todo, el gym aísla de la calle y desempeña la función de escudo contra la inseguridad del gueto y las presiones de la vida cotidiana". Wacquant sigue describiendo el gimnasio como un espacio cerrado en donde se desbanaliza la vida cotidiana: afuera están la droga, las balas y la muerte, adentro están el orden, la disciplina y el compañerismo. Los boxeadores amateurs y más aún los boxeadores profesionales no son los más pobres, viven en un gueto pero tienen un mínimo de estabilidad laboral y familiar, de lo contrario no podrían ser pugilistas.
Aunque el autor no hizo quizá el suficiente hincapié en la relación entre la guardería contigua y el gimnasio, es importante resaltar que desde los seis años los niños pueden aprender el oficio de boxeador para sobrevivir en la calle y tal vez para algunos de ellos, volverse campeones. El Club es una isla de sociabilidad donde es posible tejer amistades en un ambiente sano donde lo que importa es la exaltación del valor, la fuerza, destreza, tenacidad, inteligencia y ferocidad. Los carteles pegados en las paredes, en su mayoría de pugilistas muy conocidos, así como las conversaciones al interior del Club que giran casi exclusivamente en torno a las actuaciones individuales de deportistas varoniles, refuerzan esta idea de una sobrevaloración de valores masculinos.
DeeDee es el entrenador del Club, un personaje destacado en el pequeño mundo del pugilismo, garante de la aplicación del reglamento (que apunta hacia mantener una especie de democracia deportiva en la cual todos son iguales frente a los códigos y la jerarquía pero en donde están excluidas las mujeres) y garante también de la buena transmisión de las reglas del oficio de boxeador (el gesto adecuado, la postura correcta).

"La sabiduría específica del preparador consiste en saber estimular y dosificar los esfuerzos de sus pupilos, respecto a su cuerpo y las múltiples contingencias del oficio y garantizar el funcionamiento armonioso de la complicada maquinaria colectiva que transmite el saber y suscita la inversión de los boxeadores⁄"

El entrenamiento cotidiano del púgil es rutinario, austero y aburrido. Uno se sacrifica y se ofrece en sacrificio al oficio del boxeo -la noción de sacrificio siendo el motor de las esperanzas de los boxeadores amateurs que sueñan entrar en la categoría de profesionales-. El entrenamiento está basado en la rutina de golpes y gestos, de avances y movimientos de la cabeza y el torso. Se tiene que reproducir hasta el cansancio los mismos golpes: jab, uppercut, crochet, etc., frente al espejo, en los sacos, al aire o bien en un combate de entrenamiento o sparring. Para volverse boxeador hay que entrenarse con regularidad, ser constante, tener una buena higiene y mantener una vida austera, a medio camino entre la vida monástica y la vida en el ejército: correr todos los días, entrenarse con mucha frecuencia, mantener una dieta sana y controlar su actividad sexual. El sociólogo dedica largos párrafos para detallar la importancia y las razones invocadas para no tener contacto con las mujeres antes de un combate. Restringir y controlar la alimentación significa regular lo que entra en el cuerpo, restringir y suprimir las relaciones sexuales significa regular lo que sale del cuerpo.
En todo caso, aprender el oficio de boxeador requiere tiempo para permitir al cuerpo conocer instintivamente los golpes y encadenarlos de manera eficaz en función de las debilidades del adversario. Es una pelea entre quien puede mejor anticipar las reacciones del otro, mejor colocar sus golpes pero también mejor protegerse. El boxeo es el juego cinético de dos cuerpos que son convertidos en armas durante el tiempo de un combate, incluso cuando es amistoso -Loïc Wacquant tuvo dos fracturas de la nariz-. De ahí la importancia de seleccionar cuidadosamente a su adversario durante los entrenamientos, "el compañero de sparring forma parte del capital específico del púgil".
Boxear por primera vez frente a un adversario de carne y hueso, constituye según el sociólogo, un verdadero rito de paso. No solamente se trata de aplicar los gestos aprendidos golpeando sacos y entrenándose frente a un espejo, sino de aplicarlos correctamente, es decir, en el milisegundo decisivo y con la fuerza requerida -sin demasiada potencia para no lastimar al contrincante, al menos que el entrenador lo haya permitido, ni con demasiado poca fuerza so pena de verse duramente criticado-. Wacquant inserta de manera convincente varias conversaciones -transcritas a partir de grabaciones audio- que tuvo con boxeadores y entrenadores acerca de su trayectoria personal y de ciertos aspectos del oficio de pugilista. Una especie de consenso general -¿una estructura?- parece emerger del tejido de discursos dados a conocer.
En el boxeo, la violencia entre dos adversarios en el cuadrilátero tiene un carácter altamente codificado. Todavía, según el autor de Entre las cuerdas, a esta violencia que se transmite mediante los golpes atestados en la cabeza y las costillas del contrincante se agrega su contraparte, el aguantar el dolor: "...si quieres la gloria, tienes que soportar la agonía". Según las palabras del conocido pero humilde entrenador negro DeeDee, el boxeador debe de elevar su umbral al dolor con el fin de poder soportar una lluvia de golpes en la cabeza. "El cuerpo es el estratega espontáneo que conoce, comprende, juzga y reacciona al mismo tiempo. De otro modo sería imposible sobrevivir entre las cuerdas". Loïc Wacquant cuyos apodos fueron french hammer, french bomber, busy Louie, participó en el prestigioso torneo de boxeadores amateurs de los Golden Gloves de Chicago. Narra con la acuciosidad del erudito y el tecnicismo del boxeador, cómo un púgil se va preparando antes de un importante combate, el entrenamiento intensivo, el estrés, los momentos de duda, el ritual del pesaje, el vestirse con cuidado para el combate ayudado y aconsejado por los técnicos, subirse en el cuadrilátero, recibir el ruidoso apoyo de los espectadores y combatir en tres rounds contra un adversario del mismo peso pero más alto, que contaba con 9 victorias de 10 combates. A pesar del esfuerzo heroico de Wacquant por vencer al boxeador negro, este último fue finalmente declarado ganador. Aunque su derrota fue puesta en tela de juicio por sus compañeros, el primer combate permitió sin embargo al escritor-pugilista entrar de lleno en el pequeño mundo de los Golden Gloves Boys y, en términos de los aprendices pugilistas, "ser alguien".

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